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Ezequiel 17

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-24

EXPOSICI�N

Ezequiel 17:2

Proponga un acertijo, etc. Nuevamente hay un intervalo de silencio, hasta que se le sugiera otro tema a la mente del profeta y se elabore elaboradamente. Esto lo describe como un "enigma" (la misma palabra que los "discursos oscuros" de N�meros 12:8, las "preguntas dif�ciles" de 1 Reyes 10:1). Le asignar� el ingenio de sus oyentes o lectores para interpretarlo, por lo que se une ( Ezequiel 17:12) a la interpretaci�n. Esa interpretaci�n nos permite fijar la ocasi�n y la fecha de la profec�a. Era el momento en que Sedequ�as buscaba fortalecerse contra Nabucodonosor mediante una alianza egipcia.

Ezequiel 17:3

El �guila con grandes alas y pi�ones largos (versi�n revisada) probablemente el �guila real, la especie m�s grande del g�nero, representa Nabucodonosor, como lo hace en Jeremias 48:40; Jeremias 49:22. En Isa�as 46:11 el "p�jaro voraz" representa a Ciro. Posiblemente la cabeza de �guila del dios asirio Nisroch ( 2 Reyes 19:37; Isa�as 37:38) puede haber impreso el simbolismo en la mente de Ezequiel. Una etimolog�a dudosa da "el gran �guila" como el significado de Nisroch. Los colores de los buzos indican la variedad de las naciones bajo el dominio del rey ( Daniel 3:4: Daniel 4:1). Si se eligi� el cedro como s�mbolo de la monarqu�a de Jud�, se dedujo que el L�bano, como hogar especial del cedro, deber�a ocupar su lugar en la par�bola. Posiblemente el hecho de que uno de los palacios m�s majestuosos de Salom�n era conocido como la "casa del bosque del L�bano" ( 1 Reyes 7:2; 1 Reyes 10:17, 1 Reyes 10:21 ) puede haber hecho que el simbolismo sea especialmente sugerente. La palabra para la rama m�s alta es peculiar de Ezequiel (aqu� y en el vers�culo 22). La rama as� arrastrada fue llevada a "una tierra de tr�fico" (hebreo, LXX; y Vulgate, "una tierra de Cana�n", la palabra se generaliza en su significado, como en Ezequiel 16:29), es decir a Babilonia, como preeminentemente la ciudad mercante de la �poca. Esto, por supuesto, se refiere a la deportaci�n de Nabucodonosor de Jecon�as y los ciudadanos m�s eminentes de Jerusal�n ( 2 Reyes 24:8).

Ezequiel 17:5

La semilla de la tierra es Sedequ�as, a quien Nabucodonosor hizo rey en lugar de Jecon�as. Las im�genes del sauce (la palabra hebrea solo aparece aqu�) parecen sugeridas por los alrededores de Ezequiel. Ning�n �rbol podr�a destacarse en mayor contraste con el cedro del L�bano que los sauces que vio crecer junto a las aguas de Babilonia (Salmo 137:2, aunque la palabra es diferente). La elecci�n del sauce determin� el resto de las im�genes, y el campo fruct�fero y las grandes o "muchas" aguas (Versi�n revisada) representan a Jud�, posiblemente con referencia a que en su medida es una "tierra de arroyos de aguas". "fuentes y profundidades" de "trigo, cebada y vino" ( Deuteronomio 8:7-5; Deuteronomio 11:10-5). El reino de Sedequ�as, es decir; qued� con elementos suficientes para la prosperidad material. Esa prosperidad se indica en el vers�culo 6 por el hecho de que el sauce se convirti� en una vid. Era de "baja estatura", de hecho, arrastr�ndose por el suelo. No podr�a reclamar la grandeza de un reino independiente. Sus ramas giraron hacia la maceta (vers�culo 6); sus ra�ces estaban debajo de �l. Reconoci�, es decir, la soberan�a de Nabucodonosor, y as�, si las cosas continuaran como estaban, podr�a haber prosperado.

Ezequiel 17:7

El otro gran �guila es, por supuesto, Egipto, luego bajo Apries, o Fara�n-Hophra (Jeremias 44:30). Notamos la ausencia de los "pi�ones largos" y los "muchos colores" del primer �guila. Egipto no era tan fuerte, ni su influencia se extend�a sobre una gran variedad de naciones como Babilonia. A ese �guila la vid doblaba sus ra�ces, es decir; como en Ezequiel 17:15, Sedequ�as cortej� la alianza de Fara�n, y confi� en sus carros, la mentira era regar la vid, que se volvi� hacia �l desde los lechos de su plantaci�n (Versi�n Revisada).

Ezequiel 17:8

Ezequiel repite, como justificando la acci�n de Nabucodonosor, que su primera intenci�n hab�a sido dejar a Sedequ�as en condiciones que le hubieran dado a su reino una buena medida de prosperidad. La vid podr�a haber dado fruto.

Ezequiel 17:9

El profeta, como su contempor�neo Jerem�as (Jeremias 37:7), como su predecesor Isa�as ( Isa�as 30:1), est� en contra de esta pol�tica de una alianza egipcia. La pregunta que hace, como profeta de Jehov�, implica una respuesta negativa. El destino del fracaso fue escrito en todos esos proyectos. El he de la siguiente pregunta no es Nabucodonosor, sino indefinido, como los franceses. Para las hojas de su primavera, lea, con la versi�n revisada, hojas frescas que brotan; o, las hojas de su brote. La versi�n autorizada y la versi�n revisada de la �ltima cl�usula parece afirmar que Nabucodonosor tendr�a una victoria f�cil. No se necesitar�a un gran poder o mucha gente para arrancar tal vid de sus ra�ces. Adopto, con Keil e Hitzig, la representaci�n, no con gran poder o mucha gente, los hombres podr�n levantarla desde sus ra�ces; es decir, ninguna fuerza de Egipto u otros aliados deber�an poder restaurar a Jud� de sus ruinas. Su ca�da fue, por el momento, irrecuperable (comp. Vers�culo 17).

Ezequiel 17:10

La pregunta, �prosperar�? viene con todo el �nfasis de la iteraci�n. El viento del este es, como en otros lugares, el s�mbolo de un poder abrasador y devastador ( Ezequiel 19:12; Oseas 13:15; Jon�s 4:8; Job 27:21). Para surcos, lea camas, con la versi�n revisada. En la facilidad de los caldeos, que vinieron del este, hab�a una adecuaci�n especial en el simbolismo.

Ezequiel 17:12, Ezequiel 17:13

La par�bola ha sido hablada. Ezequiel, despu�s de la pausa impl�cita en el vers�culo 11, ahora se convierte en su int�rprete. Y esa interpretaci�n debe dirigirse a la "casa rebelde" ( Ezequiel 2:3, Ezequiel 2:6) en la que vivi�. Probablemente, incluso entre los exiliados de Tel-Abib hubo algunos que abrigaban la esperanza del �xito de la alianza egipcia y de la ca�da del poder de Babilonia como resultado. Los tiempos son mejores en el pasado indefinido: "vino", "tom�", "trajo", y as� sucesivamente en el vers�culo 13. La historia de la deportaci�n de Jecon�as y del juramento de fidelidad de Sedequ�as ( 2 Cr�nicas 36:13) es recapitulado �l se detiene especialmente en el hecho de que los poderosos de la tierra se hab�an llevado con Jecoutah. La pol�tica de Nabucodonosor era privar al reino de todos sus elementos de fortaleza, dejarlo "desnudo". Incluso los alba�iles. herreros y carpinteros fueron llevados, para que no se usen para preparaciones b�licas ( 2 Reyes 24:16). No pudo levantarse solo. Era suficiente si "al mantener su pacto" se le permit�a mantenerse en pie.

Ezequiel 17:15

Para que le dieran caballos. Los "carros y caballos" de Egipto parecen, a lo largo de toda su historia, haber sido su principal elemento de fortaleza. Vea el tiempo de Mois�s ( �xodo 14:7), de Salom�n ( 1 Reyes 10:28, 1 Reyes 10:29), de Roboam ( 2 Cr�nicas 12:3 ), de Ezequ�as ( Isa�as 31:1: Isa�as 36:9). �Prosperar�? Lo que se hab�a preguntado en la par�bola tambi�n se pregunta, en t�rminos id�nticos, en la interpretaci�n. Ezequiel presiona a casa el cargo de perfidia y rebeli�n. Como Jerem�as, �l ve a Nabucodonosor como reinante por un derecho divino.

Ezequiel 17:16

Ezequiel repite la predicci�n de Ezequiel 12:13. La prisi�n de Babilonia, bajo la mirada del rey contra quien se hab�a rebelado; Este iba a ser el resultado de la alianza con Egipto. La profec�a probablemente se escribi� cuando las esperanzas de Sedequ�as y sus consejeros estaban en su punto m�s alto, cuando los caldeos, de hecho. levant� el asedio en anticipaci�n de la llegada del ej�rcito egipcio (Jeremias 37:5). Ezequiel, como Jerem�as (loc. Cit.), Declar� que el alivio ser�a temporal.

Ezequiel 17:17

Al montar monturas, etc .; mejor, con la versi�n revisada, cuando montan monturas. Las palabras describen las operaciones estrat�gicas, no de los egipcios contra los caldeos, sino de los caldeos, cuando se recuperaron de su primera alarma, contra Jerusal�n ( 2 Reyes 25:1; Jeremias 39:1). Los egipcios, predice Ezequiel, ser�an impotentes para evitar ese segundo y decisivo asedio. En los vers�culos 18 y 19, el profeta enfatiza el hecho de que este ser�a el castigo justo de la perfidia de Sedequ�as.

Ezequiel 17:20

Las palabras reciben un significado especial por ser id�nticas a las que Ezequiel hab�a pronunciado en Ezequiel 12:13, con la adici�n de que el pecado contra Nabucodonosor como el vicegerente de Jehov�, fue un pecado contra Jehov� mismo como el Dios de la fidelidad. y la verdad. All�, en Babilonia, el verdadero car�cter de su pecado debe ser llevado a la conciencia del rey ciego y cautivo. Lo que sigue en Ezequiel 12:21, de manera similar, reproduce Ezequiel 12:14, Ezequiel 12:15.

Ezequiel 17:22

Desde el mensaje de merecido castigo, el profeta pasa a la promesa de restauraci�n. El cedro de Israel no est� muerto. Jehov�, a su debido tiempo, tomar�a la rama m�s alta, por tierna y delgada que pudiera ser, la verdadera heredera de la casa de David, y tratar�a con ella mucho m�s de lo que lo hab�a hecho el conquistador caldeo. "tierra de traffick" �sc. hab�a tra�do a Jecon�as a Babilonia. Jehov� plantar�a su rama sobre la "monta�a de la altura de Israel" ( Isa�as 2:2; Miqueas 4:1). No deb�a ser como un sauce en un lugar bajo, sino florecer, fiel a su origen como un cedro, de modo que "todas las aves de cada ala" deb�an habitar a la sombra de sus ramas (comp. Ezequiel 31:3, donde se usa la misma imagen de Asiria; y Mateo 13:32). Al igual que con las profec�as similares en Isa�as 11:1 y Isa�as 53:2 (donde el "tierno" encuentra un paralelo), las palabras pintan un ideal nunca hist�ricamente realizado, pero encontrar un cumplimiento parcial en Zorobabel y la reconstrucci�n de Jerusal�n y el templo, fusion�ndose en la visi�n a�n incumplida del reino del Mes�as y la restauraci�n de Israel. A Ezequiel, como a otros profetas, no se le dio a conocer los tiempos y las estaciones, ni siquiera la forma de cumplir sus esperanzas; y cuando pronunci� palabras en mosaico, la visi�n puede no parecer alquitranada, sino cercana.

Ezequiel 17:24

Todos los �rboles del campo, etc. Como el cedro del L�bano representa aqu� la casa real de David, los otros "�rboles" representan a las naciones vecinas, que se consideran testigos, primero la extra�a postraci�n y luego el extra�a resurrecci�n de la casa y el poder de Jud� e Israel. El pensamiento, que reproduce el de 1 Samuel 2:7, encuentra un eco en Lucas 1:51, Lucas 1:52. Quiz�s se pueda rastrear otro eco de las palabras en el "�rbol verde" y el "seco" de Lucas 23:31. Aqu�, entonces, tambi�n, como en Lucas 16:1; el enunciado que comienza con el juicio termina en misericordia. Detr�s de la imagen del rey ciego y desacreditado, el profeta ve el del Rey Divino ideal en la plenitud de su majestad y poder.

HOMIL�TICA.

Ezequiel 17:2

Un acertijo y una par�bola.

