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Zacarías 2

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Introducción

ZACAR�AS

( Zacar�as 1:1 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1 ; Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:1 )

"No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos".

"�No temas, fortalece tus manos! Habla la verdad cada uno a su pr�jimo; la verdad y el juicio sano juzgad en vuestras puertas, y en vuestros corazones no plane�is mal el uno para el otro, ni se complazcan en jurar en falso, porque todas estas cosas hacen Odio el or�culo de Jehov� ".

EL LIBRO DE ZACAR�AS

(1-8)

EL Libro de Zacar�as, que consta de catorce cap�tulos, se divide claramente en dos divisiones: primero, los cap�tulos 1-8, atribuidos al mismo Zacar�as y llenos de evidencia de su autenticidad; En segundo lugar, los cap�tulos 9-14, que no se atribuyen a Zacar�as, y tratan de condiciones diferentes de aquellas sobre las que trabaj�. La discusi�n completa de la fecha y el car�cter de esta segunda secci�n la reservaremos hasta que alcancemos el per�odo en el que creemos que ha sido escrita. Aqu� es necesaria una introducci�n s�lo a los Cap�tulos 1-8.

Estos cap�tulos pueden dividirse en cinco secciones.

I. Zac 1: 1-6. Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as en el octavo mes del segundo a�o de Dar�o, es decir, en noviembre de 520 a. C., o entre el segundo y el tercer or�culos de Hageo. En esto, el lugar del profeta se afirma en la sucesi�n de los profetas de Israel. Los antiguos profetas se han ido, pero sus predicciones se han cumplido en las calamidades del exilio, y la Palabra de Dios permanece para siempre.

II. Zacar�as 6:9 1: 7 - Zacar�as 6:9 -Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as el veinticuatro del und�cimo mes del mismo a�o, es decir, enero o febrero de 519, y que reproduce en forma de ocho Visiones de noche.

(1) La visi�n de los cuatro jinetes: las nuevas misericordias de Dios para Jerusal�n. Zacar�as 1:7

(2) La Visi�n de los Cuatro Cuernos, o Poderes del Mundo, y los Cuatro Herreros, que los derriban Zacar�as 2:1 , pero en la Versi�n de los Setenta y en la Versi�n en Ingl�s. Zacar�as 1:18

(3) La visi�n del hombre de la cuerda de medir: Jerusal�n ser� reconstruida, ya no como una fortaleza estrecha, sino extendida para la multitud de su poblaci�n. Zacar�as 2:5 ; Hebreos 2:1 LXX e ingl�s A esta Visi�n se le adjunta un fragmento l�rico de una fecha probablemente m�s antigua que llama a los jud�os en Babilonia a regresar, y celebra la uni�n de muchos pueblos a Jehov�, ahora que �l toma nuevamente Su morada en Jerusal�n. .

Zacar�as 2:10 ; Hebreos 2:6 LXX e ingl�s

(4) La visi�n de Josu�, el Sumo Sacerdote y Satan�s o Acusador: Satan�s es reprendido, y Josu� es limpiado de sus ropas sucias y vestido con un nuevo turbante y ropa festiva; la tierra est� limpia y segura (cap�tulo 3).

(5) La visi�n de la l�mpara de siete brazos y los dos olivos: Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 4:10 en el centro de esto se ha insertado una Palabra de Jehov� a Zorobabel ( Zacar�as 4:6 a), que interrumpe la Visi�n y probablemente deber�a llegar al final de la misma.

(6) La Visi�n del Libro Volador: es la maldici�n de la tierra, que se est� quitando, pero despu�s de destruir las casas de los malvados. Zacar�as 5:1

(7) La visi�n del celem�n y la mujer: esa es la culpa de la tierra y su maldad; son llevados y plantados en la tierra de Shinar. Zacar�as 5:5

(8) La Visi�n de los Cuatro Carros: salen del Se�or de toda la tierra, para atravesar la tierra y traer Su Esp�ritu, o ira, para sobrellevar la tierra del Norte ( Zacar�as 6:1 ).

III. Zacar�as 6: 9-15 -Una Palabra de Jehov�, sin fecha (a menos que se tome como de la misma fecha que las Visiones a las que est� adjunta), dando instrucciones en cuanto a los obsequios enviados a la comunidad en Jerusal�n desde el Babilonio. Jud�os. Se har� una corona con plata y oro y, seg�n el texto, se colocar� sobre la cabeza de Josu�. Pero, como veremos, el texto da se�ales evidentes de haber sido alterado en inter�s del Sumo Sacerdote; y probablemente la corona estaba destinada a Zorobabel, a cuya diestra estar� el sacerdote, y habr� un consejo de paz entre los dos. Los lejanos vendr�n y ayudar�n en la construcci�n del Templo. Esta secci�n se interrumpe en medio de una oraci�n.

