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Zacarías 1

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Introducción

ZACAR�AS

( Zacar�as 1:1 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1 ; Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:1 )

"No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos".

"�No temas, fortalece tus manos! Habla la verdad cada uno a su pr�jimo; la verdad y el juicio sano juzgad en vuestras puertas, y en vuestros corazones no plane�is mal el uno para el otro, ni se complazcan en jurar en falso, porque todas estas cosas hacen Odio el or�culo de Jehov� ".

EL LIBRO DE ZACAR�AS

(1-8)

EL Libro de Zacar�as, que consta de catorce cap�tulos, se divide claramente en dos divisiones: primero, los cap�tulos 1-8, atribuidos al mismo Zacar�as y llenos de evidencia de su autenticidad; En segundo lugar, los cap�tulos 9-14, que no se atribuyen a Zacar�as, y tratan de condiciones diferentes de aquellas sobre las que trabaj�. La discusi�n completa de la fecha y el car�cter de esta segunda secci�n la reservaremos hasta que alcancemos el per�odo en el que creemos que ha sido escrita. Aqu� es necesaria una introducci�n s�lo a los Cap�tulos 1-8.

Estos cap�tulos pueden dividirse en cinco secciones.

I. Zac 1: 1-6. Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as en el octavo mes del segundo a�o de Dar�o, es decir, en noviembre de 520 a. C., o entre el segundo y el tercer or�culos de Hageo. En esto, el lugar del profeta se afirma en la sucesi�n de los profetas de Israel. Los antiguos profetas se han ido, pero sus predicciones se han cumplido en las calamidades del exilio, y la Palabra de Dios permanece para siempre.

II. Zacar�as 6:9 1: 7 - Zacar�as 6:9 -Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as el veinticuatro del und�cimo mes del mismo a�o, es decir, enero o febrero de 519, y que reproduce en forma de ocho Visiones de noche.

(1) La visi�n de los cuatro jinetes: las nuevas misericordias de Dios para Jerusal�n. Zacar�as 1:7

(2) La Visi�n de los Cuatro Cuernos, o Poderes del Mundo, y los Cuatro Herreros, que los derriban Zacar�as 2:1 , pero en la Versi�n de los Setenta y en la Versi�n en Ingl�s. Zacar�as 1:18

(3) La visi�n del hombre de la cuerda de medir: Jerusal�n ser� reconstruida, ya no como una fortaleza estrecha, sino extendida para la multitud de su poblaci�n. Zacar�as 2:5 ; Hebreos 2:1 LXX e ingl�s A esta Visi�n se le adjunta un fragmento l�rico de una fecha probablemente m�s antigua que llama a los jud�os en Babilonia a regresar, y celebra la uni�n de muchos pueblos a Jehov�, ahora que �l toma nuevamente Su morada en Jerusal�n. .

Zacar�as 2:10 ; Hebreos 2:6 LXX e ingl�s

(4) La visi�n de Josu�, el Sumo Sacerdote y Satan�s o Acusador: Satan�s es reprendido, y Josu� es limpiado de sus ropas sucias y vestido con un nuevo turbante y ropa festiva; la tierra est� limpia y segura (cap�tulo 3).

(5) La visi�n de la l�mpara de siete brazos y los dos olivos: Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 4:10 en el centro de esto se ha insertado una Palabra de Jehov� a Zorobabel ( Zacar�as 4:6 a), que interrumpe la Visi�n y probablemente deber�a llegar al final de la misma.

(6) La Visi�n del Libro Volador: es la maldici�n de la tierra, que se est� quitando, pero despu�s de destruir las casas de los malvados. Zacar�as 5:1

(7) La visi�n del celem�n y la mujer: esa es la culpa de la tierra y su maldad; son llevados y plantados en la tierra de Shinar. Zacar�as 5:5

(8) La Visi�n de los Cuatro Carros: salen del Se�or de toda la tierra, para atravesar la tierra y traer Su Esp�ritu, o ira, para sobrellevar la tierra del Norte ( Zacar�as 6:1 ).

III. Zacar�as 6: 9-15 -Una Palabra de Jehov�, sin fecha (a menos que se tome como de la misma fecha que las Visiones a las que est� adjunta), dando instrucciones en cuanto a los obsequios enviados a la comunidad en Jerusal�n desde el Babilonio. Jud�os. Se har� una corona con plata y oro y, seg�n el texto, se colocar� sobre la cabeza de Josu�. Pero, como veremos, el texto da se�ales evidentes de haber sido alterado en inter�s del Sumo Sacerdote; y probablemente la corona estaba destinada a Zorobabel, a cuya diestra estar� el sacerdote, y habr� un consejo de paz entre los dos. Los lejanos vendr�n y ayudar�n en la construcci�n del Templo. Esta secci�n se interrumpe en medio de una oraci�n.

IV. Cap�tulo 7-La Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as el cuarto del noveno mes del cuarto a�o de Dar�o, que es casi dos a�os despu�s de la fecha de las Visiones. El templo se acercaba a su finalizaci�n; y se dirigi� una pregunta a los sacerdotes que estaban all� ya los profetas acerca de los ayunos, que se hab�an mantenido durante el exilio mientras el templo estaba desolado. Zacar�as 7:1 Esta investigaci�n extrajo de Zacar�as una explicaci�n hist�rica de c�mo surgieron los ayunos. Zacar�as 7:4

V.Cap�tulo 8-Diez or�culos breves sin fecha, cada uno introducido con la misma f�rmula, "As� dice Jehov� de los ej�rcitos", y resumiendo todas las ense�anzas de Zacar�as desde antes de que el Templo comenzara hasta la cuesti�n del cese de los ayunos una vez finalizado, con promesas para el futuro.

(1) Una Palabra que afirma el nuevo celo de Jehov� por Jerusal�n y Su regreso a ella ( Zacar�as 8:1 ).

(2) Otro de lo mismo ( Zacar�as 8:3 ).

(3) Palabra que promete plenitud de ancianos y ni�os en sus calles ( Zacar�as 8:4 ).

(4) Una Palabra que afirma que nada es demasiado maravilloso para Jehov� ( Zacar�as 8:6 ).

(5) Palabra que promete el regreso de la gente del este y del oeste ( Zacar�as 8:7 ).

(6 y 7) Dos palabras que contrastan, en t�rminos similares a Hageo 1:1 , la pobreza del pueblo antes de la fundaci�n del Templo con su nueva prosperidad: de una maldici�n Israel se convertir� en una bendici�n. Esto se debe a que la ira de Dios se ha convertido en un prop�sito de gracia para Jerusal�n. Pero el pueblo mismo debe hacer verdad y justicia, dejando de cometer perjurio y pensamientos de maldad unos contra otros ( Zacar�as 8:9 ).

(8) Palabra que se remonta a la cuesti�n del ayuno, y ordena que los cuatro grandes ayunos, instituidos para conmemorar el asedio y el derrocamiento de Jerusal�n, y el asesinato de Gedal�as, se conviertan en gozo y alegr�a ( Zacar�as 8:18 ).

(9) Palabra que predice la venida de los gentiles al culto de Jehov� en Jerusal�n ( Zacar�as 8:20 ).

(10) Otro de lo mismo ( Zacar�as 8:23 ).

No cabe duda de que, aparte de las pocas interpolaciones se�aladas, estos ocho cap�tulos son profec�as genuinas de Zacar�as, a quien se menciona en el Libro de Esdras como colega de Hageo y contempor�neo de Zorobabel y Josu� en el momento de la reconstrucci�n. del Templo. Esdras 5:1 ; Esdras 6:14 Como los or�culos de Hageo, estas profec�as est�n fechadas seg�n los a�os del rey Dar�o, desde su segundo a�o hasta el cuarto.

Aunque pueden contener algunas de las exhortaciones para construir el Templo, que el Libro de Esdras nos informa que Zacar�as hizo junto con Hageo, la mayor�a de ellas presuponen un progreso en la obra y buscan ayudarla con una retrospectiva hist�rica y con brillantes esperanzas de los efectos mesi�nicos de su finalizaci�n. Sus alusiones se adaptan exactamente a los a�os a los que est�n asignados. Dar�o es rey. El exilio ha durado unos setenta a�os.

Muchos jud�os permanecen en Babilonia y est�n esparcidos por el resto del mundo. Zacar�as 8:7 , etc. La comunidad de Jerusal�n es peque�a y d�bil: es la mera colonia de j�venes y hombres de mediana edad que llegaron a ella desde Babilonia; hay pocos ni�os y ancianos. Zacar�as 8:4 Josu� y Zorobabel son los jefes de la comunidad y las promesas para su futuro.

Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:6 ; Zacar�as 6:11 ff. Las condiciones exactas se recuerdan como recientes de las que Hageo habl� unos a�os antes.

Zacar�as 8:9 Adem�s, hay un progreso constante y ordenado a lo largo de las profec�as, en armon�a con las fechas sucesivas en las que fueron entregadas. En noviembre de 520, comienzan con un grito de arrepentimiento y lecciones extra�das del pasado de la profec�a. Zacar�as 1:1 En enero de 519, el templo y la ciudad a�n est�n por construirse.

