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Bible Commentaries
2 Crónicas 19

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-11

EXPOSICI�N

El tema de este cap�tulo est� preservado para nosotros solo por el escritor de Cr�nicas, y tiene mucha importancia. Despu�s de echar un vistazo a la "paz" exterior ( 2 Cr�nicas 19:1) del momento, que Josafat ten�a a su regreso a Jerusal�n, la narraci�n, dejando en el olvido todo lo que debe haber pensado y sentido y puede haber hablado del final de su hermano-rey, y de su propia intimidad privada tard�a y alianza p�blica con �l, cuenta c�mo Jehu, el hijo de Hanani el vidente ( 2 Cr�nicas 19:2, ); y luego, como �l sabiamente volvi� a visitar su reino, a trav�s de su longitud y amplitud, trat� de "traerlos de regreso al Se�or Dios de sus padres", remodelando y maldeciendo los diversos oficios de los jueces, sacerdotes y levitas ( 2 Cr�nicas 19:4), y los exhort� sinceramente.

2 Cr�nicas 19:1

En paz. Compare el uso de la frase en los vers�culos 16 y 26, 27 del �ltimo cap�tulo. La �nica paz en la que se podr�a suponer razonablemente que Josafat regres� a su casa y a la metr�poli fue la libertad de la guerra y la "seguridad de su vida" actual.

2 Cr�nicas 19:2

Y Jeh�, hijo de Hanani, el vidente, sali� a su encuentro. Para Hanani, el padre fiel de un hijo fiel, vea 2 Cr�nicas 16:7, donde leemos que �l "vino a Asa Rey de Jud�", etc. Tambi�n para Jehu, vea 1 Reyes 16:1 , donde leemos acerca de su comisi�n ante la palabra del Se�or de reprender a Baasa el Rey de Israel, en una fecha de m�s de treinta a�os antes del presente; y vea 2 Cr�nicas 20:34, lo que nos llevar�a a inferir, aunque no con certeza, que sobrevivi� a Josafat. El libro llamado por su nombre, sin embargo, no fue necesariamente terminado por �l. Es evidente que ni la palabra del Se�or ni los mensajeros y profetas del Se�or estaban sujetos a los l�mites ortodoxos del reino dividido. El car�cter poderoso y la fuerza moral del verdadero profeta se ven nuevamente en la forma en que sol�a salir para encontrarse con el malhechor, aunque era un rey. Estamos acostumbrados a poner todo esto en la cuenta de la inspiraci�n especial del profeta de anta�o; sin embargo, eso era t�pico de la fuerza intr�nseca que la verdad hablada fielmente deber�a ejercer por derecho propio en tiempos posteriores. La religi�n se establece en la naci�n y las personas que saben y hacen esto, por los maestros acreditados de ella, compiten. La simple reprensi�n del mal. �Deber�as ... amar a los que odian al Se�or? Jehoshaphat debe sospechar que debe haber sido enga�ado un poco al responder a alguna fascinaci�n personal en Acab. La reprimenda del profeta no es que Josafat ayud� tanto a Israel como a Jud� tambi�n contra un enemigo com�n, sino que ayud� a los imp�os, etc. Por lo tanto, ira sobre ti, etc. El significado de esta oraci�n probablemente no fue simplemente retrospectivo, mirando el hecho que Josafat regres� a Jerusal�n menos la victoria por la que hab�a pedido, pero que probablemente era una indicaci�n de problemas que deber�an madurar, ya estaban madurando para Josafat, en la pr�xima invasi�n de su propio reino ( 2 Cr�nicas 20:1).

2 Cr�nicas 19:3

Sin embargo; En hebreo, ????? una de las pocas part�culas que fueron afirmativas en el hebreo anterior ( G�nesis 42:21), pero adversativas en el posterior ( 2 Cr�nicas 1:4; Daniel 10:7, Daniel 10:21). Puede estar bien traducido, "por otro lado". La expresi�n aqu� recuerda el "a pesar de" menos favorable de Apocalipsis 2:20. Se encuentran cosas buenas en ti (ver 2 Cr�nicas 17:1).

2 Cr�nicas 19:4

De Beershsba al monte de Efra�n. No se debe citar la longitud de la buena tierra, como en la antig�edad, el indiviso "Dan to Beersheba", sino Beersheba al Monte Ephraim ( 2 Cr�nicas 13:16-14). Josafat hace otro esfuerzo concienzudo y vigoroso para reformar su propio reino, para mantenerlo firme en la adoraci�n a Dios y libre de idolatr�a. Debe notarse que no aparta la oreja de la reprimenda que le fue dada, sino que dirige su coraz�n hacia ella. Como no parece que rompi� con Israel y los reyes de Israel (2Ch 20:35, 2 Cr�nicas 20:37; 2 Reyes 3:7, 2 Reyes 3:14, 2 Reyes 3:24), es posible, especialmente en vista del vers�culo 37 en nuestro 2 Cr�nicas 20:1; que se entend�a que la severidad de la reprensi�n divina se aplicaba a las ocasiones en que Josafat se aliaba con un rey notablemente malo, y por alguna supuesta posibilidad de ventaja para s� mismo. Este �ltimo elemento de consideraci�n diferir� suficientemente los dos casos que acabamos de citar, a saber, el caso en el que Josafat se uni� a Azar�as, y se le "profetiz�" severamente, y aquello en lo que ayud� a Joram, y a trav�s de la intervenci�n de Eliseo le gan� el d�a.

