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Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 3

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-13

EXPOSICI�N

CONTENIDO. � El ap�stol, incapaz de reprimir su anhelo y ansiedad por los tesalonicenses, resolvi� quedarse solo en Atenas, y envi� a Timoteo con el prop�sito de exhortarlos a resistir en medio de sus persecuciones, y brindarle informaci�n sobre su condici�n. . Timothy acababa de reunirse con �l en Corinto, y el ap�stol expresa la satisfacci�n extrema que sinti� por las buenas noticias que su mensajero hab�a tra�do de su fe y amor; le dio nueva vida y lo consol� en toda su aflicci�n y angustia. Ora a Dios para que se le permita volver a visitar a los Tesalonicenses y suministrar lo que todav�a era defectuoso en su fe; y hace que sea objeto de su sincera s�plica que el Se�or Jes�s los haga para aumentar su amor y establecerlos en santidad para que puedan ser irreprensibles ante su aparici�n con todos sus santos.

1 Tesalonicenses 3:1

Este vers�culo est� estrechamente relacionado con los vers�culos finales del �ltimo cap�tulo, del cual no debe separarse. Por qu�; debido a mi afecto hacia ti y mis repetidos intentos vanos de verte. Cuando nosotros. Algunos refieren el plural a Pablo, Silas y Timoteo ( 1 Tesalonicenses 1:1); otros a Paul y Silas, como Timothy hab�a sido enviado a Tesal�nica; pero debe estar restringido a Paul, como es evidente en 1Th 2: 1-20: 38 y 1 Tesalonicenses 3:5, ya que Paul se qued� solo en Atenas; el plural se usa aqu� para el singular. Ya no pod�a soportarlo; Ya no podr�a contener nuestro anhelo y ansiedad por conocer su condici�n. Nos pareci� bien; una feliz traducci�n del original, expresando a la vez "est�bamos contentos y resueltos". Quedarse solo en Atenas; Una expresi�n de soledad. Solo en Atenas, en la metr�poli de la idolatr�a. Compare con esto el dicho com�n: "Solo en Londres". En los Hechos de los Ap�stoles se nos informa que Pablo vino solo a Atenas, y que all� esper� a Silas y Timoteo ( Hechos 17:14,] 5), y que estos compa�eros de trabajo se reunieron con �l en Corinto ( Hechos 18:5). Sin embargo, muchos expositores, a partir de este y el siguiente verso, infieren que Timoteo al menos se uni� a Pablo en Atenas, pero fue enviado de regreso por �l a Tesal�nica, para investigar la condici�n de sus conversos en esa ciudad. Tal es la opini�n de Olshausen, Neander, De Wette, Lunemann, Hofmann, Koch y Schott; y, entre los expositores ingleses, de Macknight, Paley, Eadie, Jowett, Ellicott y Wordsworth. No hay contradicci�n entre este punto de vista y la narrativa de los Hechos. Luke simplemente omite mencionar la corta visita de Timothy a Atenas y su partida, y solo relata la reuni�n final de estos tres compa�eros de trabajo en Corinto. De hecho, Paley da esta venida de Timoteo a Atenas como una de las coincidencias no dise�adas entre esta Ep�stola y los Hechos de los Ap�stoles. � Sin embargo, no estamos obligados a suponer que Timoteo se uni� al ap�stol en Atenas. Las palabras admiten la opini�n de que fue enviado por Paul directamente desde Beraea, y no desde Atenas; y que �l y Silas no se unieron a Pablo hasta que vinieron de Macedonia a Corinto. Tal es la opini�n de Hug, Wieseler, Koppe, Alford y Vaughan.

1 Tesalonicenses 3:2

Y envi� a Timoteo. Este fue un gran acto de auto-sacrificio por parte de Pablo; porque estar sin un asistente y un compa�ero de trabajo en el evangelio en una ciudad como Atenas, el centro mismo y fuerte dominio del paganismo, lleno de templos e �dolos, necesariamente debe haberle causado muchas molestias; y, sin embargo, su ansiedad por los tesalonicenses super� todos los motivos de conveniencia personal. Nuestro hermano y ministro de Dios y nuestro compa�ero de trabajo. La lectura de manuscritos aqu� var�a. Algunos manuscritos importantes dicen: "nuestro hermano y compa�ero de trabajo con Dios", una frase que el ap�stol emplea en otra parte: "porque somos trabajadores junto con Dios" ( 1 Corintios 3:9). Sin embargo, conservando la lectura del texto, Paul llama a Timothy su burdel expresando su estima y afecto fraterno por �l; "un ministro de Dios", expresando la posici�n oficial de Timoteo y el honor conferido por Cristo; y su "compa�ero de trabajo", expresando su laboriosa labor en la predicaci�n del evangelio, y recordando a los tesalonicenses su trabajo entre ellos. Se han asignado diferentes razones para este elogio pronunciado por Pablo sobre Timoteo. Algunos suponen que fue para mostrar cu�n ansiosamente consult� el bienestar de los tesalonicenses, envi�ndoles una persona tan importante y tan �til para s� mismo como Timoteo (Calvino); otros piensan que fue recomendar a Timoteo al respeto favorable de los tesalonicenses en ausencia de s� mismo (Cris�stomo); pero parece ser la explosi�n natural de afecto por su disc�pulo favorito. En el evangelio de Cristo. Timothy hab�a trabajado con Pablo y Silas en la publicaci�n del evangelio en Tesal�nica, y en consecuencia era bien conocido por los tesalonicenses y considerado favorablemente por ellos. Para establecerte y consolarte; o m�s bien, para exhortarte, como sigue el asunto de la exhortaci�n. En cuanto a tu fe; con el fin de continuar y promover tu fe. El prop�sito de la misi�n de Timoteo; a saber, para confirmar a los Tesalonicenses en la fe, para exhortarlos a la perseverancia en el cristianismo, a pesar de las persecuciones a las que fueron expuestos.

1 Tesalonicenses 3:3

Este verso contiene el objeto de la exhortaci�n; La cl�usula es acusativa del verbo. Que ning�n hombre debe ser movido (o sacudido) por; o m�s bien en; expresando la posici�n en la que fueron colocados. Estas aflicciones. La misma palabra como "tribulaci�n" en el siguiente verso. Por ustedes mismos saber. La forma en que lo sab�an se explica, en parte, por las advertencias del ap�stol, y en parte, por su propia experiencia. Que nosotros; no para ser referido solo a Pablo, ni a Pablo y sus compa�eros, Silas y Timoteo, ni a Pablo y los Tesalonicenses, sino a todos los cristianos en general; que nosotros los cristianos Son designados al respecto; a saber, por Dios. Nuestras aflicciones no resultan del azar, sino que son la consecuencia necesaria de nuestro cristianismo; surgen del nombramiento y la ordenanza de Dios. La tribulaci�n es la porci�n del cristiano. Cualquier verdad que pueda haber en el dicho de que la prosperidad es la promesa del Antiguo Testamento, la aflicci�n es ciertamente la promesa del Nuevo. Debemos ser conformados a Cristo en sus sufrimientos. "En el mundo", dice nuestro Se�or, "tendr�is tribulaci�n" ( Juan 16:33). Cuando nuestro Se�or llam� a Pablo a su apostolado, le mostr� cu�n grandes cosas deb�a sufrir por el bien de su Nombre ( Hechos 9:16). Todos los ap�stoles sufrieron persecuci�n, y con respecto a los cristianos en general, Pablo afirma que solo a trav�s de la tribulaci�n pueden entrar en el reino de Dios ( Hechos 14:22; ver Apocalipsis 7:14).

1 Tesalonicenses 3:4

Por; asignando la raz�n por la cual no deber�an ser movidos por estas aflicciones. En verdad, cuando estuvimos con usted, le dijimos antes que nosotros; Aqu� tambi�n cristianos en general. Deber�a sufrir No es un futuro simple, sino que denota que as� fue designado en los consejos de Dios, que su tribulaci�n fue el resultado del prop�sito Divino. Tribulaci�n (aflicci�n); tal como sucedi�, y lo sab�is; es decir, desde tu propia experiencia. La aflicci�n, entonces, no era algo extra�o que les hubiera sucedido.

1 Tesalonicenses 3:5

Por esta causa, cuando ya no pod�a soportar; ya no reprimo mi ansiedad y soporto mi falta de informaci�n sobre usted. Envi� a conocer tu fe; para recibir informaci�n sobre su condici�n espiritual. Para que no sea de alguna manera el tentador; una designaci�n de Satan�s, utilizada tambi�n por Mateo 4:3. Te he tentado, y nuestro trabajo ser� en vano; es decir, in�til, sin resultado (ver en 1 Tesalonicenses 2:1; comp. tambi�n G�latas 4:11, "Tengo miedo, no sea que te haya otorgado trabajo en vano"). La tentaci�n a la que se expusieron los tesalonicenses fue la apostas�a del cristianismo, a trav�s del temor o la resistencia de la persecuci�n. Es probable que el tentador los haya tentado, era casi inevitable; que �l hab�a tenido �xito en su tentaci�n, y por lo tanto hab�a inutilizado el trabajo del ap�stol entre ellos, era incierto, una contingencia que posiblemente podr�a haber tenido lugar.

1 Tesalonicenses 3:6

Pero ahora cuando Timoteo vino de ti a nosotros. Timothy, como aprendemos de los Hechos, en compa��a de Silas, se uni� a Paul en Corinto ( Hechos 18:15) y le trajo informaci�n sobre el estado de la Iglesia de Tesal�nica. Y nos trajo buenas noticias; la misma palabra que se emplea en otros lugares para predicar el evangelio. La informaci�n que Timoteo le trajo al ap�stol fue como si fuera un evangelio para �l (comp. Lucas 2:10, "He aqu�, te traigo buenas noticias"). De tu fe y caridad. Las buenas nuevas que trajo Timoteo se refer�an a la condici�n espiritual de los tesalonicenses: su fe no hab�a sido sacudida y su amor no se hab�a enfriado bajo las persecuciones a las que fueron expuestos; y junto con su fe y amor, estaban el afecto que le ten�an al ap�stol y su sincero deseo de verlo. Y que siempre nos recuerden constantemente, deseando enormemente vernos, como nosotros tambi�n a ustedes. El afecto entre los tesalonicenses y el ap�stol fue mutuo.

1 Tesalonicenses 3:7

Por lo tanto, hermanos, nos sentimos consolados sobre ustedes, con referencia a ustedes, en toda nuestra aflicci�n y angustia. Algunos se refieren a la "aflicci�n" a los problemas externos, y la "angustia" a los males internos, refiri�ndose uno a las persecuciones que surgen de sus oponentes corintios, y el otro a su enfermedad corporal (Koch). Tal distinci�n es, sin embargo, precaria. Las palabras no se refieren a la ansiedad del ap�stol a causa de los tesalonicenses, porque eso fue eliminado por la venida de Timoteo. Claramente se denota alg�n problema externo. Pablo, cuando predic� el evangelio en Corinto, y antes de obtener la protecci�n de Gallio, estuvo expuesto a mucha persecuci�n y peligro. Los jud�os lo expulsaron de su sinagoga ( Hechos 18:6), y se hicieron intentos contra �l que finalmente estallaron en una insurrecci�n contra �l, cuando fue arrastrado ante el tribunal romano ( Hechos 18:12). Su condici�n en Corinto cuando escribi� esta Ep�stola era oscura y sombr�a. Por tu fe; por la firmeza de tu fe. Las buenas nuevas que trajo Timoteo de la fe y el amor de los tesalonicenses consolaron al ap�stol en medio de todas las pruebas, dificultades y decepciones de su ministerio (comp. Con este pasaje 2 Corintios 7:4).

1 Tesalonicenses 3:8

Por ahora vivimos. No debe ser referido a la vida eterna y futura (Cris�stomo); o ser debilitado como si simplemente significara, "Disfrutamos y disfrutamos de la vida a pesar de nuestra aflicci�n y angustia" (Pelt); pero el significado es que las buenas noticias que Timothy ha tra�do nos han impartido una nueva vida; "Estamos en plena fuerza y ??frescura de la vida, no sentimos las penas y tribulaciones que el mundo exterior nos prepara" (Lunemann). El ap�stol considera su condici�n de aflicci�n y angustia como una especie de muerte: entonces, en otra parte dice, "muero a diario" ( 1 Corintios 15:31); y de la muerte de la cual ahora fue resucitado. Si; proporcionado: una suposici�n hipot�tica. Sois firmes; continuar firme en la fe del evangelio. En el se�or; El elemento de la verdadera vida.

1 Tesalonicenses 3:9

Por; asignando el motivo de la declaraci�n, "ahora vivimos". �Qu� gracias podemos darle a Dios nuevamente por ti? Como su firmeza en la fe se deb�a a la gracia de Dios, se deb�a dar gracias a Dios en su nombre. Por toda la alegr�a; alegr�a en toda su plenitud (comp. Santiago 1:2, "Cuenta todo alegr�a"). Con lo cual nos alegramos por tu bien ante nuestro Dios. Dando protagonismo a la pureza de su alegr�a.

