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Deuteronomio 30

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-20

EXPOSICI�N

Deuteronomio 30:1

Aunque rechazado y exiliado debido a la rebeli�n y la apostas�a, Israel no debe ser rechazado absoluta o para siempre. Cuando se dispersa entre las naciones, si la gente regresara a Jehov� su Dios, �l nuevamente los recibir�a en favor y los reunir�a de su dispersi�n (cf. Deuteronomio 4:29, etc .; Lev�tico 26:40, etc.). Mois�s, mirando hacia el futuro, anticipa que tanto la bendici�n como la maldici�n vendr�an sobre la gente de acuerdo a su fidelidad a su compromiso de pacto y obediente a la Ley de Dios, o que fueron desobedientes e infieles. Pero incluso cuando la maldici�n los golpe� por completo, esto no equivaldr�a a un rechazo final; pero Dios, por la disciplina del sufrimiento, los llevar�a al arrepentimiento, y luego volver�a a otorgarles la bendici�n (cf. Nehem�as 1:9).

Deuteronomio 30:1

Los recordar�s (cf. 1 Reyes 8:47, donde la misma expresi�n se traduce por "pensar en s� mismos"). Este es el significado aqu� tambi�n; no se trata del mero recuerdo de la maldici�n y la bendici�n, sino de una consideraci�n general de su propia condici�n y conducta.

Deuteronomio 30:2

Y volver�s al Se�or tu Dios; volver a entrenar de la adoraci�n de dioses falsos para adorar y servir a Jehov� el �nico Dios verdadero, el Dios de sus padres y el Dios a quien, como naci�n, hab�an enviado antes (ver Nehem�as 1:8, Nehem�as 1:9).

Deuteronomio 30:3

El Se�or tu Dios convertir� tu cautiverio. Esto no significa que har� que tus cautivos regresen, porque

(1) el verbo en Kal (como est� aqu�, ????) nunca tiene la fuerza del Hiph .; y

(2) el retorno de los dispersos se denomina posteriormente como consecuencia del giro del cautiverio. El plural se usa aqu� como en cualquier otro lugar para indicar el cese de la aflicci�n o el sufrimiento (cf. Job 41:10; Salmo 14:7; Salmo 85:2; Salmo 126:1, Salmo 126:4; Jeremias 30:18; Ezequiel 16:53). La representaci�n de la LXX. aqu� se nota, ??? ??????? ?????? ??? ????????: "y el Se�or sanar� tus pecados", es decir, remitir� tu culpa y te librar� del poder pernicioso y destructivo del pecado (cf. Salmo 41:4; Jeremias 3:22; Jeremias 17:14; Oseas 14:4; Mateo 13:15, etc.).

Deuteronomio 30:4, Deuteronomio 30:5

Consecuente con esta liberaci�n ser�a la reuni�n de Israel de todos los lugares de la dispersi�n y su regreso a poseer la tierra que sus padres pose�an, en mayor n�mero que sus padres. Esta �ltima afirmaci�n sugiere dudas sobre la interpretaci�n literal de esta predicci�n, ya que, como Keil se�ala: "Si se va a producir un aumento en la apuesta num�rica de los jud�os cuando se re�nen de su dispersi�n en todo el mundo, por encima del n�mero de sus padres y, por lo tanto, por encima del n�mero de israelitas en la �poca de Salom�n y los primeros monarcas de los dos reinos, Palestina nunca proporcionar� espacio suficiente para una naci�n multiplicada as� ". La referencia en el siguiente verso a una renovaci�n espiritual sugiere la pregunta de si la referencia aqu� no es a una reuni�n y restauraci�n de Israel como la que San Pablo describe en Romanos 11:1; cuando las ramas que hab�an sido rotas del olivo ser�n nuevamente injertadas en �l, y todo Israel ser� salvo despu�s de que la plenitud de los gentiles sea tra�da. A Mois�s, y de hecho a todos los profetas y santos del Antiguo Testamento, el Israel de Dios se present� como una naci�n que habita en una tierra que Dios le dio; pero como el Israel nacional era el tipo del Israel espiritual, y como Cana�n era el tipo del reino espiritual de Dios, la importancia total de lo que se dice sobre el primero solo se percibe cuando se ve como realizado en el segundo . Cierto es que fue sobre este principio que los ap�stoles interpretaron el cumplimiento de las declaraciones del Antiguo Testamento sobre Israel, de las cuales la explicaci�n dada por Santiago de Am�s 9:11, Am�s 9:12 puede observarse como un ejemplo instructivo ( Hechos 15:15). Si la reconstrucci�n del tabern�culo en ruinas de David se va a llevar a cabo "trayendo el resto de los hombres" para "buscar al Se�or, y a todos los gentiles sobre los que se invoca su Nombre", no debemos evitar interpretar esta profec�a de Mois�s se refiere a la restauraci�n de Israel mediante la incorporaci�n de jud�os y gentiles en el redil bajo el �nico Pastor, el Pastor de Israel ( Juan 9:16).

Deuteronomio 30:6

El Se�or circuncidar� tu coraz�n; "cuando quieras mejorar, Dios te ayudar� (cf. Deuteronomio 10:16)" (Herxheimer). Cuando Israel volviera al Se�or, les quitar�a el coraz�n malvado de la incredulidad, y les dar�a el coraz�n nuevo y el esp�ritu correcto. "Qui pravis affectibus renunciat es circumcisus corde dicitur" (Rosenm�ller. Cf. Jeremias 31:33; Jeremias 32:39; Ezequiel 11:19, etc .; Ezequiel 36:26; Romanos 2:29; Colosenses 2:11).

Deuteronomio 30:8, Deuteronomio 30:9

Volver�s y obedecer�s; es decir, volver�s a escuchar (ver Deuteronomio 30:9, donde se representa la misma expresi�n). Estos dos vers�culos est�n estrechamente relacionados, el primero expresa la condici�n de la que depende el aspecto expresado en el segundo. Deben presentarse en consecuencia, si regresas ... entonces el Se�or tu Dios, etc. (comp. G�nesis 42:38; �xodo 4:23, donde ocurre una construcci�n similar).

Deuteronomio 30:10

Israel entonces ser�a restaurado al pleno disfrute del privilegio, volver�a a entrar en la alianza del pacto con el Todopoderoso, y se enriquecer�a con todas las bendiciones de su favor (cf. Deuteronomio 28:11, Deuteronomio 28:63); solo, sin embargo, en la condici�n indispensable de que escuchen la voz de Dios y sean obedientes a su Ley.

Deuteronomio 30:11-5

El cumplimiento de esta condici�n no fue imposible o incluso dif�cil; porque Dios hab�a hecho todo para facilitarles la tarea. El mandamiento de Dios no les fue escondido; literalmente, no fue maravilloso para ellos; es decir, dif�cil de entender o realizar (ver el uso de la palabra hebrea en Salmo 131:1; Proverbios 30:18); ni estaba lejos; no estaba en el cielo, es decir. aunque celestial en su origen, no se hab�a quedado all�, sino que hab�a sido revelado, de modo que no hab�a necesidad de que nadie dijera: �Qui�n ascender� al cielo y nos lo traer� para que podamos escucharlo y hacerlo? �eso? La idea no es, como sugiere Keil, la de "una altura inaccesible" que nadie podr�a escalar; ni es, como lo sugiere Knobel, lo de algo "incomprensible, impracticable y sobrehumano"; Es simplemente una declaraci�n de hecho de que la Ley no se hab�a retenido en el cielo, sino que se hab�a revelado a los hombres. Tampoco se hizo esta revelaci�n en un lugar lejano al otro lado del mar, de modo que cualquiera tenga que decir: �Qui�n ir� por el mar por nosotros y nos lo traer� para que podamos escucharlo y hacerlo? Por el contrario, estaba muy cerca de ellos, hab�a sido revelado en palabras para que pudieran pronunciarlo con su propia boca, conversar sobre �l y reflexionar en sus corazones (cf. Isa�as 45:19; Jeremias 23:28; Romanos 10:6). En la alusi�n al mar, la representaci�n no es la profundidad (Targum Jon.), Sino la distancia.

Deuteronomio 30:15-5

Mois�s concluye con una solemne invocaci�n del pueblo, como lo hab�a establecido antes de ellos, en su proclamaci�n de la Ley y en su predicaci�n, el bien y el mal, la vida y la muerte, para elegir lo primero y evitar lo segundo, amar y servir al Se�or que es la vida, y para evitar la apostas�a y la desobediencia que son la muerte (cf. Deuteronomio 11:26, Deuteronomio 11:27).

Deuteronomio 30:17

(Cf. Deuteronomio 4:19.)

Deuteronomio 30:19

(Cf. Deuteronomio 4:26.)

Deuteronomio 30:20

Porque �l es tu vida; m�s bien, porque esta es tu vida; amar al Se�or es realmente vivir la vida verdadera y superior (cf. Deuteronomio 4:40; Deuteronomio 32:47).

HOMIL�TICA

Deuteronomio 30:1

Dispersi�n no rechazo.

Es muy reconfortante pasar de un cap�tulo tan sombr�o como el vig�simo octavo a un p�rrafo como este. En este cap�tulo treinta, la perspectiva y la perspectiva de Mois�s est�n mucho m�s extendidas que antes. Tan distante est� ahora su mirada fija, que en realidad mira hacia el otro lado de la sombr�a escena que hab�a bosquejado recientemente, y ve en el horizonte un cintur�n de gloria que limita su vista ( Deuteronomio 30:9). De modo que, aunque la oscuridad y la angustia actuales en que se hunde la naci�n dispersa son el cumplimiento exacto de la Palabra de Dios, sin embargo, esa misma Palabra declara que esto es una transici�n, y no un estado final de las cosas. "Dios no ha desechado a su pueblo". En cuanto a ellos, hay una doble promesa:

(1) de su conversi�n a Dios;

(2) de su restauraci�n a su tierra.

Ambos son ciertos. Ambos se cumplir�n. El primero, en su conversi�n al Se�or Jesucristo. El segundo, en cualquier sentido que el Esp�ritu Santo us� las palabras, pero cu�l es ese sentido, no est� tan claro. Se hab�a hecho una promesa a Abraham ( G�latas 3:8). La Ley no anul� eso ( G�latas 3:17, G�latas 3:18). Ahora, si nos volvemos a la promesa a Abraham, encontramos ( G�nesis 12:1) que tiene tres partes:

(1) que Abraham deber�a tener una simiente;

(2) que su simiente bendiga al mundo;

(3) que deben heredar la tierra.