IV. Cap�tulo 7-La Palabra de Jehov� que vino a Zacar�as el cuarto del noveno mes del cuarto a�o de Dar�o, que es casi dos a�os despu�s de la fecha de las Visiones. El templo se acercaba a su finalizaci�n; y se dirigi� una pregunta a los sacerdotes que estaban all� ya los profetas acerca de los ayunos, que se hab�an mantenido durante el exilio mientras el templo estaba desolado. Zacar�as 7:1 Esta investigaci�n extrajo de Zacar�as una explicaci�n hist�rica de c�mo surgieron los ayunos. Zacar�as 7:4

V.Cap�tulo 8-Diez or�culos breves sin fecha, cada uno introducido con la misma f�rmula, "As� dice Jehov� de los ej�rcitos", y resumiendo todas las ense�anzas de Zacar�as desde antes de que el Templo comenzara hasta la cuesti�n del cese de los ayunos una vez finalizado, con promesas para el futuro.

(1) Una Palabra que afirma el nuevo celo de Jehov� por Jerusal�n y Su regreso a ella ( Zacar�as 8:1 ).

(2) Otro de lo mismo ( Zacar�as 8:3 ).

(3) Palabra que promete plenitud de ancianos y ni�os en sus calles ( Zacar�as 8:4 ).

(4) Una Palabra que afirma que nada es demasiado maravilloso para Jehov� ( Zacar�as 8:6 ).

(5) Palabra que promete el regreso de la gente del este y del oeste ( Zacar�as 8:7 ).

(6 y 7) Dos palabras que contrastan, en t�rminos similares a Hageo 1:1 , la pobreza del pueblo antes de la fundaci�n del Templo con su nueva prosperidad: de una maldici�n Israel se convertir� en una bendici�n. Esto se debe a que la ira de Dios se ha convertido en un prop�sito de gracia para Jerusal�n. Pero el pueblo mismo debe hacer verdad y justicia, dejando de cometer perjurio y pensamientos de maldad unos contra otros ( Zacar�as 8:9 ).

(8) Palabra que se remonta a la cuesti�n del ayuno, y ordena que los cuatro grandes ayunos, instituidos para conmemorar el asedio y el derrocamiento de Jerusal�n, y el asesinato de Gedal�as, se conviertan en gozo y alegr�a ( Zacar�as 8:18 ).

(9) Palabra que predice la venida de los gentiles al culto de Jehov� en Jerusal�n ( Zacar�as 8:20 ).

(10) Otro de lo mismo ( Zacar�as 8:23 ).

No cabe duda de que, aparte de las pocas interpolaciones se�aladas, estos ocho cap�tulos son profec�as genuinas de Zacar�as, a quien se menciona en el Libro de Esdras como colega de Hageo y contempor�neo de Zorobabel y Josu� en el momento de la reconstrucci�n. del Templo. Esdras 5:1 ; Esdras 6:14 Como los or�culos de Hageo, estas profec�as est�n fechadas seg�n los a�os del rey Dar�o, desde su segundo a�o hasta el cuarto.

Aunque pueden contener algunas de las exhortaciones para construir el Templo, que el Libro de Esdras nos informa que Zacar�as hizo junto con Hageo, la mayor�a de ellas presuponen un progreso en la obra y buscan ayudarla con una retrospectiva hist�rica y con brillantes esperanzas de los efectos mesi�nicos de su finalizaci�n. Sus alusiones se adaptan exactamente a los a�os a los que est�n asignados. Dar�o es rey. El exilio ha durado unos setenta a�os.

Muchos jud�os permanecen en Babilonia y est�n esparcidos por el resto del mundo. Zacar�as 8:7 , etc. La comunidad de Jerusal�n es peque�a y d�bil: es la mera colonia de j�venes y hombres de mediana edad que llegaron a ella desde Babilonia; hay pocos ni�os y ancianos. Zacar�as 8:4 Josu� y Zorobabel son los jefes de la comunidad y las promesas para su futuro.

Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:6 ; Zacar�as 6:11 ff. Las condiciones exactas se recuerdan como recientes de las que Hageo habl� unos a�os antes.

Zacar�as 8:9 Adem�s, hay un progreso constante y ordenado a lo largo de las profec�as, en armon�a con las fechas sucesivas en las que fueron entregadas. En noviembre de 520, comienzan con un grito de arrepentimiento y lecciones extra�das del pasado de la profec�a. Zacar�as 1:1 En enero de 519, el templo y la ciudad a�n est�n por construirse.

Zacar�as 1:7 Zorobabel puso los cimientos; la finalizaci�n es todav�a futura. Zacar�as 4:6 El deber del profeta es calmar las aprensiones de la gente sobre el estado del mundo, provocar su celo ( Zacar�as 4:6 ss.

), darles confianza en sus grandes hombres ( Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ), y, sobre todo, asegurarles que Dios les ha sido devuelto ( Zacar�as 1:16 ), y su pecado perdonado ( Zacar�as 5:1 ).

Pero en diciembre de 518, el templo est� tan construido que se dice que los sacerdotes pertenecen a �l; Zacar�as 7:3 no hay ocasi�n para continuar los ayunos del Exilio, Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:18 el futuro se ha abierto y el horizonte se ilumina con las esperanzas mesi�nicas.

Zacar�as 8:20 Sobre todo, se siente que se acab� la dura lucha con las fuerzas de la naturaleza y se exhorta al pueblo a las virtudes de la vida c�vica. Zacar�as 8:16 Tienen tiempo para levantar la vista de su trabajo y ver las naciones que vienen de lejos a Jerusal�n. Zacar�as 8:20

Estas caracter�sticas no dejan lugar a dudas de que la mayor parte de los primeros ocho cap�tulos del Libro de Zacar�as son del profeta mismo, y de los a�os a los que los asigna, noviembre de 520 a diciembre de 518. El punto requiere sin discusi�n.

