Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Job 6

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Buscar…
Enter query below:

Versículos 1-30

EXPOSICI�N

Job 6:1. y 7. contienen la respuesta de Job a Elifaz. En Job 6:1. se limita a tres puntos:

(1) una justificaci�n de su "dolor", es decir. de su irritaci�n e impaciencia ( Job 6:1);

(2) una declaraci�n de que la destrucci�n con la que ha sido amenazado ( Job 4:9, Job 4:21; Job 5:2), es exactamente lo que m�s anhela ( Job 6:8); y

(3) una r�plica sobre sus amigos, a quienes considera que todos han hablado por boca de Elifaz, y a quienes reprocha con su falta de simpat�a ( Job 6:14), y con la debilidad de sus argumentos ( Job 6:24-18).

Job 6:1, Job 6:2

Pero Job respondi� y dijo: �Oh, si mi dolor fuera pesado! m�s bien, mi ira o mi irritaci�n, la misma palabra que la utilizada por Elifaz cuando reprochaba a Job, en Job 5:2. Job desea que, antes de que los hombres lo culpen, sopesen tranquilamente la fuerza de sus sentimientos y expresiones contra el peso de la calamidad que lo oprime. Sus palabras pueden parecer demasiado fuertes y demasiado violentas; �pero son m�s que un simple contrapeso al car�cter extremo de sus aflicciones? El peso de las palabras y los pensamientos era un elemento esencial en la concepci�n egipcia del juicio, donde Thoth manten�a la balanza, y en una escala se colocaban los m�ritos del difunto, en la otra la imagen de Ma o Verdad, y su el destino estaba determinado por el lado al que se inclinaba el equilibrio. Y mi calamidad yac�a en la balanza juntos. Mi calamidad se coloc� en una escala, y mi irritaci�n en la otra, y pesaba tanto, cada una contra cada una.

Job 6:3

Por ahora ser�a m�s pesado que la arena del mar (comp. Proverbios 27:3, "Una piedra es pesada, y la arena pesa; pero la ira de un tonto es m�s pesada que ambas"; v�ase tambi�n Ecclesiasticus 22 :15). Por eso mis palabras son tragadas; m�s bien, como en la versi�n revisada, por lo tanto, mis palabras han sido precipitadas. Job aqu� se excusa sin justificarse. Declara que el car�cter excesivo de sus sufrimientos lo ha obligado a pronunciar palabras imprudentes y violentas, ya que estas maldijeron su d�a y desearon no haber nacido nunca ( Job 3:1, Job 3:3). Se debe tener en cuenta el discurso imprudente pronunciado en tales circunstancias.

Job 6:4

Porque las flechas del Todopoderoso est�n dentro de m� (comp. Salmo 38:2, "Porque tus flechas se me pegan r�pido"). Entonces Shakespeare habla de "las hondas y las flechas de la escandalosa fortuna" para las calamidades en general. La met�fora es muy com�n (ver Deuteronomio 32:23, Deuteronomio 32:42; Salmo 7:13; Salmo 21:12; Salmo 45:5; Lamentaciones 3:13, Lamentaciones 3:14). El veneno de que. Las flechas envenenadas, como las empleadas ahora por las tribus salvajes de �frica Central, eran comunes en la antig�edad, aunque rara vez las usaban las naciones civilizadas. Ovidio declara que los escitas de su tiempo los utilizaron ('Tristia', 1, 2). Bebe mi esp�ritu; m�s bien, mi esp�ritu se bebe. El esp�ritu de Job absorbe el veneno que se infecta en sus heridas y, por lo tanto, pierde el control sobre s� mismo. Esta es su disculpa por su vehemencia; Est� casi angustiado. �l agrega: Los terrores de Dios se ponen en orden contra m�. Adem�s de dolores y sufrimientos reales, los temores lo asaltan. Los terrores de Dios, es decir, todos los otros males que tiene a su disposici�n, est�n redactados contra �l, por as� decirlo, en una serie de batallas, y a�n m�s agitan y distraen su alma. �Qu� problemas adicionales no puede Dios traer sobre �l?

Job 6:5

�El culo salvaje rebuzna cuando tiene hierba? literalmente, sobre hierba; es decir, cuando tiene hierba debajo de los pies y, en consecuencia, no tiene motivo de queja. Job quiere decir que sus propias quejas son tan naturales e instintivas como las de los animales (sobre las especies de asnos salvajes que Job conoce, vea el comentario en Job 39:5). El aullido del buey, como el rebuzno del asno salvaje, es una queja, un signo de angustia e incomodidad.

Job 6:6

�Se puede comer sin sal lo que es desagradable? o, lo que es ins�pido. Muchos cr�ticos suponen que en este y el siguiente verso Job reprocha a Elifaz con la insipidez de sus comentarios, y declara que su alma se niega a tocar esa comida repugnante. Otros lo consideran como a�n hablando en su propia defensa, y justificando sus expresiones de disgusto por el car�cter nauseabundo de la comida que se le hab�a presentado; es decir, del trato que ha recibido. Cualquiera de las explicaciones produce buen sentido; pero quiz�s el primero es el m�s natural. �O hay alg�n sabor en la clara de un huevo? Entonces nuestros revisores; y as� Dillmann y Canon Cook. El profesor Lee sugiere "el suero de queso" para "la clara de un huevo"; otros, "el jugo de la verdolaga". Ciertamente no tenemos otra evidencia de que los huevos se comieron en tiempos primitivos.

Job 6:7

Las cosas que mi alma se niega a tocar son mi carne triste; m�s bien, como en la versi�n revisada, mi alma se niega a tocarlos; son como carne repugnante para m�. La duda permanece si Job est� hablando de los argumentos de Elifaz, o de la serie de aflicciones que le han sucedido. Cualquiera de las explicaciones es posible.

Job 6:8

�Oh, si pudiera tener mi pedido! Aqu� se aborda el segundo punto. Elifaz ha amenazado a Job con la muerte, represent�ndolo como el �ltimo y m�s terrible de los castigos ( Job 4:9, Job 4:20, Job 4:21; Job 5:2). La respuesta de Job es que no desea nada m�s que la muerte. Su deseo principal hubiera sido nunca haber nacido ( Job 3:3); adem�s de eso, hubiera deseado una muerte prematura; cuanto antes, m�s aceptable ( Job 3:11). Como ambos le han sido negados, lo que ahora desea, y lo pide fervientemente, es una desaparici�n r�pida. Todav�a no est� claro qu� piensa que es la muerte, o si tiene alguna esperanza m�s all� de la tumba. Dejando de lado todas esas consideraciones, aqu� simplemente equilibra la muerte con la vida que lleva ahora, y debe esperar llevarla, ya que su enfermedad es incurable y decide a favor de la muerte. No es solo su deseo, sino su "petici�n" a Dios, que la muerte pueda llegar a �l r�pidamente. Y que Dios me conceder�a lo que anhelo; literalmente, mi expectativa o deseo. La idea de quitarse la vida no parece haberse ocurrido a Job, como a un griego (Plat�n, 'Phaedo', � 16) o un romano (Pithy, 'Epist.,' 1.12). Es un hijo de la naturaleza demasiado genuino, demasiado simple y poco sofisticado para que ocurra tal pensamiento y, si ocurriera, ser�a demasiado religioso para entretenerlo por un momento. Al igual que Arist�teles, sentir�a que el acto es cobarde (Arist�teles, 'Eth. Nic.,' 5; sub fin.); y, como Plat�n (l.s.c.), lo ver�a como una rebeli�n contra la voluntad de Dios.

Job 6:9

Incluso que agradar�a a Dios destruirme; o, para aplastarme (Versi�n revisada) - "para romperme en pedazos" (Lee). Que soltar�a su mano; o, extiende su mano, est�rala contra m� amenazadoramente. "Y c�rtame." C�rtame poco a poco "(Lee); comp. Isa�as 38:12, donde se usa la misma palabra de un tejedor, que corta los hilos de su telar uno por uno, hasta que todo se libera y desaparece.

Job 6:10

Entonces a�n deber�a tener consuelo. Primero, el consuelo de que hab�a llegado el fin y que se salvar�a de m�s sufrimientos; y m�s a�n, la mayor comodidad que hab�a soportado hasta el final, y no. neg� ni renunci� a su confianza en la religi�n y en todas las "palabras del Santo". El profesor Lee ve aqu� "el reconocimiento de una vida futura, expresada en palabras tan claras y obvias como sea posible". Pero para nosotros parece que, si la idea est� presente, est� encubierta, latente; solo hasta el momento impl�cito, ya que se puede decir que est� implicado en toda disposici�n a morir, ya que se puede argumentar que incluso la vida m�s miserable posible ser�a preferida por cualquier hombre a ninguna vida en absoluto, y as� cuando los hombres se contentan con Deben esperar, consciente o no, una vida m�s all� de la tumba, y ser sostenidos por esa expectativa. S�, me endurecer�a de pena: que no lo perdone; m�s bien, s�, me alegrar�a con una angustia que no perdonaba. Por grande que fuera el dolor que acompa�� a su muerte, Job se regocijar�a y se regocijar�a en �l, ya que con �l su muerte deb�a lograrse. Porque no he ocultado las palabras del Santo; m�s bien, porque no lo he negado o renunciado. Ser�a una parte de la satisfacci�n de Job al morir que no hubiera dejado ir su integridad. M�s bien lo hab�a mantenido firme, y no renunci� ni abandon� su confianza en Dios y en la religi�n. "Las palabras del Santo son los mandamientos de Dios, sin embargo, conocidos por el hombre" (Canon Cook).

Job 6:11

�Cu�l es mi fuerza, que deber�a esperar? Elifaz hab�a sugerido que Job podr�a recuperarse y recuperar su antigua prosperidad ( Job 5:18). Job rechaza esta sugerencia. Su fuerza es demasiado baja; no es concebible que deba ser restaurado, no puede albergar tal esperanza. �Y cu�l es mi fin, que deber�a prolongar mi vida? m�s bien, que extienda mi esp�ritu. Job no puede esperar un "fin" tal como Elifaz le profetiza; por lo tanto, no puede esperar con paciencia.

Job 6:12

�Es mi fuerza la fuerza de las piedras? o es mi carne de lat�n? Se requerir�a que un hombre tuviera un cuerpo de bronce y una fuerza como la de las rocas, para poder soportar los estragos de tal enfermedad y a�n as� recuperarse de ella. Job tampoco puede pretender hacerlo.

Job 6:13

�No es mi ayuda en m�? m�s bien, �no es que no tengo ayuda en m�? (Versi�n Revisada). Job siente que, en lugar de tener una fuerza de constituci�n excepcional que le permita soportar su enfermedad agotadora, no tiene fuerzas. Todo su poder vital est� agotado. No hay ayuda en �l. �Y la sabidur�a es expulsada de m�? m�s bien, �no se me quita la solidez? Tushiyah parece significar aqu� "fuerza de constituci�n", esa solidez interna que resiste las incursiones de la enfermedad y, a veces, triunfa sobre las enfermedades m�s graves. Cualquiera que sea la reserva de este tipo que haya pose�do por naturaleza, es ahora, seg�n Job, completamente perdido y desaparecido de �l.

