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Bible Commentaries
1 Samuel 8

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-22

EXPOSICI�N

SAUL (CHS. 8-31).

El gran inter�s del primer libro de Samuel radica en el hecho de que tenemos en �l la consolidaci�n ordenada de dos de los principales factores en la preparaci�n para la manifestaci�n de nuestro Se�or, a saber, la profec�a y el reino. Los primeros siete cap�tulos nos dan la historia del nacimiento de Samuel y del desarrollo gradual en �l de esos poderes espirituales que finalmente lo convirtieron no solo en un profeta, sino en el fundador de la profec�a como una instituci�n permanente y regularmente organizada de la Iglesia jud�a. Todo el resto del libro, mientras agrega muchos detalles interesantes sobre Samuel, est� ocupado con el establecimiento del reino y con Sa�l. Tenemos en �l, tanto en su ascenso como en su ca�da, uno de los personajes m�s notables del Antiguo Testamento. Pero su car�cter para bien y para mal se desarrollar� a medida que avancemos. Sin embargo, antes de que podamos apreciar su historia, es necesario que comprendamos algo de los vastos problemas que depend�an del cambio de gobierno efectuado en su persona. Con Samuel, entonces, y Sa�l, hemos llegado al momento en que el profeta y el rey toman su debido lugar en el desarrollo de Israel. Ambos fueron esenciales para su progreso, y el cumplimiento de su misi�n Divina, y en Deuteronomio 17:14-5, y nuevamente Deuteronomio 28:36, el establecimiento de la monarqu�a se menciona como una necesidad virtual. . No era el ideal m�s elevado de Israel, ni mucho menos. Si la religi�n hubiera avanzado tanto como en los d�as de Ezequ�as e Isa�as, la teocracia podr�a haber existido de tal forma que hubiera asegurado la seguridad nacional. Pero tal como fue la gente en los siglos que siguieron a la conquista de Cana�n, fue m�s bien una idea elevada y gloriosa que un hecho capaz de realizarse. Fue uno de esos magn�ficos pensamientos que elev� a los israelitas tan por encima del nivel de las naciones ordinarias, y dio tanta grandeza y nobleza a la larga lucha de su historia; pero era un pensamiento, cuyo valor radicaba en darles un futuro, hacia el cual siempre se volvieron sus rostros, y que, por la sublimidad de su concepci�n, los atrajo hacia adelante y hacia arriba a todo lo mejor y m�s Divino .

Ser entonces los propios s�bditos de Jehov�, gobernados directamente por �l, una rep�blica con Jehov� como su jefe, y sus oficiales hablando bajo su mando, y bajo su influencia y control directos, este era el gran ideal de Israel. De hecho, no les dio paz en el hogar ni seguridad contra la invasi�n extranjera. Ni siquiera les permiti� avanzar en el camino de la cultura o la moral, ni funcion� para unir a las doce tribus en un todo armonioso. A lo largo del Libro de Jueces encontramos el registro de una lucha desesperada en la que Israel una y otra vez corre el peligro de ser completamente destruido entre las naciones, y al final de este per�odo los filisteos son el poder dominante, e Israel est� desarmado y virtualmente a su merced. La causa de esto fue que, de una forma u otra, los sacerdotes y levitas no pudieron evitar que la gente cayera en la idolatr�a, y aunque con su arrepentimiento, Jehov�, como su Rey, ayud� en cada emergencia a criar a los hombres para que fueran sus salvadores, sin embargo, el sistema era demasiado engorroso y excepcional para tiempos ordinarios. Fue solo en tiempos de problemas que la naci�n se despert� con la convicci�n de que era el reino de Jehov�, y luch� con el hero�smo que tan grandioso pensamiento debe darle; en otras ocasiones se hundi� cada d�a a un nivel inferior, hasta que todo lo que el �ltimo juez, Samson, pudo hacer fue despertar el esp�ritu nacional a una resistencia prolongada y un �ltimo esfuerzo contra los peligros y dificultades que amenazaban a Israel con la extinci�n gradual. (ver en 1 Samuel 1:3).

Esta impotencia en la guerra fue el resultado inevitable de no tener un gobernante ordinario establecido, cuyo negocio era convocar a las fuerzas nacionales y garantizar la seguridad general; pero de ninguna manera fue el peor asistente del mal en la pr�ctica sobre la teocracia. En los tres �ltimos cap�tulos del Libro de Jueces tenemos la historia de un crimen temeroso, castigado con crueldad igualmente temerosa. Lo que lo hace m�s notable es que tuvo lugar en los d�as de Finees, el nieto de Aar�n, en un momento en que la moral p�blica a�n se manten�a alta, y la religi�n ten�a una gran influencia sobre la gente. Ahora, si hubiera habido un rey, habr�a castigado a los malhechores, por supuesto; pero cuando tuvo que hacerse mediante una reuni�n extraordinaria de personas en armas, los benjamitas, siempre una tribu de gran esp�ritu, se imaginaron obligados en honor a resistir una invasi�n de su territorio, y el resultado fue una guerra civil violenta. Tan amargados se hicieron los sentimientos de los israelitas en la valiente defensa de los benjamitas, que cuando finalmente los dominaron, incendiaron sus ciudades y llevaron a hombres, mujeres, ni�os y ganado a una matanza indiscriminada. Arrepenti�ndose poco despu�s de su repugnante crueldad, trataron a los hombres de Jabesh-Gilead con casi la misma violencia, con el pretexto de que no hab�an participado en la guerra, pero realmente para proporcionar esposas a los benjamitas restantes. Ahora, tanto al principio como al final de esta narraci�n, se se�ala cuidadosamente que todo este crimen y crueldad fue el resultado del estado de anarqu�a que prevaleci� en todas partes. "En aquellos d�as no hab�a rey en Israel: cada hombre hac�a lo que bien le parec�a" ( Jueces 21:25). No hab�a una administraci�n regular de justicia, ninguna persona cuyo negocio fuera mantener la ley y el orden, nadie cuya autoridad mantuviera a los malhechores asombrados y que, cuando se cometi� un delito, lo castigar�a de manera regular y con el aprobaci�n general de todas las partes; y as� cada especie de villan�a pod�a practicarse impunemente, hasta que se agotara la paciencia de la comunidad, y visitara a los delincuentes con una violencia tan sumaria como para que luego se arrepintiera de su propia crueldad.

La posici�n de estos tres cap�tulos, inmediatamente anterior en hebreo a los Libros de Samuel (porque la inserci�n del Libro de Rut es un intento moderno de un arreglo cronol�gico), parece indicar que el rey era absolutamente necesario para el pozo. ser de la comunidad hebrea, ya que era esencial para el perfeccionamiento de la idea mesi�nica. Es en el reino de Cristo que la teocracia se convierte en un hecho realizado, y Cristo es sobre todo un Rey. Ahora en Israel el Rey era enf�ticamente el Ungido, es decir, el Mes�as o Cristo (1Sa 2:10, 1 Samuel 2:35; 1 Samuel 10:1; 1 Samuel 12:3, etc. .). Es cierto que en Cristo todos los oficios deben estar unidos, y �l debe ser un Sacerdote para hacer expiaci�n y un Profeta para ense�ar, as� como un Rey para gobernar; sin embargo, encontramos en Israel, como el tipo del reino de Cristo, que el sacerdote y el profeta estaban a las �rdenes del rey. En Salom�n tenemos la delineaci�n del rey de Israel en todo su poder y gloria; y lo encontramos expulsando a Abiatar de ser sumo sacerdote ( 1 Reyes 2:27), designando el orden de servicio para los sacerdotes y levitas ( 2 Cr�nicas 8:14), y contando con la asistencia de los profetas que registre sus actos nobles ( 2 Cr�nicas 9:29). Para el reinado de Salom�n, los israelitas siempre miraron hacia atr�s como dando el ideal de lo que deber�a ser su "ungido", y luego miraron hacia la venida de Aquel que deber�a perfeccionar este ideal, y en lugar de mancharlo con pecado, como lo hizo Salom�n, deber�a elevarlo a las amplias y vastas dimensiones del pensamiento israelita. Lo m�s doloroso debe haber sido para la naci�n que cada uno de sus tres primeros reyes, aunque se elevara por encima del nivel de los hombres ordinarios, no alcanzara su ideal. Y luego vino la renta en el reino, y un rey ideal ya no era posible.

Pero los profetas mantuvieron el pensamiento siempre vivo en los corazones de las personas, y en la plenitud de los tiempos vino el Mes�as. Mientras tanto, el establecimiento de la monarqu�a terrenal era una condici�n esencial para la seguridad, la continuidad y el desarrollo de Israel. Sin un rey, Israel nunca podr�a haber realizado su trabajo de preparaci�n para Cristo. Incluso la organizaci�n de la profec�a se retras� hasta que hubo un rey, porque cuando una naci�n tiene que luchar por su propia existencia, no hay lugar para un orden de hombres literarios y educados. El aprendizaje se habr�a extinguido en la Edad Media si no hubiera habido claustros en los que los hombres que amaban la cultura mental pudieran retirarse. A�n as�, no fue esto lo que hizo que la gente se aferrara tan tenazmente a la esperanza que Mois�s les ofrec�a, sino la irritaci�n diaria de la mala administraci�n filistea. Y lo que los filisteos eran para ellos ahora, todas las naciones vecinas hab�an estado anteriormente. A lo largo del Libro de Jueces encontramos un estado de cosas descritas del cual todos los hombres reflexivos deben haber deseado la liberaci�n, y las pocas excepciones, como cuando florecieron por un tiempo bajo la mano fuerte de Gede�n, solo sirvieron para resaltar el contraste m�s claramente. entre los tiempos en que ten�an una regla y los tiempos en que no ten�an ninguno. No debemos sorprendernos, por lo tanto, de la persistencia con la que la gente inst� a su demanda, incluso despu�s de las oscuras im�genes que Samuel hab�a dibujado de lo que podr�a ser un rey si degeneraba en un tirano. Pero nuestra admiraci�n se debe al patriotismo y la generosidad que hicieron que este hombre de mente noble concediera su pedido, aunque sab�a que de ese modo limitaba sus propios poderes y le daba a sus hijos un lugar inferior. As� tambi�n hab�a hecho Mois�s antes. Mientras le daba a Aaron un alto y perpetuo cargo, dej� que su propia familia volviera a la posici�n de los israelitas comunes. Y, adem�s, el rey que Samuel eligi� era un gran h�roe, aunque, como tantos hombres dotados de grandes poderes de mando, cay� en la voluntad propia que es el pecado m�s grave de las naturalezas gobernantes. Pocos hombres pueden soportar la prueba de la posesi�n del poder absoluto, y menos a�n aquellos dotados de un temperamento en�rgico y resuelto. Es un testimonio noble que David le da a Sa�l y a su hijo heroico en la "Canci�n del Arco" ( 2 Samuel 1:19-10): "poderosos" eran, y "la belleza de Israel", aunque Sa�l se estrope� su gloria por grandes y ruinosas faltas. Con Sa�l, entonces, el resto del libro est� ocupado, y se divide en dos partes:

(1) la fundaci�n y el establecimiento del reino de Sa�l (cap. 8-15); y

(2) su decadencia gradual y ca�da final ( Jueces 16:1 -31.).

EL ESTABLECIMIENTO DEL REINO DE SAUL (CHS. VIII-XV.).

RECHAZO DE LOS HIJOS DE SAMUEL (vers�culos 1-5).

