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Bible Commentaries
Ezequiel 40

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-49

EXPOSICI�N

La magn�fica visi�n del templo, como se suele llamar, cuya descripci�n forma la secci�n final de este libro (Ezequiel 40-48.), Fue la �ltima "palabra" extendida comunicada al profeta, y se le dio en los cinco y vig�simo a�o del cautiverio, es decir, sobre BC 575. Dos a�os despu�s recibi� una breve revelaci�n sobre Egipto, que, al compilar su volumen, la incorpor� a las otras profec�as relacionadas con el mismo tema ( Ezequiel 29:17). Del or�culo actual en su conjunto, el significado se entender� mejor cuando sus varias partes hayan sido examinadas en detalle. Mientras tanto, puede ser suficiente notar que se conecta manifiestamente con la promesa en Ezequiel 37:27, Ezequiel 37:28, y forma una conclusi�n apropiada a la serie de predicciones consoladoras que el profeta comenz� a pronunciar cuando le lleg� la noticia de que la ciudad estaba herida ( Ezequiel 33:22, Ezequiel 33:28). Habiendo establecido las condiciones morales y espirituales sobre las cuales solo la restauraci�n era posible para Israel (Eze 33:24 -34.), Anunci� la destrucci�n de todos los antiguos enemigos de Israel, de quienes Edom era el tipo permanente ( Ezequiel 35:1.), predijo el amanecer de un d�a mejor para Israel ( Ezequiel 36:1.), cuando deber�a ser resucitada, reunificada y restablecida en su antigua tierra, con el santuario de Jehov� en medio ( Ezequiel 37:1.), y predijo el derrocamiento total y final de todas las combinaciones futuras de poderes hostiles contra ella ( Ezequiel 38:1; Ezequiel 39:1.), el profeta procede para desarrollar el pensamiento al que ya ha aludido, el del restablecimiento de Israel en Cana�n, y esbozar un bosquejo de la comunidad reorganizada o el reino de Dios como se le hab�a mostrado en visi�n. Su material lo organiza en tres divisiones principales, hablando primero de un templo reconstruido (Ezequiel 40-43.), Luego de un culto reorganizado (Ezequiel 44-46.), Y finalmente de un territorio redistribuido ( Ezequiel 47:1; Ezequiel 48:1.). Ese Ezequiel, triste por las primeras glorias de Israel que se hab�an desvanecido con la ca�da de Jerusal�n y la quema de su templo, y se llen� de ansiosas anticipaciones de la era dorada que comenzaba a aparecer ante �l en proporciones cada vez m�s justas y colores m�s brillantes. que Ezequiel mismo pudo haber cre�do o esperado interiormente que la imagen que estaba colocando en su lienzo se realizara en el viejo suelo, de ninguna manera es improbable; que el Esp�ritu Santo, el verdadero Autor de la visi�n del templo, estaba redactando para el nuevo Israel, que pronto surgir�a de las cenizas de la antigua, una nueva constituci�n religiosa y pol�tica, que no podr�a satisfacerse con ninguna meramente local, temporal, y realizaci�n material, tal como se le podr�a dar en Palestina al final del exilio, pero lleg� a algo m�s grande, m�s amplio y m�s espiritual, incluso al Israel de los tiempos mesi�nicos, es decir, a la Iglesia de Dios en la era cristiana. ; �Que el Esp�ritu Santo tuvo alg�n dise�o de este tipo es al menos una idea de la que se podr�a perdonar por entrar a llover. (Para los diferentes puntos de vista que se han sostenido en cuanto a la interpretaci�n adecuada de esta visi�n, vea la nota al final de Ezequiel 48:1.)

Ezequiel 40:1

La introducci�n a la visi�n.

Ezequiel 40:1

En los cinco y veinte a�os de nuestro cautiverio; es decir, en B.C. 575, suponiendo que la deportaci�n de Joiakin haya tenido lugar a. C. 600, es decir, en el quincuag�simo a�o de la edad del profeta, en el vig�simo quinto de su llamamiento prof�tico y en el decimocuarto despu�s de la ca�da de Jerusal�n. Como la �ltima nota de tiempo fue el duod�cimo a�o ( Ezequiel 32:17), se puede suponer que el intervalo estuvo ocupado en gran medida en recibir y entregar las profec�as que se encuentran entre esas fechas, aunque es m�s que probable que sea un per�odo de silencio precedi� a la visi�n de la cual esta �ltima secci�n del libro conserva una cuenta. Si no fue la �ltima de las declaraciones del profeta (ver Ezequiel 29:17), fue indiscutiblemente la m�s grandiosa y trascendental. En consecuencia, el profeta se�ala con su exactitud habitual que la visi�n le lleg� a principios de a�o, que Hitzig, a quien el Dr. Currey, en el 'Comentario del orador' sigue, cree que fue un a�o de jubileo, que comenz� el d�cimo d�a del s�ptimo mes. Sin embargo, como la pr�ctica de comenzar el a�o con este mes no se introdujo entre los jud�os hasta despu�s del exilio, y como Ezequiel en todas partes sigue el arreglo puramente mosaico del a�o, la presunci�n es que el comienzo del a�o aludido aqu� fue el mes de Abib, y que el d�cimo d�a del mes era el d�a en que la Tor� ordenaba la selecci�n de un cordero para la Pascua. De hecho, las dos cl�usulas en Ezequiel se leen como una abreviatura del estatuto mosaico ( �xodo 12:2, �xodo 12:3), una circunstancia suficientemente llamativa y probablemente significativa, aunque Hengstenberg no deber�a hacer �nfasis. , descanse en el hecho de que cada palabra en la copia de Ezequiel se encuentra en el original de �xodo. Ese d�a, que era el aniversario del comienzo de una liberaci�n misericordiosa a Israel en Egipto, del paso inicial en un proceso gracioso de transformar a los cautivos de Fara�n en una naci�n, ese d�a (para enfatizar el mismo d�a, como en Ezequiel 24:2), el alma del profeta fue embelesada en �xtasis (ver Ezequiel 1:3), en el cual parec�a ser transportado all�, es decir, hacia la ciudad herida, y se hizo una revelaci�n a �l con respecto a esa nueva comunidad que Jehov� estaba a punto de formar del viejo Israel.

Ezequiel 40:2

En las visiones de Dios; es decir, en el estado clarividente que le hab�a sido superinducido por la mano de Dios, y en el que se hizo consciente tanto de las sensaciones corporales como de las percepciones mentales que trascend�an las que le eran posibles en su condici�n natural. Sobre una monta�a muy alta (comp. Mateo 4:8; Lucas 4:5). Schroder se queda solo al tomar ??? como "al lado" en lugar de "sobre", otros int�rpretes consideran que ??? tiene aqu� la fuerza de ??, como en Ezequiel 18:6 y Ezequiel 31:12. Que esta monta�a, aunque se parec�a a la colina del templo en Jerusal�n, no era eso en realidad, sino "la monta�a de la casa del Se�or" de la �poca mesi�nica (ver en Ezequiel 43:12; y comp. Ezequiel 17:22, Ezequiel 17:23; Ezequiel 20:40; Isa�as 2:2; Miqueas 4:6), puede deducirse de su mayor altitud que esa ya sea de Moriah o de Sion, que apuntaba obviamente a la elevaci�n espiritual m�s elevada de la nueva Jerusal�n. Como el marco de una ciudad en el sur. Lo que Ezequiel vio no era "al lado" o "por" (Versi�n autorizada), sino "en" la monta�a, y no era, como suponen Havernick, Ewald y Kliefoth, la nueva ciudad de Jerusal�n, aunque esto podr�a hacerlo con una medida justa de precisi�n se describi� como el sur de Moriah en el que se encontraba el templo, pero el templo mismo, que, con sus paredes y puertas, c�maras y patios, se elev� majestuosamente ante la vista del profeta, con toda la magnificencia, y de hecho (como la part�cula ???. Indica), con la apariencia externa de una ciudad. Que el profeta hable de eso como "en el sur" recibe suficiente explicaci�n de la circunstancia de que �l mismo vino del norte y siempre lo tuvo delante de �l en direcci�n sur. La idea est� correctamente expresada por el ???????? de la LXX; lo que significa "contra" a uno que viene del norte.

Ezequiel 40:3

La palabra "all�" lleva el pensamiento a Ezequiel 40:1. Cuando el profeta fue llevado a la tierra de Israel, a la monta�a y al edificio, percibi� a un hombre, cuya apariencia era como la apariencia de bronce, o, seg�n la LXX; "lat�n brillante o pulido", ?????? ??????????, como en Ezequiel 1:7 - una descripci�n que recuerda las de la semejanza de Jehov� en Ezequiel 1:26, Ezequiel 1:27, de el �ngel que se le apareci� a Daniel ( Daniel 10:6), y del Cristo glorificado ( Apocalipsis 1:15), y sugiri� ideas de fuerza, belleza y durabilidad. En su mano llevaba una l�nea de lino y una ca�a de medir (kaneh hammidah, o "ca�a de medir", la ca�a hab�a sido el material habitual del que estaban hechas tales ca�as; compare el asirio para un qanu de ca�a de medir, el Griego ????? y el lat�n canna). Posiblemente los llev� como "emblemas de la actividad de construcci�n" (Hengstenberg), y porque "ten�a muchas y diferentes cosas para medir" (Kliefoth); pero lo m�s probable es que la l�nea est� destinada a medir grandes dimensiones (comp. Ezequiel 47:3) y que no se pueda tomar con un palo recto, como p. ej. la circunferencia de los pilares y la barra para medir dimensiones m�s peque�as, como las de las puertas y paredes del templo. Conjetura de Hitzig, de que la l�nea era de lino porque el lugar a medir era el santuario, cuyos sacerdotes estaban obligados a vestirse de lino, Kliefoth pronuncia con raz�n artificial e inexacto, ya que la l�nea estaba hecha, no de lino o lino fabricado, sino de la materia prima. Que el "hombre" era Jehov� o el �ngel de la Presencia (comp. Ezequiel 9:2) la analog�a de Am�s 8:7, Am�s 8:8 y la declaraci�n de Ezequiel en Ezequiel 44:2, Ezequiel 44:5 parecer�a sugerir; solo que no es seguro en el �ltimo de estos pasajes que el hablante era "el hombre" y no m�s bien "el Dios de Israel", que ya hab�a tomado posesi�n de la casa (ver Ezequiel 43:2), y cuya voz es una vez al menos distinguida de la del hombre (ver Ezequiel 43:6). En consecuencia, Kliefoth, Smend y otros identifican al "hombre" con el angelus interpres ordinario (cf. Apocalipsis 21:9). La puerta en la que se encontraba "esperando al reci�n llegado" era manifiestamente la puerta norte, ya que Ezequiel vino del norte, aunque Havernick y Smend pidieron la puerta este, con el argumento de que era la entrada principal de la entrada. santuario, y la distancia entre �l y la puerta norte, quinientos codos, era demasiado grande como para pasarla tan ligeramente como en el vers�culo 6.

Ezequiel 40:4

La triple convocatoria dirigida al profeta (comp. Ezequiel 44:5) insinu� la importancia de la comunicaci�n que se iba a realizar y le record� la necesidad de prestarle la m�xima atenci�n para poder impartirla. a las personas (comp. Ezequiel 43:10, Ezequiel 43:11).

Ezequiel 40:5

El patio exterior, con sus puertas y c�maras:

(1) el muro de cerramiento ( Ezequiel 40:5);

(2) la puerta este ( Ezequiel 40:5);

(3) el patio exterior ( Ezequiel 40:17);

(4) el vendaval norte ( Ezequiel 40:20);

(5) la puerta sur ( Ezequiel 40:24).

Ezequiel 40:5

El muro de cerramiento. Y he aqu� una pared en el exterior de la casa alrededor. La "casa" - ???????? con el art�culo - era el templo como la morada de Jehov�; solo no el templo propiamente dicho, sino toda la compleja estructura. El "muro" pertenec�a al patio exterior; el de la corte interior que se menciona m�s adelante ( Ezequiel 42:7). Al tener un "muro alrededor" del santuario de Jehov� se parec�a tanto a los santuarios griegos como a los babil�nicos (v�ase Herodes; 1.18; 'Registros del pasado', vol. 5.126), pero difer�a tanto del tabern�culo, que no ten�a ninguno, como del templo salom�nico. , cuyo "muro" no formaba parte esencial de la estructura sagrada, sino que era m�s o menos una erecci�n arbitraria por parte de Salom�n y los reyes posteriores. Aqu�, sin embargo, el muro constitu�a una parte integral del todo; y fue dise�ado, as� en Ezequiel 42:20, "para hacer una separaci�n entre el santuario y el lugar profano", ya que los griegos distinguieron entre ??????? y ????? (ver Thucyd; 4.95). Su anchura y altura eran las mismas (comp. Apocalipsis 21:16): una ca�a, de seis codos por codo y una anchura de mano; es decir, cada codo midi� un codo ordinario y un ancho de mano (comp. Ezequiel 43:13). Hengstenberg sugiere que el mayor codo de Ezequiel fue tomado de los caldeos; y ciertamente Herodoto habla de un codo real en Babilonia que era tres dedos m�s largo que la medida ordinaria, mientras que en Egipto tambi�n dos de esos codos de diferentes longitudes eran corrientes; "de lo que se podr�a suponer", dice Smend, "que lo mismo fue bueno para Asia Menor". A�n as�, la hip�tesis es m�s probable que el codo en cuesti�n era el viejo codo mosaico: el codo de un hombre ( Deuteronomio 2:11), igual a la longitud del antebrazo desde el codo hasta el final del dedo m�s largo �Que fue empleado en la construcci�n del templo salom�nico ( 2 Cr�nicas 3:3). Suponiendo que el codo tuviera dieciocho pulgadas, la altura y el ancho de la pared ser�an nueve pies, sin gran elevaci�n, y presentando un contraste sorprendente con las proporciones colosales de las murallas de la ciudad de Babilonia y Grecia (ver Herodes; 1.170; 'Registros of the Past, 'vol. 5.127, primera serie), e incluso de los muros del primer templo en Jerusal�n (ver Josefo,' Guerras ', 5.1); pero en esto, tal vez, tenga un significado especial, ya que, como el templo de ciudad no ten�a necesidad de muros y baluartes para la defensa, la bajeza de sus muros permitir�a verlo m�s f�cilmente, de hecho, convi�rtalo en un objeto visible para todos los que puedan acercarse a �l para adorarlo.