Job 6:14

Para �l, la aflicci�n afligida debe mostrarse a su amigo. Job comienza aqu� el tercer jefe de su respuesta a Elifaz, en el que lo ataca a �l y a sus compa�eros. El primer deber de un consolador es compasivo con su amigo afligido, condole con �l y mostrar su simpat�a por sus sufrimientos. Esto es lo que todo el mundo busca y espera como algo natural. Pero Job ha mirado en vano. No ha recibido piedad ni simpat�a. No se le ha ofrecido nada m�s que argumentos. �Y qu� argumentos! �C�mo tocan el punto? �C�mo son algo m�s que una ventilaci�n de la propia justicia propia del hablante? Perm�tales que consideren justamente su caso, y que le se�alen d�nde ha sido criticable. Pero �l abandona el temor del Todopoderoso; m�s bien, aunque �l abandone el miedo al Todopoderoso, o de lo contrario podr�a abandonar el miedo al Todopoderoso. Ciertamente, Job no significa admitir que ha renunciado al temor de Dios y se ha convertido en un ap�stata de la religi�n; pero solo para afirmar, ya sea que, incluso si lo hubiera hecho, sus amigos a�n deber�an haberle mostrado amabilidad, o de lo contrario, no mostrarle amabilidad es la forma misma de llevarlo a la apostas�a.

Job 6:15

Mis hermanos es decir, "mis tres amigos", Elifaz, quien ha hablado; Bildad y Zophar, quienes por su silencio han mostrado su acuerdo con �l. Han tratado enga�osamente como un arroyo; es decir, "un torrente de invierno", un "wady", para usar la expresi�n �rabe moderna. Estos cursos de agua son caracter�sticos de Palestina y las regiones adyacentes. "Durante los meses de invierno", dice el Dr. Cunningham Geikie, "a menudo son r�os espumosos, pero en el caluroso verano, cuando tendr�an un valor inestimable, su lecho seco generalmente es el camino de un punto a otro. El agua se precipita". sobre las l�minas de roca como lo har�a desde el techo de una casa, y convergiendo, a medida que desciende, en arroyos menores en los wadies m�s altos, estos barren hacia un canal com�n en alg�n valle central y, por lo tanto, unidos, se hinchan en un incre�blemente corto tiempo en una inundaci�n profunda, turbulenta y rugiente, que llena todo el fondo del wady con un torrente irresistible ... Las corrientes del L�bano, y tambi�n de las altas monta�as del Hauran. Env�an grandes inundaciones de aguas oscuras y turbulentas en primavera, cuando el hielo y la nieve de sus cumbres se derriten; pero se secan bajo el calor del verano, y la huella del torrente, con su caos de cantos rodados, piedras y grava, parece como si no hubiera conocido un arroyo durante siglos, por lo que los amigos de Job parec�an en tiempos pasados Ser�a fiel a �l para siempre; pero su amistad se hab�a desvanecido, como el torrente del torrente que hab�a desaparecido ". Y a medida que la corriente de arroyos desaparece; o, el canal; es decir, el mismo Wady. Canon Cook dice bien sobre esto:" El s�mil es notable completar. Cuando poco se necesita, el torrente se desborda; cuando es necesario, desaparece. En invierno no fertiliza; en verano se seca. Tampoco es meramente in�til; enga�a, seduciendo al viajero con la apariencia de verdor, prometiendo refresco y sin dar nada ".

Job 6:16

Que son negruzcas por el hielo. Job parece haber visto wadys donde, en invierno, el agua estaba congelada en hielo negro duro. Esto apenas ocurre ahora en los pa�ses lim�trofes con Palestina; pero puede haber ocurrido en la regi�n donde Job habit�, anteriormente. Apenas se puede pretender "agua turbia y oscura". Y en donde se esconde la nieve. Algunos suponen que se quiere decir nieve derretida; pero los wadies profundos en el Hauran y en otros lugares ocultar�an f�cilmente los ventisqueros.

Job 6:17

A qu� hora se calientan, se desvanecen: cuando hace calor, se consumen fuera de su lugar (vea el pasaje citado por el Dr. Geikie en el comentario sobre Job 6:15).

Job 6:18

Los caminos de su camino se desv�an; m�s bien, como en la versi�n revisada, las caravanas que viajan por el camino se desv�an. Parece imposible que las corrientes puedan ser pensadas, ya que sus caminos nunca se "desv�an", simplemente se encogen, fallan y se secan. Pero nada es m�s com�n que las caravanas con poca agua salgan de su camino para llegar a un wady, donde esperan poder reponer sus pieles de agua. Si est�n decepcionados, si el wady est� seco, pueden verse en apuros e incluso posiblemente perecer. (Para un caso probable, donde la dependencia de un wady, pero por un milagro, hubiera llevado a un gran desastre, ver 2 Reyes 3:9.) Se van a la nada y perecen; m�s bien, suben a la basura y perecen. Habiendo buscado vanamente el agua en el wady seco, ascienden y entran en el amplio desierto del desierto, donde con demasiada frecuencia perecen miserablemente.

Job 6:19

Las tropas de Tema miraron. Los Tema eran una tribu �rabe descendiente de Ismael ( G�nesis 25:15). En general, est�n unidos con Dedan ( Isa�as 21:13, Isa�as 21:14; Jeremias 25:23), otra tribu �rabe, conocida por llevar carga en un comercio de caravanas. Ambas tribus probablemente vagaron, y ocuparon en diferentes per�odos diferentes porciones del desierto. El nombre, Tema, puede permanecer en la moderna ciudad y distrito de Tayma, en los confines de Siria, y en la ruta de peregrinaci�n entre Damasco y La Meca. Las "tropas de Tema" probablemente buscaron las "caravanas" de Job 6:18 para llegar a su pa�s; pero miraron en vano. El desierto los hab�a tragado. Las compa��as de Sheba los esperaban. (En "Sheba", vea el comentario en Job 1:15).

Job 6:20

Estaban confundidos porque hab�an esperado. La verg�enza y la confusi�n de la cara llegaron sobre ellos como consecuencia de su vana esperanza. De la misma manera, Job implica, se averg�enza de haber buscado la compasi�n y la amabilidad de sus amigos. Deber�a haber sido m�s sabio y haberlo sabido mejor. Llegaron all� y se avergonzaron. No solo esperaban, sino que actuaban de acuerdo con su esperanza: que esto los apartase de su camino (vers�culo 18) y los llevara a la ruina.

Job 6:21

Por ahora no sois nada. Como los torrentes secos, los edredones hab�an quedado en nada; eran totalmente in�tiles y no rentables. Otra lectura da el sentido, "Ustedes son como para ellos" - "ustedes, consoladores", es decir; "son como los torrentes de invierno, y me han enga�ado, como enga�aron a las caravanas". Ustedes ven mi derribo y tienen miedo. Aqu� Job penetra en el motivo que hab�a producido la conducta de sus amigos. Hab�an venido con buenas intenciones, lo que significa consolarlo y consolarlo; pero cuando vinieron y vieron lo arruinado que estaba, cu�n completamente "destrozado" y arruinado, comenzaron a tener miedo de mostrar demasiada amistad. Pensaban que era un objeto de la venganza Divina, y tem�an que, si le mostraban simpat�a, pudieran involucrarse en su castigo.

Job 6:22

�Dije: Tr�eme? El significado es probablemente: si esta es la facilidad, si tienes miedo de ayudarme, �por qu� has venido? �Ped� tu ayuda? No. No te ped� que me trajeras nada para m�, ni que le hicieras un regalo a nadie en mi nombre; mucho menos te llam� para que me liberaras de la mano de mis enemigos, para castigar a los caldeos y a los hombres de Saba ( Job 1:15, Job 1:17), y retroceder de ellos mi propiedad. No; No les pregunt� nada en absoluto; pero cuando viniste voluntariamente, esperaba tu pena ( Job 6:14). �O me das una recompensa por tu sustancia? es decir, dar un regalo en mi nombre a alguna persona influyente, que podr�a encargarse de mi causa y hacerse amigo de m�. No hay necesidad de suponer un "soborno".

Job 6:23

�O lib�rame de la mano del enemigo? m�s bien, de la mano del hombre violento. �O canjearme de la mano de los poderosos? literalmente, del opresor (ver la versi�n revisada). Job no hab�a pedido a sus amigos que hicieran ninguna de estas cosas. No hab�a agotado su paciencia al preguntar ahora por esto, y ahora por eso. Pero hab�a esperado su compasi�n, y esto se le neg�.

Job 6:24

Ens��ame y me callar�. Job est� dispuesto a ser ense�ado, si sus amigos tienen alguna instrucci�n que dar. Est� dispuesto a ser reprendido. Pero no de la forma en que ha sido reprendido por Eliphas. Sus palabras no eran "palabras de rectitud". Hazme entender en qu� me he equivocado. Se�ale, es decir, en qu� consiste mi supuesta culpa. Mantienes que mis aflicciones son merecidas. Se�ale lo que en mi conducta los ha merecido. Estoy bastante listo para ser convencido.

Job 6:25

�Cu�n fuertes son las palabras correctas! literalmente, palabras de rectitud. Tales palabras tienen una fuerza que nadie puede resistir. Si las acusaciones hechas por Elifaz hab�an sido correctas y verdaderas, y sus argumentos sonaban justos y justos, entonces Job debi� haberse rendido ante ellos, haberse confesado culpable y postrado con verg�enza ante sus jueces. Pero no hab�an tenido ese poder restrictivo. Por lo tanto, no eran "palabras de rectitud". �Pero qu� reprende tu discusi�n? literalmente, �qu� reprende tu reproche? Es decir, �qu� es exactamente lo que piensas que est� mal en m�? �A qu� apunta tu invectiva?

Job 6:26

�Os imagin�is reprobar palabras? o �Propones? "�Es tu intenci�n?" �Debo entender que no culpas a nada de mi conducta, sino solo a las palabras que he dicho? es decir, las palabras registradas en Job 3:1. Y los discursos de uno que est� desesperado, que son como el viento; o, mientras que los discursos de alguien desesperado no son m�s que viento; literalmente, para el viento, hablado con el viento, para que el viento los agarre y se los lleve. Por lo tanto, no vale una reprensi�n.

Job 6:27

S�, ustedes abruman a los hu�rfanos; m�s bien, en los hu�rfanos tendr�as este lote (comp. Joel 3:3; Abd�as 1:11; Nah�m 3:10). Job significa decir que son tan despiadados que echar�an suertes a los hijos de un deudor insolvente condenado a convertirse en esclavos a su muerte (ver 2 Reyes 4:1; Nehem�as 5:5). Y cavas un hoyo para tu amigo; o, har�as mercader�a de tu amigo 'como en la Versi�n Revisada. Job no habla de lo que hab�an hecho sus amigos, sino de lo que �l considera que son capaces de hacer.

Job 6:28

Ahora, pues, cont�ntate, m�rame; m�s bien, complace mirarme. El profesor Lee traduce: "M�rame favorablemente". Pero esta adici�n es innecesaria. Lo que Job desea es que sus amigos lo vean directamente a la cara. Entonces no podr�an dudar de �l. Ver�an que estaba diciendo la verdad. Porque te es evidente si miento; m�s bien, ser� evidente para usted, etc. Otros le dan el pasaje: "Porque ciertamente no te mentir� en tu cara" (Schultens, Canon Cook, Versi�n Revisada).

Job 6:29

Regresa, te ruego; es decir, "volver a mi caso: reconsiderarlo". Y luego, que no sea iniquidad; o que no haya iniquidad; es decir, que no se me haga injusticia. S�, vuelve otra vez, mi justicia est� en ello. Si mi causa es bien considerada, se ver� que no soy de ninguna manera culpable.

Job 6:30

�Hay iniquidad en mi lengua? (ver Job 6:26). Job ahora justifica sus palabras, que anteriormente hab�a admitido haber sido "imprudente" (vers�culo 3). Quiz�s tenga la intenci�n de distinguir entre imprudencia y maldad real. �No puede mi gusto discernir cosas perversas? es decir, no veo perversidad ni maldad en lo que he dicho. Si hubiera alguno, creo que deber�a discernirlo. El razonamiento es algo peligroso, ya que los hombres no son jueces infalibles, no son jueces sin prejuicios, en su propio caso. El veredicto final de Job sobre s� mismo es que ha "pronunciado lo que no entendi�" ( Job 42:3), por lo que "se aborrece y se arrepiente en polvo y cenizas" ( Job 42:6 )

HOMIL�TICA

Job 6:1

Job a Elifaz: 1. Disculpas y oraciones.