Sin embargo, hay tres pasajes que provocan un examen m�s detenido: dos de ellos debido a los signos que llevan de una fecha anterior, y uno debido a la alteraci�n que ha sufrido en inter�s de un d�a posterior en la historia de Israel.

El pasaje l�rico que se adjunta a la Segunda Visi�n Zacar�as 2:10 hebreo, Zacar�as 6:1 LXX e ingl�s sugiere interrogantes por su singularidad: no hay otro semejante entre las Visiones. Pero adem�s de esto, no solo habla del Regreso de Babilonia como todav�a futuro - esto a�n podr�a decirse despu�s del Primer Regreso de los exiliados en 536 - sino que difiere del lenguaje de todas las Visiones propiamente dicho al describir el regreso de Jehov�. �l mismo a Si�n como todav�a futuro.

El conjunto tambi�n suena a las grandes odas de Isa�as 40:1 ; Isa�as 41:1 ; Isa�as 42:1 ; Isa�as 43:1 ; Isa�as 44:1 ; Isa�as 45:1 ; Isa�as 46:1 ; Isa�as 47:1 ; Isa�as 48:1 ; Isa�as 49:1 ; Isa�as 50:1 ; Isa�as 51:1 ; Isa�as 52:1 ; Isa�as 53:1 ; Isa�as 54:1 ; Isa�as 55:1 , y parece reflejar la misma situaci�n, en v�speras de la conquista de Babilonia por parte de Ciro.

No cabe duda de que hemos insertado aqu� en Visiones de Zacar�as una canci�n de veinte a�os antes, pero debemos confesar la incapacidad de decidir si fue adoptada por el mismo Zacar�as o agregada por una mano posterior.

Nuevamente, est�n los dos pasajes llamados la Palabra de Jehov� a Zorobabel, Zacar�as 4:6 a; y la Palabra de Jehov� acerca de los dones que llegaron a Jerusal�n de los jud�os en Babilonia, Zacar�as 6:9 . El primero, como ha demostrado Wellhausen, est� claramente fuera de lugar; perturba la narrativa de la Visi�n y debe colocarse al final de esta �ltima.

El segundo no tiene fecha y est� separado de las Visiones. El segundo afirma claramente que la construcci�n del Templo es todav�a futura. El hombre cuyo nombre es Rama o Brote es designado: "y �l edificar� el Templo de Jehov�". El primero tiene el mismo temperamento que los dos primeros or�culos de Hageo. Entonces, es posible que estos dos pasajes no sean, como las Visiones con las que se toman, que est�n fechados en 519, sino que representen esa profec�a a�n anterior de Zacar�as con la que se nos dice que ayud� a Hageo a instigar a la gente a comenzar a construir. el templo.

El estilo del profeta Zacar�as revela rasgos especiales casi solo en la narraci�n de las Visiones. Fuera de estos, su lenguaje es simple, directo y puro, como no pod�a dejar de ser, considerando cu�nto de �l se extrae o se modela de los profetas m�s antiguos, y principalmente de Oseas y Jerem�as. S�lo uno o dos lapsos en un dialecto descuidado y degenerado nos muestran c�mo podr�a haber escrito el profeta si no hubiera sido sostenido por la m�sica de los per�odos cl�sicos de la lengua.

Esta franqueza y m�dula no es compartida por el lenguaje en el que se narran las Visiones. Aqu� el estilo est� involucrado y es redundante. La sintaxis es floja; hay una omisi�n frecuente de la c�pula, y de otros medios por los cuales, en mejor hebreo, se sostienen la conexi�n y la concisi�n. Las f�rmulas, "as� dice" y "diciendo", se repiten hasta el cansancio. Al mismo tiempo, es justo preguntar cu�nto de esta redundancia se debi� al mismo Zacar�as. Tome la versi�n de la Septuaginta.

El texto hebreo que sigui�, no solo incluy� una serie de repeticiones de las f�rmulas y de las designaciones de los personajes introducidos en las Visiones, que no aparecen en el texto masor�tico, sino que omiti� algunas que se encuentran en el texto masor�tico. Estos dos conjuntos de fen�menos prueban que, desde una fecha temprana, los copiadores del texto original de Zacar�as deben haber estado ocupados en aumentar sus redundancias.

Adem�s, todav�a hay intrusiones y expansiones anteriores, ya que estas son compartidas tanto por el texto hebreo como por el griego: algunas de ellas son esfuerzos muy naturales para aclarar los personajes y las conversaciones registradas en los sue�os, algunas de ellas errores est�pidos en la comprensi�n de la deriva. del argumento. Por supuesto, debe haber habido una cierta cantidad de redundancia en el original para provocar tales agravamientos, y de oscuridad o tortuosidad de estilo para hacer que se consideren necesarias.

Pero ser�a muy injusto acusar todas las faltas de nuestro texto actual al mismo Zacar�as, especialmente cuando encontramos tanta fuerza y ??sencillez en los pasajes fuera de las Visiones. Por supuesto, los sujetos envueltos y brumosos de este �ltimo naturalmente forzaron en su descripci�n una laboriosidad de arte, a la que no hubo provocaci�n en exhortar directamente al pueblo a una vida pura, o en predicciones directas de la era mesi�nica.