En el presente caso, el enigma y la par�bola son uno, expres�ndose el enigma en forma de par�bola. Ambas formas oblicuas de expresi�n son caracter�sticas de la literatura oriental y aparecen con frecuencia en las p�ginas de la Biblia. Consideremos sus ventajas.

I. El acertijo. Este no es un simple rompecabezas para divertir; ni se propone molestar y confundir al oyente. A diferencia de nuestro acertijo inactivo, tiene un grave prop�sito.

1. Para llamar la atenci�n. Se requiri� que Ezequiel profetizara a personas con ojos ciegos y o�dos sordos ( Ezequiel 12:2). Los m�todos de instrucci�n directa no hab�an logrado impresionar a sus oyentes somnolientos. Llamado a probar m�s medios estimulantes, el profeta ahora se lanza a par�bolas y acertijos. La novedad del m�todo puede ser deseable en la expresi�n de viejas verdades familiares. Es in�til predicar si no tenemos los o�dos de la audiencia. Sin embargo, es peligroso sorprender a la reverencia por excentricidad fr�vola. No hab�a nada fr�volo en el enigma de Ezequiel: era grave e incluso sublime; tampoco hab�a nada exc�ntrico al respecto, sigui� un m�todo reconocido.

2. Provocar el pensamiento. Si bien una declaraci�n directa puede no ser comprendida con fuerza solo porque es inteligible en un momento, una frase oblicua, que exige pensar para comprenderla, puede hundir lo m�s profundo en la mente. No solo es requisito que veamos la verdad; tambi�n debemos tomarlo audazmente. Una comprensi�n f�cil de esto no satisface todas sus demandas, y no solo debemos pensar en ello, sino pensar en hacerlo, utilizando nuestras propias mentes. La verdad as� sostenida es realmente nuestra propia posesi�n.

3. Para soportar. El acertijo se recordar� f�cilmente y se transmitir� f�cilmente. La verdad no es propiedad privada de su descubridor ni de su primer oyente. Es la herencia de todos; Reclama el recuerdo eterno. Queremos que la ense�anza de la misma diga y se quede.

II La par�bola. El enigma de Ezequiel fue lanzado en forma de par�bola. Por lo general, el enigma parece haber sido del car�cter de una par�bola, aunque quiz�s, por regla general, sea m�s breve y menos f�cil de interpretar que una par�bola ordinaria; p.ej. compare el enigma de Sans�n con la par�bola de Jotham ( Jueces 14:12 y Jueces 9:7). El uno es brusco y enigm�tico; el otro m�s completo y m�s f�cil de entender. La forma parab�lica del habla tiene sus propias ventajas peculiares. Compartir las tres ventajas del enigma ya discutido, es decir. llama la atenci�n, provoca pensamientos y aguanta, aunque en una forma m�s leve cuando la par�bola es m�s simple y menos concisa que el enigma, se compensa por cualquier inferioridad aparente al enigma en estos aspectos mediante la posesi�n de ciertos puntos buenos propios. Consideremos su misi�n especial.

1. Tomar posesi�n de la imaginaci�n. La par�bola apela a la facultad pict�rica. Maneja la verdad en su aspecto po�tico m�s que filos�fico. Por lo tanto, es realista, ya que nada es tan realista como la poes�a, nada pinta tan sobre nuestro ojo interior las cosas que est� describiendo en palabras. Ahora, no es suficiente que debamos entender la verdad en palabras y en una idea desnuda. Queremos verlo, manejarlo, sentir el brillo y el poder de su presencia.

2. Para conectar la verdad con los hechos presentes. La par�bola trae el cielo a la tierra. Cuando se trata de cosas terrenales, las pone en relaci�n con objetos m�s cercanos. Por lo tanto, muestra que los temas que trata est�n estrechamente relacionados con nosotros. La teolog�a se discute demasiado como si perteneciera a la estrella Sirio. Las par�bolas nos recuerdan que pertenece a nuestra tierra. Siguiendo analog�as con la naturaleza y la vida, indican v�nculos de conexi�n entre lo material y lo espiritual, entre la naturaleza y Dios, y tambi�n entre la naturaleza y el hombre.

Ezequiel 17:3

La par�bola de las dos �guilas.

I. LA PRIMERA �GUILA Y EL CEDRO. El �guila es el rey de Babilonia. El cedro es la casa de David. Nabucodonosor cort� las ramas m�s altas de este �rbol cuando deport� a Joacim y su corte a Babilonia.

1. Dios usa instrumentos poderosos. El �guila es el rey de los p�jaros. El que se describe aqu� es de esplendor excepcional, con plumaje abigarrado ( Ezequiel 17:3). Nabucodonosor fue el monarca m�s poderoso de su �poca, y llev� consigo la gloria de la conquista sobre varias naciones, junto con los recursos que extrajo de ellos, que se sumaron al barrido de sus poderosas alas de victoria. Sin embargo, este horrible tirano era un t�tere en manos del Rey de reyes, quien lo us� para elaborar profundos dise�os de providencia.

2. La grandeza terrenal no es seguridad contra la ruina. La casa de David era grande, antigua y gloriosa, como un cedro del L�bano entre los �rboles del bosque. Ning�n ganado del campo pod�a arrancar las ramas m�s altas que ondeaban orgullosamente al viento. Pero el �guila se abalanz� sobre ellos, los arranc� y se los llev� a su lejano escondite, con mayor facilidad que si hubieran sido ramas oscuras de arbustos bajos. La grandeza de la casa de David no protegi� a Joacim contra Nabucodonosor cuando el monarca babil�nico se apoder� de ese miserable rey y lo llev� cautivo a Caldea. Hay una exaltaci�n terrenal que brota del favor del cielo. Sin embargo, cuando se pierde ese favor, toda su gloria anterior no lo salvar�. Que nadie se jacte de sus privilegios y logros; son escudos endebles ante los ardientes dardos del juicio.

II LA SEGUNDA �GUILA Y LA VID. Este �guila es el fara�n de Egipto. La vid es Sedequ�as, a quien Nabucodonosor estableci� como rey en Jerusal�n en lugar de Joaqu�n.

1. Es mejor ser fruct�fero que famoso. Si Sedequ�as hubiera actuado sabiamente, podr�a haber tenido una venta, aunque un reinado humilde. Ya no pod�a gobernar con orgullo, como Joacim antes que �l, como la rama superior de un glorioso cedro; pero como una vid joven y humilde, d�bil y peque�a, podr�a dar buenos frutos. Una vida humilde y �til es mejor que una de pretensiones orgullosas, y m�s segura tambi�n; porque la vid no habr�a atra�do al �guila destructora si hubiera crecido en silencio.

2. Los d�biles est�n tentados a buscar ayuda ineficiente. La vid atrajo a un segundo �guila. Sedequ�as busc� una alianza con el fara�n. Esta era una mala pol�tica, ya que seguramente provocar�a la venganza de Babilonia, e incluso el poder del antiguo imperio de Egipto ser�a desigual para hacer frente al poder enfurecido del �ufrates, incluso si el Fara�n demostraba ser fiel a su alianza en el hora de necesidad Pero Sedequ�as era m�s que pol�ticamente tonto. Hab�a perdido la fe en Dios, el �nico protector seguro de Israel. Los hombres conf�an en las pol�ticas, el dinero, la amistad, etc. Pero ninguna alianza terrenal ahorrar� en la hora de mayor necesidad.

3. La confianza en una defensa sin valor conducir� a la ruina. Es mejor que la vid nunca haya atra�do al segundo �guila. Sedequ�as sufri� gravemente al apoyarse en Egipto. Si pasamos de nuestro verdadero Refugio a cualquier soporte terrenal, no solo encontraremos que nos fallan; Tambi�n provocaremos ira y juicio. La astucia enga�osa solo agravar� el destino del pecador. La traici�n de Sedequ�as hizo su destino m�s seguro.

Ezequiel 17:10

�Prosperar�?

I. LA PROSPERIDAD SE BUSCA NATURALMENTE DESPU�S. Las falsas ideas de prosperidad pueden cegarnos en cuanto a su verdadera naturaleza. Hay una prosperidad que nadie necesita codiciar, un �xito mundano que deja al alma hambrienta, est�ril y sin savia. Puede ser m�s bendecido sufrir los est�mulos estimulantes de la adversidad que sufrir una prosperidad tan falsa. Pero la prosperidad real es natural y justamente deseada. Nadie deber�a contentarse con hacer naufragar la vida. Es posible que no alcancemos los objetos que ponemos delante de nosotros mismos, y nunca podremos lograr un gran �xito a los ojos de los hombres. Pero que nuestras vidas se rompan en la ruina es lo que m�s lamentaba. La pregunta, "�prosperar�?" Por lo tanto, se debe preguntar con ansiedad natural. Podemos preguntarlo con respecto a

(1) el alma;

(2) la Iglesia;

(3) una empresa espec�fica.

II LA PROSPERIDAD PUEDE FALTARSE F�CILMENTE. La vid en la par�bola no prosper�. La diplomacia de Sedequ�as fue un fracaso. Muchos hombres hacen naufragio de la vida. Las iglesias se hunden en la muerte. La consulta debe volver a las posibles causas de falla.

1. Un falso objetivo. Sedequ�as solo pensaba en su propio trono. No dio pruebas del genuino patriotismo que hubiera preferido el bienestar de la naci�n a su propia seguridad. El ego�smo puede ganar el �xito mundano. Pero es seguro matar de hambre las ra�ces de la prosperidad del alma.

2. Una falsa confianza. Sedequ�as confi� en Fara�n en lugar de Dios. Si buscamos prosperidad en cualquier regi�n sin tener en cuenta nuestra confianza en Dios, estamos cortejando el fracaso, porque con �l est�n los problemas de la vida.

3. Un personaje falso. Sedequ�as no solo se apoy� en una ca�a rota confiando en Egipto; actu� traidoramente al hacerlo. El enga�o es fatal para el alma. El fraude nunca asegura la verdadera prosperidad, aunque puede ganar terreno terrenal.

III. LA PROSPERIDAD NO NECESITA PERDERSE. Aqu�, nuevamente, debemos tener en cuenta la naturaleza de la verdadera prosperidad. No todos podemos ser ricos o exitosos en empresas terrenales. Pero ninguna alma necesita ser destruida, ya que est� dentro del poder de todos alcanzar una vida que se considerar� exitosa a la vista de Dios. Deber�amos asegurarnos de que tenemos el secreto de esta prosperidad.

1. Viviendo para Dios. Esto nos dar� un objetivo correcto. El alma que vive para s� misma, para el mundo, para cualquier objetivo inferior, corre hacia las rocas. Pero nadie que realmente viva para Dios puede fallar por completo.

2. Confiando en Dios. No es f�cil perseguir este alto objetivo; de hecho, es imposible hacerlo sin la ayuda de la gracia divina. La vida de fe es la �nica vida perfectamente pr�spera. Los h�roes de la fe cuya fama se celebra en Hebreos 11:1. todos fueron realmente exitosos, aunque muchos sufrieron y algunos murieron como m�rtires.

IV. La prosperidad vale la pena preguntar. La pregunta de Ezequiel es pertinente. Todo lo dem�s puede parecer justo, pero si esta pregunta vital recibe una respuesta negativa, todos los dem�s puntos de excelencia no cuentan para nada, o incluso dicen en contra de nosotros en burla del �nico defecto fatal. La vida puede ser c�moda; la Iglesia puede ser sana y ortodoxa, o popular y atractiva; El plan de trabajo puede ser inteligente y original. Pero, �de qu� sirven todas estas caracter�sticas agradables si van a terminar en fracaso?

Ezequiel 17:18, Ezequiel 17:19

El pacto roto.

Al recurrir a Egipto para protecci�n, Sedequ�as hab�a roto la fe con Nabucodonosor; pero hab�a hecho peor, porque hab�a roto el pacto entre Dios y la casa de David.

I. LA INCERTIDUMBRE AL HOMBRE ES LA INCERTIDUMBRE A DIOS. Todo pecado contra el hombre es tambi�n pecado contra Dios. La segunda tabla de mandamientos yace sobre la primera, y una violaci�n de uno implica una violaci�n del otro. David confiesa que hab�a pecado contra Dios, y solo contra Dios (Salmo 51:4), aunque su crimen fue cometido directamente contra Ur�as el hitita. El pr�digo penitente se acusa de haber pecado contra el cielo y ante su padre ( Lucas 15:18). Dios entra en todos los arreglos terrenales. El juramento es un llamado directo a Dios para que haga esto; pero sin un llamamiento tan solemne, Dios no puede dejar de tomar nota de todo lo que decimos y hacemos, y como Guardi�n de la verdad y la justicia, considerar� que cualquier infidelidad terrenal est� mal contra s� mismo.

