Bible Commentaries
2 Crónicas 23

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-21

EXPOSICI�N

Este cap�tulo registra primero aquellos cuidadosos preparativos de Joiada que se produjeron en la proclamaci�n segura del rey Jo�s ( 2 Cr�nicas 23:1); luego la demostraci�n tr�gica y el final tr�gico de Atal�a ( 2 Cr�nicas 23:12); y, por �ltimo, la acci�n ben�fica de Joiada sobre las personas y el rey, para la restauraci�n completa de la adoraci�n y los servicios del templo del Dios verdadero ( 2 Cr�nicas 23:16-14). El cap�tulo est� muy paralelo a 2 Reyes 11:4; mientras que las diferencias caracter�sticas y esperadas por parte de nuestro texto son muy conspicuas. Estos se notar�n a medida que ocurran. Si bien cada compilador definitivamente se mantiene en ese lado de la l�nea que responde al prop�sito principal de su historia, en el abundante material com�n a ambos, y al que ambos recurrieron, todos armonizan a�n con los supuestos objetos de las dos obras, respectivamente.

2 Cr�nicas 23:1

Joiada se fortaleci� a s� mismo (vea nuestra nota, 2 Cr�nicas 12:1; 2 Cr�nicas 13:7). Se puso nervioso con coraje, y ese coraje que resulta de la convicci�n del deber y del momento oportuno para lograrlo. Los capitanes de cientos (o centuriones de los guardias reales) no se mencionan en el paralelo por su nombre, pero la menci�n significativa all� ( 2 Reyes 11:5) de cinco destacamentos (tres "terceras partes", m�s "dos" partes "de otro cuerpo) coinciden con el n�mero cinco, que se mencionan aqu� por su nombre. Los cinco destacamentos probablemente sumaron una fuerza nominal de quinientos. Es interesante observar la frecuencia con la que las grandes empresas religiosas se han debido a la confianza mutua en la cooperaci�n de muy pocos para comenzar, y despertaron y fueron dirigidos por uno. De ninguno de estos cinco nombrados aqu� hay algo m�s conocido en su honor que esto: que su nombre est� registrado aqu�. Se dice con la simplicidad m�s perfecta incluso del idioma hebreo, que los llev� con �l en pacto.

2 Cr�nicas 23:2

No se hace ninguna menci�n en el paralelo de los levitas, a quienes nuestro escritor seguramente se�alar�. Los padres de Israel La sacralidad de la frase la hizo querida, por encima de la estrechez de la denominaci�n distintiva de Jud�, aunque todos los dignos se reunieron, como justos, impl�citos, de "Jud�".

2 Cr�nicas 23:3

Toda la congregaci�n; es decir, todos los que han sido mencionados en 2 Cr�nicas 23:1 y 2 Cr�nicas 23:2; pues as� el paralelo deja en claro. Hizo un pacto. Este fue el segundo pacto m�s amplio y m�s abarcador. Este pacto es entre todos los representantes reunidos y el joven rey, Joiada, sin duda, est� poniendo todo en forma. Y �l les dijo: He aqu�, el hijo del rey reinar�. El es Joiada, por supuesto. En vista de la �ltima cl�usula de 2 Cr�nicas 23:4 - en el paralelo, "Joiada les mostr� el hijo del rey" - la representaci�n m�s probable de nuestro texto aqu� es: He aqu� el hijo del rey; �l reinar�, como, etc. Como el Se�or ha dicho de los hijos de David (ver 2 Cr�nicas 6:16; 2Ch 7:18; 2 Samuel 7:12; 1 Reyes 2:4; 1 Reyes 9:5). Evidentemente, se observa la naturaleza hereditaria de la monarqu�a ( 2 Samuel 7:1.), Impregnada siempre por el esp�ritu del pacto. Es probable que la existencia de Jo�s fuera una novedad para aquellos a quienes Joiada, como dice el paralelo, "mostr� ... al hijo del rey", de modo que el doble significado reside en la palabra "mostrada".

2 Cr�nicas 23:4

Lo primero que debe observarse es la menci�n clara y repetida de los levitas, como aquellos a quienes se les transfiri� el servicio cr�tico y oneroso que vino de la resoluci�n de Joiada, mientras que el paralelo no los menciona. Luego se puede notar que nuestro primer y segundo vers�culo declaran la parte que "los capitanes de cientos" fueron llamados a realizar para recolectar el n�mero requerido de levitas de las ciudades provinciales de Jud�. Y una vez m�s, se puede notar que, mientras que nos atenemos a nuestro propio texto, nada en la descripci�n de nuestra 2 Cr�nicas 23:4 ocasiona dificultades materiales, incluso cuando la perplejidad, que es considerable, entra, Al consultar y tratar de conciliar el paralelismo, es muy probable que no tengamos suficiente en cuenta el hecho de que el asunto de las dos cuentas no se ofrece tanto para la reconciliaci�n como para la aceptaci�n concurrente. Ahora tenemos que seguir la descripci�n de nuestro propio texto. De ustedes entrando en el d�a de reposo; es decir, de ustedes que ingresan en su per�odo de servicio en tal s�bado. Ver 2 Cr�nicas 23:8, los "hombres que iban a entrar el s�bado, con los que iban a salir el s�bado". Esto alude, como dice definitivamente la siguiente cl�usula, a los cursos semanales de los levitas, como se describe en 1 Cr�nicas 9:25; 1 Cr�nicas 24:1 .; 1 Cr�nicas 25 .� las empresas entrantes y salientes. Porteadores de las puertas; es decir, "guardianes de las puertas del templo" ( 1 Cr�nicas 9:19). Esto puede corresponder con la cl�usula central de 1 Cr�nicas 24:6 en el paralelo.

2 Cr�nicas 23:5

Una tercera parte ... en la casa del rey. Parece imposible referir esto al palacio real, como algunos suponen por 2 Cr�nicas 23:19 en el paralelo. Probablemente designa el lugar donde el ni�o hab�a estado escondido. Esta parte de la descripci�n parece corresponder con la �ltima cl�usula de 2 Cr�nicas 23:5 en el paralelo. En la puerta de la fundaci�n. El texto hebreo aqu� es ?????? ( �xodo 29:12; Le �xodo 4:7; Habacuc 3:13); en el paralelo ????, un nombre que solo se encuentra all� e ininteligible, probablemente una corrupci�n de la otra palabra. Se supone que la puerta de la fundaci�n se encontraba en esa esquina del �rea que fue reforzada por obras adicionales, donde estaba el barranco que separaba a Moriah y la colina al sur. Toda la gente. Evidentemente, las personas externas miscel�neas no est�n destinadas aqu�, a quienes no se les confi� el secreto y la sorpresa que deb�a ser, sino a todas las personas que se designan inequ�vocamente en 2 Cr�nicas 23:10; es decir, todos los que fueron nombrados para oficiar. La �ltima cl�usula en cada uno de 2 Cr�nicas 23:5, 2 Cr�nicas 23:6, 2 Cr�nicas 23:7 en el paralelo va fuertemente para confirmar la posici�n que "la casa del rey" hasta ahora no pretend�a el palacio real, sino la parte de la casa del Se�or que hab�a sido, y que segu�a siendo, "sobre el rey" ( 2 Cr�nicas 23:7, paralela); con el fin de vigilar "sobre el rey", estaban destinados a vigilar cierta parte de "la casa del Se�or".

2 Cr�nicas 23:6

Pero que nadie venga ... salvo los sacerdotes. A trav�s de esta peque�a grieta, obtenemos una ligera confirmaci�n de la jurisdicci�n concurrente de la cuenta en el paralelo. La cautela expresa de esta cl�usula muestra que hubo otros, y otros que oficiaron, adem�s de los levitas, que solo se han mencionado hasta ahora en nuestro texto, excepto bajo la designaci�n m�s gen�rica (como antes, de nuevo en la �ltima cl�usula de este vers�culo) de "todas las personas". La �ltima cl�usula de este vers�culo puede cubrir el contenido de 2 Cr�nicas 23:7 en el paralelo. La distinci�n entre "los atrios de la casa del Se�or" ( 2 Cr�nicas 23:5) y "la casa del Se�or" ( 2 Cr�nicas 23:6) es, por supuesto, bastante evidente.

