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Bible Commentaries
Job 36

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-33

EXPOSICI�N

Job 36:1

Los dos cap�tulos, Job 36:1; Job 37:1, forma un discurso �nico, y no deber�a haber sido separado; o, en cualquier caso, no con tanta destreza como son, en medio de una descripci�n de una tormenta el�ctrica. Constituyen una apelaci�n final a Job, a quien se exhorta a la sumisi�n, la resignaci�n y la paciencia, en consideraci�n de la inescrutabilidad de Dios y de su perfecta justicia, sabidur�a y fortaleza. Job 36:1 comienza con un breve prefacio ( Job 36:1), en el cual Elihu busca demostrar su derecho a ofrecer consejo a Job, despu�s de lo cual se demuestra la justicia de Dios (vers�culos 5-16) , y Job advirti� que su petulancia puede conducir a su completa destrucci�n (vers�culos 17-25). Finalmente, para ilustrar el poder y la falta de b�squeda de Dios, se inicia la descripci�n de una tormenta el�ctrica (vers�culos 26-33), que se contin�a en el pr�ximo cap�tulo.

Job 36:1, Job 36:2

Eli� tambi�n procedi�, y dijo: D�jame un poco, y te mostrar� que todav�a tengo que hablar en nombre de Dios; literalmente, que todav�a hay palabras para Dios. La controversia, es decir; no est� agotado; todav�a hay mucho que se puede instar en nombre de Dios, con respecto a los cargos que has hecho contra �l.

Job 36:3

Voy a buscar mi conocimiento desde lejos. En ninguno de los casos el rendimiento justifica el car�cter pretencioso del prefacio. Los argumentos de Elihu son, en su mayor parte, triviales y comunes. Y atribuir� justicia a mi Hacedor. Mostrar�, es decir; que Dios es justo y justo (comp. Job 34:10, Job 34:12).

Job 36:4

Porque verdaderamente mis palabras no ser�n falsas: el que es perfecto en conocimiento est� contigo. Las palabras suenan arrogantes; pero quiz�s Elihu no quiere decir m�s que W se compromete a hablar con sinceridad y decir solo de lo que tiene un conocimiento perfecto. Est� claro que habla de s� mismo, neto de Dios (Stanley Loathes). en la segunda cl�usula del verso, como en la primera.

Job 36:5

He aqu�, Dios es poderoso. Terminado el prefacio, comienza el argumento para probar la justicia de Dios. Primero, �l "es poderoso". �Qu� improbable que alguien que sea poderoso �no, todopoderoso� sea injusto! A continuaci�n, no desprecia a ninguno. Job lo acus� err�neamente de "despreciar el trabajo de sus propias manos". En verdad, no desprecia nada de lo que ha hecho. "�No se venden dos gorriones por un cuarto? Y uno de ellos no caer� al suelo sin tu Padre. Pero los pelos de tu cabeza est�n todos contados" ( Mateo 10:29, Mateo 10:30). Mucho menos, entonces, cualquier hombre es despreciado. Adem�s, Dios es poderoso en fuerza y ??sabidur�a; o m�s bien, en la fuerza de la empresa 'y, por lo tanto, por encima de la debilidad de ser injusto.

Job 36:6

No conserva la vida de los imp�os. No existe una providencia especial sobre la vida de los imp�os, como Job hab�a supuesto, o pretend�a suponer ( Job 21:7; comp. Job 12:6). Por el contrario, Dios "derriba" a los hombres malvados "en la noche, para que sean destruidos; los golpea como hombres malvados a la vista de los dem�s" ( Job 34:25, Job 34:26). Pero da derecho a los pobres. El pobre y el afligido, el manso y el humilde, Dios vindica. Son su cargo especial. Hasta ahora est� lejos de favorecer a los imp�os.

Job 36:7

No aparta sus ojos de los justos. Bajo ninguna circunstancia Dios deja de vigilar a los justos, como Job parec�a dar a entender cuando exclamaba: "�Oh, que yo era como en meses pasados, en los d�as en que Dios me preserv�!" o "me mir�!" ( Job 29:2). "Los ojos del Se�or est�n" siempre "sobre los justos, ya que sus o�dos est�n abiertos a su clamor" (Salmo 34:15). Con los reyes est�n en el trono. En algunos casos, Dios muestra su cuidado por los justos "poni�ndolos con pr�ncipes, incluso con los pr�ncipes de su pueblo" (Salmo 113:8), elev�ndolos, es decir, a la estaci�n alta, y haci�ndolos Compa�eros de los grandes de la tierra. S�, �l los establece para siempre, y son exaltados. Est�n permanentemente establecidos en sus altos cargos, como Jos�, Mardoqueo y Daniel; y son exaltados al m�s alto nivel de prosperidad.

Job 36:8

Y si est�n atados con grillos, y est�n atados con cuerdas de aflicci�n. Por otro lado, sin duda hay facilidades donde los justos sufren adversidades: incluso est�n "atados en grillos" y "retenidos en cuerdas de aflicci�n" ( G�nesis 39:20; Jeremias 40:1: Daniel 3:21; Mateo 14:3; Hechos 12:6; Hechos 16:24; Hechos 24:27, etc.). Pero incluso aqu� la vigilancia de Dios no se relaja. Por el contrario, observa con sumo cuidado sus aflicciones, distribuy�ndolas de acuerdo con las necesidades de cada uno y haciendo todo lo posible, por medio de ellas, para realizar su reforma (v�anse los dos vers�culos siguientes).

Job 36:9

Luego les muestra su trabajo. Dios, por sus castigos, hace que los hombres vean lo que ha sido defectuoso en el trabajo de sus vidas, en qu� aspectos han sido negligentes, donde han ca�do en el pecado real. Las aflicciones de se�ales son un llamado a los hombres a "considerar sus caminos" y buscar la naturaleza de sus delitos. Algunas aflicciones, como la enfermedad y el encarcelamiento, al privar a los hombres de un empleo activo, casi los obligan a participar en tal retrospectiva. Y sus transgresiones que han superado; m�s bien, y sus transgresiones en las que se han comportado orgullosamente (comp�rese con la Versi�n Revisada). En todo pecado, como es un desprecio de la Ley de Dios, hay un elemento de orgullo. La tentaci�n de orgullo especialmente acosa a aquellos cuya conducta es, en apariencia externa, correcta y virtuosa.

Job 36:10

Abre tambi�n su o�do a la disciplina. Es el m�rito especial de la teor�a del sufrimiento de Elihu que la ve como mucho menos penal que disciplinaria y reparadora. Los sufrimientos de Job, especialmente, los ve desde este punto de vista. En lugar de mirar a Job, como a sus otros amigos, como un pecador atroz, contra quien Go, me estoy vengando, lo considera como una persona que est� siendo castigada, enamorada, por alguna falta o faltas que ha cometido, a Su m�xima ventaja y mejora. Esto, aunque no es exactamente la verdad, est� mucho m�s cerca de la verdad que la opini�n adoptada por los otros tres "amigos". Y ordena que regresen de la iniquidad. Los castigos de Dios deben ser vistos como �rdenes a los hombres de "ir y no pecar m�s".

Job 36:11

Si le obedecen y le sirven, pasar�n sus d�as en prosperidad y sus a�os en placeres (comp. Job 12:13; Jeremias 7:23; Jeremias 26:13) . Bajo el antiguo pacto, se prometi� prosperidad a los justos, e incluso a los arrepentidos, con frecuencia y en los t�rminos m�s definidos. Bajo el nuevo, cuando se hace tal promesa, se guarda cuidadosamente (Marco 10:30); mientras que en muchos pasajes la promesa es de un car�cter opuesto: a los justos se les dice que esperen tribulaciones y persecuciones ( Juan 16:33; Act 14:22; 2 Timoteo 3:12: Hebreos 12:1; 1 Pedro 4:12, 1 Pedro 4:13, etc.).

Job 36:12

Pero si no obedecen, perecer�n por la espada. No, necesariamente, con una espada material, sino con la espada de la venganza de Dios, que mata de mil maneras diferentes, atravesando todos los obst�culos y llegando al coraz�n y al esp�ritu. Y morir�n sin conocimiento. Ya sea sin saber que est�n a punto de morir, o en su ignorancia voluntaria de las intenciones de Dios al castigarlos.

Job 36:13

Pero los hip�critas de coraz�n acumulan ira. En su reivindicaci�n de la justicia de Dios, Eli� aqu� pasa del caso de los justos ( Job 36:7) al de los "hip�critas", o m�s bien los imp�os. Ellos, dice, "acumulan ira", es decir, "atesoran su ira contra el d�a de la ira" ( Romanos 2:5), intensifican continuamente la ira de Dios contra ellos y, por as� decirlo, se acuestan una reserva de eso, que alg�n d�a se derramar� sobre ellos. No lloran cuando los ata. No le lloran, no desprecian su ira, cuando se encuentran atados por primera vez con los "cables de la aflicci�n" ( Job 36:8), pero permiten que su ira aumente y se acumule.

Job 36:14

Mueren en la juventud; literalmente, su vendido muere en la juventud. El resultado es que, mientras todav�a son j�venes, la fuerza vital de su alma se debilita; "llegan a un final prematuro, como los j�venes que han destruido la primavera de la vida por el libertinaje" (Cook). Y su vida est� entre los impuros. (Sobre la particular "impureza" prevista, ver Deuteronomio 23:17.)

Job 36:15

�l libra a los pobres en su aflicci�n; m�s bien, �l libera a los afligidos por su aflicci�n (vea la Versi�n Revisada). Elihu recurre a lo que hab�a dicho en Job 36:10 con respecto a la disciplina de la aflicci�n. La mayor parte de las aflicciones enviadas por Dios est�n, seg�n �l, destinadas a actuar con fines medicinales. Si el hombre afectado los recibe correctamente, son el medio mismo de su liberaci�n (comp. Salmo 119:67, Salmo 119:71; Hebreos 12:11). Y abre sus o�dos en opresi�n; m�s bien, por sufrimiento. Sus sufrimientos los llevan a Dios, hacen que presten m�s atenci�n a su Palabra, que les abran los o�dos a su voz interior.

Job 36:16

Aun as�, te habr�a sacado del estrecho en un amplio pino, donde no hay estrechez; y lo que se debe poner sobre tu mesa debe estar lleno de gordura. Ewald propuso otra interpretaci�n bastante diferente y la adoptaron Dillmann y Canon Cook, quienes suponen que Elihu hablar�, no de lo que le habr�a sucedido a Job bajo ciertas circunstancias, sino de lo que realmente le hab�a sucedido, y dir�: "Te adem�s, ha seducido tu ilimitada prosperidad al escuchar la voz de la aflicci�n y la facilidad de tu mesa, que estaba llena de gordura ". Pero la versi�n autorizada, que es sustancialmente la de Schultens y Rosenmuller, todav�a es confirmada por muchos acad�micos, y nuestros revisores la han conservado. Si lo adoptamos, debemos entender a Elihu como asegur�ndole a Job que �l tambi�n habr�a sido entregado y restaurado a su prosperidad, si hubiera aceptado sus aflicciones con un esp�ritu adecuado y hubiera aprendido la lecci�n que estaban destinados a ense�arle (ver vers�culos 9, 10)

Job 36:17

Pero cumpliste el juicio de los imp�os; es decir, pero, como no has actuado as�, el resultado ha sido diferente. Tu dureza e impenitencia te han tra�do los juicios reservados por Dios para los imp�os: el juicio y la justicia se apoderan de ti, est�s sufriendo la justa pena de tu obstinaci�n.

Job 36:18

Debido a que hay ira, ten cuidado para que no te quite con su golpe. El original es extremadamente oscuro, y se han propuesto tres o cuatro representaciones bastante distintas; pero uno de los �ltimos cr�ticos (el profesor Stanley Loathes) prefiere todas las otras traducciones de la versi�n autorizada. Job es amenazado por Elihu con un juicio venidero que lo sacar� de la tierra por completo. Entonces un gran rescate no puede librarte. Una vez que la destrucci�n cae, ya no hay lugar para el rescate. Nada puede liberarte de tu justo castigo.

Job 36:19

�Tendr� en cuenta tus riquezas? m�s bien, �ser�n suficientes tus riquezas? (Versi�n Revisada); �O soportar�n el choque de la batalla? (Schultens) �Ser�n una fuerza suficiente para ti en tiempos de problemas? No, no oro. Esta interpretaci�n ahora se abandona generalmente, y las palabras, lo betsar (?? ???), se toman en relaci�n con la oraci�n anterior, por lo tanto: �bastar�n tus riquezas para que no est�s angustiado? o, en otras palabras, �te mantendr�n fuera de problemas? Si no, �ser�n suficientes todas las fuerzas de tu fuerza para hacerlo? Seguramente, nada servir� contra el "golpe" de Dios ( Job 36:18).

Job 36:20

No desees la noche, cuando las personas (m�s bien, las personas) quedan aisladas en su lugar. Esta es una alusi�n al deseo expresado en repetidas ocasiones de Job de ser cortado de inmediato y ser enterrado en la tumba ( Job 6:9; Job 7:15; Job 14:13, etc. .). Elihu sostiene que tal deseo es il�cito. Ciertamente implica una falta de completa resignaci�n a la voluntad Divina.

Job 36:21

Presta atenci�n, no consideres la iniquidad; es decir, mantente en guardia. Mientras tenga cuidado de preservar su integridad y fe en Dios, no caiga en pecado en otros aspectos, como por deseos impacientes, pensamientos orgullosos o acusaciones imprudentes de Dios. Para esto has elegido en lugar de la aflicci�n. En lugar de consentir tus aflicciones y soportarlas con paciencia, has elegido murmurar, quejarse, cuestionar la justicia de Dios y hablar abiertamente sobre �l. Hay alg�n motivo para la condena de Elihu; pero es excesivo; no tiene en cuenta el extremo de los sufrimientos de Job y la influencia perturbadora del sufrimiento extremo en la mente y el juicio. En cualquier caso, es m�s severo que el juicio de Dios sobre su siervo ( Job 38:2; Job 42:7).

Job 36:22

He aqu�, Dios exalta por su poder; m�s bien, he aqu�, Dios hace algo elevado en su poder (ver la Versi�n Revisada). �Qui�n ense�a como �l? Esto ha sido llamado "la nota clave de todo el discurso de Elihu" (Cook). Dios considera todo el gobierno providencial del mundo como did�ctico, como una serie de lecciones morales dirigidas a los hombres por su Hacedor (ver Job 33:14, Job 33:16; Job 35:11; Job 36:9, etc.). Si las lecciones previstas se toman en serio, entonces todo va bien con los hombres; si son rechazados, entonces siguen resultados muy tristes y terribles ( Job 36:12).

