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Bible Commentaries
Salmos 46

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-11

EXPOSICI�N

ESTE es un salmo de consuelo. Israel, en gran peligro (Salmo 46:1, Salmo 46:6, Salmo 46:8, Salmo 46:9), se consuela con el pensamiento de Dios poder, su cuidado protector y su habilidad para destruir todas las combinaciones que sus enemigos puedan formar contra ella. No hay nada que determine absolutamente de qu� peligro particular se habla; pero, en general, las alusiones parecen apuntar a la invasi�n de Senaquerib, m�s que a cualquier otro evento en la historia hebrea. Los cr�ticos de escuelas tan diversas como Hengstenberg y el profesor Cheyne se unen en esta conclusi�n.

La construcci�n m�trica es muy simple y regular, si, con varias cr�ticas eminentes, restauramos, despu�s de Salmo 46:3, el estribillo de Salmo 46:7 y Salmo 46:11, que parece haberse ca�do accidentalmente. Luego tenemos tres estrofas de cuatro versos cada una, cada estrofa termina con el mismo estribillo.

"Upon Alamoth" en el t�tulo se explica mejor como una direcci�n musical, para ser cantada sobre notas altas, con voces estridentes y claras, como las de las "v�rgenes".

Salmo 46:1

Dios es nuestro refugio y fortaleza (comp. Salmo 18:2; Salmo 94:22, etc.). Una ayuda muy presente en problemas; literalmente, una Ayuda muy accesible, f�cil de encontrar.

Salmo 46:2

Por lo tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida; o, aunque el cambio de la Tierra, una expresi�n algo vaga, probablemente debe entenderse de los cambios pol�ticos y las revoluciones (ver Salmo 46:6). Y aunque las monta�as sean llevadas al medio del mar; m�s bien, y aunque las monta�as sean arrojadas al coraz�n de los mares. Una met�fora de disturbios y conmociones a�n m�s extra�as y violentas. Las revoluciones y disturbios previstos son probablemente los causados ??por la carrera de conquista asiria que se describe brevemente en Isa�as 10:5; Isa�as 37:18, y completamente expuesto en los anales de los reyes asirios.

Salmo 46:3

Aunque sus aguas rujan y se turban; o rugido y espuma (Hengstenberg, Kay, Cheyne). Aunque las monta�as tiemblan con su hinchaz�n (comp. Salmo 93:3, Salmo 93:4; Jeremias 46:8, Jeremias 46:9; Jeremias 47:2).

Salmo 46:4

Hay un r�o, las corrientes de las cuales alegrar�n la ciudad de Dios. En contraste con la escena de tumulto y disturbios en el mundo en general, que el escritor nos ha presentado en Salmo 46:2, Salmo 46:3, ahora nos muestra, descansando en perfecta paz y tranquilidad, "la ciudad de Dios", amenazada, de hecho, por las naciones, pero sin desanimarse por ellas, y confiando tranquilamente en la protecci�n del Dios que est� "en medio de ella". A esta ciudad le asigna un "r�o, las corrientes de las cuales la alegran"; im�genes en las que podemos reconocer la fuente perenne de la gracia de Dios, ese "r�o puro de agua de vida" que, saliendo del trono de Dios y del Cordero, refresca y alegra continuamente a la Iglesia de Cristo ( Apocalipsis 22:1), ya sea que su lugar de residencia sea la Jerusal�n terrenal o la celestial. El lugar sagrado de los tabern�culos del Alt�simo (comp. Salmo 43:3). La aplicaci�n directa es, por supuesto, a la Jerusal�n terrenal, que los ej�rcitos de Senaquerib estaban amenazando.

Salmo 46:5

Dios est� en medio de ella; ella no ser� movida. Mientras el mundo se est� volcando (Salmo 46:2, Salmo 46:3, Salmo 46:6), la Iglesia no se conmueve, ya que "Dios est� en medio de su." Dios la ayudar�, y eso desde el principio; literalmente, a la vuelta de la ma�ana o, en otras palabras, "al amanecer" (comp. Salmo 30:6; Salmo 49:14; Isa�as 17:14). La liberaci�n de Israel de Senaquerib se produjo, debe recordarse, cuando se descubri� "temprano en la ma�ana" que en el campamento de los asirios hab�a 185,000 "cad�veres" ( 2 Reyes 19:35).

Salmo 46:6

Los paganos se enfurecieron, los reinos se movieron: pronunci� su voz, la tierra se derriti� (comp. Salmo 46:2 y Salmo 46:3). Los tiempos pasados ??son probablemente el "pret�rito de la certeza prof�tica". El escritor prev� y anuncia la destrucci�n de los enemigos de Israel.

Salmo 46:7

El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros. Este es el fundamento de la seguridad. Nuestro Dios, Jehov�, es "el Se�or de los ej�rcitos", uno que tiene innumerables �ngeles a sus �rdenes ( 2 Reyes 6:16, 2 Reyes 6:17; Salmo 68:17; Mateo 26:53). Y �l est� "con nosotros", de nuestro lado, listo para ayudar. El Dios de Jacob es nuestro refugio; es decir, nuestro Dios de pacto, el Dios que entr� en pacto con nuestros padres, Abraham, Isaac y Jacob.

