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Deuteronomio 3

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-29

EXPOSICI�N

Deuteronomio 3:1

CONQUISTA DE OG, REY DE BASHAN. Los amorreos le hab�an arrebatado a Moab una porci�n del territorio tomado por los moabitas y los edomitas de los abor�genes gigantes; y Og, que era de la misma raza gigante, gobern� sobre la mitad norte de la regi�n de Galaad y sobre todo Bashan. Este distrito tambi�n Dios le propuso a Israel poseer; y por lo tanto, antes de cruzar el Jord�n, se desvi� hacia el norte. salas de los israelitas, con el prop�sito de atacar a este poderoso jefe. Og los encontr� con todo su anfitri�n, pero fue derrotado significativamente, y �l y toda su gente fueron exterminados. No menos de tres ciudades fortificadas, adem�s de las aldeas, fueron capturadas por los israelitas, todo el pa�s fue subyugado, y todo el ganado y las propiedades materiales se tomaron como bot�n (cf. N�meros 21:33-4).

Deuteronomio 3:1

(Cf. N�meros 21:33) Nos volvimos, es decir. tom� una nueva ruta y subi� (????????, y ascendimos). Como Bashan era una regi�n monta�osa, se dice muy bien que han subido. Edrei, hod. Draa, con ruinas romanas y �rabes, de casi tres millas de circunferencia, pero sin habitantes; no es lo mismo que el Edrei de Deuteronomio 3:10.

Deuteronomio 3:2

(Cf. N�meros 21:31, etc.)

Deuteronomio 3:4

Ciudades de sesenta; probablemente el mismo que el Basir-havoth jair, mencionado m�s adelante ( Deuteronomio 3:14). La regi�n de Argob, el reino de Og en Bashan. La regi�n de Argob comprend�a el reino de Og, y Bashan era otro nombre para el mismo pa�s; extendi�ndose desde el Jabbok hasta Herm�n, y abarcando tanto la parte norte de Galaad como lo que luego fue en un sentido m�s estricto, Bashan, a saber. la tierra al norte de Wady Zerka (hod. Jebel Ajlan) hasta Hermon. Algunos suponen que el nombre Argob se le dar� al distrito de una ciudad de ese nombre, a quince millas romanas al este de Gerasa, una ciudad de Arabia (Eusebio); pero lo m�s probable es que se derive del car�cter del distrito, ya sea como muy sucio (de ?????, un terr�n), o como resistente y desigual (??????, de ????? similar a ?????, para acumularse), al igual que el distrito vecino al este y noreste recibieron el nombre de Traohonitis (de ??????, �spero, rugoso); en el Targum, de hecho, Trachona (??????) es el nombre dado aqu� para Argob. Este distrito ahora se conoce como la provincia de El-Lejah (El Retiro). Se describe como de forma ovalada, de unas veintid�s millas de largo por catorce de ancho; una meseta elevada a unos treinta pies sobre la llanura circundante. Sus caracter�sticas son m�s notables. Est� compuesto por un grueso estrato de basalto negro, que parece haber sido emitido en estado l�quido por los poros de la tierra, y que ha fluido por todos lados hasta cubrir toda la superficie. Est� rasgado y destrozado como por convulsi�n interna. Todav�a se ven las cavidades en forma de copa desde las cuales se proyect� la masa l�quida, y tambi�n la superficie ondulada, como un l�quido espeso, generalmente asume qu� se enfr�a a medida que fluye. Hay fisuras profundas y abismos de bostezo con bordes accidentados y rotos; y hay mont�culos irregulares que parecen no haberse calentado lo suficiente como para fluir, pero que fueron forzados por una poderosa agencia, y luego se alquilaron y destrozaron en sus centros. La roca est� llena de burbujas de aire y es casi tan dura como el hierro. Toda la regi�n transjordana fue capturada por los israelitas.

Deuteronomio 3:5

Todas estas ciudades estaban cercadas con altos muros, puertas y rejas; literalmente, puertas dobles y un bar. Se cree que estas ciudades, con sus maravillosas erecciones, todav�a existen en el Hauran. Sobre ese distrito, los neum�ticos esparcieron una multitud de ciudades de varios tama�os, todas construidas de la misma manera notable. "Las calles son perfectas, las paredes perfectas y, lo que parece m�s asombroso. Tir�n, las puertas de piedra todav�a cuelgan de sus bisagras, por lo que se ha dejado poca impresi�n durante estos siglos sobre la piedra dura y dura de la que est�n construidas ". Estas puertas est�n "formadas por losas de piedra, que se abren sobre pivotes que proyectan partes de la piedra misma, y ??trabajan en z�calos en el dintel y el umbral". Algunas de estas puertas son lo suficientemente grandes como para admitir un camello que pasa a trav�s de ellas, y las puertas son de dimensiones proporcionales, algunas de las cuales est�n formadas con dieciocho pulgadas de grosor. Los techos tambi�n est�n formados por enormes losas de piedra que descansan sobre las paredes masivas. Todos tomaron la mano de obra de una raza dotada de poderes muy superiores a los de los hombres comunes; y dar credibilidad a la suposici�n de que tenemos en ellos las viviendas de la raza gigante que ocup� ese distrito antes de que fuera invadido por los israelitas. "No pudimos ayudar", dice el Sr. Graham, "impresionados con la creencia de que si nunca hubi�ramos sabido nada de la primera parte de la historia de las Escrituras antes de visitar este pa�s, deber�amos haber sido obligados a la conclusi�n de que sus habitantes originales, los las personas que hab�an construido esas ciudades, no solo eran una naci�n poderosa y poderosa, sino individuos de mayor fortaleza que nosotros ".

Deuteronomio 3:6

(Ver Deuteronomio 2:34.)

Deuteronomio 3:8

Herm�n (????????), probablemente de ?????, para ser alto, "el pico elevado", visible en todos los lados. Para algunos, se supone que el nombre est� relacionado con ?????, una cosa devota, porque esta monta�a marcaba el l�mite del pa�s dedicado o puesto bajo una prohibici�n; y es ciertamente notable que, en el extremo noreste y el extremo suroeste de los laud conquistados por los israelitas, los nombres se derivan de Herem, a saber. Hermon y Hormah ( Deuteronomio 1:44), se deben encontrar; como para indicar que todo en medio fue devoto. Herm�n es el espol�n m�s austral de la gama Autilibanus. Es "la segunda monta�a en Siria, clasificada junto al pico m�s alto del L�bano detr�s de los cedros. La elevaci�n de Herm�n se puede estimar en unos 10.000 pies. Todo el cuerpo de la monta�a es de piedra caliza, similar a la que compone la cresta principal". En el L�bano, el pico central se eleva en forma de cono truncado obtuso, de 2000 a 3000 pies sobre las crestas que irradian, lo que le da un aspecto m�s dominante que cualquier otra monta�a en Siria. Este cono est� completamente desnudo, desprovisto de �rboles. y vegetaci�n. La nieve nunca desaparece de su cima ". En la actualidad se le conoce como Jebel esh-Sheikh (The Chief Mountain), tambi�n Jebel eth Thel (The Snow Mountain). Antiguamente tambi�n ten�a varios nombres. Por los hebreos era conocido tambi�n como Sion (???????, el alto, Deuteronomio 4:48); por los sidonios se le llam� Sirion (????????? = ?????????, una coraza o una cota de malla), probablemente por su aspecto brillante, especialmente cuando estaba cubierto de nieve y por los amorreos se llamaba Senir, una palabra probablemente del mismo significado. Estos nombres continuaron en uso hasta un per�odo tard�o (cf. Salmo 99:6; Ezequiel 27:4; Entonces Ezequiel 4:8; 1 Cr�nicas 5:23).

Deuteronomio 3:10

Aqu� se mencionan las diferentes partes del territorio conquistado.

1. La llanura (???????????, el pa�s llano); la meseta al sur del monte Galaad, hasta el Arnon.

2. La totalidad de Galaad; El pa�s monta�oso al norte del Jabbok, entre Heshbon y Bashan, entre la meseta norte y sur.

3. Todo Bashan, tan al este como Salchah, el moderno Szal-khat o Szarkhad, unas siete horas al este de Busra, y hacia el norte a Edrei, hod. Edra, Ezra o Edhra, una ruina extensa al oeste de Busra, todav�a parcialmente habitada.