Job 36:23

�Qui�n lo ha ordenado a su manera? (comp. Job 34:13). Si bien Dios es, por lo tanto, el Maestro universal y perfecto, hay algunos que querr�an instruirlo, dictar el curso que deber�a seguir, mejorar y enmendar su universo. Algo de este esp�ritu ha aparecido en las protestas de Job, que parecen insinuar que el gobierno divino del mundo podr�a llevarse mejor de lo que es (ver Job 9:22-18; Job 10:3; Job 13:20-18; Job 16:11, etc.). La intenci�n de Eli� es reprender a Job por su presunci�n. �O qui�n puede decir: has forjado iniquidad? Job no ha dicho esto; pero se ha acercado a decirlo ( Job 9:24; Job 10:3; Job 21:7; Job 24:2, etc.); compare el comentario en Job 34:5.

Job 36:24

Recuerda que magnificas su trabajo. En lugar de murmurar, Job deber�a "magnificar la obra de Dios". Debe reconocer la misericordia de Dios, incluso en sus propias aflicciones, y alabarlo por ello. �Qu� hombres contemplan? Los hombres est�n mirando, considerando ansiosamente los sufrimientos de Job; �l es un espect�culo para ellos, como lo fueron los ap�stoles para los hombres y los �ngeles ( 1 Corintios 4:9), y por lo tanto, la raz�n m�s importante por la que deber�a, por la resistencia paciente, por la sumisi�n y la confesi�n, causar que sus sufrimientos redunden en La gloria y el honor de Dios.

Job 36:25

Todo hombre puede verlo; m�s bien, lo ve o lo ha visto. El hombre puede verlo de lejos; m�s bien lo contempla, o lo ha visto, desde lejos. Las aflicciones de Job han atra�do todas las miradas sobre ellos, no solo las de sus vecinos, sino tambi�n las de muchos que observan "desde lejos".

Job 36:26-18

Eli� pasa ahora a una descripci�n, que debe permitirse ser elocuente, del poder y la providencia de Dios, y especialmente de su poder en el mundo natural. Se sugiere que la tormenta, que finalmente estall� en la teofania ( Job 38:1), ya estaba comenzando a reunirse, y dirigi� los pensamientos de Elihu en esta direcci�n. Comienza con la consideraci�n de c�mo se genera la lluvia, pasa r�pidamente a la reuni�n de las nubes de todos los rincones, y de ah� al fuerte estruendo de los truenos, y los deslumbrantes destellos de los rayos, que iluminan incluso las profundidades m�s bajas del mar. ( Job 36:30). Luego se habla de los efectos de la tormenta, en palabras cuyo significado exacto es muy oscuro ( Job 36:31-18).

Job 36:26

He aqu�, Dios es grande, y no lo conocemos. Esta es la �ltima lecci�n que Elihu busca impresionar a sus oyentes. Dios es tan grande que comprenderlo completamente trasciende el poder del entendimiento humano. Por mucho que sepamos de �l, hay m�s que no sabemos. Su naturaleza es inescrutable; sus profundidades ( 1 Corintios 2:10) son inescrutables; Por m�s que lo intentemos, nunca podremos "encontrarlo" ( Job 37:23). Tampoco se puede buscar el n�mero de sus a�os. Incluso su duraci�n, siendo eterna, est� m�s all� de nosotros. No podemos darnos cuenta del pensamiento de pre y post-eternidad.

Job 36:27

Porque �l hace peque�as las gotas de agua; m�s bien, �l recoge las gotas de agua; es decir, por el calor de su sol hace que surjan exhalaciones del mar y la tierra h�meda, y las arrastra hacia las regiones m�s altas de la atm�sfera, donde se condensan en nubes, que cuelgan suspendidas en el aire. Derraman lluvia seg�n el vapor de la misma; literalmente, fluyen como lluvia por su niebla. El agua recogida en las nubes fluye hacia abajo en forma de lluvia con el fin de regar la tierra (ver G�nesis 2:6, donde aparece la misma palabra (??)).

Job 36:28

Que las nubes caen y destilan abundantemente al hombre. Todo se hace por el hombre, para su beneficio y ventaja.

Job 36:29

�Tambi�n alguien puede entender las extensiones de las nubes? La r�pida generaci�n de nubes, su reuni�n, aparentemente, desde todos los rincones, y la forma en que casi de repente extendieron los cielos ( 1 Reyes 18:45). se encuentran entre los fen�menos m�s notables de la naturaleza y son muy dif�ciles de "entender" y explicar. O el ruido de su tabern�culo. El terrible estallido del trueno, que resuena a lo largo del cielo, el "tabern�culo" o pabell�n de Dios (Salmo 18:11), es, si no tan inexplicable, a�n m�s temeroso y sorprendente. El hombre se encoge y se acurruca ante el terrible sonido, y se siente en presencia de un poder poderoso e inescrutable.

Job 36:30

He aqu�, �l extiende su luz sobre ella. Dios destella el brillo extra�o de su rayo sobre el cielo, no sobre s� mismo, como algunos traducen (Rosenmuller, Cook). �l ilumina todo el cielo a la vez con el esplendor el�ctrico, e incluso cubre con �l el fondo (literalmente, las ra�ces) del mar. Esto es, por supuesto, una hip�rbole; pero parece ser el significado de Elihu.

Job 36:31

Porque por ellos juzga �l al pueblo. Por sus nubes Dios obra dos efectos opuestos. Por un lado, ejecuta el juicio sobre los pueblos, destruyendo sus cultivos, causando la ruina generalizada por las inundaciones, golpeando y matando a los n�meros con sus rayos; por el otro, da carne en abundancia, restaurando a la tierra reseca su fertilidad por medio de copiosas y refrescantes duchas, estimulando la vegetaci�n y promoviendo as� la cosecha.

Job 36:32

Con nubes cubre la luz; m�s bien, cubre ambas manos con luz, es decir, con el rayo. As� que Vul fue representado en asirio y Zeus en la mitolog�a griega, como llen�ndose las manos con rayos y arroj�ndolos sobre sus enemigos en su ira. Y le ordena que no brille, etc. Esta representaci�n es totalmente indefendible. Traduce, y aplica sobre �l que da en el blanco (compara la versi�n revisada).

Job 36:33

El ruido de la misma se refiere a ella; o, acerca de �l. El fuerte estruendo proclama la ferocidad de la ira de Dios. El ganado tambi�n se refiere al vapor; m�s bien, tambi�n muestra el ganado relacionado con el que sube; es decir, el mismo ganado tambi�n siente que Dios est� en la tormenta, cabalga sobre ella y "sube" (comp. Salmo 47:5). La versi�n de la versi�n revisada, "(muestra) el ganado que tambi�n se refiere a la tormenta que se avecina", es muy d�bil e indigno de un orador como Elihu.

HOMIL�TICA

Job 36:1

Elihu a Job: 3. Un serm�n sobre la administraci�n divina.

I. EL PREDICADOR SE PRESENTA A S� MISMO.

1. Como tener algo m�s que decir. Un hombre que no tiene nada que comunicar no deber�a salir de las regiones seguras de oscuridad que Providence dise�a que deber�a adornar. �Pero Ay! de predicadores, oradores, conferenciantes, conversadores, que balbucean sin aportar nada para dilucidar sus temas o iluminar a sus oyentes, por mucho que se satisfagan, el n�mero es legi�n. El primer requisito para alguien que aspira a ser maestro de hombres, ya sea desde el p�lpito o desde la plataforma, es que tiene algo que impartir. Cuando en la visi�n de Zacar�as el �ngel fue dirigido a "correr" y "hablar con el joven" con la l�nea de medici�n, al mismo tiempo se le encomend� un mensaje ( Zacar�as 2:4). El predicador que habitualmente entrega sermones del orden vac�o y ventoso brinda evidencia perfectamente suficiente de haber confundido su llamado. Ni Dios ni Cristo comisionaron a un embajador sin darle un mensaje.

2. Como proponer hablar en nombre de Dios. De la controversia que Job continu� con Elifaz, Bildad y Zofar, Eli� dispuso con una simple expresi�n de indignaci�n ( Job 32:3, Job 32:12). Toda la fuerza de su habilidad estaba dirigida a mantener la causa de Dios contra Job, y a atribuir justicia a Aquel a quien Job hab�a acusado de falta de equidad. Entonces, la misi�n del p�lpito cristiano no es sumergirse en las laber�nticas complejidades de la discusi�n teol�gica, con la esperanza de pronunciarse definitivamente sobre controversias de larga data y mundialmente famosas como las que atrajeron la atenci�n de los demonios eruditos de Milton ('Paradise Lost' Bk 2: 559), pero hablar con los hombres en nombre de Dios, por un lado, atribuir el derecho a Dios, es decir, reivindicar el car�cter divino, la administraci�n divina, la redenci�n divina en perfecta armon�a con el derecho y la verdad. ; y por otro lado, llevar a los hombres pecadores a un estado mental y de coraz�n correctos hacia Dios. Es una profanaci�n del oficio sagrado del ministerio cuando se emplea para difundir la filosof�a, propagar la ciencia, avanzar en la pol�tica, promover lo que se llama cultura en lugar de religi�n; en resumen, hacer cualquier cosa que no contribuya directamente a ya sea la vindicaci�n de Dios o la salvaci�n del hombre.

3. Como ofrecer una visi�n amplia y completa de su tema. La principal culpa de los pol�micos, y una que debe ser protegida incluso por los m�s sabios y justos, es la presentaci�n unilateral, que com�nmente resulta en una declaraci�n exagerada, generalizaci�n precipitada, deducci�n injustificada. Tal falla generalmente proviene de la incapacidad de percibir que la verdad es multifac�tica, o la incapacidad de captar m�s lados que uno; desde la renuencia a admitir que los aspectos de la verdad pueden presentarse a uno que se le niega a otro, o desde el excesivo engreimiento que supone que nada puede ser exacto que el yo no ve. Job y los tres amigos son buenas ilustraciones de hombres que miran el mismo objeto (por ejemplo, la administraci�n Divina) desde diferentes puntos de vista y se pronuncian mal. Elihu se comprometi� a presentar puntos de vista derivados de una amplia inducci�n de detalles, de una contemplaci�n de la verdad de muchos lados, de una reflexi�n larga y profunda. Entonces, �deber�an los predicadores apuntar a presentar solo las exposiciones de la verdad divina que han sido recopiladas por la industria paciente y la investigaci�n diligente, del tipo m�s amplio y minucioso, en el volumen de las Escrituras, en los libros de naturaleza e historia, en los registros de experiencia; e incluso estos solo despu�s de haber sido sometidos a una inspecci�n cuidadosa y absorbidos personalmente por la meditaci�n profunda.

4. Como hablando con la mayor sinceridad. Eli� prometi� que sus palabras no deber�an ser falsas en cuanto a la materia, falsas en cuanto a apuntar o enga�osas en cuanto a forma (vers�culo 4); y tampoco las declaraciones de un predicador en ninguno de estos aspectos se desv�an del camino recto de la rectitud. Lo que ofrece a la aceptaci�n de su audiencia debe ser la verdad no mezclada de Dios ( 1 Corintios 2:2, 1 Corintios 2:7; 2 Corintios 4:2; 1 Tesalonicenses 2:2), presentado no" con palabras seductoras de la sabidur�a del hombre, sino en demostraci�n del Esp�ritu y del poder "( 1 Corintios 2:4, 1 Corintios 2:13), y exhibido sin motivo oculto de engrandecimiento personal, pero con un esfuerzo honesto para avanzar la gloria de Dios en la salvaci�n del hombre ( 2 Corintios 4:2). La solidez de la doctrina, la simplicidad del discurso, la solidez del objetivo, son requisitos indispensables para un ministerio eficiente.

5. Como poseedor de un conocimiento adecuado de su tema. Al afirmar que es "perfecto en conocimiento" (vers�culo 4), Elihu puede estar afirmando su honestidad de prop�sito (Umbreit, Carey, Cook), pero la aplicaci�n de la misma frase a Dios ( Job 37:16) hace probable que �l alude aqu� a la "impecabilidad y claridad de percepci�n" (Delitzsch) con la cual �l aprehende "la teodicea a la que se opone a Job", y la intensidad de esa convicci�n interna que �l sostiene en cuanto a su verdad (Cook) . Entonces, nuevamente, los profetas de Dios y los predicadores de Cristo, mediante el estudio en oraci�n de la Palabra Divina, mediante la reflexi�n prolongada sobre los temas que dise�aron para discutir, y en particular por la humilde dependencia de ese Esp�ritu que instruy� a Eli�, trabajar para llegar a la verdadera verdad de Dios , y tener una comprensi�n lo m�s completa posible de eso, para que, en todas sus expresiones, puedan decir, como Cristo, "Hablamos que s� sabemos" ( Juan 3:11); como David, "cre�: por eso he hablado" (Salmo 116:10); y, como San Pablo, "tambi�n creemos y, por lo tanto, hablamos" ( 2 Corintios 4:13).

II EL PREDICADOR ANUNCIA SU TEMA.

1. El car�cter del ser divino. Introducido por un "�Mira!" para marcar su dignidad de la atenci�n y admiraci�n de Job.

(1) Poderoso. Significado exaltado en la estaci�n, elevado en rango o calidad de ser e inestable en poder, un punto frecuentemente descartado por el propio Job (por ejemplo, Job 9:4; Job 12:13), as� como por los amigos

(2) Condescendiente. Sin despreciar a ninguno, actuando con desprecio, como Job insinu� a Dios al hacer o�dos sordos a sus s�plicas, y con respecto a su miseria sin preocupaci�n ( Job 10:3; Job 19:7; Job 23:13). Pero el Gobernador Supremo del universo, seg�n Elihu, es un Ser demasiado exaltado para actuar injustamente, o incluso cruelmente, hacia cualquiera, incluso el m�s malvado, de sus criaturas. Por el contrario, su grandeza es la mejor garant�a de su imparcialidad absoluta y su bondad condescendiente. Que Dios desprecia nada de lo que ha hecho, ni hombre ni bestia, sino que vigila con amor y cuidado sobre la obra m�s peque�a y m�s grande, fue afirmado por Cristo ( Mateo 10:29) y experimentado por David ( Salmo 40:17), y puede confirmarse con una referencia a la naturaleza misma, en la cual los objetos m�s peque�os (por ejemplo, flores e insectos) les han otorgado la mayor cantidad de habilidad en su construcci�n, decoraci�n y preservaci�n. Esta combinaci�n de fuerza y ??belleza, de poder y gentileza, de dignidad y condescendencia, que Elihu proclama que es caracter�stica de Dios, se ejemplific� eminentemente en Cristo, y se encuentra en el fundamento de toda grandeza moral en una.

