Bible Commentaries
Ezequiel 35

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-15

EXPOSICI�N

Ezequiel 35:1

Adem�s, la palabra del Se�or vino a m�, diciendo. Como no se da una fecha, se puede suponer que el presente or�culo, que se extiende hasta el final de Ezequiel 36:15, ha sido comunicado y entregado por el profeta en sucesi�n inmediata a lo anterior, con lo cual tambi�n tiene un conexi�n �ntima Habiendo anunciado la futura restauraci�n de Israel, como reba�o de Jehov�, a su propia tierra bajo el liderazgo del siervo de Jehov� David, quien debe alimentarlos como un pastor y gobernarlos como un pr�ncipe ( Ezequiel 34:13, Ezequiel 34:23, Ezequiel 34:24), el profeta procede a contemplar el obst�culo existente para este retorno en la ocupaci�n de Palestina por los edomitas, a quienes los caldeos probablemente les hab�an permitido tomar posesi�n de �l en pago de servicios prestados por ellos contra Jud� en el asedio de Jerusal�n, para predecir la eliminaci�n total de este obst�culo. ( Ezequiel 36:1), y para administrar a Israel la comodidad que, como consecuencia, se producir�a ( Ezequiel 36:1).

Ezequiel 35:2

Pon tu rostro contra el monte Seir. Los monta�osos se encuentran entre el Mar Muerto y el Golfo Elan�tico, que form� el asentamiento original de Esa� y sus descendientes ( G�nesis 36:9), aqu� se coloca para la tierra de Edom, ya que la tierra a su vez representa su gente ( Ezequiel 25:8). Aunque el profeta ya ha pronunciado una condena amenazante contra Edom ( Ezequiel 25:12), una vez m�s dirige contra los juicios del Cielo, en esta ocasi�n vi�ndolo como el representante de todos esos poderes mundiales hostiles que desde el principio se hab�a opuesto a Israel como la naci�n teocr�tica, y que incluso entonces, por su antagonismo, obstaculiz� su regreso (cf. Isa�as 63:1).

Ezequiel 35:3

He aqu�, Monte Seir, estoy contra ti (cf. Ezequiel 5:8; Ezequiel 13:8; y contraste Ezequiel 36:9), y extender� mi mano contra ti (cf. Ezequiel 6:14; Ezequiel 14:9, Ezequiel 14:13; Ezequiel 25:7, 19; y �xodo 7:5), y te har� m�s desolado; literalmente, una desolaci�n y un asombro (cf. Ezequiel 35:7). Contra las monta�as de Israel se hab�a denunciado un destino similar, que el resto id�latra que permaneci� en la alabanza despu�s de que el cautiverio hab�a comenzado comenz� a experimentar ( Ezequiel 33:28, Ezequiel 33:29). Sin embargo, el destino relacionado con el d�a del regreso de Israel fue caer sobre Edom, cuyas ciudades deber�an vaciarse de sus habitantes y cuyos campos deber�an ser maldecidos con esterilidad ( Ezequiel 25:13; Abd�as 1:8, Abd�as 1:10).

Ezequiel 35:4

Sabr�n que yo soy Jehov�. Mediante esta f�rmula expresiva, Ezequiel insin�a el efecto moral que debe producirse sobre las naciones de la tierra, ya sea contemplando o experimentando los juicios divinos ( Ezequiel 6:7, Ezequiel 6:13; Ezequiel 7:4, Ezequiel 7:9; Ezequiel 11:10, Ezequiel 11:12; Ezequiel 13:9, Ezequiel 13:14, Ezequiel 13:21, Ezequiel 13:23; Ezequiel 14:8; Ezequiel 15:7, et passim; cf. �xodo 6:7; Exo 7: 1-25: 50 �xodo 7:17; �xodo 29:46; �xodo 31:13; todos los pasajes pertenecen al grundschrift de Wellhausen, que se supone no existi� en la �poca de Ezequiel).

Ezequiel 35:5

Porque has tenido un odio perpetuo; literalmente, odio a la enemistad antigua o eterna (cf. Ezequiel 25:15). Este fue el primero de los dos motivos espec�ficos sobre los cuales Ed�n deber�a sentir el golpe de la venganza divina. Edom hab�a sido el enemigo hereditario de Israel desde los d�as de Esa� y Jacob ( G�nesis 25:22, sqq .; y G�nesis 27:37) hacia abajo. Inspirado con una ira inaceptable ( Am�s 1:11), durante el per�odo del vagabundeo hab�a rechazado a Israel, "su hermano", un paso por su territorio ( N�meros 20:14-4; Jueces 11:17), y en los d�as de Josafat se hab�a combinado con Amm�n y Moab para invadir Jud� ( 2 Cr�nicas 20:10, 2 Cr�nicas 20:11; cf. Salmo 83:1 ) Su implacable antipat�a hacia Israel culmin�, seg�n Ezequiel (cf. Abd�as 1:13), en los �ltimos d�as de Jerusal�n, en el momento de su calamidad, cuando los ej�rcitos de Nabucodonosor rodearon sus muros, en el momento en que su iniquidad tuvo un final; o, en el momento de la iniquidad del fin (Versi�n Revisada); significa, seg�n Keil, "el tiempo de la transgresi�n final de Jud�"; o, seg�n el Dr. Currey, en el "Comentario del orador", el momento en que la captura de la ciudad puso fin a su iniquidad; pero, con mayor probabilidad, de acuerdo con Hengstenberg, Plumptre y otros, el momento de esa iniquidad que le provoc� (comp. Ezequiel 21:29). Ewald traduce, "en el momento de su castigo m�s extremo", tomando nota en el sentido del castigo, una interpretaci�n que los revisores han puesto al margen. Entonces, de acuerdo con Abd�as ( Abd�as 1:11), los edomitas no solo se mantuvieron fr�os, sino que se exultaron mal�volamente cuando vieron a Jerusal�n asediada por los guerreros babil�nicos; y no solo se uni� a los invasores extranjeros en el saqueo de la ciudad, sino que ocup� sus puertas y protegi� las carreteras que conducen al pa�s, para evitar el escape de cualquiera de los miserables habitantes, e incluso cort� con la espada a esos fugitivos ya que no pudieron salvar vivos y entregarlos al cautiverio. A esto se refiere Ezequiel cuando acusa a Edom de haber derramado la sangre de los hijos de Israel por los bosques de la espada; literalmente, de haber derramado a los hijos de Israel sobre las manos de la espada; es decir, de haberlos entregado a la espada (cf. Salmo 63:11; Jeremias 18:21).

Ezequiel 35:6

Te preparar� para la sangre. Esta expresi�n peculiar probablemente fue seleccionada debido a la sugerencia del nombre Edom ("rojo") contenido en el t�rmino presa ("sangre"), aunque Smend lo duda, y dise�ado para dar a entender que el nombre de Edom eventualmente se verificar�a en el destino de Edom. Y la sangre te perseguir�. "Como la culpabilidad de sangre persigue invariablemente a un asesino, clama venganza y lo entrega al castigo" (Havernick), as� deber�a seguir la sangre los pasos de Edom. La traducci�n de Ewald, que lee ????????? en lugar de ?????????, "Y como tu inclinaci�n es despu�s de la sangre, por lo tanto la sangre te perseguir�", no es una mejora, y adem�s es innecesaria. Sith no has odiado la sangre. As� que presenta Ewald, Keil, Kliefoth, Havernick, Schroder, Plumptre y la versi�n revisada, lo que significa que a Edom le hab�a encantado el derramamiento de sangre. Kimchi, Hitzig, Hengstenberg, Smend y Fairbairn consideran a ??????? como una part�cula de afirmaci�n fuerte, equivalente a "sinceramente", "en verdad", y entienden que el profeta dijo que 'Edom hab�a odiado la sangre. En cuanto a la importaci�n precisa de esta representaci�n, prevalece la diversidad de sentimientos. Algunos, con Theodoret, explican "sangre" como una alusi�n a la relaci�n de sangre de Esa� y Jacob, Edom e Israel, y sostienen que Edom hab�a odiado a su "hermano" Israel. Otros, con Hengstenberg, toman la sangre que Edom odiaba por ser la sangre que hab�a derramado. Hitzig y Fairbairn suponen que Edom odiaba la idea de derramar su propia sangre. Incluso, mejor, por lo tanto (Versi�n revisada), la sangre te perseguir�. Deuteronomio 28:22, Deuteronomio 28:45 proporciona un paralelo a esta expresi�n. Seg�n la primera exposici�n com�nmente aceptada de la cl�usula anterior, el sentido es que Edom finalmente caer�a bajo la gran ley de la retribuci�n, y cosechar�a como ella hab�a sembrado: sangre por sangre; Seg�n el segundo, la alusi�n es al hecho de que lo que Edom ahora m�s tem�a, el derramamiento de su propia sangre, ser�a lo que finalmente lo alcanzar�a (cf. Ezequiel 11:8; Job 3:25).

