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Bible Commentaries
Job 33

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-33

EXPOSICI�N

Job 33:1

En este cap�tulo, Elihu, apart�ndose de los "consoladores", se dirige a Job mismo, ofreci�ndole razonar el asunto en disputa con �l, en lugar de Dios. Despu�s de un breve exordio (vers�culos 1-7), toma excepci�n

(1) a la autoafirmaci�n de Job (vers�culos 8, 9); y

(2) a sus cargos contra Dios (vers�culos 10-13),

que (�l dice) son injustas. Luego presenta su teor�a de los sufrimientos infligidos por Dios que son, en general, castigos que proceden de un prop�sito amoroso, destinados a purificar, fortalecer, purgar fallas, "salvar del pozo", mejorar e iluminar (vers�culos 14-24). Se�ala en qu� castigo espiritual se debe recibir (vers�culos 25-30); y concluye con una recomendaci�n a Job para que permanezca en silencio y lo escuche, mientras que al mismo tiempo expresa su disposici�n a escuchar lo que Job tiene que decir, si tiene objeciones para ofrecer (vers�culos 31-33).

Job 33:1

Por lo tanto, Job, te ruego, escucha mis discursos; m�s bien, sin embargo, Job, te ruego, escucha mi discurso (ver la versi�n revisada); es decir, "Sin embargo me consideras personalmente, escucha lo que tengo que decir". Y escucha todas mis palabras. Dame toda tu atenci�n; No sufras nada de lo que te digo para escapar de ti. Elihu tiene una profunda convicci�n de la importancia de lo que est� a punto de pronunciar (comp. Job 32:8, Job 32:10, Job 32:17).

Job 33:2

Mira, ahora he abierto la boca. (Sobre la solemnidad de la frase, "abr� mi boca", vea el comentario en Job 3:1.) Mi lengua ha hablado en mi boca; literalmente, en mi paladar (comp. Job 6:30). Cada palabra ha sido, por as� decirlo, probada; es decir, seriamente considerado y examinado de antemano. Mis comentarios no ser�n crudos, comentarios externos; as� que valen la pena atenderlos mejor.

Job 33:3

Mis palabras ser�n de la rectitud de mi coraz�n. Adem�s, todo lo que diga se dir� con toda sinceridad. Mi coraz�n est� en posici�n vertical, y hablar� "desde la rectitud de mi coraz�n", sin pretensiones, enga�os u ocultamientos de ning�n tipo. Y mis labios expresar�n conocimiento claramente. Solo dir� lo que s� y me esforzar� por decirlo de manera simple y clara, para que nadie pueda confundir mi significado.

Job 33:4

El Esp�ritu de Dios me hizo. Esto se asigna como la raz�n principal por la cual Job deber�a prestar su mejor atenci�n a las palabras de Elihu. Elihu afirma ser acelerado e informado por el Esp�ritu Divino que una vez fue inspirado por el hombre ( G�nesis 2:7), por lo cual el hombre se convirti� en un alma viviente (comp. Job 32:8). Y el aliento del Todopoderoso me ha dado vida; o me tranquiliz�, origin� y conserv� mi vida. Sin embargo, Eli� no afirma que sus palabras est�n realmente inspiradas o que tenga un mensaje para Job del Todopoderoso.

Job 33:5

Si puedes contestarme; m�s bien, si puedes contestarme (ver la Versi�n Revisada). Pon tus palabras en orden antes que yo, ponte de pie (comp. Job 23:4).

Job 33:6

He aqu�, estoy de acuerdo a tu deseo en lugar de Dios; es decir, soy el antagonista a quien me has pedido ( Job 9:33; Job 13:19), listo para entrar en controversia contigo, en lugar de Dios. Soy tu igual, una criatura como t�. Tambi�n estoy formado de arcilla (comp. G�nesis 2:7). Por lo tanto-

Job 33:7

Mi terror no te har� tener miedo. No puedes sentir ninguna alarma en m�; No puedo aterrorizarte, como Dios lo har�a ( Job 6:4; Job 7:14; Job 9:34. Etc.). Tampoco mi mano (literalmente, mi silla de montar) ser� pesada sobre ti. No sentir�s mi presencia como una carga, ni ser�s aplastado por el peso de mis palabras.

Job 33:8

Terminado su exordio, Elihu procede a se�alar lo que �l culpa en los discursos de Job, y en este momento nota dos desviaciones de la verdad y lo correcto. Job, dice, afirma su inocencia absoluta (vers�culo 9); �l tambi�n sostiene que Dios trata con �l con dureza, como un enemigo (vers�culos 10, 11). Ninguna afirmaci�n es justificable.

Job 33:8

Seguramente has hablado en mi o�do, y he escuchado la voz de tus palabras, diciendo. Elihu no cita exactamente lo que Job hab�a dicho. Probablemente pretend�a ser perfectamente justo y justo, pero en realidad exagera mucho la verdad. Job nunca hab�a dicho las palabras que le atribuye en el vers�culo 9; en el mejor de los casos, son una inferencia o deducci�n de lo que �l hab�a dicho. Y hab�a dicho mucho en el otro lado, que Elihu pasa por alto (ver el comentario en el vers�culo 9).

Job 33:9

Soy limpio sin transgresiones, soy inocente. Job no hab�a dicho que estaba "limpio" o "sin transgresiones" o "inocente". Con respecto a la "limpieza", hab�a observado, "�Qui�n puede sacar algo limpio de un inmundo? Nadie", lo que implica que todos los hombres eran inmundos (ver Job 14:4). Con respecto a las 'transgresiones ", hab�a declarado:" He pecado ... �Por qu� no perdonas mi transgresi�n y quitas mi iniquidad? "( Job 7:20, Job 7:21); y de nuevo, "Me hiciste poseer las iniquidades de mi juventud" ( Job 13:26). Adem�s, hab�a pedido que se le dijera el n�mero de sus iniquidades y pecados ( Job 13:23 ), y declar� que Dios mantuvo sus transgresiones e iniquidades cosidas y selladas en una bolsa ( Job 14:17). Con respecto a la "inocencia", la �nica observaci�n que hizo fue: "S� que t� no me sostendr� inocente "( Job 9:28). Lo que realmente hab�a afirmado era su rectitud, su integridad, su" justicia "( Job 12:4: ; Job 23:7; Job 27:5, Job 27:6; Job 31:5). Y esto es exactamente de lo que Dios dio testimonio ( Job 1:8; Job 2:3). Est� claro, entonces, que Elihu exager� su facilidad y, cualesquiera que fueran sus intenciones, fue pr�cticamente tan injusto para Job como el "consolador" s. "Tampoco hay iniquidad en m�. Tampoco Job hab�a dicho esto. Con frecuencia hab�a reconocido lo contrario (ver Job 7:21; Job 13:26; Job 14:17).

Job 33:10

He aqu�, �l encuentra ocasiones contra m�. Este cargo quiz�s se justifique por referencia a las quejas de Job en Job 7:17 y Job 10:3; pero las palabras exactas no son de Job. Me cuenta por su enemigo. Ciertamente, Job hab�a dicho esto m�s que unos (ver Job 16:9; Job 19:1. L 1). Pero realmente no puede haberlo cre�do, o su confianza en Dios debe haber fallado. El hecho de que hasta el �ltimo se aferr� a Dios, lo apel�, esperaba recibir el juicio de �l ( Job 31:2, Job 31:6, Job 31:28, Job 31:35-18), es una prueba suficiente de que sab�a que Dios no estaba realmente alejado de �l, pero al final lo reconocer�a y vindicar�a su car�cter.

Job 33:11

Me pone los pies en el cepo. Una referencia a las palabras de Job en Job 13:27. Marca todos mis caminos (comp. Job 31:4, y Job 7:17).

Job 33:12

He aqu�, en esto no eres justo. Ciertamente no hubiera sido un cargo justo contra Dios, que �l considerara a Job como un enemigo; y, en lo que respecta a las declaraciones de Job, debe admitirse que se hab�a expuesto a la reprimenda de Elihu. Pero no es una "respuesta" l�gica a la acusaci�n de Job decir, en respuesta a eso, te responder� que Dios es m�s grande que el hombre. El poder no constituye un derecho, y es una forma pobre de justificar a Dios instarlo a que sea todopoderoso y pueda hacer lo que le gusta. Entonces Cambises fue justificado en sus peores actos por los jueces reales (Herodes; 3:31); y as�, en una monarqu�a absoluta, siempre es posible justificar los actos m�s extremos de tiran�a. Ciertamente, Dios no puede actuar injustamente; pero esto no se debe a que el hecho de hacer algo lo haga correcto, sino a que su justicia es una ley a su voluntad, y �l nunca quiere hacer nada que no haya visto anteriormente como justo (ver 'Moralidad inmutable' de Cudworth, que merece el estudio cuidadoso, no solo de los moralistas, sino tambi�n de los te�logos).

Job 33:13

�Por qu� luchas contra �l? �Por qu� insistes en adoptar la actitud de alguien que compite con Dios, que querr�a entrar en una controversia con �l y obligarlo a defender su propia defensa? No es solo su omnipotencia lo que hace que tal conducta sea una locura, sino su lejan�a, su inaccesibilidad. No se le puede obligar a responder; no es su costumbre hacerlo; no da cuenta de ninguno de sus asuntos. Es presuntuoso suponer que Dios condescender� para revelarse a s� mismo del cielo y responder a sus desafiantes desaf�os.

Job 33:14

Porque Dios habla una vez, s� dos veces. Dios tiene sus propias formas de hablarle al hombre, que no son las que Job esperaba. Habla en silencio y en secreto, no con truenos y rel�mpagos, como en el Sina� ( �xodo 19:16-2), no por teofan�as extraordinarias, pero s� de manera tan efectiva. Sin embargo, el hombre no lo percibe. El hombre a menudo reconoce la acci�n de Dios en esta ense�anza silenciosa suya. El hombre quiere algo m�s sorprendente, m�s sensacional. En el tiempo de nuestro Se�or, los jud�os exig�an "una se�al" - "una se�al del cielo"; pero no se les dio ninguna se�al de ese tipo. Job ahora no entend�a que Dios, a quien llam� para responderle ( Job 10:2; Job 13:22; Job 23:5, etc.) ya estaba hablando a �l de varias maneras: por sus juicios, por pensamientos sugeridos internamente a su coraz�n, por los sue�os y visiones de los que se quej� ( Job 7:14).