(3) Sabio. "Poderoso en fuerza de coraz�n" (vers�culo 5), el Ser Divino puede penetrar a trav�s de todos los disfraces, descubriendo lo correcto y lo incorrecto en todas partes, en todo momento y por completo. Adem�s de ser de poder infinito y de gran amabilidad, tambi�n es de comprensi�n omnisciente.

2. El car�cter de la administraci�n divina.

(1) Punitivo o destructivo hacia los imp�os: "No preserva la vida de los imp�os", la doctrina de los amigos ( Job 5:2; Job 8:12, Job 8:13; Job 11:20), pero aqu� avanz� con mayor equidad de afirmaci�n (ver infra); y

(2) amable o conservador hacia los piadosos: "�l da derecho a los pobres", o afligidos, es decir, les asigna lo que es justo, lo que est� en armon�a moral y espiritual con su condici�n, a saber. liberaci�n y salvaci�n: tambi�n un principio de los amigos ( Job 5:17; Job 8:5; Job 11:13), aunque aqu� nuevamente se expone con m�s precisi�n y moderaci�n que por ellos.

III. EL PREDICADOR DESARROLLA SU ARGUMENTO.

1. El trato divino de los justos.

(1) Vigilarlos mientras se hace bien. "No aparta sus ojos de los justos", una doctrina de la Escritura frecuentemente declarada ( 2 Cr�nicas 16:9; Salmo 1:6; Salmo 34:15; Proverbios 10:3; Isa�as 26:7; Isa�as 27:3); ilustrado por los casos de No� ( G�nesis 7:1), los israelitas ( �xodo 3:7), David (Salmo 139:1) e incluso el propio Job ( Job 23:10); y aqu� se declar� de aplicaci�n universal, si los objetos de su observaci�n son reyes en el trono, como David, Salom�n, Ezequ�as y Jos�as, o prisioneros afligidos, como Jos� en Egipto, Daniel en Babilonia o San Pablo en Philippi

(2) Recompens�ndolos por su piedad, "Con los reyes est�n [es decir, los justos] en el trono; s�, �l los establece para siempre, y son exaltados" Tarde o temprano, los justos son adelantados a un estado de realeza prosperidad; a veces literalmente, como con Jos�, David, Daniel; pero siempre espiritualmente, como las personas elegidas, que se hicieron "un reino de sacerdotes" ( �xodo 19:6), y como los cristianos, que se constituyen como "reyes y sacerdotes para Dios" ( Apocalipsis 1:6; Apocalipsis 5:10; 1 Pedro 2:9) y designado para reinar por siempre.

(3) Instruirlos cuando est�n afligidos. Suponiendo que las cuerdas y grillos que las sostienen han sido impuestas como un acto de misericordia por Dios ( Job 5:17; Salmo 94:12; Proverbios 3:11; Apocalipsis 3:12), Elihu dirige la atenci�n a un beneficio m�s rico que la aflicci�n, a saber. la educaci�n especial que reciben de Dios durante su continuaci�n, una educaci�n en su car�cter

(a) misericordioso, impartido por Dios, principalmente a trav�s de su Palabra y Esp�ritu;

(b) convencerles, despleg�ndoles el pecado del cual han sido culpables;

(c) humillando, se�alando el orgullo tonto y la vanagloria de la cual ha procedido;

(d) admonitorios, advirti�ndoles del peligro en el que contin�an mientras son impenitentes;

(e) autoritario, permitiendo a sus conciencias despiertas sentir el deber urgente de apartarse del mal; y

(f) eficaz, conduciendo en el caso de cada hijo genuino de Dios a un retorno cordial a los caminos de Dios.

(g) Restaurarlos cuando penitentes. Al definir esa sumisi�n que le otorgan a Dios como escuchar y servir (los ingredientes esenciales de toda verdadera contrici�n), Elihu los describe como terminando sus d�as en medio del "bien", es decir, de todo tipo de disfrute puro, y sus a�os en el en medio de los placeres, o las cosas bellas y verdaderas delicias.

2. El trato divino de los injustos. Un objetivo principal de la aflicci�n es separar a los injustos de los justos. Como los �ltimos se distinguen por su retorno penitencial a Dios, los primeros son reconocidos por caracter�sticas opuestas, no oyen la voz de Dios (vers�culo 12; cf. Juan 18:37) ni se someten a la mano de Dios, sino que aprecian la ira y la ira. indignaci�n contra la justicia de Dios al afligirlos (vers�culo 13), ni rezar por la ayuda de Dios (vers�culo 13) cuando los ha atado, sino bien aguantando en un silencio hosco o aullando de angustia impaciente. De acuerdo con esto, Dios los deja a su perdici�n ricamente merecida y evolucionada, de morir

(1) de repente: "Pasar�n por la espada", la alusi�n no se debe tanto a la forma violenta de su partida, sino a que es el resultado de una visita judicial;

(2) irremediablemente: "Morir�n sin conocimiento" - "sin haber alcanzado la sabidur�a" ( Job 4:21), habiendo perdido el verdadero final de su existencia, no haber logrado alcanzar ese conocimiento de Dios en el cual solo yace la salvaci�n ( Juan 17:2), como los gentiles de quienes Pablo escribe: "Sin esperanza y sin Dios en el mundo" ( Efesios 2:12);

(3) prematuramente: "Ellos [literalmente 'sus almas'], mueren en la juventud" (vers�culo 14), siendo cortados mientras todav�a est�n parados en el umbral de la vida, su sol se pone mientras a�n es mediod�a ( Am�s 8:9), como Ocoz�as ( 2 Reyes 8:26), Alejandro Magno y otros;

(4) sucio: "Su vida est� entre los impuros", es decir, haber pasado sus d�as en sensualidad e incontinencia enervante prematuramente, como los sodomitas (margen), como los hombres consagrados que practicaban la obscenidad sin nombre en templos paganos ( 1 Reyes 14:24; 1 Reyes 15:12; 1 Reyes 22:47), como aquellos a quienes San Pablo describe como" deshonrando sus propios cuerpos entre ellos "( Romanos 1:24), se les permiti� morir como hab�an vivido, y encontrar una tumba en la inmundicia moral en la que se hab�an revolcado, "recibiendo en s� mismos la recompensa de su error que se encontr�".

IV. EL PREDICADOR APLICA SU DISCURSO. En general, a todo el cuerpo de los justos (vers�culo 15), pero m�s particularmente a Job, al establecer:

1. La bendici�n que se hab�a perdido. Si en lugar de murmurar y protestar bajo los castigos de Dios, hubiera cedido sumisi�n penitencial, Dios ahora se habr�a interpuesto para su liberaci�n, y lo rescatar�a de la boca de la angustia, incit�ndolo hacia adelante hasta que hubiera llegado a un lugar amplio donde, literalmente, cuyo "debajo" (suelo) no habr�a sido estrecho, y donde la bajada de su mesa, es decir, la comida puesta sobre ella, deber�a haber estado llena de gordura (vers�culo 16). Entonces Dios se compromete a hacer por todos los que humildemente conf�an en su gracia y poder

(1) entregarlos en tiempo de problemas ( 2 Reyes 20:6; Salmo 34:19; Salmo 41:1; Salmo 91:14; Salmo 97:10), cuando arrebat� a David de las fauces del le�n y el oso ( 1 Samuel 17:37; Salmo 18:16, Salmo 18:17);

(2) para establecerlos con facilidad y comodidad, coloc�ndolos en lugares grandes, como lo hizo David (Salmo 18:19) y un bardo hebreo posterior (Salmo 118:5), como �l hizo con Israel cuando la sac� de Egipto primero al desierto y luego a Cana�n ( �xodo 3:8; Jueces 18:10), y como lo hace con los creyentes cuando los libera de la condena y los introduce en la libertad de los hijos de Dios; y

(3) para proporcionarles una mesa en el desierto, como lo hizo nuevamente para Israel (Salmo 78:19) y para David (Salmo 23:5), como lo ha hecho por todos los mundo en el evangelio ( Isa�as 25:6; Mateo 22:1), y para el pueblo de Cristo en la Santa Cena ( 1 Corintios 10:21; 1 Corintios 11:20 )

2. El pecado que hab�a cometido. Job hab�a "cumplido el juicio de los imp�os" (vers�culo 17); Es decir, como el malvado, hab�a pronunciado una sentencia judicial sobre Dios y sus tratos. En lugar de aceptar humildemente en las dispensaciones divinas, seg�n otra interpretaci�n del verso anterior, se hab�a dejado seducir al escuchar la voz de la aflicci�n por su prosperidad ilimitada y por la facilidad de su mesa, que estaba llena de gordura. (Ewald, Dillmann, Canon Cook), de modo que hab�a llenado la medida de su iniquidad como un malhechor com�n. Revela una terrible declinaci�n por parte de un buen hombre cuando no puede comportarse mejor bajo los castigos de Dios, y no piensa mejor en Dios debido a ellos que un pecador ordinario. Sin embargo, los hombres buenos, si se dejan solos, pueden llegar a esto. Por lo tanto, no seamos de mente alta, sino miedo.

3. El peligro en el que hab�a incurrido. Como consecuencia de la obstinaci�n insensible de Job y la censura impenitente hacia Dios, "la justicia y el juicio se hab�an apoderado de �l"; ahora estaba realmente sufriendo los castigos que se deb�an a los hombres malvados de la mano de la justicia. Si los hombres buenos por su mal comportamiento los colocan. entre los malvados, no tiene por qu� sorprenderles si Dios los golpea, es decir, juzgarlos y castigarlos, como los malvados. Tal juicio como Job hab�a sido culpable de estar cerca, y com�nmente era seguido por el juicio de Dios. El �nico juicio que un buen hombre puede realizar con seguridad es sobre s� mismo ( 1 Corintios 11:31, 1 Corintios 11:32).

4. Las advertencias que requer�a.

(1) Contra el descenso a la burla infiel. "Porque hay ira [sc. En tu coraz�n], no te dejes despreciar" (vers�culo 18). De hecho, hab�a sido acusado por Zofar ( Job 11:3), y no completamente absuelto por Elihu ( Job 34:37), quien ahora, sin embargo, solemnemente le anuncia que ese ser�a el cierto asunto si ced�a a sus sentimientos apasionados contra Dios. La silla del escarnecedor es el t�rmino com�n de los que comienzan caminando en el camino de los imp�os.

(2) Contra la subvaloraci�n de la ira divina. "Porque hay ira" (sc. Con Dios), ten cuidado "para que no te quite con un golpe". "Debido a que la sentencia contra una obra malvada no se ejecuta r�pidamente, por lo tanto, el coraz�n de los hijos de los hombres est� totalmente dispuesto a hacer el mal" ( Eclesiast�s 8:11). Pero el hombre malvado no tiene garant�a de que la indignaci�n divina contra el pecado no se encienda repentinamente contra �l, como lo hizo contra Ca�n, los antediluvianos, las ciudades de la llanura, Fara�n, Cor�, Dat�n y Abiram, Am�n, Herodes, y otros.

(3) Contra confiar en cualquier rescate o expiaci�n que se proporcione a s� mismo. "Entonces un gran rescate no puede librarte" (vers�culo 18). Ni la riqueza (vers�culo 19) ni el sufrimiento (vers�culo 18) pueden evitar la ira divina. Solo un rescate tiene m�rito suficiente para apartar la espada del juicio.

(4) Contra el pensamiento de que la riqueza o cualquier esfuerzo personal puede asegurar la salvaci�n. "�Te pondr�n tus riquezas m�s all� de la angustia y todos los esfuerzos de tu fuerza?" (vers�culo 19). No; nada lo har� excepto el arrepentimiento y la fe.

(5) Contra el anhelo de una muerte r�pida. "No desees la noche, cuando la gente queda aislada en su lugar" (vers�culo 20). de este verso, del cual un comentarista (Schultens) da quince explicaciones diferentes, el sentido es claramente que es mejor que Job tenga cuidado de cumplir tontamente cualquier deseo como el de que Dios lo corte ( Job 6:9; Job 7:15), ya que Dios podr�a tomarlo en su palabra y sacarlo de su lugar de abajo, es decir, de la tierra (Delitzsch), o de un lugar de abajo (Carey). La muerte elimin� pueblos enteros, y no tendr�a ninguna dificultad en eliminarlo. Y Job podr�a encontrar su expectativa decepcionada. En lugar de subir a una condici�n mejorada, podr�a preferir a la muerte descender a una peor (Umbreit). Ning�n hombre que sepa qu� es la muerte la desear� antes de lo que Dios se complace en enviarla.

(6) Contra preferir la maldad a la miseria. "Presta atenci�n, no consideres la iniquidad; porque has elegido esto en lugar de la aflicci�n" (vers�culo 21). Es decir, en lugar de soportar con mansedumbre la mano castigadora de Dios, Job hab�a deseado pecaminosamente morir, independientemente de si era o no la voluntad de Dios. Una tentaci�n com�n para los santos, no menos que para los hombres comunes, para elegir el pecado en lugar del sufrimiento. Elegir morir en lugar de pecar es el triunfo de la gracia.

Aprender:

1. La verdadera dignidad de un ministro del evangelio como alguien que habla por Dios y Cristo.

2. El negocio especial de un ministro del evangelio, a saber. para reivindicar los caminos de Dios con el hombre.

3. El deber obligatorio de un ministro del evangelio, entregarse a la lectura y la meditaci�n.

4. El elevado objetivo del ministro del evangelio, hablar siempre por convicci�n personal.

5. La gloria suprema de la Deidad, como la combinaci�n de justicia infinita y misericordia infinita, grandeza infinita y condescendencia infinita.

6. La extrema ansiedad que Dios manifiesta para llevar a los hombres al arrepentimiento y la salvaci�n.

7. La indudable certeza de que los impenitentes e injustos finalmente perecer�n.

8. La imposibilidad absoluta de salvaci�n para aquellos que desprecian el rescate divinamente provisto.

9. El gran peligro de caer en la ira contra Dios o sus dispensaciones.

10. La profunda ilusi�n de aquellos que imaginan que la muerte es una bendici�n para cualquiera que no sea el pueblo de Dios.