Deuteronomio 3:11

Bashan era de anta�o pose�do por una raza gigante, los Rephaim ( G�nesis 14:5); pero de estos Og, rey de Bas�n, era, en el momento de la invasi�n israelita, el �nico remanente. Su gran tama�o est� indicado por el tama�o de su cama, que se conserv� en Rabbath-Ammon, tal vez como un trofeo de alguna victoria obtenida por los ammonitas sobre su gigantesco enemigo. Esto med�a nueve codos de largo y cuatro de ancho, "despu�s del codo de un hombre", es decir, seg�n el codo de uso com�n. Tomando el codo igual a dieciocho pulgadas, la medida de la cama ser�a de trece pies y medio por seis pies. Ese Og incluso aproximado a esta altura es incre�ble; si alcanzara nueve o diez pies, su altura exceder�a la de cualquiera de los registros. Sin embargo, es probable que haya hecho que su cama fuera mucho m�s grande que �l, en parte por ostentaci�n, en parte porque podr�a dejar un monumento que impresionar�a a la posteridad con una sensaci�n de su tama�o gigantesco y su poder sin resistencia; tal como se dice que Alejandro Magno (Died. Sic; 17:95), en su marcha a la India, hizo que se hicieran sof�s para sus soldados en sus tiendas, cada uno de cinco codos de largo, para impresionar a los nativos con un sensaci�n abrumadora de la grandeza de su anfitri�n. Se ha sugerido que aqu� no se hace referencia a una cama, sino a un sarc�fago de basalto o piedra de hierro en el que, se supone, se coloc� el cad�ver de Og, y que luego se llev� a Rabbath, y all� se deposit� (JD Michaelis, Winer, Knobel, etc.). Esto implica que el pasaje es una inserci�n posterior, y no parte de la narraci�n original dada por Mois�s. Pero, �con qu� visi�n podr�a introducirse tal inserci�n? No para establecer la credibilidad de la historia de la victoria de los israelitas sobre Og, ya que la existencia de un sarc�fago en el que se hab�a colocado un cad�ver solo dar�a fe de que tal persona alguna vez vivi� y muri�, pero no demostrar�a nada c�mo, cu�ndo o d�nde vino por su muerte. No para mostrar el gran tama�o del hombre, ya que un sarc�fago no tiene ninguna medida del tama�o de la persona cuyos restos se colocan en �l, siendo un monumento honorario, cuyo tama�o es proporcional a la dignidad real o supuesta de la persona. para cuyo honor se hace. Una cama, por el contrario, que un hombre hab�a usado, o al menos hab�a hecho que se hiciera para s� mismo, proporcionar�a alguna evidencia de su tama�o; y hay una raz�n obvia para que Mois�s se refiera a esto aqu�, en la medida en que record� a los israelitas el recuerdo, por un lado, de lo que ocasion� el temor con el que anticiparon el acercamiento de este terrible enemigo, y, en el otro, de la gracia de Dios para ellos en que hab�a entregado a Og y a todo su pueblo en sus manos. Es ocioso preguntar c�mo Mois�s pudo saber de la existencia de esta cama en Rabbath; porque podemos estar seguros de que de todos los pueblos a trav�s de cuyos territorios hab�a pasado informes sobre la fuerza, la destreza y las acciones de este guerrero gigante ser�an vertidos en su o�do.

Deuteronomio 3:12-5

Distribuci�n de la tierra conquistada. Los pa�ses as� conquistados por los israelitas fueron asignados por Mois�s a las tribus de Rub�n y Gad y la media tribu de Manas�s. La porci�n sur, desde Aroer, en el valle del Am�n, hasta el Jabbok, con sus pueblos (ver Josu� 12:15-6, Jos 12:24 -28), fue asignada a los rubenitas y gaditas; y la porci�n norte, desde el Jabbok, que comprende, con Galaad, todo Bas�n o Argob, hasta la media tribu de Manas�s.

Deuteronomio 3:13

La �ltima parte de este verso es interpretada y traducida de manera diferente por diferentes traductores. Seg�n algunos, la cl�usula de toda la regi�n de Argob est� conectada con lo que precede, mientras que otros consideran esta cl�usula como una aposici�n con lo que sigue. Targum: "Toda la regi�n de Trachona, y toda esa provincia se llamaba tierra de gigantes". LXX "Y toda la regi�n de Argob, todo lo que Bashan: la tierra de los Rephaim se calcul�:" Vulgata: "Toda la regi�n de Argob, y todo Bashan se llama la tierra de los gigantes". Los int�rpretes modernos en su mayor parte adoptan el orden del Targum. La cl�usula puede expresarse as�: toda la regi�n de Argob respeta a todo Bashan [i.e. en la medida en que formaba parte del reino de Bas�n bajo Og] se le conoc�a como la tierra de los Refa�tas.

Deuteronomio 3:14

Jair, un descendiente de Manas�s al lado de la madre (su padre era de la tribu de Jud�, 1 Cr�nicas 2:22), obtuvo la regi�n de Argob para, es decir; inclusive (ver Josu� 13:13) - el territorio de los Geshuri y Maachathi. Estas eran peque�as tribus sirias ubicadas al este de Herm�n. Como Geshur significa un puente, se ha conjeturado que los Geshuritas estaban ubicados cerca de un puente conocido a trav�s del Jord�n, del cual, tal vez, eran los guardianes, y de ah� tomaron su nombre. Maachah se llama Aram (Siria) Maachah en 1 Cr�nicas 19:6. Seg�n el 'Ono-masticon', era "una ciudad de los amorreos, junto al Jord�n, cerca del monte Herm�n" (s.v. ??????). En tiempos posteriores tuvo un rey, que se ali� con los amonitas contra David ( 1 Cr�nicas 19:7). Estas tribus fueron sometidas, pero no destruidas, por los israelitas; y en un per�odo posterior parece haber recuperado su independencia y haber formado un reino. Y los llam� por su propio nombre, Bashan-havoth-jair. La palabra havoth (propiamente chavvoth, ??????) es el plural de una palabra que significa vida, y Char-voth-Jair probablemente significa las vidas de Jair, no las aldeas de Jair, porque aparentemente eran ciudades fortificadas ( 1 Cr�nicas 19:4, 1 Cr�nicas 19:5; Josu� 13:30; 1 Reyes 4:13). Estos fueron recapturados por los Geshuritas, ayudados por los arameos ( 1 Cr�nicas 2:23, "Y Geshur y Aram tomaron Chavvoth-Jair de ellos", etc.); a que hora se desconoce. De N�meros 32:42, parece que Nobah, tambi�n una familia descendiente de Machir, tom� ciertas ciudades, a saber. "Kenath y sus hijas" en este distrito; estos, con los veintitr�s Hay-voth-Jair, conformaban las sesenta ciudades que "pertenec�an a los hijos de Machir, el padre de Galaad" ( 1 Cr�nicas 2:23). Nobah probablemente estaba subordinado de alguna manera a Jair, por lo que en este discurso ret�rico, donde no es el prop�sito del autor ingresar detalles minuciosos, todas estas ciudades est�n incluidas bajo el nombre de Havvoth-Jair. Hasta este d�a. "Esto no implica necesariamente mucho tiempo; y Mois�s mismo pudo haber usado esta expresi�n, aunque solo poco despu�s del evento, para dar protagonismo a la captura de las ciudades fortificadas del gigante 'rey Og, por los Manasitas para el est�mulo de los israelitas "(Herzheimer).

Deuteronomio 3:15

Cf. N�meros 32:40; 1 Cr�nicas 2:22.)

Deuteronomio 3:16, Deuteronomio 3:17

La posesi�n de las tribus de Rub�n y Gad est� aqu� m�s exactamente definida. Su l�mite sur era el medio del valle (el wady) del Arnon; la mitad del valle y el borde, es decir, el medio del barranco (o wady) y su borde; una definici�n m�s precisa del r�o Arnon; El arroyo que flu�a a trav�s del medio del barranco ser�a su l�nea l�mite hacia el sur. En el noreste, el Alto Jabbok (Nahr Amman) ser�a su l�mite; esto los separ� de Ammonitis, la regi�n de los hijos de Ammon ( N�meros 21:24). En el oeste, 'Arabah (Ghor), y el Jord�n y su frontera (su orilla este), desde Chinnereth (Kinnereth), una ciudad cercada junto al mar de Galilea, desde all� llamada "el mar de Chinnereth" ( N�meros 34:11; Josu� 12:3; Josu� 19:35), al mar de 'Arabah, el mar salado, bajo Ashdoth-pisgah, las laderas (literalmente, los derrames, el lugar donde fluyen los torrentes de las monta�as, de ah� la base de la colina) de Pisgah ( N�meros 21:15; N�meros 27:12) - hacia el este; es decir, simplemente el lado este de 'Arabah y el Jord�n.

Deuteronomio 3:18-5

CONCLUSI�N DE RECAPITULACI�N HIST�RICA. Deuteronomio 3:18-5.

Deuteronomio 3:18-5

Mois�s les recuerda a las dos tribus y media las condiciones en las que hab�an recibido las posesiones que hab�an deseado m�s all� del Jord�n (ver N�meros 32:20-4). Todos los que se encuentran para la guerra; literalmente, todos los hijos de la fuerza (?????? ?????), es decir, no todos los que eran hombres de guerra o de edad para ir a la guerra, sino hombres especialmente poderosos y aptos para emprender guerras. Hasta que el Se�or haya dado descanso a tus hermanos (corer. �xodo 33:14).

Deuteronomio 3:21, Deuteronomio 3:22

Joshua designado como el sucesor de Mois�s en el liderazgo.

Deuteronomio 3:21

En ese momento, es decir, despu�s de la conquista de la tierra al este del Jord�n (ver N�meros 27:12, etc.). Tus ojos lo han visto, etc. Joshua fue dirigido a lo que �l mismo hab�a presenciado, lo que sus propios ojos hab�an visto, en la destrucci�n de Sihon y Og y sus anfitriones, para que pudiera ser alentado a avanzar en el curso al que hab�a asistido. sido llamado y se le recuerda a la gente de esto, que pueden tener en cuenta lo que Dios hab�a hecho por Israel, y que sin temor pueden seguir a Joshua como su l�der en la conquista de Cana�n (comp. Deuteronomio 31:23).

