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Bible Commentaries
Ezequiel 24

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-27

EXPOSICI�N

Ezequiel 24:1

En el noveno a�o. Pasamos de la fecha de Ezequiel 20:1 a B.C. 590, y el mismo d�a se identifica con aquel en que el ej�rcito de Nabucodonosor asedi� Jerusal�n (Jeremias 39:1; 2 Reyes 25:1). Para la visi�n del profeta, todo lo que estaba pasando all� era tan claro como si lo viera con sus propios ojos. El asedio dur� unos dos a�os. Los castigos amenazados en Ezequiel 23:1, por fin se hab�an acercado. Probablemente podemos inferir que hab�a seguido un considerable intervalo de silencio en el discurso de Aholah y Aholibah. Ahora hab�a llegado el momento de romper ese silencio, y fue roto, a la manera del profeta, por una par�bola. En la "casa rebelde" encontramos, como en Ezequiel 2:3 y en otros lugares, principalmente los oyentes inmediatos de Ezequiel, secundariamente toda la casa de Israel representada por ellos.

Ezequiel 24:3, Ezequiel 24:4

Ubicado en una olla, etc. Las palabras contienen una referencia obvia a las im�genes de Ezequiel 11:3. La gente hab�a usado esas im�genes ya sea en el esp�ritu de una falsa seguridad o en la imprudencia de la desesperaci�n. Ahora es el trabajo del profeta recordarles que la interpretaci�n que dio a su propia comparaci�n hab�a resultado ser la verdadera. El caldero es la ciudad, el fuego es el ej�rcito invasor, el metal del caldero no los protege. Las piezas, los huesos elegidos, eran los pr�ncipes y jefes del pueblo.

Ezequiel 24:5

Quema tambi�n los huesos debajo de �l; mejor, con la Vulgata y la Versi�n Revisada, apila los huesos. Los huesos de los animales a menudo se usaban como combustible. Currey cita un pasaje interesante del '�ltimo diario' de Livingstone, 1. p. 347, narrando c�mo, cuando fallaba el suministro de combustible ordinario, hac�a que su vapor funcionara con los huesos de los elefantes. Vea una pr�ctica similar entre los escitas (Herodes; 4.61).

Ezequiel 24:6

Escoria. La palabra no se encuentra en otra parte. La versi�n autorizada sigue a la Vulgata. Keil y la versi�n revisada dan "�xido". Como el caldero era de lat�n ( Ezequiel 24:11), este debe haber sido el cardenillo que se estaba comiendo el metal, y que ni siquiera el fuego abrasador pudo eliminar. Las piezas que se sacar�n son los habitantes de Jerusal�n, que ser�n llevados al exilio. No iba a haber "mucha suerte", como se hac�a a menudo con los prisioneros de guerra, tomando a cada d�cimo hombre (diezmado) de los cautivos para su muerte o exilio. Todos estaban condenados ( Joel 3:3).

Ezequiel 24:7

La par�bola se interrumpe por un momento, y Jerusal�n es la asesina que ha derramado sangre, no donde la tierra podr�a cubrirla ( Job 16:18; Isa�as 26:21), sino como en la parte superior de una roca visible a la vista de todos los hombres.

Ezequiel 24:9

Volvemos a la imagen del caldero, y una vez m�s, como en Ezequiel 24:6 y Ezequiel 22:3 y Ezequiel 23:37, tenemos las palabras que Nahum ( Nah�m 3:1) hab�a usado N�nive aplicado a Jerusal�n.

Ezequiel 24:10

Condimentarlo bien; mejor, espese el caldo (Versi�n revisada). El verbo se usa en �xodo 30:33, �xodo 30:35, de la mezcla del aceite de la unci�n, y el adjetivo af�n en Job 41:31 para la "ebullici�n" de El agua causada por el cocodrilo. Nos recuerda la "burbuja, burbuja" del caldero de las brujas en 'Macbeth'.

Ezequiel 24:11

Luego d�jalo vac�o sobre las brasas, etc. El caldero vac�o es, por supuesto, la ciudad que est� desconsolada por sus habitantes. El fuego debe continuar hasta que el �xido se consuma. Sin embargo, a pesar de la desesperaci�n aparentemente terrible de la oraci�n, un rayo de esperanza, como lo hab�a habido en Ezequiel 16:42. Cuando el castigo hab�a hecho su trabajo completo, entonces Jehov� podr�a hacer que su furia descansara ( Ezequiel 16:13). Hasta entonces, declara, a trav�s del profeta, que no habr� mitigaci�n del castigo. La palabra ha salido y no habr� cambio de prop�sito.

Ezequiel 24:12

Se ha cansado de mentiras, etc .; mejor, (manteniendo la imagen del caldero) est� desgastado con trabajos; Carolina del Sur. con los dolores para limpiarlo, y a�n permanece el �xido. El fuego debe arder, el juicio retributivo debe continuar, hasta que el trabajo est� terminado.

Ezequiel 24:15

He aqu�, te quito, etc. La siguiente palabra del Se�or, que viene despu�s de un intervalo, es de un car�cter completamente excepcional, ya que da una visi�n solitaria de la vida personal del hogar del profeta. La lecci�n que ense�a la historia es, en esencia, la misma que la de Jeremias 16:5. La calamidad que cae sobre la naci�n se tragar� toda la tristeza personal, pero es tra�da a casa a Ezequiel, quien puede haber le�do esas palabras con asombro, por una experiencia nueva y terrible. Nos queda conjeturar si algo en la vida hogare�a del profeta proporcion� un punto de partida para el terrible mensaje que ahora se transmiti� a su alma. �Su esposa hab�a estado enferma antes? o, como sugieren las palabras, con un golpe, �cay� sobre �l, como un rayo "de la nada"? Menciono, solo para rechazar, la opini�n de que la muerte de la esposa pertenece tanto a la categor�a de visiones simb�licas como el caldero hirviendo. Para m�, tal punto de vista parece indicar una incapacidad para entrar en la vida de un profeta y llamar tan grande como lo que no ve m�s que una alegor�a en la historia de Gomer en Oseas 2:1; Oseas 3:1. Nosotros, que aceptamos el registro de las Escrituras tal como lo encontramos, podemos creer que a Ezequiel se le ense��, como el profeta anterior, a interpretar su trabajo por su propia experiencia personal. Para el propio Ezequiel, la p�rdida de alguien que se describe as� como el deseo (o deleite) de sus ojos (la palabra se usa para cosas en 1 Reyes 20:6, de j�venes guerreros en Lamentaciones 2:4, de hijos e hijas en el vers�culo 25), debe haber sido, al principio, como la tristeza suprema de su vida; pero los sentimientos del profeta patriota eran m�s fuertes incluso que los del esposo, y su duelo personal parec�a algo peque�o comparado con la desolaci�n de su pa�s. Deb�a abstenerse de todos los signos convencionales de duelo, de llorar y llorar, de los fuertes suspiros (por no llorar, leer, con la versi�n revisada, suspirar, pero no en voz alta), de la cabeza cubierta o salpicada de cenizas ( Isa�as 61:3), y desde los pies descalzos ( 2 Samuel 15:30; Isa�as 20:2), desde los labios cubiertos ( Lev�tico 13:45; Miqueas 3:7), que eran "las trampas y el atuendo de ay" en tal caso. No comas el pan de los hombres. Las palabras apuntan a la costumbre, m�s o menos com�n en todas las naciones y en todo momento, de una fiesta f�nebre, como la parentalia de los romanos. El vino tambi�n era com�nmente parte de dicha fiesta (Jeremias 16:7). La idea principal de la costumbre parece haber sido que los amigos del doliente enviaron los materiales para la fiesta como muestra de su simpat�a.

Ezequiel 24:18

As� que habl� con la gente por la ma�ana, etc. De otra manera, el llamado del profeta reemplaz� los impulsos naturales del hombre. Sab�a que las horas de su esposa estaban contadas, sin embargo, el d�a lo pas�, no ministrando en su lecho de muerte, sino en un �ltimo esfuerzo por impresionar las ense�anzas del tiempo sobre las conciencias chamuscadas y los corazones endurecidos de sus compatriotas y vecinos. No puedo evitar referirme al poema 'Ezequiel', de B.M; publicado en 1871, ya que expresa el significado de la historia mejor que cualquier comentario.

Ezequiel 24:19

Debemos leer entre l�neas lo que hab�a pasado en aquella noche llena de dolor. El rumor debe haberse extendido entre los exiliados de Tel-Abib de que el profeta hab�a perdido a la esposa a quien amaba tan tiernamente. Estaban listos, podemos imaginar, para ofrecer sus consuelos y su simpat�a. Y, he aqu�, �l aparece como alguien sobre quien ninguna tristeza especial hab�a ca�do. Pero esa extra�a dureza externa tuvo el efecto que deb�a tener. Los despert� para hacer preguntas, y fue uno de los casos en que los prudens interrogatio, que si no en s� mismo el dimidium seientiae, al menos prepar� el camino para ello. La forma de su pregunta implica que ten�an un pron�stico de que la conducta extra�a estaba, de alguna manera, relacionada con la obra del profeta. �No nos dir�s qu� son estas cosas para nosotros?

Ezequiel 24:21

El deseo de tus ojos. Hay algo exquisitamente pat�tico en la iteraci�n de la frase de Ezequiel 24:17. Para el mismo sacerdote Ezequiel, para las personas a las que se dirigi�, el templo era tan querido como la esposa para el esposo. Tambi�n era "el orgullo de su poder" (versi�n revisada), la "l�stima de su alma" (margen). La frase anterior proviene de Le Ezequiel 26:19. Cuando ese templo deber�a ser profanado, cuando los hijos y las hijas cayeran por la espada, har�an lo que el profeta hab�a hecho. Aprender�an que hay una tristeza que es demasiado profunda para las l�grimas, algo que pasa por alto. El estado que describe el profeta no es el de la insensibilidad, la impenitencia o la desesperaci�n. La gente llorar� por sus iniquidades, "este ser� el comienzo del arrepentimiento. Lev�tico 26:39, Lev�tico 26:40 obviamente estaba en los pensamientos del profeta. Notamos que el vers�culo 24 es el �nico solitario. pasaje desde Ezequiel 1:3 en el que Ezequiel se nombra a s� mismo. Como solos actos y gestos hab�an sido antes ( Ezequiel 4:1) una se�al de lo que vendr�a, as� que ahora el hombre mismo deb�a estar en esa hora de duelo.

Ezequiel 24:26, Ezequiel 24:27

Sin embargo, se dio otra se�al, no al pueblo, sino al profeta mismo. Por el momento deb�a haber un silencio de tristeza indescriptible, continuando, d�a tras d�a, como lo hab�a sido antes ( Ezequiel 3:26). Entonces deber�a venir un mensajero de Jerusal�n, informando su captura y destrucci�n, y luego su boca deber�a abrirse. El mensajero no llega hasta casi tres a�os despu�s ( Ezequiel 33:21); y debemos inferir que no hubo un mensaje hablado durante el intervalo, pero que desde Ezequiel 25:1 en adelante tenemos las palabras escritas del Se�or que le llegaban de vez en cuando, no como mensajes a Israel, sino como teniendo en cuenta el destino de las naciones vecinas. Tenemos, es decir; lo que es, estrictamente hablando, una tesis patentada en la obra del profeta.

