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Bible Commentaries
Salmos 131

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-3

EXPOSICI�N

Se ha dicho que este salmo es "como una era de cuerda cristiana 'Lyre Innocentium'" (Obispo Alexander). Respira la m�s profunda humildad y sumisi�n a la voluntad de Dios (Salmo 131:1, Salmo 131:2). Al mismo tiempo, alienta a los fieles a mantener una "esperanza" viva en la gracia sustentadora de Dios (Salmo 131:3). La atribuci�n del salmo a David est� bastante de acuerdo, tanto con el lenguaje como con los contenidos.

Salmo 131:1

Se�or, mi coraz�n no es arrogante; o "no levantado". No excesivamente euf�rico por la prosperidad que me has otorgado. Ni mis ojos elevados (comp. Salmo 101:5), "Orgullo", como dice Hengstenberg, "tiene su asiento en el coraz�n y se traiciona especialmente en los ojos". Tampoco me ejercito en grandes asuntos o en cosas demasiado altas para m�; literalmente, demasiado maravilloso (comp. Salmo 139:6, "Tal conocimiento es demasiado maravilloso para m�: es alto: no puedo alcanzarlo"). Los debates especulativos de los llamados "hombres sabios" acerca de las cosas profundas del gobierno moral de Dios probablemente se analizan (ver Job 42:3).

Salmo 131:2

Seguramente me he comportado y me he callado; m�s bien, he calmado y calmado mi alma. He llevado mi alma a un estado de paz y contenido. Como un ni�o que es destetado de su madre. El ni�o destetado es callado y contento; la succi�n siempre impaciente e inquieta. Mi alma es incluso como un ni�o destetado. Otra repetici�n en aras del �nfasis (ver Salmo 130:5, Salmo 130:6).

Salmo 131:3

Deje que Israel espere en el Se�or de ahora en adelante y para siempre (comp. Salmo 130:7). Se exhorta a Israel a tener confianza y confianza en Dios como el salmista.

HOMIL�TICA

Salmo 131:1

La humildad de la mente.

Este salmo puede haber sido escrito por David en lo que respecta a su tema. Porque esa humildad mental que trata es tan compatible con una posici�n alta como con una posici�n humilde en la vida. La realeza puede ser muy mansa, y la oscuridad puede ser muy orgullosa. Todas las cualidades morales son independientes de las situaciones; son una cuesti�n de car�cter, no de circunstancia. Del m�s grande que haya tenido nuestra semejanza se dice: "Tu Rey viene ... manso" ( Mateo 21:5). Pero tenemos aqu�

I. UNA TENTACI�N COM�N. Hay almas que no aspiran a ser o hacer lo que est� m�s all� de ellas en ninguna direcci�n; pero probablemente son la excepci�n m�s que la regla. En todos los departamentos de actividad, hombres y mujeres anhelan lo que est� fuera de su alcance. El marinero espera ansiosamente una capitan�a, o ser comodoro o almirante. El soldado no estar� satisfecho hasta que sea nombrado coronel de su regimiento. El pol�tico tiene hambre de un cargo que es mucho m�s alto que el que ocupa. Y as� es en todas las esferas. Es correcto, de hecho, que todos busquen y se esfuercen por apagar todos sus poderes, en lugar de permitirles dormir en silencio e inactividad. Estamos obligados a ser lo mejor y hacer todo lo posible en un mundo que est� pidiendo ayuda y redenci�n. Pero nuestra tentaci�n es anhelar y trabajar por lo que est� m�s all� de nuestra capacidad, para lo cual no fuimos creados y dotados, lo que nos exaltar�a, pero que no debemos adornar. El estudiante quiere dominar lo que es "demasiado maravilloso para �l", en realidad "inalcanzable" (Salmo 139:6). El siervo de Cristo quiere ocupar un puesto en la Iglesia para el cual no est� calificado mental y moralmente. El viajero tiene sed de alcanzar una latitud que est� fuera del alcance de la b�squeda practicable, en todas partes, en todas las clases y condiciones, los hombres suspiran y se esfuerzan por lo que nunca alcanzar�n, o solo alcanzar�n cuando hayan agotado su fuerza y ??no puedan disfrutar lo que han ganado