1 Tesalonicenses 3:10

Noche y d�a rezando excesivamente. Denotando la intensa seriedad y ansiedad del ap�stol por el bienestar espiritual de los tesalonicenses, que se desahog� en la oraci�n incesante por ellos. Ahora sigue el tema de su oraci�n. Para que podamos ver tu rostro y perfeccionar lo que falta en tu fe. La fe de los tesalonicenses no era perfecta; "faltaba" en varios aspectos. Era defectuoso en extensi�n; ignoraban muchas de las doctrinas del evangelio y hab�an formado visiones err�neas de otras doctrinas, como el segundo advenimiento. Fue defectuoso en la aplicaci�n; a�n no hab�an renunciado a todas las pr�cticas corruptas de su antigua vida pagana, ni hab�an incorporado todos los preceptos del evangelio en su vida real. Los tesalonicenses todav�a no eran sino novicios. As� tambi�n, la raz�n que impuls� a Pablo a desear venir a Roma fue suministrar lo que faltaba en la fe de los conversos romanos ( Romanos 1:11). La confirmaci�n fue una obra en la que el ap�stol se deleit�, siendo importante y deseable. En general, la fe al principio es d�bil y defectuosa; solo se desarrolla por grados. Especialmente se incrementa con cada aumento del conocimiento espiritual. "Agregue a su conocimiento de fe" ( 2 Pedro 1:5, 2 Pedro 1:6). El comentario de Calvino es digno de atenci�n: "Pablo desea tener la oportunidad de darle lo que falta en la fe de los Tesalonicenses, o, lo que es lo mismo, completar en todas sus partes su fe, que todav�a era imperfecto. Sin embargo, esta es la fe que previamente hab�a ensalzado maravillosamente. De esto deducimos que aquellos que superan por mucho a otros todav�a est�n muy lejos de la meta. Por lo tanto, cualquier progreso que hayamos logrado, tengamos en cuenta nuestras deficiencias, que puede que no seamos reacios a apuntar a algo m�s ".

1 Tesalonicenses 3:11

Ahora Dios mismo y nuestro Padre; o, como lo expresar�amos seg�n el idioma ingl�s, Dios mismo, nuestro Padre, omitiendo la conjunci�n. Y nuestro Se�or Jesucristo. Algunos suponen que las tres personas divinas de la trinidad sagrada se nombran aqu� expresamente: Dios el Esp�ritu Santo, y el Padre, y el Se�or Jesucristo; pero las palabras en el original no tendr�n este sentido: "Dios mismo y nuestro Padre" es la misma Persona Divina. Directo. Debe observarse que el verbo "directo" est� en griego en singular, lo que denota una unidad entre Dios nuestro Padre y el Se�or Jesucristo. En todo caso, tenemos una oraci�n expresa dirigida a Cristo, lo que implica necesariamente su naturaleza divina. Nuestro camino hacia ti.

1 Tesalonicenses 3:12

Y el se�or. Algunos se refirieron a la Primera Persona de la Sant�sima Trinidad, Dios nuestro Padre (Alford); por otros al Esp�ritu Santo, como el Padre y el Se�or Jesucristo son mencionados luego en la oraci�n; pero debe ser referido, seg�n el uso prevaleciente en la Ep�stola de Pablo, al Se�or Jesucristo. Har�; literalmente, puede hacer el Se�or, haciendo hincapi� en "usted". Aumentar y abundar en amor el uno hacia el otro; hacia tus hermanos cristianos. Y hacia todos los hombres; hacia la raza humana en general. "Este es el car�cter del amor divino para comprender todo; mientras que el amor humano respeta a un hombre y no a otro" (Theophylact). Incluso como lo hacemos hacia ti; es decir, como abundamos en amor hacia ti.

1 Tesalonicenses 3:13

Hasta el final (para que) pueda establecer vuestros corazones inmaculados en santidad ante Dios. A los ojos de Dios, en su juicio, que busca los corazones. Las palabras, "delante de Dios", no se deben unir ni con "santidad" ni con "irrevocable", sino con toda la frase, "irrevocable en santidad". Incluso nuestro Padre, en la venida de nuestro Se�or Jesucristo; En el segundo advenimiento. Con todos sus santos. Por "santos" o "santos" son entendidos por algunos los �ngeles que acompa�ar�n a Cristo al juicio; pero aunque el t�rmino "santos" se usa para los �ngeles en el Antiguo Testamento, nunca se usa as� en el Nuevo. La palabra parece denotar a esos hombres santos que han muerto en el Se�or y que ser�n resucitados en el advenimiento, y acompa�ar�n a Cristo al juicio.

HOMIL�TICA

1 Tesalonicenses 3:3, 1 Tesalonicenses 3:4 - Conexi�n entre aflicci�n y religi�n.

La verdadera religi�n, en lugar de liberar a quienes la poseen del sufrimiento, m�s bien conlleva sufrimiento sobre ellos. Los creyentes son designados por Dios para sufrir tribulaci�n. Esto fue particularmente cierto en los primeros cristianos, pero es cierto en general. Somos nombrados para aflicciones

(1) para que por ellos nuestra aptitud para el cielo y nuestro gusto por nuestro descanso eterno puedan ser aumentados;

(2) para que as� podamos aprender las benditas gracias de la paciencia y la resignaci�n, gracias que no pudimos aprender en salud y prosperidad, y que nos ser�n �tiles en un mundo de gloria ( 1 Corintios 4:17 , 1 Corintios 4:18).

1 Tesalonicenses 3:3, 1 Tesalonicenses 3:8 - Firmeza en la fe y la aflicci�n.

"Que ning�n hombre debe ser movido por estas aflicciones". Ciertamente, ahora no estamos expuestos a persecuciones, pero a�n hay aflicciones propias de la vida cristiana. Estamos advertidos de ellos y, por lo tanto, no debemos considerarlos como calamidades extra�as o inesperadas.

1. Esta constancia es obra de Dios. Dios puede hacernos permanecer firmes y nos har� ser m�s que vencedores. Incluso puede, mientras continuamos en este estado de guerra, establecer nuestros corazones inmaculados en santidad.

2. Esta constancia es obra del hombre. Debemos cooperar con Dios. Debemos tener cuidado de estar aterrorizados por amenazas o seducidos por halagos. Debemos ejercer la oraci�n, la vigilancia y el desempe�o activo de los deberes cristianos.

1 Tesalonicenses 3:6. - Los deberes de ministro y pueblo.

En los sentimientos rec�procos del ap�stol y sus conversos de Tesal�nica, obtenemos instrucciones sobre la conducta mutua del ministro y las personas.

1. Deberes del ministro. El afecto y la ansiedad que deber�a sentir por su pueblo; la seriedad con la que debe orar por ellos; la gratitud con la que deber�a agradecer a Dios por su bienestar espiritual; el gozo que experimenta en la firmeza de su fe y el calor de su caridad; El cuidado y la diligencia con la que debe suministrar lo que falta en su fe.

2. Deberes de las personas. El afecto rec�proco que deber�an tener por su ministro; el buen recuerdo que deb�an tener de �l; la obediencia que deb�an rendirle en asuntos espirituales; las oraciones constantes que deber�an ofrecer por �l.

1 Tesalonicenses 3:9 - Alegr�a en el bienestar espiritual de los dem�s.

Nos regocijamos en la prosperidad temporal de nuestros amigos; mucho m�s deber�amos regocijarnos en su prosperidad espiritual. "Ahora vivimos", dice el ap�stol, "si permanecen firmes en el Se�or". Y de manera similar, el ap�stol Juan dice: "No tengo mayor alegr�a que escuchar que mis hijos caminan en la verdad". Debemos imitar a los �ngeles en el cielo, que se alegran del arrepentimiento de un pecador. Debemos embeber el esp�ritu del mismo Se�or Jes�s, a quien se representa como regocijo cuando encontr� la oveja que se perdi�. Deber�amos alegrarnos

(1) porque las almas son rescatadas del infierno y de Satan�s;

(2) porque Cristo es glorificado en la salvaci�n de los hombres;

(3) porque los nuevos miembros nacen en la familia de Dios;

(4) porque la felicidad ilimitada est� asegurada.

1 Tesalonicenses 3:10 - Fe defectuosa

Nuestra fe puede ser defectuosa de varias maneras.

1. En su finalidad. Puede mezclarse con incredulidad o con dudas; solo podemos creer parcialmente. Si es as�, que nuestra oraci�n sea: "Se�or, creo; ayuda mi incredulidad".

2. En sus objetos. Puede que no abarque todas las verdades reveladas de la religi�n; podemos ignorar algunos de ellos, o haber adoptado nociones err�neas sobre otros. Si es as�, debemos "agregar a nuestro conocimiento de fe".

3. En su eficacia. Puede ser demasiado de una fe muerta; puede que no se ejercite externamente; Puede que no influya lo suficiente en nuestra pr�ctica. Si es as�, debemos recordar que "la fe, si no funciona, est� muerta".

4. En su firmeza. Nuestra fe puede ser vacilante, inestable, susceptible de fracasar; puede ser variable; a veces podemos ser fuertes en la fe y otras veces d�biles. Si es as�, que nuestra oraci�n sea: "Se�or, aumenta nuestra fe".

1 Tesalonicenses 3:12 - Oraci�n dirigida a Cristo.

Tenemos aqu� una instancia de oraci�n dirigida a Cristo. El ap�stol reza para que Cristo dirija su camino hacia los tesalonicenses y los haga abundar en amor. El m�rtir Esteban exhal� su esp�ritu en una oraci�n a Cristo. Y los cristianos en general est�n representados como aquellos que en cada lugar invocan al Se�or Jes�s. "No hay fundamento", como observa el obispo Alexander, "para cualquier declaraci�n como que 'la oraci�n verdaderamente primitiva y apost�lica es invariablemente para Dios por medio de Cristo'". Cristo mismo es a menudo en la Escritura el objeto directo de adoraci�n. Ahora, si Cristo no es Dios, el ap�stol y los primeros cristianos fueron id�latras. La divinidad de Cristo es la �nica base sobre la cual se puede defender la adoraci�n de Cristo.

1 Tesalonicenses 3:12, 1 Tesalonicenses 3:13 - Progreso religioso.

1. La naturaleza del progreso religioso. Es un aumento en el amor a nuestros hermanos cristianos y a todos los hombres.

2. El fin �ltimo del progreso religioso. El establecimiento de nuestros corazones en santidad, y nuestra presentaci�n sin culpa ante el Se�or Jesucristo en su venida.

1 Tesalonicenses 3:13 - El fin �ltimo de la dispensaci�n cristiana.

El establecimiento de creyentes en la santidad ante Dios en el advenimiento de Cristo es el dise�o supremo del cristianismo. O, como Pablo expresa en otra parte la misma verdad, "Cristo am� a la Iglesia, y se entreg� por ella; para poder santificarla y limpiarla con el lavado del agua por la Palabra, para poder presentarse a s� mismo como una Iglesia gloriosa, no tener mancha, o arruga, o cualquier otra cosa, pero que sea sagrado y sin mancha "( Efesios 5:26, Efesios 5:27). Y nuevamente, "para que se�is irreprensibles en el d�a de nuestro Se�or Jesucristo" ( 1 Corintios 1:8). �Qu� gloriosa consumaci�n! �Qu� perfecci�n de santidad! Cuando la fe y el amor sean ambos perfectos; cuando todo lo que falta en nuestra fe ser� provisto; y todo lo que sea defectuoso en nuestro amor ser� remediado; y cuando toda la Iglesia se presentar� impecable y sin mancha ante Dios; �cuando el pecado y la imperfecci�n moral ser�n excluidos para siempre!

HOMILIAS DE T. CROSKERY

1 Tesalonicenses 3:1 - El dise�o de la misi�n de Timoteo a Tesal�nica.

Cuando el ap�stol ya no pudo controlar su anhelo de ver a sus conversos, les envi� a Timoteo para aliviar su solicitud en su nombre. Su amor por ellos se manifest� en todas las circunstancias de esta misi�n.

I. SACRIFICA SU PROPIO CONFORT INMEDIATO A SU BENEFICIO. "Pensamos que era bueno quedarse solo en Atenas".

1. Aunque Timothy era lo m�s necesario para �l en el ministerio, se separ� de �l por su bien.

2. Atenas, como sede de una idolatr�a ilimitada, ejerci� una influencia tan deprimente sobre �l que necesit� el est�mulo de la sociedad de Timoteo. Sin embargo, se neg� a s� mismo este consuelo para poder servirles.

II SE ENV�A A ELLOS EL M�S ALTAMENTE ESTIMADO DE SUS COMPA�EROS DE TRABAJO. "Nuestro hermano, ministro de Dios y compa�ero de trabajo en el evangelio de Cristo". Selecciona uno que mejor se adapte a ellos por sus dones, su experiencia y su conocimiento de las opiniones y deseos del ap�stol. Los diversos t�tulos aqu� dados a Timoteo ayudan a honrarlo ante las Iglesias y desafiar la confianza permanente de los tesalonicenses.

