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Isaías 18

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-7

EXPOSICI�N

Isa�as 18:1

EL HOMENAJE DE ETIOP�A A JEHOV�. En medio de la emoci�n general causada por el avance de Asiria, Etiop�a tambi�n se agita, y se agita hasta sus l�mites m�s lejanos. El rey env�a mensajeros en golpes sobre los canales y r�os para convocar a sus tropas a su nivel ( Isa�as 18:1, Isa�as 18:2). La tierra se queda asombrada para ver el resultado de la colisi�n que se aproxima ( Isa�as 18:3); pero Dios descansa tranquilamente en el cielo mientras los eventos est�n madurando ( Isa�as 18:4, Isa�as 18:5). Cuando llegue el momento, dar� el golpe: Asiria ser� entregada a las aves del aire y a las bestias del campo ( Isa�as 18:6). Entonces Etiop�a har� un acto de homenaje a Jehov� mediante el env�o de un regalo a Jerusal�n ( Isa�as 18:7). Parece ser el momento inmediatamente anterior a la gran invasi�n de Senaquerib, cuando Shabatok el et�ope era el Rey de Egipto, y Tirhakah (Tahark), ya sea el Pr�ncipe Heredero debajo de �l, o m�s probablemente Lord Paramount de Egipto sobre �l, y reinando en Napata.

Isa�as 18:1

�Ay de la tierra! m�s bien, �Ho por la tierra! (comp. Isa�as 17:12). Sombra con alas; literalmente, o la tierra de la sombra de las alas o la tierra del ruido de las alas, muy probablemente la �ltima. Se cree que se hace alusi�n a los enjambres de moscas zumbantes, especialmente al tsetse, con el que abunda Etiop�a. Al mismo tiempo, estos enjambres est�n, quiz�s, destinados a ser tomados como emblemas de las huestes de guerreros que Etiop�a puede enviar (comp. Isa�as 7:18). M�s all� de los r�os de Etiop�a. No se puede suponer que el profeta haya tenido m�s que un vago conocimiento de la geograf�a africana. Parece, sin embargo, consciente de que Etiop�a es una tierra de muchos r�os (ver los 'Tributarios del Nilo' de Baker), y supone que el dominio de los reyes et�opes se extiende incluso m�s all� de estos r�os al sur de ellos. Su objetivo es, como dice el Sr. Cheyne, "enfatizar la grandeza de Etiop�a". Sin embargo, se puede cuestionar si el dominio de los reyes et�opes de la �poca se extendi� hasta donde �l supon�a. El asiento de su poder era Napata, ahora Gebel Berkal, en la gran curva del Nilo entre lat. 18 � y 19 � N .; y su l�mite sur era probablemente Khar-toum y la l�nea del Nilo Azul.

Isa�as 18:2

Que env�a embajadores; m�s bien, tal vez, mensajeros, ya que la palabra se traduce en Isa�as 57:9 y Proverbios 25:13. Son enviados, aparentemente, por el rey a su propio pueblo. Por el mar. "El mar" en este lugar debe necesariamente significar el Nilo, que se llama "el mar" en Nah�m 3:8 ciertamente, y probablemente en Isa�as 19:5. Los buques de papiro no podr�an haber sido empleados en la muy dif�cil navegaci�n del Mar Rojo. Vasijas de juncos. Aprendemos de Her�doto (2.96), Teofrasto ('Hist. Plant.,' 4.9), Plutarco ('De Isid. et Osir., '� 18), Plinio (Hist.' Nat., '6.22) y Lucan (' Pharsal., '4.136). Est�n representados ocasionalmente en los monumentos egipcios. Diciendo. Nuestros traductores interpolan esta palabra y da un sentido equivocado. Es el profeta que se dirige a los mensajeros, no el rey que los env�a. A una naci�n dispersa y pelada; m�s bien, alto y pulido, o alto y elegante. La palabra traducida "disperso" significa correctamente "extendido", y parece aplicarse aqu� al f�sico de los et�opes, cuya estatura se dice que fue notable. El otro ep�teto se refiere a la piel brillante de las personas. Un pueblo terrible desde su comienzo hasta ahora; Los israelitas conocieron por primera vez a los et�opes como soldados cuando formaron parte del ej�rcito tra�do por Shishak (Sheshonk I.) contra Roboam, alrededor de B.C. 970 ( 2 Cr�nicas 12:3). Luego tuvieron experiencia de su gran n�mero, cuando Zerah atac� a Asa; pero en esta ocasi�n lograron derrotarlos ( 2 Cr�nicas 14:9). No fue sino hasta dos siglos despu�s de esto que el poder de Etiop�a comenz� a ser realmente formidable para Egipto; y los "miserables cusitas", como sol�an llamarlos, adquirieron la influencia preponderante en el valle del Nilo, y bajo Piankhi, Shabak, Shabatek y Tirhakah (Tahark), redujeron a Egipto a la sujeci�n. Isa�as, tal vez, se refiere a su ascenso bajo Piankhi como "su comienzo". Una naci�n impuesta y pisoteada; m�s bien, una naci�n de repartir y pisotear; es decir, uno acostumbrado a medir los l�mites de sus vecinos con una l�nea de medici�n y pisotear a otras naciones bajo sus pies. Cuya tierra han estropeado los r�os; m�s bien, cuyos r�os de tierra se despojan. El dep�sito de lodo, que fertiliza Egipto, es arrastrado por los r�os de Etiop�a, que continuamente pierde grandes cantidades de hijo rico. Este hecho era bien conocido por los griegos (Herodes; 2.12, ad fin.), Y no hay ninguna raz�n por la cual Isa�as no deber�a haberlo conocido.