Deuteronomio 3:22

El "�l" aqu� es enf�tico; como Dios mismo pelear�a por ellos, �por qu� deber�an tener miedo?

Deuteronomio 3:23-5

Oraci�n de Mois�s Mois�s sab�a que no deb�a entrar en la Tierra Prometida con la gente; pero, reacio a renunciar a la empresa que hasta ahora hab�a llevado a cabo hasta que pudiera verla terminada con �xito, le rog� al Se�or que al menos se le permitiera cruzar el Jord�n y ver la tierra. Esta oraci�n fue presentada probablemente justo antes de que Mois�s le pidiera a Dios que pusiera a un hombre sobre la congregaci�n para ser su l�der en la tierra prometida ( N�meros 27:15-4); la orden de dar un cargo a Joshua, en ese cargo, sigue de inmediato, como parte de la respuesta de Dios a la solicitud de Mois�s (vers�culo 28), y la expresi�n "en ese momento" (vers�culo 23) se�ala nuevamente el cargo de Mois�s a Josu�, como contempor�neo con la ofrenda de su oraci�n. En esta oraci�n, Mois�s apela a lo que ya hab�a experimentado del favor de Dios para �l, ya que hab�a comenzado a mostrarle su grandeza y su gran poder. La referencia es a las victorias ya logradas sobre los amorreos; Estas fueron muestras del poder divino que se manifest� gentilmente a Israel, y Mois�s les hace un llamado para fortalecer su s�plica de favores adicionales (comp. la s�plica, �xodo 33:12, etc.).

Deuteronomio 3:24

Oh Se�or Dios: Oh Se�or Jehov�. Por lo que Dios, etc. (comp. �xodo 15:11; Salmo 86:8; Salmo 89:6; Salmo 113:5, etc.). "El contraste entre Jehov� y otros dioses no implica la realidad de las deidades paganas, sino que simplemente presupone una creencia en la existencia de otros dioses, sin decidir la verdad de esa creencia" (Keil).

Deuteronomio 3:25

Que buena monta�a; no ninguna monta�a en especial, sino toda la elevaci�n monta�osa de Cana�n, que culmin� en el lejano L�bano, tal como apareci� a los ojos de Mois�s desde el nivel inferior del 'Arabah. Esto fue "bueno", especialmente en contraste con el desierto �rido y quemado por el sol por el que hab�an pasado los israelitas; las colinas promet�an arroyos que deber�an enfriar el aire y refrescar y fertilizar la tierra (ver Deuteronomio 8:7, etc.). Mois�s ansiaba acercarse si no fuera para ver esta tierra y plantar su pie sobre ella; pero su solicitud no fue concedida.

Deuteronomio 3:26

El Se�or estaba enojado, etc. (cf. Deuteronomio 1:37; N�meros 20:12; N�meros 27:13, N�meros 27:14). Deja que te baste; literalmente, suficiente para ti! es decir, ya has dicho suficiente; no digas m�s, o cont�ntate; deje que lo que he hecho y la gracia que he dado sean suficientes para usted (comp. el uso de esta f�rmula en G�nesis 45:28; N�meros 16:3; Deuteronomio 1:6; Deuteronomio 2:3). Keil y otros se refieren a 2 Corintios 12:8 como "sustancialmente equivalente", pero la expresi�n all� parece tener un significado y una referencia bastante diferentes de los utilizados aqu�.

Deuteronomio 3:27

Comp. N�meros 27:12, de los cuales esta es una amplificaci�n ret�rica. All� se mencionan las monta�as de Abarim; aqu� se especifica Pisgah, la porci�n norte de ese rango. La cima de Pisgah; es decir, Mount Nebo ( Deuteronomio 34:1). Hacia el oeste; literalmente, hacia el mar, es decir, hacia el Mediterr�neo; hacia el norte (??????, lugar oculto u oscuro, donde se acumula la oscuridad, en oposici�n al sur brillante y soleado); hacia el sur, hacia el cuarto de la derecha (??????? de ??????, la mano derecha; cf. �xodo 26:18, "hacia el sur hacia la mano derecha"); hacia el este, hacia el amanecer o al amanecer; cf. Deuteronomio 4:47 (???????, de ????? para brillar)

Deuteronomio 3:28

(Comp. Deuteronomio 1:38; Deuteronomio 3:21; Deuteronomio 31:7; N�meros 27:23.)

Deuteronomio 3:29

En el valle frente a Bet-peor; es decir, en las llanuras de Moab (Arboth Moab, N�meros 22:1; cf. Deuteronomio 4:46; Deuteronomio 34:6). Beth-pe'or, es decir, la casa o templo de Pe'or, el Moabitish Baah Hab�a una colina Pe'or, en el rango de Abarim, cerca de la cual estaba esta ciudad; estaba enfrente de Jeric�, seis millas romanas al norte de Libias (Eusebio); fue entregado a la tribu de Rub�n ( Josu� 13:20). Al pasar de la recapitulaci�n hist�rica, Mois�s indica precisamente la localidad en la que se encontraban cuando se entreg� esta direcci�n.

HOMIL�TICA

Deuteronomio 2:24-5

El �ltimo de los gigantes.

Aunque a Israel no se le permiti� saquear ni comportarse de manera descort�s con los pueblos que les permitieron pasar por su territorio sin obstrucciones, si se opusieran obstinadamente, deb�an mantener su posici�n y forzar un paso. Aqu� se registran dos conflictos de este tipo, que fueron memorables en los d�as posteriores, y que dieron color a las canciones del santuario (cf. Salmo 136:1). Sihon, rey de los amorreos, y Og, el rey de Bas�n, lucharon contra el pueblo de Dios, fueron completamente vencidos, y su tierra fue tomada por aquellos cuyo curso obstruyeron. Podemos encontrar en este tema aparentemente poco prometedor un tema para la ense�anza desde el p�lpito, que puede proporcionar instrucci�n en los caminos de Dios, del cual no podemos darnos el lujo de perder de vista. Cualquiera de los dos casos que tenemos ante nosotros ser� igualmente �til para este prop�sito. Proponemos estudiar el derrocamiento de Og, y el fallecimiento en espera del �ltimo de los gigantes. Observar-

I. HAY ALGO DE MISTERIO SOBRE ESTE PASAJE, QUE PROPONEMOS LIMPIAR. Hay tres puntos con respecto a Og que, a primera vista, tienen un aspecto de romance sobre ellos:

1. La cuenta del rey y su cama.

2. La raza de los gigantes.

3. Las sesenta grandes ciudades y pueblos sin muros

�Muchos, y eso dentro de un espacio menor que el cubierto por algunos de nuestros condados ingleses. Podemos imaginar a un lector superficial, especialmente si es uno que tiene un profundo aprecio por la libertad de dudar, y que se inquieta inquietamente contra el Libro Viejo, diciendo: "Ah� es absurdo, al igual que el leyendas de otros pueblos: una pieza de mitolog�a ". Esa es la manera �spera y lista en que Mois�s es tratado ahora por muchos que deber�an saber mejor. Estamos preparados para cuestionar a estos esc�pticos en cada punto y, lo que es m�s, para afirmar que un estudio cuidadoso de las �ltimas investigaciones confirmar� las declaraciones de Mois�s y no las derrocar� (vea la Exposici�n sobre este pasaje; tambi�n el Dr. Kitto ' Daily Bible Readings, 'in loc .; especialmente Rev. JL Porter' Giant Cities of Bashan '). Cuando aprovechamos suficientemente la luz que los viajes y la investigaci�n modernos han arrojado sobre la Biblia, encontramos que lo que antes parec�a rom�ntico y casi legendario, parece ser una verdad exacta, literal y sobria. Esta es una era de escepticismo con respecto a la vieja Palabra, y de resurrecciones con respecto al viejo mundo; los �ltimos en cada paso est�n avergonzando a los primeros. Cada palabra de Dios es pura y, por m�s que algunos la carguen de reproche, �ser� m�s que vindicada y permanecer� cuando el �ltimo de los esc�pticos, como el �ltimo de los gigantes, haya fallecido!

II AQU� HAY MUCHA INSTRUCCI�N SUGERIDA EN LOS CAMINOS DE DIOS, AL QUE NOS DEBE PONER EN CUENTA: como se nos presenta este tema para la meditaci�n. El fallecimiento de las naciones y la llegada de otros.