Ezequiel 35:7

As� har� el monte Seir m�s desolado; literalmente, desolaci�n y desolaci�n (????????? ??????????); o, como en la versi�n revisada, un asombro y una desolaci�n; cambiando ???????? por ?????????, para lo cual, sin embargo, no existe una garant�a suficiente. Y voy a salir ... el que pasa (o, a trav�s) y el que regresa. Nunca m�s los comerciantes o viajeros deben pasar por la tierra de Edom o ir y regresar de ella (cf. Ezequiel 33:28; Zacar�as 7:1; Zacar�as 9:8, Zacar�as 9:10).

Ezequiel 35:8

Y llenar� sus monta�as con sus muertos; literalmente, atravesado; por lo tanto, herido de muerte. Entonces la desolaci�n de Edom ser�a el resultado de una guerra de exterminio, que deber�a llenar sus colinas, valles y r�os, o m�s bien, cursos de agua, con hombres sacrificados (cf. Ezequiel 31:12; Ezequiel 32:5). Las caracter�sticas f�sicas de Edom aqu� especificadas por el profeta a menudo han sido atestiguadas por los viajeros. "Idumea abarca una secci�n de una amplia cadena monta�osa, que se extiende en amplitud desde el valle de Arabah hasta la meseta des�rtica de Arabia. Los barrancos que cruzan estas monta�as de arenisca son muy notables. T�melos como un todo, no hay nada como ellos en el mundo, especialmente aquellos cerca de Petra. Los valles profundos y las peque�as terrazas a lo largo de las laderas de las monta�as, y las amplias lomas en sus cumbres, est�n cubiertas de tierra rica, en la que los �rboles, arbustos y flores crecen exuberante "(Porter, en 'Cyclopaedia' de Kitto, art. "Idumea").

Ezequiel 35:9

Tus ciudades no volver�n, como en Ezequiel 16:55 (Versi�n autorizada despu�s de Keri); o, no deber� estar habitada, como en Ezequiel 26:20; Ezequiel 29:11; Ezequiel 36:33 (LXX. y versi�n revisada, las cuales siguen al Chethib). La traducci�n de Hengstenberg, "Tus ciudades no se sentar�n", sino que se postrar�n, no es extremadamente feliz.

Ezequiel 35:10

Porque lo has dicho. El segundo motivo del castigo de Edom yac�a en esto, que ella hab�a exclamado con presunci�n y confianza, no con respecto a Idumea y Jud�, como Jer�nimo conjeturaba, sino con respecto a Israel y Jud� cuando los vio despojados de sus habitantes, Estas dos naciones y estas dos los pa�ses ser�n m�os y nosotros los poseeremos; "it" significa la regi�n sobre la que se extendieron los dos pa�ses o, como sugiere Schroder, Jerusal�n, su capital com�n (ver Ezequiel 36:2; y comp. Salmo 83:4). Y lo que constituy� el gravamen de la ofensa de Edom fue que ella hab�a hablado as�, mientras que (o, sin embargo) el Se�or estaba all�. No es necesario, con la LXX. y Kliefoth, para leer "est� ah�", para protegerse contra la suposici�n que Ezequiel dise�� para sugerir que, aunque Jehov� hab�a estado anteriormente en la tierra, ya no estaba all�. Pero, de hecho, Jehov� retir� por un tiempo su presencia visible del templo y la ciudad (ver Ezequiel 10:18; Ezequiel 11:22, Ezequiel 11:23 ), aunque de ninguna manera hab�a renunciado a su derecho a la tierra; y el error de Edom no radicaba en esto, sino en actuar como si Jehov� se hubiera apartado de Israel para siempre (Havernick); o (mejor, "y") al pensar que podr�a apropiarse de lo que realmente pertenec�a a Jehov�, a saber. El territorio fuera del cual Israel y Jud� hab�an sido arrojados (Hengstenberg).

Ezequiel 35:11

Me dar� a conocer entre ellos: Israel y Jud�; no a ti (LXX; Hitzig, Ewald), cuando te he juzgado. La maldad de Edom deber�a ser correspondida al hecho de que sufriera las indignidades que dise�� para amontonar a Israel. En �l, el lextalionis deber�a tener un balanceo completo. La idea err�nea de Edom sobre la relaci�n de Jehov� con la tierra y las personas debe corregirse cuando Jehov� se levante en juicio contra �l. Esos juicios deben ser, en primera instancia, una revelaci�n para Israel y Jud�, quienes deben discernir de ellos que Jehov� no los ha abandonado por completo ( Ezequiel 35:11; cf. Ezequiel 20:5); y en segunda instancia, deber�a abrir los ojos de Edom para percibir que Jehov� hab�a escuchado en silencio todas las blasfemias que hab�a pronunciado contra las monta�as de Israel ( Ezequiel 35:12), y las hab�a considerado como blasfemias pronunciadas contra s� mismo ( Ezequiel 35:13).

Ezequiel 35:14

Cuando toda la tierra se regocije, te har� desolado. Por "toda la tierra", Fairbairn, Haverniek y Schroder entienden "toda la tierra de Edom". En este sentido, el sentido es que, como toda la tierra de Edom se hab�a regocijado de alegr�a, as� en el futuro deber�a quedar completamente desolada. Ewald, Hengstenberg, Keil, Kliefoth, Smend y Plumptre, sin embargo, interpretan m�s correctamente la frase como que significa toda la raza humana, con la excepci�n de Edom. En consecuencia, el pensamiento parece ser, no el de Ewald y Smend, que Jehov� har�a de la devastaci�n de Edom un deporte o una comedia (freudespiel) para todo el mundo; o la de Kliefoth e Hitzig, que Dios har�a desolado a Edom, mientras toda la tierra se regocijaba por su ca�da; pero el de Keil, Plumptre y otros, que as� como Jehov� se estaba preparando para toda la tierra de la humanidad redimida en un glorioso futuro de alegr�a, as� sin duda Edom y todos los que Edom representaba quedar�an excluidos de participar en esa alegr�a.

Ezequiel 35:15

Como te regocijaste. ??? es aqu� una part�cula de comparaci�n; y la importancia del pasaje es que precisamente como Edom se regocij� por la desolaci�n de la herencia de Israel, Jehov� har�a que otros se regocijaran por la ca�da y desolaci�n de Edom. Todo Idumea. En lugar de este t�rmino griego, la versi�n revisada sustituye adecuadamente la palabra usual Edom. Nota: Que la predicci�n aqu� pronunciada sobre Edom recibi� cumplimiento literal, el siguiente extracto relativo al estado actual del pa�s mostrar�: "Idumea, una vez tan rica en bandadas, tan fuerte en sus fortalezas y ciudades excavadas en la roca, tan extensa en sus relaciones comerciales, tan famosas por el esplendor arquitect�nico de sus palacios, ahora son un desierto desierto y desolado. Toda su poblaci�n est� contenida en unas tres o cuatro aldeas miserables. Ning�n comerciante se atrever�a a entrar en sus fronteras; sus carreteras no est�n transitadas, todas sus ciudades est�n en ruinas "(JL Porter, en 'Cyclopaedia' de Kitto, art." Idumea ").