2 Cr�nicas 19:5

Jueces ... ciudades cercadas. Josafat pasa de las reformas religiosas directas a lo que es importante solo en segundo lugar en la vida de una naci�n: la reforma en materia de administraci�n civil de justicia. El esqueleto aqu� dado de lo que deber�a ser el car�cter de un juez, y por qu�, armoniza bien con el �nfasis uniforme establecido en las Escrituras sobre "justicia y juicio". Es realmente dif�cil ver, m�s bien imposible, sobre qu� base se puede establecer una estructura segura de crecimiento civil y estabilidad, excepto sobre la de la religi�n positiva. Note las posiciones y los argumentos sucintos de los vers�culos 6, 7; y cu�n inequ�vocamente se basan en la fe en un Dios personal y en su car�cter revelado. Apenas puede ser que esta sea la primera vez que se establezcan jueces en las ciudades de Jud�, pero posiblemente el significado que se pretende transmitir con �nfasis es que, ahora, mirando bien alrededor de su reino, se ocup� de que todas las ciudades deber�an estar correctamente provisto de los jueces necesarios, mientras que �ltimamente algunos hab�an estado, y otros no, y algunos, aunque hab�an estado en el cargo con jueces, no hab�an encontrado lo que los jueces deber�an ser. La inmensa mayor�a de los "seis mil" oficiales y jueces "levitas" de la regulaci�n de David ( 1 Cr�nicas 23:4; 36:29) se hab�an extraviado, con sus superiores, reyes y profetas. Con nuestro presente pasaje se puede comparar Deuteronomio 16:18-5, donde se narra la promulgaci�n original de jueces y oficiales. Ciudades cercadas. En hebreo para "cercado", ?????????; kal parte pasiva plur. La palabra aparece veintis�is veces desde el Libro de los N�meros hasta el Libro del profeta Zacar�as, y se traduce en la versi�n autorizada "cercada" o "defendida" veintid�s veces, "amurallada" dos veces, "fuerte" una vez, y "poderoso" una vez. Las "puertas" de la instituci�n original en Deuteronomio son ahora (probablemente todav�a las puertas de) ciudades cercadas.

2 Cr�nicas 19:6, 2 Cr�nicas 19:7

La declaraci�n de los principios Divinos establecidos en estos vers�culos para los fundamentos del "reino de los cielos" en la tierra, y la realizaci�n de la "voluntad de Dios en la tierra, as� como en el cielo", se extiende desde Mois�s y Job (Le Job 19:15; Deuteronomio 1:17; Deuteronomio 10:17; Deuteronomio 16:19; Job 34:19) a SS. Paul y Peter ( Hechos 10:34; Romanos 2:11; 1 Pedro 1:17).

2 Cr�nicas 19:8

Este y los siguientes tres vers�culos cierran el tema inmediato al afirmar con cierto �nfasis la reforma en la metr�poli misma, del "tribunal supremo", como se le ha llamado ( �xodo 18:19, �xodo 18:20, �xodo 18:26; Deuteronomio 17:9, Deuteronomio 17:10, Deuteronomio 17:12), compuesto por levitas, sacerdotes y jefe de la padres de Israel; es decir, probablemente jefes de toda la familia que se llamaban del mismo nombre. Por supuesto, cada padre era jefe de su propia familia, pero solo uno (como en los tiempos modernos por primogenitura el hijo mayor) era el jefe representativo de toda la familia, y bajo esta expresi�n, sin duda, se establece naturalmente solo aquellas familias que eran de alguna consideraci�n o distinci�n relativa. Por el juicio del Se�or, y por las controversias. Considerando la distinci�n m�s clara en el lenguaje de vex. 11, no puede haber ninguna duda de que las palabras, "para el juicio del Se�or", no pretenden simplemente describir el juicio piadoso, sino que se�alan las cuotas pagaderas al Se�or en alg�n aspecto religioso: "Render al C�sar ... y a Dios las cosas que son de Dios "; mientras que las palabras "y para controversias" apuntan a los conflictos mutuos de la gente. Cuando volvieron; En hebreo, "y volvieron". Se ha propuesto eliminar esta cl�usula para comenzar con el siguiente verso (y as� la Versi�n Revisada se muestra como una cl�usula en s� misma, "Y regresaron a Jerusal�n"), y, para que esto se ajuste mejor, la palabra hizo en la primera l�nea del verso se cambia a "had". Sin embargo, es posible presentar la cl�usula: "Y viv�an en Jerusal�n", lo que tendr�a un sentido mucho m�s coherente y marcar�a la permanencia y la estacionariedad de este tribunal principal.

2 Cr�nicas 19:10

Ven ... de tus hermanos ... en sus ciudades. Estas palabras confirman nuestra nota anterior y apuntan al car�cter de apelaci�n de la corte de Jerusal�n. Observe tambi�n la clara conexi�n del verso con Deuteronomio 17:8, Deuteronomio 17:10, Deuteronomio 17:11; �xodo 21:12-2. Ley ... mandamiento, estatutos ... juicios. A veces puede ser necesario mostrar c�mo el mandamiento particular fluy� de la ley principal y esencial; y el estatuto escrito es f�cilmente distinguible de aquellos juicios, que se parec�an m�s a la ley "hecha por un juez". No traspasar�is; Versi�n revisada, m�s correctamente, no ser�n culpables.

2 Cr�nicas 19:11

Amariah Probablemente el Amariah de 1 Cr�nicas 7:11. Al sacerdote se le conf�an claramente las causas sagradas. Zebadiah no se conoce en ninguna otra parte. Oficiales (ver �xodo 5:10). El Se�or estar� con el bien (ver 2 Cr�nicas 15:3, 2 Cr�nicas 15:4).

HOMIL�TICA

2 Cr�nicas 19:1

El tercer cap�tulo en la carrera de Josafat.