1. �Qu� retrospectiva llama la atenci�n la historia del ascenso, el progreso y el abandono de estas ciudades gigantes y la disminuci�n de una raza incondicional ante nuestra imaginaci�n! Sesenta ciudades fuertes. �M�s de cuarenta ciudades sin muros, de las cuales se pueden ver los restos incluso ahora! �Qu� zumbido de vida ocupada debe haber habido alguna vez! �y qu� grado de civilizaci�n en ese per�odo remoto! "Cuando Israel era un ni�o", un mundo de vida fuerte y experta hab�a alcanzado su mejor momento; de algunas artes se pose�a un conocimiento que, de una forma u otra, hemos perdido y no podemos recuperar. Podemos reunir, hasta cierto punto, lo que eran, del discurso silencioso y monumental; pero mientras las ciudades permanecen, la naci�n que las cri� y las posee ha fallecido] �Es un espect�culo extra�o! Enorme misterio! �Que los pilares, los monumentos y los registros (incluso en el papiro) deber�an sobrevivir a los restos de las eras, mientras que los hombres que se originaron se han moldeado por mucho tiempo en polvo! 2. �Qu� humillante ver la impotencia de una naci�n para protegerse, incluso cuando erige edificios que durante siglos sobrevivir�n a s� mismos! �Esos fuertes muros de Bashan han desafiado las tempestades de tres mil a�os! Pero de los hombres cuyo ingenio ide� y cuyas manos los forjaron no queda rastro. �Es tan? �Puede una naci�n crear lo que resistir� el desgaste de milenios y, sin embargo, no har� nada para detener su propia decadencia? �Qu� insignificante hace que parezca una naci�n (cf. Isa�as 40:17)!

3. �Qu� poco importante es para el mundo en general si una naci�n u otra es lo m�s importante! �La gente de Bashan se ha ido, y no hace miles de a�os ha habido un lamento de que esa raza haya dejado de existir! Deber�amos aprender esta lecci�n: una naci�n que parece genial en un momento, puede desaparecer de la escena de la vida ocupada y, despu�s de un choque temporal, un peque�o inconveniente, tal vez, el mundo pronto se adaptar� al cambio, y lo har�a. sigue como antes!

4. Sin embargo, ninguna naci�n muere sin alg�n avance en el desenrollamiento del gran mapa de la providencia de Dios. Dios puede hacer mucho de lo que los hombres no hacen nada. No fue en vano que Og y su pueblo fueron despose�dos, se combin� una gran fuerza con una espantosa maldad. Esta es la raz�n por la que fueron barridos. Las ruedas de la providencia est�n "llenas de ojos". �A menos que una naci�n est� logrando los prop�sitos de Dios, no se salvar� de cumplir los suyos! Dios librar� al mundo de las plagas.

5. Al barrer a Og y su pueblo, se despej� el camino para plantar en su territorio a un pueblo que deber�a tener una fe m�s noble, incluso una fe en el �nico Dios vivo y verdadero, y que tambi�n deber�a establecer un est�ndar m�s alto para los ciudadanos. Vida y car�cter personal. La piedra angular de la pol�tica de Israel era la justicia. Por lo tanto, debemos estar preparados para cantar alegremente la vieja canci�n hebrea en Salmo 136:1; �y ver en el despojo de Og una prueba de la Divina misericordia para el mundo! Por lo tanto:

6. Aquellos que conocen el Nombre de Dios pueden mirar con calma y serenidad las cat�strofes nacionales. Las naciones han sido, y a�n pueden ser, barridas; pero en todas las transiciones de poder de un pueblo a otro, vemos la marcha hacia adelante de Aquel que es murci�lago, dejando lo que est� enfermo, para que finalmente pueda restablecer el mundo en bondad, verdad y amor. Podemos unirnos anticipadamente en la canci�n en Apocalipsis 15:1. Nota, en conclusi�n:

(1) Si una naci�n es probable que contin�e siendo o no depende del grado en que est� cumpliendo los designios de Dios, y no depende en absoluto de la medida en que est� llevando a cabo los suyos.

(2) Si lo mejor para el mundo es que una naci�n contin�e existiendo depende de la virtud, la pureza y la piedad de las personas que la componen.

(3) Si la virtud es deficiente, ning�n n�mero de ciudades y pueblos, ni ninguna fuerza y ??dureza en la carrera, proteger�n a una naci�n de la extinci�n absoluta. Dios puede levantar mejores siembras, eso tambi�n segar� ".

Deuteronomio 3:23-5

(Ver Homiletics, Deuteronomio 32:41-5 y Deuteronomio 34:1.)

HOMILIAS DE D. DAVIES

Deuteronomio 3:1

Conquista autopropagante.

Hay una verdad s�lida en el proverbio franc�s: "Es el primer paso que cuesta". Un curso no probado exige mucho al pensamiento, la vigilancia y la energ�a de un hombre; pero cuando se adquiere el h�bito, la maquinaria del alma funciona con facilidad. Las empresas que son m�s arduas al principio se vuelven, por repetici�n, tan simples como un instinto natural.

I. LA CONQUISTA INDUCE NUEVA ENERG�A. La alegr�a de la conquista es un est�mulo para un nuevo esfuerzo. El apetito por la aventura y el esfuerzo se estimula y no se controla f�cilmente. Aqu� yace la causa secreta de las l�grimas de Alejandro, que no hab�a m�s mundos por conquistar. La misma ley de inercia, que impide que la materia sin sentido origine movimiento, opera para mantenerla en movimiento incesante cuando una vez ha comenzado.

II LA CONQUISTA GENERA UNA FE M�S GRANDE Y M�S VALIENTE. El hombre que (consciente de la ayuda divina) ha ganado un triunfo, escucha con docilidad cada nuevo susurro de los labios de Jehov�. Entonces, David, despu�s de muchas conquistas sobre los filisteos, vuelve a preguntar con simplicidad infantil: "�Ir� contra ellos? �Lo har�s; los entregar�s en mis manos?" Los esfuerzos exitosos de una fe s�lida llevar�n al hombre a mantenerse muy cerca de Dios. No se hinchan de orgullo; nos humillan por un sentido de la bondad divina. En el mundo espiritual como en el material, opera la ley de acci�n y reacci�n. La fe promueve el �xito, y el �xito vigoriza la fe.

III. UN TRIUNFO HACE POSIBLE TODO TRIUNFO. Un �tomo es un tipo del mundo. Una c�lula org�nica es un tipo de animal. Una hoja es un tipo de �rbol. Entonces, un triunfo es el patr�n y la promesa de todo triunfo. Nos convertimos, en la guerra santa, "m�s que vencedores"; porque nos hemos calificado para m�s guerras y para conquistas m�s f�ciles. Og, rey de Bashan, pudo haber sido un enemigo m�s formidable que Sihon, rey de Hesbon; los muros y las puertas de Bas�n pueden haber sido diez veces m�s inexpugnables que los de Hesb�n; sin embargo, el socorro divino que se hab�a otorgado a los hebreos era competente para cada exigencia, y si solo la fe pudiera alcanzar la altura de sus recursos, ninguna oposici�n podr�a resistirlo. �Pero si Og es un gigante incondicional, el �ltimo de su raza, el Dios que lo hizo puede destruirlo! El Dios que est� a nuestras espaldas puede darnos la victoria sobre cada enemigo. Conscientes del poder y la habilidad de nuestro Aliado celestial, podemos decir: "Dios est� conmigo, por lo tanto, debo prevalecer".

IV. EL TRIUNFO DE TODA LA IGLESIA DEPENDE DE LA VALIENTE EJERCICI�N DE LOS INDIVIDUOS. En cada comunidad encontraremos una variedad de temperamentos, algunos lentos y otros optimistas. La fe de unos pocos se reproducir� en otros. El celo brillante de uno ser� contagioso. Entre la enorme hueste de hebreos, dos nombres se destacan por su honor: Jair y Machir. En toda guerra, mucho depende de los ejemplos heroicos de unos pocos l�deres. El tono de sentimiento y coraje se filtra a trav�s de todas las filas del ej�rcito, y prepara a cada hombre para cumplir su parte. Cada miembro de la Iglesia ayuda u obstaculiza las conquistas de la Iglesia. El hijo de Jes� infundi� un esp�ritu de valent�a en todas las tribus de Israel, y las uni� en una unidad org�nica.

V. LA CONQUISTA REAL TRAE RESULTADOS PERMANENTES. Este triunfo de los israelitas los puso en posesi�n permanente de tierras, ciudades y palacios. Mejor a�n, desarroll� las cualidades de la fe y el coraje, y puso en juego sentimientos generosos y abnegados. Principios como estos les aseguraron las posesiones que hab�an ganado. Como unas pocas semillas traer�n una gran cosecha, un dominio completo sobre cualquier enemigo real tiene ventajas ricas y remotas. Hacemos bien en descubrir a nuestros enemigos, prestarles atenci�n y no ceder nada hasta que sean destruidos. Tan arraigada estaba la idolatr�a en estos amorreos, que la contaminaci�n moral solo pod�a ser eliminada por la destrucci�n de la gente.

VI. EL EFECTO SOBRE NOSOTROS MISMOS DE LA CONQUISTA DEBE DESARROLLAR NUESTRA SIMPAT�A HERMANA. Quienes han luchado a nuestro lado y han sido de ayuda mutua, merecen un lugar en la memoria y el afecto. Si por su cooperaci�n hemos ganado una conquista, la gratitud nos impulsa a continuar la alianza hasta que tambi�n obtengan sus posesiones. Es noble sacrificar la facilidad y la ventaja material con el prop�sito de servir a nuestros hermanos. La autoconquista nos llevar� a vaciarnos, si solo podemos enriquecer a los dem�s. Esto es seguir el ejemplo m�s elevado: ser como Dios. La gloria y excelencia de las posesiones espirituales es esta: no se ven disminuidas por la comunicaci�n. Damos, y a�n tenemos.

