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Bible Commentaries
Job 4

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-21

EXPOSICI�N

Job termin� su queja, Elifaz el temanita, el primer nombre de sus tres amigos ( Job 2:11), y quiz�s el mayor de ellos, toma la palabra y se esfuerza por responderle. Despu�s de una breve disculpa por aventurarse a hablar (vers�culo 2), se sumerge en la controversia. Job ha asumido que es completamente inocente de haber dado alguna causa para que Dios lo aflija. Elifaz lo establece en los t�rminos m�s positivos (vers�culos 7 y 8) de que los inocentes nunca sufren, solo los malvados est�n afligidos. Luego pasa a la descripci�n de una visi�n que se le ha aparecido (vers�culos 12-21), de la cual ha aprendido la lecci�n de que los hombres no deben presumir ser "m�s sabios que su Hacedor".

Job 4:1

Entonces Elifaz el temanita respondi� y dijo (ver el comentario en Job 2:11).

Job 4:2

Si tratamos de comunicarnos contigo, �estar�s afligido? m�s bien, si alguien prueba una palabra contra ti, �te enojar�s? Elifaz siente que lo que est� a punto de decir no ser� bienvenido y, por as� decirlo, se disculpa de antemano. Seguramente Job no se enojar� si un amigo solo aventura una palabra. �Pero qui�n puede negarse a hablar? Que Job se enoje o no, Elifaz debe hablar. Es imposible escuchar las palabras que Job ha pronunciado y, sin embargo, guardar silencio. La sabidur�a y la justicia de Dios han sido impugnadas y deben ser vindicadas.

Job 4:3

He aqu�, has instruido a muchos; o, corregido muchos. Cuando otros han sido afligidos y murmurados, los corrigi� y les mostr� que sufr�an solo lo que merec�an sufrir. Al hacerlo, has fortalecido las manos d�biles; "dada la fuerza moral", es decir; "para aquellos que eran moralmente d�biles", los sostuvo, los salv� de las palabras impacientes y los pensamientos duros de Dios.

Job 4:4

Tus palabras han fortalecido al que estaba cayendo. Muchos hombres, justo a punto de caer, han sido detenidos a tiempo por tus sabias palabras y buenos consejos para �l. Este es un fuerte testimonio de la bondad del coraz�n de Job y su simpat�a activa con los pacientes durante el per�odo de su prosperidad. Y has fortalecido las d�biles rodillas; literalmente, las rodillas dobladas, aquellas que estaban a punto de colapsar y ceder ante el agotamiento o la debilidad (comp. Isa�as 35:3).

Job 4:5

Pero ahora ha venido sobre ti, y t� m�s d�bil. Ahora es tu turno: la calamidad te ha sobrevenido y todo lo que tramaste decir a los dem�s se olvida. El m�dico sabio no puede curarse a s� mismo. En lugar de recibir tu castigo en un esp�ritu correcto, eres "d�bil", o mejor dicho, "est�s enojado, ofendido", ya que el mismo verbo tambi�n se traducir� en el segundo verso. Hay un tono de sarcasmo sobre estos comentarios, lo que implica una cierta dureza y falta de afecto real en el hablante, y que Job no puede dejar de percibir, sino que ha restado fuerza a lo que inst� Elifaz. Si uno tiene que reprender a un amigo, debe hacerse con gran delicadeza. No se debe permitir que nuestros "b�lsamos preciosos" se "rompan la cabeza" (Salmo 141:6). Te toca y te turbas; o, perplejo, "confundido".

Job 4:6

�No es este tu miedo, tu confianza, tu esperanza y la rectitud de tus caminos? Traducir, con la versi�n revisada, �no es tu temor a Dios tu confianza y tu esperanza la integridad de tus caminos? El verso se compone, como de costumbre, de dos cl�usulas, equilibradas entre s�; y el significado parece ser que, si Job est� tan convencido de su piedad y rectitud como �l profesa estarlo, a�n debe mantener la confianza en Dios y una expectativa plena de liberaci�n de sus problemas. Si no lo hace, �cu�l es la inferencia natural? Seguramente, que �l no est� tan seguro de su inocencia como �l dice ser.

Job 4:7

Recuerda, te ruego, �qui�n pereci� alguna vez por ser inocente? Ahora se aborda el meollo del asunto. Se le pide a Job que "recuerde" el axioma moral establecido desde hace mucho tiempo, que solo la maldad hace caer sobre las calamidades de los hombres, y que, por lo tanto, donde caen las calamidades, deben ser precedentes de maldad. Si no admite esto, se le desaf�a a presentar ejemplos, o incluso un solo ejemplo, de sufrir inocencia. Si lo admite, debe aplicar el axioma a s� mismo. �O d�nde fueron cortados los justos? �Era el ejemplo del "justo Abel" ( Mateo 23:35) desconocido para Elifaz? �Y realmente nunca hab�a visto el m�s noble de todos los lugares, el buen hombre luchando con la adversidad? Uno imaginar�a que es imposible alcanzar la vejez, en el mundo en que vivimos, sin convencernos de nuestra propia observaci�n de que el bien y el mal, la prosperidad y la adversidad, no se distribuyen en esta vida de acuerdo con el desierto moral; pero una noci�n preconcebida de lo que deber�a haber sido parece, como en otras partes del campo de la especulaci�n, haber cegado a los hombres a los hechos reales de la facilidad, y los llev� a inventar explicaciones de los hechos, que militaban contra sus teor�as. , del personaje m�s absurdamente artificial. Para explicar los sufrimientos de los justos, se introdujo la explicaci�n de los "pecados secretos", y se argument� que, donde la aflicci�n parec�a caer sobre el hombre bueno, su bondad no era verdadera bondad, era una falsificaci�n, una farsa. El tejido de la excelencia moral, tan justo a la vista, estaba lleno de vicios secretos, de los cuales el hombre aparentemente bueno era una presa. Por supuesto, si las aflicciones fueron anormales, extraordinarias, entonces los pecados secretos deben ser del tipo m�s atroz y horrible para merecer una retribuci�n tan terrible. Esto es lo que Elifaz sugiere ser la soluci�n en el caso de Job. Dios ha visto sus pecados secretos, los ha "puesto a la luz de su semblante" (Salmo 90:8) y los est� castigando abiertamente. El deber de Job es humillarse ante Dios, confesar, arrepentirse y enmendarse. Entonces, y solo entonces, puede esperar que Dios quite su mano y ponga fin a sus sufrimientos.

Job 4:8

Incluso como lo he visto; m�s bien, de acuerdo con lo que he visto, hasta ahora, es decir, seg�n mi observaci�n (ver la versi�n revisada, que es apoyada por el profesor Lee y Canon Cook). Los que aran iniquidad y siembran maldad, cosechan lo mismo (comp. Proverbios 22:8; Oseas 8:7; Oseas 10:13; G�latas 6:7 , G�latas 6:8). Las palabras traducidas "iniquidad" y "maldad" expresan en el original tanto el mal moral como el f�sico. Los hombres cosen el uno y cosechan el otro. Elifaz extiende esta regla general a una ley universal o, en cualquier caso, declara que nunca ha conocido una excepci�n. Por lo tanto, no se ha afligido y perplejo, como David, al "ver a los imp�os en tal prosperidad" (Salmo 73:3). Parecer�a no haber sido un hombre de observaci�n muy aguda.

Job 4:9

Por la explosi�n de Dios perecen; m�s bien, por el aliento de Dios, como en Job 37:10. La palabra utilizada (????????) significa siempre, como observa el profesor Lee, "una respiraci�n leve o suave". El m�s m�nimo aliento del disgusto de Dios es suficiente para destruir a aquellos contra quienes est� dirigido. Y por el aliento de sus fosas nasales se consumen. Aqu� "explosi�n" ser�a mejor que "aliento", porque ??? es una palabra m�s fuerte que ?????. Del mismo modo, ??? es una palabra m�s fuerte que ?????. El aliento mata, la explosi�n consume por completo, transgresores.

Job 4:10

El rugido del le�n, y la voz del le�n feroz, y los dientes de los leones j�venes, est�n rotos. Los hombres malvados, especialmente los opresores, a menudo se comparan con los leones en las Escrituras (ver Salmo 7:2; Salmo 10:9; Salmo 17:12, etc .; Ezequiel 19:3, Ezequiel 19:5; Nah�m 2:12; Sofon�as 3:3, etc.). El significado de Elifaz es que, seg�n su experiencia, todas las clases de hombres malvados, j�venes o viejos, o de mediana edad, d�biles o fuertes, han recibido en esta vida la recompensa de su iniquidad. Aunque ferozmente puedan rugir, aunque codiciosos puedan devorar, su rugido se ha desvanecido, se les han roto los dientes en la boca, la venganza ha ca�do sobre ellos de una forma u otra; han pagado la pena de sus transgresiones. Parece que se habla de cinco clases de leones en este y los siguientes vers�culos:

(1) el cachorro ( Job 4:11);

(2) el le�n a medio crecer, capaz de hacer o�r su voz;

(3) el joven le�n adulto (cephir);

(4) el le�n en plena madurez (ariyeh); y

(5) el viejo le�n que est� creciendo decr�pito (laish).

A estos se une ( Job 4:11) labi, "la leona". Los leones siguen siendo frecuentes en la regi�n mesopot�mica, aunque ya no se encuentran en Palestina ni en Arabia.

Job 4:11

El viejo le�n perece por falta de presas. La contraparte humana del "viejo le�n" es el opresor cuya fuerza y ??astucia comienzan a fallarle, que ya no puede cargar cosas con mano alta, imponer su voluntad a los hombres con bravuconadas y gargantas, o incluso poner trampas para ellos tan h�bilmente. que caminan ciegamente hacia ellos. Los charlatanes pol�ticos cuyo papel se juega, los matones cuyo nervio est� empezando a fallar, los sacapuntas cuya destreza manual los ha desglosado, entran en esta categor�a. Y las fuertes cr�as de le�n; m�s bien, los cachorros de la leona (ver la versi�n revisada). Se encuentran dispersos en el extranjero. Incluso la semilla de los malhechores sufre. Est�n involucrados en el castigo de sus padres (ver �xodo 20:5). Elifaz insin�a sombr�amente que Job pudo haber estado entre la clase de opresores, o (en cualquier caso) de transgresores, y que el destino inoportuno de sus hijos pudo haber sido la consecuencia de sus malas acciones.

Job 4:12

Elifaz procede a narrar una experiencia espiritual de un personaje muy extra�o y sorprendente. Era de noche y se hab�a quedado dormido cuando de repente estaba, o parec�a estar despierto. Un miedo horrible lo invadi�, y todas sus extremidades temblaron y temblaron. Entonces, un esp�ritu pareci� pasar ante su rostro, mientras cada vello de su cuerpo se alzaba y se pon�a r�gido de horror. No lo atraves� simplemente, sino que se qued� quieto, en una forma sin forma, que pod�a ver pero no distinguir claramente. Hubo un profundo silencio. Luego, del silencio, pareci� salir una voz, un susurro, que articulaba palabras solemnes. "�Ser� el hombre mortal m�s justo que Dios? �Un hombre", etc.? Las visitas sobrenaturales fueron otorgadas por Dios a muchos adem�s del pueblo elegido: a Lab�n, cuando persigui� a Jacob ( G�nesis 31:24), a Abimelec ( G�nesis 20:6), al fara�n de la �poca de Joseph ( G�nesis 41:1), a su mayordomo principal (G�nesis 40:9-1) y su jefe de panaderos ( G�nesis 40:16, G�nesis 40:17 ), a Balaam, hijo de Beer ( N�meros 22:12, N�meros 22:20; N�meros 23:5-4, N�meros 23:16-4; N�meros 24:3, N�meros 24:15-4), a Nabucodonosor ( Daniel 2:28-27; Daniel 4:1), y otros. El m�todo y la forma de estas visitas plantean una multitud de preguntas que es imposible responder, pero son pruebas convincentes para todos los que creen que la Escritura es verdadera, que las comunicaciones pueden pasar entre los mundos espiritual y material de un personaje extra�o y misterioso. La comunicaci�n a Elifaz puede haber sido una mera visi�n, impresa en su mente mientras dorm�a, o puede que le haya sido tra�da por un mensajero espiritual, a quien pod�a ver d�bilmente y cuya voz tuvo el privilegio de escuchar. La pseudociencia moderna declara que ver y escuchar es imposible. Pero los poetas a menudo tienen una visi�n m�s clara que los cient�ficos, y Shakespeare pronuncia una verdad pre�ada cuando dice:

"Hay m�s cosas en el cielo y la tierra, Horacio, de las que sue�as en tu filosof�a".

Job 4:12

Ahora una cosa me fue tra�da en secreto; m�s bien, una palabra (o un mensaje) me fue tra�da sigilosamente. Y mi oreja recibi� un poco de ella; m�s bien, un susurro del mismo (ver la Versi�n Revisada, y comp. Job 26:14, y la Vulgata, que da susurrus). Como la forma de la visi�n no era distinta a los ojos de Elifaz ( Job 4:16), tampoco lo fueron las palabras que se pronunciaron distintas a sus o�dos. Sin embargo, se cree capaz de darles el sentido (ver Job 4:17).

Job 4:13

En pensamientos de las visiones de la noche; literalmente, en las perplejidades de las visiones de la noche; es decir, "en ese tiempo desconcertante cuando, c�mo, no saben, las visiones llegan a los hombres". La palabra traducida "pensamientos" aparece solo aqu� y en Job 20:2. Cuando el sue�o profundo cae sobre los hombres. Parece que se quiere decir algo m�s que el sue�o com�n: algo m�s cercano a lo que llamamos "trance" (comp. G�nesis 2:21; G�nesis 15:12; 1 Samuel 26:12, donde se usa la misma palabra).

Job 4:14

El miedo vino sobre m� y tembl�; compara el "horror de la gran oscuridad" que cay� sobre Abraham ( G�nesis 15:12). Nuestra naturaleza se contrae por el contacto directo con el mundo espiritual, y nuestro marco terrenal se estremece ante la presencia sobrenatural. Lo que hizo que la multitud de temblar mis huesos; o, lo que hizo que mis huesos temblaran mucho (as� que la LXX. 'Profesor Lee, y otros).

Job 4:15

Entonces un esp�ritu pas� ante mi cara. Se ha argumentado (Rosenmuller) que se pretende "un soplo de aire" y no "un esp�ritu"; pero, con esa facilidad, �c�mo debemos entender las expresiones en el siguiente verso: "se detuvo", "la forma de las mismas", "una imagen"? Un soplo de aire, cuya esencia es estar en movimiento, no puede quedarse quieto, ni tiene ninguna "forma", "apariencia" o "imagen". Concediendo que el ruakh hebreo (???) puede significar, como el griego ?????? y el lat�n spiritus, o un esp�ritu real, o un soplo, un viento, se deduce que, en cada lugar donde ocurre, debemos juzgar por el contexto que se entiende Aqu�, ciertamente, el contexto apunta a un esp�ritu vivo real, como lo que Elifaz pretend�a. Si un esp�ritu realmente se le apareci� es una pregunta separada. El todo puede haber sido una visi�n; pero ciertamente la impresi�n que dej� en Elifaz fue que hab�a tenido una comunicaci�n del mundo espiritual. El pelo de mi carne se eriz�. No solo el cabello de su cabeza, sino cada cabello en todo su cuerpo, r�gido, erizado y erizado de horror (vea el comentario en Job 4:14).

Job 4:16

Se detuvo, pero no pude discernir su forma. Canon Cook cita, muy apropiadamente, la representaci�n de Milton de la muerte como una forma temerosa,

"Si se pudiera llamar a esa forma, esa forma no es distinguible en un miembro, articulaci�n o extremidad, o se podr�a llamar sustancia a esa sombra".

Una imagen estaba ante mis ojos; o, en apariencia (LXX; ?????). Hab�a silencio; o, un silencio: "status aeris nullo motu turbati, et tranquillissimus" (Schulteus). Y escuch� una voz que dec�a. Despu�s de un rato, el silencio fue roto por una voz que susurr� al o�do de Elifaz (comp. Job 4:12).

Job 4:17

�Ser� el hombre mortal m�s justo que Dios? �Debe suponerse que los caminos de Dios pueden ser correctamente criticados y condenados por el hombre? Seguramente no; porque entonces el hombre debe estar m�s penetrado con el esp�ritu de justicia que el Todopoderoso. Si nuestros pensamientos no son como los pensamientos de Dios, deben ser, nuestros pensamientos que est�n equivocados. �Ser� un hombre m�s puro que su Hacedor? Igualmente imposible. Dios solo es absolutamente puro. El mejor hombre debe ser consciente de s� mismo, como lo fue Isa�as ( Isa�as 6:5), de impureza.

Job 4:18

He aqu�, no confiaba en sus sirvientes; m�s bien, �l no conf�a 'o no conf�a. Los "siervos" pretendidos son aquellos que le ministran directamente en el cielo, los miembros de la hueste angelical, como se desprende del paralelismo de la otra cl�usula del vers�culo. Incluso en ellos, Dios no conf�a impl�citamente, ya que sabe que son fr�giles y falibles, que pueden errar, etc. solo se mantuvo alejado del pecado por su propia gracia sostenida y asistida (configuraci�n. Job 15:15, donde Elifaz expresa la misma creencia en su propia persona). Y a sus �ngeles acus� de locura; m�s bien, carga. El significado exacto de la palabra traducida "locura" es incierto, ya que la palabra no aparece en ning�n otro lugar. La LXX representa por ??????? ??, "torcimiento"; Ewald, Dillmann y otros, por "error". La ense�anza claramente es que los �ngeles no son perfectos: la excelencia angelical m�s alta est� infinitamente por debajo de la perfecci�n de Dios. Incluso los �ngeles, por lo tanto, ser�an jueces incompetentes de las obras de Dios.

Job 4:19

�Cu�nto menos en los que habitan en casas de barro! m�s bien, muuuy m�s ropa, no conf�a en los que habitan en casas de barro. es decir, "cuerpos terrenales", cuerpos hechos del polvo del suelo ( G�nesis 2:7; configuraci�n, Job 33:6). Cuyo fundamento est� en el polvo; es decir, "cuyo origen fue el polvo de la tierra", que se form� a partir de �l y debe regresar a �l, de acuerdo con las palabras de G�nesis 3:19, "Polvo eres, y al polvo debes volver". Que son aplastados ante la polilla. Esto es algo oscuro. Puede significar, "que son tan fr�giles que una polilla, una mosca u otra criatura d�bil pueden destruirlos" o "que son aplastados con la misma facilidad con que una polilla es aplastada y destruida".

Job 4:20

Se destruyen de la ma�ana a la tarde. Los cuerpos humanos sufren una destrucci�n continua. Desde el momento en que nacemos, comenzamos a morir. La decadencia de poderes es coeval con su primer ejercicio. Nuestro enemigo insidioso, la Muerte, nos marca como suyos desde el primer aliento que dibujamos. Nuestros cuerpos son m�quinas enrolladas para funcionar durante cierto tiempo. En el momento en que comenzamos a usarlos, comenzamos a desgastarlos. Perecen para siempre. El resultado final es que Nuestras "casas de barro" perecen, se desmoronan, desaparecen y se quedan en nada. Ellos "perecen para siempre", dice Elifaz, repitiendo lo que �l cre�a que el esp�ritu de Job 4:15 le hab�a dicho; pero no est� claro que entendiera m�s por esto que que perecen y desaparecen para siempre, en lo que respecta a esta vida y este mundo. Sin nada al respecto. Nadie se sorprende ni lo piensa mucho. Es la suerte del hombre, y la mente de todos est� preparada para ello.

Job 4:21

�No se vaya su excelencia que hay en ellos! "Su excelencia" (????) parecer�a significar lo que es m�s elevado en ellos: su esp�ritu o alma. No hace mucha diferencia si traducimos, con los Revisores del Antiguo Testamento "su cord�n de la tienda", ya que eso ser�a simplemente una met�fora del alma, que sostiene el cuerpo como lo hace el cord�n de la tienda. Lo que merece un comentario especial es que la "excelencia" no perece; desaparece, sale o se elimina. Mueren, incluso sin sabidur�a; literalmente, no en sabidur�a; es decir, no haber aprendido en todo el curso de sus vidas esa verdadera sabidur�a que sus pruebas de vida ten�an la intenci�n de ense�arles.

HOMIL�TICA

Job 4:1

Elifaz a Job: la apertura de la segunda controversia: 1. La relaci�n del sufrimiento con el pecado.

I. UN EXORDIO CORTEOSO. Elifaz, el m�s viejo y sabio de los amigos, adopta una tensi�n de disculpa al responder a la imprecaci�n de Job, representando la tarea asumida por �l como:

1. Doloroso para Job; que ciertamente fue. En circunstancias incluso las m�s favorables, se requiere no poca gracia para recibir amonestaci�n con ecuanimidad; sin hablar de contarlo con amabilidad y estimarlo como un excelente aceite (Salmo 141:5), y abrazar su dispensador con cari�o ( Proverbios 9:8); y mucho m�s cuando esa advertencia no solo se siente inmerecida, sino que se habla en un momento en que el alma, aplastada bajo la carga de su miseria, quiere simpat�a en lugar de reproche, y cuando, adem�s, la reprensi�n es insensible en su tono y tono. algo condimentado con autocomplacencia por parte del donante. Si escuchar y aceptar la reprensi�n es un signo de gracia ( Proverbios 15:5) y un camino hacia la sabidur�a ( Proverbios 15:32) y el honor ( Proverbios 13:18), es mucho m�s una marca de tierna piedad y buena sagacidad cristiana para poder decir la verdad con amor ( Efesios 4:15) y reprender con paciencia ( 2 Timoteo 4:2). Prueba que lacera raramente las ganancias.

2. Desagradable a s� mismo (Elifaz). La caridad dicta que la mejor construcci�n, en lugar de la peor, debe ponerse sobre la conducta de los temanitas. Por lo tanto, en lugar de pronunciar su lenguaje �spero, arrogante, arrogante y violento, lo consideramos, especialmente en la introducci�n, como caracterizado por la delicadeza y la consideraci�n, insinuando, como lo hace manifiestamente, que Elifaz hab�a entrado en la oficina de Mentor a su cargo. amigo con renuencia; y, ciertamente, una oficina tan adecuada para causar dolor y tan apta para producir resultados da�inos, nunca deber�a ocuparse, excepto con muestras palpables de dolor.

3. Requerido por cerise. "�Pero qui�n puede negarse a hablar?" El impulso que Elifaz confes� no fue el encendido del fuego po�tico, sino la restricci�n moral del deber.

(1) Deber a Dios (Le Job 19:17). Una regla segura para nunca distribuir censura, excepto cuando se lo impulsa. Solo "la compulsi�n de nuestro propio esp�ritu no debe confundirse con el impulso de Dios". Los hombres que nunca hablan, pero bajo un sentido del deber, rara vez hablan de manera desagradable o en vano.

(2) Deber de trabajo ( Proverbios 27:5). A menos que estemos satisfechos con nuestra propia sinceridad al apuntar al bien de aquellos a quienes censuramos, es mejor guardar silencio; no, est� mal hablar.

(3) Deber hacia s� mismo ( Proverbios 28:23). La luz pose�da por Elifaz habr�a hecho que el silencio de su parte fuera tanto una negligencia grave del deber como una participaci�n indirecta en el pecado de Job. Por lo tanto, si �l mantendr�a su conciencia limpia, debe "ensayar para comunicarse con su amigo".

II Una generosa orden. Elifaz reconoci� que la piedad de Job fue:

1. Conspicuo. "�Mirad!" La piedad eminente por lo general puede hablar por s� misma, siempre asegura la atenci�n y rara vez falla en obtener elogios. Aun as�, los cristianos deber�an dejar que brille su luz ( Mateo 5:16; 1 Pedro 2:12).

2. Filantr�pico. La piedad de Job no era simplemente intelectual y emocional, sino tambi�n pr�ctica, apuntando al bien de los dem�s. Al igual que el gran Ejemplar ( Mateo 20:28; Hechos 10:38), de quien en algunos aspectos era un tipo, este patriarca �rabe hizo el bien ( Job 29:12 ) Entonces Cristo instruye a sus seguidores a hacer ( Mateo 10:42; Lucas 10:37; Jn 14:15; 1 Corintios 14:1; G�latas 5:14; Colosenses 3:12). Cuando las obras de fe y los trabajos de amor est�n completamente ausentes, hay motivos para sospechar que la religi�n genuina no est� presente ( G�latas 5:22; Santiago 1:27; 1 Juan 3:17 )

3. Colector.

(1) Instruir al ignorante ( Job 29:21-18), aconsejarlo como pr�ncipe o magistrado en la puerta, o como amigo y l�der que proporciona instrucciones para el deber diario.

(2) Corregir el descarriado, de acuerdo con otra traducci�n, ya sea imponiendo sanciones por irregularidades o administrando una reprimenda judicial.

(3) Sostener a los d�biles, sostener el coraz�n que se hunde y desmayarse con simpat�a y fortalecer las rodillas y manos d�biles con ayuda �til.

4. Habitual. Los tiempos de los verbos indican acciones habituales y h�bitos de toda la vida. Las buenas acciones aisladas no necesariamente proceden de corazones bondadosos; No puede haber mejor evidencia de la santidad que una vida santa de caminar.

III. UNA INSINUACI�N DELICADA.

1. Que la piedad de Job hab�a fallado donde deber�a haber estado. "Pero ahora ha venido sobre ti y, t� eres m�s d�bil; te toca, y te turbas" (vers�culo 5). Ya sea

(1) una expresi�n de sincero asombro de que Job, que hab�a servido tan a menudo y tan eficientemente el consuelo a los dem�s, deber�a haber tenido un coraz�n d�bil cuando cay� sobre �l, como un problema, record�ndonos que es m�s f�cil predicar la paciencia que practicarla. , que los que aconsejan a otros deben esforzarse por ilustrar sus propios preceptos, y que el mundo nunca es lento en se�alar las deficiencias de los hombres buenos; o

(2) una expresi�n de aguda inventiva (si adoptamos la visi�n poco caritativa del lenguaje de Elifaz), como si quisiera burlarse de Job haciendo lo mismo por lo que hab�a amonestado tan piadosamente a otros, exhibiendo el mismo esp�ritu de adversidad contra el cual les hab�a advertido: una interpretaci�n que, si es correcta, nos recuerda que los hombres buenos tardan en deshacerse de sus corrupciones, que la gracia a menudo encuentra alojamiento en lugares extra�os, que la m�xima de Horacio de ver y aprobar cosas mejores y sin embargo, seguir lo peor no era desconocido para Elifaz m�s que para Pablo; pero en cualquier hip�tesis

(3) el registro de una experiencia frecuente, ya que Job no fue ni el primero ni el �ltimo que se sinti� desigual en la tarea de practicar lo que intent� predicar.

2. Que la confianza de Job se hab�a mantenido donde deber�a haber fallado. "�No es tu miedo tu confianza? Y tu esperanza, �no es la rectitud de tus caminos?" (vers�culo 6)

(1) Tal vez implicando que Job hab�a estado descansando previamente con satisfacci�n complaciente sobre su car�cter religioso, y derivando la esperanza del favor Divino de la elevaci�n de su piedad, que, si Job hab�a estado haciendo, hab�a estado viviendo en un grave error, desde " por los hechos de la ley no se justificar� la carne viva "; pero la declaraci�n de Elifaz fue una calumnia gratuita, que un buen hombre siempre debe tener cuidado al circular, decir o incluso pensar en otro, ya que solo Dios puede leer el coraz�n.

(2) Insinuando que esta confianza previa de parte de Job hab�a sido infundada, en la medida en que su piedad no pudo haber sido sincera, en cuyo caso Job debi� ser culpable de hipocres�a; pero esto, nuevamente, fue una mera inferencia por parte de Elifaz, y de hecho fue incorrecto.

(3) Dirigir a Job para que encuentre aliento y esperanza en un regreso al temor de Dios y a la rectitud moral de la vida: un consejo que, dirigido a Job, no fue necesario y, como lo dio Elifaz, fue una pura impertinencia.

IV. UNA FILOSOF�A FALSA

1. Que los hombres buenos nunca perezcan. "Recuerda, te ruego, �qui�n pereci� alguna vez, siendo inocente? �O d�nde fueron cortados los justos?" (vers�culo 7).

(1) Una declaraci�n cruel, incluso si hubiera sido cierta; considerando la situaci�n de Job. Si hay "un tiempo para hablar", tambi�n hay "un tiempo para guardar silencio"; y aunque es indudablemente incorrecto suprimir o alterar la verdad, no hay nada en la religi�n que requiera que uno proclame toda la verdad independientemente de las circunstancias, o incluso que presente la verdad bajo cualquier circunstancia en sus formas m�s repulsivas.

(2) Una declaraci�n incorrecta, as� como una declaraci�n cruel. Fue contradicha por los hechos m�s claros de la historia, como sostuvo Job, y como el observador menos competente podr�a haberlo percibido ( G�nesis 4:8; Hechos 2:22, Hechos 2:23 ; Hebreos 11:37). Aquellos que se comprometen a consolar a los que sufren, y aquellos que proponen filosof�as de aflicci�n (o, de hecho, de cualquier cosa), deben tener cuidado de adherirse a la verdad.

2. Que los hombres malos siempre perezcan. "Como he visto, los que aran la iniquidad y siembran la maldad, cosechan lo mismo" (vers�culo 8); en el que se puede observar:

(1) La descripci�n gr�fica de los hombres malvados, que se representan

(a) metaf�ricamente como arar la iniquidad y sembrar la maldad, aludiendo, tal vez, al prop�sito deliberado, la actividad mental, la perseverancia constante, el progreso hacia adelante y la expectativa ansiosa con la que los grandes delincuentes inventan y llevan a cabo sus nefastos esquemas; y

(b) de forma an�loga, ser comparado con un le�n que pasa por las etapas sucesivas de su desarrollo y aumenta a medida que crece en fuerza, ferocidad y violencia.

(2) El derrocamiento melanc�lico de los hombres malvados, que son consumidos

(a) de acuerdo con las leyes naturales de retribuci�n, cosechando el torbellino donde sembraron el viento ( Proverbios 22:8; Oseas 8:7; Oseas 10:13; G�latas 6:7, G�latas 6:8);

(b) por la visita expresa de Dios, perecer (como lo hicieron los hijos de Job, es lo que quiere decir) por el estallido de Dios, y ante el aliento de sus fosas nasales; y

(c) a la completa extinci�n de su antigua grandeza, el transgresor providencialmente superado y castigado divinamente se compara con una vieja leona, alguna vez formidable y poderosa, rugiendo y devorando, pero ahora yaciendo indefensa e impotente, sin dientes y sin voz, muriendo por falta de presa, y abandonada incluso por sus cachorros.

(3) La cantidad de verdad en la representaci�n, que es correcta en la medida en que describe casos individuales; como p. los antediluvianos, las ciudades de la llanura, Adonibezek ( Jueces 1:7), Belsasar ( Daniel 5:22, Daniel 5:30), Herodes ( Hechos 12:23); pero incorrecto en la medida en que dice ser de aplicaci�n universal.

Aprender:

1. Cultivar el h�bito de la cortes�a del habla. La cortes�a es un dictado de la religi�n, as� como un elemento de virtud.

2. Elogiar donde podamos, y reprobar solo donde debemos. Detectar la bondad en otros es un logro mayor que detectar fallas.

3. Tener cuidado de confiar en la justicia propia, tanto despu�s de la conversi�n como antes. La confianza del santo nunca debe estar en s� mismo, sino siempre en su Dios.

4. Ser cauteloso al hacer deducciones generales de lo que, despu�s de todo, pueden ser hechos aislados. La observaci�n de un hombre no ofrece una base lo suficientemente amplia para la construcci�n de una filosof�a de vida.

5. Para pensar en las cosechas cosecharemos antes de comenzar a arar y sembrar. "No se enga�en; no se burlan de Dios: porque todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�"

Job 4:6

Aflicci�n.

I. LA FUENTE DE �L.

1. Negativamente.

(1) No viene sin una causa. "La maldici�n sin causa no vendr�" ( Proverbios 26:2).

(2) No viene por ninguna causa; es decir, por casualidad, por accidente, ya que todo el universo est� bajo el dominio de la ley ( Mateo 10:29).

(3) No proviene de una causa material; no brota del suelo; no es el resultado del ambiente terrestre de un hombre

2. Positivamente.

(1) Proviene del interior del hombre mismo; es el fruto de su propio pecado

(2) Viene de acuerdo con la ley moral universal, que conecta el pecado y el sufrimiento juntos como causa y efecto.

(3) Viene como un inseparable concomitante de la naturaleza del hombre. El hombre, cuando nace, se encuentra introducido en una escena de problemas.

II LAS CARACTER�STICAS DE LA TI.

1. Universal. Es la porci�n, no de un hombre, o unos pocos, o incluso de muchos, sino de la raza. Forma una parte del derecho de nacimiento de la humanidad.

2. Cierto. Es absolutamente inevitable. Tan seguramente como asciendan las chispas, tambi�n lo har�n esas pasiones pecaminosas que conllevan sufrimiento y miseria.

3. Perpetuo. Al encontrarse con el hombre en el umbral de su nacimiento, lo acompa�a durante toda la vida hasta su finalizaci�n.

III. EL ESCAPE DE �L.

1. No por rebeli�n refractaria. No comport�ndose como el tonto, o como Job, que maldijo su d�a, y se enfureci� y se preocup� por su miseria.

2. Pero por sumisi�n del paciente. "Hum�llate bajo la mano de Dios, y �l te levantar�".

Job 4:12

Elifaz a Job: 2. Un mensaje del mundo espiritual.

I. EL VIDENTE DEVOUT.

1. Descansando en su sof�. Un poeta moderno (Robert Buchanan, 'Book of Orm.,' 1.), que describe c�mo "al principio, antes de que el tiempo creciera", el hermoso Creador de todas las cosas se dibuj� alrededor de su rostro, que desde entonces ha sido invisible para el ojo mortal. , el maravilloso velo del firmamento, representa esa cara como la m�s presionada durante el d�a, cuando el cielo est� m�s despejado, y agrega que al anochecer, cuando la oscuridad se profundiza y las estrellas nadan, y el viento de la tarde comienza a soplar como el aliento de Dios, ese velo est� al rev�s. Sin embargo, concuerda con la experiencia universal de que el mundo invisible parece estar m�s cerca del alma humana cuando mira hacia abajo a trav�s de "los pliegues luminosos forjados por las estrellas del maravilloso velo". Que la luz del d�a llamativo tiene una tendencia, al encerrar al hombre en su propio peque�o mundo, a excluir de su aprensi�n las infinitudes de arriba, no es m�s seguro que el esp�ritu finito se vuelve m�s r�pidamente consciente de lo sobrenatural en medio de la oscuridad. y el silencio de la noche, que cuando esto ha sido sucedido por el resplandor y la agitaci�n del d�a.

2. Envuelto en la meditaci�n. Si el d�a es la estaci�n para el trabajo, sin duda la noche es el momento m�s propicio para el ejercicio del pensamiento, especialmente para resolver los grandes problemas de la religi�n. Mientras David meditaba en Dios en las vigilias nocturnas (Salmo 63:6), y Asaph comulg� con su coraz�n en la noche, su esp�ritu despierto hizo una b�squeda diligente en esos misteriosos pensamientos que oprim�an sus horas de vigilia (Salmo 77:6), y como Mayor que cualquiera de las noches pasadas enteras entre las colinas de Galilaean en oraci�n a Dios ( Lucas 6:12), entonces Elifaz ten�a "pensamientos de las visiones de la noche".

3. Criado en �xtasis. Desapegado de las actividades y perturbaciones de la existencia de vigilia, y calmado por las calmantes influencias de la noche, el profeta meditativo cay� en un sue�o profundo, no simplemente un sue�o tan profundo como el de los sentidos en el olvido de todas las cosas externas, sino un descanso tan sobrenatural. como Ad�n fue lanzado antes de la creaci�n de Eva ( G�nesis 2:21), y Abraham al hacer el pacto ( G�nesis 15:12). y Daniel a orillas del Ulai ( Daniel 8:18), en el que, mientras que el esp�ritu humano se separ� de su vida f�sicamente condicionada, todav�a est� en lo m�s profundo de su posesi�n de un existencia consciente: un modo de ser tal vez tan cercano al estado incorp�reo del hombre como cualquier cosa que podamos imaginar.

4. Visitado por revelaciones. El sue�o profundo acaba de describir haber sido aquello en lo que los profetas y otros estaban al este cuando estaban a punto de recibir comunicaciones Divinas (cf. Abraham, G�nesis 15:12; Jacob, G�nesis 28:12; Daniel 2:19; Peter, Hechos 10:10; Paul, 2 Corintios 12:2, 2 Corintios 12:3). Elifaz el embelesado fue honrado por una visita del mundo invisible de los fantasmas.

II EL ESPECTRO SIN FORMA.

1. La premonici�n de su venida. "El miedo vino sobre m� y tembl�" (vers�culo 14). Incluso los hombres buenos no siempre pueden contemplar lo sobrenatural con la posesi�n de uno mismo (cf. Mateo 14:26; Lucas 24:37). Que el hombre muestre un horror a los visitantes del mundo de los esp�ritus es una prueba melanc�lica de su ca�da. Inocencia no se descompondr�a al saber que "millones de esp�ritus caminan por este aire, tanto cuando nos despertamos como cuando dormimos" (Milton). Pero el hombre pecador, al no estar en armon�a con el Esp�ritu Supremo y todo el c�rculo de la creaci�n, universalmente siente miedo del mundo invisible que lo rodea (cf. 'Macbeth', Hechos 3. Sc. 4 )

2. La forma de su venida. Desliz�ndose repentinamente fuera de la oscuridad en la que yac�a el vidente embelesado, revoloteando suave y silenciosamente sobre la inm�vil y sobrenatural atm�sfera con la que se llenaba la c�mara, movi�ndose de manera constante hasta que apareci� a la vista del ojo abierto del so�ador, �se puso de pie! El durmiente vio y estaba perfectamente consciente de su presencia, pudo discernir que hab�a una imagen, una apariencia nebulosa oscura y sombr�a, pero se sinti� completamente incompetente para analizar sus caracter�sticas. Sin embargo, no hay raz�n para suponer que, al igual que la espada de Macbeth, este espectro sin forma era "una creaci�n falsa, procedente del cerebro oprimido por el calor" ('Macbeth,' Hechos 2. Sc. 1). Los saduceos negaron la existencia de esp�ritus ( Hechos 23:8); pero el lenguaje de Cristo ( Lucas 24:39) implica que estaban equivocados, aunque, por supuesto, no sanciona ni la antigua creencia supersticiosa en las historias de fantasmas ni el enga�o moderno de los esp�ritus.

3. El efecto de su venida. El terror de anticipaci�n que sinti� Elifaz profundiz� de memoria un horror sin nombre, en el que "el pelo de su carne se eriz�" (vers�culo 15), "como plumas sobre el puercoesp�n inquieto" ('Hamlet', Hechos 1 . sc. 5), o m�s bien como clavos o p�as en una pared, cada cerda individual se endurece en un aislamiento fr�o y escalofriante.

4. El acompa�amiento de su venida. Una voz suave y apacible cay� sobre su o�do, como un susurro muerto y sigiloso (cf. 1 Reyes 19:12).

III. LA VOZ DE SOMBRA.

1. Una clara demostraci�n de la pecaminosidad del hombre.

(1) Una pregunta propuesta: "�Ser� el hombre mortal m�s que Dios? �Ser� un hombre m�s puro que su Hacedor?" (vers�culo 17). Una gran pregunta, que, le�da como est� (Calvin, Davidson, Cox, etc.), puede describirse como

(a) buscando, profundizando en los cimientos del ser humano, investigando las ideas que posee de excelencia moral e integridad espiritual, as� como las medidas y grados en que esas ideas se han realizado en su propia existencia personal;

(b) elevar, elevar al hombre a las altitudes serenas de pureza absoluta en las que Dios habita, y colocarlo con el brillo tenue de su bondad imperfecta junto a la clara luz blanca de la inefable rectitud de Dios;

(c) discriminando, sin confundir las dos cosas, la justicia del hombre y la de Dios, como si fueran una y la misma, ni confundir la una con la otra, como si casi rivalizaran entre s� en su esplendor, sino distingui�ndose una de la otra como esencialmente diversas y separadas, la justicia y la santidad de Dios son inherentes, perfectas, eternas, mientras que la del hombre es derivada, inmadura, capaz de aumentar y disminuir, mutable y sujeta a la descomposici�n; y

(d) desafiando, exigiendo al hombre pecador si se atrever�a a exaltarse a s� mismo, con respecto a la justicia y la pureza, por encima del Dios supremo, su Hacedor? Formalmente, tal vez, nadie ser�a culpable de la presunci�n inconmensurable implicada en afirmar que �l era igual a esto; pero pr�cticamente nunca), el pecador afirma tener ideas m�s estrictas de integridad moral y espiritual que Dios, cuando impugna la equidad de los tratos divinos o la justicia de la sentencia divina de condenaci�n contra s� mismo.

(2) Una premisa declaraba: "He aqu�, �l no conf�a en sus siervos, ni en sus �ngeles a los que acusa de locura [o 'les atribuye mal']" (vers�culo 18). La suposici�n imp�a de que la criatura podr�a superar al Creador en pureza moral, el fantasma r�pidamente elimina mostrando que el primero no puede igualar al segundo, y esto lo hace estableciendo la inferioridad moral de Dios incluso de las m�s altas inteligencias, los �ngeles no ca�dos quienes le sirven d�a y noche en su templo celestial. Incluso ellos, seres de exaltada dignidad y radiante bondad, cuando se cr�an junto a la luz inaccesible y llena de gloria del car�cter Divino, parecen tener su brillo empa�ado. De donde el siguiente paso es inevitable.

(3) Una deducci�n hecha: "�Cu�nto menos en los que habitan en casas de barro!" (vers�culo 19). Si el hombre es inferior a los �ngeles, mucho m�s es inferior a Dios; y la inferioridad del hombre a los �ngeles, el esp�ritu luego prueba.

2. Una representaci�n que afecta la fragilidad humana. En contraste con la raza angelical, el hombre es representado como una criatura.

(1) cuyo origen es malo, caracteriz�ndose como un habitante en una casa de arcilla, cuyo fundamento est� en el polvo (vers�culo 19), siendo la alusi�n a su marco corporal, que, al estar compuesto de elementos materiales, proclama indiscutiblemente su inferioridad;

(2) cuya duraci�n es corta, siendo un efem�rido que es "aplastado ante la polilla" (vers�culo 19) y "destruido de la ma�ana a la tarde" (vers�culo 20), es decir, en el transcurso de un solo d�a;

(3) cuya importancia es peque�a, siendo considerado con tal desprecio, no solo por las �rdenes superiores de inteligencia, sino por los miembros de su propia raza, que se le permite morir sin ser escuchado, "para perecer para siempre sin ninguna consideraci�n es "(vers�culo 20);

(4) cuya gloria es evanescente, cualquier grandeza o excelencia que el hombre pueda alcanzar en la tierra que fallezca con �l cuando muera: "�No se va su excelencia que est� en ellos?" (vers�culo 21); y

(5) cuyo fracaso es evidente, el hombre muere com�nmente como naci�, "sin sabidur�a", es decir, sin haber alcanzado m�s que el alfabeto del conocimiento. Sin embargo, a pesar de lo impactante que es esta imagen del hombre, es solo a medias. Exhibe solo un aspecto de la naturaleza y condici�n del hombre. Si es habitante de una casa de barro, el hombre a�n es de origen Divino, siendo el aliento del Esp�ritu de Dios, y un inmortal cuya existencia no ser� contada por a�os, y de tanta importancia en el universo que Dios se separ� de su Hijo para poder para efectuar su redenci�n, y cuya verdadera gloria ( Isa�as 60:19) nunca se desvanecer�, y cuyo logro final de la sabidur�a se har� bueno en un mundo m�s brillante y mejor.

Aprender:

1. Que el cielo nunca est� lejos de los piadosos.

2. Que aquellos que piensan m�s en Dios obtienen la mayor�a de las comunicaciones de Dios.

3. Que incluso los hombres buenos pueden permanecer durante mucho tiempo, por miedo a la muerte y al mundo invisible, sujetos a la esclavitud

4. Que las voces divinas rara vez hablan en tempestades y huracanes, pero principalmente en voces peque�as y quietas.

5. Que Dios, siendo m�s alto que el m�s alto, debe ser considerado por todas sus criaturas con reverencia y temor.

6. Ese hombre, incluso en su mejor estado, es completamente vanidad.

7. Que, a juicio del Cielo, ninguna vida es exitosa y termina sin haber alcanzado la sabidur�a.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 4:1

Elifaz y Job: verdades olvidadas recordadas.

Independientemente de c�mo se hayan aplicado incorrectamente a su caso particular los discursos de los amigos de Job, no puede haber disputas sobre la pureza y la sublimidad de las grandes verdades de las que aqu� aparecen como portavoces. Si no est� bien dirigido a Job, pueden estar bien dirigidos a nosotros. Cada uno de los amigos representa un cierto aspecto de las verdades que relacionan al hombre con Dios. En el discurso de Elifaz, la posici�n principal adoptada es que el hombre, en su ignorancia y pecaminosidad, debe guardar silencio en presencia del Dios todo justo y todo santo.

I. COMPARACI�N DEL PASADO CON LA EXPERIENCIA ACTUAL. (Vers�culos 1-6.) A Job se le recuerda lo que era y se le pide que explique lo que es.

1. La apelaci�n a la memoria. Un recuerdo brillante y radiante. Hab�a sido el director de muchos "gu�as, fil�sofos y amigos" para j�venes y viejos en las perplejidades de la vida. De nuevo, �l hab�a sido el consolador de los tristes y los d�biles; hab�a fortalecido las manos que colgaban y las d�biles rodillas: hab�a conducido en sendas rectas los pies de los que erraron. Es una bella imagen de una carrera amable, benevolente y divina. No ten�a que, como muchos, mirar hacia atr�s a un yermo desolado, una vida ego�sta y malgastada, sino a uno lleno de "obras de luz". �Gracias a Dios si alg�n hombre puede convertir la hora del des�nimo en recuerdos tan justos y verdes!

2. Exposici�n con su estado de �nimo actual. �C�mo es, entonces, ahora que el dolor y la pena han tocado a su propia persona, que est� tan abatido? �Por qu� no aplicar la medicina y el b�lsamo para su propia enfermedad y dolor que se encontraron tan curativos en el caso de otros? Si el remedio alguna vez fue bueno para ellos, fue porque primero fue bueno para ti. Si el consejo y el consuelo que sol�a ofrecer a los enfermos y tristes no hubieran sido probados por usted, no ten�a sentido presionarlos sobre los dem�s. Pero si lo aceptaron y fueron bendecidos, �por qu� no puedes prescribir ahora tu propia enfermedad? "M�dico, c�rate a ti mismo. �Sum�rgete en ti mismo y luego preg�ntate qu� te pasa en ese santuario!"

3. Apelar al poder de la religi�n y a la conciencia de la inocencia. El sexto vers�culo estar�a mejor traducido: "�Tu religi�n [temor de Dios] no es tu confianza? �Tu esperanza es la inocencia de tus caminos?" La religi�n es un gran pilar en todas las tormentas del alma. Mientras un hombre pueda decir: "Es el Se�or: que haga lo que le parezca bueno", tiene un apoyo que nada puede mover. Pero tambi�n la integridad consciente es un gran manantial de consuelo, debido a la esperanza "l�pulo que cosecha, no verg�enza". Sembrar las semillas de la virtud en la salud y la actividad es cosechar la cosecha de la esperanza en la enfermedad, la ociosidad forzada, la debilidad y la muerte. Hope es la amable enfermera de los enfermos y los viejos; �Y por qu� est� Job sin el ministerio angelical de su presencia ahora? Pong�monos estas preguntas de Elifaz a nosotros mismos.

II INFERENCIAS DEL SUFRIMIENTO. (Vers�culos 7-11.) Estos Elifaz procede a dibujar, Job a�n permanece en silencio en su primera apelaci�n. La inferencia es que ha habido culpa para explicar estos grandes problemas. Y la inferencia se justifica por una apelaci�n al gran maestro, la experiencia.

1. La experiencia general demuestra que la calamidad apunta a la culpa. Como regla general, no son los hombres buenos los que se hunden, ni los corazones rectos que est�n completamente abrumados. Existen, o parecen existir, excepciones de las cuales la filosof�a de Elifaz no tiene en cuenta. Pero, de hecho, �cu�n leves son en general estas aparentes excepciones a la gran regla moral! Al igual que en la gram�tica, en la vida, las excepciones se pueden encontrar, en un examen m�s detallado, solo para ampliar e ilustrar nuestra concepci�n de la regla.

2. La ense�anza de la experiencia es apoyada por la de la naturaleza. (Verso 8.) Las leyes de la naturaleza son constantes. Cada cosecha implica una siembra previa, cada cosecha es la descendencia de la primera mano de obra del a�o. Por lo tanto, este es el razonamiento r�gido de Elifaz, este problema de su amigo implica una siembra previa en los campos del pecado. Es la declaraci�n �spera y amplia de un principio sublime en el gobierno de Dios. Se entrega sin excepciones, pero ser� tiempo suficiente para observar las excepciones cuando hayamos dominado la regla por primera vez.

3. Im�genes de la naturaleza, que ilustran esta ley moral. (Vers�culos 9, 10, 11.) La naturaleza emite su luz sobre esas verdades que primero aprendimos de la experiencia y la conciencia. Dos de esas im�genes est�n aqu� esbozadas. Uno es el de la violenta explosi�n del cielo, que rompe el �rbol podrido, arroja las hojas secas al arroyo, dispersa la paja in�til. Tal es el destino del hombre sin valor, la mente desprovista de principios y, por lo tanto, de vitalidad y valor. La otra imagen, y es menos familiar, y tal vez a�n m�s poderosa, es la del le�n feroz, sin dientes, rugiendo en vano, que finalmente muere por falta de presas, sus cr�as todas dispersas. Tal es, nuevamente, el destino de el audaz hombre de la cama. Con este fin, sus ansias devoradoras lo han tra�do. El apetito por el pecado contin�a hasta el final: el alimento del apetito, m�s a�n, el mismo poder de disfrutar, por fin retirado. �D�nde, en la br�jula de tan pocas l�neas, podemos encontrar una ilustraci�n tan poderosa de la paga y el fin del pecado? Junto con esta poderosa imagen, podemos colocar algunas otras im�genes en las que la Escritura representa la condena del hombre sin principios y sin Dios. Es como la paja antes de la brisa, como el enebro en el desierto, sin ser molestado por el refrescante roc�o del cielo, como el �rbol floreciendo hoy, ma�ana sintiendo el golpe del hacha del le�ador, o como la escoria que es consumido en el horno donde se ilumina el oro verdadero, como el remolque que arde r�pidamente, o como un sue�o cuando uno despierta, una imagen, cuya irrealidad est� destinada a ser descubierta y despreciada.-J.

Vers�culo 12-5: 7

El or�culo en un sue�o de la noche.

Aqu� tenemos la narraci�n de una de esas revelaciones en visiones de la noche, a trav�s de la cual el hombre tan frecuentemente aprendi� en el tiempo de los ancianos a conocer la voluntad del Eterno. Cada l�nea de la descripci�n es significativa e impresionante.

I. LAS ASOCIACIONES DE LA NOCHE.

1. Es la temporada de la soledad. Durante el d�a tenemos muchos para hacernos compa��a, para alentarnos, puede ser, en pensamientos falsos o inactivos, o desviarnos de aquellos que son serios. Ahora, por fin, estamos solos y debemos estar cara a cara con uno mismo, con la verdad, con Dios.

2. Es la temporada del silencio. No hay ruido, no hay confusi�n, ahogando las voces quietas y peque�as que de otro modo podr�an escucharse.

3. Es el tiempo de la oscuridad. El ojo ya no est� lleno de vistas que desv�an la fantas�a y desarman la fijaci�n de la direcci�n de la mente. Pascal dice que la raz�n por la cual los hombres practican deportes de campo y otras diversiones con tanto entusiasmo es que pueden volar solos, que es una noche que nadie puede soportar. Pero la oscuridad, arrojando un velo sobre el brillante mundo exterior, arroja al hombre sobre s� mismo y lo obliga a entrar en la c�mara interior de la conciencia. Felices aquellos que han aprendido a emplear las horas de vigilia en la comuni�n y la comuni�n con Dios, y que encuentran que "las visiones nocturnas se hacen amigas, mientras que los sue�os despiertos son fatales".

II La quietud de la voz de Dios. Este es un pensamiento muy destacado en la descripci�n, como en la revelaci�n a Elijah en Horeb: la calma y la gentileza de la voz de lo Invisible y lo Divino. Elifaz dice que la palabra "se rob�" sobre �l, y fue un "sonido suave" que recibi� su o�do ( Job 5:12). Era una "voz susurrante" ( Job 5:16), como el susurro, o el susurro de las hojas de un �rbol en el aire tranquilo de la noche. Para todos los que voluntariamente escuchan, la voz del gran Padre de los esp�ritus es calmada, tranquila, gentil, aunque fuerte y horrible. Solo sobre el o�do obstinado y el coraz�n obstinado se escuchan al final con truenos y amenazas.

III. EL EFECTO SOBRE EL CORAZ�N HUMANO DE LA VOZ DE DIOS. ( Job 5:14.) No se puede escuchar sin asombro y sin terror. Un tono de esa voz que vibra a trav�s de toda la conciencia despierta instant�neamente todo el sentido de nuestra debilidad, nuestra ignorancia y nuestro pecado. Y aqu� tenemos todos los s�ntomas f�sicos descritos fielmente que dan testimonio de la agitaci�n del alma en presencia de lo Invisible. Hay un temblor y un temblor de todo el cuadro en cada miembro. El cabello se pone de punta. Una filosof�a materialista, que niega o ignora la relaci�n del hombre con lo Invisible, nunca puede explicar estos fen�menos. Son testigos involuntarios de la realidad de ese poder que nos acosa por detr�s y antes, que est� "m�s cerca de nosotros que nuestra respiraci�n, m�s cerca que las manos y los pies", del cual no podemos huir.

IV. LA APARICI�N. ( Job 5:15, Job 5:16.) Es bueno notar en qu� toques vagos y horribles se insin�a la presencia de lo Divino. Un esp�ritu pasa ante el durmiente, se queda quieto, pero su forma, sus caracter�sticas, no se pueden discernir exactamente. Hay una vaguedad similar en la visi�n de Mois�s y en la de Isa�as en el templo. Porque ning�n hombre puede mirar el rostro de Dios, ning�n hombre puede recibir nada m�s que la m�s tenue y d�bil impresi�n de esa forma inexpresable. Estas descripciones nos dan lecciones como maestros p�blicos. Nos recuerdan que un tono de reserva, una simplicidad de descripci�n, que no sobrepase los l�mites reverentes de la Escritura, la sugerencia de un vasto trasfondo de misterio, deber�a acompa�ar todo lo que nos aventuramos a hablar a los hombres acerca de Dios.

V. EL ORACULO. (Vers�culos 17-21.) Es una reprimenda solemne a ese esp�ritu que Elifaz pens� que discern�a en su amigo: la asunci�n de inocencia y justicia en la presencia de Dios. "Porque no hay un hombre justo en la tierra, que haga el bien y no pecare" ( Eclesiast�s 7:20). Su contenido se puede resumir en las palabras del salmo (Salmo 143:2), "A tus ojos no se justificar� el hombre vivo". Su significado se repite en palabras como estas: "Justo, oh Dios, eres t� en tus juicios" (Jeremias 12:1); "Que Dios sea verdadero, y todo hombre mentiroso, como est� escrito, para que puedas ser justificado en tus dichos, y puedas ser vencido cuando seas juzgado" ( Romanos 3:4) No hay privilegio de pregunta , de cr�tica, de reproche o queja cuando el hombre se acerca a las obras de Dios. Su parte es comprender y presentar. El derecho de cr�tica implica cierta igualdad de conocimiento; pero, �c�mo puede subsistir esto entre la criatura y el Creador? "�Qui�n eres t� que respondes contra Dios? �Dir� la cosa formada al que la form�, por qu� me has hecho as�?" ( Romanos 9:20). La cr�tica se silencia en presencia de una superioridad abrumadora. Hay algunas grandes obras, incluso de arte humano, ante las cuales se calla la lengua del mal y la b�squeda de fallas. �Qui�n se atreve a juzgar las esculturas de un Fidias, las pinturas de Rafael o los poemas de Shakespeare? Admiraci�n, estudio, tengo aqu� solo lugar. Al menos, en estas simples obras humanas, la presunci�n siempre es que el maestro tiene raz�n y el cr�tico es un tonto. �Cu�nto m�s debe ser esto en la relaci�n entre la criatura ignorante y el Creador omnisciente? Pero en el or�culo, esta gran verdad es apoyada, no por una comparaci�n del hombre ignorante con grandes genios, sino por una comparaci�n de hombres con �ngeles. Son los servidores inmediatos del Alt�simo; est�n m�s cerca de �l que el hombre. Sin embargo, son imperfectos, indignos de la plena confianza de su Divino Se�or, susceptibles de error y error. �Cu�nto m�s hombre, que es consciente del pecado como ellos no lo son, el pecado que perturba su juicio, que nubla sus percepciones! �Una vez m�s, los �ngeles disfrutan de una vida siempre vigorosa y joven, que no conoce la decadencia ni la muerte! Pero el hombre habita una casa de barro, un tabern�culo terrenal; �l usa una "vestimenta fangosa de descomposici�n" y vive en "este punto oscuro de la tierra". Es una criatura ef�mera, que vive desde el amanecer hasta el ocaso; aplastado f�cilmente como una polilla; viviendo en una densa ignorancia, en medio de la cual la muerte lo sorprende de repente. Esto, es cierto, no es el �nico aspecto de la vida humana. Todo es comparaci�n. Si se contrasta la naturaleza espiritual del hombre con la brevedad de su vida y la debilidad de sus poderes, la comparaci�n aumenta en grandeza. Pero si su intelecto se pone en contraste con la Inteligencia Infinita, entonces debe hundirse en la insignificancia. Una comparaci�n verdadera nos ense�ar� fe y esperanza, o humildad; y ambas lecciones se derivan de la visi�n m�s cercana del conocimiento pro-fundador de la grandeza de Dios.

VI. INFERENCIAS DEL OR�CULO.

1. La ociosidad de las quejas contra Dios ... ( Job 5:1.) Para los mismos �ngeles, si Job se aplicara a uno de ellos, en la conciencia de su relaci�n con el Supremo, no adoptar�a ninguna queja de los tipo.

2. Tal esp�ritu de queja es el signo de una locura fatal. (Vers�culos 2, 3.) 'Es un pecado que, si se lo permite, matar� al pecador. Y aqu� sigue otra imagen poderosa de la terrible fatalidad que atiende al tonto, a aquel que en el pensamiento y en la vida alimentar�a una disputa con el Cielo. Puede que por un tiempo parezca pr�spero y firmemente arraigado, pero la ruina caer� sobre �l y su casa. "Conoc�a un caso as�", dice Elifaz, con �nfasis. "No cegado por el deslumbramiento externo de su futuro, yo, aborreciendo su car�cter, predije su ca�da; y ha sucedido. Sus hijos, sintiendo todo el peso de la culpa de un padre, son apartados y no pueden obtener ning�n beneficio. justicia a manos de sus semejantes (vers�culo 4). Aquellos a quienes el padre hab�a oprimido se apoderan, como en el hambre y la sed de la 'justicia salvaje' de la venganza, sobre la propiedad de los hijos; asolan y despojan, y arrebatan el cosecha vanamente guardada incluso de entre las espinas "(vers�culo 5).

LECCI�N FINAL Hay una causa de cada sufrimiento humano, y esa causa no es externa, sino interna (vers�culos 6, 7). No externo No accidental No como la hierba que brota de la tierra y que puede ser desarraigada a voluntad. Pero interno. La causa del sufrimiento del hombre est� profundamente arraigada en su naturaleza. Ha nacido para sufrir. Es originario del territorio de la desgracia. Tan cierto como cualquier ley f�sica, ya que las chispas deber�an volar hacia arriba y las piedras deber�an caer. En vano, entonces, estos murmullos contra el curso y la constituci�n de las cosas. Lo que sea, es lo mejor. Si el dolor es una gran parte de nuestro destino, la resignaci�n es nuestra sabidur�a y nuestro deber. Y el que ha aprendido con calma a inclinarse ante lo inevitable y someterse a la ley, est� preparado para escuchar esos dulces consuelos que Elifaz procede a desarrollar de la naturaleza de aquel cuya voluntad es bendecir, no maldecir; quien sigue, por los propios medios del dolor y la tristeza, los consejos eternos del amor.

Job 4:1

El profesor prob�.

A lo largo de las palabras de los amigos de Job, se encuentran muchas verdades, tanto precisas como bellamente ilustradas; pero en muchos casos, casi en general, se hace una aplicaci�n incorrecta de ellos. Los amigos que dise�an para ser consoladores, a trav�s de visiones imperfectas del misterio del sufrimiento humano, de hecho se convierten en acusadores, y hacen que la carga sea m�s pesada que propusieron aligerar. Pero las palabras ahora bajo consideraci�n son perfectamente ciertas. El que anteriormente hab�a sido el instructor de muchos, y el fortalecedor de las rodillas d�biles, ahora est� herido y se desmaya; Est� conmovido y preocupado. Por lo tanto, la lecci�n es para el maestro que puede transmitir palabras de instrucci�n a otros, y para el consolador que tiene como objetivo consolar a los tristes. Sus principios alg�n d�a ser�n probados en su propia experiencia, y en su propia vida demostrar� su veracidad o su falsedad. Elifaz insin�a, si no afirma realmente, el fracaso de Job. "Ser prevenido es ser prevenido". y el maestro sabio se convertir� en un aprendiz en presencia de estas palabras. Podemos, entonces, decir:

I. LA VERDAD HACE SUS MAYORES DEMANDAS SOBRE SUS EXPOSITORES. Se al�an con eso. Ellos lo proclaman. Declaran su fe en ello. Ellos lo avalan. Cuanto m�s realmente un hombre es un maestro, m�s es un disc�pulo. Es la alianza perfecta del maestro con la verdad que ense�a lo que le da poder sobre los dem�s en su exposici�n. Sobre �l, entonces, se hace la mayor demanda de que la verdad que ha afirmado debe encontrar su m�s alta ilustraci�n en su propia vida, que su vida no debe mentir a sus labios. Es as� que:

II EL PROFESOR DE LA VERDAD TIENE LA MEJOR OPORTUNIDAD DE CONVERTIRSE EN SU EXPOSITOR M�S EFECTIVO. Elifaz a�n no pod�a ver c�mo Job, manteniendo firme su integridad, presentar�a un brillante ejemplo de la veracidad de su doctrina. Explicar la verdad con los labios es posible para el simulador e hip�crita. �l puede decir, y no lo haga. Puede declarar la autoridad de una verdad y contradecir esa autoridad y su propio dicho por desobediencia. Tales fueron los fariseos de la �poca de nuestro Se�or. De ellos, la verdad recibi� el mayor homenaje por reconocimiento verbal, pero demostraron ser disc�pulos de la verdad falsos e infieles por el descr�dito que le arrojaron por su desobediencia a sus requisitos. El maestro de la verdad, haci�ndola suya con un abrazo profundo y una simpat�a real y sin simpat�a, ense�a m�s por su vida que por sus labios; para uno los hombres desacreditan, pero el otro es innegable. La fidelidad en el maestro es la prueba m�s alta de su fe en su doctrina, y por eso rinde el mayor tributo a la doctrina que puede pagar.

III. El deber supremo del maestro es la fidelidad a su doctrina. Por su fidelidad, sus eruditos se confirman en su creencia y firmeza. Es un crimen negro para un hombre proclamar una verdad o una ense�anza que afecta la vida y la esperanza de sus semejantes y, sin embargo, demostrar su traici�n por infidelidad. Los cimientos de la esperanza de muchos han sido sacudidos e incluso desarraigados por tal conducta. Por cu�nto es importante la verdad que un hombre proclama, tanto es la responsabilidad de su propio tratamiento de esa verdad grande. Job fue un brillante ejemplo de fidelidad, aunque severamente probado.

IV. LA HONORABILIDAD DE UNA ADHESI�N FIEL A UNA GRAN VERDAD. El que se vincula con grandes verdades es exaltado por ellos. Honran al que los houours. Lo llevan a la gloria y al verdadero renombre. R.G.

Job 4:7

Las consecuencias del mal hacer.

La ense�anza del Nuevo Testamento es: "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�". Es precisamente como los versos presentes. "Los que aran la iniquidad y siembran la maldad, cosechan lo mismo". El testimonio de los siglos tambi�n advierte a los malhechores. Esta regla es inevitable; es s�lo; es natural; Es admonitorio.

I. ESTE PEDIDO ES INEVITABLE. El que ha ordenado las leyes de la naturaleza, fijo, tranquilo, indestructible, tambi�n ha ordenado que el hacedor del mal cosechar� el fruto de su maldad. Una N�mesis inevitable sigue los pasos de cada ofensor contra las leyes Divinas. Tarde o temprano se dicta sentencia. Ninguna habilidad puede evadir la regla omnipotente. "Aunque mano a mano, los imp�os no quedar�n impunes". Por un momento, nuestro Se�or estableci� la misma ense�anza: "Cada palabra ociosa que los hombres hablen, dar�n cuenta de ello en el d�a del juicio". Tambi�n se puede tratar de ignorar la ley de la gravitaci�n. Nos retiene a todos en su firme agarre. As� lo hace esta Ley Divina enmarcada por la misma mano.

II ESTA LEY ES SOLO. El sabio y santo gobernante de todos, "el Creador de todos los mundos, el juez de todos los hombres", har� lo correcto, har� lo correcto en las administraciones de sus santas leyes. El no es vengativo. Su ira es ira santa; su ira es tan verdadera como su amor es tierno. �l ha puesto los cimientos de la vida humana en la justicia. �l es justo; porque �l presta a cada hombre seg�n sus obras. Sin duda toma nota de todas las circunstancias en las que cada uno es colocado, y no acusa a los inocentes ni excusa a los culpables. Los hombres encuentran en sus propios actos la causa de sus sufrimientos y la justificaci�n del justo juicio de Dios. En cada seno, la convicci�n m�s dolorosa ser� la seguridad de la justicia perfecta de los caminos Divinos, y la justicia de cada imposici�n Divina. El reflejo interno del juicio divino de condena es el m�s doloroso de todos los juicios.

III. LA OPERACI�N DE ESTA LEY ES PERFECTAMENTE NATURAL. Las consecuencias siguen a las causas con la misma regularidad de la ley en la moral que en el mundo material. Un pensamiento equivocado da un sesgo incorrecto a la mente, y lo deja tanto m�s susceptible de ser influenciado en una direcci�n equivocada; as� de cada palabra u obra del mal. Cada acto incorrecto es una semilla arrojada a la tierra, y da su fruto seg�n su propio g�nero al que la siembra, del mal, el bien no puede brotar. As� que cada hombre, por su mal hacer, atesora su ira contra el d�a de la ira. Recibe su recompensa en su car�cter, en la condici�n de la mente y la vida a la que se ve reducido por el mal o elevado por la bondad.

IV. ESTA LEY ES ADMONITARIA PARA TODOS. No hay escapatoria por mera ley de las malas consecuencias de cualquier acto malo. Las consecuencias inevitables que siguen a todas las malas acciones deber�an advertir a los hombres de caminos prohibidos. "Por la explosi�n de Dios perecen" es la amenaza de advertencia contra los sembradores de maldad y contra aquellos que "aran la iniquidad". Aunque los hombres se enfurecen como los leones feroces, su rugido se rompe; perecen, y su semilla se esparce en el extranjero. � R.G.

Job 4:12

La condena del hombre en presencia de la santidad divina.

Con una figura de gran audacia y grandeza, Elifaz insta sus palabras sobre Job. �l est� tratando de ilustrar el gran principio de las retribuciones justas del gobierno divino. En las visiones de la noche apareci� un esp�ritu ante su rostro, y en el silencio muerto escuch� una voz que dec�a: "�Ser� el hombre mortal m�s justo que Dios? �Ser� un hombre m�s puro que su Hacedor?" No puede ser. Y la visi�n de Elifaz se cumple en el mismo Job, quien al final se postra en la tierra con verg�enza y condenaci�n.

I. TODOS LOS HOMBRES DEBEN DE NECESIDAD SER CONDENADOS A S� MISMOS EN PRESENCIA DE LA DIVINA SANTIDAD. �Pobre de m�! todos somos pecadores; nuestras mejores obras son defectuosas, y el elemento de pecaminosidad se mezcla con todos nuestros actos tan verdaderamente como el elemento de imperfecci�n. No podemos estar en presencia del absolutamente perfecto. Incluso la vanidad m�s grosera debe horrorizarse y humillarse ante su vista.

II LA CONTEMPLACI�N DE LA DIVINA SANTIDAD UNA VERIFICACI�N SALUDARIA A LA FACULTAD DE CONFIANZA. En ausencia de un verdadero y elevado est�ndar de derecho, los hombres se jactan de su bondad. Midi�ndose a s� mismos y compar�ndose entre ellos, se les lleva a la orgullosa suposici�n de la justicia imaginada. Los est�ndares son defectuosos; incluso los defectuosos, por lo tanto, los alcanzan. Es sabio y puede decir: "Pero ahora mi ojo te ve, por lo cual me aborrezco y me arrepiento en polvo y cenizas".

III. LA CONTEMPLACI�N DE LA DIVINA SANTIDAD UN EST�MULO AL TEMOR BAJO, HUMILDE, RELIGIOSO. Este miedo es el comienzo de la sabidur�a; y los m�s altos logros de la sabidur�a no se apartan de este miedo. Es el comienzo y la consumaci�n de la santa sabidur�a.

IV. LOS SERES M�S PUROS Y M�S EXCELENTES SE ABASZAN EN LA DIVINA PRESENCIA. "A sus �ngeles los acus� de locura". �Cu�nto m�s, por lo tanto, los hijos del polvo, "los que habitan en casas de barro"! - R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 4:1

Elifaz el visionario.

Despu�s de que Job ha roto el silencio de los siete d�as, cada uno de sus amigos trata de consolarlo, con la forma m�s irritante de consuelo: un consejo no solicitado. Aunque, tal vez, algunos de los cr�ticos han pensado que detectaron mayores diferencias entre los tres amigos de lo que realmente se desprende de la narraci�n, no podemos dejar de notar ciertas caracter�sticas distintivas. Lo que tienen en com�n es m�s pronunciado que sus puntos de diferencia. Por lo tanto, los tres son amigos de Job, que realmente desean mostrar su simpat�a y ayudar a la v�ctima. Todos ellos tierno consejo no solicitado. Todos asumen una posici�n irritante de superioridad. Todos se adhieren al dogma prevaleciente de que la gran calamidad debe considerarse como el castigo del gran pecado. Todos creen en la justicia de Dios y en su disposici�n a perdonar y restaurar si Job confiesa sus pecados y se humilla. Pero manifiestan ciertas diferencias interesantes. El primer amigo en hablar es Elifaz, quien aparece como un vidente de visiones.

I. HAY HOMBRES QUE PARECEN AFINARSE NATURALMENTE CON EL MUNDO ESPIRITUAL. Todos los hombres no pueden ver los lugares con los que estos hombres est�n familiarizados. Son los videntes de las visiones. Con demasiada frecuencia, tales hombres son visionarios y nada m�s. Est�n tan absortos en la emoci�n de sus experiencias en otro mundo que no les queda inter�s ni capacidad para cumplir con los deberes terrenales actuales. Nos enfermar�a si hubiera muchas personas tan poco pr�cticas entre nosotros. Pero incluso estos hombres tienen su esfera, y hay visionarios superiores a quienes deber�amos estar agradecidos. Es un gran descenso de Pablo el ap�stol en el tercer cielo para "Lodos del medio" en una sesi�n espiritista. Las locuras del espiritismo no deber�an cegarnos ante las revelaciones de los verdaderos videntes. Incluso las visiones medio locas de un Blake le han dado al mundo algunos maravillosos frutos de imaginaci�n, que nunca habr�an crecido gracias a la experiencia mundana convencional.

II LA VERDAD NO SE ENCUENTRA SIEMPRE CON EL VIDENTE DE LAS VISIONES. El vidente de Dios ver� la verdad de Dios. Si el velo se levanta antes del mundo invisible, deben aparecer algunas revelaciones genuinas. Dios nos ha dado verdades de la Biblia en algunos casos a trav�s de las visiones de sus profetas. Pero la mera afirmaci�n de una visi�n no es un comprobante de la verdad de lo que se dice. El vidente puede ser un enga�ador, puede ser un fan�tico enga�ado o puede ver una visi�n de "esp�ritus mentirosos". Por lo tanto, lo que �l dice debe ser probado y no debe ser aceptado por la mera autoridad de su visi�n. Aqu� estaba el error de Elifaz, que pensaba sobrepasar y silenciar a Job al recitar su visi�n. Es m�s seguro pasar de todas esas pretensiones a la clara "palabra de profec�a" y la revelaci�n hist�rica de Cristo. Nuestra religi�n se basa, no en visiones, sino en hechos hist�ricos.

III. Es m�s importante cultivar la simpat�a con el mundo invisible. Si no somos visionarios, no necesitamos ser materialistas. Aunque no buscamos manifestaciones espiritistas, no necesitamos ser saduceos que no crean en esp�ritus. Existe una visi�n de Dios para los puros de coraz�n, que no puede enga�ar a ninguno, y que es la inspiraci�n del servicio m�s alto de este mundo. � W.F.A.

Job 4:2

Discurso irreprimible.

Elifaz dice: "�Qui�n puede negarse a hablar?" �l expresa su propio sentimiento, pero es muy com�n, mucho m�s com�n que la admisi�n honesta de ello con lo que Elifaz justifica su discurso a Job.

I. RESORTES DE HABLA IRREPRESIONABLES DE VARIAS INFLUENCIAS, a veces es dif�cil encontrar palabras. �Cu�les son, entonces, las cosas que rompen las fuentes del discurso?

1. El temperamento natural. Algunos son naturalmente locuaces, otros como naturalmente taciturnos. Ning�n hombre es responsable de su constituci�n original; su responsabilidad comienza con su uso.

2. Riqueza de ideas. No es solo la fluidez verbal lo que se encuentra con un volumen de discurso. Quien piense mucho tendr� los materiales para hablar mucho. Coleridge medit� profundamente; Macaulay le�a enormemente y recordaba todo lo que le�a; y ambos eran grandes conversadores.

3. Profundidad del sentimiento. Pasi�n elfos elocuencia a la persona menos dotada. La simpat�a buscar� palabras. As� que la larga contemplaci�n de los sufrimientos de Job inst� a Elifaz a hablar.

4. Provocaci�n. Elifaz se sorprendi� por la maldici�n de Job el d�a de su nacimiento. Incapaz de entrar en las profundidades tr�gicas del dolor de la v�ctima, pudo percibir f�cilmente el tono altamente inapropiado del lenguaje utilizado. La controversia suscita la elocuencia menos bella, pero a menudo la m�s vigorosa.

5. Vanidad. Para muchas personas hay un encanto extra�o en el sonido de sus propias voces.

II EL DISCURSO IRREPRESIBLE PUEDE SER UNA FUENTE DE GRAN MAL, el hablador rara vez parece considerar cu�n afilado es el arma que est� empu�ando. No parece recordar que sus palabras son como flechas, y que el arco dibujado en una aventura puede infligir una herida mortal; que son como semillas que pueden brotar y dar fruto de bateo mucho despu�s de que el sembrador haya olvidado cu�ndo y d�nde las arroj� sobre la tierra. Ciertos puntos en particular necesitan ser notados.

1. El discurso irreprimible carece de la debida reflexi�n. Es apresurado y mal juzgado. Por lo tanto, puede decir mucho m�s de lo que el orador pretend�a, e incluso puede transmitir una impresi�n muy falsa. Dicho sin el debido pensamiento, la palabra apresurada puede hacer una sugerencia que la consideraci�n madura repudiar�a por completo. Las palabras conducen a hechos y, por lo tanto, el discurso irreprimible se convierte en un acto inalterable. "La volatilidad de las palabras", dice Lavater, "es descuido en las acciones; las palabras son las alas de las acciones".

2. El discurso irreprimible es probable que sea desconsiderado con los sentimientos de los dem�s. Seguramente los tres consoladores de Job no podr�an haber sabido qu� palabras tan crueles eran sus palabras, o apenas habr�an atormentado a la v�ctima como lo hicieron. Es tan f�cil herir con la lengua, que si hablamos apresuradamente y sin pensar, es muy probable que lo hagamos incluso sin tener la intenci�n.

3. El discurso irreprimible es un desaire sobre la misi�n del silencio. Esos siete d�as de silencio sirvieron como un ministerio de curaci�n, o al menos fueron d�as de simpat�a no adulterada por parte de los tres amigos. �Por qu�, entonces, deber�an los hombres buenos cambiar sus t�cticas? Evidentemente, no ten�an suficiente fe en el silencio.

4. El discurso irreprimible necesita la preservaci�n de la gracia divina. Los grandes conversadores deben buscar especialmente la ayuda de arriba, para que su discurso est� "sazonado con sal". El que habl� como nunca habl� el hombre es un modelo de expresi�n sabia y lac�nica. Para estar seguros en el uso de la lengua necesitamos estar muy en compa��a de Cristo, a menudo en conversaci�n con el Cielo. � W.F.A.

Job 4:3

El maestro tiene la culpa.

Despu�s de una breve palabra de disculpa por romper el aparente silencio del duelo, Elifaz se sumerge en los medios de comunicaci�n, y de inmediato comienza a reprochar a Job record�ndole su conducta anterior, y contrastando su estado actual con ella como evidencia de una evidente inconsistencia. Job podr�a ense�ar a otros c�mo comportarse, pero en cuanto se le hace la prueba a s� mismo, falla. El profesor no puede aprobar el examen para el que ha estado preparando a sus alumnos.

I. LA MISI�N DE INSTRUCTAR A LOS DEM�S ES UNA DE HONOR Y UTILIDAD. No se puede concebir un trabajo mayor que el de formar car�cter. Thomas Carlyle se�al� lo absurdo de acumular honores en el soldado que le negamos al maestro de escuela. Pens� que el bast�n era una muestra de mayor dignidad que la espada. No hay un resultado m�s feliz del trabajo de una vida que ver a aquellos en los que uno ha influido creciendo en sabidur�a, bondad y fortaleza de car�cter. Era bueno, de hecho, que Job fortaleciera a los d�biles. Esto fue completamente bueno, cualquiera que sea su car�cter posterior.

II SE ESPERA QUE EL QUE INSTRUCE A OTROS SIGA SUS PROPIOS PROPIOS. Los ojos del mundo est�n sobre �l; sus propios eruditos lo miran atentamente. La ense�anza que no est� respaldada por el ejemplo pronto se vuelve bastante ineficaz. El ministro cristiano a menudo puede hacer m�s bien con su vida ejemplar que con sus sermones m�s excelentes. Si su caminar y conversaci�n entre los hombres no adornan el evangelio que proclama, lo estropear�n y lo mutilar�n. El mundo se niega a separar al predicador del hombre. Se niega a creer que las vestimentas clericales transforman a una persona descuidada, descuidada e indulgente, a quien nadie puede respetar, en un heraldo del cielo. El maestro de escuela dominical cuya reputaci�n comercial es baja no tiene derecho a esperar que sus elevadas palabras entrenar�n una vida noble en los j�venes a quienes instruye.

III. ES POSIBLE SER UN INSTRUCTOR DE OTROS Y SIN EMBARGO, EL cargo de Elifaz fue injusto, ya que no tuvo en cuenta los problemas incomparables de Job, ninguno hab�a sido juzgado como este hombre, o m�s bien asumi� que deb�a haberlo hecho. sido un hombre excepcionalmente malo o no habr�a sufrido un tremendo rev�s de fortuna. Por lo tanto, sugiri� que el venerado l�der y maestro hab�a sido un hip�crita todo el tiempo. Esto fue doblemente injusto. Es posible haber sido sincero mientras ense�aba y, sin embargo, despu�s caer ante tentaciones inesperadas sin haber sido un hip�crita; porque los hombres buenos son falibles, y nadie sabe lo d�bil que es hasta que lo prueban. Adem�s, en el presente caso, el profesor no hab�a ca�do como su censor supon�a. A�n as�, hay una gran fuerza en su advertencia. Desafortunadamente, el mundo no quiere hombres en los que es demasiado aplicable. Existe un gran peligro de enga�o en la facultad de ense�anza. Todos los que instruimos a otros estamos tentados a confundir nuestro conocimiento con nuestros logros y nuestro lenguaje con nuestra experiencia. Por lo tanto, la familiaridad intelectual y profesional con las cosas sagradas puede confundirse con esa comuni�n vital con ellas, que tal vez no se encuentre acompa��ndola. Solo ha habido un Maestro perfecto cuya conducta fue tan elevada como sus instrucciones. Todos los dem�s pueden aprender a caminar humildemente mientras ense�an las lecciones m�s exaltadas. W.F.A.

Job 4:8

Un verdadero principio aplicado falsamente.

Ahora hemos llegado al n�cleo de la controversia con la que se comprometer�n Job y sus amigos. Mientras que, como lo muestra el pr�logo, el prop�sito principal del Libro de Job es refutar la insinuaci�n baja y burlona de Satan�s implicada en las palabras: "�Sirve Job a Dios para nada?" y para demostrar que Dios puede inspirar y de hecho inspira una devoci�n desinteresada, la larga discusi�n entre los amigos est� relacionada con el problema del sufrimiento, y la vieja noci�n ortodoxa de que era solo el castigo del pecado, mostrando la insuficiencia de esa noci�n, y la profunda misterio de todo el tema. Ahora nos presentan esta pregunta desconcertante. Se presenta ante nosotros en la forma de un principio que es indudablemente cierto, aunque la aplicaci�n por parte de los amigos de Job result� ser flagrantemente falsa.

I. LA VERDAD DEL PRINCIPIO.

1. Esto es comunicado en el Nuevo Testamento por San Pablo, "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�" ( G�latas 6:7).

2. Esto est� de acuerdo con la experiencia. Elifaz lo hab�a visto. No debemos suponer que hab�a sido enga�ado por alguna extra�a alucinaci�n. Todos debemos haber observado c�mo los hombres hacen o estropean sus propias fortunas. Sabemos cu�l ser� el final de la carrera de los ociosos y disipados. Estamos constantemente observando el triunfo de la diligencia y la prudencia.

3. Esto es despu�s de la analog�a de la naturaleza. Entonces la cosecha es seg�n la siembra, y est� determinada por leyes absolutas. Pero no hay caos en la esfera humana. La causalidad moral funciona all� tan estrictamente como la causalidad f�sica en el mundo exterior. No hay escapatoria de las consecuencias naturales de nuestros hechos. El que siembra el viento seguramente cosechar� el torbellino.

4. Esto es justo. Los amigos de Job ten�an raz�n al sentir que los malvados deb�an sufrir y que los buenos deb�an ser bendecidos. El intento de evadir la gran ley de causalidad en la esfera espiritual es tan inmoral como in�til. �Por qu� deber�a alguien esperar ser salvado firme la cosecha que �l mismo sembr�?

II LA APLICACI�N FALSA DEL PRINCIPIO. Todo el Libro de Job demuestra que los amigos de Job se equivocaron al aplicar este principio al caso del patriarca. �Pero por qu� no fue aplicable?

1. Anticiparon la cosecha. La cosecha es el fin del mundo. Algunas primicias se pueden recoger antes; a menudo vemos que las malas consecuencias de las fechor�as maduran r�pidamente. Pero este no es siempre el caso. Mientras tanto, no podemos juzgar la vida hasta que hayamos visto la totalidad de ella. Al final, Job cosech� una abundante cosecha de bendiciones ( Job 42:10).

2. Ignoraron la variedad de causas. Es una regla l�gica reconocida que, si bien siempre se puede argumentar desde la causa hasta el efecto, no se puede revertir de manera segura el proceso y volver a razonar desde el efecto a la causa, porque el mismo efecto puede provenir de cualquiera de varias causas. . Job podr�a traer calamidades sobre s� mismo, y si hac�a mal, lo traer�a, a la larga. Pero otras causas pueden producirlo. En este caso no fue Job, sino Satan�s, quien lo trajo. No fue el labrador, sino un enemigo, quien sembr� la ciza�a en el campo.

3. Ellos confundieron la naturaleza de la cosecha. El hombre que siembra iniquidad no necesariamente cosechar� calamidades temporales. Obtendr� su cosecha natural, que es corrupci�n, pero puede tener riqueza y prosperidad temporal y externa en la tierra. Y el hombre que siembra bondad puede no cosechar dinero, inmunidad contra problemas, etc .; porque estas cosas no son los productos naturales de lo que �l siembra. No son "seg�n su tipo". Pero cosechar� la "vida eterna". Nada de lo que le hab�a sucedido a Job indicaba que no recoger�a la mejor cosecha posible. W.F.A.

Job 4:12

Una aparici�n

El visionario ahora cuenta la emocionante historia de su visi�n. �l piensa que sobrepasar� a Job con un mensaje de alguien que no era un hombre mortal. Todos los detalles y circunstancias de la visi�n est�n narrados gr�ficamente, de modo que su horror puede aumentar el peso de su autoridad.

I. LA REALIDAD DE LA APARIENCIA. Hay muchas razones para creer que Elifaz habl� de buena fe. �l no aparece ante nosotros como un enga�ador, aunque ciertamente es capaz de cometer un gran error. Por lo tanto, no se puede dudar de que �l narr� su experiencia genuina. Pero entonces, naturalmente, podemos preguntar: �qu� sucedi� realmente?

1. Posiblemente una ilusi�n subjetiva. La aparici�n puede haber sido solo una criatura de la imaginaci�n excitada del visionario. "Ver" no debe ser siempre "creer". No tenemos justificaci�n para confiar invariablemente en nuestros sentidos. Un cerebro enfermo o simplemente desordenado desarrollar� visiones. Quiz�s sin alteraciones, la exaltaci�n del cerebro mismo puede ayudarlo a crear fantasmas.

2. Posiblemente una verdadera manifestaci�n espiritual. No es cient�fico negar la posibilidad de tal cosa. La ciencia est� tomando conciencia de las infinitas variedades de existencia y de las infinitas potencialidades de la naturaleza. No podemos decir que no hay esp�ritus sino el nuestro, ni tampoco podemos decir que ning�n otro esp�ritu se manifieste ante los hombres. Puede no haber presencia material externa; el contacto espiritual puede ser interno y la visi�n expulsada a trav�s del cerebro del vidente; y, sin embargo, puede haber algo en contacto con el alma: una presencia espiritual real.

II LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA APARIENCIA.

1. En soledad. La cosa fue "tra�da secretamente a" Elifaz. Algunos pueden decir que, como no hab�a espectadores para verificar la precisi�n de su visi�n, toda la escena fue un enga�o. Pero, por otro lado, la soledad ser�a m�s adecuada para una revelaci�n del otro mundo. La presi�n de las cosas terrenales excluye el pensamiento mismo de lo invisible.

2. En la noche. Aqu�, de nuevo, la oscuridad del entorno material podr�a dar una oportunidad para la aparici�n de lo inmaterial.

3. En la meditaci�n. "En los pensamientos de las visiones de la noche". Esto muestra que Elifaz estaba en condiciones de recibir impresiones espirituales. Los escritos extraordinarios de Lawrance Oliphant indican que los que piensan en la preparaci�n necesaria para ello obtienen alg�n tipo de experiencia peculiar. Esto solo puede conducir al atolladero del "espiritualismo". Pero es demasiado para un escepticismo "filisteo" decir que nunca ha habido buenas influencias de esta manera.

III. EL EFECTO DE LA APARICION.

1. Un susto de terror. Elifaz describe m�s gr�ficamente el horror de su experiencia. La figura era vaga, sin forma, sin nombre, impersonal, y descrita por el visionario como "Eso". Sinti� que algo pasaba, sus extremidades temblaban debajo de �l, �su cabello erizado! Los hombres temen lo sobrenatural. Algunos atribuyen este temor a la culpa de la conciencia; pero lo extra�o, lo desconocido, lo antinatural, sugieren temerosas posibilidades de peligro. Es m�s feliz vivir a la luz del sol con ni�os y flores que en la penumbra de los fantasmas. La b�squeda del "Espiritismo", incluso si no sigue un enga�o, conlleva una fascinaci�n insana y melanc�lica.

2. Una voz de verdad. "Eso" le dio un mensaje a Elifaz. Dios ha revelado la verdad en sue�os y visi�n. El mensaje de la aparici�n fue grandioso e importante. Sin embargo, ese mensaje no era nuevo; y era susceptible de aplicaci�n incorrecta por parte de Elifaz. Seremos muy tontos si abandonamos a Cristo y las Escrituras por voces espirituales, que ahora generalmente parecen decir tonter�as en mala gram�tica. Es una tonter�a hacer que la conciencia y la raz�n est�n sujetas a cualquier visi�n no autenticada. � W.F.A.

Job 4:17

Un mensaje de lo invisible.

La aparici�n habl� y esto es lo que dijo "It". Nadie puede negar la verdad de las palabras pronunciadas. La �nica pregunta es c�mo se aplicaron a Job. Elifaz asumi� que la posici�n de Job fue condenada. Dejando esto fuera de cuenta, sin embargo, podemos ver cu�n elevadas, verdaderas e importantes fueron las palabras que surgieron en la visi�n de los temanitas.

I. LOS HECHOS OBVIOS. Uno hubiera pensado que no se quer�a que ning�n fantasma hiciera tan evidentes los hechos que aqu� se narran para todos. Cuando miramos la visi�n de Elifaz, estamos tentados a sospechar de una pomposa pretensi�n. Y, sin embargo, aunque los hechos a los que se hace referencia son obvios e incuestionables, no se puede insistir demasiado en ellos ni sentirlos demasiado profundamente. Por lo tanto, puede ser bueno que sean tra�dos ante nosotros envueltos en el temor de una aparici�n. Estos hechos se refieren a la peque�ez del hombre en comparaci�n con la grandeza de Dios. Al final del poema, Dios mismo aparece y los lleva a casa a Job con una fuerza que no se encuentra en la visi�n de Elifaz, en parte porque los tratos de Dios con el mismo Job son sabios y justos, mientras que la conducta de Elifaz es irrazonable e injusta. Note tres regiones en las cuales la peque�ez del hombre se contrasta con la grandeza de Dios.

1. Moral. Un hombre puede ser m�s puro o m�s justo que otro hombre. �Pero qui�n puede superar a Dios? Ante �l, los mejores hombres se encogen y son due�os de su absoluta indignidad.

2. Intelectual. Algunos hombres son m�s perspicaces y sabios que otros, pero la altura de la capacidad humana no es m�s que una locura ante Dios.

3. Vital. La vida del hombre es fr�gil y breve. Su ef�mera existencia no es nada en comparaci�n con la eternidad de Dios. Todas estas verdades son triviales; su importancia radica en la aplicaci�n de ellos.

II SUS S�LO EFECTOS. El tremendo error que comete la gente es admitir los hechos obvios y luego vivir exactamente como si no existieran. Pero si lo son, deber�an tener grandes efectos sobre la conducta. Tenga en cuenta algunos de los resultados que deber�an funcionar en nosotros.

1. Humildad Puede que no entendamos a Dios, pero no debemos aventurarnos a juzgar a Uno de manera tan infinitamente mayor que nosotros. La reverencia es nuestra actitud correcta ante los misterios de la Providencia.

2. Contrici�n. Podemos defendernos entre los hombres, pero no podemos hacerlo en presencia de Dios. No solo no podemos ocultarle nada a Dios, no deber�amos desear hacer eso, sino que adem�s vemos un est�ndar m�s alto en Dios que el que prevalece entre los hombres, y juzgado por ese est�ndar, el santo es un pecador.

3. paciencia. Dios es infinitamente justo; �l lo sabe todo; No puede fallar. No sabemos lo que est� haciendo, ni por qu� act�a. Pero podemos esperar.

4. Confianza Esto va m�s all� de la paciencia. Tenemos derecho a confiar en un Dios tan justo, sabio y fuerte. Su grandeza produce terror en el alma rebelde; pero cuando uno se reconcilia con Dios, esa grandeza se convierte en una poderosa e invencible roca de refugio.

5. La obediencia. Nuestro deber es hacer m�s que someternos sin murmurar, y esperar pacientemente a Dios. �l es nuestro Maestro, nuestro Rey, y nuestro negocio es seguir su gran autoridad. El pecado es voluntad propia, orgullo, desconfianza, desobediencia. La vida cristiana es de servicio activo; est� caminando humildemente en la forma en que nuestro Dios infinito nos asigna. Su grandeza justamente ordena obediencia impl�cita. � W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 4". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-4.html. 1897.
 
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