II AQUELLOS QUE SE HAN COMPROMETIDO AL SERVICIO DE DIOS, SON ESPECIALMENTE INFELICES CON ELLOS CUANDO SON INFELIOS CON SUS HOMBRES. Sedequ�as era el rey de una naci�n del pacto, y su trono estaba atado por el solemne pacto de Dios con David. Era, por lo tanto, en un sentido especial un siervo de Dios. Si el sirviente se porta mal en el mundo, su Amo debe tomar nota del hecho. Es un error contra el Maestro, quien es deshonrado por su conducta vergonzosa. Cuando un hombre profeso cristiano muestra una falta de integridad ante el mundo, su pecado se intensifica en contraste con su alta profesi�n. Es malo para la persona com�n ser infiel, pero cuando un caballero de t�tulo honrado muestra el mismo fracaso de car�cter, trae desgracia a su orden. Si alguien que se presenta ante los hombres como cristiano demuestra ser deshonroso en los negocios, lesiona el santo Nombre de su Maestro y rompe la fe con el Dios a quien ha prometido servir.

III. LA INCERTIDUMBRE A UN PACTO CON DIOS ES UN PECADO HEINOSO. Los jud�os eran peculiarmente privilegiados; por eso su pecado fue especialmente culpable. Estaban obligados a la fidelidad por promesas excepcionales; su deslealtad era, por lo tanto, la m�s culpable. Los cristianos ahora est�n en la antigua posici�n de los jud�os.

1. Los cristianos son peculiarmente privilegiados. No solo reciben las misericordias generales de Dios que todos los hombres pueden compartir. Son part�cipes de sus bendiciones de pacto m�s selectas. Jesucristo, quien ha prometido el nuevo pacto en su sangre, ha tra�do consigo las m�s altas bendiciones. Que los cristianos caigan en pecado es doblemente culpable.

2. Los cristianos est�n especialmente comprometidos. Si tomamos el nombre cristiano, incurrimos en obligaciones cristianas. Los votos de Dios est�n sobre nosotros. Estamos comprometidos con la lealtad a Cristo. No es pecado com�n romper los votos del servicio cristiano. El profeta llam� a este pecado adulterio en Israel. Lleva la verg�enza y la culpa de ese ultraje al honor.

Ezequiel 17:22, Ezequiel 17:23

Cristo, el nuevo cedro.

Despu�s de palabras de oscuridad y ruina, aparece la maravillosa profec�a mesi�nica de restauraci�n y bendiciones futuras. Algunas veces esta profec�a se expresa en t�rminos generales; pero aqu� el Mes�as personal se predice claramente bajo la imagen de un disparo tomado del cedro ca�do.

I. LA PLANTACI�N DEL NUEVO CEDRO.

1. Es un corte del viejo cedro. Ese �rbol orgulloso y alguna vez venerable ha sido cruelmente desgarrado por el feroz �guila. Una de sus ramas m�s altas fue llevada, porque Joaqu�n fue llevado a Babilonia. Pero otro brote del mismo �rbol est� destinado a un futuro glorioso. Cristo es del linaje de David. Se le llama el Siervo de Dios, "la Rama" ( Zacar�as 3:8). La gente aclam� a Jes�s como el "Hijo de David" ( Mateo 20:30). Cristo viene como Rey, y viene a cumplir las antiguas promesas de Dios a David. �l une el presente al pasado y logra en s� mismo lo que el trono de David no hab�a logrado.

2. Aparece como una ramita delgada. Se dijo de Cristo: "Crecer� delante de �l como una planta tierna y como una ra�z de tierra seca" ( Isa�as 53:2). Jes�s entr� al mundo en el estado humilde del infante Hijo de una mujer pobre, y su vida terrenal fue de humillaci�n y leves logros visibles.

3. Est� plantado en una monta�a.

(1) En Sion. Cristo aparece en la colina sagrada de Si�n. Fue recibido con hosannahs mientras sub�a a Jerusal�n. Su verdad se reflej� primero en el juda�smo, y en beneficio de la gente de Sion.

(2) En exaltaci�n. Cristo fue exaltado por Dios, aunque present� una apariencia humilde a los hombres.

(3) En un lugar visible. Cristo apareci� abiertamente ante los hombres. Su evangelio es para el mundo.

II EL CRECIMIENTO DEL NUEVO CEDRO.

1. Es crecer en tama�o. Producir� ramas. El corte se convierte en un cedro. La semilla de mostaza se convierte en un gran �rbol. Cristo no solo creci� en estatura, sabidur�a y gracia como un Ni�o ( Lucas 2:14). Luego creci� en poder, perfeccion�ndose por las cosas que sufri� ( Hebreos 5:8, Hebreos 5:9), y siendo exaltado a la diestra de Dios a causa de su gran ser. sacrificio en la cruz. Cristo contin�a creciendo en la extensi�n de su reino, en el progreso de la Iglesia, que es su cuerpo.

2. Es ser fruct�fero. "Y dar fruto". Este cedro es para compartir los m�ritos de la vid. Grande como el monarca del L�bano es ser fruct�fero como las tiernas plantas de la vi�a. Cristo no solo es grande y exaltado, y siempre est� creciendo en el poder de su reino. �l da gracia. Su fruto es para la curaci�n de las naciones. �l es el pan de vida, y su gente se alimenta de �l. El cristianismo no es simplemente un gran �xito, como el mahometanismo. Es una bendici�n para el mundo tan beneficioso como victorioso. Las grandes monarqu�as orientales fueron destructivas, trayendo una explosi�n del desierto sobre los pa�ses que conquistaron. El reino de los cielos es saludable y fertilizante, promueve la bondad, la empresa, la civilizaci�n. Los donantes simplemente admiramos a un gran Se�or en su grandeza solitaria, como un pico alpino horrible y est�ril. Estamos agradecidos con Aquel que es como un �rbol fruct�fero.

3. Es para pagar el refugio. Las aves deben posarse en sus ramas y refugiarse de la tormenta bajo su follaje. As� fue para estar con el �rbol de mostaza ( Mateo 13:31).

(1) Cristo es un refugio.

(2) Su refugio es para todos los que lo necesitan, ya que debajo del cedro "habitar�n todas las aves de cada ala".

Ezequiel 17:24

La gran inversi�n.

El gran �rbol debe ser derribado y marchitado, mientras que el crecimiento bajo debe plantarse en lo alto y florecer. Esto fue cierto para Sedequ�as y Cristo, como para Sa�l el rey y David el pastor. Se reconoce en el Magnificat ( Lucas 1:52); porque la humilde Mar�a de Nazaret es honrada cuando las grandes familias de Jerusal�n son despreciadas. El principio que ilustra es se�alado por Cristo, quien nos dice no solo la verdad general de que "el primero ser� el �ltimo y el �ltimo primero", sino tambi�n su justificaci�n moral. "Cualquiera que se enaltezca ser� humillado, y el que se humille ser� enaltecido" ( Mateo 23:12).

I. EL HECHO DE LA GRAN REVERSI�N.

1. La humillaci�n de los grandes. Esto toma dos formas.

(1) Rango rebajado. El gran cedro ser� derribado. La verg�enza sigue al honor.

(2) Recursos agotados. El �rbol verde est� seco. La prosperidad terrenal es seguida por la miseria, la plenitud de los recursos por la penuria.

2. La exaltaci�n de lo bajo. Esto tambi�n toma dos formas, correspondientes a la humillaci�n.

(1) Mayor rango. El �rbol bajo est� exaltado, y la ramita se convierte en un poderoso cedro. Entonces, el humilde Jes�s se convierte en el gran Cristo, y el humilde servidor de Dios es elevado a la gloria celestial.

(2) Condici�n mejorada. El �rbol seco florece. La buena causa, una vez deprimida, levanta la cabeza y se vuelve pr�spera. Esto se vio en el crecimiento y el �xito del cristianismo primitivo despu�s de la verg�enza de la cruz y la consiguiente depresi�n del estado terrenal de los disc�pulos de Cristo. Jesucristo predijo una gran inversi�n similar en el futuro juicio del mundo.

II LA CAUSA DE LA GRAN REVERSI�N.

1. Se le atribuye a Dios. �l es quien hace grande, y tambi�n hace bajo. El rango m�s elevado no est� fuera del alcance de su terrible mano de justicia; el estado m�s bajo no est� por debajo de su condescendencia. La gran providencia del barrendero abraza a todos los hombres.

2. Est� condicionado por el car�cter humano. Dios no es caprichoso. No le rencor� la prosperidad a sus hijos. No hay N�mesis que amenace el �xito humano aparte del de la justicia contra el mal hacer. La prosperidad inocente no es vista con desaprobaci�n por Dios. La envidia ego�sta con la que los desafortunados est�n tentados a perseguir a sus hermanos m�s felices no puede encontrar justificaci�n en los caminos de Dios. Por otro lado, la desgracia actual no es en s� misma un motivo para un favor futuro, aunque puede ser una s�plica por simple compasi�n y misericordia necesaria. Los altos no son hacia el este solo porque son altos, ni los bajos se exaltan �nicamente porque son bajos. Cristo nos ha dado el secreto de la gran inversi�n en el pasaje ya citado, a saber. la humillaci�n es el castigo de la b�squeda de uno mismo, y la exaltaci�n es la recompensa del sacrificio de uno mismo. Esa es la gran lecci�n que San Pablo extrae de la cruz de Cristo ( Filipenses 2:4).

III. EL RECONOCIMIENTO DE LA GRAN REVERSI�N. "Todos los �rboles del campo lo sabr�n", etc. El juicio providencial de Dios es p�blico; as� ser� el gran juicio.

1. La verg�enza de la ca�da de los grandes no puede ocultarse. Las altas reputaciones se han pisoteado en el fango.

2. La fama de la exaltaci�n de lo bajo no se mantendr� en secreto.

3. Estos hechos contienen lecciones de advertencia para los orgullosos y ego�stas, y aliento para los humildes y desinteresados. Est�n destinados a ser notados.

4. Glorifican a Dios, quien se muestra justo y bueno, y poderoso contra los fuertes.

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

Ezequiel 17:4

Una ciudad de mercaderes.

Una designaci�n adecuada de Babilonia la grande, el centro mismo y el emporio del comercio en el Este. La deportaci�n de los hombres principales entre los jud�os de su propia tierra a Mesopotamia se describe pict�ricamente bajo la similitud de la rama m�s alta del cedro del L�bano llevado por el gran �guila asiria lejos hacia el este "en una tierra de tr�fico" y establecido en "un ciudad de comerciantes ". La descripci�n de Babilonia es aplicable a los grandes centros de poblaci�n en nuestra propia tierra y en otras, que sirven tanto para concentrar como para difundir los productos que constituyen una parte tan grande de la riqueza del mundo, y que sirven para la conveniencia y el lujo humanos. . Como un factor importante en la civilizaci�n, tales ciudades deben considerarse a la luz de la reflexi�n y la religi�n.

I. LAS CIUDADES COMERCIALES SON UNA EXPRESI�N DE UNA TENDENCIA PROFUNDA DE NATURALEZA HUMANA. Hay, de hecho, impulsos que alejan y a�slan a los hombres; pero hay otros que los unen. Somos por naturaleza sociales; tenemos simpat�as naturales; dependemos uno del otro; solo vivimos intelectual y moralmente en virtud de nuestro intercambio mutuo. No solo eso; los hombres encuentran su inter�s y placer en asociaciones cercanas de diversos tipos. Es para su beneficio mutuo reunirse para el intercambio de servicios. Por lo tanto, de acuerdo con las leyes impuestas a nuestra constituci�n por el Creador de todo lo que los hombres se re�nen en las ciudades. En esos centros poblados, los ocupados y activos, los laboriosos y los influyentes, encuentran margen para el ejercicio de sus poderes. Los artesanos y comerciantes, las abejas de la colmena social, pasan en la vida de la ciudad casi toda su existencia terrenal. E incluso aquellos cuya vocaci�n es m�s distintivamente intelectual, y que prefieren la jubilaci�n y la tranquilidad, todav�a no se dejan aislar de las ocupadas guaridas de los hombres; pero de vez en cuando, si no fuera por una breve temporada, se sumerge en la marea r�pida y vertiginosa de la humanidad que se extiende por la capital de su pa�s.