II LA LECCI�N DE EXPERIENCIA. La experiencia nos ense�a continuamente la locura de buscar movernos en una esfera que est� m�s all� de nosotros. Constantemente resulta en derrota, en desilusi�n, en mortificaci�n. La posici�n buscada no se gana, y existe el profundo descontento de haber trabajado en vano; o se gana, y se encuentra lleno de dificultades que no se anticiparon, y, en lugar de producir el placer esperado, produce insatisfacci�n y queja, y termina en un fracaso grave, quiz�s desastroso. Son hombres sabios que, presenciando esto en otras personas, o comenzando a descubrirlo en su propio caso, llegan a la conclusi�n del salmista; esto es-

III. LA CONCLUSI�N PR�CTICA DEL SABIO. Estar contentos con la esfera que Dios nos ha asignado y hacer lo mejor que podamos en ella. El salmista ha aprendido la lecci�n. Ha tenido que componer un esp�ritu inquieto, y lo ha hecho; estaba inquieto y apasionado, como un ni�o sin destetar que clama por el pecho de su madre. Pero se ha "calmado", ha calmado su esp�ritu; se ha retirado de una posici�n falsa; se ha establecido permanentemente en el �nico verdadero. Su coraz�n no est� elevado; sus ojos no miran con envidia y hambre a las alturas m�s all� de �l; no habita en pensamientos ansiosos y cansados ??sobre asuntos que es mejor dejarlos solos; concentra sus simpat�as y sus energ�as en aquello que exige su atenci�n y que es bueno para s� mismo y para quienes lo rodean; �l est� perfectamente contento de ser justo lo que Dios le ha hecho, ir a donde su Maestro lo env�a, hacer lo que se le pone en sus manos. Est� tan lejos de considerarse esencial para la prosperidad de la Iglesia y la redenci�n del mundo, que con suerte, e incluso con confianza, lo deja al cuidado del Supremo (Salmo 131:3).

HOMILIAS POR S. CONWAY

Salmo 131:1

La condici�n m�s bendecida del alma.

Lo que el salmista aqu� afirma de s� mismo es, sin duda, la condici�n espiritual m�s cercana al cielo que aqu� en la tierra podemos saber.

I. NOS DICE LO QUE NO ES.

1. El orgullo del coraz�n est� ausente. "Mi coraz�n no es arrogante". Podemos decir esto a nuestros semejantes y enga�arlos con una muestra de humildad; pero otra cosa es afirmar esto, como se hace aqu�, ante el Se�or, "a quien todos los corazones est�n abiertos y de quien no se esconden secretos". Dichosos somos si ante �l podemos decir esto. Porque el orgullo es destructivo de toda felicidad real: se encuentra continuamente con rechazos; nada le gusta tanto a la gente como derribar al hombre que es arrogante de coraz�n. Humillarlo es el mayor deleite. Si el diablo ha plantado orgullo en los corazones de todos los hombres, como �l lo ha hecho, Dios ha ordenado al mundo de tal manera que la mano de cada hombre estar� en contra de tal orgullo.

2. Est� libre de ambici�n. "Ni mis ojos altos". Los ojos del hombre no est�n fijos para siempre y anhelan algo m�s alto en el mundo de lo que a�n ha alcanzado. Bienaventurado el hombre que est� contento con la suerte que Dios le ha ordenado, y es sol�cito solo por ser fiel all�.

3. Y desde la presunci�n. "Tampoco hago ejercicio", etc. (Salmo 131:1). �Pero cu�ntos hay para siempre haciendo lo que el salmista aqu� niega! Los hermanos de David lo acusaron de esto, aunque err�neamente, y lo culparon por dejar a sus ovejas para ir al campo de batalla. Pero aunque David era inocente de tal culpa, muchos son culpables de ello. Quieren saber todos los misterios, poder explicar todo lo que ven a su alrededor en la providencia de Dios, y todo lo que encuentran en las Escrituras: quieren emprender un trabajo que est� m�s all� de ellos, mientras que lo que est� dentro de su poder ellos negar. Podr�an barrer un cruce, pero quieren gobernar un reino; podr�an manejar el talento �nico, pero debido a que no tienen los cinco, el que tienen lo entierran, para su infinita verg�enza y p�rdida.