2 Cr�nicas 23:7

Y los levitas rodear�n al rey. El asunto de 2 Cr�nicas 23:8 en el paralelo no sugiere nada inconsistente con la menci�n expresa de los levitas aqu�, sino m�s bien que la palabra "levitas" se desidera all�, y su significado quiz�s se pasa por alto accidentalmente, cuando el escritor de Reyes estaba usando las autoridades originales y las fuentes de su historia.

2 Cr�nicas 23:8

Todo Jud�; es decir, todos aquellos de las ciudades provinciales de Jud� que hab�an sido honrados con convocatorias para unirse a esta gran y solemne empresa. No descart� los cursos; es decir, los levitas provinciales cooperaron con los regulares de Jerusal�n.

2 Cr�nicas 23:9

Escudos ... del rey David ... en la casa de Dios. Algunos piensan que estos pudieron haber sido los escudos de oro que el Rey David tom� de los sirvientes de Hadadezer ( 2 Samuel 8:7, 2 Samuel 8:11).

2 Cr�nicas 23:10

Toda la gente; es decir; de nuevo, todos aquellos, no siendo levitas y sacerdotes, en quienes se hab�a confiado para ayudar. El paralelo ( 2 Cr�nicas 23:11) los resume bajo el nombre de guardia. Cabe se�alar, de paso, que, si bien el texto hebreo tiene en ambos lugares "hombro", es decir, para el "lado" de este vers�culo y la "esquina" del paralelo, la versi�n revisada ha armonizado la interpretaci�n, elegir el lado de renderizado. Del lado derecho del templo al lado izquierdo. Esto es equivalente a decir, los que componen la guardia fueron colocados en los lados sur y norte. Junto al altar. Este era el altar de las ofrendas quemadas frente a la percha, y cerca del cual el joven "rey estaba parado en su pilar", o en su pedestal ( 2 Cr�nicas 23:13), las filas de la guardia se erizaban con armas antes y detr�s y alrededor de �l.

2 Cr�nicas 23:11

Luego lo sacaron. El paralelo ( 2 Cr�nicas 23:12) tiene "sac� a relucir", etc. La �ltima cl�usula de nuestro verso armoniza incluso este simple punto, indicando que el "ellos" designa a "Joiada y sus hijos"; de qu� grupo Joiada era, por supuesto, la mayor parte. Se notar� que no se dice de qu� lugar exacto fue llevado Joash. Pon sobre �l la corona y ... el testimonio. Es bastante innecesario, en cualquier caso, suponer que el testimonio, as� como la corona, fueron puestos en la cabeza de Jo�s. Se puede dar por sentado que el testimonio fue puesto en sus manos ( Deuteronomio 17:18-5; Deuteronomio 31:24-5). Si se supusiera algo nuevo y fuera del camino como el testimonio (es decir, el libro de la Ley) en la cabeza, es probable que se haya hecho un punto distintivo al respecto. �Dios salve al rey! En hebreo, ????? ?????????: "�Que viva el rey!" ( 1 Samuel 10:24; 2 Samuel 16:16; 1Ki 1:25, 1 Reyes 1:31, 1 Reyes 1:34, 1 Reyes 1:39 )

2 Cr�nicas 23:12

Cuando Atal�a escuch� el ruido. El paralelo ( 2 Reyes 11:13-12) muestra solo dos diferencias de cualquier notabilidad, y estas ser�n notadas el pr�ximo verso. El ruido; Hebreo, la voz; Es decir, sin duda las voces de la gente. Alabando. El hebreo es la piel participio; nuestra frase correspondiente ser�a, "cantando las alabanzas del rey", es decir, no alabanzas personales, sino como los gritos de "�Viva el rey!" o, como lo dice nuestra versi�n autorizada, "Dios salve al rey I"

2 Cr�nicas 23:13

En su pilar (ver nota en 2 Cr�nicas 23:10). En la entrada. El paralelo ( 2 Reyes 11:14) tiene "como era" (????????????? vice ??????????). La lectura en paralelo es bastante explicable por referencias como 2 Reyes 23:3; 2 Cr�nicas 34:31). Tal como se ense�a. Piel participio de ?????; el significado aqu� probablemente no sea literalmente la cofrad�a de ense�anza como tal, sino los l�deres, y en particular aquellos que fueron designados en esta ocasi�n para dirigir. �Traici�n! ??????; referencias interesantes son 2 Samuel 15:12; 1 Reyes 16:20; Isa�as 8:12; Jeremias 11:9; Ezequiel 22:25. La idea de la palabra es conspiraci�n, y el ojo de Athaliah ley� esto de inmediato, y no menos r�pidamente, que equival�a a traici�n a ella.

2 Cr�nicas 23:14

Tra�do, ?????????, para "mandado" en el paralelo, ???????; y esto probablemente sea correcto, el hebreo en nuestro texto probablemente sea un error de cl�rigo o copista. Los rangos; ?????????. Esta palabra se encuentra solo en otros tres lugares, a saber. dos veces en el paralelo (su 2 Cr�nicas 23:8, 2 Cr�nicas 23:15), la versi�n revisada "clasifica" y en 1 Reyes 6:9, donde se representa en la versi�n autorizada "los tableros", pero en la versi�n revisada "los tablones" y las "filas" de margen. Se supone com�nmente que los rangos significan las filas o filas de soldados. La Vulgata ha entendido que significan los recintos del templo. Las indicaciones de la notable expresi�n preposicional, pero no infrecuente, ??????????? (que disfruta de la analog�a de las expresiones preposicionales compuestas de �ter, como ?????????? ????????????) favorece la idea de que Joiada dijo: "S�quenla de adentro" de la casa del Se�or "( 1 Reyes 6:12), dentro de sus filas, y all� tenga cuidado de abrirle paso, nadie con celo inmaduro la sigue para matarla all�, en peligro de su propia vida, porque no caso, que la maten en la casa del Se�or.

2 Cr�nicas 23:16

Entre �l La versi�n revisada dice "�l mismo", que es el significado evidente. El paralelo deja de lado, sin embargo, la menci�n de Joiada como parte del pacto, vi�ndolo m�s bien como el promotor del mismo.

2 Cr�nicas 23:17

La casa de Baal. Se hace evidente que alg�n edificio hab�a sido construido junto con el mismo templo, por as� decirlo, para Baal. Matte mattan ( Deuteronomio 13:6, Deuteronomio 13:9). Freno ... sus im�genes; Hebreo, ????????; Esta es la palabra m�s pronunciada, distinguida de ?????????.

2 Cr�nicas 23:18

Joiada nombrado; es decir, reelegido o restaurado. Las oficinas; ????????. N�meros 3:32, N�meros 3:36; N�meros 4:16; N�meros 16:29; 1 Cr�nicas 23:11; 1Ch 24: 3, 1 Cr�nicas 24:19; 1 Cr�nicas 26:30; 2 Cr�nicas 17:14; 2 Cr�nicas 23:18; 2 Cr�nicas 24:11; 2 Cr�nicas 26:11; ver tambi�n Salmo 109:8; Isa�as 10:3 (comp. Job 10:12). Los sacerdotes Sin duda, debe encontrarse la conjunci�n "y" despu�s de esta palabra y antes de "los levitas", a quienes David hab�a distribuido (por lo tanto, 1 Cr�nicas 24:1; 1 Cr�nicas 25:8). En la Ley de Mois�s ( N�meros 18:1; 38: 2). Con alegr�a ... cantando ... David ( 1 Cr�nicas 23:5; 1 Cr�nicas 25:1, 1Ch 25: 2, 1 Cr�nicas 25:5; y nuestro 2 Cr�nicas 29:25-14) .

2 Cr�nicas 23:19

Los porteros ( 1 Cr�nicas 26:1).

2 Cr�nicas 23:20

La puerta alta. Hay algunas dudas sobre cu�l era esta puerta, si la puerta del templo de 2 Cr�nicas 27:3, la puerta principal del patio exterior, o si era simplemente una puerta del palacio, y no se identificaba tambi�n con los recintos de el templo. Se llama en paralelo "la puerta de la guardia".