HOMIL�TICA.

Ezequiel 24:1

La olla hirviendo.

I. EL BUQUE. Jerusal�n se compara con una olla hirviendo. El car�cter de la ciudad ten�a ciertos puntos de semejanza.

1. Unidad. Todas las partes se lanzan en un solo recipiente. Hab�a una vida com�n en la �nica ciudad. Todas las clases compartieron una fortuna com�n. Los que est�n unidos en el pecado estar�n unidos en la ruina.

2. Protecci�n vana. El calor del fuego atraves� el recipiente. Los lamentos de Jerusal�n no salvaron a la ciudad condenada. Ning�n refugio terrenal proteger� a los culpables de la ira de Dios.

3. Encarcelamiento fatal. Los miserables habitantes de Jerusal�n fueron encerrados en el horrible destino de una ciudad asediada. No hay escapatoria de la escena del juicio Divino. De hecho, los sufrimientos de un asedio son peores que los del campo de batalla abierto. Los que se oponen a Dios ser�n castigados m�s miserablemente que aquellos que lo conocen temprano.

II EL CONTENIDO DEL BUQUE.

1. carne. Las diversas articulaciones del animal descuartizado se arrojan a la olla hirviendo. Representan a los habitantes de Jerusal�n. El castigo del pecado recae sobre las personas de los pecadores. "El alma que pecare, morir�". Hay algo humillante en esta comparaci�n con meras articulaciones de carne. El pecador condenado est� en una condici�n degradada. Su naturaleza espiritual superior ha sido descuidada y casi perdida. �l aparece como "carne" y, habi�ndose hundido en la vida inferior de la carne, debe esperar recibir el tratamiento de la carne. Sembrando para la carne, cosecha corrupci�n ( G�latas 6:8).

2. Las partes elegidas. "Los huesos elegidos" deben ser arrojados a la olla hirviendo. Los pr�ncipes de Jud� comparten el destino de su ciudad; incluso son seleccionados por su indignidad y sufrimiento excepcionales. Ning�n rango o riqueza terrenal salvar� del justo castigo del pecado. Por el contrario, si se han abusado de grandes privilegios y se han descuidado los altos deberes, la pena ser� a�n m�s severa.

III. EL FUEGO. La olla hirviendo se va a poner en llamas. El pecado se castiga con ira ardiente.

1. Sufrimiento. El s�mbolo del fuego ciertamente sugiere dolor, aunque podemos descartar la imagen medieval de las llamas f�sicas reales que eructan desde alg�n volc�n subterr�neo.

2. Destrucci�n. El fuego continuar� m�s all� de su tarea esperada hasta que toda el agua se seque y el contenido del recipiente se queme. Este es el tema final de las penas del pecado. Al principio vienen sufriendo. Pero si no hay enmiendas, y las lecciones del castigo no se toman en serio, el camino ancho conduce a la destrucci�n ( Mateo 7:13), y "la paga del pecado es muerte" ( Romanos 6:23).

Ezequiel 24:2

D�as memorables

Ezequiel deb�a tomar nota del d�a en que recibi� un mensaje sobre la ruina que se acercaba de Jerusal�n, ya que ser�a en el aniversario de ese d�a que el Rey de Babilonia asediar�a a Jerusal�n. Por lo tanto, se ver�a que la predicci�n se cumpli� sorprendentemente. Esta es una instancia de la marca de d�as memorables.

I. LA OCURRENCIA DE D�AS MEMORABLES. En s� mismos, todos los d�as pueden ser igualmente sagrados ( Romanos 14:5). Sin embargo, una diferencia de car�cter, historia y asociaciones dividir� nuestros d�as en clases muy diversas, y marcar� algunas de especial inter�s. Hay d�as que se destacan en la historia como grandes promontorios a lo largo de la costa. Todos debemos haber vivido d�as cuyo recuerdo se ha quemado en nuestras almas. Hay d�as de letras rojas, d�as de honor y alegr�a; y est�n los d�as negros de calamidad. Tenga en cuenta algunos de los tipos de d�as memorables.

1. D�as de advertencia. Tal fue el d�a de nuestro texto. No podemos permitirnos olvidar esos d�as. Pueden ocurrir pero rara vez; Sin embargo, su influencia debe ser permanente.

2. D�as de bendici�n. Si hemos tenido tiempos de prosperidad excepcional, u ocasiones en las que nos hemos sorprendido con un bien nuevo e inesperado, seguramente esas felices temporadas merecen ser contadas. Es ingrato dejar un espacio en blanco en nuestros diarios para esos d�as.

3. D�as de tristeza. Estos tambi�n pueden ser d�as de bendici�n, aunque de bendici�n disfrazada. No es f�cil olvidar esos d�as, ni es del todo deseable. El recuerdo suavizado del dolor pasado tiene una influencia sana y sumisa sobre el alma.

4. D�as de revelaci�n. El d�a a ser observado por Ezequiel fue de este personaje. No tenemos visiones prof�ticas. Pero puede haber d�as en que Dios parezca acercarse especialmente a nosotros. La verdad ha sido m�s clara y la fe m�s fuerte. El recuerdo de esos d�as es una ayuda para las estaciones m�s oscuras de la duda y la triste soledad.

II EL USO DE D�AS MEMORABLES.

1. Hacer una cr�nica de ellos. Un diario de sentimientos no siempre es una producci�n saludable; pero un diario de eventos debe estar lleno de instrucciones. Un almanaque marcado con fechas de aniversario es un recordatorio constante de las lecciones del pasado.

2. Estudiarlos. Las fechas son solo plagas de signos. Indican eventos que requieren consideraci�n por separado. A veces es bueno apartarse de las ruidosas escenas del presente y caminar en los oscuros claustros del dulce y triste pasado, en comuni�n con los d�as pasados ??y reflexionando sobre los hechos de los viejos tiempos. Nuestra propia edad apresurada y desatendida ser�a la mejor para tales meditaciones entre las tumbas, no para crecer melancol�a en el pensamiento de la muerte, sino para aprender sabidur�a en las lecciones de las edades.

3. Para evitar sus errores. Hay d�as pasados ??malos. La antig�edad no consagra el pecado y la locura.

4. Seguir su buen ejemplo. Tenemos todo el rol de la historia del mundo para seleccionar instancias de vidas inspiradoras. El a�o cristiano es sagrado para la memoria de un pasado santo, y sus aniversarios reviven las lecciones de buenos ejemplos; principalmente nos recuerda repetidamente los grandes eventos en la vida de nuestro Se�or.

5. Estar preparado para su recurrencia. El d�a de la profec�a fue anticipatorio del D�a del Juicio. Los d�as pasados ??de juicio apuntan al juicio futuro. "De aquel d�a y de esa hora nadie conoce", pero el cumplimiento de la profec�a en la destrucci�n de Jerusal�n es una advertencia solemne del cumplimiento seguro de las predicciones sobre el juicio sobre el mundo entero.

Ezequiel 24:12

Una tarea cansada.

Jerusal�n es representada como un esfuerzo por eliminar su propio mal, pero como cada vez m�s cansado en la tarea infructuosa. El �xido no se puede limpiar del recipiente.

I. ACT�A COMO EL OXIDO.

1. Proviene de un agente corrosivo. La tentaci�n muerde el alma como un �cido.

2. Revela un car�cter inferior. El lat�n y el hierro se oxidan en circunstancias que dejan el oro y la plata intactos. La disposici�n a ceder a la tentaci�n es una se�al de que hay metal base en el alma.

3. Corrompe la sustancia misma del alma. El �xido en el metal no es como el musgo en la piedra, una mera excrecencia y crecimiento de par�sitos. Se forma a partir del metal mismo; Es una parte de ella desintegrada y mezclada con un cuerpo extra�o. El pecado rompe el tejido de la vida del alma y lo desgasta en una muerte lenta.

4. Empa�a la belleza del alma. El �xido es como tierra arraigada en la superficie brillante del metal. El espejo oxidado ya no refleja la luz. El alma manchada de pecado ha perdido su brillo y deja de reflejar la luz del cielo.

II Los hombres intentan eliminar el �xido del pecado. Esta es la tarea que se supone que el pueblo de Jerusal�n ha emprendido.

1. Se apartan de su pasado. La atm�sfera que caus� el �xido se abandona. Los viejos tiempos deben ser olvidados; se debe comenzar una nueva vida.

2. Ponen sus almas bajo disciplina. Se intenta quemar el �xido o eliminarlo.

3. Ofrecen compensaci�n. Las nuevas obras de bondad deben reemplazar y expiar las viejas obras de pecado.

4. Ofrecen sacrificios de expiaci�n. La historia de la religi�n est� llena de tales sacrificios, sacrificios que constituyen un elemento principal en la econom�a del Antiguo Testamento.

III. EL INTENTO DE ELIMINAR LA HERRAMIENTA DEL PECADO ES UNA TAREA CAUSADA.

1. Nuevas circunstancias no destruyen viejos pecados. Aunque el recipiente se saque de la atm�sfera h�meda que lo corroy� por primera vez, no se vuelve brillante. El �xido todav�a est� en �l. Podemos intentar hacer las paces en el futuro, pero de esa manera no podemos deshacernos de la culpa y las consecuencias del pasado.

2. El pecado ha penetrado tan profundamente en el alma que ning�n esfuerzo nuestro puede eliminarlo. No es como el polvo que descansa libremente en la superficie; ha cortado nuestra naturaleza como �xido. Nuestra d�bil autodisciplina es ineficaz para eliminar un mal tan cercano.

3. Ninguna compensaci�n de buenas obras ni sacrificios expiatorios eliminar�n este mal. "No es posible que la sangre de toros y cabras elimine el pecado" ( Hebreos 10:4). Tales sacrificios pueden ser solo s�mbolos en el mejor de los casos.

IV. CRISTO HA CUMPLIDO ESTA TAREA DE GANANCIA.

1. Ha hecho la gran expiaci�n con Dios. �l es el �nico sacrificio verdadero por el pecado ( Hebreos 10:14). As�, el camino ahora est� despejado para la limpieza del alma.

2. Elimina el �xido del pecado del alma. Como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", Cristo no solo trae perd�n, sino que produce pureza. Su poderoso brazo limpia el �xido del alma.

3. Esta fue una tarea cansada para Cristo. Incluso a �l no le result� un trabajo f�cil. Se requiri� la humillaci�n de Bel�n, la agon�a de Getseman� y la muerte del Calvario. Cristo trabaj�, sufri� y se cans� hasta la muerte en la horrible tarea. Sin embargo, persever� hasta el final.

4. Cristo nos invita a abandonar nuestra tarea in�til y cansada y acudir a �l para la limpieza. Es especialmente a aquellos que trabajan y est�n cargados de pecado que �l da su gran invitaci�n ( Mateo 11:28).

Ezequiel 24:14

(primera cl�usula)

Dios fiel a su palabra.