II Nos dice lo que es. Tener el alma "como un ni�o que es destetado de su madre". Por lo tanto:

1. Es la separaci�n de lo que una vez am�. Es un momento terrible para el ni�o cuando se debe hacer esta separaci�n: la met�fora es tan conmovedora y hermosa como poderosamente expresiva. Y el alma sabe c�mo alguna vez am� al mundo, no tanto, tal vez, las cosas malas del mundo como las que no eran malas; pero ha venido a abandonarlos a todos y a contentarse con lo que el Se�or le ordena. Sin embargo, se separ� de las formas pecaminosas del mundo. Una vez que los amaba, pero ese tiempo ha pasado.

2. Y no solo est� separado de ellos, sino que ha dejado de desearlos. El ni�o est� feliz y en reposo, aunque ya no permiti� aquello en lo que una vez estuvo tan encantado. El deseo mismo se ha ido.

3. Y esto no es a trav�s de ninguna decepci�n, disgusto o disgusto con el mundo. Algunos hombres salen corriendo del mundo con ira por la forma en que los ha tratado. Pero este no es el motivo aqu�: tales son arrancados del mundo en lugar de destetados.

4. Tampoco es la renuncia que proviene de la saciedad con los placeres del mundo: de haber tenido tanto que el alma ya no se preocupa por ella, sus dulces se atascan y tienen n�useas en lugar de dar placer.

5. Tampoco por falta de capacidad para disfrutar lo que el mundo tiene para ofrecer. Pero es un abandono voluntario de aquello en lo que una vez se deleit�: los placeres, beneficios, honores, comodidades del mundo, as� como sus pertenencias m�s cuestionables.

III. �C�mo fue esto tra�do?

1. No fue de producci�n propia. Ning�n ni�o se destet� nunca.

2. Ha sido la obra del Se�or. Por su Esp�ritu Santo y su providencia, ha realizado este cambio maravilloso. Por lo tanto, hemos llegado a la conclusi�n de que lo que una vez nos deleit� tanto no lo hace ahora. El mundo se ha amargado a nuestro gusto. Nuestro Dios nos ha separado de lo que amamos y a lo que nos aferramos; no hab�a posibilidad de que lo dej�ramos voluntariamente, y Dios lo quit�. Y nos ha dado lo que es mucho mejor que lo que hemos perdido (cf. Salmo 63:1). Alegr�as m�s altas y puras son nuestras. Tambi�n ha bendecido nuestros propios esfuerzos despu�s de la abnegaci�n y la renuncia; �l ha "trabajado en nosotros para querer y hacer", etc.

3. Y el resultado es muy bendecido. La calma, la quietud y la quietud del alma; su libertad del traste; Es la paz celestial.

IV. A QU� LLEVA ESTA EXPERIENCIA. Un deleite en Dios, y una convicci�n de su amor y fidelidad, que lo hacen llamar a todos sus compatriotas a la esperanza en el Se�or. Cuando el alma tiene esta experiencia, no puede sino encomendar al Se�or a los dem�s. Debe dar su testimonio. � S.C.

HOMILIAS POR R. TUCK

Salmo 131:1

El sentido de lo que es aceptable con Dios.

Este salmo expresa la humildad mansa del pecador perdonado y restaurado. Pero tomado como una expresi�n del sentimiento de la naci�n restaurada, sugiere el estado de �nimo de un preciado sentimiento que nos mantiene en buenas relaciones con Dios. No es un estado de �nimo de sumisi�n, ni siquiera de obediencia sumisa solamente. Es un estado de �nimo de sumisi�n voluntaria, de obediencia encantada; de sumisi�n que ha dejado de ser una tensi�n, y se ha convertido en la expresi�n libre, natural y alegre del ser. El "coraz�n no es altivo"; as� que no hay resistencia a lo que se considera el deber.