Isa�as 18:3

Todos vosotros, habitantes del mundo. Despu�s de exhortar a los mensajeros a apresurarse en su tarea, Isa�as se dirige a las naciones en general, y les pide que atiendan una se�al que se aproxima: una bandera est� a punto de levantarse, una trompeta est� a punto de sonar, que miren y escuchen; Vale la pena se�alar el resultado. Las im�genes no deben tomarse literalmente, sino de la misma manera que los avisos en Isa�as 11:10, Isa�as 11:12; Isa�as 13:2. Cuando levanta una bandera ... cuando toca una trompeta; m�s bien, cuando se levanta una bandera ... cuando suena una trompeta. En las monta�as. Dondequiera que tuvo lugar el gran evento, la se�al se dio en las monta�as de Judea (ver 2 Reyes 19:20-12).

Isa�as 18:4

Por eso; m�s bien, por lo tanto. La palabra koh es prospectiva. Descansar� y lo considerar�; o estar� quieto y mirar�. El resto de Dios se contrasta con el ajetreo y la prisa de los et�opes y asirios. Dios "se sienta en su asiento sagrado", calmado y tranquilo, sabiendo cu�l ser� el resultado y cu�ndo ser�; espera mientras las influencias del calor y la humedad, el sol y el roc�o �sus propias agencias� maduran los esquemas de Asiria, impasible, sin tomar parte. Luego, de repente, toma la parte descrita en la �ltima parte de Isa�as 18:5, "corta los brotes y corta las ramas". Como un calor claro sobre hierbas, etc .; m�s bien, mientras hay un claro calor al sol, mientras que hay una nube de roc�o en el calor de la cosecha; es decir, mientras que las influencias circundantes son tales que deben favorecer el crecimiento del poder y el orgullo de Asiria.

Isa�as 18:5

Por antes la cosecha. Dios puede descansar tranquilo, porque puede intervenir en cualquier momento; y esto est� a punto de hacerlo, antes de que Asiria coseche su cosecha. Cuando el capullo es perfecto, etc .; m�s bien, cuando la flor ha pasado, y la uva verde se est� convirtiendo en un racimo de maduraci�n. Deber� cortar (comp. Isa�as 10:33, Isa�as 10:34). La met�fora es ligeramente variada en este lugar, para adaptarse a las im�genes de la cl�usula anterior, donde Asiria ha sido representada como una cepa. Antiguamente sus "ramas" deb�an ser "cortadas"; ahora sus "ramas" y "ramitas" o "brotes" deben cortarse con podaderas.

Isa�as 18:6

Se dejar�n juntos a las aves. Al final, se caen las im�genes. La vid se muestra como un ej�rcito, masacr� a todos "juntos", y dej� una presa para cometas y buitres, chacales y hienas. �El verano ... el invierno? Proporcionar�n comida a las bestias y aves rapaces por el resto del a�o.

Isa�as 18:7

En ese tiempo se traer� el presente; m�s bien, un regalo. No ser�a del todo improbable que Tirkakah, despu�s de la destrucci�n del ej�rcito de Senaquerib, enviara un regalo al templo de los jud�os, ya sea como un reconocimiento del milagro realizado por Jehov�, o simplemente como una ofrenda de agradecimiento. Necho envi� la armadura con la que hab�a luchado en Megido al templo de Apolo en Branchidae, cerca de Mileto, como una ofrenda de agradecimiento (Herodes; 2.159). Sin embargo, no tenemos registro hist�rico del presente de Tirkakah tal como fue enviado. De un pueblo; m�s bien, de un pueblo (compare la siguiente cl�usula, que proporciona la elipse de la preposici�n). (Para el resto del verso, vea las notas en Isa�as 18:2.)

HOMIL�TICA

Isa�as 18:1

El contraste de la calma divina con el bullicio humano, la prisa y la emoci�n.

Cuando los hombres toman un asunto en el que sienten inter�s y se ponen en pr�ctica para realizar un dise�o propio o para frustrar los dise�os de los dem�s, nada es m�s notable que el "alboroto" que hacen al respecto. El cielo y la tierra se mueven, por as� decirlo, para lograr el fin deseado; toda la naci�n est� emocionada, agitada, emocionada hasta sus profundidades m�s bajas; prevalece un af�n universal; todo es ruido, clamor, prisa, bullicio, tumulto, torbellino, confusi�n. El "ruido" de Asiria se compara ( Isa�as 17:12) con el rugido del mar y la agitaci�n de las poderosas aguas. La agitaci�n de Etiop�a es como el sonido de muchas alas ( Isa�as 18:1). Incluso Cyrus, aunque tiene una misi�n divina, no puede hacerlo sin "el ruido de una multitud en las monta�as, como el de un gran pueblo; un ruido tumultuoso de los reinos de las naciones reunidas" ( Isa�as 13:4). Es en vano que se les dice a los hombres que "se detengan y vean la salvaci�n de Dios" ( �xodo 14:13), o se les advierte que "en silencio y confianza debe ser su fuerza" ( Isa�as 30:15); no pueden actuar seg�n los consejos ofrecidos. Las grandes mentes son, en verdad, relativamente tranquilas y tranquilas; pero incluso en ocasiones pueden ser arrastrados por la ola de sentimientos emocionados y arrastrados, por as� decirlo, desde sus amarres a un oc�ano turbio. Y la masa de la humanidad no tiene calma ni estabilidad. Tiembla, revolotea, se apresura de un lado a otro, confunde la actividad con la energ�a y el "nerviosismo" con el poder del logro. Esta condici�n de las cosas resulta de tres debilidades en el hombre:

1. Su falta de paciencia.

2. Su falta de confianza en s� mismo.

3. Su falta de confianza en Dios.

I. EL HOMBRE QUIERE PACIENCIA. El hombre desea obtener cualquier fin que se proponga de una vez. El ni�o est� impaciente por crecer, el subalterno ser�a a la vez un general, el empleado un compa�ero, el estudiante un profesor de ciencias. Los hombres "se apresuran a ser ricos" ( Proverbios 28:20), sobrepasan la marca y caen en la pobreza. Se esfuerzan por convertirse en mundialmente famosos cuando son meros tiros, y ponen escritos de ambiciones que solo muestran su ignorancia. No reconocen la fuerza del proverbio, que "todo llega a los que esperan". Trabajar mucho, perseverar, avanzar un poco d�a tras d�a, esto les parece algo pobre, un modo de procedimiento insatisfactorio. Llegar�an al final per saltum, "por un l�mite". De ah� su prisa. Con demasiada frecuencia, "la mayor rapidez es la peor velocidad" "La tela de la b�veda salta sobre s� misma y cae del otro lado".

II EL HOMBRE QUIERE CONFIANZA EN S� MISMO. El que est� seguro de s� mismo puede darse el lujo de esperar. �l sabe que tendr� �xito al final; �Qu� importa si un poco antes o un poco m�s tarde? Pero la mayor�a de los hombres no est�n seguros de s� mismos; dudan de sus poderes, capacidades, perseverancia, estabilidad, fondo de reserva de energ�a. De ah� sus esfuerzos espasm�dicos, movimientos apresurados, agitaciones violentas, apresuramientos fren�ticos aqu� y all�. Si no logran su fin de una vez, se desesperan por alcanzarlo. Son conscientes de la infinita debilidad en s� mismos y sienten que no pueden decir qu� les deparar� un d�a en el camino de la derrota y la decepci�n. Dicen que es necesario golpear mientras el hierro est� caliente; pero su verdadera raz�n para apresurarse es que se preguntan si su capacidad de ataque no habr� desaparecido si se demoran tan poco.

III. EL DESEO DE CONFIANZA DEL HOMBRE ES DIOS. El que siente que Dios est� de su lado no necesita inquietarse. No temer� los poderes de la oscuridad; No tendr� miedo de lo que la carne pueda hacerle. Pero comparativamente pocos hombres tienen este sentimiento. O dejan de lado los pensamientos de Dios, o lo ven como un enemigo, o dudan, en cualquier caso, de su simpat�a consigo mismos. Sobre todo sienten que no merecen su simpat�a. No pueden "descansar en el Se�or", y no pueden encontrar descanso fuera de �l. Por lo tanto, permanecen en disturbios y disturbios perpetuos. Extra�amente en contraste con la inquietud del hombre est� la calma inamovible y la tranquilidad inquebrantable de Dios. "El Se�or dijo, descansar�" ( Isa�as 18:4). Nadie puede resistirse realmente a su voluntad, y por lo tanto no tiene necesidad de preocuparse si se intenta la resistencia. "La ferocidad del hombre" siempre "recurrir� a sus alabanzas". El tiempo no es un objeto con el que est� por encima del tiempo, "cuyas salidas han sido desde los d�as de la eternidad" ( Miqueas 5:2). En silencio y calma logra sus prop�sitos eternos. En reposo en las profundidades inm�viles de su naturaleza inmutable, es �l solo quien puede descansar a sus criaturas. A medida que crezcan como �l, se volver�n cada vez m�s tranquilos, hasta que llegue el momento en que entren finalmente en ese descanso que "permanece para su pueblo" ( Hebreos 4:9).

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Isa�as 18:1

Homenaje de Etiop�a a Jehov�.

I. AGITACI�N EN ETIOP�A. El or�culo se abre con una escena llena de vida. Se ven huestes de guerreros egipcios y et�opes, como zumbidos de enjambres de moscas movi�ndose de aqu� para all�. Los mensajeros se apresuran en papiros para anunciar el acercamiento de los asirios. Se describe a los et�opes como una naci�n "alta y pulida", terrible, fuerte y sometida, cuyos r�os terrestres atraviesan. �Una sensaci�n de misterio y grandeza colgaba de esto! y desde los primeros tiempos: la tierra de la fuente del Nilo, abierta por nuestro compatriota Spoke y otros. El profeta alza su voz a este pueblo. Se ver� una se�al en las monta�as, se oir� el sonido de una trompeta. Habr� s�ntomas de la presencia Divina, contenci�n, anulaci�n de la ira de los hombres por los fines de la sabidur�a Divina. "Cuando las guerras contin�an, todos ven claramente lo que se hace; pero la mayor parte de los hombres atribuyen el principio y el final de ellos al azar. Por otro lado, Isa�as muestra que todas estas cosas deber�an atribuirse a Dios, porque mostrar� su poder de una manera nueva y extraordinaria; porque a veces trabaja para ocultar su mano y evitar que los hombres perciban su trabajo, pero a veces muestra su mano en �l de tal manera que todos los hombres son obligado a reconocerlo, y eso es lo que el profeta quiso decir "(Calvino).