Ezequiel 40:6

La puerta este. La puerta que mira hacia el este; literalmente, cuyo rostro estaba hacia el este. Que esta no era la puerta en la que el �ngel hab�a sido observado por primera vez parece estar impl�cito en la declaraci�n de que lleg� a ella. El hecho de que comenz� con �l se explica satisfactoriamente al recordar que la puerta este era la entrada principal, y se encontraba directamente frente al porche del templo propiamente dicho. Las mismas razones explicar�n la totalidad de la descripci�n que se le otorga en lugar de a los dem�s. Fue ascendido por escaleras o escalones, de los cuales se omite el n�mero siete, aunque se menciona en relaci�n con las puertas norte ( Ezequiel 40:22) y sur ( Ezequiel 40:26). "El significado era obvio", escribe Plumptre. "Los hombres deben ascender en el coraz�n y la mente al entrar en el santuario, y los siete pasos representan la integridad al final de esa ascensi�n". Los escalones yac�an fuera de la pared, y en su cabeza ten�a un umbral (???, propiamente una "expansi�n" o "extensi�n") de una ca�a ancha, es decir, que med�a hacia adentro de este a oeste, el grosor de la pared. Su extensi�n de sur a norte, m�s tarde, fue de diez codos, o quince pies ( Ezequiel 40:11). La �ltima cl�usula, representada incorrectamente, y el otro umbral (Versiones autorizadas y revisadas), o "el umbral posterior" (Ewald), de la puerta que era una ca�a, deber�an traducirse, incluso un umbral, o el primer umbral, como distinguido del segundo, que se especificar� posteriormente ( Ezequiel 40:7); comp. G�nesis 1:5, "el primer (un) d�a".

Ezequiel 40:7

Y cada peque�a c�mara. Avanzando hacia el interior debajo de un porche cubierto, el ancho exacto de la puerta y el umbral, es decir, diez codos, la gu�a del profeta, despu�s de haber pasado el umbral, lo condujo a una serie de logias, ????????, o "c�maras de guardia", seis en n�mero , tres en cada lado ( Ezequiel 40:10), una ca�a o seis codos cuadrados, techados ( Ezequiel 40:11), y separados entre s� por un espacio de cinco codos cuadrados, abiertos arriba y cerrado hacia el norte o sur como el caso podr�a ser por una pared lateral. Estas "logias" o "celdas" estaban destinadas a los centinelas levitas que vigilaban la casa. M�s all� de las celdas se extend�a el umbral de la puerta por el p�rtico (hebreo, ??????; la LXX; ?????: Vulgate, vestibulum, "un p�rtico") de la puerta interior; literalmente, de la casa; es decir, la puerta que da al templo desde el templo, de ah� la puerta que mira "hacia la casa". ??????????, "de la casa", no califica el umbral como para indicar que se trataba de un umbral interior en contraste con el anterior, o exterior, sino "la puerta", su intenci�n es establecer que el porche frente al cual Extendi� el segundo "umbral" que era el vest�bulo o p�rtico antes de la puerta que conduc�a hacia el interior del templo, o en el cual se pis� por primera vez desde el templo.

Ezequiel 40:8, Ezequiel 40:9

Las medidas divergentes de este p�rtico, que se dan en estos vers�culos, llevaron a la LXX. y la Vulgata para rechazar Ezequiel 40:8 como espuria, y ciertamente falta en algunos manuscritos hebreos. Hitzig, Ewald y Smend lo han eliminado del texto, un procedimiento totalmente innecesario. La aparente discrepancia puede eliminarse suponiendo, con Kliefoth, que Ezequiel 40:8 proporciona la medida del porche de este a oeste, y Ezequiel 40:9 su medida de norte a sur, con las medidas adem�s de los postes (??????, de ?????, "un carnero", por lo tanto, cualquier cosa curvada o retorcida), es decir, pilares o jambas; o, con Keil, que Ezequiel 40:8 establece la profundidad de este a oeste, y Ezequiel 40:9 la longitud de norte a sur. Los "postes", que ten�an una altura de sesenta codos ( Ezequiel 40:14), eran dos codos cuadrados en la base.

Ezequiel 40:10

Habiendo alcanzado el l�mite m�s lejano hacia el oeste, el gu�a vuelve sobre sus pasos hacia atr�s en direcci�n este, notando que en el lado del camino cubierto opuesto al que ya examin�, exist�an los mismos arreglos que para los "alojamientos" y "postes", el �ltimo de los cuales (???????) se mencionan aqu� por primera vez en relaci�n con las salas de guardia, y deben entenderse como pilares o jambas delante de las paredes. Sus medidas, que fueron iguales, probablemente fueron como en Ezequiel 40:9, dos codos cuadrados.

Ezequiel 40:11

La amplitud de la entrada (literalmente, apertura) de la puerta, diez codos. Obviamente, esta medida se tom� de norte a sur de la entrada de la puerta ( Ezequiel 40:6), y representaba toda la amplitud de la puerta y el umbral, o un quinto de toda la longitud de la construcci�n de la puerta . La segunda porci�n del verso, la longitud de la puerta de trece codos, es explicada por Bottcher, Hitzig, Havernick, Keil (con quien Plumptre est� de acuerdo), ya que significa la longitud del camino cubierto desde la entrada este, ya que se supone que el toda una longitud de cuarenta codos (la longitud de la puerta sin el porche) dif�cilmente estar�a cubierta; de modo que suponiendo un camino cubierto similar de trece codos en el otro extremo del edificio de la puerta, cuando uno viniera "de la casa", habr�a un espacio abierto, pozo o patio descubierto, de catorce codos de largo y seis de ancho , encerrado por todos lados por puertas de edificios. Los techos que se extienden desde el este y el oeste se apoyar�an en los "postes" de las c�maras mencionadas en Ezequiel 40:10. Sin embargo, Smend infiere, desde las ventanas en los postes dentro de la puerta ( Ezequiel 40:16), que toda la extensi�n fue cubierta, y en consecuencia no puede ofrecer una explicaci�n de la cl�usula; Kliefoth y Schroder prefieren considerar los trece codos como la altura de la puerta, aunque la palabra traducida "longitud" nunca en otro lugar tiene este significado.

Ezequiel 40:12

El espacio tambi�n antes de las peque�as c�maras; m�s correctamente, y un borde antes de las repisas. Aunque la construcci�n de este borde, cerca o barrera (comp. Ezequiel 27:4; Ezequiel 43:13, Ezequiel 43:17; �xodo 19:12) no se describe, su dise�o probablemente fue permitir que el guardia, al pasar m�s all� de su bobina, observara lo que estaba sucediendo en la puerta sin interrumpir ni ser interrumpido por los pasajeros. Como la barrera proyectaba un codo a cada lado del camino de diez codos, solo quedaban ocho codos para las personas que entraban o sal�an.

Ezequiel 40:13

La anchura de la puerta desde el techo de una peque�a c�mara o caba�a a otra, que med�a de puerta en puerta, era de cinco y veinte codos, que se compon�an as�: 10 codos de acera + 12 (2 x 6) codos para los dos salas de guardia + 3 (2 x digamos 1.5) codos para el grosor de las dos paredes laterales = 25 codos en total. Seg�n Ezequiel 40:42, la longitud de una piedra tallada era de un codo y medio. Las puertas desde las cuales se tomaron las medidas deben haber estado en las paredes laterales en la parte posterior de los telares de vigilancia.

Ezequiel 40:14

Hizo tambi�n publicaciones. Al usar el verbo "hecho", el profeta volvi� a pensar en el tiempo en que el hombre que luego explic� el edificio lo hab�a dise�ado (Hengstenberg); o emple� el t�rmino en el sentido de constituci�n, es decir, fijo o estimado, en la medida en que tal altura no podr�a medirse de abajo hacia arriba con el rojo de medici�n (Keil). Los "postes", el ??????? de Ezequiel 40:9, ten�an sesenta codos de altura y correspond�an a las torres en las iglesias modernas. A la objeci�n que a veces se insta contra lo que se llama la altura "exagerada" de estas columnas, Kliefoth responde: "Si se hubiera considerado que nuestras torres de la iglesia han crecido a partir de pilares de las puertas, se puede ver, no solo en obeliscos egipcios y minaretes turcos, pero tambi�n en nuestras propias chimeneas huecas de f�brica, c�mo sobre una base de dos codos, se pueden levantar pilares cuadrados de sesenta codos de altura, y que finalmente se habla de un edificio colosal visto en visi�n, no habr�a dificultades cr�ticas descubierto en esta declaraci�n en cuanto a altura ". La �ltima cl�usula, incluso hasta el poste de la corte alrededor de la puerta, deber�a leer, y la corte lleg� al poste (????? se usa colectivamente), la puerta est� alrededor (Versi�n revisada); o, la corte alrededor de la puerta lleg� a los pilares (Keil); o, en el pilar, la corte era redonda alrededor de la puerta (Kliefoth). El sentido es que la corte yac�a alrededor de la salida interior de la puerta. La versi�n autorizada, con la que el Dr. Currey, en el 'Comentario del orador', est� de acuerdo, piensa en una sala interior entre el p�rtico de la puerta y las dos c�maras de guardia m�s occidentales, alrededor de cuyos lados se alzaban las columnas de sesenta codos. . Ewald, siguiendo el texto corrupto de la LXX; se traduce: "Y el umbral del vest�bulo exterior de veinte codos, el patio de la puerta colindando con las c�maras alrededor".

Ezequiel 40:15

La longitud total de la puerta, desde la entrada exterior hasta la salida interior de cincuenta codos, estaba compuesta as�:

1. Un umbral externo: 6 codos

2. Tres c�maras de guardia, seis codos cada una: 18 codos

3. Dos espacios entre las c�maras, cinco codos cada uno: 10 codos

4. Un umbral interno: 6 codos

5. Un porche delante de la puerta: 8 codos

6. Una publicaci�n o pilar: 2 codos

Total: 50 codos

Ezequiel 40:16

Y hab�a ventanas estrechas (hebreas, cerradas), probablemente de celos�as, tan fijas que evitaban la salida o la entrada. Es evidente que estas "ventanas" (???? ??????, llamadas as� por estar perforadas) ten�an la intenci�n de impartir luz a la puerta de enlace, ya sea en su totalidad o en parte, aunque es dif�cil hacerse una idea clara de c�mo estaban situadas. Estaban en las c�maras, en sus postes y en los arcos o columnatas. En las c�maras, o "logias", lo m�s probable es que se encontraran en las paredes traseras y en o cerca de los postes, o pilares, pertenecientes a las puertas de estas c�maras, la cl�usula "y en sus postes", siendo considerados como epexeg�ticos. de lo anterior, y dise�ado para proporcionar una explicaci�n m�s precisa de la parte particular de la sala de guardia en la que se encontraban las ventanas. Ventanas similares exist�an en el templo salom�nico ( 1 Reyes 6:4). Los "arcos", o "columnatas" (???? ?????), eran probablemente proyecciones de pared en los lados de las c�maras, a esa luz se admit�a desde tres lados.

Por lo tanto, para uno de los que estaban dentro, toda la puerta de entrada parec�a tachonada de ventanas. La descripci�n de la puerta se cierra con la afirmaci�n de que en cada poste hab�a palmeras, lo que puede significar que el eje fue dise�ado como una palmera, como se ve a veces en edificios antiguos en el este (Dr. Currey, Plumptre) o que Estaba adornada con representaciones de ramas de palmeras o palmeras (Keil, Ewald, Kliefoth). La idea de Hengstenberg, que significa "palmeras enteras al lado de los pilares", es favorecida por Smend, quien cita, adem�s de Ezequiel 40:26, Ezequiel 41:18, etc. y 1 Reyes 6:29; 1 Reyes 7:36.

Ezequiel 40:18

Ver dibujo, Puertas interiores y exteriores para el templo de Ezequiel

Leyenda para las puertas interiores y exteriores.

A, escalera de siete escalones.

T, umbral de 6 x 10 codos.

C, c�maras de 6 codos cuadrados.

S, espacios entre las c�maras.

P, p�rtico de puerta, 6 x 5 codos.

O, pared exterior, 6 x 6 codos.

W, muro de puerta, 6 x 5 codos.

w, w, espesor de la pared de la c�mara, 1� codos.

f, f, barreras o valla antes de las c�maras, 6 x 1 codos.

l, l, l�neas a las que llegaba el cubrimiento del camino.

E, pilares de la puerta, 2 codos cuadrados, 60 codos de alto.

H, F, paredes de umbral y porche, 14 x 5 codos.

b, b, c�maras para lavar.

c, c, mesas para sacrificio.

d, d, mesa para cuchillos, etc.

e, e, mesas para desollar carne.

A ', escalera de ocho escaleras

Ezequiel 40:17

El patio exterior. Al salir de la puerta hacia adentro, el profeta, acompa�ado por su gu�a celestial, entr� en el patio exterior, es decir, el �rea que rodea los edificios del templo. All� lo primero que se observ� fue que las c�maras y un pavimento corr�an alrededor de la cancha. Las c�maras eran celdas o habitaciones: ????????? siempre significa habitaciones individuales en un edificio (ver Ezequiel 42:1; 1 Cr�nicas 9:26) - cuyas dimensiones, sitios exactos y usos no est�n especificados, aunque , ya que ten�an treinta en n�mero, es probable que estuvieran dispuestos en los lados este, norte y sur de la cancha, cinco a cada lado de la puerta, y que estuvieran algo separados uno del otro; que eran lo suficientemente grandes como para contener hasta treinta personas (ver 1 Samuel 9:22 y comp. Jeremias 35:2); y que fueron dise�ados para comidas de sacrificio y prop�sitos similares (ver Ezequiel 44:1, etc.). En tiempos anteriores al exilio, tales salas hab�an sido ocupadas por personas distinguidas relacionadas con el servicio del templo (ver Ezequiel 8:8; 2 Reyes 23:11; Jeremias 35:4, etc. ; Jeremias 36:10; Esdras 10:6). El pavimento era un piso teselado (comp. Ester 1:6; 2 Cr�nicas 7:3), que corr�a alrededor de la cancha y se llamaba pavimento inferior, para distinguirlo del tendido en el patio interior. que se encontraba en una elevaci�n m�s alta que la exterior. Como otra nota de posici�n, se afirma que ha estado al lado (literalmente, el hombro) de las puertas frente a, o respondiendo a (Versi�n revisada), la longitud de las puertas. Esto solo puede significar que la anchura del pavimento era de cincuenta codos (la longitud de las puertas, Ezequiel 40:15) menos seis codos (el grosor de la pared, Ezequiel 40:5), o cuarenta y cuatro codos, y que corr�a a lo largo de la longitud interior de la pared a cada lado de las puertas. La amplitud de la cancha desde la parte delantera de la puerta inferior, es decir, desde el extremo interno de la puerta este o el borde del pavimento, hasta la parte delantera de la cancha interna era de cien codos. Si la medici�n fue hasta la pared del patio interior, dentro de la cual, en esta hip�tesis, su puerta debe haber sido completamente tendida, o solo hasta la puerta de la corte interior, que, en este entendimiento, debe haberse proyectado m�s all� de su pared Es oscuro. La primera interpretaci�n se apoya en la circunstancia de que se dice que el t�rmino ad quem de la medici�n no fue la puerta interior, sino el patio interior; mientras que el segundo encuentra semblante en el uso de la preposici�n ??????, que parece indicar que la medici�n se realiz� desde el extremo occidental de la puerta exterior hasta el extremo oriental de la puerta interior, y parece ser confirmada por Ezequiel 40:23 y Ezequiel 40:27, as� como por la consideraci�n de que de esta manera la simetr�a del edificio se preservar�a mejor que haciendo que el proyecto de la puerta exterior dentro del patio y la puerta interior se sit�en completamente dentro del interior pared. De esta manera, los cien codos marcaron la distancia entre las extremidades de las puertas, siendo la anchura total de la corte doscientos codos, es decir, cien codos entre las puertas, con dos puertas de cincuenta codos cada una a�adida. Las mismas medidas se aplicaron a la puerta norte, a la que se acerc� el vidente.