1 Samuel 8:1

Cuando Samuel era viejo. Como Samuel vivi� durante muchos a�os despu�s de este tiempo, hasta el final del reinado de Sa�l, probablemente no ten�a m�s de sesenta a�os cuando esto sucedi�. Las fechas son muy inciertas, pero probablemente ten�a entre veinte y treinta a�os cuando Shiloh fue capturado, y sin duda, seg�n la costumbre israelita, se hab�a casado tan pronto como lleg� a la edad adulta. Luego vino el per�odo m�s importante y activo de su vida, durante el cual el arca descans� durante veinte a�os en la casa de Abinadab, y Samuel estaba atravesando cada parte del pa�s, predicando arrepentimiento y preparando al pueblo para una revuelta de la tiran�a de los filisteos A esto sigui� la victoria en Mizpa y el establecimiento de Samuel como juez. Ahora pasar�a un tiempo considerable antes de que Samuel sintiera el peso de los a�os crecientes para delegar una parte de su autoridad a sus hijos, y m�s antes de que el descontento nacional por su codicia se generalizara. El Talmud, sin embargo, representa a Samuel en este momento con solo cincuenta y dos a�os de edad, mientras que Abravanel dice setenta, y el �ltimo n�mero no es en absoluto imposible; como Nazareo, Samuel llevar�a una vida de perfecta templanza, y su predecesor, El�, vivi� hasta los noventa y ocho a�os y muri� por accidente. A�n as�, probablemente, el c�lculo de Abravanel es demasiado alto, y debemos recordar que, adem�s de la mala conducta de los hijos de Samuel, exist�a el peligro creciente de restablecer el dominio de los filisteos para acelerar los movimientos del pueblo. Tuvieron guarniciones nuevamente en Israel cuando Sa�l fue elegido rey, y fue esto lo que hizo que la naci�n anhelara un cambio, pero. su elecci�n probablemente habr�a reca�do en uno de los hijos de Samuel si alguno de ellos hubiera sido digno. Un rey que siempre hab�an deseado; solo cuando vieron que ninguno de los miembros de la raza de Samuel les dar�a paz y seguridad internas, tomaron medidas p�blicas para el nombramiento de otra persona.

1 Samuel 8:2

El nombre de su primog�nito era Joel. Los nombres de los hijos de Samuel son promesas de su fe: Joel significa que Jehov� es Dios, y Abiah Jab es Padre. El nombre dado en 1 Cr�nicas 6:28, Vashni, es un error. Significa "y el segundo", el nombre de Joel el primog�nito que de alguna manera se ha omitido. Los nombres de los hijos de Sa�l, e incluso de Jonathan, a diferencia de los de la familia de Samuel, dan testimonio de que su religi�n era de un car�cter curiosamente mixto. En Beer-sheba. No, por lo tanto, en ninguno de los lugares a los que Samuel fue en persona, y que estaban todos cerca de Ramah, su hogar. Beer-sheba estaba en el extremo sur de la tribu de Jud� (ver G�nesis 21:31), en la frontera filistea, y su capacidad de colocar a sus hijos all� en autoridad demuestra, no solo que su gobierno era reconocido en todo el pa�s, pero tambi�n que los filisteos no interfirieron mucho con los arreglos internos de los israelitas. Josefo ('Antiq.,' 6: 3, 2) representa a un solo hijo colocado en Beer-sheba, y dice que el otro era juez en Dan, pero se puede dudar si las tribus del norte estaban suficientemente bajo control para someterse a ser gobernado por un juez del sur.

1 Samuel 8:3

Sus hijos ... aceptaron sobornos. Este pecado estaba expresamente prohibido en �xodo 23:6, �xodo 23:8; Deuteronomio 16:19, y marca el gran esp�ritu de la naci�n que estaba tan indignado por la perversi�n de la justicia. No caminaron en su camino (en singular, por lo que el texto escrito); porque la propia administraci�n de justicia de Samuel hab�a sido muy recta ( 1 Samuel 12:4), ni se le acusa de que se confabulaba por la mala conducta de sus hijos. Por el contrario, despu�s de la protesta, no por el bien de sus hijos, sino por el honor de la teocracia, y para que la gente est� en guardia contra un ejercicio desp�tico del poder con el que estaban a punto de confiar a un solo hombre, los reemplaz� no solo a ellos, sino tambi�n a s� mismo. Su conducta en esta dif�cil coyuntura fue muy admirable, y pocos comentaristas le han hecho justicia al hombre, quien, poseedor de lo que era virtualmente un poder real, lo entreg� por el bien de la naci�n en manos de otro.

1 Samuel 8:4, 1 Samuel 8:5

Los ancianos de Israel Aqu�, como en otros lugares ( 1 Samuel 15:30: 2Sa 1 Samuel 5:3; 1 Reyes 8:3, etc.), tenemos rastros de una asamblea popular, que representa a la naci�n israelita, y compuesto probablemente por los jefes y jefes de las casas de los padres. Ya en Egipto ( �xodo 3:16, etc.) encontramos tal cuerpo de piedra en existencia, y parece haber durado toda la historia de la naci�n; porque sobrevivi� a la monarqu�a, gan� poder despu�s del exilio y continu� hasta los tiempos del Nuevo Testamento. La demanda, por lo tanto, de un rey, aunque una especie de revuelta contra la autoridad de Samuel, se hizo al menos de manera constitucional, y lleg� ante �l con todo el peso de una decisi�n formal por parte de los representantes de la naci�n. Tambi�n lo presentaron en forma de solicitud, por lo que dan dos razones. Primero, la decadencia de sus poderes f�sicos: he aqu�, eres viejo. Sabio y vigoroso como hab�a sido su gobierno, sin embargo, a medida que aumentaban los a�os, hab�a menos energ�a; y los eventos registrados como ocurridos al comienzo del reinado de Sa�l muestran que para controlar el creciente poder de los filisteos, se necesitaba un l�der que fuera audaz, resuelto y h�bil en la guerra. Pero hab�a otra raz�n: tus hijos no andan en tus caminos. Estas palabras muestran que los ancianos ten�an la confianza m�s perfecta en Samuel. Sintieron que �l no se confabular�a con la crueldad de sus hijos, sino que har�a lo correcto por la naci�n. Por lo tanto, ten�an todo lo que esperar de la justicia del padre, mientras que si esperaban hasta su muerte, los hijos podr�an resistir lo que pr�cticamente era su deposici�n. Que los hijos de un juez pose�an un poder considerable ver Jueces 9:2. Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones. Es decir. as� como todas las naciones paganas tienen un rey. Las palabras son las de Deuteronomio 17:14, y probablemente ten�an la intenci�n de recordarle a Samuel que la naci�n solo preguntaba lo que pr�cticamente se hab�a prometido.

1 Samuel 8:6

Pero la cosa disgust� a Samuel, y con toda justicia. Porque, en primer lugar, hab�an decidido tener un rey sin consultar la voluntad de Dios. Conceder que les otorgar�a la seguridad necesaria para el bienestar y el progreso de la naci�n, sin embargo, un asunto tan importante no deber�a haberse decidido sin una apelaci�n a Jehov�. Samuel lo convirti� en una cuesti�n de oraci�n; los ancianos fueron accionados �nicamente por motivos pol�ticos. Y, en segundo lugar, infravaloraron sus propios privilegios religiosos. Quer�an un rey como el que ten�an los paganos, mientras que algo mucho mejor y m�s alto era posible para ellos, a saber, un rey que ser�a el representante de Jehov�, como lo hab�a sido hasta ahora el shophet. La verdadera necesidad de la naci�n no era un nuevo poder, sino la organizaci�n permanente de lo que hasta ese momento hab�a sido una autoridad casual. Y fue el alto cargo de Samuel darle a la naci�n esto, mientras que �l tambi�n cambi� la forma externa de la profec�a, y la convirti� tambi�n en una instituci�n ordenada. Un rey para juzgarnos. Es decir. gobernarnos, como lo hab�an hecho los jueces o los jueces, solo de una manera m�s regular. Y Samuel or� a Jehov�. No hab�a habido tal sumisi�n a la voluntad de Dios por parte de los ancianos; pero profundamente, ya que Samuel debe haber sido lastimado por esta determinaci�n de la naci�n de quitar el gobierno de sus manos y las de sus hijos, sin embargo, deja la decisi�n a Jehov�. Adem�s, debemos notar que fue como profeta que actu� como mediador entre el pueblo y Dios; y �l les brind� sus servicios en su m�xima capacidad tan fielmente cuando la pregunta era tan perjudicial para s� mismo como lo hab�a hecho en ocasiones m�s agradables.

1 Samuel 8:7

En oraci�n, entonces le lleg� la respuesta de que la petici�n de la gente deb�a ser concedida, por err�neamente que se hubiera pedido. En s� mismo estaba mal; porque no te han rechazado, pero me han rechazado a m�, para que no reine sobre ellos. Como vimos anteriormente, no quer�an un rey teocr�tico, cuyo primer deber ser�a mantener la ley mosaica ( Deuteronomio 17:18, Deuteronomio 17:19) y proteger al sacerdote y al profeta en la descarga de sus funciones leg�timas; todo lo que quer�an era un soldado que pusiera fin a su estado de anarqu�a y les permitiera cultivar sus campos sin el peligro de ver c�mo los merodeadores se llevaban el producto.

1 Samuel 8:8, 1 Samuel 8:9

Seg�n todas las obras, etc. Mostraron en esto la misma falta de respeto y afecto por sus propias instituciones y privilegios religiosos que hab�an marcado toda su historia desde el d�a en que Jehov� los sac� de Egipto. Y por lo tanto, Samuel deb�a protestarles solemnemente y mostrarles. Los dos verbos no significan cosas diferentes, sino lo mismo. "Protestar" es testificar, dar testimonio y advertirles del peligro en el que est�n incurriendo. Y como no ped�an el desarrollo y perfeccionamiento de sus propias instituciones, sino un gobierno inspirado en las instituciones de los paganos que los rodean, Samuel muestra cu�les son los peligros inherentes al establecimiento de un d�spota como los reyes de los paganos. fueron. Como regla general, los reyes de Judea no se parec�an a la imagen dibujada por Samuel, pero a pesar de muchas imperfecciones permanecieron mansos con su lealtad a Jehov� como el Supremo Gobernante de la naci�n, y se limitaron dentro de los l�mites marcados para ellos por el Mosaico. ley. Ahora, por lo tanto, al comienzo del vers�culo, est� en hebreo simplemente "Y ahora". No hay inferencia impl�cita en ello.

1 Samuel 8:11

Esta ser� la manera del rey. Sobre el significado de esta palabra ver 1 Samuel 2:13. Aqu� tambi�n significa no tanto el derecho legal en s� mismo, sino la forma en que se ejerci� ese derecho. Sus carros. La palabra es singular, tanto aqu� como al final del verso, y aunque puede tomarse, como en el A.V; para un sustantivo colectivo, "su carroza", sin embargo, el singular es mejor, porque este vers�culo no se refiere a la guerra, sino a la magnificencia personal y la grandeza del rey. En lugar de la antigua simplicidad en la que hab�an vivido los jueces, tendr�a un carro estatal (ver 2 Reyes 9:21) y saldr�a escoltado por jinetes y corredores a pie. Para ser sus jinetes. M�s bien, "sobre sus casas". Toda la cl�usula deber�a traducirse: "Y los pondr� para �l (es decir, para su servicio) en su carro y en sus caballos; y correr�n delante de su carro".

1 Samuel 8:12

Capitanes de m�s de miles y capitanes de m�s de cincuenta a�os. Las divisiones m�s grandes y m�s peque�as respectivamente de un ej�rcito israelita. Por muy objetable que sea el estado personal del rey, esto se ajustar�a a los deseos del pueblo, ya que les dar�a la promesa de un ej�rcito bien organizado. No as� la siguiente cl�usula, al o�do, es decir, arar, su terreno. El trabajo forzado fue una de las exacciones m�s injustas, opresivas y derrochadoras de los gobiernos absolutos, y fue la causa principal de la revuelta de las diez tribus de Roboam. Y, sin embargo, era la regla universal en la antig�edad, y en algunos pa�ses ha continuado hasta la actualidad como la ley que los campesinos deben, en ciertas estaciones, dar su trabajo sin pagar ni a los propietarios ni al estado. Naturalmente, para una naci�n de agricultores tener que abandonar sus propios campos justo cuando su presencia en el hogar era m�s necesaria para arar el suelo del rey y cosechar su cosecha ser�a una amarga molestia, porque a la p�rdida se agregar�a una sensaci�n de error. Cu�n decididamente una naci�n de alto esp�ritu como los jud�os resisti� esta injusticia que reunimos no solo por la indignaci�n que se sinti� contra los impuestos de Salom�n, sino tambi�n por el reproche que Jerem�as arroj� en los dientes de Joacim, que "utiliz� el servicio de su vecino sin salario, y dio �l no por su trabajo "(Jeremias 22:13). Para hacer sus instrumentos de guerra. Tal trabajo debe hacerse; pero en estados bien organizados se paga mediante impuestos, es decir, mediante una compensaci�n monetaria en lugar de servicio personal. En los estados semi-b�rbaros se utiliza el trabajo forzado, y los arsenales nacionales se suministran con el mayor gasto y molestia posible a los obligados a trabajar, y la p�rdida de los recursos nacionales.