VII. LA CONQUISTA DEBE PROFUNDIZAR NUESTRO SENTIDO DE OBLIGACI�N AL DIOS SUPREMO. Existe una fuerte tendencia en todo �xito a fomentar el orgullo y la autoestima. Multitudes de hombres exitosos se inclinan a su propia red y queman incienso en su arrastre. Reconocen el instrumento visible, en lugar de la Causa invisible. Mois�s tuvo que soportar la corriente del sentimiento popular, cuando, en el rubor del triunfo, les recuerda enf�ticamente: "El Se�or tu Dios te ha dado esta tierra". La pobreza a menudo nos lleva a Dios: la plenitud muchas veces nos aleja de �l. Sin embargo, cada factor en el logro de la victoria era de Dios, y para �l se deb�an todos los elogios. "Su mano derecha y su brazo sagrado nos dan la victoria".

Deuteronomio 3:21-5

Perspectiva de muerte.

En la carrera completa del triunfo, Mois�s tiene un presentimiento interno y un anuncio externo de que su fin estaba cerca. La naturaleza tiene una mayor repugnancia a la muerte cuando estamos envueltos en el brillante sol de la prosperidad. El contraste es m�s marcado. La descomposici�n y la enfermedad son precursores naturales de la disoluci�n; pero en Mois�s estos faltaban. Con �l, los hombres graves del juicio fueron que su trabajo de vida era incompleto. Cuanto m�s nos acercamos al golpe final de una empresa, m�s profunda se vuelve nuestra ansiedad por un problema exitoso. "�C�mo estoy en apuros hasta que se logre!"

I. TENEMOS AQU� DISPOSICI�N SAGACIA PARA CONSUMIR SU TRABAJO. A juicio de un buen hombre, la perpetuaci�n de su trabajo por parte de otros es mucho m�s importante que la continuaci�n de su propia vida. Los individuos fallecen, pero el progreso de la carrera contin�a. Hasta este punto en la peregrinaci�n de Israel, Mois�s hab�a sido inigualable como l�der; nadie entre las tribus podr�a haber ocupado su lugar. Pero ahora, se necesita un general militar, en lugar de un legislador, y Joshua ha sido moldeado gradualmente por una mano divina para este trabajo. Podemos confiar con seguridad los intereses humanos con Dios.

1. La experiencia de la edad transmite sus lecciones a la juventud. Joshua apenas era un hombre joven, como calculamos a�os; sin embargo, en comparaci�n con Mois�s, era juvenil e inexperto en el gobierno de los hombres. La edad es una cualidad relativa. La lecci�n fue directamente al grano, directamente al blanco del blanco. "No tem�is." El coraje, justo entonces, era "una cosa necesaria".

2. El comando se fund� en las razones m�s s�lidas, a saber. el poder irresistible de Jehov� y la inmutabilidad de sus prop�sitos. Lo que hab�a hecho, a�n pod�a hacerlo. Lo que hab�a hecho era una revelaci�n de lo que hab�a dise�ado hacer. La observaci�n de los actos y m�todos de Dios fomenta una fe valerosa. "El que es sabio y observar� estas cosas, incluso �l comprender� la bondad amorosa del Se�or".

II ORACI�N PARA QUE LA VIDA PUEDA PROLONGARSE, saborea la mansedumbre sumisa a la voluntad divina que Mois�s proporcion� primero para el bienestar de la naci�n, en vista de la contingencia de la muerte, y luego reza para que el derrame cerebral se demore. Este �ltimo es secundario.

1. La oraci�n fue sincera. "Rogu� al Se�or". Hay indicios de que a menudo se repiti� y continu� durante mucho tiempo.

2. La oraci�n fue inspirada por motivos nobles. Se hab�a hecho una exhibici�n inusual de la grandeza de Dios en la derrota de los dos reyes, y Mois�s anhelaba ver nuevos desarrollos del poder de Dios. A�n as�, su oraci�n fue: "�Te ruego que me muestres tu gloria!" Dios solo hab�a comenzado a actuar; Mois�s anhelaba ver la consumaci�n final.

3. Sin embargo, esta oraci�n fue rechazada. Una sabidur�a inquebrantable percibi� que era mejor rechazar, lo mejor, quiz�s, para el propio Mois�s, y lo mejor para Israel. Es mejor para un hombre presentar una oraci�n sin �xito, que no rezar en absoluto. Alguna bendici�n es el fruto.

4. La negaci�n fue un castigo indirecto. Tenemos, en el reino de Dios, bendiciones indirectas y sufrimientos indirectos. Por el amor de Jos�, la casa de Potifar fue bendecida. Por el bien de David, Salom�n termin� su reinado en paz. Por el bien de Paul, la tripulaci�n del barco condenado escap�. Por otro lado, Dios estaba enojado con Mois�s por el bien de los hebreos. El castigo actual es mucho mejor que el destierro final.

5. La ternura divina se muestra incluso en el rechazo. La negativa no se debi� totalmente a la ira; hab�a una gran mezcla de amabilidad. Ira por el pecado; bondad para el hombre. Es como si Dios hubiera dicho: "Me duele mucho imponer este castigo; sin embargo, debe hacerse, y aumentar�s mi dolor buscando un escape". Dios le suplica que no lo insista m�s. Hasta este punto, la oraci�n era adecuada; m�s all� de esto, la oraci�n habr�a sido una nueva culpa.

6. Sin embargo, se otorga una compensaci�n por la p�rdida. La oraci�n nunca es totalmente infructuosa. Se hace una concesi�n graciosa. Mois�s hab�a pedido ver la tierra; �l lo ver�, aunque su pie no lo pisar�. El ojo y el coraz�n del hombre de Dios se alegrar�n. Sin duda, la vista natural de Mois�s hab�a sido preservada para esta misma ocasi�n, y el poder especial de la visi�n tambi�n se confirm� en esa hora memorable, cuando Mois�s se par� en la cima de Pisgah. Lo ver� sin el esfuerzo de viajar, sin el peligro del conflicto.

7. Se muestra una gran bondad al confirmar la sucesi�n a Joshua. Aunque el trabajador debe ser removido, el trabajo debe avanzar. Fue un dulce consuelo para la mente de Mois�s que Joshua deber�a haber sido aceptado en su lugar. Su preciado prop�sito se cumplir�, aunque por otras manos. El esp�ritu de Mois�s sobrevivir�a en Josu�. "Estar muerto", Mois�s a�n hablaba y actuaba. El cuerpo puede disolverse, pero el coraje moral y el valor heroico se transmiten a otro. El descanso es la recompensa del trabajo y la cuna del nuevo esfuerzo. "As� que nos quedamos en el valle". El valle de Bet-peor fue la preparaci�n para el pico de Pisgah. Humillaci�n antes de la exaltaci�n. � D.

HOMILIAS POR J. ORR

Deuteronomio 3:1

La conquista de Og.

Og, rey de Bashan, era un adversario a�n m�s formidable que Sihon. Leemos con asombro el extraordinario territorio sobre el que gobern�, la regi�n de Argob, con sus sesenta ciudades construidas de piedra negra, dura como el hierro, y encaramado en medio de las masas de roca bas�ltica, que son el rasgo caracter�stico del distrito, y que form� una barrera aparentemente inexpugnable contra el asalto. La brusquedad, integridad y decisi�n de la conquista de esta regi�n, naturalmente tan fuerte, tan densamente poblada, tan poderosamente defendida y gobernada por un rey de la raza de los gigantes, es, desde cualquier punto de vista, un hecho sorprendente, y ser�a naturalmente, eleva el coraje de los israelitas al m�ximo nivel de confianza, al tiempo que sorprende a las naciones vecinas ( Deuteronomio 2:25). Consideramos-

I. ATAQUE CONFIDENTE DE OG. Como Sihon, sali� en contra de los israelitas, "�l y todo su pueblo" ( Deuteronomio 3:1), y sin duda con grandes esperanzas de �xito. Si hubiera tenido menos confianza, probablemente habr�a permanecido dentro de sus fortificaciones. Aunque Joshua habla ( Josu� 24:12) de �l siendo impulsado por el avisp�n, el esp�ritu del ataque nos recuerda el jactancioso avance de Goliat contra los ej�rcitos de Sa�l ( 1 Samuel 17:4). Su asalto simboliza el poder gigante del mundo en sus relaciones hostiles con la Iglesia: pagano, papal, infiel; ciencia-aprendizaje-filosof�a; poderoso en s� mismo, fuertemente arraigado, jactancioso en esp�ritu. Voltaire se jact� de que se necesitaron doce hombres para establecer el cristianismo, pero demostrar�a que un hombre fue suficiente para derrocarlo. El cristianismo a�n perdura, �pero Voltaire?