Zacar�as 1:7 Zorobabel puso los cimientos; la finalizaci�n es todav�a futura. Zacar�as 4:6 El deber del profeta es calmar las aprensiones de la gente sobre el estado del mundo, provocar su celo ( Zacar�as 4:6 ss.

), darles confianza en sus grandes hombres ( Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ), y, sobre todo, asegurarles que Dios les ha sido devuelto ( Zacar�as 1:16 ), y su pecado perdonado ( Zacar�as 5:1 ).

Pero en diciembre de 518, el templo est� tan construido que se dice que los sacerdotes pertenecen a �l; Zacar�as 7:3 no hay ocasi�n para continuar los ayunos del Exilio, Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:18 el futuro se ha abierto y el horizonte se ilumina con las esperanzas mesi�nicas.

Zacar�as 8:20 Sobre todo, se siente que se acab� la dura lucha con las fuerzas de la naturaleza y se exhorta al pueblo a las virtudes de la vida c�vica. Zacar�as 8:16 Tienen tiempo para levantar la vista de su trabajo y ver las naciones que vienen de lejos a Jerusal�n. Zacar�as 8:20

Estas caracter�sticas no dejan lugar a dudas de que la mayor parte de los primeros ocho cap�tulos del Libro de Zacar�as son del profeta mismo, y de los a�os a los que los asigna, noviembre de 520 a diciembre de 518. El punto requiere sin discusi�n.

Sin embargo, hay tres pasajes que provocan un examen m�s detenido: dos de ellos debido a los signos que llevan de una fecha anterior, y uno debido a la alteraci�n que ha sufrido en inter�s de un d�a posterior en la historia de Israel.

El pasaje l�rico que se adjunta a la Segunda Visi�n Zacar�as 2:10 hebreo, Zacar�as 6:1 LXX e ingl�s sugiere interrogantes por su singularidad: no hay otro semejante entre las Visiones. Pero adem�s de esto, no solo habla del Regreso de Babilonia como todav�a futuro - esto a�n podr�a decirse despu�s del Primer Regreso de los exiliados en 536 - sino que difiere del lenguaje de todas las Visiones propiamente dicho al describir el regreso de Jehov�. �l mismo a Si�n como todav�a futuro.

El conjunto tambi�n suena a las grandes odas de Isa�as 40:1 ; Isa�as 41:1 ; Isa�as 42:1 ; Isa�as 43:1 ; Isa�as 44:1 ; Isa�as 45:1 ; Isa�as 46:1 ; Isa�as 47:1 ; Isa�as 48:1 ; Isa�as 49:1 ; Isa�as 50:1 ; Isa�as 51:1 ; Isa�as 52:1 ; Isa�as 53:1 ; Isa�as 54:1 ; Isa�as 55:1 , y parece reflejar la misma situaci�n, en v�speras de la conquista de Babilonia por parte de Ciro.

No cabe duda de que hemos insertado aqu� en Visiones de Zacar�as una canci�n de veinte a�os antes, pero debemos confesar la incapacidad de decidir si fue adoptada por el mismo Zacar�as o agregada por una mano posterior.

Nuevamente, est�n los dos pasajes llamados la Palabra de Jehov� a Zorobabel, Zacar�as 4:6 a; y la Palabra de Jehov� acerca de los dones que llegaron a Jerusal�n de los jud�os en Babilonia, Zacar�as 6:9 . El primero, como ha demostrado Wellhausen, est� claramente fuera de lugar; perturba la narrativa de la Visi�n y debe colocarse al final de esta �ltima.

El segundo no tiene fecha y est� separado de las Visiones. El segundo afirma claramente que la construcci�n del Templo es todav�a futura. El hombre cuyo nombre es Rama o Brote es designado: "y �l edificar� el Templo de Jehov�". El primero tiene el mismo temperamento que los dos primeros or�culos de Hageo. Entonces, es posible que estos dos pasajes no sean, como las Visiones con las que se toman, que est�n fechados en 519, sino que representen esa profec�a a�n anterior de Zacar�as con la que se nos dice que ayud� a Hageo a instigar a la gente a comenzar a construir. el templo.

El estilo del profeta Zacar�as revela rasgos especiales casi solo en la narraci�n de las Visiones. Fuera de estos, su lenguaje es simple, directo y puro, como no pod�a dejar de ser, considerando cu�nto de �l se extrae o se modela de los profetas m�s antiguos, y principalmente de Oseas y Jerem�as. S�lo uno o dos lapsos en un dialecto descuidado y degenerado nos muestran c�mo podr�a haber escrito el profeta si no hubiera sido sostenido por la m�sica de los per�odos cl�sicos de la lengua.

Esta franqueza y m�dula no es compartida por el lenguaje en el que se narran las Visiones. Aqu� el estilo est� involucrado y es redundante. La sintaxis es floja; hay una omisi�n frecuente de la c�pula, y de otros medios por los cuales, en mejor hebreo, se sostienen la conexi�n y la concisi�n. Las f�rmulas, "as� dice" y "diciendo", se repiten hasta el cansancio. Al mismo tiempo, es justo preguntar cu�nto de esta redundancia se debi� al mismo Zacar�as. Tome la versi�n de la Septuaginta.

El texto hebreo que sigui�, no solo incluy� una serie de repeticiones de las f�rmulas y de las designaciones de los personajes introducidos en las Visiones, que no aparecen en el texto masor�tico, sino que omiti� algunas que se encuentran en el texto masor�tico. Estos dos conjuntos de fen�menos prueban que, desde una fecha temprana, los copiadores del texto original de Zacar�as deben haber estado ocupados en aumentar sus redundancias.

Adem�s, todav�a hay intrusiones y expansiones anteriores, ya que estas son compartidas tanto por el texto hebreo como por el griego: algunas de ellas son esfuerzos muy naturales para aclarar los personajes y las conversaciones registradas en los sue�os, algunas de ellas errores est�pidos en la comprensi�n de la deriva. del argumento. Por supuesto, debe haber habido una cierta cantidad de redundancia en el original para provocar tales agravamientos, y de oscuridad o tortuosidad de estilo para hacer que se consideren necesarias.

Pero ser�a muy injusto acusar todas las faltas de nuestro texto actual al mismo Zacar�as, especialmente cuando encontramos tanta fuerza y ??sencillez en los pasajes fuera de las Visiones. Por supuesto, los sujetos envueltos y brumosos de este �ltimo naturalmente forzaron en su descripci�n una laboriosidad de arte, a la que no hubo provocaci�n en exhortar directamente al pueblo a una vida pura, o en predicciones directas de la era mesi�nica.

M�s all� de las corrupciones por estas causas, el texto de Zacar�as 1:1 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1 ; Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:1 , no ha sufrido m�s que el de nuestros otros profetas.

Hay uno o dos errores administrativos; una preposici�n ocasional o una persona de un verbo necesita ser modificada. Aqu� y all� se ha desordenado el texto; y como ya se not�, ha habido una seria alteraci�n del original.

De los p�rrafos anteriores debe quedar claro qu� ayuda y qu� obst�culo en la reconstrucci�n del texto proporciona la Septuaginta. Se adjunta una lista de sus variantes de lectura y de sus errores de traducci�n.

Versículos 1-6

ZACAR�AS EL PROFETA

Zacar�as 1:1 ; Esdras 5:1 ; Esdras 6:14

ZACAR�AS es uno de los profetas cuya personalidad, a diferencia de su mensaje, ejerce cierto grado de fascinaci�n en el estudiante. Sin embargo, esto no se debe, como en el caso de Oseas o Jerem�as, a los hechos de su vida, porque de ellos sabemos muy poco; sino a ciertos s�ntomas conflictivos de car�cter que aparecen a trav�s de sus profec�as.

Su nombre era muy com�n en Israel, Zekher-Yah, " Jehov� recuerda ". En su propio libro se le describe como "el hijo de Berekh-Yah, el hijo de Iddo", y en el documento arameo del Libro de Esdras como "el hijo de Iddo". Algunos han explicado esta diferencia suponiendo que Berekhyah era el padre real del profeta, pero que o muri� temprano, dejando a Zachariah al cuidado del abuelo, o que era un hombre sin importancia, y Iddo fue mencionado m�s naturalmente. como cabeza de familia.

Hay varios casos en el Antiguo Testamento de hombres que son llamados hijos de sus abuelos; G�nesis 24:47, cf. 1 Reyes 19:16, cf. 2 Reyes 9:14 ; 2 Reyes 9:20 como en estos casos el abuelo era el supuesto fundador de la casa, as� en el de Zacar�as Iddo era el cabeza de su familia cuando sali� de Babilonia y se plant� de nuevo en Jerusal�n.

Otros, sin embargo, han cuestionado la autenticidad de las palabras " hijo de Berekh-Yah " y han atribuido su inserci�n a una confusi�n del profeta con Zacar�as hijo de Yebherekh-Yahu, el contempor�neo de Isa�as. Esto es precario, mientras que la otra hip�tesis es muy natural. Lo que sea correcto, el profeta Zacar�as era miembro de la familia sacerdotal de Iddo, que subi� a Jerusal�n desde Babilonia bajo Ciro.