III. EL DISE�O DE LA MISI�N DE TIMOTHY. Era doble: "establecerlo y consolarlo con respecto a su fe" y "conocer su fe".

1. La necesidad de su misi�n. Las aflicciones que estaban soportando por el evangelio.

(1) Estas aflicciones ten�an una tendencia muy inquietante. "Que nadie se preocupe por estas aflicciones". Los conversos hab�an emergido recientemente del paganismo y, por lo tanto, el ap�stol estaba m�s preocupado por ellos. Sin embargo, como sabemos por la Segunda Ep�stola, se mantuvieron firmes. "Nosotros mismos nos gloriamos en ti en las Iglesias de Dios por tu paciencia y fe en todas tus persecuciones y tribulaciones que soportas" ( 2 Tesalonicenses 1:4).

(2) Estas aflicciones fueron de nombramiento divino. "Por ustedes mismos sepan que estamos designados para ello". Eran, por lo tanto, "ninguna cosa extra�a". Vienen por la voluntad de Dios, quien ha determinado su naturaleza, severidad y duraci�n. "He aqu�, te env�o como ovejas en medio de lobos". Las aflicciones no fueron accidentales.

(3) Fueron claramente previstos por el ap�stol. "Cuando estuvimos contigo, te dijimos de antemano que debemos sufrir aflicci�n".

(a) Es deber de los ministros advertir a sus conversos de la futura aflicci�n, para que no se ofendan por ello.

(b) Los conversos, cuando se les advierte, deben estar preparados, para que no se hundan debajo de ellos, y mucho menos abandonen el evangelio a causa de ellos. "Porque las aflicciones leves no son sino por un momento, y resuelven un peso de gloria excesivo".

(4) Satan�s es la principal fuente de peligro en estas aflicciones. "No sea que el tentador te haya tentado de ninguna manera. El ap�stol" no ignoraba sus artima�as ", y estaba preocupado por temor a que Satan�s obtuviera una ventaja de sus conversos alej�ndolos de la esperanza del evangelio, y haciendo que abandonaran su profesi�n de ello.

(5) La �nica seguridad contra las tentaciones de Satan�s: la fe; porque esta "es la victoria que vence al mundo", este es el escudo "con el que podr�an apagar todos los dardos ardientes de los imp�os".

2. La manera en que la misi�n de Timoteo deb�a ser dada de alta. "Para establecerte y consolarte con respecto a tu fe".

(1) En relaci�n con los tesalonicenses. Timothy lo har�a

(a) establecerlos d�ndoles una nueva exposici�n de la verdad con sus m�ltiples evidencias. La fe m�s fuerte necesita confirmaci�n. Los ap�stoles ten�an la costumbre de confirmar las almas de los disc�pulos ( Hechos 14:22).

(b) Los consolar�a con respecto a su fe al exhibir el ejemplo de Cristo, la gloria que debe obtenerse a Dios de su firmeza, y la esperanza del reino venidero.

(2) En relaci�n con el ap�stol mismo. "Para conocer tu fe". Un objetivo de enviar a Timothy era poner fin a sus propias ansiedades y dudas en su nombre, ya que podr�a temer que "su trabajo ser�a en vano". Podr�a esperar lo mejor, pero temer lo peor, porque estaba profundamente preocupado por su bienestar.

1 Tesalonicenses 3:6 - El feliz tema de la visita de Timoteo a Tesal�nica.

Esta ep�stola fue escrita inmediatamente despu�s del regreso de Timoteo como una expresi�n del gran alivio del ap�stol en sus noticias.

I. Las buenas noticias. "Tu fe y caridad, y que siempre nos recuerdas de nosotros, deseando enormemente vernos, como nosotros tambi�n a ti".

1. Su fe. Le complaci� escuchar la firmeza y solidez de su fe. Abundaron en el

(1) la gracia de la fe, que no era fingida, crec�a y viv�a;

(2) en la doctrina de la fe, que ten�a mucha luz en ella;

(3) en la profesi�n de fe, que mantuvieron firme sin vacilar, por pura conciencia.

2. Su amor. Esto, que era el fruto de su fe, no se hab�a enfriado debido a la iniquidad abundante. Su fe trabajada por el amor. Las dos gracias siempre se encuentran juntas. El amor cristiano debe ser sin disimulo, de hecho y en verdad, ferviente y constante.

3. Su constante y amable recuerdo del ap�stol. "Siempre nos recuerdas bien". Pensaron mucho en sus maestros espirituales, recordaron a sus personas, pensaron en ellos con gratitud y respeto y, sin duda, los recordaron en sus oraciones.

4. Su deseo de ver al ap�stol. Deseaban que sus recuerdos fueran refrescados por una visita personal de �l. Si hubieran comenzado a caerse, no habr�an estado tan ansiosos por verlo. Hab�a un tierno apego en ambos lados, porque hab�a un anhelo en ambos lados por una mayor comuni�n.

II LOS EFECTOS DE ESTAS BUENAS NOTICIAS SOBRE EL AP�STOL. "Por lo tanto, tu fe nos consol� en toda nuestra aflicci�n y angustia".

1. Le permitieron, si no olvidar, al menos soportar, bajo una pesada carga de juicio. Ahora estaba en Corinto, en peligro y persecuci�n de los jud�os, que "se opon�an a s� mismos y blasfemaban" ( Hechos 18:5; 1 Corintios 2:3). Estaba desconsolado y desanimado, casi como un hombre muerto, llevando consigo la muerte del Se�or Jes�s; pero ahora las noticias de Timothy lo revivieron, como la vida de entre los muertos, infundi�ndole nueva vida y vigor. Fue su fe especialmente lo que lo consol�. No hay consuelo para un ministro comparable al que brota de la estabilidad y perseverancia de su pueblo.

2. La continuidad misma de su vida parec�a depender de su firmeza. "Por ahora vivimos, si est�is firmes en el Se�or". El lenguaje es casi dolorosamente fuerte. Les sugiri�:

(1) La necesidad de vigilancia y fe continuas.

(2) El verdadero secreto de la constancia: estar "en el Se�or". As� solo "se construir�an en su m�s santa fe", "continuando firmemente en las oraciones e instrucciones de la Iglesia".

(3) �Cu�nto podr�an afectar, no solo la comodidad, sino la vida de sus maestros, por su vigilancia y perseverancia!

1 Tesalonicenses 3:9, 1 Tesalonicenses 3:10 - La gratitud del ap�stol a Clod y su mayor solicitud por sus conversos.

I. SU GRATITUD POR LA ALEGR�A IMPARTADA POR LAS TIDINGS DE TIMOTHY. "�Por qu� gracias podemos rendirle a Dios nuevamente por ti, por toda la alegr�a con la que nos alegramos por tu bien ante nuestro Dios?"

1. No tiene palabras para expresar su gratitud a Dios por su constancia.

2. La alegr�a que experiment� no estaba en la codicia de ninguna ventaja mundana que hab�a obtenido, sino que era la alegr�a sincera y sincera de alguien profundamente interesado en su bienestar espiritual.

3. Fue alegr�a "ante Dios", que ve y conoce todos los pensamientos y sentimientos internos, y por lo tanto conoce su realidad y poder.

II Su ansiosa oraci�n por ver a los tesalonicenses para obtener m�s beneficios. "Oraci�n nocturna y diurna para que podamos ver tu rostro y perfeccionar lo que falta en tu fe". Sus oraciones tuvieron un fervor extraordinario. Los ministros deben orar mucho por sus reba�os.

1. Las deficiencias en su fe. Ya hab�an recibido la gracia de la fe y la doctrina de la fe, y exhibieron en su plenitud la "obra de la fe". Pero a�n quedaban deficiencias por cubrir.

(1) Su fe quer�a un poder a�n mayor, porque apenas hab�an escapado de todo peligro de reca�da en impurezas paganas.

(2) Quer�a difundirse m�s ampliamente a trav�s de todos los deberes de la vida, ya que necesitaban tener en cuenta la industria honesta y la inactividad de la ropa.

(3) Necesitaban una luz m�s completa en el segundo advenimiento.

2. El dise�o del ministerio es suplir estas deficiencias de fe. El ap�stol anhelaba estar en Tesal�nica una vez m�s, no solo para impartirles "alg�n don espiritual, hasta el fin en que pudieran establecerse" ( Romanos 1:10, Romanos 1:11), sino para darles una ense�anza m�s completa sobre los diversos puntos donde su fe necesitaba ampliaci�n. La obra de Dios es aumentar la fe, pero los ministros pueden promoverla como instrumentos, porque son "para el perfeccionamiento de los santos en el conocimiento del Hijo de Dios". - T.C.

1 Tesalonicenses 3:11 - Oraci�n adicional por su regreso personal a Tesal�nica.

El ap�stol hasta ahora hab�a sido obstaculizado por Satan�s para llevar a cabo su intenci�n. "Pero que Dios mismo y nuestro Padre, y nuestro Se�or Jesucristo, dirijan nuestro camino hacia ustedes".

I. EL AP�STOL RECONOCI� UNA DIVINA MANO EN TODO LO QUE PREOCUP� SU VIDA PERSONAL. Su camino a Tesal�nica parec�a bloqueado hasta el momento, pero sent�a que eso depend�a, no de Satan�s, ni de sus instrumentos malvados, sino de la voluntad de Dios mismo, si alguna vez deb�a tomar ese camino. Esto implica:

1. Nuestros viajes no est�n en nuestro propio poder. El hombre puede planificar sus propios caminos, pero Dios dirige sus salidas; porque "los pasos de un buen hombre son ordenados por el Se�or".

2. Nuestros viajes no deben realizarse sin la voluntad de Dios. ( Santiago 4:13, Santiago 4:14; Romanos 1:10.) Le corresponde a �l d�nde y cu�ndo ir.

3. Est� en su poder solo para eliminar los obst�culos a nuestros viajes.

II EL AP�STOL RECONOCI� ESTA DIRECCI�N PROVIDENCIAL COMO EJERCITADA IGUALMENTE POR EL PADRE Y EL HIJO.

1. �l reza aqu� tanto a Padre como a Hijo. La misma oraci�n se dirige a ambos sin distinci�n, ya que el verbo est� en el n�mero singular. �No debe Jes�s, por lo tanto, ser una persona divina?

2. Aqu� se considera que Padre e Hijo poseen una voluntad indivisible, ejercen una agencia conjunta en la gu�a de los hombres y poseen una igualdad de poder para este fin. Atanasio vio este hecho claramente en la peculiaridad gramatical del pasaje.

3. El ap�stol ejerce una fe apropiada tanto en el Padre como en el Hijo, porque habla de "nuestro Dios y Padre" y de nuestro Se�or Jesucristo. Estaba, por lo tanto, m�s dispuesto a confiar sumisamente a la mano directriz de Dios.�T.C.

1 Tesalonicenses 3:12, 1 Tesalonicenses 3:13 - La oraci�n del ap�stol

por la santificaci�n progresiva de los Tesalonicenses y su perfecci�n final en la venida de Cristo. �l acaba de orar por s� mismo, pero ya sea que vaya a ellos o no, tiene una oraci�n para su beneficio espiritual.

I. CONSIDERA A LA PERSONA A QUIEN SE DIRIGE LA ORACI�N: "Pero que el Se�or te ensanche". Es el Se�or Jes�s, quien, "como el Comprador de la Iglesia con su propia sangre", ha recibido la plenitud del Esp�ritu en beneficio de su pueblo. Fue al Se�or que los ap�stoles se dirigieron a la oraci�n un�nime: "Aumenta nuestra fe".

II LA BENDICI�N OR� POR. "Pero que el Se�or pueda agrandar y hacer que abunden en amor el uno hacia el otro, y hacia todos".

1. La existencia de su amor es francamente admitida. Hab�a hablado de "su trabajo de amor". Reza ahora por su aumento.

2. Su amor deb�a ser un amor abundante.

(1) Hab�a defectos en su amor, como hab�a defectos en su fe, para ser suministrados desde la Fuente inagotable de todo amor.

(2) Los objetos de su amor eran

(a) "unos a otros", los de la familia de la fe, que deb�an tener el primer lugar en sus afectos;

(b) pero "todos los hombres" del mismo modo, como hijos de un Padre com�n, ya que tenemos la oportunidad de hacer el bien a todos los hombres ( G�latas 6:10), siendo el mundo el campo de nuestras labores misioneras . El ap�stol Pedro agrega "amor" a la "bondad fraternal" en la cadena de las gracias cristianas, como si implicara que la bondad fraternal podr�a convertirse en una cosa estrecha y sectaria, y por lo tanto, el amor del hombre como hombre es ordenado.

III. EL DISE�O Y TENDENCIA DE ESTE INCREMENTO PROGRESIVO. "Hasta el final para que �l pueda establecer vuestros corazones inmaculados en santidad ante nuestro Dios y Padre en la venida de nuestro Se�or Jesucristo con todos sus santos".

1. Esto implica que el establecimiento en la santidad est� necesariamente involucrado en la ampliaci�n de la fe y el amor.

2. Implica que la estabilidad en la santidad es el gran final de la vida cristiana en un mundo que sacude a los creyentes por miedos, tentaciones y delirios.

3. Implica que sin santidad perfecta no podemos aparecer sin culpa ante Dios.

4. Implica que la santidad perfecta est� reservada para la segunda venida.

(1) No es alcanzable en esta vida. No estamos aqu� "sin mancha ni arruga".

(2) Est� conectado con la redenci�n del cuerpo.