M�s all� de las corrupciones por estas causas, el texto de Zacar�as 1:1 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1 ; Zacar�as 7:1 ; Zacar�as 8:1 , no ha sufrido m�s que el de nuestros otros profetas.

Hay uno o dos errores administrativos; una preposici�n ocasional o una persona de un verbo necesita ser modificada. Aqu� y all� se ha desordenado el texto; y como ya se not�, ha habido una seria alteraci�n del original.

De los p�rrafos anteriores debe quedar claro qu� ayuda y qu� obst�culo en la reconstrucci�n del texto proporciona la Septuaginta. Se adjunta una lista de sus variantes de lectura y de sus errores de traducci�n.

Versículos 1-13

LAS VISIONES DE ZACAR�AS

Zacar�as 1:7 ; Zacar�as 2:1 ; Zacar�as 3:1 ; Zacar�as 4:1 ; Zacar�as 5:1 ; Zacar�as 6:1

LAS Visiones de Zacar�as no carecen de esos puntos de vista amplios y simples de la religi�n que acabamos de ver como el encanto de sus otras profec�as. De hecho, es entre las Visiones donde encontramos la m�s espiritual de todas sus declaraciones: "No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice Jehov� de los ej�rcitos". Las Visiones expresan la necesidad del perd�n divino, enfatizan la realidad del pecado, como un principio m�s profundo que los cr�menes c�vicos en los que se manifiesta, y declaran el poder de Dios para desterrarlo de su pueblo.

Las Visiones tambi�n contienen la notable perspectiva de Jerusal�n como la Ciudad de la Paz, su �nico muro, el Se�or mismo. El derrocamiento de los imperios paganos est� predicho por la propia mano del Se�or, y de todas las Visiones est�n ausentes tanto la confusi�n como la gloria de la guerra.

Tambi�n debe sorprendernos la ausencia de otro elemento, que es una causa de complejidad en los escritos de muchos profetas: la pol�mica contra la idolatr�a. Zacar�as en ninguna parte menciona a los �dolos. Ya hemos visto qu� prueba da este silencio por el hecho de que la comunidad a la que habl� no era ese remanente medio pagano de Israel que hab�a permanecido en la tierra, sino que estaba compuesto por adoradores de Jehov� que a Su palabra hab�an regresado de Babilonia. .

Aqu� solo tenemos que ver con la relaci�n del hecho con el estilo de Zacar�as. Esa desconcertante confusi�n del pante�n pagano y sus ritos, que constituye gran parte de nuestra dificultad para interpretar algunas de las profec�as de Ezequiel y los cap�tulos finales del libro de Isa�as, no tiene la culpa de la complejidad de las visiones de Zacar�as.

Tampoco podemos atribuir esto �ltimo al hecho de que las Visiones son sue�os y, por lo tanto, est�n destinadas a ser m�s complicadas y oscuras que las palabras de Jehov� que llegaron a Zacar�as a la luz del d�a de la vida p�blica de su pueblo. En Zacar�as 1:7 . no tenemos la narraci�n de sue�os reales, sino una serie de alegor�as conscientes y art�sticas: la traducci�n deliberada en un simbolismo cuidadosamente construido de las verdades divinas que el profeta fue confiado por su Dios.

Sin embargo, esto solo aumenta nuestro problema: �por qu� un hombre con tales dotes de habla directa y visiones tan claras del car�cter y la historia de su pueblo deber�a optar por expresar esto �ltimo mediante una imaginer�a tan artificial y complicada? En sus discursos, Zacar�as se parece mucho a los profetas que hemos conocido antes del exilio, completamente �ticos y atentos a la conciencia p�blica de su tiempo. Aprecia lo que fueron, se siente en su sucesi�n y est� dotado tanto de su esp�ritu como de su estilo.

Pero ninguno de ellos construye las elaboradas alegor�as que �l hace, o insiste en el simbolismo religioso que impone como indispensable para la posici�n de Israel ante Dios. Sus visiones no solo son pocas y sencillas, sino que miran con desprecio el temperamento visionario como una etapa de profec�a grosera e inferior a la suya propia, en la que la Palabra de Dios es recibida por comuni�n personal con �l y transmitida a Su pueblo por v�a directa. y palabras sencillas.

Algunos de los profetas anteriores incluso condenan todo sacerdocio y ritual; ninguno de ellos los considera indispensables para las correctas relaciones de Israel con Jehov�; y nadie emplea a esos mediadores sobrehumanos de la verdad Divina por quienes Zacar�as es instruido en sus Visiones.

1. LAS INFLUENCIAS QUE MOLDEARON LAS VISIONES

La explicaci�n de este cambio que se ha producido en la profec�a debe buscarse en ciertos h�bitos que el pueblo adquiri� en el exilio. Durante el exilio, varias causas conspiraron para desarrollar entre los escritores hebreos los �nimos tanto del simbolismo como del apocalipsis. El principal de ellos fue su separaci�n de las realidades de la vida c�vica, con la oportunidad que les brindaba su ocio pol�tico de meditar y so�ar.