1 Samuel 8:13

Confiter�as M�s bien, "perfumistas", fabricantes de ung�entos y perfumes, de los cuales los orientales son excesivamente aficionados. Es notable que Samuel no mencione el uso mucho peor que Salom�n le dio a sus hijas ( 1 Reyes 11:3), y en menor medida a David y algunos otros reyes.

1 Samuel 8:14

Sus campos La historia de la captura de la vi�a de Nabot muestra que los reyes no pudieron ejercer este poder arbitrario. Jezabel tuvo que usar gran arte y falsedad antes de poder tomar posesi�n del codiciado terreno. Pero a lo largo de Samuel se describe una decisi�n de d�spota a la manera de reyes paganos como la gente hab�a deseado.

1 Samuel 8:15

El d�cimo. es decir, el rey te costar� tanto como todas las ordenanzas de la religi�n. Aun as�, la seguridad nacional se comprar�a a bajo precio a este precio, o incluso a un costo mayor, si el dinero se gastara bien; pero Samuel dice que el rey no lo derrochar� en sus oficiales, sino en sus eunucos, esas criaturas miserables, tan cruelmente perjudicadas y generalmente tan odiosas, que ministraron los placeres de los reyes orientales.

1 Samuel 8:16

�l ... los pondr� en su trabajo. De nuevo el odioso servicio forzado, pero aqu� no, como en 1 Samuel 8:12, de s� mismos, sino de sus hogares. En lugar de sus j�venes m�s amables, la Septuaginta dice: "sus mejores bueyes", que solo requiere el cambio de una letra, y est� de acuerdo con el resto del vers�culo. Samuel apenas ubicar�a a sus j�venes m�s selectos entre las esclavas y los asnos. Pero mientras el asno se usaba principalmente para montar, el buey era, ya que todav�a sigue en el continente, el amigo y compa�ero de trabajo m�s fiel y valioso del hombre.

1 Samuel 8:17

Sus sirvientes Literalmente, "sus esclavos". Bajo una monarqu�a absoluta, nadie huye.

1 Samuel 8:18

Vosotros llorar�is. Desesperados por esta cruel opresi�n, apelar�n a Jehov�, pero en vano. El rey les fue dado a petici�n propia, persisti� incluso despu�s de la advertencia, y deben cumplir con su elecci�n. Vale la pena se�alar que en el reino del norte, la mayor�a de los reyes cumplieron m�s o menos los malos presentimientos de Samuel, y all� fueron mucho m�s completamente el producto del temperamento condenado por el profeta que en Jud�. Las diez tribus rompieron bruscamente el lazo que los un�a a Jehov�; descartaron el arca y todos los servicios del santuario, y se contentaron con una imitaci�n tan pobre de ellos que todos los hombres piadosamente dispuestos se vieron obligados a abandonar sus tierras y emigrar a Judea ( 2 Cr�nicas 11:16); y por eso la mayor�a de sus reyes, no controlados por influencias religiosas, eran tiranos. Por el contrario, en Jerusal�n, la mayor�a de ellos se contentaban con permanecer dentro de los l�mites de la ley mosaica y, en general, eran una serie de hombres muy superiores, no solo a los jueces y monarcas de anta�o, sino a cualquier europeo. dinast�a.

1 Samuel 8:19, 1 Samuel 8:20

La gente se neg� a obedecer, literalmente, a escuchar la voz de Samuel. Las palabras de Samuel, sin duda, fueron consideradas formalmente por los ancianos, y podemos estar seguros de que no habr�a hombres que quieran llamar la atenci�n y obedecer su advertencia; pero cuando deb�a tomarse la decisi�n, ya sea por votaci�n o por aclamaci�n, la mayor�a persist�a en su elecci�n y por una raz�n que justificaba por completo el disgusto de Samuel; porque dicen: para que tambi�n seamos como todas las naciones. Su deseo no era desarrollar y perfeccionar sus propias instituciones, sino rebelarse de ellas y escapar del rigor de la ley mosaica. Es notable que sus vecinos m�s cercanos y los enemigos m�s inveterados, los filisteos, no ten�an rey, sino una oligarqu�a de cinco pr�ncipes. Probablemente se hab�a argumentado, en la asamblea de los ancianos, que si todo el poder de Israel se reuniera en una mano, ser�a m�s que un partido para los filisteos, cuya energ�a a menudo debi� haber disminuido por las discordias entre sus gobernantes. Para que nuestro rey pueda juzgar, es decir. gobernar ( 1 Samuel 7:17) - nosotros, y pelear nuestras batallas. Aqu� la gente ten�a raz�n de su lado. Tanto la administraci�n interna de la justicia como la defensa del pa�s estar�an mejor administradas bajo una autoridad permanente y regular que bajo los jueces, cuya regla fue extorsionada para enfrentar dificultades, y no ten�a estabilidad inherente.

1 Samuel 8:21

Todas las palabras. Los ancianos, por supuesto, hab�an informado a Samuel de todos los argumentos utilizados en la asamblea, y al igual que anteriormente hab�a llevado su propia angustia ante el descontento nacional con su gobierno al estrado de Jehov� en oraci�n ( 1 Samuel 8:6), entonces ahora, en su oficio de mediador como profeta, lleva all� la petici�n de la naci�n.

1 Samuel 8:22

Escuchad a su voz. El consentimiento divino ahora se otorga por tercera vez a su solicitud (ver 1 Samuel 8:7, 1 Samuel 8:9). Porque la voluntad de Dios siempre deja libre la voluntad del hombre, incluso cuando la anula para llevar a cabo alg�n prop�sito superior y ordenado. Todo estaba maduro en Israel para el cambio, pero fue debido a la moderaci�n y el desinter�s de Samuel que la revoluci�n se hizo sin derramamiento de sangre o lucha armada. Los gobernantes ordinarios con demasiada frecuencia resisten una demanda popular y frenan la corriente de pensamiento que fluye hasta que atraviesa la barrera opuesta y barre con violencia sin resistencia toda la oposici�n. Samuel cedi�, y la naci�n confi� en �l tan a fondo que le dejaron la elecci�n del rey por completo a �l, le permitieron establecer los t�rminos y l�mites de la monarqu�a o, como deber�amos decir, darle a la naci�n una constituci�n ( 1 Samuel 10:25), y lo trat� durante el resto de su vida con el m�s profundo respeto. No se le priv� ni de su rango prof�tico ni de sus funciones judiciales, porque "Samuel juzg� a Israel todos los d�as de su vida" ( 1 Samuel 7:15), es decir, permaneci� hasta el �ltimo poder coordinado al lado de un rey tan obstinado y en�rgico incluso como Sa�l. Id todos a su ciudad. La prudencia prohibi� una elecci�n apresurada. Ser�a bueno dejar que la agitaci�n disminuya, o de lo contrario alg�n intruso ocupado entre los ancianos podr�a haber logrado ser seleccionado por la voz popular. De 1 Samuel 10:27 deducimos que hab�a hombres destacados que se sintieron agraviados cuando ninguno de ellos tom� la decisi�n. Pero cu�n maravillosa es la confianza depositada en Samuel por la naci�n, cuando as� le quedaba al gobernante a quien virtualmente dejaba de lado la elecci�n de la persona a quien deb�a ceder sus poderes.

HOMIL�TICA

1 Samuel 8:1

Descontento con los m�todos de Dios.

Los hechos son:

1. En la vejez de Samuel, sus hijos, siendo jueces sobre Israel, abusan de su cargo aceptando sobornos.

2. La gente aduce este hecho como una raz�n para pedirle a Samuel que los haga rey.

3. Samuel en su dolor busca el consejo de Dios.

4. Samuel recibe instrucciones de ceder a su pedido, mientras protesta contra �l.

5. La conducta de la gente se declara como una expresi�n de la tendencia perversa caracter�stica de su historia. El orden de gobierno bajo el cual viv�a Israel hab�a recibido la sanci�n especial de Dios, y tambi�n hab�a crecido naturalmente a partir de sus circunstancias. Aunque a menudo pecaminoso y tonto, nunca antes se les hab�a ocurrido buscar, aparte de Dios, un cambio en el acuerdo pol�tico heredado de los tiempos de Mois�s. La delegaci�n que esper� a Samuel, pidiendo un rey, no fue la expresi�n de un patriotismo sagaz, o de profunda preocupaci�n por los intereses espirituales de la comunidad y, en �ltima instancia, del mundo; pero de un deseo inquieto de lo que Dios dar�a en su propio tiempo, mezclado con una insatisfacci�n con el sistema que Dios estaba sancionando ( 1 Samuel 5:1, 21). Pr�cticamente a Samuel; es decir, podemos sugerir y exigimos ahora un curso m�s agradable a nuestras opiniones de la vida y nuestras aspiraciones que el que usted representa. El dolor de Samuel era agudo y natural, y la concesi�n hecha a los descontentos, aunque aparentemente una violaci�n en el orden Divino, estaba en consonancia con el trato habitual de Dios hacia los hombres.

I. EL DESCONTENTO CON LOS M�TODOS Y TIEMPOS DE DIOS SE MUESTRA VARIAMENTE. Los hombres pueden detectar y condenar fallas en otros que no ven o toleran en s� mismos. Es posible para nosotros, a la luz de la historia, dilatarnos sobre el pecado y la locura de Israel, mientras que nosotros podemos manifestar el mismo temperamento en otras formas. El descontento con los m�todos y tiempos de Dios puede aparecer en varias relaciones.

1. El gobierno general del mundo. No se suele decir que Dios ha cometido un error al constituir el universo moral y material de tal manera que tanto pecado y sufrimiento deber�an ser posibles; pero a menudo se siente la sensaci�n de que hubiera sido bueno si se hubiera instituido alg�n otro curso. Hay m�s de este sentimiento al acecho en algunos corazones de lo que se supone. Los hombres no se atreven a enfrentar ciertas operaciones mentales. Hasta qu� punto el sentimiento afecta la teolog�a, las teor�as filos�ficas, el descanso personal en Dios y la aptitud para hacer el mejor trabajo cristiano, requiere una seria consideraci�n.

2. La forma y la forma en que la revelaci�n ha sido transmitida al hombre. Muchos ataques a la Biblia proceden de un descontento con lo que se concibe como inadecuado para las necesidades del mundo; y en algunos este sentimiento ha generado el supuesto descubrimiento de razones para descartar el libro como una revelaci�n de Dios. Los avisos biogr�ficos muy primitivos; esquemas de la historia tribal entremezclados con experiencias personales singulares; genealog�as de nombres poco interesantes; Las ideas crudas y las costumbres antiguas de personas extra�as, todo esto en relaci�n con un pueblo favorecido, y aliviado por los rayos de luz adecuados para los hombres de los �ltimos tiempos, no parece ser un modo de revelaci�n con mayor probabilidad de sobrevivir a la inteligencia del mundo. . Tampoco es lo m�s satisfactorio que una bendici�n tan preciosa como una revelaci�n se d� en porciones separadas, se transmita originalmente a hombres de un pa�s y se caracterice por una serie de eventos sobrenaturales. Los hombres sienten que Dios les ha impuesto una tarea dif�cil para tener que defender y justificar lo que parece estar abierto al asalto de tantos lados. Desean que haya sido su voluntad haber dado su luz tan sin mezclar con una historia humana antigua que el antagonista m�s entusiasta se ver�a obligado a reconocer su presencia. Para algunos, realmente parece que la forma y el origen de los contenidos de la Biblia fueron una desgracia. Por supuesto, este descontento, silencioso o expresado, surge de una consideraci�n imperfecta de la naturaleza real y el significado de la revelaci�n dada, as� como de las condiciones inevitables de cualquier revelaci�n que tiene que ser coextensiva con las necesidades de la primera y �ltima edad. del mundo; y eso, adem�s, tiene que concentrarse y verificarse en una persona Divina debidamente atestiguada por una evidencia contempor�nea armoniosa con una cadena de prueba antecedente. Ser�a �til para la Iglesia si alguien, insatisfecho con la forma en que se afirma que Dios ha dado a conocer su voluntad a las edades venideras, prescribe el camino correcto.

