Bible Commentaries
2 Crónicas 15

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-19

EXPOSICI�N

Este cap�tulo es algo as� como un oasis en nuestra historia, y tal vez tambi�n lo fue en la vida real de Asa. Presumiblemente cubre un per�odo de unos veinte a�os. Leyendo entre l�neas, y de hecho cap�tulos, bien podemos suponer que la misi�n de "Azar�as, hijo de Oded" a Asa, ahora era una de todas misericordias. Se le hab�a mostrado una gran salvaci�n a �l y a su pueblo, y a medida que pasara el tiempo podr�an olvidarse del Salvador e imaginar que la obra era suya. Adem�s, su propio trabajo se hab�a demorado, y adem�s de la precauci�n y la humildad (en temporada para �l como un rey conquistador que regresaba, vers�culo 2), Asa necesitaba est�mulo; Tal vez la bondad amorosa del Se�or sab�a que necesitaba todo est�mulo amable. Porque no hay se�ales de querer estar delante de su pueblo, y sinti� el arrastre de ellos sobre �l como lo hizo el propio Mois�s. Estas son las caracter�sticas de la geograf�a f�sica, por as� decirlo, del cap�tulo, que comprende la advertencia entusiasta del profeta Azar�as (vers�culos 1-7); La renovaci�n de Asa del altar en su propia estructura, y en sacrificios dignos sobre �l (vers�culos 8-11); la reconciliaci�n sincera de �l y su pueblo con ellos mismos (vers�culos 12-15); y su propia realizaci�n personal y pr�ctica de la reforma, aunque su gente aparentemente no sigui� el ritmo de �l (vers�culos 16-19).

2 Cr�nicas 15:1

El Esp�ritu de Dios vino. Para "vino", lea el hebreo literal "era", como tambi�n en nuestro 2 Cr�nicas 20:14, donde en lugar de "Dios" (????????), encontramos "el Se�or" (???????). En nuestro 2 Cr�nicas 24:20, tenemos nuevamente "Dios", con el verbo "vestido" (????????). El gran original de la expresi�n se encuentra, por supuesto, en G�nesis 1:2, donde el nombre es "Dios". Compare la pregunta del fara�n en G�nesis 41:38; �xodo 31:3; �xodo 35:31; N�meros 24:2; Jueces 3:1; Jueces 6:34 (el verbo "vestido" se usa en este �ltimo); otras cinco veces en Jueces tenemos el Esp�ritu del Se�or; en Samuel seis veces, y "el Esp�ritu de Dios" otras seis veces; en Reyes, tres veces "el Esp�ritu del Se�or". �Estos pasajes exhiben indiscutiblemente la funci�n y la funci�n m�ltiple del Esp�ritu! Azar�as, hijo de Oded. La Septuaginta de la Vulgata y Alejandr�a lee aqu� simplemente Oded; y Movers ha sugerido que "Oded, el hijo de Azar�as" es la lectura correcta de lo que ahora se encuentra en el texto; Estos son artilugios para enfrentar la dificultad que ocasiona el octavo vers�culo, y no son tan simples ciertamente como la propuesta de Keil y Bertheau (siguiendo la versi�n �rabe) de omitir por completo del vers�culo 8 la repetici�n del nombre del profeta, bajo el suplica que las palabras, "del profeta Oded", puedan ser tan posiblemente debidas a la reminiscencia marginal entrometida de un copista del verso 1. Hubiera sido, quiz�s, un m�todo a�n m�s simple de superar la dificultad de dar cuenta de que las palabras, "Azar�as el hijo de ", a trav�s de un error de copia, sali� del texto, excepto que la palabra anterior," la profec�a ", no se encuentra en el estado de construcci�n, y esto favorece la sugerencia de Keil y Bertheau (vea nuestra 2 Cr�nicas 9:29), o m�s bien la sugerencia de la versi�n �rabe, que ante ellos omite las palabras," del profeta Oded ". La Septuaginta del Vaticano tiene las lecturas en beth versos como Englished en la versi�n autorizada. Algunos piensan que Oded puede ser uno con Iddo de 2 Cr�nicas 9:29; 2 Cr�nicas 12:15; 2 Cr�nicas 13:22; se�alando que los caracteres hebreos lo permitir�an, si suponemos un vav agregado al nombre Oded. Este intento conjetural de darle a este profeta Azar�as por hijo a Iddo parece no tener gran importancia. De esto Azar�as no se sabe nada m�s; se lo describe como "hijo de Oded" probablemente para distinguirlo de Azar�as, el sumo sacerdote, hijo de Johanan (v�ase el 'Diccionario B�blico' del Dr. Smith, 1.142, segunda columna, 3). (Para el resto sobre este tema, vea la nota en el vers�culo 8).

2 Cr�nicas 15:2

Sali� a su encuentro; literalmente, en su presencia; pero la versi�n de la versi�n autorizada es muy correcta, as� como feliz en la expresi�n (ver 1 Cr�nicas 14:8; tambi�n ver el verso notable e interesante, 2 Cr�nicas 28:9). El profeta era el l�der, el maestro, el que suger�a lo correcto y oportuno a la gente, pero para el profeta, el Se�or mismo era el L�der, el Maestro, el Apuntador, y eso era exactamente as�. Hasta el momento, el momento acelerado de un nuevo pensamiento y para un nuevo acto, se administran las m�s divinas instrucciones y sugerencias. El Se�or est� contigo ... te abandonar�. La ocasi�n original del hermoso lenguaje y la palabra del pacto en el coraz�n de esta segunda parte del vers�culo est� consagrada en Deuteronomio 4:29 (v�ase tambi�n 1Cr 28: 9; 2 Cr�nicas 24:20; Jeremias 29:11). Es concebible que estas palabras en s� mismas sean lo que se denominan "la profec�a" (y "la profec�a") en Deuteronomio 4:8. En primer lugar, pueden considerarse citas antiguas. Tambi�n se caracterizan por una cierta autocontenci�n y peso de la materia en comparaci�n con las ilustraciones hist�ricas de los siguientes cuatro vers�culos. Sin embargo, no hay evidencia externa corroborativa de esta conjetura.

2 Cr�nicas 15:3

Ahora por una larga temporada. Esta traducci�n es incorrecta; traduzca m�s bien primero, y muchos d�as a Israel para no tener un Dios verdadero, y no tener sacerdote de ense�anza, y no tener Ley. Hasta ahora, el tiempo no es limitado, sin embargo, naturalmente, a trav�s de la deriva misma del pasaje, puede parecer que la experiencia est� siendo desafiada, y por lo tanto necesariamente el tiempo pasado se desidera, no, sin embargo, en forma aoristo, sino en lo que algunos gram�ticos franceses llaman presente perfecto. . Porque Azariah bien puede contemplar su ilustraci�n como buena desde hace mucho tiempo, hasta el momento en que estaba hablando. La desafortunada riqueza de la ilustraci�n a la mano de su posici�n puede perdonar las dudas de los comentaristas en cuanto a la fuente de la que se puede suponer que habr�a sacado sus instancias m�s efectivas. No ser� la gu�a m�s improbable seguir la triple descripci�n de la supuesta apostas�a, desgracia o iniquidad "de Israel", p. (digamos) les ocurri� que no tienen el Dios verdadero; les pas� a no tener sacerdote de ense�anza; les pas� a no tener la Ley (este significado, no tenerla autoritariamente proclamada, ense�ada, ministrada). �Cu�ndo sucedieron estas tres cosas m�s notoriamente? Describen, no las transgresiones de un rey individual, sino el estado del pueblo y el reino en su conjunto. Si fuera posible concebir la descripci�n como un anacronismo flagrante, una amplificaci�n retrospectiva posterior al cautiverio, que el escritor (en su resplandor de trabajo y pensamiento) fue traicionado inconsciente e irresistiblemente para ponerlo en los labios del profeta Azar�as, toda duda final; porque la descripci�n no se adaptar�a a ning�n estado de cosas ni a un per�odo mejor que el de los reinos divididos, especialmente aplicando a la carrera del reino separado de Israel. Nuestra cuenta, desafortunadamente, no est� marcada aqu� por un paralelo. Sin embargo, es imposible suponer esto sin un t�tulo de autoridad externa para ello, mucho menos suficiente para proceder. Algunos anhelan tanto la ilustraci�n que est�n preparados para suponer todos los tiempos de estos versos presente y futuro en lugar de pasado y "presente perfecto". Pero, de hecho, sin duda la historia de Israel desde la muerte de Mois�s ilustr� el lenguaje de Azariah passim en un grado m�s all� de todo lo "escrito" o lo que sabemos. Y luego, sin duda, podemos considerar el robo como la expresi�n elegida, "muchos d�as" (que algunos traducen "muchos d�as", "muchas veces"), incluso si no se emplea la palabra "a�os", nos deja abiertos para ir a episodios cortos de un personaje irreligioso y desastroso en la historia de Israel. Por �ltimo, el largo per�odo de trescientos a�os completos, que se extiende a lo largo del Libro de Jueces (sus �ltimos cinco cap�tulos en orden correcto o incorrecto) hasta los primeros siete cap�tulos de 1 Samuel, proporciona un comentario continuo, superabundante casi hasta la repetitividad, para la ilustraci�n. de nuestros versos 3-7; en muchos casos, elegir absolutamente los colores para que coincidan (por ejemplo, Jueces 5:6; Jueces 20:29, Jueces 20:31, en comparaci�n con nuestro Jueces 20:5). Distinguir y separar las numerosas referencias que se pueden hacer es simplemente supererogatorio, y estropea el trabajo de mosaico sin igual de la historia ( Jueces 2:15, Jueces 2:18, Jueces 2:19; Jueces 3:12-7; Jueces 4:1; Jueces 5:6, Jueces 5:19-7, Jueces 5:31: Jueces 6:1, Jueces 6:7; Jueces 9:32-7; Jueces 10:6; Jueces 11:19, Jueces 11:20; Jueces 12:5, Jueces 12:6; Jueces 17:5, Jueces 17:6, Jueces 17:13; Jueces 20:29, Jueces 20:31; 1 Samuel 2:30-9; 1 Samuel 4:9; 1Sa 7: 3, 1 Samuel 7:8; 1 Samuel 13:19-9). Es una larga historia de una vida pr�cticamente atea, sin sacerdotes y sin ley; dividido en narraciones de invasi�n, opresi�n, servidumbre, inteligente, grito de ayuda manifiestamente m�s grito de dolor y cobard�a que de penitencia y arrepentimiento, resoluci�n y voto, y, para otra prueba y a�n otra, de piedad divina, paciencia y liberaci�n