Nehem�as 12:4 El libro de Nehem�as agrega que en el sumo sacerdocio de Yoyakim, el hijo de Josu�, el jefe de la casa de Iddo era un Zacar�as. Si este es nuestro profeta, entonces probablemente era un joven en el 520 y hab�a subido de ni�o en las caravanas de Babilonia. El documento arameo del Libro de Esdras Esdras 5:1 ; Esdras 6:14 asigna a Zacar�as una participaci�n con Hageo en el trabajo de instigar a Zorobabel y Jeshua a comenzar el Templo.

Ninguno de sus or�culos tiene una fecha anterior al comienzo de la obra en agosto de 520, pero hemos visto que entre los que no tienen fecha hay uno o dos que, al referirse a la construcci�n del Templo como a�n futuro, pueden contener algunas reliquias de ese primer templo. etapa de su ministerio. De noviembre de 520, tenemos el primero de sus or�culos fechados; sus Visiones siguieron en enero de 519, y su �ltima profec�a registrada registrada en diciembre de 518.

Estos son todos los eventos ciertos de la historia de Zacar�as. Pero en las bien atestiguadas profec�as que ha dejado descubrimos, adem�s de algunos rasgos evidentes de car�cter, ciertos problemas de estilo y expresi�n que sugieren una personalidad de un inter�s m�s de lo habitual. Lealtad a las grandes voces de anta�o, el temperamento que apela a la experiencia, m�s que a los dogmas, del pasado, el don de la palabra llana a su propio tiempo, una ansiedad nost�lgica por su recepci�n como profeta, Zacar�as 2:13 ; Zacar�as 4:9 ; Zacar�as 6:15 combinado con la ausencia de toda ambici�n de ser original o cualquier cosa menos la voz clara de las lecciones del pasado y de la conciencia de hoy, son las cualidades que caracterizan las oraciones de Zacar�as al pueblo.

Pero c�mo reconciliarlos con el arte tenso y las oscuras verdades de las Visiones, es esto lo que reviste de inter�s el estudio de su personalidad. Hemos demostrado que la oscuridad y la redundancia de las Visiones no pueden deberse a �l mismo. Manos posteriores han exagerado las repeticiones y enredado los procesos del original. Pero estas imperfecciones graduales no han surgido de la nada: el estilo original debe haber sido lo suficientemente complicado como para provocar las interpolaciones de los escribas, y ciertamente conten�a todas las apariciones extra�as y cambiantes que nos cuesta tanto aclararnos.

El problema, por tanto, sigue siendo: c�mo alguien que ten�a el don de la palabra, tan directo y claro, lleg� a torturar y enredar su estilo; c�mo alguien que presentaba con toda claridad los temas principales de la historia de su pueblo se encontr� con que se le impuso inventar, para la expresi�n ulterior de estos, s�mbolos tan laboriosos e intrincados.

Comenzamos con el or�culo que abre su libro e ilustra esas sencillas caracter�sticas del hombre que contrastan tan tajantemente con el temperamento de sus Visiones.

"En el octavo mes, en el segundo a�o de Dar�o, vino palabra de Jehov� al profeta Zacar�as, hijo de Berekhyah, hijo de Iddo, diciendo: Jehov� se enoj� mucho contra vuestros padres."

Y les dir�s: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Convert�os a m�, or�culo de Jehov� de los ej�rcitos, para que yo me vuelva a vosotros, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. No sean como vuestros padres, a quienes predicaron los primeros profetas, diciendo: 'As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Vu�lvete ahora de tus malos caminos y de tus malas obras', pero ellos no escucharon, ni hicieron caso a M� or�culo de Jehov�. Tus padres, �d�nde est�n? �Vivir�n para siempre? Pero mis palabras y mis estatutos que mand� a mis siervos los profetas, �no alcanzaron a vuestros padres? y seg�n nuestros caminos, as� nos ha tratado. "

Es una se�al de la nueva era a la que hemos llegado, que su profeta apele a los profetas m�s antiguos con tanta solemnidad como lo hicieron con el mismo Mois�s. La historia que condujo al exilio se ha vuelto para Israel tan cl�sica y sagrada como sus grandes d�as de liberaci�n de Egipto y de conquista en Cana�n. Pero a�n m�s significativo es lo que Zacar�as busca de ese pasado; esto debemos descubrirlo cuidadosamente, si queremos apreciar con exactitud su rango como profeta.

Se puede decir que el desarrollo de la religi�n consiste en una lucha entre dos temperamentos, los cuales ciertamente apelan al pasado, pero por motivos muy opuestos. El primero demuestra su devoci�n por los profetas m�s antiguos adoptando las f�rmulas exactas de su doctrina, las considera sagradas al pie de la letra y las impondr�a en detalle en las mentes y circunstancias de la nueva generaci�n. Concibe que la verdad ha sido promulgada de una vez por todas en formas tan duraderas como los principios que contienen.

Esgrima ritos antiguos, aprecia las costumbres e instituciones antiguas y, cuando se cuestionan, se alarma e incluso se vuelve salvaje. El otro temperamento no est� detr�s de �ste en su devoci�n al pasado, pero busca a los profetas antiguos no tanto por lo que han dicho como por lo que han sido, no por lo que hicieron cumplir sino por lo que encontraron, sufrieron, y confes�. No pide dogmas, sino experiencia y testimonio.

Aquel que as� puede leer el pasado e interpretarlo a su propio d�a, �l es el profeta. En su lectura no encuentra nada tan claro, nada tan tr�gico, nada tan convincente como la obra de la Palabra de Dios. Contempla c�mo esto les lleg� a los hombres, los atorment� y fue suplicado por ellos. �l ve que era su gran oportunidad, que ser rechazada se convirti� en su juicio. Encuentra justificado el abuso de la justicia, castigado el mal orgulloso y todos los lugares comunes olvidados de Dios logrando a tiempo su triunfo.

Lee c�mo los hombres llegaron a ver esto y a confesar su culpa. Lo atormenta el remordimiento de generaciones que saben c�mo pudieron haber obedecido el llamado divino, pero voluntariamente no lo hicieron. Y aunque han perecido, y los profetas han muerto y sus f�rmulas ya no son aplicables, la Palabra victoriosa misma a�n vive y clama a los hombres con el terrible �nfasis de la experiencia de sus padres. Todo esto es la visi�n del verdadero profeta, y fue la visi�n de Zacar�as.

Su generaci�n fue una cuya principal tentaci�n fue adoptar hacia el pasado la otra actitud que hemos descrito. En su debilidad, �qu� pod�a hacer el pobre resto de Israel sino aferrarse servilmente a la anterior grandeza? La reivindicaci�n del exilio hab�a marcado la autoridad divina de los profetas anteriores. Los h�bitos, que la vida en Babilonia hab�a perfeccionado, de ordenar y codificar la literatura del pasado, y de emplearla, en lugar de altar y ritual, en el servicio declarado a Dios, hab�an canonizado las Escrituras y provocado a los hombres a la adoraci�n de Dios. su misma letra.

Si el verdadero profeta no hubiera vuelto a resucitar, estos h�bitos podr�an haber producido demasiado pronto la creencia de que la Palabra de Dios se hab�a agotado, y debieron haber fijado sobre la d�bil vida de Israel esa masa de r�gidos y severos dogmas, cuya aplicaci�n literal Cristo luego se encontr� aplastando la libertad y la fuerza de la religi�n. Zacar�as lo impidi� por un tiempo. �l mismo era poderoso en las Escrituras del pasado: ning�n hombre en Israel las utiliza m�s.

Pero los emplea como testigos, no como dogmas; no encuentra en ellos autoridad, sino experiencia. Lee su testimonio de la presencia siempre viva de la Palabra de Dios con los hombres. Y viendo que, aunque las viejas formas y figuras han perecido con los corazones que las moldearon, la Palabra misma en su pura verdad ha reivindicado su vida cumpli�ndose en la historia, sabe que todav�a vive y la arroja sobre su pueblo, no en las formas publicadas por este o aquel profeta de anta�o, pero en su esencia y directamente de Dios mismo, como Su Palabra para hoy y ahora.

�D�nde est�n los padres? �Y los profetas para siempre? Pero mis palabras y mis estatutos con los que mand� a mis siervos los profetas, �no alcanzaron a vuestros padres? As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: No se�is como vuestros padres, pero vu�lvete a m� para que yo me vuelva a ti ".

El argumento de este or�culo, muy naturalmente, podr�a haberse reducido a una credencial para el profeta mismo como enviado de Dios. Acerca de su recepci�n como mensajero de Jehov�, Zacar�as muestra una ansiedad repetida. Cuatro veces concluye una predicci�n con las palabras. "Y sabr�is que Jehov� me ha enviado", como si despu�s de sus primeras declaraciones hubiera encontrado esa sospecha e incredulidad que un profeta nunca dejaba de sufrir de sus contempor�neos.