En este cap�tulo, considerado por el momento a la luz de un tercer cap�tulo en la biograf�a de Josafat, podemos evaluar, no del todo de manera insatisfactoria, su car�cter respetando la medida de lo correcto y lo incorrecto, y del bien y el mal en �l mismo. Y se nos recuerda que:

I.HAY UNA COSA, LA M�S INDENCIABLE, COMO LA PAZ DE LA SEGURIDAD ACTUAL, SIN LO QUE FLUYE DE LA RECTITUD CONSISTENTE, LA INTEGRIDAD INAL�MBRICA, LA APROBACI�N INTERNA DE LA CONCIENCIA Y LA CONVICCI�N DE LA APROBACI�N PROPIA DE DIOS.

II HAB�A UNA CARACTER�STICA DE REDIMIENTO EN LA CONDUCTA DE JEHOSHAPHAT, UN TRIBUTARIO DE SLENDER QUE PUEDE CONTAR PARA ALGO EN TODA LA ESCENA, VIZ. LA AUSENCIA DE TODA LA PRETENSI�N DE LA DEFENSA PROPIA, DE LA EXCUSA, DE LA EXTENCI�N DE LO QUE FUE INCORRECTO, E INCLUSO DE LA RESPUESTA. No o�mos de penitencia, confesi�n o arrepentimiento en tantas palabras, pero esto �ltimo ciertamente lo sostenemos de la nueva devoci�n de Josafat hacia la derecha y de la ense�anza religiosa de su pueblo; y los dos primeros podemos a su vez a partir de esto.

III. HAY CIERTAMENTE LA CORRIENTE CONTINUA, FLUYENDO TRANQUILO, LLENO, PROFUNDO, DE ESA "MISERICORDIA CON DIOS" QUE SOSTIENE Y ALIMENTA "EL TEMOR" DE �L EN LUGAR DE DESTRUIRLO. Hay, quiz�s, pocos contrastes m�s grandes o m�s sorprendentes entre los m�todos divinos y humanos que los que se mencionan aqu�. Si se destruye la esperanza, pr�cticamente todo en la vida y el car�cter de cualquier hombre tambi�n se destruye. Las amenazas, las denuncias, los procedimientos inmediatos y perentorios de los hombres para ofender a sus semejantes, incluso en los casos m�s claros de maldad posible, con demasiada frecuencia funcionan con insensibilidad o imprudencia. Pero los m�todos tolerantes de Dios, su compasi�n compasiva, su paciente paciencia y su dulce disposici�n de "misericordia perdurable para siempre", preservan y salvan la Continuidad de (lo que a veces es un hilo muy fr�gil) la esperanza humana. �Cu�nto de la vida humana, de la raz�n misma y del est�mulo a la reforma moral, depende de esta caracter�stica de la administraci�n divina, este gran atributo de Dios!

IV. HAY UNA CONSERVACI�N ESTABLE Y CONSISTENTE DE LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA Y DEL GOBIERNO MORAL POR PARTE DE DIOS. El culpable no es tratado como inocente: "por lo tanto, es ira contra ti delante del Se�or" ( 2 Cr�nicas 19:2), o como inocente. A veces hay una soluci�n de la dificultad crucial involucrada en esto, a veces otra. A veces la pena, cualquiera que sea, se paga, se sufre y se castiga; a veces se encuentra el "camino de escape, y bajo la urgencia del caso se proporciona claramente a los culpables, pero bajo salvaguardas que indican y garantizan suficientemente los aspectos morales necesarios.

V. LAS FALTAS Y PECADOS DE LOS SIERVOS DE LOS SIERVOS DE DIOS SON, DE VERDAD, MANCHAS DE GRIEVO EN SU ESCUDO; PERO LEJOS DE CERRAR SU TRABAJO PARA DIOS, Y CERRANDO LA ESPERANZA DE S� MISMOS, PUEDEN SER HECHOS, POR ADVERTENCIA Y ARREPENTIMIENTO, LA FECHA DE UNA NUEVA SALIDA DE DEVOCI�N REDUCIDA. Fue manifiestamente as� con Josafat ( 2 Cr�nicas 19:4). Excepto por alguna sugerencia tal como se ofrece anteriormente, debemos permanecer con mucha incertidumbre acerca de por qu� no se registra ninguna palabra sobre el funcionamiento de los pensamientos internos de Josafat, ya sea cuando sali� mal o cuando fue restaurado a los caminos de la justicia. . Se nos da una medida muy diferente en las revelaciones de las Escrituras en otros casos, como el de David y un anfitri�n adem�s. Pero en lugar de la incertidumbre m�s dolorosa (como en la historia, por ejemplo, de Salom�n y muchos otros hombres) en cuanto a los hechos que sucedieron a una ca�da, el caso de Josafat no es menos claro que el de San Pedro, aunque en materia tan diferente . No se cuentan las l�grimas de Josafat, las autoafirmaciones, la confesi�n y los votos. Hubiera sido interesante conocerlos, y nuestra curiosidad es indudablemente estimulada por la taciturnidad y la notable reticencia del historiador que los respeta. Pero lo m�s importante es comunicarlo de la mejor manera de las Escrituras. El rey dej� de hacer el mal; no lo repiti�; aprendi� a hacerlo bien "otra vez" ( 2 Cr�nicas 19:4) a s� mismo; con energ�a redoblada inst� lo mismo en las personas (2Ch 19: 6, 2 Cr�nicas 19:7, 2 Cr�nicas 19:9, 2 Cr�nicas 19:11); y mantuvo un buen registro, como se puede ver en el pr�ximo y �ltimo cap�tulo de su vida, hasta el final de esa vida.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

2 Cr�nicas 19:2

Amistad con el hombre y fidelidad a Dios.