Ezequiel 40:20

La puerta norte. Esto fue en todos los aspectos similar al del este, aunque su descripci�n procede en el orden inverso, comenzando con las tres "c�maras" o caba�as, a cada lado de la acera ( Ezequiel 40:21), siguiendo a las "publicaciones", "arcos" y "ventanas", y terminando con los pasos exteriores, siete en n�mero ( Ezequiel 40:22), que aqu� se mencionan por primera vez en relaci�n con las puertas. Sus dimensiones eran las mismas que las de la "primera" puerta, cincuenta codos de largo y veinticinco codos de ancho. Se encontraba exactamente frente a una puerta correspondiente al patio interior, y la distancia entre las dos puertas era, como antes, de cien codos.

Ezequiel 40:24

La puerta sur. Aqu� nuevamente se repiten los mismos detalles en cuanto a la estructura de la puerta, sus dimensiones y la distancia desde la puerta que conduc�a al patio interior.

Ezequiel 40:28-26

El patio interior, con sus puertas, c�maras y mesas de matanza:

(1) la puerta sur ( Ezequiel 40:28-26);

(2) la puerta de lanzamiento ( Ezequiel 40:32-26);

(3) la puerta norte ( Ezequiel 40:35-26);

(4) los arreglos para el sacrificio ( Ezequiel 40:38-26); y

(5) las c�maras para los sacerdotes oficiantes ( Ezequiel 40:44-26).

Ezequiel 40:28-26

La puerta sur del patio interior. La construcci�n y las medidas de este correspondieron con las de las puertas en el patio exterior, con solo dos puntos de diferencia, a saber. que pose�a un vuelo de ocho pasos en lugar de siete, y que los arcos, o proyecciones de pared, estaban hacia el patio exterior. La diferencia en el n�mero de los pasos fue sin duda de importancia simb�lica, y se�al� no solo la mayor santidad en general que se atribu�a al patio interior, sino tambi�n a la verdad de que, a medida que uno se acercaba a la morada de Jehov�, una medida cada vez mayor y se exig�a un grado de santidad, lo que Plumptre llama "un sursum corda siempre ascendente". Los siete escalones de la puerta exterior se suman a los ocho escalones de esta cantidad a quince, con lo que corresponde el n�mero de salmos de peregrino, que se supone que fueron cantados, uno sobre cada escal�n, por el coro de levitas a medida que ascend�an. primero en el exterior y luego en el patio interior. La afirmaci�n de que las proyecciones de la pared eran hacia el patio exterior mostraba que, al caminar a trav�s de la puerta interior, uno revertir�a el orden de la puerta exterior, es decir, pasar�a primero por el porche, luego cruzar�a el umbral hacia las salas de guardia, siguiente paso sobre el segundo umbral, y finalmente entrar en el patio interior.

Ezequiel 40:32-26

La puerta este del patio interior. La misma semejanza con las puertas exteriores se observa en relaci�n con esta puerta, y los mismos dos puntos de distinci�n que acabamos de comentar.

Ezequiel 40:35-26

La puerta norte del patio interior. La misma especificaci�n minuciosa de las salas de guardia, los pilares, las proyecciones de las paredes, las ventanas, los escalones, se repite nuevamente, como para mostrar que todas las partes de este edificio divinamente dise�ado eran de igual momento.

Ezequiel 40:38-26

Los arreglos para el sacrificio. Tres cosas requieren atenci�n: las celdas para lavar, las mesas para el sacrificio y los ganchos.

Ezequiel 40:38

Las habitaciones Como explica el vers�culo, estos eran diferentes de las salas de guardia en las puertas ( Ezequiel 40:7, Ezequiel 40:21) y las c�maras en el pavimento ( Ezequiel 40:17 ), aunque se emplea la misma palabra hebrea para designar a esta �ltima. Las celdas bajo consideraci�n fueron dise�adas expresamente para lavar "el interior y las piernas" de las v�ctimas tra�das para el sacrificio (Le Ezequiel 1:9). Si tal celda se encontraba en cada una de las tres puertas, como parece indicar el plural, aunque se describe solo en relaci�n con el norte (Keil, Kliefoth, Plumptre), o simplemente en una puerta, y que el norte, porque, seg�n la Ley (Le Ezequiel 1:11; Ezequiel 6:1; Ezequiel 7:2), en el lado norte del altar se quemar�an las ofrendas quemadas, de pecado y de transgresi�n (Havernick, Hengstenberg) �o al este, al que se alude en veterinario, s. 39, 40 (Hitzig, Ewald, Smend) es controvertido, aunque la primera opini�n parece preferible, ya que, seg�n Ezequiel 46:1, Ezequiel 46:2, los sacerdotes deb�an prepararse holocaustos y ofrendas de paz para el pr�ncipe en los postes de la puerta este. Se dice que la situaci�n de las celdas fue por (o al lado) los postes de (es decir, en) las puertas (ver en Ezequiel 46:14), pero en qu� lado de las puertas, ya sea cerca de la derecha o pilar izquierdo, no se proporciona informaci�n. Keil y Kliefoth colocan los de las puertas sur y norte en el lado oeste; que en la puerta este Keil localiza en su lado norte, Kliefoth coloca una en la pared lateral a cada lado de la puerta.

Ezequiel 40:39-26

Las mesas. �stos eran doce en n�mero, de los cuales ocho se utilizaron para fines de sacrificio, es decir, ya sea para matar los sacrificios o para poner sobre ellos los cad�veres de las v�ctimas sacrificadas; y los cuatro restantes para depositar sobre ellos los instrumentos empleados para matar a los animales. De los ocho, cuatro se encontraban dentro del porche de la puerta, dos a cada lado y cuatro sin �l, dos a cada lado mientras uno sube a la entrada de la puerta norte; m�s bien, en el hombro a uno que sube a la puerta que se abre hacia el norte, es decir, en el exterior de la pared norte del porche; y dos en el otro lado u hombro, es decir, en el exterior de la pared sur del porche. Esto determina que la puerta en cuesti�n haya sido, no la puerta norte, como la versi�n autorizada ha conjeturado, sino la puerta este, cuyas paredes laterales miraban hacia el norte y el sur. El tercer cuaterni�n de mesas parece haber sido plantado en los escalones, presumiblemente dos en cada lado, es decir, si con Kliefoth, Keil y Schroder, ???????? se traducir� "en el ascenso" o "subiendo", es decir, en la escalera (comp. Ezequiel 40:26). Sin embargo, si con las versiones autorizadas y revisadas, Ewald, Hengstenberg, Smend y otros, ??????? se leen "para la ofrenda quemada", entonces la posici�n exacta de las tablas se deja sin determinar, aunque en cualquier caso deben haber estado cerca las mesas de matanza. Como estaban dise�ados para instrumentos pesados, estaban construidos con piedras talladas de un codo y medio de largo, un codo y medio de ancho y un codo de alto; de lo cual se puede argumentar que los ocho mencionados anteriormente fueron de madera.

Ezequiel 40:43

Los ganchos La palabra ??????????? aparece de nuevo solo en Salmo 68:13, donde significa "corrales de ovejas" o "puestos de venta"; su forma m�s antigua (????????????) aparece en G�nesis 49:14 y Jueces 5:16. Como este sentido no es adecuado, se debe recurrir a su derivaci�n (de ??????, "poner, configurar o arreglar"), lo que sugiere como su importancia aqu�, como Ewald, Kliefoth, Hengstenberg, Havernick y Smend, siguiendo el LXX y Vulgate, prefiera, "repisas" o "guardias fronterizos", en el borde de las mesas, para evitar que los instrumentos o la carne se caigan; o, como explican Kimchi, Gesenius, Furst, Keil, Schroder y Plumptre, despu�s del parafrasto caldeo, las "clavijas" se sujetaron en la pared para colgar las caricias sacrificadas antes de que se desollaran. A favor del primer significado est�n los hechos de que la segunda cl�usula de este vers�culo habla de "tablas", no de "muros", y que la medida de los shephataim es m�s amplia que extensa; en contra de esto est�n las consideraciones de que la forma dual, shephataim, se ajusta mejor a una clavija bifurcada que a un borde doble, y que se afirma que los shephataim se han fijado "en la casa" (ba-baith), lo que nuevamente se adapta a la idea de una clavija sujeta en la pared exterior del porche, en lugar de un borde fijado sobre una mesa. La �ltima cl�usula de este verso es dada por Ewald, despu�s de la LXX; "y sobre las mesas" (obviamente, los que estaban fuera del porche) "eran cubiertas para protegerlos de la lluvia y la sequ�a"; y es concebible que los revestimientos pudieran haber sido ventajosos tanto para las mesas de madera como para los sacerdotes oficiantes; solo se debe cambiar el hebreo antes de que pueda producir esta representaci�n.

Ezequiel 40:44-26

Las c�maras de los timbres Seg�n Ezequiel 40:44, estas, de las cuales el n�mero no est� registrado, estaban situadas en el patio interior, fuera de la puerta interior, al lado de la puerta norte, y miraron hacia el sur, uno solo ubicado al lado de la puerta este con una perspectiva hacia el norte. Interpretados de esta manera, no pueden haber sido lo mismo que las "c�maras de los sacerdotes" mencionadas en Ezequiel 40:45, Ezequiel 40:46, aunque tambi�n se ve�an en la misma direcci�n. Sin embargo, el lenguaje parece indicar que eran iguales, y en esta hip�tesis es dif�cil entender c�mo deber�an llamarse "las c�maras de los cantantes" y, al mismo tiempo, asignarse a los sacerdotes ", los guardianes" del cargo de la casa "y" los guardianes del cargo del altar ". Hengstenberg Kliefoth, Schroder y otros sostienen que Ezequiel se propuso sugerir que en el templo de la visi�n delante de �l el servicio coral ya no deb�a dejarse exclusivamente en manos de los levitas como lo hab�a estado en el templo salom�nico ( 1 Cr�nicas 6:33-13; 1 Cr�nicas 15:17; 2 Cr�nicas 20:19), pero que los sacerdotes deb�an participar all�. El Dr. Currey imagina que las c�maras podr�an haber estado ocupadas en com�n por los cantantes y los sacerdotes cuando estaban de servicio en el templo. La LXX el texto dice: "Y �l me condujo al atrio interior, y he aqu� dos c�maras en el atrio interior, una en la parte posterior de la puerta que mira hacia el norte, y hacia el sur, y otra en la parte posterior de la puerta que mira hacia el sur y hacia el norte "; y de acuerdo con esto, Rosenm�ller, Hitzig, Ewald, Keil y Smend proponen varias enmiendas sobre el texto hebreo. Dado que, sin embargo, no se puede certificar que la LXX. no parafrase� o tradujo mal el presente en lugar de seguir un texto diferente, es m�s seguro cumplir con las versiones de las versiones autorizadas y revisadas. Sin embargo, uno no puede evitar sentir que la LXX. La traducci�n tiene el m�rito de la claridad y la simplicidad.

Ezequiel 40:45

Los sacerdotes, los guardianes del cargo de la casa. Seg�n la Ley, las familias levitas de Gershon, Coat y Merari ten�an el cargo del tabern�culo y todas sus pertenencias ( N�meros 3:25, etc.); pero de estos levitas que ten�an el cargo del santuario, Eleazar, hijo del sacerdote Aar�n, ten�a la supervisi�n. Por lo tanto, los sacerdotes a los que Ezequiel alud�a como los encargados del cargo de la casa eran muy probablemente los que supervisaban a los levitas en la ejecuci�n de sus tareas.

Ezequiel 40:46

Los guardianes de la carga del altar. Estos formaron otro cuerpo de sacerdotes, cuyos deberes generalmente eran oficiar en el culto del templo, y m�s espec�ficamente sacrificar y quemar incienso sobre los altares (Lev�tico 1-6.). Seg�n la Ley, todos los sacerdotes eran descendientes de Aar�n ( �xodo 27:20, �xodo 27:21; �xodo 28:1; �xodo 29:9, �xodo 29:44; �xodo 40:15). Por David estos fueron divididos en dos clases: los hijos de Eleazar, a la cabeza de los cuales estaba Sadoc; y los hijos de Itamar, con Ahimelec como su jefe ( 1 Cr�nicas 24:3). En el templo de la visi�n, los hijos de Sadoc, entre los hijos de Lev�, tienen el derecho exclusivo de acercarse al Se�or para ministrarle (ver Ezequiel 43:15).

Ezequiel 40:47

Midi� la corte ... y el altar. Solo se dan las dimensiones de la primera, el espacio abierto frente al templo: cien codos de largo y cien codos de ancho; los de este �ltimo, que estaban delante de la "casa" y ocupaban el centro de la plaza, se registran despu�s ( Ezequiel 43:13). La distancia de norte a sur del patio interior es de cien codos, si a estos se suman doscientos dos codos, el espacio entre la pared del patio exterior y el del patio interior, el resultado dar� quinientos codos como la amplitud de El patio exterior, de la puerta norte a la puerta sur. Luego, como la longitud del patio interior era de cien codos, si a estos se agregan primero los cien codos que yacen ante el patio interior hacia el este, en segundo lugar, los cien codos cubiertos por el templo ( Ezequiel 41:13, Ezequiel 41:14), y en tercer lugar, los cien codos que se extienden detr�s del templo ( Ezequiel 41:13, Ezequiel 41:14), el total ser� de quinientos codos por la longitud del patio exterior de este a oeste. El patio exterior, por lo tanto, como el interior, era un cuadrado.

Ezequiel 40:48, Ezequiel 40:49

Con estos vers�culos, el siguiente cap�tulo deber�a haber comenzado, ya que el vidente ahora avanza a una descripci�n de la casa, o templo propiamente dicho, como en 1 Reyes 6:2, con sus tres partes: un p�rtico (vers�culos 48, 49 ), un lugar sagrado ( Ezequiel 41:1) y un lugar sagrado ( Ezequiel 41:4).