HOMIL�TICA

Ezequiel 35:1

La desolaci�n del monte Seir.

I. UN PENSAMIENTO POSTERIOR DEL JUICIO. Este es un pasaje angustiante y decepcionante. Parec�amos haber terminado con el cansado recital de juicios sucesivos contra varias naciones paganas. Al pasar de estas dolorosas escenas, llegamos a la alegre imagen de la restauraci�n de Israel. Ahora esa imagen est� rudamente desgarrada, y una descripci�n de la desolaci�n del Monte Seir insertada en medio de ella. La oscuridad de esta escena inesperada de juicio es m�s espantosa en la medida en que contrasta asombrosamente con el brillo anterior y posterior de la restauraci�n de Israel. Esto parece un pensamiento posterior de juicio. Es como si Edom, la naci�n tipificada por el Monte Seir, hubiera sido olvidada hasta que, de repente, por casualidad desafortunada, se le ocurri�, y luego, sin demora, se rompe el hilo de la profec�a gozosa y se pronuncia su ruina sin piedad. En cualquier caso, la posici�n solitaria y peculiar de la profec�a contra Edom le da un significado sorprendente.

1. Ning�n pecador impenitente siempre puede pasarse por alto. No hay excepciones a la ley de retribuci�n. "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�", es un principio de aplicaci�n universal. Ninguna alma sola puede escapar de una buena fortuna rara.

2. La tolerancia de Dios no destruye su justicia. �l puede esperar mucho. Pero si el alma finalmente es impenitente, seguramente morder�.

3. La bondad de Dios no anula su ira contra el pecado. Incluso cuando la misericordia se muestra m�s plenamente, tambi�n se ve esta ira.

II La muerte de aquellos que no est�n lejos del reino. Hab�a una raz�n por la cual Edom deber�a recibir un tratamiento excepcional. No solo era una vecina cercana a Israel, era una relaci�n de sangre. Su pueblo eran los descendientes de Esa�, el hermano de Jacob. Aunque era una naci�n extranjera, su relaci�n de primo con Israel era como la de Estados Unidos con Inglaterra. Pod�a considerar a dos, los dos mejores, de los patriarcas como sus antepasados. Al igual que Israel, ella descend�a de Abraham e Isaac. �No podr�a ella, entonces, esperar las bendiciones de los patriarcas? Esa� hab�a pedido una bendici�n con l�grimas amargas, y �l hab�a recibido una, pero no la mejor bendici�n (G�nesis 27:38-1). El joven a quien Cristo amaba "no estaba lejos del reino de Dios" (Marco 12:34). Sin embargo, por lo que sabemos, no entr�. Los miembros de las familias cristianas son favorecidos con grandes privilegios religiosos. Es mucho poder reclamar antepasados ??piadosos. Pero estas ventajas no servir�n como sustitutos de la piedad personal. No, har�n que la culpa de la impiedad sea mayor. Podemos ser como Edom, muy cerca de Israel, pero, como Edom, podemos ser echados a un lado y perdidos, si realmente no nos hemos comprometido con el pacto divino.

III. EL CASTIGO DE ODIO. Edom fue acusado de "odio perpetuo" ( Ezequiel 35:5), un odio que tal vez surgi� de los celos originales, a�n uno que hab�a sido apreciado durante mucho tiempo. Como el amor es el cumplimiento de la Ley, el odio es la ruptura m�s efectiva de la misma. Es el odio lo que trae la guerra y la miseria a la humanidad. Esto est� constituido por el veneno del infierno. No se puede permitir que permanezca sin marcar. Si no se abandona y se arrepiente, sus maldiciones deben volver a casa y los que lo albergan deben sufrir su destino. Mientras un hombre valore el odio en su coraz�n hacia una sola criatura, no puede ser aceptado por Dios ( 1 Juan 4:20).

Ezequiel 35:5

El fin de la iniquidad.

I. LA INIQUIDAD DEBE TENER UN FIN. Dios no permitir� que se ejecute para siempre sin control y sin castigo. El pecador tiene una correa larga, pero no es interminable. Dios interviene y detiene la horrible sucesi�n de actos malvados. Las ciudades y naciones malvadas han tenido su fin. As� debe ser con vidas pecaminosas.

II El fin natural de la iniquidad es la muerte. El pecado es el gran destructor. Es un fuego furioso que finalmente se desvanecer� en cenizas opacas al consumir todo el combustible del que se alimenta. El pecador es un suicidio. Su maldad es un veneno lento pero seguro, que devora la fibra misma de su alma. Este horrible destino no se produce con un choque repentino, por lo que los hombres pueden ser despertados por su enfoque. Es como una par�lisis progresiva, y su advenimiento insidioso es menos reconocido por las mismas personas en cuya experiencia est� ocurriendo.

III. LA INIQUIDAD PUEDE TENER UN FIN EN EL ARREPENTIMIENTO. Hay una alternativa No estamos obligados a dejar que el pecado atraviese todo su curso fatal hasta el silencio final y la desolaci�n. Debemos acabar con el pecado o nos acabar�; pero lo primero puede hacerse. Las advertencias de las consecuencias fatales del pecado se nos presentan con el expreso prop�sito de instarnos a deshacernos de lo mortal antes de que haya completado su horrible trabajo.

IV. CRISTO HA LLEGADO A PONER FIN A LA INIQUIDAD. �l trabaja en com�n con la ley moral fundamental con respecto al fin del pecado. Ning�n legislador podr�a ser m�s severo en la denuncia del pecado que el gracioso Salvador. No le dio cuartel. Desde el principio se declar� su enemigo mortal. �l vino "para destruir las obras del diablo" ( 1 Juan 3:8). No hay sombra de excusa para la noci�n de que podemos encontrar en Cristo un refugio de los rigurosos requisitos de la moralidad, de modo que no necesitamos ser tan estrictamente justos si somos cristianos, como deber�amos serlo si no fuera as�. Cristo espera una justicia m�s alta que la de la Ley. ( Mateo 5:20) Pero cuando percibimos que nuestro pecado es nuestra ruina absoluta, estamos preparados para recibir a Cristo como nuestro Salvador principal de esto.

V. ES BIEN CONSIDERAR EL FIN DE LA INIQUIDAD. A�n no ha llegado. Todo est� ahora tranquilo y aparentemente pr�spero. Podemos decir que hay tiempo suficiente para considerar el d�a malo. Pero el final puede llegar antes de que lo esperemos. Su enfoque lento y gradual lleva a que no podamos percibir cu�n cerca puede estar. Entonces, cuanto m�s cerca est�, m�s dif�cil ser� para nosotros retroceder. El descenso se vuelve m�s empinado a medida que se acerca al precipicio; los r�pidos crecen m�s r�pido a medida que se acercan a las cataratas; El veneno penetra m�s eficazmente el sistema a medida que se acerca la muerte. Cuanto m�s pospongamos el arrepentimiento, m�s dif�cil ser� arrepentirse. Pero, aparte de tales pensamientos de advertencia, el pecado que conduce a un problema tan horrible debe considerarse odioso en s� mismo. Su car�cter vil presente se revela por su final. Con tal fruta la planta debe ser odiosa.

Ezequiel 35:10

Un error de c�lculo.