2 Cr�nicas 15:6

Entre otras instancias de patentes, no se encuentran las menos notables en Jueces 20:35-7; Jueces 9:44-7; pronosticaron y anunciaron la ruptura final de Roboam y Jeroboam, que mostr� la "casa dividida contra s� misma", y las seguras consecuencias de la misma.

2 Cr�nicas 15:7

Trabajo ... recompensado (entonces Jeremias 31:16; Eclesiast�s 4:9; Proverbios 11:18; y compara con ellos la corona de todos los dem�s, G�nesis 15:1).

2 Cr�nicas 15:8

Estas palabras y la profec�a. Adem�s de lo que se dice en 2 Cr�nicas 15:1 sobre la cuesti�n de la aparici�n aqu� del nombre Oded, donde deber�amos haber buscado el nombre Azariah, cabe se�alar que est� abierto a la posibilidad de que "estos palabras "ciertamente refiri�ndose al lenguaje de Azar�as, la" profec�a "puede tener en vista alguna cita m�s o menos conocida de Oded, satisfecha por la �ltima parte del vers�culo 2 o por el vers�culo 7. Esto no es muy probable; aun as�, la conjunci�n "y" se explicar�a mejor por s� misma. Sin embargo, todav�a permanecer�a que la palabra "profec�a" no est� en construcci�n sino en estado absoluto, y no podemos contar la dificultad eliminada, comparativamente sin importancia como puede ser. Se anim� y guard�, etc. Estas palabras pueden expresar el logro de Asa de las reformas mencionadas en el cap�tulo anterior (vers�culos 3-5), o muy probablemente su perseverancia y renovada diligencia y vigor en el mismo; el lenguaje "cobr� coraje" favorece este �ltimo punto de vista. Las ciudades que hab�a tomado, etc. Algunos dicen que la referencia aqu� y en 2 Cr�nicas 17:2 tambi�n debe entenderse como la victoria y el bot�n de Abijah ( 2 Cr�nicas 13:19), y que En consecuencia, estos dos lugares deben estar en un ligero error. Si este pasaje hubiera estado solo, esta opini�n podr�a haber sido m�s f�cil de aceptar, pero las palabras en 2 Cr�nicas 17:2 declaran expl�citamente que Asa hab�a tomado tales ciudades, y el simple hecho de que la historia no registra cu�ndo, ni siquiera muestra una brecha muy conveniente en la que Asa pueda tomar esas ciudades despu�s de un conflicto con Israel, apenas se puede permitir que anule la afirmaci�n directa de 2 Cr�nicas 17:2. Al mismo tiempo, el trabajo que le corresponder�a a Asa al mantener las ciudades que su padre Abijah hab�a tomado por primera vez, puede dar cuenta f�cilmente de todo, y se ha contabilizado la toma de Asa, en el sentido de tomarlas o retomarlas. Renovado el altar. El altar, cuyo lugar estaba antes del p�rtico, era el altar del holocausto. El hebreo para "renovado" es ???????. La Vulgata traduce insuficientemente dedicavit. Bertheau piensa que la renovaci�n dise�a simplemente la purificaci�n de las impurezas id�latras, aunque admite que esto supone suponer que hab�a sido contaminado por sacerdotes id�latras. Keil dice que el altar podr�a necesitar una reparaci�n genuina despu�s de transcurridos sesenta a�os desde la construcci�n del templo. De las nueve ocurrencias de la palabra. cinco son metaf�ricos (como p. ej. Salmo 51:10), pero de los cuatro usos restantes literalmente restantes, incluido el presente, tres deben significar estrictamente "reparar" ( 2 Cr�nicas 24:4, 2 Cr�nicas 24:12; Isa�as 61:4), y la probabilidad puede ser que ese sea el significado ahora. Muchos, sin embargo, prefieren la otra vista. El trabajo de Ass, como se describe en 2 Cr�nicas 14:3, consist�a en quitar, romper y cortar; pero este art�culo lo muestra ahora, en su decimoquinto a�o, convertido tambi�n en uno de renovaci�n. y reparando. El p�rtico de (entonces 2 Cr�nicas 29:17; 1Ki 7: 6, 1 Reyes 7:7, 1 Reyes 7:12; Ezequiel 40:7); ??????, aunque en estado de construcci�n, el kametz impuro.

2 Cr�nicas 15:9

Se reuni�. A medida que se muestran los siguientes vers�culos, Ass sabiamente reuni� a todos bajo su influencia, con el fin de sacrificarse y registrar una nueva resoluci�n sagrada como naci�n. Los extra�os. Es un comentario significativo sobre el efecto distanciador del cisma religioso (porque el cisma era religioso incluso m�s all� de lo que era nacional) que tan pronto, comparativamente, estas tribus de Israel deber�an haberse llamado "extra�os" al lado de Jud� y Benjam�n. Cayeron ante �l ... en abundancia. Otro comentario significativo sobre la similitud de la naturaleza humana en todos los tiempos; los d�biles y la multitud ver�n, aprender�n, cumplir�n su deber, menos bajo la pura convicci�n de lo correcto, que bajo la fuerte influencia dominante de la observaci�n de d�nde y con qui�n va el �xito, incluso si ese �xito requiere la posesi�n de la bendici�n divina como su causa ( 2 Cr�nicas 11:16 y 1 Cr�nicas 12:19). Cabe se�alar, no por el bien de la s�tira de la naturaleza humana, sino por la inculcaci�n de la importancia infinita de la influencia y el ejemplo divinos. Fuera de Simeon (ver tambi�n 2 Cr�nicas 34:6). Las "l�neas" de los simeonitas les cayeron originalmente ( Josu� 19:1) dentro de Jud�. La dificultad sugerida por ser llamados, aparentemente, "extra�os", y sin duda clasificados con los reci�n llegados de "Efra�n y Manas�s", puede superarse de varias maneras, ya sea suponiendo que se hab�an alejado m�s de Jud� en posici�n religiosa de lo que era posible para ellos haberse convertido en meramente geogr�fico; o que en cierta medida hab�an superado su propio h�bitat adecuado y hab�an colonizado en cierta medida una regi�n m�s al norte ( G�nesis 49:7); o que, sin embargo, la composici�n de nuestro compilador indudablemente coloca a los simeonitas convocados, entre los extra�os, al mencionarlos despu�s de Efra�n y Manas�s, sin embargo, esta ubicaci�n de su nombre se considera accidental, en lugar de debido a un dise�o especial.

2 Cr�nicas 15:10

En el tercer mes. La "Fiesta de las Semanas" comenz� alrededor del sexto de este tercer mes de Sivan. En el decimoquinto a�o. Se ha conjeturado de 2 Cr�nicas 14:1 que Zera el et�ope, o cusita, invadi� Jud� en el und�cimo a�o de Asa. El presente festival de sacrificios, en su decimoquinto a�o, evidentemente se llev� a cabo muy poco despu�s del cierre de la victoria de Asa sobre Zerah. Esto infiere una duraci�n de la guerra bastante m�s larga que la que de otra manera se deduce de la historia. El intervalo, es cierto, puede explicarse suponiendo que Ass se demor� mucho para restaurar el estado de cosas donde el vasto anfitri�n de Zerah lo hab�a perturbado.

2 Cr�nicas 15:11

Estas ofrendas probablemente eran principalmente de la naturaleza de las ofrendas de paz (Le 2 Cr�nicas 7:11). En la menci�n del "bot�n" ( 2 Cr�nicas 14:13, 2 Cr�nicas 14:15) no se dice nada de los bueyes. Setecientos ... siete mil. El n�mero siete es com�n cuando los sacrificios fueron en unidades (como p. Ej. N�meros 29:32; 1 Cr�nicas 15:26, etc.), pero poco com�n en cientos y miles, para ver 1 Reyes 8:63; 2 Cr�nicas 35:7, comparando, sin embargo, 2 Cr�nicas 30:24.