Los hechos y las promesas divinas, que antes ten�an que ser tratados por la conciencia del momento, se dejaron para que los elaborara la imaginaci�n. Los exiliados no eran ciudadanos o estadistas responsables, sino so�adores. Estaban inspirados por poderosas esperanzas para el futuro, y no encadenados por las necesidades pr�cticas de una situaci�n hist�rica definida sobre la cual estas esperanzas ten�an que realizarse de inmediato.

Ten�an un horizonte lejano sobre el que construir y ocupaban toda su amplitud. Tuvieron mucho tiempo para construir y elaboraron los m�s m�nimos detalles de su arquitectura. En consecuencia, su construcci�n del futuro de Israel y su descripci�n de los procesos mediante los cuales se alcanzar�a se volvieron colosales, ornamentados y profusamente simb�licos. Los exiliados tampoco pudieron dejar de recibir est�mulo para todo esto de la rica imaginer�a del arte babil�nico que los rodeaba.

Bajo estas influencias hubo tres desarrollos importantes en Israel. Uno fue el desarrollo de Apocalipsis, cuyos primeros comienzos rastreamos en Sofon�as: la representaci�n de la providencia de Dios del mundo y de Su pueblo, no por los procesos pol�ticos y militares ordinarios de la historia, sino por espantosas convulsiones y cat�strofes, ambas en la naturaleza. y en pol�tica, en la que Dios mismo apareci�, ya sea solo en gloria repentina o por mediaci�n de ej�rcitos celestiales.

El segundo, y no era m�s que una parte del primero, fue el desarrollo de una creencia en los �ngeles: seres sobrehumanos que no solo ten�an un papel que desempe�ar en las guerras y revoluciones apocal�pticas; pero, en el sentido creciente, que caracteriza el per�odo, se cre�a que la distancia y el horror de Dios actuaban como sus agentes en la comunicaci�n de su Palabra a los hombres. Y, en tercer lugar, estaba el desarrollo del Ritual.

Para algunas mentes, �ste puede parecer el m�s extra�o de todos los efectos del exilio. Se podr�a suponer que la ca�da del Templo, su jerarqu�a y sacrificios, imponen concepciones m�s espirituales de Dios y de Su comuni�n con Su pueblo. Y sin duda lo hizo. La imposibilidad de los sacrificios legales en el exilio abri� la mente de Israel a la creencia de que Dios estaba satisfecho con los sacrificios del coraz�n quebrantado y se acerc�, sin mediaci�n, a todos los que eran humildes y puros de coraz�n.

Pero nadie en Israel comprendi�, por tanto, que estos sacrificios hab�an sido abolidos para siempre. Su interrupci�n fue considerada meramente temporal incluso por los escritores jud�os m�s espirituales. El Salmo 51, por ejemplo, que declara que "los sacrificios de Dios son el esp�ritu quebrantado; al coraz�n contrito y humillado, oh Se�or, no despreciar�s", sigue inmediatamente a esta declaraci�n con la seguridad de que "cuando Dios edifica de nuevo los muros de Jerusal�n, "�l se deleitar� una vez m�s en" los sacrificios legales: el holocausto y el holocausto, la oblaci�n de becerros sobre tu altar.

"Para los hombres de tales opiniones, la ruina del Templo no fue su abolici�n con toda la dispensaci�n que representaba, sino m�s bien la ocasi�n para su reconstrucci�n sobre l�neas m�s amplias y un sistema m�s detallado, para cuya planificaci�n el exilio de la naci�n brind� el tiempo libre. y el esmero del arte descrito anteriormente.Tambi�n la liturgia antigua fue insuficiente para las convicciones m�s fuertes de culpa y necesidad de purificaci�n, que el doloroso castigo hab�a impreso en el pueblo.

Luego, esparcidos entre los paganos como estaban, aprendieron a exigir leyes m�s estrictas y ceremonias m�s dr�sticas para restaurar y preservar su santidad. Su ritual, por lo tanto, tuvo que ser ampliado y detallado a un grado mucho m�s all� de lo que encontramos en los sistemas de adoraci�n anteriores de Israel. Con la ca�da de la monarqu�a y la ausencia de vida c�vica, la importancia del sacerdocio aument� proporcionalmente; y el creciente sentido del alejamiento de Dios del mundo, al que ya se ha aludido, convirti� a los mediadores humanos, as� como sobrehumanos, m�s indispensables entre �l y Su pueblo.

Considere estas cosas, y quedar� claro por qu� la profec�a, que con Am�s hab�a comenzado una guerra contra todo ritual, y con Jerem�as hab�a logrado una religi�n absolutamente independiente del sacerdocio y del Templo, deber�a reaparecer despu�s del Exilio, insistiendo en la construcci�n del Templo. , haciendo cumplir la necesidad tanto del sacerdocio como del sacrificio, y mientras proclamaba al Rey Mesi�nico y al Sumo Sacerdote como los grandes alimentadores de la vida y la adoraci�n nacionales, no encontrando lugar al lado de ellos para el Profeta mismo.