II LA ESPERA DE JEHOV�. Impresionante es el contraste entre el ruido y la agitaci�n y la agitaci�n de abajo, y la calma de arriba. Jehov� "se quedar� quieto", como el cielo azul detr�s de una gran cantidad de nubes en movimiento, sobre un mar creciente debajo. En el segundo salmo tenemos la imagen de �l sentado en los cielos y "ri�ndose" de los vanos intentos de los enemigos del reino mesi�nico. Hay tres pensamientos aqu�.

1. El reposo de Dios. Parece como si alguna vez debi�ramos contemplarlo descansando de sus esfuerzos de dise�ar, crear y proporcionar, entrado en un d�a de reposo eterno. La conciencia de vasta fuerza, durmiendo, mantenida en reserva, debemos concebirla en Dios. De ah� su quietud en medio de nuestra emoci�n. En momentos en que movimientos vagos pasan por el seno de la sociedad, muchas voces desgarran el aire con gritos opuestos, profundas preguntas agitan el coraz�n y la conciencia de los hombres reflexivos. Anhelamos escuchar la �nica voz infalible, ver la se�al extendida; y aun as� "Dios no habla una palabra". Quiz�s se pueda decir, una voz peque�a y quieta, que dice: "�Qu�date quieto y sabe que soy Dios!" puede ser escuchado por agudos o�dos espirituales. Su quietud debe ser el efecto de una fuerza infinita y una confianza m�s profunda.

2. Su contemplativa. �l "mira en su mansi�n". No como los epic�reos representaban a los dioses de los paganos, sentados separados, imprudentes de la riqueza o la desgracia de los hombres; pero atentamente vigilante del desarrollo de las cosas, la maduraci�n del bien, la recolecci�n del mal hacia el d�a del tamizado y el juicio. En una poderosa imagen b�blica, "sus ojos est�n en todo lugar, contemplando lo bueno y lo malo". Y nuestro pensamiento, para estar en armon�a con el suyo, debe en muchos asuntos y muchas veces caer en el estado de �nimo de la contemplaci�n. En lugar de buscar teorizar precipitadamente sobre la extra�a mezcla de tendencias que la vida presenta en cualquier �poca problem�tica, era bueno poseer nuestras almas con paciencia: mirar y "dejar que ambos crezcan juntos hasta la cosecha".

3. Su actitud de espera. "Mientras haya un calor claro en la luz del sol, mientras haya nubes de roc�o en el calor de la cosecha," est� esperando "hasta que el fruto de la molestia asiria est� casi maduro". El calor y las nubes de roc�o aceleran los poderes de la naturaleza; hay fuerzas correspondientes en el trabajo en el mundo moral, visto por �l trabajando para obtener ciertos resultados. Dios puede esperar porque lo sabe. �Y no podemos en cierta medida componer nuestras almas en esa actitud de espera? Algunas cosas tambi�n las sabemos nosotros; sobre muchos otros podemos decir "Dios sabe", y as� dejarlos. Especialmente en tiempos o estados de alarma. En el presente caso, los hombres a continuaci�n ven una imagen del futuro; Dios ve a otro muy diferente. Para ellos, una vasta nube negra se acumula en el horizonte; �l ve el sol que lo har� pedazos en la actualidad. Ven una cosecha ca�da de aflicci�n para ellos mismos madurando; �l tiene el cuchillo de poda en la mano, con el cual causar� estragos en el crecimiento. Ven una inmensa hueste de guerreros irresistibles; �l las aves rapaces y las bestias que pronto se alimentar�n de sus restos. Pensemos en las inmensas reservas de fuerza a disposici�n de Jehov�. El estadista, en tiempos de alarma, asegura a un pa�s tembloroso que los "recursos de la civilizaci�n" a�n no est�n agotados; Sin embargo, tienen su l�mite. Detr�s de ellos yacen los recursos absolutamente inagotables del Dios vivo y eterno. Que nuestros corazones se queden en �l, y todo estar� bien.

III. EL EFECTO EN ETIOP�A. Traer�n un homenaje a Jehov� Sabaoth, al Se�or de los ej�rcitos, en su asiento en el Monte Si�n. Es �l quien ha hecho estas cosas. Encontramos la imagen impresionante que pasa ante un ojo prof�tico en Salmo 68:32: "Reinos de esplendor salen de Egipto, Etiop�a extiende sus manos a Dios". La reuni�n de un pueblo tan glorioso en la verdadera Iglesia ser� el resultado de la manifestaci�n del poder del Dios de Israel.

LECCIONES

1. La providencia de Dios sobre la Iglesia. "Muestra que cuida a la Iglesia y que, aunque decide castigarla, a�n se presenta en la estaci�n apropiada para impedir que perezca, y muestra su poder en oposici�n a los tiranos y otros enemigos, para que puedan no derrocarlo o lograr cumplir lo que imaginaban estar en sus poderes. Por lo tanto, para excitarlos a la paciencia, no solo los distingue de los et�opes, sino que tambi�n les recuerda que Dios mitiga sus juicios para su preservaci�n "( Calvin)

2. La indestructibilidad de la vida espiritual. Esto no debe confundirse con las instituciones en las que habita por un tiempo. Pero, entendiendo la "Iglesia" en el sentido espiritual o m�stico, no puede perecer. Calvino escribi� en su d�a: "La Iglesia no est� lejos de la desesperaci�n, siendo saqueada, dispersada y aplastada y pisoteada en todas partes. �Qu� debe hacerse en estrechos tan numerosos y tan angustiantes? Deber�amos aferrarnos a estas promesas para cree que Dios a�n preservar� a la Iglesia. El cuerpo puede ser desgarrado, desgarrado en fragmentos y dispersado; a�n as�, por su Esp�ritu, unir� f�cilmente a los miembros y nunca permitir� que el recuerdo y invocar su Nombre perezcan ".