Edom hab�a dado por sentado que ella, en conjunto con las naciones aliadas, sin duda, ser�a capaz de apoderarse de los territorios de Israel y Jud�. Hab�a calculado sus recursos y compar� su fuerza con la de sus enemigos. Pero ella hab�a olvidado un elemento esencial en el c�lculo: no hab�a tenido en cuenta la presencia de Dios. Este fue un error fatal, y alter� todo el esquema. Es muy com�n que las personas discutan sus perspectivas con el mismo error en sus mentes. El razonamiento mundano que ignora a Dios no solo es irreligioso; Es falso y tonto. El pensamiento irreligioso es mala l�gica.

I. Una codicia ego�sta. Edom codicia la tierra justa y fruct�fera de Israel. Este es el esp�ritu com�n del saqueo nacional. Es el esp�ritu de la guerra velada del comercio. Los hombres y las naciones tienen hambre de las propiedades de sus vecinos. Todas las personas ego�stas son ladrones de coraz�n, aunque muchos est�n restringidos por consideraciones prudenciales para que no realicen sus malos deseos. Ahora, la prevalencia de esta avaricia ego�sta le da una mirada muy fea al mundo, y sugiere el pensamiento de que el d�bil debe ser la presa del fuerte. Es solo cuando podemos mirar por encima de la lucha por la riqueza que podemos discernir el juego de influencias m�s altas en la historia y el destino del hombre.

II Una vista estrecha. Edom ve la debilidad de Israel claramente; y no se equivoca al estimar la fuerza de ella y sus aliados. Pero ella limita su punto de vista a estos hechos locales y terrenales. Aqu� est� la limitaci�n de toda mundanalidad. Los hombres del mundo son entusiastas y l�cidos. Ven claramente sus puntos de ventaja y los aprovechan r�pidamente. Pero su mirada se limita a las cosas terrenales. As�, la mundanalidad es esencialmente baja y estrecha. Tiene una visi�n aguda, pero es muy miope. Hay m�s cosas en el cielo y en la tierra de las que se sue�a en su filosof�a.

III. Un hecho divino. "El Se�or estaba all�". Esto era un hecho, aunque Edom no sab�a nada de eso, as� como Dios estaba en Betel antes de que Jacob reconociera su presencia.

1. Dios est� en los asuntos humanos. No se afirma simplemente que Dios interfiri� desde la distancia. El estuvo presente. Palestina era una tierra embrujada por Dios. La diferencia entre Israel y Edom no era meramente racial o geogr�fica. Fue principalmente esto: que Dios manifest� su presencia a un pueblo como no lo hizo al otro.

2. Dios toma parte activa en el mundo. Dios no estaba simplemente en Palestina como espectador. Estaba presente para actuar. El error de Edom fue no reconocer una influencia real. Es como la del naturalista que disecciona un cerebro para descubrir el secreto del pensamiento, pero no tiene en cuenta la mente que alguna vez habit� el cerebro. Dios ahora est� presente activamente en el mundo, no especialmente en Palestina, pero

(1) en la cristiandad cuando los hombres lo reconocen y se abren a su influencia; y tambi�n

(2) entre todos los hombres en su gran gobierno providencial.

IV. UNA CORRECCI�N NECESARIA. El elemento Divino debe ser introducido para corregir el error de c�lculo. Esto har� una sorprendente diferencia en el c�lculo de Edom. As� ser� en los asuntos individuales. El fara�n oprimidor no reconoci� el poder de Dios para salvar a Israel; el rico tonto cont� su riqueza, pero olvid� que su vida estaba en manos de Dios ( Lucas 12:16). La vida y la muerte dependen m�s de las influencias celestiales de lo que suponen los hombres del foso. Necesitamos un nuevo orden de razonamiento, una nueva aritm�tica que no deje de dar un gran lugar a la influencia de Dios en las cosas en el aire.

Ezequiel 35:13

Jact�ndose contra Dios.

Edom hab�a ignorado la presencia de Dios ( Ezequiel 35:10). Ahora ella ha ido m�s lejos y se jact� contra Dios. Esta es una se�al de oscuridad pagana que no conoce a Dios, o de rebeli�n deliberada que se levanta con orgullo contra �l, o de ambos.

I. La jactancia de la ignorancia. Los hombres que olvidan a Dios se jactan de s� mismos:

1. En el pensamiento. El hombre se ve muy grande cuando Dios se pierde de vista. La colina es una gran vista para alguien que no ha visto un Alp. El culto a la humanidad procede bajo la suposici�n de la no existencia de la Divinidad. Si, de hecho, no hay Dios, el hombre puede ser la existencia m�s elevada; en ese caso, �l puede pararse en el pin�culo m�s alto del ser.

2. En la pr�ctica. La misma condici�n se reflejar� en la vida pr�ctica cuando un hombre ignora la influencia de Dios en sus asuntos. Se siente el due�o de la situaci�n. Mediante la ciencia y el arte, puede someter a la naturaleza. Sus poderes y oportunidades le han dado una mano libre entre sus semejantes. �Por qu�, entonces, no deber�a so�ar grandes sue�os e imaginarse a s� mismo como un monarca de la vida? La gloria de la irreligi�n en un hombre exitoso parece ser perfectamente natural, m�s a�n, inevitable.

II La jactancia de la oposici�n. Edom se bestia contra Dios. En ignorancia pagana, se supone m�s fuerte que el Dios de Israel. En cualquier caso, se opone a Jehov�. Es habitual que las potencias contendientes, cuando van a la guerra, mantengan su valor alardeando de su propia fuerza y ??poder. despreciando la de su enemigo. Lo mismo se ve en la gran guerra del hombre contra Dios.

1. En inteligencia. Las personas act�an como si supusieran que podr�an burlar a Dios. Aunque no exponen el pensamiento en un argumento claro, cuando ciertamente se desmoronar�a en una gran falacia, t�citamente asumen que son lo suficientemente inteligentes como para eludir las consecuencias de sus pecados. Otras personas pueden equivocarse hasta la ruina, pero conducir�n su oficio con tanta destreza que, aunque corre por los r�pidos, no caer� sobre las cataratas.

2. En testamento. La obstinada rebeli�n de la voluntad del hombre se afirma en oposici�n a la sabia, santa y fuerte voluntad de Dios. Los hombres piensan en su pecado de cabeza fuerte que pueden forzar su camino contra la voluntad de Dios. Porque por el momento tienen una mano libre, imaginan que siempre ser� as�. Ahora, ciertamente parece que el hombre podr�a hacer valer su voluntad en la m�s salvaje oposici�n a Dios. El error est� en juzgar el problema futuro por las apariencias actuales.

III. La jactancia fatal. Jactarse contra Dios no puede tener �xito. Si hay un Dios, debe ser supremo. Puede ser demasiado magn�nimo para arrojar a su criatura rebelde a una destrucci�n repentina. Incluso puede considerar la jactancia pecaminosa con compasi�n debido a su necedad impotente. Pero ciertamente no dejar� que finalmente triunfe. Jactarse no es victoria. La jactancia no crea fuerza. Es solo "con la boca", una simple cuesti�n de sonido vac�o. Pero los hechos no cambian con las palabras. Toda la oratoria de jactancia que alguna vez se practic� no disolver� una de las duras y severas realidades de la vida. Dios sigue siendo Dios, aunque los hombres ignoran su presencia y resisten su voluntad. Por lo tanto, jactarse contra Dios es fatal para el jactancioso. Es como alguien que se golpea la cabeza contra la pared. Solo se destruye a s� mismo por su vana pretensi�n. Nuestra seguridad radica en la humildad, la contrici�n y la sumisi�n a nuestro Dios y Padre.

Ezequiel 35:14

Desolado en medio de la alegr�a general.