La fuerza de estos desarrollos del Apocalipsis, la Angelolog�a y el Ritual aparece tanto en Ezequiel como en la codificaci�n ex�lica del ritual que forma una parte tan grande del Pentateuco. Ezekiel lleva Apocalipsis mucho m�s all� de los comienzos iniciados por Sofon�as. Introduce, aunque no bajo el nombre de �ngeles, mediadores sobrehumanos entre �l y Dios. El C�digo Sacerdotal no menciona a los �ngeles y no tiene Apocalipsis; pero como Ezequiel desarrolla, en un grado extraordinario, el ritual de Israel.

Tanto su autor como Ezequiel se basan en las formas m�s antiguas, pero construyen como hombres que no est�n confinados por las l�neas de un sistema realmente existente. Los cambios que realizan, las innovaciones que introducen, son demasiado numerosos para mencionarlos aqu�. Para ilustrar su influencia sobre Zacar�as, es suficiente enfatizar el gran lugar que le dan en el ritual a los procesos de propiciaci�n y limpieza del pecado, y la mayor autoridad con la que invierten el sacerdocio.

En Ezequiel, Israel todav�a tiene un Pr�ncipe, aunque no se le llama Rey. Organiza el cultus Ezequiel 44:1 ff. y se ofrecen sacrificios por �l y por el pueblo, Ezequiel 45:22 pero los sacerdotes ense�an y juzgan al pueblo. Ezequiel 44:23 En el C�digo Sacerdotal, el sacerdocio est� m�s rigurosamente cercado que por Ezequiel de los laicos, y calificado con mayor regularidad.

A su cabeza aparece un Sumo Sacerdote (como no lo hace en Ezequiel), y a su lado los gobernantes civiles son retratados con menor dignidad y poder. Se hacen sacrificios, ya no como con Ezequiel por el Pr�ncipe y el Pueblo, sino por Aar�n y la congregaci�n; ya lo largo de la narrativa de la historia antigua, en la forma en que este C�digo proyecta su legislaci�n, el Sumo Sacerdote est� por encima del capit�n de la hueste, incluso cuando este �ltimo es el mismo Josu�.

Los enemigos de Dios son derrotados no tanto por la sabidur�a y el valor de los poderes seculares, sino por los milagros de Jehov� mismo, mediados por el sacerdocio. Ezequiel y el C�digo Sacerdotal ambos elaboran los sacrificios de expiaci�n y santificaci�n m�s all� de todos los usos anteriores.

2. CARACTER�STICAS GENERALES DE LAS VISIONES

Fue bajo estas influencias que Zacar�as creci�, y a ellos podemos rastrear, no solo numerosos detalles de sus Visiones, sino todo el simbolismo involucrado. �l mismo era sacerdote e hijo de sacerdote, nacido y criado en el mismo orden al que debemos la codificaci�n del ritual y el desarrollo de esas ideas de culpa e inmundicia que llevaron a su expansi�n y especializaci�n.

Las Visiones en las que trata con estos son de la Tercera a la S�ptima. Al igual que con Hageo, hay un Sumo Sacerdote, por adelantado sobre Ezequiel y de acuerdo con el C�digo Sacerdotal. Como en este �ltimo, el Sumo Sacerdote representa al pueblo y lleva su culpa ante Dios. �l y sus colegas son promesas y presagios de la venida del Mes�as. Pero el poder civil a�n no est� disminuido ante el sacerdotal, como en el C�digo Sacerdotal.

En efecto, encontraremos que se ha hecho un notable intento de alterar el texto original de una profec�a adjunta a las Visiones, Zacar�as 6:9 para desviar al Sumo Sacerdote la coronaci�n y rango mesi�nico all� descrito. Pero cualquiera que lea el pasaje con atenci�n puede ver por s� mismo que la corona (una sola corona, como lo prueba el verbo que gobierna) que se le orden� hacer a Zacar�as estaba dise�ada para Otro que no era el sacerdote, que el sacerdote deb�a estar parado en este lugar. La mano derecha del otro, y que deb�a haber concordia entre los dos.

Este Otro solo puede haber sido el Rey Mesi�nico, Zorobabel, como ya lo proclam� Hageo. Hageo 2:20 El texto alterado se debe a un per�odo posterior, cuando el Sumo Sacerdote se convirti� en el jefe civil y religioso de la comunidad. Para Zacar�as, todav�a era solo la mano derecha del monarca en el gobierno; pero, como hemos visto, la vida religiosa del pueblo ya estaba recogida y concentrada en �l.

Tambi�n son los sacerdotes quienes, con su servicio perpetuo y su vida santa, traen la era mesi�nica. Zacar�as 3:8 hombres vienen al Templo para propiciar a Jehov�, para lo cual Zacar�as usa la expresi�n antropom�rfica "para alisar" o "apaciguar Su rostro". No se hace m�s que esto del sistema de sacrificios, que no estaba en curso cuando se anunciaron las Visiones.

Pero el simbolismo de la Cuarta Visi�n se extrae del mobiliario del Templo. Es interesante que el gran candelabro visto por el profeta no sea como las diez luces del antiguo Templo de Salom�n, sino como el candelabro de siete brazos descrito en el C�digo Sacerdotal. En las Visiones Sexta y S�ptima, las fuertes convicciones de culpa e inmundicia, que fueron engendradas en Israel por el Exilio, no son eliminadas por los medios sacrificiales impuestos en el C�digo Sacerdotal, sino por procesos simb�licos al estilo de las Visiones de Ezequiel.