I. LA DEFENSA DEL HOMBRE DESESPERADO.

1. Calamidades de Job encuestadas.

(1) Su peso. M�s pesado que la arena de los mares. Empleado en otro lugar para representar lo que es innumerable ( G�nesis 22:17; Salmo 78:27) e inconmensurable ( 1 Reyes 4:29; Jeremias 33:22), la arena en la orilla del mar se selecciona aqu� para establecer la noci�n de peso incomparable ( Proverbios 27:3). Al igual que la playa del oc�ano que se extiende sin medida y opresiva, la tristeza del patriarca era intolerablemente pesada. La Escritura designa como cargas las aflicciones y las calamidades temporales de todo tipo, ya sea de individuos (Salmo 55:22; 2 Reyes 9:25) o de naciones ( Isa�as 15:1; Isa�as 17:1; Isa�as 19:1). A�n m�s aplastante e intolerable incluso que estos es la carga que el pecado impone a las almas despiertas y sensibles (Salmo 38:4).

(2) Su intensidad. Comparado con las heridas de flechas envenenadas, con una multitud de las cuales Job se describe a s� mismo como paralizado, no solo en el cuerpo, sino tambi�n en el esp�ritu. Las flechas se colocan en las Escrituras por aflicciones, calamidades, juicios que, como ellos, a menudo son r�pidos ( Zacar�as 9:14), inesperados (Salmo 91:5), agudos (Salmo 45:5), dif�cil de eliminar (Salmo 38:1, Salmo 38:2), y mortal, especialmente cuando se env�a con ira ( Deuteronomio 32:42).

(3) Su efecto. Agotador; el veneno se dispar� en las venas de Job incendi�ndolas, corrompiendo su sangre, inflamando su carne, debilitando su esp�ritu y, en general, produciendo una sensaci�n de debilidad en constante aumento; aterrador, inspirando su coraz�n tembloroso con alarmas fantasmales y temores paralizantes, que parec�an reunirse a su alrededor como una tropa de espectros p�lidos de los puestos perif�ricos de los dominios de Dios, y organizarse como un anfitri�n sable contra �l; nauseabundo, haciendo que su alma se rebele contra ellos mientras el est�mago se revuelve al ver comida repugnante.

(4) Su origen. De Dios. Este fue el principal agravante de la miseria del patriarca. Mientras un paciente pueda ver la cara de Dios, la mayor carga de calamidad no lo aplastar�; pero cuando el favor de Dios parece ser retirado, el esp�ritu se hunde como plomo en las poderosas aguas ( Job 9:13).

2. La pena de Job justificada.

(1) Comparado con sus calamidades, no fue extravagante. Sus palabras acaloradas (vers�culo 3) no hab�an sido desproporcionadas a la miseria que les hab�a dado expresi�n. Sin equilibrar las dos cosas de las que su amigo lo hab�a acusado injustamente: impaciencia y rabia. Pesados ??juntos, el car�cter abrumador de su dolor "tragar�a" sus palabras como una expresi�n totalmente inadecuada de su dolor. Que Elifaz no pudo estimar con precisi�n la intensidad de los sufrimientos de Job era natural, ya que ning�n hombre puede ponerse exactamente en el lugar de otro, y solo el coraz�n que sufre puede conocer su propia amargura ( Proverbios 14:10). Sin embargo, la caridad deber�a haberlo movido a juzgar con indulgencia y hablar con ternura de un dolor cuya causa no comprendi�. Al mismo tiempo, no es dudoso que la miseria de Job no justificara el terrible estallido de Job 3:1 .; pero los hombres en todo momento (y especialmente en la aflicci�n) est�n m�s dispuestos a excusarse que otros.

(2) Considerado en s� mismo, no era antinatural. No fue sin causa. Incluso el asno sin sentido y el est�pido buey eran lo suficientemente sabios como para callarse cuando se los colocaba en circunstancias de felicidad boba y bovina; es decir, cuando ten�an mucha comida; y seguramente ten�a tanto discernimiento como estas criaturas irracionales, y pod�a distinguir si era miserable o feliz, y gritar o guardar silencio en consecuencia. Entonces, teniendo una causa, era igualmente irreprimible, era tan imposible para �l no quejarse como lo era para una persona comer lo que era desagradable o ins�pido sin hacer muecas y dar rienda suelta a su desagrado.

II LA ORACI�N DE UN HOMBRE MISERABLE.

1. Solicitud urgente de trabajo. "�Oh, si pudiera tener mi pedido, y que Dios me conceda lo que anhelo!" (vers�culo 8): esa cosa es la muerte (cf. Job 3:21). Job anhelaba la muerte como una liberaci�n de sus sufrimientos ( Job 3:13); Elijah, bajo una sensaci�n de cansancio y decepci�n ( 1 Reyes 19:4); Jon�s, en un ataque de ira y engreimiento ( Jon�s 4:8); San Pablo, a trav�s del ardiente anhelo por el cielo ( Filipenses 1:23); Cristo, a trav�s del deseo vehemente despu�s de la salvaci�n del hombre ( Lucas 12:50).

2. La lamentable s�plica de Job. "Incluso que agradar�a a Dios destruirme; que �l soltar�a su mano y me cortar�a" (vers�culo 9). Que Job no piensa en quitarse la vida, aunque a menudo est� fuertemente tentado a hacerlo por su peculiar enfermedad ( Job 7:15, Job 7:16), aunque la muerte era el deseo primordial de su coraz�n, y aunque se profes� libre de ansiedad por el futuro, era una prueba, no solo del respeto de Job por la santidad de la vida, y de su claro reconocimiento de la propiedad de Dios en esa vida, sino tambi�n de su propia integridad moral, y de la intensidad con la que a�n se encog�a de la perpetraci�n de un pecado conocido.

3. La melanc�lica s�plica de Job. "Entonces a�n deber�a tener consuelo" (vers�culo 10). La mera anticipaci�n de una r�pida disoluci�n no solo le har�a olvidar su miseria, sino que lo emocionar�a con extremo deleite; s�, si Dios solo le asegurara que cada golpe aceleraba su fin, soportar�a sin murmurar la aflicci�n m�s implacable que pudiera imponerse sobre �l.

4. El doble motivo de Job.

(1) Sin miedo a la muerte. "Porque no he ocultado las palabras del Santo" (vers�culo 10). Si Job hubiera tenido miedo de encontrarse con Dios, no habr�a anhelado tan fervientemente, o tan vehementemente suplicado, que lo eliminaran. Lo �nico que podr�a haber amortiguado su exultaci�n ante la perspectiva de la muerte habr�a sido la incertidumbre sobre su futuro. Pero estaba desprovisto de esto, ya que no hab�a ocultado, es decir, no hab�a negado ni descuidado, sino que abiertamente ha practicado, las palabras del Santo.

(2) Sin esperanza de vida. "�Cu�l es mi fuerza, que deber�a esperar? �Y cu�l es mi fin, que deber�a prolongar mi vida?" (vers�culo 11). Era imposible que su fuerza, que no era la de las piedras o el lat�n (vers�culo 12), pudiera aguantar mucho m�s tiempo y, por lo tanto, estar inactivo en Elifaz para hablar, o para que �l pensara, de la restauraci�n. No, suponiendo que se recupere, solo podr�a ser por un per�odo tan corto que no vali� la pena mientras fomentaba la expectativa. Pero, de hecho, todo el poder natural de la concentraci�n se hab�a alejado de �l, y no quedaba nada que pudiera madurar nuevamente en salud (vers�culo 13). Job juzg� claramente en este asunto los principios de sentido y raz�n, olvidando que todo era posible con Dios, que Dios puede levantar a un hombre d�bil desde el borde de la tumba ( Isa�as 38:10), ay , incluso de entre los muertos (contraste la fe de Abraham, Romanos 4:19; Hebreos 11:19), y que Dios se deleita en perfeccionar su fuerza en la debilidad humana ( 2 Corintios 12:9).

Aprender:

1. Aunque la religi�n requiere que los pacientes se sometan a los castigos de Dios, no los obliga a ceder ante las injustas acusaciones del hombre. Job no pec� al responder a Elifaz.

2. Es extremadamente dif�cil mantener el equilibrio de manera uniforme entre las calamidades del alma y las penas del coraz�n, ya sea en nosotros mismos o en los dem�s. Job culp� a Elifaz por no sopesar justamente sus sufrimientos y su pena, mientras que pr�cticamente Elifaz censur� a Job por un delito similar.

3. Aunque es una prueba dif�cil para un buen hombre afligido extra�ar la simpat�a de los amigos, es incomparablemente m�s doloroso y angustioso soltar el sentido del favor de Dios, no hablar de experimentar el ce�o fruncido de la ira de Dios. Las flechas de Shaddai y los terrores de Eloah fueron infinitamente m�s dif�ciles de soportar para Job que las insinuaciones de Elifaz.

4. Los mejores hombres son "pobres criaturas tontas" cuando Dios los juzga con juicios, bastante incompetentes para soportar el impacto de la calamidad externa a menos que Dios los sostenga. Job est� de pie en medio de tal tempestad de tribulaci�n que se extiende por todos lados. �l era una prueba, no de la fuerza del hombre, sino de la gracia de Dios.

5. No es pecado anhelar la muerte, siempre que esperemos el tiempo de Dios para su venida. Job, aunque urgente para liberarse de sus sufrimientos, no ser�a liberado por ninguna mano que no sea la de Dios.

6. La mejor manera de superar el miedo a la muerte es tener una visi�n c�moda del futuro. Job no ten�a miedo de morir, porque no ten�a miedo de encontrarse con Dios.

7. La mejor preparaci�n para la muerte y la eternidad no es ocultar nuestra visi�n, sino esconder en nuestros corazones las palabras del Santo.

Job 6:14

Job a Elifaz: 2. Reprueba y replica.

I. DESAF�O REPROBADO. El comportamiento de Elifaz (y sus amigos) fue:

1. antinatural. La compasi�n por una criatura sufriente, mucho m�s por un amigo, fue un dictado de la humanidad (vers�culo 14). La condici�n de Job preeminentemente reclamaba una consideraci�n lamentable. No solo se estaba derritiendo, corporal y mentalmente, sino que espiritualmente estaba en peligro de "abandonar el temor del Todopoderoso", es decir, perder su control sobre Dios, el amor y el favor de Dios hacia s� mismo y, como consecuencia, su integridad antes y confianza en Dios (de. Salmo 38:6; Salmo 69:2). La retenci�n de la simpat�a de uno en su condici�n era una negligencia deplorable del deber y una muestra manifiesta de barbarie insensible.

2. Inconsistente. Adem�s de ser un dictado de la naturaleza, la ley de la bondad es uno de los preceptos m�s simples de la religi�n (Le Job 19:18; Zacar�as 7:9; Lucas 10:37; Romanos 12:10; Santiago 1:27), y su cumplimiento es una de las marcas m�s seguras de la perfecci�n moral y espiritual (Salmo 112:4; Proverbios 31:26; Romanos 13:8; Colosenses 3:14; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 4:12). La ausencia, por lo tanto, de l�stima por parte de Elifaz y sus amigos los argument� como indigentes de una religi�n genuina o, seg�n otra lectura de la cl�usula, mostr� que estaban "abandonando el miedo a Shaddai".