(3) Est� conectado con la glorificaci�n final de los redimidos; porque todos los santos deben asociarse con el Juez como asesores en el juicio final ( Lucas 22:30; Juan 5:28; 1 Corintios 6:3). Por lo tanto, recemos por el aumento de la fe y el amor, y vivamos en la bendita esperanza del "d�a de Cristo" - T.C.

HOMILIAS DE B.C. CAF�

1 Tesalonicenses 3:1 - Prueba del amor del ap�stol por los tesalonicenses.

I. LA MISI�N DE TIMOTEO.

1. Ya no pod�a soportarlo. Marque la intensidad de su afecto. Repite las palabras dos veces, vers�culo 1 y vers�culo 5, primero en plural, luego en n�mero singular, lo que implica, tal vez, que mientras todos los misioneros anhelaban saber c�mo les iba a los tesalonicenses, su anhelo era el m�s dominante. Debe saber de sus conversos, costarle lo que pueda. El suspenso era agonizante; no pudo soportarlo m�s; tan profundo, tan ardiente, era su inter�s en su estado espiritual. �Qu� ejemplo para los pastores cristianos ahora!

2. Se someter�a a cualquier sacrificio; se quedar�a solo en Atenas. "Alone in London" casi se ha convertido en un proverbio. La soledad no se siente tanto en ninguna parte como en una gran ciudad:

"Desierto abarrotado, donde miles de personas en constante movimiento parecen decir:" �Ve! �No eres nada para nosotros, ni nosotros para ti, lejos! "

San Pablo se sinti� as� en Atenas. Para el estudiante de historia, para el amante de las antig�edades cl�sicas, Atenas es una de las ciudades m�s atractivas. Para San Pablo era casi un desierto. No parece haber encontrado deleite en la belleza natural o en las asociaciones hist�ricas; El �nico objeto de su vida era extender el reino del Redentor, ganar almas para Cristo. Los atenienses de su �poca ten�an mucha curiosidad, mucha versatilidad, pero ninguna profundidad de car�cter, ning�n verdadero anhelo por la verdad. No persiguieron; no ten�an la seriedad suficiente para eso. Pero la burla y la indiferencia eran m�s dolorosas para San Pablo que el peligro y el sufrimiento. No pod�a estar en casa en Atenas. Y �l era uno de esos hombres a quienes la simpat�a es casi una necesidad; Su �nico consuelo terrenal era la sociedad de amigos cristianos. Esta ep�stola muestra la intensidad de sus afectos; apenas puede encontrar palabras lo suficientemente fuertes como para expresar su amor por los tesalonicenses, su anhelo de volver a verlos. Sin embargo, hab�a pasado solo tres semanas, o quiz�s un poco m�s de tiempo, en Tesal�nica. �C�mo, entonces, debe haber apreciado a la sociedad de Timoteo, el m�s querido de todos sus amigos! �l era su hermano, su compa�ero de trabajo; no pod�a evitarlo, especialmente mientras trabajaba en vano, como parec�a, en ese lugar poco agradable. Pero �l lo enviar�a; soportar�a ese aislamiento que era tan opresivo para �l. Incluso para s� mismo era mejor que la cruel incertidumbre que ya no pod�a soportar; y la visita de Timoteo ser�a muy �til para la Iglesia infantil en Tesal�nica. Entonces lo pens� bien; le agradaba, hab�a un placer mezclado con el dolor, que lo dejaran solo en Atenas. Hay un placer en el auto sacrificio, severo pero real; hay una paz en la sumisi�n consciente de la voluntad humana a la bendita voluntad de Dios, una paz no concedida a todos, porque no todos toman la cruz, pero son muy preciosos, muy altos y santos.

3. Entonces envi� a su mejor amigo y compa�ero. Sus palabras muestran c�mo sinti� la separaci�n. Lo describe como su hermano; en otro lugar lo llama su hijo en la fe, su hijo amado. Su presencia, su cuidado amoroso, su afectuosa simpat�a, eran muy queridos por San Pablo. Su ayuda tambi�n fue muy necesaria; �l era el ministro de Dios, el compa�ero de trabajo de San Pablo en el evangelio (las lecturas son algo confusas, pero el significado es claro); Pod�a ayudarlo en su dif�cil y casi despiadado trabajo en Atenas. Al igual que San Pablo, se deleitaba en servir a Dios, en hacer la obra de Dios, en predicar las buenas nuevas de la expiaci�n, la resurrecci�n de Cristo, la vida y la inmortalidad tra�das a la luz por el Se�or Jes�s. Hab�a trabajo, trabajo duro, suficiente y m�s que suficiente para los dos en Atenas; pero San Pablo, en su intensa ansiedad por los tesalonicenses, les envi� a su compa�ero m�s querido y su mejor ayudante. El trabajo antiguo no debe ser descuidado por el nuevo; Es una tentaci�n com�n. El cuidado de todas las Iglesias presion� a San Pablo. El ministro de Dios debe cuidar todas las almas confiadas a su cargo.

II EL PROP�SITO DE LA MISI�N DE TIMOTHY.

1. Para establecerlos. No eran m�s que ne�fitos, cristianos de unos pocos meses. El primer trabajo de atraer hombres para interesarse por la religi�n es a menudo m�s f�cil que el trabajo que sigue de establecerlos y construirlos en la fe. Es dif�cil perseverar; Lo sabemos por nuestra propia experiencia. Puede ser que por la gracia de Dios nos hemos acercado al Crucificado; hemos sentido algo de la dulzura de su precioso amor; nuestros corazones ardieron dentro de nosotros mientras escuchamos su voz, "Ven a m�". En esos momentos, hemos sentido, tal vez, que nuestro trabajo estaba casi terminado y nuestras almas salvadas para siempre; pensamos que nunca podr�amos caer de aquel a quien hab�amos aprendido a amar tanto. Pero un poco, y nos encontramos miserablemente decepcionados. Lleg� el momento de la tentaci�n; o tal vez, sin ninguna tentaci�n definida, la frescura de esos sentimientos brillantes desapareci�; Perdimos nuestro primer amor y volvimos a hundirnos en esa fr�a indiferencia que esper�bamos haber sacudido para siempre. Perdimos todo lo que parec�amos haber ganado; tuvimos que comenzar nuestro trabajo nuevamente. �Pobre de m�! muchos siempre comienzan as�; Su historia espiritual es una serie de oscilaciones entre el descuido permitido y el arrepentimiento d�bil. No hacen ning�n progreso real hacia esa santidad sin la cual no podemos ver a Dios. Necesitan un Timoteo para establecerlos. Es uno de los deberes m�s importantes, uno de los m�s dif�ciles, de los ministros de Dios perseverar a s� mismos, guiar a otros a perseverar.

2. Para consolarlos, o mejor dicho, para exhortarlos. Necesitaban ambos, consuelo y exhortaci�n. La cruz se acercaba. No eran m�s que beb�s en Cristo; se encogieron de su agudeza. Pero "a trav�s de mucha tribulaci�n debemos entrar en el reino de Dios". La gracia de la perseverancia se adquiere mejor en el aire vigorizante de la aflicci�n. "La prueba de nuestra fe genera paciencia". La abnegaci�n, la mortificaci�n de la carne, son, �ay! para muchos de nosotros pero sonidos vac�os. Deben convertirse en realidades en nuestra vida diaria si queremos ser cristianos. La religi�n sentimental de la mera poes�a y el sentimiento es d�bil y enfermizamente ex�tica; nunca soportar� las r�fagas fr�as de tentaci�n, no resistir� en el d�a malo. Timoteo deb�a consolar a los tesalonicenses en sus problemas, exhortarlos a la resistencia paciente, para que su fe no les fallara, sino que m�s bien creciera y aumentara.

3. Para prepararlos para la tribulaci�n.

(1) Las aflicciones deben venir. Es una ley del reino de Cristo. "A quien ama el Se�or, castiga". El Salvador soport� la cruz, despreciando la verg�enza; el cristiano debe considerarlo, siempre "mirando a Jes�s". "Estamos designados para eso", dice San Pablo; no solo �l, sino todos los cristianos. Es la ordenanza de Dios; es "la prueba de la fe, mucho m�s preciosa que el oro". El oro perece, la fe permanece; emitir� en alabanza y honor y gloria en la aparici�n de Jesucristo. Pero "estamos designados para ello". Debemos reconocer esto y aceptarlo alegremente como la ley de nuestra raza cristiana. La cruz es la insignia y el emblema de nuestra religi�n; la cruz es un objeto sagrado a los ojos del cristiano; pero no nos beneficiar� a menos que carguemos con la cruz interior, la cruz espiritual del sacrificio personal forjado en nuestras almas por el poder de Dios el Esp�ritu Santo. El Se�or Jes�s llev� la cruz primero; su muerte en la cruz le dio un significado profundo, horrible y bendecido a la palabra; invert�a la cruz con gloria y solemne belleza y dulzura atractiva Sus santos lo han seguido. Uno tras otro han tomado la cruz; salieron de una gran tribulaci�n. Desde el tranquilo resto del para�so, sus voces parecen flotar todav�a a nuestro alrededor, y nos cuentan el poder de la cruz del Salvador y las grandes recompensas del sufrimiento por su bien. "Estamos designados para eso", dijo San Pablo a los Tesalonicenses; �l no intenta esconderlo de ellos. Eran cristianos muy j�venes, pero, por muy j�venes que fueran, deb�an experimentar la ley del sufrimiento. "Lo sab�as", dice San Pablo; porque sab�an la bendita historia de la cruz, y sab�an el significado de la cruz. Las Iglesias de Macedonia tuvieron una gran prueba de aflicci�n. No estamos llamados a sufrir de la misma manera, pero la cruz todav�a tiene el mismo significado. "En el mundo tendr�is tribulaci�n". "Estamos designados para ello". No estamos en peligro de muerte del m�rtir, pero el esp�ritu del m�rtir es tan necesario como siempre; su esencia radica en la oraci�n que usamos diariamente: "H�gase tu voluntad". No debemos ser movidos por estas aflicciones; no se les debe permitir que nos inquieten, que perturben la firmeza de nuestra fe. La aflicci�n es la atm�sfera ordinaria de la vida cristiana.

(2) San Pablo les hab�a dicho esto. Cuando estuvo con ellos, por poco tiempo, tres semanas o un poco m�s, les advirti� sobre las pr�ximas pruebas. Fue de gran ayuda cuando lleg� el momento. Como dice Cris�stomo, si el m�dico advierte a su paciente sobre los s�ntomas probables de su enfermedad, no est� tan aterrorizado cuando llegan. As�, los Tesalonicenses estaban preparados para ver los sufrimientos de San Pablo y sus compa�eros, se prepararon para seguirlos mientras segu�an a Cristo. El predicador no debe morar exclusivamente en el lado positivo de la religi�n, su belleza y sus alegr�as; �l debe se�alar la cruz; debe prepararse a s� mismo y a su pueblo para soportar la dureza como buenos soldados de Jesucristo.

(3) Pero aunque los hab�a advertido, todav�a estaba ansioso. La aflicci�n hab�a llegado, como �l hab�a dicho. Sab�a que estaban sufriendo; sinti� por ellos en sus pruebas. Especialmente estaba ansioso por saber c�mo esa fe reci�n formada de ellos soportar�a el primer choque de persecuci�n. El tentador los hab�a tentado, eso era seguro. Estas pruebas fueron su trabajo. Fue permitido; fue revocado para siempre, como lo mostr� el evento. Pero vino del mismo malvado que hab�a tentado a Job a maldecir a Dios, y fue frustrado entonces por la paciencia de ese hombre santo, y ahora, por la gracia de Dios, les dio a los tesalonicenses. Pero San Pablo no sab�a el problema. Ten�a miedo de la tentaci�n, y con la tierna y temblorosa solicitud de un padre amoroso que tem�a, no pod�a evitar temer, para que su trabajo no fuera en vano. Mark, nuevamente, su firme creencia en la personalidad de Satan�s. �l conoc�a su malicia; No ignoraba sus artima�as y tem�a por sus hijos en la fe.

LECCIONES

1. Ora por el amor de las almas; busca amar a las almas con un gran amor, como San Pablo anhelaba la salvaci�n de sus conversos.

2. Contentarse, como �l, a sufrir privaciones por las almas de los dem�s.

3. Ora por la gracia de la perseverancia; desconf�a de ti mismo; conf�a solo en Cristo; mira siempre.

4. Esperar aflicciones, castigos; deben venir; forman una parte necesaria de la experiencia cristiana; prep�rate para ellos.B.C.C.