"Yo, el Se�or, lo he dicho: suceder� y lo har�".

I. LA SUPOSICI�N DE QUE DIOS NO PUEDE SER VERDADERO PARA SU PALABRA. Ciertas observaciones y consideraciones protegen esa suposici�n.

1. El cambio de la vida. Parece que las cosas se cayeron por casualidad. No discernimos movimientos regulares y ordenados en la Divina Providencia.

2. El cumplimiento tard�o de la amenaza y la promesa. Ambos est�n retrasados. Entonces los hombres pierden el control de ambos y los consideran inoperantes.

3. Una falsa idea de la misericordia de Dios. Se cree que Dios debe ser demasiado amable para ejecutar sus terribles amenazas de ira.

4. incredulidad. Esta condici�n de las almas de los hombres est� en la ra�z del error, y es solo por su existencia que otras consideraciones se apoderan y se hacen ocasiones para dudar de la cierta actuaci�n de Dios de lo que ha predicho.

II LA CERTEZA DE QUE DIOS SER� VERDADERO A SU PALABRA. Esto se basa en consideraciones importantes.

1. La constancia de Dios. �l es "el eterno". Los hombres var�an, pero Dios no cambia. Lo que quiere hoy, lo quiere para siempre.

2. El perfecto conocimiento de Dios. Es posible que nos veamos obligados a cambiar nuestros planes debido al descubrimiento de nuevos hechos. Un cambio en nuestras circunstancias puede obligar a un cambio en nuestra conducta. Pero Dios sabe todas las cosas, y tiene una previsi�n de todas las contingencias futuras cuando hace su promesa. Por supuesto, �l act�a con respecto a los acontecimientos cambiantes y la alteraci�n de los personajes de los hombres. Pero todas estas cosas son conocidas de antemano, y cuando su acci�n se refiere a ellas, est� condicionada en consecuencia desde el principio. No hay sorpresa y el consiguiente giro repentino.

3. El poder de Dios. Podemos fallar en mantener nuestra palabra de la simple incapacidad. Un hombre puede prometer pagar una suma de dinero en un d�a determinado y, mientras tanto, las desgracias imprevistas pueden privarlo del poder de redimir su palabra. No existen tales posibilidades con el Todopoderoso.

4. La misericordia de Dios. El arzobispo Tillotson se�al� que Dios no estaba tan obligado a cumplir sus amenazas como a cumplir sus promesas de gracia, porque los hombres ten�an un reclamo sobre lo �ltimo, pero nadie reclamar�a lo primero. Sin embargo, no ser�a misericordioso en Dios torturarnos con advertencias de una fatalidad que no era inminente. Dios s� remite sanciones. Pero entonces, desde el principio, prometi� perd�n al penitente.

III. LAS CONSECUENCIAS DE DIOS SER VERDADERO A SU PALABRA.

1. La vanidad de la incredulidad. Puede estar con nosotros como lo fue en los d�as de No� ( Mateo 24:37). Pero el juicio no ser� menos seguro porque nos negamos a esperarlo.

2. La necesidad de un refugio seguro. Dios ha amenazado con juzgar contra el pecado. Ser� fiel a su palabra. Entonces deber�amos estar preparados para enfrentar el d�a de la ira. Nuestro �nico refugio es "huir de Dios a Dios".

3. La seguridad de la verdadera fe. Dios ha dado bondadosas promesas de perd�n a sus hijos que regresan (por ejemplo, Isa�as 1:18). Ciertamente ser� tan fiel a esas promesas como a cualquier amenaza de ira contra los impenitentes. La eterna constancia de Dios es una roca de refugio para sus hijos humildes, arrepentidos y confiados.

Ezequiel 24:16

El deseo de tus ojos.

I. UNA IMAGEN DE AMOR DOM�STICO. La esposa de Ezequiel se llama "el deseo de sus ojos". Dios ha ordenado el matrimonio, y la bendici�n de la verdadera uni�n del esposo y la esposa es de �l. Es en s� mismo bueno y una fuente de m�s bendiciones. No es la doctrina de la Biblia que el celibato monje es m�s santo que el amor casado y hogare�o.

1. La bendici�n del amor matrimonial es un consuelo en problemas. Si Ezequiel tuvo una esposa que podr�a describirse en el lenguaje de nuestro texto, debe haber sido refrescante para �l pasar del rencor de la enemistad jud�a a la simpat�a de una verdadera mujer. El hogar es un refugio sagrado de las tormentas del mundo.

2. El amor matrimonial es un tipo de amor divino. La Iglesia es la novia del Cordero. Dios ama a su pueblo como un verdadero esposo ama a su esposa.

3. Una bendici�n tan grande debe ser cuidada con ternura. El amor matrimonial puede verse herido por la falta de pensamiento tanto como por la falta de coraz�n. Las peque�as bondades constituyen gran parte de la felicidad de la vida, y las peque�as negligencias pueden hacer que su copa sea muy amarga. Necesita cuidados para que la flor del amor sea despiadadamente ignorada.

II UNA CARRERA DE PROBLEMAS LESORABLES.

1. "El deseo de sus ojos" se toma de Ezequiel. Un profeta no est� exento de los mayores problemas que caen sobre la suerte de los hombres. Los privilegios divinos no nos salvan de las penas terrenales. El amor no puede retener al amado para siempre. La pareja que ama mucho a�n puede separarse. Este terrible dolor de la viudez puede invadir el hogar m�s feliz. Los que nunca se dividen en amor a�n pueden ser empujados por el "oscuro divorcio de la muerte".

2. Este problema viene por un derrame cerebral repentino. La muerte s�bita parece ser lo mejor para la v�ctima, ya que evita todas las agon�as de una enfermedad prolongada y todos los horrores del acto de morir. �Pero para los que quedan es un golpe terrible! A�n as�, como tales eventos ocurren en los hogares m�s cari�osos y pac�ficos, deber�amos hacer bien para estar preparados para ellos. El dulce jard�n de verano de hoy puede ser un desperdicio y un aullido salvaje ma�ana.

3. El problema viene de Dios. Por lo tanto, debe ser irresistible. Por otro lado, debe ser correcto. No podemos entender por qu� deber�a caer un golpe tan temeroso. Solo podemos decir: "Es el Se�or".

III. UN REQUISITO DE RETICENCIA NO NATURAL. Ezequiel no debe "llorar ni llorar". Interiormente su pena no puede ser detenida, porque ning�n hombre puede escapar de la naturaleza; pero todos los signos externos de dolor deben ser suprimidos. Este es un requisito dif�cil.

1. Los hombres p�blicos deben reprimir las emociones privadas. Aqu� est� una de las penalizaciones de una posici�n prominente. Los grandes deberes deben realizarse como si nada hubiera pasado. El l�der de los dem�s debe presentar una cara segura al enemigo, aunque su alma est� retorcida de desesperaci�n. Un semblante sonriente debe enmascarar un coraz�n roto.

2. La pena privada est� enterrada en la calamidad p�blica. El desastre nacional de Jerusal�n es tan grande que ni siquiera se puede considerar el dolor m�s terrible de la viudez repentina. La pena es generalmente ego�sta; �Pero cu�l es la agon�a de una sola alma ante la miseria de la humanidad?

3. Los juicios divinos no se deben decir. El problema de Ezequiel es t�pico. Hengstenberg y otros sostienen que realmente no perdi� a su esposa, que la historia no es m�s que una par�bola. Aunque lo tomamos como historia, vemos que se usa como una ilustraci�n del destino de los jud�os. Esto no ten�a respuesta. La pena fue merecida por la naci�n culpable. La culpa es silenciosa. Con toda pena no tenemos derecho a responderle a Dios. El salmista dice: "Fui tonto" (Salmo 39:2). Cristo fue a su cruz en silencio. "Como una oveja", etc. ( Isa�as 53:7).

4. Dios tiene consuelos para el dolor paciente. Aunque el doliente est� en silencio, Dios no lo est�, y su voz susurra paz a todos sus hijos e hijas que conf�an en su dolor.

Ezequiel 24:27

La boca tonta se abri�.

I. HAY UN MOMENTO DE MANTENER EL SILENCIO. Ezequiel no fue golpeado tontamente f�sicamente como Zacar�as. Fue silenciado por las circunstancias y la voluntad de Dios. Incluso un profeta puede tener que aprender que "el silencio es oro". Considere las indicaciones del tiempo para guardar silencio.

1. Cuando uno no tiene nada que decir. Es un gran error hablar porque uno debe decir algo en lugar de esperar hasta que haya algo que decir. Los profetas no siempre tienen mensajes para entregar. Los poetas no siempre est�n inspirados.

2. Cuando los hombres no escuchen. Los repetidos discursos de Ezequiel, e incluso sus llamativas acciones ilustrativas, hicieron que los jud�os trataran la cerveza con indiferencia. Es in�til "echar perlas antes que los cerdos".

3. Cuando los eventos est�n hablando. Dios dice: "Qu�date quieto y sabe que yo soy Dios" (Salmo 46:10). La horrible voz de la providencia silencia cada enunciado del hombre.

4. Cuando estamos llamados a reflexionar. Hablamos demasiado y pensamos muy poco. Esta es una era de expresi�n. Hemos perdido el arte de la reticencia. La consecuencia es la superficialidad y la inestabilidad. M�s silencio permitir�a una reflexi�n pensativa m�s rica.

II EVENTOS ABREN LA BOCA DEL SILENCIOSO. Ezequiel deb�a permanecer en silencio por el dolor de su viudez repentina, y los jud�os ser�an silenciados por las terribles calamidades del asedio de Jerusal�n. Despu�s, los labios del profeta se abrir�an, y �l podr�a hablar con un mejor prop�sito. Los eventos ayudan a este resultado:

1. Al sugerir temas. El pensamiento m�s verdadero est� inspirado en los hechos. Nuevos sucesos dan lugar a nuevas lecciones. La era de la literatura sigue la era de la acci�n, y grandes libros surgen en el suelo que ha sido fertilizado por grandes obras. Los hechos de la historia del evangelio son los temas principales para la predicaci�n cristiana. Las nuevas escenas de la vida de Cristo y los Hechos de los Ap�stoles son la inspiraci�n de todo discurso evangel�stico.

2. Al inclinar a los hombres a escuchar. Ezequiel fue silenciado por la indiferencia; iba a volverse elocuente nuevamente por un inter�s reci�n despertado. Ahora, este cambio se llevar�a a cabo a trav�s de la instrumentalidad de eventos externos. As�, Dios rompe la tierra en barbecho y prepara la tierra para recibir la semilla de la Palabra.

3. Al inducir la fe. Esta es la causa principal del cambio en la presente instancia. Los jud�os se hab�an negado a creer a Ezequiel. Pero cuando sus palabras hab�an sido verificadas por la ocurrencia de las calamidades que hab�a predicho, los oyentes esc�pticos se ver�an obligados a reconocer que �l era un verdadero profeta. El cumplimiento de la profec�a de Cristo en el crecimiento del reino desde el grano de mostaza hasta el gran �rbol deber�a inclinar a las personas a escuchar la fe cristiana con fe.