3. El m�todo de salvar a los hombres mediante la expiaci�n. Que Dios salva almas por medio de una expiaci�n que conlleva, de alguna manera, una relaci�n objetiva con su gobierno, as� como una relaci�n moral con la vida de los hombres, es tan claramente la ense�anza natural de la Biblia que solo puede ser eliminada por el adopci�n de una interpretaci�n forzada, no natural, de hecho y declaraci�n. El descontento que algunos sienten con la expiaci�n es la raz�n de lo que es manifiestamente una interpretaci�n forzada del lenguaje. Entreteniendo la cruda noci�n de que la expiaci�n es una transacci�n que afecta a tres seres distintos, olvidando el hecho embarazado de que fue Dios en Cristo quien, mediante el sacrificio, efect�a la redenci�n, y no considera bien que todo el dolor y el sufrimiento, supuestamente se imponen por En beneficio de otro, cumpla con cualquier teor�a en beneficio de alguien, �prefieren un sistema en el que el perd�n se base en los m�ritos de un cambio moral provocado por una muestra de amor en la verg�enza y las agon�as de la cruz!

4. Los medios para perfeccionar la santidad en el car�cter. El largo y tedioso proceso por el cual a menudo el alma avanza de un grado de pureza a otro despierta la insatisfacci�n y la inquietud. �Por qu� deber�a ser tan bendecido un tema como la santificaci�n se asegura a veces por la p�rdida de propiedad, amigos y salud? �No es posible asegurar la elevaci�n del personaje aparte de la tribulaci�n?

5. Los medios utilizados para la conversi�n del mundo. No hay una forma m�s com�n de descontento que esta. El ap�stol Pedro tuvo que lidiar con eso cuando record� a sus lectores los mil a�os que estuvo con Dios como un d�a. Que una religi�n demostrablemente Divina, destinada a ser suprema, tan conducente a los intereses temporales como tambi�n espirituales de todos los hombres, debe ser lenta en el progreso y la habilidad es un enigma para muchos. La indolencia, las interpretaciones salvajes de la profec�a y el escepticismo latente son a menudo indicaciones de un deseo de que Dios no haya ordenado la constituci�n de las cosas.

II La petici�n de descontento es plausible. La s�plica de los israelitas era que los hijos de Samuel no eran confiables: las fuentes de justicia eran corruptas. El argumento impulsado parec�a indicar un amor por la pureza, la preocupaci�n por el bienestar moral del estado, un excelente sentido del honor nacional, un avance real de la degradaci�n que hab�a aceptado los vicios de los hijos de Eli y una apreciaci�n del propio car�cter de Samuel. . Pero los hombres a menudo rinden homenaje a la conciencia creando argumentos enga�osos con los cuales dejar a un lado los deseos de la conciencia. Esta referencia a los hijos de Samuel fue solo un pretexto; porque el mal podr�a haberse remediado exigiendo su eliminaci�n. Est� claro que la s�plica era solo una tapadera para una profunda aversi�n, un plan predeterminado para deshacerse del sistema actual, ya sea que el profeta de Dios lo aprobara o no. Tampoco es el descontento de los hombres con otro de los m�todos de Dios sin raz�n aparente. Como en la �poca de Samuel, ahora, los hombres que aprecian o expresan inquietud con respecto a los caminos de Dios en el gobierno del mundo y la revelaci�n se apoderan de alg�n incidente, alg�n aspecto humano, alguna verdad parcial que realmente no toca el tema principal, y convi�rtalo en una tapadera para una aversi�n de origen moral m�s profundo. Un gobierno universal eterno solo ha tenido tiempo de exhibir sus primeros principios, y, sin embargo, se aprovechan algunas desigualdades fenomenales transitorias como motivo de insatisfacci�n con lo que debe ser de un alcance inconmensurable y un desarrollo incesante. De incidentes dispersos de los cuales las circunstancias no se conocen completamente, y de formas de representaci�n adecuadas para hombres no bendecidos con plena luz del evangelio, los descontentos hacen un llamado a una revelaci�n al hombre individual, aparte de la Escritura. Para una mente simple y sin prejuicios, una revelaci�n objetiva y una expiaci�n objetiva son hechos tan verdaderos como lo fue el gobierno de Dios por parte de los jueces, y como lo es su gobierno actual del mundo a pesar de las aparentes desigualdades; pero el deseo sincero de ver al mundo bendecido con "ideas verdaderas" e "influencias ben�ficas" son s�plicas para explicar lo que est� muy claro. La s�plica suena bien; pero si los hombres miran m�s profundamente, se puede encontrar que cubre una aversi�n establecida a someterse a un fallo no elegido por uno mismo. Ninguna verdad revelada est� en antagonismo moral con nuestra verdadera naturaleza.

III. El efecto de este descontento en el leal es despertar su profunda simpat�a con Dios. Samuel estaba profundamente herido, no por la alusi�n a sus hijos, sino por la evidente aversi�n del pueblo a los caminos y el tiempo de Dios. Que cualquiera se atreviera a sugerir una variaci�n de lo que Dios hab�a aprobado era para �l incomprensible. Sinti� que el m�todo y el tiempo de Dios deben ser m�s sabios, mejores y m�s seguros, porque eran suyos. Como un verdadero hombre de Dios, naturalmente busca el consejo de lo alto. En el disgusto de Samuel hab�a un elemento de sorpresa, pero su sentimiento dominante era simpat�a con todo lo que era de Dios. La simpat�a con Dios es uno de los frutos naturales de la piedad. Fue visto en Caleb y Joshua cuando la gente era reacia al procedimiento Divino. Jerem�as lo sab�a cuando deseaba que su cabeza fuera agua y sus ojos una fuente de l�grimas. En No mi voluntad, pero h�gase tuya "recibi� su m�xima expresi�n. En proporci�n a su fuerza, la resistencia de los hombres a los caminos de Dios causa asombro, verg�enza y angustia. Para tal alma, todas las obras de Dios son excelentes. ; brillan con gloria suprema. Las providencias oscuras y dolorosas son incluso bienvenidas como parte de la disciplina bendecida del Padre. Lo que los hombres llaman imperfecciones se sienten como d�biles insinuaciones de alg�n prop�sito glorioso y amoroso. "Lo que sea correcto" viene del coraz�n cuando el intelecto est� desconcertado. �Esta bendita simpat�a con Dios! �Esta creencia que ning�n argumento puede sacudir! �Este glorioso optimismo que descansa en el hecho de que el que todo lo sabe y ama no puede sino hacer lo correcto! No es un cristiano llamado el que logra Sin embargo, es la filosof�a m�s verdadera, porque es descansar en Dios, contento con su voluntad. "Justo y verdadero son tus caminos, Rey de los santos".

IV. El tratamiento divino del descontento se caracteriza por una paciencia maravillosa. Ninguna venganza repentina vino sobre los rechazadores de Dios. El consuelo se vierte en el coraz�n del profeta triste; Se hace una referencia de su conducta a su perversidad inerradicable, y deben seguir su camino bajo protesta (vers�culos 7-9). Esta paciencia est� de acuerdo con el registro del tratamiento de Dios hacia Israel en el septuag�simo octavo salmo. "Record� que no eran m�s que carne; un viento que pasa y no vuelve" (Salmo 78:39). Lo mismo se ve todav�a. Como Cristo una vez "soport� la contradicci�n de los pecadores", Dios sufre constantemente que los hombres alcen su voz en contra de sus citas. �l es "lento para la ira". Con calma, permite que los hombres incluso nieguen su existencia, critiquen a su gobierno, rechacen la luz de su revelaci�n, inventen sus propios medios para asegurar la bendici�n futura y murmuren por sus medios para someter la maldici�n del pecado. En su locura, los hombres interpretan esta paciencia de Dios como evidencia de la correcci�n de su posici�n, olvidando que "el d�a del Se�or" est� por venir, cuando los hombres cosechar�n el fruto de sus caminos. Para los sucesores del profeta todav�a hay consuelo en la seguridad de que su oraci�n es escuchada y su honor cubierto por el honor de su Dios. De ah� la calma, "la paciencia de los santos". A menudo pueden hacer poco m�s que "protestar" contra la incredulidad y la rebeld�a del mundo. Una naci�n entera por un lado y un Samuel por el otro no convierten el error en verdad y la locura en sabidur�a. Pero ninguna de estas cosas sacude la confianza de los pocos que, en temporadas cr�ticas, simpatizan profundamente con Dios; porque saben, por una experiencia variada, su vasta paciencia, y est�n seguros de que alg�n d�a los hombres d�biles aprender�n la lecci�n, quiz�s amargamente, de que sus caminos son los mejores.

Lecciones generales: -

1. Las inconsistencias de los hombres en el cargo brindan la ocasi�n para desarrollar los males latentes de sus compa�eros (vers�culos 3, 4).

2. El enga�o del coraz�n se ve en el af�n con el que los hombres se esfuerzan por justificar lo que no se atreve a declarar claramente (vers�culo 5).

3. La historia humana muestra cu�n incompetente es el hombre para formar una estimaci�n correcta de los caminos de Dios (vers�culos 5, 8).

4. Es posible que nuestras teolog�as se enmarquen m�s de lo que preferimos que de lo que realmente es el hecho.

5. Cuando la Iglesia de Dios est� angustiada por la aversi�n a lo que se revela, la paciencia y la oraci�n deben combinarse.

6. El juicio m�s doloroso para aquellos en profunda simpat�a con lo que Cristo aprob� es ser testigo, por parte de su profeso pueblo, de un deseo de escapar de sus citas por algo m�s agradable a una ambici�n no santificada.

7. Toda herej�a y desviaci�n de los caminos de Dios es plausible para muchos, y puede parecer que no se controla, pero Dios nunca deja su asiento de autoridad.

1 Samuel 8:10-9

Permitido, no aprobado.

Los hechos son:

1. Samuel se�ala a la gente que su rey deseado se agrandar� a su costa, y que, una vez que entren en su curso, no habr� liberaci�n.

2. La gente, sin embargo, decide tener un rey y asigna el motivo de su preferencia.

3. Samuel, al exponer el asunto ante Dios, recibe la orden de convertirlos en rey. La cuesti�n en cuesti�n no era si esta o aquella forma de gobierno era intr�nsecamente mejor, o si en alg�n momento en el futuro cercano Dios podr�a o no hacer que el juicio se convierta gradualmente en reinado; pero si, en este momento, era la voluntad de Dios introducir una monarqu�a. Las referencias en Deuteronomio 17:14-5 probablemente fueron un pron�stico de los eventos que ahora se llevan a cabo. En cualquier caso, el tiempo de Dios para la monarqu�a en Israel a�n no hab�a llegado; la gente hab�a venido. El historiador expone los rumbos y el resultado de la controversia. La instancia es �nica, pero el principio involucrado es la ejemplificaci�n frecuente en los asuntos humanos.