2 Cr�nicas 15:12

Entraron en un pacto. Para el original, vea �xodo 24:6-2; Deuteronomio 4:29; para otras dos renovaciones solemnes, ver 2 Reyes 23:1; 2 Cr�nicas 34:29-14; donde, sin embargo, el compromiso estricto del siguiente verso, aunque lo suficiente como para inferir, no se notifica. Buscar; Hebreo, ?????????. (para un uso similar de ??, con infinitivo despu�s, etc.; vea Nehem�as 10:30; Jeremias 34:10).

2 Cr�nicas 15:13

Quien no quiera ... debe ser ejecutado (ver �xodo 22:20; Deuteronomio 13:9; Deuteronomio 17:2).

2 Cr�nicas 15:14

La voz alta, los gritos, las trompetas y las cornetas, hablaban igual la determinaci�n y la determinaci�n unida y alegre de la gente ( 2 Cr�nicas 23:13; Nehem�as 12:27, Nehem�as 12:42, Nehem�as 12:43).

2 Cr�nicas 15:15

Para conocer la duraci�n probable de la ronda de descanso, mencionada en la �ltima cl�usula, consulte 2 Cr�nicas 15:19.

2 Cr�nicas 15:16

Maaj�, madre de Asa; es decir, la abuela ( 2 Cr�nicas 11:20-14; 2 Cr�nicas 13:2; 1Ki 15: 2, 1 Reyes 15:10, 1 Reyes 15:13) de Asa; y la declaraci�n equivale a esto, que Asa la sac� de la dignidad que hab�a disfrutado, con todas sus influencias de "reina madre". Un �dolo en un bosque. Esto, probablemente, traducido literalmente, dice, un espantoso susto por, es decir, en lugar de Asherah, es decir, Ashtoreth o Astarte; pero algunos se traducen a Asera. La palabra que traducimos "un susto espantoso" (????? occurs) aparece solo aqu� y en el paralelo ( 1 Reyes 15:13), y su derivaci�n gu�a a esta representaci�n; pero algunos le dan la idea de un objeto de temor reverente entre los �dolos. Asa cort�. As� que fue ordenado ( �xodo 34:13-2). Y lo estamparon; Hebreo, ????????; cadera de ?????; el significado es "estampado" en el polvo, desde su posici�n vertical, finalmente quem�ndolo. La palabra se usa en 2 Cr�nicas 34:4, 2 Cr�nicas 34:7; 2 Rey 23: 6, 2 Reyes 23:15; �xodo 30:36; Miqueas 4:13. La palabra utilizada en el paralelo es "cortar"; o "cortado; por supuesto, tambi�n preparatorio para la quema. En el arroyo Kidron. El Kidron era un torrente en lugar de un arroyo. Flu�a entre Jerusal�n y el Monte de los Olivos, y finalmente se vaci� en el Mar Muerto. Las referencias a Kidron en el Antiguo Testamento son interesantes, pero todos reinvertidos con mayor inter�s de aquellos en el Nuevo Testamento. Las dos primeras referencias en el Antiguo Testamento son 2Sa 15:23; 1 Reyes 2:37. Pasando estos, el lugar presente, con su paralelo, el valle de Kidren se notifica luego como el lugar de destrucci�n para la obscena abominaci�n f�lica de Maachah, y luego ( 2 Reyes 11:16) como el lugar donde fue destruido Athalish. Sus asociaciones son similares cuando se habla de en 2 Reyes 13:4, 2Re 13: 6, 2 Reyes 13:12; 2 Cr�nicas 29:16; 2 Cr�nicas 30:14, convirti�ndose en el "recept�culo regular para las impurezas y abominaciones del culto a los �dolos, cuando son retirados del templo y destruidos por los seguidores de Jehov� ". En el tiempo de Jos�as, este valle era s el lugar de enterramiento com�n de la ciudad ( 2 Reyes 23:6; Jeremias 26:23; Jeremias 31:40). (Para la descripci�n de Robinson del estado moderno del valle de Kidron, vea el 'Diccionario B�blico' del Dr. Smith, 2.14-16).

2 Cr�nicas 15:17

Los lugares altos no fueron sacados de Israel. Es posible, pero apenas sostenible, que, por Israel, el reino del norte pueda estar destinado aqu�. Pero para la aparente discrepancia con aquellos lugares que dicen que Asa quit� "los lugares altos" ( 2 Cr�nicas 14:3, 2 Cr�nicas 14:5), vea las notas debajo de ellos, y �7. 1, p�gs. 16; 17; de 'Introducci�n a 1 Cr�nicas'. "Los lugares altos" eran colinas en las que se ofrec�an sacrificios ileg�timamente en lugar del lugar elegido, en Jerusal�n. El coraz�n de Asa fue perfecto todos sus d�as. Las palabras "con Jehov�", que siguen a la palabra "perfecto" en el paralelo ( 1 Reyes 15:17), hacen que el texto sea m�s claro. El significado exacto es que Asa estuvo constantemente libre de idolatr�a hasta el final.

2 Cr�nicas 15:18

Excepto por una diferencia sin importancia del tipo Keri y Chethiv en una palabra, este vers�culo es id�ntico al paralelo ( 1 Reyes 15:15). La plata, el oro y las vasijas eran, por supuesto, para la reparaci�n, restauraci�n y reemplazo de los accesorios y ornamentos venerados del templo. De qu� fuentes y despu�s de qu� victorias el padre de Asa y el propio Asa obtuvieron estos suministros no se dan aqu� ni en paralelo, pero es natural suponer que la victoria de Ab�as sobre Jeroboam ( 2 Cr�nicas 13:16) y Asa sobre Zerah habr�a sido la principal ocasi�n para terminarlos.

2 Cr�nicas 15:19

No hubo m�s guerra. Debe cumplirse el texto hebreo, que simplemente dice, no hubo guerra, etc. El quinto y trig�simo a�o. No cabe duda de que el texto originalmente dec�a "vig�simo", no "trig�simo" (ver tambi�n 2 Cr�nicas 16:1 .- 1). El paralelo, despu�s de las palabras id�nticas del verso anterior ya mencionado, contin�a enf�ticamente hablando del hecho de que "hubo guerra entre Asa y Baasa todos sus d�as"; y la misma declaraci�n se repite en el verso trig�simo segundo del mismo cap�tulo ( 1 Reyes 15:16, 1 Reyes 15:32). El siguiente vers�culo (33) dice que el reinado de veinticuatro a�os de Baasa comenz� en el tercer a�o de Asa. Al unir las diversas y aparentemente variadas declaraciones, se debe decir que, primero, que un estado de guerra fue, de hecho, cr�nico entre Asa y Baasa (qu� forma de expresar no tiene por qu� perturbar la exactitud de 2 Cr�nicas 14:5, 2 Cr�nicas 14:6, y del vers�culo decimoquinto de nuestro cap�tulo), pero eso en el sexto y vig�simo a�o de Asa, que ser�a el �ltimo o el �ltimo pero uno de la vida de Baasha, la guerra latente dio lugar a hostilidades activas, y Baasa ( 2 Cr�nicas 16:1) se acerc� a Jud� para invadirlo y construir Ramah, un curso de conducta que fue el principio del fin para �l.

HOMIL�TICA

2 Cr�nicas 15:1

La hora de la felicidad mejor�.

Tal vez no tengamos la garant�a de decir que fue inmediatamente despu�s de la victoria de Asa sobre Zerah, o que no podemos decir cu�n pronto fue despu�s de eso, que Azar�as, el hijo de Oded, vino con su mensaje a �l y a "todos los de Jud� y Benjam�n". direcci�n directa y siempre t�pica del "Esp�ritu". Tampoco el paralelo nos ilumina sobre este punto. La historia, sin embargo, sigue aqu� con el relato de la aparici�n de Azar�as a Asa, y nos da la impresi�n de que fue en una cierta crisis favorable, en horas felices y aceleradas, debido a los nuevos recuerdos de la victoria divinamente dada, el manifiesto y interposici�n m�s misericordiosa del cielo, que el profeta vino. Al llegar, hizo lo mismo que el profeta es ordenado hacer. �l interrumpe en la vida inferior, en la vida propensa al olvido, en la vida lo suficientemente capaz, sin embargo, para tomar un terreno m�s elevado y una acci�n posterior, y lo recuerda, con la m�s absoluta fidelidad y firme firmeza del discurso, de realidades tan grandes como estas.

I. SU PRIVILEGIO PERMANENTE: LA PRESENCIA DE VIVIENDA DE DIOS, SU PRESENCIA CONSTANTEMENTE RESIDENTE, SU HABITACI�N HABITUAL, EN LA �NICA SUPOSICI�N Y CONDICI�N DE LA ALEGIENCIA DE SU GENTE. "El Se�or est� contigo, mientras que t� estar�s con �l". Es un recordatorio simple, poderoso y siempre necesario para la inteligencia inicial m�s temprana de los bautizados; por el desarrollo, la piedad inteligente y creciente de lo confirmado; por la devoci�n y todo el temor tembloroso del comulgante; y para toda la Iglesia, individual o colectivamente, en el curso peligroso, dudoso, voluble, olvidadizo y tentado de la vida humana. �l es fiel, sus misericordias no fallan, su memoria es siempre fresca, puntual y confiable, y, maravillosa seguridad para poner en serio, �no somos nosotros quienes tenemos que esperarlo!