Ezequiel 40:48

El p�rtico, o vest�bulo, seg�n Keil, parece haber sido ingresado por una puerta plegable de dos hojas, cada una de tres codos de ancho, que estaban unidas a dos pilares laterales de cinco codos de ancho, y se encontraron en el medio, de modo que toda la amplitud del frente del porche ten�a seis codos o, incluidos los postes, diecis�is codos. Las medidas en Ezequiel 40:49 de la longitud del porche (de este a oeste) de veinte codos, y la anchura (de norte a sur) de once codos, armoniza con esta visi�n al suponer que los pilares, que hab�a cinco codos de pan en el frente, solo la mitad de ese ancho en el interior, la pared lateral lo divid�a en dos, de modo que, aunque uno de los que entraba en la abertura ten�a solo seis codos, en el momento en que uno se encontraba en el interior era de 6 codos + 2 x 2.5 codos = 11 codos. Sin embargo, Kliefoth rechaza esta explicaci�n y entiende que los tres codos se refieren a la parte de la entrada a cada lado que estaba cerrada por una puerta, quiz�s de celos�a, dejando para la entrada y salida de los sacerdotes un pasaje de cinco codos. . En esta vista, todo el frente del p�rtico Hebreos 5 codos de paso + 6 (2 x 3) codos de celos�a + 10 (2 x 5) codos de pilar, equivalentes en total a 21 codos . El Dr. Currey, en el 'Comentario del orador', incluye los tres codos de la puerta en los cinco codos del poste y, suponiendo que la entrada del templo sea de diez codos, hace que todo el frente haya sido de veinte codos. Preferimos la opini�n de Kliefoth.

Ezequiel 40:49

Al igual que las puertas de los patios, el p�rtico del templo se ingres� por escalones, de los cuales el n�mero no se indica, despu�s de la LXX; generalmente se supone que fueron diez, Hengstenberg sugiere catorce. El �ltimo en particular observado, que hab�a columnas por los postes, se ha explicado para indicar que sobre las columnas o bases, ejes o pilares (Currey), o con mayor probabilidad de que por o cerca de las columnas se alzaran columnas (Keil, Kliefoth ) La altura de estos no est� dada, aunque Hengstenberg nuevamente la encuentra en la elevaci�n del p�rtico del templo de Salom�n: ciento veinte codos ( 2 Cr�nicas 3:4). Su posici�n exacta no se indica; pero probablemente estaban, como Jachin y Boaz en el templo salom�nico, estacionados a cada lado de los escalones.

HOMIL�TICA

Ezequiel 40:2

La ciudad exaltada.

Ezequiel ahora llega a una visi�n elaborada de la condici�n restaurada de los jud�os: primero la de su ciudad, y luego la del templo, que es su gloria suprema. Al conocer bien su tierra natal, que nunca podr�a olvidar en los d�as cansados ??junto a las aguas de Babilonia, pudo imaginar sus escenas cuando se inspir� con la vista prof�tica. �l ve la ciudad del futuro, "sobre una monta�a muy alta". Cuando los suizos anhelan su hogar en la monta�a cuando son desterrados a una tierra l�gubre y l�gubre, el monta��s jud�o reflexiona desde las bajas riberas de Mesopotamia hasta las anheladas alturas de su Judea natal. Es feliz para �l so�ar con una ciudad coronando una monta�a. Jerusal�n es una ciudad monta�osa, a unos dos mil pies sobre el nivel del Mediterr�neo. Visto desde el desierto, que, de hecho, se hunde otros mil ochocientos pies hasta el Mar Muerto, sus c�pulas y minaretes parecen flotar en el aire como las habitaciones de una ciudad en tierra de nubes. La visionaria Jerusal�n aparece para el vidente wrapt como una ciudad a�n m�s exaltada.

I. LA CIUDAD DE DIOS. Ezequiel concibe su visi�n del gran futuro bajo la imagen de una ciudad espl�ndida. San Juan contemplaba la ciudad celestial, la nueva Jerusal�n, como el tipo de la gloriosa Iglesia de Dios, o de la sociedad humana cristianizada. Los griegos concibieron su ideal de vida humana perfeccionada siguiendo el modelo de una ciudad modelo. Sin lugar a dudas, al escribir sobre los cautivos de Babilonia, Ezequiel ten�a la intenci�n de dirigir la atenci�n a la Jerusal�n terrenal, que, despu�s de ser destruida, deb�a ser reconstruida. Por lo tanto, solo su lenguaje podr�a ser entendido por sus contempor�neos. Pero la predicci�n definitiva y material encarna y ejemplifica ideas que pueden aplicarse a la restauraci�n espiritual del hombre, ilustradas por esta perspectiva de la ciudad.

1. Debe haber una vida bendecida en la tierra. La ciudad-monta�a es terrestre. La nueva Jerusal�n apocal�ptica ha descendido del cielo. La ciudad de Dios est� establecida aqu� en la Iglesia Cristiana, como lo mostr� San Agust�n. �Pero Ay! es todav�a una pobre realizaci�n del gran sue�o prof�tico. Algunas chabolas marcan el sitio de la gloriosa ciudad del futuro. Esa ciudad a�n est� por ser.

2. Esta vida bendecida ser� social. Quiz�s los antiguos y los orientales apreciaban la ciudad, bien amurallada y protegida, m�s que nosotros en el abarrotado oeste, con nuestro amor moderno por el pa�s. Pero el pensamiento esencial aqu� es que el estado perfecto es social. En la ciudad perfecta, el orden es supremo a trav�s del amor universal, un extra�o contraste con nuestras miserables ciudades de pecado y ego�smo. Es lo mejor que, al corromperse, se convierte en lo peor.

II SU POSITRON EXALTADO.

1. Est� en la tierra de Israel. Los hombres deben ingresar a Tierra Santa para llegar a la Ciudad Santa. Sus ciudadanos eran jud�os, como la mayor�a de los habitantes de Jerusal�n lo son en la actualidad. Debemos ser el verdadero pueblo de Dios, es decir, verdaderos seguidores de Cristo, si queremos disfrutar de los privilegios del futuro glorioso.

2. Est� "asentado en una monta�a muy alta". La exaltaci�n de la ciudad sugiere muchas ventajas.

(1) Su gloria. Est� exaltado a favor, coronando una altura.

(2) Su fuerza. Se levantaron ciudades para que la naturaleza las fortaleciera. Jerusal�n es una fortaleza natural. La ciudad de Dios est� a salvo.

(3) Su salubridad. Las tierras altas son arriostradas. La vida cristiana prepara el alma en la salud espiritual.

(4) Su cercan�a al cielo. Nada eclipsa la ciudad exaltada. El pueblo de Dios se eleva a relaciones directas con el cielo.

(5) Su notoriedad. "Una ciudad que se encuentra sobre una colina no se puede ocultar" ( Mateo 5:14). La Iglesia debe dar testimonio del mundo. El mejor evangelio es el de la elevada vida cristiana.

Ezequiel 40:3

El hombre de la ca�a de medir.

Nos perderemos en una jungla de fantas�as si intentamos ver alusiones m�sticas en las diversas medidas de la ciudad prof�tica de Ezequiel. Lo que podemos llamar teolog�a pitag�rica, la ex�gesis que se desenfrena entre los n�meros y las fechas de la profec�a, ha hecho mucho para sugerir dudas sobre el uso directo y directo de la Biblia. No tenemos evidencia de que las medidas de la ciudad exaltada contengan ning�n simbolismo espiritual. Tampoco, como Hengstenberg ha se�alado sabiamente, las proporciones de la ciudad son tan colosales como para sugerir un esplendor inaudito. La nueva Jerusal�n es mucho m�s peque�a que Babilonia; ser�a un suburbio insignificante si se uniera a nuestro enorme Londres. Pero la mera grandeza no es una recomendaci�n para una ciudad. Atenas y Jerusal�n eran mucho m�s peque�as que N�nive y Babilonia; Sin embargo, ocuparon un lugar mucho m�s importante en la historia del hombre. �Por qu�, entonces, Ezequiel llama la atenci�n sobre el hombre con la ca�a de medir? �Y por qu� da los detalles exactos del plan de la ciudad y el templo? Sin embargo, podemos evitar el misticismo en favor del literalismo prosaico, no debemos olvidar que Ezequiel fue un profeta, no un arquitecto. �Por qu�, entonces, llena sus p�ginas con estos detalles arquitect�nicos? Ezequiel debe significar sugerir ciertas caracter�sticas del futuro feliz.

I. REALIDAD Ezequiel aqu� se reduce a hechos concretos. No hay nada que impresione tanto a los hombres con un sentido de la realidad como una v�vida presentaci�n de detalles. Mucha ense�anza religiosa no es impresionante porque es demasiado general y abstracta. La ense�anza de Cristo fue muy concreta; se dedic� a espec�menes ilustrativos, m�s que a principios generales. Por lo tanto, "la gente com�n lo escuch� con gusto", la realidad marc� la ense�anza de Cristo de las discusiones secas de la tradici�n rab�nica. Una reprimenda significativa de muchas ense�anzas religiosas es transmitida inconscientemente por el comentario del r�stico que, al escuchar que alguien hab�a estado en Jerusal�n, exclam� con asombro: "�Pens� que Jerusal�n era solo una ciudad b�blica!"

II DEFINICI�N La nueva Jerusal�n no ser� una ciudad de tierra nubosa, sus calles doradas y sus c�pulas rosadas se cruzar�n y se derretir�n mientras la contemplamos. Aqu� tenemos contornos n�tidos, as� como sustancias s�lidas. Mucha gente necesita tristemente un hombre con la ca�a de medir para definir sus nociones de religiones. Sufrimos una reacci�n violenta contra la vieja exactitud de la definici�n teol�gica, seg�n la cual las cosas celestiales fueron mapeadas m�s minuciosamente sin una sombra de duda. Ahora carecemos mucho de precisi�n de pensamiento. Las ideas de los hombres son generalmente nebulosas. Quieren bosquejo.

III. ORDEN. Las diversas partes que se miden se colocar�n en sus lugares asignados. La casa privada no traspasar� la l�nea de la calle, ni un constructor interferir� con los cimientos de otro. Hay orden en el reino de la religi�n. Lo necesitamos

(1) en el pensamiento, que nuestras ideas pueden estar correctamente organizadas;

(2) en el trabajo, para que no choquemos entre nosotros;

(3) en el elemento social de la religi�n, que cada uno pueda tomar su lugar. La Iglesia no es una mafia.

IV. DIRECCI�N DIVINA Ezequiel escribi� como profeta, como mensajero de Dios. Mois�s deb�a hacer el tabern�culo siguiendo el patr�n que se le mostr� en el monte ( �xodo 25:40). Dios se preocupa por los detalles m�s peque�os de la vida y el trabajo de su pueblo. Debemos buscar su gu�a en estos asuntos.

Ezequiel 40:6

La puerta que mira hacia el este.

Comprendamos claramente que esta es solo una descripci�n prosaica de parte de Jerusal�n tal como la concibe el profeta en su visi�n de la ciudad reconstruida. No podemos ver justamente en estas palabras ninguna alusi�n m�stica profunda. Pero podemos usarlos como ilustraciones de otras cosas, ya que podemos tomar la naturaleza como ilustraci�n de la religi�n sin creer que nuestras par�bolas se basan en correspondencias fijas, objetivas, similares a las de Suecia. Entonces, sigamos la fantas�a que la imagen de una puerta que mira hacia el este puede aparecer cuando la tomamos como una ilustraci�n de lo que puede ser similar en otras regiones de la vida.

I. UNA PERSPECTIVA ORIENTAL. La nueva ciudad de Dios tiene esta perspectiva: ella tiene una puerta que mira hacia el Este. Nunca debemos olvidar que nuestra religi�n proviene del Este. En forma es oriental todav�a.

1. Necesitamos recordar este hecho cuando estamos en peligro de interpretar sus brillantes met�foras en el estilo fr�o de Occidente.

2. Podr�a calmar el orgullo de Europa que los hombres recuerden que deben lo mejor de la civilizaci�n europea a una poblaci�n asi�tica.

3. La maravilla es que el Oriente no progresivo produjo la religi�n m�s progresista. La religi�n mundial de Cristo surgi� de Asia. Este mismo hecho atestigua su origen divino.

4. Muestra, sin embargo, que los orientales especialmente deber�an recibir el evangelio.

II UNA PERSPECTIVA HACIA LA LUZ. La luz amanece en el este. Todos necesitamos luz, y debemos amarla, buscarla y apreciarla. Estamos demasiado satisfechos con nuestra tenue luz humana y artificial, en lugar de buscar esa Luz del mundo, que de hecho es la Luz de los siglos. El verdadero cristiano siempre mirar� hacia Cristo, su Sol.

III. UNA PERSPECTIVA HACIA EL NUEVO D�A. Cada d�a comienza en el este. Echaremos de menos el amanecer si ponemos nuestras caras hacia el oeste. Algunas naturalezas siempre se inclinan para girar con una mirada melanc�lica hacia la luz menguante de los soles. Lamentan los buenos viejos tiempos; lloran por los d�as que han pasado, pero nunca pueden volver a ser; cansan sus almas con remordimientos incesantes. Este sue�o continuo sobre el pasado no es saludable; tiende a paralizar nuestras energ�as y nos deja en el abandono de los deberes, as� como las esperanzas del futuro. Son m�s sabios que, como San Pablo, olvidan las cosas que est�n detr�s y se acercan a las que est�n antes ( Filipenses 3:13). Dios tiene un nuevo d�a de luz y servicio para el alma m�s triste y cansada que recurrir� a su gracia. Los sabios viven en el futuro; Miran hacia el sol naciente.

IV. UNA PERSPECTIVA HACIA CRISTO. La primera vista que muchos visitantes de Palestina anhelan poner en v�speras es el Monte de los Olivos; Su deseo m�s sincero es subir la colina que Jesucristo sol�a pisar. De todos los lugares sagrados sobre Jerusal�n, este debe ser el m�s original. Ahora la puerta oriental se ve justo en el Monte de los Olivos. Para el cristiano, su perspectiva es profundamente interesante. Sin embargo, Cristo ha surgido. �l no est� all�. Lo que ahora buscamos es una puerta oriental del alma dirigida a ese Cristo siempre vivo que ascendi� del Monte de los Olivos:

"Faith todav�a tiene su Olivet, y ama su Galilea".

Ezequiel 40:39

Sacrificios en el nuevo templo.

A medida que leemos los detalles secos de la ciudad que se reconstruir� y su nuevo templo, de repente nos sorprende un objeto sorprendente. Entre los diversos arreglos del antiguo templo que se van a revivir, se hacen provisiones para los ritos de sacrificio. Debe haber sacrificios en el nuevo templo. La ofrenda quemada y la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresi�n deben estar all�. Luego se necesitar�n sacrificios despu�s de la restauraci�n. Se podr�a haber supuesto que ahora se prescindir�a de ellos, ya que el pecado fue eliminado y la gente se volvi� a dedicar a Dios. Pero de hecho, el ritual del templo nunca antes se hab�a cultivado. tal asiduidad y elaboraci�n.

I. NECESITAMOS REPETIR LA REDEDICACI�N DE NUESTRAS VIDAS A DIOS. La ofrenda quemada signific� la dedicaci�n del hombre que la present�. Fue dado en su totalidad, para mostrar que hab�a entregado todo a Dios; fue consumido por el fuego, para sugerir que deb�a hacer que esta rendici�n fuera completa en profundidad, intensidad y realidad, as� como en amplitud. Ahora, haber hecho esta oferta de una vez por todas no fue suficiente. Ten�a que renovarse continuamente. La dedicaci�n de Israel a Dios en la restauraci�n de su tierra no podr�a aceptarse como suficiente si se hiciera de una vez por todas. Ten�a que hacerse una y otra vez. Lo mismo ocurre con la ofrenda cristiana de s� mismo. Al pensar en su gran paso decisivo, puede exclamar, en las conocidas palabras de Doddddge:

"Est� hecho, la gran transacci�n est� hecha: yo soy de mi Se�or, y �l es m�o".