Salmo 46:8

Ven, mira las obras del Se�or, qu� desolaciones ha hecho en la tierra. La liberaci�n de Israel de su peligro se ve afectada por "desolaciones" o "devastaciones", que Dios logra entre las naciones. El anuncio es muy vago y general, por lo que se aplicar�a a casi cualquier ocasi�n en que el pueblo de Dios fuera liberado de un peligro acuciante.

Salmo 46:9

Hace cesar las guerras hasta el fin de la tierra (comp. Isa�as 2:4; Isa�as 11:9; Isa�as 65:25). Cada gran liberaci�n efectuada por Dios es seguida naturalmente por un t�rmino de paz (comp. Jueces 3:11, Jueces 3:30; Jueces 5:31; Jueces 8:28;" y la tierra descans� veinte, cuarenta, ochenta a�os "), cada uno de estos t�rminos es t�pico de la paz final, cuando Dios habr� derribado a todos los enemigos bajo los pies del Mes�as. Rompe el arco y corta la lanza en pedazos; es decir, destruye todas las armas ofensivas, para que ninguna pueda "herir o destruir en toda su monta�a sagrada" ( Isa�as 11:9). Quema el carro en el fuego. Los carros de guerra fueron empleados en gran medida por los asirios, y formaron la principal fuerza del ej�rcito de Senaquerib ( 2 Reyes 19:23).

Salmo 46:10

Qu�dese quieto y sepa que soy Dios (comp. �xodo 14:13, Exo 14:14; 2 Cr�nicas 20:17; Isa�as 30:15). Como regla general, Dios requiere que el hombre coopere con �l. "Somos compa�eros de trabajo con Dios". "Aide-toi, le ecel t'aidera". Pero hay ocasiones en que el hombre debe mantenerse alejado, y todo debe dejarse en manos del Todopoderoso Desechador de todas las cosas. La invasi�n de Senaquerib fue tal ocasi�n. El esfuerzo humano no puede sino ser in�til; y, a menos que Dios diera entrega de alguna manera extra�a y extraordinaria, no hab�a esperanza de escapar: Judea debe dejar de existir como pa�s independiente. Ser� exaltado entre los paganos. Cuando una liberaci�n era simplemente milagrosa, el Dios de Israel le otorg� un honor especial entre las naciones paganas vecinas, que no pod�an negar el hecho de que hab�a habido una interposici�n sobrenatural (comp. �xodo 14:4, �xodo 14:17, �xodo 14:18). Ser� exaltado en la Tierra. La exaltaci�n entre los paganos vecinos tuvo un efecto sobre un c�rculo a�n m�s amplio.

Salmo 46:11

El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros. El Dios de Jacob es nuestro refugio (ver el comentario en Salmo 46:7).

HOMIL�TICA

Salmo 46:1, Salmo 46:2

La inmutabilidad de Dios.

"Dios como nuestro refugio", etc. Las monta�as son la m�s grande de las obras terrenales de Dios; Im�genes naturales de majestad, fuerza, durabilidad. Alzando sus picos por encima de las nubes, re�nen los tesoros aireados de nieve y lluvia; y vierte de fuentes que nunca fallan las corrientes que riegan los valles y alimentan las llanuras. Fortalezas naturales, donde la libertad a menudo ha encontrado un asilo inexpugnable. Sin embargo, son perecederos. Las aguas visten sus costados rocosos. Los terremotos y los derrumbes derriban sus riscos en los valles. Los incendios volc�nicos a veces, como en nuestros d�as, los arrancan de sus cimientos antiguos y arrojan sus ruinas al mar. Tal derrocamiento de lo que parece m�s fuerte y m�s estable en la naturaleza externa, es en el texto la imagen del posible fracaso de todo apoyo terrenal, defensa, consuelo, esperanza. Pero el que construy� las monta�as y le dio l�mites al oc�ano, no falla, no cambia. "Dios es nuestro refugio y fortaleza: por lo tanto, no temeremos". Estos son los dos pensamientos contrastados de nuestro texto.

I. LA INSEGURIDAD DE CADA REFUGIO TERRESTRE; La inestabilidad de toda la fuerza humana. Esto se puede realizar:

1. En calamidad p�blica; desastres nacionales La depresi�n del comercio puede acarrear molestias, incluso la ruina, en cientos de miles de hogares. Nuestro sistema comercial es tan complicado y est� tan bien equilibrado que una falla gigantesca puede causar un impacto en todo el tejido. Hay que tener en cuenta las tremendas posibilidades de la guerra; Aunque el cielo est� despejado, las nubes de guerra pueden en cualquier momento reunirse y estallar; quiz�s con furia destructiva superando todo ejemplo. Incluso si nuestras propias costas a�n escapan, los gastos de guerra pueden agotar nuestros recursos, y la destrucci�n de nuestro comercio conlleva escasez, incluso hambruna. Alguna nueva forma de pestilencia puede desafiar la habilidad curativa. El orgullo de las naciones puede romperse, su riqueza desperdiciada, su ciencia demostr� ser in�til.