II LAS CIUDADES COMERCIALES SON LA ESCENA DE EXPERIENCIAS MUY VARIADAS Y DE FRICCI�N EXACTA DE MENTE CON MENTE. En comparaci�n con los que se dedican a actividades rurales, los habitantes de las ciudades son r�pidos y emprendedores. Se ponen en contacto con m�s frecuencia entre s�, y cada hombre encuentra diariamente una variedad de personajes mucho m�s rica. Est�n m�s listos para asimilar nuevas ideas y formar nuevos h�bitos. En las ciudades hay grandes contrastes. La vida del trabajador agr�cola y la del se�or del campo no se contrastan tanto como la vida del artesano y la del comerciante. En c�vica, la riqueza y el lujo est�n al lado de la pobreza y la miseria. Los pobres tienen menos que cuidar de ellos, y los ricos tienen menos reclamos y responsabilidades naturales. Hay una carrera y lucha por la riqueza y la posici�n, lo que convierte a una gran ciudad en el tema natural del francotirador del c�nico y la invectiva del sat�rico. Sin embargo, debajo de todo esto, hay muchas cosas en la vida de la ciudad que no pueden sino considerarse con inter�s y admiraci�n; y el desprecio que se siente por la gente del pueblo es a menudo un prejuicio superficial.

III. CIUDADES COMERCIALES ALREDEDOR DE TENTACIONES AL PECADO. Hay un lado malo y uno bueno de la vida en la ciudad. En la carrera por la riqueza hay muchas oportunidades de robo, peculaci�n, malversaci�n de fondos y falsificaci�n, y el deseo generalizado de enriquecimiento r�pido proporciona motivos a los que demasiados tarde o temprano se rinden. En una vasta poblaci�n, se hacen provisiones para diversi�n y emoci�n, y para una gratificaci�n cruel, y en este remolino, multitudes de j�venes, despreocupados y que buscan placer bajan, para nunca surgir. Existe la posibilidad de ocultamiento en las grandes ciudades, por lo que se alienta a muchos a formar h�bitos de autocomplacencia y disipaci�n, de los cuales podr�an verse restringidos en circunstancias m�s favorables por la suave presi�n de la influencia del hogar y la sana opini�n p�blica. No es de extra�ar que, cuando los padres env�an a un hijo a la metr�poli para ganarse la vida o para buscar una fortuna, sus mentes est�n angustiadas y ansiosas ante la idea de las m�ltiples tentaciones a las que debe estar expuesto el ni�o de muchas oraciones.

IV. LAS CIUDADES COMERCIALES SON LOS CENTROS Y FUENTES DE GRAN INFLUENCIA PARA BIEN Y MAL. Una gran capital, la sede del gobierno, de la literatura, de la fabricaci�n, del comercio, a menudo se compara con el coraz�n del cuerpo, de donde las corrientes de vida fluyen constante y regularmente para llegar al extremo m�s remoto. En las grandes monarqu�as, imperios y rep�blicas del mundo, �qu� gran papel han desempe�ado las ciudades en las que se han concentrado la riqueza y el poder, y por las cuales la pol�tica nacional ha sido moldeada en gran medida! �C�mo podr�a escribirse la historia de la humanidad sin referencia a Memphis, a N�nive, a Babilonia, a Roma, a Constantinopla, a Par�s, a Londres? La inteligencia y la riqueza, el lujo y el vicio, el patriotismo y el esp�ritu p�blico, la ley y la religi�n, se extienden desde los grandes centros de poblaci�n, industria y prosperidad, y afectan a las regiones m�s remotas.

V. CIUDADES COMERCIALES ANTE OPORTUNIDADES ESPECIALES PARA TRABAJOS DE BENEVOLENCIA Y EVANGELIZACI�N. Abundan en esp�ritu empresarial y p�blico, y estos pueden emplearse tan verdaderamente en la iluminaci�n y la mejora de los hombres como en la adquisici�n de riqueza. Abundan en poblaci�n, y proporcionan personas de todos los grados de calificaci�n natural y adquirida para los diversos departamentos de utilidad cristiana. Abundan en riqueza; y los medios materiales son necesarios para la conducci�n de planes educativos, filantr�picos y misioneros. Tienen abundantes medios de comunicaci�n con localidades cercanas y lejanas, que puede desear alcanzar y afectar para siempre; desde ellos, los caminos irradian a cada parte de la tierra, y los barcos navegan a cada puerto. Estas y otras circunstancias conducen a la creencia de que nuestras grandes ciudades se convertir�n en el futuro, incluso m�s que en el pasado, en centros y ministros de bendici�n para la humanidad.

Ezequiel 17:5, Ezequiel 17:6

Prosperidad en la adversidad.

En lenguaje figurado, Ezequiel describe la posici�n del remanente permitido por el monarca de Babilonia para permanecer en la tierra de sus padres y para perseguir sus industrias en paz bajo sus propios gobernantes, disfrutando de la protecci�n del poder oriental. La poderosa �guila sufre la enredadera para echar ra�ces en el suelo, para extenderse y para dar fruto, sin molestias y en cierta medida pr�spera. El profeta es consciente de la conducta tonta y traidora de sus compatriotas, quienes, en lugar de aceptar y consentir en su suerte, son intrigantes. el estado vecino del sur, con la esperanza de que Egipto pueda ayudarlos y liberarlos de la sujeci�n a Babilonia. Una pol�tica m�s falsa y tonta que el remanente indefenso no podr�a haber adoptado; y era una pol�tica de Jehov�, el Rey de las naciones, Hid no sufrir para tener �xito. Incluso en su adversidad pol�tica, ten�an la posibilidad de disfrutar de cierta paz y prosperidad. Su complot estaba en contra de sus propios intereses, su propio bienestar.

I. LA HUMILLACI�N DE UNA NACI�N EST� PERMITIDA POR LA DIVINA PROVIDENCIA. Dios levanta uno, y establece otro. Es una visi�n tonta y superficial de los asuntos pol�ticos que toman quienes atribuyen el surgimiento y la ca�da de las naciones al azar y al accidente. El Se�or reina. Hay sabidur�a y justicia en su gobierno del mundo.

II LA HUMILIACI�N NACIONAL DEBE SER CONSIDERADA COMO UNA PRUEBA Y UNA DISCIPLINA PARA D�AS M�S BRILLANTES. Los que ven la mano de Dios en lo que les sucede no tardar�n en creer que hay un prop�sito en la experiencia humana, y que este principio se aplica tanto a las comunidades como a los individuos. Hay lecciones que aprender en la adversidad que la prosperidad no puede ense�ar. Adiestrado en el "desierto salvaje y aullador", Israel se hizo fuerte para entrar y poseer la tierra prometida. El mismo principio ha funcionado en la historia de nuestras propias naciones y de las de los �teres.

III. LA PROSPERIDAD RELATIVA, QUE ES POSIBLE INCLUSO EN LA HUMILLACI�N, PUEDE SER COMPROBADA Y DESTRUIDA POR LA SELFISHNESS Y LA TRACER�A. La pol�tica del remanente era esperar pacientemente tiempos mejores; y era su deber observar el pacto en el que hab�an entrado con Babilonia. La vid descontenta que buscaba otro patrocinio deb�a ser arrancada y marchitarse. El aumento de la prosperidad no debe buscarse por medios ilegales y prohibidos.

IV. LA PRESENTACI�N Y LA MEJORA DE LAS VENTAJAS DEL PACIENTE PUEDEN SER EL MEDIO DEL BIEN NACIONAL. Los s�bditos hijos de Abraham podr�an no ser eminentes y majestuosos como el cedro del L�bano. Pero podr�an ser �l como la vid fruct�fera, plantada en un vi�edo bien ubicado y bien vigilado, que da abundancia de fruta y no disfruta en vano de sus ventajas y oportunidades.

Ezequiel 17:11

Lo sagrado de los tratados.

El Antiguo Testamento abunda en ilustraciones de la influencia de la religi�n en la vida nacional y corporativa. En este pasaje de profec�a, Ezequiel reprende a sus compatriotas por su disco, por la intenci�n bajo el gobierno asirio, y por sus intrigas traidoras con Egipto. Hablando en nombre del Rey de reyes, los reprende por infracci�n deliberada de un pacto que estaban obligados a observar. Les muestra que la acci�n pol�tica puede ser pecaminosa, y que, en tal caso, el Gobernador Divino no sufrir� que quede impune.

I. LA JUSTICIA DE DIOS ES DISCERNIBLE EN LAS CALAMIDADES NACIONALES. Esto fue m�s evidente en el caso de Jud� e Israel, quienes por su deserci�n y apostas�a incurrieron en el desagrado justo del Todopoderoso Gobernante, y trajeron sobre s� mismos el juicio bajo el cual, en el tiempo de Ezequiel, estaban sufriendo. El rey de Babilonia hab�a venido a Jerusal�n, hab�a tomado a su rey y a sus pr�ncipes, y los hab�a llevado con �l a Babilonia; �l hab�a tomado la simiente del rey, y lo hab�a establecido en autoridad sobre el remanente en la tierra, para que el reino, aunque bajo, pudiera mantenerse. En todo esto, la mano justa de Dios era visible para toda mente observadora y reflexiva.

II LA MISERICORDIA DE DIOS ES DISCERNIBLE EN EL PACTO ENTRE LOS CONQUISTADORES Y LOS CONQUISTADOS. Jud� se habr�a encontrado con el destino que se merec�a si hubiera sido tratada como una provincia supeditada ordinaria. Pero la providencia de Dios orden� lo contrario. El Rey de Babilonia estaba dispuesto a tratar favorablemente con los hijos conquistados de Jud�. Hizo un pacto con Sedequ�as y le hizo un juramento. Por lo tanto, qued� algo parecido al autogobierno con los vencidos. Aunque sus jefes fueron llevados cautivos, aquellos a quienes se les permiti� permanecer lo hicieron bajo la soberan�a de un miembro de la casa real. Se nos ense�a a ver en este arreglo una evidencia del favor y la tolerancia del Alt�simo.

III. LA SANCI�N DE DIOS SE ACERCA DE LOS COMPROMISOS NACIONALES SOLAMENTE REALIZADOS Y RATIFICADOS. Un juramento es una s�plica a Dios, y �l no lo mantendr� inocente si toma su nombre en vano. Una naci�n puede apelar al cielo, al igual que un individuo. Los pueblos entran voluntariamente en ciertas relaciones entre s� en la gran comunidad de la humanidad. Tan seguro como hay un Todopoderoso Gobernante que balancea un cetro justo sobre las naciones, as� tambi�n lo sagrado se une a esas obligaciones que las naciones asumen entre s�. No son asuntos indiferentes y triviales, sino asuntos con los que est� ligada la vida moral de las naciones.

IV. EL DESPLAZAMIENTO DE DIOS ES SOBRE LOS QUE VIOLAN LOS TRATADOS SOLEMNOS. En un lenguaje de verdadera indignaci�n prof�tica, el profeta reprende al rey y a quienes actuaron con �l en rebeli�n secreta contra la corte de Babilonia, a cuyo favor deb�an cualquier existencia nacional que les quedara, y con quienes hab�an entrado en sagrado y vinculante tratado. "�Prosperar�? �Escapar� el que hace tales cosas? �Romper� el pacto y, sin embargo, escapar�?" El Eterno consider� esta conducta como un error, no tan rancho para Babilonia como para s� mismo. "Mi juramento lo ha despreciado; mi pacto lo ha roto". "�l ha transgredido contra m�". Es de temer que esta es una consideraci�n que nunca entra en la mente de algunos gobernantes y estadistas; piensan en el efecto de su conducta sobre los grandes y poderosos de este mundo, pero no se preguntan c�mo consideran su falsedad y su traici�n aquel que gobierna no solo en el cielo, sino tambi�n en la tierra.

V. LOS JUICIOS DE DIOS SUPERAR�N A LOS QUE TENGAN EN CUANTO EL INTER�S Y LA EXPEDIENCIA EN LUGAR DEL PRINCIPIO Y LAS PROMESAS. Se predijo que Jud� no ganar�a nada con su conducta enga�osa y b�sica. Fara�n no deber�a liberar a la gente con su poderoso ej�rcito. La conducta de Jud� debe ser recompensada por la interposici�n divina; el rey que se hab�a rebelado deber�a morir en medio de Babilonia, y no deber�a escapar; los fugitivos deber�an caer por la espada, y los que quedaran deber�an ser esparcidos hacia todos los vientos. La lecci�n es de importancia universal. Ya sean altos o bajos, los hombres que violen los pactos y no tengan en cuenta los compromisos en los que han entrado voluntaria y deliberadamente, no quedar�n impunes, no escapar�n de los juicios justos del Juez de toda la tierra.

Ezequiel 17:22, Ezequiel 17:23

El buen cedro.