3. Da�ino. Una tercera interpretaci�n entiende que Job dice que la falta de simpat�a de Elifaz le hab�a hecho m�s dif�cil a �l, Job, creer en la bondad de su amigo celestial; de hecho, fue suficiente para hacer que abandonara el temor del Todopoderoso. Las relaciones terrenales fueron indudablemente dise�adas para ser �tiles para la correcta comprensi�n de la relaci�n de Dios con los hombres; el amor de un padre para ser un emblema del del Padre Divino ( Deuteronomio 8:5; Salmo 103:13; Mateo 7:11); la pena de un amigo para interpretar la del Hermano Mayor ( Proverbios 18:24). De ah� la responsabilidad de cumplir estas relaciones de tal manera que los hombres sean asistidos en lugar de obstaculizados en su camino hacia el cielo.

4. Decepcionante. Elifaz y sus amigos hab�an enga�ado a Job como un arroyo (vers�culo 15), como el agua seca de una monta�a. La imagen, aplicada por Job a sus hermanos (vers�culo 21) consta de cuatro partes.

(1) El torrente de invierno, ruidoso y lleno, turbio e hinchado por gruesos bloques de hielo flotante y copos de nieve que caen r�pidamente, bajando por el precipicio barranco y atrayendo con su fuerte rugido y espuma blanca la atenci�n de los viajeros del desierto mientras pase (vers�culo 16), un emblema de las protestas ruidosas y profusas de la amistad hechas por Elifaz y sus compa�eros en un momento en que Job no las requer�a, y que promet�an una larga continuidad, como las aguas del arroyo.

(2) El lecho seco del r�o en el verano, del cual las corrientes se han desvanecido, dejando solo montones de guijarros o montones de rocas (vers�culo 17), un emblema de la rapidez y la integridad con la que las protestas en voz alta de Los amigos de Job hab�an desaparecido, ya que no hab�an quedado en nada, como el torrente de invierno, el sol abrasador que los hab�a marchitado era la condici�n deplorable y espantosa de Job (vers�culo 21).

(3) Las caravanas del desierto se desviaron en busca del agua que hab�an observado anteriormente, todav�a atra�das por el brillo inusual y el verdor de los wadys (vers�culos 18, 19), un emblema del entusiasmo y la confianza con la que Job hab�a anticipado simpat�a y socorro de sus amigos.

(4) La consternaci�n de los viajeros, que se hundieron en el desierto y perecieron, confundidos por la triste desilusi�n de sus optimistas expectativas y avergonzados de haber confiado en lo que era tan proverbialmente traicionero (vers�culo 20), un emblema del colapso total de la esperanza y la expectativa de Job por la llegada de sus amigos.

5. Irrazonable. Job no les hab�a pedido ninguna gran evidencia de amistad, ni para aliviar sus sufrimientos con obsequios caritativos, ni para reparar sus p�rdidas por las generosas contribuciones de sus bienes personales, ni para restaurar sus fortunas arruinadas recuper�ndolas de los caldeos y los sabios, como Abram entreg� a Lot y sus bienes de manos de Chedorlaomer ( G�nesis 14:14). Simplemente hab�a ansiado su simpat�a, una bendici�n lo suficientemente peque�a, que no los habr�a empobrecido demasiado; y aun as� lo hab�an retenido. Jonathan trat� lo contrario con David ( 1 Samuel 23:16).

II INSINUACI�N REPELIDA. La imputaci�n que subyace a toda la arenga de Elifaz, a Job le molestaba como:

1. Sin probar. "Ens��ame y retendr� mi lengua, y har� que comprenda en qu� me he equivocado". Una demanda perfectamente razonable, ya que la condena siempre debe preceder a la condena. Entonces Cristo desafi� a sus compatriotas primero a convencerlo de pecado ( Juan 8:46). Y es manifiestamente absurdo esperar que los hombres escuchen las advertencias que son inconscientes de haber cometido fallas. Incluso Dios no exhorta al arrepentimiento sin haber demostrado primero la culpa del hombre. La primera funci�n del Esp�ritu Santo es convencer al mundo del pecado ( Juan 16:8). El lenguaje de Job tambi�n indica una mente honesta e ingenua. La voluntad de ser ense�ado es un signo de humildad y una muestra de sinceridad. "Un hombre que est� dispuesto a ser ense�ado est� en mejores condiciones que muchos que son capaces de ense�ar. Argumenta un car�cter m�s sagrado del coraz�n estar dispuesto a ser ense�ado que ser capaz de ense�ar. Y es mucho peor ser dispuesto a aprender que no saber "(Caryl).

2. Poco generoso. Si bien las palabras de honestidad, es decir, el discurso honesto, el trato sencillo, incluso la reprensi�n cuando era necesario, ten�an una fuerza que Job no pod�a resistir, una pertinencia que no pod�a desafiar, y una punidez que no pod�a dejar de sentir y reconocer, su lenguaje hab�a sido totalmente mezquino y despreciable, atando como lo hizo a las expresiones desesperadas de un pobre miserable medio enloquecido por el dolor, lo que permite el consentimiento com�n debe considerarse como viento, o dado al viento, como ocioso, sin sentido, cambiante y, por lo tanto, no debe ser demasiado criticado, mucho menos hecho la base de un cargo de culpa. Y la afirmaci�n de Job era sustancialmente correcta. Las palabras lanzadas en un momento apresurado, bajo la influencia de una fuerte pasi�n, no siempre son un �ndice perfectamente seguro y confiable del car�cter del alma, al menos cuando el hombre lo juzga. Solo Dios es competente para estimar la condici�n moral y espiritual del hombre por sus palabras ( Mateo 12:37). Todos los dem�s deben ser guiados por la caridad al interpretar el discurso de hombres agonizantes ( 1 Corintios 13:5).

3. sin coraz�n. En opini�n de Job, los hombres que pod�an convertirlo en delincuente eran capaces de cualquier bajeza, rufianes despiadados e inhumanos que "esclavizar�an a un hu�rfano por la deuda de su padre, y luego echar�an suertes de qui�n deber�a ser" (Cox), o intercambiar a su amigo m�s querido por pelf. Probablemente Job exager� el caso contra Elifaz y sus compa�eros; pero los hombres han perpetrado a los villanos descritos, como p. los hermanos de Jos� ( G�nesis 37:28) y Judas ( Mateo 26:15).

4. Falso. Job le pide a sus amigos que lo miren a la cara y le digan si no llev� la refutaci�n de sus calumnias en su semblante (vers�culo 28). La cara es com�nmente un espejo para el alma. La gloria de un alma pura brilla a trav�s de la cara, ilumin�ndola, refin�ndola, et�reandola; as� como la tristeza moral que envuelve el alma malvada deja su huella en el semblante, haciendo que sus rasgos sean toscos, brutales, s�rdidos y repugnantes. Hay rostros que proclaman la depravaci�n del alma con tanta certeza como hay rostros nobles que llevan su propio certificado de verdad, sinceridad, honestidad moral y refinamiento espiritual.

5. Injusto. Los amigos hab�an comenzado con un prejuicio contra Job y, como consecuencia, su decisi�n no hab�a sido imparcial. En consecuencia, los invita a renovar su investigaci�n, pero sobre otros principios y presuposiciones: "Regresa, te ruego; que no haya injusticia, y se encontrar� que mi justicia permanece" (vers�culo 29).

6. Insultar. Su insinuaci�n pr�cticamente acus� a Job de ser un imb�cil moral, que no ten�a capacidad para discriminar entre lo correcto y lo incorrecto, una suposici�n que le molestaba con el mayor vigor (vers�culo 30), manteniendo que, tan seguramente como su paladar pod�a distinguir las carnes, su sentido moral podr�a discernir lo correcto y lo incorrecto en el asunto de sus sufrimientos, y en general en el gobierno providencial del mundo del que luego procede a hablar. La capacidad de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto es la funci�n m�s alta de la inteligencia, y es tan ciertamente capaz de perversi�n y oscurecimiento a trav�s de la ignorancia voluntaria y el pecado como susceptible de educaci�n y refinamiento a trav�s de la instrucci�n cristiana y la santidad pr�ctica.

Aprender:

1. El deber de simpatizar con los que sufren y sufren. La naturaleza lo solicita; la religi�n lo ordena; la humanidad lo reclama; los afectados esperan Job 2:2. El peligro de poner obst�culos en el camino, ya sea para mantener a los hombres o alejarlos del temor de Dios.

3. La locura de confiar en los pr�ncipes o en los hijos de los hombres, al ver que la bondad del hombre es com�nmente (excepto donde interviene la gracia) tan transitoria como su grandeza.

4. El dolor de ser enga�ado por cualquiera, pero especialmente por aquellos en quienes confiamos.

5. La cierta desilusi�n de aquellos que bloquean los arroyos que fallan por el agua de la vida eterna.

6. La maldad de censurar los pecados que no han sido probados ni admitidos.

7. La responsabilidad del hombre ante el error, y el �nico camino seguro y seguro hacia la verdad, a saber. Un esp�ritu de humilde docilidad.

8. La verdad depende menos de la argumentaci�n de lo que los hombres pueden suponer, siendo generalmente su mejor testigo.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 6:1

La auto justificaci�n de la v�ctima.

( Job 6:1; Job 7:1.) Hemos visto que los consejos de Elifaz, aunque bien intencionados, no fueron oportunos. Eran palabras correctas, pero no se hablaban adecuadamente en cuanto a persona, tiempo y lugar. Causan que la pobre v�ctima haga una mueca de nuevo en lugar de calmar su dolor. El tumulto de su esp�ritu ahora se ve agravado por una tempestad de aflicci�n. El esp�ritu humano es una cosa de estados de �nimo. Hemos visto los maravillosos cambios que pasan sobre la superficie de un lago bajo un cielo tempestuoso. Y tales son los r�pidos cambios de dolor que ahora pasan por la mente de Job, aliviados aqu� y all� por destellos de reflexi�n m�s tranquila, de fe y esperanza. La imagen es instructiva, ense��ndonos cu�n d�bil e inestable es la mente humana, y cu�n profundamente necesita mirar fuera de s� misma para un apoyo seguro en lo Eterno. Tomemos brevemente nota de estos estados de �nimo. No sin fines de lucro trataremos de comprenderlos si cultivamos esa simpat�a m�s profunda con nuestros hermanos en la adversidad que Job parec�a exigir en vano de sus amigos.

I. LA EXPERIENCIA DE LA INMENSIDAD DEL SUFRIMIENTO. (Vers�culos 1-14.) Hay momentos en que cada nervio de la organizaci�n sensible parece convertirse en un canal de dolor; cuando la criatura, en lugar de disfrutar del brillante �ter de alegr�a ilimitada, se sumerge en un oc�ano ilimitado de miseria. "Todas tus olas y olas se han apoderado de m�". Con este sentimiento, Job exclama: "�Ojal� se aplicara un t�rmino, una medida, un peso a mis sufrimientos!" �Un d�a, una hora, de semejante desgracia parece una eternidad!

II EL TEMOR DE PECAR CON LA LENGUA. El vers�culo 3, que parece significar, "Por lo tanto, mis palabras burbujearon ociosamente", como los gritos y reproches impacientes de los ni�os peque�os contra los padres a los que nivelan. Pero este es el �nico pecado definitivo del que Job es consciente. Y reza para que pueda ser liberado de esto en esta hora dif�cil. As� dijo el salmista: "Prestar� atenci�n a mis caminos, para no ofender con mi lengua". Dejemos que los cristianos imiten este ejemplo. Perm�tales refrenar sus lenguas con santa reverencia y lanzar sobre ellos como un hechizo la oraci�n de Jes�s en el jard�n.

"Perdona estos gritos salvajes y errantes,

Perd�nalos cuando fallan en la verdad,

�Y en tu sabidur�a hazme sabio!

III. LA NATURALEZA Y ORIGEN DE SUS SUFRIMIENTOS TRAZADOS A DIOS. (Verso 4.) Son sus flechas las que se han aferrado con una inflamaci�n venenosa en su seno; Su gran cantidad de terrores que han asediado su alma. Aunque en esos momentos extremos es dif�cil conciliar nuestros sufrimientos con la bondad de Dios, es bueno aferrarse firmemente a la clave de la causalidad divina. Lo que no ha venido sin causa no permanecer� sin causa. Esta es la �nica grieta a trav�s de la cual la luz se infiltra en la mazmorra: "Dios est� en todo lo que sufro".