3. La ocultaci�n de s� mismo de Dios. La prueba de la fe en todas las edades. �Oh, si mostrara su rostro, descubriera su brazo, revelara su majestad, ejerciera su poder, apareciera como Juez para terminar de una vez por todas las luchas del mundo! Pero debemos aprender a decir: "Dios est� en su cielo, todo est� bien con el mundo". En la estaci�n apropiada �l saldr�. "Si instant�neamente cortara a los malvados y se los llevara como una brizna de ma�z, su poder no ser�a tan manifiesto, ni su bondad ser�a tan completamente comprobada, como cuando les permite crecer a una gran altura, para hincharse y florecen, para luego caerse por su propio peso, o, como mazorcas de ma�z grandes y gordas, cortarlas con cuchillos de podar ".

4. La unidad de la religi�n, el ideal prof�tico. El monte Sion era su antiguo s�mbolo; para nosotros no es Roma, ni ninguna otra ciudad o monte, es el coraz�n humano, con todo su patetismo, su fe, esperanza y amor, su vida y aspiraciones regeneradas, es un esp�ritu universal en la humanidad. .

HOMILIAS DE W. CLARKSON

Isa�as 18:1

La paciencia del poder.

La verdad m�s llamativa y distintiva que contiene este cap�tulo es la de la paciencia del poder divino, que permite que el mal se eleve y madure, y que, en el momento adecuado, interviene efectivamente. Pero hay otros puntos adem�s de esto; son-

I. LA MALDIRECCI�N DE LA INTELIGENCIA HUMANA. Cualquiera sea la traducci�n correcta y la verdadera aplicaci�n de estos vers�culos, est� claro que se hace referencia a un pueblo guerrero: un pueblo "terrible" para sus vecinos, un pueblo "al mando" o "pisando los pies", agresivo y victorioso . Muestra cu�n lejos hemos ca�do de nuestro primer estado y de la condici�n para la que fuimos creados, que no es as�, nos parece extra�o que esta sea la descripci�n de un pueblo; que la cantidad de naciones que caracteriza es tan grande que no podemos identificar la naci�n que est� en la visi�n del profeta. Bajo el pecado, se ha vuelto com�n, por no decir natural, que una naci�n debe ser "terrible", debe estar pisoteando o aplastando, y llena de �rdenes a sus vecinos. �Pero con qu� mejor prop�sito podr�an los pueblos fuertes de la tierra dedicar su fuerza! Dios ha hecho una provisi�n rica para el ejercicio pac�fico y fruct�fero de nuestros poderes m�s grandes. Hay r�os y mares ( Isa�as 18:2) para viajes, exploraci�n, comercio; hay vegetaci�n (juncos, papiros), que se puede hacer para llevar los cuerpos de los hombres, o que, por el ejercicio del ingenio humano, se puede hacer para transmitir sus pensamientos a tierras lejanas y tiempos remotos; hay tierra y hay semillas, hay sol y hay roc�o, que se puede hacer para producir cosechas doradas que satisfar�n las necesidades del hombre y ministrar�n sus gustos m�s refinados ( Isa�as 18:4, Isa�as 18:5); hay p�jaros y bestias ( Isa�as 18:6), con cuyos h�bitos los hombres pueden familiarizarse inteligentemente; Hay riqueza debajo del suelo en metales preciosos, que no solo se pueden criar y recolectar para enriquecer los hogares de los hombres, sino que se pueden transportar, como tributo a la piedad, a la casa del Se�or ( Isa�as 18:7). Pero, despreciando y descuidando tales materiales y ambiciones como estas, las naciones han aspirado a gobernar sobre las dem�s, se han perfeccionado en todas las artes y el motor de la guerra, se han felicitado por nada tanto como por ser "terribles" para aquellos que est�n en el poder. otro lado del r�o o al otro lado de la cordillera.

II La plenitud de la derrota del hombre en el d�a de la ira divina. La destrucci�n amenazada ( Isa�as 18:5, Isa�as 18:6) probablemente se refiere a la del ej�rcito de Senaquerib; pero si se hace referencia a alguna otra calamidad nacional, ciertamente apunta a un derrocamiento, se�al y temor, del cual la imaginaci�n se aleja oprimida. Entonces, tanto hombres como naciones individuales han descubierto que cuando Dios se levanta para juzgar, sus d�biles defensas se dispersan a los vientos, y su destino es completamente irreversible por cualquier cosa que puedan hacer para repararlo (ver Salmo 2:1 .; 63: 17-20; Salmo 92:6, Salmo 92:9).

III. LA LECCI�N DE LOS JUICIOS DE DIOS. El resultado en este caso se ve en la presentaci�n de un tributo al Se�or ( Isa�as 18:7). Si Dios ejerce su poder en una retribuci�n abrumadora, es, principalmente si no del todo, que los que lo atestiguan (hombres o naciones) pueden arrepentirse de sus propias fechor�as o impiedad, y pueden regresar al Se�or en penitencia, en oraci�n, en consagraci�n; porque el "presente" m�s aceptable que puede ser "tra�do al Se�or de los ej�rcitos" es el coraz�n humilde, creyente y obediente.