Estos vers�culos contienen una profec�a que apenas puede considerarse susceptible de una interpretaci�n que deber�a referirse al establecimiento del trono de cualquier soberano terrenal humano. Por lo general, se considera que apunta al advenimiento del Mes�as. Esta esperanza surgi� con un poder irresistible en el coraz�n de Israel durante el per�odo de depresi�n por el cual la gente pas� como un juicio por su deserci�n, rebeli�n e idolatr�a. Mientras menos luz ofrec�a el presente, m�s cautivaban los cautivos y los conquistados que miraban hacia el oscuro futuro. Hubo quienes, como Isa�as y Ezequiel, se inspiraron para aumentar el coraje y las esperanzas de sus compatriotas al predecir la llegada de un Divino Libertador que deber�a ser levantado como un cuerno de salvaci�n en la casa de su padre David.

I. EL ORIGEN DE CRISTO DESDE UN DESPISADO Y OPRIMIDO, TODAV�A DESDE UN ACTO REAL. Los miembros de la casa real de David fueron, en la vida de Ezequiel, reducidos a debilidad y oscuridad comparativas. Tanto en el exilio oriental como en la tierra medio desierta del esplendor de sus padres, eran una raza desierta y abatida. Sin embargo, de ellos, de la rama m�s alta del alto cedro, Cristo seg�n la carne hab�a de venir.

II LA SELECCI�N Y EL NOMBRAMIENTO DE CRISTO EL TOKEN DEL FAVOR DE DIOS A SU GENTE. El Mes�as era "el Cristo del Se�or", y estaba destinado a ser "una luz para aligerar a los gentiles y la gloria del pueblo de Dios Israel". La soberan�a temporal podr�a perderse, pero deber�a establecerse una soberan�a espiritual.

III. EXALTACI�N, EMINENCIA Y GLORIA DE CRISTO. La ramita deb�a plantarse en "una monta�a alta y eminente", en "la monta�a de la altura de Israel". El Hijo de Dios fue de hecho "una planta de renombre". A �l se le dio una tarea de Nombre cada nombre, un reino que gobierna sobre todos. Se ha convertido, y ha permanecido durante largos siglos, en la �nica gran figura central en la historia de la humanidad. Su reino es m�s vasto y m�s glorioso que el imperio de Roma o de Inglaterra: un reino sobre los corazones humanos, sobre la sociedad humana, sobre la vida moral del hombre.

IV. LA OFICINA DE CRISTO COMO EL REFUGIO DE TODAS LAS NACIONES, LA DISPOSICI�N PARA TODA SU NECESIDAD ESPIRITUAL. El buen �rbol es "dar fruto" y "debajo de �l habitar�n todas las aves de cada ala". Este lenguaje metaf�rico y po�tico retrata por igual el alcance y la beneficencia del reinado espiritual del Salvador en la tierra y sobre los hijos de los hombres. Su influencia siempre crece. Por su generosidad, miles de personas reciben alimento espiritual. Debajo de su cuidado amoroso, los hombres de todas las razas encuentran paz y protecci�n, seguridad y. vida inmortal. � T.

Ezequiel 17:24

La soberan�a del Todopoderoso Gobernante.

La Biblia abunda en paradojas; y esto por la sencilla raz�n de que Dios no juzga y act�a como los hombres juzgan agregar acto. El hombre mira la apariencia externa, mientras que Dios mira el coraz�n. En muchos casos en la historia de las Escrituras, encontramos que los j�venes prefieren a los mayores, los insignificantes a los imponentes. Y Dios trata as�, no solo con individuos, sino con naciones. Levanta uno, y pone otro bajo. En el texto, este principio es evidente en su tratamiento de Israel. Los cautivos deben ser restaurados. La soberan�a terrenal podr�a pasar de la casa de David, pero el Se�or y Rey de los hombres ten�a la intenci�n de brotar, y brot�, de una poblaci�n que parec�a seca y muerta. Las grandes naciones del Este, una vez tan espl�ndidas y poderosas, han muerto con sus monarqu�as. Pero de Jud� surgi� el Hijo del hombre, quien es designado para reinar sobre la raza que redimi� del pecado a Dios.

I. LA DIVINA PROVIDENCIA DEBE SER RECONOCIDA EN LA ELEVACI�N Y DEPRESI�N DE LAS NACIONES. Los cambios que interesan, sorprenden y dejan perplejos al estudiante de historia humana no son accidentales; son forjados por leyes impuestas por el Divino Creador y Gobernante de toda la tierra.

II LA PROVIDENCIA DIVINA ES ESPECIALMENTE OBSERVABLE EN LA DECEPCI�N DE LAS EXPECTATIVAS HUMANAS Y EL GIRO DE LOS PLANES HUMANOS. De hecho, es un proverbio com�n: "Nada es seguro excepto lo inesperado". La fortuna de las naciones est� m�s all� de nuestra predicci�n. Los hombres admiran el �rbol alto; y se baja. Desprecian el �rbol bajo; y es exaltado Ellos predicen y esperan grandes cosas del �rbol verde; y se seca Cuentan el �rbol seco como apto solo para la quema; y hey! florece

III. LA PROVIDENCIA DIVINA DE NING�N MEDIO ES DIRIGIDA POR CAPRICE SIN RAZONES. Los prop�sitos de Dios pueden estar ocultos para nosotros; pero podemos estar seguros de que todos est�n inspirados y controlados por la raz�n infinita y la justicia perfecta. Nada ocurre entre las naciones que el Omnipotente no prev� y permite, que no anular� para su gloria.

IV. LA DIVINA PROVIDENCIA ORDENA LOS CAMBIOS ENTRE LAS NACIONES QUE EL HONOR PUEDE SER TOMADO POR EL HOMBRE Y PUEDE SER ATRIBUIDO A DIOS MISMO. Ser� glorificado por el trabajo de sus propias manos; y no le dar� su honor a otro. La historia universal, cuando est� completa, ser� un testigo pleno y manifiesto de la sabidur�a y de la benevolencia de Dios.

HOMILIAS DE J.D. DAVIES

Ezequiel 17:1

La par�bola de la vid.

El pecado de todo tipo tiene un poder pernicioso de cegar la mente del transgresor. El ladr�n no percibe la criminalidad de su acto. Se queja solo de la ley que es tan severa. El borracho no percibe la culpabilidad de su curso. �No puede ordenar su vida como le plazca? As� es en todos los casos, incluso en el caso del pecado secreto. El sentido moral est� cegado, enamorado, endurecido. En todos estos casos, se requiere alg�n m�todo ingenioso para convencer al juicio de su mal comportamiento. Esto a menudo se puede hacer por medio de una par�bola. Las personas a las que se dirige perciben la incongruencia o la locura expuesta en la imagen, antes de que perciban que se aplica a s� mismos: condenan su propia conducta. Este es el prop�sito de Ezequiel en este cap�tulo.

I. EL TIRO JOVEN PLANTADO. En este cap�tulo tenemos par�bola e interpretaci�n; por lo tanto, no hay margen para conjeturas que toquen el significado. Se dice que la tierna ramita fue sacada de un cedro en el L�bano. Por lo que L�bano era para Palestina en fertilidad y gloria natural, Jerusal�n estaba en eminencia pol�tica. Lo que el cedro es entre los �rboles, los pr�ncipes reales est�n entre la poblaci�n. Los j�venes m�s prometedores de la casa real hab�an sido trasplantados a Babilonia (ver Daniel 1:1, Daniel 1:2). Se hizo todo lo posible para capacitarlos para la utilidad y la eminencia.

II UNA SITUACI�N FERTIL. Fue plantado en "un campo fruct�fero", colocado "por grandes aguas". Se proporcion� todo lo que pod�a ministrar al crecimiento del �rbol. Las ventajas externas conferidas a Israel fueron excepcionalmente favorables. Dios hab�a tratado con ellos como no hab�a tratado con ninguna otra naci�n. Incluso cuando la ola de invasi�n los barri�, no permiti� que al principio los derribara por completo. El conquistador a�n lleg� a un acuerdo con ellos, lo que, si se manten�a honorablemente por su parte, podr�a haber llevado a una recuperaci�n de la independencia y el honor. El Dios del cielo segu�a siendo su amigo, y estaba en su coraz�n mostrarles todos los favores posibles. Ning�n enemigo era tan formidable como ellos mismos.

III. CRECIMIENTO ROBUSTO. "Creci� y se convirti� en una enredadera". "Produjo ramas y dispar� ramitas". Ten�a en s� misma abundancia de vida. Interpretado pol�ticamente, esto debe significar que Israel ten�a estadistas y guerreros competentes para la administraci�n de sus asuntos nacionales. Ten�a hombres de dones intelectuales, profetas con visi�n de futuro, hombres j�venes de coraje y energ�a. Como naci�n, Israel no se hab�a hundido en la debilidad y la decrepitud de la vejez. No fue por ning�n proceso de descomposici�n natural que la calamidad la hab�a alcanzado. El secreto de su ca�da debe buscarse en su delincuencia moral, en su falta de lealtad a Dios.

IV. Su endeudamiento. Para esta nueva prueba de su integridad y fecundidad, el Rey de Israel estaba obligado al Rey de Babilonia, aqu� simbolizado por el primer �guila. Israel hab�a reconocido esta obligaci�n. Se hab�a convertido en una cuesti�n de tratado internacional y compacto. El hecho de que la nacionalidad y existencia de Israel no hubiera sido terminada de inmediato por el conquistador oriental se debi� �nicamente a su clemencia. El reino derrotado le hab�a asignado otra oportunidad de existencia, otra oportunidad de merecer renombre. "Fue plantado en un buen suelo, por grandes aguas", y el disfrute de este privilegio fue un puro favor. De ah� surgi� una obligaci�n nueva y distinta, una obligaci�n admitida y definida.

V. Traici�n flagrante. No es consistente con las reglas de composici�n literaria hablar de una vid como culpable de traici�n. Pero un maestro de religi�n est� m�s preocupado por la sustancia de su comunicaci�n que por la forma. Si tan solo Ezequiel pudiera traer a la conciencia de Israel la grandeza de su pecado, f�cilmente se perdonar�a a s� mismo una simple mancha literaria. Las met�foras terrenales eran incompetentes para expresar toda la verdad. La violaci�n de un pacto positivo fue un delito flagrante. No podemos concebir ninguno mayor, especialmente porque fue un pacto hecho en nombre de Dios. Y fue tan tonto como flagrante. �Supuso que Nabucodonosor no se molestar�a con el insulto y vengar�a su indignado honor? Hacer cosas mal siempre es una mala pol�tica, tan inoportuna como inmoral. Si el hombre no puede confiar en el juramento y el pacto de un pr�jimo, todos los grupos de la sociedad se soltar�an, y este globo ser�a una escena perpetua de anarqu�a, guerra y miseria. El poder absoluto siempre reinar�a, y la violencia ser�a el �nico cetro.

VI. Indignaci�n divina. Dios mismo aparece en escena y se arma contra el delincuente. Como el Rey de Israel hab�a jurado, en nombre de Dios, observar el pacto, estaba involucrado el honor de Dios. Por lo tanto, reivindicar� su propia majestad. "Mientras viva, dice el Se�or Dios, seguramente mi juramento que ha despreciado, y mi pacto de que ha roto, incluso lo recompensar� en mi propia cabeza". Como los intereses de una naci�n son mayores que los de una persona privada, la violaci�n de un pacto nacional es un pecado de tono m�s negro. No era simplemente su propio placer y ventaja, Sedequ�as estaba en peligro, sino los intereses y las vidas de todos sus s�bditos. Por lo tanto, Dios mismo se vio obligado a abandonar su habitaci�n secreta y aparecer como el Vengador del crimen.

VII. DESTRUCCI�N COMPLETA "Todos sus fugitivos con todas sus bandas caer�n a espada, y los que queden ser�n dispersados ??hacia todos los vientos". Se hab�a empleado una serie de castigos menores, pero no hab�a servido para dominar el orgullo de Israel. La p�rdida, la derrota, la humillaci�n p�blica, el desmembramiento del imperio, hab�an sido sucesivamente juzgados. Pero la medicina no hab�a tenido efecto. Ahora se debe emplear una medida m�s dr�stica. La bondad, la paciencia y el largo sufrimiento de Dios se muestran de manera significativa; y deber�a impresionar nuestros corazones m�s profundamente observar con qu� renuencia desenvaina la espada vengadora. Pero la justicia debe tener su merecido. No se puede jugar con nuestro Dios, porque �l es el juez de todos.

Ezequiel 17:22

Primavera despu�s del invierno.