I. LA PRESENTACI�N QUE TODAV�A ES UNA CEPA SOLO PUEDE SER PARCIALMENTE ACEPTABLE CON DIOS. Y mucho de lo que se llama sumisi�n es realmente solo sumisi�n en proceso. De hecho, si hablamos con absoluta precisi�n, debemos decir que la sumisi�n completamente libre de tensi�n nunca puede ser la experiencia de los hombres mientras est�n bajo condiciones y limitaciones humanas. No tenemos ninguna instancia de sumisi�n perfecta salvo la del Hombre Divino, el Se�or Jesucristo; e incluso en su caso, debemos notar que la tensi�n y la lucha continuaron hasta Getseman�, y que la totalidad absoluta de la obediencia se gan� solo en el Calvario, donde incluso se rindi� la vida misma. Podemos, por lo tanto, mientras estamos en la tierra, nunca obtener m�s que una aceptaci�n Divina calificada. Hay paz, y promesa, y poder, y alegr�a en la medida de aceptaci�n que podemos obtener; pero siempre es una inspiraci�n, no una satisfacci�n. Muchas personas buenas nunca superan esta aprensi�n de la vida cristiana; "Se someten porque deben hacerlo". Nunca pueden levantarse para glorificar el deber. De hecho, hay muchos que intentan persuadirse de que su sumisi�n no puede ser sumisi�n a menos que sientan la tensi�n de la misma. Pero es con esta gracia como con el proceso digestivo: solo es saludable cuando no sabemos nada al respecto.

II La sumisi�n que ha dejado de ser una cepa es totalmente aceptable para Dios. La voluntad puede forzar persistentemente actitudes y actos de sumisi�n. Entonces el hombre no es m�s que un ser dual. La bondad es forzada. El hombre puede presentar con una reserva. Est� dispuesto a ir tan lejos. El hombre est� totalmente dispuesto a someterse a veces y en algunas cosas. Est� claro que ninguno de estos casos puede ser completamente aceptable para Dios. Cuando el coraz�n de un hombre est� en la sumisi�n, entonces la voluntad del hombre se balancea correctamente, y la conducta de un hombre est� en orden armonioso. El hombre es una unidad en su sumisi�n; La tensi�n de la resistencia se ha ido, y la sonrisa Divina completa puede descansar sobre �l.

Salmo 131:1

Al conocer nuestras esferas.

Versi�n del libro de oraciones, "No me ejercito en grandes asuntos: que son demasiado elevados para m�". El poeta niega tres tipos distintos de orgullo; presunci�n secreta de coraz�n; la ostentaci�n del hombre de porte elevado; y la presuntuosa importancia personal que se entromete. Una de las cosas que solo se puede aprender a trav�s de las experiencias de la vida es lo que podemos hacer y lo que podemos hacer. Poner l�mites sabios a nuestras empresas y nuestras esferas es una de las cosas m�s importantes y ansiosas que tenemos que hacer. Y uno de los principales pecados modernos es intentar demasiado y no estar dispuestos a mantenernos estrictamente dentro de los l�mites de lo que podemos hacer realmente bien. El joven piensa que puede hacer cualquier cosa y todo; y a menudo puede ser la consecuencia de que �l no hace nada realmente bien.

I. NUESTRAS ESFERAS SON DESCUBIERTAS PARA NOSOTROS POR LA DIVINA PROVIDENCIA. Nada es m�s notable en la vida de un hombre que la forma en que lo conducen a ocupar esferas con las que nunca hab�a so�ado, y a emprender un trabajo para el que nunca hab�a reconocido su aptitud. Ocasionalmente puede darse el caso de que lo que un hombre tiene que hacer en la vida se le muestra temprano, y corre en la rutina designada desde el principio hasta el final de sus d�as; pero en la mayor�a de los casos, incluso si se da una pista del futuro, el camino para su realizaci�n es un conjunto de experiencias sorprendentes; y a menudo el trabajo de la vida se desarrolla repentina e inesperadamente, en el tiempo de la madurez de un hombre. El buen hombre ve en esto la gu�a de la divina providencia.

II NUESTRAS ESFERAS SON DESCUBIERTAS POR NOSOTROS POR NUESTRAS AFINIDADES. Hay cosas que tenemos que hacer y cosas que nos gusta hacer. Y, a la larga, la vida se adapta a nuestros gustos. Podemos hacer bien lo que disfrutamos haciendo, y gradualmente nos adentramos en las esferas a las que estamos predispuestos por la inclinaci�n y la inclinaci�n. Idealmente, la vida ser�a perfecta si cada hombre fuera colocado de acuerdo con sus afinidades. Hacia la perfecci�n ideal, la humanidad se est� moviendo, aunque su progreso se ve muy obstaculizado y confundido por la voluntad humana y las exigencias de la civilizaci�n.