I. HAY ESFERAS DE ACCI�N EN LAS QUE DIOS PERMITE A LOS HOMBRES TOMAR SU ELECCI�N DE LOS M�TODOS POR LOS CUALES SUS PROP�SITOS DEBEN SER EXPLOTADOS. Israel era una naci�n que resolv�a un problema espiritual. Debe llegar el d�a en que en la "simiente de Abraham" todas las naciones ser�n bendecidas. Hasta el momento, pol�ticamente, este problema se estaba logrando mediante un arreglo peculiar con tanto �xito como el esp�ritu perverso de la gente permitir�a a cualquier sistema. Cuando "Samuel dijo todas las palabras del Se�or al pueblo que le pidi� un rey" ( Deuteronomio 17:10), se entendi� que, aunque no ten�an la libertad de dejar de lado el reconocimiento de Jehov�, el Las instituciones de culto y la ley moral eran libres, si as� lo deseaban, de adoptar sus propios m�todos pol�ticos. No dejar�an de ser mesi�nicos en su prop�sito, pero trabajar�an hacia la meta mediante un nuevo m�todo inusualmente caracterizado por la fragilidad humana. Hay una marcada distinci�n en el logro de los prop�sitos divinos a trav�s de agentes irracionales y racionales. El primero es un canal de necesidad; el otro el �rgano libre de acciones controlables. Cada piedra cae porque debe; cada voluntad act�a porque quiere. La maravilla y el misterio es que, al final, la Voluntad eterna debe hacerse cargo, o a pesar de, la libre acci�n de otras voluntades. Sin embargo, as� es. Del mismo modo, hay diferencias en el gobierno de las criaturas racionales. En cierto sentido, cada ser libre puede y debe seguir el curso que le plazca. Puede pecar o no pecar; �l puede amar a Dios o no; y esto tambi�n, mientras que la obligaci�n es m�s vinculante. Pero, sin embargo, Dios hace cumplir algunas cosas y en otras permite la opci�n. Es esencial que Dios sea amado; que Cristo sea el medio a trav�s del cual la misericordia salvadora llega a todos, infantes y adultos; que el arrepentimiento y la fe sean ejercitados por todos los que llevan el llamado del evangelio; y que se cumplan ciertos deberes para con el hombre. Estas son condiciones de seguridad, pureza y felicidad. Pero no es esencial en el mismo grado y en el mismo sentido que los hombres deban seguir su llamado de una sola manera. Queda una opci�n sobre c�mo los hombres obtendr�n y usar�n su conocimiento; qu� m�todos se seguir�n en la b�squeda del llamado de la vida; qu� significa tomar para promover la cultura espiritual y la ventaja material; qu� arreglos sociales y nacionales pueden servir mejor al bien com�n. Habiendo establecido las amplias l�neas de fe en Cristo y la justicia de principios en todas las cosas, Dios parece haber dejado un margen para el ejercicio de nuestra discreci�n. Es como si el Eterno marcara as� su estimaci�n de la gran prerrogativa de la libertad. Educa al individuo y a la raza mediante la acumulaci�n de experiencias variadas, el resultado de la libertad.

II Cualquier ELECCI�N DE HOMBRES, EN CUANTO A LOS M�TODOS de seguir su curso, ASISTE CON INCONVENIENCIA EN LA MEDIDA EN QUE SE DEVIERA DE LO QUE DIOS APRUEBA CLARAMENTE. Samuel declara a la gente que la elecci�n de una monarqu�a les impondr�a cargas inconvenientes y les privar�a de gran parte de la felicidad que disfrutaban bajo la forma de gobierno ya aprobado por Dios ( Deuteronomio 17:11-5). La pompa personal y el esplendor significar�an impuestos y engrandecimiento real. El sentido, por lo tanto, de esta advertencia es que Israel a�n podr�a ser el pueblo elegido de Dios, sujeto a la ley mosaica, guiado en grandes asuntos por los profetas y trabajando por una meta mesi�nica; pero la forma de gobierno elegida por el hombre ser�a m�s costosa y dificultosa que la aprobada actualmente por Dios. La ense�anza es verdadera en general. Hay claras l�neas de conducta establecidas por la Providencia que indican la forma en que Dios quiere que cumplamos nuestro prop�sito en el mundo. El hombre de negocios no se dar� cuenta del fin a la vista en la medida en que sus m�todos sean precisamente contrarios a las ense�anzas de la Providencia. Los estadistas pueden tomar su propio rumbo, sin prestar atenci�n a lo que Dios prefiere; Sus problemas ser�n proporcionales. Es el m�todo de Dios para desarrollar la plena virilidad de la vida cristiana que, mientras caminamos humildemente con �l en privado, no "abandonamos la reuni�n de nosotros mismos". Los hombres que eligieron un curso diferente pueden hacerlo, pero deben soportar las consecuencias de un cristianismo enano.

III. A pesar de una declaraci�n clara de los peligros de desviarse de los m�todos de Dios, los hombres, bajo la influencia de una pasi�n magistral, a veces tomar�n su propio curso. En vano Samuel advirti� al pueblo sobre la desaprobaci�n de Dios y los costos de su deseada monarqu�a; se negaron a obedecer su voz y dijeron: "No; pero tendremos un rey que reinar� sobre nosotros" ( Deuteronomio 17:19). No era si Dios lo aprobaba o no; no se trataba de promover la justicia; no era un deseo de ver los prop�sitos mesi�nicos m�s r�pidamente realizados; pero un anhelo de ser como otras naciones y, en consecuencia, un deseo de estar menos en conexi�n directa con Dios como Gobernante. La fuerza de esta pasi�n es obvia; porque ignora la p�rdida personal, la aversi�n del profeta y la desaprobaci�n declarada de Dios.

1. La influencia abrumadora de una pasi�n puede ser sentida por el cristiano individual. Es posible que los hombres cristianos, cuando la piedad est� en baja, anhelen el modo de vida perseguido por los sin Cristo. La oraci�n de Cristo para que su pueblo "no sea del mundo" a veces se olvida o se interpreta libremente. "Salir de entre ellos y estar separado" puede admitirse como un deber general, mientras que su ejecuci�n es tristemente deficiente. Es solo cuando el alma, en horas desprotegidas, ha ca�do en el hechizo de la pasi�n mundial que las claras lecciones de las Escrituras y de la experiencia se dejan de lado para la insignificante satisfacci�n de ser como otros hombres.

2. La misma pasi�n puede apoderarse de la Iglesia. La historia muestra que la Iglesia no ha estado libre del hechizo que una vez se apoder� de Israel. La simplicidad de Cristo a veces ha perecido en el intento de reproducir en la Iglesia las formalidades y la pompa de los filisteos. "Hasta qu� punto la Iglesia puede conformarse con seguridad al mundo" es una pregunta peligrosa, y debe sustituirse por "�C�mo puede la Iglesia adaptar mejor el mundo a su propio est�ndar puro y elevado?"

IV. Los hombres se degradan en la medida en que los M�TODOS QUE ADOPTAN NO ARMONIZAN CON EL OBJETO SUPREMO PARA EL QUE VIVEN. El lector com�n siente que Israel se degrad� a s� mismo al preferir vivir como naciones paganas cuando se abri� otro curso. Los fines de la existencia de Israel fueron altamente morales; el mero amor de la pompa y el esplendor no ten�a congruencia con este fin. �Qu� ten�a que ver el gran desfile militar y regio con la justicia que por s� sola exalta a una naci�n, y cu�l era la calificaci�n peculiar para avanzar en los asuntos mesi�nicos? No los salvar�a de los desastres derivados de la p�rdida de la justicia, sino que los agravar�a ( Deuteronomio 17:18); ni facilitar�a la pr�ctica de la justicia. Hay una degradaci�n intelectual y moral en la elecci�n de los medios para un fin que no sea congruente con �l y ante la advertencia. El cristiano individual y la Iglesia profesan vivir con prop�sitos espirituales. Degeneran cuando, por pura voluntad propia y anhelo por lo exteriormente sensacional, buscan promover fines privados o p�blicos relacionados con su llamado cristiano por cualquier cosa que no sea de car�cter y tendencia espiritual.

V. LA ELECCI�N DE M�TODOS NO APROBADOS POR DIOS NO ES BARRA PARA LA REALIZACI�N FINAL DEL PROP�SITO DIVINO. Como cuando los hombres descontentos con la provisi�n de Dios buscaban carne, �l les enviaba codornices en abundancia, as� que ahora les permite su libertad y les da un rey. Las codornices y el man� eran solo medios de subsistencia. "La vida era m�s que carne". Entonces, el gobierno por jueces o reyes era solo el m�todo de entrenar a las personas para su prop�sito final en la vida. Los hombres podr�an enfermarse y morir con exceso de carne, pero la naci�n vivir�a. Los problemas y la tristeza podr�an surgir de un cambio de forma de gobierno, y la gente podr�a hundirse moralmente en la elecci�n, sin embargo, Dios anular�a todo y afectar�a su prop�sito. La Iglesia puede sufrir mucho por su perversidad, y se har�n avances comparativamente tediosos en el mundo; sin embargo, Cristo finalmente lo someter� a s� mismo, aunque su pueblo necio tenga que aprender muchas lecciones amargas. Del mismo modo, personalmente, la imagen de Cristo alg�n d�a ser� m�s perfecta en el alma, aunque tarde en la vida, y despu�s de muchas penas inducidas por nuestra propia voluntad al desviarse de sus m�todos de perfeccionamiento del car�cter.

HOMILIAS POR B DALE

1 Samuel 8:1. (BEERSHEBA.)

Ignorables hijos de un honrado padre.

Casi todo lo que se sabe de la casa de Samuel se menciona aqu�. Tuvo al menos dos hijos, Joel (Jehov� es Dios) y Abiah (mi padre es Jah), cuyos nombres indicaban el esp�ritu devoto en el que se les dio ( 1 Cr�nicas 6:28: "Y los hijos de Samuel, el primog�nito y el segundo Abiah; " 1 Cr�nicas 6:33:" Heman, cantante, hijo de Joel; " 1 Samuel 15:17; 1 Samuel 25:5:" Heman, vidente del rey "). Durante el per�odo de su magistratura crecieron hasta la madurez, y hacia su final los hizo jueces sobre Israel, y los envi� a administrar justicia en Beerseba, en el l�mite sur de la tierra. Su influencia como juez y como profeta se extendi� "desde Dan hasta Beerseba" ( 1 Samuel 3:20), y con el paso de los a�os necesitaba ayuda en sus labores. "Se puede dudar si Samuel actu� sabiamente al hacer esta cita, especialmente si, como parece entenderse, la nominaci�n en su vida de sus hijos para cumplir con las funciones que hasta ahora hab�a desempe�ado solo fue un indicio de que quer�a que fueran considerado como sus sucesores en el gobierno que ejerc�a. Nada de este tipo se hab�a hecho antes. Y as�, casi inconscientemente, tal vez, fue llevado a dar una especie de sanci�n al principio de gobierno hereditario que pronto se volver�a contra a s� mismo "(Kitto). Actu� de acuerdo con su juicio de lo mejor, y sin duda con desinter�s. No hay raz�n para suponer que �l no entren� a sus hijos de la manera correcta, o que �l estaba al tanto de su conducta en Beerseba "y no los contuvo". Por lo tanto, no se le debe culpar. Ning�n hombre es infalible. Los planes de los hombres m�s sabios a menudo se ven empa�ados por la mala conducta de los dem�s. Y esta cita fue, en su resultado, desastrosa.

I. SUS VENTAJAS FUERON GRANDES. Eran hijos de uno de los siervos m�s fieles y eminentes de Dios, tuvieron el beneficio de su instrucci�n y ejemplo en privado y p�blico, estudiaron quiz�s en una escuela de los profetas, conocieron bien la ley, celebrada en honor de los padres de su padre. bien, colocado en puestos responsables. Podr�amos haber esperado que todas estas cosas los hubieran hecho circunspectos, justos y devotos; y deber�an haberlo hecho. �C�mo, entonces, podemos explicar su deserci�n?

1. La bondad no es hereditaria. "El pecador engendra pecador, pero un santo no engendra un santo" (M. Henry). La relaci�n hereditaria ejerce una poderosa influencia en la mente y la disposici�n, pero nada m�s que la gracia Divina puede cambiar el coraz�n.

"Raramente en las ramas del �rbol se acumula el valor humano: y as� lo ordena quien lo otorga, que como su regalo gratuito puede llamarse" (Dante, 'Purg.' 7.).