El ap�stol Juan huyendo de los ba�os porque vio entrar al enemigo de Cristo, es una imagen familiar. Pero, �hasta d�nde debemos llevar tal falta de voluntad para asociarnos con los imp�os o los incr�dulos? Josafat est� aqu� fuertemente reprendido por su intimidad con Acab y la ayuda que le hab�a estado dando a ese malvado monarca. Dejenos considerar-

I. HASTA D�NDE SE EXTENDE NUESTRA LIBERTAD. Seguramente se extiende a:

1. El intercambio de cortes�as comunes. "Ser cort�s" es una m�xima que se aplicar� a todos. "La civilidad no trae conclusiones", y puede mostrarse a todas las personas, sin implicar ninguna sanci�n de sus herej�as o inmoralidades.

2. Fidelidad en el servicio y equidad en la negociaci�n. Una vez se pens� que era correcto aprovecharse de un hombre si era jud�o o infiel. Pero la injusticia nunca puede ser otra cosa que odio para Dios y perjudicial para el hombre, y la justicia y el trato justo nunca pueden ser m�s que loables. Adem�s, el ap�stol inst� al sirviente o esclavo cristiano a mostrar un esp�ritu correcto "no solo al bueno y gentil, sino tambi�n al perverso" ( 1 Pedro 2:18).

3. Ayuda a los necesitados. La l�stima por aquellos que est�n angustiados, y la mano amiga que se extiende a aquellos que est�n "listos para perecer", nunca puede ser contraria a la mente y la voluntad de Jesucristo.

4. Alianza para la promoci�n de un buen fin com�n. Aqu� puede objetarse que esto justificar�a a Josafat en su "alianza ofensiva" con Acab, ya que buscaban el objetivo com�n leg�timo de paralizar a Siria. Pero debe recordarse que al ayudar a sostener el reino de Israel, Josafat estaba perpetuando la divisi�n entre las doce tribus, el desmembramiento del pa�s; y �l sosten�a un poder que era recreativo para su alta misi�n, y era positiva y seriamente hostil a la verdad sagrada, al reino de Dios. Podemos asociarnos legalmente con hombres imp�os como conciudadanos unidos en objetos leg�timos como salvar vidas, promover la salud, proporcionar alimentos, extender el comercio y el comercio. Al hacerlo, no estamos de ninguna manera comprometiendo el principio o sosteniendo mal; no estamos "ayudando a los imp�os" o "amando a los que odian al Se�or".

II DONDE SE DIBUJA LA L�NEA DE PROHIBICI�N. Claramente no tenemos derecho a aliarnos con hombres pecadores cuando al hacerlo:

1. Promovemos la causa de la injusticia o la impiedad. Mejor sacrifique cualquier cosa que tengamos en el coraz�n, mejor deje nuestras preferencias personales o nuestros intereses temporales totalmente ignorados, que hacer lo que dar� un impulso a la causa de la infidelidad o la inmoralidad. En tal caso, ciertamente deber�amos reducir el disgusto de Dios; no necesitamos ning�n profeta que nos diga: "Por lo tanto, hay ira sobre ti desde delante del Se�or".

2. Cuando nos mostramos indiferentes al honor de nuestro Divino Salvador. La ostentosa compa��a de Josafat con un enemigo de Dios como Acab equival�a a una t�cita insinuaci�n de que, cuando lo deseaba, pod�a olvidar qui�n era su sirviente; �l puso por esa consideraci�n para cumplir su prop�sito moment�neo. Puede haber alguien que sea un enemigo muy pronunciado de Jesucristo que busque nuestra amistad. Ser muy �ntimo con �l es desacreditar nuestro apego a nuestro Se�or; es ponerlo en segundo lugar. Entonces la fidelidad a Cristo nos mantendr� en casa; nos llevar� a buscar otras intimidades, a encontrar nuestra amistad con aquellos que no "odian al Se�or".

3. Cuando exponemos nuestro propio car�cter a riesgos graves. Para alguien que tiene una mente m�s d�bil y quiere asociarse �ntimamente y durante un per�odo de tiempo prolongado con un enemigo del Se�or, puede tener un solo resultado. Debe emitir en la degeneraci�n espiritual; puede, de hecho, terminar en ruina espiritual. Que aquellos que contemplen la formaci�n de una amistad de por vida tengan cuidado de c�mo conf�an sus almas a cualquiera que pueda ser llamado "imp�o", c�mo "aman a los que odian al Se�or". Es mejor que un esp�ritu sensible y complaciente sea "ahogado en medio del mar" que sumergido en una atm�sfera de mundanalidad o de incredulidad, donde toda la piedad verdadera y toda la fe viva se debilitan diariamente y se marchitan constantemente.

2 Cr�nicas 19:4

Una misi�n real que es celestial.

De las muchas cosas que se dicen a favor de Josafat, tal vez nada sea m�s digno de elogio que esto, que "sali� de nuevo por el pueblo ... y los trajo de regreso al Se�or Dios de sus padres". No podr�a haber hecho nada m�s digno de s� mismo, o m�s probable que resulte en un bien permanente para las personas sobre las que rein�.

I. LA MISI�N REAL. Posiblemente, como sugiere Matthew Henry, el v�nculo que un�a a las personas con Jehov� se hab�a relajado un tanto al observar la familiaridad entre su soberano y la corte id�latra de Jezreel; si esto fuera as�, Josafat, despu�s de la reprimenda de Jeh� (vers�culo 2), se sentir�a obligado a hacer todo lo que est� en su poder para fortalecer el apego de sus s�bditos al Dios vivo. Pero sea lo que sea que lo haya impulsado, hizo bien en

(1) interesarse personalmente en este tema vital;

(2) tomar medidas pr�cticas vigorosas para llevar a cabo su prop�sito; y

(3) llevar a cabo su tarea autodesignada con la energ�a y la minuciosidad que exigen el �xito. �l "trajo de vuelta", etc. Fue una misi�n real que reflej� un gran honor en los �ltimos a�os de su reinado.