II SU OPORTUNIDAD PERPETUA: LA OPORTUNIDAD DE OBTENER, SIMPLEMENTE PARA LA B�SQUEDA, DIVINA INTERPOSICI�N. La vida y el car�cter humano necesitan y tienen lo especial y ocasional, as� como lo permanente y lo cotidiano, lo excepcional y lo familiar, la colina y el valle, as� como el camino llano, el juicio oscuro y el dolor profundo, as� como la disciplina de la tierra. para las criaturas imperfectas, las alegr�as y la paz, y en una palabra abundan las garant�as de gracia y fuerza, as� como la corriente ininterrumpida de d�a tras d�a.

III. SU PELIGRO PELIGROSO: EL PELIGRO DE SER DEJADO DE SU JEFE BUENO, A TRAV�S DE DEJAR A SU DIOS. C�MO los hombres tratan con ligereza el amor que es m�s sensible y m�s necesario: susceptible de ser afligido, ofendido, apagado o ausente, nadie puede decir cu�nto tiempo, ya que nadie puede decir d�nde cesar� el pecado y la locura que impuls� ese amor. para conducir a su v�ctima! Ser abandonado de Dios es absolutamente el peor abandono, la soledad m�s triste, la pobreza m�s pobre. Y la oraci�n, "D�jenlo en paz" o "D�jenlos en paz", c�mo sus ecos vagan y se arrastran, a veces sin cesar.

IV. SU EJERCICIO SUPREMO DE ENERG�A. Hay momentos, y hay empresas, donde no se puede extraviar ninguna energ�a externa, ninguna devoci�n interna. Resoluci�n, coraje y pacto, exhortaci�n mutua, reunirse, edificarse unos a otros y "hablar unos a otros" por parte de ellos "que temen al Se�or", jurando al Se�or y orando a �l, y alab�ndolo con cantos y m�sica, y "con todo el coraz�n y todo el deseo", "guardando los �dolos, arras�ndolos y quem�ndolos", "renovando el altar y renovando siempre sus sacrificios", este entusiasmo se vuelve ciertas ocasiones y propaga un contagio sagrado. La vida que carece de ella ha perdido su camino y su alegr�a incluso en la tierra; las vidas que lo han carecido se han condenado a s� mismas. Otras asociaciones, otros lazos, otras empresas, pueden hacerlos deportivos, �pero apenas pueden fallar en el acto mismo de hacerlos su deporte! Ahora, Asa y su gente hab�an encontrado y segu�an el mejor camino; �y que tal coraz�n pueda continuar en ellos! El profeta y el rey y su pueblo utilizaron horas de vida agradecidas, felices e inspiradas para pensar cosas m�s grandes, resolver cosas m�s grandes y llevarlas a la ejecuci�n. Deben ser utilizados de manera similar por nosotros. En horas elevadas por una felicidad genuinamente saludable, en per�odos de mayor sentimiento y tono de pensamiento, deber�amos aprovechar con gusto la oportunidad de elevar el est�ndar de nuestra propia conducta, y luego fijar el est�ndar seg�n el cual trabajar, y desde el cual, incluso en niveles m�s bajos. estado de �nimo, lo haremos, de la ayuda de Dios, no partir.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

2 Cr�nicas 15:1, 2 Cr�nicas 15:2

La presencia y partida de Dios.

Es caracter�stico del profeta hebreo que cuando el rey regresa sonrojado por la victoria, se encuentra con el conquistador, no con palabras de felicitaci�n, sino con palabras de advertencia fieles. Lo que �l le dice al rey puede ser tomado como aplicable al siervo de Dios en general.

I. UNA CONFIRMACI�N PROF�TICA DE LA EXPERIENCIA DEL BUEN HOMBRE. "Jahve estaba contigo (te ha dado la victoria) porque estabas con �l (sostenido por �l)" (Keil). Hasta ahora, la fidelidad a Jehov� hab�a demostrado ser la condici�n de prosperidad. Bajo su estandarte hab�an marchado hacia la victoria; Si bien eran fieles a �l, �l hab�a estado en medio de ellos y hab�a estado all� para bendecirlos. Esta es la experiencia com�n, de hecho constante, del bien. El servicio de Dios siempre es un �xito. Significa descanso del alma en todo momento; significa calma y sabia alegr�a en la prosperidad; significa resignaci�n y consuelo en tiempos de problemas; significa fuerza para el deber y coraje para la tentaci�n; significa excelencia en la vida y esperanza en la muerte. Estar con Dios en el sentido y esp�ritu de entrega a su voluntad es tener su presencia amable con nosotros, arrojando luz y alegr�a en nuestro camino. Este es el testimonio del bien.

II UNA PROMESA PROFETICA DEL PATRIMONIO DEL BUEN HOMBRE. "Si lo buscas, se te encontrar�". Detr�s de nosotros hay una parte (m�s grande o m�s peque�a) de nuestra vida, y agradecemos a Dios por todo lo que ha sido para nosotros mientras nos hemos mantenido en nuestro camino. Pero ante nosotros hay otra porci�n; puede ser un paso muy serio, incluso puede ser cr�tico, el paso de nuestra vida. Queremos no solo nuestros propios recursos en su mejor momento, y el socorro m�s amable y sabio de nuestros amigos, sino la presencia cercana y la ayuda efectiva de nuestro Padre celestial. Querremos su gu�a, para que podamos conocer el camino que debemos tomar; su tutela, para que podamos ser preservados de las malas acciones, de los errores y equivocaciones, en los que de otra manera seremos traicionados; su iluminaci�n, para que podamos cumplir estrictamente nuestros deberes y elevarnos a la altura de nuestras oportunidades; Su gracia sustentadora, para que podamos soportarnos con valent�a y mansedumbre en el d�a de nuestra adversidad y derrota. Todo esto lo tendremos si lo buscamos de verdad. Y eso significa que si lo buscamos

(1) en integridad moral y espiritual, nuestro coraz�n puesto en el servicio de Cristo;

(2) con todo nuestro coraz�n, con seriedad y perseverancia;

(3) creyendo, construyendo nuestra esperanza en su Palabra.

III. ADVERTENCIA PROF�TICA DEL PELIGRO DEL BUEN HOMBRE. "Si lo abandonas, �l te abandonar�".

1. Existe un peligro pr�ctico de decadencia espiritual y, por lo tanto, de moral. Tal es nuestra naturaleza, que podemos dejar que el amor se enfr�e; para permitir que el celo disminuya y se marchite; para permitir que nuestros mejores h�bitos sean invadidos por la presi�n de menores preocupaciones y placeres; para abandonar a Dios. Los registros de la experiencia cristiana contienen demasiados casos de tal desviaci�n.

2. Tenemos, entonces, que temer la retirada de Dios de nosotros; la p�rdida de su favor divino, de su esp�ritu interno, de su bendici�n y recompensa.

3. Por lo tanto, velemos y oremos para que no entremos. en la sombra exterior de la condenaci�n � C.

2 Cr�nicas 15:7

La fuerza espiritual es una obligaci�n sagrada.

"Sed, pues, fuertes, y no se debiliten tus manos". Esto est� en el estado de �nimo imperativo; Es un mandamiento. La fuerza se representa como un deber sagrado; y debilidad, en consecuencia, como un fracaso culpable. Ser espiritualmente fuerte es una obligaci�n tanto como una investidura. De hecho, se puede instar a que haya:

I. DEBILIDAD CONSTITUCIONAL, que debe ser soportada en lugar de ser culpada. Algunos esp�ritus humanos est�n menos dotados que otros; algunos traen consigo tristes consecuencias del pecado de sus progenitores ( �xodo 20:5). Requiere diez veces m�s coraje y esfuerzo espiritual por parte de estos para ser leales y fieles que por parte de sus hermanos que est�n m�s equipados o tienen menos peso. Necesitamos saber mucho antes de juzgar a los hombres. Solo el Divino Padre, que nos conoce por completo, que conoce, por lo tanto, las limitaciones y las propensiones de nuestra naturaleza que hemos recibido de s� mismo o de nuestros antepasados, puede decir cu�nto debemos culpar, cu�nto debemos sentir l�stima. Pero indudablemente hay ...

II DEBILIDAD MORAL, de la cual somos responsables, de los cuales somos culpables, "No se debiliten tus manos". �Pero con qu� frecuencia la mano est� d�bil porque la vida ha sido baja y porque el coraz�n ha estado equivocado! Todo vicio conduce a la debilidad. Y no solo el vicio, sino toda la locura; el desprecio tonto y culpable de las leyes de nuestra mente y de nuestro cuerpo. No solo la indulgencia excesiva en cualquier direcci�n (mental o f�sica), sino la actividad no regulada y mal proporcionada, termina en debilidad; de modo que el que pudo haber sido un trabajador activo y eficiente en muchos buenos campos de utilidad es in�til; su mano cuelga hacia abajo; "no hay fuerza en su mano derecha" porque no ha habido sabidur�a en su mente.