1 Tesalonicenses 3:6 - El regreso de Timoteo.

I. LAS BUENAS NOTICIAS.

1. La fe y la caridad de los tesalonicenses. Esta fue una buena noticia para San Pablo. El evangelio fue una buena noticia para todos los que sintieron la miseria del pecado, para todos los que hab�an sido angustiados por los misterios extra�os y desconcertantes de la vida. Las noticias de un libertador, de una expiaci�n, de la amable ayuda del Esp�ritu Santo de Dios, de la vida eterna por venir, estaban llenas de alegr�a y alegr�a para los tesalonicenses. De esa primera gran alegr�a surgieron otros dones de alegr�a. Los ap�stoles no ten�an mayor alegr�a que escuchar que sus hijos caminaban en la verdad. Hab�an entrado en el significado completo de esa breve oraci�n, "H�gase tu voluntad, as� en la tierra como en el cielo", que hab�an aprendido a compartir la alegr�a santa con la que los benditos habitantes del cielo se regocijan por un pecador que se arrepiente. Las buenas noticias para ellos no significaban este o aquel �xito terrenal, sino el crecimiento en gracia de las almas cristianas. �Nos afecta as� cuando escuchamos las victorias del evangelio, los triunfos misioneros en el extranjero, los pecadores convertidos, las muertes santas en el hogar? Es un �ndice seguro de nuestro estado espiritual. Si conocemos la profunda bendici�n de la comuni�n con Dios, lo consideraremos una buena noticia cuando escuchemos que otras almas son atra�das a esa comuni�n sagrada. La gloria de Dios es el objeto m�s elevado que todos los cristianos verdaderos buscan, y cada alma redimida trae nueva gloria y honor al gran Redentor. Cuanto m�s profundo, m�s puro es nuestro gozo en el crecimiento de la santidad que nos rodea, m�s nos acercamos, mientras estamos en la tierra, al santo gozo del cielo. Timoteo trajo noticias de que la fe de los tesalonicenses no hab�a flaqueado en el ardiente juicio, que su caridad era viva y ferviente. Fue una buena noticia para San Pablo.

2. Su recuerdo del ap�stol. San Pablo ten�a un tierno coraz�n humano; escribe estas palabras, como dice Bengel, con una alegr�a fresca, con el amor m�s tierno. La firmeza de su fe era la parte principal de las buenas nuevas; pero tambi�n su amor personal por el ap�stol era muy valioso para �l. Escuchar que a�n lo amaban, que deseaban enormemente verlo, que recordaban su presencia, sus palabras, su afecto, fue muy dulce para �l.

II S T. El deleite de Pablo.

1. Fue consolado. Necesitaba consuelo y aliento. Desde que dej� Tesal�nica se hab�a encontrado con grandes perplejidades y decepciones en Atenas; y ahora en Corinto estaba trabajando en medio de muchas dificultades, muy acosado por las persecuciones de los jud�os, trabajando duro por su pan de cada d�a. Les cuenta sus necesidades, su aflicci�n. Pero ahora estaba consolado; y fue su fe lo que le dio consuelo, lo que lo alent� en su trabajo. �C�mo debieron complacer estas palabras a los tesalonicenses, que tanto amaban al ap�stol! Escuchar de su fe era una buena noticia para �l; que le digan que esa fe le hab�a dado un consuelo tan profundo en sus problemas debe haber sido una buena noticia para ellos.

2. Su perseverancia le dio nueva vida. Sab�a lo que era morir diariamente, soportar siempre en el cuerpo la muerte del Se�or Jes�s. Pero si la muerte, como �l dice, estaba trabajando en �l, hab�a una nueva vida que la equilibraba; una vida nueva, llena de sentimientos c�lidos y brillantes, llena de grandes esperanzas y aspiraciones ansiosas. Y esa vida fue alimentada y sostenida por el progreso continuo del evangelio. Las noticias de su fe le dieron un sentido de la vida, una energ�a espiritual, una alegr�a an�loga a esa alegr�a en el mero sentido de la vida que experimentamos a veces en el florecimiento de la juventud y la salud. Pero su alegr�a era totalmente espiritual; la vida de Cristo en otras almas parec�a estimular las energ�as de la misma vida divina en s� mismo; sinti� que el agua de la vida dentro de �l brotaba con renovada frescura, mientras escuchaba las alegres palabras de Timoteo que le dec�a c�mo los Tesalonicenses se manten�an firmes en el Se�or. Estaban en el Se�or, como �l, en la esfera de su presencia graciosa, de su obra Divina; y estar en el Se�or es vida, porque �l es la Vida. La vida espiritual consiste en la uni�n con �l, sin la cual no podemos hacer nada. Los cristianos de Tesal�nica estaban en �l; tambi�n San Pablo Su vida y la suya provienen de la misma Fuente. El conocimiento de su fe y amor, su vida espiritual, aviv� la vida Divina que viv�a en �l.

III. Su agradecimiento.

1. �l le agradece a Dios por ellos. �l considera la acci�n de gracias como un retorno debido al Dios Todopoderoso por sus misericordias. Entonces el salmista, "�Qu� le dar� al Se�or por todos sus beneficios para m�?" Cumple su propio precepto: "En todo da gracias". La acci�n de gracias es la salida de un coraz�n amoroso. El amor de Dios es la esencia misma de la religi�n; y cuanto m�s lo amemos, m�s fervientes ser�n nuestras acciones de gracias. San Pablo agradece a Dios por los Tesalonicenses, por su fe y amor: porque la fe y el amor provienen de Dios, quien es el Objeto de la fe, quien solo puede aumentar nuestra fe; quien es Amor, de quien, el Amor m�s elevado, viene todo amor puro y santo.

2. Agradece a Dios por su propio gozo. La alegr�a santa es el fruto del Esp�ritu, el don del Esp�ritu, el anticipo de la alegr�a del cielo; debe emitir en acci�n de gracias. La alegr�a de San Pablo fue plena y completa. �l le agradece a Dios por toda la alegr�a con la que se alegraba. No hab�a sombras para oscurecer su brillo; no hab�a o�do hablar de reca�das entre los tesalonicenses. Y fue puro; podr�a soportar el ojo que todo lo ve de Dios. "Nos alegramos ante nuestro Dios", dice. No hab�a elemento de ego�smo, ni orgullo terrenal, ni motivo inferior, para contaminarlo. Tal gozo en la salvaci�n de las almas es de hecho celestial; Es como la alegr�a inefable con la que los benditos se regocijan ante el trono.

3. Agrega oraci�n a su acci�n de gracias. La oraci�n y la acci�n de gracias siempre van juntas; ellos act�an y reaccionan uno contra el otro. La oraci�n lleva a la acci�n de gracias; la acci�n de gracias presta una energ�a creciente a la oraci�n.

(1) Oraba noche y d�a. El silencio de la noche es un tiempo para pensamientos santos. El salmista pens� en el Nombre de Dios en la temporada nocturna y recibi� consuelo. El cristiano reza; �l mira con Cristo mientras yace despierto en su cama. Rezaba noche y d�a. Mientras trabajaba en su trabajo diario, el arduo trabajo de tejer el pelo de las cabras, siempre rezaba. As� es con los cristianos ahora. Ellos

"Practica su tarea deslumbrante con los pies m�s ocupados, porque sus almas secretas repiten alguna tensi�n sagrada".

(2) �l or� extremadamente. "Por encima de la medida", las palabras significan literalmente. Cuanto m�s rezamos, m�s amamos la oraci�n. Las oraciones del cristiano aumentan en fervor, en fervor y en deleite, cuanto m�s se acerca a Dios. La oraci�n ocupa cada vez m�s de su tiempo; tiende a asumir cada vez m�s su lugar apropiado como la gran obra de la vida, la parte m�s importante de los negocios de cada d�a. El amor de San Pablo por los tesalonicenses profundiz� la importancia de su intercesi�n.

(3) �l or� para poder ver su cara. Ver la cara de un buen hombre, escuchar su voz, tocar su mano, es una fuente de verdadero placer. San Juan confi� en hablar cara a cara con sus amigos cristianos, "para que nuestra alegr�a", dice, "est� llena". As� fue con San Pablo.

(4) Que �l podr�a estar capacitado para hacerles el bien. Hab�a estado muy poco tiempo con ellos. Deseaba darles m�s instrucciones, para llenar lo que les faltaba en su conocimiento. Los cristianos pueden estar viviendo cerca de Dios, pero siempre hay espacio para avanzar m�s en el conocimiento y en la santidad. Un santo de Dios como San Pablo siempre puede hacernos bien.

Aprender:

1. Regocijarse en el progreso espiritual de los dem�s.

2. Agradecer a Dios por ello.

3. Disfrutar las relaciones sexuales con hombres santos. B.B.C.C.

1 Tesalonicenses 3:11 - La oraci�n de San Pablo por sus conversos.

I. DIOS MISMO ES EL �NICO DADOR DE TODAS LAS COSAS BUENAS.

1. Puede dar al ap�stol y sus conversos la gran alegr�a de otra reuni�n. Los tesalonicenses podr�an ser celosos en sus deberes religiosos; San Pablo podr�a rezar en exceso, por encima de la medida; pero es Dios mismo, no ninguna criatura, de quien fluye toda bondad. La palabra au) to j ("�l mismo") es enf�tica. �l solo puede salvar; �l solo es el Dador de la alegr�a. �l es nuestro Dios, por lo tanto es capaz; �l es nuestro Padre, por lo tanto, est� dispuesto a ayudarnos. El suyo es el reino, el poder y la gloria, y nos ama con el amor de un Padre. El ap�stol agrega el Nombre del Salvador: "Dios nuestro Padre y nuestro Se�or Jesucristo". Se dirige a Cristo en el lenguaje de la oraci�n directa. Tambi�n usa un verbo en el n�mero singular. No puede haber una explicaci�n satisfactoria de esto, excepto la proporcionada por las propias palabras de nuestro Se�or, "Yo y mi Padre somos uno". De �l solamente, el Dios Triuno, viene toda bendici�n. �l puede traer a San Pablo nuevamente a los Tesalonicenses. Lo har�, si es bueno para �l y para ellos.

2. Puede aumentar en ellos la gran gracia de la caridad. El amor es la principal de todas las gracias; expulsa todo tipo de pecado poco a poco del coraz�n que llena; consume ego�smo poco a poco con su fuego celestial. Debe abundar en el coraz�n del cristiano, porque es el mejor de todos los tesoros; debe ser ferviente, intenso, porque la tibieza es odiosa para el Se�or. Debe ser amplio en su rango; porque ese amor que descansa en algunos hombres porque son agradables y excluye a otros porque no les agrada, es meramente humano; no de Dios, un mero afecto natural; no la preciosa gracia del amor santo. Dios amaba al mundo; La medida de su amor es el regalo de su Hijo. Sus santos en su pobre camino deben imitarlo. �l solo puede hacer que abunden en el amor; porque el amor es de Dios, y todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El amor es el mejor regalo del buen Esp�ritu de Dios. Debemos codiciar fervientemente esa gran gracia, y buscarla de aquel de cuyo �nico don proviene.

II DIOS PUEDE CUMPLIR EL BUEN TRABAJO QUE COMENZ�.

1. La santidad viene de �l. Sin santidad nadie ver� al Se�or; y es Dios el Esp�ritu Santo quien santifica al pueblo elegido de Dios. �l puede limpiar los pensamientos del coraz�n con su inspiraci�n divina. �l puede hacer que el alma que era impura sea pura e irreprensible. Debemos escuchar su voz hablando en nuestros corazones. Nos controla cuando somos tentados a pecar; nos llama siempre a la santidad, a la auto consagraci�n, a una uni�n m�s cercana con Cristo. Es nuestra parte reconocer su terrible presencia, encogernos con temor piadoso de entristecer al Esp�ritu que mora en nosotros, hacer silencio en nuestros corazones para escuchar su voz, orar con una seriedad cada vez m�s profunda: "Habla, Se�or; porque tu siervo escucha ".

2. �l nos puede permitir perseverar. El salmista dice: "Oh Dios, mi coraz�n est� arreglado, mi coraz�n est� arreglado". Esa fijaci�n, ese establecimiento del coraz�n en santidad, viene de Dios; Es su regalo. "Lo mantendr�s en perfecta paz, cuya mente est� en ti, porque �l conf�a en ti". Necesitamos estar enraizados y arraigados en el amor, ser fortalecidos con todo su poder por su Esp�ritu en el hombre interior. Entonces perseveraremos hasta el fin; entonces seremos hallados inculpables en santidad a la venida de nuestro Se�or Jesucristo con todos sus santos. San Pablo siempre esperaba esa segunda venida; llenaba toda la gama de sus esperanzas. As� deben los cristianos vivir ahora, "buscando y apresur�ndose a la venida del d�a de Dios".

LECCIONES

1. San Pablo ora para que Dios dirija su camino a Tesal�nica. Podemos orar por la gran bendici�n de la relaci�n con aquellos a quienes amamos; pero debe estar "en el Se�or", en humilde sumisi�n a su voluntad.

2. Pero, sobre todo, debemos orar por su continuo crecimiento en gracia y santidad, en preparaci�n para la venida del Se�or.�B.C.C.