Sin embargo, si descansa satisfecho de haber dado ese paso una vez, pronto se encontrar� retrocediendo de su alta resoluci�n. Debemos renovar continuamente nuestra auto-dedicaci�n a Cristo. El sacramento del bautismo, que significa la primera dedicaci�n, se toma una sola vez; pero es seguido por la Cena del Se�or, que sugiere la renovaci�n de la dedicaci�n con intenciones deliberadas, como cuando el soldado romano prest� juramento de lealtad a su general. Este sacramento lo repetimos muchas veces.

II NECESITAMOS REPETIR LA LIMPIEZA DEL PECADO. Deb�a haber ofrendas por el pecado y la transgresi�n en el nuevo templo. Este hecho es sorprendente y muy doloroso. Incluso mientras la gente regresa, penitente y restaurada, se deben tomar medidas para futuras ca�das y pecados.

1. La gente cristiana peca. Sabemos que esto es demasiado cierto para todos los cristianos. No hay alma sin pecado en la tierra. "Si decimos que no tenemos pecado, nos enga�amos a nosotros mismos y la verdad no est� en nosotros" ( 1 Juan 1:8). La previsi�n del hecho no es excusa para nosotros; porque Dios no hace pecar a sus hijos, se esfuerza por salvarlos de �l. As�, Cristo predijo la ca�da de Pedro, aunque hab�a rezado para que su disc�pulo pudiera mantenerse fiel ( Lucas 22:31, Lucas 22:32).

2. Dios ha provisto la recuperaci�n de los cristianos cuando pecan. Deb�a haber sacrificios en el templo restaurado. Este arreglo muestra la maravillosa y sufrida misericordia de Dios. La misma misericordia se muestra hacia los cristianos. Es una pena que aquellos que alguna vez lavaron sus t�nicas y las pusieron blancas en la sangre del Cordero, nuevamente las manchen con la ruina del pecado. Sin embargo, mientras se hace esto, Dios provee a�n m�s para la limpieza, no ahora por repetidos sacrificios, sino por la eficacia eterna del �nico sacrificio perfecto. "Y si alguno peca, tenemos un Abogado con el Padre, Jesucristo el Justo: y �l es la Propiciaci�n por nuestros pecados" ( 1 Juan 2:2, 1 Juan 2:3).

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

Ezequiel 40:3

Medici�n.

Al lector de este libro prof�tico le parece extra�o que varios cap�tulos hacia su cierre se deban ocupar principalmente con medidas del templo que Ezequiel vio en su visi�n. La ca�a y la l�nea parecen a primera vista tener poco que ver con una visi�n prof�tica. Especialmente este parece ser el caso cuando se percibe hasta qu� punto estas mediciones son una repetici�n de las que se encuentran en los libros anteriores de las Escrituras. Pero la reflexi�n nos mostrar� que medidas como las que se describen aqu� pueden sugerir pensamientos muy �tiles para la mente religiosa devota.

I. LAS MEDIDAS SON NECESARIAS PARA LA EXPLICACI�N DE LA ORDEN DE PROPORCI�N Y LA BELLEZA. Es bien sabido por los estudiantes de ciencias que se encuentran relaciones matem�ticas donde un observador ordinario esperar�a encontrarlas. Cuando llegan a preguntar si se pueden dar explicaciones de diferencias tales como las que se obtienen entre diferentes colores y diferentes sonidos, se les lleva a investigaciones que muestran variaciones regulares en el n�mero de vibraciones en un segundo, ya sea del �ter o del ambiente, cuenta las diferencias en cuesti�n. Cuando vienen a preguntar por qu� los cuerpos celestes realizan sus movimientos regulares y preservan su hermosa armon�a, son conducidos a investigaciones que surgen al descubrir que las leyes matem�ticas gobiernan, como dice la frase, los movimientos que excitan nuestra admiraci�n y admiraci�n. Estas son solo ilustraciones familiares de un principio que se reconoce en todo el universo material. Si podemos usar tal lenguaje con reverencia, podemos decir que el cosmos es evidentemente el trabajo de un gran matem�tico, medidor y mec�nico. Cuando pasamos de las obras de la naturaleza a las obras de arte, nos enfrentamos al mismo principio. Si se erige un edificio, ya sea un templo o un palacio, se construye sobre principios que implican relaciones y medidas num�ricas. El escultor mide sus proporciones en tronco, cabeza y extremidades; El poeta mide los pies en su verso. Dondequiera que encontremos orden y belleza, solo tenemos que mirar debajo de la superficie, y descubriremos n�meros y medidas.

II LAS MEDIDAS SON EVIDENCIAS DE MENTE. Hay diferentes grados de inteligencia, y esto no es m�s obvio que en los diversos grados en que la mano de obra humana est� regulada por principios matem�ticos. El wigwam m�s rudo es una prueba de dise�o y de adaptaci�n, de la posesi�n por parte del constructor de algunos poderes de medici�n espacial. Pero una m�quina complicada, como un reloj o una m�quina de vapor, tiene evidencias inequ�vocas de habilidad matem�tica y manipuladora. Si se construye un templo, de gran tama�o, de proporciones armoniosas, de simetr�a, que contiene muchas partes unidas en una unidad org�nica, habla a cada espectador de una mente: una mente capaz y culta, una mente paciente y comprensiva. Para aquellos que creen en la existencia de Dios, el universo material est� lleno de evidencias de su intelecto supremo e inigualable; Las mediciones del observador cient�fico son suficientes para establecer esta convicci�n. El universo es el templo de Dios, y todas sus l�neas est�n establecidas, todas sus partes est�n coordinadas, de tal manera que evidencian lo que, en lenguaje humano, podemos llamar mediciones m�s completas y exactas. Para la mente profundamente reflexiva, la existencia del templo espiritual es a�n m�s elocuente con respecto a los atributos y especialmente a la sabidur�a integral y previsora ??del Eterno.

III. LAS MEDIDAS DE MATERIAL SON CORRECTAMENTE SIMB�LICAS DE LA ESPIRITUAL. Un lector reflexivo de estos cap�tulos dif�cilmente podr� descansar en conclusiones sobre una estructura de piedra, madera o metal precioso. Cualquiera que sea su canon de interpretaci�n, ya sea que adopte el principio literal o figurativo, ya sea que busque o no un templo material para ser criado en el suelo de Palestina, es cierto que para �l las construcciones materiales y perecederas de La habilidad y el trabajo humanos son principalmente interesantes como la encarnaci�n del pensamiento y la sugerencia de realidades eternas. El universo es el templo de Dios; el cuerpo de Cristo era el templo de Dios; La Iglesia es el templo elegido y sagrado del Eterno y Supremo. Los pensamientos de aquellos que meditan en estos cap�tulos notables de Ezequiel ser�n lamentablemente mal dirigidos si no ascienden a aquel que es a la vez el Arquitecto del santuario y la �nica Deidad suprema a quien se dirige todo el sacrificio y toda la adoraci�n presentada dentro de su recintos sagrados. � T.

Ezequiel 40:4

El oficio del profeta.

El �ngel que fue designado para mostrarle a Ezequiel el templo de la visi�n, y para tomar sus medidas en su presencia, y para explicar sus detalles y sus diversos prop�sitos, precedi� a su misi�n especial con una exhortaci�n en la que expres�, de manera muy completa y De manera instructiva, la vocaci�n y las funciones de un verdadero profeta.

I. PARA QUE PUEDA HABER PROFEC�A, DEBE HABER UNA REVELACI�N. En el caso ante nosotros hab�a un templo para ser visto, y hab�a un �ngel para exhibirlo y explicarlo. En todos los casos en que un hombre ha sido llamado a cumplir el oficio de profeta, ha habido una manifestaci�n especial de la mente y la voluntad divinas. El profeta puede ser dotado, original, luminoso; pero �l, en la medida en que es profeta, no pronuncia sus propios pensamientos, trata cualquier asunto de acuerdo con la luz de su propia raz�n. Debe haber una comunicaci�n del Ser que es la Fuente de todo bien para los hombres. De lo contrario, la vocaci�n del profeta se dota de ninguna autoridad divina peculiar.

II PARA QUE PUEDA HABER PROFEC�A, DEBE TENER LA INTELIGENCIA ATENTIVA Y OBSERVANTE. "Mira con tus ojos, y oye con tus o�dos". Tal fue la advertencia del �ngel a Ezequiel. Un profeta debe ser un hombre dotado de poderes de observaci�n y comprensi�n. No es un medio pasivo, sino un agente activo. Ejerce sus facultades humanas, piensa y siente de una manera verdaderamente humana. Incluso si no hubieran recibido la comisi�n prof�tica, los videntes de Israel habr�an sido "hombres de luz y l�deres", "hombres" que discernieron los signos de los tiempos ". En una palabra, para ser un profeta, uno debe ser un hombre.

III. PARA QUE PUEDA HABER PROFEC�A, DEBE HABER UNA NATURALEZA ESPIRITUAL RECEPTIVA. "Pon tu coraz�n en todo lo que te mostrar�". Tal fue la advertencia adicional dirigida al profeta. La suya no era una obra para ser dada de baja de manera superficial, oficial y sin inter�s. No solo se requer�a que el intelecto estuviera alerta, la naturaleza espiritual deb�a ser receptiva y receptiva. La inteligencia es suficiente para algunos servicios; pero para un ministerio espiritual se necesita una susceptibilidad espiritual, una energ�a espiritual. El mensaje de Dios necesita ser asimilado y apropiado, para entrar en la naturaleza misma del profeta, para convertirse, por as� decirlo, en parte de s� mismo. La evidencia es abundante de que tal fue el caso con Ezequiel. Sinti� profundamente lo que recibi� y lo que ten�a que comunicar. Era para �l "la carga del Se�or", por la cual estaba oprimido y cargado, pero que, por el bien de su pa�s, estaba dispuesto a soportar.

IV. PARA QUE PUEDA HABER PROFEC�A, DEBE TENER LA COMUNICACI�N DE LAS NOTICIAS, LA AMENAZA O LA PROMESA, A AQUELLOS A LOS QUE SE ENV�A EL PROFETA. "Declara todo lo que ves a la casa de Israel". Hay naturalezas que son receptivas, pero no comunicativas; pensadores profundos, que carecen del poder del orador, el autor, el artista; por cuya grandeza el mundo tiene pocas razones para estar agradecido. Los comunistas m�sticos con el cielo pueden ver visiones y escuchar voces y, sin embargo, es posible que no puedan comunicar sus experiencias a sus semejantes. No fue as� con los profetas hebreos. Salieron de la presencia del Se�or como sus heraldos y agentes autorizados y mensajeros para sus compatriotas. Nada les imped�a cumplir con los deberes de su cargo. No buscaron el favor de los hombres y no temieron el ce�o fruncido de los hombres. Si los hombres escuchar�an o se abstendr�an no era un asunto que deb�an considerar. Era de ellos contar lo que hab�an visto, o�do y conocido de los consejos del Eterno.

Ezequiel 40:44

Cantantes

La alabanza es una parte esencial de la adoraci�n a Dios. Sin embargo, puede ser con las deidades imaginarias de los paganos, sabemos del �nico Dios verdadero que �l es infinitamente grande e infinitamente bueno; y que, por lo tanto, se convierte en sus criaturas para ser sus adoradores, y que se convierte en sus adoradores para expresar su alabanza, el recuerdo de su gran bondad. En la econom�a jud�a, los elogios ocuparon una parte muy importante en el servicio Divino, especialmente durante y despu�s del tiempo de David, el dulce cantante de Israel. Hubo personas, dotadas por la naturaleza y entrenadas por el arte, que fueron apartadas con el prop�sito de expresar la gratitud y la devoci�n de la naci�n, al realizar "el servicio de la canci�n en la casa del Se�or". Estos ten�an su lugar designado en la adoraci�n del templo, y sus lugares de vivienda designados en sus recintos. Su vocaci�n y ministerio simbolizan el servicio de alabanza ofrecido por la Iglesia militante en la tierra y por la Iglesia triunfante en el cielo.

I. PARA SALMODIA, DEBE HABER UNA NATURALEZA INTELIGENTE CAPAZ DE APRENDER LOS ATRIBUTOS GLORIOSOS DE DIOS Y ESPECIALMENTE SU GRAN BIEN. Por una forma de hablar, representamos los cielos, la tierra y el mar, las criaturas vivientes que pueblan el mundo, los pozos que brotan a la luz del d�a, los �rboles de los bosques, como todos rinden homenaje de alabanza al Creador. Pero esto es para proyectar nuestros sentimientos humanos sobre el mundo que nos rodea. Es absurdo suponer que los cuadr�pedos m�s sagaces incluso conciben a Dios, mucho menos que hablar conscientemente o cantar sus alabanzas. Pero es la gloria de la naturaleza del hombre que sus aprensiones no se limiten a las obras de Dios. �l "mira, a trav�s de la naturaleza, al Dios de la naturaleza". �l discierne las se�ales de la presencia divina, y encuentra razones para creer en la bondad divina. Si ofrece elogios, es un servicio razonable.

II PARA SALMODIA, DEBE HABER UNA NATURALEZA EMOCIONAL CAPAZ DE SENTIR LA AMABILIDAD Y RESPONDER AL AMOR DE DIOS. La m�sica es el veh�culo de la emoci�n.

"�Por qu� deber�a hablar alguna vez el sentimiento, cuando puedes respirar sus tonos tan bien?"

Un ser sin emoci�n no tendr�a canci�n. Espont�neo es la salida del sentimiento �de la alegr�a, del dolor, del amor� en las notas de la melod�a. �Qu� es lo que encaja para invocar las m�s puras y m�s excelsadas m�sicas como la bondad amorosa del Se�or? De hecho, gran parte de la m�sica m�s exquisita producida por los grandes y talentosos maestros de la canci�n se ha inspirado en la religi�n y los temas religiosos. Los oratorios, los himnos, los corales, de los compositores cristianos, representados con todos los recursos del arte musical, pueden considerarse como esfuerzos para expresar los sentimientos m�s tiernos, m�s pat�ticos, m�s sublimes que la mente del hombre haya experimentado.