Despu�s de la tormenta viene la calma. Es una alegr�a para Dios pasar de "su extra�a obra" de venganza a su camino ordinario de benevolencia. Aunque se ve obligado a cortar el �rbol est�ril, permite que la vida vuelva a brotar de la ra�z. Su curso de destrucci�n es solo temporal, y m�s all� de �l, los prop�sitos de bondad brotan y florecen. La nube que oculta su dise�o permanente pasar� en este momento, y su nombre ser� incrustado en renombre universal. A medida que una palabra de �l comenz� a ser los globos materiales, una palabra de �l "crear� nuevos cielos y una nueva tierra". El bien prometido se representa en un �rbol pr�spero.

I. UNA TIENDA DE LICITACI�N PLANTADA. "Tomar� la rama m�s alta del cedro alto y la establecer�". Esto no es m�s que una variaci�n de la predicci�n de Isa�as de que una vara deber�a brotar del tallo de Jes�. y una rama brota de su ra�z. Como el cedro era el m�s famoso entre sus �rboles, la dinast�a de David era la m�s ilustre de sus familias principescas. De este �rbol ancestral deber�a surgir el Mes�as. Los comienzos siempre est�n llenos de inter�s. Est�n embarazadas de la esperanza. La aparici�n de un nuevo ni�o despierta la imaginaci�n del neum�tico; mucho m�s la apertura de una nueva �poca, la fundaci�n de un nuevo reino. En este caso, el inter�s aumenta enormemente porque Dios mismo es el actor inmediato. "Yo, dice Jehov�, lo har�".

II LA PARCELA DEL JARD�N ELEGIDA. "En la monta�a de la altura de Israel la plantar�". Las monta�as no son las mejores localidades para plantar �rboles. Florecen mejor si est�n enraizadas en valles sombreados o en llanuras aluviales. Pero, en la medida en que la referencia aqu� es a los cedros del L�bano, parece que se debe elegir una localidad de monta�a. A�n m�s, esto es apropiado cuando consideramos que el lenguaje es metaf�rico y tiene un significado espiritual. La monta�a aqu� apunta a Sion, la cuna del reino mesi�nico. "De Si�n saldr� la ley y la palabra del Se�or de Jerusal�n". No debemos separarnos entre este rey predicho y su reino incomparable. La Iglesia "es su cuerpo, la plenitud del que todo lo llena". En Jerusal�n se fund� este nuevo imperio; Del monte Sion literal salieron los primeros heraldos y embajadores. Y la Iglesia es una elevaci�n moral. Se encuentra por encima del nivel com�n de la vida humana. Tiene un lugar destacado en la tierra. A�n as� es cierto que "el Se�or es Rey en Si�n".

III. SU CRECIMIENTO Y BELLEZA. "Producir� ramas; y ser� un buen cedro". Desde un peque�o comienzo, se desarrollar� y aumentar� constantemente. La naturaleza es prol�fica en crecimiento, especialmente en lugares favorecidos; pero este crecimiento trascender� la naturaleza, despertar� por todos lados la sorpresa y la admiraci�n. El cumplimiento ha sido igual a la promesa. Desde un comienzo d�bil y despreciado se ha convertido en un imperio espl�ndido. Ha enviado sus ramas a todas las tierras; y, como las ramas ca�das del baniano, estas han echado ra�ces y han comenzado una nueva vida. Ha enviado su influencia pl�stica a cada departamento y provincia de la vida humana. Es sim�trico en sus proporciones, elegante en su contorno, repleto de belleza: "un buen cedro".

IV. SU FRUTALIDAD. Deber� "dar fruto". Se dice del �rbol de la vida, visto en la visi�n apocal�ptica, que daba doce formas de "frutos y produc�a su fruto cada mes". De este hermoso �rbol se puede decir con verdad que produce una variedad infinita de frutas. Ser�a dif�cil enumerarlos. Conocimiento, sabidur�a, perd�n, esperanza, gozo, paz, mansedumbre, mansedumbre, templanza, tolerancia, fortaleza, amor, conquista sobre el pecado, victoria sobre la muerte, estos son algunos de los frutos recogidos de este �rbol generoso. A medida que pasan los a�os, aumenta la productividad de este �rbol, en lugar de disminuir. No hay necesidad humana que no pueda encontrar aqu� un suministro adecuado.

V. SU UTILIDAD MUNDIAL. "Debajo de �l habitar�n todas las aves de cada ala". Esta descripci�n es paralela al lenguaje de nuestro propio Se�or, cuando compar� su reino con un grano de mostaza, que, habiendo brotado en un �rbol, todas las aves del cielo se alojan en sus ramas. Bajo el cetro del Rey Jes�s, todo lo �til est� protegido: se protege la infancia, se honra a la mujer, se extiende la buena legislaci�n, el comercio prospera, el arte y la ciencia crecen, cada instituci�n ben�fica se nutre. Debajo del registro de esta gentil vida monarca, el valor de la vida humana aumenta, las tierras se recuperan de la desolaci�n, la m�sica aprende a afinar su lira, la concordia internacional abunda. El mundo del hombre se revoluciona y embellece gradualmente.

VI. LA CERTEZA DEL EVENTO. "Yo, el Se�or, he hablado y lo he hecho". La palabra de Dios es equivalente a un hecho; Su promesa es igual a una actuaci�n. Con �l una volici�n es omnipotente; por eso habla de cosas que no son como si lo fueran. En la Creaci�n, una sola palabra fue suficiente. "Habl�, y se hizo"; "Por el aliento del Se�or se hicieron los cielos". Entonces, en la redenci�n del mundo, una palabra fue suficiente. El cielo y la tierra pueden pasar, pero su palabra, �nunca! Cuando el Hijo de Dios camin� por nuestra tierra, una palabra de �l fue suficiente para cada ocasi�n. Si hablaba, la tempestad dorm�a, la higuera se marchitaba, la enfermedad desaparec�a, la tumba entregaba a sus muertos, el vicio era conquistado. �l sonr�e y los hombres viven. Frunce el ce�o y la tierra tiembla. Es solo que Dios ha hablado, podemos esperar con confianza y tranquilidad para la actuaci�n.

VII. EL EVENTO TRAER� HONOR UNIVERSAL A JEHOV�. "Todos los �rboles del campo sabr�n que yo, el Se�or", lo he hecho. En otras palabras, todos los reyes y estadistas aprender�n que yo Jehov� soy supremo, soy rey ??sobre toda la humanidad. "Por m� los reyes gobiernan;" "�l derrib� uno, y estableci� otro". �Y no se ha cumplido esta profec�a? �No ha cesado la fe en los �dolos entre la mayor�a de las naciones civilizadas? �No ha obtenido Dios nuestro gran renombre? Hay una creencia m�s inteligente en Dios hoy que nunca en el pasado; y esta admiraci�n de Dios crece y se fortalece. El n�mero de ateos reales es peque�o; Ellos son las unidades. Los hombres de inteligencia y cultura confiesan que hay, detr�s de toda la maquinaria del mundo visible, un Poder Invisible: �la mano del Dios que hace maravillas! Olas de escepticismo pueden pasar de vez en cuando sobre la superficie del pensamiento humano; pero estos se gastan pronto; y cuando han pasado, se ve la roca s�lida de la creencia inteligente y la fe reverente. Su nombre finalmente brillar� resplandeciente como el sol del mediod�a.

HOMILIAS DE W. JONES

Ezequiel 17:1

Una presentaci�n parab�lica de las relaciones de Jud� con Babilonia y Egipto.

"Y la palabra del Se�or vino a m�, diciendo: Hijo de hombre, presenta un acertijo y habla una par�bola", etc.

I. LA PAR�BOLA Y SU INTERPRETACI�N. Ser�a imprudente intentar fijar un significado definido para cada caracter�stica minuciosa de la par�bola; y sus principales caracter�sticas son interpretadas por Ezequiel. El gran �guila est� destinada a representar al Rey de Babilonia y, al ser un p�jaro real. se elige adecuadamente para ese prop�sito. Sus "grandes alas y pi�ones largos" indican la amplia extensi�n de los dominios de Nabucodonosor. Y la plenitud de sus plumas y sus diversos colores denotan la gran cantidad de sus s�bditos y sus diversas razas y lenguas. El L�bano establece Jerusal�n, y quiz�s sea elegido para ese prop�sito porque es el hogar apropiado del cedro. La corona superior o alta, del cedro (vers�culo 4) representa a los pr�ncipes de la casa real (vers�culo 12); la m�s alta de las ramitas j�venes, Joiaquia, el joven y leg�timo Rey de Jud�; y la "tierra de tr�fico" a la cual fueron llevados por Nabucodonosor fue Babilonia. Por "la simiente de la tierra" (vers�culo 5) se entiende Sedequ�as, el t�o de Joaqu�n, a quien el monarca caldeo puso en el trono en Jerusal�n, y que deb�a ser, no como un gran cedro majestuoso, sino como una vitae necesitando apoyo, pero floreciente y fruct�fero. Pero se introduce otro �guila, grande, pero inferior al anterior, y esto representa a Egipto. Babilonia es el gran �guila, Egipto es solo un gran �guila. Ahora, Sedequ�as hab�a hecho un juramento de fidelidad a Nabucodonosor, pero a pesar de eso, se volvi� a Egipto, buscando una alianza para poder independizarse del poder de Babilonia. Tal alianza se form� en realidad; y por eso Zedequ�as fue llevado a la ruina como una vid arrancada por las ra�ces.

II LAS LECCIONES QUE ABORDARON A LOS JUD�OS DEL D�A DEL PROFETA.

1. La locura de entrar en alianza con Egipto. El gran objetivo de esta profec�a era evitar que los jud�os formaran tal alianza. Se comunic� entre el sexto mes del sexto a�o ( Ezequiel 8:1) y el quinto mes del s�ptimo a�o ( Ezequiel 20:1) del cautiverio de Joaqu�n, o del reinado de Sedequ�as. La alianza con Egipto no se form� hasta el final del octavo o el comienzo del noveno a�o de su reinado (Josefo, 'Ant.', Ezequiel 10:7, Ezequiel 10:3) . Para evitar la formaci�n de esa alianza, Ezequiel exhibe la locura de la misma. Nabucodonosor no hab�a tratado a los jud�os conquistados con rigor o severidad. M�s bien los hab�a tratado con marcada moderaci�n. No intent� destruir su nacionalidad, sino simplemente mantenerlos como un reino sujeto (vers�culo 14). Podr�an haber crecido y prosperado en las condiciones y circunstancias en que fueron colocados (vers�culos 5, 6, 8). La prudencia habr�a dictado el mantenimiento de su fidelidad al monarca caldeo. "Jerusal�n podr�a haber seguido siendo la cuenta de la provincia babil�nica de Jud�, y el templo o (Jehov� continu� en pie, si Sedequ�as hubiera pose�do sabidur�a y firmeza lo suficiente como para mantenerse fiel a su lealtad a Babilonia". Y ninguna medida insignificante de fortaleza y prosperidad podr�a haber tenido han sido suyos. Pero, �qu� beneficio real podr�an esperar razonablemente de una alianza con Egipto, que les derribar�a la hostilidad de los caldeos?

2. El pecado de entrar en alianza con Egipto. Implicaba una traici�n de base hacia Nabucodonosor. El profeta habla de esto como despreciar el juramento y romper el pacto que Sedequ�as hab�a hecho con ese monarca. Hablando en el esp�ritu de esa alianza como algo consumado, dice: "Despreci� el juramento al romper el pacto; y he aqu�, hab�a dado su mano y, sin embargo, hab�a hecho todas estas cosas". San Pablo rompe el pacto entre los peores pecados ( Romanos 1:31); mientras que una de las caracter�sticas en el retrato inspirado de un santo es que "�l jura por su propio dolor y no cambia" (Salmo 15:4). �Cu�n b�sica, entonces, ser�a la traici�n de Sedequ�as, que hab�a jurado a su favor, si violaba ese pacto! Adem�s, una alianza con Egipto implicar�a un desprecio profano de Dios, en cuyo nombre se hab�a hecho el juramento. "Nabucodonosor lo hizo jurar por Dios" ( 2 Cr�nicas 36:13); y romper ese juramento ser�a despreciar al Ser Divino. "No es solo que cada juramento", como dice Schroder, "y por lo tanto tambi�n este juramento, es de car�cter religioso, y que despreciarlo necesariamente comprometi� al Dios de Israel a los ojos de los paganos; pero a�n m�s, Considerando la clemencia de Nabucodonosor al hacer tal pacto, como instrumento de Jehov�, la bondad de Jehov� se convirti� en lascivia ".