2. En problemas personales y familiares. A veces, los viajeros conocen bien los lugares, que cuando el cielo y el mar estaban en calma, y ??ning�n terremoto sacudi� la tierra, una colina entera se desliz� sin previo aviso, arrastrando y destruyendo casas pac�ficas, incluso abrumando pueblos enteros. Aun as�, cuando la prosperidad p�blica no tiene problemas; los cimientos privados de su salud, fortuna, felicidad, esperanza, pueden fallar, y con breve o ninguna advertencia, y todo su bienestar terrenal quedar� en ruinas (Salmo 30:6, Salmo 30:7 )

3. Al prevalecer la inquietud de pensamiento y creencia. Cuando las viejas formas pasan de moda; las creencias tradicionales est�n desacreditadas; los l�deres de confianza fallan; los hombres parecen no tener nada firme o establecido. Lo peor de todo, cuando esta atm�sfera agitada infecta nuestra vida interior; surge la duda y amenaza con abrumar la fe y la convicci�n; el suelo parece temblar bajo nuestros pies, y la oscuridad asedia y desconcierta nuestra alma.

II El refugio que nunca falla. Los hijos de Dios, en estas y todas las dem�s calamidades, encuentran una "Ayuda muy presente" en �l.

1. Su poder para salvar es todo suficiente. Todos los corazones y eventos est�n en su mano ( 2 Cr�nicas 14:11; 2 Cr�nicas 16:9).

2. Su sabidur�a es infinita. Todo lo que puede suceder es conocido, siempre lo ha conocido �l. �l nunca puede estar perdido para responder la oraci�n.

3. Sus promesas cumplen con cada emergencia ( Hebreos 13:5, Hebreos 13:6).

4. Su fidelidad es la base inamovible sobre la cual podemos construir una confianza absoluta ( Hebreos 6:18, Hebreos 6:19). Toda la experiencia del pasado, toda la esperanza del futuro, arroja su luz sobre el oscuro presente, porque �l no cambia. Si hay alguna verdad, Dios debe ser verdad. Y si algo es cierto, es que Jesucristo, el "verdadero y fiel" Testigo, nos dice la verdad de Dios ( Juan 14:6, Juan 14:10, Juan 14:27; Juan 19:37; Hebreos 13:8).

Salmo 46:1, Salmo 46:7, Salmo 46:11

Nuestro refugio

Todo el esp�ritu de este noble salmo se condensa en esta frase: "Dios es nuestro refugio". El hebreo, como lo muestra el margen de nuestras Biblias, tiene una palabra diferente en Salmo 46:7, Salmo 46:11 de Salmo 46:1, que significa "un lugar alto" ( Versi�n revisada, "o una torre alta"): un retiro fuera del alcance de los enemigos. La palabra en Salmo 46:1 significa "en alg�n lugar [o 'alguien'] en quien confiar". Estos dos pensamientos, confianza y seguridad, est�n bien expresados ??en nuestra palabra "Refugio". Tome todo el salmo como personificando y haciendo cumplir este sentimiento.

I. EN PROBLEMAS NECESITAMOS UN REFUGIO. En enfermedades y debilidades corporales, ministerio de curaci�n, observaci�n cuidadosa, un brazo para apoyarse. Perplejo, un sabio consejero. En la necesidad, el peligro o la desgracia, el socorro oportuno. En pena, simpat�a y consuelo. Bajo el sentido del pecado, una voz de perd�n. Apoyarse indefensamente en los dem�s cuando debemos poner nuestro propio hombro al volante, es varonil y vergonzoso. Pero el orgullo de la independencia es una ilusi�n cuando nos hace olvidar cu�n constantemente y cu�nto dependemos unos de otros. Ninguno es autosuficiente.

II DIOS ES EL REFUGIO TOTALMENTE SUFICIENTE Y SIN FALLAS DE SUS HIJOS. El hebreo para "muy presente" significa literalmente "muy encontrado"; no lejos de buscar, sino cerca; no es dif�cil de encontrar, pero se ofrece a s� mismo; descubrimos por experiencia que es todo lo que promete, todo lo que necesitamos. El ministerio humano puede hacer mucho en los problemas menores de la vida; Es la forma de ayuda designada por Dios. Pero cuando se eliminen "las monta�as" �en las grandes crisis y las penas abrumadoras, los peligros, las cargas de la vida, nada servir� menos que esto� "debajo est�n los brazos eternos". Sobre todo, en problemas espirituales. "�Qui�n puede perdonar el pecado sino solo Dios?" �Qui�n sino Jes�s puede pastorearnos por el valle oscuro?

III. CUANDO EL PROBLEMA NOS CONDUCE A NUESTRO REFUGIO, CUMPLE SU MISI�N. La maldici�n se convierte en una bendici�n, y el dolor da fruto en alegr�a. Cuando hace buen tiempo, los barcos pasan alegremente por el puerto de refugio; en la tormenta lo hacen. Es f�cil pararse al tim�n con una brisa justa y un mar suave. F�cil de vigilar en tiempo de paz. Es f�cil confiar en Dios con una mesa bien distribuida y un hogar brillante con rostros florecientes. En la tempestad; en guerra, cuando la bala canta a trav�s de la noche oscura, y la explosi�n se est� congelando hasta los huesos; o junto a la cama de un ni�o enfermo, tal vez moribundo, �no es tan f�cil! Pero entonces es que la ayuda de Dios es "encontrada" por quienes conf�an en �l ( G�nesis 22:14; Juan 6:18).