Ahora, cuando Pablo expone esta promesa abrah�mica, muestra:

(1) que todos los que son de Cristo son la simiente de Abraham ( G�latas 3:26);

(2) que la promesa hecha a Abraham fue "el evangelio" ( G�latas 3:8),

�Fue hecho para �l, "previendo que Dios justificar�a a las naciones a trav�s de la fe". Pero dado que la promesa se extiende al evangelio completo, ya que la expresi�n "la simiente de Abraham" incluye a todos los que son de Cristo, �no puede, s�, no debe, la promesa de la tierra tambi�n se convierte en algo proporcionalmente m�s grande y grandioso? Tal es la pregunta. M�s all�. El mismo ap�stol no ense�a indistintamente que, dentro de las l�neas de su propia exposici�n, hay misericordia reservada para Israel. �Cu�les son estas l�neas de exposici�n?

1. Que el jud�o y el griego son uno en Cristo Jes�s.

2. Que los ritos y ceremonias jud�as sean abolidos para siempre.

3. Que la comunidad de Israel ahora est� formada por hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones.

En la aplicaci�n de estos principios, los siguientes pasos de pensamiento, tomados en orden, nos permitir�n resumir la ense�anza de las Escrituras al respecto:

I. Hay una condici�n establecida en Deuteronomio 30:2.

II El Se�or Jes�s ha venido, cargado de bendiciones para jud�os y gentiles ( Romanos 11:26).

III. As� como el gentil obtuvo misericordia a trav�s de la predicaci�n jud�a, as� el jud�o debe obtener misericordia a trav�s del instrumental del gentil ( Romanos 11:30, Romanos 11:31).

IV. El Se�or Jesucristo declara ( Lucas 21:24) que Jerusal�n ser� pisoteada como payaso de los gentiles, hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles.

V. El ap�stol declara ( Romanos 11:25) que en parte la ceguera le ha sucedido a Israel, hasta que entre la plenitud de los gentiles.

VI. Se prev� un tiempo cuando Israel "se volver� al Se�or" ( 2 Corintios 3:15, 2 Corintios 3:16). Todav�a ver�n a Jes�s como su Mes�as.

VII. Los profetas tambi�n hablan de su conversi�n a Dios ( Ezequiel 36:21).

VIII Entonces, tambi�n, ser�n predicciones tales como Ezequiel 36:24, Ezequiel 36:28, Ezequiel 36:34, Ezequiel 36:35, etc. se cumplir�, pero ya sea en el sentido literal o m�s amplio indicado anteriormente, dejamos que la providencia de Dios lo muestre.

IX. El mismo libro que predice todo esto nos dice tambi�n de los medios y las agencias por las cuales se llevar� a cabo. Habr� movimientos providenciales ( Ezequiel 21:27). Pero la agencia suprema ser� el poder del Esp�ritu Santo ( Ezequiel 36:25; Ezequiel 37:1; Zec 13: 1-9: 10. Para conocer los medios que debemos utilizar, ver Ezequiel 36:37).

X. La raz�n o fundamento de todo ser� la soberana bondad de Dios ( Ezequiel 36:32; cf. Isa�as 43:25).

XI Cuando Israel sea as� restaurado, ser� como "vida de entre los muertos" ( Romanos 11:15). Cuando la naci�n perdida hace tanto tiempo se vuelva a reunir, cuando regrese con llanto y s�plica al Salvador, y, salvada por �l, cante las canciones de Si�n, entonces, por su celo evangel�stico, se convertir� en lo que es ahora por su literatura sagrada. �Un sacerdocio para el mundo!

XII Con respecto a todo esto, �el cumplimiento de la profec�a pasada es una profec�a del cumplimiento futuro!

EN CONCLUSI�N.

1. Tengamos siempre la raza hebrea en alto honor. "La salvaci�n es de los jud�os".

2. Llev�moslos a nuestros corazones en oraci�n.

3. Observemos los movimientos de la providencia de Dios.

4. Prestemos atenci�n a las palabras de advertencia en Romanos 11:18.

Deuteronomio 30:6

(comp. con Jer 30: 1-24: 31-34, y Hebreos 8:6) .�

Los viejos y nuevos pactos.

Puede que no sea instructivo en esta etapa de la ense�anza homil�tica sobre este libro, dejar constancia de los puntos de comparaci�n y contraste entre el antiguo y el nuevo pacto; es decir, entre el pacto hecho a trav�s de Mois�s y el propuesto y sellado a trav�s del Se�or Jesucristo.

I. DEJEMOS ANOTAR LOS PUNTOS DE COMPARACI�N.

1. Ambos est�n hechos con un pueblo formado para Dios ( Isa�as 43:21; 1 Pedro 2:9).

2. Ambos hacen a Dios todo en todos ( Deuteronomio 14:2; 1 Corintios 6:20).

3. Ambos inculcan la santidad ( Deuteronomio 7:6; 1 Pedro 1:15).

4. Ambos se basan en el sacrificio ( Hebreos 9:22, Hebreos 9:23).

5. Ambos ense�an una administraci�n mediadora ( Lev�tico 16:1 .; Hebreos 8:6).

6. Ambos ponen ante la gente una herencia futura ( Deuteronomio 12:1).

7. Ambos instan al deber por impulso de gratitud ( Deuteronomio 5:6; Hebreos 4:9).

8. Ambos apelan tanto al miedo como a la esperanza ( Deuteronomio 11:16; Hebreos 4:1).

II TAMBI�N HAY PUNTOS DE CONTRASTE.

1. En la forma de los pactos.

(1) Difieren en cuanto a la extensi�n de su br�jula. Uno incluye una naci�n, los otros hombres de cada naci�n.

(2) La espiritualidad de su genio, y la escasez de reglas y rituales definidos es otra marca del pacto del Nuevo Testamento (cf. Romanos 14:17).

(3) El nuevo pacto tiene revelaciones m�s claras:

(a) De la ley del sacrificio (comp. Lev�tico con Hebreos).

(b) Del car�cter Divino ( Hebreos 1:1.).

(c) Del destino de la humanidad ( Hebreos 10:25).

(d) De la ternura de la preocupaci�n divina por el hombre como hombre ( Lucas 15:1).

2. En sus bases promisorias difieren tan ampliamente.

(1) El antiguo pacto asegura el bien objetivo, si hay una aptitud subjetiva para ello; El nuevo pacto promete una aptitud subjetiva para asegurar el bien objetivo. El uno dice: "Haz esto, y vivir�s". El otro, "Vive, y lo har�s" ( Deuteronomio 30:6).

(2) La seguridad para el cumplimiento de las promesas de Dios para nosotros se ve mucho m�s notablemente en Cristo de lo que podr�a ser bajo Mois�s ( 2 Corintios 1:20).

(3) La certeza del cumplimiento de las condiciones del pacto por parte de aquellos que est�n incluidos en �l, se estipula bajo "gracia", ya que no estaba bajo "Ley". Este pacto est� "ordenado en todas las cosas y seguro", y de ninguna manera depende de la volubilidad de la voluntad humana. Es un "mejor pacto" y se "establece sobre mejores promesas". Y la raz�n de la diferencia se encuentra en el hecho de que el primer pacto ten�a la intenci�n de servir a un prop�sito educativo, y as� preparar el camino para que el Se�or Jesucristo traiga uno m�s grande y m�s grande, bajo el cual la regeneraci�n para la salvaci�n debe ser ciertamente seguro ( Juan 6:37).

Deuteronomio 30:11-5

(comp. con Romanos 10:6) .�

La palabra de fe.

Es probable que ning�n predicador cristiano trate con estas palabras de Mois�s sin dejar de lado las palabras del ap�stol Pablo respet�ndolas, en las cuales, de hecho, tenemos la mejor exposici�n y comentario posible sobre ellas. Proponemos dar un resumen de la homil�a al respecto.

I. HAY UNA "PALABRA DE FE" QUE, ANTES DE ANTICIPAR EN EL ANTIGUO TIEMPO, SE HACE LA CARGA DE LA PREDICACI�N CRISTIANA.

1. Hay una gran tesis que se mantendr� en todo momento, a saber. que Jes�s es el Se�or ( Romanos 10:9; 1 Corintios 12:3; Filipenses 2:11).

2. Hay un doble deber requerido con referencia a esto.

(1) Creer.

(2) Confesar, es decir

(a) dejar que la fe apreciada en el coraz�n se convierta en un poder pr�ctico en la vida;

(b) dejar que la lengua hable por �l;

(c) dejar que se gaste la energ�a m�s noble para �l.

Vemos por qu� se nombran estos dos y solo estos. Creer es la actitud del alma hacia Dios. La confesi�n es la actitud de la vida hacia el hombre. Ambos son obligatorios. Una fe que puede contentarse sin una confesi�n, y una confesi�n que no tiene su ra�z en la fe, no tienen valor.

3. Hay un doble efecto de este doble acto.

(1) La fe, el acto hacia Dios, es seguida por la "justicia", es decir, en el uso paulino, la justificaci�n.

(2) La confesi�n, la vida humana, se plantea en la "salvaci�n", es decir, el uso racional de todos nuestros poderes espirituales (cf. Hechos 4:9 (griego) y 1 Juan 1:7). Los efectos son como los deberes. La justificaci�n es un ajuste correcto ante Dios. La salvaci�n, una vida transformada ante el hombre.

4. Por todo esto, tenemos la garant�a segura de la propia Palabra de Dios ( Romanos 10:11).

II HAY ALGUNAS CARACTER�STICAS NOTABLES SOBRE ESTA "PALABRA DE FE". Mois�s hab�a dicho: "No es demasiado dif�cil, ni demasiado alto, ni muy lejano (cf. hebreo), pero est� muy cerca", etc. Pablo cita esto con alguna variaci�n, diciendo:

1. "Est� cerca". Habla al ser interior del hombre, a su conciencia.

2. "Est� en tu boca". En palabras que pueden ser pronunciadas a las personas y por ellas.

3. "Est� en tu coraz�n". La palabra "coraz�n", citada por Mois�s, la tomamos m�s bien en su sentido hebreo, como que significa "comprensi�n", y por lo tanto la frase significar�a: "Es inteligible para usted". Al estar as� cerca, no tenemos que ir al cielo a buscar un Salvador, ni a la tumba para buscarlo de entre los muertos. �l vino. El trabajo est� hecho, hecho para todos, sin distinci�n de personas. Hecho, una vez y para siempre,

Por lo tanto-

1. �Cu�n grande es el est�mulo para invocar al Se�or Jes�s y ser salvo!

2. Los hombres no necesitan permanecer sin salvaci�n.

3. Los hombres no deben permanecer sin salvaci�n.

Deuteronomio 30:15-5

Una alternativa temible.