HOMIL�TICA

2Cr 23: 1 -25

El tiempo de acci�n, despu�s de seis a�os de espera.

En el primer verso de este cap�tulo, tan lleno de las indicaciones de la providencia gobernante de Dios, tanto en su levantamiento de un sacerdote como Joiada, como en la alianza matrimonial que Joiada hab�a formado con la hermana del rey, se nos dice que este sacerdote "se fortaleci�" o cobr� valor, y tambi�n procedi� a tomar medidas para sacar a la luz al heredero oculto del trono y colocar sobre su cabeza la corona. No es necesario entender esto para implicar que le faltaba coraje antes para este trabajo, pero que, hasta que lleg� el momento, no se hab�a ce�ido a la empresa. Podemos notar

I. EL PACIENTE EN ESPERA DE JEHOIADA. Para los hombres de acci�n, esperar es una tarea dif�cil. Posiblemente la infancia y la infancia m�s joven de Joash aconsejaron que esperar. �C�mo pudo haber hecho que la escena fuera la mitad de efectiva que cuando Joash era solo un beb�? Pero puede haber otras razones, y algunas de ellas f�cilmente imaginables, en el estado y el genio del reino, por la demora. De todos modos, seis a�os "descans�, y el s�ptimo" se levant� para trabajar, seis a�os, ninguno de los cuales estuvo libre de ansiedad y peligro. Muchas veces debi� haber reflexionado sobre todo el asunto y haber rezado al respecto, y con su esposa temerosa de Dios desarroll� el plan hasta que lleg� el s�ptimo a�o.

II LA SABIA ACCI�N DE JEHOIADA. Como pol�tico, estadista, Churchman, es un buen ejemplo. Mediante la concertaci�n de m�todos de proceder con c�rculos cada vez m�s amplios de cooperaci�n (los capitanes de cientos, los levitas, los jefes de los padres, etc.) 2 Cr�nicas 23:1, 2 Cr�nicas 23:2), evita el peligro y casi la posibilidad de cualquier colapso; �l gana simpat�a; �l da al entusiasmo sus fuentes naturales, y al esp�ritu p�blico un impulso leg�timo, y as� lleva todo a un tema exitoso.

III. EL SERVICIO RELIGIOSO OBSERVADO, Y LA DISTINCI�N Y DIRECCI�N CON LAS QUE EL PRINCIPIO Y LA SANCI�N DE LA RELIGI�N SE PRESENTARON EN TODO EL PROCEDIMIENTO. La reuni�n ("congregaci�n") se reuni� en la casa del Se�or. La reuni�n hizo un "pacto" con el rey all�, evidentemente, lo desafi�. Y el sacerdote, fiel a su conocimiento y fiel a su propia fe, establece claramente el terreno com�n y el v�nculo sagrado de su cooperaci�n: "He aqu�, el hijo del rey reinar�, como el Se�or ha dicho de los hijos de David "( 2 Cr�nicas 23:3).

IV. EL MODELO DE CUIDADO RELIGIOSO CON EL QUE LA CASA DE DIOS FUE PROTEGIDA CONTRA CUALQUIER PROFANACI�N ACCIDENTAL. Los sacerdotes y levitas, por un lado, y las personas, por otro lado, ten�an sus lugares y trabajos asignados, con todas las precauciones y advertencias ( 2 Cr�nicas 23:6).

V. LA CEREMONIA DE LA CORONACI�N, CON SU CARACTER�STICA CENTRAL � UNA CELEBRACI�N CASI SACRAMENTAL � DEL TESTIMONIO QUE SE COLOCA SOBRE EL REY. Si, como algunos piensan, que con la corona de oro, el testimonio, el gancho de la Ley, se apoy� por un momento sobre su cabeza, la mejor corona por mucho de los dos, o si se le puso en sus manos, es Muy inmaterial. El acto fue muy sugerente, y uno muy impresionante, y que, hasta el final de la vida de Jo�s, ahora tan joven, bien podr�a ser un recuerdo de una verdadera utilidad religiosa. No leemos de ninguna instancia previa de este tipo. Puede ser que fuera considerado un recordatorio especialmente adecuado para la tierna edad del joven rey.

VI. EL TRABAJO MAL DE ATALIA AHORA POR FIN SILENCIADO PARA SIEMPRE. La voz del sacerdote y la gente era una ahora. Y la voz de estos tambi�n era una con la voz de Dios. Y con demasiada seguridad, incluso si fuera la primera vez, por "tanto tiempo", la voz del miedo y de la conciencia habl� a la vez, de los labios de la condenada mujer Atal�a.

VII. LOS VOTOS TOMADOS DE NUEVO AQU� POR SI MISMO Y TODAS LAS PERSONAS Y EL ANILLO. Estos votos ten�an la forma, aparentemente, de un pacto: las partes contratantes eran el sacerdote en nombre del Se�or su Dios, por un lado, y por el otro, el pueblo y el rey ( 2 Cr�nicas 23:16 ) �No se nos recuerda aqu� a la fuerza lo correcto y lo necesario que los siervos de Dios, en el sentido de ser ministros p�blicos de su verdad, de la religi�n, de la Iglesia, sientan que es su deber solemne no solo dar instrucciones y lo mejor de todo, pero �hacer un llamamiento sincero a la gente y, de vez en cuando, instarlos y desafiarlos amorosamente a tomar decisiones en asuntos de su vida religiosa?

VIII EL TRABAJO DE LA REFORMA PR�CTICA COMENZ� UNA VEZ, LA PAZ DE LA TIERRA COMPROMETIDA EN ESTE TRABAJO Y LA GLADENCIA DE TODAS LAS PERSONAS EN ELLO.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

2 Cr�nicas 23:1

Los constituyentes del �xito.

No fue un trabajo ligero lo que Joiada ten�a entre manos. Ten�a que "fortalecerse", como se nos dice que lo hizo ( 2 Cr�nicas 23:1). Efectuar una revoluci�n en un reino es un acto muy culpable o muy noble. Solo puede justificarse por las condiciones m�s graves y por una perspectiva razonable de �xito. Cuando, como en esta ocasi�n, se exige imperativamente, y cuando, como ahora, se realiza con audacia y eficacia, se realiza una gran obra de patriotismo y filantrop�a; y no solo se sirve al hombre, sino tambi�n a Dios. Por otro lado, llevar a cabo tal logro sin una causa adecuada y sin los medios suficientes, es sumir a un pa�s en una lucha civil y garantizar el derramamiento de mucha sangre y la desolaci�n de muchos hogares. Joiada tuvo �xito en su gran empresa, y su �xito se debi� a muchas cosas. Estas cosas son los componentes constantes de la prosperidad en todas partes. Son-

I. UN SENTIDO DE SERVICIO SAGRADO. Joiada no buscaba su propia exaltaci�n; le preocupaba que no se cumpliera el prop�sito de Dios, y deseaba actuar de tal manera que la voluntad de Dios se hiciera en la tierra ", como ha dicho el Se�or" ( 2 Cr�nicas 23:3). Los hombres a menudo llevan un prop�sito a la ejecuci�n porque est�n animados por una ambici�n fuerte y energizante; pero tambi�n pueden ser acelerados y sostenidos por un fin m�s noble. Pueden ser acusados ??de una comisi�n de Dios; pueden estar llenos de una sensaci�n de lo que le deben. Y una profunda persuasi�n de que Dios nos ha llamado a ejecutar una determinada obra ha demostrado una y otra vez la inspiraci�n m�s poderosa.

II VALOR Y MANDO POR PARTE DEL L�DER (O L�DERES). Joiada hab�a decidido que la cosa estaba por hacerse; "El hijo del rey reinar�", dijo. Y se dedic� a la restauraci�n de la casa real de David con la firmeza de la intrepidez. Tom� un tono dominante, sabiendo que el momento de la revoluci�n no es el momento para los consejos divididos. "Esto es lo que deb�is hacer", dijo ( 2 Cr�nicas 23:4); hicieron "seg�n todas las cosas que orden� Joiada ..." ( 2 Cr�nicas 23:8). Si hubiera habido dudas de su parte, falta de decisi�n o resoluci�n, el intento podr�a haberse roto. En tiempos peligrosos, cuando hay grandes problemas en juego, no debemos objetar, sino admirar y sostener el vigor y la determinaci�n de nuestro l�der.