OBSERVACI�N:

1. Este es el testimonio de la experiencia. Se encuentra que Dios es una gran ayuda y refugio. Todas las conclusiones de la ciencia no descansan sobre una base m�s amplia de inducci�n, un testimonio m�s seguro de la experiencia, que la fe de la Iglesia de Dios.

2. Los problemas no son necesariamente un medio de gracia o bendici�n; no tiene poder natural para conducir o conducir a los hombres a Dios. Debemos escuchar la voz de Dios en ella; siente su mano; ser guiado por su Esp�ritu ( 2 Corintios 12:8). Triste, de hecho, si se desperdician nuestros problemas, �toda la miseria y ninguna bendici�n!

Salmo 46:4

El rio de Dios.

"Hay un r�o", etc. �C�mo es que cuando leemos o cantamos este salmo, nunca nos parece que fue escrito en una lengua extranjera antigua, hace casi tres mil a�os? Es tanto una voz viva, llega a nuestros corazones como si estuviera escrita en nuestra lengua materna y en nuestra propia generaci�n. Lo mismo ocurre con otros salmos, aunque sean locales en im�genes, jud�os en aplicaci�n. La poes�a b�blica es diferente a cualquier otra, en su capacidad de traducci�n a todos los idiomas. Por lo general, cuanto m�s fina es la poes�a, m�s sufre en la traducci�n; menos puede hacer un hogar para s� mismo en cualquier lugar que no sea en su tierra natal. �Por qu� el caso es tan diferente con la poes�a de la Biblia? La raz�n es m�s profunda que cualquier belleza po�tica, que el patriotismo humano, que la simpat�a humana. Es la fuerza espiritual. Estas canciones de Si�n expresan la experiencia de las almas vivificadas y respiradas, inspiradas por el Esp�ritu de Dios. Por lo tanto, su inter�s es universal, su encanto eterno, su fuerza inagotable. La corriente viva en la que bebieron esos antiguos creyentes fluye m�s plena, m�s profunda, m�s amplia, con el transcurso de los siglos; y todav�a alegra la ciudad de Dios. Esta hermosa imagen, en su aplicaci�n m�s amplia, debe tomarse del cuidado inagotable, la presencia amable, la bondad amorosa desbordante de nuestro Dios, con quien es "la fuente de la vida". M�s especialmente, podemos aplicarlo a

(1) la Palabra escrita; y

(2) el Esp�ritu de Dios residente.

Estas son las dos corrientes principales, una hacia afuera y otra hacia adentro, por las cuales bebemos de la plenitud Divina.

I. LA PALABRA ESCRITA. El flujo completo, profundo y dulce de la verdad en las promesas, preceptos, oraciones, revelaciones, historias y ejemplos de las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. Se realizan esfuerzos asombrosos en nuestros d�as para demostrar que esta corriente no es clara ni pura; que fluye de ninguna fuente segura; de hecho, secarlo por completo. La ciencia moderna nos ha ense�ado, con lo que nadie so�aba a mediados del siglo pasado, que el agua est� compuesta de dos tipos de aire y que puede descomponerse por electricidad. �Entonces que? �Esto hace alguna diferencia en la necesidad y el poder del agua para saciar nuestra sed, hacer que nuestros campos sean fruct�feros, mantener nuestra piel y vestimenta y todo lo que tenemos limpio? Todo esto es lo mismo ahora que en los d�as de David. Del mismo modo, el inmenso aprendizaje y la cr�tica conferidos a las Escrituras, en parte instructivos, arrojan un torrente de luz sobre su estructura, su lenguaje y su car�cter literario; en parte destructivo, tratando de destruir su autoridad, p�gina por p�gina, y descomponerlo en fragmentos, no ha alterado en lo m�s m�nimo su poder viviente o nuestra necesidad de su ense�anza. Todav�a nos da la verdad, nunca ense�ada o so�ada por otros maestros religiosos; promesas de Dios, que no est�n en ninguna parte, si no en la Biblia; leyes que abarcan y explican todo el deber humano; ejemplos de orientaci�n diaria; una historia en la que se ve a Dios tratando con hombres y manifest�ndose a ellos a lo largo de una l�nea ininterrumpida, desde el nacimiento de nuestra raza hasta el fin de nuestro mundo actual; sobre todo, en nuestro Se�or Jes�s, una manifestaci�n personal de Dios, una liberaci�n total de toda la ruina y la miseria de abandonar, olvidar, desobedecer a Dios y garantizar su llegada a �l con absoluta confianza y perfecto amor; y una gloriosa certeza de una vida que la muerte no puede tocar: la vida eterna en Jesucristo nuestro Se�or. Todo esto, y m�s, est� en la Biblia. La incredulidad puede robar al incr�dulo de su porci�n, pero no puede empobrecer la Biblia. "La Palabra de Dios vive y permanece". �Qu� alegr�a, consuelo, fuerza, luz, pureza es en este momento difundirse a trav�s de innumerables corazones y vidas cristianas sin contar! Alegra la ciudad de Dios. Una sola promesa puede ser la estancia de un coraz�n que se hunde; un solo texto la bisagra de una nueva vida.