III. NUESTRAS ESFERAS SON DESCUBIERTAS POR NUESTRAS ACTITUDES DE OBEDIENCIA. Esto est� tomando lo m�s elevado, la visi�n Divina de la vida. Cuando un hombre se da cuenta plenamente de la vida como servicio a Dios, est� seguro de que su Divino Maestro designa su esfera y proporciona su trabajo; y su Maestro estar� absolutamente seguro de proporcionar una esfera y un trabajo para cada sirviente que guarde celosamente la actitud de obediencia. � R.T.

Salmo 131:2

Restricci�n de las ambiciones naturales.

"En lugar de preocuparse por lo que es demasiado grande para �l, calma su ambici�n, y su esp�ritu yace tranquilo y gentil, como un ni�o en los brazos de su madre, que, despu�s de que termina el primer problema de destete, se calma y arrulla caricia materna ". La imagen es sorprendentemente simple y verdadera, de deseo natural mantenido y de una quietud moderada de descanso en lugar de deleite. Perowne cita lo siguiente como la experiencia de una madre: "El ni�o destetado por primera vez se ha vuelto consciente de la pena. El anhelo lastimoso por el dulce alimento de su vida, el sollozo roto de la decepci�n, marca la angustia de su inocente coraz�n: es no tanto el sufrimiento corporal; antes hab�a sentido ese dolor y llor� mientras dur�; pero ahora le quitan su alegr�a y su comodidad, y no sabe por qu�. Cuando su cabeza est� nuevamente sobre el seno de su madre, entonces �l conf�a, ama y descansa; pero ha aprendido la primera lecci�n de humildad, est� abatido y se aferra con cari�o a su �nico amigo ".

I. LAS AMBICIONES NATURALES NO SON INCORRECTAS EN S� MISMOS. Lo hacen pero expresan la individualidad y la energ�a de un hombre. No son m�s que el signo de la inteligencia que puede fijar un objetivo y un prop�sito para una vida. Describe a un hombre indefenso y desesperado que dice: "No tiene ambici�n". Tal hombre no quiere nada, no intenta nada y no obtiene nada. Las personas religiosas a menudo condenan la ambici�n como un mal esencial. Todo lo que necesitamos decir es que puede ser, pero no necesariamente.

II Las ambiciones naturales se vuelven incorrectas cuando se centran en s� mismas. Un hombre es un ser en las relaciones. Hay una medida de salud en cada esquema que tiene para el beneficio de otro. Un hombre es un ser dependiente, y su primera consideraci�n tiene que ser la aprobaci�n de �l de quien depende. La ambici�n de asegurar fines puramente ego�stas es el pecado contra nuestra relaci�n y contra nuestra dependencia. Es muy probable que la ambici�n egoc�ntrica inspire medios sin escr�pulos.

III. LAS AMBICIONES NATURALES NECESITAN RESTRICCI�N CUANDO SE CONOCE LA VOLUNTAD DE DIOS. No es que la voluntad de Dios sea antag�nica o no est� en armon�a con nuestras ambiciones naturales; es que son exagerados o se han vuelto magistrales. Si pudi�ramos leer la vida correctamente, siempre deber�amos encontrar que la voluntad de Dios para nuestra vida est� en estricta armon�a con nuestras propias ambiciones reales y bien calificadas. Y precisamente lo que la revelaci�n de la voluntad de Dios hace por nosotros es ayudarnos a llevar nuestras ambiciones a una limitaci�n y control adecuados. Dios no quiere el servicio de los hombres de quienes se ha tomado todo el coraz�n y la energ�a. No es ning�n aplastamiento de nuestra individualidad lo que honra a Dios: la moderaci�n dentro de l�mites sabios significa la retenci�n de todas las ambiciones buenas y correctas.

Salmo 131:3

La experiencia personal del hombre puede ser la base de su esperanza en Dios.

"Que Israel espere en el Se�or"; perm�tale, porque tiene una raz�n tan abundante para hacerlo, en la experiencia que ha tenido de la obra de gracia del Se�or. Este es el estribillo de varias de estas "canciones de grados", que, como hemos visto, son esencialmente "canciones de elevaci�n", o llamados a poner confianza y esperanza en Dios.