2. La educaci�n no es omnipotente. Cuando los hijos de un buen hombre salen mal, generalmente puede atribuirse a alg�n defecto de capacitaci�n, a trav�s de la atenci�n a otros deberes, ausencia del hogar, inconsistencia en el hogar, m�todos imprudentes, rigor excesivo, parcialidad injusta, indulgencia indebida, descuido materno, asociaci�n �ntima con compa�eros malvados (en algunos casos desconocidos e imposibles de evitar). No sabemos lo suficiente de la casa de Samuel como para decir que estaba completamente libre de tales influencias. Pero la educaci�n m�s perfecta est� limitada en su poder sobre el car�cter.

3. El poder es una confianza peligrosa. Presenta tentaciones que a veces son demasiado fuertes para los hombres que en otras circunstancias podr�an no haber ca�do. Es una prueba severa, y un revelador seguro, de car�cter ( Lucas 12:45). El poder muestra al hombre.

4. Cada hombre es responsable de su propia conducta. Est� dotado con el poder de elegir o rechazar el bien y el mal, y ninguna circunstancia externa puede dar cuenta de la elecci�n que hace. "Cada hombre llevar� su propia carga" ( G�latas 6:5). "Como el alma del padre, as� tambi�n el alma del hijo", etc. ( Ezequiel 18:4).

II SU CONDUCTA ERA BASE. "Sus hijos no anduvieron en sus caminos" de verdad, integridad, abnegaci�n y verdadera piedad; pero "se apart�" de ellos para ...

1. La codicia, o el amor indebido de las posesiones terrenales. "El amor al dinero es una ra�z de todo tipo de maldad" ( 1 Timoteo 6:17). "La codicia es idolatr�a" ( Lucas 12:15; Colosenses 3:5). "Es la idolatr�a del coraz�n, donde, como en un templo, un miserable miserable excluye a Dios, establece oro en lugar de �l, y pone esa confianza en �l, que pertenece solo al gran Supremo". Una de las calificaciones necesarias de los jueces era que deb�an ser "hombres de verdad que odiaran la codicia" ( �xodo 18:21). Nada es m�s corruptor que "la lujuria del oro".

2. Soborno ( �xodo 23:6, �xodo 23:8; Deuteronomio 16:18, Deuteronomio 16:19).

3. Perversi�n de la justicia ( Proverbios 17:15).

4. Su conducta en todas estas cosas fue tan persistente y flagrante que era conocida por "todos los ancianos de Israel". Abusaron abiertamente de su poder para fines ego�stas, pisotearon la ley que fueron designados para "magnificar y honrar", y forjaron contra el prop�sito que Samuel pas� su vida en vigencia.

III. ELLOS LA INFLUENCIA ERA PERNICIOSA. No solo trajeron miseria sobre s� mismos, y ocasionaron amargas penas a su anciano padre; pero ellos tambi�n

1. Infligi� graves da�os a aquellos con referencia a quienes "aceptaron sobornos y pervertieron el juicio".

2. D� un mal ejemplo a todos los hombres (Salmo 12:8).

3. Trajo su alto cargo al desprecio.

4. Contribuy� directamente a una revoluci�n nacional. �Cu�n cierto es que "un pecador destruye mucho bien!" - D.

1 Samuel 8:4. (RAMAH.)

El deseo de Israel de un rey.

"El viejo orden cambia, dando lugar a nuevo. Y Dios se cumple de muchas maneras, para que una buena costumbre no corrompa al mundo" (Tennyson).

Introductorio. El deseo de Israel de un rey, como lo expresaron sus mayores a Samuel, fue un punto de inflexi�n en su historia.

1. Este deseo no era nuevo. Existi� mucho antes ( Jueces 8:22; Jueces 9:9). Pero hab�an surgido nuevas circunstancias, el mayor orden y la unidad resultantes de los trabajos de Samuel, la mala conducta de sus hijos, la actitud amenazante de las naciones vecinas, lo que hizo que se volviera m�s fuerte y m�s general, y emitiera de una manera definida y fija. determinaci�n. Los ancianos simplemente dieron expresi�n a lo que el coraz�n del pueblo estaba puesto.

2. El objeto de su deseo no estaba esencialmente equivocado. Se hab�a predicho que los reyes deb�an surgir en Israel ( G�nesis 17:6, G�nesis 17:16; G�nesis 35:11; N�meros 24:17). Se hab�a previsto en la ley de Mois�s la elecci�n de un rey, y se daban instrucciones sobre la forma en que deb�a gobernar ( Deuteronomio 17:15-5); y, m�s recientemente, se han dado indicaciones de que el momento de su elecci�n estaba cerca ( 1 Samuel 2:10, 1 Samuel 2:35). Su nombramiento fue solo en aparente contradicci�n con el principio fundamental de la teocracia, que "Dios era su Rey", ya que no ten�a la intenci�n de reemplazar la autoridad Divina; iba a ser el virrey o el diputado de Jehov�, como lo hab�an sido los jueces; y �l podr�a estar mejor adaptado que ellos a la condici�n actual de la gente. Sin embargo, la transici�n fue en un aspecto de un orden de cosas superior a uno inferior, de una teocracia directa a una media; tend�a a poner al Gobernante invisible en el fondo, y estaba plagado de peligros inminentes.

3. La pecaminosidad de su deseo consist�a en el tipo de rey que buscaban y el esp�ritu que manifestaban; por lo cual, en efecto, rechazaron al Se�or como su Rey. "Si simplemente hubieran deseado que se les diera un rey de acuerdo con la ley de Dios ( Deuteronomio 17:15), eso deber�a gobernarlos en equidad, y alguien que tem�a a Dios, entonces no se hab�an ofendido; pero ahora le piden al rey un deseo absurdo solo para que se parezcan a otras naciones; sin embargo, Dios, con el prop�sito de erigir entre su pueblo un trono real, y levantarles un rey de cuya simiente vendr�a el Mes�as, tom� esta ocasi�n para cumplir su prop�sito, convirtiendo su malvado y desordenado deseo en un buen fin, ya que Dios puede convertir los malos pensamientos y acciones de los hombres para servir a su propia gloria "(Willet).

4. Su deseo se cumpli�, y la transici�n se efectu� pac�ficamente a trav�s de la agencia de Samuel, quien cedi� a su pedido porque percibi� el bien que estaba oculto all�, y que en la providencia de Dios hab�a llegado el momento de que se nombrara un rey. ( 1 Samuel 9:16). "Israel estaba en la posici�n de un bote que se hab�a hundido en una corriente r�pida en la succi�n de los r�pidos. Lo mejor ser�a que ella volviera a poner; pero si es demasiado tarde para esto, entonces lo mejor es que deber�a haber en ella un brazo fuerte y un ojo firme para mantener la cabeza recta. Y as� fue con Israel. Ella se lanz� por la ca�da loca, imprudente, malvada, pero bajo el control constante de Samuel "(Robertson). "Tuvo que guiar la dif�cil transici�n de la organizaci�n pol�tica de Israel de una rep�blica divinamente gobernada a una monarqu�a regularmente constituida". "Mediar entre lo viejo y lo nuevo era, de hecho, la posici�n peculiar de Samuel. Fue al mismo tiempo el �ltimo de los jueces, y el inaugurador del primero de los reyes. Re�na toda la narraci�n: tome la historia primero de su oposici�n, y luego de su aquiescencia, en el establecimiento de la monarqu�a. Ambos juntos nos dan una impresi�n justa del doble aspecto en el que aparece; de ??la simpat�a bilateral que le permiti� unir el paso y la �poca que viene "(Stanley). Su calma, moderaci�n, amplitud de visi�n, adaptaci�n pr�ctica y elevada devoci�n a Dios y a su pueblo se exhibieron aqu� en un grado eminente. "Samuel es uno de los pocos grandes hombres de la historia que, en tiempos cr�ticos, por pura fuerza de car�cter y energ�a invencible termina la forma previa de un gran sistema existente, al principio contra su propia voluntad, pero luego, cuando est� convencido de la necesidad , con toda la fuerza y ??el entusiasmo de su naturaleza, y quienes luego inician una mejor forma con los resultados m�s felices, aunque en medio de mucho sufrimiento y persecuci�n personal "(Ewald, 'Historia') .� D.

1 Samuel 8:4. (RAMAH)

El deseo popular de un rey.

"Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones ( 1 Samuel 8:5). Esta narraci�n nos ense�a:

I. QUE EL DESEO POPULAR, AUNQUE PUEDA SER PLAUSIBLE, A menudo ES REPREHENSIBLE ( 1 Samuel 8:4, 1 Samuel 8:5).

1. Sus supuestos motivos eran insuficientes.

(1) La vejez de Samuel. Pero el debido respeto a �l y la gratitud por sus servicios pasados ??deber�an haber evitado su deseo de dejarlo de lado; y la prosperidad que acompa�� a su gobierno durante muchos a�os deber�a haberles llevado a desear su continuidad el mayor tiempo posible. Eran desconsiderados, olvidadizos, ingratos, apresurados e injustos.

(2) El mal comportamiento de sus hijos. Pero podr�an haber sido removidos de su cargo sin que se aboliera la oficina. Es mejor tratar de reparar una instituci�n que destruirla.

(3) Ser como otras naciones. Pero Israel fue dise�ado para ser diferente a ellos y superior a ellos (Le 1 Samuel 20:26); y la mayor�a de las miserias que hab�an sufrido surgieron de conformidad con sus costumbres. El deseo de ser como los dem�s es una fuente fruct�fera de pecado y aflicci�n. La causa de la verdad y la rectitud en el mundo est� muy da�ada cuando aquellos que deber�an ser los gu�as de los ignorantes y los malvados se convierten en sus seguidores serviles. "Palestina en la antig�edad era preeminentemente una tierra de reyes. Cada distrito, no, cada ciudad considerable, ten�a su rey y su corte. En la mayor�a de los casos, el rey era un aut�crata, absoluto e irresponsable, legislador, juez y ejecutor, la fuente de todos los honores, cargos y emolumentos, el comandante del ej�rcito, el dispensador de favores, el galardonador del castigo. Los derechos, reclamos y prerrogativas de la realeza se extendieron a cada persona y a todas las relaciones de la vida. El rey era el amo, las personas eran sus s�bditos, es decir, esclavos, su propiedad. En un mejor sentido, era el padre com�n de la comunidad, ellos sus hijos, con todos los deberes y obligaciones m�s amables implicados e incluidos en este ser humano m�s sagrado relaciones. La realeza as� constituida y administrada fue seleccionada por Jehov� como sin�nimo y ejemplar de su relaci�n especial con el pueblo hebreo "(Thomson, 'Bibliotbeca Sacra,' vol. 30.).

(4) La actitud amenazante de los filisteos ( 1 Samuel 9:16) y de los amonitas ( 1 Samuel 12:12), que sin duda se mencion� en la entrevista de los ancianos con Samuel. Pero el Se�or de los ej�rcitos, que hasta ahora los hab�a entregado, todav�a pod�a hacerlo; y confiar en una nueva instituci�n por seguridad en lugar de confiar en �l era apoyarse en una ca�a rota. "En lugar de buscar la causa de las desgracias que hasta ahora les hab�an sobrevenido en su propio pecado y falta de fidelidad hacia Jehov�, lo buscaron en la constituci�n defectuosa de la propia naci�n" (Keil).

2. Sus verdaderos motivos eran culpables.

(1) Insatisfacci�n con el gobierno que hab�a sido divinamente designado y sancionado. Cuando los corazones de los hombres est�n bien con Dios, no est�n dispuestos a quejarse de sus ordenanzas.

(2) Desconfianza de la presencia y el poder de su Rey invisible. "Dios no era suficiente para ellos sin un accesorio de criatura". "Su demanda de un soberano terrenal visible fue en menoscabo de esa Providencia extraordinaria que los hab�a distinguido de las naciones de la tierra, y los tom� por un privilegio bajo una teocracia inmediata. Su pecado fue fundado en una revuelta de Dios, en la abdicaci�n de una perfecta confianza y confianza en su gobierno providencial en ese m�todo en el que con respecto a ellos lo hab�a ordenado. Pero su culpa, aunque poco com�n en su forma, no est� en absoluto en su principio. Algo para ver y nada para creer es el deseo y la propensi�n de m�s que los israelitas "(Davison 'sobre la profec�a').