Job 33:15

En un sue�o, en una visi�n de la vista. Entonces Dios le habl� a Abimelec (G�nesis 20:3-1), a Jacob ( G�nesis 31:11), a Lab�n ( G�nesis 31:24), a Joseph ( G�nesis 38:5, G�nesis 38:9), al Fara�n a quien Jos� sirvi� ( G�nesis 41:1), a Salom�n ( 1 Reyes 3:5), a Daniel ( Daniel 2:19), a Nabucodonosor ( Daniel 2:28; Daniel 4:5), y a muchos otros. A veces los hombres reconoc�an visiones tales como las comunicaciones divinas; pero a veces, probablemente con la misma frecuencia, los consideraban simples sue�os, fantas�as, fantas�as, indignos de cualquier atenci�n. Eli� parece sostener que las visiones divinas se produjeron solo cuando el sue�o profundo cay� sobre los hombres; y de manera similar Elifaz, en Job 4:13. Este m�todo de revelaci�n parece pertenecer especialmente a los tiempos m�s primitivos y a las primeras etapas de los tratos de Dios con los hombres. En el Nuevo Testamento, los sue�os apenas forman parte de la econom�a de la gracia. En sue�os sobre la cama. Una adici�n pleon�stica, que no debe considerarse como decreciente de la fuerza de la cl�usula precedente.

Job 33:16

Luego abre los o�dos de los hombres y sella sus instrucciones. En esos momentos, sostiene Eli�, Dios le da a los hombres sabidur�a espiritual, los instruye, les hace comprender su trato con ellos y sus prop�sitos con respecto a ellos. Si Job est� perplejo con respecto a los caminos del Todopoderoso consigo mismo y desea explicaciones, perm�tale tener el o�do abierto a la ense�anza Divina en tales ocasiones, y seriamente sincero. De este modo, puede ser, encontrar� su perplejidad disminuida.

Job 33:17

Que �l (es decir, Dios) pueda retirar al hombre de su prop�sito; literalmente, de su trabajo, se supone que es un trabajo il�cito. Elihu considera que la ense�anza divina a trav�s de las visiones tiene la intenci�n de elevar y purificar a los hombres. A veces, Dios trabaja sobre ellos para hacerlos abandonar un curso malvado en el que hab�an entrado. A veces su objetivo es salvarlos de la complacencia en un mal genio en el que, sin su ayuda, podr�an haber ca�do. En este �ltimo caso, ocasionalmente puede ocultar el orgullo del hombre. Elihu, tal vez, piensa que Job est� excesivamente orgulloso de su integridad.

Job 33:18

�l guarda su alma del pozo, y su vida de perecer por la espada. Por estas interposiciones, Dios puede incluso salvar a un hombre de la ruina total, cuando, de no haber sido por ellos, se habr�a precipitado sobre �l. Puede hacer que una persona abandone los dise�os o las empresas que lo habr�an puesto en peligro y tal vez lo mataron con la espada.

Job 33:19

Est� castigado tambi�n con dolor sobre su cama. Dios tambi�n habla a los hombres, en secreto y en silencio, de otra manera, a saber. a trav�s de castigos. Aflige al hombre fuerte con una enfermedad grave, lo lleva a su cama, lo atormenta con dolor all�, y retorce la multitud de sus huesos con dolor fuerte. Pero aqu� nuevamente su prop�sito es amable y amoroso.

Job 33:20

Sea que su vida aborrece el pan y su alma carne delicada. Comer y beber son detestables para el hombre que est� tendido en una cama de enfermedad (comp. Salmo 107:18, "Su alma aborrece todo tipo de carne; y se acercan a las puertas de la muerte"). Las cadenas que se unen a la tierra se caen, y el alma queda abierta a influencias m�s elevadas.

Job 33:21

Su carne se consume, que no se puede ver; literalmente, de la vista; pero la versi�n autorizada da probablemente el significado correcto. Y sus huesos que no fueron vistos sobresalen. Estas son caracter�sticas generales de una enfermedad degenerativa. Dicha enfermedad le da al paciente tiempo para revisar minuciosamente su vida y el conducto de la vaca, y velar por "si hay alguna forma de maldad en �l", o cualquier forma particular de pecado al que sea tentado.

Job 33:22

S�, su alma se acerca a la tumba, y su vida a los destructores. "Los destructores" son probablemente los �ngeles a quienes se les asigna la tarea de finalmente causar la muerte, si los castigos menores resultan insuficientes.

Job 33:23

Si hay un mensajero con �l; m�s bien, un �ngel (ver la versi�n revisada). En general se supone que "el �ngel del pacto" significa, y que todo el pasaje es mesi�nico; pero mucha oscuridad se cierne sobre �l. Los jud�os ciertamente lo entienden mesi�nicamente, ya que lo leyeron en el gran D�a de la expiaci�n y usaron en sus liturgias la oraci�n: "Levanta para nosotros el int�rprete justo; di, he encontrado un rescate". El conocimiento de Elihu de un int�rprete o mediador, uno entre mil, que deber�a liberar al afligido de ir al pozo y encontrar un rescate por �l ( Job 33:24), ciertamente es muy sorprendente; y apenas podemos imaginar que �l entendi� toda la fuerza de sus palabras; pero no puede ser correcto despojarlos de su significado natural. Elihu ciertamente no quiso hablar de s� mismo como un "�ngel-int�rprete, uno entre mil"; y no es probable que tenga la intenci�n de hacer referencia a ning�n ayudante simplemente humano. Para mostrar al hombre. su rectitud ya sea "para mostrarle a un hombre lo que es correcto que haga" o "para indicarle al hombre en qu� consiste la verdadera justicia".

Job 33:24

Entonces �l es misericordioso con �l; y dice Algunos interpretan: "Entonces �l (es decir, Dios) es misericordioso con �l, y �l (es decir, el �ngel) dice. Otros hacen de Dios el sujeto de ambas cl�usulas. Pero el �ngel es el sujeto natural. Lib�ralo de bajar al pozo. El �ngel mediador se dirige a Dios y agrega: "He encontrado un rescate, dejando la naturaleza del rescate inexplicable. Alguna noci�n de rescate, o carne expuesta, subyace en la idea del sacrificio, que parece haber sido practicado universalmente desde los tiempos m�s remotos". , por las naciones orientales.

Job 33:25

Su carne ser� m�s fresca que la de un ni�o. Una vez que el castigo hizo su trabajo y el �ngel que media libr� a la v�ctima de la muerte, se produce una restauraci�n de la salud. La recuperaci�n de "carne m�s fresca que la de un ni�o" se erige como la ant�tesis natural de la lepra de Job. Regresar� a los d�as de su juventud. La fuerza juvenil, el vigor juvenil, los sentimientos juveniles, volver�n a �l. Volver� a ser como era en los d�as de su apogeo.

Job 33:26

�l orar� a Dios, y �l (es decir, Dios) ser� favorable para �l. Al ser restaurado al favor de Dios, una vez m�s podr� dirigirse a �l en una "oraci�n ferviente efectiva" y obtener lo que desee de �l. Y ver� su rostro con alegr�a. El rostro de Dios ya no ser� un terror para �l, sino que lo mirar� con alegr�a y alegr�a. Porque �l (es decir, Dios, rendir� al hombre su justicia. Es decir, rendir� cuentas y lo har� justo, lo justificar� y lo santificar�).

Job 33:27

�l mira a los hombres; m�s bien, �l (es decir, el penitente restaurado) canta ante los hombres. Est� jubiloso y confiesa sus anteriores ofensas con un coraz�n ligero, sintiendo que ahora es perdonado y restaurado al favor de Dios. Y si alguno dice, he pecado y pervertido lo que era correcto. Esto es completamente una mala traducci�n. La construcci�n del hebreo es bastante simple, y funciona as�: Y �l (el penitente) dice: He pecado y pervertido lo que era correcto. Y no me benefici�; es decir, "No gan� nada con mis transgresiones, me trajeron ventaja". Compare la pregunta de San Pablo ( Romanos 6:21), "�Qu� fruto ten�as en esas cosas de las cuales ahora te averg�enzas?" Algunos, sin embargo, traducen: "Y no se me correspondi�", lo que tambi�n da un buen significado �

Job 33:28

�l librar� su alma de ir al pozo, y su vida ver� la luz; m�s bien, como en el margen, �l ha liberado mi alma de ir al pozo (comp. Job 33:24), y mi vida ver� la luz. El penitente restaurado todav�a est� hablando.

Job 33:29

He aqu�, todas estas cosas hacen que Dios muchas veces (literalmente, dos veces y tres veces) con el hombre. Elihu, desde este punto hasta el final del cap�tulo, habla en su propia persona. Dios, dice, trabaja as� con el hombre, a trav�s de visiones o castigos a menudo, no en el �ltimo caso, se venga de ellos por sus pecados, sino que los conduce gentilmente a una mente mejor y una condici�n espiritual superior. Esto es parte del gobierno moral ordinario de Dios, y Job no tiene necesidad de suponer que se lo trata de manera excepcional. Elihu tiene raz�n de su lado en todo esto, y sus palabras pueden haberle dado algo de consuelo a Job. Pero no encajaban exactamente con la facilidad de Job. Elihu, a menos que est� iluminado sobrenaturalmente, no podr�a penetrar en las circunstancias especiales del juicio de Job. Solo pod�a tratar de presentar su caso bajo las leyes generales, de las cuales no era una ilustraci�n; y as�, aunque bien intencionado y probablemente de alg�n servicio, su argumento no fue una respuesta completa a las dificultades de Job.

Job 33:30

Para traer de vuelta su alma del pozo. Para disciplina y correcci�n, no para venganza, en amor y no en ira (comp. Hebreos 12:5, donde la doctrina se expone completamente). Ser iluminado con la luz de los vivos; o para que pueda ser iluminado. Este es el prop�sito de Dios, ordinariamente, en afligir a los hombres; o, en cualquier caso, una parte de su prop�sito. Su objetivo es iluminar sus entendimientos, y as� permitirles comprender sus caminos, y ver claramente el camino por el que es su verdadera sabidur�a caminar.

Job 33:31

Marca bien, Job, esc�chame; es decir, "Marque bien lo que digo. An�telo y p�ngalo en su coraz�n". Calla, y yo hablar�. Se puede conjeturar que Job en este punto mostr� cierta inclinaci�n a romper el silencio y responder a Elihu. Pero Elihu pens� que ten�a mucho m�s que decir, lo cual era importante, y deseaba no ser interrumpido. Por lo tanto, verific� la expresi�n de Job. Luego, temiendo no haber ido demasiado lejos, hizo la concesi�n del siguiente verso.

Job 33:32

Si tienes algo que decir, resp�ndeme. Sin embargo, es decir; si realmente hay algo que quisieras en tu propio nombre en este momento, habla, estoy listo para escuchar, porque me atrevo a justificarte; es decir, "Estoy ansioso, si es posible, o en la medida de lo posible, de defender y justificar tu conducta". Entonces, probablemente, Eli� hizo una pausa para permitir que Job hablara; pero, mientras el patriarca guardaba silencio, continu�.

Job 33:33

Si no, esc�chame: c�llate, y yo te ense�ar� sabidur�a. Ciertamente, Elihu est� suficientemente impresionado con el sentido de su capacidad intelectual. El silencio de Job puede haber sido una especie de reprimenda t�cita para �l. Teniendo en cuenta su juventud ( Job 32:6), hay algo de arrogancia en todo el tono de su discurso, y especialmente en su idea de que podr�a "ense�ar la sabidur�a de Job". Es significativo que ni ahora, cuando se le invita expresamente a responder, ni en ning�n punto posterior del discurso, ni siquiera en su cierre, Job condesciende para dar ninguna respuesta al discurso de Elihu.

HOMIL�TICA

Job 33:1

La primera direcci�n de Eli� a Job: 1. Una exposici�n del pecado de Job.

I. ELIHU HABLA LA ATENCI�N DEL TRABAJO. Esto lo hace por cuatro motivos distintos.

1. Que lo que estaba a punto de decir hab�a sido evaluado de manera deliberada, exhaustiva e imparcial. (Verso 2.) No estaba dispuesto a abrir la boca al azar o bajo ning�n sentimiento de emoci�n, sino despu�s de haber probado cada palabra, por as� decirlo, en su paladar, una met�fora que sugiere la sabia discriminaci�n con la que ambos pensamientos ten�an preparado y su idioma seleccionado. "La boca del necio hace necedad; pero la lengua del sabio usa el conocimiento correctamente" ( Proverbios 15:2). La conducta de Eli� es digna de ser imitada por todos, pero especialmente por los predicadores del evangelio, quienes nunca deber�an hablar sobre cosas sagradas sin una premeditaci�n y preparaci�n largas, sabias, dolorosas y de oraci�n.

2. Que lo que estaba por decir ser�a pronunciado con la mayor sinceridad. (Verso 3.) Las arengas de los amigos carec�an notablemente de palabras de rectitud ( Job 6:25). Las oraciones de Elihu deber�an ser la rectitud de su coraz�n.

(1) Deben ser verdades puras y sin mezclar, no fantas�as o especulaciones, m�ximas antiguas o apotegmas sabias, como las que Elifaz, Bildad y Zofar hab�an tratado, sino hechos comprobados, doctrinas establecidas, experiencias verificadas.

(2) Deben expresarse de manera clara y sencilla, sin ninguna mezcla adventicia de ret�rica o elocuencia, sin ninguna gracia de lenguaje ni adornos de dicci�n que solo sirvan para ocultar la verdad que pretendieron transmitir.

(3) Deben ser honestos y honorablemente significados, no avanzados simplemente por el argumento o para exhibir la habilidad del hablante, y a�n menos con cualquier prop�sito siniestro con respecto al oyente, pero como se cree que tiene un significado directo e importante. teniendo en cuenta el tema en la mano. La determinaci�n de Elihu nuevamente merece el estudio sincero de los ministros cristianos, quienes, en el enjuiciamiento de sus sagrados llamamientos, deben recordar exponer la verdad paternal y no adulterada de Dios, como San Pablo ( 1 Corintios 2:2) , como San Pedro ( 1 Pedro 4:11), y para hacerlo con "gran claridad de expresi�n" ( 2 Corintios 3:12), nunca buscando exaltarse a s� mismo ( 1 Corintios 2:1; 1 Corintios 9:16) o para complacer a los hombres ( G�latas 5:11; i Tesalonicenses G�latas 2:4), pero siempre para glorificar a Dios ( 1 Corintios 10:31) y edifique al oyente ( 1 Corintios 14:3; 2 Corintios 13:10).

3. Que lo que estaba a punto de decir era, en cierto sentido, una inspiraci�n del Todopoderoso. (Verso 4.) Para canjear el lenguaje de un cargo de superfluidad, si no de presunci�n, debe sostener que Elihu aqu� afirma ser el sujeto de un infierno divino, que tan excitado dentro de su pecho las convicciones que luego pose�a que ellos ten�an fueron completamente irreprimibles. Una vez m�s, Elihu se destaca como un patr�n para los mensajeros de Cristo, quienes, aunque tal vez no est�n inspirados exactamente como Elihu, a�n dependen de la ense�anza del mismo Esp�ritu para una comprensi�n perfecta de lo que a trav�s de los profetas y ap�stoles ha sido revelado (1Co 2 : 9, 1 Corintios 2:10; Juan 16:13), y qui�n debe apuntar, al dirigirse a sus semejantes en las cosas Divinas, para que sus corazones se iluminen, emocionen y calienten por la luz , fuego y calor del Esp�ritu Santo. Ese predicador casi se acerca al ideal de un verdadero ministro del evangelio que puede, en cierta medida, adoptar las palabras de Elihu y describirse a s� mismo como movido por el Esp�ritu de Dios, iluminado y prendido fuego por el aliento del Todopoderoso.

II ELIHU DESAF�A LA REFUTACI�N DEL TRABAJO. Job hab�a afirmado con frecuencia que pod�a repeler triunfalmente cualquier cargo que pudiera presentarse contra �l ( Job 13:22; Job 23:4; Job 31:35-18). En consecuencia, Elihu le pide que prepare tal vindicaci�n de s� mismo como hab�a dicho. Suponiendo que Job ten�a raz�n, tal tarea no deber�a ser dif�cil.

1. Elihu era el tipo de antagonista que Job hab�a deseado conocer. (Verso 6.) Job hab�a instado a que su oponente invisible no fuera un hombre como �l ( Job 9:32), y hab�a anhelado la intervenci�n de un jornalero que pudiera poner su mano sobre ambos ( Job 9:33). En respuesta, Eli� dice: "He aqu�, estoy de acuerdo con tu boca a ['de' ', para' o 'por'] Dios", lo que significa

(1) Estoy de acuerdo a tu deseo, es decir, para o en lugar de Dios (Versi�n Autorizada); o

(2) Soy como t� (creado por SC) por Dios (Gesenius), o lo que parece preferible, soy como eres para Dios, es decir, lo mantengo en la misma relaci�n que t�: yo, como t�, soy su criatura (Carey); o yo, como t�, pertenezco a Dios (Delitzsch), es decir, soy un ser humano como t�, creado por la mano de Dios, arrancado de la arcilla como cuando un alfarero corta un trozo de arcilla del bulto m�s grande para construir de �l un recipiente o una figura humana. El lenguaje de Elihu de manera sorprendente recuerda el relato mosaico de la creaci�n del hombre ( G�nesis 2:7).

2. No hab�a nada en Elihu que intimidara a Job o le impidiera responder si pod�a. "Mira, mi terror no te har� temer, ni mi mano ser� pesada sobre ti". literalmente, "y mi carga, presi�n o carga sobre ti no ser� pesada". Job no tendr�a nada que dominar o desanimarlo para hacer la declaraci�n m�s completa de su caso; se sentir�a como si estuviera tratando con un igual, con alguien que despreciar�a, incluso si pudiera, aprovecharse indebidamente de su oponente. En Elihu parece que vemos un tipo, o al menos una semejanza, del Hombre Cristo Jes�s, quien, dotado del Esp�ritu Santo sin medida, se ha convertido en el Mediador y el Juez de los hombres.

III. ELIHU DECLARA LA OFENSA DE TRABAJO.

1. Que Job se justific� a s� mismo. �l hab�a dicho: "Estoy limpio sin transgresiones, soy inocente; tampoco hay iniquidad en m�" (vers�culo 9). Puede demostrarse que Elihu no tergiversa en gran medida al patriarca mediante la comparaci�n de las declaraciones aqu� hechas con las declaraciones de Job previamente registradas ( Job 9:21; Job 10:7; Job 12:4 ; Job 16:7). Pero se dice que Elihu no permite suficientemente otras declaraciones en las que Job admite una conciencia de pecaminosidad natural ( Job 9:2; Job 14:4). El objetivo de Elihu, sin embargo, no era indicar las porciones de las direcciones y apelaciones de Job que eran doctrinal y pr�cticamente correctas, sino se�alar d�nde Job hab�a sobrepasado los l�mites de la rectitud y la verdad; y esto lo hace citando lo que �l considera como la sustancia de las propias declaraciones de Job, como un lenguaje que incluso un pecador justificado consciente de su propia integridad y pureza moral debe tener cuidado al adoptar, y nunca debe ser demasiado vehemente en mantenerlo.

2. Que Job conden� a Dios. Bajo esta cabeza, Elihu se refiere a la ipsissima verba del patriarca. Infinitamente celoso de su propia reputaci�n, Job hab�a sido temerariamente temerario con respecto a Dios. Resintiendo con una feroz indignaci�n el m�s leve susurro que se pod�a respirar contra s� mismo, no dud� en acusar al Todopoderoso de la dureza, diciendo: "He aqu�, �l encuentra ocasiones contra m�, me cuenta por su enemigo. Me pone los pies en el suelo". acciones, �l marca todos mis caminos, "lenguaje tomado directamente de los labios de Job ( Job 10:13; Job 13:24-18; Job 19:11; Job 30:21).

IV. ELIHU EXPONE EL ERROR DE TRABAJO. Probablemente la mera reproducci�n de las palabras de Job fue suficiente para convencerlo de su incorrecci�n. Adem�s, le recuerda la grandeza sobrehumana de Dios, en la cual, como en un espejo, puede contemplar la falacia de todo lo que ha mantenido.

1. El error de concluir que �l mismo era justo. "He aqu�, en esto no eres justo", es decir, no tienes raz�n al suponer que est�s limpio y libre de transgresiones, porque, aunque tu coraz�n no te condene, Dios es m�s grande que tu coraz�n, y sabe todas las cosas ( 1 Juan 3:20). "Incluso cuando tenemos confianza ante Dios respetando nuestra propia integridad, nuestra confianza puede estar fuera de lugar, y nuestros propios corazones pueden habernos enga�ado '(Fry). Cf. el lenguaje de San Pablo ( 1 Corintios 4:4) .

2. La tonter�a de pensar que Dios lo consideraba un enemigo. El car�cter exaltado y el poder infinito, por no decir gracia inconmensurable, de Dios deber�an haberlo liberado de cualquier error. Si Job hubiera reflexionado adecuadamente sobre la grandeza divina, nunca se habr�a permitido pensar, mucho menos hablar, de Dios como un adversario desagradable y un asaltante siempre vigilante.

3. Lo absurdo de esperar que Dios responda a sus interrogatorios. Dios es un ser demasiado exaltado, demasiado elevado y glorioso para ser cuestionado por el hombre. Por lo tanto, Eli� se ofrece a responder a Job en lugar de Dios. Por lo tanto, tambi�n es absurdo el enga�o de pensar en competir con �l en cualquier tribunal de justicia, ya que "no da cuenta de ninguno de sus asuntos".

Aprender:

1. Que si Eli� merec�a la atenci�n de Job, Cristo merece mucho m�s la nuestra.

2. Que la humanidad de Cristo ofrece a los hombres pecadores el mayor aliento para acercarse a su trono sin temor.

3. Que los que vienen a suplicar a Cristo deben estar preparados para reconocer sus ofensas.

4. Que Cristo est� bien informado acerca de todas las transgresiones de aquellos por quienes intercede.

5. Que uno de los errores m�s grandes que puede cometer un alma humana es decir que Dios lo considera un enemigo.

6. Que la locura m�s profunda que una criatura finita puede perpetrar es luchar contra Dios.

7. Que el tribunal supremo ante el cual se puede llevar a cabo cualquiera de las acciones de Dios es su propia Divinidad justa, santa y amorosa.

Job 33:14

El primer discurso de Elihu a Job: 2. La filosof�a de la instrucci�n divina.

I. LOS M�TODOS DE LA INSTRUCCI�N DIVINA.

1. Por medio de los sue�os. Los sue�os o visiones a los que se hace referencia fueron revelaciones sobrenaturales en los primeros tiempos impartidos a los hombres, cuando el esp�ritu, probablemente envuelto en la meditaci�n sobre las cosas divinas, se sumi� en un sue�o profundo, como cay� sobre Ad�n en la creaci�n de Eva ( G�nesis 2:21). Que los sue�os nocturnos usualmente encuentran su base psicol�gica en las idiosincrasias mentales del individuo, y en gran medida toman prestados sus formas y colores de los fen�menos de la existencia despierta, no es prueba de que Dios a veces no los haya empleado, y a�n no los pueda emplear. , como canales para impartir instrucci�n a los hombres. Que estaban tan empleados en los primeros tiempos, no solo para instruir a paganos como Abimelec ( G�nesis 20:6), Lab�n ( G�nesis 31:24), Fara�n ( G�nesis 41:1) y Nabucodonosor ( Daniel 4:5), pero tambi�n santos como Abraham ( G�nesis 15:12), Jacob ( G�nesis 31:10), Joseph ( G�nesis 37:5), Elifaz ( Job 4:13) y Jos� el esposo de Mar�a ( Mateo 1:20), se declara expl�citamente en las Escrituras. Que los hombres no puedan distinguir f�cilmente entre sue�os y visiones como las creaciones de sus propias imaginaciones excitadas, y las que se env�an desde arriba, no demuestra la imposibilidad de que Dios siga siendo de la misma manera sobrenatural "abriendo los o�dos de los hombres y sellando instrucci�n sobre sus almas ".

2. A trav�s de la instrumentalidad de la aflicci�n. La v�ctima descrita por Elihu pasa por una experiencia similar a la de Job. La enfermedad que lo asalta tiene muchas de las caracter�sticas de la elefantiasis.

(1) doloroso. "�l est� castigado tambi�n con dolor en su cama" (vers�culo 19), cuyo dolor, si podemos aprovechar las diversas lecturas y traducciones de la siguiente cl�usula, se representa como repentino ", mientras que la multitud de sus extremidades todav�a es vigorosa "(Ewald); universal, "y la multitud de sus extremidades con fuerte dolor" (Versi�n autorizada); vehemente, "para que se retuerza en gran agon�a" (Cox); e incesante, "y con el conflicto incesante de sus extremidades" (Delitzsch); o "y el concurso nunca descansa en sus huesos" (Umbreit); o "y el trasiego de sus huesos es incesante" (Fry).

(2) Nauseabundo. "Para que su vida aborrece el pan y su alma carne delicada". literalmente, "carne de deseo" (vers�culo 20). El caso de IsaActs ( G�nesis 27:4) fue excepcional. La p�rdida de apetito y las n�useas son concomitantes habituales de una condici�n corporal d�bil y enfermiza.

(3) Desperdicio. "Su carne se consume, para que no se pueda ver", literalmente, "fuera de la vista", lo que tambi�n puede significar "de lo bello, de modo que se vuelve antiest�tico" (Delitzsch) - "y sus huesos que no se vieron sobresalen" "(vers�culo 21); o, seg�n otra lectura, "sus huesos se desgastan y desaparecen" (Comentario del orador), es decir, pierden su hermosa forma, hasta que finalmente se vuelve un poco mejor que un esqueleto sin carne, sin sangre, sin m�dula y demacrado.

(4) Destrucci�n. "S�, su alma se acerca a la tumba, y su vida a los destructores" (vers�culo 22); ya sea a esos �ngeles a quienes Dios encarga matar al hombre cuando contin�a impenitente, o a esas agencias destructivas que Dios emplea para terminar las funciones vitales.

3. A trav�s de las oficinas amistosas de un int�rprete. La palabra "int�rprete" obviamente tiene en este lugar el sentido de "internuncio", es decir, embajador o representante, que comunica la voluntad de un superior e indica la oficina especial encomendada al "mensajero" aludido por Elihu como el de autoridad dando a conocer, como maestro o profeta comisionado por el Cielo, la voluntad de Dios. La diversidad de puntos de vista prevalece en cuanto a si el mensajero a quien se le encomienda esta tarea debe considerarse humano, angelical o divino (vide Exposici�n), como maestro, profeta o ministro como Elihu, un ser angelical sobrehumano o el �ngel de la Presencia, el Mensajero del pacto. Contra el primero, no puede haber una objeci�n insuperable; solo que es obvio que en este caso Elihu no puede referirse a s� mismo sin un extraordinario engreimiento, ya que caracteriza al mensajero a quien el enfermo necesita como meditador como "uno de mil", es decir, no uno de muchos, bate uno sin igual , poseedor de dones preeminentes de perspicacia y ense�anza. Tampoco es imposible que Elihu, recordando el lenguaje de Elifaz ( Job 4:18), haya estado pensando en un ayudante angelical; solo la cl�usula de calificaci�n, "uno de cada mil", determina que ese sea el �ngel de Jehov�, quien solo entre la mir�ada de huestes de �ngeles permanece sin par. Que un joven profeta �rabe de extracci�n aramea deber�a estar familiarizado con el �ngel-int�rprete no es m�s notable que que el �ngel del Se�or sea conocido por los patriarcas.

II LOS PROP�SITOS DE LA INSTRUCCI�N DIVINA.

1. Disuadir al hombre del pecado. En particular, la retirada del hombre de su prop�sito (vers�culo 17), literalmente, de su trabajo, generalmente en un sentido maligno, se exhibe como el objeto espec�fico dirigido por las advertencias sobrenaturales de Dios al alma, como p. Ej. en los casos de Abimelec ( G�nesis 20:6) y Lab�n ( G�nesis 31:24); pero, no obstante, la aflicci�n est� dise�ada para ejercer sobre los hombres malvados una influencia disuasoria, restringi�ndolos del pecado, como en los casos de Fara�n ( �xodo 7:16) y Manas�s ( 2 Cr�nicas 33:12); mientras que el tercer m�todo de instrucci�n al que se hace referencia, el de la iluminaci�n espiritual (ya sea humana o divina en cuanto a su agencia), contempla claramente como su objetivo, entre otras cosas, la subyugaci�n de los impulsos malignos en el alma y la destrucci�n de las malas acciones de la vida del hombre ( Juan 15:3; Juan 17:17; i Tesalonicenses Juan 2:13; 2 Timoteo 3:16).

2. Retirar al hombre del orgullo. El orgullo es el homenaje que un alma humana se rinde a s� misma, la suposici�n arrogante por s� misma de esa adoraci�n que se debe a Dios. El gran pecado al que el diablo tent� al hombre inocente ( G�nesis 3:5), desde entonces ha sido una caracter�stica del coraz�n ca�do (Salmo 10:2), que, aparentemente ajeno de su debilidad, siempre est� buscando s�ntomas de su poder, haci�ndose pasar por un geber, "uno fuerte", un h�roe valiente, cuando en realidad es un enosh, "una criatura fr�gil y d�bil" (cf. los cristianos de Laodicea) ) Adem�s de ser extremadamente tonto en s� mismo e infinitamente peligroso para el sujeto, tal disposici�n y mente es intensamente odiosa hacia Dios (Salmo 101:5; Proverbios 8:13; Isa�as 13:11; Jeremias 50:31; 1 Corintios 1:29; Santiago 4:6), quien, por el triple ministerio especificado anteriormente, apunta a su completa extirpaci�n del coraz�n humano �Primero verificando sus manifestaciones externas mediante advertencias providenciales, sobrenaturales o de otro tipo, como en los casos de Agar ( G�nesis 16:9), Miriam y Aaron ( N�meros 12:2), David ( 2 Samuel 24:10), y Ezequ�as ( 2 Reyes 20:13; 2 Cr�nicas 30:1, 2Ch 1: 1-17: 31); luego golpeando en sus ra�ces internas por el afilado hacha de aflicci�n, como lo hizo con Fara�n ( �xodo 7:1; et seq.), Nabucodonosor ( Daniel 4:30-27), Senaquerib ( 2 Reyes 18:19-12); y finalmente, con el ejemplo personal y la ense�anza de Cristo ( Mateo 11:29) expuls�ndolo y ocult�ndolo de las almas de aquellos en quienes se santifica dicha aflicci�n.

3. Para liberar al hombre de la ignorancia. M�s espec�ficamente, se declara que este es el 'objeto contemplado por el "Maleach Malitz". El hombre pecador est� preeminentemente en la oscuridad con respecto a "su rectitud"; es decir, la rectitud y la justicia de Dios al tratar con individuos (Carey) o, lo que parece preferible, el rumbo correcto del hombre a seguir (cf. 1 Samuel 6:12; Proverbios 14:2) - el camino que debe perseguir cuando est� acostado bajo la mano castigadora de Dios; "en una palabra, el camino de la salvaci�n, que debe tomar para liberarse del pecado y la muerte, el camino, a saber, el arrepentimiento y la fe" (Delitzsch, Good, Fry, Cox y otros). En gran medida, esta ausencia de iluminaci�n moral y espiritual en cuanto al camino de la salvaci�n explica la dureza y la impenitencia del coraz�n del hombre. En consecuencia, la administraci�n Divina ha provisto para llevar la iluminaci�n necesaria al alma ignorante del hombre por medio de un �ngel-Int�rprete especial (primero Cristo, luego el Esp�ritu Santo y, debajo de ellos, los �ngeles o ministros de las Iglesias); y el tiempo seleccionado para enviar un torrente de luz celestial sobre la comprensi�n oscura del hombre es la temporada de la aflicci�n, cuando, habiendo bajado su orgullo, su coraz�n se ha vuelto suave y susceptible a la instrucci�n.

4. Para salvar al hombre de la muerte. No es razonable insistir en que Elihu no sab�a nada de una liberaci�n espiritual del alma de la condenaci�n y la muerte eterna, y que su lenguaje (vers�culos 18, 24, 30) sobre el pozo debe limitarse exclusivamente a la tumba. Por otro lado, ser�a igualmente absurdo negar que Elihu alude al h�roe a la recuperaci�n temporal y f�sica de un hombre enfermo como resultado de aceptar con penitencia y fe la ense�anza del Angel-Int�rprete; como p. en el caso de Ezequ�as, a quien Isa�as actu� en calidad de "Maleach, Malitz", y quien, en respuesta a sus oraciones y l�grimas, fue restaurado ( Isa�as 38:5), y como en En los primeros tiempos cristianos, el inv�lido que llam� a los ancianos de la Iglesia y escuch� sus instrucciones fue dirigido a esperar que, en respuesta a la oraci�n de fe, Dios lo levantara ( Santiago 5:14, Santiago 5:15). La probabilidad es que ambas formas de liberaci�n estaban en la contemplaci�n de Elihu:

(1) del alma del pecador desde el pozo de condenaci�n que David canta (Salmo 40:2), y

(2) del cuerpo del enfermo desde el pozo de corrupci�n en el que Ezequ�as mir� ( Isa�as 38:18), siendo esta �ltima la consecuencia y el signo de la primera.

III. LOS RESULTADOS DE LA INSTRUCCI�N DIVINA.

1. Emancipaci�n. Cuando se cumple el prop�sito al que apuntan las advertencias, aflicciones y ense�anzas divinas, el penitente es liberado como un cautivo de su esclavitud, como un prisionero de su encierro, siendo probablemente la importancia de la palabra traducida "entregar" que ocurre en ning�n otro lugar; y esta emancipaci�n del alma castigada es representada minuciosamente por el hablante.

(1) Su fuente principal es la gracia de Dios (vers�culo 24). Para el verdadero penitente, Dios est� lastimosamente inclinado, mir�ndolo con tierna misericordia y amor de incitaci�n; y en esta emoci�n Divina hacia el hombre, toda redenci�n tiene su origen (Salmo 3:8; Salmo 68:19, Salmo 68:20; Salmo 86:15; Isa�as 45:21; Efesios 2:5, Efesios 2:8; Tito 2:11). No es que Dios pueda o perdone a nadie en el terreno simplemente por su penitencia, sin la intervenci�n de una expiaci�n; pero que, donde exista una contrici�n genuina, all� Dios es misericordioso y amable (Salmo 51:17; Isa�as 57:15), mientras que �l no es ni puede ser indulgente ni benigno con los impenitentes y rebeldes ( Isa�as 1:20).

(2) Su naturaleza esencial es la liberaci�n; tanto f�sico como espiritual, tanto temporal como eterno (vide supra), siendo este �ltimo simbolizado por el primero, la recuperaci�n del alma al favor de Dios y la comuni�n mediante la restauraci�n del cuerpo a la salud y el vigor. El enfermo, que ha sido reducido por la enfermedad a un esqueleto delgado, d�bil, demacrado y transparente, comienza a engordar hasta que sus huesos bien cubiertos se vuelven gordos y gordos, como si hubiera regresado a los d�as de su juventud como Naam�n. el sirio ( 2 Reyes 5:14); y en esto se le otorga una muestra visible del favor de Dios.

(3) Su fundamento meritorio es el rescate o el precio de rescate pagado por liberarse del cautiverio o la muerte ( �xodo 21:30; �xodo 30:12; Isa�as 42:3), ese rescate no es el arrepentimiento (Hofmann, Carey) o los sufrimientos (Umbreit) del castigado, sino la mediaci�n del �ngel (Delitzsch, Cook, Fry), un pensamiento en el cual "reconocemos f�cilmente un presagio del misterio revelado en el Nuevo Testamento, que Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo mismo ". Pronunciar tal doctrina en la boca de Elihu "un anacronismo" es olvidar el protevangel del Ed�n ( G�nesis 3:15), y asumir gratuitamente que fuera de la l�nea de la familia elegida en los tiempos patriarcales, la fe en Este sublime evangelio se hab�a extinguido por completo. Afirmar que tal anacronismo (as� llamado) est� "reprendido por el sentido claro y obvio del pasaje en s� mismo, y por el significado y la intenci�n del cap�tulo en general" (Cox), es demostrar que uno ha fallado claramente comprender el alcance y el prop�sito de esta secci�n en particular y de la interlocuci�n de Elihu en su conjunto. Si Eli� habl� por inspiraci�n, �por qu� el Esp�ritu de Cristo que estaba en �l ( 1 Pedro 1:11) no deber�a haber testificado de antemano de la obra de aquel que, cuando vino a la tierra, deb�a rescatar su vida? para muchos ( Mateo 20:28), y a�n m�s que el hallazgo de tal rescate fue un trabajo que trasciende la capacidad humana, y que requiere, como aqu� se declara, la intervenci�n de Dios mismo?

2. Aceptaci�n. Como siguiente resultado de la ense�anza divina, de las advertencias aceptadas, las aflicciones santificadas, las instrucciones mejoradas, el penitente sometido, ahora admitido en el favor divino, recibe una recompensa por su justicia, es decir, una recompensa de gracia por haberse vuelto a Dios en contrici�n (cf. . Isa�as 64:5), y por su conversaci�n recta en general, o de ahora en adelante es considerada y tratada como una persona justa o justificada; El trato que se le otorg� y la recompensa otorgada a �l fue la misma, y ??comprendi� tres privilegios inestimables.

(1) Acceso libre al trono de Dios. "�l orar� a Dios (vers�culo 26). La oraci�n es el lenguaje del esp�ritu del reci�n nacido ( Hechos 9:11); una caracter�stica necesaria de los hijos de Dios ( Romanos 8:15); el deber imperativo de todos los hombres (Salmo 62:8; Isa�as 65:6; Lucas 18:1: l); y un privilegio especial de los creyentes ( Efesios 2:18; Hebreos 4:16; Hebreos 10:22). El deslizador perdonado disfruta de la libertad total de dirigirse a Dios en oraci�n cuando, d�nde y c�mo lo har� ( Filipenses 4:6; 1 Tesalonicenses 5:17), siempre que, por supuesto, lo haga con fe ( Hebreos 11:6), en el Nombre de Jesucristo ( Juan 14:13, Juan 14:14), y para cosas agradables a la voluntad de Dios ( 1 Juan 5:14).

(2) Cierto disfrute del favor de Dios. "�l", es decir, Dios, "ser� favorable a �l" y a sus peticiones. Dios nunca le dice a ninguno de los descendientes de Jacob: "B�scame en vano" ( Isa�as 45:19), sino que, por el contrario, se compromete expresamente a cumplir los deseos de los que le temen (Salmo 81:10; Salmo 91:15; Isa�as 65:24; Jeremias 29:12; Zacar�as 13:9; Mateo 7:7 ; Juan 16:23; 1 Juan 5:14). "El sacrificio de los imp�os es una abominaci�n para el Se�or: pero la oraci�n de los rectos es su deleite n ( Proverbios 15:8)". El Se�or est� lejos de los imp�os: pero escucha la oraci�n de los justo "( Proverbios 15:29). Apenas se puede imaginar un mayor est�mulo para" continuar instant�neamente en la oraci�n ".

(3) Alegr�a filial en la presencia de Dios. "�l", es decir, el pecador perdonado, "ver� su", es decir, el "rostro de alegr�a" de Dios. Ahora, por fe que viene ante �l como un ni�o feliz que se regocija en el amor de un padre ( Efesios 2:18); y de aqu� en adelante en el cielo cuando, como uno de los glorificados, estar� delante del trono (Salmo 17:15; Apocalipsis 22:4).

3. Jubilacion. Al igual que Ezequ�as ( Isa�as 38:20) y como David (Salmo 40:3; Salmo 104:33), el hombre enfermo recuperado y el penitente aceptado irrumpe en el canto. "Canta a los hombres y dice" (vers�culo 27), siendo la carga de su himno:

(1) Un humilde reconocimiento del pecado. "Hab�a pecado y pervertido lo que era correcto, y no me lo correspondieron". Confesi�n de pecado, aunque indispensable para el perd�n (Leveticus 26: 40-42; Josu� 7:19; Proverbios 28:13; Salmo 32:5; Oseas 5:15; Lucas 18:13; 1 Juan 1:9), nunca es tan franco, completo o ferviente antes de la conversi�n como despu�s. El pecador justificado ve m�s claramente que el penitente reci�n despertado la atrocidad extrema del pecado, se da cuenta m�s agudamente de la grandeza de su propia culpa personal y aprecia m�s altamente la clemencia divina al pasar por la transgresi�n que podr�a haber visitado justamente con un castigo condicional.

(2) Un sincero reconocimiento de gracia. No solo magnifica la clemencia divina al no requerirle sus actos malvados, sino que ensalza la bondad divina y amorosa al liberar su alma culpable de la condenaci�n y la muerte. "�l ha liberado mi alma de bajar al pozo, y mi vida se regocija en la luz". Cf. Himno de David (Salmo 103:1).

Aprender:

1. La ansiedad extrema con la que Dios busca la instrucci�n del hombre.

2. La insensibilidad natural del hombre a la ense�anza divina.

3. La eficiencia con la cual Dios puede sellar la instrucci�n en el coraz�n humano.

4. El endeudamiento de los hombres malvados a la gracia restrictiva de Dios.

5. La locura, as� como el pecado de caer en el orgullo.

6. La inevitabilidad de la destrucci�n del hombre a menos que Dios se interponga para salvar.

7. El dise�o ben�fico de la aflicci�n.

8. La facilidad con la cual Dios puede destruir lo placentero de la vida y conducir incluso al hombre fuerte a la tumba.

9. La infinita misericordia de Dios al proporcionar al hombre un �ngel-int�rprete y un rescate.

10. La imposibilidad de que cualquier hombre escape del pozo a menos que Dios diga: "Lib�rate".

11. La bendici�n del hombre cuyos pecados son perdonados y cuya transgresi�n est� cubierta.

12. La obligaci�n de todos los santos de declarar las grandes cosas que Dios ha hecho por sus almas.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 33:8

El primer discurso de Eli�: la culpa del hombre ante los ojos de Dios.

I. LA CONFIANZA DE TRABAJO EN INOCENTES HA CENSURADO. ( Job 33:8.) Elihu recoge brevemente algunos de esos dichos de Job que hab�an conmocionado su o�do y escandalizado su conciencia espiritual. Job hab�a afirmado su propia pureza y hab�a acusado a Dios de enemistad contra su persona (compare las palabras de Job, Job 9:21; Job 10:7; Job 16:17; Job 23:10; Job 27:5, Job 27:6; Job 10:13, seq .; Job 19:11; Job 30:21).

II Las verdaderas relaciones del hombre con Dios establecen. (Vers�culos 12-30.) Por muchos indicios de experiencia interna y externa, Dios busca advertir al hombre y atraerlo a s� mismo. No es un Ser de pasiones como Job lo representa; "m�s alto que un mortal", no es parte de su naturaleza aplastar con ira y vengarse de una criatura indefensa. Tampoco es tonto, sin voz, fr�o ante los gritos y llamamientos de sus criaturas, como Job piensa. �l habla una y otra vez; pero la culpa est� en la sordera y la dulzura del oyente (vers�culos 12-14). A continuaci�n se describen algunos m�todos de instrucci�n divina.

1. La voz de la conciencia en los sue�os. (Vers�culos 15-18.) El o�do est� abierto; la naturaleza sensual se calma, la imaginaci�n se enciende en la vida; la memoria abre sus tiendas; el pasado sugiere el futuro; y, por lo tanto, se insin�an insinuaciones y advertencias sobre las instrucciones del alma. Estos no son simplemente hechos de una �poca pasada del mundo. Si la instrucci�n divina por los sue�os fue alguna vez real, todav�a es real. El estudio de la fisiolog�a y la psicolog�a de nuestra vida so�ada puede generar un fondo de inter�s de tipo directamente religioso para todos los que creen que nuestra naturaleza est� en una relaci�n inmediata con lo invisible y lo Divino. Todav�a estamos protegidos y consolados por Dios en los sue�os. El prop�sito de estas comunicaciones es restringir al hombre del mal; para ocultarle el orgullo, es decir, para que deje de consentirlo; para guardar su alma de la tumba; para advertirle contra la muerte y todo lo que es mortal, contra la repentina llegada del golpe fatal. Cualquiera sea el punto de vista sobre el tema de visiones especiales y comunicaciones del otro mundo, est� abierto a todos nosotros para observar c�mo en nuestra constituci�n f�sica nunca estamos sin advertencias, presentimientos, indicios oportunos, de dolor y enfermedad venideros; c�mo, en nuestra constituci�n moral, de la misma manera, los sucesos de retribuci�n proyectan sus sombras antes y nos sacan del estupor de la culpa y la verg�enza. Una voz amable siempre nos llama de esta manera para huir de la ira que est� por venir.

2. Enfermedad severa como la visita de Dios. (Vers�culos 19-22.) Se considera que el amortiguamiento es un castigo. Cuando todo el marco no est� sujeto, cuando el dulce sentido de la vida se convierte en odio, y el cuerpo se desvanece, y la muerte se acerca, entonces el hombre siente su dependencia de un poder superior; luego, por primera vez, aprende a orar, a creer en Dios y a sentir su cercan�a y su bondad. Sin duda hubo mucha superstici�n en la antig�edad con respecto a suponer que el sufrimiento era una visita directa de la ira de Dios. Pero mientras nos deshacemos de la superstici�n, conservemos la verdad de que es una distorsi�n: que en esta constituci�n mixta, el efecto apropiado del dolor es llevar la mente al Autor de todo lo que disfrutamos y sufrimos. "En algunas constituciones, la aflicci�n parece peculiarmente necesaria como un indicio de Dios. Algunos �rboles no prosperar�n a menos que sus ra�ces sean descubiertas; o a menos que, adem�s de la poda, sus cuerpos sean cortados y cortados. Otros que son demasiado exuberantes necesitan que sus flores sean arrancadas fuera, o no ceder�n nada. El ma�z de rango, si no se come a tiempo, puede ceder algo al granero, pero poco al granero. Todo hombre puede decir que agradece a Dios por la facilidad; pero para m�, bendigo a Dios por mis problemas "(Obispo Hall).

3. El ministerio de los �ngeles. (Vers�culos 23-28.) Literalmente, en el �ltimo verso, los "destructores" son los "�ngeles de la muerte", enviados por el Todopoderoso a su misi�n fatal. En contraste, ahora tenemos la menci�n de lo bueno, un �ngel liberador que libera del destino. El �ngel ministrante se acerca al penitente que sufre de compasi�n y le dice: "�Aliviarlo para que no baje al pozo; he encontrado un rescate? En las formas de la imaginaci�n po�tica, se describe as� una recuperaci�n inesperada de una enfermedad mortal. Entonces El regreso de la salud vuelve a cubrir su carne con el florecimiento de la juventud; la tristeza desaparece de su mente; una vez m�s es verano en el alma. Ora al Todopoderoso, y es escuchado y aceptado con gracia; se regodea en el sol del semblante de Dios; y la paz perdida se restablece en la conciencia purificada. Y el coraz�n se rompe a cantar, porque se pone una nueva canci�n en la boca restaurada, una canci�n de alabanza a Dios. Y esta es su carga: "Hab�a pecado y pervertido Derecha; pero no me fue requerido; �l redimi� mi alma, para que no pudiera ir a la tumba, y mi vida ve su placer en la luz "(comp. Isa�as 22:23, seq .; Isa�as 51:17). es la porci�n del hombre que oye la vara, y que la ha designado, que se inclina bajo la aflicci�n solo para elevarse a la altura m�s pura de la alegr�a espiritual. Sus pecados son perdonados, sus buenos esfuerzos aceptados, sus cruces santificadas, sus oraciones escuchadas; todo lo que tiene es una bendici�n para �l, todo lo que sufre es una ventaja.

CONCLUSI�N. (Vers�culos 31-33.) Estos son los tratos de Dios con el hombre; Este es el significado de todas sus aflicciones. La experiencia sella la verdad. �Deje que Job o cualquier otro se oponga o lo refute si quiere o puede! Pero m�s bien, esta fuerte convicci�n personal profunda de Elihu vibrar� y despertar� una respuesta en el coraz�n de la v�ctima. Hay un contagio en la verdadera fe. �Oh por la victoria que vence al mundo! Una vez que nos demos cuenta de que Dios es nuestro Dios, nuestro refugio y fortaleza, nuestra ayuda actual en problemas, y la tierra o el infierno en vano trabajo para hacernos m�s que bendecidos.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 33: 1-38,

La correcci�n divina.

En la seguridad de su competencia para dar sabidur�a a Job, y para corregir sus errores y resolver el misterio de su aflicci�n, Elihu contin�a su discurso e invita a responder. "Si puedes contestarme, ordena tus palabras antes que yo, ponte de pie". �l hace su acusaci�n contra Job de que no solo ha afirmado su propia inocencia, sino que tambi�n ha presentado cargos contra Dios. Luego procede a vindicar los prop�sitos de Dios en la aflicci�n humana. "Dios habla una vez, s� dos veces"; El error es del hombre, que "no lo percibe". Da una vista de las correcciones divinas.

I. EN CUANTO A SU M�TODO. El Dios que "es m�s grande que el hombre", que trabaja en secreto y "no da cuenta de ninguno de sus asuntos", da instrucciones:

1. En un sue�o, en las visiones de la noche; abriendo los o�dos de los hombres y sellando sus instrucciones.

2. Por la severidad de la aflicci�n; cuando el hombre est� "castigado con dolor sobre su cama". Esto es aplicable a Job; y el primero puede haber sido mencionado suavemente para presentar esto.

II EN CUANTO A SU PROP�SITO. Esto siempre es amable. Es salvar del peligro inminente y liderar de manera segura y buena.

1. Restringir al hombre de los caminos del mal. "Retirarlo de su prop�sito".

2. Para ocultar el orgullo del hombre. Para derribar las miradas altas de los autocomplacientes y los malvados.

3. Para salvar de la muerte prematura y de las armas de violencia destructiva. Para evitar que "su vida perezca por la espada". El pecado tiende a la muerte tanto por causas naturales como por violencia. Entonces Elihu ve estas correcciones:

III. EN SU FELIZ RESULTADO.

(1) En caso de que el Consejero mediador est� cerca, y se se�ale el camino de la vida, el camino correcto, el camino de la justicia; y

(2) el herido regresa con arrepentimiento, diciendo: "He pecado y pervertido lo que era correcto"; y

(3) alzando su voz "ruega a Dios"; luego

(4) vendr� la liberaci�n Divina:

(a) en una expresi�n de la paciencia Divina;

(b) en admisi�n al favor Divino: "ver� su rostro con alegr�a";

(c) en una graciosa restauraci�n, liberando "su alma de ir al pozo" y llev�ndolo a regocijarse en la luz.

Esta es la respuesta Divina al arrepentimiento que Eli� insta a Job. Feliz es cada enamorado que, volviendo a Dios, encuentra un precio de rescate pagado por su alma, y ??se regocija en una liberaci�n que le devuelve los d�as de su juventud, cuando "su carne se vuelve m�s fresca que la de un ni�o" - R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 33:4

La inspiraci�n de la creaci�n.

Elihu le asegura a Job que es un hombre, hecho por Dios, y por su propia creaci�n que tiene el Esp�ritu de Dios en �l. Hay cierta pretencion en la manera de Elihu. Sin embargo, lo que dice es importante, porque no es verdad solo de �l, sino de todo hombre.

I. EL HOMBRE ES HECHO POR EL ESP�RITU DE DIOS.

1. Su origen est� fuera de s� mismo. Cualquier cosa que el hombre pueda hacer por s� mismo, ciertamente no puede hacerse. Cuando volvemos a la cuesti�n de los or�genes, la persona m�s autosuficiente debe confesar que no pudo haber causado su propio ser.

2. Su origen es de Dios. El hombre deriva su vida originalmente de la Primera Causa de toda la serie de criaturas vivientes. Ya sea que el hombre fue creado inmediatamente del polvo de la tierra o, como ense�an los evolucionistas, medi�ticamente, a trav�s de otras criaturas, �l, en com�n con todas las cosas vivientes, deriva su ser del gran Padre de la naturaleza. La evoluci�n no destruye la creaci�n; solo describe el proceso y hace retroceder el tiempo del comienzo de la creaci�n.

3. Su origen est� en el Esp�ritu de Dios. El Esp�ritu de Dios al principio se pos� sobre la faz de las aguas ( G�nesis 1:2). Cuando apareci� el hombre, Dios respir� en �l el esp�ritu de vida ( G�nesis 2:7). El Esp�ritu Santo es el Se�or y dador de la vida. En su naturaleza espiritual, el hombre est� especialmente relacionado con el Esp�ritu de Dios. �l es una chispa del sol eterno.

4. Su misma existencia es mantenida por el Esp�ritu de Dios. El hombre vive solo porque Dios vive en �l. Por naturaleza, su vida es una inspiraci�n del cielo. En cualquier momento, si Dios se retirara, el hombre perecer�a. "En �l somos cinco, nos movemos y tenemos nuestro ser". Por lo tanto, no solo la creaci�n original, sino tambi�n la vida presente, debe considerarse inspirada por Dios.

II LA INSPIRACI�N DE LA CREACI�N ES UNA FUENTE DE CONOCIMIENTO.

1. El Creador puede ser conocido por su trabajo. Toda la creaci�n revela a Dios; pero el hombre, la criatura m�s elevada, expresa m�s plenamente lo Divino. Para nosotros no puede haber mayor revelaci�n de Dios que la que se hace a trav�s de un hombre perfecto. Por lo tanto, la encarnaci�n de Cristo es nuestra visi�n m�s completa del Padre. Pero todos los hombres son, en cierta medida, reveladores de la mano que los hizo.

2. La naturaleza espiritual del hombre es un tipo de Dios. Toda la naturaleza revela a Dios; soles y estrellas, �rboles y flores, p�jaros, bestias y peces, dan limones de lo Divino; pero lo hacen a trav�s de sus estructuras materiales. El hombre revela a Dios en la constituci�n de su naturaleza espiritual. No es simplemente el edificio que expone las ideas del Arquitecto; �l es el ni�o, hecho a s� mismo a imagen del Padre. Su naturaleza espiritual es esencialmente como Dios. quien es esp�ritu As� �l est� hecho a imagen de Dios.

3. La morada del Esp�ritu de Dios es una revelaci�n permanente de Dios. Dios no solo se da a conocer por lo que ha hecho, sino que se revela diariamente por su vida presente en medio de nosotros. La naturaleza no es como un f�sil que muestra en sus l�neas muertas las huellas de una vida del viejo mundo; ella es un espejo de la actividad Divina. Nuestras propias almas est�n testificando a Dios por su vitalidad. La morada de Dios dentro de nosotros es una prueba continua de que �l vive, que trabaja, que ama. Sabemos lo que Dios es ahora por lo que Dios est� haciendo ahora en nuestros corazones y vidas. F. A

Job 33:6, Job 33:7

El mediador humano.

Elihu declara que su actitud hacia Dios es la misma que la de Job. Se destaca como Job con respecto a Dios. Es un hombre mortal formado a partir de la arcilla. Entonces, aunque Job teme al Dios horrible e invisible, puede escuchar a una criatura sin miedo. Si no puede encontrar a Dios en la oscuridad, puede ser animado y fortalecido al sentir la presencia de un hermano-hombre. Puede tomar sus lecciones de Elihu de manera simple y natural, como de alguien como �l. En estas ideas, Eli� ensombrece lo que puede realizarse perfectamente en Cristo. Era una marca de la vanidad confiada de Elihu para que �l hablara como lo hizo. Pero sus palabras, algo superfluas en lo que respecta a s� mismo, lo exponen a la luz sorprendente como un tipo de nuestro Se�or Jesucristo.

I. NECESITAMOS SIMPACIDAD HUMANA EN RELIGI�N. Aunque el hombre est� hecho a imagen de Dios, y aunque su vida misma es una inspiraci�n constante y depende de la presencia y el poder de Dios, Dios es invisible, Dios es grande, Dios es un Esp�ritu infinito. El alma del hombre tiene hambre de simpat�a fraternal. Todos queremos sentir la comuni�n de alguien que es como nosotros.

1. Para que podamos entender bien. No podemos entender un ser de una especie diferente de nosotros. Ni siquiera podemos comprender el significado de nuestro propio perro cuando nos mira con ojos pat�ticos, porque somos de otra especie.

2. Que nuestros afectos puedan despertarse. Lo m�s natural es que amamos a alguien que est� relacionado con nosotros mismos. La dificultad de amar a Dios es percibir que hay algo en �l que es similar a nuestra propia naturaleza. Cuando nos parece extra�o, nos alejamos de �l; No podemos llegar a �l con confianza y emoci�n gozosa.

II CRISTO NOS TRAE LA SIMPAT�A HUMANA EN RELIGI�N. No debemos pensar en �l como si estuviera a medio camino entre nosotros y Dios. Tal Cristo ser�a un ser monstruoso, ni uno con nosotros ni uno con Dios. Unidos con el Padre en el lado Divino. nuestro Se�or es un hombre perfecto en el lado humano.

1. Es inteligible para nosotros. Podemos verlo, escucharlo, entenderlo. Y nos ha dicho que cuando lo vemos, vemos al Padre ( Juan 14:9).

2. �l conecta los afectos de nuestro coraz�n. Su parentesco lo hace posible; su amor fraternal lo hace real; su gran trabajo y muerte para nosotros perfeccionan su control sobre nosotros. As�, nuestros corazones son atra�dos a Dios por la simpat�a de Cristo.

III. LOS HOMBRES DEBEN MOSTRAR LA SIMPAT�A HUMANA EN RELIGI�N. A lo que Elihu apuntaba, a lo que Cristo se dio cuenta, ese es el ideal para nosotros. Sin la ostentaci�n del joven buzita, estamos llamados a recordar nuestra naturaleza humana cuando tratamos de ayudar a nuestros semejantes en asuntos religiosos y en otros asuntos. Hay una especie de espiritualidad santurrona que ignora a la humanidad. Esto es desagradable para los hombres, y es la causa de mucha aversi�n popular a la religi�n. No podemos ayudar a nuestros semejantes hasta que recordemos que somos humanos como ellos: fr�giles, falibles, mortales; no, pecadores, ca�dos, nosotros mismos necesitamos un Salvador. La simpat�a fraternal es el primer elemento esencial para una influencia religiosa �til. � W.F.A.

Job 33:14

Voces divinas.

I. EL ADVIENTO DE LAS DIVINAS VOCES. Elihu nos recuerda a Elifaz, pero con una diferencia. Ambos hombres creen en las influencias sobrehumanas, en los mensajes enviados por Dios, pero Elifaz habla de una visi�n majestuosa, una aparici�n horrible y abrumadora; Elihu, por otro lado, est� satisfecho con las voces de los sue�os. Dios se acerca al hombre de varias maneras. Lo m�s inspirador no es necesariamente lo m�s instructivo. Los sue�os han sido reconocidos continuamente entre los canales de comunicaci�n divina, p. las historias de Joseph y Daniel y la predicci�n de Joel ( Joel 2:28). Es muy f�cil malinterpretar un sue�o y atribuir a un impulso Divino lo que solo surge de los caprichos de la propia fantas�a. Necesitamos cierta seguridad de que las voces son de Dios. Ahora, la prueba est� en su car�cter. Todos los pensamientos santos proceden de Dios, y ninguno que sea imp�o. Cuando nos visita un pensamiento sagrado, ya sea mientras dormimos o en horas de vigilia, podemos regocijarnos con gratitud al saber que Dios nos ha hablado.

II LA REPETICI�N DE LAS DIVINAS VOCES. "Dios habla una vez, s� dos veces". Los sue�os del fara�n se repitieron ( G�nesis 41:32). Los diferentes sue�os de Joseph reiteraron el mismo mensaje ( G�nesis 37:9). El profeta sigui� al profeta con advertencia y promesa para Israel. La nueva voz cristiana sigui� a la vieja voz jud�a. Dios est� hablando ahora, enviando un mensaje tras otro en su providencia. Todos hemos escuchado de Dios m�s de una vez. La suya fue la voz que infundi� los primeros deseos ansiosos de bondad en la infancia, y la suya la voz que suplic� en medio de los apasionados entusiasmos de la juventud. Ha sonado en nuestros o�dos repetidamente entre las variadas escenas de la vida advirtiendo contra el pecado y llamando al servicio cristiano. Se repite cada vez que se lee la Biblia, cada vez que se predica la verdad divina, cada vez que se despierta la conciencia.

III. LA RECEPCI�N DE LAS DIVINAS VOCES. Con demasiada frecuencia no son escuchados. "El hombre no lo percibe". Un estado de �nimo de dulzura espiritual puede dejar pasar las voces sin ser escuchadas. Pero esta no es una condici�n natural. El ni�o peque�o no es as� sordo.

"El cielo miente sobre nosotros en nuestra infancia".

Los a�os posteriores debilitan nuestras percepciones, no precisamente por el simple desgaste de la vida, sino por las cosas malvadas que se engendran. Distrayendo mundanalidad y pecado, los enemigos m�s mortales de las voces celestiales, nos hacen descuidados de los mensajes de Dios.

IV. EL PROP�SITO DE LAS DIVINAS VOCES. Son para guiar y ahorrar. "Retirar al hombre de su prop�sito", cuando ese prop�sito es malo o peligroso. "Para ocultar el orgullo del hombre", es decir, para salvar al hombre de su orgullo. Por lo tanto, las voces son de advertencia y disuasivas. Nos recuerdan al "demonio" de S�crates, que, dijo, le dijo cu�ndo no deb�a hacer algo, pero no lo impuls� a hacer nada. Sabemos que Dios inspira para la acci�n, que las voces celestiales convocan para trabajar y luchar. Sin embargo, quiz�s podamos percibir que la voz interior es m�s a menudo una voz restrictiva que estimulante. Para el est�mulo miramos al Cristo vivo. Sin embargo, la moderaci�n se env�a con misericordia. Dios advierte, que �l puede salvar.� W.F.A.

Job 33:19-18

Castigo.

Elihu ahora se acerca a su propia contribuci�n especial y nueva a la gran controversia. Dios se dirige al hombre de varias maneras. Primero habla con la peque�a y tranquila voz interior de conciencia. Pero cuando no se escucha la repetici�n de esta voz, procede por otro m�todo y llama la atenci�n a trav�s de la voz entusiasta del castigo.

I. EL SUFRIMIENTO ES CHASTISMO. Mientras elabora su pensamiento, vemos lo que Elihu est� aclarando. El sufrimiento no es el castigo vengativo del pecado; ni es el trabajo de un ser maligno o incluso de un ser indiferente. Es enviado por Dios para la sana disciplina de sus hijos. Sin duda, esta disciplina a menudo se hace necesaria por el pecado, y cuando es tan castigo es virtualmente un castigo; pero aun as� es un castigo con un final misericordioso. Es la vara la que corrige, no la horca que termina una carrera sin esperanza. Espera cosas mejores; Est� dise�ado directamente para ayudar, bendecir y salvar. Pero a menudo no est� relacionado con el pecado. Es la disciplina sana que sazona al soldado con dificultades.

II El castigo es un mensajero divino. El pobre sufriente, "castigado tambi�n con dolor sobre su cama", no est� abandonado por Dios. Est� tentado a considerar su problema como una prueba de que Dios lo ha abandonado, si no es una se�al de que Dios se ha convertido en su enemigo. Pero ambas ideas est�n equivocadas. Dios no es enemigo ni negligente. El sufrimiento mismo es una se�al del cuidado actual de Dios. Es un proceso mediante el cual est� mejorando a su hijo. Por lo tanto, es un mensaje de misericordia. Sin embargo, no siempre es posible discernir la misericordia en el mensaje. A�n as�, el mensaje no es infructuoso. Quiz�s hab�a peligro de demasiada confianza en s� mismo; el orgullo entraba sigilosamente; El �xito fue elevar el alma a alturas peligrosas. Entonces el castigo vino a abatir y humillar. Al principio esto parec�a duro e hiriente. Pero al reflexionar se considera que es lo que se necesita para salvar una vida mejor y refinarla.

III. EL SUFRIMIENTO DEL CASTIGO DEBER�A CONDUCIRNOS A DIOS. Quiz�s no le har�amos caso en las horas alegres. Ahora lo necesitamos a �l. Las voces que se ahogaron en las ruidosas escenas de placer pueden robarnos los o�dos en las solitarias vigilias de dolor. As� aprendemos a confiar en la oscuridad.

"Se�or, en tu cielo azul

No aparece ninguna mancha de nube Se han ido todos mis miedos infieles, Solo tu amor parece verdadero.

Ay�dame a agradecerte, entonces, rezo; camina en la luz y obedece alegremente. "Se�or, cuando miro a lo alto,

Las nubes solo llegan a mi vista; los miedos se profundizan con la noche:

Pero a�n as� es tu cielo. Ay�dame a confiar en ti, entonces, rezo; espera en la oscuridad y obedece con l�grimas ".

W.F.A.

Job 33:23-18

El mensajero y el rescate.

Elihu muestra que Dios tiene tres formas de hablarle al hombre: por voces internas ( Job 33:14), por la experiencia del castigo ( Job 33:19-18), y ahora por �ltimo por un mensajero vivo ( Job 33:23-18).

I. DIOS HABLA POR UN MENSAJERO. Es una cuesti�n de si debemos entender la palabra traducida como "mensajero" en el sentido usual que se le atribuye, es decir, como "�ngel". Dios ha hablado a trav�s de mensajeros-�ngeles desde los d�as de Abraham. Pero cualquiera acusado de un mensaje Divino se convierte en el �ngel de Dios para aquellos a quienes se lo entrega. Todo profeta es el mensajero de Dios, uno que habla por Dios. El ap�stol es uno enviado por Cristo. �ngeles, profetas, ap�stoles: hasta ahora, todos son lo mismo. Son los misioneros de Dios. A Cristo se le llam� una vez Ap�stol ( Hebreos 3:1), porque �l tambi�n fue enviado por su Padre ( 1 Juan 4:14). La misi�n de nuestro Se�or en la tierra era traer el nuevo mensaje de salvaci�n del cielo y convertirlo en algo real y vivo entre los hombres. Todo verdadero seguidor de Cristo est� llamado a ser un mensajero de Dios para sus semejantes. Las personas escuchar�n la voz humana cuando est�n sordas a los ruegos de conciencia y ciegas a las ense�anzas de la experiencia. El verdadero predicador es el mensajero de Dios. "Somos embajadores de Cristo, como si Dios te hubiera suplicado por nosotros: te rogamos en lugar de Cristo, sed reconciliados con Dios" ( 2 Corintios 5:20).

II EL MENSAJERO DE DIOS TRAE UN RESCATE. Es contrario a todo el curso de la revelaci�n hist�rica, que desarrolla la verdad en grados lentos, suponer que el rescate pretendido por Elihu fue la muerte sacrificial de Cristo en la cruz. Tal anacronismo implica una falta total de perspectiva desde el punto de vista del int�rprete. Sin embargo, aqu� se presentan las ideas esenciales de un rescate.

1. Liberaci�n. Es deber del mensajero de Dios predicar "la liberaci�n a los cautivos". �l es m�s que un revelador de la verdad; �l es el heraldo de la salvaci�n.

2. Un m�todo costoso. Elihu puede no tener una idea del precio de la redenci�n. Sin embargo, percibe m�s o menos vagamente que se debe pagar un rescate. Tenemos una visi�n mucho m�s clara del tema, porque podemos leerlo a la luz de la historia. Ahora sabemos que nuestra liberaci�n se efect�a mediante la muerte de Cristo. "El Hijo del hombre vino a dar su vida en rescate por muchos" ( Mateo 20:28).

III. EL DIVINO RANGO ASEGURA UNA BIENVENIDA BIENVENIDA DE DIOS. Puede parecer que el mensaje viene en tonos severos de ira, siguiendo una preparaci�n de castigo de Juan el Bautista. Sin embargo, es un evangelio. Job 33:26 pinta una imagen brillante del hombre redimido.

1. Oraci�n aceptable. Hasta que fue rescatado, su oraci�n parec�a ser en vano. Ahora Dios lo escucha con favor.

2. La visi�n beat�fica. "Ver� su rostro con alegr�a". Reconciliado con Dios, se regocija en la comuni�n con Dios.

3. Restauraci�n de la justicia. "Restaura al hombre su rectitud". Este es el gran resultado humano de la redenci�n. La liberaci�n del destino no es suficiente, no es el fin principal. La restauraci�n de la imagen rota y contaminada de Dios a su belleza original, o m�s que su original, es el gran resultado de la obra redentora de Cristo. � W.F.A.

Job 33:27-18

El penitente restaurado.

I. LA CONDICI�N DE RESTAURACI�N. El hombre redimido se representa cantando un salmo agradecido en reconocimiento de su liberaci�n misericordiosa. En este salmo, �l reconoce su culpa y reconoce que no ha sido tratado como se merece. La culpa es un hecho en primer lugar. No hay perd�n sin confesi�n. Incluso cuando un hombre es perdonado, aunque Dios puede dejar de lado su culpa, el hombre no puede hacerlo. La idea de lo que se le ha entregado aumenta su gratitud mientras que profundiza su humildad.

II EL ESTADO DE LA RECUPERACI�N. Es la liberaci�n de la muerte: "el pozo". La muerte es la pena natural del pecado. Pero cuando Dios perdona y restaura, hace m�s que remitir la pena. La salvaci�n es mucho m�s que esta bendici�n negativa. El pecado ya ha envenenado la vida del pecador. Ya est� "muerto en delitos y pecados". Por eso necesita el don de la vida. Ahora, esta bendici�n positiva viene con la gran restauraci�n de las almas en la redenci�n. Dios, quien primero dio vida natural, ahora da vida espiritual. As�, la bendici�n es interna y personal. No es un cambio en el estado del alma, sino una regeneraci�n del alma misma.

III. LA FUENTE DE LA REDENCI�N Dios mismo produce la nueva y feliz condici�n del penitente restaurado. No pudo recuperarse; ninguna criatura en el universo podr�a darle lo que necesita. Porque el mal era la muerte, y el requisito era un regalo de la vida. Solo el que cre� la vida por primera vez, y quien vive en todas sus criaturas, puede renovar la vida. La regeneraci�n implica una energ�a divina. Esas formas de religi�n que est�n satisfechas con el hombre tal como es pueden prescindir de cualquier actividad muy marcada del lado de Dios en la religi�n; pero cuando se reconoce la ruina del hombre, el elemento principal en la religi�n debe ser, no la devoci�n del hombre, sino la salvaci�n de Dios. Ahora, esto es lo que vemos en la Biblia. All� el hombre aparece en su pecaminosidad e impotencia, completamente inadecuado para el cielo, o incluso para la vida terrenal en su belleza y fecundidad, y all� Dios es visto como el poderoso Libertador que llega a la reescalada de su hijo indefenso.

IV. EL M�TODO DE RENOVACI�N. Elihu ha hablado de las voces divinas, la experiencia del castigo y el mensajero personal. Por estos medios Dios alcanza al hombre. Lo que se hace no se ve tan completamente aqu� como en la revelaci�n posterior del Nuevo Testamento, en la cual descubrimos la cruz de Cristo como la ra�z de la nueva vida del hombre. Pero a lo largo de los tratos de Dios con el hombre en todas las edades, ha sido evidente que hay varios procesos de experiencia espiritual a trav�s de los cuales Dios gu�a a los penitentes que regresan. Por lo tanto, si el proceso actual es oscuro y misterioso e incluso doloroso, tenemos grandes �nimos para someternos a �l con una fe m�s que paciente, con gozosa esperanza, mirando hacia el final que es, "traer de vuelta su alma del pozo, a iluminarse con la luz de los vivos "- WFA

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 33". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-33.html. 1897.
 
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