Job 36:22-18

Elihu a Job: 4. Un serm�n sobre la grandeza de Dios.

I. ABSOLUTO EN SU SOBERAN�A.

1. Gobernar por su propio poder. "He aqu�, Dios exalta" (se. Mismo), es decir, se muestra exaltado, "act�a en alto" (Delitzsch) "en su fuerza" (vers�culo 22). El imperio universal de Dios se basa en su omnipotencia. Con �l, poder y derecho son coordinados y coextensivos. "�l gobierna por su poder para siempre; sus ojos miran a las naciones: no se enaltecen los rebeldes" (Salmo 66:7).

2. Tener dominio de ning�n superior. "�Qui�n lo ha ordenado a su manera?" (vers�culo 23). Los pr�ncipes y los potentados de la tierra derivan su autoridad de �l ( Proverbios 8:16); el siempre bendecido y �nico Potentado, el Rey de reyes y Se�or de se�ores, deriva el suyo de ninguno. "El dominio y el miedo est�n con �l" ( Job 25:2). S�, dice Jehov�: "Yo soy el Se�or, y no hay nadie m�s" ( Isa�as 45:18).

3. Admisi�n de ninguna inspecci�n. "�Qui�n puede decir: has forjado iniquidad?" (vers�culo 23). Como el Todopoderoso no admite ning�n superior o rival en su trono, tambi�n admite que no tiene oposici�n a su trabajo. "Todo lo que su alma desea, eso hace" ( Job 23:13). Como nadie puede interponerse para decir: "�Qu� haces?" ( Daniel 4:35), por lo que nadie puede reclamar el derecho de someter su trabajo a una inspecci�n cr�tica. Juzgarlo es que una criatura sea culpable de la m�s alta arrogancia. Sustancialmente este fue el pecado de Job.

II INCOMPARABLE EN SU ENSE�ANZA. "�Qui�n ense�a como �l?" (vers�culo 22). A juicio de Elihu, uno de los fines principales contemplados por el gobierno providencial de Dios en el mundo era la educaci�n de los hombres ( Job 33:14; Job 35:11; Job 36:9). Por lo tanto, por Elihu Dios es designado Instructor o Maestro, Moreh, traducido por la LXX. "Se�or." Entonces Dios se represent� a s� mismo a Mois�s ( �xodo 4:15), a Israel ( �xodo 20:1), a David (Salmo 32:8). As� es Dios para su pueblo en general ( Isa�as 54:13; Jeremias 31:33, Jeremias 31:34; Miqueas 4:2; Juan 6:45). Como Maestro de hombres, Dios supera a todos los dem�s instructores, poseyendo calificaciones que nunca, solidaria o solidariamente, existen perfectamente, excepto en s� mismo.

1. Habilidad. Muchos se comprometen a instruir a otros que carecen por completo de la capacidad de comprender a sus sujetos, sus alumnos o ellos mismos. Pero tal deficiencia no puede estar con Dios, quien, adem�s de conocerse a s� mismo, comprende todas las cosas y mide con precisi�n a todos los hombres. Esta calificaci�n fue pose�da en un grado eminente por Cristo.

2. Autoridad. La autoridad divina para ense�ar y el car�cter autoritario de 'la ense�anza divina se basan en el se�or�o de Dios sobre el hombre, y el conocimiento perfecto de Dios de lo que �l ense�a. Entonces, Cristo, exactamente por las mismas razones, habl� con autoridad, y no como los escribas ( Mateo 7:29).

3. Variedad Como todo instructor inteligente, Dios emplea diferentes m�todos de ense�anza: sus obras ( Job 35:11), su Palabra (Salmo 94:10), sus dispensaciones providenciales ( Job 33:16 ), su Esp�ritu ( Nehem�as 9:20; Proverbios 1:23). As� lo instruy� Cristo a sus seguidores, por sus obras ( Mateo 6:26), por su Palabra ( Lucas 24:27), por sus providencias ( Lucas 13:1), por su Esp�ritu ( Lucas 12:12; Juan 14:26).

4. Idoneidad. La ense�anza de Dios siempre se adapta a la ocasi�n (Salmo 32:8; Isa�as 48:17); y a las capacidades de sus eruditos ( Isa�as 28:9, Isa�as 28:10); y as� tambi�n fue de Cristo. El Esp�ritu Santo tambi�n procede de la misma manera gradual en el trabajo de iluminar las mentes oscuras.

5. Simplicidad. Apuntando al bien de los que escuchan, Dios siempre ense�a de la manera m�s clara y directa posible, hablando de manera tan clara, clara e inteligible, que requiere, como con Ad�n ( G�nesis 3:9) y con No� ( G�nesis 6:13), con Abimelceh ( G�nesis 20:3) y con Lab�n ( G�nesis 31:24), para hablar solo una vez; con tanta seriedad y entusiasmo que a menudo habla dos veces, como lo hizo con Abraham ( G�nesis 22:11), y como lo hizo Cristo con Sa�l ( Hechos 9:4); s�, con una paciencia y gentileza tan admirables que incluso condesciende a hablar tres veces, como lo hizo con Samuel ( 1 Samuel 3:10).

6. Deseable. La ense�anza que Dios da es sobre temas que m�s le conviene conocer al hombre, en particular sobre lo que hace sabio a la salvaci�n: el Ser, el car�cter y el prop�sito de Dios; la dignidad original, la condici�n presente y el destino futuro del hombre; la naturaleza, la culpa y la pena del pecado; la Persona, oficios y obra de Cristo; la fuente, los medios y el fin de la salvaci�n; la ley de la vida y la regla del deber; La forma de morir y el camino a la gloria eterna.

7. Eficiencia. Deseable y completo como tal programa de instrucci�n es, nadie puede aprenderlo por sus propios poderes sin ayuda ( 1 Corintios 2:14). Pero Dios puede guiar a su pueblo a comprenderlo en toda su plenitud (Salmo 25:9).

III. INMACULADO EN SU SANTIDAD. "�Qui�n puede decir: has forjado iniquidad?" (vers�culo 23).

1. Santidad inseparable de la idea de Dios. Un Ser que puede ser acusado de iniquidad no puede ser Divino. Por lo tanto, Dios no puede, en ning�n sentido o grado, ser el autor del pecado.

2. Los hombres propensos a conectar el pecado con Dios. Los paganos lo hacen cuando adoran a deidades como ellos: "dioses feroces, rapaces, crueles e injustos". Los fil�sofos lo hacen cuando responsabilizan a Dios por todo lo que existe. Incluso las personas buenas lo hacen cuando acusan a Dios de desigualdad o injusticia en sus formas.

3. La santidad de Dios insisti� en gran medida en las Escrituras. La tendencia inveterada del coraz�n ca�do a olvidar la pureza divina exige que esto se frene con frecuencia para la contemplaci�n ( �xodo 15:11; Deuteronomio 32:4; 1 Samuel 2:2; Job 4:17; Job 34:10; Salmo 92:15; Salmo 111:9; Isa�as 57:15; Apocalipsis 4:8).

IV. INB�SQUEDA EN SU SER. "He aqu�, Dios es grande, y nosotros no lo conocemos" (vers�culo 26).

1. No lo conocemos directamente. "Ning�n hombre ha visto a Dios en ning�n momento", dijo Cristo ( Juan 1:18); con lo cual acepta la palabra de Dios a Mois�s ( �xodo 33:20), y la palabra de Juan a los cristianos ( 1 Juan 4:12). Dios se revela al hombre en la creaci�n (Salmo 19:1; Romanos 1:20), en providencia ( Job 9:11, sqq.), En Cristo (Jn 14: 9 ; 2 Corintios 4:6; Colosenses 1:15), a trav�s del Esp�ritu ( Mateo 11:27).

2. No lo conocemos por completo. Es cierto que el Dios infinito nunca ser� entendido completamente por una criatura finita. Pero incluso de tal medida y grado de conocimiento como sea posible para el hombre, tambi�n es cierto que no hemos alcanzado la medida completa. "Ahora lo sabemos en parte" ( 1 Corintios 13:12). De aqu� en adelante todo lo que Dios puede conocer por criaturas finitas se realizar�.

3. No lo conocemos claramente. Incluso lo que aprehendemos del Ser Divino est� involucrado en mucha oscuridad. "Ahora vemos a trav�s de un cristal oscuro" ( 1 Corintios 13:12). En adelante, sus sirvientes contemplar�n su rostro con visi�n abierta ( Apocalipsis 22:4). Sin embargo, a pesar de estas limitaciones:

4. Lo conocemos no imaginariamente, sino realmente. Es decir, nuestro conocimiento del Ser Divino, aunque no es directo, ni adecuado, ni perfectamente claro, es real, preciso y confiable en lo que respecta.

V. ETERNO EN SU EXISTENCIA. "Tampoco se puede buscar el n�mero de sus a�os" (vers�culo 26). El lenguaje que atribuye a�os a Dios es, por supuesto, antropom�rfico (Salmo 102:24). Tanto Elihu como el bardo hebreo tienen la intenci�n de representar a Dios como "sin principio de d�as o fin de a�os", como existente "desde la eternidad hasta la eternidad", como exaltado por encima de todas las permutaciones y vicisitudes de la vida creada y, por lo tanto, como eliminado por completo m�s all� de la esfera del juicio o la cr�tica del hombre.

VI. MARAVILLOSO EN SU TRABAJO. A este pensamiento, Elihu se repite en detalle en el cap�tulo siguiente (vide homiletics). Mientras tanto, alude a ciertos fen�menos naturales como indicativos del excelente poder de Dios para trabajar.

1. Lluvia "Porque �l hace peque�as [literalmente, 'dibuja,' sc. Por evaporaci�n] las peque�as gotas de agua", despu�s de lo cual "vierten lluvia [o, 'como lluvia'], de acuerdo con el vapor de la misma", o "para esta niebla" (Cook), o "en relaci�n con su niebla" (Delitzsch). No es la comprensi�n de c�mo se forma la lluvia lo que constituye la maravilla o la dificultad del fen�meno; es la lluvia, la instituci�n y el mantenimiento de esas leyes y fuerzas materiales que producen lluvia. Es aqu� donde se requiere y se ve el poder divino.

2. Nubes. "Que las nubes caen y destilan abundantemente sobre el hombre" (vers�culo 28). No menos interesantes entre los objetos que atraen al estudiante de la naturaleza son las nubes del cielo, que reciben la humedad evaporada de la tierra, y la retienen flotando en la atm�sfera hasta que el suelo seco la requiere nuevamente. Objetos de belleza en s� mismos, atestiguan sorprendentemente el poder todopoderoso, la sabidur�a inigualable y la bondad esencial de Dios.

3. Trueno. "�Tambi�n alguien puede entender la extensi�n de las nubes, o el ruido de su tabern�culo?" (vers�culo 29). La aparici�n del cielo en una tormenta el�ctrica es lo que el poeta pretende representar, cuando las nubes oscuras se extienden por el firmamento, y el primer trueno cae sobre la oreja (ver homil�tica en el pr�ximo cap�tulo).

4. Rayo. "He aqu�, �l extiende su luz sobre �l", o sobre s� mismo ( Habacuc 3:4), "y cubre el fondo [literalmente, 'las ra�ces'] del mar" (vers�culo 30); Es decir, ilumina todo el cielo e incluso ilumina las profundidades ocultas del oc�ano por el resplandor de su rayo.

VII. BENEFICIARIO EN SU ADMINISTRACI�N. "Las dos ideas de poder y bondad se asocian estrechamente en la mente de Elihu; mientras que los tres amigos reflexionan m�s sobre la combinaci�n de poder y justicia, y Job sobre la combinaci�n de poder y sabidur�a. La bondad, la rectitud, la sabidur�a, son uno en Dios; varios aspectos bajo los cuales se manifiesta el principio esencial del amor "(Canon Cook). La beneficencia de la administraci�n divina en la naturaleza se representa en una doble forma.

1. Negativamente, como juicio sobre las naciones. "Porque por ellos juzga al pueblo" (vers�culo 31). Aparentemente severos en s� mismos, los juicios de Dios sobre los hombres y las naciones malvadas son para los hombres y las naciones justos actos de gracia y bondad. Es para el beneficio del mundo que el pecado debe ser castigado. El amor no menos que la justicia exige que los imp�os sean derrocados.

2. Positivamente, como amabilidad con su pueblo. "�l da carne en abundancia". En este aspecto, Elihu piensa en la lluvia, las nubes, los truenos, los rel�mpagos. Los usos beneficiosos de estos y otros fen�menos ordinarios de la naturaleza son patentes para el m�s m�nimo reflejo. La lluvia es el gran fertilizante del suelo; la nube, adem�s de servir como pantalla para moderar el calor del sol, funciona para evitar la radiaci�n demasiado r�pida del calor de la tierra, mientras que tambi�n act�a como el gran recolector y distribuidor de lluvia para el suelo reseco; La tormenta el�ctrica es el m�s eficaz de todos los purificadores y rectificadores atmosf�ricos.

VIII GLORIOSO EN SUS MANIFESTACIONES. Aprovechando, como siempre, la extrema oscuridad de los dos �ltimos versos (vide Exposici�n), y aprovechando la m�s probable de las interpretaciones ofrecidas, encontramos a Elihu sugiriendo acerca de las manifestaciones divinas que son:

1. Anunciado por los elementos. Se cree que Eli� alude a una teofan�a que se aproxima, de la cual la tormenta era el heraldo. "Con nubes cubre la luz", etc .; literalmente, "sobre ambas manos se extiende como una cubierta de la luz" (es decir, el rayo), "y lo ordena como alguien que golpea la marca" (Delitzsch) contra su enemigo (Gesenius, Umbreit), al golpear (Carey) a quien alcanzar� (Canon Cook). Tambi�n lo fue el acercamiento de Dios a Ad�n despu�s de que hab�a sido anunciado por una r�faga de viento a trav�s del jard�n ( G�nesis 3:8); a Israel por truenos y rel�mpagos y el ruido de una trompeta ( �xodo 20:18); a Elijah por un viento, un terremoto y un incendio ( 1 Reyes 19:11). As� fue el advenimiento de Dios al mundo en la Encarnaci�n proclamado por se�ales y maravillas tanto en el cielo como en la tierra. El descenso del Esp�ritu Santo en Pentecost�s fue acompa�ado por un fuerte viento. El regreso de Dios para juzgar al mundo ser� atendido con prodigios alarmantes.