IV. DISCULPA POR SUS QUEJAS. (Vers�culos 5-7.) Son fieles a la naturaleza. Dios ha dado a todos los animales su voz natural de placer y dolor. Y estas voces expresan gustos y repugnaciones naturales. El buey y el asno callan en el puesto bien lleno. Es solo cuando se ofrecen alimentos desagradables que escuchamos los gritos de queja. �Y qu� desastre tan desagradable es esto que sus amigos colocar�an ante �l, en su aplicaci�n r�gida de la doctrina de que su sufrimiento es testigo de su culpa!

V. LA MUERTE DESEADA COMO UN BOON. (Vers�culos 8-13.) La sola idea de esto provoca una alegr�a fren�tica. Mientras que Elifaz hab�a hablado de la liberaci�n de la muerte como uno de los privilegios del hombre bendecido, y de su enfoque persistente en una vejez feliz, Job anhelar�a un despido r�pido como el �ltimo beneficio que �l tiene derecho, en conciencia limpia, a pregunte a Dios: "No he negado las palabras del Santo; no pasar�, un alma impenitente y rechazada; �conc�deme este �ltimo, este favor r�pido, para morir!" Si tal estado mental despierta nuestra m�s profunda l�stima, �qu� pensaremos de la condici�n de esos budistas o pesimistas entre los paganos y nosotros mismos, que han construido una doctrina sobre este estado de horror y ense�an que el mayor bien para el hombre es �Absorci�n en alg�n Nirvana de la nada inconsciente y sin sue�os? En verdad, el evangelio de Cristo es el �nico remedio para estas melanc�licas aberraciones. M. Naville dice que la apasionada seriedad de Lacroix, el gran misionero indio, que hab�a escuchado en a�os anteriores, solo fue completamente comprendido por �l cuando el estudio posterior lo familiariz� con las sombr�as creencias del mundo oriental.

VI. CONFESI�N DE DEBILIDAD Y DEPONDENCIA SUPERIOR. (Vers�culos 11-13.) No tiene ni la fuerza ni la paciencia para mirar hacia el final que es recompensar la resistencia. Tarde o temprano la muerte debe ser el final; �Y por qu� no m�s temprano que tarde? Pero la debilidad no puede extraer de su pecho torturado la confesi�n de una culpa que la conciencia se niega a poseer. No ha negado las palabras del Santo. Su coraz�n ha sido fiel a Dios. Esta conciencia sigue siendo una especie de fortaleza en la debilidad, y le permite pedir este �ltimo favor a las manos de Dios, una muerte r�pida. J.

Job 6:14

Las ilusiones de la amistad.

�Oh, cu�n dulces y bendecidos ser�an a esta hora los ministerios de la verdadera amistad! Job, en el naufragio de la fortuna y la salud, es como un nadador pobre que se aferra a un m�stil o fragmento de roca con fuerza menguante, buscando en vano el bote salvavidas y los brazos fuertes y rescatadores de amigos y salvadores. En lugar de esto, sus amigos se mantienen distantes, y le dan una conferencia y le ense�an sobre la supuesta locura que ha dirigido su ladrido hacia los rompedores. Aqu� vemos de un vistazo el mayor peligro al que un alma humana puede estar expuesta, y el mayor servicio que un ser humano puede prestar a otro.

I. EL MAYOR PELIGRO HUMANO. �Qu� es? La perdida de la vida? No en el sentido com�n de esas palabras. Porque la p�rdida de vidas en este mundo no es necesariamente la p�rdida del alma. La p�rdida de bienes mundanos? A�n menos; porque la vida de un hombre no consiste en esto. �La p�rdida de la familia, de la reputaci�n, de la salud? Todo esto puede ser reparado; Pero la p�rdida de Dios es irreparable. El �rbol destrozado puede brotar nuevamente y enviar reto�os vigorosos desde su ra�z; �Pero c�mo si esa ra�z misma se extirpa de su mantenimiento? Es el horror ante la perspectiva de perder la reverencia, la confianza, de perder a Dios, lo que ahora se cierne sobre el alma del patriarca. Solo necesitamos referirnos al vig�simo segundo salmo, a esas palabras citadas por nuestro Salvador en la agon�a en la cruz, para recordarnos el temor de esta �ltima prueba a cada alma piadosa.

II EL MAYOR MINISTERIO HUMANO. Es hacer algo para salvar a un hermano que se hunde de tal destino. Una fe alegre es contagiosa. Un noble coraje se estremecer� en las vibraciones de simpat�a hacia el alma de otro. Y esta es, entonces, la mejor oficina que nuestros amigos pueden descargar para nosotros en nuestros mayores problemas. Que nos recuerden por sus palabras, sus oraciones, sus miradas, sus tonos, de Dios. No permitamos que arrojen una nueva carga sobre nuestra conciencia ca�da al recordarnos lo que somos o no, sino que nos alivien dici�ndonos lo que �l es y lo que siempre ser�: el refugio y la fuerza de los que lo buscan. Y este puede ser un lugar apropiado para hablar en general de:

III. LAS CALIDADES DE LA AMISTAD. Por una bella imagen, Job describe el fracaso de la amistad. Un amigo infiel o poco inteligente es como un arroyo hinchado de nieve y lluvia en primavera, pero seco en su canal bajo el calor abrasador del verano. El poeta dice de alguien que ha perdido a sus afligidos compa�eros por la muerte:

"Se ha ido de la monta�a,

Est� perdido en el bosque

Como una fuente seca de verano,

�Cuando nuestra necesidad era la m�s dolorosa!

El pathos de esas palabras es, por desgracia, aplicable a amigos vivos pero ausentes o que no simpatizan. No hay nada m�s hermoso o m�s �til en todo el mundo que la verdadera amistad. Quiz�s como "todas las dem�s cosas parecen ser s�mbolos de amor, el amor es el s�mbolo m�s alto de la amistad". Pero para el servicio de la amistad debe haber:

1. Afecto constante. El flujo igual de un r�o profundo, no los chorros intermitentes de una fuente voluble.

2. Simpat�a habitual. Debemos sentirnos con nuestro amigo mientras �l sea nuestro amigo. Hay cr�menes que romper�n este lazo sagrado. La connivencia con la culpa no puede ser parte de este pacto sagrado. Pero mientras pueda llamar a mi amigo mi amigo, debo soportar sus enfermedades, "no hacerlas m�s grandes de lo que son". �Qu� infeliz es la habilidad de ver todo lo que se puede decir en contra de nuestro amigo, con ceguera a todo lo que se puede instar a su favor! Tememos la llegada de estos "amigos sinceros", as� llamados. Si hay verdades desagradables, que las escuche de los labios de otros que no sean los nuestros. No dejes que los problemas de aquellos que poseemos con este nombre sagrado sean hechos para expresar la presunci�n de nuestra sabidur�a superior, o consentir una vena de moralizaci�n, sino para desbloquear todos los tesoros de nuestro coraz�n.

3. Animada imaginaci�n. La falta de imaginaci�n, o, en otras palabras, dulzura y estupidez, es un gran defecto para las relaciones sociales generales. Los hombres pelean y vuelan en pedazos porque no se entienden entre s�. No usan la facultad de la imaginaci�n para "ponerse en el lugar de otro". Y lo que puede dificultar el coito general puede ser un obst�culo fatal para la amistad. "No me entiendo:" �qu� queja m�s com�n? Sin embargo, �para qu� nos da esta alta facultad, sino para que, bajo la gu�a del amor cristiano, podamos identificar otro coraz�n con el nuestro, apropiarnos de todas sus experiencias dolorosas, y pensar y hablar y sentir hacia los dem�s, as� como hacer con ellos? , como quisi�ramos que nos hicieran? Pero estas demandas de una amistad ideal no deben, despu�s de todo, ser satisfechas por la fr�gil naturaleza humana. Entonces, pensemos:

4. Estas cualidades de la amistad solo se pueden encontrar plenamente en Dios. �El Amigo Divino! �Cuyo amor inagotable y autocompletado solo es igual para suplir la sed de nuestros corazones, cuya simpat�a es la de Aquel que nos conoce mejor que nosotros mismos; quien cuenta nuestros cabellos y junta nuestras l�grimas en su botella; quien no necesita ejercitar la imaginaci�n para darse cuenta de nuestra condici�n, �porque lo sabe! �Oh Dios! m�s grande que nuestros corazones, cuyo conocimiento es la medida de tu simpat�a, cuya simpat�a se alimenta de la eterna fuente de tu amor; Dios manifestado en Jesucristo; solo eres el amigo de nuestro dolor, el sustentador de nuestra ayuda.

LECCIONES �Que escuchemos con humilde obediencia la voz que nos dice: "De ahora en adelante los llamo amigos"! A medida que la vida se desgasta, y muchos torrentes superficiales de bondad terrenal se secan, �que experimentemos m�s profundamente tu plenitud inagotable!

Job 6:22-18

La amistad: sus derechos y sus renuncias.

En su agonizante anhelo de simpat�a y ternura, Job apela a�n m�s a la conciencia y la memoria de sus amigos, buscando poner fin a esta contenci�n lacerante y reconciliarse con ellos en paz.

I. RENUNCIAS. La verdadera amistad niega el derecho a ser exigente. No tenemos derecho a imponer un impuesto sobre la propiedad, el tiempo o la energ�a de aquellos a quienes deseamos enfrentarnos como con ganchos de acero. Todos deben ser espont�neos, voluntarios, libres, en los mutuos oficios de la amistad. Hay algunos corazones nobles, de hecho, con quienes cada beneficio es una raz�n para otro. Shakespeare ha dibujado la imagen sublime de alguien as� en su "Comerciante de Venecia", que no se detiene en el pr�stamo de bienes, sino que promete su carne para su amigo. Pero la contraparte no se encuentra en la vida real. Dios es el �nico que invita a nuestro mayor pedido, no se cansa de nuestra urgencia, se lo da a todos libremente, y no lo reprende. La vida establecida para nosotros es la promesa de que no podemos reclamar demasiado de �l. El evangelio no deja de se�alarnos la fragilidad de la naturaleza humana, incluso en sus estados de �nimo m�s nobles, para contrastar los ilustres sacrificios de Cristo por nosotros. Job no hab�a pedido regalos sustanciales a sus amigos para redimirlo de la duraci�n, ni para ning�n otro prop�sito. Hab�a sido m�s sabio que matar la tierna planta de buena voluntad mutua por exacciones irrazonables. Y leamos la lecci�n de que nada romper� con mayor certeza o celeridad nuestros lazos m�s felices que permitir que la mano que ofrecemos con cari�o se ofrezca a comprar, al tr�fico, a exigir.

II RECLAMACI�N (ES. Pero tenemos grandes derechos y privilegios en la amistad. Sobre estos insiste el patriarca ahora. Tiene derecho a las buenas palabras, que valen mucho y cuestan poco. Tiene derecho, siempre y cuando sea considerado como un amigo, a que se acepte la verdad de sus propias declaraciones. Tiene derecho a la confianza. En la angustia tiene derecho a la ternura, la compasi�n y la gu�a eficiente de aquellos cuyas mentes est�n tranquilas e impasibles por el dolor. Y, sobre todo, tal vez, justo ahora, el derecho de leg�tima defensa es muy valioso, lo que estos asesores parecen negar obstinadamente. �Cu�n a menudo se representa esta tragedia! Condenamos a los hombres buenos, corazones honestos, inauditos; Les rechazamos una audiencia imparcial. No se explican f�cilmente, o nosotros, con nuestras preocupaciones y prejuicios, somos lentos para entender. Puede haber una mayor capacidad para defenderse contra las acusaciones de enemigos amargos que contra las ideas falsas de amigos �ntimos. De hecho, este es uno de esos ensayos severos en relaci�n con nuestros iguales que un predicador reciente ha presentado con tanta precisi�n (Mozley, 'University Sermons').