Pero en este or�culo no hay rastro de tal ansiedad personal. El or�culo est� impregnado solo con el deseo de probar que la antigua Palabra de Dios todav�a est� viva, y llevarla a casa con su propia fuerza. Como el m�s grande de su orden, Zacar�as aparece con el llamado al arrepentimiento: "Vu�lvanse a m�, or�culo de Jehov� de los ej�rcitos, para que yo me vuelva a ustedes". Este es el eje sobre el que ha girado la historia, la �nica condici�n sobre la que Dios ha podido ayudar a los hombres. Dondequiera que se lea como la conclusi�n de todo el pasado, donde se proclame como la conciencia del presente, all� se encuentra el verdadero profeta y se ha hablado la Palabra de Dios.

Esta misma posesi�n por el esp�ritu �tico reaparece, como veremos, en las oraciones de Zacar�as al pueblo despu�s de que las ansiedades de la construcci�n han terminado y la terminaci�n del Templo est� a la vista. En estos, afirma una vez m�s que toda la esencia de la Palabra de Dios de los profetas m�s antiguos ha sido moral: juzgar el verdadero juicio, practicar la misericordia, defender a la viuda y al hu�rfano, al forastero y al pobre, y no pensar mal los unos de los otros.

Para los ayunos tristes del destierro, Zacar�as manda alegr�a, con el deber de la verdad y la esperanza de la paz. Una y otra vez refuerza la sinceridad y el amor sin disimulo. Sus ideales para Jerusal�n son muy elevados, incluida la conversi�n de las naciones a su Dios. Pero las ambiciones guerreras se han desvanecido de ellos, y sus im�genes de su condici�n futura son sencillas y pr�cticas. Jerusal�n dejar� de ser una fortaleza, sino que se extender� sin murallas como una aldea.

Familias completas, a diferencia de la colonia actual con sus pocos hijos y sus hombres desgastados en la mediana edad por hostigar la guerra con enemigos y una naturaleza hosca; calles llenas de ni�os jugando y ancianos sentados al sol; el regreso de los exiliados; felices cosechas y primaveras de paz; S�lida ganancia de trabajo para todos, sin vecinos asaltantes a los que acosar, ni envidias mutuas de los campesinos en su lucha ego�sta contra el hambre.

Es un hombre sencillo, cordial y pr�ctico a quien tales profec�as revelan, su esp�ritu inclinado a la justicia y al amor, y anhelando el trabajo del campo sin acoso y hogares felices. Ning�n profeta tiene simpat�as m�s hermosas, una palabra de justicia m�s directa o un coraz�n m�s valiente.

"No ayun�is, sino amad la verdad y la paz. La verdad y la justicia sana poned en vuestras puertas. No tem�is; fortaleced vuestras manos. Ancianos y ancianas, se sentar�n todav�a en las calles de Jerusal�n, cada uno con bast�n en mano para el plenitud de sus a�os; las calles de la ciudad estar�n plagadas de ni�os y ni�as jugando ".

Versículo 7

Zacar�as 6:8

LOS �NGELES DE LAS VISIONES

Zacar�as 1:7 - Zacar�as 6:8

Entre las influencias del exilio que contribuyeron al material de las visiones de Zacar�as, incluimos un desarrollo considerable de la creencia de Israel en los �ngeles. El tema general es en s� mismo tan extenso, y los �ngeles juegan tantos papeles en las Visiones, que es necesario dedicarles un cap�tulo aparte.

Desde los tiempos m�s remotos, los hebreos hab�an concebido a su Rey Divino rodeado por una corte de ministros, quienes adem�s de celebrar Su gloria salieron de Su presencia para ejecutar Su voluntad sobre la tierra. En esta �ltima capacidad fueron llamados Mensajeros, Male'akim , que los griegos tradujeron Angeloi , y as� nos dieron nuestros �ngeles. El origen de esta concepci�n est� envuelto en la oscuridad.

Puede que se debiera en parte a una creencia, compartida por todos los pueblos primitivos, en la existencia de seres sobrehumanos inferiores a los dioses, pero incluso sin esto debe haber surgido en la tendencia natural de proporcionar a la deidad real de un pueblo un corte, un ej�rcito y sirvientes. En las mentes piadosas del Israel primitivo debe haber existido una especie de necesidad de creer y desarrollar esto, una necesidad impuesta en primer lugar por la creencia de que la residencia de Jehov� estaba confinada a un solo lugar, el Sina� o Jerusal�n, del cual �l mismo sali� s�lo a grandes distancias. ocasiones para la liberaci�n de Su pueblo en su conjunto; y, en segundo lugar, por la falta de voluntad para concebir su aparici�n personal en misiones de naturaleza humilde, o para representarlo en la forma humana en la que, seg�n las ideas primitivas, solo �l podr�a conversar con los hombres.

Se puede entender f�cilmente c�mo una religi�n, que era sobre todo una religi�n de revelaci�n, deber�a aceptar tales concepciones populares en su registro constante de la aparici�n de Dios y su Palabra en la vida humana. Por consiguiente, en los documentos m�s antiguos de los hebreos, encontramos �ngeles que traen a Israel las bendiciones, maldiciones y mandamientos de Jehov�. Aparte de este deber y su apariencia humana, estos seres no est�n concebidos para estar dotados ni de car�cter ni, si podemos juzgar por su falta de nombre, de individualidad.

Son la Palabra de Dios personificada. Actuando como portavoces de Dios, est�n fusionados en �l, y tan completamente que a menudo hablan de s� mismos por el Divino I. Jueces 6:12 ss.

"La funci�n de un �ngel eclipsa tanto su personalidad que el Antiguo Testamento no pregunta qui�n o qu� es este �ngel, sino qu� hace. Y la respuesta a la �ltima pregunta es que �l representa a Dios ante el hombre de manera tan directa y completa que cuando habla o act�a Dios mismo se siente al hablar o actuar ". Adem�s del transporte del Verbo Divino, los �ngeles llevan a su Se�or un informe de todo lo que sucede: se dice que los reyes, en lenguaje popular, son "tan sabios como la sabidur�a de un �ngel de Dios, para saber todas las cosas que hay en la tierra.

" 2 Samuel 14:20 Tambi�n se emplean en la liberaci�n y disciplina de Su pueblo. �xodo 14:19 ; �xodo 12:23 , etc .; Josu� 5:13 Por ellos viene la pestilencia, y la restricci�n de los que se oponen a la voluntad de Dios.

Ahora bien, los profetas antes del exilio ten�an una concepci�n tan espiritual de Dios, trabajaban tan inmediatamente desde su presencia y, sobre todo, estaban tan convencidos de su inter�s personal y pr�ctico en los asuntos de su pueblo, que no sent�an lugar para �ngeles entre �l y su pueblo. sus corazones, y no emplean �ngeles, excepto cuando Isa�as en su visi�n inaugural penetra al palacio celestial y la corte del Alt�simo.

Zacar�as 6:2 Incluso cuando Am�s ve una ca�da en picado en los muros de Jerusal�n, es por las manos del mismo Jehov�, y no hemos encontrado un �ngel en la mediaci�n de la Palabra a ninguno de los profetas que ya hemos estudi�. Pero los �ngeles reaparecen, aunque no bajo el nombre, en las visiones de Ezequiel, el primer profeta del exilio.

Tienen forma humana y �l los llama "Hombres". Algunos ejecutan la ira de Dios sobre Jerusal�n ( Ezequiel 9:1 ), y uno, cuya apariencia es como la apariencia de bronce, act�a como int�rprete de la voluntad de Dios para el profeta y lo instruye en los detalles de la construcci�n de la Ciudad y Templo. Ezequiel 40:3 y sigs.

Cuando aparece la gloria de Jehov� y Jehov� mismo le habla al profeta desde el Templo, este "Hombre" est� junto al profeta, Ezequiel 43:6 distinto de la Deidad, y luego contin�a su obra de explicaci�n. "Por lo tanto," como observa el Dr. Davidson, "no es el sentido de distancia al que se aleja Dios lo que hace que Ezequiel cree estos intermediarios.

"La necesidad de ellos surge m�s bien del mismo sentimiento natural que hemos sugerido que dio lugar a las primeras concepciones de los �ngeles: la falta de voluntad, es decir, de comprometer a la Persona de Dios mismo en la tarea subordinada de explicar los detalles del Templo. Note, tambi�n, c�mo la Voz Divina, que le habla a Ezequiel desde el Templo, se mezcla y se vuelve una con el "Hombre" que est� a su lado. El �ngel-int�rprete de Ezequiel es simplemente una funci�n de la Palabra de Dios.

Muchas de las caracter�sticas de los �ngeles de Ezequiel aparecen en las de Zacar�as. "Los cuatro herreros" o heridores de los cuatro cuernos recuerdan a los seis verdugos de los malvados en Jerusal�n. Zacar�as 1:18 Ezequiel 9:1 ff. Como el Int�rprete de Ezequiel, se les llama "Hombres", y como �l aparece uno como instructor y gu�a de Zacar�as: "el que habl� conmigo.