III. FUERZA ESPIRITUAL, que estamos obligados a adquirir. Hay mucha fuerza real y efectiva que est� abierta a todos para obtener si lo deseamos. Dios nos dice: "Sed fuertes"; y si hacemos lo que �l nos da los medios para hacer, seremos fuertes. �Cu�les son las fuentes de la fuerza espiritual?

1. La moral cristiana. Y esto incluye

(1) el cuidado del cuerpo: la regulaci�n de sus instintos y ansias, atendiendo a sus necesidades;

(2) la cultura de la mente: aumentar su conocimiento y nutrir su poder;

(3) el entrenamiento del coraz�n.

2. Servicio sagrado. Nuestra capacidad para servir a Cristo y al hombre depende en gran medida de que hagamos un esfuerzo continuo para servir. "Al que tiene se le da", es decir, al que saca su talento se le da otro; Al que gasta su fuerza en caminos de santa utilidad, se le otorga un poder multiplicado para hablar y atacar a Dios y a la verdad. Nuestra fuerza actual depende de nuestro crecimiento en el poder; y eso depende de la medida de nuestro ejercicio en el campo del trabajo sagrado.

3. Comunicaci�n divina. "Me respondiste y me fortaleciste con fuerza en mi alma" (Salmo 138:3); "En Cristo que me fortalece" ( Filipenses 4:13). La fuerza es una de las "cosas buenas" que nuestro Padre celestial dar� a "los que le pregunten" ( Mateo 7:11) .� C.

2 Cr�nicas 15:7

La recompensa del trabajo cristiano.

"Tu trabajo ser� recompensado". Las mismas palabras se repiten en las profec�as de Jerem�as (Jeremias 31:16); y el sentimiento es frecuentemente expresado por nuestro Se�or y por sus ap�stoles. Aparece claramente en la declaraci�n solemne de Jesucristo: "El Hijo del hombre vendr� en la gloria de su Padre ... y luego recompensar� a cada hombre seg�n sus obras" ( Mateo 16:27; ver tambi�n Romanos 2:6, Romanos 2:7; 1 Corintios 3:8; Apocalipsis 22:12). �Cu�l es la recompensa que debemos buscar? No-

I. LA RECOMPENSA DEL TRABAJO CONTRATADO. El trabajo contratado es recompensado de manera precisa y particular. Tanto dinero por tanto trabajo, medido por las horas ocupadas o el trabajo realizado. Hay un buen c�lculo de lo que se ha forjado, por un lado, y de lo que se da a cambio, por el otro. Se supone que uno es el equivalente del otro. Pero nuestro Divino Salvador no nos llama a su campo en este acuerdo. No somos sus jornaleros, comprometidos a cierto precio; somos sus compa�eros de trabajo, empleados bajo �l, de hecho, pero comprometidos con �l en la realizaci�n de su gran "trabajo". No nos trata como esclavos o incluso como sirvientes comunes, sino como ni�os y amigos, como aquellos a quienes ama y desea bendecir con verdadero bienestar. Aspiramos a:

II LA RECOMPENSA DEL TRABAJO DEL AMOR. Nuestro Divino Maestro nos invita a estar a su lado y trabajar con �l en la redenci�n de nuestra raza. Nos acusa de ser como era en el mundo; trabajar como lo hizo, en el esp�ritu de la entrega total, del amor incondicional; para poner nuestra fuerza en su servicio y en la causa de la justicia y la elevaci�n humana; y nos dice que aseguraremos una "recompensa completa". Lo encontraremos en:

1. La posesi�n de su buen placer. El verdadero soldado encuentra su mejor recompensa en la recomendaci�n de su comandante; el verdadero erudito en la aprobaci�n de su maestro; el verdadero trabajador en la sonrisa de �l en cuyo servicio se dedica. Nosotros, como obreros cristianos, buscamos nuestro gozo m�s profundo en la sonrisa y la aprobaci�n de nuestro Se�or. Esperamos en ning�n momento de �xtasis m�s agudo que cuando lo escuchemos decirnos: "�Bien hecho, siervo bueno y fiel!" Vivir en la posesi�n conocida y sentida de la bendici�n de Jesucristo es una de las m�s puras, ya que es una de las recompensas m�s apreciadas que podemos recibir.

2. La ampliaci�n de nuestros propios poderes de servicio. A medida que trabajamos en la causa de la sabidur�a celestial y del bienestar espiritual, nuestro poder de acci�n aumenta constantemente, hasta que la debilidad se convierte en fuerza, y la fuerza se convierte en poder. Cuanto m�s hacemos, m�s somos capaces de hacer (ver la homil�a anterior).

3. La expansi�n de nuestra esfera de servicio. "Has sido fiel en algunas cosas, te har� gobernar sobre muchas cosas" ( Mateo 25:21). "No pedir� recompensa, excepto para servirte todav�a". o, �no podemos decir, "excepto para servirte m�s?", para servirte en esa esfera m�s amplia, con esas oportunidades m�s nobles en las que me presentar�s. Pues nuestro Maestro nos ampl�a ahora, como un fruto de nuestro trabajo; y pronto nos recompensar� con una ampliaci�n mucho m�s generosa, cuando "venga con su Padre" y cuando "su recompensa est� con �l".

2 Cr�nicas 15:14, 2 Cr�nicas 15:15

El secreto de la alegr�a al servicio de Cristo.

�C�mo sucede que el servicio de Cristo debe asociarse en cualquier mente con austeridad y tristeza? �C�mo es que cada uno no conecta ese servicio en su pensamiento con la alegr�a del coraz�n y el brillo de la vida? Esta desgracia puede ser atribuible a una concepci�n err�nea, a un error mental, a la mala interpretaci�n de algunas palabras del Maestro o de sus ap�stoles; o puede ser la consecuencia, tanto f�sica como espiritual, de un temperamento particular; pero con mayor frecuencia es causado por falta de minuciosidad en el servicio del Se�or.

I. EL ERROR DE MEDIO CORAZ�N AL SERVICIO DE CRISTO. Durante los reinados de Roboam y Ab�as, cuando tanto el rey como la gente mostraron una gran disminuci�n del celo en la adoraci�n a Jehov�, no leemos ning�n registro como el del texto. De Roboam encontramos que "no arregl� su coraz�n para buscar al Se�or". Ab�as no pod�a decir nada m�s por s� mismo que "no hab�a abandonado al Se�or" ( 2 Cr�nicas 13:10), y sus �ltimos d�as, como los de su abuelo, aparentemente estaban oscurecidos por la indulgencia. No hab�a fervor de piedad, y no hab�a plenitud de alegr�a en la tierra. Y lo encontramos en todas partes y siempre es as�. La falta de entusiasmo en el servicio sagrado es un profundo error. No da satisfacci�n a nuestro Se�or mismo. No conduce a una altura de valor cristiano, a ninguna excelencia marcada de car�cter. Llena el alma sin alegr�a profunda y duradera. Es muy probable que disminuya y expire, que salga a la oscuridad de la duda, la mundanalidad o la culpa.

II LA SABIDUR�A DE TODO EL CORAZ�N. "Todo Jud� se regocij� con el juramento; porque hab�an jurado con todo su coraz�n y lo buscaron con todo su deseo ... y el Se�or les dio descanso". No se podr�a haber dado un paso imaginable que hubiera causado tanta euforia y asegurado una posici�n nacional tan envidiable. Ass y su gente mostraron la sabidur�a m�s verdadera, algo m�s y mejor que la pol�tica sagaz o la pol�tica estatal, cuando buscaron al Se�or con todo su coraz�n. Hicieron lo que les dio una satisfacci�n pura y honesta en el presente, y que, m�s que cualquier otro acto, asegur� el futuro. Y aunque ciertamente no estamos invitados a manifestar la minuciosidad de nuestra devoci�n en las mismas severidades que caracterizaron su decisi�n ( 2 Cr�nicas 15:13), lo hacemos bien cuando seguimos all� en la plenitud de su resoluci�n. Porque buscar a Cristo el Se�or con todo nuestro coraz�n y nuestro "deseo total" es lo correcto y lo m�s sabio.

1. Nos asegura el favor permanente y la amistad del Eterno; entonces es "encontrado" de nosotros.

2. Trae un profundo descanso personal; entonces Cristo nos habla "paz", su paz, como la que este mundo no tiene a sus �rdenes.

3. Asegura un sentimiento de amistad hacia todos los que nos rodean: "descansa alrededor". El coraz�n est� lleno de ese amor sagrado que desea bendecir a todos los que pueden ser alcanzados.

4. Llena y a veces inunda el coraz�n de alegr�a sagrada. La plena realizaci�n de la presencia y el amor de Cristo, la adoraci�n ferviente al Se�or de toda gracia y verdad, el trabajo ferviente realizado en su Nombre y en su fuerza, son una fuente de gozo en aumento y ennoblecedor. La verdadera nota clave de la vida cristiana es esta: "Al�grate siempre en el Se�or: y de nuevo ... al�grate". - C.

HOMILIAS DE T. WHITELAW

2 Cr�nicas 15:1

La bienvenida de un conquistador.