III. EL MAESTRO SABIO TOMAR� OPORTUNIDADES PARA HABLAR. Su misi�n es proclamar la voluntad de su Maestro; y, aunque el silencio puede ser adecuado en ocasiones, y hay mucho que desear, debe estar atento a cada oportunidad de transmitir su gran mensaje. Es un momento glorioso cuando los labios inspirados se abren. El simple balbuceo de una conversaci�n vac�a no se puede comparar con tal enunciado. Los jud�os lo ten�an en los truenos de la profec�a, y los primeros cristianos en el don de las lenguas hendidas. Pero cada maestro cristiano que tiene el poder de hablar con su hermano puede recibir impulsos divinos que deber�an darle palabras de ayuda y curaci�n. El gran arte es, entonces, pronunciar la palabra en temporada: la palabra correcta, para la persona correcta, con el esp�ritu correcto, en el momento correcto.

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

Ezequiel 24:1

El caldero consumidor.

El juicio amenazado finalmente ha descendido sobre la ciudad culpable; y Ezequiel, muy lejos en la tierra del cautiverio, ve en visi�n y declara a sus compa�eros cautivos por una par�bola, el asedio de Jerusal�n que ahora est� teniendo lugar. Como en muchas partes de sus profec�as, Ezequiel revela por s�mbolo lo que tiene que comunicar. Las opiniones difieren en cuanto a si el caldero se llen� realmente con las articulaciones de los animales y si realmente fue calentado por un incendio. Pero la operaci�n familiar, ya sea literalmente realizada o simplemente imaginada y descrita, sirvi� v�vidamente para retratar en la mente las calamidades que estaban ocurriendo en la metr�poli condenada.

I. EL PECADO DE LA CIUDAD. Como se describe en este pasaje, los errores de Jerusal�n pueden clasificarse en tres encabezados.

1. Mentiras. Por el cual debemos entender la corrupci�n, los enga�os y fraudes, la falta de sinceridad pol�tica, que hab�a carcomido el coraz�n de los ciudadanos.

2. Lascivia. O la prevalencia de los pecados sensuales y del lujo carnal, opuesto a esa pureza y simplicidad de la vida dom�stica en la que consiste la salud moral de una naci�n.

3. La culpabilidad de sangre. O violencia y asesinato, que en este momento abundaban en Jerusal�n, cada hombre buscaba sus propios intereses, incluso a expensas de la vida de sus vecinos. Estas tres clases de iniquidad son elegidas por el profeta como peculiarmente atroces y molestas, no tan agotadores, sino simplemente como ejemplos, de la pecaminosidad de la ciudad.

II EL JUICIO DE LA CIUDAD. A medida que la carne y los huesos se colocan en el caldero, y el fuego que se aplica debajo hierve y hierve, los habitantes de Jerusal�n est�n encerrados dentro de los muros, el ej�rcito sitiador los rodea y los ciudadanos son abandonados a todas las privaciones y temores. y sufrimientos, y finalmente a la destrucci�n, incidente a una condici�n tan miserable. El instrumento de castigo est� designado para ser la naci�n en cuyas idolatr�as Jud� hab�a sido seducida, la naci�n cuya protecci�n podr�a haber valido por un tiempo para evitar m�s males, si la traici�n y la rebeli�n del pr�ncipe y la gente no hubieran acelerado la cat�strofe. El Juez Divino nunca carece de instrumentos para llevar a cabo sus propios prop�sitos. "�Mont�n en madera; enciende el fuego!"

III. LA DESTRUCCI�N DE LA CIUDAD. El castigo previo ha sido de la naturaleza del castigo, de la correcci�n; Esto es de la naturaleza del consumo. Todas las calamidades que han sucedido en Jerusal�n no han logrado producir un arrepentimiento verdadero y una reforma radical; ahora queda ejecutar las amenazas y completar la ruina anunciada. El lenguaje que proviene del Todopoderoso Gobernante, que hab�a tomado Jerusal�n bajo su especial patrocinio y cuidado, es realmente espantoso. "Lo har�; no volver�, ni perdonar�, ni me arrepentir�; seg�n tus caminos y seg�n tus acciones, ellos te juzgar�n, dice el Se�or Dios". Es evidente que el prop�sito de Dios es este: que la era de la rebeli�n llegar� a su fin, que debe haber una ruptura en la continuidad de la vida nacional, que un avivamiento futuro debe ser un nuevo comienzo no afectado por el mal por el h�bitos y tradiciones del pasado. Para este fin, la gente y todas sus formas y pr�cticas, todas sus rebeliones e idolatr�as, todas sus opresiones e inmoralidades, primero deben ser arrojados al caldero del juicio, y muchos deben ser consumidos y destruidos. � T.

Ezequiel 24:13

Disciplina ineficaz.

Los hombres a quienes se les conf�a providencialmente el cuidado y la capacitaci�n de los j�venes, o la libertad condicional de miembros indisciplinados de la sociedad, a menudo tienen motivos para quejarse de que sus esfuerzos parecen ser fracasos, que el lenguaje y la respuesta por acci�n se dirigen constantemente a aquellos que est�n bajo su cargo. Es muy instructivo para todos observar lo que fue el resultado del trato de Jehov� con Jud� y Jerusal�n. No debe discutirse que los resultados en cuesti�n eran perfectamente conocidos por el Omnisciente antes de que ocurrieran. Sin embargo, le parec�a bueno, al tratar con agentes morales, proporcionarles los medios del arrepentimiento y proporcionarles incentivos para el arrepentimiento. Lamentable es el registro de lo que sin irreverencia podemos llamar la experiencia Divina: "Te he purgado y no fuiste purgado".

I. DISCIPLINA DIVINA. Se presume la necesidad de tal disciplina. Es porque el metal se mezcla con la escoria que se vierte en el horno. Es porque el paciente est� enfermo que se administra la medicina. Debido a que el trigo y la paja est�n entremezclados, se emplea el abanico de aventar. Y es porque el coraz�n y la vida del individuo o la naci�n est�n contaminados con el mal que la mano castigadora de Dios interviene para purgar la travesura: la escoria, la paja. Los medios empleados son generalmente la aflicci�n en una o m�s de las muchas formas que asume. Un coraz�n se alcanza de una manera, otro de una manera completamente diferente; una naci�n es humillada por la peste o el hambre, otra por la derrota en la guerra y la privaci�n del territorio.

II EL MOTIVO Y EL PROP�SITO DE LA DIVINA DISCIPLINA. Para el observador descuidado puede parecer que experiencias como las descritas son evidencias de malevolencia en el Gobernador del mundo. Pero de hecho es lo contrario. "A quien ama, castiga y azota a todos los ni�os que recibe". El hijo no siempre comprende el trato que le da su padre y no siempre acepta ese trato con sumisi�n y gratitud; tampoco siempre se beneficia de ello como podr�a hacerlo. Sin embargo, el tratamiento puede ser sabio y estar bien adaptado para prop�sitos de libertad condicional y educaci�n; y puede llegar el momento en que, mirando hacia atr�s con una experiencia ampliada y un juicio m�s maduro, pueda aprobar la acci�n de su padre. As� es con el trato de Dios con su gran familia. El Padre de los esp�ritus de toda carne tiene en el fondo el bienestar de su descendencia, su hogar. �l sabe que la prosperidad ininterrumpida no ser�a beneficiosa, que muchas lecciones nunca podr�an ser adquiridas en circunstancias de tranquilidad y disfrute, que ese car�cter no podr�a, por esa experiencia, formarse en madurez y fortaleza moral. Es a trav�s de pruebas y aflicciones que los verdaderos hombres son formados. Y lo mismo es el caso de las naciones. Israel tuvo que vagar y luchar en el desierto. Inglaterra solo ha alcanzado su posici�n actual mediante muchas generaciones de conflictos y muchas �pocas de adversidad. Dios ha "purgado" a su pueblo, no porque sea indiferente a sus sufrimientos, sino porque es sol�cito por su bienestar, que solo a trav�s del sufrimiento puede lograrse.

III. El fracaso aparente de la disciplina divina. Hay un tono pat�tico en la afirmaci�n: "Te he purgado y no fuiste purgado". La explicaci�n de este fracaso se encuentra en el hecho misterioso de la libertad humana. Un eminente fil�sofo ha dicho que se contentar�a con estar encerrado como un reloj todas las ma�anas, si eso asegurara su correcto funcionamiento durante todo el d�a. El determinismo es mecanismo; reduce al hombre al nivel de una m�quina. Pero esta no es la verdadera, la idea Divina del hombre. Evidentemente, Dios se propone hacer algo mejor con el hombre que limitarlo. Incluso le da al hombre la prerrogativa de resistir los altos motivos que �l ejerce sobre �l en sabidur�a y misericordia. Y cuando percibe que los prop�sitos de la disciplina no se cumplen, se lamenta: "Te he purgado y no fuiste purgado". Sin embargo, no nos corresponde decir que incluso en tales casos ha habido un fracaso real. Se pueden responder los fines de los cuales no podemos juzgar; se puede hacer lo que no podemos ver; Se puede estar preparando para etapas avanzadas que ahora somos incapaces de comprender. Sin duda, en muchos casos, la "purga", que es ineficaz aqu� y ahora, se producir� en el m�s all�, y quiz�s m�s arriba. Est� abierto a nosotros para creer, con el poeta

"Que nada camina con pies sin rumbo,

Que ni una vida ser� destruida ni arrojada como basura al vac�o,

Cuando Dios ha completado su obra ".

T.

Ezequiel 24:15

Dolor sin palabras y sin l�grimas.

Si el evento aqu� descrito realmente sucedi�, y si la muerte de la esposa del profeta fue un hecho y no una mera visi�n o par�bola, en todo caso, no hay raz�n para suponer que esta muerte tuvo lugar por causas distintas a las naturales. Al prever lo que suceder�a, el Dios de los hombres y de las naciones utiliz� la aflicci�n de su siervo y lo hizo rendir cuentas, convirti�ndolo en la ocasi�n y el medio de instrucci�n espiritual e impresi�n para el beneficio de la comunidad hebrea. El fallecimiento de la esposa de Ezequiel simboliz� el destino de la culpable Jerusal�n. Era-

I. REPENTINO E INESPERADO. El Se�or le quit� al profeta el deseo de sus ojos "de golpe". �Qu� conmovedor es el registro del profeta! "Incluso mi esposa muri�". Es la simplicidad de la verdad, la simplicidad de la sumisi�n, lo que habla en este lenguaje. Los t�rminos que emplea Ezequiel muestran cu�n grande fue su amor y apego a su esposa; tanto m�s fue este duelo repentino, una descarga de angustia y angustia para �l. Del mismo modo r�pido fue el golpe de retribuci�n y ruina que se produjo en la metr�poli jud�a. A pesar de las repetidas advertencias y amenazas, los israelitas no creer�an que su amada Jerusal�n, "la alegr�a de toda la tierra", podr�a caer ante el poderoso conquistador del este. Pero su confianza estaba fuera de lugar, y su orgullo estaba destinado a la humillaci�n. Lleg� el golpe de muerte, y lleg� con la agudeza y la brusquedad que correspond�a con el duelo del profeta.