II LA GRACIA INTERIOR DEL ESP�RITU SANTO. �De d�nde viene este maravilloso poder de las Escrituras para avivar, nutrir, guiar, bendecir, la vida superior del hombre, como ning�n otro escrito puede hacerlo? Del Esp�ritu de Dios en los hombres que los escribieron. Solo la vida alimenta la vida. El lector devoto no necesita perplejarse con ninguna pregunta sobre la inspiraci�n de la Biblia, siempre y cuando escuche en ella la voz de Dios, lea en ella los pensamientos de Dios, sienta en ella el amor de Dios, contemple en ella "la gloria de Dios en la cara". de Cristo Jes�s ". Pero por todo esto, la inspiraci�n, q.d, el aliento vivo y la presencia vivificante del Esp�ritu de Dios, es tan necesaria para los lectores como lo fue para los escritores. �Del mismo tipo? Ciertamente no. Pero como real ( 1 Corintios 2:10; 1Jn 3: 1-24: 27; Juan 6:44, Juan 6:45). Si hay una verdad de la cual las Escrituras dan testimonio claro, es la necesidad de la ense�anza Divina (comp�rese con 2 Timoteo 3:15, 2 Timoteo 3:16; Hechos 16:14; Juan 4:14; Juan 7:37).

III. ESTA DIVINA FULNIDAD ES LA FUENTE DE LA PAZ Y LA ALEGR�A DE LA IGLESIA. "Alegra la ciudad de Dios", la comuni�n de los santos; El verdadero Israel. La antigua Jerusal�n estaba tan bien abastecida de agua que nunca tem�a la sequ�a. Cuando fueron asediados por los cruzados, fueron los sitiadores quienes sufrieron la sed, no aquellos dentro de los muros. Pero se sabe que existe una primavera perenne en Jerusal�n. Pero debajo del templo hab�a grandes dep�sitos, supuestamente suministrados por un manantial, pero por exploradores que se dice que se alimentan de la lluvia: "los r�os de Dios" (Salmo 65:9). Entonces, en el tesoro com�n de la Palabra de Dios, la posesi�n com�n del Esp�ritu de Dios ( Romanos 8:9), la Iglesia de Cristo tiene una fuente inagotable y un dep�sito insondable de alegr�a, fuerza, paz, para siempre. (N.B. � Esta tercera cabeza podr�a proporcionar un serm�n por s� mismo).

Salmo 46:9

Guerra.

"Hace cesar las guerras". Si se nos pidiera dar en una palabra breve el car�cter m�s predominante, la caracter�stica m�s llamativa de la historia humana �la historia de todas las naciones, civilizadas o salvajes, antiguas o modernas�, debemos responder: "Guerra". Si nos preguntaran: �Cu�l ha sido el flagelo m�s severo bajo el cual han sufrido la vida y la felicidad humanas? debemos decir nuevamente, "Guerra". Si se nos pidiera que proporcion�ramos en una palabra la prueba de que la naturaleza humana es pecaminosa, q.d. que sus pasiones no est�n limitadas por la justicia o gobernadas por el amor, debemos responder nuevamente, "Guerra". �Es este el caso siempre? �Llegar� el momento en que las naciones "no aprendan m�s la guerra"?

I. DIOS SOLO PUEDE HACER QUE CERREN LAS GUERRAS. La ciencia no puede hacerlo. Puede ense�arles a los hombres c�mo destruirse unos a otros m�s h�bilmente, pero no amarse unos a otros. El comercio no puede hacerlo. Algunas de las guerras m�s crueles y m�s crueles se han librado por el comercio y los ingresos. La educaci�n no puede hacerlo. Las naciones m�s educadas del mundo son las m�s militares. El progreso y la civilizaci�n no pueden; porque no hacen al hombre desinteresado. La fuente de la guerra no est� en las circunstancias externas, sino en la naturaleza humana; en la lujuria de la ganancia, del poder, de la gloria, de la venganza ( Santiago 4:1). Ning�n poder puede someterlos, excepto el que podr�a decir a los vientos y las olas: "�Paz, qu�date quieto!"

II DIOS PUEDE HACERLO. Por milagro, si lo considera conveniente; hunde cada barco de guerra, paraliza el brazo u ojo de cada soldado. Pero esa no es la forma en que Dios gobierna el mundo. �l no har� cesar las guerras a menos que las ra�ces de las cuales crecen sean arrancadas. Mientras el pecado reina, la lucha reinar�. Solo permita que la justicia y la benevolencia sean universalmente reconocidas y obedecidas, y la guerra debe desaparecer. Porque, permitir que la guerra pueda ser justa e incluso (a la larga) benevolente por un lado, nunca hubo y nunca puede haber una guerra que haya sido solo en ambos lados. �C�mo, entonces, puede Dios hacer cesar la guerra? Al hacer a todos los hombres amorosos y justos, sabios y desinteresados. Esto no implica ninguna perfecci�n imaginaria imposible. Hay decenas de miles que no fingen la perfecci�n, pero est�n tan gobernados por la justicia e inspirados por la bondad, que si todos fueran como ellos, la guerra ser�a imposible. El amor de Dios, el Esp�ritu de Dios y la verdad de Dios pueden hacer esto, y lo hacen a diario. Lo que Dios hace en estos casos lo puede hacer en otros. Las cosas imposibles con los hombres son posibles con Dios.