I. UN MENSAJE DE DIOS. ( 2 Cr�nicas 15:1, 2 Cr�nicas 15:2.)

1. Sus bromas. Azarlah, "a quien Jehov� ayuda", hijo de Oded; mencionado solo aqu�. Jehov� puede, y con frecuencia lo hace, transmitir mensajes de momento a trav�s de mensajeros humildes y oscuros. Lo que le permiti� a Azar�as ser el portador de los anuncios Divinos fue la venida sobre �l del Esp�ritu de Eiohim, siendo el Esp�ritu el Revelador e Int�rprete de la voluntad Divina para el alma del hombre ( N�meros 11:26; Job 32:8; Ezequiel 2:2; 1 Corintios 12:8). Que el Esp�ritu de Dios vino sobre un hombre no demostr� que fuera un buen hombre, Balaam ( N�meros 24:2) y Saul ( 1 Samuel 10:10) fueron testigos; aunque no hay raz�n para dudar de que Azar�as fue un verdadero profeta de Jehov�. El Esp�ritu vino por medida sobre �l, como sobre otros hombres santos de la antigua dispensaci�n a trav�s de los cuales Dios habl� a su pueblo; En Cristo, a trav�s del cual el m�s alto y �ltimo mensaje de Dios ha sido enviado a la humanidad, el Esp�ritu fue derramado sin medida ( Isa�as 11:2; Juan 3:34; Apocalipsis 3:1 ) De ah� la importancia suprema que se atribuye al evangelio.

2. Sus destinatarios. "Asa, y todo Jud� y Benjam�n". Dios reclama el derecho de dirigirse tanto a los soberanos como a sus s�bditos. Entre pr�ncipes y campesinos a su vista no hay diferencia ( Hechos 10:34; 1 Pedro 1:17). Los mensajes de Dios en la Ley y el evangelio est�n dirigidos por igual a todos. El monarca est� tanto bajo la ley como el sujeto; el sujeto tiene un t�tulo tan v�lido para las provisiones del evangelio como el monarca. Asa y sus guerreros regresaban de una campa�a victoriosa, cuando el profeta de Jehov� intervino con notas de advertencia. Estos fueron oportunos, ya que el rey y sus veteranos estaban en peligro de auto-elogio y confianza de los siervos, de atribuir sus haza�as recientes y espl�ndidas a su propia habilidad y destreza, y de confiar en su propio valor para protegerlos en el futuro, sin preocuparse pensar en Jehov�, su religi�n o su ayuda. Por lo tanto, los hombres (sin excepci�n de los cristianos) nunca est�n m�s en peligro de olvidar a Dios que cuando la fortuna les sonr�e ( Deuteronomio 8:13), y nunca m�s necesitan ser amonestados que cuando se regocijan en liberaciones forjadas por Dios,

3. Su contenido. Una doctrina, una promesa, una advertencia.

(1) La doctrina. Que Jehov� estaba con ellos, mientras ellos estaban con �l. Con todo Dios es en cuanto a su presencia inmanente, ya que �l llena el cielo y la tierra (Jeremias 33:24), y acosa a todos individualmente detr�s y antes (Salmo 139:1); pero con su gente �l es, en el sentido especial de manifestaci�n graciosa, aceptar ( N�meros 17:4), proteger ( 2 Cr�nicas 20:17; Jeremias 42:11), ayudar ( 1 Cr�nicas 22:18; Hageo 1:13) y bendiga ( �xodo 20:24). Solo su presencia con ellos est� condicionada por su estar con �l en el sentido de creer, amar y obedecerle ( Juan 14:23).

(2) La promesa. Que si buscaban a Jehov�, Jehov� deber�a ser encontrado de ellos. Si lo buscaban en el camino de la penitencia, la fe, el amor, la obediencia, deber�a ser encontrado en el camino de la aceptaci�n, la gracia y la asistencia. Esta promesa, siempre cierta para Jehov� en sus relaciones con Israel (1Cr 28: 9; 2 Cr�nicas 30:19; Salmo 119:2; Jeremias 29:13; Am�s 5:4), es igualmente cierto en sus relaciones con los creyentes en Cristo ( Hebreos 11:6; Santiago 4:8).

(3) La advertencia. Que si golpearan a Dios, Dios los abandonar�a. Si regresaban del camino de reforma en el que se encontraban, �l tambi�n retirar�a su semblante y su ayuda. Entonces Mois�s ( Deuteronomio 31:16, Deuteronomio 31:17) y Joshua ( Josu� 24:20) hab�an advertido a sus contempor�neos y a David su hijo Salom�n ( 1 Cr�nicas 28:9). La misma condici�n se dirige a todos (Jer 17: 1-27: 33; Hebreos 10:38).

II UNA LECCI�N DE LA HISTORIA (Vers�culos 3-6.)

1. La posibilidad de caer en la apostas�a religiosa. Tales tiempos hab�an existido anteriormente en Jud�, y por lo tanto en el futuro podr�an reaparecer ( Eclesiast�s 1:9; Eclesiast�s 3:15). Si el lenguaje de Azariah representaba la condici�n de Jud� entonces (Grocio), o en el futuro (Lutero), o en el pasado, en los d�as de Roboam y Ab�as (sir�aco, �rabe), o en el per�odo de los jueces (Vitringa, Bertheau) ), est� abierto a debate. Como el profeta no ha declarado definitivamente la hora, puede haber dise�ado para expresar verdades de fuerza en. todas las limas (Keil). De los d�as a los que alude el profeta, Jud� e Israel hab�an tenido experiencia antes. La descripci�n de ellos es particularmente impactante.

(1) Ning�n Dios verdadero; es decir, sin conocimiento del Dios verdadero; o, lo que es peor, el conocimiento del Dios verdadero, pero no su adoraci�n o servicio. Dichos tiempos hab�an existido poco despu�s de la muerte de Joshua ( Jueces 2:10-7; Jueces 10:6), y a�n deb�an reaparecer en Israel bajo Acab ( 1 Reyes 18:20, 1 Reyes 18:21), y en Jud� bajo Acaz ( 2 Cr�nicas 28:1). "Sin Dios": una caracterizaci�n correcta del mundo incr�dulo ( Job 21:14; Salmo 10:4; Efesios 2:12).

(2) Ning�n sacerdote de ense�anza; es decir, los sacerdotes no ten�an conocimiento del Dios verdadero, de su car�cter y requisitos, por lo que no pod�an ense�ar al Pueblo; o, si lo hicieron, quedaron satisfechos con el mero desempe�o de sus deberes del altar, sin preocuparse por el bienestar espiritual de las personas. Si fueron los primeros, fueron descalificados por ser sacerdotes debido a su ignorancia ( Malaqu�as 2:7); si el segundo, fueron acusados ??de indolencia ( Malaqu�as 1:6) o hipocres�a ( Nehem�as 9:34), o ambos. Si, bajo el antiguo pacto, se exig�a a los sacerdotes que instruyeran a las personas en los principios y preceptos de la religi�n, es mucho m�s importante que los pastores cristianos sean tambi�n maestros ( Efesios 4:11). Un ministerio que no predica ni ense�a ipso facto est� condenado.

(3) Sin ley; es decir, la Tor� de Mois�s, desconocida, olvidada o desobedecida. Cuando los hombres o las naciones se apartan de Dios, comienzan derribando sus altares y terminan pisoteando sus mandamientos. Y si no hay Dios, as� es como deber�a ser. Si Dios no lo es, pretender adorarlo es una farsa, y se puede prescindir de los ministros de religi�n; si Dios no lo es, no hay autoridad suprema para reclamar de la obediencia del hombre, y el hombre puede asumir de inmediato el se�or�o sobre s� mismo. Pero si Dios lo es, ser� m�s prudente dejar que sus altares permanezcan, ver que sus ministros ense�en y tomar la orden de que se obedezcan sus preceptos.

2. La certeza de que la apostas�a religiosa ser� seguida por un desastre nacional. As� hab�a sido en el pasado, y as� ser�a en el futuro.

(1) Los disturbios sociales, el peligro y la violencia hab�an sido, y ser�an, el orden del d�a. "Y en aquellos tiempos no hab�a", o hay, "ninguna paz para el que sali� o para el que entr�". Tal hab�a sido la condici�n de Israel en los d�as de Samgar hijo de Anath ( Jueces 5:6), y bajo la opresi�n de los madianitas ( Jueces 6:2). La irreligi�n necesariamente gravita hacia la violencia. El que rompe los mandamientos de Dios sin un reparo de conciencia rara vez se escrupula acerca de causar estragos en el hombre cuando se presenta la oportunidad. Ejemplificado en la era de No� ( G�nesis 6:4, G�nesis 6:11, G�nesis 6:12), en los �ltimos d�as de Grecia y Roma, y ??en la Revoluci�n Francesa de 1798.