II GRAVE. Ninguna aflicci�n que pudiera ocurrirle a Ezequiel podr�a ser tan angustiante y devastadora como la p�rdida de su amada esposa. En esto fue emblem�tico del golpe que estaba a punto de descender sobre Jerusal�n. "He aqu�", dijo el Se�or, "profanar� mi santuario, el orgullo de tu poder, el deseo de tus ojos y lo que tu alma compadece". El patriotismo, las asociaciones hist�ricas, el orgullo religioso y otros elementos de sentimiento conspiraron para hacer que su metr�poli sea querida por los hijos de Abraham; y su destrucci�n y la dispersi�n de sus ciudadanos no podr�an ser contempladas por ellos sin las m�s vivas emociones de angustia y ansiedad. Ning�n golpe m�s fuerte podr�a caer. en ellos que esto. La angustia, a causa de los desconsolados y desolados, debe tomar posesi�n de cada verdadero coraz�n hebreo, cuando se cumplieron las predicciones de la ira divina, cuando los paganos entraron y poseyeron el santuario de Jehov�.

III. INEVITABLE E IRREPARABLE. La vida est� en manos del Se�or y Dador de la vida. Cuando recuerda su regalo, sus criaturas no pueden hacer nada m�s que someterse. Entonces Ezequiel mismo reconoci� y sinti�; fue Dios quien lo priv� del deseo de sus ojos. Los muertos no regresan a su lugar, que ya no los conoce. Este hecho da agudeza al dolor, mientras que ayuda a la sumisi�n. Los compatriotas de Ezequiel deb�an aprender que el prop�sito divino era infligir a Jerusal�n la �ltima indignidad. Ning�n poder humano podr�a evitar, y ning�n poder humano podr�a reparar, este mal, m�s de lo que tal poder podr�a salvar o restaurar la vida que el Creador reanud�. De hecho, una nueva carrera podr�a abrirse ante el pueblo de Israel, pero la antigua carrera se cerr� de manera perentoria e irrecuperable.

IV. APLASTANDO HASTA EL SILENCIO. A Ezequiel se le orden�, cuando su aflicci�n se apoder� de �l, abstenerse de llorar y llorar, y de todas las se�ales externas de dolor. A pesar de lo angustioso y dif�cil que era el comando, fue obedecido. Y la obediencia del profeta fue significativa. Cuando lleg� el d�a de los problemas de Jud�, lleg� de tal manera y con tales circunstancias que lo acompa�aron que los sobrevivientes y espectadores de la calamidad nacional quedaron sin palabras por el dolor. Su experiencia nos recuerda el lenguaje memorable del salmista: "Fui tonto, no abr� la boca, porque lo hiciste". Hay un tiempo para callar. Cuando la mano de Dios es pesada sobre aquellos que se han resistido a sus leyes y se han rebelado contra su autoridad, no tienen nada con qu� responder a su justo Se�or a quien han ofendido. Es para ellos abstenerse de quejarse, que en tal caso ser�a simplemente una blasfemia; les corresponde a ellos inclinarse debajo de la vara; corresponde a ellos, en silencio y con una amargura de coraz�n sin palabras, arrepentirse de todos sus pecados. Es el Se�or: "He aqu�, aqu� estoy; que me haga lo que le parezca bien".

Ezequiel 24:24

Ezequiel una se�al.

Este profeta fue comisionado para pronunciar muchas palabras y realizar muchas acciones que eran de la naturaleza de las se�ales a Israel. Pero en este vers�culo, por la propia instrucci�n de Dios, Ezequiel est� dirigido, no a mostrar, sino a ser, una se�al para la gente. En su propia persona, en su propia experiencia notable, tipific� grandes verdades.

I. EN LA AFLICCI�N QUE LO DEJ�.

II En el angustia que experiment�.

III. EN SU ENV�O SILENCIOSO A DIVINOS NOMBRAMIENTOS.

IV. EN SU OBEDIENCIA SIN QUEJAS A LAS DIVINAS BEHESTS.

V. EN SU DESEO Y RESOLUCI�N, POR TODA SU EXPERIENCIA Y ACCI�N, GLORIFICAR A DIOS.

SOLICITUD. Hay ocasiones en que un buen hombre puede hacer poco para beneficiar o influir directamente en el imp�o de quien puede estar rodeado. Pero incluso en tales circunstancias puede ser testigo de Dios, y puede prestar servicio a sus semejantes, por su propia vida, y especialmente por su comportamiento en tiempos de aflicci�n y juicio.

HOMILIAS DE J.D. DAVIES

Ezequiel 24:1

El mecanismo interior de la guerra.

El profeta es comisionado para emplear otra met�fora hogare�a. La paciencia y el ingenio del amor de Dios son inagotables. Las im�genes m�s hogare�as se emplean con vistas a una impresi�n v�vida y permanente. Aqu� se muestra que detr�s de toda la maquinaria y las circunstancias de la guerra, una mano Divina dirige y anula. Una fuerza moral reside dentro de la agencia material y humana.

I. LA NECESIDAD PARA EL SCOURGE. La necesidad surgi� de la criminalidad excesiva del pueblo jud�o.

1. Se describen como una "casa de rebeli�n". La autoridad de Jehov� fue pisoteada en el polvo.

2. Jerusal�n era una ciudad de sangre. La justicia fue administrada tan groseramente que el culpable escap�; los inocentes fueron asesinados judicialmente.

3. El pecado asumi� las formas m�s flagrantes. "En tu inmundicia hay lujuria". Toda restricci�n al vicio fue desechada. Todo el vigor moral fue devorado con autocomplacencia.

4. Hubo abuso sin sentido de los m�todos correctivos de Dios. "Te purgu� y no fuiste purgado". Se desperdiciaron y despreciaron los costosos remedios. La mano del gran m�dico hab�a sido resistida. Esta es la culminaci�n de la culpa. La condici�n de tal es in�til.

II LA CERTEZA DEL SCOURGE. "Yo, el Se�or, he hablado: vendr� y lo har�". El evento se bas� en la palabra de Dios, y la palabra de Dios es la expresi�n de su voluntad. Se pone en su discurso. El cumplimiento de su palabra no solo es invariable como ley; El cumplimiento es una necesidad. Pero m�s all�, el flagelo ya hab�a llegado. Por inspiraci�n prof�tica, Ezequiel sab�a que en ese d�a id�ntico en el que habl� a la gente de Caldea, Nabucodonosor puso sitio a Jerusal�n. La verificaci�n de este hecho impartir�a un peso de autoridad a la misi�n de Ezequiel como profeta de Jehov�. Ahora era demasiado tarde para evadir, por arrepentimiento, el flagelo. A�n as�, la lecci�n moral ser�a saludable. Nunca es irrazonable estar seguro de la justa fidelidad de Dios.

III. LA GRAVEDAD DEL SCOURGE. La verdad que esta singular y sorprendente figura pretende transmitir es la destrucci�n total e indiscriminada. Las carnes de castigo de naturaleza menos dr�stica hab�an sido probadas en vano; y, como el mal parec�a estar arraigado en la naturaleza misma del cuerpo pol�tico, no hab�a otra medida que valiera la pena para un desastre abrumador. Esto se representa manteniendo el caldero en el fuego hasta que se evapore su contenido. Para los hombres, este castigo parece severo, pero para aquellas inteligencias que est�n cerca del trono de Dios, el castigo no les parece tan malvado como el pecado. Ning�n castigo es igual al odio del coraz�n del hombre hacia Dios. La calamidad que es externa al hombre no es una maldici�n como el pecado en el alma. Este chancro interno es el m�s pesado de todas las cat�strofes.

IV. LA FUERZA DEL SCOURGE. "No volver�, ni perdonar�, ni me arrepentir�, dice el Se�or '(Vers�culo 14). Cada pedazo de carne deb�a ser sacado por el enemigo; no se permit�a ninguna exenci�n. Incluso la escoria era para ser consumido. La herrumbre misma sobre el caldero deb�a ser quemada. En otras palabras, la ciudad misma deb�a ser destruida, as� como los habitantes, las instituciones, pol�ticas y religiosas, as� como los nobles y los sacerdotes. La voluntad limpiadora de Dios s� minucioso. En la estima de Dios no hay pecados peque�os. Solo dales tiempo, y los pecados peque�os se vuelven grandes. Por lo tanto, no hay que librarse del pecado. Dios est� representado, en un lugar, como "buscar en Jerusal�n con velas" para descubrir sus pecados secretos. Sobre la puerta de entrada de la nueva Jerusal�n se escribir�: "Nada de lo que est� contaminado, o que produce abominaci�n, puede entrar aqu�". Y a menos que el pecado se separe de nosotros, nosotros y nuestros pecados deben ser destruidos juntos. y la oscuridad no puede morar en la misma habitaci�n en el mismo momento, ni el pecado y la santidad El Dios de justicia exterminar� el pecado ra�z y rama.

V. LA MANO OCULTA QUE LANZA EL SCOURGE. Los observadores ordinarios de la invasi�n de Judea y del derrocamiento de Jerusal�n, solo vieron la actividad del hombre. A ellos les parecer�a solo una disputa humana. La ambici�n humana por un lado, y la violaci�n de los tratados por el otro, aparecieron como las causas inmediatas de la guerra. Para los capitanes militares, me atrevo a decir que la probabilidad de �xito estaba del lado de los sitiados. Los lamentos eran fuertes y altos; las murallas naturales eran casi inaccesibles; las puertas hab�an resistido a muchos enemigos. Sin embargo, hab�a un factor en ese negocio marcial que no era evidente. El agente m�s poderoso estaba fuera de la vista. Todas las fuerzas de la justicia estaban del lado de Nabucodonosor. Hab�a sido comisionado para esta empresa por el Dios invencible. En qu� momento, o de qu� manera, la voluntad directiva y controladora de Jehov� actu� sobre la mente del rey de Babilonia, no podemos decirlo. Pero que Dios lo movi� a esta empresa y le dio �xito, es un hecho claro. Incluso los hombres del mundo son la espada en la mano de Dios.

Ezequiel 24:15

Lecciones graduadas.

Las verdades m�s importantes solo pueden aprenderse mediante una serie de comparaciones. Conocemos mejor la magnitud del sol en comparaci�n con la luna y las estrellas. Valoramos la fragancia de la rosa en comparaci�n con el perfume de otras flores. Aprendemos la dignidad y la fuerza que pertenecen a un hombre al pasar por las etapas de la infancia y la juventud. Dios nos ense�a y nos entrena, no solo a trav�s del entendimiento, sino tambi�n a trav�s de los sentimientos, afectos, penas, experiencias internas. Cada evento que ocurre es una lecci�n para la vida inmortal.

I. DUELO POR LA P�RDIDA DE UNA ESPOSA ES NATURAL. Una esposa ocupa un lugar m�s central en el coraz�n de un hombre que cualquier otro en la humanidad. Dios mismo ha ordenado que este afecto mutuo trascienda a todos los dem�s. Es una relaci�n nacida de la elecci�n mutua. En proporci�n a esta profundidad e intensidad de afecto est� la sensaci�n de p�rdida cuando ocurre la muerte. Sufrir angustia de coraz�n en ese momento concuerda con las leyes y los instintos de la naturaleza. Es una p�rdida que no debe medirse con palabras, y en proporci�n a la sensaci�n de p�rdida es la abundancia del dolor.