III. LA MAYOR COOPERACI�N POSIBLE. Joiada llam� en su ayuda a los militares ( 2 Cr�nicas 23:1), los eclesi�sticos ( 2 Cr�nicas 23:2), el pueblo ( 2 Cr�nicas 23:3). Deber�amos invitar a todos a ayudar de cuya voluntad y fidelidad podemos depender.

IV. UN CONSCIENTE RESPECTO A LO CORRECTO. Jeboiada quer�a hacer el arreglo m�s efectivo de aquellos que deb�an actuar en el momento cr�tico, pero no violar�a la ley sagrada bajo ninguna circunstancia ( 2 Cr�nicas 23:6). Es nuestro deber obligado no descuidar ninguna medida que pueda funcionar hacia el fin deseado; pero en todos nuestros arreglos, con esto en mente, debemos detenernos en el punto de desobediencia a la Palabra Divina. Incluso el �xito en s� mismo, por mucho que lo deseemos ardientemente, y por mucho que lo hayamos estado persiguiendo, debe ser renunciado si no se puede obtener sin el sacrificio de la conciencia. A menudo se compra demasiado caro; y el precio siempre es demasiado alto cuando incluye incluso el peque�o cambio de escr�pulos de conciencia.

V. LA MAYOR SABIDUR�A POSIBLE EN CONTRATACI�N. La elaboraci�n y ejecuci�n de las medidas m�s sagaces ( 2 Cr�nicas 23:3).

VI. ANTIG�EDAD EN EL MOMENTO DE EJECUCI�N. ( 2 Cr�nicas 23:11.) Precauci�n, quiz�s secreto, hasta cierta hora; entonces la apertura e incluso la audacia ganar�n el premio.

VII. UNA ACTITUD REVERENTE HACIA EL GRAN DISPOSITIVO DE EVENTOS. � C.

2 Cr�nicas 23:11

Sin sorprendi� su �xtasis.

El �xito de esta revoluci�n, preparada durante tanto tiempo y tan admirablemente lograda por Joiada, implic� la ruina de una "mujer malvada" ( 2 Cr�nicas 24:7). Era inevitable que Atal�a pereciera; Aqu� tenemos el relato de su ca�da. Tenemos ante nosotros

I. EL PECADO SORPRENDIDO POR SU PROPIO FALLO. Este golpe de estado evidentemente se encontr� con Atal�a con sorpresa. El duod�cimo verso describe la acci�n de alguien que est� asombrado y alarmado, que toma medidas apresuradas para aprender lo que est� sucediendo y para satisfacer sus propios intereses. De repente e inesperadamente, el golpe cay� sobre su cabeza. Ella estaba siguiendo su curso malvado, contando con los a�os futuros de poder y posesi�n, y en medio de su juicio de iniquidad la alcanz� y la derroc�. �C�mo sucede esto continuamente, aunque puede ser a menor escala y en esferas m�s humildes! El pecado parece tener �xito, levanta la cabeza triunfante por un momento, desaf�a toda justicia, humana y divina; entonces, de repente, el suelo se abre bajo sus pies y se lo traga. Su �xito temporal es solo un incidente en su carrera abortada; Es una etapa en camino hacia el fracaso y la humillaci�n. El hombre necio no entiende esto; �l piensa que es una prueba de que Dios est� lejos o es bastante indiferente; �l lo toma como una se�al de que puede ignorar las advertencias solemnes de la Palabra de Dios. Pero �l es tonto; �l no entiende el curso de las cosas. "Cuando los imp�os broten como la hierba, y cuando todos los trabajadores de la iniquidad florezcan, es que ser�n destruidos para siempre" (Salmo 92:7; ver tambi�n Salmo 73:2) . Podemos sorprendernos y sentir dolor por la prosperidad de los malvados, por la entronizaci�n de los sanguinarios y los ego�stas. �D�nde est� la justicia de Dios? �D�nde est� la pena del pecado ?, preguntamos. Espera, y ya veremos. El final llegar� en poco tiempo. El desvergonzado usurpador, hombre o mujer, perecer�; el imperio culpable ser� derrocado. De repente o gradualmente su destino caer� sobre ellos. "�C�mo son llevados a la desolaci�n, como en un momento!" Tampoco es solo el hombre o la mujer que se eleva a la eminencia y a un gran estado que demostrar� la verdad de esto. Cualquiera que se endurezca contra Dios se encuentra en el peligro m�s grave de ser "destruido repentinamente y sin remedio", como la mujer culpable en Jerusal�n.

II ENTUSIASMO BAJO UN CONTROL SABIO. Debe haber habido la mayor emoci�n levantada y sentida en esta ocasi�n. Todo contribuy� a encender el sentimiento popular y elevarlo a su punto m�s alto. Cuando rodearon al ni�o y lo ungieron con el aceite sagrado, le pusieron la corona en la cabeza y gritaron: "�Dios salve al rey!" podemos estar seguros de que la emoci�n que en algunas ocasiones supremas llena y dispara a una multitud de personas, fue entonces tan intensa como podr�a ser (ver 2 Cr�nicas 23:13); pero Joiada lo mantuvo bajo un sabio control. Y cuando apareci� Athaliah, y cuando la miraron, y recordaron lo que hab�a hecho y qu� plaga y maldici�n hab�a sido para la tierra, bien podr�an haberla matado en el acto. Pero el sacerdote de Jehov� no quiso profanar el lugar sagrado con su sangre, y �l retuvo su mano; la condujeron m�s all� de los recintos sagrados, y hasta entonces no le hicieron justicia. El sentimiento nunca debe elevarse demasiado para ser controlado por nuestro juicio, especialmente el sentimiento fuerte contra cualquier individuo, hombre o mujer. Si dejamos que nuestros sentimientos lleven nuestro juicio junto con ellos, nos aseguraremos de hacer lo que luego lamentaremos y que puede ser bastante irreparable. Tampoco ning�n hombre tiene libertad para decir que es constitucionalmente impulsivo y que no puede controlarse. Puede ser un deber m�s dif�cil en algunas naturalezas que en otras; pero es la obligaci�n seria y sagrada de cada hombre gobernar su propio esp�ritu, mantener un dominio sobre sus afectos, sus impulsos y sus resentimientos. Este ser� el excelente resultado de la disciplina diaria, el esfuerzo extenuante, de la oraci�n constante.

III. EL SERVICIO DE DESTRUCCI�N. "Entonces toda la gente fue a la casa de Baal y la fren�", etc. ( 2 Cr�nicas 23:17). Como regla, la forma en que servimos a Cristo sabia y permanentemente es el acto de construcci�n, de construcci�n. Es mejor sembrar una semilla que arrancar una ra�z; mejor levantar un santuario cristiano que derribar un templo pagano; mejor implantar pensamientos de reverencia y amor que reprender y marchitar la palabra profana o el mal h�bito. Pero hay un tiempo para plantar y tambi�n para arrancar; un tiempo para matar y para sanar; un tiempo para descomponerse y para acumularse ( Eclesiast�s 3:2, Eclesiast�s 3:3). Hay personas malvadas e hirientes que deben ser sacadas de la habitaci�n, libros y papeles perniciosos para ser arrojados al fuego, instituciones ruinosas que deben ser reprimidas por la mano fuerte de la ley, pr�cticas mortales que deben ser severamente prohibidas. Hay un momento en que "la matanza es la hija de Dios", cuando la mano destructiva es el �rgano de la voluntad de Jesucristo.

2 Cr�nicas 23:16

La base de la prosperidad nacional.

Joiada sab�a que ser�a de muy poca utilidad deshacerse de un gobernante y colocar a otro en el trono a menos que la naci�n misma pudiera estar vinculada a fuertes lazos con Jehov�, su verdadero y todopoderoso Soberano. De ah� la acci�n que tom� como se describe aqu�.