(2) La anarqu�a pol�tica hab�a asistido com�nmente a estos tiempos en el pasado, y lo m�s probable es que lo haga nuevamente en su recurrencia. "Grandes aflicciones cayeron sobre todos los habitantes de los pa�ses, y la naci�n fue destruida por la naci�n y la ciudad de la ciudad", literalmente, "y se rompieron en pedazos, naci�n contra naci�n y ciudad contra ciudad". "porque Dios lo hizo", o lo hace, "los molest� con toda adversidad". El lenguaje, descriptivo de un reino de terror que com�nmente acompa�a a la guerra civil, se verific� en una forma relativamente suave en la guerra de las tribus de Israel contra Benjamin ( Jueces 20:20), y en la lucha de los Galaaditas con Efra�n ( Jueces 12:4). Am�s ( Am�s 3:9) describi� tales conmociones, confusiones, tumultos, como ocurriendo, o por ocurrir, en Samaria en su tiempo. En el derrocamiento final de los dos reinos, las palabras del profeta recibieron su ilustraci�n m�s sorprendente ( Isa�as 9:18). En la destrucci�n final de todos los pueblos hostiles a Dios, obtendr�n su m�s alta y plena realizaci�n ( Zacar�as 14:13; Mateo 24:7).

3. La �nica forma de escapar de las miserias y horrores de esos malos tiempos, a saber. arrepinti�ndose y volvi�ndose a Jehov�. "Pero cuando est�n angustiados", etc. Lo mismo sucedi� en los d�as de la opresi�n egipcia ( �xodo 2:23) y en los de la supremac�a madianita ( Jueces 6:6). As� hab�a sido en la experiencia del propio Asa, cuyo grito a Jehov� en el campo de guerra se hab�a escuchado ( 2 Cr�nicas 14:11). As� ser�a de nuevo, si en la temporada de su calamidad se acordaran de Dios ( 2 Cr�nicas 7:14). La doctrina aqu� enunciada es v�lida tanto para los individuos como para las naciones; p.ej. David ( 2 Samuel 21:1; Salmo 18:6; Salmo 34:4; Salmo 138:3), Josafat ( 2 Cr�nicas 17:4, 2 Cr�nicas 17:10), Uz�as ( 2 Cr�nicas 26:5). El o�do de Dios est� abierto a cada grito de un alma angustiada (Salmo 34:15). "Tonto, por su transgresi�n", etc. (Salmo 107:17).

III. UNA EXHORTACI�N DE UN PROFETA. (Vers�culo 7.)

1. El consejo. Acci�n.

(1) vigoroso. "S� fuerte por lo tanto". El coraje para concebir y hacer lo correcto era la demanda especial de la hora. Lo correcto en ese momento en Jud� era adherirse a Jehov�, reformar los abusos que durante los reinados anteriores se hab�an infiltrado en su adoraci�n y exterminar los ritos id�latras que hab�an sido introducidos por el rey anterior. M�s desastroso para el pa�s hab�a sido esto que la invasi�n de Zerah. Nada m�s requerido de los seguidores de Dios y los soldados de Jesucristo en cualquier �poca o tierra que una determinaci�n heroica para resistir el pecado y seguir la santidad, oponerse al error y defender la verdad, renunciar a la idolatr�a y unirse al culto del Padre ( Deuteronomio 31:6; Josu� 1:7; Salmo 27:14; 1 Corintios 16:13; 2 Timoteo 2:1).

(2) Perseverante. "No dejes que tus manos sean d�biles" No es suficiente para comenzar bien; continuar bien es indispensable. El cansancio en hacer el bien es un fen�meno frecuente, por lo que es necesario evitarlo ( G�latas 6:9). Firmeza en la fe y en el mantenimiento de las buenas obras que se esperan de los cristianos ( 1 Corintios 15:58; Filipenses 4:1; Colosenses 1:23; 2 Tesalonicenses 3:13 ; 2 Timoteo 3:14; Hebreos 10:23).

2. El aliento. Recompensa. "Tu trabajo ser� recompensado".

(1) Con satisfacci�n interna, como ser en s� mismo un trabajo correcto ( Proverbios 14:14). Este es un acompa�amiento invariable de bienestar y, adem�s de otras consecuencias, una amplia remuneraci�n.

(2) Con aprobaci�n divina, como una obra que Dios considera favorable. Ya expresado en la Palabra ( Hebreos 13:16), esto eventualmente ser� proclamado por la boca de Dios ( Mateo 25:21, Mateo 25:23).

(3) Con el mayor �xito, como una obra destinada a triunfar sobre toda forma de maldad. La causa de Dios y la verdad, de Cristo y el evangelio, puede ser larga y amargamente opuesta, pero la victoria final recae en ella ( Apocalipsis 11:15).

Aprender:

1. La superioridad de la nueva dispensaci�n al tener al Hijo de Dios como su Mensajero ( Hebreos 1:1, Hebreos 1:2).

2. La equidad de los tratos de Dios con los hombres en providencia y en gracia ( 1 Samuel 2:30; Ezequiel 18:29).

3. El miserable estado del mundo pagano, como indigente del verdadero conocimiento de Dios ( Efesios 2:12; Efesios 4:17, Efesios 4:18).

4. El valor de la aflicci�n como un medio de mejora religiosa ( Job 33:17; Ezequiel 20:37; Lam 3:27; 2 Corintios 4:17; Hebreos 12:11).

5. El secreto de la prosperidad nacional: la rectitud ( Proverbios 14:34).

6. El deber de perseverar en la religi�n ( Juan 15:4; Hechos 11:23; 2 Timoteo 1:14; 1 Pedro 5:9; Apocalipsis 2:27).

7. La certeza de que la fe no perder� su recompensa ( Lucas 6:35; 1 Corintios 3:14; Hebreos 10:35) .� W.

2 Cr�nicas 15:8

Antiguos pactos.

I. PREPARACIONES GRAVES. ( 2 Cr�nicas 15:8.)

1. La purga de la tierra de los �dolos. Alentado por las palabras del hijo de Oded, no Oded, como en el texto, Asa, al llegar a su capital, decidido a convocar a una asamblea nacional, y entrar en una liga solemne y un pacto para llevar a cabo el trabajo de reforma tan auspiciosamente comenzado. ( 2 Cr�nicas 14:2), y tan manifiestamente propiedad de Jehov� en la espl�ndida victoria que hab�a otorgado sobre el invasor cusita ( 2 Cr�nicas 14:12). Como preliminar, �l "apart� las abominaciones", es decir, los �dolos, "de toda la tierra de Jud� y Benjam�n, y de las ciudades que hab�a tomado de la regi�n monta�osa de Efra�n". En el mismo esp�ritu actu� Jacob, antes de subir para encontrarse con Jehov� en Betel ( G�nesis 35:2); y Mois�s, antes de la entrevista de Israel con Jehov� en el Sina� ( �xodo 19:14); Ezequ�as, antes de celebrar la Pascua ( 2 Cr�nicas 30:14); y Jos�as, antes de renovar el pacto ( 2 Cr�nicas 34:3). Si tal preparaci�n por parte de Israel fue necesaria para calificarla para una entrevista con Jehov� incluso en celebraciones externas ( Am�s 4:12), mucho m�s es una preparaci�n similar del coraz�n indispensable por parte de las almas que vienen ante Dios en cualquier acto de adoraci�n espiritual ( 2 Cr�nicas 19:3; 2 Cr�nicas 20:33; 1 Samuel 7:3; Salmo 57:7; Lucas 1:17). En particular, todo pecado conocido debe ser abandonado ( Isa�as 1:16, Isa�as 1:17).

2. La renovaci�n del altar del Se�or. El gran altar de bronce de Salom�n ( 2 Cr�nicas 4:1) probablemente hab�a sido contaminado por los ritos de los �dolos durante los reinados anteriores, y requiri� la reconsagraci�n (Bertheau); mientras que, despu�s de sesenta a�os de servicio, casi seguramente necesitaba reparaciones (Keil). Lo m�s probable es que la renovaci�n del altar de Asa fuera de ambos tipos: una reparaci�n externa y una consagraci�n religiosa. Es com�nmente una se�al de que una Iglesia o naci�n est� empe�ada en entrar en la reforma religiosa cuando atiende tanto a lo externo como a lo interno de la religi�n, cuando corrige abusos, repara defectos y agrega mejoras en los medios externos de gracia. , as� como los esfuerzos para impartir a estos nuevos atractivos y celos. Los individuos no comienzan bien y descuidan dedicar todos sus poderes de cuerpo, mente y coraz�n en el trabajo, o buscar un nuevo y gracioso bautismo desde arriba ( Romanos 12:1).

3. La invitaci�n del pueblo a una asamblea nacional. Sin el sincero consentimiento y la cooperaci�n de la gente, no se pueden realizar reformas de ning�n tipo, tan poco religiosas como pol�ticas o sociales, y tan poco como estas. Por consiguiente, todos Jud� y Benjam�n, con tales israelitas simpatizantes del nuevo movimiento, fueron convocados a Jerusal�n en cierto d�a para hacer un convenio de buscar a Jehov�. Ya en los d�as de Roboam, extra�os del reino del norte hab�an encontrado su camino hacia el sur ( 2 Cr�nicas 11:16); La victoria de Asa sobre Zerah fue aceptada como una prueba de que Jehov� estaba del lado del rey de Jud�, el n�mero de estos inmigrantes aument� en gran medida ( 2 Cr�nicas 15:9). Lo que se quer�a entonces en Jud� e Israel para reunir a los piadosos todav�a se exige: un l�der, que tenga a Dios de su lado, porque �l est� del lado de Dios.