II LA CAPACIDAD DEL HOMBRE PARA SENTIR EL DOLOR ES LIMITADA. Toda capacidad del alma del hombre tiene, en la tierra, limitaci�n. Se desconoce si esto continuar� cuando se libere de los tramos de la carne. Con toda probabilidad, la capacidad de la mente y el sentimiento se ampliar�, pero seguir� siendo limitada. Si se consiente el dolor por p�rdidas menores, el alma no tendr� poder de dolor restante para demandas m�s pesadas. Por lo tanto, el esfuerzo de la voluntad debe emplearse para contener, y no para excitar, nuestro dolor. Aquellos que lloran por penas imaginarias retratadas en novelas a menudo se vuelven insensibles en presencia de angustia real. La fuente del dolor est� agotada.

III. EL DOLOR REAL DEBE RESERVARSE PARA NUESTRAS CALAMIDADES M�S PESADAS. Porque, si permitimos que ocurran los desastres m�s severos sin una sensaci�n adecuada de tristeza, hacemos da�o a nuestra naturaleza moral; Hacemos da�o a los dem�s. Transmitimos a los hombres una impresi�n equivocada. Destacamos los asuntos menos importantes. El resultado es que nuestra naturaleza no est� en armon�a con la naturaleza de Dios, un desastre el m�s pesado de todos. Entonces las lecciones de Dios se pierden sobre nosotros. Nos volvemos incapaces de recibir el bien. Somos "sentimientos pasados". Perder el sentimiento es perder el disfrute, es soportar una vida disminuida.

IV. EL PECADO SUPERA TODAS LAS OTRAS CALAMIDADES QUE NUESTRO JEFE SORROW DEBE RESERVARSE PARA EL PECADO. Dios prohibi� a Ezequiel llorar por la p�rdida de su esposa. Prohibi� a los hebreos exhibir signos de duelo por la ca�da y la ruina de su templo. "Pero", agreg�, "pero ustedes se entristecer�n por sus iniquidades, y llorar�n el uno hacia el otro". Todo otro desastre es externo a un hombre. Este desastre, el pecado, es interno y da�a la textura y el tejido de su alma. Esto es sin duda "la corona de la tristeza del dolor". Un hombre perteneciente a la clase criminal obtuvo una entrevista con un caballero cristiano. Respondiendo a las preguntas, el hombre cont� su triste historia: su gradual ca�da en el crimen, su �ltima detecci�n, dijo: "He estado dos veces en prisi�n; he soportado todo tipo de miseria; pero confieso que mi peor castigo est� en ser lo que soy ahora ". Esta es la verdad fundamental expuesta por Ezequiel: que el pecado es la suma de todos los desastres, la quintaesencia del infierno. El odio a Dios es la maldici�n del hombre.

V. UN HOMBRE BUENO ES UNA SE�AL A LOS IMPIOS, DE LAS REALIDADES NO VISTADAS. "As� Ezequiel es para ti una se�al". Un signo es un �ndice de cosas invisibles. El humo es el signo del fuego. Una espada es el signo de la hostilidad. Una insignia inglesa es un �ndice de la autoridad de la reina. La vida de un buen hombre es una "se�al" o prueba de que hay un Dios y que Dios es el amigo del hombre. La pureza y la piedad de un buen hombre es un �ndice de la gracia transformadora de Dios. La paz en el coraz�n de un buen hombre es un �ndice de la paz de Dios, la paz del cielo. La obediencia de un buen hombre es un �ndice de la graciosa autoridad de Dios. La renuncia de un buen hombre en apuros es una se�al de la superioridad del bien celestial sobre el terrenal. Todo buen hombre es se�al y testigo de Dios.

HOMILIAS DE W. JONES

Ezequiel 24:1

La par�bola del caldero; o, el juicio sobre Jerusal�n.

"Nuevamente en el noveno a�o, en el d�cimo mes, en el d�cimo d�a del mes, la palabra del Se�or vino a m�", etc. La interpretaci�n de los rasgos principales de esta par�bola no es dif�cil. "El caldero es Jerusal�n. La carne y los huesos que se ponen all� son los jud�os, los habitantes ordinarios de la ciudad y los fugitivos del pa�s. El fuego es el fuego de la guerra. El agua se vierte en el caldero, porque en el primer lugar, solo se consideran los habitantes, no la ciudad como tal. Luego, donde solo se pretende el caldero, se coloca en vac�o ( Ezequiel 24:11). Los huesos, en Ezequiel 24:4, en contraposici�n a los pedazos de carne, est�n aquellos que prestan apoyo al cuerpo del estado: las autoridades, con el rey a la cabeza "(Hengstenberg). El significado preciso de una cl�usula es controvertido. "Quema tambi�n los huesos debajo de �l" ( Ezequiel 24:5) Versi�n revisada, "Apila tambi�n los huesos debajo de �l". La interpretaci�n de Fairbairn nos parece correcta: "Lo que el profeta quiere decir es que las mejores partes carnosas, llenas de los huesos m�s fuertes, que representan a los m�s exaltados y poderosos de la gente, deb�an ponerse dentro de la olla y hervirse. ; pero que el resto, los m�s pobres, no deb�an escapar: estos, los simples huesos por as� decirlo, deb�an ser arrojados como una pila debajo, sufriendo primero y, al aumentar el fuego, apresurando la destrucci�n de los dem�s ". Una confirmaci�n notable e ilustraci�n de esta interpretaci�n se cita en el 'Comentario del orador' del '�ltimo diario de Livingstone:' "Cuando navegamos por el r�o Shire, nuestro combustible se agot� en el pantano de elefantes donde no hay �rboles. Llegar a un lugar donde un elefante hab�a sido sacrificado, inmediatamente tom� los huesos a bordo, y estos, con los huesos de un segundo elefante, nos permitieron vaporizar r�pidamente hasta donde abundaba la madera. Los escitas, seg�n Herodoto, usaron los huesos del animal sacrificado para hervir la carne; los guachos de Am�rica del Sur hacen lo mismo cuando no tienen combustible; el buey se hierve as� mismo ". La par�bola y su interpretaci�n dada por Ezequiel sugieren las siguientes observaciones.

I. EL TIEMPO PARA LA EJECUCI�N DE LOS DIVINOS JUICIOS PUEDE PARTICIPAR EN LOS HOMBRES A LARGO PLAZO, PERO SU LLEGADA ES CIERTA. (Vers�culos 1, 2.) Este juicio contra Jerusal�n hab�a sido mencionado por los profetas durante mucho tiempo. La gente de esa ciudad se hab�a negado a creer en su enfoque; pero ahora realmente ha comenzado. "El Rey de Babilonia se puso en contra de Jerusal�n este mismo d�a". Pero aviso:

1. La minuciosidad del conocimiento divino del comienzo del juicio. "En el noveno a�o, en el d�cimo mes, en el d�cimo d�a del mes", etc. (Vers�culos 1, 2; y cf. 2 Reyes 25:1). El mismo d�a, s�, la hora y el momento, cuando Nabucodonosor comenz� el asedio fueron conocidos por Dios. Nada se le oculta (cf. 2 Reyes 19:27; Salmo 139:1; Mateo 9:4; Juan 2:24, Juan 2:25; Hebreos 4:13).

2. La comunicaci�n de este conocimiento a Ezequiel. Aqu�, en un d�a en particular, que se especifica claramente y se establece por escrito, el profeta anunci� a sus compa�eros exiliados que Nabucodonosor hab�a comenzado a asediar Jerusal�n. "El lugar en el Chebar donde viv�a el profeta", dice JD Michaelis, "estaba distante de Jerusal�n a m�s de cien millas alemanas; por lo tanto, era imposible para Ezequiel saber por medios humanos que el asedio de Jerusal�n hab�a comenzado ese d�a; y cuando se descubriera que la predicci�n hab�a correspondido exactamente con los hechos, se considerar�a como una prueba invencible de su misi�n Divina ".

3. El registro de la mezcla del hecho. "Hijo del hombre, escr�bele el nombre del d�a, incluso de este mismo d�a". Cuando se descubriera que esta profec�a era exactamente cierta, el registro de ella reprender�a a la gente por su incredulidad sobre el profeta y ser�a testigo de la inspiraci�n y autoridad divinas con las que habl�. Pero para volver a nuestro punto principal, la aparente demora de un juicio Divino no afecta su certeza. "Debido a que la sentencia contra una obra malvada no se ejecuta r�pidamente, por lo tanto, el coraz�n de los hijos de los hombres est� totalmente dispuesto a hacer el mal". La visita de Dios a causa del pecado persistente es segura, y tendr� lugar en el momento preciso designado por Dios. �Con qu� notable iteraci�n y �nfasis se expresa esta horrible certeza en el verso catorce! "Yo, el Se�or, lo he dicho: suceder� y lo har�; no volver�, ni perdonar�, ni me arrepentir�" (cf. N�meros 23:19; 1 Samuel 15:29). Las amenazas de castigo de Dios se cumplir�n tan seguramente como sus promesas de bendici�n.

II EN LA EJECUCI�N DE SUS JUICIOS, DIOS NO RESPETA A LAS PERSONAS. "P�ngalo en el caldero, p�ngalo, y tambi�n vierta agua en �l; junte 'sus piezas, incluso cada pieza buena, el muslo y el hombro'; ll�nelo con los huesos elegidos. Elija reba�o." As�, el profeta ense�a que los grandes de Jud� y Jerusal�n �el rey, los pr�ncipes, los nobles� sufrir�an en este juicio. Hay otra expresi�n que apunta a la misma conclusi�n: "No se ha ca�do en ella" (vers�culo 6). En visitas anteriores, algunos hab�an sido llevados cautivos y otros abandonados. As� fue cuando Joacim y cuando Joaqu�n fueron llevados ( 2 Reyes 24:1 .; 2 Cr�nicas 36:1). Pero en este caso el juicio recaer�a sobre todos sin distinci�n. "No hay respeto de las personas con Dios". Es un Respecter de car�cter, pero no de personas. Ning�n rango exterior o riqueza, ni distinciones de lugar o poder, ni nada en las circunstancias o condiciones seculares del hombre, pueden eximirlo del golpe de la ira de Dios en el d�a en que visita a un pueblo por sus pecados.