II SU RUTA COMPLETA (vers�culos 3-8). Mois�s se detiene en los detalles de esta asombrosa victoria con viva gratitud y asombro. La victoria fue, como en la facilidad de Sihon, completa, solo que aqu� m�s notable por la fortaleza de las ciudades y pueblos. Y nuevamente toda la gente se dedic� a la destrucci�n (vers�culo 6). Algo an�logo a esta derrota han sido muchas de las victorias del cristianismo. Pensamos en la ca�da del antiguo paganismo, tan fuertemente arraigado, pero ahora barrido completamente de la tierra; del colapso del de�smo del siglo XVIII; de los hombres poderosos de sus d�as, jactanciosos de su poder para destruir la fe de la Iglesia, que ahora, como Og, solo son recordados por sus ata�des. Los tomos de Voltaire, Bolingbroke, Shaftesbury y muchos otros yacen sin leer en estanter�as polvorientas, mientras la Biblia multiplica su circulaci�n cada a�o. Nuevos, y puede ser a�n m�s poderoso, est�n surgiendo enemigos en nuestras modernas escuelas agn�sticas, positivistas y pante�stas, pero para el estudiante serio de historia no puede haber ninguna duda real sobre el tema del conflicto.

III. LA OCUPACI�N DE SU TIERRA (vers�culos 9-12). Los conquistadores tomaron posesi�n de la tierra y las ciudades as� conquistadas, y lo ocuparon lo m�s r�pido posible. El enemigo fue despose�do y malcriado. Lo mismo hizo la Iglesia en los primeros siglos primero para conquistar, y luego poseer el terreno que anteriormente manten�a el paganismo. "Somos de ayer y, sin embargo, hemos llenado todos los lugares que le pertenecen: ciudades, islas, castillos, pueblos, asambleas, su propio campamento, empresas, palacio, senado, foro. Le dejamos solo sus templos" (Tertuliano). Lo mismo ocurre con tanta frecuencia como los tesoros de la ciencia, el aprendizaje y la filosof�a incr�dulos, en sus diversas formas y aplicaciones (inventos, artes, etc.), caen en manos de la Iglesia y est�n destinados a servir a sus fines. La cr�tica incr�dula de la Biblia, por ejemplo; ha provisto una gran cantidad de material disponible para prop�sitos de fe. Por lo tanto, los descubrimientos de la ciencia, que se tem�an como hostiles, finalmente demuestran ser confirmatorios y �tiles, y se apropian de la creencia. Cada victoria del cristianismo en el mundo exterior, o en las regiones del pensamiento, ampl�a sus posesiones y extiende su influencia. � J.O.

Deuteronomio 3:6

La destrucci�n de las poblaciones.

A menudo se plantea la dificultad de los numerosos casos de destrucci�n de poblaciones enteras registradas en las Escrituras, y se dice que Dios las ordena. Es una dificultad que todos han sentido y que merece ser comentada. No se cuestiona que, como cuesti�n de pol�tica, fue sabio desarraigar a estas poblaciones de las tierras en las que habitaban; pero se cree que la justicia y la humanidad de la medida son m�s dudosas. El creyente, por otro lado, no puede tener una visi�n condenatoria de estas transacciones (siempre que est� cubierto por un comando expreso); pero debe tratarlos como tratar�a dificultades similares en la providencia ordinaria de Dios, como asuntos que parecen entrar en conflicto con la bondad y justicia divinas, al tiempo que sin duda admite una reconciliaci�n perfecta con ambos. Pero se puede sugerir:

I. QUE LOS M�TODOS M�S FINOS DE LA GUERRA MODERNA NO SE PUEDEN BUSCAR RAZONABLEMENTE EN EDADES RUDER. La guerra, en cualquier caso, es un mal de magnitud terrible. Los sufrimientos que inflige, incluso cuando se realizan de manera m�s humana, son incalculables. No son solo los hombres de armas quienes sufren, sino las poblaciones cuyas aldeas se queman, cuyos campos est�n devastados, cuyos ancianos y enfermos son expulsados ??para perecer, cuyas esposas y madres lloran a sus miles de muertos. Sin embargo, la guerra moderna tiene sus alivios, el resultado de siglos de civilizaci�n anti del crecimiento del sentimiento cristiano. Estos no exist�an, y no pod�an existir, en el momento de la conquista. No est� en analog�a con el m�todo de operaci�n de Dios suponer que deber�a haber anticipado milagrosamente el trabajo de largas eras de desarrollo, e injertar en estas guerras la ciencia militar del siglo XIX, una ciencia igualmente inadecuada para la inteligencia del invasor y a las t�cticas del enemigo. Ser�a tan razonable alegar que Dios deber�a haber anticipado los descubrimientos y m�todos de la cirug�a moderna, o haber armado a los israelitas con armas del siglo XIX. Lo que se puede esperar razonablemente es que, adoptando como base los m�todos de guerra que entonces eran habituales, los males de estos deber�an mitigarse en la medida de lo posible, y se introducir�a cualquier mejora que la groser�a de los tiempos admitiera. Hasta qu� punto se logr� esto le parecer� a cualquiera que estudie los relatos de la guerra antigua, con sus impactantes barbaridades, mutilaciones, torturas; apenas se puede encontrar un rastro en las guerras de los israelitas, y ninguno en la Ley.

II QUE LA EXTERMINACI�N DE TODAS LAS POBLACIONES NO ERA LA REGLA DE LA GUERRA JUD�A, PERO FUE INVARIABLEMENTE UN CASTIGO INFLADO POR EL PECADO. La prueba de la primera de estas proposiciones se encontrar� en Deuteronomio 20:10-5; y el examen de los casos especiales mostrar� la correcci�n de estos �ltimos. La destrucci�n de las naciones cananeas, en particular, se pone expresamente en el terreno de sus iniquidades horribles y sin nombre ( Lev�tico 18:24, Lev�tico 18:25). Fue la ejecuci�n de una sentencia judicial largamente demorada y muy merecida. Los madianitas y amalecitas incurrieron en esta condena a trav�s de los pecados contra Israel ( N�meros 32:16; �xodo 17:16); como tambi�n lo hicieron en cierta medida Sihon y OR. Pero si bien no podemos hablar absolutamente sobre el estado moral de las naciones bajo estos reyes, se puede inferir que la copa de su iniquidad, en la estimaci�n Divina, se hab�a llenado como los dem�s. �Condenamos la oraci�n como demasiado severa? �O no debemos dejar el juicio en un punto como ese al Juez de toda la tierra? La dificultad esencial no es mayor que en los juicios del Diluvio o la destrucci�n de Sodoma y Gomorra, en los que Dios reclam� un derecho similar a disponer de la vida humana, y reivindicar su justicia por la destrucci�n de la misma. M�s bien deber�amos leer en la severidad de estos castigos la terrible lecci�n del mal y la enormidad del pecado, y de la aborrecimiento en que se encuentra el santo Legislador. El �nfasis en la culpa y sus desiertos fue un preliminar necesario para la introducci�n del evangelio.

III. QUE DIOS ES TAN SEVERO EN SUS TRATAMIENTOS CON EL PECADO EN SU PROPIA GENTE COMO EN SUS ENEMIGOS. Este es un punto que seguramente es de gran momento. Si es severo al castigar a estas naciones malvadas, Dios no se libra menos de Israel cuando sigue sus caminos y hace lo que est� mal. Aqu� pensamos en la destrucci�n de miles de ellos por el pecado del becerro de oro ( �xodo 32:28) y por el pecado de Baal-peor ( N�meros 23:5); de las plagas, serpientes ardientes, etc. que los castig� por desobediencia; de su derrota en Ai ( Josu� 7:4), y de las amenazas registradas contra ellos en este libro ( Deuteronomio 28:1). Pensamos en el mismo Mois�s excluido de la tierra prometida. Tampoco se hace menos pecado en el Nuevo Testamento que en el Antiguo. En la cruz de Jes�s, donde el Santo es una maldici�n para los pecadores, se da una demostraci�n mucho m�s conmovedora de la severidad judicial de Dios, que en la destrucci�n de las naciones de sus enemigos. Con Dios no hay respeto de las personas; y si uno puede creer en su amor a Israel a pesar de estas infracciones, puede creer en su amor y. justicia a pesar de los castigos infligidos a las naciones pecaminosas alrededor. Con respecto a las naciones cananeas, su desarraigo, por lo dem�s, era claramente necesario para la preservaci�n de la pureza de Israel ( Deuteronomio 7:1). - J.O.

Deuteronomio 3:12-5

Distribuci�n del territorio.

I. EL TERRITORIO CONQUISTADO NO DEBE DEJARSE SIN OCUPAR. Este es un principio s�lido. �Se ha conquistado un vicio? Reempl�celo por una virtud contraria. �Se ha convertido un alma? �Se ha ganado un nuevo distrito o una parte del paganismo para Cristo? Plantelo con agencias, industrias e instituciones cristianas. Reemplace los libros malos por los buenos; diversiones pecaminosas por parte de aquellos que son saludables; costumbres perniciosas por formas puras de vida social. El territorio desocupado pronto volver� a caer en manos del enemigo.

II EL TERRITORIO CONQUISTADO SE DISTRIBUIR� SABIAMENTE. La distribuci�n de los distritos conquistados nos sugiere c�mo, en la ocupaci�n de los campos de servicio que Dios le da, la Iglesia debe estudiar el orden, la paz y el logro de los extremos superiores de la posesi�n, mediante sabios arreglos. No debe haber enfrentamientos ni confusi�n de esferas en el reino de Cristo. Tenemos ilustraciones de la violaci�n de esta regla en la ocupaci�n de distritos limitados por un gran n�mero de Iglesias rivales, que a menudo trabajan en antagonismo entre s�; en el nombramiento de individuos para puestos para los que no son aptos; en la confusi�n que surge de los trabajadores que no conocen sus propios departamentos de servicio, o que no se adhieren a ellos cuando se conocen. Mientras que aqu�:

1. Cada uno ten�a su porci�n cuidadosamente definida.

2. Se respet� el talento y los llamamientos de quienes deb�an ocupar. "Un lugar para el ganado", "mucho ganado" ( N�meros 32:1; cf. N�meros 32:19).