I. LAS VERDADERAS BASES DE LA PROSPERIDAD NACIONAL. No una poblaci�n que supera a la de todos los dem�s pa�ses; ni un ej�rcito y una armada como ninguna otra naci�n puede equipar; ni un tesoro nacional completo; ni un territorio extenso y extenso. Un pa�s puede tener cualquiera o incluso todas estas cosas y, sin embargo, estar disminuyendo en fuerza y ??en el camino hacia la debilidad y la decadencia. El fundamento de la fortaleza de un pueblo est� en posesi�n del favor divino. Y esto porque:

1. Dios otorgar� su bendici�n divina a los que lo buscan.

2. Y porque Dios "ama la justicia y odia la iniquidad", ya sea en el hombre individual o en la naci�n; y es en "el temor del Se�or" que toda la integridad moral y espiritual descansa como en su ra�z y fuente. Por lo tanto, las personas que vivir�an y prosperar�an deben ser personas que buscan el rostro de Dios y act�an de acuerdo con su voluntad. Entonces disfrutar� de su bendici�n, ese favor y socorro con el que no puede dejar de prosperar, sin el cual est� obligado a caer.

II UNA FUENTE DE FUERZA ESPIRITUAL. Joiada aprovech� la revoluci�n din�stica para hacer una ocasi�n de celebrar un pacto solemne "entre todo el pueblo y entre el rey, para que ellos fueran el pueblo del Se�or". El tiempo era adecuado para esta renovaci�n de su pacto con Dios. �l mismo, un sacerdote del Se�or, hab�a encabezado, de hecho hab�a originado y efectuado, el derrocamiento del antiguo r�gimen id�latra; el joven rey deb�a ser colocado en el trono como un adorador de Jehov�, y ahora podr�an comprometerse, en la forma m�s solemne y vinculante, a ser leales a ese Divino Se�or que, de hecho, lo eran por mil lazos. Fue hecho sabia y dignamente. Los actos de reconocimiento nacional de Dios deben ser raros. Pero est� abierto a las Iglesias, a las familias, y especialmente a los hombres individuales, a renovar sus votos de apego a su Divino Se�or; afirmarse a s� mismos o declarar a sus amigos y vecinos que son "el pueblo del Se�or". Es correcto y prudente emplear cualquier oportunidad favorable de hacer esto. Dicha oportunidad se encuentra en:

1. El momento en que el alma vuelve a Dios desde el lejano pa�s de la indiferencia y la deslealtad, y se da cuenta de que es admitida en el hogar del Padre.

2. El momento en que el esp�ritu es retirado de un lapso temporal, y nuevamente reconoce los reclamos supremos de un Redentor Divino.

3. Cuando nos encontramos en la mesa del Se�or, y se nos recuerda v�vidamente el hecho supremo de que "se entreg� por nosotros" para verg�enza y muerte.

4. En la recepci�n de cualquier misericordia especial, personal o dom�stica a la mano amable de nuestro Padre celestial. C.

2 Cr�nicas 23:21

Primero pureza, luego paz.

"Y la ciudad estaba en silencio, despu�s de eso hab�an matado a Atal�a con la espada". Podemos concebir muchas ocasiones en que el "asesinato de una mujer con la espada" no deber�a conducir a la quietud, sino a la inquietud, a la turbulencia y a la lucha. Pero esta "mujer malvada", Atal�a, era la personificaci�n de la usurpaci�n y la idolatr�a. Matarla era "quitar lo malo" de arriba y de en medio del pueblo de Dios. Fue un acto de purga, de limpieza de la conciencia de la naci�n. Fue una agitaci�n espiritual, arrojando un peso pesado que descansaba sobre el esp�ritu de obediencia. Fue un acto de escisi�n, cortar la culpable "mano derecha" para que se salvara el "cuerpo entero". Si hay en el camino de nuestra adhesi�n concienzuda a la causa, y el compromiso en el servicio de Cristo, cualquier obst�culo como fue esta Atal�a al pueblo de Jud�, entonces no ser�n suficientes medidas a medias. El mal, sea lo que sea, debe ser asesinado con la espada, debe ser "muerto", debe ser implacablemente desarraigado; entonces, y hasta entonces, habr� silencio en toda la regi�n del alma. Podemos encontrar esta Atal�a nuestra en ...

I. UNA PROFESI�N DE FE INSINCERA que ya no tenemos, y consecuentemente una pr�ctica desleal en la que no creemos.

II UN H�BITO INMORAL O LESIVO, que puede ser secretamente apreciado, pero que sabemos que es culpable.

III. UNA GANANCIA ILEGAL, que nuestra conciencia condena.

IV. UNA COMPA��A (o compa��a), que no puede ser retenida mientras Jesucristo es honrado y obedecido. � C.

HOMILIAS DE T. WHITELAW

2 Cr�nicas 23:1

La coronaci�n de Jo�s.

I. PREPARACIONES PARA LA CEREMONIA. ( 2 Cr�nicas 23:1.)

1. El pacto de Joiada con los capitanes. ( 2 Cr�nicas 23:1.)

(1) El tiempo. En el s�ptimo a�o de la vida de Jo�s, cuando Joiada sinti� que las cosas estaban maduras para una revoluci�n. Seis a�os de Atal�a como reina hab�an desamorado a la gente con su persona y sus pr�cticas. Incluso aquellos acerca de su corte se estaban volviendo intolerantes con sus tiran�as e idolatr�as. Adem�s, seis a�os hab�an transformado al beb� que Jehoshabeath hab�a rescatado en un bey, un rey en miniatura, que detendr�a mucho m�s f�cil y efectivamente la imaginaci�n popular que un beb� en brazos. Y, finalmente, Joiada tuvo tiempo libre para observar la corriente de los tiempos, aprender el temperamento y la disposici�n de la gente, probar los caracteres de aquellos en cuya ayuda debe confiar, familiarizarse con todo lo que ser�a necesario. hecho, y en general para madurar sus planes. En el s�ptimo a�o juzg� que hab�a llegado la hora del intento de liberar al pa�s del yugo de Athahah y restaurar la corona de David a su leg�timo heredero. Muchos proyectos que de otra manera ser�an prometedores se pierden al iniciarse prematuramente, y muchos fracasan por falta de "golpear mientras el hierro est� caliente" ( Eclesiast�s 3:1).

(2) Las personas. Joiada llam� en su ayuda a cinco centuriones del guardaespaldas de la reina, a quienes probablemente sab�a que no le agradaban a la reina y que eran favorables a un cambio en el gobierno ( 2 Reyes 11:4), y cuyos nombres se dan: Azariah , "a quien Jehov� ayuda"; el hijo de Jeroham, "quien es amado"; Ismael, "a quien Dios escucha", hijo de Johanan, "Jehov� es misericordioso"; Azar�as, hijo de Obed, "adorando"; Maase�as, "obra de Jehov�", el hijo de Ada�as, "a quien Jehov� adorna"; Eliseo, "a quien Dios juzga", el hijo de Zichri, "famoso", todos hombres de renombre; bueno, si sus personajes se reflejaban en sus nombres; capaz, como lo demostr� su rango civil.

(3) El objeto. Deponer a Atal�a, tremendamente legal, porque, como usurpadora, ella hab�a subido al trono por derramamiento de sangre y violencia, y por lo tanto no ten�a un t�tulo justo para el cetro; porque, como gobernante perverso, su mayor permanencia en el poder da�ar�a los mejores intereses e incluso pondr�a en peligro la existencia del estado; y porque, mientras ella llevara la corona, el verdadero heredero al trono fue defraudado de sus derechos. Si, en primera instancia, Joiada mencion� que la existencia de Jo�s es dudosa.

2. El pacto de la naci�n con el rey.

(1) Los representantes de las personas convocadas. Los capitanes a los que se encomend� esta obra (vers�culo 2), sin duda en privado en Jud�, invitaron a todos los levitas y jefes de las casas de los padres en cada ciudad a una convenci�n secreta en Jerusal�n.