I. HABR� UNA TEMPORADA DE ALEGR�A GENERAL. "Cuando toda la tierra se regocija", es un atisbo de un futuro maravilloso. En la actualidad la tierra est� de luto y languidece. La tiran�a oprime a las naciones de esclavos. La penuria mantiene a multitudes en trabajos agotadores al borde del hambre. La guerra devasta campos y ciudades y pa�ses. La tristeza suspira desde el coraz�n de la humanidad. Pero esto no continuar� para siempre.

1. Habr� alegr�a en un futuro glorioso. La Biblia est� llena de esperanza. Su edad de oro siempre se encuentra ante nosotros, no detr�s de nosotros.

2. Este gozo se alcanzar� a trav�s del evangelio de Cristo. Los �ngeles cantaron de alegr�a por su nacimiento en la tierra. La alegr�a llega al coraz�n en el que se revela de nuevo. Cuando la vieja tierra est� sujeta al gobierno de Cristo, y el pecado que es su maldici�n es borrado, una nueva alegr�a Divina debe tomar posesi�n de los hombres.

3. Esta alegr�a ser� para toda la tierra. Al principio, solo se debe guardar un remanente ( Romanos 9:27). Pero este remanente no representa toda la cosecha de la salvaci�n divina. No son m�s que las primicias. El evangelio es para todo el mundo. Todas las naciones deben entrar en la herencia del futuro. Cristo "ver� el trabajo de su alma, y ??ser� satisfecho" ( Isa�as 53:11). Ning�n peque�o rescate del enorme naufragio de la humanidad podr�a satisfacer el gran alma de Jes�s.

II ES POSIBLE QUE CUALQUIERA SEA EXCLUIDA DE ESTA ALEGR�A GENERAL. Edom ser� excluido cuando toda la tierra se regocije.

1. La alegr�a de toda la tierra es la alegr�a de sus varios habitantes. La l�mina de sol que se extiende ampliamente sobre el prado y la ladera est� tejida con innumerables rayos de luz. La avalancha de m�sica que llena el valle de melod�a consiste en una sucesi�n de notas distintas. El resplandor de color que nos ilumina en el jard�n de verano proviene de varios tonos de flores separadas. La alegr�a general es la alegr�a de muchos corazones. Cada uno debe compartirlo individualmente si todos deben mostrarlo colectivamente.

2. La participaci�n individual en la alegr�a general depende de una condici�n individual de receptividad. Es supremamente la alegr�a de la reconciliaci�n. Ahora, Cristo muri� para hacer expiaci�n por todo el mundo. Sin embargo, cada alma tiene que ser reconciliada por separado con Dios. Y cuando la vieja rebeli�n del hombre contra Dios es virtualmente sofocada, si se mantiene una sola alma, esa alma debe ser excluida de la alegr�a que viene con la gran paz.

III. Es indescriptiblemente terrible estar desolado en medio de la alegr�a general.

1. La percepci�n del contraste es intensamente angustiante. El �nico coraz�n pesado est� en contraste doloroso con los muchos corazones ligeros. Las personas tristes evitan las reuniones alegres y se alejan de ellos cuando las personas con ojos doloridos se alejan de las luces brillantes. Es un dolor agudo para el alma desolada estar solo en una alegre fiesta cuando todos los dem�s son de una sola mente. Para que un alma perdida sea puesta en medio de la bendici�n del cielo ser�a mucho peor que los tormentos del infierno.

2. El descubrimiento del fracaso innecesario es especialmente grave. El regocijo es pr�cticamente universal. �Por qu�, entonces, deber�a ser excluida una pobre alma? Casi todos entran cuando la puerta est� cerrada, pero una criatura miserable se queda afuera en la oscuridad. Si la salvaci�n fuera solo para unos pocos, muchos podr�an aprender a consentir en su triste situaci�n. Pero cuando un hombre ve que est� destinado a todo el mundo y, sin embargo, por su propia locura est� excluido, debe torturarse con amargos remordimientos.

Ezequiel 35:15

Regocij�ndose por la ruina de los dem�s.

I. EL HECHO FEO. Edom se regocij� por la ruina de Israel. Uno dir�a que tal alegr�a debe ser imposible. Con respecto al mundo desde el terreno elevado de la especulaci�n ideal, uno supondr�a que la simpat�a por el sufrimiento debe surgir como un instinto natural, o que, si los sentimientos fueran insensibles y el ego�smo endureciera el coraz�n, a�n no habr�a lugar para la alegr�a. tales circunstancias Pero los hechos de la historia y la observaci�n muestran que la alegr�a de Edom no fue una experiencia monstruosa e imposible. La gente se regocija en los sufrimientos de los dem�s:

1. En la vida nacional. La ca�da de las naciones rivales es aceptada por sus vecinos m�s afortunados con deleite.

2. En diversi�n. Las viejas y feroces delicias del anfiteatro, que las damas delicadas compart�an con guerreros sedientos de sangre, eran solo las alegr�as de la crueldad, los placeres obtenidos directamente de los sufrimientos de otras criaturas. Se dice que el emperador Domiciano se interes� mucho en ver las contorsiones de agon�a en la cara de un gladiador moribundo. Un esp�ritu similar acecha en el gusto popular actual por las diversiones que implican un gran riesgo de vida. Un esp�ritu cristiano debe desalentar diversiones como alimentarse de la crueldad.

3. En la vida privada. Algunas personas parecen disfrutar de un rencoroso placer por la desgracia y la ruina de sus vecinos. �No es este placer la ra�z de muchos chismes ociosos y esc�ndalos fascinantes?

II SUS MALAS CAUSAS. �C�mo es que la miseria de un hombre puede causar placer a su hermano, cuando por la influencia de la simpat�a deber�a producir un efecto opuesto? Las causas de esta gran perversi�n del apetito por el placer son diversas.

1. La venganza. Israel hab�a sido un viejo enemigo de Edom. El placer m�s com�n de la crueldad es ver a un enemigo humillado. Puede haber elementos naturales en este sentimiento:

(1) una reacci�n de la tensi�n del miedo; y

(2) una satisfacci�n del deseo de autoprotecci�n.

Aun as�, la alegr�a es malvada y odiosa, ya que excede las consideraciones propias y excluye la piedad; niega el deber de amar a nuestros enemigos.

2. La envidia. Edom antes hab�a envidiado la prosperidad de Israel. Luego se regocij� en la ca�da de su rival. Esto, nuevamente, es una especie de reacci�n del dolor de la envidia. Es m�s poderoso si el rival exitoso ha mostrado desprecio por su vecino menos afortunado. Ahora, el desprecio se invierte.

3. Una sensaci�n de contraste. Sentado a gusto, el espectador compara su comodidad con las agon�as que tiene delante y, como todo sentimiento surge de estados contrastados, la agudeza de este contraste aumenta el placer de la comodidad actual de un hombre. Esto es brutalmente ego�sta.

4. Malignidad. Parece haber un placer directo en ver sufrir a otros. Esta es la alegr�a de los demonios. Puede ser compartido por hombres diab�licos.

III. SUS EFECTOS FATALES. Edom debe ser castigado y desolado. Dios ciertamente castigar� la crueldad como un gran pecado, porque es lo opuesto directo al primer deber del hombre, que es amar a todos los seres. La alegr�a malvada har� da�o en el coraz�n del hombre que la aprecia. Es un veneno que irritar� el seno que lo engendra. Necesitamos amor y simpat�a por la salud de nuestra propia alma. Los placeres de la crueldad separan a un hombre de los lazos de comuni�n, incluso con aquellos que no son sus v�ctimas, porque destruyen los elementos en los que vive el esp�ritu de hermandad. As�, una persona cruel est� interiormente sola. El ego�smo hace que el coraz�n est� desolado. La exclusi�n del amor es la exclusi�n de la mayor alegr�a de la comuni�n humana. Al buscar su propio placer, el hombre que admite malas pasiones de venganza o rencor en su pecho oscurece su vida con la penumbra de la soledad espiritual. Por otro lado, la alegr�a m�s profunda se encuentra en sacrificarse para salvar al hermano.