I. LA EXPERIENCIA PERSONAL DEL HOMBRE ES SELDOMA, SI NUNCA, REPETIDA PRECISAMENTE. Froude sugiere que la experiencia es como las luces de popa de un barco, que muestran el camino que se ha tomado. Y �l insin�a que la experiencia es pr�cticamente de poca utilidad para guiar el camino que debe tomarse. Pero esta es una vista muy parcial. No cultivar�a un hombre en la dependencia y la confianza, que son las notas clave de su nobleza, si su vida fuera una mera sucesi�n de repeticiones precisas, para que pudiera saber con precisi�n c�mo actuar en cada caso recurrente, y las lecciones de experiencia eran una mera rutina; Una medida fija que se aplicar� a cada instancia. La vida con emergencias y sorpresas es solo una vida saludable para un ser moral en el que el personaje debe ser entrenado. Fue un mis�ntropo quien dijo: "Lo que ha sido es, y no hay nada nuevo bajo el sol". Y cada hombre estar� preparado para decir, al mirar por encima de su vida, que nunca sucedi� nada en su vida, lo cual fue una experiencia precisamente imitativa; nada que demostrara ser exactamente lo que �l esperaba que fuera. Entonces se puede decir apresuradamente que la experiencia es una ilusi�n, y realmente no puede ayudarnos. Lo que tenemos que ver es que no puede, y nunca tuvo la intenci�n de ayudarnos, como lo hace una medida de yarda. �C�mo, entonces, ayuda?

II LA EXPERIENCIA PERSONAL DEL HOMBRE ESTABLECE PRINCIPIOS Y DA CONOCIMIENTOS DE LOS QUE EL HOMBRE PUEDE HACER USO PR�CTICO. Israel restaurado del exilio tuvo un nuevo conjunto de experiencias, pero su conocimiento de las adaptaciones de la gracia de Dios a todas las experiencias anteriores estableci� confianza en �l. Era f�cil argumentar que Dios, habiendo hecho ajustes a su necesidad en cuarenta y nueve casos, probablemente no estar�a desconcertado por el quincuag�simo. Y siempre podemos sacar esa persuasi�n de una experiencia de vida. Y podemos ver claramente la fuerza de este principio: todas las experiencias humanas, aunque aparentemente diferentes entre s�, entran en clases. Siempre podemos encontrar algo en la experiencia pasada que pertenece a la misma clase que nuestra experiencia presente; y luego, si podemos aprehender completamente la intervenci�n Divina en alg�n caso que pertenece a la clase, podemos decirle con confianza a nuestra alma: "Alma, espera que sigas en Dios".

HOMILIAS DE C. CORTA

Salmo 131:1

Humildad.

"Se�or, mi coraz�n no es arrogante", etc. "El salmista ha aprendido de la adversidad la lecci�n de la sumisi�n, y aconseja a la naci�n que se ajuste de la misma manera para ganar las bendiciones que a�n est�n en la tienda". La autor�a es incierta; pero probablemente fue escrito despu�s del exilio. El escritor hab�a aprendido

I. HUMILDAD.

1. La humildad se ejemplifica en una estimaci�n baja de nosotros mismos como Dios y el hombre. Ante Dios como ante el hombre.

2. Al no apuntar a cosas que est�n m�s all� de nuestros poderes de logro. La ambici�n de algunos hombres es mayor que su habilidad. Y sin embargo, ninguno de nosotros usa su habilidad al m�ximo. Deber�amos aprender cu�nto Dios nos ayudar� a hacer.

II Sumisi�n a la voluntad de Dios.

1. Esto implica el reconocimiento de la voluntad de Dios como buena. No solo como supremo, sino tan bueno. Solo as� podremos decir desde el coraz�n: "H�gase tu voluntad".

2. La anulaci�n de todo descontento con los cambios de circunstancias. Cuando un ni�o que ha sido destetado por fin aprende a descansar en el seno de su madre.

III. LA HUMILDAD Y LA PRESENTACI�N EST�N CONECTADAS CON LA ESPERA Y LA ESPERANZA DEL PACIENTE.

1. Dios recompensa al paciente y humilde. "Da gracia", etc. "pero conoce al orgulloso de lejos".

2. Todo el conocimiento m�s profundo de Dios, surgido de la humilde paciencia, conduce a una mayor esperanza en �l. Las experiencias m�s profundas conducen a la m�s alta esperanza en Dios.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Psalms 131". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/psalms-131.html. 1897.
 
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