"Pero mientras Zacar�as llama a estos seres" Hombres ", tambi�n les da el nombre antiguo, que Ezequiel no hab�a usado, de Male'akim ," mensajeros, �ngeles ". El Instructor es" el �ngel que habl� conmigo ". Primera Visi�n, "el Hombre que monta el caballo marr�n, el Hombre que estaba entre los arrayanes, es el �ngel de Jehov� que estaba entre los arrayanes". Zacar�as 1:8 ; Zacar�as 1:10 El Int�rprete tambi�n es llamado "el �ngel de Jehov� ", y si nuestro texto de la Primera Visi�n es correcto, los dos est�n curiosamente mezclados, como si ambos fueran funciones de la misma Palabra de Dios, y en personalidad no se distinguieran entre s�.

El �ngel informador entre los mirtos asume el deber del �ngel int�rprete y explica la visi�n al profeta. En la Cuarta Visi�n, esta visi�n que se disuelve se lleva m�s all�, y el �ngel de Jehov� es intercambiable con Jehov� mismo; as� como en la Visi�n de Ezequiel la Voz Divina de la Gloria y el Hombre de pie junto al profeta est�n curiosamente mezclados. Nuevamente en la Cuarta Visi�n escuchamos de aquellos "que est�n en la presencia de Jehov�", Zacar�as 3:6 y en la Octava de �ngeles ejecutantes que salen de Su presencia con encargos sobre toda la tierra. Zacar�as 6:5

En las Visiones de Zacar�as, entonces, como en los libros anteriores, vemos al Se�or de toda la tierra, rodeado por una corte de �ngeles, a quienes �l env�a en forma humana para interpretar Su Palabra y ejecutar Su voluntad, y en su realizaci�n. de esto hay la misma indistinci�n de la individualidad, el mismo predominio de la funci�n sobre la personalidad. Al igual que con Ezequiel, uno se destaca m�s claramente que los dem�s, por ser el int�rprete del profeta, a quien, como en las primeras visiones de los �ngeles, Zacar�as llama "mi se�or", Zacar�as 1:9 , etc.

pero incluso �l se funde con las figuras del resto. Estos son los elementos antiguos y prestados en la doctrina de los �ngeles de Zacar�as. Pero les ha agregado varios detalles importantes, que hacen de sus Visiones una etapa intermedia entre el Libro de Ezequiel y la angelolog�a muy intrincada del juda�smo posterior.

En primer lugar, Zacar�as es el primer profeta que introduce �rdenes y se ubica entre los �ngeles. En su Cuarta Visi�n, el �ngel de Jehov� es el Juez Divino "ante el cual" Josu� aparece con el Adversario. Tambi�n tiene a otros "delante de �l" para ejecutar sus sentencias. En la Tercera Visi�n, nuevamente, el �ngel Interpretador no se comunica directamente con Jehov�, pero recibe sus palabras de otro �ngel que ha salido.

Zacar�as 2:3 Todos estos son s�ntomas, que incluso con un profeta, quien sinti� tan profundamente como Zacar�as la franqueza �tica de la palabra de Dios y su omnipresencia en la vida p�blica, todav�a hab�a comenzado a aumentar esos sentimientos de sublimidad y horror de Dios. , que en el pensamiento posterior de Israel lo elev� a una distancia tan grande de los hombres, y cre� una hueste tan compleja de intermediarios, humanos y sobrehumanos, entre el coraz�n adorador y el Trono de la Gracia.

Podemos estimar mejor la diferencia a este respecto entre Zacar�as y los profetas anteriores que hemos estudiado al se�alar que su frase caracter�stica "habl� conmigo", literalmente "habl� en" o "por m�", que usa del �ngel interpretador, es usado por Habacuc de Dios mismo. Habacuc 2:1 ; cf. tambi�n N�meros 12:6 A las mismas horribles impresiones de la Deidad se debe quiz�s la primera aparici�n del �ngel como intercesor.

Am�s, Isa�as y Jerem�as mismos intercedieron directamente ante Dios por el pueblo; pero con Zacar�as es el �ngel Interpretador quien intercede, y quien a cambio recibe el consuelo Divino. En esta funci�n angelical, primera en su g�nero en la Escritura, vemos los peque�os y explicables comienzos de una creencia destinada a asumir enormes dimensiones en el desarrollo del culto de la Iglesia. La s�plica de los �ngeles, la fe en su intercesi�n y en las oraciones predominantes de los justos muertos, que se ha multiplicado tan atrozmente en ciertos sectores de la cristiandad, puede atribuirse al mismo sentido cada vez mayor de la distancia y el horror de Dios, pero es ser corregidos por la fe que Cristo nos ha ense�ado acerca de la cercan�a de nuestro Padre Celestial y de Su cuidado inmediato de cada uno de sus hijos humanos.

La intercesi�n del �ngel en la Primera Visi�n es tambi�n un paso hacia esa identificaci�n de �ngeles especiales con diferentes pueblos que encontramos en el Libro de Daniel. Esto nos habla de los pr�ncipes celestiales no solo para Israel: "Miguel, tu pr�ncipe, el gran pr�ncipe que est� en pie por los hijos de tu pueblo" Daniel 10:21 ; Daniel 12:1 -pero para las naciones paganas, una concepci�n cuyos primeros comienzos vemos en una profec�a que quiz�s no estuvo lejos de ser contempor�nea de Zacar�as.

Isa�as 24:21 La visi�n de Zacar�as de una jerarqu�a entre los �ngeles tambi�n estaba destinada a un mayor desarrollo. El jefe de la patrulla entre los arrayanes y el �ngel juez ante el cual aparece Josu�, son los primeros arc�ngeles. Sabemos c�mo estos se especializaron a�n m�s, e incluso los escritores jud�os y cristianos les dieron personalidades y nombres.

Entre los �ngeles descritos en el Antiguo Testamento, hemos visto a algunos acusados ??de poderes de estorbo y destrucci�n: "una tropa de �ngeles del mal". Ellos tambi�n son los siervos de Dios, quien es el autor de todo mal y bien, Am�s 3:6 y los instrumentos de su ira. Pero la tentaci�n de los hombres tambi�n forma parte de Su Providencia.

Donde las almas voluntarias tienen que ser enga�adas, el esp�ritu que lo hace, como en el caso de Acab, viene de la presencia de Jehov�. 1 Reyes 22:20 ss. Todos estos esp�ritus est�n tan desprovistos de car�cter y personalidad como el resto de la hueste angelical. Trabajan el mal como meros instrumentos: no se les atribuye ni malicia ni falsedad.

No son �ngeles rebeldes ni ca�dos, sino obedientes a Jehov�. No, como los �ngeles de la Palabra de Ezequiel y Zacar�as, el �ngel que tienta a David a enumerar a la gente es intercambiable con Dios mismo. Vinculado al deber de tentar a los hombres est� el de la disciplina, en sus formas tanto de restringir o acusar al culpable, como de irritar a los justos para ponerlos a prueba. Para ambos se usa el mismo verbo, "a satan�s", en el sentido general de "resistir" o antagonizar.

El �ngel de Jehov� se interpuso en el camino de Balaam "hacia Satan�s". N�meros 22:22 ; N�meros 22:32 El sustantivo, "el Satan�s", se usa repetidamente para referirse a un enemigo humano ( 1 Samuel 29:4 ; 2 Samuel 19:23 1 Reyes 5:18 ; 1 Reyes 11:14 , etc.

). Pero en dos pasajes, de los cuales la Cuarta Visi�n de Zacar�as es uno, y el otro el Pr�logo a Job ( Zacar�as 3:1 ss., Job 1:6 ss.), Se le da el nombre a un �ngel, uno de "los hijos de Elohim, "o poderes divinos que reciben su comisi�n de Jehov�.

El sustantivo a�n no es, lo que luego se convirti�, 1 Cr�nicas 21:1 un nombre propio; pero tiene el art�culo definido, "el Adversario" o "Acusador", es decir, el �ngel a quien se le asign� esa funci�n. Con Zacar�as, su negocio es el oficial de fiscal en la corte suprema de Jehov�, y cuando termina su trabajo, desaparece.

Sin embargo, antes de que lo haga, vemos por primera vez en relaci�n con cualquier �ngel un destello de car�cter. Esto se revela por la reprensi�n del Se�or hacia �l. Hay algo reprochable en la acusaci�n de Josu�: no es un falso testimonio, porque la culpa de Israel es patente en las sucias vestiduras de su Sumo Sacerdote, sino dureza o malicia, que buscar�a impedir la gracia divina. En el Libro de Job, "el Satan�s" tambi�n es una funci�n, incluso aqu� no es un �ngel ca�do o rebelde, sino uno de la corte de Dios, Job 1:6 el instrumento de disciplina o castigo.

Sin embargo, en el sentido de que �l mismo sugiere sus crueldades y se lo representa como directo y oficioso en su imposici�n, se le imputa un car�cter a�n m�s claramente que en la Visi�n de Zacar�as. Pero Satan�s todav�a comparte esa identificaci�n con su funci�n que hemos visto para caracterizar a todos los �ngeles del Antiguo Testamento, y por lo tanto desaparece del drama tan pronto como su lugar en su alto argumento termina.