III. AUTODEFENSA. �Contra qu� falta o pecado se dirigen estas reprensiones mon�tonas y duras? �Va en contra de las malas acciones de Job? Pero no se especifican, y Job niega que se hayan hecho. No hay injusticia m�s aguda que los vagos ataques contra un hombre sin especificar la naturaleza exacta de los cargos. �Es el idioma actual de Job? Es cierto que las palabras apresuradas pueden haberse escapado de �l; lo teme; pero �se debe probar el lenguaje de la salud y la alegr�a con las mismas medidas, pesadas en las mismas escalas, con lo que el dolor y la angustia intensa extorsionan de los labios? Job sabe que su coraz�n no le ha sido infiel a su Dios, cualesquiera que sean los gritos de agon�a y desesperaci�n que han estado en el viento. Toda la secci�n contiene, por lo tanto, una apelaci�n pat�tica a la conciencia humana por el amor humano; y nos ense�a indirectamente, bur. con gran sentimiento, los deberes del ministerio amistoso a otros en su angustia.

LECCIONES

1. Orientaci�n tranquila, sugerencias saludables para la inteligencia m�rbida.

2. La "dulzura" (vers�culo 25) de palabras correctas de tierna simpat�a.

3. Abstinencia de argumentos en tales circunstancias que solo irritan y nunca alivian.

4. Considere escuchar las explicaciones.

5. Aceptaci�n cordial de las auto-reivindicaciones honestas. En todos estos detalles tenemos ejemplos brillantes que nos dio nuestro bendito Salvador, quien nunca rompi� la ca�a magullada ni apag� el lino humeante. Mediante tales m�todos de ministerio debemos ganar y demostrar el santo nombre de amigo a nuestros hermanos, y llevar a los hombres a creer que Dios tiene �ngeles de bendici�n en forma humana que pasan por los caminos gastados de la miseria en este mundo. � J.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 6:1

Una verdadera estimaci�n del dolor bajo la gravedad de la aflicci�n.

Incluso el hombre fuerte clama por ayuda y liberaci�n. Job, en sus sufrimientos extremos, desea que se pueda formar un juicio justo de ellos y de su queja. Pon esto en uno de los sellos y luego en el otro, y mira cu�l de ellos es el m�s ligero. As� los describe:

I. El peso insufrible de su aflicci�n. Es como el peso desconocido de la arena de la orilla del mar. La aflicci�n es realmente como la presi�n de un gran peso sobre el fr�gil cuerpo. La idea de la paciencia se obtiene al soportar bajo una carga. Pesada es la carga, de hecho, bajo la cual este siervo del Se�or se postra. No es para ser estimado. Ning�n espectador puede determinarlo. Por lo tanto, se debe retener el juicio cuando de la vida de la v�ctima se escapa el suspiro de queja. �l solo conoce sus sufrimientos; y �l puede saber que su grito no los representa completamente. El observador intacto pero escucha el grito, y no puede compararlo con un dolor que no siente, y la medida de qu� dolor se supone que representa el grito. �C�mo, pues, se dar� un juicio justo?

II La agudeza del golpe de sus sufrimientos. Perforan como una flecha; y son como flechas envenenadas; y como flechas disparadas por ning�n brazo d�bil, sino por el Todopoderoso. Penetran en el esp�ritu interior. La fuerza de su veneno ardiente bebe, quema su esp�ritu. No se encuentra con un enemigo d�bil. "Los terrores de Dios se pusieron en orden" contra �l. �Es maravilloso que sus palabras sean apresuradas? �No hay una causa? "�El culo salvaje rebuzna cuando tiene hierba?"

III. EL PERSONAJE ABORRENTE DE LAS COSAS CON LAS QUE TIENE QUE HACER. "Lo que rechaz� mi alma", de lo cual me apart� con disgusto, me veo obligado a tomar mi pan de cada d�a. S�, lo que deber�a consolarme, incluso mi comida refrescante, es repugnante para m�. Tristemente, por lo tanto, representa la naturaleza de la enfermedad desagradable que le ataca. Los espectadores est�n dolidos, pero no lo saben. Para �l es como su comida.

IV. ADEM�S, DESCRIBE SU CONDICI�N DE SUFRIMIENTO COMO TAN TRISTE QUE LLEVA LA MUERTE. "�Que complacer�a a Dios destruirme!" Cu�n baja se reduce la vida cuando parece que no hay liberaci�n, pero en la grava Desgastada a la tierra, esta v�ctima llora para que se ponga fin a sus dolores. No tiene fuerzas para soportar con paciencia bajo el peso de ellos. No puede desear una vida prolongada; porque �cu�l ser� el final de la misma? Cansado, de hecho, es ese esp�ritu que anhela descansar en la tumba. Job se siente tan impotente, que la resistencia continua es imposible para �l. Poco sab�a que pod�a sobrevivir a todos, que a�n pod�a pasar por todos, y honrar a Dios, y al final percibir el testimonio de la aprobaci�n divina. Para �l era cierto, y lo probar�a, aunque las palabras no le hab�an ca�do en la oreja: "Con el hombre es imposible, pero no con Dios; porque con Dios todas las cosas son posibles". La historia de Job, por lo tanto, ilustra la suficiencia de la gracia Divina para sostener a los hombres bajo la presi�n extrema del dolor. R.G.

Job 6:14

Los reclamos del sufrimiento sobre la l�stima de los amigos.

Los amigos de Job vienen a condolerse con �l. Est�n escalonados por la severidad de sus sufrimientos, y permanecen silenciados ante �l. Cuando abren los labios, parecen no solo tratar de explicar la aflicci�n, sino que tambi�n parecen estar ansiosos por justificar su propia incapacidad para consolar a su amigo que sufre. Sus palabras se suman a la fuerte aflicci�n de Job en lugar de aligerar su carga, y �l grita con amargura: "Al que est� afligido, se le debe mostrar compasi�n de su amigo". �A qui�n debe recurrir el que sufre si no tiene fin? Vemos de inmediato, en tales circunstancias, el deber de un amigo y la demanda de un amigo.

I. El deber de un amigo.

1. El verdadero oficio de la amistad es entrar plenamente en las circunstancias del amigo; no ser indiferente a ellos, y por lo tanto ignorante. El verdadero afecto indagar� gentil, sabiamente y con cuidado en el estado, la necesidad, la tristeza y las esperanzas del objeto de su apego. No por curiosidad entrometida, sino por inter�s amoroso, el coraz�n del amigo se abrir� para asimilar la historia del dolor, incluso las palabras de queja.

2. La verdadera amistad simpatizar� amorosamente. La ansiosa s�plica del mendigo casual golpea la oreja cerrada del extra�o. No vibra ning�n acorde de compasi�n lamentable, y ninguna mano de ayuda est� extendida. Pero a las s�plicas de la amistad se abre el coraz�n; la simpat�a c�lida se agita. El esp�ritu revoloteante descansa sobre la armadura de un amigo. Es un deber que un amigo le debe a otro mostrar la mayor misericordia del esp�ritu, una miseria que deber�a madurar a una simpat�a amorosa. No se puede encontrar el endurecimiento del coraz�n, ni la negativa a ser paciente, ni el ego�smo, en el seno del verdadero amigo.

3. La verdadera amistad estar� lista con su ayuda, brotando con un deseo espont�neo de ayuda y consuelo. Es posible que el amigo se quede m�s cerca que un hermano; y muestra el verdadero esp�ritu de un amigo que, sinti�ndose perfectamente a la par con su amado compa�ero, le presta ayuda voluntaria.

4. La amistad que estimula la ayuda lastimosa y amorosa en necesidad tambi�n se regocija en la alegr�a, la prosperidad y el bienestar de aquel a quien se une. Las dos vidas son una. David y Jonathan ilustran esto, y felizmente miles de ejemplos nos rodean diariamente. El que encuentra a un verdadero amigo encuentra una posesi�n preciosa, un premio cuyo valor no puede estimarse.

II POR ESTA SIMP�TICA AMOROSA Y AYUDA PICULOSA CADA UNO PUEDE HACER SU DEMANDA JUSTA Y RAZONABLE A SU AMIGO. La amistad tiene sus deberes de fidelidad, amabilidad y ayuda; de confianza, confianza y buena voluntad. Tambi�n tiene sus reclamos. Es un pacto mutuo y silencioso: cada uno se prepara para dar lo que le exige al otro; cada uno esperando lo que sabe que puede otorgar. Es la satisfacci�n suprema de la verdadera amistad que cualquiera de sus miembros pueda recurrir a los dem�s con la seguridad segura e incuestionable de encontrarse con verdadera simpat�a, con la mano abierta y un coraz�n c�lido. Para esta amistad se ve, y esto se justifica en esperar. El amor de un amigo fiel no falla; para "un amigo ama siempre". Incluso sus mismas "heridas" son "fieles". Feliz el que ha encontrado un amigo en el que puede depositar toda la fe de su coraz�n; �y qui�n est� listo para corresponder el mismo afecto completo, minucioso y confiable!

1. La sabidur�a de buscar un amigo.

2. La ley: "El que tenga amigos debe mostrarse amistoso" - R.G.

Job 6:25

El poder de las palabras correctas; o, quej�ndose se qued� por instrucci�n.

Job hasta ahora no se ha encontrado con el consuelo de aquellos que vinieron "a llorar con �l y consolarlo". De la inutilidad de sus palabras impotentes, se desv�a con el amargo reflejo en sus labios: "�Cu�n fuertes son las palabras correctas!" Palabras cargadas de verdad, con grandes vistas de las cosas, con tierna simpat�a, sanan y gu�an y consuelan al alma perpleja y triste; mientras que las palabras de falsos amigos perforan como aguijones. La verdad en todo momento es digna de confianza. El esp�ritu, cansado y cansado, puede descansar en �l y encontrar la paz. Considere el poder de la verdad, la fuerza de las palabras correctas,

I. AL RESOLVER LOS ENTREGAMIENTOS DE ERROR. La verdad es la derecha, la l�nea recta que revela y, por lo tanto, condena las salidas torcidas. Su propia expresi�n clara y tranquila resuelve la confusi�n del tortuoso error mezclado. Es por la simple declaraci�n de la verdad que se descubre y se reprende el error del error. El volumen de la denuncia no puede contradecir el error, desentra�arlo o exponerlo. Tampoco ser� mera demostraci�n l�gica; el ruido no destruir� la oscuridad; ni la penumbra se iluminar� demostrando que es oscuridad. Pero el brillo apacible de la l�mpara dispersar� las sombras de la noche negra. Entonces, la verdad en su propia simplicidad y realidad efectivamente y solo dispersa la penumbra y gu�a los pies del errante a trav�s del enredado camino del error. Tales palabras que Job a�n no hab�a encontrado. Pero el buen maestro no estaba muy lejos; y finalmente Job fue llevado a la llanura abierta, a la luz clara y al camino recto.

II LAS PALABRAS CORRECTAS SON FORZABLES EN PRESENCIA DE SORROW PROFUNDA. Eso pens� Job. Era por esas palabras que �l lamentaba. Ansiaba la ense�anza que lo consolara, y no las acusaciones que har�an que su carga fuera m�s pesada y su coraz�n m�s triste. Hay una verdad profunda relacionada con toda aflicci�n humana. Considerado solo como un trastorno de la felicidad humana, carece de esa visi�n completa que lo constituir�a veraz. Pero visto como una correcci�n Divina, una disciplina, una advertencia aguda o desviaci�n de la ley, y un castigo justo por tal desviaci�n; y visto como bajo el control del Padre Todopoderoso, se ve que est� investido de un car�cter trascendental, y lo es. infligido para los mejores y m�s sabios prop�sitos. Las palabras correctas sobre esto traen la mente a la paz. Son forzados a aconsejar y consolar; advertir del peligro, guiar a la seguridad, consolar en el sufrimiento. �Feliz el sufriente que tiene un int�rprete en la banda, que con las palabras correctas puede revelar el misterio y dejar en claro los caminos de Dios para el hombre!