III. DIOS HA PROMETIDO HACER ESTO. ( Isa�as 2:4; Santiago 3:18.) Ning�n t�tulo m�s noble pertenece a nuestro Salvador que "Pr�ncipe de Paz" (ver Efesios 2:14; Colosenses 1:20; Romanos 5:1). Si estamos tentados a preguntar: "Si Dios puede hacer que las guerras cesen, y lo ha prometido, �por qu� la guerra contin�a azotando a la humanidad?" la respuesta debe ser: "Porque los hombres no tendr�n el remedio de Dios". Mientras no est�n en paz con Dios, mientras no puedan, no estar�n, en paz entre ellos. No pienses que Dios menosprecia el sufrimiento humano con indiferencia. Toda la Biblia est� en contradicci�n con tal pensamiento; pero, sobre todo, el hecho de que su amado Hijo ha tomado nuestra carne sufriente sobre �l. Dios es el "Autor de la paz y Amante de la concordia". Pero no tendr� remedio que no vaya a la ra�z. La justicia debe ir primero; sigue la paz ( Isa�as 32:17; Santiago 3:18). Mientras tanto, regocij�monos en la promesa y perspectiva (Salmo 72:7). Cada triunfo del evangelio, cada coraz�n rendido, cada vida consagrada a Cristo, es un paso hacia el bendito reino de la paz universal ( Mateo 5:9).

HOMILIAS POR C. CLEMANCE

Salmo 46:1

La fortaleza del santo.

Este salmo es uno de esos "para los hijos de Cor�", en el que vemos nuestros comentarios en Salmo 42:1. Es "una canci�n sobre Alamoth", que, seg�n Furst, � es el nombre propio de un coro musical. Como la palabra "Alamoth" significa "v�rgenes", se supone que la canci�n era para voces de soprano. Sin embargo, tenemos que lidiar con el contenido de la canci�n en s�. Ha sido durante mucho tiempo un favorito con el pueblo de Dios. "Este es mi salmo", dijo Lutero. A esto le debemos su "Ein feste Burg ist unser Gott" y muchas otras canciones del santuario. Parecer�a haber sido sugerido por alguna de las muchas liberaciones que tuvieron los hebreos desde el inicio de sus enemigos; pero a cu�l de ellos se refiere especialmente, es y debe dejarse una pregunta abierta. Hay frases en �l que nos recuerdan la redenci�n de Egipto (cf. Salmo 42:5 con �xodo 14:27, hebreo). Hay otros que recuerdan la liberaci�n por la cual Josafat or� (cf. Salmo 42:10, Salmo 42:11 con 2Ch 20:17, 2 Cr�nicas 20:22, 2 Cr�nicas 20:23). Otras palabras exponen v�vidamente la jactancia de Senaquerib y la destrucci�n de su ej�rcito (cf. Salmo 42:3, Salmo 42:6 con 2 Reyes 18:29-12; 2 Reyes 19:6, 2 Reyes 19:7, 2 Reyes 19:15-12, 2 Reyes 19:28, 2 Reyes 19:35). En cada una de estas crisis, los cuatro puntos de este salmo ser�an

(1) una tormenta furiosa;

(2) una voz dominante;

(3) un enemigo humilde;

(4) una canci�n jubilosa.

Y cu�ntas veces esta canci�n ha sido cantada por individuos, por familias, por iglesias, por naciones, los mejores estudiantes de historia pueden decir mejor. Y al presentar esta canci�n para uso homil�tico, podr�amos mostrar que registra la experiencia repetida de la Iglesia; que se convierte en la canci�n de agradecimiento de la familia; que se ajusta a los labios del creyente al contar la misericordia providencial; que es la canci�n constante de los santos al ensayar la historia de la redenci�n. Tratar con todas estas l�neas de pensamiento exceder�a con creces nuestro espacio. Nos limitaremos al �ltimo uso de las palabras que tenemos ante nosotros, mostrando que este salmo cuadrag�simo sexto significa mucho m�s en los labios del cristiano que en los labios de los creyentes del Antiguo Testamento. No es la canci�n en s� nuestra principal alegr�a, sino esa revelaci�n de Dios que ha hecho posible tal canci�n para los creyentes, primero bajo el Antiguo Testamento, y especialmente en Cristo, bajo el Nuevo Testamento.

I. LOS SANTOS AHORA TIENEN UNA VISI�N M�S CLARA DE DIOS. ( Hebreos 1:1, Hebreos 1:2.) En el pasado, Dios habl� a trav�s de los profetas; ahora �l habla en su Hijo. Y cuando escuchamos a nuestro Se�or decir: "El que me ha visto a m�, ha visto al Padre", sabemos de inmediato a qui�n recurrir para la interpretaci�n de la m�s grande de todas las palabras, "Dios". Para los hebreos, su pacto con Dios fue revelado en palabras ( �xodo 34:6, �xodo 34:7); pero para nosotros se nos revela en la Palabra viva, en la Persona del Hijo encarnado de Dios. "En �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad".

II LOS SANTOS AHORA PUEDEN REGISTRAR UNA MAYOR ENTREGA de la que podr�a presumir Israel en la antig�edad, una infinitamente mayor. No solo hubo toda la diferencia entre los rescates que fueron locales, temporales, nacionales y uno para la carrera de todos los tiempos, sino tambi�n la diferencia entre una liberaci�n de Egipto, Amm�n, Moab y Asiria, y una que es de Satan�s y del pecado; de la maldici�n de una ley quebrantada, y de la ira venidera. La canci�n de Miriam es infinitamente superada por la nueva canci�n, incluso la canci�n de Mois�s y el Cordero.