Las Visiones en las que Zacar�as trata de la historia exterior del mundo son las dos primeras y las �ltimas, y en ellas notamos la influencia del Apocalipsis desarrollada durante el Exilio. En los d�as de Zacar�as, Israel no ten�a un escenario para su historia excepto el sitio de Jerusal�n y su vecindad inmediata. Mientras se mantenga en este Zacar�as es tan pr�ctico y pr�ctico como cualquiera de los profetas, pero cuando tiene que ir m�s all� para describir el derrocamiento general de los paganos, es incapaz de proyectar eso, como Am�s o Isa�as lo hizo, en t�rminos de batalla hist�rica, y tiene que recurrir a lo apocal�ptico.

Un pueblo como esa pobre colonia de exiliados, sin problemas en la historia, se ve obligado a refugiarse en el Apocalipsis, y lleva consigo incluso a aquellos de sus profetas cuya conciencia, como la de Zacar�as, est� m�s fuertemente inclinada hacia el presente pr�ctico. En consecuencia, estas tres visiones hist�ricas son las m�s vagas de las ocho. Revelan toda la tierra bajo el cuidado de Jehov� y la patrulla de Sus �ngeles.

Definitivamente predicen el derrocamiento de los imperios paganos. Pero, a diferencia de Am�s o Isa�as, el profeta no ve por qu� movimientos pol�ticos se llevar� a cabo esto. El mundo "todav�a est� tranquilo y en paz". El tiempo est� escondido en los consejos divinos; los medios, aunque claramente simbolizados en "cuatro herreros" que se adelantan para golpear los cuernos de los paganos, y en un carro que lleva la ira de Dios hacia el norte, son oscuros.

El profeta parece haber tenido la intenci�n, no de individuos definidos o movimientos pol�ticos del futuro inmediato, sino de las propias fuerzas sobrenaturales de Dios. En otras palabras, los Smiths and Chariots no son una alegor�a de la historia, sino poderes apocal�pticos. Las formas de los s�mbolos fueron derivadas por Zacar�as de diferentes fuentes. Quiz�s el de los "herreros" que destruyen los cuernos en la Segunda Visi�n fue sugerido por "los herreros de la destrucci�n" amenazados por Ezequiel sobre Amm�n.

En los jinetes de la Primera Visi�n y los carros de la Octava, Ewald ve un reflejo de los correos y puestos que Dar�o organiz� en todo el imperio; son m�s probablemente, como veremos, un reflejo de las bandas militares y las patrullas de los persas. Pero desde cualquier punto en el que Zacar�as deriv� el aspecto exacto de estos mensajeros divinos, encontr� muchos precedentes para ellos en las creencias nativas de Israel.

En resumen, son �ngeles encarnados como siempre lo fueron los �ngeles hebreos, y a la moda como los hombres. Pero esto trae a colaci�n todo el tema de los �ngeles, a quienes tambi�n ve empleados como mediadores de la Palabra de Dios para �l; y eso es lo suficientemente grande como para dejarlo solo en un cap�tulo.

Tenemos ahora ante nosotros todas las influencias que llevaron a Zacar�as a la forma principal y los rasgos principales de sus Visiones.

LA TERCERA VISI�N: LA CIUDAD DE LA PAZ

Zacar�as 2:5

Como la Segunda Visi�n, la Tercera se sigue de la Primera, otro complemento, pero a�n m�s significativo. El Primero hab�a prometido la reconstrucci�n de Jerusal�n, y ahora el profeta contempla a "un joven" -con este t�rmino probablemente significa "un sirviente" o "aprendiz" - que est� intentando definir los l�mites de la nueva ciudad. A la luz de lo que encuentra este intento, no cabe duda de que el profeta quiere simbolizar con �l la intenci�n de construir los muros sobre las antiguas l�neas, de modo que Jerusal�n vuelva a ser la fortaleza monta�osa que hab�a sido anteriormente.

Algunos han considerado que el joven sale solo para ver, o mostrar, la extensi�n de la ciudad en un futuro pr�ximo. Pero si este hubiera sido su motivo, no habr�a habido raz�n para interrumpirlo con otras �rdenes. El caso es que tiene ideas estrechas de lo que deber�a ser la ciudad y est� preparado para definirla sobre la base de sus antiguas l�neas de fortaleza. Para el �ngel int�rprete que "se adelanta", otro �ngel le dice que corra y le diga al joven que en el futuro Jerusal�n ser� una gran ciudad sin murallas, y esto, no solo por la multitud de su poblaci�n, porque incluso entonces a�n podr�a haber sido fortificada como N�nive, pero porque Jehov� mismo ser� su muro.

Al joven se le impide, no solo hacerlo peque�o, sino convertirlo en una ciudadela. Y esto est� en conformidad con toda la singular ausencia de guerra en las Visiones de Zacar�as, tanto de la futura liberaci�n del pueblo de Jehov� como de sus futuros deberes ante �l. De hecho, es notable c�mo Zacar�as no solo no desarrolla ninguno de los elementos b�licos de las profec�as mesi�nicas anteriores, sino que nos dice aqu� c�mo Dios mismo realmente evit� su repetici�n, e insiste una y otra vez solo en aquellos elementos de predicci�n antigua que hab�an llenado el futuro de Israel con paz.