III. PARA SALMO, DEBE HABER UNA NATURALEZA ART�STICA CAPAZ DE CONSTRUIR FORMAS APROPIADAS DE EXPRESI�N MUSICAL. Estas formas var�an con los diferentes estados de la sociedad humana, de la cultura y de la civilizaci�n. Lo que se adapta a una edad m�s ruda puede no ser adecuado para una �poca de refinamiento. Es una tradici�n que la m�sica compuesta por David, y preservada durante siglos entre los jud�os, fue asumida por la Iglesia Cristiana, y as� sobrevive en formas arcaicas de salmodia a�n utilizada entre nosotros. Sea como fuere, es cierto que nunca ha habido, en la historia de la Iglesia jud�a o cristiana, un per�odo en el que el silencio haya reinado en las asambleas sagradas, cuando el discurso no haya sido acompa�ado por una canci�n. Como todas las cosas buenas, se ha abusado de la m�sica sagrada y se ha prestado atenci�n a las cualidades art�sticas m�s que a la importancia e impresi�n espiritual. Sin embargo, este es un arte que merece ser cultivado y que pagar� por el cultivo. Sin salmodia, �c�mo se reprimir�an nuestros sentimientos y aspiraciones religiosas?

IV. PARA SALMODIA, DEBE HABER UNA CONSTITUCI�N F�SICA Y VOCAL, CAPAZ DE DAR EXPRESI�N A LOS SENTIMIENTOS DEVOCIONALES. La m�sica instrumental ha puesto a prueba los poderes mentales del compositor y la facultad art�stica del int�rprete en un grado tan alto que una profesi�n cultivada y honorable ha encontrado aqu� abundantes posibilidades de estudio y habilidad. Pero el arte del juglar vocal es a�n m�s glorioso y delicioso. No hay m�sica como la voz humana; y si esto es as� cuando otros temas inspiran la canci�n, cu�nto m�s cuando se derraman las altas alabanzas de Dios, ya sea con la encantadora dulzura de una voz solitaria, o con el estruendo alegre y alegre del coro en el que muchos se mezclan en uno!

Ezequiel 40:45

Sacerdotes

�Qu� ser�a de un templo sin sacerdocio para ministrar en sus altares, para presentar las ofrendas de sus adoradores? Los sacerdotes dan sentido e inter�s al templo, no solo al escenario de sus servicios, sino a su gran prop�sito y objetivo. La menci�n en este pasaje de los sacerdotes que habitaban y ministraban dentro de los recintos del templo sugiere reflexiones de un car�cter m�s general sobre el oficio y los que fueron llamados a emprenderlo.

I. LA HUMANIDAD SE CONSTITUYE POR RELACIONES CONSCIENTES Y FELICES DE LA COMUNIDAD INTIMA CON DIOS.

II LA HUMANIDAD ES POR EL PECADO RENDIDAMENTE MORALMENTE INACTIVA PARA TAL COMUNIDAD.

III. EL SACERDOCIO ES NOMBRADO POR DIOS MISMO COMO EL MEDIO POR EL CUAL TAL COMUNIDAD PUEDE SER RESTAURADO Y MANTENIDO.

IV. EL EJERCICIO DE LA OFICINA SACERDOTAL ES UNA EXPRESI�N PERPETUA DE LA DEPENDENCIA DEL HOMBRE POR CADA BENDICI�N SOBRE DIOS.

V. LA OFICINA DEL SACERDOCIO EST� DISE�ADA ESPECIALMENTE PARA RESTAURAR LA ARMON�A INTERRUMPIDA DE LAS RELACIONES MORALES ENTRE EL HOMBRE Y DIOS.

VI. Y PRESENTAR A DIOS DEL HOMBRE EL TRIBUTO Y LA OFRENDA NUNCA DEBIDA.

VII. EL SACERDOTE HEBREO FUE PREVISADO PARA PREFIGURAR Y PREPARARSE PARA EL SACERDOCIO DEL HIJO DE DIOS.

SOLICITUD. El sacerdocio, ejercido entre los jud�os, tiene para nosotros un inter�s m�s que hist�rico. Presagiaba hechos y principios que solo pod�an alcanzar su perfecto cumplimiento y realizaci�n en la mediaci�n de Cristo. El sacerdocio jud�o no debe considerarse como meramente t�pico; expresaba verdades divinas y eternas. Al mismo tiempo, el oficio sacerdotal del Se�or Jes�s no puede ser colocado al mismo nivel que el ministerio del templo en Jerusal�n. Lo que se exhibi� completamente en �l se describi� d�bilmente en sus predecesores. Cristo fue la verdadera ofrenda, el verdadero sacrificio. Y esto queda perfectamente claro por la disposici�n de que no deber�a tener sucesor en el trabajo de expiaci�n. Sin embargo, no debe olvidarse que hay una funci�n del sacerdocio que es perpetua en la Iglesia: la funci�n de la obediencia y de la alabanza. En esto participan todos los cristianos verdaderos, ministros y adoradores por igual. Esta incesante ofrenda y sacrificio asciende desde los altares del coraz�n de los fieles a trav�s del templo espiritual del Dios viviente. Y esto llega con la aceptaci�n a trav�s de �l, quien es el Sumo Sacerdote de nuestra profesi�n, por quien todas las ofrendas que su pueblo presenta al Cielo se depositan en el altar superior y complacen al Rey y Salvador de todos.

HOMILIAS DE J.D. DAVIES

Ezequiel 40:1

Visi�n del nuevo templo.

Estas visiones del templo restaurado encajan perfectamente con esta serie de revelaciones. Las visiones iniciales mostraban al Dios justo marchando en majestuoso esplendor para reivindicarse. Su vasto ej�rcito est� a la mano para ejecutar su voluntad real. Ahora se cumple la voluntad de Dios sobre Israel. El exilio ha hecho su gracioso trabajo. El viejo amor de la idolatr�a es asesinado. En visi�n, al menos, la gente ha regresado en lealtad a su propio Rey. Se ha producido una regeneraci�n del coraz�n y la vida. Brillantes perspectivas de regreso a Palestina se abren ante ellos. Dios se ha comprometido a reinstalarlos permanentemente en Judea. Solo queda un pensamiento: se trata de su templo. Este hab�a sido el s�mbolo visible de su elevaci�n y su fuerza. �Levantar� su templo sus c�pulas reales hacia el cielo otra vez?

I. LAS ASPIRACIONES CORRECTAS CALIFICAN A LOS HOMBRES PARA RECIBIR NUEVAS REVELACIONES DE DIOS. El marco de pensamiento y sentimiento en la mente de Ezequiel era una condici�n esencial para obtener esta visi�n. Los principios naturales prevalecieron entonces como ahora. Ezequiel era de nacimiento y oficio sacerdote. Tampoco era, como muchos lo hab�an sido, un sacerdote simplemente por derecho hereditario. Era en cada fibra de su naturaleza un sacerdote. Su alma anhelaba ver a Jehov� entronizado en su templo en Jerusal�n. Anhelaba tomar su lugar apropiado en los altares del Alt�simo. Las visiones y promesas que Dios le hab�a concedido al tocar la ocupaci�n de la tierra hab�an revivido sus esperanzas. Ansiaba ver cumplida la amable promesa. Para Ezequiel, en este estado de optimismo optimista, lleg� la nueva visi�n. El celo sincero por la gloria de Dios es una condici�n esencial para obtener un mayor conocimiento de su voluntad. "El secreto del Se�or est� con los que le temen, y �l les mostrar� su pacto". A medida que las puntas de acero extraen el fluido el�ctrico, un estado de afecto infantil reduce las comunicaciones de Dios.

II PARA CADA TIPO DE EMPRESA DIOS TIENE SERVIDORES BIEN EQUIPADOS. Tan pronto como Ezequiel fue transportado en visi�n al Monte Si�n, �he aqu�! hab�a un mensajero celestial amueblado con planos para el nuevo templo. Sin lugar a dudas, los �ngeles no ca�dos tienen diferencias de car�cter y diferencias de dotaci�n como las haza�as que aparecen entre los hombres. Es muy probable que las cualidades mentales sean a�n m�s variadas y diversas en el cielo que en la tierra. Gabriel se nos describe como el �ngel de la presencia, una especie de primer ministro. Siempre se habla de que Michael est� luchando por Jehov�, un comandante en jefe del ej�rcito de Dios. Algunos �ngeles al menos tienen dones de m�sica y canciones. Este visitante del reino celestial que conoci� a Ezequiel en el monte estaba dotado de habilidad arquitect�nica, y desarroll� especificaciones y planes para la casa de Dios. "Su apariencia era como la apariencia del lat�n": bastante r�pida, duradera, irresistible. Sus cualidades eran exactamente lo contrario de una persona d�bil, t�mida y vacilante. Las circunstancias eran tales que se esperaba una oposici�n severa, y el arquitecto de Dios estaba bien preparado para su tarea. As� ha sido siempre en la historia humana. Gede�n era el hombre para su �poca. Elijah estaba bien adaptado para su edad. Paul encajaba bien en el nicho que ocupaba.

III. PARA RECIBIR REVELACIONES DE DIOS TODOS LOS �RGANOS HUMANOS DEBEN SER ACTIVOS. "Mira con tus ojos, y oye con tus o�dos, y pon tu coraz�n sobre todo lo que te mostrar�". El ojo y el o�do son los canales a trav�s de los cuales obtenemos la materia prima de la informaci�n, que la maquinaria de la mente fabrica con sabidur�a. Dios degrada a los hombres us�ndolos solo como m�quinas. �l no har� por ellos lo que ellos pueden hacer por s� mismos. No dar� premio a la indolencia. Mediante el uso diligente de nuestras facultades m�s elevadas nos elevamos a estados superiores de vida y alegr�a. Fue despu�s de una temporada de oraci�n que Jes�s se transfigur�. Mientras David "reflexion�, el fuego ardi�". El que usa bien sus diez talentos obtiene la mayor recompensa. El eunuco estaba escaneando diligentemente las Escrituras cuando el int�rprete se le acerc�. Mientras Daniel hablaba en oraci�n, Gabriel lleg� a descubrir los misterios celestiales. No recibimos una revelaci�n m�s grande y clara de Dios porque nuestras mentes y corazones no est�n abiertos para recibirla. El aceite se qued� porque no hab�a un recipiente vac�o.

IV. DIVINO CONOCIMIENTO SE DA QUE PUEDE SER COMUNICADO. "Declara todo lo que ves a la casa de Israel". En el reino de Dios no se tolera ninguna forma de ego�smo. Todo hombre recibe para que pueda distribuir. Este es el gran principio de econom�a de Dios. Enciende la luz en un punto, para que desde este punto se puedan encender otras antorchas. "Libremente hab�is recibido, dalo libremente". La fuente del conocimiento se alimenta de lo que da, as� como de lo que recibe. En virtud de la posesi�n de los misterios del Evangelio por parte de San Pablo, se consideraba un deudor tanto para el griego como para el b�rbaro. Los hombres de Dios son mayordomos de la bendici�n espiritual, los almonistas de Dios para el mundo. Dios nos ha iluminado para que la luz brille sobre los dem�s. Dios nos ha enriquecido para que podamos enriquecer a los pobres. Dios nos ha llenado de consuelo sagrado para que podamos consolar a los angustiados. Dios ha hecho a sus siervos fiduciarios para la humanidad. "Ning�n hombre vive para s� mismo; ning�n hombre muere para s� mismo" - D.

Ezequiel 40:5

El reino de Dios divinamente organizado.

No es parte del procedimiento de Dios proporcionar un plan de bosquejo para su reino y permitir que otros proporcionen los detalles. En el reino de la naturaleza material, su sabidur�a incomparable ha dise�ado las partes m�s minuciosas. En la construcci�n del cuerpo humano se ha preocupado por hacer lo mejor en la articulaci�n de cada articulaci�n, en la interacci�n del �rgano m�s delicado. Entonces, en la construcci�n de su reino espiritual, ha establecido todos los principios esenciales que deben ser encarnados y perpetuados. Al mismo tiempo, existe una amplia provisi�n para la adaptaci�n de estos principios a los cambios que inciden en el desarrollo del car�cter humano y que inciden en las necesidades de la sociedad humana.

I. LA IDEA PRINCIPAL DEL TEMPLO ES LA SEPARACI�N: "He aqu� una pared en el exterior de la casa alrededor". El significado etimol�gico de la palabra "templo" transmite esta lecci�n. Es un lugar "cortado", es decir, separado de los usos seculares. El templo de Dios es lo suficientemente amplio como para incluir a la humanidad; sin embargo, excluye todo lo que sea ego�sta, b�sico, corruptor o perecedero. Hay exclusi�n as� como inclusi�n. Su misi�n sobre la tierra es separar los elementos preciosos de lo vil en el hombre mismo. Est� dise�ado para elevar y purificar lo que es excelente en los hombres; pero la simple escoria se purga. En esta obra de separaci�n �la separaci�n del mal del bien� es un patr�n de la ciudad celestial. Las puertas son para exclusi�n y seguridad.

II EL TEMPLO DE DIOS TRANSMITE LA IDEA DE LA ELEVACI�N. "Entonces lleg� a la puerta ... y subi� las escaleras de la misma". La mente del hombre depende, en muchos aspectos, de su cuerpo. Como por pasos encontramos un m�todo f�cil para la elevaci�n del cuerpo, as� como con el ascenso espiritual. Queda una lecci�n importante sobre la mente. La elevaci�n del cuerpo ayuda a la elevaci�n del alma. En las grandes ocasiones en que Dios descend�a y manten�a relaciones sexuales con hombres, la escena era la cima de un monte. En Horeb, Dios se manifest� a Mois�s. De Gerizim y Ebal se proclamar�a la Ley. En Moriah Abraham deb�a presentar el gran sacrificio de la fe. En Nebo, Mois�s deb�a cerrar su carrera terrenal. En una monta�a (probablemente Herm�n) Jes�s fue transfigurado. Desde las laderas de Olivet el Salvador ascendi� a su trono. Sin lugar a dudas, la adoraci�n en el templo ayuda a elevar el alma a una vida superior. Cuanto m�s estamos con Dios, m�s puros y nobles nos volvemos.

III. EL TEMPLO DE DIOS OFRECE F�CIL ACCESO A LOS HOMBRES. Las puertas eran muchas. Eran anchos. Miraron en todas las direcciones. Estos hechos impresionaron a los hombres con la verdad de que Dios desea la sociedad de los hombres. No se ha retirado de los hombres en reclusi�n remota. Los invita a la amistad m�s �ntima. Su morada tendr� puertas espaciosas. Al igual que con cien voces, parecen dar una cordial bienvenida. No podemos venir con demasiada frecuencia. No podemos presumir demasiado de su amistad. "Dios es conocido en sus palacios por un refugio". Las puertas de su palacio se abren a cada punto: norte, sur, este y oeste.

IV. EL TEMPLO DE DIOS EST� ADORNADO CON BELLEZA. Entre los arcos y sobre los postes hab�a palmeras. "La fuerza y ??la belleza est�n en su santuario". Toda belleza tiene su fuente en Dios. Encuentra deleite en las formas externas de la belleza. Todas sus obras comparten belleza. Pero la belleza material es solo la sombra de lo realmente bello. La santidad es belleza. La bondad es belleza. El amor es belleza Por lo tanto, en la casa de Dios, lo bello deber�a aparecer en todas partes.