III. CUANDO LA MALDAD SE HAYA HECHO FLAGRANTE, EL DIVINO JUICIO NO SER� MENOS CONSECUENTE. "Porque su sangre est� en medio de ella; ella la puso sobre la roca desnuda; no la derram� sobre el suelo, para cubrirla con polvo; para que la furia pueda vengarse, yo he puesto su sangre sobre la roca desnuda, para que no se cubra ". Aqu� se menciona la sangre sobre la roca desnuda en contraste con la sangre derramada sobre la tierra, que es absorbida por ella, o que est� cubierta y oculta con polvo. Tal vez, como sugiere Hengstenberg, existe una referencia a los asesinatos judiciales perpetrados en Jerusal�n, de los cuales el del Profeta Urijah es un ejemplo (Jeremias 26:10). Pero ciertamente se expone la notoria maldad del pueblo de Jerusal�n y Jud�. Fueron "distinguidos por la apertura y la audacia con la que pecaron". La notoriedad de su maldad manifestar�a la justicia del juicio de Dios; y conducir�a a una notoriedad igual en la imposici�n de ese juicio. Ella hab�a derramado sangre "sobre la roca desnuda, y Dios" pondr�a su sangre sobre la roca desnuda ". En la administraci�n del gobierno Divino hay una relaci�n y proporci�n estrecha entre el pecado y su castigo." Es apropiado ". dice Matthew Henry, "que aquellos que pecan antes de todos deben ser reprendidos antes que todos, y que la reputaci�n de aquellos que no deben ser consultados por el ocultamiento de su castigo que eran tan descarados como para no desear el ocultamiento de su pecado".

IV. CUANDO LA MALDAD SE HIZO INVETERADA TOTALMENTE, HA LLEGADO EL TIEMPO PARA LA EJECUCI�N DEL JUICIO. Varias cosas en el texto indican la inventiva de la maldad de la gente. La escoria u �xido del caldero no fue limpiada (Vers�culos 6, 12); entonces el caldero se pondr� vac�o sobre el fuego, para que el �xido se pueda quemar (Vers�culo 11). JD Michaelis explica este vers�culo: "Cuando el cardenillo se ha comido muy profundamente, el cobre se pone al rojo vivo en el fuego y se enfr�a en agua, cuando el �xido cae en escamas. Se puede disolver parcialmente mediante la aplicaci�n de vinagre. Solo uno no debe pensar en una fusi�n del �xido por el fuego, ya que en ese caso el cobre necesariamente se derretir�a junto con �l. Tambi�n a trav�s del simple calentamiento, la mayor parte se puede aflojar, de modo que se pueda frotar. " Pero aqu� parece que tanto el caldero como el �xido deben ser consumidos; tanto Jerusal�n como sus habitantes culpables ser�n destruidos. Nada servir� para limpiarlos, excepto los fuegos feroces de severa retribuci�n. Otra evidencia de la excesiva maldad de la gente es la aplicaci�n de la palabra traducida "lujuria". ?????? significa "maldad deliberada", la maldad meditada y planeada. Para tal maldad intencionada y estudiada no quedaba m�s que juicio. "Todas las medidas de un tipo menos extremo", dice Fairbairn, "hab�an sido probadas en vano; no estaban agotadas; y como la iniquidad parec�a estar entrelazada con todo el tejido y la constituci�n de las cosas, no quedaba m�s que someter todo a el crisol de una cat�strofe severa y abrumadora. Esto se representa manteniendo el caldero en el fuego hasta que su contenido se guis� y se quemaron los huesos. Y como si ni siquiera esto fuera suficiente, como si fuera necesario algo m�s para vengarse y purguen tal maldad escandalosa, el caldero mismo debe mantenerse caliente y ardiendo hasta que la contaminaci�n se consuma completamente. La ciudad malvada debe quedar en ruinas (cf. Isa�as 4:4) ... en claro En t�rminos generales, el Se�or ya no iba a tratar con ellos a medias; su condici�n exig�a el mayor grado de severidad compatible con su preservaci�n como un pueblo distinto y separado, por lo que la indignaci�n del Se�or era descansar sobre ellos hasta una separaci�n fue effe entre ellos y el pecado ".

V. QUE LOS JUICIOS DE DIOS SON RETRIBUTORIOS EN SU CAR�CTER. "Seg�n tus caminos, y seg�n tus obras, te juzgar�n, dice el Se�or Dios". (Ya hemos notado este aspecto de los juicios Divinos en nuestro tratamiento de Ezequiel 7:3, Ezequiel 7:4; Ezequiel 9:10; Ezequiel 16:43 .) - WJ

Ezequiel 24:15, Ezequiel 24:16

Un duelo repentino y triste.

"Tambi�n vino a m� la palabra del Se�or, diciendo: Hijo de hombre, he aqu�, te quito el deseo de tus ojos", etc. La muerte de la esposa del profeta se presenta aqu� como un tipo de calamidades que fueron inminente sobre Jerusal�n y sus habitantes. Creemos que su muerte fue un hecho, y no simplemente "una figura v�vidamente dibujada" dise�ada para exponer de manera m�s impresionante los abrumadores problemas que se avecinaban a los jud�os. Podemos notar, de paso, que el hecho de que Ezequiel ten�a una esposa sugiere la falta de escrituras del dogma papal del celibato del clero. Mois�s era muy eminente como profeta, y estaba casado ( �xodo 2:21, �xodo 2:22). Tambi�n lo fue su hermano Aar�n, el sumo sacerdote. Samuel el vidente y el juez estaban casados ??( 1 Samuel 8:1, 1 Samuel 8:2); y San Pedro ( Mateo 8:14). San Pablo reclam� para s� mismo el "derecho a guiar a una esposa que es creyente, as� como el resto de los ap�stoles, y los hermanos del Se�or y Cefas" ( 1 Corintios 9:5). Y escribe sobre la prohibici�n del matrimonio como una "doctrina de demonios" ( 1 Timoteo 4:1). Con respecto a la muerte de la esposa del profeta como un hecho real real, proponemos considerarlo en la actualidad, aparte de su significado t�pico. Nos damos cuenta-

I. LA ELIMINACI�N DE UN AMADO RELATIVO POR LA MUERTE. "Hijo de hombre, he aqu�, te quito ... el deseo de tus ojos". Esto sin duda se refiere a la esposa de Ezequiel; y este modo de hablar de ella indica la alta estima y el afecto tierno en el que fue abrazada por su esposo. "Una buena esposa", dice Jeremy Taylor, "es el �ltimo mejor regalo del cielo para el hombre, su �ngel y ministro de gracias innumerables, su joya de muchas virtudes, su cofre de joyas. Su voz es dulce m�sica; su sonrisa, su d�a m�s brillante ; su beso, el guardi�n de su inocencia; sus brazos, el p�lido de su seguridad, el b�lsamo de su salud, el b�lsamo de su vida; su industria, su riqueza m�s segura; su econom�a, su mayordomo m�s seguro; sus labios, sus fieles consejeros, su seno, la almohada m�s suave de sus preocupaciones, y sus oraciones, los m�s h�biles defensores de la bendici�n del cielo sobre su cabeza ". Las Sagradas Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento, representan el amor que el esposo debe tener hacia su esposa como del tipo m�s cercano, m�s tierno y m�s santo ( Efesios 5:25). Cuando un hombre tiene una buena esposa, que es para �l el deseo de sus ojos, y la muerte le quita, lo grande es su p�rdida y su dolor. "La muerte de la esposa de un hombre", dice Lamartine, "es como cortar un viejo roble que ha sombreado durante mucho tiempo la mansi�n familiar. En adelante, el resplandor del mundo, con sus preocupaciones y vicisitudes, falla en el coraz�n del viejo viudo, y all� no es nada para romper su fuerza o protegerlo de todo el peso de la desgracia. Es como si su mano derecha estuviera marchita; como si un ala de su �ngel estuviera rota, y cada movimiento que hizo lo llev� al suelo. est�n oscurecidos y vidriosos, y cuando la pel�cula de la muerte cae sobre �l, extra�a esos tonos acostumbrados que han allanado su paso a la tumba ". �Con qu� frecuencia los familiares queridos son eliminados por la muerte! En un momento es la verdadera esposa y tierna madre. En otro, es el esposo fiel y el padre sabio y amoroso. De nuevo, es la ni�a amada y hermosa.

II La eliminaci�n de un pariente amado por la muerte de repente, "te quito el deseo de tus ojos con un golpe". La esposa de Ezequiel no sufri� mucho de ninguna enfermedad, no ten�a ninguna afecci�n antecedente que tendiera a prepararlo para su remoci�n, pero fue arrebatada por un momento. No es infrecuente el caso de que nuestros seres queridos nos sean quitados sin previo aviso o sin ninguna anticipaci�n de su eliminaci�n. Por enfermedad virulenta, por calamidad p�blica, por accidente privado, los hombres son llevados con un derrame cerebral. Esto hace que el sufrimiento de los sobrevivientes sea m�s severo. Si la vida se hubiera desvanecido lentamente, en un momento estar�an preparados para su partida. Cuando hay una aflicci�n prolongada, los corazones de aquellos que pronto ser�n desconsolados se enaltecen por el �ltimo golpe de separaci�n cuando llegar�. La idea de la separaci�n hasta cierto punto se familiariza con la mente. Pero en casos de muerte s�bita no existe tal preparaci�n para el juicio. Y el golpe a veces aturde a los desconsolados por su fuerza inesperada, a veces abruma sus corazones con tristeza y a veces los conduce a la locura.

III. La eliminaci�n de un pariente querido por la muerte repentinamente por Dios. "La palabra del Se�or vino a m�, diciendo: Hijo de hombre, he aqu�, te quito el deseo de tus ojos con un golpe". Aqu� se dice que el agente en la remoci�n de la esposa del profeta no es enfermedad, ni accidente, ni casualidad, ni destino, sino el Se�or mismo. Esta es la ense�anza general de la Biblia sobre la muerte del hombre (cf. Job 1:21; Job 14:5, Job 14:20; Salmo 31:15 ; Salmo 68:20; Salmo 90:3, Salmo 90:5; Salmo 104:29; Apocalipsis 1:18). En el hecho que estamos considerando hay:

1. Profundo misterio. �Por qu� Dios nos quita a nuestros seres queridos de un golpe? �Por qu� no nos concede al menos algo de insinuaci�n y preparaci�n para el pr�ximo juicio? No podemos decirlo. Pero �l nos dice: "Lo que hago no lo sabes ahora; pero lo entender�s m�s adelante".

2. Instrucci�n divina. El hecho deber�a ense�arnos lecciones importantes; p.ej.:

(1) No confiar demasiado en las criaturas, por sabias, buenas y amadas (cf. Salmo 146:3, Salmo 146:4; Isa�as 2:22; 1 Corintios 7:29).

(2) Vivir en un estado de preparaci�n para la muerte. El que vive una vida verdaderamente cristiana no se encontrar� sin preparaci�n cada vez que la muerte venga a �l (cf. Filipenses 1:21).

(3) Reconocer a Dios como el Soberano de nuestra vida. Este es manifiestamente nuestro deber y nuestro inter�s.

3. Rico confort. Dios es todo sabio, perfectamente justo, infinitamente amable y amablemente interesado en nosotros. Por lo tanto, sus arreglos con respecto a nosotros y sus acciones en relaci�n con nosotros deben ser para nuestro bien. Es consolador e incluso inspirador saber que nuestros tiempos est�n en su mano.