HOMILIAS POR R. FINLAYSON

1 Tesalonicenses 3:1 - El tema sigue siendo Gran deseo de ver a los Tesalonicenses.

I. PABLO SOLO EN ATENAS. "Por lo tanto, cuando ya no pod�amos resistir, pensamos que era bueno quedarse solo en Atenas". Se contin�a el uso del plural; pero debe considerarse corregido por el uso del singular en el quinto verso. La correcci�n se relaciona con la misi�n de Timoteo, que debe entenderse como una cobertura de lo que Pablo dej� en Atenas. Por falta de materiales completos, es dif�cil entender la relaci�n de lo que se dice en los Hechos de los Ap�stoles con lo que se dice aqu�. Pero la explicaci�n m�s probable de los asuntos parece ser la siguiente. Silos y Timothy se quedaron atr�s en Beraea. Los que condujeron a Pablo desde Berea lo llevaron hasta Atenas; e inmediatamente regres� con un mandamiento a Silos y Timothy para que acudieran a �l a toda velocidad. Aqu� viene el enlace que se da aqu�: Por lo tanto (es decir, debido a su esfuerzo por ver a los tesalonicenses haber demostrado ser abortivos dos veces) cuando ya no pod�a dejar de soportarlo (es decir, cuando ten�a que aliviar su sensaci�n de ser hu�rfano) , pens� que era bueno quedarse solo en Atenas. Este fue un cambio de plan, pero surgi� del mejor sentimiento. Envi� a Beraea un segundo mandamiento, que Timothy deber�a ir a Tesal�nica antes de unirse a �l, mientras que Silas permaneci� en Beraea. En ese caso, Paul realmente se qued� atr�s en Atenas, aunque no con el mayor literalismo. Se qued� atr�s desde el punto de vista de Timothy yendo a Tesal�nica, y tambi�n de su intenci�n de haber tenido a Silas y Timothy con �l en Atenas. Fue el estar solo en Atenas lo que le hizo pensar en enviar a Silas y Timothy, mientras sus conductores de Beraea a�n no se hab�an ido. Sinti� que la atm�sfera era tan opresiva m�s all� de sus expectativas que ansiaba su compa�erismo. Y mientras los estaba esperando, como aprendemos de los Hechos de los Ap�stoles, el sentimiento no disminuy�. Sali� a esta hermosa ciudad asociada con el mayor refinamiento intelectual. Y, aunque era un hombre de intelecto gigantesco, no se sinti� atra�do por el estudio de sus obras de arte o filosof�as. No, fueron las sandalias gospel con las que calzaron sus pies. Fue a la luz de Cristo que contempl� la ciudad. Sus principales obras de arte fueron templos. All�, en el Are�pago, hab�a un templo de Marte, con el santuario subterr�neo de las Furias. En la prominente Acr�polis se encontraba el Parten�n, o templo de Atenea, la protectora de la ciudad y, junto a ella en magnificencia, el Erectheum con sus deidades que presiden. Una tercera roca se asoci� con Jove. Hab�a un altar de Prometeo dentro de los bosques de la Academia; El Liceo fue dedicado a Apolo. A cada paso hab�a estructuras conectadas con la adoraci�n id�latra, y, entre los muchos, el ojo del ap�stol detect� un altar con esta inscripci�n, "Al Dios Desconocido", del cual luego aprovech� para predicar a los atenienses algunas de las primarias. Las verdades de la religi�n. Fue mientras estaba solo en esta ciudad llena de �dolos, oprimidos por sus falsas formas de religi�n, que anhelaba que Silas y Timothy se le acercaran. Pero, por fuerte que fuera su deseo de tener comuni�n, pronto fue dominado por otro, a saber. deseo hacia los Tesalonicenses, por la satisfacci�n de que estaba dispuesto a hacer sacrificios al quedarse solo en Atenas.

II MISI�N DE TIMOTEO CON REFERENCIA A LOS TESALONICENSES. "Y envi� a Timoteo, nuestro hermano y ministro de Dios en el evangelio de Cristo". Timothy a veces se llama hijo de Paul; �l est� aqu� llamado su hermano. Era un hijo que ya hab�a crecido para ser compa�ero y asociado en el trabajo. �l fue uno a quien Pablo le dio el mandamiento, pero fue propiamente de Dios que se puso de pie o cay�. La esfera en la que ministr� a Dios fue el evangelio de Cristo. Era su deber en general llevar el evangelio de Cristo a las necesidades de los hombres. Pero pensemos que es su deber especialmente llevar el evangelio de Cristo a las necesidades de los tesalonicenses.

1. Timoteo deb�a tratar de influir en ellos para que no fueran movidos por las aflicciones acuciantes. "Para establecerte y consolarte con respecto a tu fe; que nadie se conmueva por estas aflicciones". Las aflicciones, no limitadas a los tesalonicenses, sino que tienen la primera referencia a ellas, se consideran presentes. Fueron las aflicciones de Tesal�nica las que obligaron a Pablo a abandonar Tesal�nica mucho antes de lo que pretend�a. Fue de alguna manera las aflicciones de Tesal�nica lo que lo sigui� a Berea. Al momento de enviar a Timoteo, pudo haber tenido informaci�n tard�a de las cosas que sufrieron los tesalonicenses de sus propios compatriotas. Por indicaciones, entonces, solo pod�a pensar en las aflicciones como lo que podr�an experimentar en cualquier momento. Como consecuencia de estas aflicciones, Timoteo fue enviado a establecerlas. Era un trabajo que podr�a exponerlo a los ataques de los virulentos jud�os de Tesal�nica; y este trabajo de establecimiento generalmente est� comprometido con hombres mayores. Pero aquello por lo que �l mismo se estableci� fue su mensaje. Y era para esto que deb�a buscar establecer a los Tesalonicenses. Deb�a exhortarlos (no consolarlos) con respecto a su fe, para que ning�n hombre fuera movido por estas aflicciones. Deb�a sostener persuasivamente ante ellos el evangelio de Cristo, para que as� se fortaleciera su fe y se les impidiera apostatar.

2. Hab�a raz�n para que no fueran conmovidos por las aflicciones. "Por ustedes mismos sepan que aqu� estamos nombrados. Porque en verdad, cuando estuvimos con ustedes, les dijimos de antemano que debemos sufrir aflicci�n; as� como suceda, y ustedes lo saben". Los tesalonicenses, y tambi�n Pablo, y no solo ellos, fueron designados para sufrir aflicci�n. Fue el decreto soberano y omnisciente de Dios que, a trav�s de la aflicci�n de su pueblo, el evangelio se extendi� al extranjero y se transmiti� a las generaciones futuras. Y esa era una raz�n por la cual no deb�an ser movidos en la aflicci�n. No se les hac�a el deporte del azar, o simplemente se los dejaba a la voluntad de sus enemigos; pero se somet�an al nombramiento razonablemente necesario de su Padre celestial, y eso junto con otros. Los tesalonicenses conoc�an bien esta doctrina. Paul les hab�a ense�ado cuando estaba con ellos. Y en esto simplemente estaba siguiendo al gran Maestro. Era imposible para �l tener falsas expectativas. Les dijo a qui�n les pidi� que entraran en su servicio que deb�an calcular el costo; podr�an ser llamados incluso a dar la vida por �l. Y al final recurre a esto al hablar con sus disc�pulos. "Si el mundo te odia, sabes que me ha odiado antes de odiarte. Recuerda la palabra que te dije: Un siervo no es mayor que su se�or. Si me persiguieron, tambi�n te perseguir�n a ti; si ellos cumpl� mi palabra, ellos tambi�n guardar�n la tuya ... Estas cosas te he hablado para que no se te haga tropezar. Te echar�n de las sinagogas: s�, llega la hora en que todo el que te mate piensa que �l ofrece servicio a Dios. Y estas cosas har�n, porque no han conocido al Padre, ni a m�. Pero estas cosas te he hablado, para que cuando llegue su hora, puedas recordarlas, como yo te lo dije." Como Pablo, despu�s del Maestro, ense��, as� sucedi� y tuvieron experiencia. Estando as� preparados de antemano, su aflicci�n, en lugar de sacudirlos, fue preparada para tener un efecto de confirmaci�n sobre ellos.

III. MISI�N DE TIMOTEO CON REFERENCIA A PABLO. "Por esta causa, tambi�n, cuando ya no pude resistir, envi� para conocer tu fe, para que el tentador no te hubiera tentado de ninguna manera, y nuestro trabajo sea en vano". Parece mejor conectar "tambi�n" con "enviado", como es gramaticalmente permitido. �l envi� no solo por el bien de los Tesalonicenses, sino tambi�n por su propio bien. La aflicci�n fue una raz�n especial por la cual �l, Paul (el singular presentado), ya no pod�a soportarlo. Quer�a informaci�n sobre su fe. Conectado con esto estaba la ansiedad. De hecho, el tentador los hab�a tentado. Dios no tienta a nadie; solo busca a trav�s de la aflicci�n conquistar a su pueblo. A trav�s de la aflicci�n, Satan�s, seg�n su naturaleza, hab�a tratado de seducir a los tesalonicenses a la apostas�a. Y podr�a ser que de alguna manera (porque es f�rtil en medios) hab�a tenido �xito en su nefasto objeto. En ese caso, su trabajo entre los Tesalonicenses y su laboriosa oraci�n por ellos, en todo lo cual ten�a un inter�s natural ante Dios, ser�a en vano. Ser�a como si su suerte nunca hubiera sido lanzada entre ellos. Deseando, entonces, que su mente se aliviara de este estado de ansiedad, hab�a enviado a Timothy.

IV. BUENAS NOTICIAS DE SAL�NICA. "Pero cuando Timoteo vino a nosotros desde nosotros, y nos trajo buenas noticias". Mientras tanto, Paul hab�a ido de Atenas a Corinto, donde, seg�n Hechos 18:5, Silas y Timothy se unieron a �l. No perdi� tiempo en escribir a Tesal�nica despu�s de su llegada. Timothy, que parece no haberse retrasado por cierto, fue el portador de buenas noticias, de una especie de ser evang�lico. de hecho, noticias del fruto del evangelio. Anunci� lo que el evangelio hab�a forjado para los Tesalonicenses en tres detalles.

1. "De tu fe". Timothy pudo decirle a su maestro, por quien hab�a sido enviado, que ten�an tanta influencia sobre la ayuda Divina, que pudieron resistir los ataques de sus enemigos.

2. "Y el amor". Tambi�n tuvo esta buena noticia para contarle a Pablo que, ante la oposici�n, no estaban debilitados por la divisi�n, sino que solo se un�an m�s en los lazos del amor cristiano.

3. "Y que siempre os acord�is de nosotros, deseando vernos, as� como nosotros tambi�n a ustedes". Ten�a m�s noticias que transmitir, que ten�an una impresi�n viva de todo lo que hab�a sido para ellos, a quienes, bajo Dios, m�s que a ning�n otro, les deb�an su existencia como Iglesia. Su nombre era el sabor de un olor dulce entre ellos. En todo momento pensaban en �l con placer. Y como se les hab�a dicho que deseaba verlos, deseaban que se les dijera que ten�an ganas de volver a ver la cara, y no menos de volver a escuchar la voz de su maestro.

V. CONFORT IMPARTADO POR LAS BUENAS NOTICIAS. "Por esta causa, hermanos, fuimos consolados sobre ustedes en toda nuestra angustia y aflicci�n a trav�s de su fe: porque ahora vivimos, si permanecen firmes en el Se�or". "Como aguas fr�as para un alma sedienta, tambi�n son buenas noticias de un pa�s lejano". Cuando Jacob supo que Jos� estaba vivo, su esp�ritu revivi�. Paul lo hizo. no un poco de angustia y aflicci�n, de problemas externos, que eran tensos y opresivos, tanto en Corinto como en otros lugares; pero, cuando llegaron las buenas noticias con respecto a sus conversos de Tesal�nica, olvid� su angustia y aflicci�n. Se consol� sobre ellos, en su melanc�lico amor. Lo que en ellos le comunicaba especialmente consuelo era su fe, es decir, la fe que les permit�a mantenerse firmes en el Se�or. Era tan dependiente de ellos para la felicidad, que solo realmente viv�a, ten�a vida en su vigor y elasticidad, si pod�a pensar en ellos como si estuvieran firmes en el Se�or. Si bien �l reconoce su firmeza en el pasado, les pide gentilmente que se mantengan firmes en el futuro. Que no les quiten la condici�n de su felicidad. Un padre cristiano depende de su felicidad en la conducta de sus hijos. Si �l oye hablar de ellos, cuando salen al mundo vienen a su juicio, como partiendo del Se�or, entonces su esp�ritu es aplastado. Pero si escucha un buen informe de ellos como si estuvieran firmes en el Se�or (en su fuerza y ??prop�sito), entonces sus huesos engordan. Y as� es con un ministro cristiano y su pueblo.

VI. ACCI�N DE GRACIAS POR LA CUENTA DE LAS BUENAS NOTICIAS. "�Por qu� acci�n de gracias podemos volver a rendirle a Dios por ti, por toda la alegr�a con que nos alegramos por tu bien ante nuestro Dios?" Las buenas noticias, las buenas nuevas llenaron de alegr�a el coraz�n del ap�stol. Hay una alegr�a no autorizada que no merece el nombre de la alegr�a. No conectado con un reconocimiento de Dios, no de acuerdo con las leyes de Dios, no puede soportar la inspecci�n Divina. La alegr�a del ap�stol por sus conversos de Tesal�nica no era de esta naturaleza. Se extendi� sobre un amplio rango, pero sobre todo el rango se alegraba por ellos ante Dios. No era una alegr�a alejada de Dios, sino una alegr�a a la que pod�a pedirle a Dios que estuviera al tanto, como alegr�a en su estado cristiano, especialmente en su firmeza cristiana. Esta alegr�a pura, que era su vida, el ap�stol derram� en acci�n de gracias. Fue solo Dios quien hizo que su monta�a se fortaleciera; a �l, por lo tanto, se le debieron todos los elogios. El D�a de Acci�n de Gracias es un retorno que Dios desea de nosotros por sus misericordias. Y a menudo debemos sentir, con el ap�stol, que no podemos hacer un retorno suficiente de esta forma por las misericordias otorgadas a nosotros mismos y a los dem�s.