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

Ezequiel 35:5, Ezequiel 35:6

Lex talionis.

Ezequiel vuelve a su profec�a sobre los habitantes del monte Seir. Estos vecinos de los israelitas estaban animados por la hostilidad hacia el pueblo de Dios, que era de un car�cter particularmente amargo. La mente del profeta se vio profundamente afectada y muy dolorida por el lenguaje y las acciones de estos enemigos de Israel. Esto probablemente explica su regreso a sus amenazas inspiradas de adversidad e incluso destrucci�n a punto de superar a estos enemigos amargos y blasfemos de Israel y del Dios de Israel.

I. El cargo tra�do contra la gente de Mount Seir.

1. La ofensa. Eran culpables de violencia contra Israel y derramamiento de sangre inexcusable. Una raza depredadora y guerrera, hab�an vuelto los brazos contra sus vecinos, en lugar de permitirles vivir en seguridad.

2. El motivo. Esto fue malicia, malignidad. Una enemistad perpetua e inaccesible activ� a los del Monte Seir en sus repetidas incursiones en el territorio de los israelitas, y la desolaci�n de la tierra y la destrucci�n de la vida quedaron a su cargo. Otros motivos m�s excusables explicaron las hostilidades libradas por otros pueblos; contra el Monte Seir se le acusa de actuar sobre los motivos m�s mezquinos y bajos.

3. La oportunidad. Este fue el momento de la calamidad y debilidad de Israel. Se aprovecharon de las circunstancias de sus vecinos y los atacaron en una coyuntura cuando no ten�an poder para defenderse.

II LA RETRIBUCI�N CON LA QUE AMENAZARON A LAS PERSONAS DEL MONTE SEIR.

1. El autor de esta retribuci�n no era otro que el Se�or Dios mismo. �l gobierna entre las naciones; "no se enaltecen los rebeldes". Su justicia es incuestionable y su poder es irresistible. "Es terrible en sus acciones hacia los hijos de los hombres".

2. La naturaleza de la misma. Se predice que las ciudades ser�n arrasadas, y que la tierra ser� desolada, que la sangre de los habitantes del Monte Seir ser� derramada. "Te preparar� para sangre, y la sangre te perseguir�"

3. La ley de la misma. Observe que el juicio y la pena aqu� anunciados no son simplemente retributivos; es de la naturaleza de las represalias. La lex talionis prescribe "ojo por ojo, diente por diente", etc. El castigo coincid�a con el delito. Tal correspondencia es notable entre el trato de Seir a Israel y el trato de Jehov� de Seir. Hab�an derramado sangre, y en recompensa su sangre deber�a ser derramada. Esto no debe considerarse como una venganza personal y privada, que est� prohibida para el hombre, y nunca podr�a ser practicada por un Dios santo. Es una medida p�blica, un acto judicial, un procedimiento garantizado por la justicia, y tiene la intenci�n de producir una impresi�n profunda y saludable sobre todos los que deber�an presenciarlo. Ciertamente marca la atrocidad del pecado a la vista del Gobernante justo, y ejemplifica la acci�n inevitable y universal del gobierno retributivo del Dios de las naciones.

Ezequiel 35:11

La identificaci�n del Se�or de s� mismo con Israel.

Un lector descuidado podr�a considerar que un pasaje como este ejemplifica la parcialidad prof�tica; que Ezequiel, porque era jud�o por nacimiento y por sentimiento, estaba dispuesto a representar al Supremo como de su lado y contra los enemigos de sus compatriotas; que el punto de vista dado al Eterno es de un gobernante cuyo gobierno se distingue por el favoritismo. Pero una mayor consideraci�n mostrar� que este no es el caso. La causa de Israel fue la causa del monote�smo en la religi�n, de la espiritualidad en el culto y de la pureza y la justicia en la moral. Es cierto que el pueblo hebreo en realidad, de hecho, no alcanz� el est�ndar que como naci�n adoptaron; y por esta raz�n, sus l�deres y pensadores soportaban la humillaci�n purificadora del cautiverio. Pero el inter�s m�s alto y las perspectivas m�s justas de la humanidad estaban vinculadas con la preservaci�n de Israel como testigo de Dios sobre s� mismo para el mundo, y como la preparaci�n de Dios para el advenimiento del Mes�as.

I. LA CONDUCTA INICIENTE DE SEIR. Eran culpables:

1. De ira y enemistad contra Israel.

2. De malas palabras, de blasfemias, contra Israel.

3. De regocijarse por los dolores, las calamidades y las desolaciones de Israel.

II LA IDENTIFICACI�N DEL SE�OR DE S� MISMO CON ISRAEL EN EL INCORRECTO SOSTENIERON A MANO DE SEIR. El hecho es que Israel era su pueblo, y �l, Jehov�, era el Dios de Israel. Esto se dice al recordar que Israel hab�a transgredido su Ley, se rebel� contra su autoridad, despreciaba los privilegios que hab�a otorgado; Con el recuerdo de que su Dios los hab�a castigado mucho, y en este mismo momento les estaba haciendo pasar por el horno de la aflicci�n. Todo esto no interfiere con nuestra creencia de la estrecha identificaci�n entre el Se�or y los hijos de Jacob. No fue por su bondad, sino por sus prop�sitos, que fueron elegidos. Eran una naci�n consagrada, es decir, una naci�n apartada para cumplir una intenci�n deliberada del Dios m�s alto y santo. Por lo tanto, de una manera especial, el Se�or tom� la parte de Israel, se ofendi� por los errores que se les hicieron, las humillaciones que sufrieron y las blasfemias que se pronunciaron sobre ellos. Por eso el Se�or los veng� de sus adversarios. Otras naciones podr�an ser destruidas, pero no consist�a en los prop�sitos de Dios que Israel pereciera. Estaba en contra de los que estaban en contra de su pueblo.

III. LA VENGANZA DEL SE�OR DE LOS ERRORES DE ISRAEL COMO HECHOS A S� MISMO.

1. Escuch� con disgusto todas las palabras malvadas pronunciadas contra aquellos a quienes hab�a apartado para s� mismo.

2. Juzg� con un juicio justo y severo a todos los que hirieron a sus siervos.

3. Para el Monte Seir, como un delincuente flagrante, estaba reservado un castigo especial: "Cuando toda la tierra se regocije, te har� desolado". Que se observe que esto fue una inversi�n de lo que hab�a sucedido anteriormente; porque cuando Israel estaba desolado, el monte Seir se hab�a regocijado.

HOMILIAS DE J.D. DAVIES

Ezequiel 35:1

Castigo especial del pecado especial.

Debe ser muy doloroso para un esp�ritu inteligente ser el ejecutor de la venganza de Jehov� sobre los transgresores: el dolor es solo uno que quita menos para anunciar el destino venidero. Sin embargo, a medida que obtenemos puntos de vista m�s amplios y claros sobre la administraci�n de Dios, descubrimos que el sufrimiento de unos pocos trae ventaja a los muchos. El esplendor y la rara excelencia de la justicia de Dios se revelan claramente. Y gradualmente percibimos que el dolor y el placer son asuntos muy inferiores al bien y al mal. El bienestar del cielo se suspende sobre el gobierno justo en el universo. Se debe hacer bien, aunque las estrellas deben caer y la tela material se convierte en un desastre.