"Y levant� mis ojos y mir�, y he aqu�! Un hombre con una cuerda de medir en la mano. Entonces dije: �A d�nde vas? Y �l me dijo: Para medir Jerusal�n: para ver cu�nto su ancho y cu�nto su longitud debe ser. Y he aqu�, el �ngel que hablaba conmigo se adelant�, y otro �ngel se adelant� a recibirlo. Y �l le dijo: Corre y habla a ese joven as�: Como una serie de aldeas abiertas, Jerusal�n permanece, a causa de la multitud de hombres y ganado en medio de ella. Y yo mismo ser� para ella, or�culo de Jehov�, un muro de fuego alrededor, y para gloria estar� en medio de ella ".

En esta Visi�n, Zacar�as nos da, con su profec�a, una lecci�n sobre la interpretaci�n de la profec�a. Sus contempor�neos creyeron en la promesa de Dios de reconstruir Jerusal�n, pero definieron sus l�mites por las condiciones de un d�a m�s antiguo y m�s estrecho. Sacaron sus varas de medir para medir el futuro por los logros sagrados del pasado. Tal cumplimiento literal de Su Palabra Dios lo impidi� el ministerio de �ngeles que Zacar�as contempl�.

No estar�a atado por aquellas formas que Su Palabra hab�a asumido en adecuaci�n a las necesidades de las generaciones m�s rudas. El ideal de muchos de los exiliados que regresaron debe haber sido esa ciudadela con el ce�o fruncido, esas puertas de la eternidad, Salmo 24:1 que algunos de ellos celebraron en los Salmos, y de la cual las huestes de Senaquerib hab�an sido quebrantadas y barridas como los airados el mar se barre desde la l�nea fija de la costa de Cana�n.

Isa�as 17:12 Lo que hab�a sido suficiente para David e Isa�as fue suficiente para ellos, especialmente porque tantos profetas del Se�or hab�an predicho una Jerusal�n mesi�nica que ser�a una contraparte de la hist�rica. Pero Dios rompe la letra de Su Palabra para darle a su esp�ritu un cumplimiento m�s glorioso. Jerusal�n no ser� "edificada como una ciudad compacta", Salmo 122:3 sino que se abrir� y se extender� como una aldea sobre sus altas monta�as, y Dios mismo ser� su �nico muro.

Por tanto, el inter�s de esta Visi�n no es solo hist�rico. Para nosotros, tiene un valor doctrinal permanente. Es una lecci�n sobre el m�todo de aplicar la profec�a al futuro. Cu�nto se necesita debemos sentir al recordar la disposici�n de los hombres entre nosotros para construir la Iglesia de Dios sobre las l�neas que Su propia mano traz� para nuestros padres, y para levantar de nuevo los baluartes detr�s de los cuales protegieron suficientemente Su santuario.

Ya sea que estas antiguas y sagradas defensas sean dogmas o instituciones, no tenemos derecho, nos dice Dios, a bloquear detr�s de ellas Sus poderes para el futuro. Y los grandes hombres a quienes �l levanta para recordarnos esto, y para prevenir con su ministerio las t�midas medidas de los esp�ritus celosos pero serviles que limitar�an todo a la letra exacta de las Escrituras antiguas, �son menos sus �ngeles para nosotros que aquellos esp�ritus ministradores que Zacar�as contempl� impidiendo las estrechas medidas del pobre aprendiz de su sue�o?

A la Tercera Visi�n se le ha a�adido la �nica pieza l�rica que rompe la narrativa en prosa de las Visiones. Ya hemos visto que es una pieza de fecha anterior. Se habla de Israel como todav�a esparcido a los cuatro vientos del cielo, y todav�a habita en Babilonia. Mientras que en los propios or�culos y visiones de Zacar�as, Jehov� ha regresado a Jerusal�n, Su regreso de acuerdo con esta pieza a�n es futuro.

No hay nada sobre el templo: la santa morada de Dios de la que se ha despertado es el cielo. La pieza probablemente fue insertada por el propio Zacar�as: sus l�neas est�n interrumpidas por lo que parece ser una pieza de prosa, en la que el profeta afirma su misi�n con palabras que usa dos veces en otros lugares. Pero esto es incierto.

Huye de la tierra del norte (or�culo de Jehov�); porque como los cuatro vientos te esparc� (or�culo de Jehov�). Huye a Sion, habitante de Babel. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. a las naciones que os saquean (porque el que os toca, toca a la ni�a de su ojo), que he aqu� que estoy a punto de agitar mi mano sobre ellos, y ser�n saqueados a sus propios siervos, y sabr�is que Jehov� Me envi� de los ej�rcitos. Canta y al�grate, hija de Sion ";

Porque he aqu�, yo vengo y habitar� en medio de ti (or�culo de Jehov�). Y muchas naciones se unir�n a Jehov� en ese d�a. Y ser�n para �l un pueblo. Y habitar� en medio de ti (Y t� sabr�s que el SE�OR de los ej�rcitos me ha enviado a ti.) Y el SE�OR har� de Jud� su heredad, su porci�n ser� en tierra santa, y escoger� una vez m�s a Jerusal�n. desde su santa morada ".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Zechariah 2". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/zechariah-2.html.