III. LAS PALABRAS CORRECTAS SON FORZABLES EN EL AJUSTE DE LAS RELACIONES PERTURBADAS DE LA VIDA. Son palabras sabias y amables. Incluso los enemigos son vencidos por ellos. La palabra correcta es una palabra en armon�a con la verdad. Hablados con labios que hablan la verdad habitualmente, y desde un coraz�n donde la verdad encuentra su hogar, llevan convicci�n. Ganan el o�do y la confianza del oyente. Tienen una fuerza peculiar para ellos. Ellos mandan. Son fuertes y no pueden ser sacudidos. Perforan, como una flecha, cuando son palabras de condena fundadas en la verdad; y consuelan, sanan, restauran y reajustan cuando se hablan con amabilidad. El hombre sabio busca las palabras correctas y, habi�ndolas encontrado, las habla con toda simplicidad. Y el buscador de la verdad, o el descanso, o la comodidad les da la bienvenida. Llevan ayuda en sus alas y reviven tanto como las vigas de la ma�ana. R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 6:2

Escalas para la miseria.

Finalmente, Job tiene la oportunidad de responder a la arenga de su amigo, y de inmediato toca su punto d�bil por implicaci�n. Elifaz no ha sido lo suficientemente comprensivo; no ha apreciado debidamente la "miseria abismal e ilimitada" de Job. Sus sabios preceptos pueden aplicarse en cierta medida a las aflicciones de los hombres comunes, pero est�n viciados por su incapacidad para entrar en las angustias anormales de Job. La maldici�n de su d�a, que ha sido expulsada de Job por una gran angustia del alma, es mal juzgada por su censor, porque no se aprecia la horrible profundidad de esa angustia. Por lo tanto, Job anhela algunas escalas en las que pueda sopesarse su miseria, que la falta de aprecio por parte de Elifaz pueda corregirse.

I. EL SUFRIMIENTO DESEA NATURALMENTE UNA APRECIACI�N DE SUS SUFRIMIENTOS,

1. Para que pueda ser entendido. No puedes entender a un hombre hasta que sepas c�mo se siente. Las palabras son m�s que descripciones de hechos de liebre; pueden ser enunciados del coraz�n. Para comprender su importancia, debemos entrar en los sentimientos del hablante. Deber�amos estudiar las necesidades y los problemas de aquellos a quienes deseamos comprender para ayudarlos.

2. Que pueda ser juzgado de manera justa. Elifaz hab�a formulado los cargos m�s irritantes contra Job, en parte porque estaba completamente por debajo de la comprensi�n del dolor abrumador del afligido. Somos injustos con aquellos que son incomprensibles para nosotros. Los verdugos de Cristo no lo conoc�an, y �l or�: "Padre, perd�nalos, porque no saben lo que hacen" ( Lucas 23:34). La mafia que le grit� y lo persigui� hasta la muerte no ten�a la menor idea de su agon�a en Getseman�.

3. Que pueda recibir simpat�a. La simpat�a nos ayuda a entendernos. Pero sin alg�n conocimiento preliminar no podemos tener ning�n tipo de simpat�a. Los intentos ignorantes y bien intencionados de simpat�a hieren en lugar de curar y rozan las heridas que pretenden aliviar.

II NO ES F�CIL ENCONTRAR ESCALAS EN LAS QUE SE PUEDA PESAR EL SUFRIMIENTO. �D�nde debemos buscar un est�ndar de medici�n? No podemos juzgar por signos externos de dolor; para algunos son reservados y moderados, mientras que otros son demostrativos en su abandono al dolor. No podemos juzgar por la medida de los eventos que han causado el sufrimiento; para algunos sienten la misma calamidad mucho m�s intensamente de lo que sentir�an otros. Cada paciente est� tentado a pensar que sus problemas superan a todos los dem�s. Solo podemos entender a un hombre en la medida en que logremos ponernos en su lugar. Pero solo Cristo puede hacer esto perfectamente. Su encarnaci�n es una garant�a de su completa comprensi�n del pecado y la tristeza humana; para que la v�ctima que es mal interpretada por sus amigos terrenales m�s �ntimos pueda estar segura de la simpat�a perfecta de su Salvador. Adem�s, con sus propios pensamientos, el paciente podr�a medir su dolor de una manera que lo ayudar�a a apreciarlo m�s justamente que con conjeturas salvajes. Supongamos que lo midi� contra sus bendiciones: �es tan inmensamente mayor? O supongamos que lo pes� con sus desiertos: �es tan inmensamente m�s pesado? O supongamos que lo compar� con lo que Cristo sufri� por �l: �existe realmente alguna comparaci�n entre la cruz m�s dura del cristiano y la horrible cruz de su Salvador? �W.F.A.

Job 6:4

Las flechas del Todopoderoso.

El primer pensamiento que se le ocurre a Job cuando intenta describir su problema a su amigo que juzga mal es que ese problema ha sido producido por pozos del cielo. Aqu� est� la amargura extrema de su dolor. Considera sus calamidades como algo m�s que desgracias naturales; Una conjunci�n tan terrible de desastres apunta a una fuente sobrehumana. As� Job es azotado por su fe. Su te�smo agrega una agon�a que el materialista no sentir�a.

I. EL TERROR DE LAS FLECHAS DEL TODOPODEROSO.

1. Est�n impulsados ??por un poder irresistible. Son fusilados por "El Shaddai". Dios en su poder es concebido como la Fuente de los problemas. Pero nadie puede resistir el poder de Dios. No es de extra�ar que Job est� postrado en la desesperaci�n. Es in�til para �l enfrentarse a su adversario. El escudo de la fe puede "apagar todos los dardos ardientes de los imp�os" ( Efesios 6:16); pero ning�n escudo puede mantener las flechas penetrantes del Todopoderoso. Si Dios est� en contra de nosotros, estamos completamente deshechos.

2. Vienen de la Fuente de luz y bendici�n. Dios hab�a estado derramando bendiciones sobre la cabeza del patriarca, quien hab�a aprendido a honrarlo como su Benefactor. Fue dif�cil, de hecho, encontrar a su gran amigo convertido en enemigo. Este hecho hizo que las heridas dolieran como con el veneno mortal. Es temible pensar que nuestro Padre celestial est� disparando ira contra sus hijos. No hay flechas tan agudas como las flechas del amor.

3. Penetran en el coraz�n. Las calamidades terrenales golpean la vida exterior. Podemos tener murallas y bastiones que los alejan de nuestro verdadero ser. Pero las flechas de Dios penetran en la ciudadela del alma. Llega al coraz�n cada vez que golpea. Podemos soportar angustias externas siempre que mantengamos un coraz�n fuerte; pero las heridas del hombre interior son mortales.

II LA MALA APRENDIZAJE DE LAS FLECHAS DEL TODOPODEROSO.

1. El error de atribuir a Dios lo que no ha enviado. Job piensa que Dios es su adversario, pero el pr�logo muestra que el adversario es Satan�s. De la causa sat�nica de su problema, Job no tiene la menor concepci�n. Se lo atribuye todo a Dios. Por lo tanto, est� equivocado, injusto e innecesariamente consternado. Si hubiera sabido que estaba sufriendo las flechas de Satan�s, habr�a sido m�s valiente y esperanzado. �No podemos estar equivocados al atribuirle a Dios lo que �l nunca env�a? El mal estado de la sociedad causa muchos problemas a los pobres, que Dios no desea que sufran. No podemos acusarlo de los terribles errores de una civilizaci�n corrupta que oscurece los barrios bajos de las grandes ciudades. Nuestros peores problemas provienen del demonio interno, de nuestro propio coraz�n de pecado.

2. Cuando Dios hiere, su prop�sito es bueno. Job estaba tan en lo cierto que Dios tuvo algo que ver con sus sufrimientos, ya que Dios hab�a permitido que Satan�s hiciera todo lo posible para atormentar a Job que ahora hab�a alcanzado.

(1) Hay un golpe para sanar El castigo grave es una disciplina de amor. Creemos que la flecha nos envenena; lo que realmente trae es un astringente necesario.

(2) Debe haber un golpe de juicio. Dios no puede permitir que sus criaturas rebeldes pecan impunemente. Aunque Job no los hab�a sentido, Dios tiene terribles flechas de juicio para los impenitentes. Es bueno si aprendemos la lecci�n de las heridas m�s leves del castigo antes de que esos terrores estallen sobre nosotros.WWF.A.

Job 6:5, Job 6:6

Satisfacci�n y descontento.

Job procede a mostrar la razonabilidad de su dolor, y con ello la irracionalidad de las acusaciones de su censor. Elifaz hab�a estado desperdiciando su elocuencia asumiendo que el estallido de desesperaci�n de Job no era necesario; o, en todo caso, no hab�a apreciado la tremenda angustia de la que fue el resultado. Consider� el efecto como absurdo, porque no hab�a visto la grandeza de la causa.

I. LOS SATISFECHOS NO EST�N DESCONTENTADOS. Tenemos ilustraciones de este hecho en la naturaleza. Entre los animales salvajes ("el asno salvaje"), y tambi�n entre los domesticados ("el buey"), vemos que la suficiencia produce contenido. Si el asno salvaje rebuzna, o si el buey baja, algo anda mal. Proporcione todo lo que necesita, y estar�n tranquilos y contentos. Si, por lo tanto, Job no lo es. en reposo, algo debe estar mal con �l.

1. El descontento de la sociedad pone de manifiesto que algunos quieren no tienen suministro. Los hombres no se rebelan por el bien de la rebeli�n. Los trastornos pol�ticos y sociales tienen su origen en una condici�n desorganizada del cuerpo pol�tico. Si todos estuvieran satisfechos, el silencio reinar�a universalmente.

2. El descontento del alma prueba que el alma no est� satisfecha. El hombre tiene necesidades m�s profundas que los animales. El asno salvaje y el buey domesticado pueden estar satisfechos, mientras que el hombre todav�a est� pose�do por un "descontento divino". Esta misma inquietud es un signo de su naturaleza superior. Su sed revela las profundidades de las cuales brota. El hombre es

"Pobre en abundancia, hambriento en una fiesta,

(Joven.)

porque "el hombre no vivir� solo de pan" ( Mateo 4:4).

II LOS NO SATISFECHOS DEBEN SER DISCONTENTADOS. Esto es m�s que el reverso de la declaraci�n anterior. Lleva consigo la idea de que la insatisfacci�n no puede ser sofocada, debe cumplirse, si se quiere dejar en reposo. La verdad se ilustra a partir de cosas naturales. La comida desagradable no se puede preparar sin la sal, el condimento necesario. Lo que es naturalmente ins�pido, como la clara de un huevo, no se puede hacer que tenga sabores deliciosos mediante ning�n proceso de conjuraci�n, a menos que la cosa misma se cambie o reciba adiciones. Entonces, ning�n malabarismo eliminar� la insatisfacci�n de la sociedad o del alma. No podemos hacer que el mundo descanse deseando que sea pac�fico o declar�ndolo tranquilo. Una teor�a del orden no es orden, ni una doctrina del optimismo es un quietus para las angustias del mundo. El amargo grito del paria no se disipar� porque algunos fil�sofos creen que viven en "el mejor de los mundos posibles". No hacemos las paces llamando: "�Paz, paz!" cuando no hay paz Predicar a las almas de descanso y satisfacci�n no es otorgar esas bendiciones deseadas. Es una burla tanto decirles a los hombres miserables que se contenten sin satisfacer sus necesidades, como decirles a los hambrientos y desnudos que se alimenten y vistan mientras no hacemos nada para proporcionarles lo que les falta. Cualquier calma de descontento sin curar su causa es falsa y poco saludable. Es como poner un peso sobre la v�lvula de seguridad. No es mejor que la morfia que alivia los s�ntomas de la enfermedad que no puede curar. El descontento debe continuar hasta que encuentre su remedio en una verdadera satisfacci�n.