3. La ruinidad de entrar en alianza con Egipto. Como consecuencia, el reino debe ser destruido como una vid arrancada por las ra�ces (vers�culos 9, 10). Sedequ�as mismo deber�a morir en medio de Babilonia (vers�culo 16). Egipto demostrar�a ser incapaz de ayudarlos en el momento de su dolorosa angustia (vers�culo 17). Y Dios mismo saldr�a contra ellos para vengar su juramento que Sedequ�as hab�a despreciado y su pacto que hab�a roto (vers�culos 19-21). Sin embargo, a pesar de estas sinceras protestas y advertencias solemnes, y tambi�n las del profeta Jerem�as, Sedequ�as entr� en la alianza prohibida con Egipto y despreciaba el juramento sagrado que hab�a hecho a Nabucodonosor. Y, sin embargo, "Sedequ�as", para citar las palabras del Sr. Aldis Wright, "era un hombre no tan mal de coraz�n como d�bil de voluntad. Era uno de esos personajes desafortunados, frecuentes en la historia, como nuestro propio Charles I. y Luis XVI de Francia, que se encuentra a la cabeza de los asuntos durante una gran crisis, sin tener la fuerza de car�cter que les permita hacer lo que saben que es correcto, y cuya enfermedad se convierte en culpa moral. Los pr�ncipes de su corte, como �l mismo admite pat�ticamente en su entrevista con Jerem�as, descrita en Jeremias 38:1; lo tuvo completamente bajo su influencia. 'Contra ellos', se queja, 'no es el rey el que puede hacer nada' "( 'Diccionario B�blico' del Dr. Smith, art. "Sedequ�as"). As� que viol� su juramento de lealtad a Nabucodonosor y se ali� con Egipto. Y las terribles consecuencias de tal conducta anunciada en nuestro texto se alcanzaron terriblemente (cf. 2 Reyes 25:1; Jeremias 52:4).

III. LA ENSE�ANZA UNIVERSAL Y PERMANENTE DE LA HISTORIA.

1. La inestabilidad de la pompa terrenal y el poder, la grandeza y el graudeur. Los reyes poderosos a menudo han pasado del trono al exilio o al calabozo. Y los reinos que alguna vez fueron fuertes y majestuosos como un cedro del L�bano han sido completamente desarraigados o derribados. Tal fue el caso con el reino de Jud�. Abundando en vigor y prosperidad en los d�as de David y de Salom�n, se debilit� mucho por diferentes causas y en varias ocasiones, y en este momento se apresur� r�pidamente a su completo derrocamiento.

"As�, los imperios cambiantes decaen y se enceran, se fundan, florecen y decaen".

2. La causa principal de la decadencia y ca�da de reyes y reinos es la moral. El pecado ya hab�a puesto fin al reino de Israel y hab�a enviado a su pueblo al exilio. El pecado hab�a privado al reino de Jud� de la mayor parte de su antiguo prestigio y poder. Y �l y su rey fueron arruinados por la traici�n de la base de ese rey hacia Nabucodonosor, a la cual los pr�ncipes de la corte lo incitaron. "Es una abominaci�n a los reyes cometer maldad, porque el trono est� establecido por la justicia". "Quita al imp�o delante del rey, y su trono se establecer� en justicia". "La justicia exalta a una naci�n: pero el pecado es un reproche para cualquier pueblo". La lujosa autocomplacencia de los ricos, la cruel opresi�n de los pobres, la codicia del territorio, el deleite en la guerra, la prevalencia del vicio, son las causas del derrocamiento de las naciones.

3. La atrocidad del pecado de hacer caso omiso de juramentos solemnes y convenios. Esto se hace con frecuencia en las relaciones internacionales, como si fuera bastante justificable. "Los pr�ncipes y los pol�ticos tienden a jugar con solemnes juramentos y tratados", dice Scott, "y a inventar pretextos enga�osos para violarlos, pero el Se�or no los mantendr� inocentes si toman su nombre en vano; y pocos de ellos podr�n para abogar de manera m�s plausible por la perfidia y la curiosidad de lo que Zedekiah podr�a haber hecho, contra quienes estas terribles amenazas fueron denunciadas por romper su pacto con el Rey de Babilonia y despreciar el juramento que se le hizo. "No pienses a qui�n, pero recuerda por qui�n, has hecho un juramento".

4. Las mutaciones en los reinos de este mundo est�n todas subordinadas en la providencia de Dios para la promoci�n del progreso del reino de Jesucristo. Tan pronto como Jehov�, por su profeta, anunci� el derrocamiento de Sedequ�as y la destrucci�n del reino de Jud�, de inmediato procede a anunciar el establecimiento del reino del Se�or Jes�s (Jeremias 38:22). Antes de la creaci�n de ese reino en nuestro mundo, todos los eventos se hicieron para contribuir a su inauguraci�n. Y desde entonces, toda la historia humana ha sido controlada por Dios para su crecimiento y aumento. Y est� destinado a avanzar y extenderse hasta que prevalezca universalmente. "Los reinos del mundo se convertir�n en los reinos de nuestro Se�or y de su Cristo: y �l reinar� por los siglos de los siglos".

"Su nombre perdurar� para siempre; su nombre continuar� hasta el sol: y los hombres ser�n bendecidos en �l; todas las naciones lo llamar�n bendito".

W.J.

Ezequiel 17:5

El descontento y su desastroso desarrollo.

"Tom� tambi�n la semilla de la tierra y la plant� en un campo fruct�fero", etc. Explique la par�bola tanto como sea necesario para aclarar la aplicaci�n del texto.

I. LA CONDICI�N ASIGNADA A NOSOTROS EN LA DIVINA PROVIDENCIA ES BUENA PARA NOSOTROS, Y USTEDMENTE OFRECE ALCANCE PARA EL PROGRESO. "Tom� tambi�n la semilla de la tierra y la plant� en un campo fruct�fero", etc. ( Ezequiel 17:5, Ezequiel 17:8). Sedequ�as, rey de Jud�, se entiende por "la simiente de la tierra". Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo subi� al trono y le hizo un juramento de fidelidad. Al hacerlo, Nabucodonosor fue el agente inconsciente de la divina providencia. Y la condici�n en la que se coloc� a Sedequ�as fue buena y favorable para el progreso. Pero, �hay alguna condici�n asignada por Dios? �Ha designado la estaci�n y el lugar incluso de los oscuros y d�biles? Argumentamos que tal es el caso, porque:

1. La providencia de Dios es universal, incluyendo en sus vastas operaciones lo grande y lo peque�o, lo alto y lo bajo. Cada persona y cada evento est� comprendido en el gran plan del Gobernador Supremo; Sin un plan como este, su gobierno providencial no podr�a tener �xito. Y es a la vez b�blico y poco filos�fico considerar que ese gobierno solo se ocupa de grandes cosas. No es b�blico, como vemos en Mateo 6:26 -80; Mateo 10:29. Y no es filos�fico. "�Los v�nculos m�s peque�os no deben ser tan necesarios para mantener la continuidad como los m�s grandes? Grandes y peque�os pertenecen a nuestra peque�ez; pero Dios no tiene grandes y peque�os".

2. Las Sagradas Escrituras revelan el cuidado de Dios para toda persona, no solo para los grandes y nobles, sino tambi�n para los oscuros y humildes. Distribuye a algunos hombres un talento, a otros cinco; y busca el empleo adecuado tanto para el uno como para los cinco. De hecho, el Alt�simo manifiesta un inter�s especial en los d�biles, los pobres y los no considerados (cf. 1 Corintios 1:26; Santiago 2:5).

3. Esta verdad es confirmada por la creaci�n material de Dios. Esa creaci�n es un gran todo, en cuya integridad cada porci�n es esencial. El sistema del universo es, "de hecho, tan perfecto", dice Bushnell, "que la p�rdida o el desplazamiento de cualquier miembro alterar�a fatalmente el orden general. Si hubiera alguna estrella m�s peque�a en el cielo que no tuviera un lugar para llenar, eso la supervisi�n engendrar�a una perturbaci�n que ning�n Leverrier podr�a calcular, porque ser�a un desorden real y eterno, y no meramente casual o aparente. Un grano m�s o menos de arena perturbar�a o incluso desestabilizar�a fatalmente todo el esquema de los movimientos celestiales. Los mundos est�n tan bien equilibrados y tan cuidadosamente colgados, que incluso se cuentan los granos de su polvo, y sus lugares se ajustan a una bondad correspondiente. No hay nada incluido en la suma bruta o total que pueda prescindirse. lo mismo es cierto con respecto a las fuerzas que son aparentemente irregulares. Cada part�cula de aire es movida por leyes de tanta precisi�n como las leyes de los cuerpos celestes, o, de hecho, por las mismas leyes; manteniendo su lugar designado y sirviendo a su designado utilizar ... �Qu�? �Ahora diremos del hombre? Lo m�s noble de todas las criaturas, y lo m�s cercano a Dios, como ciertamente lo es, debemos decir que su Creador no tiene pensamientos definitivos sobre �l, ning�n lugar preparado para que �l lo llene, ning�n uso para que �l sirva, lo cual es la raz�n de su existencia? "Por estas razones, concluimos que Dios ha asignado un lugar y un deber para cada uno de nosotros; y ese lugar es el mejor para nosotros. Es lo que la sabidur�a infinita y la bondad han designado; y por lo tanto, es el m�s adecuado para el fin que Dios dise�os en nosotros y para nosotros. Y nuestra condici�n generalmente, como la de Sedequ�as, admite progreso. Desde la aldea m�s peque�a hay un camino hacia la gran metr�poli. Y el lote m�s oscuro y m�s malo ofrece un margen para la fidelidad, la diligencia y el avance.

II EL HOMBRE EST� PRONTO AHORA A CONTENTARSE CON LA POSICI�N ASIGNADA A EL POR LA DIVINA PROVIDENCIA. Sedequ�as no estaba contento. El reino en realidad hab�a hecho algunos progresos debajo de �l. "Creci� y se convirti� en una enredadera de baja estatura", etc. ( Mateo 10:6). Un mayor progreso fue posible para �l. Por lo menos, "podr�a haber mantenido juntos los fragmentos del reino de Jud� y haber mantenido durante m�s generaciones la adoraci�n a Jehov�". Pero �l y los pr�ncipes de su corte no estaban contentos con esto. Jud� hab�a sido anteriormente un reino independiente, pr�spero y poderoso: �por qu� deber�a estar ahora sujeto a Babilonia? �Por qu� no deber�an descubrir o idear medios para recuperar su independencia nacional? Por lo tanto, es probable que fallemos en lo que respecta a la satisfacci�n. Observamos el lado positivo de la suerte de nuestro vecino en la vida, y el lado oscuro del nuestro, y nos sentimos insatisfechos e inquietos. Anhelamos los regalos, las ventajas y las circunstancias de los dem�s, y al hacerlo, depreciamos el bien que realmente poseemos. Anhelamos la libertad de alg�n obst�culo o enfermedad; estamos ansiosos por una mayor prosperidad o un progreso m�s r�pido; Nos irritamos bajo nuestras restricciones, y estamos impacientes por la realizaci�n de nuestros deseos, y estamos profundamente descontentos con nuestras circunstancias y condiciones actuales. Pero, se puede preguntar, �es el hombre hundirse en contenido ignorable, sin desear aumentar sus logros, avanzar en su car�cter o mejorar sus circunstancias? Ciertamente no. Tal estado mental dif�cilmente puede llamarse satisfacci�n. Es m�s parecido a la indolencia y la pereza; y lleva al estancamiento y la ruina. La verdadera satisfacci�n del hombre es la satisfacci�n de un ser creado para el progreso. Pero tal progreso no debe basarse en el descontento con nuestra condici�n actual y la infidelidad en nuestros deberes actuales. Ese hombre solo es apto para una posici�n mayor que hace el mejor uso de su posici�n actual. "Un hombre se muestra apto para ir m�s alto y demuestra que es fiel donde est�. Un hombre que no le ir� bien en su lugar actual, porque anhela ser m�s alto, no est� en condiciones de estar donde est� ni por encima de �l. "�l ya est� demasiado alto y debe ser puesto m�s bajo". "Por lo tanto, fue", como dice Bushnell, "que un ap�stol exigi� a sus conversos que cumplieran con cada uno en ese llamado en el que fue llamado; para ocupar su lugar hasta que abra un camino, llen�ndolo, a alg�n otro; llene su casa de esclavitud con amor y deber, el trabajador para trabajar, la mujer para ser mujer, los hombres para mostrarse hombres, todos para reconocer la mano de Dios en su suerte, y tratar de cooperar con ese buen dise�o que �l seguramente aprecia para ellos ".