(3) Impaciencia, presunci�n y voluntad propia. Dios les dio jueces ... y luego desearon un rey "( Hechos 13:20, Hechos 13:21). En lugar de buscar primero la voluntad de Dios, y luego esperar su tiempo por un cambio, si le parec�a bien a su vista, pensaron que sab�an lo que era mejor, tomaron el consejo de sus propios corazones y, despu�s de elegir su curso independientemente de �l, procedieron inmediatamente a seguirlo y decidieron tener su propio Por lo tanto, fueron desleales a su Rey Divino, a cuya direcci�n y control estaban obligados a someterse.

(4) El amor al placer mundano, el poder y la gloria. Deseaban un rey no solo

(a) para poder juzgarlos sin interrupci�n, por la ley de descendencia hereditaria; pero tambi�n

(b) que "podr�a salir antes que ellos y pelear sus batallas" ( 1 Samuel 8:20); y a�n m�s

(c), para poder celebrar una espl�ndida corte, y satisfacer su ambici�n y deseo de brillar o hacer una exhibici�n jactanciosa. Deseaban ser considerados en ning�n sentido inferiores a las naciones vecinas. Fue un resultado al que la prosperidad conduce demasiado a menudo. La mundanalidad de la cual procedi� la mala conducta de los hijos de Samuel no fue sino un s�ntoma de un mal generalizado. "La fuente secreta de su rebeli�n fue la ambici�n de sus l�deres, que no pod�an vivir m�s sin el esplendor de una corte real y un hogar. 'Denme' (digan ellos, como el profeta Oseas les hace hablar, 1 Samuel 13:10) 'un rey y pr�ncipes', donde cada uno de ellos podr�a lucir un distinguido oficial de estado. No pod�an obtener nada, cuando sus asuntos los llevaban a la pobre residencia de su juez en las escuelas de los profetas, sino el don de el Esp�ritu Santo (1Sa 10:10; 1 Samuel 19:1.), que un cortesano, supongo, no valorar�a ni siquiera al ritmo de Simon Magus, o cree que vale la pena sobornar por un pedazo de dinero. Esto fue, y solo esto, lo que hizo su demanda criminal "(Warburton, 'Div. Leg.,' Libro V.). �Cu�n a menudo se ha repetido su pecado en la historia de las naciones! "Todas las guerras tr�gicas de los griegos o los b�rbaros, ya sean civiles o extranjeros, han surgido de una fuente, por el deseo de riquezas, de gloria o de placer; porque en la b�squeda de estas cosas, la raza humana cobra por s� misma destrucci�n".

II QUE EL DESEO POPULAR NO ES OCASIONALMENTE UNA OCASI�N DE GRAN PROBLEMA PARA UN HOMBRE DIOSO ( 1 Samuel 8:6). "La cosa era malvada a los ojos de Samuel". Vio que estaba mal, se sinti� decepcionado y afligido, y al principio se opuso por completo, y no quiso escuchar a aquellos por quienes se expres�, "porque", dice Josephus, "de su sentido innato de justicia, debido a su odio a los reyes, tan inferior a la forma aristocr�tica de gobierno que confiere un car�cter divino a quienes vivieron debajo de �l ". "Porque los reyes son muchos, y los buenos son pocos" (Dante).

1. Como un buen hombre no tiene mayor alegr�a que ver a las personas que buscan lo que es correcto y bueno, tampoco tiene mayor dolor que verlos "ir tras cosas vanas que no pueden sacar provecho ni entregar; porque son vanidosas" ( 1 Samuel 12:21). Abraham ( G�nesis 18:23), Mois�s ( �xodo 32:18, �xodo 32:31), Elijah ( 1 Reyes 19:10). El salmista (Salmo 119:158), Jerem�as (Jeremias 9:1), Pablo en Atenas ( Hechos 17:16).

2. El dolor que siente es del tipo m�s noble.

(1) desinteresado. Samuel no se molest� ni se quej� de lo que se dijo sobre su vejez o el mal gobierno de sus hijos; y si �l no era absolutamente indiferente a la injusticia cometida contra s� mismo, sin embargo, su problema surg�a principalmente de otras y m�s altas consideraciones.

(2) Patri�tico.

(3) Divino. Estaba preocupado, sobre todo, por el honor y la gloria de Dios. Su propia lealtad hacia �l lo hizo resentir r�pidamente la deslealtad de los dem�s, y su simpat�a por sus prop�sitos lo llen� de celos sagrados para que no fueran derrotados o de alguna manera obstaculizados. Se sinti� en cierto grado como Dios mismo se siente.

3. Su recurso en problemas es la oraci�n a Dios. "Y Samuel or� al Se�or" (vers�culo 6); probablemente toda la noche, como en una ocasi�n posterior ( 1 Samuel 15:11). Tal hab�a sido el recurso de su madre devota en su angustia. Tampoco hay ning�n otro tan efectivo (Salmo 55:22; Filipenses 4:6).

4. En comuni�n con Dios encuentra abundante consuelo y ayuda. Dios asume la carga de su siervo que ha trabajado y sufrido por su bien (Salmo 69:7). "No te han rechazado, pero me han rechazado a m�". �l le asegura que "no es extra�o que le haya sucedido". "Seg�n todas las obras que han hecho", etc. (vers�culo 8). Elimina su perplejidad, le dice qu� hacer y le da fuerzas para hacerlo. "Escuchad su voz", etc. (vers�culo 9). Todos los cuestionamientos cesan cuando la voz Divina habla, y, con la luz de la ma�ana, Samuel sale humildemente, sin miedo y alegremente para entregar su mensaje a los ancianos.

III. QUE EL DESEO POPULAR, CUANDO ES INCORRECTO, DEBE SER REEMBOLSADO Y DECLARAR SUS EFECTOS MALOS (vers�culos 10-18). Es posible que no se le permita seguir su curso sin previo aviso por parte de aquellos que sienten que est� mal y a quienes llega un mensaje Divino.

1. Este mensaje consta de:

(1) Un testimonio contra su pecaminosidad. "Escuchad a su voz: aunque protesten solemnemente (testifiquen)" su pecado y el disgusto del Cielo.

(2) Una declaraci�n de los males involucrados en su cumplimiento. "Mu�strales la manera (mishpat) del rey que reinar� sobre ellos", es decir, sus derechos reales, reclamos, privilegios y prerrogativas; no lo que podr�a ser de jure, seg�n "la manera del reino" ( 1 Samuel 10:25; Deuteronomio 17:14), pero ser�a de facto, de acuerdo con la costumbre de los reyes de las naciones paganas a las que deseaban parecerse. Tenemos aqu� una imagen del "lado oscuro de la instituci�n" en contraste con la teocracia:

(a) Su motivo dominante: engrandecimiento personal e indulgencia. "�l tomar� para s� mismo, sus carros, sus caballos, etc., mientras que para su bienestar no le importar� nada.

(b) Su car�cter arbitrario y opresivo. "�l tomar� a sus hijos" como sus asistentes personales (vers�culo 11) para el servicio militar y agr�cola (vers�culo 12), sus hijas para el servicio dom�stico (vers�culo 13), su tierra para dar a sus asistentes (vers�culo 14), una d�cima parte de su ma�z y vino para recompensar a sus oficiales (imponiendo fuertes impuestos � vers�culo 15), sus sirvientes y ganado "para ponerlos en su trabajo" (vers�culo 16) y una d�cima parte de sus ovejas; "un gran s�quito, una gran mesa, un ej�rcito permanente, grandes favoritos, grandes ingresos" (M. Henry); y ustedes mismos perder�n su libertad pol�tica y social, y se convertir�n en sus esclavos (vers�culo 17).

(c) Su miseria indefensa y desesperada (vers�culo 18), tra�do sobre ustedes mismos, haci�ndolos clamar a Dios por ayuda, "y el Se�or no los escuchar� en ese d�a". "El yugo una vez asumi� que debes soportar para siempre" ( 1 Reyes 12:4).

2. El mensaje debe ser declarado fiel y completamente, ya sea que los hombres lo soporten o lo abstengan. "Y Samuel dijo todas las palabras del Se�or al pueblo" (vers�culo 10).

3. El prop�sito de tal declaraci�n es llevarlos a consideraci�n y arrepentimiento, y, si a�n persisten, arrojar la responsabilidad del resultado solo sobre ellos. El vigilante que advierte a los malvados, incluso si no se apartan de su camino, "ha entregado su alma" ( Ezequiel 33:9); y el ministro fiel es "para Dios un dulce sabor de Cristo, en los que se salvan y en los que perecen" ( 2 Corintios 2:15).

IV. QUE EL DESEO POPULAR A VECES ES CORREGIDO EFECTUAMENTE AL SER GRATIFICADO (vers�culos 19-22).

1. A pesar de todas las advertencias, los hombres pueden persistir y persisten en su deseo pecaminoso. "No; pero tendremos un rey sobre nosotros". Su voluntad propia aparece m�s claramente que antes. La exposici�n solo lo hace m�s fuerte. Ellos se saldr�n con la suya. Y Dios, que no coacciona a quien ha dotado de libertad moral, les permite hacerlo.

2. Por su persistencia incluso obtienen de �l el cumplimiento de su pedido. "Convi�rtelos en rey", es su respuesta final a Samuel, quien "ensay� las palabras en sus o�dos", y ahora los rechaza "cada hombre a su ciudad", para esperar el r�pido cumplimiento de su deseo. El mal que habr�a resultado de su rechazo se evita as�. Se preserva el principio de la teocracia. Jehov� contin�a gobernando sobre Israel; y reconocen su autoridad hasta ahora, al menos, como para dejar la selecci�n y el nombramiento de un rey en sus manos. Su soberana voluntad rodea y controla sus prop�sitos. Pero �l no, al concederles su solicitud, sanciona su pecado. De lo contrario-

3. En su cumplimiento, les inflige un justo castigo y les ense�a, por la experiencia de sus resultados leg�timos, la locura de sus dispositivos. Su primer rey es un hombre seg�n su propio coraz�n, refleja su pecado y trae una abrumadora calamidad a s� mismo y a ellos. "Te di un rey en mi ira" ( Oseas 13:11; Salmo 106:15). "Dios, cuando se le pide algo mal, muestra disgusto cuando da, tiene misericordia cuando no da. Se escuch� al diablo al pedir entrar en los cerdos, no se escuch� al ap�stol cuando or� para que el mensajero de Satan�s pudiera partir de �l."

4. Los prepara para recibir como su gobernante "un hombre seg�n su propio coraz�n" ( 1 Samuel 13:14), que los conducir� al poder y al honor, y presagiar� al que es m�s alto que los reyes de los tierra. �Cu�n maravillosamente se cumplen los prop�sitos divinos en y a trav�s de los errores y pecados de los hombres! "En un sentido muy notable, el vox populi era el vox Dei, incluso cuando las dos voces parec�an totalmente fuera de armon�a ... Los jud�os ped�an un fuerte castigo, sin el cual el mal que hab�a en ellos no podr�a haber sido tra�do a la luz o curado. Pero tambi�n ped�an algo adem�s del castigo, para aquello en lo que sentar las semillas de una bendici�n superior. Debajo de esta imagen oscura y falsificada se escond�a la imagen de un verdadero Rey que reina en la justicia; el afirmador de la verdad, el orden , unidad en la tierra; el ayudante de los pobres, que no juzgar�a despu�s de ver sus ojos, ni lo reprender�a despu�s de escuchar sus o�dos; pero golpear�a la tierra con la vara de su boca, y con el aliento de su los labios matar�an al imp�o "(Maurice) .� D.

1 Samuel 8:6

El beneficio de la oraci�n.