I. UNA OFENSA NACIONAL AGRAVADA.

1. Surgi� de un antiguo odio. Los habitantes de Israel entonces existentes no hab�an hecho nada malo a los edomitas. Era simplemente una brasa de un viejo fuego que los edomitas hab�an avivado y mantenido vivo generaci�n tras generaci�n. Su deber claramente era perdonar y olvidar. Siglos antes, el hacha manchada de sangre deber�a haber sido enterrada. Sin hacer caso, los edomitas estaban cometiendo su propia naturaleza un mal cruel. Estaban estrangulando sus cualidades m�s nobles,

2. El odio, amamantado, pronto se convierte en asesinato. "Hab�an derramado la sangre de los hijos de Israel". El asesinato puede manchar el car�cter de un estado tanto como mancha el car�cter de un individuo; y cada guerra, injustamente provocada, es solo asesinato. Se requerir� la vida de una mir�ada de hombres inocentes a manos de algunos tiranos. Y esta indignaci�n asesina fue un acto de la m�s m�nima cobard�a. Hab�an hundido la espada en el pecho de Israel cuando Israel fue postrado y herido por otros enemigos. Era tan negro como siempre se hab�a hecho bajo los ojos del sol.

3. A esto se sum� un intento de despojo del territorio de Israel. "Porque has dicho: Estas dos naciones ... ser�n m�as". Edom esperaba borrar el nombre de Israel completamente de la historia y abrazar el territorio sagrado en el imperio de Edom. Su odio hab�a tramado el prop�sito de asesinar y enterrar a una naci�n, una naci�n que hab�a sido y podr�a ser una bendici�n para el mundo. Y la culpa era tan grande como si el vil prop�sito hubiera tenido �xito. A los ojos de nuestro Dios justo, a menudo hay un gran volumen de delitos secretados en un solo prop�sito, en un motivo oculto. La quintaesencia del pecado se puede encontrar all�.

II EL DELITO CONTRA UNA NACI�N ES PECADO CONTRA DIOS.

1. Dios se ha identificado con los hombres. Esto fue notable en un grado notable en el caso de Israel. Sin embargo, esta identificaci�n con el verdadero bienestar de Israel es t�pica del inter�s paternal de Dios en todas las almas confiadas. M�s o menos, Dios se identifica con la humanidad; y ning�n mal para la humanidad quedar� impune. �l defender� los intereses de los oprimidos en todas partes.

2. Dios observa cuidadosamente cada acto de injusticia. "He escuchado todas tus blasfemias que has dicho contra las monta�as de Israel". Cada susurro del hombre es escuchado por Dios. Tal audici�n aguda escalona nuestra comprensi�n. Sin embargo, "el que form� el o�do, �no oir�?" Jehov� ve y escucha todos los secretos de los consejos imperiales. En �ltima instancia, y en el mejor momento, ba�a todos los dise�os perversos.

3. Locura humana al ignorar la presencia de Dios. "Mientras que el Se�or estaba all�". En cada �poca, los hombres del mundo inventan sus planes como si ning�n Dios gobernara los asuntos de los hombres. Los gobernantes ambiciosos reparten el territorio de un vecino, sin importar que Dios est� en posesi�n. "La tierra es del Se�or", y su ojo nunca est� ausente de su propiedad. El hijo m�s d�bil del hombre siempre puede convocar a Dios a su lado, su Ayudante y Amigo.

III. RETRIBUCI�N EQUITATIVA.

1. Actividad divina. "Extender� mi mano". �Tiene Dios, entonces, una mano humana? El lenguaje es una acomodaci�n a la comprensi�n del hombre. Dios tiene una adaptaci�n de poder m�s que equivalente a la fuerza diestra de la mano humana. Su mano todopoderosa puede llegar a las extremidades del universo. Como por un soplo de labios puede crear, as� por un soplo puede desolar ciudades.

2. Retribuci�n exacta. "Sith no has odiado la sangre, incluso la sangre te perseguir�". Ning�n juez humano ha podido imponer sanciones tan exactas como lo hace Dios. Se necesita una combinaci�n de cualidades perfectas, y esta combinaci�n perfecta que nadie posee salvo Jehov�. Siempre es un alivio real si la v�ctima puede sentir que no ha merecido tanta severidad; y es el n�cleo mismo de la angustia darse cuenta de que el sufrimiento es absolutamente justo. La conciencia misma se convierte en el verdugo de Dios.

3. La penalizaci�n se establecer� a la luz del contraste. "Cuando toda la tierra se regocije, te har� desolado". Es una leve mitigaci�n del sufrimiento cuando otros lo comparten con nosotros. Agrava nuestro sufrimiento si todos a nuestro alrededor brillan de alegr�a. El hombre rico de la par�bola sinti� su tormento m�s agudo porque L�zaro fue visto en el reposo de la bendici�n. El aislamiento en la miseria es un elemento adicional de la desgracia.

4. La desolaci�n deb�a ser final. Ninguna perspectiva, no la m�s distante, podr�a ser entretenida de alivio. El golpe deb�a ser, no disciplinario, sino completamente penal. Ser�a una desolaci�n perpetua. La carrera iba a sufrir la extirpaci�n del distrito.

5. El edicto fue confirmado por un juramento. "Como vivo, dice el Se�or Dios", esto se har�. Esta forma de hablar de Dios es otra acomodaci�n para los hombres. Como una afirmaci�n hace una impresi�n m�s profunda en las mentes de los hombres cuando va acompa�ada de un juramento, de un llamamiento solemne a la presencia de Dios, Dios condesciende a hablar con los hombres de la manera que los afecte m�s poderosamente. De Dios, la forma m�s simple de palabras es suficiente. "No es un hombre, para que mienta". Una palabra de �l crea o destruye. Pero �l habla a modo de juramento, para detener nuestros pensamientos y convencer nuestro juicio.

6. La convicci�n de la jurisdicci�n de Dios a menudo llega demasiado tarde. Los hombres ignoran la presencia de Dios y la interferencia de Dios en los asuntos humanos, hasta que los eventos les imponen el hecho de que est�n luchando, no simplemente contra sus semejantes, o luchando contra circunstancias adversas, sino que est�n luchando verdaderamente contra Dios. Finalmente, del caos de los pensamientos ateos surge la forma y las caracter�sticas del Dios viviente. Pero el conocimiento llega demasiado tarde. Conocen a Dios como su enemigo abrumador, mientras que podr�an haberlo conocido como un amigo amable.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

Ezequiel 35:1, Ezequiel 35:14, Ezequiel 35:15

Caracter�sticas que se encuentran en la pena.

Cuando Dios est� obligado a estar "en contra" de un hombre o un pueblo, como �l estaba en contra de Edom ( Ezequiel 35:2), �l (ella) puede buscar estas tres cosas en la retribuci�n que impide�

I. UNA INFLICACI�N RESPONDIENDO EN CAR�CTER AL PECADO. "Porque has entregado ... al poder de la espada ... por lo tanto ... te preparar� para sangre, y la sangre te perseguir�" ( Ezequiel 35:5, Ezequiel 35:6). Nuestro Se�or tambi�n nos dice que "los que tomen la espada perecer�n con la espada". La violencia que se muestra a los dem�s com�nmente hace caer la violencia sobre su propia cabeza. La destreza y la astucia conducen a los hombres a una gran cautela, e incluso a una astucia correspondiente, en su trato con el hombre que se esfuerza por socavar y enga�ar. El hombre que se dedica mucho a cavar pozos para otros es muy probable que caiga en uno mismo. La avaricia del esp�ritu y el comportamiento siempre conduce a un empobrecimiento real del alma, y ??a menudo a una pobreza imaginaria de circunstancias que, aunque imaginarias, son lo suficientemente reales para la mente del hombre. No hay nadie a quien el hombre penurio prive de tanto bien y alegr�a como �l mismo. La penalizaci�n siempre responde a las malas acciones en su car�cter. Los que pecan en la carne sufren en la carne, y los que pecan en el esp�ritu sufren en el esp�ritu. El hombre que peca contra su familia sufrir� problemas dom�sticos; el que no se respeta a s� mismo se lastima gravemente, si no fatalmente.