(2) Los representantes del pueblo se reunieron. En obediencia a la llamada del sumo sacerdote, vinieron los invitados por sus mensajeros. La congregaci�n estaba compuesta por los sacerdotes y levitas, los jefes de las casas de los padres y los capitanes de los guardias, con sus hombres (?).

(3) El soberano leg�timo del pueblo producido. La reuni�n se celebr� en la corte del templo. En el momento adecuado, se produjo Joash (vers�culo 3; 2 Reyes 11:4), y se ensay� la historia de su preservaci�n.

(4) El deber del pueblo se�al�. H�bilmente hecho por Joiada, quien simplemente dijo: "He aqu�, el hijo del rey reinar�, como el Se�or ha dicho de los hijos de David". Fue un indicio de que la corona pertenec�a a Jo�s por cita divina, y una pista para ellos de ver que la promesa de Jehov� a su antepasado no deb�a fallar.

(5) El consentimiento del pueblo dado. El efecto de la acci�n de Joiada al producir Joash y al citar la promesa mesi�nica ( 2 Samuel 7:12) fue el�ctrico. Con un coraz�n y una voz, el pueblo se comprometi� a la revoluci�n, a destituir a Atal�a y coronar a Jo�s.

3. Los arreglos para el golpe de estado.

(1) La disposici�n de los sacerdotes y levitas. Estos deben dividirse en dos cuerpos principales, los que ingresaron en sus deberes del templo (vers�culo 4; 2 Reyes 11:5) en el d�a de reposo (el d�a fijado para la revoluci�n) y los que se retiraron de ellos (vers�culo 8 ; 2 Reyes 11:7). Los primeros deber�an volver a dividirse en tres empresas. De estos, los primeros deber�an actuar como "porteros de las puertas" o "guardianes de los umbrales", es decir, deb�an montar guardia en las puertas del templo (cf. 1 Cr�nicas 9:19); el segundo debe estar "en la casa del rey", que puede haber sido los apartamentos o el claustro en el que estaba oculto Jo�s (Keil), pero m�s probablemente significaba el palacio (vers�culo 15), el enfoque desde el cual era deseable llegar al templo Guardia; el tercero debe tomar una posici�n "en la puerta de la fundaci�n" o "la puerta Jesod", ya sea que la puerta del templo (Stanley, Keil) o la puerta de un palacio (Bertheau) sea incierta. (En las discrepancias entre estos nombramientos y los de los Reyes, consulte la Exposici�n). Este �ltimo, es decir, los sacerdotes y levitas que se retiran del deber, deben actuar como guardaespaldas del rey cuando entra y sale del templo. Este trabajo debe ser asignado solo a ellos, ya que solo ellos como personas "santas" pueden pasar al templo. Como su deber ser�a garantizar la seguridad de la persona del rey, estar�an armados: "cada hombre con sus armas en su banda". A ellos tambi�n se les debe encomendar la tarea de ver que ninguna persona no autorizada ingrese a los recintos del edificio sagrado, y de ejecutar el juicio sobre lo que sin orden judicial lo hizo.

(2) La disposici�n de las personas. Estos deber�an estar estacionados en la corte en la que se encontraba el altar de bronce de Salom�n.

(3) La disposici�n de los "capitanes de cientos" y sus hombres. Estos, a quienes el Cronista no pasa por alto al asignar la parte principal en la pr�xima ceremonia a los sacerdotes y levitas, deben emplearse para preservar el orden entre las personas y evitar la posibilidad de ataques de cualquiera de los miembros de la reina que puedan llegar a ser conscientes de lo que estaba pasando.

II PROCEDIMIENTOS EN LA CEREMONIA. (Versos 8-11.)

1. La realizaci�n de los arreglos anteriores. Cuando lleg� el d�a de reposo para la ejecuci�n del complot, "los levitas y todos los hombres de Jud� hicieron de acuerdo con todas las cosas que Joiada hab�a ordenado". Cada sacerdote, con sus levitas asistentes, fue a su lugar designado, aquellos que ingresaron en sus deberes del templo a sus diferentes guardias, como se explic� anteriormente; aquellos que se retiraron del servicio, en lugar de partir a sus hogares, "porque Joiada no descart� los cursos", al nuevo trabajo de proteger a la persona del rey, tambi�n como se explic� anteriormente. El primero mont� guardia en las puertas del templo, el �ltimo asumi� sus lugares dentro del patio del templo (interior), "desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo de la casa, junto al altar y el templo", a fin de ser "por el rey alrededor". La gente generalmente se encontraba en el patio exterior, los centuriones y sus cientos formaban un c�rculo alrededor del patio interior, entre este y la gente, para evitar que cualquier persona no autorizada pasara dentro de la casa.

2. El armamento de los capitanes. "Joiada les entreg� las lanzas, los escudos y los escudos, que hab�an sido del rey David, que estaban en la casa de Dios" (vers�culo 9). Estos estaban destinados a ellos y a sus hombres (Berthean), ya sea porque hab�an entrado al templo desarmados (Keil), hab�an dejado sus armas en el palacio al salir del servicio (Bahr), o porque Joiada deseaba que la corona de David fuera recuperada por Las armas de David (Ewald, Stanley), o tal vez �l juzg� que, dado que el trabajo en el que estaban a punto de trabajar era de Dios, las armas que deber�an usar tambi�n deber�an ser de Dios.

3. La producci�n del ni�o pr�ncipe. Cuando todo estuvo listo, Joash, rodeado por levitas armados, march� de la casa del sacerdote al patio del templo y tom� su puesto en uno de los pilares que conduc�an al patio interior ( 2 Cr�nicas 23:13; 2 Reyes 11:14), para ser visto por los sacerdotes y levitas en el interior, y los capitanes y las personas en el patio exterior.

4. La coronaci�n del heredero al trono. Joiada (con el asentimiento de la gente) coloc� en la frente de Joash la diadema real, "probablemente una banda tachonada de joyas, el primer ejemplo directo de coronaci�n" (Stanley).

5. La entrega a �l del testimonio. No la insignia regia, es decir, la regal�a del reino (Clericus), o las filacterias de Deuteronomio 6:8 (Grocio), o las leyes del reino de Samuel ( 1 Samuel 8:10); pero la Ley de Mois�s, a menudo llamada "testimonio" ( �xodo 25:16; �xodo 27:21; N�meros 9:15; N�meros 10:11; N�meros 17:4), que ahora se present� al joven rey en forma de rollo, para indicar que su vida y su gobierno deber�an estar regulados por sus preceptos ( Deuteronomio 17:18-5).

6. La unci�n del nuevo soberano. Hecho por Joiada y sus hijos, esto simboliza la consagraci�n de Jo�s a un oficio teocr�tico o sagrado, el de gobernar sobre el pueblo de Jehov�. Entonces Sa�l ( 1 Samuel 10:1) y David ( 1 Samuel 16:11) fueron ungidos por Samuel, Salom�n por el sacerdote Zadok ( 1 Reyes 1:39) y Jehu por el mensajero de Eliseo ( 2 Reyes 9:6).

7. La aclamaci�n de la gente. Cuando termin� la ceremonia de coronaci�n, la gente aplaudi� ( 2 Reyes 11:12) en expresi�n de su alegr�a (Salmo 47:1), y grit�, como sol�a suceder en las coronaciones, "Dios salve �el rey!" o "�Deja vivir al rey!" ( 1 Samuel 10:24; 2 Samuel 16:16).

Aprender:

1. No siempre es malo que los ministros de religi�n participen en pol�tica.

2. Hay momentos en que la rebeli�n contra los poderes f�cticos es un deber solemne.

3. Ni la casa de Dios ni el d�a de Dios pueden usarse mejor que poner una corona sobre la cabeza del ungido de Dios.

4. Tanto en la Iglesia como en el estado, cada hombre tiene su propio lugar y trabajo.

5. Los reyes pueden esperar que sus tronos sean estables si se erigen seg�n la buena voluntad de sus s�bditos.

6. Ning�n soberano puede gobernar bien si no toma la Ley de Dios como su gu�a.

7. Un gran y buen hombre en tiempos dif�ciles, invaluable para la Iglesia o el estado. �Qu� podr�a haber hecho Jud� sin Joiada?