II La misi�n celestial de la cual se puede decir que es una pista. Jesucristo "vino a buscar y salvar lo que se hab�a perdido". Vio a la humanidad separada por una triste distancia espiritual del Padre celestial, del Dios viviente; se impuso la tarea santa y celestial de "traerlo de regreso al Se�or". Para este prop�sito m�s noble y divino, �l

(1) inclinado al mundo de las criaturas, a nuestra pobre humanidad, a la pobreza, a la mayor humillaci�n;

(2) "sufri� una p�rdida asombrosa", dolor, tristeza, agon�a espiritual;

(3) muri� en la cruz. Al hacerlo, �l

(a) abri� el camino para el regreso del hombre;

(b) proporcion� la fuerza espiritual que est� elevando una naturaleza degradada a las alturas de la santidad y la sabidur�a.

En esta misi�n celestial, ahora est� comprometido, devolviendo a Dios la raza que se ha apartado de su lado y ha perdido su semejanza y ha perdido su favor.

III. UNA MISI�N DIGNA DE TODA LA IMITACI�N. Esta acci�n deliberada de llevar a los hombres de regreso a Dios fue real; es celestial, divino; Puede ser com�n a todo hombre cristiano.

1. A nuestro alrededor est�n aquellos que han dejado al Dios de sus padres. Puede ser que sean de aquellos que han estado separados durante mucho tiempo y se han negado decididamente a escuchar su invitaci�n paternal para regresar; o puede ser que hayan buscado y encontrado la reconciliaci�n con �l y se hayan metido en un servicio poco entusiasta, o en la indiferencia, o en alguna transgresi�n positiva.

2. Estos est�n dentro de nuestro conocimiento y nuestro alcance. Pueden estar debajo del techo debajo del cual vivimos, o adoradores en el santuario donde doblamos la rodilla en oraci�n, o trabajadores nominales en el campo donde estamos trabajando; o pueden estar donde los encontraremos si los buscamos, ya que Josafat encontr� los objetos de su cuidado real cuando "sali� a trav�s de la gente desde Beerseba hasta el Monte Efra�n". Pero est�n donde podemos encontrarlos, y podemos poner la mano amable y cautivadora del amor santo sobre ellos.

3. A tal podemos prestar un servicio inestimable. Podemos ejercer sobre ellos una influencia graciosa y ganadora. Podemos hacer un llamado sincero y fraternal a ellos. Podemos instarlos a que regresen al Se�or Dios de sus padres en todos los terrenos; en el piso

(1) que �l, su Padre y su Amigo, est� afligido por su obstinaci�n o su deserci�n, y anhela su regreso;

(2) que permanecen donde su vida es una larga desobediencia, un pecado continuo y un error;

(3) que su regreso se producir� en paz y alegr�a, en una bendici�n espiritual, cuya profundidad y duraci�n no pueden medir ni imaginar;

(4) que si regresan as�, dar�n una satisfacci�n ilimitada a los padres cuyo Dios han abandonado o descuidado, a todos esos amigos humanos y parientes cuyo amor es verdadero y profundo, quienes los recibir�n con la alegr�a m�s plena al redil de Cristo, al reino de los cielos.

2 Cr�nicas 19:5

Ennoblecer lo terrenal, o hacer sagrado lo secular.

Josafat hizo de su reinado sobre Jud� un acto continuo de servicio divino. Mientras que ese reinado no estuvo exento de imperfecciones y errores, el rey evidentemente gobernaba "en el temor del Se�or", y estaba tratando de llevar a su pueblo a una sujeci�n voluntaria y leal a su Divino Soberano. Al tomar la medida que se tom� ahora, actu� con gran inteligencia. Porque nada ser�a tan probable que llevara a la gente al descontento y la rebeli�n contra el orden existente como una sensaci�n de injusticia prevaleciente, de errores no corregidos, de derechos que no se pueden realizar; nada, por otro lado, era tan adecuado para infundir un esp�ritu de lealtad a la administraci�n y al propio Jehov� como un sistema de justicia bien regulado, que se extiende por toda la tierra. La piedad que Josafat estaba ilustrando as�, ejemplific� en detalle al dar las instrucciones que entreg� a los jueces (2Ch 19: 6, 2 Cr�nicas 19:7, 2 Cr�nicas 19:9, 2 Cr�nicas 19:10). En ellas demostr� que el acto ordinario de juicio en asuntos seculares podr�a y deber�a hacerse un servicio verdadero y sagrado prestado a Dios, un acto de piedad. Porque les encarg� que hicieran todo en sus tribunales, como deber�amos hacer todo en nuestros hogares y en nuestras casas de negocios:

I. AL SE�OR. Deb�an hacer todo "en el temor del Se�or" ( 2 Cr�nicas 19:9); deb�an juzgar "no por el hombre, sino por el Se�or" ( 2 Cr�nicas 19:6). Esta es una anticipaci�n de las instrucciones dadas por Pablo en su carta a la Iglesia en Colosas, donde �l ordena a los esclavos que sirvan a sus amos "no con atenci�n ocular, como complacer a los hombres, sino en la solter�a de coraz�n, temiendo a Dios"; Hagan lo que hagan, haci�ndolo "sinceramente, como para el Se�or, y no para los hombres" ( Colosenses 3:22, Colosenses 3:23). No hay nada en lo que estemos comprometidos, del tipo m�s humilde y en la esfera m�s humilde, que no podamos hacer y que no debamos hacer "por el Se�or" o "al Se�or", actuando "fielmente y con un perfecto coraz�n ", en la medida en que estamos seguros de que lo aprobar�, y con la clara visi�n de complacerlo y honrarlo; as� "hacemos el trabajo divino", como nos dice George Herbert.