III. LOS SANTOS AHORA PUEDEN ALEGRARSE EN UN PACTO MEJOR. En la parte posterior, por as� decirlo, del salmo ante nosotros hab�a un pacto reconocido entre Dios y el pueblo ( �xodo 19:5, �xodo 19:6; Salmo 46:7 , Salmo 46:11). En los �ltimos d�as de David, "el pacto eterno" era la esperanza y el descanso del viejo monarca. Pero ahora, en Cristo, tenemos el "mejor pacto", "el pacto eterno", sellado y ratificado con sangre ( Hebreos 8:6; Hebreos 13:20; Mateo 26:28). Este pacto asegura al penitente, el perd�n de los pecados y una herencia entre ellos que son santificados. Incluye todo lo que Cristo es y tiene, como hecho para aquellos que conf�an en �l, por los siglos de los siglos. No depende de los accidentes de tiempo o sentido. Ninguna duraci�n puede debilitarlo; ning�n mal dise�o puede estropearlo; no toda la fuerza de la tierra o el infierno puede tocar a aquellos que buscan "las misericordias seguras de David".

IV. LOS SANTOS AHORA HACEN UNA CIUDAD M�S PRIVILEGIADA. (Salmo 42:4.) Mientras las naciones estaban furiosas y furiosas como las salvajes olas del mar, hab�a un r�o tranquilo y pac�fico, cuyas ramas flu�an pac�ficamente a trav�s de la ciudad de Dios. As�, bellamente, el salmista indica la calma que tom� posesi�n de los creyentes entonces, mientras las naciones rug�an a su alrededor. Y en "la nueva Jerusal�n", la actual "ciudad de Dios", que fund� el amor divino y que el poder divino est� construyendo, todav�a fluye el r�o profundo, tranquilo y tranquilo de paz divina, alegr�a y amor. O, si se prefiere, deje que el Dr. Watts diga:

'' Esa corriente sagrada, tu Santa Palabra,

Que todo nuestro furioso miedo controla;

Dulce paz, tus promesas pueden permitirte,

Y dar nueva fuerza a las almas desmayadas ".

A trav�s de la nueva ciudad de Dios, la Santa Iglesia Cat�lica, compuesta por todos los creyentes, esta corriente pac�fica siempre corre, refresca y fertiliza donde sea que fluya. Ninguna escarcha la congela; ning�n calor puede secarlo; eternamente alegrar� la ciudad de Dios. Por lo tanto-

V. LOS SANTOS AHORA ESCUCHAN UNA CANCI�N M�S JUBILANTE. Podemos cantar este salmo, especialmente su primer verso, con una inteligencia m�s amplia, un significado m�s amplio, una paz m�s profunda y un gozo m�s expansivo, que los que fueron posibles para los hebreos de anta�o. A medida que avanza la revelaci�n, el gozo del creyente en Dios tambi�n ha crecido. La fe se hace m�s grande a medida que el Objeto de la fe se vuelve m�s claro. Y ning�n hebreo pod�a cantar de la liberaci�n de sus padres tan alegremente como nosotros podemos cantar de la redenci�n de un mundo, una redenci�n en la que podemos regocijarnos, no solo en nuestros d�as de tristeza, sino tambi�n en nuestros d�as de alegr�a. Y como el salmista pod�a pensar en Dios como el Se�or de los ej�rcitos, y sin embargo, el Dios de Jacob; como el l�der de los ej�rcitos del cielo y, sin embargo, el ayudante del viajero solitario y cansado; entonces el creyente, al pensar en la redenci�n que est� en Cristo Jes�s, puede decir: "Muri� por todos" y tambi�n: "Me am� y se entreg� por m�".

VI. LA CANCI�N ES M�S GRANDE DONDE EL PROBLEMA HA SIDO EL MAYOR. "Se le ha encontrado una gran ayuda en problemas", el adverbio expresivo de intensidad puede referirse a la grandeza del problema. Pero sea lo que sea, lo cierto es que es en los problemas de la vida que el creyente descubre todo lo que Dios es para �l. Y el hombre que puede cantar este salmo con j�bilo es el que ha sido cargado con mucho cuidado. Esta es la gloria de nuestro gran Dios redentor. Es un amigo para los d�as oscuros de la vida, as� como para los brillantes. Nota:

1. Los problemas de la vida a menudo nos traen nuestra necesidad de Dios. Es f�cil estar sereno cuando los problemas est�n lejos de nosotros, y tejer finas redes filos�ficas; pero que nos sobrevengan los problemas, eso har� toda la diferencia. La difunta amada princesa Alicia casi fue llevada a las oscuras negaciones del estraussianismo; pero cuando perdi� a su hijo, su problema la llev� a sentir la necesidad de un refugio, y luego busc� y encontr� al Se�or. Ellen Watson, la matem�tica consumada, se deleitaba con la ciencia exacta y "no quer�a nada m�s", hasta que la muerte de una amiga irrumpi� en su ciencia exacta, le parti� el coraz�n, abri� los ojos y fue el medio para llevarla a Jes�s. La experiencia de un joven ingeniero civil, a quien el escritor visit� en su �ltima enfermedad, fue exactamente la misma.