2. Reconocido por la oraci�n irracional. Para los reba�os, Elihu representa el rumor del trueno anunciando la llegada de Dios. Entonces, cuando Cristo el Hijo de Dios vino a la tierra, no solo los vientos y los mares le obedecieron (Marco 4:41), sino que las bestias salvajes se reunieron a su alrededor y olvidaron su ferocidad (Marco 1:13). Entre los signos que pronosticar�n su segunda venida estar� la mentira del lobo con el cordero, y del leopardo con el ni�o ( Isa�as 11:6).

3. Presentado al hombre. Ni la creaci�n inanimada ni los animales irracionales pueden aprehender conscientemente la gloria de Dios. Por lo tanto, las manifestaciones divinas, aunque anunciadas e inconscientemente reconocidas por ellas, no est�n espec�ficamente destinadas a ellas, sino al hombre, la cabeza y la corona del globo material. Solo al hombre de todas las criaturas de Dios en la tierra pertenece el poder de aprehender la gloria Divina. Por lo tanto, las autorrevelaciones de Dios son siempre por el bien del hombre. El que ahora se acercaba era por el bien de Job. La encarnaci�n fue por el bien de la humanidad. El segundo advenimiento ser� por el bien de la Iglesia.

4. Dirigido contra la injusticia. "El sonido del mismo (es decir, el trueno) anuncia acerca de su ferocidad de ira contra la injusticia" (Cook). Aun as�, la primera manifestaci�n divina en la Encarnaci�n y la cruz fue una revelaci�n de la ira de Dios contra toda injusticia de los hombres ( Romanos 1:18); aunque de este personaje mucho m�s participar� el pr�ximo Apocalipsis Divino.

5. Dise�ado para la salvaci�n de los justos. Seg�n otra interpretaci�n (Umbreit), se entiende que Elihu dice que, mientras Dios llena ambas manos de luz, en una mano sostiene el rayo con el que golpea a los malvados, pero en la otra la luz del sol. para revelar a su amigo, e incluso al ganado y a las plantas. Puede recordarnos nuevamente el doble prop�sito de todas las manifestaciones de Dios. La columna de nube y fuego significaba destrucci�n para Egipto, pero emancipaci�n para Israel. Incluso el evangelio es un sabor de vida para algunos, pero de muerte para otros. Cuando Cristo venga, no ser� solo para castigar a sus enemigos, sino tambi�n para salvar a sus amigos.

Aprender:

1. Magnificar la obra de Dios.

2. Celebrar la alabanza de Dios.

3. Reverenciar el Nombre de Dios.

4. Para deleitarse en la revelaci�n de Dios.

5. A consentir en el prop�sito de Dios.

6. Escuchar la ense�anza de Dios.

7. Aceptar la salvaci�n de Dios.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Vers�culo 1-37: 24

Cuarto discurso de Eli�: Dios amoroso, justo y santo.

En los discursos anteriores de Eli�, be se ha centrado principalmente en las relaciones morales del hombre con Dios, y la visi�n presentada por Dios ha sido principalmente la obtenida a trav�s de los sentimientos y las analog�as humanas. Su discurso actual se eleva a una visi�n sublime de �l como el Infinitamente poderoso, el sabio y justo Padre de la humanidad. Si suponemos que durante este discurso se est� gestando la tormenta de la que Jehov� habla actualmente, entonces todas las referencias de Elihu al rayo, el trueno, la tormenta y la lluvia reciben, a medida que avanza, su espl�ndida ilustraci�n de la escena sublime alrededor, y aumentan La fuerza de sus llamamientos.

I. INTRODUCCI�N. ( Job 37:1.) El orador comienza anunciando que tiene algo m�s de peso que decir para justificar los caminos de Dios para el hombre. �l tiene "palabras para Dios" que pronunciar. Aunque las obras de Dios son su justificaci�n, y no necesita defensa a manos del hombre, se puede decir que el ejercicio libre de la raz�n, al exponer la gloria de su bondad y justicia, es un servicio aceptable para �l. Si se deleita en el testimonio inconsciente de beb�s y lactantes (Salmo 8:1), a�n m�s debe deleitarse en las ofrendas espont�neas conscientes del pensamiento maduro del hombre en su santuario, Las grandes obras de te�logos y apologistas cristianos, como los "Institutos" de Calvino o la "Analog�a" de Butler, son los tributos de la raz�n al honor de Dios. Pero no tienen valor a menos que tengan esa cualidad que Elihu afirma tan enf�ticamente, sinceridad, verdad. El que se aventura a hablar por Dios debe hablar, no con el prop�sito de conveniencia temporal, sino fuera de la conciencia de la eternidad.

II LA JUSTICIA DE DIOS REVELADA EN LA HISTORIA DEL HOMBRE. ( Job 37:5.) El curso de la vida, argumenta el hablante, muestra que un Poder castigador, purificador, pero al mismo tiempo amoroso, est� trabajando en el mundo. Esto es compatible:

1. Por una visi�n general de la vida humana. ( Job 37:6.) Dios se revela en los diferentes cursos de la vida de los hombres como Poder, pero no como Poder arbitrario. Su grandeza no est� asociada con el desprecio por la humildad del hombre. No es imprudente lo correcto y lo incorrecto. Mantiene el orden moral: el sumidero imp�o sin apoyo en la ruina que su propia conducta les ha preparado; mientras que quienes sufren la injusticia de otros son socorridos y defendidos. El ojo vigilante de Dios est� sobre todos los hombres justos, desde el rey cuyo trono establece, cuya dignidad protege, hasta el cautivo en sus cadenas, hasta el mendigo en su miseria. Esto, como hemos visto con frecuencia, es la firme verdad fundamental que se encuentra debajo de todo este libro y en toda la Biblia. Y las aparentes excepciones a estos principios de la administraci�n Divina ahora se explican como simplemente aparentes; porque vienen bajo el principio del castigo, que no es m�s que otra ilustraci�n del amor. Seg�n este punto de vista, nunca puede exponerse m�s que el sufrimiento, no la marca de culpa, sino la se�al silenciosa del amor en forma de disciplina. Sin culpa positiva puede haber estancamiento moral, en el cual los g�rmenes del mal futuro son descubiertos por el ojo del Divino Educador. El mal se est� formando en tendencia o pensamiento cuando no ha florecido en hechos. Luego viene la visita de Dios en el sufrimiento para advertir, para insinuar peligro, para "abrir el o�do" a instrucciones que se cre�an innecesarias en los d�as de perfecta paz y autocomplacencia. Y si la mente cede a esta gu�a amable y se inclina a la docilidad a esta nueva revelaci�n de la santa voluntad, todo estar� bien. La temporada de depresi�n y desastre pasar�, y las ovejas que hayan escuchado la voz del Pastor se ver�n conducidas una vez m�s a los verdes pastos de contenido ( Job 37:6). Pero el Dios que se nos revela en este aspecto tierno y amable en el curso de la experiencia, bajo la condici�n de obediencia, se viste de severidad y severidad para aquellos que resisten. Aquellos que se aventuran a la guerra con la ley, a rebelarse contra la omnipotencia y la justicia, solo pueden encontrar una desgracia infeliz. En formas maravillosas, desconocidas para el hombre, Dios puede llevar a los hombres a su meta destinada ( Job 37:12). La gran lecci�n, entonces, es hacerse un autoexamen (la apertura del o�do) y orar cuando los visitantes del amor castigador de Dios est�n tocando la puerta de nuestro coraz�n. �La lecci�n se expresa se�alando los tristes ejemplos de vidas in�tiles y sin oraci�n! Estos, como los lugares donde no cae el roc�o, no pueden prosperar. Corazones, como rocas desnudas, que no se derretir�n al sol, insensibles, impenitentes, descuidados, perecer�n por falta de conocimiento, de fe, de Dios; pero aquellos cuya naturaleza entera ha sido dividida y abierta por el sufrimiento est�n preparados para recibir la semilla de la sabidur�a eterna que el Divino Marido busca implantar en esos momentos ( Job 37:15).

2. Por referencia a las vicisitudes de Job. (Vers�culos 16-21.) En estos vers�culos, que tienen un significado tan oscuro en nuestra versi�n, se hace una deducci�n de los principios anteriores en referencia al caso de Job. En el vers�culo 16, el verbo debe tomarse en el presente, "Dios guiando" o "es para guiarlo" fuera de su presente condici�n de angustia y angustia; pero �qu� pasa si las condiciones de sumisi�n, penitencia y docilidad son insuficientes en Job? Asumiendo que existe esta necesidad, se dan solemnes advertencias: que �l no puede, si est� en un estado de pecado, escapar del juicio de Dios; que si permite que el fuego del sufrimiento lo enloquezca de impiedad en lugar de purificar su esp�ritu, se encontrar� en una situaci�n malvada, ya que ning�n grito ni esfuerzo pueden sacarlo de los colmillos de la fatalidad. No dejemos que Job, entonces, diga el orador (vers�culo 20), quiz�s se�alando la oscura advertencia del cielo, mucho despu�s de la noche (del juicio); �Porque pueblos enteros mueren en esa terrible oscuridad cuando la ira de Dios se derrama! Y para concluir las advertencias, deje que Job tenga cuidado con la vuelta del coraz�n a la vanidad: la irreflexi�n natural de la humanidad en presencia de los juicios de Dios. La solicitud es injusta con respecto a Job; aun as�, se nos recuerda indirectamente que no es suficiente sostener una verdadera teor�a del gobierno moral de Dios en general, sin aplicarla a los hechos de nuestras propias vidas. Los hombres pueden aplicar severamente grandes principios a nuestro car�cter y condici�n en el mundo; Esto no puede absolvernos del deber de aplicarlos de manera verdadera y honesta para nosotros.

III. LA JUSTICIA DE DIOS REVELADA EN LA NATURALEZA. (Vers�culo 22- Job 37:24.)

1. La sabidur�a y el poder de Dios como se ve en las maravillas de la naturaleza. (Verso 22- Job 37:13.) Introducci�n. (Vers�culos 22-25.) El poder sublime de Dios llena de asombro a cada observador de la Naturaleza. �Qui�n es un gobernante como �l? �Qui�n puede mejorar la naturaleza? Ella es la gran mecanista, artista, dise�adora, ejecutora. El hombre puede producir nuevas variedades de plantas y, en cierta medida, de animales mediante el ejercicio de la inteligencia, pero "sobre ese arte que los hombres llaman naturaleza es otro arte que la naturaleza hace". El arte es el mayor esfuerzo de la naturaleza humana; �Y qu� naturaleza puede honrar el que no honra al humano? Si, entonces, tienes una pelea con Dios, �qu� es esto sino disputar la belleza y el bien de las cosas, que todos los hombres se deleitan en celebrar, en el que ning�n ojo est� cansado de mirar con asombro?

2. Mire, entonces, la grandeza de los fen�menos de la naturaleza: la lluvia, las nubes, las tormentas. (Vers�culo 26- Job 37:5.) Lee las palabras de la descripci�n, comp�ralas con tus propios sentimientos. En la vaguedad y la inmensidad de la naturaleza hay un poder para impresionar la imaginaci�n. Este conjunto de belleza y grandeza no solo est� mucho m�s all�, sino que es totalmente diferente de cualquier cosa que el hombre pueda concebir o lograr. Ninguna palabra puede exponer mejor estas impresiones profundas e indescifrables que las palabras de los grandes poetas, "expulsadas" como si estuvieran en un objeto distante e ilimitado que no puede definirse. "Dios truena con su voz maravillosamente, grandes cosas que no entendemos:" esta es la suma de todos. La grandeza indefinida de im�genes y sonidos, que es tan impresionante en la m�s alta poes�a, representa la voz inarticulada pero abrumadora de la naturaleza que habla del Ser y la bondad de Dios. Nuevamente, estos efectos apuntan a causas; y la regularidad de los efectos a la regularidad de las causas; y toda la serie de efectos y causas se resuelve en la concepci�n del derecho, alta, infalible, ininterrumpida. Incluso con un conocimiento muy imperfecto de la estructura del cosmos, hay una percepci�n tenue de estas verdades: �cu�nto m�s la ciencia consumada deber�a imprimirlas en el esp�ritu! Cada fen�meno que golpea con asombro los sentidos, o que excita suavemente la maravilla y la curiosidad de la mente, insin�a una Inteligencia que siempre funciona. La nieve, los torrentes de lluvia, que detienen los trabajos del hombre y obligan su mirada al cielo; el agachamiento de la bestia salvaje en su guarida ante la furia de la tormenta; el avance r�pido de las explosiones como de alg�n dep�sito oculto (como los griegos legendarios, la cueva de AEelus); la congelaci�n de las aguas; las nubes descargan su peso de humedad o emiten sus rel�mpagos; todos hablan de poder sobrehumano, que controla y sigue guiando la marcha de la naturaleza por un principio de derecho; ahora azota la locura de los hombres, y ahora premia y bendice su obediencia. En las escenas temibles y hermosas de la tormenta y del invierno, de hecho, ya no vemos signos del desagrado personal de Dios. Las explicamos por las "leyes de la naturaleza". Pero, sin embargo, estos fen�menos hablan del poder, la sabidur�a y la bondad de Dios, y nos insin�an el deber y la necesidad de orar al que le dio a la Naturaleza sus leyes.

3. Inferencias; exhortaciones ( Job 37:14.) Si este es el punto de vista que la Naturaleza nos da de su Dios y de nuestro Creador, en lugar de murmurarlo o disputar sus tratos, deje que Job y todos los que lo padecen saquen las verdaderas conclusiones en medio de los enigmas oscuros de sus vidas. Deje que las impresiones anteriores se pongan bien en el coraz�n, y en una contemplaci�n silenciosa, revise el misterio de las operaciones Divinas. �Puede el hombre explicar los secretos de la naturaleza? Si no, �por qu� deber�a esperar explicar completamente lo que es parte del mismo sistema, bajo la misma regla, controlada por el mismo Dios, es decir, su propia vida y su red mezclada de riqueza y aflicci�n (vers�culo 14, sqq. )? "Solo tenemos fe; no podemos saber". "Si Dios no llama al hombre a su lado en otros asuntos de su trabajo diario, para ser juez y consejero, y nadie puede esperar esto, y nadie presume de murmurar contra esa orden, es correcto que el hombre deba no exige que se le muestre el m�todo del gobierno de Dios en este mundo, sino que debe aceptarlo, lo entienda o no; que crea en su Palabra y espere su bien con paciencia "(Cocceius).

CONCLUSI�N. encuentre ahora al orador, se�alando la creciente tormenta que se ha estado reuniendo durante su discurso, cierra sus palabras, en solemne iteraci�n y resumen, (versos 21-24). El aspecto de ese cielo es un s�mbolo de la posici�n de Job en relaci�n con Dios. La luz que destella en su esplendor maravilloso detr�s de las nubes no se ve en este momento, sino que se levanta un viento que barre esas nubes; y entonces el Dios que est� oculto por un tiempo, y de quien estamos en peligro de tener pensamientos equivocados, puede de repente, para nuestra sorpresa y verg�enza, descubrirse a s� mismo. Entonces, humill�monos en presencia del destino que ahora est� lleno de oscuridad. Desde la penumbra a partir de la medianoche brota el destello de oro, una brillante muestra del poder sublime de Jehov�. Y Dios permanece inaccesible para sentir, para conocer, morando en la luz inaccesible. Pero, en medio de todo el terror y el misterio, la voz de la conciencia, el sentido moral en el hombre, le dice que, aunque Dios sea incomprensible, se puede saber todo esto acerca de �l: no es un pervertidor del derecho y la justicia; �l es el infaliblemente bueno y sabio, justo y santo. Esta fe es el fundamento de la reverencia, de la piedad; y en cuanto a los "sabios", los hombres sabios en sus propios conceptos, Dios no los tiene en cuenta. (En la luz deslumbrante, el s�mbolo de la majestad de Dios, compare el himno de Binney, "�Luz eterna! �Luz eterna!") - J.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 36:5

La perfecci�n de los caminos divinos.

Elihu contin�a hablando en nombre de Dios. Defiende los caminos divinos de lo que considera que son las reflexiones de Job sobre ellos. �l desear� "atribuir justicia" a su "Hacedor". Elihu traza en muchos casos la perfecci�n y la justicia de los caminos del "poderoso en fuerza y ??sabidur�a". Aunque exaltado, Dios no mira con desd�n al hombre. ni desprecia la obra de sus propias manos. Se ve su obra perfecta:

I. EN SUS JUICIOS SOBRE LOS IMPIOS. "No preserva la vida de los imp�os".

II EN SU JUSTICIA A LOS OPRIMIDOS. "Da derecho a los pobres". "�l libra a los pobres en su aflicci�n" (vers�culo 15).

III. A SU RESPECTO AL OBEDIENTE Y AL PURO. "No aparta sus ojos de los justos". Esto se ve especialmente:

IV. EN SU DISCIPLINA Y CORRECCI�N DE LOS JUSTOS. Este tema se expande Elihu. Mientras que el Todopoderoso sufre que los malvados perezcan, �l mantiene a todos los oprimidos y justos pobres, manteni�ndolos siempre a la vista y trabajando todas las cosas juntas para su bien.

1. Al llevarlos a un honor establecido. "Con los reyes est�n en el trono". �l "los establece para siempre, y son exaltados".

2. �l santifica sus penas como medio de disciplina espiritual y correcci�n. "Si est�n atados con grillos y retenidos con cuerdas de aflicci�n, les muestra su trabajo y sus transgresiones que han superado".

3. �l imparte instrucci�n, advirti�ndoles de los peligros de la iniquidad.

4. �l corona su obediencia con amplia recompensa. "Si le obedecen y le sirven", les hace pasar sus d�as en la prosperidad. �C�mo anticipa esto la condici�n final de Job? y en el proceso de este poema Divino, �c�mo se promueve gradualmente el desenmara�amiento del misterio, el nudo del sufrimiento humano? Nuevamente, con otro motivo para instar a Job al arrepentimiento, Elihu se�ala

5. Que incluso los justos, si son desobedientes a las instrucciones y correcciones Divinas, "perecer�n por la espada, y morir�n sin conocimiento". Hace una aplicaci�n directa de toda la ense�anza a Job: "Aun as�, te habr�a sacado del estrecho a un lugar amplio"; pero pone a las puertas de Job la acusaci�n de cumplir el juicio del malhechor y el sufrimiento, como �l lo hace, por la severidad del "juicio y la justicia". El principio de la ense�anza de Elihu es justo, si su aplicaci�n es incorrecta. Todos pueden aprender

(1) reconocer,

(2) inclinarse ante,

(3) para armonizar su vida con la obra perfecta de Dios.�R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 36:2

Hablando en nombre de Dios.

Elihu no se detiene un poco en afirmar rotundamente que est� hablando en nombre de Dios. Puede ser una pelea, pero su afirmaci�n necesita ser probada. No todos los que dicen hablar por Dios pueden ser acreditados como sus embajadores. Debemos examinar las credenciales de aquellos que dicen que hablan en nombre de Dios.

I. LA FALSA RECLAMACI�N DE HABLAR EN NOMBRE DE DIOS. Este reclamo se presenta repetidamente.

1. Por oficialismo. Debido a que ciertas personas tienen un alto cargo, asumen que tienen una pelea para representar a Dios. Pero pueden ser verdaderos en su trabajo y en el desempe�o de las funciones apropiadas de su cargo, y aun as� son bastante falsos al pretender hablar por Dios. Dios no limita sus comunicaciones celestiales a los canales oficiales.

2. Por ortodoxia autoritaria. Nadie puede leer los tristes registros de la historia eclesi�stica sin ver qu� pasiones imp�as se han involucrado en las batallas de la teolog�a. �Nos atrevemos a decir que la cuesti�n de estos conflictos miserables siempre ha sido un triunfo para la verdad?

3. Por dogmatismo personal. Los hombres j�venes, como Elihu, declaran que est�n hablando por Dios. Son muy positivos. �Pero son infalibles? �No ser�a bueno ver que Dios no depende absolutamente de nuestra defensa? Grandes travesuras se han acumulado a trav�s de intentos fallidos e incluso injustos de vindicar la verdad y la acci�n de Dios. �No puede cuidar de su propia causa? �Deber�amos, como Uza, interferir en cada crisis para salvar el arca de Dios de la destrucci�n? Mucha incredulidad se debe simplemente a la defensa y defensa imprudente de la religi�n. A veces es mejor no decir nada, sino confiar en la causa de Dios para s� mismo. "Qu�date quieto y s� que soy Dios".

II EL DEBER NECESARIO DE HABLAR EN NOMBRE DE DIOS. Hay momentos en que Dios requiere que su pueblo hable por �l, y no nos atrevemos a guardar silencio bajo ninguna circunstancia. Se debe denunciar lo incorrecto, corregir el error, mantener la verdad, dar a conocer el evangelio. �C�mo, entonces, se puede salvar esta defensa de los efectos traviesos que se derivan de una manera incorrecta de hablar por Dios?

1. Por una comisi�n divina. Los que hablan por Dios deben ser llamados por Dios. Cualquiera que sea su misi�n humana, ciertamente necesitan una vocaci�n divina. Que un hombre tenga la seguridad de que Dios lo ha llamado antes de abrir los labios. La seguridad no puede venir por ninguna voz m�stica, sino por claras indicaciones de providencia, el impulso de conciencia, la facultad de hablar, la puerta abierta.

2. Por un dominio de la verdad. El maestro debe ser ense�ado. El abogado debe tener su breve; el enviado su despacho. El misionero cristiano debe ser claro en su propia comprensi�n de la verdad cristiana. Tenemos la mejor gu�a de la verdad en la Biblia. Si alguien hablara por Dios, que siga las ense�anzas de este libro.

3. Por simpat�a con el Esp�ritu de Dios. Ni siquiera podemos decir la verdad que conocemos sabiamente y bien, a menos que nos gu�e la influencia actual del Esp�ritu Santo. No es suficiente estudiar nuestras Biblias. Debemos orar mucho, debemos vivir cerca de Dios, para que podamos hablar en la fuerza y ??el esp�ritu de Dios.�W.F.A.

Job 36:3

Conocimiento obtenido desde lejos.

I. El conocimiento se debe obtener de lejos. Fiel a su personaje, el joven brillante pero pretencioso Elihu hace un ostentoso reclamo de haber ido lejos por el conocimiento que ahora est� a punto de declarar. Podr�a decirse que muchas verdades preciosas yacen listas para nosotros si solo tuvi�ramos la humildad de agacharnos ante ellas. Los diamantes brillan en el polvo; No tenemos por qu� esforzarnos por las estrellas. A�n as�, existe un conocimiento que solo se puede obtener con una b�squeda lejana.

1. Sobre un amplio reino. Elihu est� a punto de lanzarse al gran mar de la naturaleza. La infinita variedad de hechos y la gran armon�a de leyes all� mostradas no se perciben de un vistazo. La verdad cubre un �rea grande. Muchas de nuestras nociones son err�neas solo porque nuestras inducciones son demasiado estrechas. Juzgamos del mundo por la parroquia. Estimamos al hombre por nuestro c�rculo privado de conocidos. Valoramos la vida por nuestra propia experiencia. Debemos aprender a derribar las barreras, a dominar nuestra falta de visi�n, a tener una visi�n amplia y a contemplar largas visiones de la verdad.

2. Por el pensamiento perseverante. Una simple mirada a la verdad no es suficiente. Debemos buscar la sabidur�a como un tesoro escondido.

II EL CONOCIMIENTO OBTENIDO DE LEJOS VINCULA LA JUSTICIA DE DIOS. Esta es la conclusi�n a la que ha llegado Elihu. Los tres amigos hab�an declarado por el mismo resultado, pero hab�an comenzado con premisas mucho m�s estrechas, y sus ideas estrechas no pod�an satisfacer a Job. Elihu profesa tener una visi�n m�s amplia del mundo, y as� establecer su conclusi�n sobre una base m�s amplia. Solo tenemos que saber lo suficiente de Dios para estar seguros de que todo lo que hace es bueno. Los duros pensamientos de Dios que estamos tentados a entretener surgen de visiones parciales y unilaterales de sus obras.

III. CRISTO HA ENCONTRADO EL CONOCIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS QUE LE REVELA LA BONDAD DE DIOS. No nos quedamos enteramente a nuestra propia b�squeda de la verdad en el gran desierto de la existencia. Lo que nunca podr�amos haber descubierto por nosotros mismos nos lo ha tra�do Jesucristo. �l ha venido de lejos, de los cielos distantes; y �l ha tra�do el conocimiento de Dios y de la eternidad a la tierra. Ahora, si tuvi�ramos la m�s alta sabidur�a, nuestro primer curso es, como Mar�a, sentarnos a los pies de Jes�s. Cuando hacemos esto, aprenderemos que todo lo que Dios hace es bueno. Entonces veremos que �l es nuestro Padre, y que el amor es el principio que impregna todo su gobierno del mundo. Algunos de nosotros a�n podemos estar lejos de la percepci�n de estas gloriosas verdades, porque estamos lejos de Cristo. Tenemos que conocerlo y confiar en �l para poder alcanzar los pensamientos m�s verdaderos y mejores de Dios.�W.F.A.

Job 36:5

El poder y la misericordia de Dios.

El pensamiento notable aqu� presentado ante nosotros es la yuxtaposici�n del poder y la misericordia de Dios. Es poderoso y lamentable, majestuoso y condescendiente, infinito y comprensivo.

I. EL PODER DE DIOS NO DESTRUYE SU MISERICORDIA, es solo una visi�n muy baja y terrenal que podr�a llevarnos a suponer que podr�a hacerlo. Cuando los hombres peque�os se levantan, comienzan a mostrar su peque�ez al despreciar a quienes est�n debajo de ellos. Pero tal conducta no puede atribuirse al gran Dios. No debemos suponer que ninguna de sus criaturas es tan humilde que no se inclinar� para cuidarla. La suya no es la fuerza grosera del gigante.

II La misericordia de Dios est� confirmada por su poder. La verdad es lo contrario de lo que podr�amos temer si juzgamos por la peque�a experiencia de la grandeza terrenal. Dios no tiene la tentaci�n de despreciar a ninguna de sus criaturas. No desea mostrar su grandeza.

1. No desprecia a los peque�os. La fuerza d�bil y la leve capacidad conducen al desprecio entre los hombres; pero �cu�l es la mayor fortaleza, la mayor capacidad a la vista de Dios, en cuyos ojos todos los hombres son como polvo y cenizas? Si despreciaba a alguno, lo despreciar�a a todos.

2. No desprecia a los imp�os. �l conoce su pecado, locura e impotencia. Parece tratarlos con desprecio, como los salmistas y los profetas describen sus acciones. Pero todo lo que realmente hace es frustrar sus tontos dise�os y demostrar que no puede ser tocado por su vana rebeli�n. Si Dios despreciara a los imp�os, despreciar�a a todos sus hijos, porque a la luz de su santidad, los mejores hombres est�n cubiertos de la verg�enza de la culpa.

III. EL PODER DE DIOS Y LA MISERICORDIA TRABAJAN JUNTOS. El poder da efecto a la misericordia. Si Dios es poderoso, y si tampoco desprecia a ninguno, podemos estar seguros de que usar� su gran poder en beneficio de criaturas indefensas que no est�n bajo su atenci�n. La simpat�a no es suficiente para la salvaci�n, sin fuerza. Dios tiene los dos.

IV. EL PODER Y LA MISERICORDIA DE DIOS DEBER�AN CONDUCIRNOS A CONFIAR EN �L. No tenemos que lidiar con una Divinidad aristocr�tica que mira con desprecio a la "multitud oscura". Aunque muy por encima de nosotros, Dios no nos desprecia; entonces podemos aventurarnos a confiar en �l. Ning�n problema es tan tonto que no lo tendr� en cuenta, si realmente molesta a uno de sus hijos. Aquellos que son despreciados por sus semejantes pueden consolarse con la idea de que su Dios no los considera as�. Es bueno encontrar un refugio del desprecio del mundo en la simpat�a de Dios.

V. NO DEBEMOS DESPRECIAR NINGUNO DE NUESTROS HERMANOS. Si Dios no los ha despreciado, �nos atrevemos a hacerlo? Cualesquiera que sean los sentimientos provocados por la bajeza y la mezquindad de los hombres, el desprecio nunca es justificable. Dios respeta la dignidad del ni�o que hizo a su propia imagen; y debemos aprender a tratar con respeto al m�s bajo de nuestros semejantes. El desprecio no solo hiere los sentimientos de los m�s humildes, sino que degrada a los m�s viciosos. No salvaremos al pecador despreciandolo; el �nico m�todo es el m�todo de Cristo: amarlo y tratarlo como un hermano. � W.F.A.

Job 36:7

El reinado de la justicia.

Eli� le asegura a Job que los justos deben estar con reyes en el trono. En el Nuevo Testamento aprendemos que los cristianos son "reyes y sacerdotes para Dios". Pregunt�monos, entonces, en qu� consiste la realeza de la justicia.

I. SU FUENTE. �C�mo se confiere este estado real a los hombres?

1. Por favor divino. Dios favorece la justicia. Esto no es aparente en la tierra o, en todo caso, bajo circunstancias de problemas y desilusi�n. Sin embargo, a la larga, Dios sostiene y exalta a quienes siguen su voluntad. Ning�n hombre puede elevarse a los lugares altos de Dios. Dios, y solo Dios, se levanta y se echa abajo. Dios "no aparta sus ojos de los justos".

2. Con la condici�n de justicia. Esta no es una condici�n arbitraria.

(1) Es justo. El derecho debe prevalecer. Los hombres buenos est�n mejor preparados para estar en las posiciones exaltadas.

(2) es natural. Si "los mansos heredar�n la tierra" por una ley silenciosa que les da posesi�n de ella, los justos la gobernar�n por la fuerza de una ley similar en la misma constituci�n de las cosas. El derecho tiende a prevalecer, porque hay "una corriente de tendencias que favorece la justicia".

3. A trav�s de la fe. Debemos agregar este pensamiento cristiano a la ense�anza de Eli�, si tuvi�ramos una visi�n completa de la verdad. Nuestra propia justicia hecha por nosotros mismos nunca nos exaltar� a un trono real. No hay realeza al respecto. La gracia real se une a la justicia de la fe que es el don de Dios.

II Su personaje. �En qu� sentido se dice que los hombres justos deben estar con reyes en el trono? �C�mo se puede considerar a los cristianos como reyes?

1. En verdadera gloria. Los hombres buenos pueden no disfrutar de la gloria mundana; pueden ser pobres, despreciados, oscuros. Sin embargo, a la vista de Dios y los �ngeles, pueden estar sentados como reyes con coronas en sus cabezas. La dignidad real no es una cuesti�n de exhibici�n. Hay una gloria que ning�n ojo sensato puede ver.

2. En poder espiritual. Los reyes en el Este, y en la antig�edad, eran gobernantes que hac�an sentir su poder; y en la Biblia, el reinado implica la autoridad gobernante, as� como la dignidad reinante. Ahora, hay influencia en la bondad. El hombre de car�cter tiene peso con sus consejos. Con el tiempo se gana el respeto y adquiere influencia.

3. En posesi�n futura. Estas ideas de la realeza del bien apuntan a un futuro a�n invisible para su realizaci�n perfecta. La justicia a�n no es de ninguna manera universalmente dominante. El futuro nos depara un glorioso reino de Dios, cuando todo mal ser� suprimido, y cuando la bondad tome el lugar que le corresponde. En esa �poca mesi�nica perfecta, con Cristo reinando como Rey de reyes, todo su pueblo tendr� el honor y el poder de la realeza. Mientras tanto, recordemos que el reino debe comenzar dentro. Hasta que podamos gobernar nuestras propias almas, no estamos en condiciones de sentarnos como reyes. Las naturalezas reales son aquellas que se han dominado a s� mismas y, por lo tanto, son capaces de gobernar a los dem�s. La rectitud implica dominio propio. Cuando se complete el dominio de uno mismo, ser� hora de preguntar sobre la realeza m�s grande. � W.F.A.

Job 36:10

El o�do que est� abierto a la disciplina.

I. EL SUFRIMIENTO ES PARA DISCIPLINA. Este es el gran pensamiento de Elihu, y �l vuelve a �l una y otra vez. Nos es familiar, pero parece haber sido una idea nueva en los d�as de Job, y una nueva revelaci�n para �l y sus amigos. No es lo menos importante para nosotros porque lo conocemos bien. A�n as�, tenemos que entrar en el significado del mismo y emplearlo como la clave para descubrir los misterios de nuestra experiencia. La disciplina es muy diferente del castigo.

1. Es por el bien de la v�ctima. El castigo puede ser as�; padres amables castigan a sus hijos para beneficiarlos. Pero este no es el �nico objeto de castigo, que tambi�n se instituye para disuadir a los hombres malos del crimen por temor a su imposici�n, y para advertir a los dem�s por la sana lecci�n de su ejemplo. La disciplina, por otro lado, es totalmente escolar, enteramente para el beneficio de aquellos que est�n sujetos a ella.

2. No es necesariamente consecuente con el pecado. El castigo es solo por culpa; pero la disciplina es para la educaci�n. Puede ser el m�s necesario a causa del pecado; pero no se limita a su efecto sobre el pecado. Cristo sin pecado fue perfeccionado por las cosas que sufri� ( Hebreos 5:8, Hebreos 5:9).

II LA DISCIPLINA DEBE RECIBIRSE CORRECTAMENTE SI ES PARA BENEFICIARSE. Es muy posible que sea arrojado completamente sobre la v�ctima. El oro purifica el fuego porque el oro no es m�s que un metal muerto. Pero las almas est�n vivas, y los efectos del fuego de la aflicci�n sobre ellas dependen de la acci�n voluntaria. Pueden endurecerse, pueden consumir, pueden purificarse, pueden fortalecerse. Si se van a beneficiar como disciplina, deben ser recibidos en el esp�ritu correcto. Ahora, este esp�ritu est� indicado por el o�do abierto. La disciplina trae un mensaje de Dios. No solo afecta nuestros sentimientos. Su objetivo es llegar a nuestros pensamientos. Probablemente no nos servir� de nada si no nos lleva a pensar. Una apreciaci�n inteligente de los tratos de Dios con nosotros es valiosa para que la disciplina trabaje correctamente. Entonces necesitamos pensar en nuestro propio camino en la vida. La aflicci�n llama nuestra atenci�n y nos ayuda a buscar en nuestro coraz�n y ver si no hemos estado haciendo mal; Nos alienta a estudiar toda nuestra vida para mejorarla en el futuro.

III. DIOS AYUDA A SU GENTE A RECIBIR LA DISCIPLINA CORRECTAMENTE. Necesitamos orar por gracia para hacer el mejor uso de la aflicci�n. Cuando nuestros corazones est�n bien con Dios, �l nos ayudar� a hacer esto.

1. �l inclinar� el coraz�n para aprender. Cuando somos tercos y obstinados, la disciplina es de poca utilidad. Puede tender a romper la obstrucci�n; pero mientras eso est� en pie no sirve de nada. El disc�pulo debe ser d�cil. Ahora, la influencia interna del Esp�ritu Santo nos ayuda a ser d�ciles bajo disciplina.

2. Ayudar� a la comprensi�n a comprender. Queremos saber lo que Dios nos est� ense�ando por su disciplina. Nuestras propias ideas salvajes y prejuiciosas pueden llevarnos por mal camino. Por lo tanto, es bueno caer de rodillas y orar para que Dios nos muestre lo que quiere decir con la disciplina especial por la que nos est� sometiendo: lo que nos est� ense�ando y hacia d�nde nos conducir�.

Job 36:15

Aflicci�n como libertador.

Elihu dice que Dios libera a los afligidos por su aflicci�n. Nos hemos acostumbrado a ver la aflicci�n como un mal, del cual alg�n libertador puede liberarnos. Elihu nos sorprende con una visi�n muy diferente de ello. En su opini�n, la aflicci�n es en s� misma un libertador.

I. La aflicci�n no es el mayor mal. En nuestra cobard�a ego�sta buscamos escapar del dolor, como si ese fuera nuestro enemigo supremo. Pero el pecado es peor que el sufrimiento: m�s hiriente, m�s objetable en s� mismo. Cualquier escape del problema que deja intacta la maldad no es salvaci�n; pero cualquier proceso, por doloroso que sea, nos libera del poder del pecado es la salvaci�n.

II La aflicci�n puede no ser mala en absoluto. En s� mismo, por supuesto, es indeseable. Pero sus "frutos pac�ficos de justicia" pueden ser tan sanos y rentables que, en general, la aflicci�n debe considerarse algo bueno. Deber�amos juzgar cualquier experiencia por sus resultados, no por sus fases pasajeras. Tenemos que aprender que el dolor que bendice es realmente una bendici�n. La nube negra que trae una lluvia refrescante no es una tormenta amenazante. El espol�n que nos conduce desde el desierto donde perecer�amos a las corrientes de agua viva no es un instrumento cruel de tortura. El fuerte golpe que nos despierta cuando estamos durmiendo en la nieve, el sue�o que terminar�a en muerte es nada menos que un �ngel de misericordia.

III. La aflicci�n puede ser una verdadera entrega. Ahora tenemos que preguntarnos c�mo esta paradoja puede ser cierta.

1. Por humilde orgullo. Cuando todo est� bien, estamos tentados a ser autosuficientes y satisfechos. Pero en el sufrimiento somos humillados, y entonces nuestra humildad puede ser nuestra salvaci�n.

2. Al inducir el pensamiento. Dejamos pasar las horas felices con descuidada facilidad, so�ando con la vida. Los problemas nos despiertan con un toque de trompeta. Odas, "�Despierta! �Piensa!"

3. Al revelar el pecado. En nuestra humildad y nuestra capacidad de reflexi�n somos conducidos a una conciencia de pecado.

4. Conduci�ndonos a Dios. Necesitamos sobre todo ser liberados de nosotros mismos y ser tra�dos de regreso a Dios. La total impotencia de los grandes problemas nos urge en esta direcci�n.

IV. La aflicci�n se libera a s� misma. Es su propio libertador cuando se recibe correctamente.

1. La correcta recepci�n del mismo supera su amargura. No hay tal victoria sobre el dolor como la capacidad de soportarlo con ecuanimidad. Estamos m�s liberados de un mal cuando lo que hemos considerado como malvado deja de lastimarnos que cuando solo escapamos de sus garras.

2. La resistencia paciente del mismo lo pone fin. Cuando Dios ve que su erudito ha aprendido la lecci�n deseada, puede cerrar el libro. No es necesario deletrear m�s las l�neas abrasadoras con ojos llorosos. El alumno se ha graduado. De ahora en adelante est� libre del viejo trabajo pesado. Por lo tanto, la verdadera forma de escapar del temido sufrimiento que Dios env�a como disciplina no es murmurar contra �l, sino hacer el mejor uso posible para que, purificados por el fuego, podamos convertirnos en recipientes aptos para el uso del Rey. WFA

Job 36:16

Un lugar amplio.

Elihu le dice a Job que es el trabajo de la aflicci�n "atraerlo" de un estrecho a un lugar amplio.

I. LA VIDA EST� EN PELIGRO DE SER NARROW. Diversas influencias se combinan para reducirlo.

1. El ego�smo. La disposici�n a pensar mucho en nosotros mismos nos eclipsa al mundo. Pero cuando vivimos principalmente para nuestros propios fines, nos encerramos en un peque�o c�rculo de intereses personales y privados y, al ignorar el gran mundo, nosotros mismos nos encogemos en la peque�ez.

2. La mundanalidad. Cuando estamos absortos en las cosas de este mundo, el otro y m�s grande mundo se pierde de vista. La consecuencia es que nos volvemos miopes, y el pensamiento y el inter�s est�n encerrados en el dominio de lo visible y lo temporal.

3. Convencionalidad. Perdemos el coraje de la convicci�n personal y recurrimos a las ideas y pr�cticas de nuestros vecinos.

4. Rutina. Como todo transcurre sin problemas, el molino contin�a en una atm�sfera so�adora de indiferencia inmutable. Entonces nuestras vidas pierden el est�mulo de una llamada entusiasta al arduo servicio.

II Dios libera de la cercan�a por medio de la aflicci�n.

1. Una obra divina. Al ver cu�n dolorosa es la estrechez, y dese�ndonos escapar de ella, extiende su mano para sacarnos de la prisi�n que implica. Es dif�cil para alguien que ha ca�do en un desfiladero de monta�a, y que yace entre las piedras magulladas y maltratadas, levantarse y subir los riscos empinados y traicioneros. El que ha ca�do en un aprieto en la vida necesita el fuerte brazo de Dios para sacarlo.

2. Logrado a trav�s de la aflicci�n. Dios viene al rescate de su siervo en apuros. Pero el m�todo de liberaci�n es extra�o e inesperado. La aflicci�n es en s� misma un estrecho; parece presionar el alma, obstaculizar y limitar su actividad. Sin embargo, este es el mismo instrumento empleado para liberar a la v�ctima de la estrechez, la estrechez de las circunstancias puede liberarse de la estrechez del alma. La presi�n misma de este nuevo estrecho nos despierta y nos obliga a ejercer. Luego, a medida que cura nuestros errores, nos saca de sus propias limitaciones.

III. LA ENTREGA DE DIOS NOS ESTA ES UN LUGAR AMPLIO. Primero hay un estrecho nuevo, una fuerte presi�n de problemas en la mano derecha y en la izquierda, sin puerta de escape. Pero cuando la aflicci�n ha logrado su trabajo, hay liberaci�n.

1. Libertad de acci�n. "La verdad te har� libre" ( Juan 8:32). Dios desea que su pueblo sirva voluntaria y amorosamente, no con grillos en los tobillos. La libertad es de un alma "libre de s� misma". Hay un lugar grande con un gran alcance para el trabajo, que solo se puede disfrutar con generosidad y desinter�s.

2. Amplitud de visi�n. Es maravilloso c�mo se ampl�a la visi�n con la experiencia del dolor. Aunque al principio puede ser estrecho y limitado al presente inmediato por la influencia absorbente del dolor, cuando llega la liberaci�n, esto es seguido por una maravillosa expansi�n mental. Nadie conoce la profundidad y amplitud de la vida que no ha pasado por las aguas de la aflicci�n.

3. Gran alegr�a. El amplio lugar est� abierto al aire fresco y al sol brillante. Liberados de regiones estrechas h�medas y l�gubres, podemos regocijarnos en nuestra libertad dada por Dios. Esta dicha se disfruta en parte en la tierra; ser� perfecto en el cielo, el gran lugar de la vida y la libertad. � W.F.A.

Job 36:18

La inutilidad de un gran rescate.

Job hab�a pecado, dice Elihu, aunque no de la manera negra e hip�crita que sus tres amigos le atribuyeron. Su pecado hab�a sido juzgar a Dios y acusar al Santo de injusticia; y este pecado trajo su propio castigo; de hecho, fue su propio castigo, porque pensar que Dios, nuestro Hacedor y nuestro Juez, es injusto es estar en tormento. Ahora se le dice a Job que si se aferra a este pecado, la grandeza de un rescate no servir� de nada; No puede ser salvado.

I. EL HOMBRE BUSCA LA ENTREGA A TRAV�S DE A. RANSOM. Esta no es solo una idea cristiana. Se encuentra en el Antiguo Testamento, y debe rastrearse a trav�s de sistemas paganos de religi�n, aunque entre estos sistemas aparece en un estado degradado y corrupto.

1. El hombre tiene un sentido de esclavitud. Esto lo siente. Cuando se despierta la conciencia, tiene la conciencia m�s intensa de sus grilletes irritantes. "�Qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte?" ( Romanos 7:24).

2. El hombre no puede escapar de su esclavitud. El viejo bandolero, Satan�s, ese gran ladr�n de almas, tiene una mano demasiado apretada sobre sus v�ctimas para dejarlos en libertad cada vez que eligen escapar de sus garras. El h�bito es un vendaje m�s fuerte que los cordones con los que Samson estaba atado. La liberaci�n debe venir de afuera.

3. Esta liberaci�n debe tener un gran costo. No sabemos cu�l debe ser el costo ni c�mo se debe liquidar. No puede ser cierto, como sostuvieron algunos de los Padres, que se debe pagar un precio a Satan�s para que pueda consentir en liberar al hombre. El nunca consiente. No puede tener compensaci�n. La liberaci�n es por el derrocamiento de Satan�s y la conquista de su dominio. La Bastilla debe ser asaltada y derribada si sus prisioneros deben escapar. Pero esto solo se puede hacer a un gran costo.

II CRISTO ES EL RESCATE DE LA ENTREGA DEL HOMBRE. Esta es su propia declaraci�n ( Mateo 20:28). Su llegada con humillaci�n en un estado de servidumbre fue un pago Divino, un sacrificio de parte de Dios. Su muerte fue su propia rendici�n de su vida por la liberaci�n del hombre del pecado. No necesitamos entender por qu� se tuvo que pagar el rescate para ver si se ha pagado. Una idea clara de la raz�n y la necesidad del pago podr�a ayudar a nuestra fe. A�n as�, el hecho es lo mejor que debe saber. Cristo se ha entregado a nosotros mismos, y a trav�s de �l tenemos libertad.

III. EL MAYOR RANGO PUEDE SER NO DISPONIBLE.

1. Si no se paga correctamente. Los hombres hacen grandes sacrificios en el ascetismo; sin embargo, no hay raz�n para pensar que tengan un valor adecuado, porque Dios no los exige y no sirven para ning�n fin.

2. Si no hay arrepentimiento. La obra de Cristo es para el beneficio de todos los que la aprovechen. Pero una primera condici�n para aprovecharlo es el arrepentimiento. Mientras un hombre se aferra a su pecado, no puede disfrutar los beneficios del sacrificio de Cristo. Por �l Cristo muri� en vano.

3. Si no est� acompa�ado, pruebe con la fe. Este es el enlace de conexi�n que une el alma a Cristo. Todo lo que ha hecho por nosotros permanece fuera de nosotros, sin tocar nuestra vida y necesidad, hasta que aprendamos a confiar en �l.

CONCLUSI�N. Es peor que el rescate se pague en vano que no se pague en absoluto. Los que rechazan a Cristo son doblemente sin esperanza, porque no tienen excusa. � W.F.A.

Job 36:22

Exaltaci�n e instrucci�n.

Ambos son de Dios, y ambos exceden cualquier esfuerzo humano. Es su poder lo que exalta; �l es el maestro incomparable. Miremos ambas verdades y luego sus relaciones mutuas.

I. EXALTACI�N DIVINA.

1. La experiencia. El pueblo de Dios no se mantiene en la depresi�n perpetua. A veces son arrojados al polvo. Pero este no es su estado continuo. La salvaci�n no se logra por medio de la humillaci�n incesante. Hay exaltaci�n

(1) en alegr�a, regocij�ndose por el amor de Dios;

(2) en fuerza, elev�ndose para lograr un gran servicio en el reino;

(3) en victoria, triunfando sobre el fracaso y el mal.

2. Su fuente. Dios exalta El hombre no puede realmente exaltarse a s� mismo, y cuando trata de hacerlo, el orgullo y la vanidad le dan una fea ca�da. El �xito en este mundo incluso depende de la providencia de Dios; Mucho m�s son la verdadera elevaci�n del car�cter y la exaltaci�n de la energ�a que dependen de su favor.

3. Su realizaci�n. Dios exalta por su poder. Es mucho saber que Dios es todopoderoso as� como tambi�n el m�s misericordioso y amable. Ser favorecido por alguien que tiene recursos peque�os ser�a agradable, pero no podr�a ser muy �til. Pero el poder de Dios va con su amor para efectuar sus buenos dise�os.

II INSTRUCCI�N INCOMPABARLE. "�Qui�n ense�a como �l?"

1. C�mo ense�a Dios

(1) Por experiencia. Nos lleva a una escuela de vida; nos hace sentir la realidad de sus lecciones. Las penas y alegr�as, las humillaciones y las exaltaciones son todas partes de la instrucci�n Divina.

(2) En revelaci�n. Esta instrucci�n divina nos saca de nosotros mismos y nos abre visiones de la verdad celestial. Dios ense�a en parte a trav�s de profetas y ap�stoles en las Escrituras, pero principalmente a trav�s de Cristo en su gran vida, muerte y resurrecci�n.

2. Por qu� su ense�anza es incomparable.

(1) Porque �l sabe la lecci�n. El maestro es un maestro de su materia. Dios sabe toda la verdad. �Qui�n, entonces, puede ense�arlo como �l lo har�?

(2) Porque entiende a los alumnos. Esta condici�n es necesaria si la lecci�n es no perder la marca. Los grandes eruditos no siempre son grandes maestros, porque no siempre pueden entrar en las dificultades de los principiantes y exponer a los simples e ignorantes con lo que ellos mismos est�n m�s familiarizados.

(3) Porque no repara en dolores. �l es sincero en el deseo de ense�ar a sus hijos. �l no es como el profesor ap�tico que se dedica a su tarea superficial. Dios quiere llevar sus lecciones al m�s aburrido de sus alumnos y, siendo sincero y lleno de simpat�a, no tiene parang�n.

III. LA CONEXI�N ENTRE LA EXALTACI�N Y LA INSTRUCCI�N. Cada uno ayuda al otro.

1. La exaltaci�n es un m�todo de instrucci�n. A medida que nos elevamos, dejamos las nieblas del valle y, al mismo tiempo, nuestro horizonte se expande. La alegr�a, la fuerza y ??la victoria nos abren los ojos al amor de Dios y la gloria del reino. La adversidad tiene sus lecciones, pero tambi�n la prosperidad.

2. La instrucci�n un elemento de la exaltaci�n. No podemos volvernos grandiosos en mente hasta que superemos las concepciones mezquinas, estrechas e ignorantes que pertenecen a nuestro estado m�s atrasado. La grandeza espiritual implica un conocimiento ampliado, as� como un aumento en otras gracias. Cuando Cristo coloca a su pueblo en lugares de alegr�a y honor, tienen que mostrar aprecio por sus privilegios abriendo sus almas para recibir la verdad m�s completa que �l revela. � W.F.A.

Job 36:24

Dios alab� por sus obras.

I. CONSIDERE CUANTO DE LA ALABANZA SON LAS OBRAS DE DIOS. No los valoramos tanto por su gran volumen e infinito n�mero como por su car�cter y la forma en que se ejecutan. Una peque�a estatua es m�s admirable que una enorme roca, y una gema diminuta y finamente cortada es m�s preciosa que una gran roca marina. �En d�nde, entonces, encontraremos las caracter�sticas especialmente dignas de alabanza de las obras de Dios?

1. En minuciosidad. Lo infinitamente peque�o est� tan bien forjado como lo infinitamente grande. El pensamiento y el cuidado se prodigan a los peque�os insectos. La mano de obra exquisita se ve en malezas humildes. Las partes invisibles de las obras de Dios son tan perfectas como las m�s destacadas. Las huestes de flores que florecen en praderas deshabitadas son tan hermosas como las que nos sonr�en desde un seto ingl�s.

2. En armon�a. Las diversas partes de las obras de Dios encajan y se ayudan mutuamente con los servicios mutuos. No solo existe una disposici�n pac�fica general de la naturaleza, sino que tambi�n hay una reciprocidad que hace que cada parte sea necesaria para el todo. Las plantas viven en el suelo, los animales en las plantas, y estos nuevamente en los cuerpos perecederos de los animales.

3. En belleza. La utilidad directa de la naturaleza podr�a haberse servido de una manera fea. Las nubes podr�an haber sido todas negras, y las hojas, las flores y la tierra de un tono apagado. Pero Dios ha respirado un esp�ritu de belleza sobre sus obras.

4. En alegr�a. Dios ha hecho la existencia misma para ser una alegr�a. Insectos, p�jaros y bestias se regocijan a la luz del sol de un d�a de verano. El hombre encuentra la vida una fuente de alegr�a.

5. En progreso. Toda la naturaleza avanza en un gran progreso hacia formas de vida superiores y tipos de organizaci�n m�s perfectos. Es un momento de esperanza y espera con ansias las obras futuras de Dios.

II RECUERDE CU�N BIEN ES QUE DEBEMOS ALABAR A DIOS POR SUS OBRAS.

1. En agradecimiento. Nosotros mismos somos parte de sus obras, y tenemos que agradecerle que estamos "hechos con temor y maravillosamente". Luego, otras obras de Dios ministran para nuestro bienestar, y a medida que nos beneficiamos de su utilidad o disfrutamos de su belleza, se est� convirtiendo en que debemos alabarlo, quien es el Hacedor y Dador de todos ellos.

2. En admiraci�n. Es algo miserable hundirse en ese pesimismo c�nico que solo puede criticar negativamente y nunca puede ver y disfrutar del m�rito. Pasa por astucia, pero en realidad es una forma de dulzura, porque es el resultado de una falta de capacidad para percibir los puntos buenos de lo que solo llama la atenci�n debido a sus defectos reales o supuestos. Este h�bito mental nos impide elevarnos a cualquier verdadera grandeza, porque los hombres se levantan por la admiraci�n. Sin embargo, cuando hemos aprendido a admirar las obras de Dios, es l�gico que sigamos y adoremos a su gran Art�fice. El elogio de la imagen es el elogio del artista. Sin embargo, hay amantes de la naturaleza que parecen olvidar a su autor.

3. En la aspiraci�n. Las alas de alabanza llevan el alma en alto. Cuando cantamos sobre las grandes y maravillosas obras de Dios con el coraz�n y la comprensi�n, entraremos en los pensamientos de Dios con amor y simpat�a. Crecemos como lo que adoramos. Siguiendo a los �ngeles en canciones de alabanza, creceremos como los �ngeles en car�cter celestial, si vivimos en un esp�ritu de adoraci�n, alabando a Dios no solo por los himnos del santuario, sino por el gran salmo de toda una vida de adoraci�n. �WFA

Job 36:26

Dios es grande.

Este es el credo de Mussulman, y una verdad de gran fuerza en el mahometanismo. El cristianismo tambi�n lo contiene, y tan simple como puede ser la concepci�n cuando se expone en palabras simples, hay profundidades y amplios alcances de inferencias que fluyen de ella que nunca pueden agotarse.

I. DIOS ES IRRESISTIBLE. Esta es la inferencia mahometana, y por supuesto una inferencia necesaria y verdadera, aunque no describe todo lo que sabemos de Dios. Sabemos que es simplemente una tonter�a correr contra las leyes de la naturaleza. No podemos desviar a uno de ellos por la amplitud de un cebo. Pero las leyes de la naturaleza son los caminos de Dios. Por lo tanto, puede haber un solo fin para nuestra oposici�n a Dios; Debe fallar. Cuanto antes poseamos esta verdad obvia y actuemos sobre ella, mejor para nosotros mismos. Si dejamos de correr locamente contra la voluntad de Dios, podemos arrepentirnos y recurrir a la mejor manera; Si todav�a nos arrojamos de cabeza contra �l, no podemos sino hacernos pedazos.

II Dios es insondable. Si pudi�ramos medir a Dios, dejar�a de ser Dios, porque ya no ser�a infinito. Por lo tanto, en lugar de sorprendernos de que nos encontremos con misterios en �l, debemos esperarlo y tomarlo como una se�al de que estamos tratando con Aquel que es mucho m�s grande que nosotros. El ni�o no puede entender todas las acciones de su padre terrenal. �C�mo, entonces, puede alguien pensar en entender a Dios? Esto no significa que no podamos saber nada de Dios. Porque Dios puede ser conocido en la medida en que se nos haya revelado, y en la medida en que podamos llegar a comprender algunas cosas de su naturaleza. Podemos conocer a Dios verdaderamente; pero no podemos conocerlo adecuadamente. Ante el terrible misterio de su grandeza temblamos, nos humillamos y nos avergonzamos.

1. Por lo tanto, no estamos en condiciones de juzgar las acciones de Dios. Vemos una peque�a fracci�n de ellos. Sus ra�ces se encuentran en profundidades oscuras m�s all� del alcance de nuestra investigaci�n; Sus prop�sitos se extienden mucho m�s all� del borde m�ximo de nuestro horizonte.

2. Por lo tanto, debemos aprender a confiar en Dios. Debemos caminar por fe, porque no podemos verlo todo.

III. Dios es todopoderoso para salvar. El Dios cristiano es m�s que el Mussulman Allah. No es como un d�spota oriental inexorable. Est� lleno de simpat�a por sus hijos, escucha su llanto y viene a salvarlos en su necesidad. Si �l es genial, es m�s tranquilizador para nosotros cuando confiamos en �l. Es en vano que nos resistamos a �l; pero es seguro para nosotros confiar en �l. Incluso el misterio de Dios invita a nuestra confianza cuando una vez estemos seguros de su amor. Su poder todopoderoso es capaz de salvar hasta lo sumo, y su gran y maravilloso pensamiento nos invita a descansar en su sabidur�a. Henry Vaughan, en 'Silex Scintillans', dice:

"Hay un Dios, dicen algunos: una oscuridad profunda pero deslumbrante;

Como hombres aqui

Digamos que es tarde y oscuro, porque

Ver no todo claro.

Oh por esa noche! donde yo en �l podr�a vivir invisible y oscuro "

W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 36". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-36.html. 1897.
 
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