"Y Samuel or� al Se�or". Las bendiciones obtenidas en respuesta a la oraci�n son reales y m�ltiples. Algunos de ellos son externos y materiales: pan de cada d�a, salud, seguridad, vida. Dios es "en todo, sobre todo ya trav�s de todo", el Gobernante personal y libre del universo, y capaz de otorgar nuestras peticiones de bien temporal en armon�a con el orden establecido de la naturaleza. La mente y la voluntad del hombre pueden producir cambios en el mundo material sin perturbar ese orden; Mucho m�s puede la mente eterna y har� lo mismo. Otras bendiciones son internas y espirituales: sabidur�a, justicia, paz y alegr�a. El "Padre de los esp�ritus" tiene acceso al esp�ritu humano, lo penetra como ilumina la atm�sfera, mantiene la comuni�n con �l y lo dispone a la santidad. Las bendiciones espirituales son incomparablemente m�s valiosas que las materiales. Lo que somos determina nuestra relaci�n con los objetos circundantes. Y los cambios beneficiosos producidos en el interior son seguidos por cambios similares en el mundo exterior. "En la oraci�n hacemos los acercamientos m�s cercanos a Dios, y permanecemos abiertos a las influencias del Cielo. Entonces es que el Sol de justicia nos visita con sus rayos m�s directos, y disipa nuestra oscuridad, e imprime su imagen en nuestras almas" ( Scougal).

"H�blale, porque �l oye, y esp�ritu con esp�ritu puede encontrarse. M�s cerca est� �l que respirando, y m�s cerca que manos y pies" (Tennyson).

Para ilustrar el beneficio espiritual de la oraci�n, consideremos c�mo Samuel, que "or� al Se�or" en su problema, y ??"ensay� todas las palabras del pueblo en los o�dos del Se�or" ( 1 Samuel 8:21 ), fue consolado y ayudado en tiempos de necesidad. Qu� hombre tan diferente era cuando sali� de la comuni�n con su Amigo Todopoderoso para hablar con los ancianos de Israel de lo que era cuando se fue de ellos, "disgustado" ( 1 Samuel 8:6) y angustiado, para derrama su coraz�n delante del Se�or! "�Qu� beneficio tendremos si le rezamos?"

1. Alivio para un coraz�n agobiado. A menudo es un gran alivio contarle nuestros problemas a un amigo terrenal; mucho m�s es derramarlo en el seno de Dios. "Ning�n otro Dios sino el Dios de la Biblia es sincero" (Niebuhr). "Fueron y le dijeron a Jes�s" ( Mateo 14:12).

2. Simpat�a bajo amarga decepci�n. Samuel parec�a haber "trabajado en vano y gastado su fuerza para nada". Pero Dios sancion� su trabajo, se identific� con �l, comparti� su decepci�n y asumi� su carga. Al rechazar a sus fieles siervos, los hombres rechazan al Se�or. "�Por qu� me persigues?" ( Hechos 9:5). �l simpatiza con ellos ( Hebreos 4:5); y una sonrisa suya compensa con creces el aparente fracaso y el ce�o fruncido del mundo entero. "Poco a poco, dos pensamientos lo calmaron. El primero fue el sentimiento de identificaci�n con la causa de Dios. El otro elemento de consuelo fue la simpat�a divina. El ate�smo y la revoluci�n aqu�, como en otros lugares, iban de la mano. No sabemos c�mo fue esta oraci�n impresionado por la mente infinita en la mente de Samuel; todo lo que sabemos es que ten�a la convicci�n de que Dios era un compa�ero que sufr�a "(Robertson).

3. Orientaci�n en gran perplejidad. Puede que la voluntad del Se�or est� al principio oculta u oscura, pero en comuni�n con �l las nieblas y las nubes que impiden que lo veamos se despejan, el sol brilla y nuestro camino queda despejado. Vemos "la luz de este mundo" ( Juan 11:9). "La vocaci�n del hombre es el sol en los cielos de su vida". "El secreto del Se�or" (el consejo o consejo que un hombre le da a su amigo) "est� con los que le temen" (Salmo 25:14). Dios le cuenta sus secretos solo a sus amigos. "El manso guiar� en el juicio: el manso ense�ar� su camino" (Salmo 25:9). "�l te guiar� a toda la verdad" ( Juan 16:13).

4. Sumisi�n a la voluntad suprema. Esa voluntad es siempre la m�s sabia y la mejor; no se puede alterar ni hacer que se doble con la nuestra; y uno de los principales beneficios de la oraci�n es que de ese modo recibimos la gracia que nos dispone a aceptar con humildad y alegr�a lo que al principio parece malvado a nuestros ojos. Estamos hechos de una sola mente con Dios.

5. Fuerza para el deber doloroso. Puede ser "protestar solemnemente" ( 1 Samuel 8:9) contra el curso resuelto por otros, alterar nuestro propio curso y exponernos al cargo de inconsistencia, enfrentar oposici�n, peligro y muerte. Pero, Dios nunca nos designa un deber sin darnos fuerzas para cumplirlo. La oraci�n habitual confiere constantemente la decisi�n sobre la vacilaci�n, y la energ�a sobre el ap�tico, y la calma sobre lo excitable, y el desinter�s en lo ego�sta "(Liddon).

6. Compostura en medio de la emoci�n general. Mientras los ancianos claman: "No; pero tendremos un rey sobre nosotros", Samuel no se conmueve. �l escucha con calma su decisi�n, se la lleva a Dios en oraci�n secreta, y luego sale y dice: "Id cada hombre a su propia ciudad". "Lo mantendr�s en perfecta paz, cuya mente est� en ti: porque �l conf�a en ti" ( Isa�as 26:3). Los huracanes giran en torno a un centro de perfecta calma. Fuera del c�rculo encantado, la tempestad puede enfurecerse furiosamente; dentro de todo esto est� la paz. Tal es el coraz�n y la mente mantenidos (guarnecidos) por la paz de Dios ( Filipenses 4:7).

7. Confianza en un futuro glorioso. "El Se�or no abandonar� a su pueblo por el bien de su gran nombre" ( 1 Samuel 12:22). Realiza sus prop�sitos por m�todos inesperados, anula la perversidad humana y hace que la ira del hombre lo elogie (Salmo 76:10). "�Cu�l ser� el final �l?" Se dijo en un momento de gran ansiedad general a un eminente siervo de Dios (Dr. A. Clarke), quien respondi�, con un semblante radiante: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad hacia los hombres". ."-RE.

HOMILIAS DE D. FRASER

1 Samuel 8:22

La imprudente demanda concedida.

El gobierno de los jueces cay� en descr�dito. Samuel, de hecho, fue sin reproche; pero cuando la edad avanzada hizo la carga de los asuntos p�blicos demasiado pesada para �l, sus hijos, a quienes naturalmente deleg� su autoridad, demostraron ser gobernantes injustos. No parecen haber sido licenciosos, como los hijos de El�, pero fueron codiciosos y corrompieron las fuentes de justicia al aceptar sobornos. �Qu� cosa tan persistente es el pecado! �C�mo se repite! �Qu� dif�cil es erradicarlo! El ejemplo de integridad de toda la vida de Samuel se perdi� en sus hijos. El terrible destino de la familia de Eli tambi�n se perdi� en ellos. Para la dignidad de la justicia, para el honor de la verdad, eran indiferentes por el asqueroso luere. Entonces los ancianos de Israel le pidieron a Samuel que pusiera un rey sobre ellos.

I. LA PROPIEDAD DE LA SOLICITUD.

1. Sigui� un mal precedente. El experimento hab�a sido probado unos 150 a�os antes. La gente le pidi� a Gideon que fuera su pr�ncipe hereditario, y ese h�roe rechaz� la propuesta, ya que era inconsistente con una teocracia pura. Despu�s de su muerte, Abimelec fue rey durante tres a�os; pero su carrera comenz� con crueldad, pronto termin� en desastre y muerte, y nadie de esa �poca hab�a buscado la dignidad real.

2. Se procedi� con un principio equivocado. El deseo de ser como las otras naciones alrededor estaba en contradicci�n absoluta con el prop�sito revelado de Dios de que Israel deber�a estar separado como pueblo para �l. El deseo de tener un rey que los guiara a la batalla revelaba una sed de guerra indigna de una naci�n santa y una desconfianza en el poder del Se�or para defenderlos. Aqu�, de hecho, es el punto en el que se apartaron de la ley permisiva con respecto a un rey registrado en el cap�tulo diecisiete de Deuteronomio. Un gobierno regio no deb�a considerarse inconsistente con la teocracia, siempre que el rey no fuera un extranjero y fuera elegido por Jehov�, cuyo vicegerente deber�a ser. Los ancianos pidieron un rey no seg�n la mente del Se�or, sino seg�n el patr�n de los paganos alrededor.

II RAZONES DEL CONSENTIMIENTO DIVINO.

1. Un pueblo testarudo debe aprender por experiencia. Se advirti� a los ancianos y al pueblo de Israel del riesgo que corr�an. Un rey como quisieran restringir�a sus antiguas libertades y subordinar�a todos sus derechos e intereses al mantenimiento de su corte y ej�rcito. Escucharon la advertencia de Samuel y persistieron en su demanda. Entonces el Se�or le orden� a su siervo que los hiciera rey. Si los hombres no toman consejos, d�jenlos salirse con la suya. La sabidur�a rara vez llega a los hombres voluntarios, sino a trav�s de lecciones agudas de los resultados de la locura.

2. El camino debe estar preparado para el rey y el reino que Dios elegir�a. Es importante recordar que los prop�sitos divinos se logran en la tierra no por medio de poderes directos de autoridad o esfuerzos de poder, sino a trav�s de procesos largos y complejos de acci�n y contrarrestaci�n humana, por las correcciones de la experiencia, la inteligencia del sufrimiento y el retroceso de peligro. El prop�sito de Dios era constituir a Israel en un reino bajo un pacto seguro, un reino que deber�a proporcionar la base para visiones prof�ticas brillantes del reino de Cristo; pero este dise�o no deb�a cumplirse abruptamente, o por una repentina afirmaci�n de la voluntad Divina. El camino fue preparado por el fracaso de todos los dem�s dispositivos para mantener unidos al pueblo hebreo. Primero, el gobierno por jueces perdi� cr�dito; entonces el reino establecido por el deseo popular fracas�; para que las tribus, al ver la ruina de sus propios dispositivos, est�n listas para recibir el reino como Dios lo quiere, y el hombre a quien elegir�a "alimentar a Jacob su pueblo e Israel su herencia".

III. ILUSTRACIONES DEL MISMO PROCESO.

1. Los hombres han establecido sus propios dispositivos en la administraci�n de la Iglesia; y con que resultado No se han contentado con un Se�or y Rey invisibles. Los primeros patriarcados pueden ser descritos como un gobierno por los jueces; pero los hombres no estaban contentos con esto, y el cristianismo latino estableci� una supremac�a eclesi�stica y espiritual en la tierra, un reinado de Saulo en Roma. Esas partes de la Iglesia occidental que se separaron de este reino condenado en la Reforma, en su mayor parte, dieron poder a los pr�ncipes seculares a cambio de su protecci�n. Todos estos arreglos son dispositivos temporales; pero son testigos y preludios de algo m�s alto y m�s Divino. Preparan el camino para el reinado de Jesucristo, mientras el reinado roto y confuso de Sa�l se prepar� para el fuerte reino de David.

2. La experiencia cristiana interna puede contar una historia similar. �Qu� planes hay que probar y fallar, qu� tronos de confusi�n en el coraz�n se deben subvertir, antes de que el Se�or sea exaltado! Se nos permite tener nuestra propia manera de que podamos aprender cu�n peque�a es nuestra sabidur�a, cu�n vanos son nuestros dispositivos. Exaltamos nuestra propia justicia, nuestra propia voluntad, nuestra propia confianza religiosa. Es nuestro Saulo; y el problema es la confusi�n y el desorden, hasta que renunciemos a nuestro orgullo y vanagloria, y recibamos al Hijo de David, el verdadero Ungido de Jehov�, para reinar y gobernar en nosotros. La auto religi�n comienza as�: "No; pero tendremos un rey". La religi�n que se ense�a de Dios dice: "�Bendito sea el rey que viene en el nombre del Se�or!" - F.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 1 Samuel 8". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/1-samuel-8.html. 1897.
 
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