2. Los que no nos pueden dar consuelo o descansar en los problemas de la vida son de poca utilidad en un mundo como este. En una carta de un anciano ministro unitario a un amigo del escritor, se usa la expresi�n: "Estoy luchando con lo inevitable". "�Luchando con lo inevitable!" As� debe ser, si los hombres se apartan de nuestro Dios como el Redentor del pecado, el Salvador de los perdidos.

3. Es la gloria de Cristo como nuestro Refugio que �l pueda escondernos con seguridad en los problemas m�s feroces de la vida.

"Deber�an tormentas de truenos de siete veces, y sacudir el globo de polo a polo. Ning�n rayo de fuego atormentar� mi rostro, porque Jes�s es mi lugar de ocultaci�n".

HOMILIAS DE W. FORSYTH

Salmo 46:1

Esperanza para los problem�ticos.

La fe en Dios asegura:

I. AYUDA EN PROBLEMAS. Puede ser una tormenta de pruebas externas o internas, o ambas pueden combinarse. Los enemigos pueden enfurecerse afuera, y el pecado puede despertar tumultos y temores dentro. Pero "Dios es nuestro refugio"; �l siempre est� cerca, siempre es suficiente. El homicida podr�a no llegar al lugar seguro; pero Dios est� a nuestra mano derecha, y solo necesita un grito de nuestros corazones para asegurar su ayuda. El israelita podr�a perecer, aunque ten�a la mano en el cuerno del altar ( 1 Reyes 2:25); pero si "huimos en busca de refugio para mantener la esperanza puesta delante de nosotros", estamos a salvo ( Hebreos 6:18). Es esta fe en Dios la que da verdadera valent�a. Confiando en Dios y haciendo el bien, �qui�n puede da�arnos ( 1 Pedro 3:13)?

II COMODIDAD EN PROBLEMAS. (Salmo 46:4, Salmo 46:5.) Aqu� hay un avance hacia lo que es m�s interno y espiritual: hacia los consuelos Divinos del bien. El "r�o", con sus varias "corrientes", tipifica esos consuelos ya que se encuentran en la Palabra y las ordenanzas del evangelio y el amor de Dios en Cristo Jes�s. Son libres, ricos, permanentes. Otras aguas pueden fallar ( Isa�as 19:5), pero "contin�an para siempre". Al igual que las aguas de la roca que sigui� a Israel a trav�s de todas sus andanzas, para que est�n siempre a nuestro lado y abiertas para que cualquiera que beba y se refresque. "Dios est� en medio de ella". Este es el secreto del todo.

III. ENTREGA DE PROBLEMAS. Los juicios son necesarios; tienen su prop�sito, y cuando se cumple cesan. Al igual que con las guerras que desolan la tierra, est�n bajo el control de Dios. Nos corresponde a nosotros ser pacientes y confiar. El tiempo de Dios es el mejor momento. Puede estar oscuro ahora, pero el amanecer de un d�a m�s brillante est� cerca (Salmo 46:5). Puede haber conflictos y conflictos ahora, y como buenos soldados de Jesucristo debemos soportar la dureza; Pero la victoria es segura. No solo debemos aprender la paciencia de lo que vemos, sino de "las obras del Se�or, sino de lo que" sabemos "en los secretos de nuestra propia experiencia (Salmo 46:8); adem�s, tenemos la segura palabra de profec�a y de promesa: "El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros", y si es as�, mayor es el que es para nosotros que todos los que pueden estar contra nosotros. "El Dios de Jacob es nuestro refugio; "y si es as�, podemos estar seguros de que Dios nos mantendr� en todos los lugares a donde vamos, y no solo nos santificar� todas nuestras pruebas, sino que nos llevar� al final a la tierra de la paz eterna". W.F.

HOMILIAS DE C. CORTA

Salmo 46:1

Un refugio divino y fuerza.

El pensamiento b�sico es: "Dios es nuestro refugio y fortaleza", y regresa con solo un ligero cambio de forma al final de la segunda y tercera estrofas. Los strophes son: Salmo 46:1; Salmo 46:4; Salmo 46:8.

I. LA RELACI�N DE DIOS CON NOSOTROS.

1. Una relaci�n de fuerza. (Salmo 46:6, Salmo 46:7, Salmo 46:9.)

2. De cercan�a �ntima. (Salmo 46:5, Salmo 46:7.) "En medio de ella". "Con nosotros." Emanuel �Qu� cerca est� Dios de nosotros en Cristo!

3. De ternura parental. "El Dios de Jacob es nuestro refugio". Cristo nos llama "ni�os peque�os", denotando c�mo se siente Dios hacia nosotros.

II LO QUE DEBEMOS SER EN CONSECUENCIA DE TAL RELACI�N.

1. Sin miedo en medio de los mayores cambios. (Salmo 46:2, Salmo 46:3.) Pero los hombres malvados tienen mucho que temer de Dios.

2. Alegre o alegre. (Salmo 46:4.) Dios ayudar� "bien temprano" o "en la ma�ana".

3. Obediente al Dios omnipotente. "Estar quieto" es equivalente a "saber lo que soy y dejar de guerras contra mi pueblo". "Rompe la proa del m�s fuerte y corta la lanza en pedazos; quema el carro en el fuego". - S.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Psalms 46". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/psalms-46.html. 1897.
 
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