En esta descripci�n del desarrollo de la doctrina israel� de los �ngeles y de las contribuciones de Zacar�as a ella, no hemos abordado la cuesti�n de si el desarrollo fue asistido por el contacto de Israel con la religi�n persa y con el sistema de �ngeles que contiene esta �ltima. Por varias razones, la pregunta es dif�cil. Pero en lo que respecta a la evidencia actual, constituye una respuesta negativa.

Los eruditos, que de ninguna manera tienen prejuicios contra la teor�a de una gran influencia persa sobre Israel, declaran que la religi�n de Persia afect� la doctrina jud�a de los �ngeles "solo en puntos secundarios", como su "n�mero y personalidad, y la existencia de demonios". y esp�ritus malignos ". Nuestra propia discusi�n nos ha mostrado que los �ngeles de Zacar�as, a pesar de las nuevas caracter�sticas que introducen, son en esencia uno con los �ngeles del Israel pre-ex�lico.

Incluso Satan�s es principalmente una funci�n y uno de los siervos de Dios. Si ha desarrollado un car�cter inmoral, esto no puede atribuirse a la influencia de la creencia persa en un Esp�ritu del mal opuesto al Esp�ritu del bien en el universo, sino que puede explicarse por el resentimiento nativo o ego�sta de Israel contra su fiscal. delante de la barra de Jehov�. Tampoco podemos dejar de se�alar que este car�cter de maldad aparece en Satan�s, no, como en la religi�n persa, en oposici�n general a la bondad, sino como frustrando esa gracia salvadora que era tan peculiarmente de Jehov�. Y Jehov� dijo a Satan�s: Jehov� te reprenda, oh Satan�s, s�, Jehov�, que ha escogido a Jerusal�n, te reprenda. �No es �ste un tiz�n arrancado del fuego?

Versículos 7-17

3. EXPOSICI�N DE VARIAS VISIONES

Para todas las Visiones hay una fecha, "en el d�a veinticuatro del und�cimo mes, el mes de Sebat, en el segundo a�o de Dar�o". es decir, enero o febrero de 519; y un impulso Divino, "la Palabra de Jehov� vino al profeta Zekharyah, hijo de Berekhyahu, hijo de Iddo, como sigue".

LA PRIMERA VISI�N: LOS JINETES �NGELES

Zacar�as 1:7

Los setenta a�os que Jerem�as hab�a fijado para la duraci�n de la servidumbre babil�nica estaban llegando a su fin. Hab�an transcurrido cuatro meses desde que Hageo prometi� que en poco tiempo Dios sacudir�a a todas las naciones. Jeremias 25:12 ; Hageo 2:7 Pero el mundo no se conmovi�: no hubo ning�n movimiento pol�tico que prometiera devolver su gloria a Jerusal�n. Una decepci�n muy natural debi� de ser el resultado entre los jud�os. En esta situaci�n, la Palabra vino a Zacar�as, y tanto la situaci�n como la Palabra las expres� en su Primera Visi�n.

Era una de las ca�adas cubiertas de mirto en las cercan�as de Jerusal�n: Zacar�as lo llama Glen o Valley-Bottom, ya sea porque los jud�os lo conoc�an con ese nombre, o porque �l mismo sol�a frecuentarlo para orar. Descubre en �l lo que parece ser un encuentro de exploradores de caballer�a persas, el l�der de la tropa al frente y el resto detr�s de �l, que acaba de llegar con sus informes.

Pronto, sin embargo, se da cuenta de que son �ngeles, y con ese r�pido y disuelto cambio tanto de funci�n como de figura, que caracteriza a todas las apariciones ang�licas, le explican su misi�n. Ahora es un �ngel int�rprete a su lado el que habla, y ahora el �ngel en el caballo delantero. Son exploradores de Dios que vienen de su estudio de toda la tierra. El mundo est� en silencio. Ante lo cual "el �ngel de Jehov�" le pregunta cu�nto tiempo debe reposar Su ira sobre Jerusal�n y no se debe hacer nada para restaurarla; y el profeta escucha una respuesta amable y consoladora.

Las naciones han hecho m�s maldad a Israel de lo que Dios les dio poder para hacer. Sus agravios han cambiado su ira contra ella en piedad, y con compasi�n ha vuelto a ella. Pronto ser� reconstruida y rebosante de prosperidad.

La �nica perplejidad en todo esto es el informe de los �ngeles de que toda la tierra est� en silencio. C�mo pudo haber sido esto en 519 es dif�cil de entender. Las grandes revueltas contra Dar�o estaban entonces en progreso activo, el resultado era incierto, y tard� al menos tres a�os m�s en sofocarlas a todas. Estaban confinados, es cierto, al este y noreste del imperio, pero algunos de ellos amenazaban a Babilonia, y dif�cilmente podemos atribuir el informe de los �ngeles a tal limitaci�n del horizonte de los jud�os en este momento que excluy� a Mesopotamia. o las tierras al norte de ella.

Quedan dos alternativas. O estas lejanas revueltas solo hicieron m�s impresionante el estancamiento de las tribus del resto del imperio, y la impotencia de los jud�os y sus vecinos sirios se demostr� de manera convincente por su incapacidad para aprovechar incluso los desesperados apuros a los que Dar�o se encontraba. reducido; o bien, en ese mes de visi�n, Dar�o hab�a sofocado una de las rebeliones contra �l, y por el momento reinaba la tranquilidad en el mundo.

"Por la noche tuve una visi�n, y he aqu�! Un hombre montado en un caballo marr�n, y estaba parado entre los mirtos que est�n en el Glen; y detr�s de �l caballos marrones, casta�os y blancos. Y dije: �Qu� son estos, mi �Se�or? Y el �ngel que hablaba conmigo dijo: Yo te mostrar� lo que son. Y el hombre que estaba entre los mirtos respondi� y dijo: Estos son los que Jehov� ha enviado a recorrer la tierra de un lado a otro.

Y ellos respondieron al �ngel de Jehov� que estaba en medio de los arrayanes, y dijo: Hemos subido y bajado por la tierra, y �he aqu�! toda la tierra est� quieta y en paz. Isa�as 37:29 ; Jeremias 48:11 ; Sofon�as 1:12 Y respondi� el �ngel de Jehov�, y dijo: Jehov� de los ej�rcitos, �hasta cu�ndo no tendr�s compasi�n de Jerusal�n y de las ciudades de Jud�, con las cuales te has enojado estos setenta a�os? Y respondi� Jehov� al �ngel que hablaba conmigo, palabras amables y consoladoras.

Y el �ngel que hablaba conmigo me dijo: Proclama ahora lo siguiente: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Celo por Jerusal�n y por Sion, con gran celo; pero con gran ira me enojo contra los gentiles arrogantes. Porque estaba un poco enojado con Israel, pero agravaron el mal. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: Yo he vuelto a Jerusal�n con misericordia. En ella se edifique el corral de mi casa, or�culo del SE�OR de los ej�rcitos, y se trazar� el cordel de medir sobre Jerusal�n. Proclamen una vez m�s, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Mis ciudades a�n rebosar�n de prosperidad, y Jehov� consolar� de nuevo a Sion, y volver� a elegir a Jerusal�n �.

Hay que se�alar dos cosas en este or�culo. No se indica ning�n movimiento pol�tico como medio para la restauraci�n de Jerusal�n: este ser� el efecto de la gracia gratuita de Dios al regresar a morar en Jerusal�n, que es la recompensa por la construcci�n del Templo. Y hay una explicaci�n interesante del motivo de la nueva gracia de Dios: al ejecutar Su sentencia sobre Israel, los paganos hab�an excedido con creces su comisi�n, y ahora ellos mismos merec�an el castigo.

Es decir, la restauraci�n de Jerusal�n y la reanudaci�n del culto no son suficientes para el futuro de Israel. Los paganos deben ser castigados. Pero Zacar�as no predice ning�n derrocamiento del poder del mundo, ya sea por fuerzas terrenales o celestiales. Esto est� completamente en armon�a con la insistencia en la paz que lo distingue de otros profetas.

Versículos 7-21

LAS VISIONES DE ZACAR�AS

Zacar�as 1:7 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1

LAS Visiones de Zacar�as no carecen de esos puntos de vista amplios y simples de la religi�n que acabamos de ver como el encanto de sus otras profec�as. De hecho, es entre las Visiones donde encontramos la m�s espiritual de todas sus declaraciones: "No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice Jehov� de los ej�rcitos". Las Visiones expresan la necesidad del perd�n divino, enfatizan la realidad del pecado, como un principio m�s profundo que los cr�menes c�vicos en los que se manifiesta, y declaran el poder de Dios para desterrarlo de su pueblo.

Las Visiones tambi�n contienen la notable perspectiva de Jerusal�n como la Ciudad de la Paz, su �nico muro, el Se�or mismo. El derrocamiento de los imperios paganos est� predicho por la propia mano del Se�or, y de todas las Visiones est�n ausentes tanto la confusi�n como la gloria de la guerra.