II CON SU PRESENCIA Y SU DIVINA AYUDA. El Se�or "est� contigo en el juicio" ( 2 Cr�nicas 19:6); "el Se�or estar� con los buenos" ( 2 Cr�nicas 19:11). Si podemos sentir que Dios est� "con nosotros", que nuestro Divino Maestro est� a nuestro lado, con su presencia solidaria y comprensiva, entonces estamos satisfechos, entonces somos fuertes. La posici�n que ocupamos puede ser muy humilde, la situaci�n puede ser solitaria o peligrosa, los oponentes pueden ser numerosos y su oposici�n puede ser severa, los deberes pueden ser muy onerosos; pero Cristo est� con nosotros, su sonrisa est� sobre nosotros, su brazo est� trabajando con nosotros y para nosotros, su recompensa est� en su mano; iremos felices y alegres en nuestro camino.

III. A SU PROPIO CAMINO. "Porque no hay iniquidad con el Se�or nuestro Dios", etc. ( 2 Cr�nicas 19:7). Deb�an juzgar como Dios mismo lo hizo, con el mismo esp�ritu y con los mismos principios; tan imparcialmente, tan justamente como lo hizo �l. Y nuestro Se�or nos llama a elevar nuestra vida terrenal, hacer cada parte de ella sagrada y noble, al introducir en todo el esp�ritu y los principios que son Divinos. "Sed perfectos", dice, "as� como vuestro Padre que est� en los cielos es perfecto," sed santos, porque yo soy santo "," como los he amado, que tambi�n se amen los unos a los otros "," s�gueme. "Es, de hecho, una ampliaci�n y ennoblecimiento muy excelente y positivamente invaluable de esta vida humana que cada hora y cada acto de ella se puede gastar y forjar mientras Dios est� pasando su eternidad y est� gobernando en su dominio Divino. Los mismos principios de pureza, rectitud y equidad, el mismo esp�ritu de generosidad y amor, de gentileza y consideraci�n, que muestra en su gobierno del universo, podemos manifestarnos en los senderos m�s bajos en los que caminamos d�a a d�a. �l es, as� podemos ser. Su vida podemos estar viviendo. No tiene por qu� haber nada malo o peque�o en nosotros, ya que podemos estar en todas partes y en todo "los hijos de nuestro Padre que est� en el cielo" ( Mateo 5:45). En todos los �mbitos de la vida podemos estar siguiendo de cerca a Cristo. � C.

HOMILIAS DE T. WHITELAW

2 Cr�nicas 19:1

El soberano y el vidente.

I. LA MISERICORDIA NO DESERVADA AL SOBERANO. ( 2 Cr�nicas 19:1.)

1. Josafat regresa de Ramoth-Gilead. Habiendo ido all� sin la sanci�n divina, de hecho, en contra de la voluntad divina, podr�a haber sido dejado all� y no se le habr�a permitido regresar. Pero Dios preserva la entrada y salida de su pueblo (Salmo 121:8), incluso cuando no caminan en sus caminos.

2. Josafat regresa a Jerusal�n. Habiendo dejado su capital y su reino en un recado al que no fue llamado, podr�a haber encontrado que se lo quitaron y le prohibieron su regreso. Pero Jehov�, siempre mejor para su pueblo de lo que se merec�a, hab�a cuidado de ambos mientras Josafat estaba ausente.

3. Josafat regresa a su casa en paz. Muy diferente podr�a haber sido su regreso a casa ( Isa�as 59:8); no vivo y seguro, como Mica�as hab�a predicho ( 2 Cr�nicas 18:20), pero cuando Acab fue llevado a Samaria, muerto; disparado por una flecha desde un arco sirio como el Rey de Israel, o herido por los aurigas sirios como �l mismo estuvo, y ciertamente habr�a sido si Jehov� no se hubiera interpuesto. Pero, nuevamente, Dios es fiel a su pacto, incluso cuando su pueblo no es fiel a su deber (Salmo 111:5; 2 Timoteo 2:13; Hebreos 10:23).

II RECUPERACI�N MERECIDA DEL VIDOR. ( 2 Cr�nicas 19:2, 2 Cr�nicas 19:3.)

1. Una severa reprimenda. Acusado por el hijo de Hanani, Jehu, con un doble delito:

(1) Ayudando a los imp�os. Ayudar a los imp�os en sus necesidades o empresas, cuando estos no son pecaminosos, nunca fue un crimen contra Jehov� en los tiempos del Antiguo Testamento ( Lev�tico 19:18, Lev�tico 19:34; Deuteronomio 22:1; Job 22:29; Zacar�as 7:9), y no est� prohibido sino ordenado en el evangelio ( Romanos 13:9; G�latas 5:14; Santiago 2:8); pero luego, como ahora, simpatizando con ellos en sus pensamientos malvados, uni�ndose a ellos en sus formas malvadas y ayud�ndolos en sus proyectos malvados, est� prohibido a todos los que profesan ser seguidores de Dios y de Cristo (Salmo 1:1; Salmo 24:4; Salmo 141:4; Romanos 13:12; Ef 5:11; 2 Timoteo 2:19, 2 Timoteo 2:21, 2 Ti 2:22; 1 Pedro 2:11, 1 Pedro 2:12).