III. CUANDO EL HOMBRE NO EST� CONTENIDO CON LA CONDICI�N ASIGNADA A �L POR LA DIVINA PROVIDENCIA, ES PROPIO A UTILIZAR MEDIDAS ILEGALES PARA ALTERAR LA CONDICI�N. As� hizo Sedequ�as al buscar una alianza con Egipto. "Tambi�n hab�a otro gran �guila con grandes alas y muchas plumas", etc. ( Mateo 10:7). Hab�a jurado solemnemente lealtad a Nabucodonosor para s� mismo y para las personas que estaban debajo de �l. Si hab�a algo en sus circunstancias o condici�n que deseaba alterar, deber�a haber aplicado a Nabucodonosor, no a Fara�n. Sin embargo, en su descontento e incitado por sus pr�ncipes, busc� una alianza con el Rey de Egipto, viol� el juramento sagrado que hab�a hecho al Rey de Babilonia y se rebel� contra �l. Suponiendo que la rebeli�n hubiera tenido �xito, en lugar del fracaso ruinoso que fue, todav�a habr�a sido un gran error, porque se habr�a logrado por medios deshonrosos y pecaminosos. En caso de que el descontento nos lleve a utilizar formas e instrumentos que no sean rectos y honorables para alterar nuestra condici�n, podemos estar bastante seguros de que ese descontento es perverso. Cuando el descontento se vuelve fuerte y activo, nos impacientamos de la evoluci�n de los prop�sitos Divinos que nos conciernen, y estamos tentados a romper con nuestra sumisi�n a la gu�a y control de la providencia de Dios, y tomar el orden de nuestra vida en nuestras propias manos. Y si tomamos el tim�n de nuestra vida de las manos de Dios en las nuestras, �l no nos obligar� a ceder a su gu�a. Adem�s, si emplearemos medios cuestionables para cumplir nuestros deseos cuando no podemos realizar esos deseos de otra manera, podemos hacerlo; pero ser� por nuestra propia lesi�n.

IV. EL USO DE MEDIDAS ILEGALES PARA ALTERAR NUESTRA CONDICI�N SOLO PODR� PRESTAR QUE ESTA CONDICI�N SEA PEOR. As� fue con Sedequ�as. "As� ha dicho el Se�or Dios; �prosperar�?" etc. ( Mateo 10:9, Mateo 10:10). Sedequ�as se ali� con Egipto, se rebel� contra Nabucodonosor, que vino y asedi� Jerusal�n, y despu�s de que el pueblo sufriera miserias indescriptibles por el hambre y la peste, la ciudad fue tomada, el templo fue destruido; Sedequ�as, que intent� escapar en fuga, fue capturado y llevado ante el Rey de Babilonia en Riblah, donde sus hijos fueron asesinados ante sus ojos; luego le sacaron los ojos, lo llevaron cautivo a Babilonia y muri� en prisi�n en esa tierra (Jeremias 52:1). Tal fue el desastroso desarrollo de su descontento. Y a�n as�, si no se controla, el descontento conduce a problemas ruinosos, robando la vida de paz y progreso, y conduci�ndolo a la oscuridad y al fracaso. Si tomamos el control de nuestra vida de las manos de Dios en las nuestras, ciertamente entraremos en dificultades y pruebas, y tal vez incluso en la ruina. No tenemos ni el conocimiento ni la sabidur�a suficientes para ordenar nuestras vidas correctamente. "El camino del hombre no est� en s� mismo: no es en el hombre que camina para dirigir sus pasos". "Conf�a en el Se�or con todo tu coraz�n, y no en tu propio entendimiento: en todos tus caminos recon�celo, y �l dirigir� tus caminos". "No seas ambicioso para hacer el trabajo m�s alto, el trabajo m�s grandioso, pero el trabajo que Dios te da que hagas, ya sea el servicio m�s malo, ya sea lo que otros llaman trabajo pesado. Puedes hacerlo hermoso por el esp�ritu en el que lo realizas. No se esfuerce por las 'muchas cosas', sino por la 'una cosa necesaria'; y recuerde, cada parte que Dios le asign� es una buena parte, ya sea la parte del sirviente o la de la amante, la parte del maestro o la del erudito, la parte de la esposa o la criada, la parte de acci�n o de sufrimiento, de trabajo o de trabajo. l�grimas, de habla o de silencio ". "Y cont�ntate con las cosas que tienes: por s� mismo ha dicho, de ninguna manera te fallar�, ni de ninguna manera te abandonar�". - W.J.

Ezequiel 17:22

La plantaci�n y el progreso del reino de Cristo.

"As� dice el Se�or Dios; yo tambi�n tomar� de la rama m�s alta del alto cedro", etc. Introducci�n. La deliciosa transici�n de amenazas de tallo a promesas graciosas; desde la destrucci�n del debilitado y sujeto reino de Sedequ�as hasta el establecimiento del poderoso y majestuoso reino del Mes�as.

I. LA PLANTACI�N DEL REINO DE CRISTO. "As� dice el Se�or Dios; tambi�n tomar� la rama m�s alta del alto cedro, y la pondr�", etc. ( Ezequiel 17:22). Darse cuenta:

1. La persona por quien se plant� este reino. El Se�or Jehov� declara que �l mismo plantar� el brote tierno del que crecer� el nuevo reino. Se presenta "como el rival del Rey de Babilonia", o en completo contraste con ese monarca.

(1) Nabucodonosor cort� la parte superior del cedro cuando destron� a Joaqu�n; Jehov� plantar� el brote superior en la Persona de Jesucristo.

(2) Nabucodonosor llev� su primer disparo a Babilonia; Jehov� plantar� su "en la monta�a de la altura de Israel".

(3) Cuando Nabucodonosor plant� a Sedequ�as un rey, fue solo como una vid, y con el prop�sito de mantenerlo bajo; cuando Jehov� planta al Mes�as como Rey, es como un cedro, para que crezca en poder y majestad. "Tambi�n tomar� la rama m�s alta del alto cedro y la establecer�", etc. "Esto es de gran importancia, ya que el Presidente no es otro que el Se�or Jehov�, el Todopoderoso, el Ser puramente absoluto, a quien ninguna cosa creada puede resistir ".

2. La persona en quien se plant� este reino. La rama tierna de la parte superior del cedro denota al Se�or Jes�s, y el cedro denota (como en Ezequiel 17:3) la casa o la familia de David. La profec�a mira hacia atr�s a Isa�as 11:1, "Saldr� un brote de la cepa de Jesse, y una rama de sus ra�ces dar� fruto". Hay, quiz�s, una referencia tambi�n a Isa�as 53:2, "�l creci� antes que �l como una planta tierna y como una ra�z de un suelo seco". "Es el Mes�as como individuo", dice Fairbairn, "lo que se indica aqu�; primero, como un tierno v�stago de la casa de David, en la l�nea directa y apropiada, luego se convirti� en un �rbol majestuoso; y, finalmente, se elev� a el lugar m�s alto de honor, poder y gloria, pero el Mes�as, que iba a aparecer en la tierra solo por el reino divino, no pod�a considerarse como algo aparte del reino mismo; su fortuna debe estar inseparablemente ligada a su historia. , y participa con �l del mal o del bien ". Este reino no puede existir sin su glorioso Rey. El cristianismo es inseparable de Cristo.

3. El lugar donde se plant� este reino. "Lo plantar� en una monta�a alta y eminente: en la monta�a de la altura de Israel lo plantar�". La monta�a as� descrita es el Monte Si�n, como se ver� al comparar este lugar con Ezequiel 20:40. Sin embargo, no se habla as� de su altura natural, sino de su preeminencia espiritual. As� tambi�n en Salmo 48:2, "Hermoso para la elevaci�n, la alegr�a de toda la tierra, es el Monte Si�n", etc. Y en Isa�as 2:3, "Fuera de Si�n saldr� el Ley, y la palabra del Se�or de Jerusal�n ". El Monte Si�n significa el asiento del trono del Rey Divino. "He puesto a mi Rey sobre mi colina sagrada de Si�n" (Salmo 2:6). Y desde Jerusal�n comenz� la extensi�n de este reino.

II EL PROGRESO DEL REINO DE CRISTO. "Y dar� a luz ramas, y dar� fruto, y ser� un buen cedro", etc.

1. Su progreso ser� productivo en beneficio de los hombres. Producir� ramas y hojas para el refugio de los hombres. "A la sombra de sus ramas habitar�n". La idea de encontrar refugio y seguridad en el Se�or se expresa frecuente y variadamente en las Escrituras. "�Cu�n preciosa es tu bondad amorosa, oh Dios! Y los hijos de los hombres se refugian bajo la sombra de tus alas;" "Has sido una fortaleza para los pobres, una fortaleza para los necesitados en su angustia, un refugio de la tormenta", etc. ( Isa�as 25:4); "Y un hombre ser� como un escondite del viento", etc. ( Isa�as 32:2). Hay seguridad segura bajo el gobierno de este rey amable y todopoderoso. "Mi pueblo permanecer� en una habitaci�n pac�fica, en viviendas seguras y en lugares tranquilos de descanso". Pero este �rbol "dar� fruto" tambi�n. El fruto es el poder salvador y la gracia que proceden de Cristo. Los s�bditos de su reino encuentran sustento y refugio en su Rey. Se les hace "Sabidur�a de Dios, y Justicia, y Santificaci�n, y Redenci�n". �l da el agua viva, que brota a la vida eterna dentro de aquellos que lo reciben como su Salvador y Rey ( Juan 4:13, Juan 4:14). Y �l es el pan de vida, de lo cual si alguno come, vivir� para siempre ( Juan 6:32). Las disposiciones del cristianismo son ricas, abundantes y gratuitas (cf. Isa�as 55:1, Isa�as 55:2; Mateo 22:1; Lucas 14:15).

2. Su progreso ser� productivo en beneficio de todos los hombres. "Debajo de �l habitar�n todas las aves de cada ala". Los hombres acudir�n en masa de todas las tierras a este reino. El inspirado poeta y profeta predijo esto en una canci�n exultante y una elocuencia emocionante (cf. Salmo 72:8; Isa�as 60:1). Y el Nuevo Testamento proporciona la evidencia m�s abundante y convincente de que las bendiciones del cristianismo son para todos. pueblos Son adecuados para todos, adecuados para todos, ofrecidos a todos y gratuitos para todos. Jesucristo es el Salvador y el Rey de toda la raza humana.

3. Su progreso producir� la convicci�n de su origen Divino en todos los hombres. "Y todos los �rboles del campo sabr�n que yo, el Se�or, he derribado el �rbol alto", etc. "Los �rboles del campo" son los pr�ncipes y potentados de este mundo. Los expositores se han esforzado por fijar un significado definido y especial para "el �rbol alto, ... el �rbol bajo, ... el �rbol verde y ... el �rbol seco". Pero nos parece que la verdad aqu� declarada es general. En el surgimiento y ca�da de reyes y reinos, Dios mismo trabaja para el establecimiento y el progreso y el triunfo universal del reino de su Divino Hijo. "�l no hace nada a los pr�ncipes; hace a los jueces de la tierra como vanidad".

"Porque ni del este, ni del oeste, ni del sur, todav�a viene levantando; pero Dios es el juez; derriba a uno y levanta a otro".

Y a trav�s de todos los cambios, est� promoviendo los intereses y promoviendo las glorias y la supremac�a universal del reino del Se�or Jesucristo. Y los hombres vendr�n a ver esto; sabr�n que el Se�or Jehov� ha sido el gran trabajador en todos los cambios y revoluciones por los cuales se ha logrado el triunfo del reino del Mes�as. Y todo esto est� garantizado por Dios. "Yo, el Se�or, he hablado y lo he hecho". Hengstenberg lo dice bien, en su 'Cristolog�a', "Estas �ltimas palabras se�alan que lo que puede parecer a los sentidos externos un simple sue�o, s�, el m�s salvaje de los sue�os, se convierte, en virtud de quien lo promete, en el m�s grande realidad. Es Dios quien da la promesa; es Dios quien la cumple ". Y Matthew Henry: "Con hombres que dicen y hacen son dos cosas, pero no son as� con Dios. De lo que ha dicho podemos estar seguros de que lo har�, ni una pizca o t�tulo de su Palabra caer� al suelo, porque no es hombre, para mentir, o hijo de hombre, para arrepentirse de sus amenazas o de sus promesas ". As� gloriosamente cierto es el predominio universal de su reino. Y es perpetuo tambi�n. "Reinar� sobre la casa de Jacob para siempre; y de su reino no habr� fin". "Su reino es un reino eterno, y todos los dominios le servir�n y le obedecer�n". - W.J.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Ezekiel 17". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/ezekiel-17.html. 1897.