IV. LA PACIENCIA DEL PODER DIVINO. ( Isa�as 18:4.) El Se�or dijo: "Fingir� mi descanso [estar� tranquilo o quieto], considerar� en mi morada [mirar� desde mi habitaci�n] como un claro calor sobre hierbas, como una nube de roc�o en el calor de la cosecha ". Dios no ser� provocado en juicios apresurados e impacientes; retendr� una compostura Divina, manifestar� la paciencia que pertenece al poder consciente; los cielos deber�an estar tan quietos como el m�s tranquilo d�a de verano mientras el mal trabajaba hasta su amargo final, mientras el pecado avanzaba hacia su destino. Aqu� hay un contraste con nosotros y aqu� hay lecciones para nosotros. Nosotros, en nuestra d�bil debilidad, a menudo somos impacientes en esp�ritu y apresurados en la acci�n. Tememos que, si no atacamos de inmediato, no tendremos tiempo para atacar, o que nuestros recursos de retribuci�n caer�n, o que nuestro adversario estar� fuera de nuestro alcance. Dios no puede albergar tal temor y no verse afectado por tal pensamiento.

1. Todo el tiempo est� a sus �rdenes.

2. Todos los recursos est�n en sus manos.

3. Los hombres (naciones) a quienes puede ser necesario castigar nunca pueden estar fuera del alcance de su poder.

De ah� su calma en lugar de nuestra confusi�n, su paciencia en contraste con nuestra inquietud febril.

(1) Que los imp�os no presuman el desprecio divino; Dios extender� su mano en castigo en el momento elegido.

(2) Que el justo no se sorprenda o desanime por su retraso; no cuenta el tiempo por nuestra cronometr�a; no tiene los motivos de la prisa que nos instan a la acci�n inmediata; La hora de su misericordiosa intervenci�n llegar� a tiempo.

HOMILIAS POR R. TUCK

Isa�as 18:1

La energ�a del hombre en lugar de confiar en Dios.

Esto se ve en una traducci�n m�s precisa del pasaje. El Rey de Etiop�a, que nominalmente tambi�n era Rey de Egipto, alarmado por la cercan�a de los asirios, se excita con la exhibici�n de gran energ�a, y env�a mensajeros en los barcos ligeros del r�o para difundir las noticias a trav�s del imperio tan r�pido como posible, y llamar a las tropas de todas sus naciones dependientes a su nivel. Geikie traduce o parafrasea el pasaje as�: "Oh tierra del zumbido de los enjambres de moscas, emblemas de innumerables ej�rcitos, junto a los r�os de Etiop�a, que est�n enviando mensajeros a los mares, y en veloces y ligeros botes de papiro a lo largo de todos tus aguas, para reunir aliados y reunir toda la fuerza de su imperio: regresen a sus hogares, r�pidos mensajeros, regresen a Etiop�a, la raza alta y fuerte, terrible en la guerra desde su ascenso hasta ahora, la naci�n muy fuerte �y todo subyugado, cuya tierra est� llena de r�os! �Jehov�, solo, destruir� al invasor! " La energ�a del rey et�ope se ha elogiado hasta ahora, pero el profeta insta a que en este caso no sea necesario, ya que Dios propone tomar para s� toda la gloria de hacer retroceder la invasi�n asiria.

I. SE PIDE LA ENERG�A DEL HOMBRE. Todo lo que un hombre se esfuerza por hacer debe hacerlo "con su poder", "sinceramente". El �xito en la vida depende en gran medida de la fuerza y ??el vigor en nuestro toque de deberes y reclamos de la vida. La energ�a incluye fuerza de voluntad, decisi�n, rapidez, perseverancia, poder para superar obst�culos y obst�culos, y fertilidad de recursos. La energ�a es la calidad m�s recomendada en la vida empresarial; y se encuentra para compensar la ausencia de habilidades reales. El hombre de energ�a obliga a la vida a rendirle lo mejor. Se considera como una caracter�stica de la vida empresarial estadounidense, y se ilustra en el hombre que junt� las vigas y tableros ennegrecidos de su almac�n quemado, y comenz� a hacer negocios nuevamente antes de que el gran incendio se apagara por completo, presentando esto como una se�al: "William D. Kerfoot; todo desaparecido, salvo esposa, hijos y energ�a". Por mucho que esta energ�a pueda ser una peculiaridad de la disposici�n individual, tambi�n est� sujeta a la cultura, y puede fortalecerse mediante un dominio propio de nuestra vida y nuestros h�bitos. Ejerc�tate al respecto.

II LA ENERG�A DEL HOMBRE ES CONSISTENTE CON LA DEPENDENCIA DE DIOS. Solo el hombre d�bil no logra armonizar con la confianza. Aqu� el punto puede ser completamente discutido e ilustrado, que la sumisi�n que Dios busca no es una esclavitud acostada, que es el Islam, o la sumisi�n del mahometanismo, sino la sumisi�n de una obediencia activa y alegre, que espera que la voluntad de Dios sea haciendo en lugar de soportar, y lleva un noble esp�ritu de mirar a Dios y esperar en �l, en cada detalle de la vida. Sufrir y someterse no es un gran triunfo; Llevar el esp�ritu de sumisi�n al coraz�n de nuestro trabajo es la victoria sublime de la vida cristiana. Y justamente esta es la gloria de la energ�a ilustrada en el ap�stol Pablo. A la vista de los hombres "fuera de s� mismo"; Su secreto es: "Para m� vivir es Cristo".