IV. La eliminaci�n por parte de Dios de un pariente querido, que no deb�a ser llorado por el sobreviviente encerrado. "Sin embargo, ni llorar�s ni llorar�s, ni tus l�grimas correr�n". Dios no proh�be a su siervo el sentimiento de tristeza, sino solo su expresi�n externa. Debe abstenerse de todos los signos visibles de duelo en uso entre sus compatriotas (vers�culo 17). Puede que no llore, y hasta el alivio de las l�grimas silenciosas est� prohibido. Albert Smith ha dicho bien que las l�grimas son "las v�lvulas de seguridad del coraz�n, cuando se ejerce demasiada presi�n". Y Leigh Hunt escribe: "Las l�grimas permiten que el dolor se ventile pacientemente. Las l�grimas impiden que el dolor se convierta en desesperaci�n y locura". Pero en este doloroso duelo, Ezequiel no debe llorar ni derramar l�grimas, para que pueda ser una se�al m�s impresionante para sus compa�eros exiliados. Extremadamente severos fueron sus juicios. Pero para nosotros en nuestro dolor no existe tal prohibici�n. El cristianismo no proh�be las l�grimas. "Jes�s llor�." En los d�as de su carne, "ofreci� oraciones y s�plicas con fuertes llantos y l�grimas que le pudieron salvar de la muerte". Y el consuelo de las l�grimas se nos permite. Podemos aliviar el coraz�n sobrecargado con suspiros y enfriar el cerebro ardiente con nuestras l�grimas. Y en las penas del duelo tenemos consolaciones m�s ricas y divinas que estas. Sabemos que para aquellos que est�n en Cristo, la muerte es una ganancia indescriptible; que las separaciones que causa tienen m�s apariencia que realidad; y que en el gran m�s all� habr� reuniones bendecidas con aquellos que han pasado m�s all� del velo.W.J.

Ezequiel 24:20

Una terrible cat�strofe y una prohibici�n de duelo.

"La palabra del Se�or vino a m�, diciendo: Habla a la casa de Israel, as� ha dicho el Se�or Dios", etc. La muerte de la esposa de Ezequiel, y su abstinencia de duelo por causa de eso, fueron simb�licas, y su significado es tra�do ante nosotros en nuestro texto. Se presentan dos escenas para nuestra contemplaci�n.

I. UNA GENTE PRIVADA DE SUS POSESIONES M�S PRECIOSAS.

1. Las posesiones de las cuales deb�an ser privados.

(1) El templo mismo. "He aqu�, profanar� mi santuario, el orgullo de tu poder, el deseo de tus ojos y lo que tu alma compadece" La �ltima cl�usula es literalmente, "la pena de tu alma"; aquello que "tu alma perdonar�a, prometiendo la vida misma". Vea tambi�n en qu� t�rminos exaltados se habla del templo en el vers�culo 25: "Tomo de ellos su fortaleza", o fortaleza, "el gozo de su gloria, el deseo de sus ojos y aquello con lo que ponen su coraz�n". La esposa de Ezequiel, que era el deseo de sus ojos, simbolizaba el templo. En algunos aspectos, los jud�os hicieron demasiado de su templo. Se gloriaban en su belleza y esplendor exterior, incluso mientras deshonraban a Dios por sus idolatr�as; confiaban en �l como su fortaleza, en lugar de convertirlo en su Refugio y Fuerza; pusieron su coraz�n en ello, cuando deber�an haberlo amado con todo su coraz�n, alma, mente y fuerza. Y ahora estaban a punto de perder ese templo. Los intrusos paganos primero lo profanar�an y luego lo destruir�an (cf. Salmo 79:1; Salmo 74:3).

(2) El templo como s�mbolo. "El templo", dice Schroder, "simboliza todas las posesiones y el poder de Israel. A su existencia en medio de ellos apelaron contra sus hermanos ( Ezequiel 11:15); y en esto confiaron en medio de toda su maldad y apostas�a ( Ezequiel 8:6; Jeremias 8:4) ". Y Hengstenberg se�ala que en la profanaci�n del santuario "se incluye la disoluci�n de toda la relaci�n del pacto, la eliminaci�n de todo lo sublime y glorioso, que hab�a surgido de esa relaci�n del pacto, de todo lo que era valioso y querido para la gente. El general el pasaje fundamental, Le Ezequiel 26:19 exige que la concepci�n, donde por orgullo se entiende toda la gloria de Israel. Luego, tambi�n el vers�culo 25, donde en lugar del santuario aqu� aparece todo lo glorioso ".

(3) Sus hijos e hijas. "Tus hijos y tus hijas que dejaste caer�n por la espada". Hitzig sugiere que, "con motivo de la expatriaci�n, muchos padres pueden haberse visto obligados a dejar a sus hijos con parientes, por ser demasiado tiernos para acompa�arlos; y estos ser�an asesinados a espada. Pero nos parece a nosotros mejor interpretar, con Hengstenberg, "Los hijos y las hijas no son individuos, sino personas en su conjunto. Se aborda la casa de Israel, no los exiliados en particular. De hecho, es tanto como decir 'sus compatriotas' ". Pronto ser�an despojados de su templo y sus ordenanzas, su independencia y libertad, sus hogares y su pa�s, y muchos de sus compatriotas lo har�an. perecer� por hambre, pestilencia y espada.

2. La persona por quien deb�an ser privados de este modo. "As� dice el Se�or Dios; He aqu�, profanar� mi santuario", etc. ( Ezequiel 26:21); "Tomo de ellos su fuerza", etc. (vers�culo 25). En esta destrucci�n y matanza, los caldeos fueron como instrumentos y armas en la mano de Dios, quien fue el gran agente.

3. La raz�n por la que deb�an ser privados de este modo. Toda esta p�rdida y miseria les ven�a a causa de sus pecados. Hab�an abandonado a Dios, y �l estaba a punto de dejarlos sin su defensa. Hab�an profanado su templo por sus idolatr�as, y �l estaba a punto de permitir que los id�latras caldeos entraran y lo destruyeran. Sus calamidades fueron causadas por sus cr�menes. Sus sufrimientos fueron la justa retribuci�n de sus pecados.

II UNA GENTE QUE NO DEBE LUCHAR POR LA P�RDIDA DE SUS POSESIONES M�S PRECIOSAS. "Y har�is lo que he hecho: no cubrir�is vuestros labios, ni comer�is pan de hombres. Y vuestros neum�ticos estar�n sobre vuestras cabezas", etc. Las manifestaciones externas de duelo est�n prohibidas a los jud�os en su angustia. . La cobertura de la cara desde el labio superior hacia abajo era un signo de luto (cf. Lev�tico 13:45; Miqueas 3:7). Con gran dolor, los dolientes comieron alimentos que sus vecinas prepararon y les enviaron (cf. Jeremias 16:7, versi�n revisada). Esto se llama aqu� "el pan de los hombres". En muchos casos de duelo, se quit� el tocado y se roci� polvo o cenizas sobre la cabeza (cf. Le Ezequiel 10:6; Job 2:12; Isa�as 61:3; Lamentaciones 2:10). Pero David y sus compa�eros en una temporada de profunda angustia lloraron con las cabezas cubiertas ( 2 Samuel 15:30). Tambi�n era costumbre que los dolientes fueran descalzos, como lo hizo David en la ocasi�n que acabamos de mencionar. Todos estos s�mbolos visibles de dolor deb�an estar ausentes de la casa de Israel durante las grandes angustias que les sobreven�an. Sin embargo, nuestro texto habla de su gran dolor. "Alejar�s en tus iniquidades, y gemir�s uno hacia el otro". Sugerimos, a modo de explicaci�n:

1. Sus calamidades los abrumar�an tanto que no les dejar�a poder para pensar en el ceremonial del duelo. Sus p�rdidas y miserias los aturdir�an con asombro y angustia del alma. "Como en el caso del profeta", dice Schroder, "la desgracia de la muerte de su esposa desaparece en las sombras profundas del derrocamiento de Jerusal�n y Jud�, por lo que todos los sentimientos personales de los exiliados" (y no debemos limitar esto a ellos). la exclusi�n de sus compatriotas) "ser� absorbido en esta destrucci�n del �ltimo remanente del reino y la ciudad. Uno y otro ser�n entumecidos por el dolor, de modo que no habr� consuelo de ninguna parte; por el contrario, una desolaci�n el sentimiento de culpa ser� general, tal ser� su conocimiento del Se�or ".

2. Su conciencia del pecado que caus� sus calamidades deber�a controlar las exposiciones externas de tristeza a causa de ellos. Fairbairn lo establece bien: "En la parte t�pica de la delineaci�n, no fue porque el profeta era insensible a la p�rdida que sufri� por la muerte de su esposa, sino que se abstuvo de los poderes y usos del duelo; sino porque hab�a otra fuente de dolor detr�s, de la cual esto no era m�s que el signo y el presagio, y en s� mismo mucho m�s grande y m�s atroz, que su esp�ritu, en lugar de desahogarse en expresiones de tristeza ante la inmediata y ostensible calamidad, era m�s bien para meditar en silenciosa agon�a y preocupaci�n por el mal m�s angustiante que presagiaba.Y de la misma manera con la gente, cuando todas sus esperanzas y visiones cari�osas finalmente explotaron, cuando la destrucci�n de su hermoso templo y la matanza de sus hijos e hijas , volvieron a casa como realidades espantosas, solo pod�an abstenerse de lamentarse por la p�rdida de lo que tan profundamente ten�a en sus deseos y afectos, al haber llegado a discernir en esto el signo de lo que a�n era grave. Atrozmente m�s terrible y atroz. �Y qu� podr�a ser eso sino la culpa manchada de sangre de sus iniquidades, lo que hab�a provocado la cat�strofe? ... Entonces, el abrumador sentido deber�a irrumpir sobre ellos de las iniquidades a las que se hab�an aferrado con tan perversa perversidad, absorbiendo sus esp�ritus y volvi�ndose gemidos en una nueva y m�s alta direcci�n. Las agon�as del duelo se perder�an de alguna manera bajo los dolores autoinfligidos de la contrici�n y el remordimiento (cf. Ezequiel 7:16). Sin embargo, la descripci�n debe entenderse con ciertas calificaciones, y de hecho debe ser vista como la delineaci�n algo ideal de un estado de cosas que deber�an encontrarse, en lugar de la descripci�n exacta y literal de lo que realmente iba a suceder ... La gente deber�a, Ante la ocurrencia de una cat�strofe tan temerosa, se han hundido bajo un abrumador sentido de su culpa y locura, y, como el profeta, cambiaron el curso de su dolor y luto en lugar del gigantesco mal que hab�a detr�s, visto solo en las c�maras de imaginer�a, que lo que apareci� exteriormente; deber�an haber lamentado los enormes pecados que hab�an provocado el justo disgusto de Dios, en lugar de los problemas actuales en los que hab�a tenido efecto ese disgusto. Y tal, sin duda, fue el caso con la porci�n mejor y m�s iluminada de la gente; pero muchos todav�a se apegaban a sus �dolos, y no recibir�an la instrucci�n que les fue dada, ni por el ejemplo parab�lico del profeta ni por la realidad de las dispensaciones afligidas de Dios ".

CONCLUSI�N. Marque bien las terribles consecuencias de la persistencia en el pecado.� W.J.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Ezekiel 24". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/ezekiel-24.html. 1897.
 
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