V. EL TEMPLO DE DIOS PROPORCIONA LUZ POTENTE. En las puertas "hab�a ventanas, y en sus arcos alrededor". Por peque�a que fuera la c�mara, ten�a una ventana. Para cada departamento de vida y servicio humano, Dios provee luz. Es esencial para el progreso humano y para la santidad humana. Tan r�pido como nos apropiamos de la luz espiritual de Dios, �l suministra m�s. "Entonces sabremos, si seguimos para conocer al Se�or".

VI. EL TEMPLO DE DIOS TIENE ETAPAS EN LA FORMA DE ACERCARSE A DIOS. Hab�a corte dentro de corte: una corte exterior y otra interior. Los pros�litos de los gentiles podr�an no acercarse tanto a los altares de Dios como los hebreos. La gente de la tribu de Levi podr�a acercarse m�s que los de otras tribus. El sumo sacerdote podr�a, una vez al a�o, tener un acceso m�s cercano a Dios que cualquier otro hombre en la tierra. Todos estos arreglos eran tipos de cosas mejores, lecciones de gran importancia espiritual. Dios no tolerar� una voluntad rebelde, ni permitir�, en su presencia, falsedad o impureza. Las barreras impuestas sirvieron para ense�ar a los hombres el verdadero y tremendo mal del pecado; Sirvieron para alentar a los hombres en el abandono del pecado, para que pudieran tener la amistad de Dios. En la medida en que los hombres est�n aliados con el pecado, se separan de Dios, de la esperanza y del cielo. No es f�cil recuperar la pureza moral despu�s de que se ha corrompido. Es imposible sin la ayuda de Dios. Pero vale la pena un esfuerzo de por vida para volver a Dios y vivir como un ni�o bajo el sol de su sonrisa. El m�todo que Dios ha adoptado para ense�arnos esta lecci�n es una adaptaci�n singular de su gracia a nuestra ignorancia y a nuestra debilidad.

Ezequiel 40:38-26

Sacrificio esencial para la adoraci�n humana.

Las entradas y vest�bulos del nuevo templo se planificaron a una escala magn�fica. La mente del adorador estar�a naturalmente impresionada tanto con la grandeza del Propietario como con la importancia trascendente del uso al que se dedic�. �Pero por qu� m�todos se abordar� la Soberana Majestad del cielo? Cada vez m�s, esta pregunta oprime a un hombre reflexivo. A medida que gana las cortes centrales del templo, la respuesta es clara. El pecado es el gran separador entre el hombre y su Hacedor. La reconciliaci�n solo puede realizarse mediante sacrificio. En el altar del holocausto, Dios se reunir� con hombres penitentes y les conferir� su misericordia. "Sin derramamiento de sangre no hay remisi�n del pecado".

I. EL SACRIFICIO ES EL LUGAR DE PRUEBA ENTRE EL HOMBRE Y DIOS. "El altar estaba delante de la casa". Desde los primeros d�as de la ca�da del hombre, la misericordia de Dios permiti� el acceso del hombre a la presencia de su Hacedor; Sin embargo, el acceso no es libre y sin restricciones, como en el estado pr�stino de la inocencia. El acceso al favor de Dios ahora solo se pod�a encontrar en el altar del sacrificio. Por lo tanto, el traje de Ca�n fall� porque solo trajo los frutos del suelo. Abel fue aceptado porque su fe era leal al mandato Divino y porque sent�a la maldad del pecado. Tal sacrificio de la vida animal no podr�a ser en ning�n caso una compensaci�n adecuada por la rebeli�n moral contra Dios. Sin embargo, para el hombre fue una revelaci�n que Dios aceptar�a la sustituci�n, y sirvi� como una profec�a de hecho, que a su debido tiempo Dios proporcionar�a un sacrificio eficaz. Tanto para el bienestar del hombre como para el mantenimiento del gobierno Divino, Dios en adelante se encontrar�a con su criatura ca�da y prestar�a atenci�n a su oraci�n, solo en el altar del sacrificio.

II El sacrificio sirve para muchos prop�sitos vitales en la salvaci�n del hombre. En el templo, los sacrificios eran de varios tipos y se presentaban con gran variedad de ceremonias. Hubo la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la transgresi�n, la ofrenda por la ola, etc. Estos fueron dise�ados para satisfacer las diversas necesidades de los hombres. Expresaron gratitud por el beneficio recibido; sumisi�n a la voluntad de Dios; confesi�n del pecado pasado; reconocimiento de que nuestro pecado merec�a la muerte; aquiescencia en el plan de Dios para el perd�n; un nuevo acto de pacto con Dios; completa devoci�n del yo al servicio de Jehov�. Se consider� tanto el futuro como el pasado. Las mentes de los hombres deben quedar impresionadas con el terrible mal del pecado y con la excelencia que proviene del sacrificio propio. El estupendo regalo de Dios despierta nuestro amor m�s profundo. Aspiramos a actuar como �l act�a, y as� elevarnos a una vida mejor. La condescendencia es el camino hacia la eminencia.

III. EL SACRIFICIO EXIGE UNA VARIEDAD DE SERVICIO HUMANO. Hab�a porteadores para mantener las puertas y evitar intrusos en la base. Hab�a hombres para matar a los animales y hombres para lavar la carne. Hab�a hombres a cargo del edificio y hombres a cargo del altar. Algunos tipos de servicio eran repulsivos para los sentidos; algunos tipos eran alegres y estimulantes. En el templo de Dios hay alg�n servicio que todo sujeto leal de Jehov� puede prestar. Los menos dotados pueden realizar alguna misi�n �til. Como en la naturaleza, cada gota de roc�o tiene su efecto, y el insecto m�s peque�o realiza una tarea �til, por lo que tambi�n est� en el reino de la gracia. Las l�grimas del beb� Mois�s cambiaron la fortuna del mundo. El ni�o Samuel era maestro del sumo sacerdote de Israel. Un muchacho en la multitud pose�a los panes de cebada que sirvieron como la base del milagro del Salvador. Se hicieron provisiones en el templo para una gran variedad de sirvientes. El servicio de Dios no es arduo. "Tambi�n sirven a quienes solo se paran y esperan".

IV. EL SACRIFICIO DEBE SER ACOMPA�ADO POR UN SERVICIO DE CANCI�N. "Sin la puerta interior estaban las c�maras de los cantantes". El sacrificio puede comenzar con tristeza; Tambi�n termina con alegr�a. "Bienaventurados los que lloran" aqu�; "ser�n consolados". La m�sica se adapta bien a la adoraci�n en el templo. Aqu�, si hay alg�n lugar, las almas de los hombres deber�an salir en mareas crecientes de alegr�a. Antes de que Jes�s y sus compa�eros fueran a Getseman�, cantaron un himno. En la mazmorra interior a la medianoche, con los pies atados en el cepo, Pablo y Silas cantaron a Dios su alabanza. Si el gozo emociona de nuevo los corazones de los �ngeles cuando un pecador en la tierra se arrepiente, se cumple que el gozo tambi�n debe llenar el templo de Dios en la tierra. � D.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

Ezequiel 40:3

Medida divina.

Suponiendo que la realizaci�n de esta visi�n no se encuentre en una estructura real jam�s construida por la mano del hombre, sino en ese gran edificio espiritual, la Iglesia de Jesucristo, que todav�a est� en curso de erecci�n, preguntamos qu� es lo que se mide por la cinta, o la ca�a, que el mensajero celestial sostiene en su mano. �Cu�les son las alturas, las profundidades y las longitudes que se ven y se cuentan en el reino de Cristo? Ellos son los de

I. SINCERIDAD. Puede haber mucho canto y muchas "oraciones" y mucha predicaci�n; puede haber actividades multiplicadas de muchos tipos; pero si no hay sinceridad y simplicidad de coraz�n, no habr� nada que el �ngel que mide registre. Sin embargo, si en la cultura de nuestro propio car�cter o en el trabajo que hacemos por nuestro Se�or, nuestros corazones se esfuerzan genuinamente, si pensamos y sentimos lo que decimos, si queremos decir lo que hacemos, si el prop�sito de nuestro el alma est� hacia Dios y hacia el honor de su Nombre, "entonces estamos realmente" construyendo ", y cuanto m�s espiritualidad y fervor haya en nuestro esfuerzo, mayor ser� la figura que el �ngel registrador ingrese en su libro.

II CONFIANZA. "Sin fe es imposible agradar a Dios" en todo lo que emprendemos por �l. La medida de nuestra confianza es, en gran medida, el grado de nuestra aceptaci�n. La confianza est� en la libertad y plenitud de la gracia de Dios, en la presencia y las promesas del Hijo de Dios, en el poder del Esp�ritu de Dios para iluminar y renovar. Cuanto m�s este elemento en nuestras relaciones personales con Dios y en nuestro caminar cristiano, m�s alto se eleva el tejido sagrado en el c�lculo del mundo celestial.

III. AMOR. Este es un elemento esencial en toda edificaci�n cristiana.

1. Amor a Cristo mismo. El amor restrictivo, que se aleja de todo mal; el amor restrictivo, que inspira una obediencia alegre y pronta; el amor sumiso, que sabe aguantar como ver al Invisible; El amor duradero, que sobrevive a todos los cambios y triunfa sobre todas las dificultades de la vida humana.

2. Amor a los hombres cristianos; que es m�s y mejor que ser atra�do hacia lo amable y lo atractivo; que consiste en la salida del coraz�n hacia todos los disc�pulos de Jesucristo porque son tales, aunque en gusto, temperamento y h�bito de vida pueden diferir de nosotros mismos; que incluye la voluntad de reconocer a todos los que aman a Cristo y trabajar con ellos de todas las formas abiertas.

3. Amor a los que est�n fuera de la palidez cristiana: el amor de una santa piedad por los hombres que est�n equivocados porque est�n equivocados, lo que se muestra en un trabajo activo, pr�ctico y abnegado para criarlos y restaurarlos. La pregunta pr�ctica para cada hombre y para cada Iglesia es la siguiente: cuando el �ngel que mide se acerca a nosotros y aplica su ca�a a nuestra adoraci�n, nuestro trabajo, nuestra vida, �cu�l es la entrada que hace? cual es su medida Puede haber balances y asistencias, actividades y compromisos, que son muy satisfactorios en la estimaci�n humana, pero si no se encuentra la simplicidad, la confianza, el amor, no hay nada que contar en el c�lculo del Cielo (ver 1 Corintios 13:1.) .� C.

Ezequiel 40:6

Entrada al reino.

Se hace mucha menci�n, en esta descripci�n del templo, de las puertas de ese edificio; Se proporcion� acceso en abundancia a sus compartimentos interiores y exteriores. Teniendo en cuenta el reino de Dios (del cual esta estructura ideal es una imagen (ver homil�a anterior), y teniendo en cuenta el trabajo y la ense�anza de nuestro Se�or sobre el tema, aprendemos:

I. QUE HAY UN CAMINO AL REINO. Jesucristo mismo es ese camino. "Yo soy el camino ... nadie viene al Padre sino por m�" ( Juan 14:6); "Yo soy la puerta: si alguien entra, �l ser� salvo" ( Juan 10:9). A trav�s de �l "ambos [jud�os y gentiles] tienen acceso ... al Padre" ( Efesios 2:18); "Hay un Mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jes�s" ( 1 Juan 2:5). Conocer a Jesucristo, confiar y amar, servirle y seguirlo, esa es la manera de encontrar la vida eterna. "El que cree en �l tiene vida eterna".

II QUE HAY MUCHOS ENFOQUES AL REINO. Aunque solo hay una "puerta" o "camino" hacia el reino, pero hay un Salvador Divino en quien confiar y por quien redimirse, hay muchos enfoques que pueden considerarse como "puertas", muchos caminos que conducen a �l y para su salvaci�n. Podemos ser conducidos a �l:

1. Por nuestro sentido del valor inestimable del alma humana y nuestro conocimiento de que solo �l puede bendecirlo.

2. Por nuestra visi�n de la seriedad de nuestra vida humana y el deseo de colocarla bajo su sabia y santa gu�a.

3. Por el ejemplo y la influencia de aquellos con quienes estamos m�s relacionados.

4. Por el atractivo que vemos en �l, el Se�or del amor y la verdad.

5. Por la fuerza sentida de los reclamos del Padre celestial, contra la creencia de que es la voluntad de Dios que debemos escucharlo y seguirlo a �l, a su Hijo, etc.

III. QUE LOS HOMBRES VENEN DE TODOS LOS TRIMESTROS AL REINO. Hab�a puertas orientadas hacia el norte, el sur y el este; y en otro libro (Apocalipsis) leemos las puertas en las cuatro direcciones ( Apocalipsis 21:13). Para el amplio y bendito reino de Dios, todas las almas vienen: no es una provisi�n para un tipo de mente, o para una raza en particular, o para una clase social, sino para todos los tipos, razas, clases. En Jesucristo no hay griego ni jud�o, ni hombre ni mujer, ni esclavos ni libres; no hay pobres ni ricos, sabios ni ignorantes, filos�ficos ni de mente simple. De cada parte del gran mundo de los hombres, llegan al reino los que necesitan y encuentran todo lo que anhelan en Cristo Jes�s el Se�or.

IV. Que la puerta es demasiado estrecha para algunos. El que est� hinchado de orgullo no puede atravesarlo; ni el que est� agobiado por lo mundano; ni el que est� lleno de ego�smo; ni el que es grosero con la autocomplacencia ( Mateo 7:14).

V. QUE ES SUFICIENTEMENTE AMPLIO PARA TODOS LOS BUSCADORES M�S ANTIGUOS. Los que son sinceros como disc�pulos de la verdad, como buscadores de Dios; aquellos que desean profundamente regresar a su Padre celestial y asegurar la vida eterna, no encontrar�n la puerta del evangelio demasiado estrecha. Con gusto se separar�n de su orgullo y ego�smo, de sus vanidades y sus indulgencias; vendr�n ansiosos al Se�or y Salvador de la humanidad, para que puedan quitarle todo y cederle todo.

Ezequiel 40:16

Palmas sobre los postes: fuerza ornamental.