II COMO INFLICACI�N RESPONDIENDO EN MEDIDA AL PECADO. La severidad del castigo de Edom fue responder a la grandeza de su crimen.

1. La enemistad duradera deb�a ser visitada con una desolaci�n duradera (ver Ezequiel 35:5, Ezequiel 35:9).

2. Debido a que hab�an "odiado la sangre", es decir, hab�an demostrado una malicia y un odio tan crueles hacia sus propios parientes (Theodoret, Jerome, Michaelis), por lo tanto, "la sangre deber�a perseguirlos"; la violencia no solo debe alcanzar y matar, sino que debe perseguirlos, debe continuar golpe�ndolos.

3. "Seg�n la alegr�a de toda la tierra [de Edom], Dios la convertir�a en una desolaci�n" ( Ezequiel 35:14; Fairbairn); como se regocij� en la ca�da de Israel, en la misma medida ser�a objeto de burla y triunfo "en la hora oscura que se avecina". Como su alegr�a, as� es su desolaci�n; la altura de uno medir�a la profundidad del otro. No siempre podemos probar que la pena responde en medida al grado de error que se ha forjado; pero a menudo podemos ver que s�, y estamos bastante seguros de que lo hace cuando no podemos reconocer el hecho. La verdad de que mucho dolor no es castigo en absoluto, sino disciplina y preparaci�n para un trabajo superior y una vida m�s grande, y la verdad m�s profunda y profunda de que una parte muy grande y m�s importante del castigo se encuentra en la experiencia interna y especialmente en el deterioro espiritual, Explicar muchas excepciones aparentes a esta regla. El conocimiento m�s completo y la sabidur�a m�s profunda traer�n sus suficientes revelaciones a tiempo; Mientras tanto, podemos estar perfectamente seguros del hecho de que cuanto m�s nos alejamos de Dios, de la verdad, de la justicia, del amor, m�s profunda es la marca que entra en nuestra alma, y ??m�s triste es el destino que estamos tejiendo para nosotros mismos.

III. EL ELEMENTO DE DESOLACI�N CONSTANTEMENTE RECURRENTE. Como la palabra "desolado" o "desolaci�n" es la nota predominante de esta profec�a, y de hecho de muchas otras tambi�n, as� se puede decir que la p�rdida, la disminuci�n, la miseria, la ruina, es el mal constantemente recurrente que el pecado est� obrando. en el alma y en la vida de los hombres. Aquellos que abandonan al Dios de sus padres y que buscan su herencia no en su santo servicio sino en �xitos materiales o en los afectos y deleites m�s bajos, seguramente descubrir�n que se est�n despojando de todo lo mejor; que est�n despojando su vida de su m�s alto valor, que est�n bajando, paso a paso, a veces tambi�n por pasos muy empinados, a la condici�n que puede describirse bien en las palabras del profeta como "una desolaci�n y un asombro "( Ezequiel 35:3) .� C.

Ezequiel 35:10

El error supremo.

Las dos oraciones sorprendentes y significativas en este pasaje est�n en los versos d�cimo y trece: "Y Jehov� estaba all�" ( Ezequiel 35:10); "He escuchado" ( Ezequiel 35:13). Sacan

I. LA GRAN MALCULACI�N DE EDOM. Sin duda Edom ten�a sus pr�ncipes, sus estadistas, sus guerreros, de quienes estaba orgulloso, de cuya sagacidad y destreza se apoyaba. Pero por muy astutos que hayan sido sus ministros, cometieron un gran y fatal error: dejaron fuera de la cuenta un factor, cuya presencia marc� la diferencia en el tema. Bajo su falsa gu�a, Edom se consideraba m�s que un rival para Israel, que, con sus actividades pastorales y agr�colas, era menos guerrero que �l mismo. Y Edom se dijo a s� mismo: "Estas dos naciones ... ser�n m�as y la heredaremos" ( Ezequiel 35:10). "Y Jehov� estaba all�", interrumpe el profeta, con ardiente indignaci�n. Edom, por cierto, va a apropiarse de Israel y trag�rselo como un bocado delicado, como si solo tuviera que estirar la mano y tomarlo "Y Jehov� estaba all�", aquel en cuya presencia todo Edom, con toda su civilidad. y el poder militar, no era m�s que el polvo de la balanza, era nada y menos que nada y vanidad; ese Santo que responsabiliz� a Edom por su enemistad y su crueldad; �ese Poderoso al soplo de cuya boca toda su orgullosa soldado caer�a como reto�os antes de la tormenta! �Qu� enamoramiento sin sentido! �Qu� presunci�n infinita! para recordar y codiciar las praderas bien regadas de Israel y los campos bien cultivados, y olvidar que "Jehov� estaba all�! para resolver subir y poseer sus lugares agradables, y ocupar sus ciudades fuertes, y plantar su bandera en el Monte Si�n sin teniendo en cuenta que "Jehov� estaba all�", Edom estaba entreteniendo planes orgullosos y ambiciosos, y estaba haciendo "discursos despectivos contra las monta�as de Israel, diciendo: Una desolaci�n, a nosotros nos son dados para fuego", y as� fue " magnific�ndose contra "el Se�or. Pero qu� profundidad de significado, y qu� vigor de acci�n, y qu� certeza de fatalidad reside en esas simples palabras de Jehov�," he escuchado ". Esas palabras desde�osas de ellos han entrado en el o�do Divino, y ellos mover�n esa mano poderosa a su obra de justicia y juicio.

II NUESTRO PROPIO ERROR SUPREMO. Nunca cometemos un error tan grande y tan ruinoso como cuando dejamos de lado nuestra presencia y la obra de Dios. Nunca nos equivocamos tanto y tan peligrosamente como cuando presentamos nuestros planes y hacemos nuestros discursos, olvidando que Dios est� cerca de nosotros, anulando todo lo que hacemos y escuchando cada palabra que hablamos. Cometemos este error supremo:

1. Cuando pensamos que podemos pecar sin su prohibici�n. Si establecemos nuestros planes para da�ar a nuestros hermanos, o si dise�amos enriquecernos o consentirnos de alguna manera prohibida, sin pensar en nuestro pecado, encontraremos, tarde o temprano, que "Jehov� est� all�", con su castigo en su mano.

2. Cuando pensamos que podemos tener �xito sin su bendici�n. Tener �xito sin la presencia favorable de Dios y la cooperaci�n de su poder gracioso es tan irremediablemente imposible como pecar sin encontrar su divino desagrado y reprensi�n. Si prosperamos en nuestro trabajo, si encontramos alegr�a y alegr�a en nuestra vida, ser� solo porque "Jehov� est� all�"; porque hace que nuestra tierra rinda m�s, porque llena nuestra alma con la bendici�n que permanece.

3. Cuando pensamos que podemos ser sabios sin su ense�anza. Ni el trabajador en el campo de la naturaleza ni el estudiante en el �mbito de la verdad pueden dejar de lado su presencia y la ayuda de lo Divino. No hay nada m�s triste que ver a hombres buscando y esforz�ndose por la sabidur�a que desean para la vida, la muerte y la eternidad, tratando de encontrar su camino a la luz de las chispas de su propia inteligencia; esto tendr�n de Dios: "que se acostar�n con tristeza" ( Isa�as 1:10, Isa�as 1:11). Pero bienaventurados los que tienen en cuenta el hecho de que "Jehov� est� all�", que Dios nos est� hablando en su Palabra, por ese Hijo que fue y es la Palabra Eterna de Dios; porque los sabios en su sabidur�a entrar�n en el reino de la verdad, el reino de Dios, y se levantar�n en vida eterna y gozo.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Ezekiel 35". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/ezekiel-35.html. 1897.