Mientras maneja sustancialmente los mismos temas trascendentales, el legislador anciano, como si el pensamiento lo oprimiera de que pronto deber�a pronunciar su �ltima palabra, se vuelve cada vez m�s intenso y serio, y mezcla una solemnidad y un patetismo que bien pueden seguir aquellos cuyos El trabajo es "advertir a cada hombre y ense�ar a cada hombre con toda sabidur�a", para que puedan "presentar a cada hombre perfecto en Cristo Jes�s". Aqu� se nos presenta una serie de consideraciones, que son acumulativas en su fuerza, y que deben meditarse profundamente en un estricto orden de progreso.

I. AQU� HAY UNA GRAN MASA DE VERDAD ESTABLECIDA ANTES DE LAS CONCIENCIAS Y CORAZONES DE LOS HOMBRES. Aqu� hay algunas palabras y frases, en la forma m�s breve y simple, pero en significado, �cu�n augusto! �que profundo! �qu� tan alto! Son tales como estos: Dios, el Se�or tu Dios, bueno, malo, vida, muerte, bendici�n, maldici�n. "�Palabras aterradoras! Cuyo significado no tiene fin ni l�mite". Hay inconmensurables, s�, infinitas realidades detr�s de ellos. Y una vez que se ha alojado en la conciencia con el significado que es suyo, ning�n poder puede desalojarlos, ni nadie puede hacer que sea para el hombre como si nunca los hubiera escuchado.

II Hay un gran deber que presiona sobre los hombres con los que se deposita esta verdad. (Ver Deuteronomio 30:16, Deuteronomio 30:20.) Amar al Se�or, obedecerlo, apegarse a �l, caminar en sus caminos y guardar sus mandamientos y sus estatutos. y juicios: este es obviamente el curso correcto que deben seguir los hombres. Por muchos motivos.

1. El Se�or Dios es santo, y todos sus mandamientos tambi�n lo son; y es intr�nseca y manifiestamente correcto seguir lo que es santo.

2. Como nuestro Creador y Conservador, Dios tiene derechos supremos sobre nuestra lealtad de coraz�n y vida.

3. Como nuestro Legislador, tiene el derecho infinito de exigir nuestra obediencia.

4. Como nuestro Infinito Benefactor, habiendo elogiado su amor hacia nosotros, habi�ndonos comprado un precio, tiene un reclamo de amor y un derecho legal. Y no es posible que un hombre discuta este reclamo a menos que su naturaleza se vuelva tan pervertida que comience a llamar al mal bueno, o bien malo.

III. HAY UNA GRAN BENDICI�N QUE SEGUIR� NUESTRA LEALTAD Y OBEDIENCIA. Esto est� tan bajo el evangelio, tan realmente como bajo la ley. Porque la Ley descansaba sobre la base del evangelio, y el evangelio trae consigo su propia ley. �C�mo puede ser de otra manera? El llamado del evangelio es: "Arrepi�ntete, cree, obedece". Este es el orden preciso e inmutable. La gracia de Dios nos ense�a que "debemos vivir con sobriedad, rectitud y piedad en este mundo presente, buscando esa bendita esperanza", etc. Y sabemos cu�l es el tema prometido: "La piedad ... tiene la promesa de la vida que ahora es, y de lo que est� por venir ". "Porque Dios es nuestra vida y la duraci�n de nuestros d�as". La paz, la alegr�a, la esperanza y todas las gracias y bendiciones gozosas asisten a una vida que est� de acuerdo con la voluntad de Dios.

IV. NO ES POSIBLE QUE LOS CURSOS MORALES OPUESTOS DEBEN TENER PROBLEMAS SIMILARES. Los hombres que van en direcciones opuestas, en l�nea recta, en una superficie plana, desde el mismo punto, nunca pueden encontrarse. Si amar y obedecer a Dios es bueno y tiende a ser bueno, entonces lo contrario debe ser malo y no puede funcionar m�s que el mal. Y tales efectos nocivos deben, por lo que sabemos, continuar por siempre y para siempre, a menos que algo o algo se interponga ( Deuteronomio 30:18). La prolongaci�n de la vida de Israel en la Tierra Prometida, a pesar de que la alcanzaron en paz, depender�a de la continuidad de su obediencia a su Dios. Se rebelaron. Su reino fue destruido; sus pueblos fueron llevados cautivos; y la triste historia ya ensayada se convirti� en suya. Y si ahora los hombres abandonan el liderazgo del Se�or Jesucristo, habr�, debe haber, una condena m�s severa que para aquellos que se rebelaron contra la Ley de Mois�s ( Hebreos 6:1; Hebreos 9:1; Hebreos 10:1 .; Juan 3:36). La perspectiva para los despreciadores de Cristo, en la pr�xima vida, es la oscuridad sin un destello de la luz de la esperanza en el lejano horizonte. E incluso en esta vida, nada m�s que desgracia puede ser para el que lucha con su Hacedor.

V. HAY TESTIGOS QUE NO HEMOS SIDO DEJADOS SIN DIRECCI�N Y SIN AVISO. ( Deuteronomio 30:19.) Compare con este solemne conjuro de Mois�s el de Pablo en Hechos 20:26, Hechos 20:27; Filipenses 1:8. "El cielo" fue testigo. Por cada advertencia dada a los hombres en el Nombre de Dios es conocida y recibida en lo alto. "La Tierra" es testigo, porque el registro de la advertencia se publica en el mundo. Y la advertencia misma fue escuchada por miles de o�dos, y fue escuchada por muchos miles m�s. Por las mismas instrucciones de nuestro Se�or, debemos proclamar a muchos, no susurrar a unos pocos.

VI. TAL HERALDING ABIERTO DEBE EVITAR A CUALQUIER PERSONA QUE ESCUCHA EL MENSAJE DE ALG�N ESPERANZA DE PROBARSE BAJO FALSAS PRETENSAS. Los siguientes pasajes pueden compararse con nuestro texto: - Ezequiel 33:2, Ezequiel 33:9; Mateo 12:41, Mateo 12:42; Mateo 8:11, Mateo 8:12. Si alguien, despu�s de haber escuchado el mensaje del evangelio en toda su plenitud y libertad, alguna vez intentara echar la culpa de su destrucci�n a los dem�s, la luz de la eternidad ser� para su completo desenmascaramiento y desconcierto. No habr� falsas pretensiones en el juicio (Salmo 1:1.).

VII. UNA PERSPECTIVA TAL COMO ESTO PUEDE DAR BIEN UNA PROFUNDA PROFUNDA Y PROFUNDA AL TONO DE UN PREDICADOR. Especialmente:

1. Si se acerca al final de su curso.

2. Si un a�o se acerca a su cierre.

3. Si se da cuenta de la idea de que pronto, muy pronto, algunos de sus oyentes pueden estar en el mundo eterno.

4. Si presta la debida atenci�n al pensamiento de que, incluso aparte de la posible cercan�a de la pr�xima vida, los accidentes del tiempo pueden hacer que el per�odo sea extremadamente corto para ense�ar y advertir a cualquier individuo.

VIII DESPU�S DE TODO, HAY UN L�MITE M�S ALL� DEL QUE NO PUEDE IR HERALD PARA DIOS. Puede ense�ar, advertir y suplicar, pero cuando lo ha hecho, donde termina su responsabilidad, comienza la del oyente; Mateo 8:19, "por lo tanto, elige la vida". El predicador testifica. El oyente debe quedar solo con Dios y su propia conciencia para decidir la cuesti�n m�s importante, de la que depende toda una eternidad. El hombre puede dirigir a su pr�jimo a Dios. Puede suplicar y suplicar, incluso llorando. Puede, como en lugar de Cristo, orar: "Reconc�liate con Dios". Pero solo en el oyente la responsabilidad total del paso final debe descansar. Podemos se�alar a Dios: pero no podemos interponernos entre el alma y Dios. Podemos anunciar el camino: pero no podemos guiar al alma por los senderos de la justicia ( Ezequiel 33:4). Por lo tanto, la �ltima palabra debe ser: "Elige la vida". "Elige hoy a qui�n vas a servir". Con el poder de la libre elecci�n, el hombre no puede interferir. Con ella, Dios no jugar�. Y cu�l deber�a ser el efecto de tal llamado, sino encerrar al pecador solo con su Dios, para que entre �l y el Cielo se puedan decidir los grandes asuntos de la vida y la muerte, y que, con el tribunal solo a la vista, en La plena sinceridad del alma, el pecador, presionado con el peso de los reclamos divinos, �puede entonces "arrepentirse" y "rendirse a Dios?" Y si entonces, consciente de la debilidad de una voluntad debilitada por la determinaci�n del lado equivocado, grita: "Se�or, ay�dame y ser� tuyo para siempre", un amor real cancelar� el pecado pasado y perdonar� por completo; �y un poder gracioso curar� la debilidad y restaurar� perfectamente!

HOMILIAS POR J. ORR

Deuteronomio 30:1

La restauraci�n de Israel.

La negrura de la imagen del rechazo y la desolaci�n de Israel se alivia con este borde de oro en el borde m�s alejado. Los vers�culos parecen ense�ar, no solo que si Israel se arrepiente, la misericordia lo espera, sino que Israel se arrepentir�; para que se ordene un d�a de arrepentimiento, un d�a en el que se levantar� el velo que se ha dejado tanto tiempo en los corazones jud�os, y la naci�n llorar� por el que ha traspasado y rechazado durante tanto tiempo ( Zacar�as 12:9; Romanos 11:25; 2 Corintios 3:14). El resultado ser� la incorporaci�n del pueblo israelita al reino de Cristo, posiblemente con la restauraci�n de la tierra como posesi�n nacional, y bendiciones, temporales y espirituales, m�s all� de las otorgadas a sus padres ( Deuteronomio 30:5) . En un sentido m�s amplio, el pasaje ense�a:

I. QUE EN LA CONVERSI�N DEL HOMBRE, ES EL PECADOR, NO DIOS, EL QUE CAMBIA. Israel se salva por fin, no por una disminuci�n del est�ndar de santidad, o por cualquier cambio en los requisitos de Dios, o por cualquier forma de vida nueva y m�s f�cil que se descubri� que la que originalmente se proporcion�, sino por Israel al acercarse a la forma de pensar de Dios , y haciendo al final lo que Dios le suplic� que hiciera al principio ( Deuteronomio 30:2). Despu�s de todas sus experiencias tristes, las personas son llevadas a esto: que deben someterse a hacer lo que se les dijo al principio que deb�an hacer. Es tan siempre No puede haber cambio por parte de Dios. Si se quiere salvar al pecador, es �l quien debe abandonar sus pensamientos y sus caminos ( Isa�as 55:7). Debe hacer por fin lo que ahora siente que no tiene la menor inclinaci�n a hacer: lo que, a medida que pasan los a�os, se vuelve cada vez m�s disgustado. �Lo har� �l? Es probable? �Es cierto? Si alguna vez va a suceder, �qu� agon�as del alma deben pasar antes de que se pueda producir una revoluci�n tan grande!