8. Ning�n hombre puede perderse el destino que Dios le tiene reservado.

2 Cr�nicas 23:12

La ca�da de Atal�a.

I. UNA REINA ASOMBRADA. ( 2 Cr�nicas 23:12, 2 Cr�nicas 23:13.)

1. Un sonido inusual. Secretamente, como se hab�a llevado a cabo la coronaci�n de Jo�s, el r�pido o�do de Athaliah capt� el ruido de pisotear pies, aplaudir y gritar voces que proven�an del templo al otro lado del valle tirol�s. Las conciencias culpables, de los soberanos, como de los pecadores comunes, tienden a sobresaltarse con sonidos extra�os ( Job 18:11, Job 18:12); cf. 'Macbeth' (Hechos 2. Sc. 2), "He hecho lo que hice: �no o�ste ruido?"

2. Una vista inesperada. Reuniendo a sus guardias, Athahah sali� de su palacio a trav�s del puente que atravesaba el valle, y entr� en el patio del templo, cuando un espect�culo muy desagradable encontr� su mirada: un ni�o parado en una plataforma elevada frente al patio interior, probablemente el andamio de bronce. de Salom�n ( 2 Cr�nicas 6:13), su cabeza rodeada con una diadema, su mano agarrando un rollo de pergamino como si fuera un cetro; a su lado, el sacerdote Joiada, los pr�ncipes del pueblo y los trompetistas levitas; a su alrededor, toda la gente de la tierra, regocij�ndose y cantando.

3. Un grito desenfrenado. Si Athaliah reconoci� o no en Jo�s a uno de los hijos de Ocoz�as, a quien cre�a haber asesinado seis a�os antes, no tuvo dificultades para comprender la situaci�n. Como usurpadora, entendi� perfectamente la escena que vio como una revoluci�n. Desgarrando sus prendas con horror ante el espect�culo ( 2 Reyes 6:30; Esdras 9:3), y tal vez en un reconocimiento involuntario de que hab�a llegado la hora de su derrocamiento ( 1 Samuel 15:27 , 1 Samuel 15:28; 1 Reyes 11:30), ella tambi�n alquil� el aire con un grito de "�Traici�n! �traici�n!" (cf. 2 Reyes 9:23).

II UN SACERDOTE AVENGING. ( 2 Cr�nicas 23:14, 2 Cr�nicas 23:15.)

1. Un cargo a los capitanes.

(1) Con respecto a la reina. Para arrestarla, llevarla m�s all� de los recintos del templo, para matarla. De repente y perentorio, esta orden fue absolutamente necesaria. La justicia divina y la seguridad p�blica por igual exigieron la sangre de Athaliah. Como una asesina ( 2 Cr�nicas 22:10), su vida fue perdida por la ley ( G�nesis 9:6). Una idolatra del tipo m�s rancio, hab�a incurrido en la frase: "Echar� tus cad�veres sobre los cad�veres de tus �dolos, y mi alma te aborrecer�" ( Lev�tico 26:30). Una conspiradora, mientras ella se salvara, la vida de Joash no era segura.

(2) Con respecto a sus adherentes. Que tambi�n deben ser puestos a la espada. Seguir a Atal�a, defender a su persona o defender su causa, era ser culpable de leze majestad contra Jo�s y, de hecho, contra Jehov�, cuyo vicegerente era Jo�s.

2. Su ejecuci�n por los capitanes.

(1) Apresuraron a la infeliz reina m�s all� de los recintos del templo, para que el lugar sagrado no se contaminara con sangre humana.

(2) La condujeron a las proximidades de los establos del rey, y la gente abri� sus filas y le dio paso.

(3) La mataron all�, a la vista del palacio que hab�a usurpado y del templo que hab�a profanado. Como por la violencia ella hab�a subido al trono, por la violencia fue arrojada de �l. Como hab�a vivido tan indudablemente, muri�, en incredulidad y pecado, v�ctima de la furia popular y la retribuci�n divina ( Proverbios 11:31).

Aprender:

1. Que el camino de los transgresores es dif�cil.

2. Que la paga del pecado es muerte.

3. Que los que toman la espada perecer�n con la espada.

4. Que en verdad hay un Dios que juzga en la tierra.

5. Que con qu� medida uno se le medir� nuevamente. W.

2 Cr�nicas 23:16-14

El final de una revoluci�n.

I. HACER PACTO. ( 2 Cr�nicas 23:16.) Le�do en relaci�n con 2 Reyes 11:17, este vers�culo apunta a dos transacciones de pacto.

1. Entre Jehov� y el rey y el pueblo.

(1) En esto, el sacerdote Joiada actu� como representante de Jehov�, simbolizando al Sumo Sacerdote mayor sobre la casa de Dios, quien en el nuevo y mejor pacto de gracia es para los hombres pecaminosos la Imagen del Dios invisible ( Hebreos 1:3; Hebreos 3:1; Hebreos 4:14; Hebreos 5:5).

(2) De esto el objeto era que ellos, Jo�s y sus s�bditos, deber�an ser el pueblo de Jehov�, observando su adoraci�n y guardando sus mandamientos, y que �l deber�a ser su Dios, defendi�ndolos contra sus adversarios y otorg�ndoles temporal y espiritual. , prosperidad individual y nacional. Esta era la sustancia del pacto que Jehov� hab�a hecho con la naci�n en el Sina� ( �xodo 19:3-2; Deuteronomio 5:2; Deuteronomio 26:17, Deuteronomio 26:18), y es el tenor del pacto de Dios con su pueblo en el evangelio ( Hebreos 8:8).

2. Entre el rey y el pueblo.

(1) Por su parte, gobernar�a de acuerdo con el testimonio puesto en su mano ese d�a; y

(2) de su lado que ser�an leales al trono en el que se sentaba. Este pacto est� impl�citamente involucrado en todas las relaciones de rey y s�bditos. Un gobernante injusto y tir�nico ipso facto viola el contrato entre �l y su pueblo, y hasta ese punto los absuelve de la lealtad a su autoridad. La piedad en el soberano y la lealtad en la gente son los dos mejores apoyos de un trono terrenal.

II IDOL-PURGING. En un ataque de celo reformista, las personas entusiasmadas entraron sin demora en una cruzada contra la adoraci�n falsa que hab�a sido presentada y patrocinada por Atal�a.

1. El templo de Baal destrozado. Este santuario id�latra probablemente hab�a sido erigido por Joram para complacer a Atal�a ( 2 Cr�nicas 21:11; Josefo, 'Ant.', 9.7. 4), como un edificio similar hab�a sido construido en Samaria por Acab, bajo la influencia de Jezabel ( 1 Reyes 16:32). Lo m�s probable es que se encuentre en el Monte Moriah, al lado del templo, si no dentro de su patio exterior (Thenius, Bertheau), en lugar de en una elevaci�n diferente (Bahr). Su proximidad al templo explicar�a que se haya convertido tan pronto en una presa de la furia popular, como cuando la construcci�n de su proximidad al templo sugiri� la idea de derribar las paredes del templo en busca de piedras para construirlo ( 2 Cr�nicas 24:7 ) Ahora hab�a amanecido un d�a de N�mesis, ya que d�as similares ya hab�an superado a sus constructores. Sus paredes y pilares, altares e imagos, fueron destrozados en pedazos. Compare la destrucci�n de los edificios cat�licos romanos en Perth el 11 de mayo de 1559, despu�s de un serm�n de Knox. "La congregaci�n [en la iglesia de San Juan] todav�a no se hab�a dispersado, cuando un sacerdote entr�, subi� al altar, abri� el tabern�culo y se prepar� para celebrar misa. Un ni�o que estaba presente dijo algo insolente. El sacerdote golpe� �l, y el ni�o, agarrando una piedra, la arroj� al crucifijo, que cay� al suelo. El instinto com�n atraves� la multitud reunida; el altar, los ornamentos, las im�genes, en unos momentos yac�an en ruinas en el piso del presbiterio. Los santos fueron arrojados de sus nichos, las ventanas con pisos rasgados en �tomos. Entonces el grito se elev�, "�A los frailes grises!" y en una o dos horas los pobres monjes, comenzando su cena del mediod�a, estaban a la deriva sobre el mundo, y sus hogares se elevaron en humo y llamas hacia el cielo ". "Durante uno o dos d�as despu�s de que Knox predic� su famoso serm�n, el alcance de la destrucci�n estuvo muy ocupado en la bella ciudad. Alguien, tal vez el propio Knox, hab�a comentado que 'si los nidos fueran derribados, las torres se ir�an volando'". y as� todas las manos fueron puestas en los nidos. La furia popular se extendi� sin control. Los monasterios y capillas que hab�an adornado la ciudad y sus alrededores quedaron en ruinas, solo quedaban las paredes desnudas y rotas, y la mayor�a de estos restos hundidos r�pidamente desaparecido ".