Tambi�n debe sorprendernos la ausencia de otro elemento, que es una causa de complejidad en los escritos de muchos profetas: la pol�mica contra la idolatr�a. Zacar�as en ninguna parte menciona a los �dolos. Ya hemos visto qu� prueba da este silencio por el hecho de que la comunidad a la que habl� no era ese remanente medio pagano de Israel que hab�a permanecido en la tierra, sino que estaba compuesto por adoradores de Jehov� que a Su palabra hab�an regresado de Babilonia. .

Aqu� solo tenemos que ver con la relaci�n del hecho con el estilo de Zacar�as. Esa desconcertante confusi�n del pante�n pagano y sus ritos, que constituye gran parte de nuestra dificultad para interpretar algunas de las profec�as de Ezequiel y los cap�tulos finales del libro de Isa�as, no tiene la culpa de la complejidad de las visiones de Zacar�as.

Tampoco podemos atribuir esto �ltimo al hecho de que las Visiones son sue�os y, por lo tanto, est�n destinadas a ser m�s complicadas y oscuras que las palabras de Jehov� que llegaron a Zacar�as a la luz del d�a de la vida p�blica de su pueblo. En Zacar�as 1:7 . no tenemos la narraci�n de sue�os reales, sino una serie de alegor�as conscientes y art�sticas: la traducci�n deliberada en un simbolismo cuidadosamente construido de las verdades divinas que el profeta fue confiado por su Dios.

Sin embargo, esto solo aumenta nuestro problema: �por qu� un hombre con tales dotes de habla directa y visiones tan claras del car�cter y la historia de su pueblo deber�a optar por expresar esto �ltimo mediante una imaginer�a tan artificial y complicada? En sus discursos, Zacar�as se parece mucho a los profetas que hemos conocido antes del exilio, completamente �ticos y atentos a la conciencia p�blica de su tiempo. Aprecia lo que fueron, se siente en su sucesi�n y est� dotado tanto de su esp�ritu como de su estilo.

Pero ninguno de ellos construye las elaboradas alegor�as que �l hace, o insiste en el simbolismo religioso que impone como indispensable para la posici�n de Israel ante Dios. Sus visiones no solo son pocas y sencillas, sino que miran con desprecio el temperamento visionario como una etapa de profec�a grosera e inferior a la suya propia, en la que la Palabra de Dios es recibida por comuni�n personal con �l y transmitida a Su pueblo por v�a directa. y palabras sencillas.

Algunos de los profetas anteriores incluso condenan todo sacerdocio y ritual; ninguno de ellos los considera indispensables para las correctas relaciones de Israel con Jehov�; y nadie emplea a esos mediadores sobrehumanos de la verdad Divina por quienes Zacar�as es instruido en sus Visiones.

1. LAS INFLUENCIAS QUE MOLDEARON LAS VISIONES

La explicaci�n de este cambio que se ha producido en la profec�a debe buscarse en ciertos h�bitos que el pueblo adquiri� en el exilio. Durante el exilio, varias causas conspiraron para desarrollar entre los escritores hebreos los �nimos tanto del simbolismo como del apocalipsis. El principal de ellos fue su separaci�n de las realidades de la vida c�vica, con la oportunidad que les brindaba su ocio pol�tico de meditar y so�ar.

Los hechos y las promesas divinas, que antes ten�an que ser tratados por la conciencia del momento, se dejaron para que los elaborara la imaginaci�n. Los exiliados no eran ciudadanos o estadistas responsables, sino so�adores. Estaban inspirados por poderosas esperanzas para el futuro, y no encadenados por las necesidades pr�cticas de una situaci�n hist�rica definida sobre la cual estas esperanzas ten�an que realizarse de inmediato.

Ten�an un horizonte lejano sobre el que construir y ocupaban toda su amplitud. Tuvieron mucho tiempo para construir y elaboraron los m�s m�nimos detalles de su arquitectura. En consecuencia, su construcci�n del futuro de Israel y su descripci�n de los procesos mediante los cuales se alcanzar�a se volvieron colosales, ornamentados y profusamente simb�licos. Los exiliados tampoco pudieron dejar de recibir est�mulo para todo esto de la rica imaginer�a del arte babil�nico que los rodeaba.

Bajo estas influencias hubo tres desarrollos importantes en Israel. Uno fue el desarrollo de Apocalipsis, cuyos primeros comienzos rastreamos en Sofon�as: la representaci�n de la providencia de Dios del mundo y de Su pueblo, no por los procesos pol�ticos y militares ordinarios de la historia, sino por espantosas convulsiones y cat�strofes, ambas en la naturaleza. y en pol�tica, en la que Dios mismo apareci�, ya sea solo en gloria repentina o por mediaci�n de ej�rcitos celestiales.

El segundo, y no era m�s que una parte del primero, fue el desarrollo de una creencia en los �ngeles: seres sobrehumanos que no solo ten�an un papel que desempe�ar en las guerras y revoluciones apocal�pticas; pero, en el sentido creciente, que caracteriza el per�odo, se cre�a que la distancia y el horror de Dios actuaban como sus agentes en la comunicaci�n de su Palabra a los hombres. Y, en tercer lugar, estaba el desarrollo del Ritual.

Para algunas mentes, �ste puede parecer el m�s extra�o de todos los efectos del exilio. Se podr�a suponer que la ca�da del Templo, su jerarqu�a y sacrificios, imponen concepciones m�s espirituales de Dios y de Su comuni�n con Su pueblo. Y sin duda lo hizo. La imposibilidad de los sacrificios legales en el exilio abri� la mente de Israel a la creencia de que Dios estaba satisfecho con los sacrificios del coraz�n quebrantado y se acerc�, sin mediaci�n, a todos los que eran humildes y puros de coraz�n.

Pero nadie en Israel comprendi�, por tanto, que estos sacrificios hab�an sido abolidos para siempre. Su interrupci�n fue considerada meramente temporal incluso por los escritores jud�os m�s espirituales. El Salmo 51, por ejemplo, que declara que "los sacrificios de Dios son el esp�ritu quebrantado; al coraz�n contrito y humillado, oh Se�or, no despreciar�s", sigue inmediatamente a esta declaraci�n con la seguridad de que "cuando Dios edifica de nuevo los muros de Jerusal�n, "�l se deleitar� una vez m�s en" los sacrificios legales: el holocausto y el holocausto, la oblaci�n de becerros sobre tu altar.

"Para los hombres de tales opiniones, la ruina del Templo no fue su abolici�n con toda la dispensaci�n que representaba, sino m�s bien la ocasi�n para su reconstrucci�n sobre l�neas m�s amplias y un sistema m�s detallado, para cuya planificaci�n el exilio de la naci�n brind� el tiempo libre. y el esmero del arte descrito anteriormente.Tambi�n la liturgia antigua fue insuficiente para las convicciones m�s fuertes de culpa y necesidad de purificaci�n, que el doloroso castigo hab�a impreso en el pueblo.

Luego, esparcidos entre los paganos como estaban, aprendieron a exigir leyes m�s estrictas y ceremonias m�s dr�sticas para restaurar y preservar su santidad. Su ritual, por lo tanto, tuvo que ser ampliado y detallado a un grado mucho m�s all� de lo que encontramos en los sistemas de adoraci�n anteriores de Israel. Con la ca�da de la monarqu�a y la ausencia de vida c�vica, la importancia del sacerdocio aument� proporcionalmente; y el creciente sentido del alejamiento de Dios del mundo, al que ya se ha aludido, convirti� a los mediadores humanos, as� como sobrehumanos, m�s indispensables entre �l y Su pueblo.

Considere estas cosas, y quedar� claro por qu� la profec�a, que con Am�s hab�a comenzado una guerra contra todo ritual, y con Jerem�as hab�a logrado una religi�n absolutamente independiente del sacerdocio y del Templo, deber�a reaparecer despu�s del Exilio, insistiendo en la construcci�n del Templo. , haciendo cumplir la necesidad tanto del sacerdocio como del sacrificio, y mientras proclamaba al Rey Mesi�nico y al Sumo Sacerdote como los grandes alimentadores de la vida y la adoraci�n nacionales, no encontrando lugar al lado de ellos para el Profeta mismo.

La fuerza de estos desarrollos del Apocalipsis, la Angelolog�a y el Ritual aparece tanto en Ezequiel como en la codificaci�n ex�lica del ritual que forma una parte tan grande del Pentateuco. Ezekiel lleva Apocalipsis mucho m�s all� de los comienzos iniciados por Sofon�as. Introduce, aunque no bajo el nombre de �ngeles, mediadores sobrehumanos entre �l y Dios. El C�digo Sacerdotal no menciona a los �ngeles y no tiene Apocalipsis; pero como Ezequiel desarrolla, en un grado extraordinario, el ritual de Israel.

Tanto su autor como Ezequiel se basan en las formas m�s antiguas, pero construyen como hombres que no est�n confinados por las l�neas de un sistema realmente existente. Los cambios que realizan, las innovaciones que introducen, son demasiado numerosos para mencionarlos aqu�. Para ilustrar su influencia sobre Zacar�as, es suficiente enfatizar el gran lugar que le dan en el ritual a los procesos de propiciaci�n y limpieza del pecado, y la mayor autoridad con la que invierten el sacerdocio.