3. Los individuos ten�an sus propias conquistas aseguradas ( Deuteronomio 3:14). Las conquistas espirituales de un hombre siempre est�n aseguradas para s� mismo: sus conquistas sobre s� mismo; y son sus mayores posesiones. Cierto tambi�n de las conquistas de Cristo en las conversiones ( 1 Tesalonicenses 2:19). Debe ser un principio reconocido en la obra de la Iglesia.

III. EL TERRITORIO CONQUISTADO SE REALIZA CON LA CONDICI�N DE ASISTENCIA A OTROS. ( Deuteronomio 3:18-5.)

1. Cada rama de la Iglesia es para ayudar a los dem�s.

2. Tiene sus privilegios en esta condici�n.

3. El resto de todos es necesario para el descanso perfecto de cualquiera ( Hebreos 11:40) .� J.O.

Deuteronomio 3:21, Deuteronomio 3:22

�nimo.

Nos damos cuenta:

1. Las misericordias pasadas son una promesa de las futuras. "Tus ojos han visto", etc.

2. Las victorias pasadas de la Iglesia reflejan sus futuras conquistas. "As� har� el Se�or", etc.

3. Las condiciones de �xito en el conflicto espiritual son

(1) valent�a,

(2) dependencia de la ayuda divina. "No temas", etc.�J.O.

Deuteronomio 3:23-5

La negativa de Dios a los deseos del hombre.

Tenemos en este pasaje singularmente pat�tico de la historia privada de Mois�s:

I. UN TRATADO AFECTANTE. "Te ruego, d�jame ir y ver la buena tierra", etc. ( Deuteronomio 3:24, Deuteronomio 3:25). En esto habla

1. El hombre. �Qu� dif�cil es cortar la carne y la sangre en ese momento! Para ver la buena tierra ( Deuteronomio 3:27), pero no para ingresar. Sin embargo, no es una experiencia poco com�n. Pocas cosas son m�s dolorosas que ser eliminadas cuando est�n al borde de un gran �xito; cuando las esperanzas de toda una vida parecen estar a punto de hacerse realidad; cuando una gran causa con la que nos identificamos es en la v�spera de la victoria final.

2. El patriota. Nunca lati� en el seno humano un coraz�n m�s patri�tico que el de Mois�s, y fue sumamente dif�cil apartarse y comprometer el liderazgo en otras manos, cuando todos sus deseos para su naci�n estaban casi cumplidos. Era el triunfo de Israel, no el suyo, lo que deseaba celebrar.

3. El santo. Despu�s de todo, el anhelo m�s profundo de Mois�s en el asunto era ver a Dios glorificado, para presenciar su grandeza y su poderosa mano ( Deuteronomio 3:24). Ning�n hombre hab�a visto tanta grandeza y gloria de Dios como �l, pero lo que hab�a visto solo despert� su deseo de ver m�s. Siempre es as� con las naturalezas santas. La sed por la manifestaci�n de Dios aumenta con la satisfacci�n de ella (Salmo 63:1; cf. �xodo 33:18-2). "Padre, glorifica tu nombre" ( Juan 12:28).

II Una negativa decisiva.

1. La causa de esto. "Escr�bete conmigo por tu bien" ( Deuteronomio 3:26). Qu� doloroso sentir que nuestra mala conducta ha involucrado

(1) en pecado,

(2) en pena,

(3) en decepci�n!

2. La gravedad de la misma. Parece un gran castigo por una ofensa no muy grande. Sin embargo, �con qu� frecuencia encontramos que un paso en falso, "una pausa en el autocontrol", implica la p�rdida irrecuperable individual! Dios no pod�a permitir que pasara el pecado de alguien que estaba en una relaci�n tan cercana y personal con �l sin ponerle el sello de su severo desagrado.

3. La irreversibilidad de la misma. El que hab�a logrado salvar a Israel con tanta frecuencia por su poderosa intercesi�n, fracasa en su intercesi�n por s� mismo. "Deja que te baste; no me hables m�s de este asunto" ( Deuteronomio 3:26). Mois�s, el mediador y representante de la Ley, debe, cuando peca, sufrir su severidad. En un caso tan t�pico, una reversi�n de la oraci�n habr�a sacudido la fe en todas las amenazas de Dios. Intercedi� por otros, pero no hubo un segundo Mois�s que intercediera por �l. Aquellos que viven m�s cerca de Dios, y que son m�s honrados por �l, deben esperar ser tratados con una severidad excepcional por sus faltas; como padre es m�s particular sobre la moral de su propio hijo que sobre la de los sirvientes y los alineados.

III. UNA COMPENSACI�N PARCIAL. Se le dio:

1. Para ver la buena tierra ( Deuteronomio 3:27). �Incluso esto debe haber sentido que era una gran bendici�n, y c�mo sus ojos, sobrenaturalmente fortalecidos, deb�an haber bebido en la preciosa visi�n! �Cu�ntos trabajadores tienen que abandonar el mundo en este estado de �nimo, vislumbrando un futuro que no viven para heredar!

2. Saber que su sucesor estaba listo ( Deuteronomio 3:28). Hay pocos lugares m�s sugerentes de magnanimidad que Mois�s rindiendo mansamente sus propios deseos y ayudando a preparar a Joshua para el trabajo que tanto deseaba hacer. Podemos sentir que existi� amabilidad y severidad en el acuerdo que le dio a Israel un nuevo l�der. "La conquista de Cana�n, una obra sumamente colosal, exigi� nuevos poderes juveniles" (Oosterzee). El trabajo de Mois�s fue hecho en la tierra, y tuvo que fallecer para dejar espacio para instrumentos mejor equipados para hacer el trabajo de la nueva era.

CONCLUSI�N. En este rechazo ver

(1) la severidad de Dios,

(2) la bondad de Dios.

Adem�s del punto que acabamos de mencionar, podemos ver c�mo, a partir de su p�rdida temporal, Mois�s cosech� una gran ganancia espiritual: el perfeccionamiento de su voluntad en su elecci�n de Dios como su porci�n exclusiva, y en total conformidad con los arreglos divinos. Esta gran renuncia fue el �ltimo sacrificio que se le pidi�, y se elev� a la altura heroica de lograrlo.

HOMILIAS POR R.M. EDGAR

Deuteronomio 3:1

La destrucci�n de Og, rey de Bas�n.

Tenemos aqu� un relato de otra conquista, para la cual la victoria sobre Sihon, rey de los amorreos, prepar� al pueblo. Bashan fue "llamado la tierra de los gigantes" ( Deuteronomio 3:13), y Og, el rey, fue manifiestamente el m�s grande de los gigantes, de ah� los detalles sobre su lecho, como nueve codos de largo y cuatro de ancho ( Deuteronomio 3:11). En una �poca y pa�s grosero, la fuerza era el gobernante reconocido y, en consecuencia, el hombre m�s grande era el jefe elegido. Viv�a y reinaba por el sentido y la vista, la forma habitual del mundo. Aqu�, entonces, observemos que:

I. LA VICTORIA SOBRE SIHON, REY DE LOS AMORITOS, FUE UNA PREPARACI�N NECESARIA PARA LA EMPRESA M�S SERIA DE LA CONQUISTA DE BASHAN. El Se�or dirige a su pueblo, incluso en la guerra, "de fortaleza en fortaleza". Intentan con sus espadas a los amorreos con �xito antes de intentar someter a los gigantes. Prueban una guerra exitosa antes de que se les pida que emprendan la tarea mayor y m�s seria de exterminar a los gigantes de Bashan. Y as� es en la lucha de la buena batalla de la fe. Una peque�a victoria sobre un pecado f�cilmente acosador da valor para una tarea mayor. Los m�sculos del alma se fortalecen con el ejercicio y se obtienen mayores victorias. La fidelidad en lo peque�o conduce a la fidelidad en lo que es mucho ( Lucas 16:10).

II LOS GIGANTES POR SUS CIUDADES SIN MURO PROPORCIONARON SU INTENSO SENTIMIENTO DE SEGURIDAD. Ten�an sus fortalezas, sin duda, como lo atestiguan "las ciudades gigantes de Bashan". Pero ten�an "muchas ciudades sin muros" ( Deuteronomio 3:5). Es evidente a partir de esto que su sentido de seguridad personal era intenso. Confiaron en su tama�o y poderes. Se imaginaban que nadie tendr�a la temeridad de atacarlos. Era el contraste con la "seguridad de la fe", lo que podr�amos llamar "la seguridad del sentido". Y esto caracteriza a los enemigos del pueblo de Dios m�s o menos siempre. La autoconfianza es la fuente de su poder y de su desgracia al final. Finalmente, es una victoria f�cil que el pueblo del Se�or, que ha aprendido a "no tener confianza en la carne" ( Filipenses 3:3), obtiene sobre sus enemigos seguros de s� mismos.