2. El sacerdote de Baal asesinado. Marian el "sacerdote" (el Targum), despu�s de haber tratado de desviar al pueblo, hab�a incurrido en la pena de muerte ( Deuteronomio 13:9), que fue infligida sumariamente, tal como Mois�s hab�a ordenado, al lapidarlo junto a �l los altares en los que hab�a servido. Compare el asesinato de Zacar�as por los secuaces de Joash en los �ltimos a�os de su reinado ( 2 Cr�nicas 24:20).

III. REFORMA DE ADORACI�N. (Versos 18, 19.)

1. Irregularidades corregidas. Los oficios de la casa del Se�or con referencia a las ofrendas quemadas se arreglaron de acuerdo con las prescripciones de la Ley de Mois�s. Ning�n culto era aceptable bajo la econom�a hebrea que no se adhiriera a las regulaciones de ese ritual divinamente inspirado; ninguna adoraci�n es aceptable bajo la dispensaci�n del evangelio que parte de la r�brica puesta por Jes�s en el payaso del payaso ( Juan 4:24).

2. Impurezas prevenidas. Los observadores se establecieron en las puertas del templo, para que nadie entrara en ning�n aspecto que fuera impuro, es decir, contaminado ceremonialmente. Seg�n la Ley, tales personas fueron separadas de la congregaci�n ( N�meros 19:20; Le N�meros 11:24; N�meros 22:5) y, hasta que se purificaron, no pudieron tomar parte de las solemnidades de la adoraci�n divina. La verdad all� simbolizada era que la adoraci�n deriva su calidad del car�cter del adorador. Un israelita inmundo no pod�a rendir adoraci�n aceptable a un Dios santo como lo era Jehov�. ] hasta que el sacerdote oficiante ofreci� una expiaci�n por su transgresi�n, y su cuerpo fue lavado con agua pura, �podr�a ocupar su lugar en la congregaci�n de los que ten�an derecho a acercarse a Jehov�? Y ninguno puede rendir adoraci�n aceptable bajo el evangelio que no lo haga sobre la base de una expiaci�n ofrecida por el gran Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios, y con las emociones inspiradas en el Cielo de una vida renovada ", con corazones rociado de una conciencia malvada, y cuerpos lavados con agua pura "( Hebreos 10:19).

3. Hilaridades superadas. Mois�s entendi� y proclam� que el servicio de Jehov� fue dise�ado para ser una fuente perenne de alegr�a para el pueblo de Jehov� ( Deuteronomio 33:29). Hasta la �poca de David, esto no fue tan ampliamente comprendido como podr�a haberse esperado. El segundo rey de Israel, sin embargo, discerni� con una visi�n penetrante que la adoraci�n a Jehov� siempre debe ir acompa�ada de alegr�a (Salmo 5:11; Salmo 32:11; Salmo 68:3 ; Salmo 89:15, Salmo 89:16; Salmo 100:1, Salmo 100:2); y para expresar esta idea, con la concurrencia y aprobaci�n de los capitanes del ej�rcito, �l "se separ� al servicio de los hijos de Asaf, y de Heman, y de Jeduthun, aquellos que deb�an profetizar con arpas, con salterios, y con platillos "( 1 Cr�nicas 25:1). Durante los reinados de Joram, Ocoz�as y Atal�a, esta parte del servicio Divino hab�a sido descontinuada. Cuando Joash accedi� al trono, fue restaurado. De modo que los cristianos siempre deben servir a Dios "con canto y regocijo"; y esto lo har�n en proporci�n a medida que est�n llenos de ese Esp�ritu del cual el fruto es alegr�a ( G�latas 5:22; Efesios 5:18, Efesios 5:19; Filipenses 4:4; 1 Tesalonicenses 5:16; 1 Juan 1:4).

IV. Entronismo de reyes. (Vers�culo 20.)

1. Dirigido por el sacerdote. Habiendo completado sus arreglos para la restauraci�n del servicio del templo, Joiada procedi� con lo que todav�a era necesario para perfeccionar la revoluci�n. Levantando al ni�o rey de la plataforma, lo condujo fuera del templo por la calzada que conduc�a hacia el palacio.

2. Escoltado por la gente. Como la multitud un poco antes hab�a abierto sus filas para dejar que Atal�a pasara a su destrucci�n, ahora los abre de nuevo para permitir que el joven soberano marche a su residencia real. Probablemente precedido por los centuriones, los pr�ncipes y los jefes de las casas de los padres, ya que en el templo hab�a sido rodeado por los levitas, la gente de la tierra lo segu�a.

3. Conducido a trav�s de la puerta superior. Esto, llamado, "la puerta de la guardia" ( 2 Reyes 11:19), no era una puerta del templo (Keil), sino una entrada al palacio (Bertheau), quiz�s la principal, a trav�s de la cual el real los guardias estaban acostumbrados a pasar. Era apropiado que el heredero de David tomara posesi�n p�blica de la casa de David.

4. Establecer sobre el trono. Esta es la terminaci�n natural de la ceremonia. Jo�s fue establecido sobre el trono del reino, el trono de sus padres, el trono que derivaba su autoridad solo de Jehov�.

V. REJUEGO POPULAR. (Vers�culo 21.)

1. El pa�s se alegr� de que la reina fuera asesinada. Su gobierno hab�a sido una usurpaci�n y una maldici�n. Nadie la lament�. Si ella ten�a un funeral, aquellos que la llevaron a su �ltimo lugar de descanso dieron rienda suelta a sus emociones, no en sollozos, sino en canciones. Si derramaban l�grimas sobre su sepulcro, eran l�grimas de alegr�a, no de pena. Un comentario terrible sobre la vida de cualquiera, que sus contempor�neos, ya sean iguales o dependientes, se alegran de deshacerse de uno: �ver terminar su carrera, parar la respiraci�n y esconder el cad�ver fuera de la vista!

2. La ciudad estaba en silencio, aunque la reina fue asesinada. Nadie so�aba con sacar una espada para vengar su asesinato. Aquellos que la conoc�an mejor, que ten�an las oportunidades m�s frecuentes de estudiar su personaje y observar su comportamiento, no ten�an nada que decir en atenuaci�n de sus faltas o en la pena por su destino. Las conciencias de su gente estaban satisfechas de que ella mereciera su destino. Quiz�s los piadosos entre ellos a�adieron: "As� que todos tus enemigos perezcan, oh Jehov�" ( Jueces 5:31).

Aprender:

1. Que el secreto de toda verdadera prosperidad, para la Iglesia o el estado, para la sociedad o para el individuo, es la piedad hacia Dios y la rectitud hacia el hombre.

2. Que la religi�n verdadera no admite ning�n compromiso con la religi�n falsa, pero debe apuntar a su exterminio.

3. Que en todos los asuntos de fe y pr�ctica, doctrina y deber, ritual y adoraci�n, la voluntad de Dios, no la opini�n del hombre, es la regla suprema.

4. Que el enemigo que m�s necesita ser guardado por los adoradores de Dios es el pecado.

5. Que la casa del Rey para los cristianos no son los templos materiales en los que adoran, sino sus propios corazones, en los que Cristo desea ser entronizado.

6. Que es leg�timo alegrarse por la destrucci�n de los enemigos de Dios y su pueblo ( Proverbios 11:10) .� W.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 2 Chronicles 23". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/2-chronicles-23.html. 1897.