"Sobre cada poste hab�a palmeras". De hecho, es bueno traer a la Iglesia de Cristo:

I. LA CONTRIBUCI�N DE LA FUERZA. Hay disc�pulos que agregan poco a la Iglesia, pero la debilidad. Quieren ser continuamente consolados o corregidos; estar protegido o ser sostenido. Creemos que la comunidad a la que pertenecen ser�a m�s fuerte por su ausencia, excepto porque suministran objetos adecuados para el ejercicio de la bondad cristiana, y de esta manera para el desarrollo de la fortaleza de la Iglesia. Pero no se puede decir que esta sea una forma satisfactoria de prestar servicio. Nos regocijamos, y creemos que nuestro Se�or mismo se regocija, en aquellos que aportan una s�lida contribuci�n de fuerza a la causa de la sabidur�a y la piedad. Son ellos quienes, con sus principios cristianos, aportan una inteligencia entrenada y robusta, una sagacidad sagrada, un conocimiento bien reunido de hombres y cosas; o que traen un esp�ritu liberal, una mano abierta, una gran proporci�n de su sustancia; o que traen un esp�ritu de amor, un esp�ritu de conciliaci�n y concesi�n al consejo, y que est�n del lado de la concordia; o quienes aportan calidez, vigor, energ�a, celo sostenido y esperanza al trabajo que se emprende; o quienes traen una gran cantidad de devoci�n, del esp�ritu de verdadera reverencia a la adoraci�n de la Iglesia. Estos son los "postes" del templo; "parecen ser pilares", y lo son. Y no hay raz�n por la cual los mismos miembros de la Iglesia que aportan su contribuci�n de fuerza no deber�an agregar:

II EL ELEMENTO DE BELLEZA. "Sobre cada poste hab�a palmeras". Estos mensajes no eran accesorios antiest�ticos, cuyo �nico servicio era el de sostener lo que descansaba sobre ellos; estaban tan formados que adornaban lo que sosten�an. No siempre es as� en el templo espiritual. Algunas publicaciones no tienen palmeras grabadas sobre ellas; son groseros, desnudos, inc�modos. Son tolerados por el servicio que prestan; pero por lo que son en s� mismos, les disgusta sinceramente. Pero esto nunca debe ser as�. �Por qu� los fuertes no deber�an ser hermosos y �tiles? �Por qu� no deber�an agregar gracia al poder? Es un grave error que los hombres cometen cuando piensan que pueden prescindir de las excelencias m�s finas del car�cter y la vida cristiana porque contribuyen con una eficiencia que otros no pueden ofrecer. La rudeza inculturada de muchos pilares en el "templo" cristiano resta valor a su valor; Por otro lado, las palmeras sobre los postes constituyen una adici�n muy apreciable. S� bella y fuerte. "Cualquier cosa que sea encantadora y de buen informe" debe "considerarse" bien, y debe asegurarse as� como "las cosas son verdaderas, honestas, justas y puras". Agregue a su fe virtud (virilidad) y conocimiento, pero no deje de agregar templanza (dominio propio), paciencia y caridad tambi�n. Esfu�rcese, ore, cultive cuidadosamente todo lo que es bello a la vista del hombre, de mal genio, de porte, de esp�ritu, de palabra y obra; as� el valor de tu fuerza se incrementar� enormemente en la estimaci�n de Cristo. � C.

Ezequiel 40:22, Ezequiel 40:25, Ezequiel 40:29, Ezequiel 40:33

Las ventanas de la iglesia.

Se hace alusi�n una y otra vez a las ventanas que se proporcionar�an en este edificio sagrado. La Iglesia de Cristo debe estar bien amueblada con ventanas, y no deben estar cerradas, pero la �pera tiene que:

I. SE ACUERDA CON LA VERDAD DIVINA. A trav�s de la ventana abierta miramos y vemos la calle concurrida y los caminos de los hombres; o vemos los campos y las colinas y la obra de Dios. Nos familiarizamos con lo que est� pasando en el mundo. La Iglesia de Cristo debe mantener sus ventanas abiertas y participar activamente en aprender todo lo que pueda adquirir del coraz�n y los caminos de los hombres, y tambi�n de la verdad y los prop�sitos de Dios. Despu�s de su Se�or, debe ser "la luz del mundo" ( Mateo 5:14). Es ser la fuente de todo conocimiento sagrado para el mundo; es iluminar a los hombres sobre los dos sujetos supremos de su propia naturaleza espiritual, con todas sus posibilidades del bien y del mal, y del Ser Divino, con toda su santidad y su gracia, con todo su poder y su paciencia, con toda su expectativa de ellos y toda su cercan�a a ellos y su permanencia en ellos. Y si se trata de cumplir con esta alta y noble funci�n, la Iglesia no solo debe atesorar lo que ha obtenido de la sabidur�a celestial, sino que debe estar siempre aprendiendo de Dios, siempre admitiendo la luz del cielo, siempre recibiendo su verdad como eso La verdad tiene relaci�n con la vida actual de los hombres, ya que afecta las luchas espirituales y sociales por las que ahora est�n pasando. La Iglesia que no cierre su puerta debe mantener sus ventanas abiertas, debe creer honesta y sinceramente que

"Dios tiene a�n m�s luz y verdad para romper su Palabra".

II ADMITE INFLUENCIAS CELESTIALES. La ventana abierta significa la admisi�n, no solo de la luz, sino tambi�n del aire del cielo; y necesitamos tanto el aire de limpieza como el rayo de luz. C�llate a nosotros mismos, nuestras almas se contaminan, deterioran, debilitan; abiertos al aire renovador y purificador del cielo, son purificados, ennoblecidos, fortalecidos. Es una gran ventaja vivir o adorar en un edificio de dimensiones buenas y no pobres, porque su aire es m�s puro y saludable. Es un gran beneficio pertenecer a una Iglesia que no est� apretada y limitada dentro de l�mites estrechos, en los que hay un amplio espacio para la circulaci�n de todo pensamiento reverente y sincero; esa es la condici�n m�s saludable espiritualmente. Pero sin importar cu�n grande y libre sea la comunidad, debemos recibir las influencias que est�n fuera, que son de arriba: el poder del Esp�ritu de Dios que se aviva, ilumina, enciende, limpia. Sin esto, seguramente sufriremos deterioro y declive, un declive que se inclina hacia la muerte misma. Debemos mantener abierto el coraz�n, debemos mantener abierta la Iglesia Cristiana, a las mejores y m�s altas influencias, si quisi�ramos y. haz lo que Cristo nos llama a lograr.

III. PARTICIPAR EN ACTIVIDADES SANAS. No podemos trabajar en la oscuridad; rezamos as�

"Se�or, �dame luz para hacer tu trabajo!"

Y hacemos bien en rezar as�. Pero debemos tener cuidado de no apagar la luz por nuestro propio mal edificio, por nuestras propias instituciones, h�bitos, organizaciones, prejuicios. Debemos hacer nuestros arreglos, establecer nuestros planes, formar nuestros h�bitos, para que recibamos todo lo que podamos obtener con una visi�n especial del trabajo cristiano. La Iglesia que no est� aprendiendo de Cristo para trabajar por �l, carece de una caracter�stica muy importante; le falta un extremo principal de su existencia. Cuidemos que nuestras instituciones, nuestras sociedades, nuestras Iglesias, est�n tan construidas que estemos en la mejor posici�n posible, en las condiciones m�s favorables, para un trabajo serio y eficiente. De lo contrario, no seremos un "templo" espiritual como el que nuestro Se�or ver� con aprobaci�n; y su �ngel de medici�n (ver Ezequiel 40:3) no tendr� una entrada satisfactoria para hacer en su registro y para repetirle a su Se�or.

Ezequiel 40:26, Ezequiel 40:31

Ascenso espiritual

"Hab�a que subir siete escalones": el patio exterior; "y el subir a �l [el patio interior] ten�a ocho pasos". Traduciendo esto al an�logo cristiano, aprendemos:

I. QUE ESTAR EN EL REINO DE CRISTO ES OCUPAR UNA ALTA NOBLE. La base del templo era la cumbre de una "monta�a muy alta" ( Ezequiel 40:2); estar en cualquier lugar dentro de sus recintos exteriores era estar muy por encima del mundo. Estar en el reino de Dios, incluso ser el menos en �l, es estar en el lugar de privilegio muy alto (ver Mateo 11:11). Pero no solo de privilegio; de bienestar espiritual tambi�n. Es estar alto y muy por encima de la bajeza del ego�smo, de la vanidad, de la ingratitud, de la rebeld�a; sobre el bajo terreno de la incredulidad, de la indecisi�n, de la dilaci�n. Es vivir y moverse en las alturas sagradas de la devoci�n, del servicio sagrado, de la consagraci�n, de la filiaci�n y la amistad del Dios viviente.

II QUE DENTRO DE QUE EL REINO SON GRADOS DE ALTITUD ESPIRITUAL. No todos los que est�n "en Cristo Jes�s" se encuentran en el mismo nivel espiritual. No solo hay una variedad considerable de car�cter y servicio, tambi�n hay mucha diferencia en el grado de logro. Hay quienes est�n detr�s y quienes est�n antes en la carrera; hay quienes se paran m�s abajo en el patio exterior y los que se paran m�s arriba en el patio interior. Muchos son los grados entre los disc�pulos de Cristo en:

1. Conocimiento. Algunos tienen un conocimiento muy elemental de la verdad de Dios; algunos sostienen la fe de Cristo mezclada con acreciones corruptas; otros tienen una visi�n relativamente clara de las doctrinas ense�adas por Cristo y sus ap�stoles; hay quienes se han adentrado en "las cosas profundas de Dios".

2. Piedad. Un hombre cristiano puede tener una escasa capacidad de devoci�n; puede que solo pueda adorar a Dios y comunicarse con �l d�bil y ocasionalmente, sin poder de devoci�n sostenida; o puede haber ascendido a la tierra m�s alta y estar "orando siempre"; su "caminar puede estar cerca de Dios"; puede ser "un hombre devoto y lleno del Esp�ritu Santo".

3. Valor moral. Desde el id�latra recientemente convertido cuyos h�bitos licenciosos se aferran a �l y tienen que ser arrancados dif�cil y laboriosamente por una lucha larga y sincera, hasta el hombre o la mujer santa que, heredando la naturaleza purificada y la disposici�n de los padres reverentes y piadosos, ha respirado el aire de pureza y bondad todos sus d�as, y se ha convertido en santidad y cristianismo en grados muy marcados, hay un gran ascenso.

4. Influencia y consiguiente utilidad. Hay aquellos cuya influencia cuenta muy poco entre sus compa�eros; hay otros que pesan mucho, cuya presencia es un poder para el bien en todas partes, que pueden producir una turba y un efecto valioso con sus sabias palabras.

III. ESE ASCENSO ESPIRITUAL ES ALCANZADO POR MEDIOS DIVINAMENTE PROPORCIONADOS. Hab�a escalones o escaleras que conduc�an desde el terreno m�s bajo al m�s alto dentro del templo. Hay pasos de los cuales podemos aprovecharnos si nos levantamos en el reino de Dios. Ellos son estos:

1. Adoraci�n; incluyendo el culto p�blico en el santuario, reunirse con el Maestro en su mesa, oraciones privadas en el hogar y la c�mara tranquila.

2. estudio; incluyendo la lectura de las Escrituras y tambi�n de las vidas de los mejores y m�s nobles hijos de los hombres.

3. La comuni�n con el bien; asociarnos diariamente y semanalmente con aquellos con ideas afines a nosotros mismos, y elegir para nuestros amigos m�s �ntimos aquellos, y solo aquellos, cuyas convicciones y simpat�as son sostenibles y edificantes.

4. Actividad en uno u otro de los muchos campos de utilidad sagrada. C.

Ezequiel 40:44

Canci�n sagrada

"Las c�maras de los cantantes". La Iglesia ideal no estar�a completa sin el servicio de la canci�n sagrada. Se hicieron abundantes arreglos para este orden de adoraci�n en el primer templo ( 1 Reyes 10:12; 1 Cr�nicas 25:1.). Deb�a ser una ofrenda diaria al Se�or ( 1 Cr�nicas 23:30). Y ha encontrado un lugar grande y honorable en la Iglesia de Cristo. El Maestro mismo y sus disc�pulos "cantaron un himno" en la m�s solemne y sagrada de todas las ocasiones ( Mateo 26:30); y Pablo se refiere a "salmos e himnos y canciones espirituales" como si fueran bien conocidos en la experiencia de la Iglesia primitiva. Este servicio de canci�n deber�a ser:

I. INTEGRAL EN SU GAMA. No solo debe incluir elogios (con los que se identifica m�s particularmente; ver infra), sino tambi�n adoraci�n, p. "Te alabamos, te adoramos, oh Dios", etc .; y confesi�n, p. "Oprimido con pecado y aflicci�n", etc .; y fe, p. "Mi fe te admira", etc .; y consagraci�n, p. "Dios m�o, soy due�o de tus derechos", etc .; y oraci�n por la gu�a e inspiraci�n divina, p. "Oh t� que viniste de arriba", etc. "Oh Dios de Betel, por cuya mano", etc .; y renuncia, p. "Mis Dioses, mi Padre, mientras me desv�o", etc .; y un desaf�o solemne y reverente entre s�, p. "Vengan los que amamos al Se�or", etc. "Lev�ntate, defiende a Jes�s", etc. "Ustedes siervos de Dios", etc .; y santa expectaci�n celestial, p. "Jerusal�n, mi hogar feliz". Para que no haya un sentimiento adecuado para labios reverentes, ni gracia del car�cter cristiano, que no pueda encontrar expresi�n en la canci�n sagrada; y tal enunciado puede no solo ser una verdadera adoraci�n, sino que puede dar un alivio real al alma llena y quiz�s cargada, mientras que tambi�n profundiza la convicci�n y. Eleva el car�cter.

II MARCADO POR TRES CARACTER�STICAS.

1. Armon�a musical. Porque lo que ofrecemos a nuestro Se�or debe ser lo mejor que podamos aportar; no lo manchado, sino el todo, no lo desfigurado sino lo bello, no lo grosero sino lo culto, no lo discordante sino lo armonioso.

2. Espiritualidad. El Dios que es un Esp�ritu debe ser adorado en esp�ritu y en verdad ( Juan 4:24). Y por muy musical que sea el sonido, ning�n servicio de canci�n se acerca a lo satisfactorio que no es espiritual; debemos hacer melod�as en nuestro coraz�n, as� como con nuestra voz, al Se�or ( Efesios 5:19).

3. Congregacional. Hay servicios en los que no es posible que "todas las personas" participen de forma audible; pero estos son excepcionales; como regla, el orden de adoraci�n debe ser tal que cada voz se escuche "bendiciendo y alabando a Dios", porque la expresi�n es el verdadero amigo del sentimiento.

III. ALEGRE EN SU NOTA IMPORTANTE. La palabra "alabanza" se asocia com�nmente con "canto". Los cantantes cantan "las alabanzas de Jehov�". Como ya se dijo, no existe una experiencia espiritual en la que la expresi�n vocal no se pueda dar bien y sabiamente en una canci�n sagrada. Pero la tensi�n predominante es la alabanza o la acci�n de gracias. Y esto puede ser as� cuando nos demos cuenta, como deber�amos en la alabanza de Dios:

1. Cu�n digno, en su propia Persona y car�cter, es el Se�or nuestro Salvador de nuestra alabanza m�s reverente y alegre.

2. Qu� grandes cosas hizo y sufri� por nosotros cuando habit� entre nosotros.

3. Cu�n perfecta es la "gran salvaci�n" y cu�n abierta a toda la humanidad sin reservas ( Judas 1:3).

4. Cu�n altos son los privilegios y cu�n celestiales son las bendiciones que tenemos en �l mientras vivimos debajo; cu�nto es poder decir: "Para nosotros vivir es Cristo".

5. Qu� grandiosa es la herencia a la que nos mudamos.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Ezekiel 40". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/ezekiel-40.html. 1897.
 
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