II ESA CONVERSI�N ES A VECES UN RESULTADO DE LA EXPERIENCIA DE LA DUREZA DE LA TRANSGRESI�N. Es en el pa�s lejano, roto, pelado y disperso, que Israel, como el hijo pr�digo ( Lucas 15:14), recuerda la casa del Padre. �No es esta una raz�n por la cual Dios a veces deja a un pecador comer del fruto de sus propios dispositivos, para tomar las riendas sobre su propio cuello y zambullirse salvajemente en los desiertos del pecado? la amargura, el vac�o, la insatisfacci�n esencial de una vida de maldad y, por lo tanto, si no es por m�todos m�s suaves, �volver a los caminos de la justicia? Las penalidades que acompa�an al pecado son, aunque retributivas, tambi�n dise�adas en este mundo para la correcci�n del pecador ( Oseas 2:6; Oseas 14:1).

III. QUE EL MOMENTO QUE REGRESA EL PECADOR, DIOS EST� LISTO PARA PERDONARLO. No debemos, de hecho, post-fechar la misericordia de Dios, como si eso esperara el retorno autocomplacido del pecador como una condici�n para mostrarle alguna bondad. La acci�n de gracia de Dios va antes de la conversi�n: guiar, dibujar, esforzarse, iluminar, ayudar; No, es esta acci�n graciosa la que conduce a la conversi�n. Esto es en s� mismo una promesa de que cuando llegue la conversi�n, el que nos haya atra�do hacia s� mismo no nos dir� "no". Pero tenemos garant�as expresas, respaldadas por numerosos ejemplos, de que el que venga no lo sabr� (Salmo 32:5; Juan 6:37; 1 Juan 1:9). Ahi esta:

1. Perd�n, con inversi�n de la oraci�n de rechazo ( Deuteronomio 30:3).

2. Redenci�n de la esclavitud ( Deuteronomio 30:3, Deuteronomio 30:4; Colosenses 1:13).

3. Restauraci�n a la herencia ( Deuteronomio 30:5; Efesios 1:14).

4. Un nuevo coraz�n y esp�ritu ( Deuteronomio 30:6).

5. Liberaci�n de los enemigos ( Deuteronomio 30:7; 2 Tesalonicenses 1:5, 2 Tesalonicenses 1:6).

6. Bendiciones no contadas ( Deuteronomio 30:9; Efesios 1:3) .� J.O.

Deuteronomio 30:11-5

La palabra de fe.

Pablo, en Romanos 10:6, aplica estas palabras a la "justicia de la fe", y las contrasta con la voz de la Ley, que es: "El hombre que hace esas cosas vivir� por ellas" ( Romanos 10:5). Que esta aplicaci�n no es una mera acomodaci�n de las palabras de Mois�s a un nuevo tema, ser� evidente a partir de una breve consideraci�n.

I. ISRAEL Y LA "JUSTICIA DE LA FE". La constituci�n bajo la cual Israel fue colocado, aunque formalmente legal, era pr�cticamente evang�lica. Sobre la base legal, sobre cualquier otra base que no sea la de la "justicia de la fe", la declaraci�n de que el mandamiento no estaba lejos de ser buscado ni dif�cil de obedecer no habr�a sido cierto. La Ley, que requiere la santidad perfecta, la obediencia invariable e ininterrumpida, prescrita como la condici�n de vida ( Romanos 10:5) lo que nadie en la tierra, santo o pecador, salvo el Salvador del pecador, haya hecho jam�s. Ciertamente fue "casi", pero, como "ministraci�n de muerte" - "de condena" ( 2 Corintios 3:7, 2 Corintios 3:9), su cercan�a no fue una bendici�n. �C�mo, entonces, se evit� la maldici�n o se hizo posible la aceptaci�n? No por la capacidad del israelita de rendir obediencia adecuada a los requisitos de la Ley, sino por la introducci�n del principio de gracia. El pecado fue perdonado y, a pesar de la deficiencia, el adorador sincero acept� en "su pleno prop�sito y esfuerzo despu�s de una nueva obediencia"; o m�s bien, en vista de su fe, de esa confianza espiritual en Jehov� en la cual estos esfuerzos despu�s de la obediencia tuvieron su origen ( G�nesis 15:6; Salmo 32:1, Salmo 32:2). El fundamento oculto de esta aceptaci�n fue Cristo, ahora manifestado en la predicaci�n del evangelio ( Romanos 10:1). Desde este punto de vista, el mandamiento ya no se alzaba sobre el israelita, severo y prohibidor, lanzando maldiciones contra �l y llen�ndolo de temor y consternaci�n; pero sus preceptos eran dulces y consoladores para �l, y solo lo llenaban de mayor deleite y amor mientras m�s tiempo meditaba en ellos o practicaba obedecerlos (Salmo 19:7; Salmo 119:1 .). Es en este esp�ritu evang�lico que indudablemente debemos leer estas exhortaciones de Mois�s, cuyo punto de vista, por lo tanto, armoniza esencialmente con el de Pablo.

II ISRAEL Y LA NOCHE DEL MANDAMIENTO. "Te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno" ( Miqueas 6:8). Dios hab�a escrito a Israel las grandes cosas de su Ley ( Oseas 8:12). Hab�a dado a conocer su nombre, sus preceptos, las condiciones de servicio aceptable, la forma de vida; le hab�a dado a la gente una revelaci�n, plena, clara, adecuada, adaptada a su estatura mental y a su condici�n de pecadores. Esto da por sentado el elemento evang�lico subyacente mencionado anteriormente. Sin eso, el "mandamiento" se habr�a burlado de su debilidad. Y es este elemento evang�lico en el "mandamiento" de Mois�s el que sale claramente a la luz en Cristo, y que est� encarnado en la doctrina de Pablo de la "justicia de la fe". Las palabras de este pasaje se aplican con mayor fuerza a la revelaci�n hist�rica del Salvador. Ellos sugieren sorprendentemente:

1. Ese hombre necesita una revelaci�n.

2. Que instintivamente anhela uno: "�Qui�n subir�?" etc.

3. Que a veces hac�a grandes sacrificios para conseguir uno: "Sube al cielo"; "ve sobre el mar".

Pero la revelaci�n que el hombre necesita m�s que nada es la revelaci�n de un Salvador. Quiere saber c�mo puede escapar del pecado, de la culpa, de la ira, de la esclavitud; c�mo puede ser restaurado a la santidad, a la paz, a la bendici�n. El "mandamiento", en su sentido m�s amplio, le dio este conocimiento en parte; El descubrimiento completo est� en el evangelio. La Palabra, en la predicaci�n de este evangelio, as� como en la circulaci�n de copias de las Escrituras, y las innumerables oportunidades que se disfrutan en las tierras cristianas de familiarizarse con la forma de vida, ahora se nos han acercado mucho. Est� en nuestras bocas y en nuestros corazones, mientras que la salvaci�n que la Palabra da a conocer est� tan f�cilmente disponible como la Palabra misma es simple e inteligible. "Si confiesas", etc. ( Romanos 10:9).

III. ISRAEL Y LA PR�CTICA DE LA OBEDIENCIA. La palabra que Mois�s dio fue una que pod�a ser obedecida; no, la obediencia a la cual era f�cil. Solo, sin embargo, siempre que haya circuncisi�n del coraz�n ( Romanos 10:6), una sincera disposici�n a conocer y hacer la voluntad de Dios ( Juan 7:17). Para el coraz�n natural, el mandamiento es duro, y siempre debe permanecer as�. Esto, nuevamente, muestra que la obediencia que Mois�s tiene en mente es la obediencia espiritual, aunque no impecable, del coraz�n creyente y renovado, el resultado de la posesi�n y la posici�n en la justicia de la fe. Solo a trav�s de la fe que se basa en una palabra de gracia, y aprehender la misericordia en el car�cter de Dios, es posible tal obediencia. La capacidad de rendirlo est� incluida en ese "ser salvo", que Pablo plantea como resultado de creer con el coraz�n en Cristo crucificado y resucitado ( Romanos 10:9). Observe, adem�s, c�mo la Ley, con toda su aparente complejidad y complejidad, se resuelve en las manos de Mois�s en un "mandamiento" ( Romanos 10:11). Esto es lo que hace que la Ley sea simple, as� como es la simplicidad del evangelio que reduce todas las "obras de Dios" a la �nica obra de "creer en el que ha enviado" ( Juan 6:29 ) En medio de la multiplicidad de comandos, solo hab�a un comando real: amar al Se�or su Dios ( Deuteronomio 6:4; Deuteronomio 10:12; Deuteronomio 10:6, Deuteronomio 10:10, Deuteronomio 10:16, Deuteronomio 10:20). En el amor est� impl�cita la fe: conocer y creer el amor que Dios nos tiene. El amor es la respuesta de la fe a la revelaci�n que Dios hace de s� mismo al hombre. La fe es, pues, la condici�n:

1. De justificaci�n.

2. De aceptaci�n en la obediencia.

3. De poder para rendir obediencia. � J.O.

Deuteronomio 30:15-5

Una ultima palabra.

I. UNA ALTERNATIVA. Vida y muerte; bien y mal ( Deuteronomio 30:15); bendici�n y maldici�n ( Deuteronomio 30:19). Una alternativa para la naci�n, pero tambi�n para el individuo. La "vida" es m�s que la existencia: es una existencia santa y feliz. La "muerte" no es equivalente a la no existencia. En lo que respecta a la vida natural, es la separaci�n del principio vivo y pensante del cuerpo, y es compatible con la supervivencia del alma en un estado futuro. En lo que respecta a la vida espiritual, esa vida que tiene el creyente y la que no tiene el creyente, incluso ahora, mientras ambos tienen un ser consciente ( 1 Juan 5:12), la muerte es la cesaci�n en el alma de todos los santos, funciones espirituales, lo que implica, de hecho, un estado de ruina moral, destrucci�n y desorganizaci�n, pero de ninguna manera la eliminaci�n de la conciencia. "Muerte eterna", una frase que no es b�blica, aunque "castigo eterno" es ( Mateo 25:46), nadie considera que signifique "existencia eterna en el sufrimiento"; pero se cree que un ser que existe eternamente, y existe conscientemente, ya sea en el sufrimiento real o no, puede estar, en un sentido muy verdadero, "muerto". "Muerte", en este verso ( Deuteronomio 30:15), se considera compatible con la experiencia del "mal". �Qu� extra�o que entre tales alternativas haya un momento de duda!

II UNA ADVERTENCIA. ( Deuteronomio 30:17, Deuteronomio 30:18.) Si el coraz�n se aleja de Dios y se convierte en �dolos, es decir, coloca cualquier otro objeto en el lugar de Dios, y se abstiene de dar a Dios su propio amor y honor, aquel cuyo coraz�n hace esto, o la naci�n si lo hace, seguramente perecer�.

1. Un final horrible.

2. Un cierto fin.

3. Un final del cual se ha dado la debida advertencia.

III. UNA APELACI�N. ( Deuteronomio 30:19, Deuteronomio 30:20.) "Por lo tanto, elija la vida", etc. En este sentido:

1. Esa elecci�n o determinaci�n moral subyace a nuestra salvaci�n.

2. Esa elecci�n subyace a la posibilidad de amar a Dios.

3. Esa profunda elecci�n en el centro del coraz�n subyace a todos los actos de elecci�n separados involucrados en una vida de obediencia.

4. Que la elecci�n que Dios desea implica la elecci�n de s� mismo, con el fin de amarlo, obedecerlo y unirse a �l.

5. Que la elecci�n de Dios es la elecci�n de la vida, y conlleva todo el bien menor con ella.

Deuteronomio 30:19

La naturaleza un testigo.

(Ver para otros casos, Deuteronomio 4:26; Deuteronomio 31:28; Deuteronomio 32:1; Isa�as 1:2.) La invocaci�n del cielo y la tierra como Los testigos recurren a principios profundos. Est�n "llamados a grabar" -

I. PORQUE LA MENTE RECONOCE SU PRESENCIA COMO TESTIGOS DE SUS TRANSACCIONES. Proyecta su propia conciencia en su entorno, y siente como si la tierra y el cielo, el sol, la luna, la roca, el r�o, el �rbol, la monta�a, no fueran testigos inanimados sino animados y comprensivos de sus acciones. Adjunta sus propios pensamientos a los objetos externos. En presencia de la escena de cualquier gran transacci�n, se siente como si el lugar conservara su memoria; todav�a le hablaba del pasado; Pens�, sinti�, se regocij�, acus�, alab�, de acuerdo con la naturaleza del hecho. Definamos como lo haremos este sentimiento de "Presencia" en la naturaleza, este "sentido de algo mucho m�s profundamente entremezclado", que inevitablemente llevamos con nosotros a nuestras relaciones con el universo exterior, es un hecho en la conciencia y proporciona una base por tales llamamientos como los de Mois�s.

II PORQUE DIOS EST� PRESENTE EN EL CIELO Y LA TIERRA COMO TESTIMONIO DE LO QUE SE HACE. (Cf. Mateo 5:34, Mateo 5:35.) El cielo es su trono; tierra, su escabel. �l est� presente en ellos, sosteni�ndolos por la palabra de su poder, y a trav�s de ellos es un verdadero testigo de todo lo que decimos y hacemos.

III. PORQUE EL CIELO Y LA TIERRA SON CRIATURAS MISMOS CONSPICAMENTE CUMPLIENDO LOS FINALES DE SU CREACI�N. El universo en su conjunto es, por lo tanto, una protesta permanente contra la apostas�a y la voluntad propia del pecador ( Isa�as 1:1, Isa�as 1:2). Da testimonio contra �l por su misma fidelidad a su Creador. "Contin�an esta arcilla de acuerdo con tus ordenanzas, porque todos son tus sirvientes" (Salmo 119:91).

IV. PORQUE EL CIELO Y LA TIERRA SON MONUMENTOS DE SE�AL DE LA DIVINA FE E INMUTABILIDAD. (Salmo 119:89, Salmo 119:90.) Dan testimonio del reinado de la ley, de la constancia de prop�sito de Dios, de la uniformidad e inflexibilidad de su gobierno. Derriban las esperanzas del pecador de que su Palabra falle, de que sus amenazas no se pongan en vigor.

V. PORQUE EL CIELO Y LA TIERRA CONSERVAN UN REGISTRO REAL DE LO QUE SE HACE EN SU PRESENCIA, un registro que puede admitir que fue producido. Esta es una simple verdad de la ciencia.

VI. PORQUE EL CIELO Y LA TIERRA SON ESPECTADORES INTERESADOS DE LO QUE SE HACE. Han compartido las consecuencias de la transgresi�n del hombre; compartir�n la gloria de la manifestaci�n de los hijos de Dios. Esperan el d�a de su redenci�n con sincera expectativa ( Romanos 8:19).

Que Mois�s, en relaci�n con su llamamiento al pueblo, convoc� al cielo y a la tierra para testificar, era una evidencia:

1. De la solemnidad de esta apelaci�n. Debe ser una cuesti�n de importancia trascendental cuando el universo es llamado a presenciarlo.

2. De la racionalidad de esta apelaci�n. La naturaleza y el Dios de la naturaleza estaban de su lado. Ten�a el universo con �l, aunque un pueblo tonto podr�a rechazar su consejo.

3. De la persistencia de los problemas que depend�an de esta apelaci�n. Ni la bendici�n ni la maldici�n se resolver�an en un d�a. Necesitaba testigos duraderos para tener en cuenta el cumplimiento de las palabras de Dios. � J.O.

HOMILIAS DE D. DAVIES

Deuteronomio 30:1

Disciplina divina fundada en principios conocidos.

La ira humana es a menudo una pasi�n incontrolable. La ira de Dios se dirige, no tanto contra el hombre, sino contra su pecado. La ira de Dios es la actuaci�n del principio sano, una parte de su justicia. Por lo tanto, tan pronto como el castigo produce su efecto dise�ado, cesa. Al instante que el ni�o descarriado se vuelve hacia su Padre, el Padre se vuelve hacia su hijo.

I. ARREPENTIMIENTO A MENUDO RESORTES DE LA AMPERIA EXPERIENCIA DE PROBLEMAS.

1. La desobediencia trae degradaci�n. Mois�s previ� que los elegidos de Dios ser�an, por su pecado, cautivos en una tierra extranjera. Ning�n castigo ser�a m�s irritante para su orgullo. Su renombre como conquistadores se hab�a extendido por todas partes. Ser aplastado, encadenado y exiliado era una humillaci�n indescriptible. Tal degradaci�n es el fruto nativo del pecado.

2. La maldici�n se sentir�a m�s como un contraste con la antigua bendici�n. El labrador no lamenta su suerte, pero que un pr�ncipe est� atado a un arado ser�a un dolor irritante. As� que el ni�o pr�digo, en la par�bola, fue picado por el recuerdo de la abundancia anterior.

3. La impresi�n se profundizar�a al recordar que se hab�a predicho esta miseria. Evidentemente no fue un hecho casual. Hab�an tra�do el desastre sobre s� mismos. No pod�an culpar a nadie m�s que a su propia locura. A menos que la naturaleza moral est� completamente muerta, tales experiencias a menudo conducen a la reflexi�n, la tristeza y el arrepentimiento.

II EL ARREPENTIMIENTO INCLUYE REFORMA PR�CTICA. El arrepentimiento que se gasta en la pena ociosa es una falsificaci�n. El arrepentimiento verdadero toma la decisi�n instant�nea de volver sobre los pasos falsos. La oscuridad hab�a llegado alej�ndose del sol; ahora el hombre penitente se vuelve completamente hacia �l. No espera que otros act�en. No va a ser disuadido por la indiferencia de los dem�s o por el ruido del rid�culo. Ll�malo "chaquetero", si quieres; Hay peores personajes en el mundo que los renegados. Tiene m�s miedo a la ira de Dios que al bazo miserable del hombre. No es solo un alto en el curso descendente, sino una "cara correcta". El regresa al Se�or. Ahora escucha d�cilmente su voz; Honestamente se esfuerza por practicar toda la voluntad del Padre. "Se�or, �qu� quieres que haga?" Es su oraci�n diaria. Todo su coraz�n se apaga arrepentido. Para reparar locuras pasadas, este es su trabajo especial. Tan sincero es �l en su nueva vida, tan marcado un cambio y tan ben�fico en su car�cter, que sus hijos sienten la impresi�n y captan el bendito contagio. Como antes su influencia sobre su familia era m�s perniciosa, ahora se convierte en un sol vernal, como la fragancia de las flores m�s dulces.

III. EL ARREPENTIMIENTO ASEGURA LA REVERSI�N DE LA MALDICI�N. Apenas los hombres regresan a Dios, Dios regresa a ellos. Solo nivele la barrera que el pecado ha establecido, y se restaura la reuni�n del hombre con Dios. La devoluci�n del favor ser� la m�s completa. No importa cu�n lejos la maldici�n haya tenido efecto; no importa cu�n lejos haya llegado la separaci�n; no importa hasta qu� punto los infelices hayan sido expulsados; desde all� Jehov� los reunir�, la reconciliaci�n ser� minuciosa. La omnipotencia se derramar� en bendiciones. Que la escarcha del invierno sea tan severa que el sol de verano la derrita. El que cre� el universo de la nada puede revertir todas las ruedas de la adversidad; y, fuera de las ruinas, reconstruir una ciudad gloriosa. Como el pecado es la �nica fuente de desorden y aflicci�n, el arrepentimiento es la extinci�n de la causa del ay. Si Dios toma la mano para restaurar a su pueblo a la paz, toda oposici�n es vana. La cosa est� hecha.

IV. EL ARREPENTIMIENTO LLEVA A TODA LA RENOVACI�N DE LA NATURALEZA DE UN HOMBRE. "El Se�or tu Dios circuncidar� tu coraz�n y el coraz�n de tu simiente". Los esfuerzos honestos despu�s de una vida justa nos muestran un coraz�n corrupto, un coraz�n propenso a amar el mal. El hombre que comienza a rezar por el perd�n pronto aprende a rezar por la pureza. Nada satisfar� la mente (cuando est� divinamente iluminado) por debajo de la regeneraci�n completa. El jud�o arrepentido descubri� que la circuncisi�n de la carne no efectuaba nada para disuadir del pecado; Ahora percibe que la circuncisi�n del coraz�n es la �nica salvaguarda real. En un d�a posterior, este cambio interno fue m�s claramente representado: "Quitar� el coraz�n de piedra de tu carne". En el mismo sentido, Jes�s prometi�: "Si ... guardas mis mandamientos, te enviar� otro Consolador, incluso el Esp�ritu de verdad, que mora contigo y estar� en ti".

V. EL ARREPENTIMIENTO EN HOMBRES DESPIERTA LA ALEGR�A M�S ALTA EN DIOS. "El Se�or nuevamente se regocijar� por ti para siempre". Entonces Jes�s mismo afirm�: "Hay gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente". Por razones que no podemos comprender, el bienestar del hombre es un asunto de gran inter�s para Dios. La uni�n de la naturaleza y el inter�s entre el hombre y Dios es �ntima. "Su gloria es grande en nuestra salvaci�n". Para llevar todos sus prop�sitos y empresas a un tema exitoso, tiffs es una fuente de la m�s alta alegr�a para Dios. "Se regocijar� con nosotros cantando". La alegr�a de Jehov� ante la plenitud y belleza de la creaci�n fue grande; cien veces mayor ser� su alegr�a por el �xito final de la redenci�n. El Mes�as "ver� el trabajo de su alma, y ??quedar� satisfecho". - D.

Deuteronomio 30:11-5

Verdad revelada clara y disponible.

Las mentes deshonestas suelen alegar que la verdad religiosa es rec�ndita, contradictoria, dif�cil de entender. Sus obligaciones tambi�n, afirman, son impracticables, m�s all� del poder del hombre para cumplir. La autocomplacencia y la impiedad nunca han fallado en formular excusas para su rechazo de la Palabra Divina. Pero las excusas no les sirven de nada. El hombre indolente durante mucho tiempo aprendi� a decir: "Hay un le�n en el camino". La investigaci�n honesta pronto encuentra que la verdad de Dios es "digna de toda aceptaci�n".

I. OBSERVE LA AUTORIDAD DE LA PALABRA DE DIOS. Es un "mandamiento". Se trata de hombres con todo el car�cter de una ley. No es posible que lo tratemos como queramos. No se nos permite mutilarlo ni desmembrarlo; no se nos permite aceptar una parte y rechazar una parte. Como en un �rbol, la savia viva se encuentra con cada rama, rama y hoja, de modo que no podemos arrancar la parte m�s peque�a sin romper la corriente vital; entonces cada parte de la Escritura de Dios es instinto con alta autoridad, ni podemos descuidar el menor mandamiento sin desafiar la majestad del cielo. Estamos obligados a inclinar nuestra voluntad a ella; en ning�n grado doblar� sus requisitos para satisfacer nuestros gustos.

II LA PERSPICUIDAD DE LA PALABRA DE DIOS. Sus verdades esenciales est�n dentro del alcance de cada mente. Todo hombre sabe lo que es amar; ese amor se debe de cada hombre a su Hacedor. Todo ni�o sabe lo que significa la obediencia; esa obediencia se debe al Padre de nuestros esp�ritus. En verdad, algunos hechos relacionados con el mundo eterno son tan profundos que, como las profundidades del oc�ano, la raz�n humana no puede comprenderlos. Pero estos no son los hechos que est�n en la base de la seguridad y la esperanza del hombre. Los deberes pr�cticos relacionados con la virtud y el bienestar son tan claros que incluso un ni�o puede comprender. Cualquiera que sea la dificultad en el camino de la obediencia humana, no radica en la neblina o el significado incierto de la revelaci�n. La dificultad est� dentro de un hombre, no sin �l. Los objetos de la fe se revelan claramente; solo queremos un ojo para discernirlos.

III. EL ALOJAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. Por parte de la verdad b�blica, hay una aptitud exquisita para satisfacer la capacidad de las mentes de los hombres y las necesidades de sus almas. "La palabra est� cerca de ti; s�, en tu coraz�n". Existe un acuerdo perfecto entre la constituci�n del hombre y el contenido de la revelaci�n. La Biblia es la contraparte y complemento de la conciencia. Es obvio que el Se�or de la conciencia es el Se�or de las Escrituras tambi�n. La Biblia dice: "Pecaste"; y la conciencia admite el hecho. La Biblia dice: "Eres incapaz de salvarte a ti mismo". y la conciencia lo sabe verdad. La Biblia declara que la felicidad es inseparable de la obediencia; y la conciencia siente que es as�. Hay un testigo vivo en cada hombre (hasta que est� amordazado por el pecado) que da testimonio de la autoridad, la necesidad y la razonabilidad de la Ley de Dios.

IV. LA PR�CTICA DE LA PALABRA DE DIOS. "Para que puedas hacerlo". La verdad religiosa no se revela para satisfacer una curiosidad perspicaz, no para permitir el tema de la especulaci�n, sino �nicamente para promover la obediencia. Conocer los requisitos de Dios no nos traer� ninguna ventaja a menos que los hagamos de manera sincera y leal. Las creencias precisas y ortodoxas no transmiten, en s� mismas, vida ni alegr�a. La creencia correcta es est�ril y abortiva hasta que produce obediencia activa. No debemos ser juzgados en el tribunal de Dios por nuestras opiniones o teor�as, ni por nuestros credos religiosos; debemos ser juzgados por "los hechos hechos en el cuerpo". "Ten�a hambre y me diste carne", ser�n los motivos del veredicto judicial. El servicio pr�ctico es el fin y el prop�sito de la revelaci�n divina.

Deuteronomio 30:15-5

Una alternativa de elecci�n.

El poder del profeta para persuadir e influir en un pueblo es grande, indescriptiblemente grande; Sin embargo, no es irresistible. Tiene sus limites. Despu�s de todo lo que se le ha dicho, un hombre siente que la determinaci�n y la elecci�n descansan en s� mismo. La raz�n puede estar convencida; el juicio puede dar un veredicto decidido; A�n as�, la inclinaci�n puede inclinarse desmesuradamente hacia el lado m�s d�bil y desconcertar todos los c�lculos prudentes. El intenso anhelo de Mois�s por la riqueza del pueblo es un espect�culo sublime de devoci�n generosa, una instancia incomparable de patriotismo ardiente. Invocando todos sus poderes de atractivo persuasivo y apasionado, hace un esfuerzo final para ganar las tribus para Dios. Tenemos aqui-

I. L�NEAS ALTERNATIVAS DE CONDUCTA. Todos los cursos posibles de la vida se reducen a dos, uno de los cuales cada hombre debe tomar; Se excluye un tercer curso. Los dos se describen por separado.

1. Se describe el curso de la lealtad:

(1) Por el estado del coraz�n del hombre. "Amar al Se�or tu Dios". Esto determina todo lo que sigue: la ra�z de la cual brotan todas las flores y frutos de la obediencia. Este amor surge de una correcta apreciaci�n de Dios. "�l es tu vida", s�, la vida de tu vida. Sin �l, la vida es una sombra, un sue�o, llamativo. "En �l vivimos". "Cristo es nuestra vida", la fuente de toda fortaleza, bondad y alegr�a. Este amor surge de una relaci�n cercana. El es nuestro Dios; ha entrado en un pacto de amor con nosotros, uni� para siempre sus intereses con los nuestros.

(2) Por el h�bito de la vida del hombre. �l "camina en los caminos de Dios". De esa manera �l encuentra a Dios. Es la carretera del rey. �l tiene compa��a diaria con Jehov�. Todos sus gustos y deseos son gratificados. Su voluntad es dulcemente consentida en la voluntad de Dios. Constantemente avanza en la bella vida. El no se detiene; �l camina.

(3) Por su pr�ctica obediencia. "Guarda sus mandamientos y sus estatutos". Los guarda en la memoria y los tiene en cuenta en cada paso que da. Est�n escritas en la tabla de su coraz�n; Brillan en caracteres brillantes en todas sus acciones. Los protege de los ataques de otros. As� como las tablas de piedra del Dec�logo se conservaron en el arca del pacto, as� tambi�n en el arca m�s espaciosa del coraz�n de un hombre bueno, se guardan los mandamientos de Dios.

2. As�, tambi�n, se describe el curso de la deslealtad:

(1) Como aversi�n a Dios. "Si tu coraz�n se aparta". A trav�s de la ignorancia, el prejuicio, el orgullo o la indulgencia sensual, los hombres crecen en la aversi�n a Dios, hasta que su nombre es odioso, su presencia es un verdadero infierno. La repugnancia a Dios es la librea que visten.

(2) Es la sordera sin sentido. "Para que no escuches". El o�do es solo un instrumento; El poder efectivo proviene de una fuente m�s profunda. Poco a poco nos ponemos en una condici�n en la que escuchamos solo lo que deseamos escuchar. El grueso de los hombres se ha vuelto sordo a la voz de Dios.

(3) Es un cumplimiento d�bil de la tentaci�n. T� "ser�s arrastrado". La costumbre de la mayor�a de los hombres es flotar con la corriente. Ceden sin pensar en la influencia del ejemplo p�blico. Hacen lo que otros hacen, hablan como otros lo dictan.

(4) Como servicio ignorable de �dolos. "Y adorar a otros dioses". El hombre debe adorar un poco. Es una necesidad de su ser. �l no es aut�nomo; ni puede estar satisfecho de s� mismo. �l adora el poder, la riqueza, la moda, la fama social, el destino, el diablo.

II EXPERIENCIA ALTERNATIVA

1. El curso de lealtad asegura:

(1) Todo muy bien. Lo bueno no siempre es aparente, no siempre inmediato. Sin embargo, incluso las experiencias de dolor y calamidad prueban en �ltima instancia para el alma obediente un verdadero bien. Las tormentas del invierno son tan necesarias para la mejor vida como el c�lido aliento de la primavera. Todo lo que es sabio, puro, excelente, elevador, noble, �til, se gana en el camino de la obediencia. Cada etapa realizada es una nueva entrega del bien.

(2) Asegura el aumento de n�meros. La multiplicaci�n r�pida fue, humanamente hablando, la seguridad de Israel. De esta manera, podr�an superar en n�mero a sus enemigos. A trav�s de nuestros hijos, la bendici�n y la alegr�a vienen. As� es en las cosas espirituales. Saboreamos la alegr�a m�s alta cuando nos convertimos en los canales de la vida de Cristo para los hombres. Anhelamos tener muchos compa�eros geniales en el camino al cielo.

(3) Asegura la bendici�n divina. "El Se�or tu Dios te bendecir�". Las posesiones externas no contienen bendiciones en s� mismas. Las tierras m�s ricas, las escenas m�s bellas de la tierra, est�n desprovistas de encanto, siempre que est�n envueltas en una oscuridad absoluta. Es la luz del favor de Dios lo que convierte la posesi�n en bendici�n. Por lo tanto, el peque�o de los justos es mejor que la abundancia de los imp�os. Si la bendici�n de Dios est� en nuestros estados, eso los hace seguros. Esa bendici�n es el n�cleo y la m�dula de la verdadera prosperidad. Esa sola bendici�n da fragancia y alegr�a a la vida. Esta bendici�n est� asegurada por el juramento de Dios.

2. Pero el curso de la deslealtad est� marcado por la experiencia opuesta.

(1) Es una experiencia del mal. La mesa puede gemir bajo la profusi�n de comida delicada, pero hay una escasez de comida para el alma. El cuerpo puede ser mimado, pero hay delgadez en el esp�ritu. Las riquezas pueden aumentar, pero diariamente corrompen la mente. Puede haber risas ruidosas, pero solo cubre la tristeza interior y el dolor oculto. No se santifica la tristeza. El verdadero hombre est� muerto de hambre y arruinado.

(2) Existe una inseguridad angustiosa. Somos ricos hoy; Puede que seamos pobres ma�ana. "No prolongar�is vuestros d�as en la tierra". Aparte del favor de Dios, no tenemos la vida de un d�a, ni la certeza de que cualquier posesi�n nuestra continuar�. Vivimos al borde de un volc�n. La tierra tiembla bajo nuestros pies.

(3) Hay un sentido de la maldici�n divina. Una vida de deslealtad es una vida de guerra constante con Dios, un conflicto con la omnipotencia. Cada plan que hacen los hombres imp�os es un plan para eludir y derrotar a Dios. Y saben que no pueden tener �xito permanentemente. Hay un manto oscuro sobre cada perspectiva: una noche de tristeza cerr�ndose en su peque�o d�a. La maldici�n de un buen hombre es una terrible calamidad: �qu� debe incluir la maldici�n de Dios?

III. DESTINO ALTERNATIVO

1. El destino del buen hombre es la vida. Esto significa la vida en su medida m�s completa, en su forma m�s elevada, en sus desarrollos perpetuos. Gradualmente, todos los elementos de debilidad, dolor y descomposici�n ser�n eliminados. En comparaci�n con la vida futura de los justos, la vida presente no es m�s que la infancia: la debilidad e ignorancia de la infancia. La vida que se promete a los justos es nada menos que la vida de Dios. "Seremos como �l".

2. El destino de la deslealtad es la destrucci�n. "Seguramente perecer�s". Esto incluye la decepci�n: el colapso repentino de todas las esperanzas terrenales. Abarca la verg�enza y el reproche p�blico. El desleal ser� el hazmerre�r del universo. Estar�n cubiertos de confusi�n. Este destino oscuro incluye remordimiento conmovedor. Los injustos sabr�n, para su m�s profundo dolor, que podr�an haber sido salvados si lo hicieran. Tal desesperaci�n desconcierta toda descripci�n.

IV. ELECCI�N INSTANT�NEA DEMANDADA. No podemos hacer otra cosa que admirar la condescendencia de Dios al suplicar tan pat�ticamente a los hombres.

1. Hay instrucciones completas. "He puesto ante ti la vida y la muerte". Se proporciona cada elemento de informaci�n necesaria; y se espera un examen personal de los hechos espirituales. Todo hombre est� obligado a investigar, reflexionar, juzgar.

2. Hay un comando autorizado. "Te mando". Del lado del precepto justo hay autoridad suprema. Toda apelaci�n de Dios es una apelaci�n a la parte m�s noble de nuestra naturaleza: a la conciencia. Cada solicitud del tentador es un llamado al apetito y la pasi�n.

3. Hay una s�plica tierna. A las actividades de la sabidur�a y la autoridad se agrega el impulso del amor. Si el amor benevolente del hombre lo impulsa a usar todas las medidas para volver lo desleal a Dios; �Cu�nto m�s profundo debe ser el amor de Dios, del cual el afecto del hombre no es m�s que una leve adulaci�n! Con todo el pathos que la simpat�a humana puede prestar para suplicar a Mois�s suplica, "por lo tanto, elige la vida".

4. El cielo y la tierra son convocados para escuchar la solemne acusaci�n. Los �ngeles notan la fidelidad de los profetas de Dios. Todo el cielo est� interesado en la obediencia del hombre. La alegr�a del cielo se eleva a nuevas alturas con cada adhesi�n de s�bditos leales. Y todos los habitantes de la tierra est�n interesados ??en nuestra obediencia, ya sea que sientan ese inter�s o no. La historia futura de este mundo est� en nuestras manos, est� siendo moldeada por nuestros actos. Lo que somos hoy determina cu�l ser� la pr�xima generaci�n. Cada hombre que escucha la convocatoria celestial toma una decisi�n de inmediato, si no en forma, pero en realidad. Cada hombre est� escribiendo el epitafio para su tumba, �preparando su veredicto para el �ltimo caso! �No podemos hoy pronosticar nuestro destino final?

HOMILIAS POR R.M. EDGAR

Deuteronomio 30:1

La restauraci�n de los jud�os.

Tan segura es la apostas�a y el juicio sobre la tierra, que Mois�s lo asume como un hecho consumado, y luego pronostica una restauraci�n de la "naci�n dispersa" en caso de su arrepentimiento. Debe haber un regreso penitente a Dios, y luego Dios los restaurar� y los bendecir� abundantemente. Fue este principio el que se llev� a cabo en la restauraci�n de Babilonia, y el que se llevar� a cabo en cualquier restauraci�n futura de Israel. Tenemos aqu� la raz�n de ser de las misiones jud�as.

I. LA PENITENCIA DE ISRAEL ES EL PRELIMINAR DE ESTA RESTAURACI�N. Habiendo surgido su cautiverio y dispersi�n de su Dios de abandono, es razonable que su penitencia preceda a su restauraci�n. En la cuesti�n del restablecimiento de los jud�os en Palestina no necesitamos entrar aqu�. El Dr. Brown, quien ha escrito tan bien en el segundo advenimiento y, de manera concluyente, creemos que no ser� anterior al milenio, tambi�n ha abogado por la restauraci�n de Israel en su propia tierra. � Sin embargo, esto puede ser, de una cosa podemos estar seguros, que la restauraci�n espiritual de Israel preceder� a cualquier restauraci�n local. Ser�n restaurados a Dios antes de ser restaurados, si es que lo ser�n, a Palestina.

II PARA LA EVANGELIZACI�N DE LOS JUD�OS, LAS IGLESIAS CRISTIANAS DEBEN DEVOTARSE INTELIGENTEMENTE. Ganarlos por y para el evangelio es el servicio m�s importante que podemos prestarles. Ning�n movimiento del tablero de ajedrez pol�tico es tan importante como ganarlos para Dios. Cuando, adem�s, la restauraci�n local es problem�tica, mientras que la restauraci�n espiritual es el preliminar indispensable para cualquier buena fortuna, el deber de los cristianos es m�s claro. El evangelio de Jes�s debe adaptarse a las circunstancias peculiares de Israel y presionarles con toda la dulce persuasi�n que garantiza la gracia cristiana.

III. �LAS MISIONES JUD�AS SON LA VERDADERA COMPENSACI�N POR LA PERSECUCI�N DE LOS JUD�OS, AL QUE, ALAS! Todav�a est�n en algunos trimestres sometidos. Debe recordarse que la persecuci�n a Israel, aunque permitida como una justa retribuci�n por su rechazo a Dios, puede ser procesada con un esp�ritu tan imp�o que implique sobre los perseguidores la maldici�n merecida de Dios. Debido a que puede haber Shylocks entre los jud�os, no hay raz�n para que los hombres se venguen de ellos. De hecho, el Se�or amenaza con poner las maldiciones sobre sus perseguidores, cuando se han vuelto hacia �l.

Si esto es as�, entonces es deber del pueblo cristiano repudiar toda persecuci�n de los jud�os como tal, y organizar el trabajo de la misi�n que pueda traer la verdad y las demandas de Dios ante la mente y el coraz�n de su pueblo antiguo. Esto demostrar� la verdadera compensaci�n para ellos. Los tranquilizar� bajo el sufrimiento y el juicio, y les permitir� olvidar en las alegr�as de una nueva vida los dolores y los juicios de la antigua. Adem�s, el trabajo misionero emprendido por el pueblo de Dios puede evitar los juicios del Dios Todopoderoso merecido por las naciones que han perseguido a los jud�os. Es un gran agradecimiento que Inglaterra y Estados Unidos tengan una puerta abierta para Israel y no simpaticen con sus actuales opresores.

IV. EL FUTURO DE ISRAEL ES EXCEDER EN GLORIA EL PASADO. Esto parece claro en este pasaje. El desarrollo jud�o debe exceder todos los desarrollos pasados. Deben tener una poblaci�n poderosa, una gran riqueza, y Dios debe regocijarse por ellos para siempre. No consideramos que una organizaci�n nacional sea esencial para influir. El cristianismo es ahora, por ejemplo, el factor m�s poderoso en la sociedad humana y, sin embargo, no lo es, organizado a nivel nacional. Si los jud�os, por sus raros poderes ling��sticos, por su coraje paciente, por su singularidad de objetivo, se convirtieran al convertirse al cristianismo en el factor misionero predominante en el mundo, entonces podemos ver en tal restauraci�n una influencia m�s poderosa y bendecida que si ellos amueblado al mundo una nueva l�nea de reyes famosos. No son las dinast�as, sino la devoci�n de la gente, lo que hace que un pueblo sea poderoso. Los reinos sobre los cuales los hombres gobiernan pueden no estar definidos en el libro de estatutos o en los tratados. Hay reinos ejercidos por hombres humildes, devotos y portadores de cruz, que explican el reinado del nazareno crucificado. Es a esta dominaci�n espiritual en la que confiamos que Israel todav�a vendr�.

Y esto demostrar� su gloria. Porque la gloria no consiste en el empleo de la fuerza f�sica y mec�nica, sino en el ejercicio de la abnegaci�n y la dedicaci�n del esp�ritu. Como Carlyle ha dicho en 'Sartor Resartus', "El primer acto moral preliminar, la aniquilaci�n de uno mismo (Selbst-todtung), se hab�a llevado a cabo felizmente; y los ojos de mi mente estaban ahora sin sellar y sus manos sin ce�ir". Son ellos quienes se han dado cuenta de esto quienes est�n en el camino de la gloria real. De su pr�stamo de dinero y de su dinero, los jud�os, por el cristianismo, a�n ser�n liberados, para dedicarse de una manera m�s excelente a los intereses de la humanidad. � R.M.E.

Deuteronomio 30:11-5

La revelaci�n en la puerta del hombre.

Tenemos un pensamiento muy bello insertado por Mois�s con respecto a la proximidad y la manejabilidad, si se nos permite el pensamiento, de los mandamientos de Dios. Es utilizado por Pablo en la misma conexi�n, y tan adaptado al evangelio como para mostrar su tenor pr�ctico ( Romanos 10:6). Y aqu� observar�amos

I. LAS NOCIONES EXTRAVAGANTES SON ENTRETENIDAS DE LO QUE DEBE SER UNA DIVINA REVELACI�N. Se cree que deber�a tratarse de un asunto lejano, al que nadie m�s que esp�ritus ser�ficos podr�a volar; tan alto como el cielo, y que requiere vastos poderes y esfuerzos para llegar. O se piensa que es tan rec�ndito como los asuntos que yacen en el lecho de las profundidades del mar, exigiendo aparatos de buceo que pr�cticamente lo pongan fuera del alcance de los mortales comunes. Esta es la noci�n favorita de los cr�ticos seguros de s� mismos, que una revelaci�n divina debe ser algo que solo los acad�micos puedan lograr, apreciable solo por los genios de la humanidad.

II PERO COMO HECHO, LA REVELACI�N DE DIOS SE BAJA A LA PUERTA DE CADA HOMBRE. Dios baj� al monte Sina� y habl� a la gente directamente. El problema entonces era que estaba demasiado cerca, demasiado hogare�o; le deseaban m�s lejos. Luego vinieron los profetas, y durante mil quinientos a�os la palabra se acerc� mucho a los hombres. Finalmente, el Hijo de Dios se encarn�, y era el Hermano de cada hombre, y trajo el mensaje tan cerca de los hombres que solo los orgullosos escaparon. Todo el genio de la revelaci�n est� contenido en las palabras notables: "Te doy gracias, Padre, Se�or del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y prudentes, y las has revelado a los beb�s. Aun as�, Padre: porque as� te pareci� bien a la vista "( Mateo 11:25, Mateo 11:26). La revelaci�n es para los beb�s; para hombres de esp�ritu infantil, no infantil; para hombres que han dejado de lado su orgullo y presunci�n, y pueden tomar la verdad con confianza del Padre Infinito.

La idea es seguramente monstruosa de que Dios no puede partir su pan Divino lo suficientemente peque�o para sus hijos humanos; que nadie, excepto los hombres de cierto calibre mental, puede obtener la comida o digerirla. Seguramente es un plan adivino traer la verdad tan claramente a casa que nadie tiene ninguna excusa para rechazarla.

III. DEJE CADA UNO DE NOSOTROS RENUNCIAR A NUESTRAS GRANDES EXCURSIONES TANTO SKYWARD Y SEAWARD, Y RECIBAN EL MENSAJE DE DIOS TRAIDO CERCA DE NOSOTROS POR SU HIJO. El orgullo siempre lleva a los hombres a alguna aventura a�rea o acu�tica, buscando las alturas del cielo en el ala de la fantas�a o de la especulaci�n, o explorando las profundidades m�s profundas, aparentemente para encontrar la verdad y Dios. Se invoca la filosof�a, y todo se pone a prueba. Ahora, todo esto debe ser sacrificado antes de recibir la verdad. Debemos humillarnos y reconocer la verdad que trajo a Jesucristo a nuestra puerta. Si necesit�ramos un esfuerzo tremendo para alcanzar la verdad, nos jactar�amos de haber tenido �xito con ese esfuerzo. Si dependiera de grandes poderes mentales y luchas, tomar�amos el cr�dito de ambos. Pero el hecho es que est� tan cerca de cada uno de nosotros, y tan claramente en casa, que ninguno de nosotros puede jactarse de nuestro descubrimiento, �sino que solo nos rega�amos de que estuvo tanto tiempo cerca de nosotros y por tanto tiempo pasado por alto!

IV. ES AQU� QUE DEBEMOS COMENZAR CON LOS JUD�OS. Como regla general, est�n tan llenos de orgullo y de importancia de servidumbre, que el evangelio se pasa por alto en su gloriosa proximidad y adaptaci�n. Piensan que son ling�istas y pensadores que nadie puede instruirlos, y el resultado es que la simplicidad del evangelio escapa a su atenci�n por completo. La grandeza de lo que es simple y comprensible para todos los que no est�n demasiado orgullosos para considerarlo debe ser instada con seriedad. La disculpa que ahora se necesita no es lo que sigue a la especulaci�n a su m�xima altura o profundidad, y se jacta de aprender tanto como el objetor; pero lo que se mantiene firme sobre la simplicidad de la revelaci�n como la prueba suprema de que es Divino. Nos parece que algunas de las disculpas a las que nos tratan ahora son tan pedantes como las que desean convencer, y, en un concurso de mera pedanter�a, seguramente ser�n derrotados. M�s bien deber�amos asegurarles a los hombres que es la pedanter�a y el orgullo lo que les impide descubrir la maravillosa revelaci�n que yace tan cerca de nosotros. Dejemos que Gentile y Jew renuncien al cansado vagabundeo, la obra de orgullo "will-o'-the-wisp", y reconozcan al Dios que est� tocando a la puerta de cada hombre.

Deuteronomio 30:15-5

Muerte y vida ante la gente.

En esta sincera palabra que concluye una secci�n de su discurso al pueblo, Mois�s est� resumiendo su liberaci�n. Havernick lo ha llamado "el pasaje cl�sico" sobre el tema de la muerte y la vida tal como se entiende en los tiempos del Antiguo Testamento. "Cierra la puerta de la verdadera comunidad de vida (Lebensgemeinschaft)", dice Havernick, "el pecador solo pone una vida simulada (Scheinleben), sin Dios, perdurando y promoviendo la ruina en s� mismo, hasta que la muerte f�sica, con sus terrores, supere �l. El castigo divino se manifiesta al pecador como la muerte ". Consideremos lo que aqu� se sugiere. Y-

I. DIOS ES LA FUENTE DE LA VIDA. �l estaba antes de todas las cosas; en �l viven, se mueven y tienen su ser; por �l todas las cosas consisten. La vida f�sica es de �l; pero tambi�n, y de una manera mucho m�s plena, es la vida espiritual. El hombre interior es de �l y depende de �l para su sustento. Y cuando su Hijo unig�nito vino al mundo, le dio vida en s� mismo ( Juan 5:26), de modo que solo de �l se pod�a decir: "En �l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres "( Juan 1:4). Reconocemos en Dios, por lo tanto, "la Fuente de las aguas vivas", de la cual, para su propio gran da�o, los hombres se est�n separando, como si las cisternas rotas de su propia excavaci�n pudieran calmar su sed (Jeremias 2:13).

II El amor nos une a esta fuente espiritual. Cuando amamos a Dios con todo nuestro coraz�n, alma, mente y fuerzas, descubrimos que hemos comenzado a vivir. Por otro lado, la vida sin amor es solo una vida fingida, y lleva dentro de s� misma el "Anathema Maranatha" (cf. 1 Corintios 16:22). El amor coloca nuestro coraz�n al nivel de Dios, y las riquezas de su vida fluyen hacia nosotros. Como Emerson, al escribir regalos, dice: "El regalo, para ser verdad, debe ser el fluir del donante hacia m�, correspondiente a mi flujo hacia �l. Cuando las aguas est�n a un nivel, entonces mis bienes pasan a �l y a su para m�. Todos los suyos son m�os, todos los m�os son suyos ". Es exactamente en este esp�ritu magn�nimo que Dios trata con aquellos que lo aman. Toda su vida y plenitud fluyen hacia nosotros; no podemos, por supuesto, tomar todo en nuestra medida es peque�a, pero estamos llenos a nuestra capacidad con toda la plenitud de Dios ( Efesios 3:18).

III. EL AMOR DA NACIMIENTO A NUEVA OBEDIENCIA. Si amamos a Dios, guardaremos sus mandamientos ( Juan 14:15). A los ojos del amor, sus mandamientos no son penosos ( 1 Juan 5:3). Nuestra carne se encuentra al hacer la voluntad del que nos env�a, y al terminar su trabajo ( Juan 4:34). Decimos con el Maestro: "Me deleito en hacer tu voluntad, Dios m�o; s�, tu ley est� dentro de mi coraz�n" (Salmo 40:8). Y as�, en los t�rminos del pasaje que tenemos ante nosotros, caminamos en los caminos de Dios y guardamos sus mandamientos, estatutos y juicios.

Ahora, esta obediencia fortalece la vida espiritual. As� como el ejercicio vigoriza el cuerpo, el trabajo espiritual fortalece el alma. No solo encontramos descanso al venir a Jes�s, sino un refrigerio al tomarnos su yugo y su carga ( Mateo 11:28).

IV. TAL VIDA DE ADJUNTO Y OBEDIENCIA A DIOS TENDE A PERPETUAR NUESTRO PODER Y EXISTENCIA. En igualdad de condiciones, una vida religiosa tiende a perpetuar el poder f�sico. La calma que impregna las facultades, el ejercicio saludable que administra la dedicaci�n a Dios, la liberaci�n del miedo que la religi�n otorga ante toda posible vicisitud y cambio, todo esto favorece la salud y la longevidad. Por supuesto, el cristianismo no necesita ahora testimonios externos como estos. Muchos santos est�n enfermos y mueren j�venes; pero la religi�n nunca hizo que su enfermedad fuera m�s grave, ni acort� su carrera en un solo d�a. Habr�an sido menos f�ciles en su enfermedad, y habr�a cortado su hilo de la vida m�s r�pidamente, si hubieran sido extra�os a sus soledades y alegr�as.

V. LA SEPARACI�N DE LA FUENTE DE VIDA ES MUERTE. En este sorprendente pasaje, mientras "bien" y "vida" van de la mano, tambi�n lo hacen "muerte" y "mal". La idea en la muerte no es el cese de la existencia, sino la separaci�n de Dios. Ad�n y Eva murieron el d�a que dudaron del amor de Dios y comieron la fruta. Dejaron de no existir ese d�a, pero murieron por la comuni�n con Dios. Por lo tanto, no debemos asociar una visi�n de aniquilaci�n con la idea b�blica de la muerte. Los hombres mueren cuando se separan de Dios tan realmente como la rama quebrada del tallo. El pecado es la madre de la muerte ( Santiago 1:15). Lo saca a luz, porque separa el alma del que es la Fuente de la vida.

Los jud�os descubrieron en su experiencia nacional lo mortal que es desobedecer a su Dios y apartarse de �l. Tampoco cesar�n sus calamidades hasta que regresen a �l. Mientras tanto, �que nos aseguremos de que nos unimos con confianza y amor a Dios, y que tengamos una vida cada vez m�s a su favor!

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Deuteronomy 30". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/deuteronomy-30.html. 1897.