4. La reuni�n de los piadosos en Jerusal�n. Mostr� el esp�ritu de la gente que respondieron de inmediato al llamado de su monarca. Los seguidores que no seguir�n son un obst�culo para quienes liderar�an las reformas en la Iglesia o en el estado, la Uni�n es la fortaleza y, en general, la victoria; desunir la debilidad, y siempre la derrota.

II Transacciones solemnes. ( 2 Cr�nicas 15:12.)

1. La presentaci�n del bot�n. Estos, setecientos bueyes y siete mil ovejas, formaban parte del saqueo tomado del ej�rcito de Zerah ( 2 Cr�nicas 14:14, 2 Cr�nicas 14:15), y ahora se presentaron a Jehov�; como Abraham le dio diezmos a Melquisedec al regresar de la matanza de los reyes ( G�nesis 14:20); como los israelitas en el desierto despu�s de la matanza de los madianitas recaudaron un tributo al Se�or ( N�meros 31:11-4); como Sa�l dijo que ten�a la intenci�n de sacrificar al Se�or las ovejas y los bueyes que hab�a reservado del bot�n de los amalecitas ( 1 Samuel 15:21); y como generales victoriosos entre los romanos estaban acostumbrados a dedicar a J�piter parte del bot�n tomado del enemigo. Como la victoria de Asa se hab�a logrado �nicamente a trav�s de la ayuda Divina, esto se estaba volviendo tan correcto. Aquellos a quienes Dios hace exitosos en sus llamamientos deben honrarlo con las primicias de su aumento ( Proverbios 3:9). Cada hombre como Dios lo ha prosperado, una regla de dar cristiano ( 1 Corintios 16:2).

2. La formaci�n de un pacto.

(1) El objeto: doble.

(a) "Para buscar al Se�or Dios de sus padres", etc. (vers�culo 12), algo que deben hacer las naciones y los individuos, s�, para todos, ya sea que se comprometan o se juren entre s� o no. Para buscar a Dios, la vida de una naci�n y un individuo ( Isa�as 55:3, Isa�as 55:6; Salmo 69:32; Am�s 5:4), y el �nico fuente de verdadera prosperidad para cualquiera (Salmo 70:4; Salmo 119:2; Am�s 8:14; Lamentaciones 3:25). Que el dios que busca una naci�n o un individuo es el dios de sus padres, no es prueba de que Dios sea el Dios verdadero; pero, siendo el Dios verdadero, posee un reclamo adicional sobre la adoraci�n y el homenaje tanto del individuo como de la naci�n, por el hecho de que �l es y ha sido el Dios de sus padres. Si se debe buscar a Dios, debe hacerlo con todo el coraz�n (Jeremias 29:13). Nada menos que esto es religi�n.

(b) "dar muerte", etc. (vers�culo 13). Bajo la teocracia, la tolerancia religiosa era imposible, porque la idolatr�a era una alta traici�n. "Un gobierno teocr�tico es un gobierno de restricci�n. La libertad de conciencia habr�a sido un sonido poco significativo en la econom�a jud�a". Iglesia y estado en Jud� eran uno. No exist�a tal identificaci�n entre las naciones paganas, aunque a menudo se ve�an aproximaciones hacia ella. Tampoco existe tal identificaci�n bajo el evangelio. Por lo tanto, ni la Iglesia ni el estado ahora tienen autoridad para matar a quienes rechazan la religi�n prescrita por ninguno de los dos. Las iglesias reformadas de Inglaterra y Escocia tardaron en percibir que el exterminio de los herejes por la espada del magistrado civil, aunque leg�timo bajo la teocracia jud�a, no estaba permitido en la Iglesia de Jesucristo. Bajo el evangelio solo Dios es el Se�or de la conciencia; y para cada hombre pertenece el derecho de elegir su propia religi�n, su propio credo y su propio culto, sin dictar, por no decir coacci�n, ya sea del rey o del parlamento, siendo responsable de la elecci�n que hace en primer lugar a la suya. conciencia, y en �ltimo lugar a Dios, de quien es criatura y sujeto. Esta es la doctrina de la igualdad religiosa, que debe distinguirse cuidadosamente de la de la tolerancia religiosa, que se basa en la suposici�n err�nea de que la Iglesia y el estado poseen el derecho, pero se niegan a ejercer el poder de la coerci�n y aceptan permitir lo que puedan. justamente menospreciado, diversidad de fe y pr�ctica en religi�n.

(2) La forma: simple. "Se juran al Se�or"; es decir, se unieron a un juramento para llevar a cabo el doble prop�sito descrito anteriormente. Lo hicieron con entusiasmo (vers�culo 14), que siempre es bueno en algo bueno ( G�latas 4:18), y especialmente bueno en religi�n ( Lucas 13:24; Juan 9:4; Efesios 5:16; Hebreos 6:11).

(3) La escena: impresionante. En m�s de un punto, esta alta transacci�n bajo Asa tuvo un paralelo en el Pacto Nacional, que fue formado por el pueblo escoc�s en Edimburgo el �ltimo d�a de febrero de 1638, cuando en el cementerio de los Greyfriars, en el gris amanecer, un pergamino se extendi� sobre una l�pida, y uno por uno la nobleza, la nobleza, los burgueses, los ministros de religi�n y la gente com�n, con la mano levantada y el juramento solemne, le pusieron sus nombres, comprometi�ndose entre s� para mantener la forma presbiteriana del gobierno de la Iglesia , y, a punta de espada, para exterminar lo prelatico.

III. RESULTADOS SIGNIFICATIVOS (Versos 15-19.)

1. La alegr�a de la gente. (Vers�culo 15.) Esto demostr� que hab�an sido sinceros. Se regocijaron en la unanimidad y cordialidad con que se hab�a hecho el pacto, y en la perspectiva as� abierta para el logro de sus objetivos.

2. El celo del rey. (Vers�culos 16-18.)

(1) La deposici�n de la reina madre, Maaj�, la madre de Ab�as y la abuela de Asa. El alto rango, la edad venerable y la relaci�n cercana con Asa le hab�an dado en la corte y en la tierra la influencia dominante, que ejerci� en inter�s de la idolatr�a. Su remoci�n por parte de Asa lo mostr� sincero en el deseo de efectuar una reforma ( Lucas 14:26).

(2) La destrucci�n de su imagen abominable. Esto, que estaba hecho de madera, y que algunos supon�an que era una figura obscena, el pudendum, que representaba el poder productivo de la naturaleza, que es dudoso (Bertheau y Keil), fue un objeto de horror y odio para los hebreos; su destrucci�n fue otra indicaci�n del esp�ritu por el cual Asa fue actuado. El �nico defecto en su actividad de reforma fue que al mismo tiempo no aboli� los lugares altos relacionados con la adoraci�n a Jehov�.

(3) La introducci�n en el templo de los dones dedicados de su padre y de s� mismo. El primero, que consist�a en el bot�n que Abijah hab�a tomado en la guerra con Jeroboam ( 2 Cr�nicas 13:16) - plata, oro y vasijas - hab�a sido usado por el conquistador para adornar alg�n templo pagano o para enriquecer a la realeza tesorer�a, pero ahora fueron entregados por Asa a la casa del Se�or. Este �ltimo, compuesto de materiales similares saqueados por �l mismo en la guerra de Cusita ( 2 Cr�nicas 14:14, 2 Cr�nicas 14:15), tambi�n se lo present� a su leg�timo Due�o, Jehov�. Restaurar lo primero era tanto un deber como renunciar a lo segundo. "Asa, como un buen hijo, paga las deudas de su padre y las suyas" (Bishop Hall).

3. La aprobaci�n de Jehov�. �ntima por el hecho de que durante los siguientes veinte a�os la tierra disfrut� el descanso (vers�culo 19). "Cuando los caminos de un hombre complacen a Dios, hace que incluso sus enemigos est�n en paz con �l" ( Proverbios 16:7). Si las naciones complacieran a Dios por sus caminos, �l "har�a cesar las guerras hasta el fin de la tierra" (Salmo 46:9).

Aprender:

1. El est�mulo que los buenos hombres derivan de la Palabra de Dios, ejemplificado en el efecto producido sobre Asa por la profec�a de Oded (vers�culo 8).

2. El poder purificador de la verdadera religi�n en el alma, simbolizado por la purificaci�n de la tierra de Asa (vers�culo 8).

3. La influencia atractiva sobre otros de aquellos que tienen a Dios con ellos, visto en la reuni�n de la piadosa ronda Asa (vers�culo 9).

4. El deber supremo de los individuos y las naciones: buscar al Se�or (vers�culo 12).

5. La legalidad de los hombres que hacen convenios entre s� para tal prop�sito, pero no para obligar a otros (vers�culo 13).

6. La necesidad en la religi�n de probar la sinceridad del coraz�n mediante la actividad y la liberalidad de la mano (vers�culos 11, 18).

7. La propiedad de ser minucioso en todas las empresas relacionadas con la religi�n: la falta de esto es un defecto en Asa (vers�culo 17).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 2 Chronicles 15". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/2-chronicles-15.html. 1897.