III. La energ�a del hombre nunca debe ser puesta en el lugar de Dios. Pero justo en esto, el hombre mundano est� fallando constantemente. "Esta es la gran Babilonia, que he construido". "Derribar� mis graneros y construir� m�s". "Vea este negocio que he establecido". "Mi poder y la fuerza de mi brazo me han dado esta victoria". Nada tiende a separar m�s f�cilmente a un hombre de Dios, y a Dios de un hombre, que la energ�a que atiende el �xito de la vida. Y de este gran peligro, el hombre cristiano debe tener cuidado. Incluso �l puede descubrir que ha destronado a Dios de la regla de su vida y ha levantado en su lugar al viejo �dolo de s� mismo, vestido con la ropa de la "energ�a".

IV. A VECES, LA ENERG�A DEL HOMBRE DEBE SER APROVECHADA PARA QUE DIOS SOLO PUEDA TRABAJAR. Como en este caso, el rey et�ope debe detener a sus mensajeros apresurados y quedarse quieto; porque Jehov� obrar�a el rescate necesario. Hay momentos en nuestras vidas en que no podemos trabajar, cuando no debemos trabajar; y en esos momentos aprendemos c�mo poner la energ�a y la empresa en su lugar correcto. Dios nos pone en su escuela y nos ense�a la dura lecci�n de unir pr�cticamente "energ�a" con "dependencia". Y, sin embargo, esta es la misma lecci�n que unir armoniosamente "fe y" obras "o, como lo expresa el ap�stol," trabajar en su propia salvaci�n con temor y temblor, porque es Dios quien obra en ustedes tanto a voluntad como a voluntad. hacer de su buen placer. "- RT

Isa�as 18:4

Dios puede esperar

"Voy a descansar." Al parecer, Dios estaba inactivo y no observaba, mientras el asirio estaba madurando sus planes y dando todos sus primeros pasos. Pero Dios observa las influencias que se acumulan alrededor del tiempo de crecimiento de los �rboles, aunque los hombres rastrean su trabajo casi solo en su fruto. Las palabras de este pasaje "pintan con maravillosa viveza la calma y la deliberaci�n de los trabajos de los juicios divinos. Dios es a la vez inquebrantable e inquieto. �l habita en su lugar de descanso (es decir, su palacio o trono) y observa la maduraci�n del fruto que est� a punto de recoger. Mientras que hay un claro calor en la luz del sol, mientras que hay una nube de roc�o en el calor de la cosecha, a pesar de todos los cambios fenomenales, �l todav�a espera "(Dean Plumptre). La figura de una nube de roc�o en el calor de la cosecha est� bien ilustrada por Thomson, en 'La tierra y el libro', quien escribe sobre una nube que "repos� absolutamente sobre los vastos campos de cosecha de Filistea, tendida en el ma�z sereno y tranquilo como la infancia dormida. Nunca he visto una nube tan grande en este pa�s, excepto en el calor de la cosecha ". Cheyne saca a relucir el punto de este verso. "En medio de toda la emoci�n, de los asirios, por un lado, y de los et�opes, por el otro, Jehov� espera con calma hasta que el fruto de la arrogancia asiria est� casi maduro. Las circunstancias favorables aceleran el proceso (calor claro, etc.), y cuando la perfecci�n parece estar a nuestro alcance, Dios se interpondr� en el juicio ". Dios puede esperar, esperar en silencio, hasta que llegue la plenitud de los tiempos. Dios reprocha nuestra inquietud con su ejemplo, porque nuestro tiempo est� "siempre listo", y por nuestra impaciencia y fracaso en el autocontrol arruinamos mil cosas. Este tema puede abrirse de la siguiente manera.

I. AL FINALIZAR EL MATERIAL DE SEGURIDAD A MENUDO SE NECESITA ESPERAR. Ilustrar desde el fracaso del general, porque no esper� hasta que se completaran los preparativos; o del agricultor que pierde sus cultivos cort�ndolos demasiado pronto, antes de que el clima se haya calmado; o el artista que no puede esperar para darle a su obra los toques perfectos de su propia cr�tica; o el pastor que hiere a la espada joven al preocuparse por la ansiedad por ella, y no puede esperar para dejar que la vida del alma joven recoja fuerza silenciosa en sus propias formas simples. La sabidur�a de esperar es m�s dif�cil de aprender y practicar que la sabidur�a de actuar y trabajar. Sin embargo, el lema, de ninguna manera falso, dice: "Todas las cosas se le ocurren al que puede esperar".

II AL ASEGURAR LOS EXTREMOS MORALES A MENUDO NECESITA UNA ESPERA ABSOLUTA. Porque los procesos morales nunca pueden soportar forzar. Var�an en diferentes individuos. La lecci�n de virtud que una persona aprende a la vez, otra capta solo como resultado final del entrenamiento de una larga vida. Este punto puede abrirse en relaci�n con el trabajo de madres y docentes. Buscan fines morales. A menudo se sienten angustiados por la lentitud del enfoque hacia el final. Deben aprender la importancia de la espera activa y vigilante. Y en el sentido m�s elevado, en relaci�n con el funcionamiento moral de Dios, todos necesitamos escuchar la voz que suplica: "Espera su tiempo". Maravillosa es la paciencia sufrida de aquel que esper� mientras el arca se estaba construyendo, y esper� a trav�s de los siglos hasta que lleg� la "plenitud de los tiempos" para su Cristo.

III. EN EL HOMBRE ESPERAR PUEDE SER FUERZA O DEBILIDAD. Puede ser "inactividad magistral", y puede ser esa "dilaci�n" que pierde oportunidades de oro.

IV. EN DIOS ESPERAR SIEMPRE ES SABIDUR�A Y FUERZA. Por lo tanto, nunca debemos preocuparnos por eso, ni hacer que sea un misterio, ni pensar cosas poco confiables al respecto. Dios act�a en el mejor momento, y debemos esperar por siglos, y nunca querer nada hasta que haya llegado el mejor momento de Dios. Como Dios puede esperar, debemos confiar. � R.T.

Isa�as 18:5, Isa�as 18:6

Dios puede trabajar

Cuando ha llegado su hora. Entonces, antes de que el hombre pueda hacer su trabajo de cosecha; cuando terminaron el florecimiento y los tiempos de crecimiento, a trav�s de los cuales Dios hab�a esperado; cuando la fruta se convierta en la uva madura, Dios le mostrar� c�mo puede trabajar, colocando sus implementos y demostrando ser un Libertador y un Juez. La obra de Dios a la que se hace referencia aqu� es sin duda el derrocamiento repentino, inesperado y completo del ej�rcito asirio bajo Senaquerib, que se produjo en el momento en que resultar�a absolutamente abrumador y perfectamente efectivo como liberaci�n. Matthew Henry expone el caso de esta manera: "Cuando el ej�rcito asirio se promete a s� mismo una abundante cosecha en la toma de Jerusal�n y el saqueo de esa rica ciudad, cuando el brote de ese proyecto es perfecto, antes de que se coseche la cosecha, mientras que el La uva agria de su enemistad con Ezequ�as y su pueblo est� madurando en la flor, y el dise�o est� listo para ser ejecutado, Dios destruir� ese ej�rcito tan f�cilmente como el labrador corta la enredadera con ganchos de poda, o porque el la uva es agria y no sirve para nada, y no se curar�, quita y corta las ramas. Esto parece apuntar al derrocamiento del ej�rcito asirio por un �ngel destructor, cuando los cuerpos muertos de los soldados se dispersaron como las ramas. y ramitas de una vid silvestre, que el labrador ha cortado en pedazos ".

I. EL TRABAJO DE DIOS TIENE BIEN TIEMPO. Este es el punto destacado especialmente aqu�. Lo que se necesitaba, para la debida impresi�n de Jud� y las naciones vecinas, era una liberaci�n sorprendente; algo que deber�a estar completo a la vez y, sin embargo, deber�a estar manifiestamente m�s all� del logro del hombre. Tal trabajo debe ser exactamente cronometrado. Cuando el �xito de Asiria parec�a asegurado, cuando su presa parec�a estar a su alcance, y cuando los corazones de los hombres les fallaban por miedo, justo entonces, la salvaje y ardiente explosi�n de Simoom se extendi� sobre el ej�rcito, y como en un momento hubo un mont�n de hombres muertos. , y pocos escaparon para contar la horrible historia. Para la oportunidad de los juicios de Dios, encuentre ilustraci�n en el Diluvio, la destrucci�n de Sodoma, la extirpaci�n de los cananeos, las cautividades y el asedio final de Jerusal�n.

II EL TRABAJO DE DIOS EST� LLENO DE ENERG�A. Alguna vez ha presentado ante nosotros el ejemplo de minuciosidad en la realizaci�n de cualquier trabajo que haya que hacer. Esta es en gran parte la raz�n por la cual, al hacer de Israel su verdugo, Dios le exigi� a Israel que tratara todo lo que pertenec�a a los cananeos como maldito y condenado a la destrucci�n. Fue, para las primeras edades, una lecci�n divina de minuciosidad, energ�a y rapidez. Dios nunca trabaja con mano floja, y sus siervos no deben hacerlo.

III. EL TRABAJO DE DIOS SIEMPRE ES EFECTIVO PARA SU FIN. Y eso, no porque sea un trabajo todopoderoso, sino porque es un trabajo sabio. El poder es bastante secundario a la adaptaci�n. Una cosa adaptada a su fin lo lograr�, y se lograr� mejor a trav�s de la aptitud f�sica que con cualquier muestra de poder. El final aqu� dise�ado fue una impresi�n adecuada de los derechos �nicos y soberanos de Jehov�, y un fuerte llamado a las naciones para que confiaran en �l. El derrocamiento de un poderoso ej�rcito, en la plenitud de su orgullo, por fuerzas puramente naturales, que son puramente divinas, fue exactamente adaptado para asegurar este fin. Ilustrar por la impresi�n moral producida por grandes y destructivos terremotos. Cuando el fin de la obra de Dios es la persuasi�n de su amor paternal, entonces encontramos sus medios maravillosamente adaptados y efectivos. "Dio a su Hijo, su Hijo unig�nito". Y aqu� decimos que es amor, "no que amamos a Dios, sino que esa mentira nos am� y envi� a su Hijo a ser la propiciaci�n por nuestros pecados". Ya sea obra de juicio o obra de misericordia, de esto podemos estar bastante seguros: Dios logra lo que le agrada, y su trabajo prospera en aquello a lo que lo env�a.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Isaiah 18". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/isaiah-18.html. 1897.