En Ezequiel, Israel todav�a tiene un Pr�ncipe, aunque no se le llama Rey. Organiza el cultus Ezequiel 44:1 ff. y se ofrecen sacrificios por �l y por el pueblo, Ezequiel 45:22 pero los sacerdotes ense�an y juzgan al pueblo. Ezequiel 44:23 En el C�digo Sacerdotal, el sacerdocio est� m�s rigurosamente cercado que por Ezequiel de los laicos, y calificado con mayor regularidad.

A su cabeza aparece un Sumo Sacerdote (como no lo hace en Ezequiel), y a su lado los gobernantes civiles son retratados con menor dignidad y poder. Se hacen sacrificios, ya no como con Ezequiel por el Pr�ncipe y el Pueblo, sino por Aar�n y la congregaci�n; ya lo largo de la narrativa de la historia antigua, en la forma en que este C�digo proyecta su legislaci�n, el Sumo Sacerdote est� por encima del capit�n de la hueste, incluso cuando este �ltimo es el mismo Josu�.

Los enemigos de Dios son derrotados no tanto por la sabidur�a y el valor de los poderes seculares, sino por los milagros de Jehov� mismo, mediados por el sacerdocio. Ezequiel y el C�digo Sacerdotal ambos elaboran los sacrificios de expiaci�n y santificaci�n m�s all� de todos los usos anteriores.

2. CARACTER�STICAS GENERALES DE LAS VISIONES

Fue bajo estas influencias que Zacar�as creci�, y a ellos podemos rastrear, no solo numerosos detalles de sus Visiones, sino todo el simbolismo involucrado. �l mismo era sacerdote e hijo de sacerdote, nacido y criado en el mismo orden al que debemos la codificaci�n del ritual y el desarrollo de esas ideas de culpa e inmundicia que llevaron a su expansi�n y especializaci�n.

Las Visiones en las que trata con estos son de la Tercera a la S�ptima. Al igual que con Hageo, hay un Sumo Sacerdote, por adelantado sobre Ezequiel y de acuerdo con el C�digo Sacerdotal. Como en este �ltimo, el Sumo Sacerdote representa al pueblo y lleva su culpa ante Dios. �l y sus colegas son promesas y presagios de la venida del Mes�as. Pero el poder civil a�n no est� disminuido ante el sacerdotal, como en el C�digo Sacerdotal.

En efecto, encontraremos que se ha hecho un notable intento de alterar el texto original de una profec�a adjunta a las Visiones, Zacar�as 6:9 para desviar al Sumo Sacerdote la coronaci�n y rango mesi�nico all� descrito. Pero cualquiera que lea el pasaje con atenci�n puede ver por s� mismo que la corona (una sola corona, como lo prueba el verbo que gobierna) que se le orden� hacer a Zacar�as estaba dise�ada para Otro que no era el sacerdote, que el sacerdote deb�a estar parado en este lugar. La mano derecha del otro, y que deb�a haber concordia entre los dos.

Este Otro solo puede haber sido el Rey Mesi�nico, Zorobabel, como ya lo proclam� Hageo. Hageo 2:20 El texto alterado se debe a un per�odo posterior, cuando el Sumo Sacerdote se convirti� en el jefe civil y religioso de la comunidad. Para Zacar�as, todav�a era solo la mano derecha del monarca en el gobierno; pero, como hemos visto, la vida religiosa del pueblo ya estaba recogida y concentrada en �l.

Tambi�n son los sacerdotes quienes, con su servicio perpetuo y su vida santa, traen la era mesi�nica. Zacar�as 3:8 hombres vienen al Templo para propiciar a Jehov�, para lo cual Zacar�as usa la expresi�n antropom�rfica "para alisar" o "apaciguar Su rostro". No se hace m�s que esto del sistema de sacrificios, que no estaba en curso cuando se anunciaron las Visiones.

Pero el simbolismo de la Cuarta Visi�n se extrae del mobiliario del Templo. Es interesante que el gran candelabro visto por el profeta no sea como las diez luces del antiguo Templo de Salom�n, sino como el candelabro de siete brazos descrito en el C�digo Sacerdotal. En las Visiones Sexta y S�ptima, las fuertes convicciones de culpa e inmundicia, que fueron engendradas en Israel por el Exilio, no son eliminadas por los medios sacrificiales impuestos en el C�digo Sacerdotal, sino por procesos simb�licos al estilo de las Visiones de Ezequiel.

Las Visiones en las que Zacar�as trata de la historia exterior del mundo son las dos primeras y las �ltimas, y en ellas notamos la influencia del Apocalipsis desarrollada durante el Exilio. En los d�as de Zacar�as, Israel no ten�a un escenario para su historia excepto el sitio de Jerusal�n y su vecindad inmediata. Mientras se mantenga en este Zacar�as es tan pr�ctico y pr�ctico como cualquiera de los profetas, pero cuando tiene que ir m�s all� para describir el derrocamiento general de los paganos, es incapaz de proyectar eso, como Am�s o Isa�as lo hizo, en t�rminos de batalla hist�rica, y tiene que recurrir a lo apocal�ptico.

Un pueblo como esa pobre colonia de exiliados, sin problemas en la historia, se ve obligado a refugiarse en el Apocalipsis, y lleva consigo incluso a aquellos de sus profetas cuya conciencia, como la de Zacar�as, est� m�s fuertemente inclinada hacia el presente pr�ctico. En consecuencia, estas tres visiones hist�ricas son las m�s vagas de las ocho. Revelan toda la tierra bajo el cuidado de Jehov� y la patrulla de Sus �ngeles.

Definitivamente predicen el derrocamiento de los imperios paganos. Pero, a diferencia de Am�s o Isa�as, el profeta no ve por qu� movimientos pol�ticos se llevar� a cabo esto. El mundo "todav�a est� tranquilo y en paz". El tiempo est� escondido en los consejos divinos; los medios, aunque claramente simbolizados en "cuatro herreros" que se adelantan para golpear los cuernos de los paganos, y en un carro que lleva la ira de Dios hacia el norte, son oscuros.

El profeta parece haber tenido la intenci�n, no de individuos definidos o movimientos pol�ticos del futuro inmediato, sino de las propias fuerzas sobrenaturales de Dios. En otras palabras, los Smiths and Chariots no son una alegor�a de la historia, sino poderes apocal�pticos. Las formas de los s�mbolos fueron derivadas por Zacar�as de diferentes fuentes. Quiz�s el de los "herreros" que destruyen los cuernos en la Segunda Visi�n fue sugerido por "los herreros de la destrucci�n" amenazados por Ezequiel sobre Amm�n.

En los jinetes de la Primera Visi�n y los carros de la Octava, Ewald ve un reflejo de los correos y puestos que Dar�o organiz� en todo el imperio; son m�s probablemente, como veremos, un reflejo de las bandas militares y las patrullas de los persas. Pero desde cualquier punto en el que Zacar�as deriv� el aspecto exacto de estos mensajeros divinos, encontr� muchos precedentes para ellos en las creencias nativas de Israel.

En resumen, son �ngeles encarnados como siempre lo fueron los �ngeles hebreos, y a la moda como los hombres. Pero esto trae a colaci�n todo el tema de los �ngeles, a quienes tambi�n ve empleados como mediadores de la Palabra de Dios para �l; y eso es lo suficientemente grande como para dejarlo solo en un cap�tulo.

Tenemos ahora ante nosotros todas las influencias que llevaron a Zacar�as a la forma principal y los rasgos principales de sus Visiones.

LA SEGUNDA VISI�N: LOS CUATRO CUERNOS Y LOS CUATRO SMITHS

Zacar�as 2:1

La Segunda Visi�n suple lo que falta en la Primera, la destrucci�n de los tiranos que han oprimido a Israel. El profeta ve cuatro cuernos, que, seg�n le dice su �ngel int�rprete, son los poderes que han esparcido a Jud�. Los muchos intentos de identificarlos con cuatro naciones paganas son ingeniosos pero in�tiles. "Se consider� que cuatro cuernos representaban la totalidad de los enemigos de Israel, sus enemigos de todas partes.

"Y para destruir estos cuernos aparecen cuatro herreros. Porque en la Visi�n los cuernos son de hierro, en Israel un antiguo s�mbolo de poder, el primer verbo usado de la acci�n dif�cilmente puede ser, como en el texto hebreo, aterrorizar. El griego dice "afilar", y probablemente alg�n verbo que significa "cortar" o "cincelar" estaba en el original.

Y alc� mis ojos y mir�, y he aqu� cuatro cuernos. Y dije al �ngel que hablaba conmigo: �Qu� son estos? Y me dijo: Estos son los cuernos que esparcieron a Jud�, a Israel y a Jerusal�n. Y Jehov� me mostr� cuatro herreros. Y dije: �Qu� vienen a hacer estos? Y �l habl�, diciendo: Estos son los cuernos que esparcieron a Jud�, de modo que ninguno alz� la cabeza; y estos han venido a ellos para derribar los cuernos. de las naciones, que alzaron el poder contra la tierra de Jud� para esparcirla ".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Zechariah 1". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/zechariah-1.html.