(2) Amar a los que odian a Dios. Esto tambi�n es permisible en el sentido en que Dios mismo y Cristo amaron y a�n aman a los pecadores, compadeci�ndose de su miseria, compadeciendo su fragilidad, lamentando su iniquidad y buscando su recuperaci�n y salvaci�n. Pero en el sentido de extender el afecto y la confianza, la simpat�a y el apoyo a los enemigos p�blicos y privados de Dios, los despreciadores de su religi�n, los desertores de su culto, los violadores de sus mandamientos, los opresores de su pueblo, los opositores de su causa, es un tramo de caridad que ni entonces ni ahora es permisible. M�s bien, entre los santos hebreos para odiar a los enemigos de Jehov� se contaba la virtud suprema (Salmo 139:21, Salmo 139:22). Si los santos cristianos no pueden odiar a las personas, todav�a se les ordena odiar las obras y los caminos de los enemigos del Se�or ( 2 Corintios 12:21; Efesios 4:26; Filipenses 3:18 ) (En Hanani, vea 2 Cr�nicas 16:7.)

2. Una frase alarmante. "La ira de delante de Jehov�" deber�a venir sobre Josafat con certeza y rapidez. Esto era inevitable, ya que Jehov�, como un Dios celoso ( �xodo 20:5; Deuteronomio 4:24), de ninguna manera pod�a permitir que tal declinaci�n pasara sin alguna manifestaci�n de desagrado. Adem�s, Jehov�, por compromiso de alianza con David, se hab�a comprometido expresamente a castigar con varas cualquier deserci�n de los sucesores de David ( 2 Samuel 7:14; Sal 139: 1-24: 30). De la misma manera, aunque Dios, por el amor de Cristo, perdona las transgresiones de los creyentes, para que no lleguen a la condenaci�n final, �l no los exime en cada caso del sufrimiento debido a sus ofensas, sino m�s bien como una regla. , les hace, cuando se extrav�an, sentir tales reprensiones internas sobre sus conciencias, y tales infracciones externas sobre sus personas o propiedades, como para hacerlos sensibles a su santa ira, si no contra sus almas, contra sus pecados ( Hechos 14:22; Rom 5: 3; 1 Corintios 11:32; Hebreos 12:11). Ya en Ramot de Galaad, Josafat hab�a experimentado un anticipo de la ira de Jehov� ( 2 Cr�nicas 18:31). Pronto habr� pruebas adicionales de ello, en una invasi�n moabita ( 2 Cr�nicas 20:1, etc.).

3. Una mitigaci�n misericordiosa. Mientras condenaba los pecados del rey, Jeh� no se olvid� de hacer un sincero reconocimiento de las virtudes del rey. Alabar a otro por las buenas cualidades no es tan f�cil como culpar a otro por las malas. En otros, las fallas se distinguen m�s f�cilmente que los puntos favorables; en nosotros mismos, el �ltimo m�s r�pido que el primero. Afortunadamente, el gran Buscador de Corazones, aunque observa las deficiencias de su gente, no pasa por alto sus buenos h�bitos. Si se denunciaba la conducta de Josafat al contraer alianza con Acab, no se olvidaba su comportamiento al sacar las arboledas de su tierra y preparar su coraz�n para buscar a Jehov�. De modo que, en el caso de los cristianos, "Dios no es injusto al olvidar su trabajo y trabajo de amor" ( Hebreos 6:10), a pesar de estar obligado a corregirlos por hacer algo malo ( Hebreos 12:10); mientras que Cristo, enviando sus mensajes a las Iglesias en Asia, con una excepci�n, nunca omite notar en cada caso excelencias dignas de elogio ( Apocalipsis 3:1; Apocalipsis 4:1).

LECCIONES

1. Gratitud por la misericordia.

2. Sumisi�n a la reprensi�n.

3. Arrepentimiento por el pecado.

4. Vigilancia en el deber.

5. Caridad al juzgar a los dem�s. W.

2 Cr�nicas 19:4

Un reformador real.

I. UN ANTIGUO TRABAJO REANUDADO. La reforma de la religi�n ( 2 Cr�nicas 19:4).

1. El reformador. Josafat Si el trabajo fue realizado por plenipotenciarios especiales, como en la primera instancia ( 2 Cr�nicas 17:7, 2 Cr�nicas 17:8), o por el rey en persona, o, como es m�s probable, por ambos , la fuente principal de este movimiento, como el primero, fue Josafat; y para un soberano de Jud� ciertamente era mucho m�s convertirse en ocupaci�n que festejar con Acab o pelear con Benhadad. Los reyes y sacerdotes para Dios deben estudiar para caminar dignos de su nombre y vocaci�n ( Efesios 4:1; Filipenses 1:27) y, para ellos, promover los intereses de la religi�n entre ellos. y otros, en el hogar y en el extranjero, es un empleo m�s noble ( 1 Corintios 15:58; G�latas 6:9; Tito 3:1; 3 Juan 1:8) que deleitarse y borrachera, camarader�a y desenfreno, luchas y celos ( Romanos 13:14), seg�n el ejemplo del mundo.

2. Los reformados. La gente desde Beerseba hasta el Monte Efra�n. Los esfuerzos del rey, aunque sin duda desde el principio, no se limitaron a Jerusal�n, sino que se extendieron por todo el pa�s desde su l�mite meridional hasta el norte. Entonces Cristo orden� a sus ap�stoles, aunque comenzando en Jerusal�n ( Lucas 24:47), que fueran a todo el mundo y predicaran el evangelio a toda criatura (Marco 16:15).