"Por toda la eternidad para ti, una canci�n alegre que levantar�; porque, �oh! La eternidad es demasiado corta para pronunciar toda tu alabanza".

VII. Oraci�n con la cual se mezcla la acci�n de gracias. "Noche y d�a rezando excesivamente". Dio gracias cuando or�, y eso fue d�a y noche. Tom� prestado de ambos, lo que sugiere que la ma�ana y la tarde son estaciones apropiadas para el deber de la oraci�n. �Qu� apropiado que en la ma�ana nos volvamos a Dios y consagremos a �l los poderes que ha renovado! Cu�n apropiado es eso antes de regresar al mundo, para satisfacer sus tentaciones, para que se le conf�en oportunidades de utilidad, para cumplir con lo que la Providencia nos espera, cu�n apropiado es que antes de dar el primer paso debemos implorarle el favor a quien Depende mucho de cada d�a! Tambi�n es apropiado que por la noche agradezcamos a Dios por los beneficios del d�a, que busquemos ser liberados de la carga de sus transgresiones, y que nos comprometamos durante la noche a mantener a aquel que tampoco duerme ni duerme! Podemos entender que el ap�stol tomar�a prestado en gran medida frente a la noche; porque, aparte de su trabajo d�a y noche, sus oraciones aqu� se describen como m�s all� de toda medida. �Qu� reprensi�n para aquellos que, en lugar de romper los l�mites de la impetuosidad de la devoci�n, reducen sus oraciones dentro de una peque�a br�jula u las omiten por completo! Aqu� descubrimos el secreto de su poder; y volvamos a su estilo de rezo, en esta �poca de desvalorizaci�n, sin p�rdida de intensidad, m�s all� de los l�mites. Dos temas de oraci�n.

1. "Para que podamos ver tu cara". James Martineau ha dicho de Paul que "su alma ardiente y generosa no se hab�a aferrado a ning�n objeto vivo, sino a una abstracci�n, algo de su propia mente, la verdad". "que no descans� en ninguna parte el tiempo suficiente para sentir su naturaleza silenciosa pero irrevocablemente deposit�ndose all�, pero que en todo momento estaba listo para recoger sus sentimientos y transmitir"; que amaba a sus disc�pulos menos en sus personas individuales y por su propio bien que como depositarios de la verdad, como eslabones de una cadena de mentes vivas por las cuales esa verdad completar�a su circuito y encontrar�a un pasaje para su poder renovador. Pero es dif�cil saber qu� es el apego personal, si no hay marcas en Pablo. �Simplemente reuni� sus sentimientos y pas�, cuando fue impulsado por la persecuci�n de Tesal�nica? No; los tesalonicenses, en el corto tiempo, hab�an obtenido un lugar en su coraz�n, que no era transitorio, que tienen hasta el d�a de hoy en el cielo. Y d�a y noche, cuando �l estaba fuera, se presentaron ante �l en su audiencia con Dios; y lo que, yendo m�s all� de los l�mites, pregunt� fue en parte esto: para poder ver su cara. Deseaba tener comuni�n con ellos, alma con alma, tal como se promueve mejor mediante el coito personal directo. El hecho de que abrazara tanto a su afecto, que no pod�a darles m�s tiempo individualmente, no hizo que su apego fuera menos personal.

2. "Y puede perfeccionar lo que falta en su fe". Es cierto que Pablo ten�a un objeto m�s all� de ver su rostro, y era que �l podr�a impartirles mejor beneficio espiritual. Pero, �le est� dando importancia a la persona solo como un hogar para la verdad? Si es as�, entonces es lo que deber�a ser cierto para todo afecto. Cuanto m�s ardientemente amamos a las personas, m�s deber�amos amarlas no solo como seres terrenales, sino m�s bien como teniendo una constituci�n celestial, como aquellos en quienes es apropiado que la verdad tenga un lugar de descanso y un hogar. Cuanto m�s nos encanta ver su rostro, m�s debemos tratar de perfeccionar lo que falta en su fe. Pablo no quiso reflexionar sobre los tesalonicenses, que eran poco m�s que principiantes como creyentes. No era de esperar que hubieran llegado a la medida completa de la fe. Hab�an superado las pruebas a las que hab�an sido sometidos, pero podr�a haber pruebas m�s fuertes. Ni ellos ni �l hab�an llegado a la fe plena del Maestro, que hab�a soportado incluso el abandono del Padre. Privilegiado de estar entre ellos, solo pod�a esperar ser �til para compensar las deficiencias de su fe mediante una exhibici�n m�s completa y sincera de la verdad del Evangelio.

VIII Oraci�n lanzada en forma para ser escuchada por Dios. Dos peticiones correspondientes a los dos temas de oraci�n.

1. "Ahora que nuestro Dios y Padre mismo, y el Se�or Jes�s, dirijan nuestro camino hacia ustedes". Pablo or� para que su camino fuera dirigido a los Tesalonicenses. De la misma manera, el siervo de Abraham or� para que su camino prosperara en la obtenci�n de una esposa para Isaac. Podemos aprender que debemos hacer que incluso los arreglos externos sean sujetos de oraci�n. "Nuestro Dios y Padre mismo ... dirigen nuestro camino hacia ti". Satan�s, con sus cualidades misantr�picas, logr� obstaculizarlo dos veces en sus esfuerzos por proceder a Tesal�nica. �l mira por encima de sus propios esfuerzos d�biles y los obst�culos de Satan�s, a Dios, en su todopoderoso y paternal, para dirigir su camino hacia los Tesalonicenses. "El Se�or Jes�s dirige nuestro camino hacia ti". Podemos aprender que es correcto orar a Cristo, aunque es m�s com�n orar al Padre por medio de Cristo. El camino de sus sirvientes, incluso el camino externo, est� en sus manos soberanas. No debemos olvidar que �l controla todas las cosas en el cielo y en la tierra. En este verso hay una combinaci�n de n�meros m�s notable: dos nominaciones seguidas, no por un plural, sino por un verbo singular. Es una de las pruebas m�s llamativas de la Escritura, m�s a�n, por cierto, de la unidad absoluta del Padre y el Hijo. Atanasio hizo uso efectivo de �l, en su caso contra Arrio.

2. (1) M�s inmediatamente. "Y el Se�or te hace aumentar y abundar en amor uno hacia el otro, y hacia todos los hombres, as� como nosotros tambi�n lo hacemos hacia ti". Si hay alguna distinci�n entre los dos verbos principales aqu�, es que el primero se refiere m�s al rango, el segundo al grado. Est� impl�cito que los tesalonicenses ya aumentaron y abundaban en el amor; todav�a hab�a espacio para cosas m�s altas. "Ya sea que venga o no, el Se�or te haga crecer y abundar en amor". Deb�an aumentar y abundar en amor el uno hacia el otro (dentro del c�rculo cristiano en Tesal�nica) y hacia todos los hombres (el c�rculo cristiano m�s amplio y, m�s all�, el mundo que yace en la maldad). Esto est� en conformidad con lo que dice Pedro, que a la bondad fraternal debemos agregar caridad. Hay una concentraci�n de nuestros afectos en nuestro hogar. Pero no debemos ego�stamente confinarlos all�; m�s bien debemos llegar all� refresco para un c�rculo m�s amplio. Entonces hay una concentraci�n de nuestros afectos en la Iglesia o en el hogar ampliado. Pero no debemos convertirlo en un gremio cercano; m�s bien, en su refrescante compa�erismo, debemos estar preparados para abrazar nuestro afecto al mundo entero. El ap�stol apoya su petici�n con su propio ejemplo. Es literalmente, "as� como nosotros tambi�n hacia usted". Y es mejor dejarlo as� indefinido, para que el ejemplo de Pablo se extienda sobre el pasado y el presente. No era uno que hubiera limitado sus afectos a ning�n c�rculo estrecho; pero hab�an salido hacia ellos en Tesal�nica y todav�a estaban saliendo. Es cierto que, cuando la verdad encuentra un hogar en una persona, hay una mirada m�s all� de �l para encontrar su hogar en los dem�s. Y cuanto m�s real y profundamente nos apeguemos a los hombres como personas, m�s nos sentiremos con Pablo para verlos como designados para la transmisi�n de la verdad.

(2) En definitiva. "Hasta el final, �l podr� establecer vuestros corazones inmaculados en santidad ante nuestro Dios y Padre, en la venida de la Cuaresma de Jes�s con todos sus santos". Al establecer nuestros corazones, debemos comprender que se nos hace pruebas en nuestro ser m�s �ntimo contra la tentaci�n, que se nos coloca por encima del alcance de una ca�da. Esto se lograr� por amor proveniente de la fe. Como se dice que el amor es el cumplimiento de la Ley, y el v�nculo de la perfecci�n, aqu� se considera que est� consumando nuestro establecimiento. Debemos ser establecidos, para estar en la esfera de la santidad, la santidad sin culpa, y eso bajo el ojo inquisitivo pero amoroso de Dios. Tal consumaci�n parece mucho m�s all� de nosotros en la actualidad; pero se realizar� para nosotros en la venida de nuestro Se�or Jes�s con todos sus santos. Su poder, siempre el mal de nuestros corazones, a trav�s de Su sangre y Esp�ritu, se manifestar� plenamente. Con santidad imperfecta ahora, entonces seremos santos de verdad. Y como los santos de Cristo, los trofeos de su poder, asistiremos a �l en su venida, y aumentaremos la majestad de su tren. Entonces, demos amor al alcance de nuestro ser, al desalojo del pecado, a la llegada de la santidad, para que en el d�a del triunfo de Cristo podamos estar, con los santos: en su tren.-R.F.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

1 Tesalonicenses 3:5 - C�mo la obra del evangelio puede verse frustrada por la tentaci�n.

San Pablo acaba de referirse al obst�culo externo a su viaje que Satan�s pudo arrojar en su camino ( 1 Tesalonicenses 2:18). Ahora escribe sobre una oposici�n sat�nica mucho m�s seria en la tentaci�n de sus conversos a la infidelidad. Est� ansioso de que, durante su ausencia, la feroz enemistad de los jud�os, ya sea por alg�n ataque m�s violento contra la Iglesia o por el acoso de la persecuci�n incesante, pueda haber roto la fidelidad de los cristianos en Tesal�nica. Y muestra su ansiedad enviando a preguntar sobre el estado de la Iglesia de Tesal�nica. El peligro en el que se encuentran estos cristianos griegos acosa al pueblo de Dios en todas las edades, aunque la forma en que se presenta var�a considerablemente.

I. EL TENTADOR LEVANTA TENTACIONES PARA FRUSTRAR EL TRABAJO DEL EVANGELIO.

1. El tentador proporciona tentaciones. Una tentaci�n implica dos cosas:

(1) un apetito o deseo latente en la mente de los tentados, cuyo apetito o deseo puede ser natural o adquirido, inocente o corrupto, como el instinto innato de autoconservaci�n o el ansia artificial de bebida fuerte; y

(2) circunstancias externas que tienden a despertar el anhelo interno. Ahora, el tentador puede trabajar a trav�s de cualquiera de estos dos elementos de tentaci�n. Puede influir en la mente hacia ciertos pensamientos e impulsos, o puede presentarle a la mente ocasiones de pecado provocando un arreglo de circunstancias que apelar�n al deseo interno de tal manera que la indulgencia sea ilegal. As�, los peligros apelan al instinto de autoconservaci�n y delicias prohibidas al amor al placer.

2. Estas tentaciones tienden a frustrar la obra del evangelio. Todo se deshace si la Iglesia demuestra ser infiel. Se puede adquirir un alto conocimiento, se puede perfeccionar una organizaci�n elaborada, se puede lograr un trabajo ocupado y, sin embargo, si se invade la pureza de la vida espiritual o se corrompe la fidelidad que debe marcar al soldado de Cristo, el trabajo que llev� a los m�s felices Los resultados son todos en vano.

II El tentador solo puede frustrar el trabajo del evangelio cuando el tentador cede a la tentaci�n.

1. El poder del tentador se limita a la tentaci�n. �l puede persuadir; No puede obligar. Puede usar amenazas, o puede usar la cautela. Pero no puede usar la fuerza. Porque la violencia que se hace al cuerpo del m�rtir no es violencia a su alma, sino solo una poderosa influencia persuasiva. Satan�s anda como un le�n rugiente. Tiene una garganta profunda, pero colmillos romos.

2. Somos libres de resistir la tentaci�n. La tentaci�n no puede destruir el libre albedr�o. El tentador simplemente trata de inducirnos a elegir el mal. Si no lo elegimos, �l no tiene poder. Y la decisi�n recae completamente en nosotros mismos.

3. La gracia de Dios nos ayudar� a resistir la tentaci�n de manera efectiva. No nos quedamos solos para luchar con el tentador. Si Satan�s est� contra nosotros, Dios est� por nosotros. Se proporcionan influencias m�s fuertes y m�s fuertes para el bien para contrarrestar las influencias del mal. Pero estos est�n igualmente fuera de nuestra libertad de elecci�n: buena persuasi�n frente a mala persuasi�n. Es para que nos prestemos a la gracia �til de Dios en Cristo si queremos ser fuertes para resistir la tentaci�n y evitar que la obra del evangelio se vea frustrada en nosotros.