III. LA VICTORIA SOBRE LOS GIGANTES FUE COMPLETA, IMPORTANTE PARA UNA EXTERMINACI�N. "Y los destruimos por completo, como lo hicimos con Sihon, rey de Hesb�n, destruyendo completamente a los hombres, mujeres y ni�os de cada ciudad" ( Deuteronomio 3:6). Esto era absolutamente necesario, as� como por los gigantes merecidos. Si tales enemigos se hubieran salvado en la retaguardia de la invasi�n, los israelitas no habr�an sentido la seguridad. Era imposible "enmascarar estas fortalezas", como a veces pueden permitirse los grandes ej�rcitos en la guerra moderna. Era mejor exterminar a estos enemigos. Lo hicieron como siervos de Dios: su orden era su orden de arresto, e hizo que su acto fuera defendible por razones morales y estrat�gicas. Y la victoria que Dios le da a su pueblo sobre sus pecados y enemigos est� por fin completa.

IV. LA ASIGNACI�N DE BASHAN Y LAS TIERRAS EN ESTE LADO JORDAN LE DIO A LOS INVASORES DE CANAAN UNA BASE IMPORTANTE DE OPERACIONES. Ya no estar�an, como Sherman en su avance por Savannah, marchando sin una base. Dios les dio en Bas�n la influencia que necesitaban. Aqu� descuartizaron a los no combatientes hasta que se gan� la tierra sobre Jordania. Y as� es en la vida espiritual. De una conquista se organizan futuras conquistas. Avanzamos en la gu�a de Dios a lo largo de un camino seguro hacia la victoria perfecta. � R.M.E.

Deuteronomio 3:18-5

Los pioneros de la invasi�n de Palestina.

Aqu� se les ordena a los rubenitas, gaditas y manassitas que "internen" a sus esposas, peque�os y ganado en las ciudades de Bashan, que ahora estaban literalmente libres de la raza de los gigantes, y luego ir armados a trav�s del Jord�n antes de su compa�eros, la furgoneta del hu�sped invasor. Estos pioneros se convierten as� en los invasores menos gravados. Sus no combatientes est�n a salvo en las ciudades de Bashan, su ganado est� en buenos pastos, pueden ir con la mente tranquila y corazones ligeros a la guerra. Su prop�sito en la invasi�n no es ego�sta, sino perfectamente desinteresado. Van a luchar por sus hermanos y a crear hogares para ellos m�s all� del r�o. Tenemos aqu� una ley divina, como nos parece, de aplicaci�n muy pr�ctica. Para esbozar esto, notemos:

I. DIOS DA DESCANSO Y HERENCIA A LOS INDIVIDUOS QUE PUEDEN INTERESARSE EN ASEGURAR BENDICIONES SIMILARES PARA OTROS. Comenzando con la herencia m�s baja, observar�amos que, cuando Dios da riquezas a los individuos, no es que puedan ser excusados ??del trabajo p�blico, sino habilitados para ello. Un siervo de Dios que se encuentra rico no se vence sino que recibe apoyo para fines p�blicos. Est� obligado a hacer todo lo que pueda con y por sus medios. Pero esta ley tiene un lado espiritual a�n m�s feliz. Cuando Dios nos bendice con la seguridad de la salvaci�n, es que su camino puede ser conocido en la tierra y su salud salvadora entre todas las naciones (Salmo 67:1, Salmo 67:2). Nos hace pac�ficos y felices en Cristo para que podamos, con esp�ritus sin carga, buscar la salvaci�n de quienes nos rodean,

II LA GARANT�A DE LA SALVACI�N DEBE SER ENTONCES CADA UNO DE LOS ESTADOS UNIDOS EN MATERIA P�BLICA. No es solo un asunto personal, sino tambi�n un inter�s p�blico. El mundo se ver� menos beneficiado por nosotros si constantemente tenemos dudas sobre la salvaci�n personal. En tal caso, marchamos sin una base. Es un tipo de guerra arriesgado. Busquemos de Dios, en terrenos p�blicos, la bendici�n invaluable de la seguridad, y luego podremos perder de vista a nosotros mismos en la b�squeda de la riqueza com�n.

III. EL DESINTERESTE ES EL SECRETO DE LA GUERRA EXITOSA. Los rubenitas y sus compa�eros en la camioneta debieron haberles exigido el respeto no solo de quienes estaban detr�s de ellos, sino tambi�n de los cananeos con quienes ten�an que luchar. Era la primera vez, desde el rescate de Lot por parte de Abraham, que los guerreros hab�an aparecido por motivos puramente desinteresados ??en el campo de batalla. Y en asuntos espirituales es lo mismo. El ministerio de Cristo es, hablando en general, una profesi�n mal pagada. Hay menos posibilidades, entonces, de que los hombres ingresen a este servicio por un pedazo de pan. El desinter�s es m�s probable que sea la regla. Con otros cristianos es lo mismo. Cuando las personas se ven obligadas a reconocer el desinter�s, se gana la parte principal de la batalla.

IV. EL PENSAMIENTO DE HABER AYUDADO A OTROS A DESCANSAR EN EL SE�OR MEJORA NUESTRO PROPIO DESCANSO EN �L. Los rubenitas, etc. debe haber regresado a sus hogares en Bashan con gran satisfacci�n. Sintieron que hab�an hecho un buen trabajo desinteresado en la campa�a. No luchaban por su propia mano, sino por el bienestar de los dem�s. Entonces, en la guerra espiritual, cuando nos convertimos en instrumentos en la mano de Dios para guiar a otros a descansar en �l, encontramos que nuestro descanso se profundiz� y se hizo m�s glorioso. �Que sea la alegr�a de muchos! �R.M.E.

Deuteronomio 3:21-5

El anhelo de Mois�s de entrar en la Tierra Prometida se neg�.

Las dos conquistas sobre Sihon y sobre Og hab�an llenado a Mois�s de un sentido del poder incomparable de Dios. Con el instinto de un guerrero �porque hab�a tenido el entrenamiento de un guerrero, se cree, en Egipto, en su juventud� vio en esta primera parte de la lucha la seguridad de una gloriosa invasi�n. Ansiaba estar a la cabeza, y ver la tierra que Dios hab�a prometido realmente gan�. �No completar� el trabajo que ha sido instrumental al principio? Le suplic� a Dios por eso, pero todo lo que obtiene es una vista de Pisgah; se le niega la entrada a la tierra.

I. FUE NATURAL QUE LOS MOSES TANGUENAN LA FINALIZACI�N DE SU TRABAJO. El �xodo fue su obra especial. Todo lo dem�s en su vida fue preparatorio para esto. Pero el �xodo deb�a terminar en la invasi�n de Cana�n y el asentamiento de la gente all�. Mois�s ahora est� tan interesado en el trabajo que ha tenido a la mano durante cuarenta a�os que se resiste a dejarlo.

As� que con los siervos de Dios a menudo. Forman planes, planes manifiestamente Divinos, y anhelan completarlos. Pero Dios no responde siempre a estos deseos muy naturales. Se intenta el trabajo p�blico, el trabajo literario, pero la siembra y la cosecha a menudo se separan. Uno siembra, otro cosecha.

II ES UN GRAN PRIVILEGIO QUE SE PERMITA ALENTAR A LOS QUE VENGAN DESPU�S de nosotros. Mois�s est� dirigido a alentar a Josu�. Esto es algo hecho para una invasi�n exitosa. Un Joshua animado puede hacerlo mejor que un Mois�s siempre presente. Y el privilegio de aliento es muy apreciado. Josu� recibe todo de Mois�s que el hijo podr�a recibir del padre, que un l�der podr�a recibir de su superior y gu�a (vers�culos 21, 22). Y nuestros sucesores deben ser alentados por nosotros todo lo que podamos, como uno de los �ltimos y mejores privilegios de la vida.

III. UNA VISTA DE PISGAH EST� AJUSTANDO LA COMPENSACI�N, RESPALDADA COMO FUE POR CUIDADO ESPECIAL. Mois�s finalmente vio la tierra y muri� con Dios, reservado por los Sabios para una entrada a Cana�n en la transfiguraci�n de Cristo. La vista desde Pisgah era grandiosa, pero la vista sobre Herm�n era m�s grandiosa. Su entrada a la tierra con El�as en gloria fue mayor que una entrada a la cabeza de los ej�rcitos de Israel. Y estos puntos de vista de Pisgah a�n pueden ser nuestros si buscamos la cima de la monta�a designada por Dios. Nos llama a las cumbres de las monta�as de oraci�n y meditaci�n, y nos muestra vislumbres maravillosos de su gloria y sus promesas. Para estar con �l hay compensaci�n por mucha decepci�n.

IV. Un hijo fiel puede experimentar la ira merecida de un padre. Mois�s admite que Dios estaba enojado con �l, y explica la raz�n. Es bueno reconocer que la ira y el castigo merecidos pueden coexistir con un amor profundo y tierno. Mois�s era muy amado, aunque estaba excluido de la tierra prometida. Dios le dio el para�so en lugar de Cana�n. � R.M.E.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Deuteronomy 3". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/deuteronomy-3.html. 1897.