3. La reforma. Un regreso a la adoraci�n a Jehov�, el Dios de sus padres. Este trabajo, iniciado auspiciosamente alg�n tiempo antes ( 2 Cr�nicas 17:3), pero interrumpido por la expedici�n Ramoth-Gilead, ahora fue reanudado por el humilde, presumiblemente tambi�n iluminado y arrepentido, monarca. Un buen trabajo en s� mismo, tambi�n era un trabajo correcto, ya que �l y su pueblo se comprometieron por adorar a Jehov� ( 2 Cr�nicas 15:12); un trabajo necesario, si el reino fuera a establecerse y prosperar; y un trabajo que no debe ser interrumpido ni retrasado, sino completado con una velocidad conveniente.

II Un nuevo trabajo comenz�. El establecimiento de tribunales de justicia en la alabanza ( 2 Cr�nicas 19:5).

1. Tribunales provinciales.

(1) Los asientos de los jueces. Las ciudades fortificadas en toda la tierra, porque estos eran "los puntos centrales para el tr�fico de los distritos en los que estaban situados" (Bertheau).

(2) El trabajo de los jueces. Administrar justicia, no para el hombre, sino para Jehov�, es decir, para dispensar no solo lo que el hombre podr�a considerar equidad, sino lo que realmente era tal a la vista de Dios: casos sometidos a ellos para decidir, no seg�n el dictado del hombre, o en cumplimiento de los deseos del hombre. , pero "en el nombre y seg�n la voluntad del Se�or" (Keil).

(3) El deber de los jueces. Para actuar concienzudamente, como a los ojos de Jehov�, teniendo el temor de Jehov� y el temor de ofenderlo constantemente sobre sus esp�ritus ( �xodo 18:21; 2 Samuel 23:3), especialmente evitando la injusticia y la corrupci�n, recordando que con Jehov� no se respeta a las personas ni se aceptan sobornos ( Deuteronomio 10:17; Job 8:3; Job 34:19; Efesios 6:9; 1 Pedro 1:17).

(4) El Guardi�n de los jueces. Jehov�. Como el juicio que deber�an dar deber�a ser pr�cticamente su juicio ( Proverbios 29:26), debe estar fuera de toda sospecha, encomendarse a todos los que lo escucharon como justo (Sal. 129: 1-8: 137), y ser aceptado por ellos a quien se entreg� como final ( Romanos 3:4; Romanos 9:14; Apocalipsis 16:5; Apocalipsis 19:2). Por lo tanto, si entraran en sus deberes con un esp�ritu correcto, Jehov� estar�a con ellos para guiarlos en la formaci�n, el habla y el mantenimiento de sus juicios (Salmo 25:9; Salmo 46:5; Proverbios 2:8; Proverbios 3:6).

2. Un tribunal supremo.

(1) Su localidad. Jerusal�n, la capital del pa�s, la sede propia de dicho tribunal.

(2) Su objeto. Para el juicio del Se�or y para controversias ( 2 Cr�nicas 19:8), o para "todos los asuntos de Jehov�" y "para todos los asuntos del rey" ( 2 Cr�nicas 19:11); es decir, para la audiencia de apelaciones, y la soluci�n de disputas que le remitan los tribunales inferiores sobre asuntos religiosos o eclesi�sticos, como p. ej. causas que dependen de decisiones "entre la ley y el mandamiento, estatutos y juicios", o en la interpretaci�n y aplicaci�n de las leyes de Mois�s; y, nuevamente, para veredictos similares en casos puramente civiles, como p. casos de homicidio y homicidio involuntario, de consanguinidad y herencia, etc. todo lo cual puede incluirse en la frase "entre sangre y sangre".

(3) Su constituci�n. Tres �rdenes de miembros: levitas, sacerdotes, jefes de casas paternas. Sus dos tribunales: uno eclesi�stico, religioso o civil. Sus dos presidentes: en la corte eclesi�stica, Amariah el sumo sacerdote, "descrito en 1Ch 5: 1-26: 37 como el quinto sumo sacerdote de Zadok, el contempor�neo de David" (Bertheau), aunque esto es dudoso (Keil); en la corte civil, Zebad�as, hijo de Ismael, el pr�ncipe de la casa de Jud�, es decir, el pr�ncipe tribal de Jud�. Sus asistentes y sirvientes, los levitas, es decir, aquellos que no hab�an sido elegidos jueces.

(4) Est� funcionando. Cuando se presentaba una causa ante los jueces, estos deb�an advertir a los litigantes que no traspasaran a Jehov� (lo que pr�cticamente ser�a lo mismo que prestar juramento para decir la verdad), para que no pecaran contra Jehov�, ellos deber�an traer ira sobre s� mismos y sus hermanos mientras que los jueces deb�an dispensar el juicio en el temor del Se�or, o con reverencia, fidelidad, con un coraz�n perfecto o sinceramente y con valent�a, cuatro cualidades indispensables para un juez ideal, en cuyo caso el Se�or estar�a con ellos para defender su veredictos

Aprender:

1. La precedencia que pertenece a la religi�n incluso en una comunidad. Josafat corta los campos de �dolos antes de erigir tribunales de justicia.

2. No se puede confiar en ninguna administraci�n de justicia que no est� basada en la religi�n y el temor de Dios.

3. El que se sienta en una silla judicial debe ser sabio, santo y soldado, erudito, devoto y valiente, todo en uno.

4. Ning�n sistema de dispensa de equidad puede exigir confianza que no admita la apelaci�n de tribunales inferiores a superiores.

5. Los jueces deben recordar que ellos mismos tambi�n deben ser juzgados alg�n d�a.

6. �Cu�nto est� en deuda la jurisprudencia de los tiempos modernos con la Biblia!

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 2 Chronicles 19". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/2-chronicles-19.html. 1897.
 
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