1 Tesalonicenses 3:8 - La devoci�n de San Pablo a sus conversos.

I. UNA IMAGEN DE AMOR CRISTIANO. San Pablo est� intensamente dedicado a sus conversos. Su prosperidad es su vida, su infidelidad su muerte. El amor a los hermanos es un rasgo notable en el car�cter cristiano primitivo, �m�s llamativo que, por desgracia! Est� en la Iglesia moderna. Un ap�stol sinti� m�s que un amor fraternal por las Iglesias que hab�a plantado. Su afecto era el de un padre por sus hijos.

1. El cristianismo promueve el cuidado de los dem�s. Se opone directamente a una exclusividad ego�sta tanto en asuntos espirituales como mundanos. Como le dice a un hombre que no solo se preocupa por enriquecerse con riqueza material, tambi�n le proh�be buscar solo la salvaci�n de su propia alma. La Iglesia de Cristo siempre debe tener en cuenta el objeto que Ignacio de Loyola propuso como el gran fin de la sociedad de los jesuitas cuando escribi�: "El fin de esta sociedad no es solo, con la gracia de Dios, dedicarnos para la salvaci�n y la perfecci�n de nuestras propias almas, pero tambi�n, con la misma gracia divina, para trabajar arduamente por la salvaci�n y la perfecci�n de nuestro pr�jimo ".

2. El cristianismo une a los cristianos en estrechos lazos de afecto. Este es su objetivo, y esto es lo que hace cuando no se ve obstaculizado por el ego�smo y la frialdad culpables. El evangelio introduce una nueva experiencia en el mundo. El amor cristiano es muy diferente a la amistad pagana, siendo

(1) m�s amplio;

(2) m�s profundo, fundado en la uni�n espiritual; y

(3) m�s c�lido.

II UNA INDUCCI�N A LA FIDELIDAD CRISTIANA.

1. El incentivo es primero directo y personal. San Pablo insta a los tesalonicenses a ser firmes porque siente que su propia vida est� envuelta en su fidelidad. Por su bien, si no es por el suyo, desea que resistan las tentaciones que los est�n probando. Sin duda, un hombre tan devoto y afectuoso como San Pablo ser�a capaz de aportar un gran peso de persuasi�n a sus conversos mediante este llamamiento a su consideraci�n por su padre espiritual. Una influencia similar puede ser �til ahora. Si conocemos a alguien que ha trabajado, rezado y observado por nuestra alma, seguramente el deseo de no llorarlo al final demostrando que todo su trabajo ha sido en vano deber�a ser un motivo para sacar provecho de ello. El erudito deber�a sentir as� hacia su maestro, el ni�o hacia su madre cristiana; sobre todo, cada uno de nosotros hacia Cristo, para que su trabajo no sea en vano, que, despu�s de todo lo que ha sufrido por nosotros, no debemos hacer que suframos por nosotros.

2. Adem�s, el incentivo es general e inferencial. Si la firmeza de los tesalonicenses fue motivo de profunda preocupaci�n para San Pablo, debe haber sido de gran importancia en s� misma. Aqu� hay una raz�n fuerte para no pensar a la ligera en la fidelidad cristiana. Un ap�stol siente que vive en la fidelidad de sus conversos. �Cu�n sumamente necesaria debe ser esa fidelidad para ellos! �Cu�n sumamente necesario debe ser para la Iglesia!

III. UN EJEMPLO PARA EL TRABAJO CRISTIANO. La Iglesia en Tesal�nica fue fiel. San Pablo no estaba decepcionado con sus amigos. El secreto de esta firmeza puede verse en el esp�ritu del ap�stol. No era un predicador superficial. No solo estaba su coraz�n en su trabajo; su coraz�n estaba con la gente a quien ministraba. Su fidelidad y fracaso eran cuestiones de vida o muerte para �l. El siervo de Cristo tiene aqu� un ejemplo de supremo inter�s. Aprendizaje, elocuencia, santidad, celo, todos fallan sin amor. El predicador que se identifica con su pueblo es el m�s exitoso en ganarlos para Cristo. � W.F.A.

1 Tesalonicenses 3:12 - El aumento del amor.

I. EL INCREMENTO DEL AMOR ES LA PRIMERA ESENCIAL DEL PROGRESO CRISTIANO. San Pablo lo establece primero y por s� mismo como la ra�z y el secreto de la santidad sin culpa delante de Dios, a la que considera la gran consumaci�n de la perfecci�n. Con demasiada frecuencia, la Iglesia ha ignorado esta nota principal de progreso, prefiriendo el crecimiento del conocimiento, la actividad ampliada y la influencia m�s extendida en el mundo. Pero hay que ver que la �nica medida de prosperidad espiritual es el grado en que abunda el amor. Las razones de esta honra del amor cristiano son evidentes.

1. El amor es lo m�s parecido a Dios de todas las experiencias humanas. Estamos m�s cerca de Dios cuando nos amamos m�s.

2. El amor es la gracia m�s fruct�fera. Hace m�s bien al mundo e inspira el mejor servicio de Dios.

3. El amor es la base de todas las otras gracias. Abre los ojos del conocimiento, enciende el ardor del celo, inspira la vida de fe y respira santidad en el alma.

II ESTE INCREMENTO DE AMOR DEBE SER EN EXTENSI�N, AS� COMO EN INTENSIDAD. No es suficiente que tengamos una devoci�n muy c�lida y apasionada si se limita a un c�rculo estrecho. Una de las caracter�sticas m�s importantes del amor cristiano, en contraste con la bondad natural de las personas de disposici�n afectiva, es su amplitud. No est� dirigido por fantas�a y se limita a la selecci�n arbitraria de un amor meramente humano.

1. Comienza con Cristo. Aunque aqu� San Pablo no expresa esta verdad, lo implica. Porque �l est� escribiendo a una Iglesia Cristiana, no a una multitud mixta de hombres del mundo. Asume la devoci�n a Cristo y busca sus frutos. Ahora, es parte de la gloria del cristianismo que revela al hombre en su car�cter m�s atractivo cuando nos muestra a Cristo. As�, el entusiasmo de la humanidad es posible, porque, al ver primero al hombre en Cristo, luego aprendemos a ver a Cristo en cada hombre.

2. Se expande en amor por todos los cristianos. La caracter�stica especial del amor fraternal, que tanto se impone en el Nuevo Testamento, es que fluye hacia los cristianos como tal, independientemente de su atractivo personal o lo contrario. Por supuesto, debemos tener nuestras afinidades naturales y amistades especiales. Cristo tuvo tanto. Pero no debemos limitar el amor cristiano a tales casos. De hecho, el car�cter especialmente cristiano del amor no se ve hasta que este amor se otorga a aquellos que no lo hubieran recibido si no se hubieran unido a nosotros a trav�s de Cristo.

3. Debe extenderse a todos los hombres. El amor cristiano no se limita a la comunidad cristiana. El disc�pulo de Cristo es el verdadero fil�ntropo. No es simplemente que en el esp�ritu del universalismo cristiano debemos esforzarnos por atraer a todos los hombres dentro del redil de Cristo; tambi�n debemos amarlos mientras permanecen fuera de �l. Debemos amarlos como hombres. De esto podemos inferir que la exclusividad religiosa es un pecado, que los cristianos deber�an interesarse en todo lo humano: en la ciencia, el arte, los negocios, la pol�tica y los asuntos sociales y dom�sticos del mundo. El progreso de nuestra vida cristiana puede medirse por la alegre simpat�a, amplitud y generosidad de nuestra humanidad.

III. EL INCREMENTO DEL AMOR ES UN FRUTO DE LA GRACIA DIVINA. San Pablo ora para que el Se�or haga que los tesalonicenses aumenten y abunden en amor.

1. El amor solo es posible cuando el coraz�n duro del ego�smo se ha suavizado. Es la obra del Esp�ritu de Dios dentro de nosotros hacer este cambio. Dios tambi�n expulsa las impurezas que amortiguan el amor genuino y las aversiones que lo limitan.

2. El amor surge en nosotros por contacto con el amor Divino. Ese amor debe ser revelado y "derramado en el extranjero en nuestros corazones" para que nuestro amor pueda ser estimulado.

3. Sin embargo, las influencias humanas ayudan al desarrollo del amor cristiano. El ap�stol se refiri� a su propio ejemplo: "As� como lo hacemos con usted". El amor cristiano es contagioso. El estudio de la vida de los hombres de caridad de gran coraz�n es �til para derrocar nuestros prejuicios estrechos y despertar un esp�ritu amplio y fuerte de bondad amorosa. � W.F.A.

1 Tesalonicenses 3:13 - Cultura divina.

Dios est� llevando a cabo un proceso de cultura con su pueblo, entren�ndolos, educ�ndolos y form�ndolos de acuerdo con su propio ideal de humanidad. Ignorar este proceso al admitir la bondad misericordiosa de Dios en otros aspectos es tener una visi�n baja tanto de la providencia como del cristianismo. Reconocerlo es hacer mucho para aligerar las cargas y el misterio de toda esta vida ininteligible. Para el dolor, la tentaci�n y la desilusi�n se pueden soportar mejor cuando sabemos que el final de los tratos de Dios con nosotros no es nuestro disfrute de la facilidad presente, sino nuestra educaci�n en el car�cter.

I. EL TEMA DE LA CULTURA DIVINA. "Tus corazones". La educaci�n que asegura buenos h�bitos es un entrenamiento superficial si deja intacta la fuente y la fuente de conducta. Puede perforar; No puede disciplinar. Tampoco es la mera infusi�n de conocimiento, ni siquiera esto con la adici�n del cultivo del gusto y el desarrollo de la energ�a mental, el gran requisito en la cultura de Dios. Su objetivo es renovar y purificar el coraz�n. No est� satisfecho con la conducta decorosa como una m�scara para un coraz�n corrupto. Pero, habiendo asegurado la pureza de coraz�n, �l sabe que la conducta correcta seguir�. Adem�s, si el acto externo puede parecer cuestionable a los hombres, Dios, al leer el coraz�n, considera a su gente irreprensible cuando el motivo es bueno.

II EL PERSONAJE MOLDEADO BAJO LA CULTURA DIVINA. "Inculpable en santidad".

1. Es la santidad. Dios no se satisface con el perd�n del pasado; No debemos estar satisfechos con eso. Apunta a la santidad real y positiva de su pueblo. La santidad es m�s que obediencia, m�s que virtud. Incluye estos tipos humanos de bondad, pero va m�s all� de ellos. Se reduce a pensamiento, afecto y conducta, buscando manos limpias y un coraz�n puro. Se eleva al car�cter de Dios mismo. La santidad es bondad divina, como la virtud es bondad humana.

2. Esta santidad debe ser irrevocable. Es para ser perfecto. Es resistir la prueba de un escrutinio de b�squeda. Sin embargo, no es una pureza negativa est�ril. Porque podemos ser culpados por los pecados de omisi�n tanto como por los pecados de transgresi�n. Es el sirviente no rentable quien es arrojado a la oscuridad exterior. Para ser inculpables debemos descargar fielmente nuestra confianza.

III. EL EST�NDAR EN LA CULTURA DIVINA. La santidad es ser inculpable ante nuestro Dios y Padre en la venida de nuestro Se�or Jes�s con todos sus santos.

1. Dios est� satisfecho con no menos santidad que la que es pura a la vista de la Sra. Nuestro est�ndar es bajo porque nuestra conciencia es corrupta. La altura del objetivo de Dios solo debe medirse por la altura de su propio car�cter. Sin embargo, recuerde que Dios no esperar� m�s de nosotros de lo que es humanamente posible. El jardinero tiene como objetivo producir una flor perfecta hasta su propio ideal, pero a�n as� hasta su propio ideal de lo que deber�a ser una flor; no busca en �l las propiedades del animal o del hombre.

2. La prueba se aplicar� en la venida de Cristo con sus santos. Vienen a juzgar al mundo.

IV. LA ESTABILIDAD ASEGURADA POR LA CULTURA DIVINA. "Establece tus corazones". La alta cultura a menudo produce un resultado breve en proporci�n a su excelencia. La flor forzada del invernadero pronto se desvanece. El conocimiento adquirido simplemente para cumplir con un examen se olvida r�pidamente. Esto no es educaci�n. Dios apunta a algo m�s que la elevaci�n moment�nea de raras estaciones de gracia. Tendr� un car�cter firme y duradero: una vida espiritual que tambi�n es una vida eterna.

V. LOS MEDIOS EMPLEADOS PARA LA CULTURA DIVINA. 1 Tesalonicenses 3:12 describe esto. Es un amor creciente y abundante. La santidad nace del amor. Se equivocan mucho cuando lo buscan en las altitudes solitarias y fr�as de una santidad inhumana. Por mutuo amor cristiano, y por un amplio y pr�ctico amor por la humanidad, estamos entrenados en la pureza que puede ser al final irreprensible, incluso ante los ojos de Dios.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 1 Thessalonians 3". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/1-thessalonians-3.html. 1897.
 
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