1. Cristo da esto por la sociedad en el reino de los cielos; Si seguimos sus ense�anzas en el mundo, las necesidades de la sociedad ser�an satisfechas.

2. Lo da por el alma en su cuerpo y sangre, y la vida eterna que viene de la comuni�n con �l.�W.F.A.

Job 6:8, Job 6:9

La oraci�n de desesperaci�n.

Esta es una oraci�n horrible. Job anhela la muerte, y reza a Dios para aplastarlo. Entonces habr� un final para sus agon�as. Ha rechazado la tentaci�n de suicidio de su esposa ( Job 2:9); pero �l ruega que Dios le quite la vida.

I. ES BIEN TRAER LA DESESPERACI�N DEL ALMA A DIOS. La desesperaci�n no es completa y completa si no ha sofocado las fuentes de la oraci�n. Cuando se puede decir de cualquiera: "He aqu�, ora", toda esperanza a�n no se ha ido. Aunque por el momento lo hab�a perdido de vista, todav�a hay un punto en el que la esperanza de mejores d�as puede establecerse. Cuando todas las cosas parecen estar corriendo hacia la ruina, y no hay otra perspectiva para el alma, la perspectiva del cielo todav�a est� abierta. Si no podemos hacer nada m�s, todav�a tenemos el camino por delante para echar nuestra carga sobre el Se�or. Aunque la oraci�n misma sea de horror y desesperaci�n, como la de Job, sigue siendo una oraci�n. Existe el elemento salvador. El alma est� mirando a Dios. No est� solo en su desolaci�n.

II DIOS ENTIENDE LA ORACI�N DE LA DESESPERACI�N. No es como el censor ciego de Job, Elifaz, quien juzgaba por ignorancia y her�a cuando pensaba sanar. Las violaciones de la propiedad convencional en la religi�n, que impactan al tipo m�s preciso de piedad, no son mal entendidas por Dios. �l ve todo con un gran ojo de caridad, con un discernimiento penetrante de simpat�a. La expresi�n salvaje que solo escandaliza al oyente superficial mueve la compasi�n del Padre de los esp�ritus. �l sabe desde qu� profundidades de agon�a ha sido forzada, y perdona la extravagancia de la misma por su miseria.

III. LA ORACI�N DE LA DESESPERACI�N ES TONTA Y DE VISTA CORTA. Estas dos palabras "oraci�n" y "desesperaci�n" son bastante incongruentes. El uno debe desterrar por completo al otro. Si entendi�ramos el significado y el poder de la oraci�n, la desesperaci�n ser�a imposible. Porque la oraci�n implica que Dios no nos ha olvidado; �O por qu� se debe rezar a los o�dos descuidados? Cuando llevamos nuestro dolor a Dios, lo llevamos al Amor Todopoderoso, y ese refugio debe ser m�s agradable a la esperanza que a la desesperaci�n.

IV. DIOS SE NEGA A RESPONDER LA ORACI�N DE LA DESESPERACI�N. Hay oraciones que Dios no contestar�, y eso, no porque sea inexorable, sino porque es misericordioso; y como la madre es demasiado amable para darle a su beb� las velas encendidas por las que llora, Dios es demasiado bueno para otorgar a sus necios hijos las cosas malas que a veces anhelan de su mano. Por lo tanto, la negativa a responder a la oraci�n es el resultado, no de ignorarla, sino de prestarle m�s que esa atenci�n superficial que hubiera sido suficiente para una respuesta incuestionable. Dios tamiza y pesa nuestras oraciones. No podemos presentarlos como cheques en el banco del cielo, esperando un pago inmediato, exactamente de acuerdo con la medida de lo que hemos establecido en ellos. Dios es mucho mejor que nuestras oraciones. �l excede nuestros miedos incluso cuando le rogamos que act�e de acuerdo con ellos. Su mente sana corrige las fantas�as salvajes de nuestra prisa y pasi�n. Por lo tanto, no necesitamos alejarnos de la m�xima libertad en la oraci�n. Dios no tratar� con nosotros seg�n nuestras palabras, sino seg�n su amor y nuestra fe. � W.F.A.

Job 6:14

.�

El poder redentor de la simpat�a.

Job le dice a su amigo que se ha ido a trabajar de una manera incorrecta, y que podr�a haber tenido resultados m�s desastrosos, lo opuesto a los que apunt�. Elifaz honestamente ten�a la intenci�n de llevar a Job a Dios con contrita sumisi�n, pero su conducta dura e imprudente solo se calcul� para alejar al hombre de Dios de la desesperaci�n. Deber�a haber elegido la "forma m�s excelente" de simpat�a.

I. EL SECRETO DEL PODER REDIMENTE DE LA SIMPAT�A.

1. Dando fuerza para soportar. El alma que est� sola puede hundirse en la desesperaci�n. Pero "dos son mejores que uno". A medida que ayudamos a soportar las cargas de los dem�s, levantamos la carga aplastante que conduce a la rebeli�n.

2. Ablandando el coraz�n. El peligro de Una gran calamidad es que golpear� el coraz�n con dureza. El efecto m�s fatal se produce cuando se pasan todos los rastros de sufrimiento, porque la facultad misma de sentir se congela hasta la muerte. Ahora, la simpat�a del h�roe tiene una eficacia salvadora. Las l�grimas que est�n selladas en soledad estallan al ver las l�grimas de un amigo.

3. Al revelar el amor de Dios. Existe el peligro de que grandes problemas hagan que los hombres duden del amor de Dios, e incluso lleguen a considerar todo amor como un pretexto y un enga�o. El mundo entonces parece muy negro y cruel. Pero la amabilidad de un hermano comienza a disipar el error. Muestra que el mundo no es del todo duro, cruel y ego�sta. Esta bondad no es m�s que una chispa del gran fuego del amor de Dios. De la simpat�a de nuestro hermano somos conducidos a la simpat�a de nuestro Padre, de la cual surge. Si hubiera m�s caridad humana en el mundo, habr�a m�s fe en Dios. El ate�smo es producto de la desesperaci�n que curar�a la simpat�a.

II EL EJERCICIO DEL PODER REDIMOR DE LA SIMPAT�A,

1. En Dios Nuestra simpat�a no es m�s que una copia de la simpat�a de Dios. Su m�todo es salvar por amor. Su bondad nos lleva al arrepentimiento. Mientras rega�amos, Dios se compadece; mientras culpamos, �l perdona; mientras rechazamos, �l invita. �l salva al pecador am�ndolo.

2. En Cristo La gran redenci�n de Cristo es una obra de simpat�a:

(1) En su origen. Fue la simpat�a lo que llev� al advenimiento de Cristo. Este fue el principio rector de su vida en la tierra. Esto tambi�n lo trajo a la cruz. No pod�a salvarse a s� mismo, porque no abandonar�a a sus hermanos pecadores y tristes.

(2) En su aplicaci�n. Cristo salva a los hombres ahora individualmente a trav�s de su simpat�a. Primero tenemos que ver que �l nos comprende, nos ama, siente con nosotros. Luego nos abraza y nos levanta.

3. En los hombres. Nosotros tambi�n tenemos que salvar con nuestra simpat�a. El viejo m�todo de represi�n, reprimenda y repudio ha fallado miserablemente; sus frutos son solo odio y desesperaci�n. Es hora de que recurramos al m�todo de Dios, al m�todo de Cristo. Debemos entender a los hombres si los ayudamos, sentirnos con ellos si los restauramos. Mientras no demostremos simpat�a por nuestros hermanos en sus problemas y tentaciones, no podemos salvarlos de su pecado y desesperaci�n. Lowell dice:

"Mucho mejor es hablar

Una palabra simple, que de vez en cuando

�Despertar� su naturaleza libre en los d�biles?

E hijos de hombres sin amigos ".

W.F.A.

Job 6:25

La fuerza de las palabras correctas.

Job no es tan irracional como parece a sus amigos. Admitir� la fuerza de la verdad y la raz�n. Solo �l considera los argumentos que ha escuchado falsos y falaces.

I. LOS HOMBRES RAZONABLES RECONOCEN LA FUERZA DE LAS PALABRAS CORRECTAS. Las palabras pueden ser como flechas que perforan, como espadas que se dividen, como martillos que aplastan; o pueden ser como semillas que crecen y dan fruto, como hogazas de pan para alimentar a los hambrientos, y corrientes de agua viva que fluyen por la carretera polvorienta, de donde pueden beber todas las almas sedientas. Por lo tanto, son m�s que simples sonidos. Son expresiones de pensamiento. Las palabras de Dios vienen con poder. Todas las palabras correctas son forzadas. Pero hay palabras vac�as que caen sin peso, y palabras ins�pidas que se disipan en el aire sin efecto. No es el n�mero, el volumen o el ruido de las palabras lo que les da fuerza, sino lo correcto de ellas. Debemos, por lo tanto, preguntar d�nde reside esta rectitud.

1. En verdad. Las palabras falsas pueden parecer de gran peso. Pero al final todas las mentiras fallan. La verdad, simplemente dicho, tiene una fuerza que ninguna ret�rica puede igualar.

2. En adaptabilidad. Hay verdades que no son adecuadas para la ocasi�n en que se hablan. Este fue el caso con muchos de los comentarios que Elifaz hab�a hecho, que eran lo suficientemente correctos en s� mismos, pero que no se aplicaban a Job. Perdieron fuerza por ser irrelevantes.

3. En peso moral. La justicia de lo que decimos le agrega peso. Las palabras m�s fuertes son aquellas que encuentran su camino hacia nuestra conciencia. Otros pueden ser luminosos; Estas palabras arden con asombrosa viveza.

4. En simpat�a. La verdad que se habla en el amor viene con doble fuerza.

II Es absurdo ignorar la fuerza de las palabras correctas.

1. En el orador. Este fue el error de los temanitas. No fue lo suficientemente considerado con la exactitud de lo que dijo. Ten�a buenas intenciones, pero lo ech� todo a perder con este grave error. Necesitamos sopesar nuestras palabras. Pueden tener muchas cualidades excelentes: claridad, gracia, vigor aparente, pero si no son palabras correctas, fracasar�n. El maestro cristiano necesita probar y corregir sus palabras al pararse cerca de la fuente de la verdad y en las Sagradas Escrituras, y al mantener su coraz�n puro y comprensivo. De lo contrario, toda su elocuencia ser� est�ril, o incluso venenosa como vapores mef�ticos.

2. En el oyente. Es excesivamente tonto ignorar las palabras como si fueran simplemente "sonido y furia, sin significar nada". Son los carros en los que cabalgan los pensamientos; y si abri�ramos nuestras puertas para recibirlos, podr�amos encontrar esos pensamientos m�s bienvenidos. Incluso si las palabras son impopulares o dolorosas, deber�amos ser tontos si las ignoramos cuando sabemos que son correctas. Porque la verdad no deja de ser verdad al ser rechazada. Muchas ideas desagradables son m�s medicinales. Y muchas palabras, rechazadas al principio, cuando una vez recibidas, resultan ser el pan de la vida. Las palabras del evangelio eterno son palabras correctas, que podemos rechazar a nuestro propio riesgo; que podemos recibir para nuestra salvaci�n. � W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 6". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-6.html. 1897.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile