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Romanos 5

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Versículos 1-21

EXPOSICI�N

Romanos 5:1

(6) Los resultados de la revelaci�n de la justicia de Dios, como afectando

(a) la conciencia y las esperanzas de los creyentes;

(b) la posici�n de la humanidad ante Dios.

Romanos 5:1

(a) En cuanto a la conciencia de los creyentes individuales.

Romanos 5:1

Por lo tanto, siendo justificados por la fe, tenemos paz con Dios a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo. En lugar del ?????? del Textus Receptus, una preponderancia abrumadora de autoridad, incluyendo unciales, versiones y Padres, apoya ?????? ("d�jenos tener"). Si esta es la verdadera lectura, la expresi�n debe ser intencional, es decir, aparentemente, "apreciemos y realicemos nuestra paz con Dios que tenemos para ser justificados por la fe". Pero la hortificaci�n aqu� no parece estar de acuerdo con lo que sigue, en el que los resultados de nuestra justificaci�n por la fe se describen en t�rminos claros, que corresponden a la idea de que tenemos paz con Dios. El pasaje en su conjunto no es descriptivo, sino descriptivo, y "tenemos paz" se presenta naturalmente como una declaraci�n inicial de lo que se lleva a cabo despu�s. Siendo este el caso, es una cuesti�n de si una excepci�n puede no permitirse en este caso a la regla generalmente s�lida de inclinarse ante una preponderancia decidida de autoridad con respecto a las lecturas. Que ?????? fue una lectura temprana y ampliamente aceptada, no cabe duda; pero a�n as� puede no haber sido el original, el otro parece m�s probable. Scrivener es de la opini�n de que "el itacismo de ? for ?, tan familiar para todos los autores de manuscritos griegos, se desliz� en una copia muy temprana, de la que se propag� entre nuestros c�dices m�s venerables, incluso aquellos de los que se hicieron las primeras versiones. "

Romanos 5:2

A trav�s de qui�n tambi�n tenemos (m�s bien, hemos tenido � ????????? � refiri�ndonos al tiempo pasado de conversi�n y bautismo, pero con la idea de continuidad expresada por lo perfecto) el (o, nuestro) acceso por fe (las palabras, �por fe , "que no son obligatorios, est�n ausentes de muchos manuscritos) en esta gracia en la que nos mantenemos firmes y nos regocijamos (correctamente, gloria, ?????????, la misma palabra que en el siguiente verso, y m�s com�nmente en otros lugares, aunque a veces por" alardear "Nuestros traductores parecen haberse alejado en este verso de su interpretaci�n habitual debido a la" gloria "sustantiva, en un sentido diferente, que sigue) en la esperanza de la gloria de Dios. ????????? ("acceso" traducido) ocurre en el mismo sentido en Efesios 2:18 y Efesios 3:12; en ambos casos, como aqu�, con el art�culo, para denotar alg�n acceso o enfoque bien conocido. Significa el acceso al Dios santo, que hab�a sido prohibido por el pecado, pero que nos ha sido abierto a trav�s de Cristo (cf. Hebreos 10:19). Es una pregunta si ??? ??? ????? se toma correctamente (como en la Versi�n autorizada) en conexi�n inmediata con ??????????, como denotando aquello a lo que tenemos acceso. En Efesios 2:18 la palabra es seguida por la preposici�n m�s adecuada ????, siendo la frase "acceso al Padre"; y esto puede entenderse aqu�, el sentido es: "Tenemos a trav�s de Cristo nuestro acceso (al Padre) al (es decir, para dar como resultado) el estado de gracia y aceptaci�n en el que nos encontramos ahora". En cuanto a "la gloria de Dios", ver arriba en Romanos 3:23. Aqu�, nuestra esperada participaci�n futura en la gloria Divina est� m�s �ntimamente intimada por las palabras, ?? ??????. Esta �ltima frase tiene el mismo sentido que en 1 Corintios 9:10, y probablemente en Romanos 4:18 anterior. No significa que la esperanza es aquello en lo que nos gloriamos, sino que, estando en un estado de esperanza, nos gloriamos.

Romanos 5:3

Y no solo eso, sino que tambi�n nos gloriamos en las tribulaciones (o nuestras tribulaciones): saber que la tribulaci�n genera paciencia; y paciencia, experiencia; y experiencia, esperanza: y la esperanza no averg�enza; porque el amor de Dios se derrama en nuestros corazones a trav�s del Esp�ritu Santo que nos es dado. Se podr�a suponer que la paz, la alegr�a, la esperanza que provienen de la fe no pueden oponerse a los hechos de esta vida presente, en la que, para aquellos primeros creyentes, solo las tribulaciones peculiares pueden parecer derivadas de su fe. No es as�, dice el ap�stol; No, sus propias tribulaciones tienden a confirmar nuestra esperanza, por lo que incluso en ellas tambi�n nos gloriamos. Porque ahora percibimos c�mo sirven para nuestra prueba: prueban nuestra resistencia; y la resistencia demostrada aumenta la esperanza. Y esta esperanza no nos averg�enza al final, por ser infundada y sin satisfacci�n; porque nuestra experiencia interna del amor de Dios nos asegura lo contrario y lo mantiene vivo. La palabra ?????? ("experiencia", versi�n autorizada) significa "prueba" propiamente dicha, y se traduce as� en otra parte. La idea es que la prueba de las tribulaciones, y la resistencia bajo ellas demuestra, la autenticidad de la fe; y la fidelidad aprobada fortalece la esperanza hasta el final , lo mismo se guardar� "). Por "el amor de Dios" se entiende m�s bien el amor de Dios hacia nosotros que el nuestro hacia Dios. Lo que sigue en explicaci�n requiere este sentido. Por supuesto, enciende responder amor en nosotros mismos (cf. "Amamos a Dios, porque �l nos am� primero"); pero la idea aqu� es la del amor de Dios, el sentido que experimentamos, inundando nuestros corazones consigo mismo a trav�s del don del Esp�ritu Santo. Se puede observar que, aunque la garant�a del cumplimiento de nuestra esperanza se basa aqu� en el sentimiento interno, sin embargo, esto es leg�timamente convincente para quienes lo sienten. Como en muchos otros asuntos, especialmente en la religi�n, es la conciencia interna la que conlleva la convicci�n m�s fuerte e induce a la certeza.

Los versos que vienen a continuaci�n establecen los fundamentos de nuestro sentido del amor excesivo de Dios hacia nosotros.

Romanos 5:6, Romanos 5:7

Porque cuando a�n est�bamos sin fuerzas, a su debido tiempo Cristo muri� por los imp�os. Porque apenas por un hombre justo morir� uno; sin embargo, (literalmente, por) aventura para el hombre bueno, algunos incluso se atrever�an a morir. El significado general de Romanos 5:7 es obvio, a saber. para mostrar c�mo la muerte de Cristo por los imp�os trasciende todas las instancias humanas de auto-sacrificio por los dem�s. Pero la importaci�n exacta del lenguaje utilizado no es igualmente clara. La de la primera cl�usula, de hecho, y su conexi�n con lo que precede, no presenta ninguna dificultad. El significado es que la muerte de Cristo por los imp�os es una prueba de amor m�s all� de lo que es com�n entre los hombres. La segunda cl�usula parece agregarse como una concesi�n de lo que algunos hombres tal vez a veces sean capaces de hacer. Es introducido por un segundo ??? (esta es la lectura de todos los manuscritos), que puede significar como excepcional, "No presiono esto sin excepci�n", entendi�ndose. Entonces Alford; y en este caso, el "todav�a" de la Versi�n autorizada, o sin embargo, puede dar su significado. O puede estar relacionado con ?????, por lo tanto: "Apenas digo, ya que puede haber casos", etc. Pero, �cu�l es la distinci�n entre ??????? en la primera cl�usula y ??? ?????? en la segunda? Algunos int�rpretes dicen que no hay ninguno, la intenci�n es simplemente expresar la posibilidad del sacrificio humano por uno que sea bueno o justo en algunos casos raros. Pero el cambio de la palabra, que, de acuerdo con este punto de vista, no tendr�a ning�n prop�sito, y a�n m�s la inserci�n del art�culo antes de ??????, proh�be esta interpretaci�n. Una opini�n es que ??? ?????? es neutro, lo que significa que, aunque para un individuo justo apenas se puede encontrar que est� dispuesto a morir, pero por la causa del bien, por lo que un hombre considera como el bien m�s alto, o pro hueso p�blico ( podr�a ser), tal auto-sacrificio puede ser posible; Este punto de vista es sostenible, aunque en contra est� el hecho de que se habla de la muerte en nombre de las personas desde el principio. El punto de vista restante y m�s com�nmente aceptado es que por "el hombre bueno" (el art�culo que lo se�ala en general como un tipo de personaje conocido) se entiende el beneficiario, el que inspira el apego y la devoci�n, en lugar de uno que es simplemente s�lo. Cicero ('De Off.,' Romanos 3:15) se cita en apoyo de esta distinci�n entre las palabras: "Si vir bonus es est qui prodest quibus potest, nemini nocet, recte justum virum, bonum non facile reperiemus ". Tholuck cita, como una instancia griega, ????? ???????????? ??? ????????? ??? ????? ??? ?????? (AElian, 'Var. Histor.,' 3.17). Posiblemente el t�rmino ? ?????? tendr�a un significado bien entendido para los lectores de la Ep�stola, lo cual no es igualmente obvio para nosotros.

Romanos 5:8

Pero Dios elogia su propio amor hacia nosotros, en eso, cuando a�n �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros. El enf�tico "suyo" se pierde de vista en la versi�n autorizada. No est� en contraste con nuestro amor a Dios, sino que expresa el pensamiento de que el amor de Dios mismo hacia los hombres se mostr� en la muerte de Cristo. Esto es importante para nuestra verdadera concepci�n de la luz en la cual la misteriosa doctrina de la expiaci�n es considerada en la Sagrada Escritura. No es (como lo representan algunas escuelas de te�logos) que el Hijo, considerado aparte del Padre, se ofreci� para apaciguar su ira, como parece expresarse en las l�neas, "Actus in crucem factus es Irato Deo victima", pero en lugar de que el amor divino se propuso desde la eternidad y proporcion� la expiaci�n, todas las personas de la Sant�sima e indivisa Trinidad concurrieron a efectuarlo (cf. Romanos 3:24; Romanos 8:32; Efesios 2:4; 2 Tesalonicenses 2:16: Jn 3:16; 1 Juan 4:10, et al.). Si se pregunta c�mo este amor Divino, que se muestra en la expiaci�n y, por lo tanto, antes de �l, es consistente con lo que se dice continuamente de la ira Divina, respondemos que las ideas no son irreconciliables. La ira expresa el antagonismo necesario de Dios al pecado, y la retribuci�n debida a �l, inseparable de una verdadera concepci�n de la justicia divina; y mientras los hombres est�n bajo el dominio del pecado, necesariamente estar�n involucrados en �l: Pero esto no es inconsistente con el amor Divino siempre permanente hacia las personas de los pecadores, o con un prop�sito eterno de redimirlos. Se puede agregar aqu� que el pasaje Ante nosotros da a entender la Deidad esencial de nuestro Se�or; porque se habla de su sacrificio de s� mismo como la exhibici�n del propio amor de Dios.

Romanos 5:9, Romanos 5:10

Mucho m�s que ahora, estando justificados por (literalmente, en) su sangre, seremos salvados de la ira a trav�s de �l. Porque si, cuando �ramos enemigos, nos reconcili�ramos con Dios a trav�s de la muerte de su Hijo, mucho m�s, al reconciliarnos, seremos salvados (literalmente) en su vida. En estos vers�culos, siendo el segundo una amplificaci�n del primero, nuestras relaciones con Dios se establecen, como antes, por la analog�a de lo que puede subsistir entre el hombre y el hombre. Los hombres no suelen morir por sus enemigos, pero s� buscan el bien de sus amigos. Si, entonces, el amor sobrehumano de Dios nos reconcili� consigo mismo a trav�s de la muerte de su Hijo cuando a�n �ramos sus enemigos, �qu� seguridad no podemos sentir ahora, ya no estamos en enemistad, de ser salvos de la ira (??? ?????, Romanos 5:9) a la cual, como pecadores y enemigos, �estuvimos expuestos! Tambi�n hay un significado ( Romanos 5:10) en las palabras "muerte" y "vida". La muerte de Cristo fue por expiaci�n, y en ella se nos concibe como haber muerto con �l a nuestro antiguo estado de alienaci�n de Dios. Su resurrecci�n fue la inauguraci�n de una nueva vida para Dios, en la que vivimos con �l (cf. Romanos 6:3, et seqq.). Las palabras "enemigos" (??????) y "reconciliados" (????????????, ?????????????) llaman la atenci�n. �La primera palabra implica enemistad mutua, o solo que �ramos enemigos de Dios? Podemos responder eso, aunque no podemos atribuir enemistad en su sentido humano apropiado a Dios, o hablar apropiadamente de �l como bajo ninguna circunstancia enemigo del hombre, aunque la expresi�n quiz�s podr�a usarse con respecto a �l en la forma de acomodarse a los humanos. ideas, como lo son la ira, los celos y cosas similares. Parece, sin embargo, que no hay necesidad de esta concepci�n aqu�, la idea es m�s bien la de la alienaci�n del hombre de Dios, y de la paz con �l, a trav�s del pecado; como en Colosenses 1:21, "Y t�, que alguna vez estuviste enajenado y enemigos en tu mente por obras malvadas". Entonces Theoderet interpreta: ?? ?????? ?? ??? ??????? ??? ???? ?????????? ????????? ????? ????? ?? ???????????. As� tambi�n, Clem. Alex., 'Strom.,' 3 1. .: ??? ?? ?? ??????? ??? ??? ???? ?????? ??? ???????????, ??????? ??? ???? ???? ?????? ????? ????? ?????? ??? ??????? ??? ????? ???? ??? ?????????? ? ?? ?????. ????? ?? ???? ??????? ????? ???? ???????? ??? ?? ???? ??? ??????? ????? ????????????. Con respecto a la reconciliaci�n, "puede observarse primero que, por ortodoxo y capaz de un verdadero sentido, puede ser hablar de que Dios se reconcilia con el hombre a trav�s de Cristo (como en el Art. 2," reconciliar a su Padre con nosotros ") , la expresi�n no es b�blica. Siempre se dice que el hombre se reconcilia con Dios; y es Dios quien, en Cristo, reconcilia el mundo consigo mismo ( 2 Corintios 5:19; cf. tambi�n Efesios 2:16; Colosenses 1:20, Colosenses 1:21). Sin embargo, evidentemente esto implica que Dios reconcilia a los hombres consigo mismo al cambiar sus corazones y convertirlos del pecado por la manifestaci�n de su amor en Cristo. Se habla de la reconciliaci�n como efectuada de una vez por todas para toda la humanidad en la expiaci�n, independientemente y, previamente, a la conversi�n de los creyentes. La fe solo se apropia, y la obediencia testifica, la apropiaci�n de una reconciliaci�n lograda disponible para toda la humanidad. Que tal es el punto de vista en el pasaje ante nosotros es claramente evidente de todo lo que sigue despu�s de Colosenses 1:12.

Romanos 5:11

Y no solo eso, sino que tambi�n nos gloriamos en Dios a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo, a trav�s del cual hemos recibido la reconciliaci�n. No solo tenemos una esperanza asegurada; tambi�n nos gloriamos en nuestra restauraci�n a la paz con Dios; nuestro estado mental es exultante incluso ahora. Se puede suponer una referencia t�cita a Romanos 3:27 y Romanos 4:2, donde se dice que se excluye toda la gloria humana. S�, esto sigue siendo cierto: en nosotros mismos no podemos gloriarnos; pero en Dios, quien nos ha reconciliado, podemos y hacemos. Debe observarse que ni este ni otros pasajes (como Romanos 8:30, seq.), Donde se expresa una exultante garant�a de salvaci�n, justifican la doctrina de la seguridad, como a veces se entiende; verbigracia. en el sentido de que un creyente individual puede y debe sentirse seguro de su propia salvaci�n final, por haber sido justificado alguna vez. La condici�n de fidelidad continua siempre est� impl�cita (cf., entre otros textos, 1 Corintios 9:27; Hebreos 6:4, etc .; Hebreos 10:26, etc.) .

Romanos 5:12

(b) Al considerar los efectos bendecidos en los creyentes de la fe en la reconciliaci�n por medio de Cristo, el ap�stol ahora pasa a los efectos de esa reconciliaci�n como la posici�n de toda la raza humana ante Dios. Su deriva es que la reconciliaci�n corresponde a la transgresi�n original; ambos procedieron de uno, y ambos incluyen a toda la humanidad en sus resultados; como el primero introdujo el pecado en el mundo y, como consecuencia, la muerte, el otro introdujo la justicia y, como consecuencia, la vida.

Se puede observar que en Romanos 1:1 tambi�n �l ha rastreado el pecado hacia atr�s en las edades pasadas, para mostrar c�mo toda la humanidad hab�a sido condenada por ello. Pero el tema fue considerado desde un punto de vista diferente, el prop�sito del argumento tambi�n fue diferente. All� se estaba dirigiendo al mundo pagano, con el prop�sito de convencerlo de todo pecado, con la evidente culpabilidad; y, adecuadamente a este dise�o, su argumento se basa, no en las Escrituras, sino en la observaci�n de los hechos de la naturaleza humana y la historia humana. No estaba dentro de su alcance rastrear el mal hasta su causa original. Pero aqu�, despu�s de haber demostrado que el jud�o y el gentil est�n en pie de igualdad con respecto al pecado, y despu�s de haber ingresado (en Romanos 3:21) en la porci�n doctrinal de su Ep�stola, va a las Escrituras para conocer el origen de la Biblia. malvado, y lo encuentra all� atribuido a la transgresi�n original de Ad�n, que implicaba a la raza humana como un todo org�nico. Esta es la soluci�n b�blica del misterio, que �l da aqu�, no solo como explicaci�n de las cosas tal como son, sino tambi�n, en relaci�n con la etapa del argumento al que ha llegado ahora, como una explicaci�n de la necesidad y el prop�sito. de la expiaci�n por toda la raza culpable, efectuada por el segundo Ad�n, Cristo.

Romanos 5:12

Por lo tanto, como a trav�s de un hombre, el pecado entr� en el mundo, y la muerte a trav�s del pecado; y as� la muerte pas� a todos los hombres, porque todos pecaron. A esta oraci�n, introducida por ?????, no hay apodosis. Se ha buscado uno en el curso de lo que sigue, y algunos lo han encontrado en Romanos 5:18. Pero Romanos 5:18 es una recapitulaci�n en lugar de la reanudaci�n del argumento y, adem�s, est� demasiado lejos para ser una apodesis formal. No es realmente necesario encontrar uno. La natural a la primera cl�usula de la oraci�n habr�a sido: "Entonces, a trav�s de Una justicia entr� en el mundo, y la vida a trav�s de la justicia"; y se supone que eso estuvo en la mente del escritor. Pero, a su manera, se va a ampliar la idea expresada en la segunda cl�usula, y nunca completa formalmente su oraci�n. Un anacolut�n similar se encuentra en 1 Timoteo 1:3. El pecado est� aqu�, como en otros lugares, considerado como un poder antagonista de Dios, que ha sido introducido en el mundo del hombre, trabajando y manifest�ndose en un pecado humano concreto (cf. Romanos 5:21; Romanos 6:12, Romanos 6:14; Romanos 7:8, Romanos 7:9, Romanos 7:17). Su origen �ltimo no se explica. Las Escrituras no ofrecen una soluci�n al viejo problema insoluble, ????? ?? ?????: su existencia bajo el dominio de la bondad omnipotente en la que creemos que es uno de los misterios profundos que han desconcertado la raz�n humana. Todo lo que se menciona aqu� es su entrada al mundo del hombre, la palabra ??????? implica que ya exist�a m�s all� de esta esfera mundana. La referencia es, por supuesto, a Gem fit., Como el relato b�blico del comienzo del pecado en nuestro propio mundo. Se le atribuye a "la serpiente", a quien consideramos como un s�mbolo de alg�n misterioso poder del mal, externo al hombre, al que el hombre primigenio, en el ejercicio de su prerrogativa de libre albedr�o, sucumbi�, y as� dej� entrar al pecado. Por el pecado entr� tambi�n la muerte como consecuencia; que (principalmente al menos) debe significar aqu� la muerte f�sica, esto es todo lo que se denota en G�nesis (comp. G�nesis 3:19 con G�nesis 2:17), y necesario ser entendido en lo que sigue en el cap�tulo ante nosotros (ver vers�culo 14). Pero aqu� se presenta una dificultad al pensamiento moderno. �Debemos entender que el hombre estaba originalmente constituido de manera tal que no deb�a morir? �Que incluso su organizaci�n corporal era inmortal, y habr�a continuado si no fuera por la mancha fatal del pecado? En la actualidad, nos resulta dif�cil concebir esto, sin importar cu�n obligados podamos sentirnos a someter nuestra raz�n a la revelaci�n en un asunto tan remoto, tan desconocido y tan misterioso como el comienzo de la vida humana en la tierra, en cualquier aspecto visto, y de hecho de toda vida consciente, debe ser siempre. Pero el mismo San Pablo, en otro lugar, habla de que "el primer hombre" fue, incluso en su primera creaci�n, "de la tierra, terrenal" ( 1 Corintios 15:45, 1 Corintios 15:47), con un cuerpo, como el nuestro, de "carne y sangre", en su propia naturaleza corruptible ( 1 Corintios 15:50). Tampoco lo es la narrativa de G�nesis 3:1. inconsistente con esta idea. Porque parece implicar eso, pero por haber comido el m�stico "�rbol de la vida", el primer hombre fue mortal en su propia naturaleza, y su responsabilidad ante la muerte se produjo al ser excluido de �l ( G�nesis 3:22). Puede ser imposible para nosotros entender o explicar. Sin embargo, las siguientes consideraciones pueden ayudarnos en alg�n grado.

(1) Cuando consideramos las capacidades y aspiraciones espirituales del hombre, incluso como lo es ahora, la muerte nos parece una anomal�a, una contradicci�n con el ideal de su ser interior. Que una bestia del campo muera no nos parece tal anomal�a; porque ha hecho todo lo que parece haber tenido la intenci�n de hacer, o puede ser capaz de hacer: ha servido como un enlace en la continuidad de este tipo, sin haber sido consciente, hasta donde sabemos, de nada m�s all� de su alrededores. Pero el hombre (es decir, el hombre como es capaz de ser, para representar la capacidad de la humanidad) se conecta en su ser interior con la eternidad; su mente resiente la idea de la muerte, como un paro inoportuno para su desarrollo y sus anhelos. Contin�a madurando su poder, ampliando su alcance, sediento de conocimiento superior, entreteniendo afectos que parecen eternos; y luego la decadencia corporal y la muerte detienen su progreso a mediados de la carrera. As�, la muerte, tal como nos llega y nos afecta ahora, parece implicar una contradicci�n entre la conciencia interna del hombre y los hechos de su existencia en el presente; se reduce como algo que no deber�a ser. Es cierto que, cuando la fe alguna vez ha captado la idea de que la muerte corporal no es m�s que una transici�n hacia una vida mejor, la anomal�a desaparece: pero ese es su aspecto para el hombre natural: y as� podemos entrar en la idea b�blica de la muerte, como se nos ocurre tan inevitablemente ahora, siendo algo que originalmente no estaba destinado al hombre, aunque es posible que no podamos decir c�mo hubiera sido con �l si el pecado no hubiera entrado.

(2) Aunque la muerte f�sica, obvia a los ojos de los hombres, y no la muerte espiritual del alma, ya sea en este mundo o en el mundo venidero, est� evidentemente a la vista (ver G�nesis 3:14), pero debemos tenga en cuenta la idea general asociada con la palabra "muerte" en el Nuevo Testamento. A veces se usa para implicar m�s que la mera separaci�n del alma del cuerpo, incluso en la concepci�n de cu�les son todos los males y enfermedades de los que la carne es heredera, que son sus precursores en el estado actual de las cosas ( cf. 1 Corintios 15:31; 2Co 4:10, 2 Corintios 4:12, 2 Corintios 4:16; 2 Corintios 6:9), consider�ndose tambi�n como el signo visible ante nuestros ojos de la actual alienaci�n del hombre de la vida que est� en Dios. San Pablo, entonces, en el pasaje ante nosotros, aunque alega la mera muerte natural como evidencia suficiente de pecado, puede concebirse como teniendo en su opini�n la Muerte armada como lo ha estado con un aguij�n peculiar al hombre en todo el tiempo conocido. El punto principal de su argumento es que la fatalidad registrada en G�nesis como pronunciada sobre Ad�n obviamente se mantuvo vigente a lo largo de los siglos; y seguramente no hay dificultad en asentir a la posici�n de que el dominio de la muerte, como se ha ejercido desde esa condenaci�n, es evidencia de su continuidad y, en consecuencia, del pecado. "Porque todos pecaron" (m�s correctamente que, como en la versi�n autorizada, "todos pecaron") parece significar, no todo eso, ya que Ad�n en su propia persona cometi� pecado, sino que todos pecaron en �l, estaban implicados en el pecado del progenitor (cf. vers�culo 15; tambi�n 1 Corintios 15:22, "en Ad�n todos mueren" y 2 Corintios 5:14, donde se dice que todos murieron al pecado en la muerte de Cristo). La doctrina del pecado original, a diferencia del actual, as� insinuada, ha sido, como es bien sabido, objeto de mucha controversia desde la �poca de Pelagio. No est� dentro del alcance apropiado de este Comentario discutir las teor�as de los te�logos, sino m�s bien exponer con franqueza lo que el lenguaje de las porciones de las Escrituras comentadas en s� mismo significa, obviamente, visto a la luz de la ense�anza general de las Escrituras. Con respecto al pasaje que tenemos ante nosotros, puede ser suficiente decir:

(1) Que debe entenderse m�s que la mera imputaci�n de la transgresi�n de Ad�n a sus descendientes, independientemente de cualquier culpa suya. Esta noci�n, que se basa en nuestra concepci�n de la justicia divina, est� impedida por la deriva completa de los cap�tulos anteriores de esta Ep�stola, que era la culpabilidad real de la humanidad en general, y tambi�n por lo que sigue aqu�, del pecado mismo se habla, no la imputaci�n de eso solo, como estar en el mundo despu�s de Ad�n, y universal tambi�n, como lo demuestra el continuo reinado de la muerte. Se dice que todos los hombres han pecado en el pecado del primer transgresor, porque el pecado se introdujo as�, como un poder en la naturaleza humana antag�nico a Dios, y porque esta "infecci�n de la naturaleza" ha continuado desde entonces. Y por lo tanto

(2) la posici�n de Pelagio tambi�n est� excluida, seg�n la cual "el pecado original se mantiene (solo) en el seguimiento de Ad�n" (Art. 9.), es decir, en la imitaci�n real de su pecado, que se supone que el hombre todav�a tiene, como Adam ten�a el poder de evitar. Porque se dice expresamente (vers�culo 14) que la muerte rein�, en prueba de que el pecado infectaba, incluso a aquellos que no hab�an pecado despu�s de la similitud de su transgresi�n. Pero

(3) debemos protegernos de la confusi�n entre la idea de la responsabilidad natural del hombre a la condena por el pecado transmitido, y la del trato real de Dios con �l. En ninguna parte se dice o implica que la infecci�n natural que no pudieron evitar ser� visitada en individuos en el juicio final. Todo lo que insiste San Pablo es que el hombre, en s� mismo, como lo es ahora, no alcanza la gloria de Dios, y no puede pedir una aceptaci�n por su propia justicia. Pero no menos enf�ticamente declara que "donde abundaba el pecado, la gracia abundaba mucho m�s".

Romanos 5:13, Romanos 5:14

Porque hasta la Ley (es decir, durante todo el tiempo anterior a la revelaci�n de la ley) el pecado estaba en el mundo: pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte rein� de Ad�n a Mois�s, incluso sobre aquellos que no hab�an pecado despu�s de la similitud de la transgresi�n de Ad�n. Aunque ?????, donde aparece por primera vez en Romanos 5:13, se refiere definitivamente, como parece por el contexto, a la Ley de Mois�s, pero no tiene el art�culo, ya que denota el principio de ley, del cual el Mosaico el c�digo fue la encarnaci�n; y por lo tanto, de acuerdo con la regla establecida en esta traducci�n, se ha presentado como se indica anteriormente. El significado de estos dos versos, conectados por ??? con ?????? ??????? de Romanos 5:12, es demostrar que el pecado primitivo realmente infect� e implic� a toda la raza de la humanidad. Podr�a suponerse que solo aquellos implicados habr�an transgredido, como lo hizo Ad�n, un comando conocido; siendo un principio reconocido de la justicia Divina que solo el pecado contra la ley del cual el pecador es consciente le es imputado por la detonaci�n (cf. Romanos 4:15; tambi�n Juan 9:41). No. pero el dominio universal de la muerte, la condenaci�n del pecado, sobre todo por igual, tanto si ellos mismos hab�an pecado o no, era una prueba de que el pecado era dominante en todo el mundo, infectando a todos. Se habla de la Ley Mosaica como la revelaci�n distintiva de la Ley Divina para el hombre; y por lo tanto, primero se llama la atenci�n sobre el hecho de que antes de esa revelaci�n, no menos que despu�s, la muerte hab�a reinado sobre todo. Pero, �est� as� impl�cito que hasta que la Ley del Monte Sina� los hombres hubieran estado sin ning�n tipo de ley, por transgredir de qui�n eran responsables? No tan. De hecho, esa Ley es considerada como la primera enunciaci�n definitiva de la ley bajo sanci�n Divina evidente, despu�s de la cual, para aquellos que estaban bajo ella, el pecado se volvi� indudablemente y muy pecaminoso; pero que los hombres se conciben como pecando previamente contra alg�n tipo de ley, aparece de la frase, "Incluso sobre aquellos (??? ??? ????) que no hab�an pecado despu�s de la similitud de la transgresi�n de Ad�n", es decir, conscientemente contra un comando conocido. Esto seguramente implica que algunos pecaron; y, por lo tanto, el punto esencial del argumento es que incluso sobre aquellos que no hab�an pecado tanto (como los no iluminados e invenciblemente ignorantes, o las personas que murieron en la infancia) la muerte hab�a reinado igualmente. �Qui�n es la figura del que estaba por venir? Esto se agrega para llevar el pensamiento al tema principal del cap�tulo, a saber. la reconciliaci�n de toda la humanidad a trav�s de Cristo, a la cual el relato b�blico de la condenaci�n de toda la humanidad a trav�s de Ad�n, en Romanos 5:12, fue aducido como an�logo. Quien se refiere a Ad�n, quien acaba de ser nombrado por primera vez; el que estaba por venir es Cristo, a quien se llama, en 1 Corintios 15:45, "el �ltimo Ad�n". Ad�n era un tipo (?????) de Cristo en que ambos representaban a toda la humanidad; uno como representante y autor de los ca�dos, el otro de la humanidad restaurada: la transgresi�n de uno y la obediencia del otro afectan a todos por igual (ver 1 Corintios 15:18, 1 Corintios 15:19) . Pero hay una diferencia entre los dos casos; y esto se se�ala en verso. 15, 16, 17, que siguen.

Romanos 5:15

Pero no como la violaci�n, tambi�n lo es el obsequio. Porque si por la transgresi�n de uno murieron muchos (no, estar muertos, como en la Versi�n Autorizada. Observe tambi�n los art�culos antes de "uno" y "muchos"), mucho m�s la gracia de Dios y el don por gracia, del �nico hombre, Jesucristo, abund� para los muchos. Y no como a trav�s de uno que pec�, as� es el don: porque el juicio fue de uno (?? ????) para condenaci�n, pero el don gratuito es de (??) muchas ofensas para justificaci�n. Porque si por la ofensa de la muerte reinara a trav�s de la una, mucho m�s los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia reinar�n en la vida por medio de Jesucristo. El prop�sito de estos vers�culos es (mientras se mantiene la visi�n de que la condena y la justificaci�n se derivan de uno a uno) para mostrar c�mo los efectos de este �ltimo para el bien trascienden los del primero para el mal. Sin embargo, no es f�cil explicar la intenci�n exacta del ap�stol en los contrastes que dibuja. Parece haber escrito, a su manera, lleno de ideas que no demor� en organizar de forma clara. En Romanos 5:15 el contraste entre "traspaso" (?????????) y "obsequio" (???????) parece ser la idea principal. El pensamiento sugerente parece ser: si (como se ha demostrado) la invasi�n de un hombre tuvo efectos de tan largo alcance, mucho m�s la gracia de Dios (que se muestra tambi�n en Uno) debe tener no menos efectos de largo alcance. La gracia de Dios debe ser m�s poderosa que la transgresi�n del hombre. Y aqu� se afirma que as� fue. Es mucho mejor tomar mucho m�s (????? ??????) (ya que debe estar en Romanos 5:17) en un sentido l�gico, no cuantitativo; yo. mi. como hacer cumplir la conclusi�n, no como intensificar el verbo "abund�". Hasta ahora, los efectos no se contrastan claramente con respecto a su extensi�n; todo lo que est� impl�cito en este vers�culo es que ambos llegan a muchos (?? ??????), i. mi. toda la raza humana colectivamente; a menos que, de hecho, el verbo ??????????? implique un exceso de efecto. Debe observarse que la frase ?? ?????? no significa aqu�, como es habitual en el griego cl�sico, la mayor parte, sino la multitud, la humanidad se considera colectivamente. Sin embargo, depende del horizonte mental del escritor si la frase, tomada por s� misma, debe entenderse como que comprende todo. La consideraci�n es importante en el caso que tenemos ante nosotros. Por un lado, se puede afirmar que, en la primera cl�usula del verso, "los muchos" deben significar todos, porque indudablemente todos murieron (cf. Romanos 5:12, ??? ?????? ????????? ? ??????? ??????? ), y que, en consecuencia, todo debe estar previsto tambi�n en la segunda cl�usula. As� tambi�n en Romanos 5:19, donde se dice que ??????? ??????????????? ?? ??????. Y se puede decir, adem�s, que la deriva de todo el argumento requiere que los efectos de la redenci�n sean al menos coextensivos con los efectos de la ca�da. Pero, por otro lado, se argumenta que San Pablo no habr�a usado la frase ?? ?????? en Romanos 5:15 y Romanos 5:19 en lugar de ?????? como en Romanos 5:12 y Romanos 5:18, a menos que haya intentado alguna diferencia de significado, y que haya variado su expresi�n para evitar la inferencia necesaria de que todo se salvar�a de hecho. Ciertamente, �l ense�a que la redenci�n est� disponible y destinada a todos, como en Romanos 5:18 donde se dice que es ??? ?????? ?????????, ??? ?????????; y esto, se puede decir, es suficiente para satisfacer la visi�n de que sus efectos (es decir, en prop�sito y potencialmente) son coextensivos con los efectos de la ca�da. Pero no parece seguir que la resistencia del hombre a la gracia no pueda entrar como un obstaculizar el cumplimiento total del prop�sito divino; y, por lo tanto, estos pasajes no pueden ser presionados como concluyentes para la doctrina de la salvaci�n final universal. Pero en Romanos 5:16, Romanos 5:17 (para ser tomado en conjunto, Romanos 5:16 introducido por ???, para sugerir una nueva idea, y Romanos 5:17 estar conectado con �l por ???) el grado en que la gracia abund� as�, para trascender los efectos de la transgresi�n original, se establece claramente. El pensamiento de estos vers�culos puede, tal vez, expresarse de otra manera, por lo tanto: la �nica transgresi�n del �nico transgresor original hizo que toda la humanidad fuera susceptible de condena; pero la donaci�n gratuita en Cristo anul� el efecto, no solo de ese delito, sino tambi�n de todos los delitos posteriores de la humanidad; una inmensa deuda, acumulada a trav�s de las edades de la historia humana, adem�s de la deuda original, fue eliminada por esa donaci�n gratuita. Y adem�s, mientras el delito original introdujo un reinado temporal de la muerte, el don gratuito de justicia introdujo la vida, en la cual los participantes del don ellos mismos - triunfantes sobre la Muerte, que reinaron antes - reinar�n; y, como en Romanos 5:15 la idea era que la gracia de Dios debe ser m�s poderosa que el pecado del hombre, por lo que aqu� se implica que la vida en Cristo debe ser m�s poderosa que la muerte en Ad�n. La vida significa aqu� (como en cualquier otro lugar cuando se habla de la vida en Cristo) m�s que la vida presente en la carne, m�s de lo que se respira la vida. hombre cuando primero "se convirti� (??????? ???) en un alma viviente" ( 1 Corintios 15:45). Significa la vida superior impartida por "el �ltimo Ad�n", que "se convirti� en un Esp�ritu vivificante" ( 1 Corintios 15:45); vida eterna con Dios, en la vida de Cristo resucitado, trag�ndose la mortalidad ( 2 Corintios 5:4; cf. tambi�n Juan 11:25). Por lo tanto, el "regalo gratuito" no solo revierte los efectos de largo alcance de la transgresi�n original, sino que incluso trasciende lo que se insin�a en el G�nesis que se le dio al hombre en el Para�so antes de su ca�da.

Los siguientes dos vers�culos (18, 19), introducidos por ??? ???, son un resumen de lo que ya se ha dicho o implicado.

Romanos 5:18

Entonces, como a trav�s de una transgresi�n (en lugar de "por la ofensa de uno", como en la Versi�n Autorizada) el juicio vino sobre todos los hombres para su condena, as� tambi�n a trav�s de un acto de justicia (versi�n Revisada. La expresi�n es ?? ???? ???????????, en contraste con el precedente ?? ???? ????????????) el regalo gratuito vino a todos los hombres para justificar la vida, es decir, conferir vida. "Declaratio Divina ilia, qua peccator, mortis reus, vitae adjudicatur, idque jure" (Bengel). Aqu�, como se observ� en Romanos 5:15, la frase utilizada es ??? ?????? ?????????, no ??? ???? ???????, lo que denota indiscutiblemente la universalidad del efecto, como ?????????, as� como tambi�n de ???????. Pero no hay verbo para aclarar la fuerza de la preposici�n ???. Puede denotar el resultado al que tiende una causa, sin implicar su logro inevitable. As� ( Romanos 7:10), ?????? ??? ? ?????? ? ??? ????, ???? ??? ???????, donde la misma preposici�n expresa tanto el resultado previsto de la vida como el resultado real de la muerte.

Romanos 5:19

Porque como a trav�s de la desobediencia de un hombre, los muchos fueron hechos pecadores, as� tambi�n a trav�s de la obediencia del Uno, los muchos ser�n hechos justos. En cuanto a la importancia de ?? ??????, consulte Romanos 5:15. La frase, si se toma como equivalente a ??????, parecer�a implicar a�n m�s que en Romanos 5:15; porque all� solo se dec�a que "el regalo ... abundaba para muchos"; aqu� un resultado real es expresado por el futuro, ??????? ???????????????. Pero aun as�, la universalidad de la salvaci�n final no necesariamente tiene que seguir. La frase es "se constituir� justo", y solo puede significar que todos ser�n puestos en la posici�n de personas justificadas, capaces como tal de salvaci�n, tal como todos, a trav�s de la primera transgresi�n, fueron puestos en la posici�n de pecadores. , responsable como tal de la condenaci�n; y se podr�a tomar el tiempo futuro para denotar la continuidad, a lo largo de todas las eras futuras, del efecto provechoso de la expiaci�n realizada. Adem�s, puede observarse que si la salvaci�n final universal pareciera seguir el pasaje anterior a nosotros, a�n tendr�a que entenderse de manera consistente con el significado de Romanos 6:1; Romanos 7:1; Romanos 8:1., que sigue. En ellos se trata el resultado pr�ctico para el creyente de su justificaci�n por medio de Cristo; y la renuncia al pecado, "vivir seg�n el Esp�ritu", se postula como la condici�n para alcanzar la vida eterna. Por lo tanto, si la doctrina de la "esperanza eterna" es s�lida (�y qui�n puede dejar de desear que sea as�?), Debe ser para alguna reconciliaci�n desconocida m�s all� de los l�mites de la vida presente que debemos mirar con la facilidad de aquellos que no han cumplido las condiciones necesarias aqu�. Por lo tanto, adem�s, la doctrina no puede leg�timamente afectar nuestra visi�n de nuestras responsabilidades ahora. Para nosotros, la �nica doctrina claramente revelada sobre el tema de la salvaci�n es que es en esta vida presente que debemos asegurar nuestra "vocaci�n y elecci�n". Se nos presentan dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte; uno que conduce a ??? ???????, el otro a ??????? ???????. En Romanos 8:6 (como en otras partes, vea la nota en Romanos 3:25) fue a trav�s de la muerte, la sangre de Cristo que se dijo que nos hab�amos reconciliado con Dios; aqu� es a trav�s de su obediencia, opuesta a la desobediencia de Ad�n. Aunque la doctrina de la expiaci�n, en toda su profundidad, est� m�s all� de nuestra comprensi�n ahora (ver arriba en Romanos 8:9), sin embargo, es importante para nosotros observar los diversos aspectos en los que se nos presenta en Sagrada Escritura. Aqu�, la idea sugerida es la de Cristo, como el Representante de la humanidad, que satisface la justicia divina mediante la perfecta obediencia a la voluntad divina y, por lo tanto, ofrece a Dios por el hombre lo que el hombre no ten�a el poder de ofrecer (cf. Salmo 40:10," He aqu�, vengo a cumplir tu voluntad, oh Dios m�o; "y Hebreos 9:14; Hebreos 10:9, y siguientes; tambi�n Filipenses 2:8 , "se hizo obediente hasta la muerte, incluso la muerte de la cruz").

Romanos 5:20, Romanos 5:21

Adem�s, la Ley entr� (m�s bien, entr� adem�s), para que la violaci�n pudiera abundar. Pero donde abundaba el pecado, la gracia abundaba mucho m�s (o abundaba excesivamente): que as� como el pecado reinaba en la muerte, as� tambi�n la gracia reinar�a por la justicia para la vida eterna en Jesucristo nuestro Se�or. Aqu� ????? (aunque sin el art�culo; ver bajo Romanos 5:13) se refiere a la Ley Mosaica, cuyo prop�sito en la econom�a de la redenci�n se insin�a para completar la vista. Fue el prop�sito de Dios desde el principio que la gracia finalmente triunfara sobre el pecado; pero mientras tanto entr� la ley (cf. ????????? en el pasaje relacionado, G�latas 3:19). �Para que fin? No en s� mismo para lograr el prop�sito, no para interferir con su realizaci�n, sino como una dispensaci�n de intervenci�n para prepararse para su realizaci�n, convenciendo al pecado y haci�ndolo extremadamente pecaminoso, y estableciendo as� la necesidad y el ansia de redenci�n. Esta oficina preparatoria de la Ley Mosaica se presenta m�s extensamente en G�latas 3:19; y el funcionamiento del principio de derecho para este fin en la conciencia humana se analiza en el cap. 7. de esta Ep�stola.

Nota adicional sobre G�latas 3:12.

La importancia de las palabras "vida" y "muerte", tal como se usan en las Ep�stolas de San Pablo y en otros lugares, exige una atenci�n especial. Evidentemente, tienen un sentido en muchos lugares diferente del uso ordinario; y esto de acuerdo con el lenguaje grabado de nuestro propio Se�or, como, por ejemplo, en sus memorables palabras a Marta, dadas en Juan 11:25, Juan 11:26. Las siguientes consideraciones pueden ayudarnos a comprender lo que se quiere decir. El misterioso principio o potencia de la vida, incluso en la aceptaci�n com�n del t�rmino, var�a no solo en grado, sino tambi�n en especie; y el mismo organismo vivo puede estar vivo al mismo tiempo con respecto a su propio modo de vitalidad, y muerto con respecto a uno superior que vivifica a otros. La planta, mientras est� viva con respecto a su propio tipo de vida, est� muerta para la vida superior de los seres sintientes. La bestia bruta, aunque viva con respecto a la mera vida animal, est� muerta, por as� decirlo, para la vida superior del hombre inteligente. Todo un mundo de influencias ambientales a las que responde la mente del hombre, para vivir en ellas, son para el bruto como nada; se puede decir que est� muerto para ellos. Ahora, las Escrituras ense�an, y creemos, que hay una esfera espiritual de las cosas por encima y m�s all� de esta esfera visible, que el hombre es capaz de aprehender, ser influenciado por y vivir una vida a�n m�s alta que su vida natural. Es as� capaz a trav�s de la parte superior y adivinadora de su ser misterioso, llamado por San Pablo su ?????? (cf. 1 Tesalonicenses 5:23, ???? ?? ?????? ??? ? ???? ??? ?? ????), cuando est� en contacto con el Divino ??????. Para el hombre estar en correspondencia vital con sus ambientes espirituales es la vida espiritual; estar fuera de correspondencia con ellos es la muerte espiritual. Y as�, como la planta est� muerta para la vida sensible, aunque viva en su propia vida; o como se puede decir que el bruto est� muerto para la vida superior del hombre, aunque vivo en la mera vida animal; entonces el hombre puede estar muerto en cuanto a la vida espiritual, aunque vivo como en la vida ps�quica; y as� "muerto mientras vive" (cf. 1 Corintios 2:14, "El hombre natural (??????? ????????) no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios, porque son locura para �l: ni �l puede conocerlas. , porque son espiritualmente discernidos. "En otras palabras, �l est� muerto para ellos). Adem�s, esta vida espiritual, a diferencia de la vida ps�quica, siempre se menciona como eterna. Porque consiste en la intercomuni�n de la parte inmortal del hombre con la esfera espiritual de las cosas que es eterna. Tampoco la muerte natural lo interrumpe; porque no depende de su continuidad, como lo es la vida ps�quica, de los entornos de los que somos cortados por la muerte del cuerpo, sino de los que son eternos. As�, tambi�n, vemos c�mo es que se considera la vida eterna, no como una que comenzar� despu�s de la muerte, sino como una que se disfrutar� en la actualidad, y a la que debemos elevarnos en Cristo incluso ahora. Esta idea se expresa notablemente en las palabras de nuestro Se�or referidas anteriormente: "Yo soy la resurrecci�n y la vida: el que cree en m�, aunque muera, vivir�; y el que vive y cree en m� nunca morir�" ( Juan 11:25, Juan 11:26). Indudablemente, se nos pide que esperemos una plenitud y perfecci�n de la vida eterna, de la cual nuestro disfrute actual de la misma no es m�s que un fervor, en el ???? ??????????? ( 1 Corintios 15:44) reservado para nosotros en lo sucesivo � cf . "Amados, ahora somos hijos de Dios, y a�n no se ha manifestado lo que seremos", etc. ( 1 Juan 3:2), pero a�n as� esto se considera como la consumaci�n de una vida ya comenzada. Por otro lado, cualesquiera que sean las consecuencias penales de un estado de muerte espiritual que se mencione en el futuro para los malvados, se considera que es en s� mismo, pero la continuaci�n de un estado de muerte en el que est�n antes de que fallezcan (cf . Apocalipsis 22:11). En Romanos 5:12, etc., al que se refiere esta nota, la visi�n anterior de lo que a menudo se entiende por "muerte" debe mantenerse ante nosotros. Porque, aunque el ap�stol parece estar hablando evidentemente de la muerte natural que viene a todos, debe ser considerado como un s�mbolo y evidencia de la influencia de esa muerte espiritual a la que todos los hombres est�n ahora, en su naturaleza ca�da. , responsable.

Los pensamientos encarnados en la nota anterior han sido derivados de, o sugeridos por, 'Ley natural en el mundo espiritual', por Henry Drummond, F.R.S.E., F.G.S ..

HOMIL�TICA

Romanos 5:1, Romanos 5:2

Privilegio cristiano

Se ha establecido, en los cap�tulos anteriores, una base s�lida para las doctrinas, promesas y preceptos registrados aqu�. El ap�stol ha representado el pecado humano, la miseria y la impotencia; ha demostrado lo imposible que es que el hombre sea justificado por las obras de la Ley, y que su �nica esperanza radica en la libre misericordia de Dios; y ha expuesto a Cristo Jes�s crucificado y resucitado como el fundamento sobre el cual el favor divino se extiende al penitente y al creyente, justificando este m�todo de procedimiento en armon�a con la administraci�n universal del gobierno divino. Si tomamos, con la versi�n revisada, los verbos en estos versos como en el estado de �nimo imperativo, entonces contienen una convocatoria a todos los cristianos verdaderos para que se apropien de los privilegios espirituales que les garantiza el Autor de la salvaci�n eterna.

I. Tenemos aqu� una DECLARACI�N DE LA POSICI�N DEL CRISTIANO.

1. �Qu� es? Justificaci�n; un estado de aceptaci�n con Dios, quien, por el amor de Cristo, considera y trata al creyente en Jes�s como justo y no como culpable. Hasta que la conciencia est� asegurada del favor divino y el perd�n, no hay paz s�lida.

2. �Qui�n lo asegura? Jesucristo. Aunque Pablo ya ha demostrado esto extensamente, se refiere nuevamente en estos dos vers�culos al Redentor, a quien debemos justificaci�n, y todas las bendiciones que siguen en su tren. Es a trav�s de �l que "hemos tenido nuestra introducci�n en esta gracia".

3. �C�mo se obtiene? Por fe. Cristo ha hecho todo lo necesario, por su parte, para asegurar nuestra salvaci�n. Pero se necesita algo de nuestra parte. Tenemos que recibir en los t�rminos Divinos, como un regalo gratis, la mayor de todas las bendiciones. Es un acto espiritual, actitud y ejercicio, indispensable para la nueva vida.

4. �Con qu� t�tulo se lleva a cabo? Por el de la gracia; Es gratuito. Esto es para nuestra ventaja; sin duda se plantea sobre nuestro estado f�sico. La �nica pregunta es en cuanto a la fidelidad de Dios; y esto no solo est� comprometido, sino absolutamente seguro.

II Tenemos aqu� una REPRESENTACI�N DEL PRIVILEGIO PRESENTE DEL CRISTIANO: "Tenemos", dice el ap�stol, "[o m�s bien, 'tengamos'] paz con Dios".

1. Esta es la paz de la sumisi�n. El pecador est� en enemistad con Dios. Al convertirse en cristiano, deja las armas de la rebeli�n y deja de oponerse a la autoridad leg�tima. Es un cambio total de su actitud anterior.

2. Esta es tambi�n la paz de la reconciliaci�n. Concord est� establecido. El gobierno divino se acepta cordialmente, se reconocen los principios divinos, se obedecen los preceptos divinos. El cristiano toma la voluntad de Dios por su voluntad; Y esta es la verdadera paz.

3. Es, adem�s, la paz de la confianza. Las naciones a veces est�n en pie, una con respecto a la otra, de una tregua armada. Muy diferente es la relaci�n entre el Dios de la paz y sus sujetos obedientes y reconciliados; porque pueden descansar en el disfrute asegurado de su favor. Por lo tanto, la suya es una paz que supera el entendimiento, y una paz que nunca debe ser violada.

III. Tenemos aqu� una REVELACI�N DE LA ESPERANZA DEL CRISTIANO PARA EL FUTURO. "Alegr�monos en la esperanza de la gloria de Dios".

1. Observe qu� es lo que se nos anima a esperar. La expresi�n es una que, en la naturaleza de las cosas, ahora no podemos comprender completamente. La gloria de Dios es esencialmente moral y espiritual. Sin embargo, estamos seguros de que los cristianos ser�n transformados a la misma imagen, de gloria en gloria; que la gloria Divina, a su debido tiempo, se revelar� en nosotros, o m�s bien a nosotros. Es una perspectiva maravillosa, comparada con la cual todas las esperanzas humanas y terrestres son p�lidas y oscuras.

2. Para abrigar tal esperanza, las ocasiones presentan alegr�a. A pesar de que nuestras circunstancias se distinguen por muchas cosas que podr�an deprimirnos y desanimarnos naturalmente, incluso en el sufrimiento, la debilidad o la persecuci�n, una perspectiva tal como se desarrolla aqu� puede animar nuestros corazones y mantener nuestro coraje. Y a medida que la realizaci�n de esta esperanza se acerca m�s y m�s, le corresponde al cristiano apreciar esta alegr�a cada vez m�s cari�osa y feliz. �Paz aqu� y gloria en el m�s all�, tal es el privilegio del cristiano! �Qu� m�s puede desear? �Qu�, comparable con esto, puede impartir o ofrecer este mundo?

SOLICITUD. Dejemos que aquellos que no tienen paz aqu�, y sin esperanza para el m�s all�, consideren si hay alguna forma de estas bendiciones, salvo la que se propone aqu�: el camino de la justificaci�n a trav�s de la fe en Cristo.

Romanos 5:2

Disciplina cristiana

El cristianismo es una religi�n destinada tanto al cielo como a la tierra. No pierde de vista el presente cuando mira al futuro, visible solo para �l. Comenzando con nuestra relaci�n con Dios, establece nuestra relaci�n con los hombres. Despliega la moralidad en el acto de revelar lo espiritual y lo Divino. Representa el cielo, no solo como una compensaci�n por las miserias del tiempo y la tierra, sino como un estado alcanzado por el entrenamiento y la educaci�n que, en el orden de la providencia divina, el tiempo y la tierra est�n destinados principalmente a proveer a los hombres.

I. ESTA VIDA TERRESTRE SE PRESENTA AQU� COMO UNA ESCENA DE TRIBULACI�N. Que la existencia humana se caracteriza por problemas y penas es una verdad trivial pero indiscutible. No hay persona que haya vivido alguna vez a quien le hayan sucedido todas las cosas como hubiera deseado. Y para la mayor�a de las personas, la vida ha sido, en muchos aspectos, una larga contradicci�n de sus gustos y preferencias naturales. Ya sea en el cuerpo o en la mente, en las circunstancias o en las relaciones, en las asociaciones o el empleo, por duelo o deserciones, todos los hombres est�n, y siempre han estado, afectados de alguna manera u otra. Esta condici�n de nuestra peregrinaci�n terrenal es para muchos una ocasi�n de molestia, irritaci�n, murmullos, rebeli�n. Otros, de un h�bito mental m�s razonable, se someten, con cierta estupidez, a lo que consideran un mal inevitable. Pero la verdadera religi�n ense�a una mejor manera de aceptar nuestra suerte. Se nos ense�a a esperar la tribulaci�n, y no se nos ense�a a considerar la piedad como exenta de la disciplina com�n. "No lo consideres extra�o con respecto al ardiente juicio entre ustedes". Nuestro gran l�der pas� por una tribulaci�n peor que cualquiera de sus seguidores; aunque no merec�a ninguna de sus penas, mientras que nosotros merecemos m�s que todas las nuestras. Tambi�n nos ha dado a entender cu�l ser� nuestra experiencia. "En el mundo", dijo, "tendr�is tribulaci�n". No hay descarga de esta guerra. Los jud�os, de hecho, a menudo esperaban prosperidad como recompensa de la piedad; y un gran escritor ingl�s dijo: "La prosperidad fue la bendici�n del antiguo pacto, la adversidad del nuevo". La copa se pasa en la casa de Dios, y cada miembro de esa casa debe beberla. Se puede recordar a los especialmente afectados que, aunque no les alivia saber que otros sufren, es una indicaci�n de la Divina Providencia que el hecho universal es una ley destinada a trabajar en armon�a con la naturaleza y el car�cter de lo santo y lo sagrado. Legislador benevolente.

II EL PROCESO ES AQU� DESCRITO POR EL CUAL LA TRIBULACI�N PROPORCIONA BENEFICIOSA. El ap�stol Pablo se complaci� en mostrar lo razonable de la creencia religiosa. Podr�a haberse apoyado en la autoridad de su inspiraci�n, y haber requerido que sus lectores aceptaran la tribulaci�n con la certeza de beneficiarse de ellos, como lo fueron los verdaderos cristianos. Pero prefiri� mostrarles c�mo la disciplina de la sabidur�a divina promueve el mayor bienestar de los fieles. Hay una escalera, por los varios pasos de los cuales el seguidor de Cristo sube de la prueba terrenal al gozo celestial. El pie de la escalera puede estar sobre el suelo fr�o de la tierra, pero su parte superior llega hasta las nubes. Sin embargo, tengamos en cuenta que no es un resultado natural y necesario de la tribulaci�n, que los afligidos deber�an beneficiarse de ella. Depende de la luz en la que el paciente lo vea, el esp�ritu en el que lo acepta, si la aflicci�n es o no una disciplina del bien. Debe ser una comuni�n con Cristo para ser �til a un fin tan alto; y la ense�anza debe ser la del Esp�ritu de Dios. Considere los pasos del proceso.

1. "La tribulaci�n genera paciencia". Esta afirmaci�n ser�a cuestionada por muchos, que se impacientan por esta experiencia. Quienes ven a gran parte de sus semejantes saben que hay muchos casos en que la aflicci�n produce inquietud y mal humor, que crecen a medida que la aflicci�n se prolonga. Sin embargo, �en cu�ntos casos se verifica esta ense�anza del texto! El esp�ritu naturalmente impetuoso, apresurado y voluntarioso se humilla, se somete y se frena. En el sufrimiento, o en una posici�n en la que es necesario lidiar con hombres irrazonables, o en medio de muchas decepciones, se puede adquirir el h�bito de autocontrol y autocontrol, lo que puede tender a la felicidad personal y naturalmente puede aumentar la influencia sobre otros. Por "paciencia" se entiende aqu� algo m�s que un sufrimiento pasivo y silencioso; se pretende resistencia y constancia. El hombre paciente no es el que se acuesta desanimado ante las dificultades, sino el hombre que sigue su camino con alegre resoluci�n y perseverancia. �Cristiano! est�s llamado a la continuidad del paciente para hacer el bien.

2. "La paciencia genera experiencia"; o, como en la versi�n revisada, per�odo de prueba, o, como en el 'Comentario del orador', aprobaci�n. El hombre que sufre la aflicci�n se pone a prueba, se prueba. Y esta es una visi�n verdadera y escritural de la tentaci�n. "Bienaventurado el hombre que soporta la tentaci�n: porque cuando haya sido aprobado, recibir� la corona de la vida". La espada est� doblada al m�ximo para demostrar el temple del acero; el arma est� fuertemente cargada para demostrar la fuerza y ??solidez del metal; el mineral precioso se echa en el horno para separar el oro de la escoria; Se trilla el trigo para que el azote pueda, mediante la "tribulaci�n" literal, demostrar que hay tanto grano como paja. Entonces, el hombre bueno es colocado por una sabia Providencia en circunstancias que resaltan lo que hay en �l, lo que le da la oportunidad de pedirle al Se�or ayuda, gu�a y liberaci�n. Lejos de que la calamidad sea un signo del disgusto de Dios, recuerde a los afligidos, para su consuelo, que las Escrituras representan los problemas humanos bajo una luz muy diferente. "A quien ama, castiga, y azota a todos los hijos que recibe". Recuerda la experiencia de los santos de anta�o. Daniel es un ejemplo de un hombre que fue probado y probado, y que sus aflicciones y persecuciones demostraron ser un verdadero y fiel siervo de Jehov�. Pablo mismo llev� una vida de trabajo, dificultades, sufrimiento, acoso y tristeza; pero por la gracia divina se hizo fuerte para el servicio, r�pido para simpatizar. La historia de la vida de todo hombre bueno, si se cuenta de verdad, ense�ar� la misma lecci�n. El Se�or no aflige voluntariamente; Hay un prop�sito en la tribulaci�n; Es la prueba la que pone de manifiesto y confirma toda virtud cristiana.

3. "La libertad condicional genera esperanza". Aqu� parece que estamos saliendo de la sombra hacia el sol. "Esperanza" es una palabra agradable y alegre. �Qui�n no ha sabido, en temporadas de adversidad y en estados de �nimo de depresi�n, qu� es ser consolado por la vista del arco iris que se extiende por la nube? La "ayuda que inspira fuerza" de la esperanza a menudo ha hecho que los d�biles sean poderosos.

Ahora, de todos los hombres, el cristiano tiene m�s terreno para la esperanza. Su expectativa de direcci�n, tutela y felicidad descansa, no sobre los susurros de la imaginaci�n cari�osa, o las promesas de los hombres falibles, sino sobre la palabra de un Dios fiel e inmutable. "Espero en Dios!" es el consejo que la religi�n ofrece a los abatidos y los tristes. Tal esperanza basada en el car�cter Divino, como se dirige hacia los objetos garantizados por las garant�as Divinas, es de hecho "un ancla para el alma". El juicio puede ser una medicina amarga; pero funciona una cura maravillosa, y a veces r�pida y perfecta, para las enfermedades espirituales. La libertad condicional puede parecer un suelo duro y cruel; pero la cosecha de esperanza que lleva demuestra su adaptaci�n y fertilidad. Ha habido personas que en la prosperidad han sabido poco del brillo de la esperanza cristiana, que luego han tardado en mirar hacia las colinas iluminadas por el sol, pero a quienes la adversidad les ha ense�ado benignamente a apartar la vista de las cosas vistas y temporales a las cosas invisibles. y eterno La esperanza puede ser despreciada por los mundanos y sensuales; pero es una gracia cristiana en la que el Se�or de nuestra vida se complace, y por el cual insta a los viajeros a seguir por el camino que conduce a la bendita visi�n de s� mismo.

4. "La esperanza no averg�enza". Una expresi�n com�n en las Escrituras. Los hombres a menudo aprecian expectativas que nunca se cumplen, y se dice que estas personas tan decepcionadas se averg�enzan; han construido sobre una base arenosa, y en la tormenta de la prueba, el edificio que han levantado es barrido y, mientras contemplan los restos y la ruina, se sienten abrumados por la verg�enza. Pero aquellos que han esperado en el Se�or y han confiado en su Palabra, nunca ser�n avergonzados ni confundidos, mundo sin fin. Puede entenderse que el ap�stol dice: "La esperanza obra". No es que la esperanza se cumpla sola; pero que Dios, en su sabidur�a y amor, lo cumple. Todos estamos, en muchos aspectos, en la posici�n de aquellos que esperan, esa esperanza en el Se�or. Somos peregrinos y buscamos una ciudad. Somos guerreros y nos cerramos para la victoria. Somos trabajadores y buscamos descanso. Estamos afligidos y buscamos alivio y liberaci�n. Estamos en la tierra y buscamos el cielo. "Si esperamos lo que no vemos, entonces con paciencia lo esperamos". Las mejores y m�s puras esperanzas del seguidor de Jes�s, las que inspira y garantiza, las que se respetan a s� mismas, se har�n realidad. Veremos a nuestro Salvador "tal como es". Seremos "como �l". Lo "serviremos d�a y noche en su templo" Estaremos "siempre con el Se�or". Tales esperanzas como estas no nos har�n aptos para los deberes comunes de la vida; Nos ayudar�n a cumplir esos deberes con diligencia y alegr�a. Sin embargo, siendo hijos, somos herederos; y la bendici�n de la herencia arroja la luz radiante del cielo sobre nuestra porci�n terrenal.

III. AQU� ESTAMOS RECORDADOS DEL DERECHO Y PRIVILEGIO DE REJUEGO. En el verso anterior, el ap�stol nos ha convocado para "regocijarnos en la esperanza de la gloria de Dios". Esto parece bastante natural; pero suena extra�o escucharlo agregar aqu�, "�Alegr�monos tambi�n en nuestras tribulaciones"! Esto es parad�jico, contra todas las nociones ordinarias de lo que es apropiado. Sin embargo, es justo. Si hemos seguido los pasos de ese proceso de disciplina aqu� descrito por San Pablo, debemos ver que es lo suficientemente razonable como para que nos exhorte a regocijarnos en esas experiencias de la vida humana que la providencia divina invalida tan sabia y gentilmente para nuestra espiritualidad. y bien eterno. Pablo mismo ejemplific� su propia lecci�n. Cuando �l y Silas estaban en prisi�n en Philippi, con los pies en el cepo, a la medianoche cantaron alabanzas a Dios, y los prisioneros los escucharon. Cuando estaba encarcelado en Roma, pod�a escribir: "Regoc�jate siempre en el Se�or: nuevamente dir�: �Regoc�jate!" Podemos regocijarnos en la tribulaci�n, porque es el nombramiento de nuestro Padre celestial. Nuestro gozo debe estar en la voluntad de nuestro Padre; porque �l apoyar� y sostendr� bajo la carga que ha impuesto. Podemos regocijarnos en la tribulaci�n, porque somos el pueblo de Cristo, y compartimos su suerte cuando sufrimos con y por �l. "Insomuch", dice Pedro, "como ustedes son part�cipes de los sufrimientos de Cristo, regoc�jense; para que al revelar su gloria tambi�n se regocijen con gozo excesivo". "Si sufrimos con �l, tambi�n reinaremos con �l". Tambi�n podemos regocijarnos en la tribulaci�n, porque estamos seguros de que el paciente y el sumiso, con la ayuda del Esp�ritu de Dios, cosechar�n la cosecha del beneficio espiritual y la vida eterna. "Creo", dice el ap�stol, "que los sufrimientos de esta vida presente no son dignos de ser comparados con la gloria que ser� revelada en [o" a "nosotros".

SOLICITUD. Las tribulaciones de la vida son comunes a todos. Pero el beneficio de la tribulaci�n es solo para aquellos que reciben disciplina divina en sumisi�n y con fe en la sabidur�a y el amor de un Padre. �Triste es la posici�n de aquellos que tienen que soportar las pruebas de la vida sin el apoyo del amor de Dios o la perspectiva de la gloria eterna!

Romanos 5:5

El amor de Dios en el coraz�n.

El proceso de disciplina espiritual que el ap�stol ha descrito no es un proceso natural para los hombres, sino uno sobrenatural y especial para el cristiano sincero. Las tribulaciones de esta vida no funcionan para el bien de todos los que visitan; por el contrario, muchos se endurecen por las pruebas que se env�an para humillar, suavizar y mejorar. Pero se benefician con la disciplina terrenal que reciben cordialmente el evangelio de Cristo, y cuya naturaleza espiritual es puesta bajo la influencia de la cruz. Porque para tal Dios es un Padre amoroso, y todas las cosas que les suceden son consideradas por �l. Son iluminados por el Esp�ritu Santo, quien les presenta en sus problemas la perspectiva del futuro, inspirando esperanzas que la Divina fidelidad seguramente se dar� cuenta, "porque el amor de Dios ha sido derramado en el extranjero en sus corazones". Observar-

I. EL REGALO IMPARTADO. "El amor de Dios." Probablemente este no sea nuestro amor a Dios, sino su amor a nosotros, que de hecho, cuando es reconocido y sentido, enciende la llama del afecto en el seno del cristiano.

1. Este amor es propiamente parte de la naturaleza y el car�cter divinos. Tan distintivo es este atributo amable del Padre Supremo, que se nos dice que "Dios es amor". �Cu�n diferente es la representaci�n de la Deidad de aquellos actuales entre los id�latras no iluminados! �Qu� adecuado para consolar y alentar al pueblo del Se�or!

2. Este amor es considerado por los cristianos como especialmente revelado en Cristo Jes�s. En esta ep�stola, mientras el ap�stol inspirado expone a Cristo como revelador de la justicia de Dios, tambi�n exhibe el amor divino como m�s visiblemente revelado en "el Don indescriptible" que por cualquier otro medio. En esta representaci�n, de hecho, todos los ap�stoles est�n de acuerdo. "Aqu� est� el amor, no que amamos a Dios, sino que �l nos am� y envi� a su Hijo a ser la propiciaci�n por nuestros pecados". En este idioma, San Juan ense�a la misma preciosa lecci�n. Hab�a amor en el advenimiento, amor en el ministerio, amor en la muerte, amor en la ascensi�n, de nuestro Salvador; y hay amor en su intercesi�n y su reinado.

3. Este amor se convierte, por gracia divina, en posesi�n de los verdaderos creyentes en Cristo. No es simplemente algo para admirar por su incomparable esplendor moral, belleza y excelencia. Es para ser apropiado y sostenido y disfrutado. Esto nos lleva a considerar:

II La naturaleza que se llena con este amor. Es "derramado en el extranjero en nuestros corazones". Si creemos en el amor de un pr�jimo y devolvemos ese amor, en esa experiencia hay algo m�s que creencia; Hay un sentimiento fuerte y alegre. El coraz�n es el hogar del amor. Y el amor constituye las riquezas del coraz�n. Es as�, no solo en las relaciones mutuas de los seres humanos, sino en la relaci�n entre el alma y Dios. Sin duda, m�sticos y sentimentales, monjes y monjas, santos en �xtasis y avivadores en su fervor, a menudo han usado un lenguaje extravagante, enfermizo y sentimental sobre el amor de Dios en el coraz�n. Pero, sin duda, el peligro para los cristianos ingleses comunes radica en la tendencia hacia el extremo opuesto. No estamos en gran peligro por los raptos sentimentales. Pero estamos en peligro de considerar la religi�n demasiado como un asunto de creencia y deber. El amor no es, de hecho, comenzar y terminar en el coraz�n; es convertirse en un motivo para la acci�n, un principio de resistencia, una inspiraci�n para la alegr�a y el contenido. Pero para que sea todo esto, primero debe ser un sentimiento, una emoci�n sagrada y espiritual. El coraz�n debe contemplar el incomparable amor de Dios revelado en Cristo, y debe regocijarse en la revelaci�n. Este amor debe ser el tema m�s bienvenido de la meditaci�n, y debe estar presente en el alma, no solo en la prosperidad y la felicidad, sino en la temporada de prueba y angustia. Surge una pregunta natural: �c�mo puede suceder esto? �C�mo puede una naturaleza, propensa al pecado y al ego�smo, llegar a disfrutar tanto en el amor puro de un Dios benevolente y misericordioso? Para responder a esta pregunta, debemos observar:

III. LA AGENCIA POR LA CUAL SE REGALA EL REGALO. "Por el Esp�ritu Santo que nos es dado". Que el Esp�ritu Santo deber�a tener acceso a nuestros corazones es lo que razonablemente podr�amos esperar que sea el caso. "El Esp�ritu se seca con nuestros esp�ritus". Esta agencia divina de iluminaci�n, avivamiento y renovaci�n siempre acompa�a las verdades del evangelio y explica su ejercicio de una influencia tan grande sobre los corazones humanos. Ser�a deshonroso para Dios si reclamamos para nosotros mismos el poder natural y moral para apropiarse o incluso apreciar el amor divino. Todo es de gracia. Para observar "el Esp�ritu Santo nos es dado". Esto no significa que la efusi�n del Esp�ritu Santo sea caprichosa y arbitraria. Por el contrario, las leyes, aunque no las comprendamos, explican toda la acci�n Divina; y hay raz�n, incluso en la transmisi�n de influencias espirituales y la comunicaci�n del amor celestial. Pero debe entenderse claramente que no tenemos un reclamo justo y legal sobre Dios por su Esp�ritu. Podemos usar los medios que �l ha designado. Podemos pedirle al Padre su regalo m�s selecto. Podemos preparar una morada para el Invitado celestial. Podemos esperar la promesa del Padre. Sin embargo, cuando se da, el Esp�ritu Santo se da libremente, y de clemencia y favor soberanos. Tengamos en cuenta nuestra necesidad diaria del disfrute del amor divino para nuestra felicidad y para la eficiencia y la aceptaci�n de nuestro servicio. Y dejemos que nuestro sentido de necesidad nos lleve a s�plicas diarias por esa influencia divina y espiritual que puede hacernos real y dulce el amor de Dios en Cristo, para que podamos sentir su poder limitante, y podamos aprender a vivir, no para nosotros mismos, pero a nuestro Se�or!

Romanos 5:9, Romanos 5:10

Reconciliaci�n y salvaci�n.

El amor de Dios al hombre tiene su expresi�n y prueba en el don de Cristo. �De qu� manera este regalo enriquece y bendice a aquellos a quienes est� destinado? El ap�stol responde a esta pregunta en estos dos vers�culos. Por la muerte de Cristo, su pueblo se reconcilia con �l, y por la vida de Cristo se salvan.

I. LOS PRIVILEGIOS DE LAS PERSONAS DE CRISTO EN EL PRESENTE,

1. Estos se describen aqu�, en un verso como justificaci�n, y en el otro como reconciliaci�n. El primer t�rmino implica que tiene lugar, en el caso de los que creen, una "revocaci�n" de la sentencia de condena. Los que fueron culpables ante Dios son aceptados; los que fueron juzgados por la ley ahora son recibidos a favor. El segundo t�rmino implica que un estado de enemistad ha sido reemplazado por un estado de amistad y concordia. Los que estaban en armas contra Dios, y hacia quienes un gobernante justo no pod�a mirar con complacencia, ahora est�n perdonados, sumisos, obedientes y en paz con el cielo. Es el mismo cambio presentado en diferentes luces.

2. �De qu� manera se asegura este estado de privilegio para el pueblo del Se�or? Los medios se describen en un verso como la sangre, en el otro como la muerte de Cristo. Lo mismo se pretende con las dos expresiones, el derramamiento de sangre es equivalente a quitarle la vida. El lenguaje evidentemente se�ala aquellos sacrificios que, por designaci�n divina, se ofrecieron bajo el antiguo pacto. Jes�s, el mediador, fue tanto la v�ctima como el sacerdote; se ofreci� al Padre por nosotros. "Sin derramamiento de sangre no hay remisi�n del pecado". un gran principio esto en el gobierno de Dios; El perd�n y la salvaci�n est�n asegurados a trav�s del sufrimiento, el sacrificio y la devoci�n. La sangre es el emblema de la vida y, en consecuencia, el derramamiento de sangre es emblem�tico, en el caso de nuestro Se�or, de su entrega voluntaria de s� mismo, su vida, con el fin de redimir a una raza pecadora y culpable.

II LAS PERSPECTIVAS DE LAS PERSONAS DE CRISTO EN EL FUTURO. 1, �Qu� tienen que esperar? La respuesta del texto es la salvaci�n. La justificaci�n es un acto de Dios; la salvaci�n parece ser un proceso, para comenzar aqu� y perfeccionarse en el m�s all�. "Ahora est� la salvaci�n m�s cerca de ti que cuando cre�ste por primera vez". Hay muchos males, pruebas, tentaciones, de los cuales los cristianos a�n no se han librado; y solo cuando m�s all� de este mundo puede su salvaci�n (aunque ahora est� perfectamente asegurada) ser considerada como realmente lograda.

2. �De qu� esperan los cristianos ser salvos? De la ira; por el cual debe entenderse el disgusto y la indignaci�n que el Gobernante justo no puede sino sentir contra el pecado y los pecadores, y que se manifestar� en el castigo futuro de los imp�os, impenitentes e incr�dulos.

3. �Por qu� medios los cristianos esperan ser salvados de la ira? Por la vida de Cristo. Su muerte se representa como el medio de aceptaci�n presente, su vida como el medio de salvaci�n futura. Por la vida de Cristo debe entenderse su vida despu�s de su crucifixi�n y sepultura, la vida que ahora es y ser� para siempre. La conexi�n entre la vida celestial de nuestro Salvador y nuestra salvaci�n es inconfundible y vinculante. Su resurrecci�n fue la garant�a de que su mediaci�n fue aceptada. Su ascensi�n y la vida de arriba son la condici�n de su intercesi�n comprensiva y su reinado mediador. Su presencia en el trono del cielo es la promesa de nuestra comuni�n inmortal con �l. "Porque! Vive, vosotros tambi�n vivir�is".

III. Observe EL ARGUMENTO DE LO MAYOR A LO MENOS. Es la maravilla m�s grande del universo, el misterio central de la revelaci�n, que Dios, en Cristo, convirti� a los enemigos y rebeldes en amigos y s�bditos. Si podemos recibir esto, no debemos dudar en recibir la doctrina suplementaria de que Dios salvar� eternamente a aquellos a quienes ha justificado gentilmente. Si los enemigos se reconcilian, �seguramente los amigos ser�n salvados!

Romanos 5:11

"Alegr�a en Dios".

Los hombres aprecian los sentimientos m�s diversos y variados hacia Dios. Algunos odian a Dios y lo consideran su enemigo. Otros son indiferentes a Dios, lo olvidan por completo y act�an como si no lo fuera. Otros, una vez m�s, han llegado lejos de la justa aprehensi�n de Dios de que le temen, asombrados de su autoridad justa. Y hay quienes aman a Dios y se regocijan en �l. Estos �ltimos son los que aprecian los privilegios que se han preparado para los verdaderos creyentes en Cristo, el verdadero pueblo de Dios.

I. Observe EL ELEMENTO DE LA ALEGR�A ESPIRITUAL. Es gozo en Dios. En Dios, como su Padre, su Porci�n suficiente y eterna. En Dios, tan fiel a sus promesas, tan amable y benevolente, tan sabio para guiar y fuerte para guardar y salvar. Esta es la exclamaci�n diaria del cristiano: "Me alegrar� mucho en el Se�or; mi alma se alegrar� en mi Dios".

II Se menciona LA CAUSA DE LA ALEGR�A.

1. Esto se encuentra en la reconciliaci�n. No hay alegr�a en la hostilidad o el extra�amiento; pero, cuando aquellos que han sido alienados son llevados a la armon�a, la paz trae alegr�a a las almas de los amigos reunidos. Recordando qu� asuntos trascendentales dependen de nuestra amistad con nuestro Creador y Juez, bien podemos considerar la reconciliaci�n con �l como una cuesti�n de alegr�a y gloria.

2. Pero esta reconciliaci�n surte efecto cuando se recibe. Dios lo provee; El hombre lo acepta. La aceptaci�n del hombre no procura, pero se apropia, la bendici�n. �Pobre de m�! los hombres pueden vivir en una dispensaci�n de paz, de reconciliaci�n, pero pueden no saber nada por la experiencia de esta alegr�a, por falta de fe receptiva.

III. El texto nos recuerda EL TRAIGOR DE LA ALEGR�A ESPIRITUAL. Es "a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo" que hemos recibido la reconciliaci�n. El Mediador entre Dios y el hombre nos asegura esta gran bendici�n y, con ella, todas las otras cosas buenas que realmente pueden enriquecernos y bendecirnos. En el contexto, el ap�stol magnifica la gracia de Cristo. Estamos llamados a reconocer en �l los medios a trav�s de los cuales la verdadera alegr�a se hace posible para nosotros, se convierte en nuestra posesi�n y herencia.

IV. Es bueno pensar en LAS FRUTAS Y LOS EFECTOS DE LA ALEGR�A EN DIOS.

1. La alegr�a es la fuerza para el servicio. "El gozo del Se�or es tu fuerza".

2. La alegr�a es consuelo en las aflicciones y tribulaciones externas. "Nos regocijamos, gloriamos, en la tribulaci�n tambi�n". Es solo el cristiano quien puede decir esto.

3. La alegr�a es atractiva para los dem�s. La felicidad del cristiano a menudo produce una impresi�n muy beneficiosa sobre aquellos que la comentan y que piden una explicaci�n del hecho.

4. La alegr�a es una anticipaci�n del cielo. Porque estamos seguros de que el siervo fiel ser� bienvenido a "la alegr�a de su Se�or".

Romanos 5:20, Romanos 5:21

Gracia abundante.

Este pasaje parece trazar el curso de dos r�os poderosos. El uno tiene su fuente en la Ley; la corriente es pecado y traspaso. A medida que avanza se distingue por la abundancia (y se dice que reina, que domina el paisaje), y finalmente fluye hacia el oc�ano negro de la muerte. El otro tiene su fuente en la gracia divina; La corriente es justicia. Y se vuelve a�n m�s abundante que el otro; fluye irresistiblemente, victoriosamente, hasta que se pierde en el mar de la vida eterna Hay un lugar muy conocido en Suiza, donde el R�dano, despu�s de salir del lago de Ginebra, se une a las aguas turbias y rojizas del Arve, que, despu�s de correr una cierta distancia junto a las aguas azules del lago, las ti�e y las estropea r�pidamente. Los vers�culos que tenemos ante nosotros invierten esta escena, porque representan la corriente de justicia como abrumadora y purificadora del r�o del pecado; donde abund� el pecado, la gracia abund� m�s que nunca

I. LA ABUNDANCIA DEL PECADO. El pecado, en el transcurso de las edades, se multiplic�, abund�, excedi�, se desbord�. Tenemos muchos casos de esto en la historia temprana de nuestra raza. La abundancia de iniquidad ocasion� el Diluvio. La excesiva vileza de Sodoma ocasion� el derrocamiento de las ciudades de la llanura. Los pecados de Israel ocasionaron el cautiverio. En cuanto al mundo gentil, el ap�stol, al comienzo de esta Ep�stola, exhibe los cr�menes, vicios y pecados horribles de las naciones de una manera tan espantosa que no nos sorprende su denuncia de la ira de Dios contra aquellos que s� lo hacen. tales cosas. Sin embargo, como cristianos, sentimos que no hay nada que muestre tan asombrosamente la pecaminosidad del pecado como la crucifixi�n y la muerte de nuestro Se�or Jesucristo. El pecado de la humanidad culmin� cuando llev� al santo Salvador a la cruz. La grandeza del rescate pagado demostr� la naturaleza horrible del cautiverio del cual los hombres solo pod�an ser liberados a tal precio. Al explicar la abundancia del pecado, es necesario referirse a las muchas y diversas formas que asume el pecado; al poder reproductivo con el que, como principio de acci�n, est� dotado; a su dominio generalizado; a su dominio prolongado sobre la humanidad.

II LA SUPERABUNDANCIA DE LA GRACIA. Poderoso como es el pecado, la gracia de Dios es a�n m�s poderosa. Es como una brisa que desborda el aire pestilente de una ciudad; como la marea del oc�ano, que entra en un vasto puerto y se desborda y barre las contaminaciones acumuladas. Su superabundancia victoriosa debe explicarse refiri�ndose a su omnipotente Autor y Otorgante, Dios; a su canal Divino, Cristo, el Mediador; a sus medios designados, el evangelio, a la vez la sabidur�a y el poder de Dios; y a su Agente, el Esp�ritu Santo de Dios. Si miramos el pecado solo, parece invencible, m�s all� de todo poder humano con el que lidiar; pero cuando consideramos la provisi�n divina de la gracia, podemos entender c�mo incluso el pecado puede ser vencido y completamente vencido.

HOMILIAS DE C.H. IRWIN

Romanos 5:1, Romanos 5:2

Justificaci�n y sus consecuencias.

Aqu�, uno al lado del otro, est�n las certidumbres m�s solemnes, terribles y gloriosas de nuestra religi�n. Hay un Dios. Con ese Dios no estamos naturalmente en paz. La enemistad hacia Dios significa pecado; y la paga del pecado es muerte. �Pero c�mo hacer las paces con �l? Bendito sea su nombre, Cristo muri� para que podamos vivir. "Dios estaba en Cristo, reconciliando el mundo consigo mismo, sin imputarles sus ofensas". Emnidad y muerte: los resultados del pecado, a los que todos est�n condenados; por cuanto todos pecaron. Reconciliaci�n y vida: los resultados de la obediencia y la muerte de Cristo. Estos vers�culos nos presentan c�mo se puede efectuar esta maravillosa transformaci�n; c�mo, estando muertos, podemos ser vivificados; c�mo, siendo enemigos de Dios, podemos reconciliarnos y tener paz con �l.

I. LA NATURALEZA DE LA JUSTIFICACI�N. Las palabras en el original significan "ser considerado [o 'retenido'] como justo". No nos hacemos justos. Ni por este acto somos hechos justos, hechos perfectos en santidad. Ese es el objeto de la santificaci�n, y no se completa hasta que hayamos pospuesto a este mortal. Si deber�amos decir que cuando somos justificados somos hechos perfectamente justos, eso ser�a lo mismo que decir que ning�n cristiano comete pecado, una doctrina contraria a la Palabra de Dios y a la experiencia de los individuos. Pablo se quej� de que el mal no lo har�a, que lo hizo. No; la justificaci�n no implica que nos hagamos justos ni, por otro lado, que seamos justos. Implica que se nos considera justo a la vista de Dios en lo que respecta al castigo de la Ley. �l declara que la Ley est� satisfecha con respecto a nosotros. Manifiestamente, esta es la gracia de Dios. �C�mo podr�amos satisfacer la ley? "Por los hechos de la Ley, ninguna carne ser� justificada". "Ante tus ojos", exclama David, "ning�n hombre viviente ser� justificado". Es solo por gracia. Ahora podemos se�alar la cruz y decir: "�Muri� por m�!" Las propias palabras de Cristo son: "Como Mois�s levant� la serpiente en el desierto, as� tambi�n debe ser levantado el Hijo del hombre, para que todo aquel que cree en �l no perezca, sino que tenga vida eterna". Este es el paralelo exacto de la justificaci�n por la fe. As� como el simple acto de girar los p�rpados d�biles y cansados ??hacia esa serpiente de bronce restauraba a los hebreos moribundos en el desierto, as� tambi�n es posible para todos nosotros, incluso para aquellos que est�n m�s muertos en delitos y pecados, mirar con Ojo de fe hacia el Calvario y di: "�Qui�n es el que condenar�? Es Cristo el que muri�". Y con esa muerte pag� nuestra deuda. "Fue entregado por nuestras ofensas". Esto es justificaci�n. En lugar de ser deudores para hacer toda la Ley, suplicamos su cumplimiento por parte de nuestro Sustituto, aceptado por Dios, mientras nos convertimos al mismo tiempo en servidores de la justicia. La Ley ha sido cumplida por una justicia perfecta, y la pena de una Ley quebrantada ya no se puede infligir a aquellos que se apropian de esa justicia como suya. As�, la justificaci�n es la gracia gratuita de Dios que se muestra en un perd�n completo de todos nuestros pecados. Somos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo; Hemos recibido el Esp�ritu de adopci�n, y somos hechos herederos de la vida eterna. Toda esta justificaci�n nos asegura en su propia naturaleza.

II LOS MEDIOS O INSTRUMENTOS DE JUSTIFICACI�N. En un lenguaje claro e inequ�voco, aqu� se nos dice que por fe debemos ser justificados para tener paz con Dios. Esta es la gran verdad central del Nuevo Testamento. Si se elimina, �qu� mensaje trae el evangelio? "Si la justicia viene por la ley", dice San Pablo, "entonces Cristo est� muerto en vano" ( G�latas 2:21). Toda la vida de hacer y sufrir de Cristo, y su horrible muerte, ser�a una superfluidad cruel, m�s cruel porque superflua, si por cualquier otro medio el hombre ca�do pudiera obtener la aceptaci�n ante los ojos de Dios. Pablo advierte a los romanos contra cualquier otra forma de justificaci�n. "Un hombre es justificado por la fe sin los hechos de la Ley" ( Romanos 3:28). Y cuando los g�latas mostraron una tendencia a apartarse de esta doctrina, bajo la influencia de los maestros judaizantes, en los t�rminos m�s en�rgicos, el ap�stol los censura: "Me maravilla que te alejes tan pronto de aquel que te llam� a la gracia de Cristo a otro. evangelio "( G�latas 1:6). Se dirige a ellos como tontos; los acusa de regresar a los elementos mendigos; y dice que tiene miedo de no haberles otorgado trabajo en vano. La teor�a de la justificaci�n por obras, por lo tanto, no es una sobre la cual no se ha dicho nada, o que se ha dejado dudosa. Est� claramente condenado por el ap�stol como inconsistente y perjudicial para el esp�ritu del cristianismo. Cuando Nicodemo, un gobernante de los jud�os, un fariseo farisaico, vino a Jes�s de noche, �c�mo aliment� el gran Maestro a esta alma hambrienta? �Le dijo que fuera y hiciera alg�n trabajo de m�rito? No. El camino, y el �nico camino, hacia la vida eterna que Jes�s le se�al� fue la fe. Si las buenas obras eran de alguna utilidad, aqu� hab�a un hombre cuyo entrenamiento lo hab�a preparado abundantemente para hacer buenas obras. Pero del Salvador mismo deb�a aprender que �l, un maestro en Israel, no conoc�a el camino hacia el reino de Dios. Sin embargo, �no hay muchos cristianos profesos que descansan su esperanza de una entrada en ese reino sobre su propia justicia? �No hay muchos cuyo lenguaje es el coraz�n de "He guardado todos los mandamientos desde mi juventud; he vivido una vida pura; he asistido regularmente a las ordenanzas de Dios; no tengo miedo"? Tal era el lenguaje del joven rico; y Jes�s le dijo: "Una cosa te falta". Tambi�n debemos protegernos contra la noci�n de que, si creemos, nuestra fe es la base sobre la cual estamos justificados. Es dif�cil, de hecho, ver c�mo podr�a surgir tal noci�n, frente a todo lo que las Escrituras ense�an contra la justificaci�n por obras. Para hacer de la fe el fundamento de nuestra justificaci�n, el propod quod, para usar una frase legal, es poner fe en la posici�n de una obra meritoria. Y que tal no tiene eficacia para la justificaci�n se ha demostrado en abundancia. La fe es simplemente el medio o instrumento por el cual nos aferramos a la justicia justificadora de Cristo. Supongamos que un hombre le debe una suma de dinero y que, en los d�as en que el encarcelamiento por deudas era legal, lo hab�an encarcelado hasta que la deuda fuera pagada. Otro hombre viene y paga la deuda. Le das un recibo y �l se lo lleva al prisionero, quien queda libre. �Qu� absurdo ser�a para cualquiera decir que fue el acto de este deudor de tomar el recibo lo que cancel� su obligaci�n! Precisamente similar es decir que el acto por el cual nos aferramos a la gran expiaci�n es el que nos da aceptaci�n con Dios. Somos justificados por medio de nuestra fe, y no por eso. Pero sin ese acto de creer, la expiaci�n no es nuestra, la paz con Dios no es nuestra. Por fe nos aferramos a la justificaci�n; por fe nos aferramos a las promesas: promesas para la vida que es ahora, y la promesa de una vida mejor e interminable en las muchas mansiones de la casa del Padre. "Tenemos acceso por fe a esta gracia en la que estamos firmes y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios" (vers�culo 2).

III. EL EFECTO DE LA JUSTIFICACI�N. "Siendo justificados por la fe, tenemos paz con Dios a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo". Esta paz con Dios tiene un doble aspecto. Se refiere a la relaci�n de Dios con nosotros y nuestra relaci�n con Dios.

1. Paz con Dios, ya que afecta la relaci�n de Dios con nosotros. Al principio, Dios estaba en paz con el hombre, hasta que el hombre pec� y as� se enemist� con Dios. Y aunque Dios odia el pecado y debe recompensarlo, no quiere la muerte del pecador, sino que debe apartarse de su malvado camino y vivir. A lo largo de los siglos, Dios, como un Padre amoroso, ha estado tratando de traer de vuelta a los vagabundos, para reconciliar a sus hijos errantes. Por fin envi� a su propio Hijo. "Aqu� est� el amor, no que amamos a Dios, sino que �l nos am� y envi� a su Hijo a ser la propiciaci�n por nuestros pecados". Si esa propiciaci�n tiene alg�n significado, es que la actitud de Dios hacia aquellos que la aceptan es de paz. "Porque el Padre mismo te ama, porque me has amado y has cre�do que sal� de Dios" ( Juan 16:27). As�, la fe es el medio por el cual nos aferramos a Cristo: nuestro Sustituto, nuestra Reconciliaci�n. Y por lo tanto, revestidos de su justicia, somos recibidos en la adopci�n de ni�os. Siendo justificados, somos restaurados a ese maravilloso estado de filiaci�n hacia Dios, que hizo del Ed�n el jard�n tranquilo en el que el Padre vino y camin� a su lado. Una vez m�s Dios camina con nosotros. �l ser� para nosotros un Padre, y nosotros lo somos para �l como sus hijos. �Qu� regalo es este, por d�biles y pecaminosos que somos, sin embargo, podemos pensar en Dios con calma y seguridad, reconciliados con �l por la muerte de su Hijo!

2. Paz con Dios en lo que concierne a nuestra relaci�n con Dios.

(1) Paz con Dios significa paz en nuestra propia conciencia. �Qu� perturbador de nuestra conciencia de paz es! En las silenciosas vigilias de la noche, su voz es fuerte. La oscuridad no aten�a su luz; ni su voz es silenciada por el estruendo de los negocios o el clamor jovial de la juerga. Pero el que est� justificado por la fe tiene paz interior. El gran oc�ano no lavar� la culpa del pecado. Pero "la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado".

(2) Paz con Dios significa paz en medio del cuidado y la tristeza. Muchas pruebas del cuerpo y de la mente pueden afligirnos. Pero si somos justificados por la fe, entonces tenemos paz con Dios, y sabemos que, aunque ning�n castigo parece ser alegre, sin embargo, estas "ligeras aflicciones, que son solo por un momento, est�n trabajando para nosotros mucho m�s. y peso eterno de gloria ".

"Bueno, ruge la tormenta a aquellos que escuchan una voz m�s profunda a trav�s de la tormenta".

Para aquellos que descansan su fe en Cristo cuando est�n en problemas, �l aparecer� como lo hizo ante sus disc�pulos en el mar, y ellos escuchar�n a trav�s de la penumbra una voz que los llama: "Soy yo: �no tengan miedo!"

(3) Paz con Dios significa paz y seguridad contra los ataques de la tentaci�n y el pecado. "La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardar� vuestros corazones y vuestras mentes a trav�s de Cristo Jes�s" ( Filipenses 4:7). Es un baluarte de ronda de defensa sobre aquellos que est�n justificados por la fe. A ellos se les da para ser fortalecidos con todo poder de acuerdo con su glorioso poder. Han crucificado la carne con sus afectos y lujurias. Tal es el efecto de ser justificado por la fe. "Aunque mi casa no sea as� con Dios, ha hecho conmigo un pacto eterno, ordenado en todas las cosas y seguro" ( 2 Samuel 23:1. 2 Samuel 23:5). Aqu� y ahora paz y comuni�n con Dios; acceso a la gracia y la fuerza; sin miedo al mal en el valle oscuro; y luego una entrada abundante en la presencia del Rey.C.H.I.

Romanos 5:3

Bendita fruta de un �rbol amargo.

Las cartas de San Pablo abundan en extra�as y sorprendentes paradojas. En otro lugar habla de s� mismo "como triste, pero siempre regocijado; como pobre, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, y sin embargo poseyendo todas las cosas". Aqu� �l habla del cristiano como "glorioso en la tribulaci�n". �l ha estado hablando de los efectos de la justificaci�n por la fe, y termina diciendo: "Nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios" ( Romanos 5:2). Nuestra alegr�a, sin embargo, no se limita al futuro. Es cierto que hay preocupaciones y tristezas en esta vida presente. Pero, por lo tanto, no se deduce que debemos posponer toda alegr�a hasta llegar a la tierra espiritual. "�No!" dice el ap�stol, audazmente; "Nos gloriamos incluso en nuestras tribulaciones". Las penas est�n all�, es cierto, pero la luz de la cruz de Jes�s las transforma con una gloria propia, incluso cuando la luz del sol hace un arco iris la lluvia. "Ahora, no castigar el presente parece ser alegre, sino doloroso; sin embargo, despu�s da el fruto pac�fico de la justicia a los que se ejercitan de ese modo". La tribulaci�n es un �rbol amargo, pero mira los frutos que es capaz de producir. "Tambi�n nos gloriamos en las tribulaciones: saber que la tribulaci�n genera paciencia; y paciencia, experiencia; y experiencia, esperanza".

I. EL �RBOL AMARGO. No es necesario hablar de la amargura de la tribulaci�n. "El coraz�n conoce su propia amargura". Todos sabemos algo de lo que significa el dolor y lo amargo que es.

1. Existe la amargura del duelo. �Qu� agon�a de esp�ritu cuando alguien que ha sido la luz de tus ojos, la alegr�a y la comodidad de tu hogar, te es arrebatado! �Qu� amargura de tristeza se compara con el dolor de los padres por sus hijos? Cu�n desgarrador es el dolor como el de David, cuando subi� a la c�mara por encima de la puerta, y mientras avanzaba, su dolor lo venci� y grit� en voz alta: "�Oh, hijo m�o, Absal�n, hijo m�o, hijo m�o, Absal�n! �Dios m�o! �Hab�a muerto por ti, oh Absal�n, hijo m�o, hijo m�o! " Y as�, cuando la Biblia quiere describir el dolor del tipo m�s intenso, habla del duelo como el que llora por su �nico hijo, y de estar amargado como el que est� amargado por su primog�nito ( Zacar�as 12:10) . Los padres que desean evitar el dolor m�s grande de todos, llorar por un hijo de quien no tienen esperanza para la eternidad, no deben perder la oportunidad de llevar a sus hijos al Salvador.

2. Existe la amargura del sufrimiento corporal. �Noches de insomnio y d�as cansados ??de tirar sobre una cama de enfermedad, c�mo tienden a quitarle el sol a la vida! Y luego est�n esas dolencias insignificantes, enfermedades corporales, por las cuales, tal vez, obtienes poca simpat�a, pero que mantienen tu cuerpo constantemente d�bil y tu mente constantemente deprimida. Necesita un poder divino para soportar una vida de dolor constante. Ninguna fuerza humana podr�a soportarlo sin ayuda sin dar paso a la irritaci�n o al desaliento. Incluso el Salvador del mundo prob� cu�n amarga es la copa del sufrimiento corporal.

3. Existe la amargura de la desilusi�n. Se te quita alguna posesi�n preciada, se pierden algunas propiedades valiosas, tus medios terrenales de apoyo toman alas y huyen, alg�n objeto en el que pusiste tu coraz�n se te arrebata fuera de tu alcance, o alg�n amigo a quien t� Hab�a confiado impl�citamente de repente resulta traicionero e infiel. El sentimiento de desilusi�n que tales circunstancias producen estaba en la mente de Esa� cuando vino a recibir la bendici�n de su padre, y descubri� que Jacob, su hermano, lo hab�a suplantado despiadadamente. "Cuando Esa� escuch� las palabras de su padre, llor� con un gran y extremadamente amargo grito". Las decepciones de la vida: �cu�nto sabemos todos sobre este tipo de amargura! Si; La tribulaci�n es de hecho un �rbol amargo.

II SU BENDITO FRUTO. Pablo sab�a de lo que estaba hablando cuando lleg� al tema de la tribulaci�n. Sab�a lo que era la persecuci�n. Sab�a lo que era el sufrimiento corporal. Cinco veces recibi� treinta y nueve rayas. Tres veces fue golpeado con varillas. Una vez que fue apedreado. Tres veces sufri� un naufragio. Hab�a estado "cansado y doloroso, a menudo observando, en hambre y sed, en fr�o y en desnudez". Sab�a lo que era el peligro. Hab�a estado "en los peligros de las aguas, en los peligros de los ladrones, en los peligros de sus propios paisanos, en los peligros de los paganos, en los peligros de la ciudad, en los peligros en el desierto, en los peligros en el mar, en los peligros entre los falsos hermanos ". Sab�a lo que era la decepci�n. Al igual que su Maestro, �l tambi�n fue abandonado en su hora de necesidad por aquellos que profesaron ser sus amigos. Nos dice que en su primera aparici�n ante C�sar, ning�n hombre estuvo con �l. Pero cualesquiera que hayan sido sus pruebas cuando escribi� esto, o cualesquiera que sean las pruebas que a�n le est�n reservadas, los mira a todos con calma y tranquilidad, es decir, con una mente exultante. "Nos gloriamos en las tribulaciones tambi�n". Sab�a qu� bendita fruta podr�a arrancarse de ese �rbol amargo.

1. En primer lugar, hab�a paciencia. "La tribulaci�n genera paciencia". Paciencia significa realmente la capacidad de perdurar. Si hablamos de un hombre paciente, podemos referirnos a uno que puede soportar el retraso, y decimos que puede esperar pacientemente; o podemos referirnos a alguien que puede soportar el sufrimiento, y hablamos de �l como sufriendo pacientemente. La conexi�n, entonces, entre sufrimiento y paciencia es f�cil de ver. Es por el sufrimiento que uno aprende a sufrir, es decir, a ser paciente. Y si entramos en la experiencia pr�ctica, estamos bastante seguros de encontrar que el cristiano m�s paciente es el que m�s ha sufrido. No siempre fue as�. Quiz�s al principio era como el �spero bloque de m�rmol sin pulir que he visto en las obras de m�rmol de Connemara en Galway. Estaba dispuesto a resistir la mano que estaba tratando con �l en la disciplina. Pero lleg� el sufrimiento. Se repiti� una y otra vez, como el incesante proceso de roce al que est� sometido ese bloque de aspecto �spero. Pero poco a poco sali� del sufrimiento con los bordes frotados de su temperamento y la rebeld�a de su esp�ritu, incluso cuando la canica se suaviza y brilla por el duro proceso a trav�s del cual tiene que pasar. Tal es el uso del sufrimiento, para purificar, alegrar el car�cter y producir paciencia en el alma. De hecho, la palabra "tribulaci�n" transmite esta misma idea. Se deriva de la palabra latina tribulum, el instrumento de trilla mediante el cual el labrador romano separ� el ma�z de las c�scaras. Ese proceso fue descrito como tribulatio. As� es en el mundo espiritual. El sufrimiento y la tristeza limpian la paja, el orgullo, el ego�smo, la desobediencia, que se encuentra m�s o menos en todas nuestras naturalezas. Pensemos m�s en el resultado del sufrimiento que en el sufrimiento en s� mismo, m�s en la paciencia que desarrollar� que en la paja que le quitar�, y luego tambi�n nosotros aprenderemos, con San Pablo, a "gloriarnos en las tribulaciones". tambi�n, sabiendo que la tribulaci�n genera paciencia ".

2. La segunda fruta bendecida de este �rbol amargo es la experiencia. "La tribulaci�n genera paciencia; y paciencia, experiencia". La palabra aqu� traducida "experiencia" realmente significa en la "prueba", "prueba" o "prueba" original. En la versi�n revisada se traduce como "prueba". Esto no expresa, quiz�s, el significado completo tampoco. ; pero el punto es que el ap�stol ten�a algo m�s en mente que lo que normalmente entendemos por la palabra "experiencia". Su idea probablemente era que la tribulaci�n y nuestra paciencia bajo ella dan prueba o confirmaci�n de dos cosas. Nos dan la prueba. del car�cter de Dios, su fidelidad en el cumplimiento de sus promesas, su amor para sostenernos y su poder para darnos la victoria sobre la prueba y el sufrimiento. Y tambi�n nos brindan pruebas de nuestro propio car�cter, prueba de que somos hijos de Dios, prueba de que hemos sido justificados por la fe. "A quien el Se�or ama, castiga". Y luego est� la preciosa promesa: "Bienaventurado el hombre que soporta la tentaci�n [o 'prueba']: porque cuando es juzgado, �l recibir� la corona de la vida, que el Se�or les ha prometido que amarlo ". De esa manera, Dios nos confirma sufriendo y con nuestra propia paciencia. Entonces �l confirma nuestra fe en �l, y confirma nuestro propio car�cter cristiano. Esta es otra fruta bendecida del amargo �rbol de la tribulaci�n.

3. El tercer fruto bendito de este �rbol amargo es la esperanza. "Y experiencia, esperanza". La prueba que hemos recibido de la bondad de Dios en pruebas pasadas nos lleva a esperar revelaciones a�n mayores de su bondad por venir. La prueba que hemos tenido de su prop�sito sabio y amable al purificarnos mediante la prueba y el sufrimiento nos lleva a esperar que "el que ha comenzado una buena obra en nosotros la realizar� hasta el d�a de Jesucristo". Entonces el cristiano siempre est� esperando. Cuando lleva la cruz, est� esperando la corona. Cuando sufre por el bien de su Maestro, espera con ansias el momento en que reinar� con �l en gloria. Este tema de la tribulaci�n y su fruto podr�a ser �l. Cerr� con algunas l�neas escritas por una joven en Nueva Escocia, que no fue v�lida durante muchos a�os.

"Mi vida es un viaje agotador;

Estoy harto del polvo y el calor

Los rayos del sol me golpearon;

Las zarzas est�n hiriendo mis pies;

Pero la ciudad a la que voy

Ser� m�s que mis pruebas pagar;

Todos los trabajos del camino parecer�n nada

Cuando llegue al final del camino.

"Hay tantas colinas que subir,

A menudo anhelo descansar;

Pero el que me designa mi camino

Sabe exactamente lo que es necesario y lo mejor.

S� que en su Palabra �l ha prometido

Que mi fuerza ser� como mi d�a;

Y los trabajos del camino no parecer�n nada

Cuando llegue al final del camino.

"Me ama demasiado como para abandonarme,

O dame una prueba demasiado:

Toda su gente ha sido comprada,

Y Satan�s nunca puede reclamar tal.

Poco a poco lo ver� y lo alabar�

En la ciudad del d�a sin fin;

Y los trabajos del camino no parecer�n nada

Cuando llegue al final del camino.

"Aunque ahora estoy adolorido y cansado,

Descansar� cuando est� a salvo en casa;

S� que recibir� una feliz bienvenida.

Porque el Salvador mismo ha dicho: 'Ven:

Entonces, cuando estoy cansado de cuerpo,

Y hundi�ndome en esp�ritu, digo:

Todos los trabajos del camino parecer�n nada

Cuando llegue al final del camino.

"Hay fuentes de enfriamiento para los sedientos;

Hay cordiales para los que se desmayan;

Hay t�nicas m�s blancas y puras

Que cualquiera que pueda imaginar puede pintar.

Entonces intentar� presionar con suerte hacia adelante,

Pensando a menudo en cada d�a cansado,

Los trabajos de la lectura no parecer�n nada

Cuando llegue al final del camino ".

"Tambi�n nos gloriamos en las tribulaciones: saber que la tribulaci�n genera paciencia; y paciencia, experiencia; y experiencia, esperanza". - C.H.I.

Romanos 5:6

El amor de Dios elogi�.

Es una frase muy notable, esta descripci�n que se da en el octavo verso, de Dios elogiando su propio amor. Tenemos, de hecho, en otras partes de la Escritura, el Ser Divino representado como un comerciante celestial, estableciendo las bendiciones del evangelio como un comerciante podr�a exponer sus mercanc�as. "�l, todo el que tiene sed, vengan a las aguas, y el que no tiene dinero; vengan, compren y coman; s�, vengan, compren vino y leche sin dinero y sin precio". Y nuevamente en el Libro de Apocalipsis: "Te aconsejo que me compres oro probado en el fuego, para que puedas ser rico; y vestiduras blancas, para que puedas vestirte ... y unja tus ojos con colirio, para que puedas mayest ver ". Pero aqu� se representa a Dios como encomiando, no solo las bendiciones del evangelio, sino su propio amor, para la observaci�n y admiraci�n humana. Si; pero esto no tiene un fin ego�sta. El objetivo de Dios al recomendarnos su amor es por nuestro bien. Lo pone ante nosotros con toda su ternura y grandeza incomparables, para que por medio de �l pueda derretir nuestros corazones. Lo pone ante nosotros en todo su atractivo poder, para que pueda atraer nuestros corazones a la santidad y nuestras almas al cielo. Lo pone ante nosotros para que podamos rendirnos a su influencia, y as�, por lo que el Dr. Chalmers llama "el poder expulsivo de un nuevo afecto", el pecado y el amor por �l, con todo su tiz�n fulminante y fatal. agarre, puede ser expulsado de nuestra naturaleza.

I. EL AMOR DE DIOS ES COMANDADO POR SUS OBJETOS. Hemos presentado ante nosotros en estos vers�culos una descripci�n de aquellos que son los objetos del amor de Dios, como se muestra en la muerte de Jesucristo su Hijo. �Fueron los �ngeles los objetos del amor redentor de Dios? �Fue por los �ngeles que Jes�s muri�? No. No necesitaban su muerte. �Fue por los buenos hombres y mujeres del mundo que Jes�s muri�? Si fuera solo por el bien, entonces el amor de Dios ser�a muy limitado en su alcance, y la gran masa de la humanidad a�n estar�a indefensa y sin esperanza. Pero una persona perfectamente buena ser�a imposible de encontrar. "Todos han pecado". �Qui�nes son, entonces, los objetos del amor de Dios? Solo aquellos hombres y mujeres de quienes se dice que "no hay justo, no, ninguno".

1. El ap�stol nos describe como estando en un estado de impotencia. "Cuando a�n est�bamos sin fuerzas, a su debido tiempo Cristo muri� por los imp�os" (vers�culo 6). Seguramente aqu� hay una recomendaci�n del amor de Dios. Muy a menudo en este mundo, los d�biles se dejan cambiar por s� mismos. Pero si alguno de nosotros se dejara a nuestros propios esfuerzos sin ayuda, �qu� ser�a de nosotros? �No estamos todos contentos, no importa cu�n fuertes seamos, de la ayuda de otros? Si alguno de nosotros se hubiera quedado en nuestros propios esfuerzos sin ayuda para llegar al cielo, �qui�n podr�a esperar llegar all�? El evangelio es un evangelio para los d�biles, es decir, para los m�s fuertes de nosotros, f�sica, moral y espiritualmente. Con respecto a Dios y la eternidad, �qu� d�biles somos en todos estos aspectos! No podemos quedar la mano de la enfermedad o la muerte; no podemos en nuestra propia fuerza mantener una vida de un est�ndar moral inquebrantable; No podemos encontrar una salvaci�n para nosotros mismos. Pero escuche este mensaje: "Cuando a�n est�bamos sin fuerzas, ... Cristo muri� por nosotros".

2. Pero Dios ama m�s que los d�biles. �l ama a los imp�os. "Cristo muri� por los imp�os" (vers�culo 6). La palabra aqu� utilizada expresa la indiferencia del coraz�n humano hacia las cosas espirituales. "El hombre natural no recibe las cosas del Esp�ritu". Si Dios solo am� a los que se volvieron a �l por su propia voluntad, �qui�n podr�a ser salvo? Si alguno de nosotros tiene inter�s ahora en las cosas espirituales, �no fue porque Dios, en su misericordia, puso su mano sobre nosotros y despert� nuestras mentes para pensar seriamente en �l y en nuestras propias almas? Si hay quienes son imp�os, imp�os, quienes no tienen inter�s en las cosas espirituales, a quienes el servicio de Dios es un cansancio, dig�mosles: "Dios los ama incluso a ustedes". "Cristo muri� por los imp�os".

3. Pero Dios va un paso m�s abajo que incluso los imp�os e indiferentes. �l desciende a las profundidades del pecado. "Mientras �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros" (vers�culo 8). Y no solo pecadores, sino enemigos. "Cuando �ramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (vers�culo 10). Aqu� est� el m�s grande de todos los elogios de la tradici�n Divina. Fue un amor, no para el que lo merec�a, sino para el que no lo merec�a; no para los obedientes, sino para los desobedientes; no para los justos, sino para los injustos; no por sus amigos, sino por sus enemigos. Si alguna vez has tratado de amar a tus enemigos, aquellos que te han hecho una lesi�n, sabes lo dif�cil que es. Pero Dios amaba a sus enemigos, aquellos que hab�an violado su Ley y rechazado sus invitaciones, Dios los amaba tanto que dio a su propio Hijo para que muriera por su salvaci�n, a fin de poder traer a aquellos que eran sus enemigos a vivir para siempre con ellos. �l mismo. �Qu� descripci�n es de los objetos del amor de Dios! "Sin fuerza"; "imp�o;" "pecadores"; "enemigos." Seguramente esto deber�a ser suficiente para recomendarnos el amor de Dios. Seguramente, entonces, hay esperanza para los m�s culpables. "Este es un dicho fiel, y digno de toda aceptaci�n, de que Cristo Jes�s vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el principal".

"En paz d�jame renunciar al aliento,

Y tu salvaci�n ve;

Mis pecados merecen la muerte eterna

Pero Jes�s muri� por m� ".

II EL AMOR DE DIOS ES COMANDADO POR SU OPERACI�N.

1. Por parte de Dios, implicaba sacrificio. El amor de Dios no se agot� en la profesi�n. Se mostr� en acci�n. Se mostr� en el mayor sacrificio que el mundo haya visto. Ese fue un amor genuino. �C�mo debe haber entristecido al Padre pensar en su propio Hijo santo e inocente, siendo golpeado, azotado y crucificado por manos de hombres malvados, en el frenes� de su pasi�n y odio! �Qu� sacrificio hacer por nosotros, cuando Dios entreg� a su propio Hijo a la muerte por todos nosotros! Aqu� est� la prueba de la realidad del amor de Dios. Aqu� est� su recomendaci�n para nosotros.

"El amor es tan incre�ble, tan divino, exige mi alma, mi vida, mi todo".

2. Y luego mira la operaci�n de este amor de nuestro lado. Mira los resultados que produce en los corazones humanos. "La esperanza no se averg�enza, porque el amor de Dios se derrama en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos es dado" (vers�culo 5). "Y no solo eso, sino que tambi�n nos alegramos en Dios a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la expiaci�n" (vers�culo 11). �Qu� confianza produce, qu� santa calma, qu� paz, qu� esperanza, qu� alegr�a por el tiempo y por la eternidad, cuando sabemos que Dios nos ama! Oh! no hay poder como este para sostener el coraz�n humano. Las tentaciones pierden su poder para arrastrarnos hacia abajo, cuando ese amor est� atado a nuestro alrededor como un salvavidas. El odio y la malicia no pueden da�arnos, escondidos en el secreto de su presencia. La tristeza y el sufrimiento no pueden traer desesperaci�n, cuando el rostro del Padre se inclina sobre nosotros con su sonrisa eterna, y sus brazos est�n debajo de nosotros con su fuerza eterna. Su amor es como un sendero de luz dorada a trav�s del oscuro valle. "Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni los �ngeles, ni los principados, ni los poderes, ni las cosas presentes, ni las cosas por venir, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura, podr�n separarnos de la amor de Dios, que es en Cristo Jes�s nuestro Se�or ". As� Dios nos recomienda su amor. Nos lo recomienda mostr�ndonos nuestra propia condici�n, lo que somos sin ella. Nos muestra el car�cter de los objetos de su amor: "sin fuerza"; "imp�o;" "pecadores"; "enemigos." Nos muestra la operaci�n de su amor. Nos se�ala la cruz y nos pide que midamos all� la altura y la profundidad de su maravilloso amor. Nos muestra la operaci�n de su amor en los corazones humanos: qu� paz, qu� confianza, qu� esperanza, qu� alegr�a indescriptible y llena de gloria produce. Por todas estas razones, es un amor al que merece la pena rendirse. Por todas estas razones, es un amor que vale la pena tener. Los cristianos deben elogiar el amor de Dios. Una vida cristiana consistente es el mejor testimonio del poder del amor de Dios. Al amar incluso a nuestros enemigos, al mostrar un esp�ritu de altruismo y sacrificio propio, encomiemos a quienes nos rodean el amor de Dios.

"Cuando uno que tiene comuni�n con los cielos ha llenado su urna donde nacen esas aguas puras, y una vez m�s se mezcla con nosotros cosas m�s malas, es como si un �ngel sacudiera sus alas; la fragancia inmortal llena todo el circuito que nos dice de d�nde viene su se suministran tesoros?

C.H.I.

Romanos 5:12

Gracia abundante.

Aqu� el ap�stol contrasta el reino del pecado con el reino de la gracia, y muestra que, si bien existe un punto de similitud entre ellos, hay muchos puntos en los que difieren, y en los que la gracia triunfa sobre el pecado. Todo esto es para alentar al pecador, para que pueda ser llevado del cautiverio del pecado a la esperanza y vivir bajo la influencia de la misericordia de Dios.

I. GRACIA Y PECADO AMBOS LLEGARON POR UNA PERSONA. "Por un hombre el pecado entr� en el mundo, y la muerte por el pecado" ( Romanos 5:12); "Por la ofensa de uno, muchos murieron" ( Romanos 5:15); "Muerte rein� por uno" ( Romanos 5:17); "Por la desobediencia de un hombre, muchos fueron hechos pecadores" ( Romanos 5:19). As� tambi�n con el reino de la gracia. "La gracia de Dios, y el don por gracia, que es por un Hombre, Jesucristo" ( Romanos 5:15); "Los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinar�n en la vida de Uno, Jesucristo" ( Romanos 5:17); "As�, por la obediencia de Uno, muchos ser�n justificados" ( Romanos 5:19). Observe aqu� el poder del individuo para bien o para mal. Nuestros actos est�n muy extendidos en sus influencias, quiz�s eternos en sus consecuencias. "Ninguno de nosotros vive para s� mismo". �Ser� nuestra vida una maldici�n para quienes nos rodean, o una bendici�n? �Estaremos entre aquellos cuyo objetivo y misi�n en el mundo parece ser hacer todo el da�o o todo el da�o que puedan? �O estaremos entre los que intentan seguir los pasos de aquel que "andaba todos los d�as haciendo el bien"?

II LA INFLUENCIA DE LA GRACIA ES TRIUNFANTE SOBRE LA INFLUENCIA DEL PECADO.

1. El pecado trajo condenaci�n; la gracia triunfante trae perd�n. "El juicio fue de uno para condenar, pero el obsequio es de muchas ofensas para justificaci�n" ( Romanos 5:16); "Como por la ofensa de un juicio, todos los hombres fueron condenados; aun as�, por la justicia de Uno, el don gratuito vino sobre todos los hombres para justificar la vida" ( Romanos 5:18). La gracia y la misericordia triunfan sobre la culpa del pecado.

2. El pecado trajo pecaminosidad; la gracia trae justicia. "Como por la desobediencia de un hombre, muchos fueron hechos pecadores, as� tambi�n, por la obediencia de uno, muchos ser�n hechos justos" ( Romanos 5:19). El pecado de un hombre impuso a la raza una mancha hereditaria de pecado. La depravaci�n de la naturaleza humana, como ya se mostr�, es universal. "Todos han pecado". Pero aqu�, tambi�n, la gracia puede triunfar. La gracia puede cambiar el coraz�n corrupto y no regenerado. La gracia reina a trav�s de la justicia El prop�sito de Dios en la justificaci�n no es simplemente que su pueblo pueda salvarse de la culpa del pecado, sino tambi�n que puedan ser liberados de su remero. Como dice San Pablo en otra parte: "Seg�n nos ha elegido en �l antes de la fundaci�n del mundo, que seamos santos y sin culpa ante �l en el amor" ( Efesios 1:4). La experiencia de muchos hijos verdaderos de Dios ha demostrado c�mo la gracia puede triunfar sobre la pecaminosidad hereditaria de la naturaleza humana y sobre las tentaciones especiales a las que est�n expuestas algunas naturalezas.

3. El pecado trajo la muerte; la gracia trae vida. "Que as� como el pecado rein� hasta la muerte, as� tambi�n la gracia reinar� por la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Se�or" ( Romanos 5:21). Es el pecado el que ha arrojado la oscuridad sobre el valle oscuro. "El aguij�n de la muerte es el pecado". Pero Jes�s vino a darnos luz. "Gracias a Dios, que nos da la victoria a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo" ( 1 Corintios 15:57). Verdaderamente, si el pecado ha abundado en la corrupci�n, la desesperaci�n y la muerte de la naturaleza humana, la gracia ha abundado mucho m�s en su regeneraci�n, esperanza y vida eterna.C.H.I.

HOMILIAS DE T.F. BLOQUEADOR

Romanos 5:1, Romanos 5:2

El privilegio cristiano.

La justificaci�n por la fe se asume como ahora se establece, la actitud consecuente del cristiano hacia Dios y la esperanza en �l se exponen a continuaci�n. La salvaci�n solo ha comenzado; y el proceso? �la meta? �No puede haber un fracaso por cierto y una cat�strofe al fin? El ap�stol, en la primera mitad de este cap�tulo, expone los fundamentos de la seguridad cristiana. En estos dos vers�culos exhorta a la paz y la esperanza gozosa.

I. PAZ. Incluso el cristiano justificado puede ser confiado, y a veces puede mirar a Dios con temor. Muchas causas pueden contribuir a esto: la timidez constitucional; mala salud; puntos de vista parciales e imperfectos de la verdad religiosa; intensa autoconciencia; Falta de realizaci�n del ideal. Paul lo sab�a, lo permit�a, lo prescrib�a. "Tengamos paz".

1. La naturaleza de la paz hacia Dios.

(1) Una mente tranquila en vista de la nueva relaci�n de Dios con nosotros en Cristo.

(2) Una garant�a tranquila de la ayuda de Dios en todo nuestro crecimiento y lucha contra el pecado.

(3) La confianza de que todas nuestras relaciones con el mundo ser�n ordenadas correctamente por �l.

2. Los fundamentos de la paz hacia Dios. "Por nuestro Se�or Jesucristo".

(1) Hemos encontrado favor a trav�s de �l ( Romanos 5:2).

(2) Vivimos a trav�s de �l.

(3) Nosotros y nuestros intereses est�n controlados y gobernados por �l. Entonces, paz en todas las cosas hacia Dios, en raz�n de la gran mediaci�n entre Dios y los hombres.

II GLORING Es mucho tener paz; un coraz�n tranquilo libertad de todo temor al mal. Pero es mejor tener alegr�a; un coraz�n ansioso la exultante anticipaci�n de todo bien. Esta alegr�a es nuestra, una esperanza de la gloria de Dios.

1. La esperanza de gloria. Llamado la gloria de Dios. Porque �l, el Perfecto, est� perfectamente bendecido. Y a medida que nos aproximamos a su santidad, nos acercaremos a su felicidad. Est� envuelto en luz; �l nos est� guiando hacia la luz. "La gloria de Dios". M�s de lo que la imaginaci�n puede concebir o desear, se est� preparando para los que lo aman.

2. La alegr�a de la esperanza. El brillo ya nos irradia; Los nuevos l�mites de la vida en nuestras venas. �Qu� vigor y esperanza presta esto al cumplimiento de los deberes ahora! Somos los herederos de un futuro sin l�mites. �Qu� poder ignorar la imperfecci�n y la desesperaci�n de la vida! �Desesperaci�n? con tanta esperanza? "�Alegr�monos!"

�Estamos justificados? Entonces es nuestro privilegio tener paz y alegr�a. Lo que Dios ha hecho, est� haciendo por nosotros. Es nuestro deber tambi�n; �entonces qu� podemos hacer por Dios!

Romanos 5:3

La alegr�a de la tribulaci�n.

Pablo nos ha ense�ado que la paz, incluso la gloria, puede ser nuestra, aunque este sea un mundo de prueba. Ahora ense�a que podemos gloriarnos en las mismas pruebas. Y esta ense�anza la aplica mediante una cadena de argumentos. En otras palabras, �l ense�� en los versos anteriores que somos conquistadores; ahora ense�a que somos "m�s que vencedores".

I. LA TRIBULACI�N TRABAJA PACIENCIA. NING�N personaje puede formarse realmente sin la oportunidad de resistencia; Debemos aprender a resistir. La tribulaci�n brinda esta oportunidad; Nos llama a resistir.

II PACIENCIA. PRUEBA DE TRABAJO. O, como la palabra significa literalmente, "prueba". Debemos ser como el metal genuino, que suena verdadero. Esto solo puede ser, en el caso del personaje, ya que nos hemos convertido en realidad.

III. PROBACI�N TRABAJO ESPERANZA. El intento produce esperanza en un doble sentido: la fuerza probada que tenemos garantiza confianza; y los triunfos pasados ??son promesas de futuro. Entonces, un soldado veterano, debido a las victorias que ha ganado, y porque es un veterano, espera con ansias la victoria futura.

IV. ESPERE QUE NO HAGA VERG�ENZA. La esperanza de las victorias venideras se fusiona en la gran esperanza de la victoria suprema, la posici�n finalmente aprobada en la presencia de Dios. �Pero ser� esto? �No somos m�s aptos para tal presencia? �Y no podremos, por lo tanto, cuando finalmente nos enfrentamos a �l, confrontar su ira? Entonces, nuestras esperanzas se creer�an a s� mismas, �y por ellas deber�amos avergonzarnos! No, pero esto no puede ser. Porque, �no es toda la educaci�n espiritual, sobre la cual construimos nuestra esperanza, una educaci�n de Dios? �No sufre �l misericordiosamente la tribulaci�n que nos sobreviene para que podamos soportar? y que, perdurando, �podemos ser aprobados? y que, siendo aprobados, �podemos tener esperanza? Esta esperanza es de �l. Pero, m�s all� de todo esto, �no nos asegura �l mismo su amor? �No nos lo muestra el Esp�ritu, que busca todas las cosas, s�, las cosas profundas de Dios? No, �no se transfunde a trav�s de toda nuestra naturaleza, "derramada en el extranjero" por el Esp�ritu que se nos da? S�, de verdad, toda nuestra conciencia late con la seguridad de la tierna misericordia de nuestro Dios; Todas las voces de nuestra experiencia nos dicen: "Dios te ama". �Y se puede avergonzar tal esperanza? �Nunca, mientras dure la Palabra de Dios!

Dios nos est� educando; pero en todo, y sobre todo, �Dios nos ama! Aferr�monos a este bendito hecho. Mientras cedemos a la disciplina, al mismo tiempo tomemos su mano y seamos fuertes en su poderoso amor.

Romanos 5:6

El gran amor

La realizaci�n del amor de Dios en la conciencia cristiana es la mayor evidencia cristiana; y es obra de Dios mismo por su Esp�ritu. Pero el Esp�ritu de Dios usa un hecho hist�rico como instrumento de su obra de amor; y es porque creemos en el hecho de que nos damos cuenta del amor que nos da una vida tan bendecida. S�, "Dios encomia su amor hacia nosotros"; y el gran hecho de elogio es este: "Cristo muri� por nosotros".

I. EL AMOR. Quiz�s nunca olvidemos que fue porque Dios nos am�, fuimos salvos. El impulso originario de la salvaci�n estaba en �l. La ira y el amor se mezclaron, pero el amor se esforz� tanto para actuar que la ira deb�a ser guardada. Los reclamos de justicia a causa de los pecados pasados ??eran fuertes; pero �qu� pasa si, por un sacrificio supremo, �l mismo debe cumplir con esos reclamos? Aun as� fue; as� el amor de Dios obra todo en todos.

II El auto sacrificio. Algunos objetan la doctrina de una expiaci�n vicaria, que castigar a los inocentes por los culpables no es justo. �Pero aqu� vemos a Dios mismo agach�ndose para el hombre! �Y no puede el amor hacer tal sacrificio? No, este es el �nico sacrificio que puede hacer el verdadero amor: sacrificarse a s� mismo. "Dios recomienda su propio amor hacia nosotros, en que Cristo muri� por nosotros". El hijo de un padre, m�s querido que uno mismo: Abraham; William Tell. Pero tales ilustraciones fallan por completo; porque el Hijo de Dios es indisolublemente Uno con �l: la Comunicaci�n de s� mismo.

III. EL SACRIFICIO PARA LOS PECADORES. Tal amor es el gran prototipo de todo amor humano sacrificado. Puede haber sacrificio de esposo por esposa, de madre por hijo. Pero esto, en cierto sentido, es uno mismo por uno mismo; Dios era Dios para el hombre. Puede haber sacrificios m�s desinteresados: sujeto para monarca, amigo para amigo. S�, puede haber sacrificio propio incluso hasta la muerte "para un hombre justo", "para el hombre bueno"; puede haber: "aventura" "apenas". �Pero el amor de Dios, por los d�biles, por los imp�os, por los pecadores! Porque los que se opon�an a s� mismo, transgred�an las leyes de la santidad, impotentes para intentar o desear el bien, �por eso muri�! Un amor que no solo se compadeci� de las v�ctimas de la debilidad, sino que se entreg� por aquellos que fueron m�s repulsivos en su amor al pecado, y que se sonrojaron por su odio a Dios: �aqu� est� el amor! Y tal fue su amor por nosotros, en Cristo.

Nuestra fe en �l, entonces, debe ser una fe que nunca dejar� de aferrarse, que confiar� al m�ximo. Adem�s, nuestro amor debe ser un reflejo de �l. Incluso para aquellos que son m�s desagradables en su pecado, se debe sentir y mostrar un amor redentor. � T.F.L.

Romanos 5:9

La seguridad de la redenci�n.

�Pero qu� argumento de seguridad es tal amor! Si el amor en s� mismo produce esperanza, �c�mo funciona este amor asegurado? Es un a fortiori del tipo m�s fuerte.

I. LA RECONCILIACI�N.

1. �ramos enemigos Dios se opuso a nosotros; Nos oponemos a Dios. Algo terriblemente real en esta doble oposici�n. Conocemos su realidad de nuestro lado; conciencia, naturaleza, revelaci�n dan testimonio de su realidad del lado de Dios. La ira de Dios

2. Cristo muri� por nosotros. Justific�ndonos por su sangre, reconcili�ndonos con Dios a trav�s de su muerte. La gran demostraci�n de justicia; La concesi�n divina a sus pretensiones. Tambi�n una gran demostraci�n de amor; la disposici�n divina para sus reclamos. Si; Dios sacrific�ndose por el hombre.

3. Estamos reconciliados. El amor de Dios tiene curso libre ahora a trav�s de Cristo; Nuestro amor es ganado por Dios en Cristo. Entonces paz, amistad, amor mutuo; identificaci�n en Cristo! "He aqu�, qu� clase de amor", etc. ( 1 Juan 3:1).

II El regocijo. Una reversi�n al argumento con el que se abri� el cap�tulo y que se mantiene m�s o menos a trav�s de todos estos vers�culos. Esperamos y tenemos miedo. No, dice el ap�stol, mira al pasado; piensa en las grandes cosas que Dios ha hecho por ti; piense en las condiciones bajo las cuales se produjo toda esa liberaci�n. Y ahora contraste: vea las condiciones de la salvaci�n presente, y al�grese mientras mira hacia el futuro, seguro de que su salvaci�n ser� lo m�ximo. Sigue el a fortiori.

1. No enemigos, sino amigos. Lo que fuimos! Pero �l nos am� entonces, dio su vida por nosotros. �Que somos! �cu�nto m�s nos salvar� ahora! "�T� eres m�o!"

2. No su muerte, sino su vida. Dos lados de la obra salvadora de Cristo. Piensa en el sufrimiento y la muerte: �eso hizo mucho! Piensa en la exaltaci�n y la vida: �cu�nto no har� eso!

3. No solo reconciliado, sino regocijo. El nuevo amor encontrado; El amigo viviente.

Tomemos este Divino "mucho m�s" en toda nuestra vida. El fondo oscuro de la rebeli�n y la muerte; El presente amor y vida: �mucho m�s! La superaci�n del gran mal de una vez por todas; la superaci�n de nuestras tentaciones ahora: �mucho m�s! El don del Hijo; y ahora el don de toda gracia a trav�s de �l: �mucho m�s! Y as�, "salvado de la ira a trav�s de �l" - T.F.L.

Romanos 5:12

El reinado de la muerte.

El resumen de esta primera divisi�n de la Ep�stola: Cristo ha deshecho lo que el pecado ha hecho, en lo que respecta a nuestra relaci�n objetiva con Dios. En estos tres vers�culos: el pecado a trav�s de uno produce la muerte para todos.

I. EL PECADO PREOCUPANDO LA MUERTE. "Muerte", una palabra con muchos significados en las Escrituras. Disoluci�n de naturaleza compleja; corrupci�n de naturaleza espiritual; y abandono final por parte de Dios. Aqu� el primero. Un castigo objetivo de una transgresi�n objetiva; una sentencia manifiesta de condena. De ah� el s�mbolo de la condenaci�n misma, mostrando la ira de Dios. Bien puede llevar a la muerte pensamientos que deben reinar en el hombre interior, a trav�s del retiro del favor de Dios, una par�lisis espiritual. Tambi�n podr�a ser premonitorio del rechazo total. Tal, entonces, la triple muerte: condena, impotencia y la culminaci�n de ambas en el m�s all�. Y esta es la muerte que "entr� en el mundo" a trav�s del pecado.

II LA MUERTE REINA SOBRE TODOS. Pero este pecado es el pecado de uno. �C�mo, entonces, la muerte universal? Mira a tu alrededor: �muerte, muerte, muerte! S�, podr�a responder, porque pecado, pecado, pecado! Cierto; pero lleva el pensamiento al tiempo anterior a la Ley. �Muerte todav�a! Y ning�n pecado como el de Ad�n, como el tuyo es, tan consciente, tan deliberado. Hubo presencia y trabajo del pecado, de hecho, pero el trabajo fue el trabajo espont�neo de naturaleza corrupta. No hay ley, y por lo tanto, estrictamente, no hay transgresi�n. El argumento podr�a verse reforzado por una consideraci�n similar de los paganos ahora y los infantes: �la muerte reina! Entonces, la muerte incluso de aquellos que tienen la Ley no se debe a sus transgresiones individuales de la Ley, sino que se debe rastrear a la misma causa que opera en el caso de aquellos que "no han pecado despu�s de la semejanza de Ad�n transgresi�n."

III. EL PECADO DE UNO EL PECADO DE TODOS. Por lo tanto, si la muerte es un castigo objetivo por una ofensa objetiva, puede ser por nadie m�s que su ofensa que primero transgredi� la voluntad manifestada de Dios. Y por lo tanto, si la condenaci�n se imputa a todos, el pecado se imputa a todos. O, en otras palabras, en �l "todos pecaron" ( Romanos 5:12). La maravillosa solidaridad de todas las cosas: especies, g�nero, mundo, sistema, universo. Entonces, con respecto a la humanidad, y la historia espiritual de la humanidad: el acto de uno, el acto de todos.

Entonces, todos descansan bajo una sombra: �la sombra proyectada por el pecado de Ad�n! Todos llevan una marca, �la marca de su castigo! �D�nde est� el camino de la oscuridad a la luz? �Justificaci�n por medio de Cristo! �Puede esto ser coextensivo en su rango con los resultados del pecado? �Hay una solidaridad aqu� tambi�n? Si.'; porque Adam era "una figura de �l que estaba por venir". �Tenemos otra Cabeza, un segundo Ad�n! �T.F.L.

Romanos 5:15

La vida abundante.

Es evidente que todos est�n condenados, porque reina la muerte; y se prueba que la condena de todos es por el pecado de uno, porque incluso donde no hay una ley expresa, hay muerte. Pero tenemos esperanza en Cristo. �Es v�lida nuestra esperanza? �La justificaci�n por medio de Cristo alcanza un rango tan amplio como la condena por medio de Ad�n? �Y la vida consecuente prevalecer� coextensivamente con la muerte? El argumento aqu� es demostrar la certeza de cada coextensi�n.

I. UNA GRACIA ABUNDANTE.

1. La causa original de la condena fue la

(1) severidad de Dios;

(2) trabajar debido a una infracci�n: una infracci�n que fue (literalmente) una ca�da por debilidad;

(3) y trabajando, por una violaci�n, muerte a todos.

2. La causa original de la justificaci�n es la

(1) gracia de Dios;

(2) trabajando por un don de gracia � a saber. Cristo; y por la gracia de este Cristo, un amor hasta la muerte;

(3) y trabajando porque muchos delitos provocan compasi�n. Seguramente, "no como la transgresi�n, tambi�n lo es el obsequio".

II UNA APROBACI�N INDIVIDUAL DE LA GRACIA ABUNDANTE,

1. La participaci�n en la sentencia de condena fue pasiva por parte de muchos, por el pecado de uno: los herederos sin elecci�n de una triste herencia.

2. La participaci�n en el decreto de vida es activa por parte de muchos, para el sacrificio del Uno: ellos "reciben" la gracia de la justicia, y la apoyan mediante la actividad voluntaria de la fe.

El amor infinito es la fuente de nuestra vida; y Jesucristo, un hombre, es aquel en quien habita toda plenitud. La certeza es irrefragable. �Lo hacemos nuestro? "Todos los que lo recibieron" ( Juan 1:12) .� T.F.L.

Romanos 5:18, Romanos 5:19

Las dos ant�tesis.

La igualdad solidaria con Cristo como con Ad�n se reafirm�, a partir de la implicaci�n de Romanos 5:12, en la fuerza de los argumentos de Romanos 5:15. Afirmado en dos ant�tesis, una apuntando en ambos casos m�s a acontecimientos hist�ricos, la otra a causas morales.

I. LA ANTESIS HIST�RICA.

1. Una violaci�n a la condenaci�n: la condena que est� marcada por la muerte.

2. Un acto de justicia para la justificaci�n: la justificaci�n que trae vida.

II LA ANTESIS MORAL

1. La desobediencia de un hombre que hace a los muchos pecadores: se les imputa el pecado. La pecaminosidad de los pervertidos tambi�n estar� ligada a la misma triste herencia.

2. La obediencia de un hombre �la obediencia "hasta la muerte" ( Filipenses 2:8) - haciendo a muchos justos: se les imputa por justicia. El poder de una voluntad sagrada tambi�n est� involucrado en la herencia restaurada.

Vemos aqu� la inmensa importancia de los actos morales; La inmensa influencia tambi�n de los factores morales. Nunca se repetir� en tal escala: �pero no en menor escala? "Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con �l; si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con �l" �T.F.L.

Romanos 5:20, Romanos 5:21

La econom�a del derecho.

Un regreso a la menci�n de la Ley Mosaica, y su parte en la gran econom�a de la historia del mundo. Sus efectos inmediatos, remotos y definitivos.

I. EFECTO INMEDIATO.

1. Una econom�a secundaria: entre una sola persona, con fines disciplinarios.

2. "Para que el traspaso pueda abundar", es decir, que los hombres se vean obligados a tomar conciencia de lo que les provoc� inconscientemente. Trabajando as� dos veces: como revelaci�n y como represi�n. De esta �ltima manera, obviamente para intensificar la conciencia del pecado, como cuando un torrente es represado. El primero tiene un an�logo en el creciente conocimiento de la vida cristiana, y la mayor arduidad del esfuerzo cristiano que se deriva de ello. Entonces la ley moral, la ceremonial, los profetas y Juan Bautista. El punto culminante de su efecto hacia el pecado en la crucifixi�n de Cristo, en la cual la maldad del hombre, conducida a la desesperaci�n por la santa ley de la vida de Cristo, mostr� su mayor maldad. En verdad, "entr� la Ley, para que abundara la transgresi�n".

II EFECTO REMOTO. "La gracia abundaba m�s que nunca".

1. La econom�a misma de la ley era una econom�a de misericordia, en todas sus partes: por lo tanto, "esto hace y vive", que en cierto sentido se verific� incluso en sus acciones imperfectas; y as� el doble significado de sus sacrificios, revelando de hecho su culpa, pero prof�tico de expiaci�n.

2. El cl�max del pecado, forjado a trav�s de la Ley, fue el cl�max de la gracia: la muerte del que debe morir para quitar el pecado. "�M�s excesivamente?" �Ah, s�!

III. EFECTO �LTIMO. Extensi�n de efectos a todo el mundo: �y ellos? Un contraste una vez m�s.

1. "El pecado rein� en la muerte", el signo terrible de su soberan�a. Visto en todas partes, el oscuro manual de signos estampado en todo el mundo.

2. "Que aun as� pueda reinar la gracia", etc.

(1) Gracia. El favor de Dios se muestra a pesar del pecado.

(2) A trav�s de la justicia. El favor se muestra a trav�s de Cristo, y a trav�s de la justificaci�n que es por �l. El favor de Dios de inmediato es la causa originaria y el efecto realizado de la "justicia".

(3) A la vida eterna. El signo eterno de la soberan�a del amor, en contraste con esa muerte que era el signo de la soberan�a del pecado.

Este, entonces, el canto que resonar� a trav�s de todas las edades: "�La muerte es tragada por la victoria!" �Participaremos en esa canci�n inmortal? �T.F.L.

HOMILIAS POR S.R. ALDRIDGE

Romanos 5:2

Un estado de privilegio.

Parece que el ap�stol estaba encantado de pasar de las demostraciones de la credibilidad del plan del evangelio a considerar la felicidad de aquellos que lo hab�an abrazado y se estaban dando cuenta de sus privilegios. Su pluma brilla mientras se exhorta a s� mismo y a sus lectores a probar todas las comodidades de la condici�n de reconciliaci�n con Dios. Cuando se cuestiona nuestro derecho al patrimonio, podemos pasar tiempo examinando los t�tulos de propiedad y verificando nuestros reclamos; pero en general es m�s saludable y m�s satisfactorio establecerse tranquilamente en la propiedad y cosechar el beneficio de sus tesoros. Entremos con confianza en la vivienda que el amor divino nos ha asegurado, y no siempre nos quedemos justificando el esquema de su fundamento y arquitectura.

I. EL PALACIO AL QUE NOS ADMITEN. Es una casa de gracia donde se disfruta el favor de Dios, y que se proporciona desde las tiendas de la bondad divina. Vio las necesidades de sus criaturas, compadeci� de su triste miseria, los proteger�a de la tormenta y les prodigaba pruebas de amabilidad. La paz reina all�, una sensaci�n de felicidad dichosa. Cada art�culo de mobiliario, cada imagen en las paredes, cada bata usada, cada comida provista, habla de la Divina misericordia, de una actitud cambiada hacia aquellos recibidos dentro de los recintos sagrados. Es un hogar permanente, al que ingresamos para no salir nunca m�s. La gracia no altera, no es voluble; por lo tanto, "nos mantenemos" (permanecemos) all� sin temor a perder un d�a nuestra situaci�n de la arbitrariedad del Maestro.

II LA PUERTA DE ENTRADA. "Por nuestro Se�or Jesucristo". �l es "la puerta de las ovejas", un camino vivo al m�s sagrado de todos. �l es nuestra introducci�n ("acceso") a la corte del Rey. Su obra de misericordia y justicia ha servido para procurar la entrada gratuita a la herencia. Los querubines y la espada llameante ya no bloquean el camino al Para�so de Dios. El propio poder moral del hombre no sirvi� para forzar una entrada al templo. No pudo hacer ninguna brecha en los muros de la justicia gubernamental.

III. EL �NICO PASAPORTE REQUERIDO. "Por fe" entramos en este estado de gracia. La pregunta en la puerta es: "�Crees en el Hijo de Dios?" Confiar en Cristo es sentir el anhelo de un coraz�n renovado, el perd�n divino y reconocer en �l "el Camino, la Verdad y la Vida". El escepticismo puede mantener a los hombres a distancia, la incredulidad puede darle la espalda a la mansi�n, la duda t�mida puede permanecer mirando con nostalgia al p�rtico, pero el creyente se ve impulsado a marchar humildemente pero sin miedo a trav�s de la entrada designada en los pasillos de luz y canci�n.

IV. LA ALEGR�A DE LOS INMATES. Est�n llenos de alegr�a por su condici�n actual; ya est�n rodeados de tantas marcas de favor divino. Constantemente encuentran nuevas bellezas en la construcci�n de las habitaciones, y nuevas evidencias de habilidad, previsi�n y amor divinos. Pero saben que esto no es m�s que el anticipo de una mayor felicidad; triunfan en la expectativa de la gloria venidera. Tienen la promesa y muchas se�ales de una revelaci�n m�s completa del car�cter y el prop�sito de Dios. Se acerca a sus invitados, hasta que por fin se quita el velo de los sentidos, y cada ocupante del palacio se envuelve en el resplandor de su trono. Todo el polvo del viaje a la casa, todo vestigio de contaminaci�n, se desvanece de los peregrinos coronados con el brillo de la presencia celestial de Dios. � S.R.A.

Romanos 5:3

La tribulaci�n hizo subsidiaria a la esperanza.

Los problemas generalmente se consideran antag�nicos a la alegr�a. Una objeci�n pronta podr�a ocurrir, por lo tanto, a la declaraci�n del ap�stol de regocijo cristiano. �C�mo fue esto posible, viendo las muchas dificultades a las que la profesi�n del cristianismo expuso a sus devotos? El texto refuta tal objeci�n.

I. LA F�BRICA CRISTIANA. La tribulaci�n es el m�todo de Dios para disciplinar a su pueblo. El pecado, al haber entrado en el mundo, trayendo tristeza en su tren, las mismas aflicciones de la vida son forzadas por la gracia Divina a contribuir a la mejora de aquellos que lo sufren religiosamente. Esto fue evidente en los tiempos del Antiguo Testamento, pero es a�n m�s visible bajo la dispensaci�n del Esp�ritu, donde se pone el mayor �nfasis en las gracias de car�cter. La fe del cristiano es el material sobre el cual opera la maquinaria de los problemas, haciendo girar el hilo de la paciencia. En la escuela de los problemas se aprende el significado y la misericordia del dolor; solo a aquellos que han experimentado oposici�n se les ha ense�ado la verdadera resignaci�n a la voluntad de Dios, contentos de no apresurarse en los eventos o de pelear con ellos, sino con confianza de esperar su tiempo y problema. Con los hilos de la paciencia se teje la tela de la libertad condicional. El que contin�a firme en la voluntad de Dios demuestra por s� mismo la verdad de las promesas, la precisi�n de los pron�sticos Divinos y el �xito de los m�todos Divinos. La larga sucesi�n de d�as y noches produce su alegre cosecha, cuando los frutos de la paciencia atestiguan que no en vano sembr� el sembrador. Y el molino del entrenamiento de Dios no cesa su trabajo, hasta que a partir de la libertad condicional se construye la hermosa prenda de esperanza, en la que el cristiano est� gloriosamente vestido. �Qu� puede hacer el que ha probado la fidelidad de Dios, pero tiene una confianza inquebrantable respetando todo lo que a�n le espera? Se ve que la evoluci�n de la gracia produce mejores resultados a medida que pasa el tiempo, y la expectativa segura se engendra de una grandeza de gloria que arroja toda la experiencia pasada a la sombra. As�, el ap�stol ha regresado y demostrado su declaraci�n anterior.

1. Observe que la tribulaci�n no es en s� misma objeto de regocijo. La maquinaria a menudo parece dura y cruel, aparte de su objetivo. Solo cuando miramos a trav�s de las cosas vistas a lo invisible y lo eterno podemos dar la bienvenida a los problemas como un peso de gloria, y pierde su aspecto temible.

2. Entonces la tribulaci�n debe tener el esp�ritu cristiano para trabajar, o sus resultados pueden ser desastrosos. No todas las sustancias pasar�n ilesas a trav�s de las ruedas y los rodillos, los husillos y las lanzaderas. Puede romperse en el proceso o reducirse a pulpa. Los problemas no necesariamente mejoran la mentalidad mundana. En lugar de ablandarse, puede endurecer el coraz�n; el hombre puede volverse irritable y malhumorado, agriado por la decepci�n.

3. Y el cristiano puede temer el atractivo de la prosperidad m�s que la resistencia de las dificultades. La explosi�n escalofriante hace que el viajero envuelva su capa cuanto m�s cerca lo rodea; Es el calor lo que lleva a deshacerse de su prenda. Los problemas nos llevan al Refugio designado; en nuestras alegr�as somos como los soldados de Hannibal en Cannae, relajando los lazos de vigilancia y sobriedad. Los tiempos de persecuci�n a menudo han demostrado ser una temporada vigorizante y vigorizante para la Iglesia. Quiz�s la esperanza de gloria futura parezca m�s brillante y envidiable en contraste con el peligro presente.

II EL VALOR DEL PRODUCTO. La esperanza es alegre, como la luz con la que Dios se viste y adorna el paisaje. La esperanza es el ojo del alma; Su claridad y brillo hablan de buena salud. Pero el punto en el que el ap�stol insiste aqu� es el car�cter confiable de la esperanza cristiana. Es una t�nica de la cual el usuario nunca tendr� motivos para avergonzarse. Se adapta al usuario. Ha habido una preparaci�n interna para el adorno externo. El amor de Dios se ha difundido a trav�s de su pecho. Asegurado que es un ni�o querido, la anticipaci�n de la dicha y la perfecci�n es una Vestimenta apropiada para su esp�ritu pac�fico y feliz. El hombre excluido de la fiesta de bodas debido a un vestido inadecuado demostr� que su coraz�n no estaba bien; orgullo u obstinaci�n hab�an rechazado la prenda ofrecida libremente. La mano de obra de la t�nica muestra el mismo dise�o gracioso que ya ha llenado el coraz�n con garant�as de reconciliaci�n y amor redentor. El Esp�ritu que muestra al creyente las cosas de Cristo revela el car�cter y el prop�sito de Dios, y se reconoce que la esperanza de gloria corresponde en cada particular a esta experiencia del maravilloso amor de Dios. Es una prenda duradera, de textura no endeble, que se ve bien durante una temporada y luego cede de repente. La esperanza de muchos es como un palacio de hielo, brillante, pero cediendo a los rayos de luz creciente, o como una antorcha extinguida por el viento de la muerte. Pero esta esperanza, en medio de cada cambio de circunstancia, subsistir� en descomposici�n, s�, crecimiento, esplendor. S.R.A.

Romanos 5:9, Romanos 5:10

La certeza de la salvaci�n.

Se puede decir que la doctrina de la justificaci�n por la fe se insin�a en el primer cap�tulo, impl�cita en el segundo, claramente proclamada en el tercero, probada en las escrituras en el cuarto, y abiertamente exultada en este cap�tulo. Sus consecuencias ahora est�n siendo enfatizadas por el ap�stol.

I. LA APELACI�N A UN HECHO. El "si" del d�cimo verso no significa duda, sino que introduce la premisa principal de la proposici�n, y una que es cuesti�n de reconocimiento instant�neo. Traduce "desde" o "viendo eso".

1. El estado anterior, uno de enemistad contra Dios. La raza humana como tal se hab�a rebelado contra su Soberano. El ap�stol considera la obra de Cristo como efectuada por todas las generaciones, las mentas antiguas se benefician por la fe anticipada y los creyentes posteriores se sienten atra�dos por la simple predicaci�n de la cruz. La experiencia moderna atestigua la realidad de esta condici�n antinatural, siendo evidente la hostilidad tanto en pensamiento como en palabra y obra. �Qu� desgracia debe haber ca�do sobre la creaci�n, para que las criaturas se enfrenten a su Creador, los ni�os contra su Padre! El recuerdo de un Dios en el cielo, en lugar de inspirar deleite, se excluye tanto como sea posible. Sea testigo de la exclamaci�n de la mujer junto al lecho de muerte de Falstaff: "Ahora, para consolarlo, le pido que" no deber�a pensar en Dios; esperaba que no hubiera necesidad de molestarse con tales pensamientos todav�a ".

2. El cambio efectuado. La reconciliaci�n significa la reuni�n en feliz acuerdo de las partes anteriormente en desacuerdo. No importa si definitivamente podemos establecer el tiempo y la manera de nuestra conversi�n individual, siempre que estemos conscientes de que ahora no hay distanciamiento, que no estamos "alienados en nuestra mente" del Todopoderoso Autor de nuestro ser. �Reina la paz? �Amamos y no tememos a Dios, deseando servirle como nuestra principal gloria?

3. El instrumento. El ap�stol declara que la muerte de Cristo ha eliminado todas las barreras para el regreso del hombre a la comuni�n con Dios. Estamos "justificados por su sangre", que alivia los temores de conciencia y nos inspira con nuevos motivos y deseos. La ley de condena fue clavada en la cruz. Los pecadores reconocen en la rendici�n del Padre de su amado Hijo su intenci�n y voluntad de perdonar al penitente.

II EL ARGUMENTO BASADO EN EL MISMO.

1. Si un Cristo moribundo nos reconcili�, seguramente un Redentor viviente evitar� de nosotros la ira Divina. El contraste fue grande entre la forma sin vida que los disc�pulos tomaron de la cruz y el Salvador resucitado que declar�: "Todo el poder me es dado en el cielo y en la tierra". Y en proporci�n, los disc�pulos pasaron de la desesperaci�n escalofriante a una condici�n de triunfo sin miedo. La resurrecci�n fue el sello del placer de Dios en la obediencia a su Hijo, y una ascensi�n al honor podr�a significar nada menos que ayuda y bendici�n continua para aquellos en cuyo nombre el Hijo hab�a sufrido.

2. Si Cristo soport� la cruz por el bien de sus enemigos, seguramente ahora salvar� a sus amigos. Con su muerte, transmut� a sus enemigos en amigos, y la amistad implica ayuda en todo momento de necesidad. El exaltado Salvador pone sus recursos sacerdotales a disposici�n de sus seguidores d�biles y tentados. Su intercesi�n perpetua es una garant�a de su salvaci�n completa y completa. "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los ama hasta el final".

3. Si Cristo super� la dificultad inicial en la salvaci�n, ning�n otro obst�culo puede detener su carrera redentora. Bien podr�a parecer el meollo del problema llevar al hombre al camino de la salvaci�n; pero una vez que sus pies son guiados hacia el camino de la paz, sostenerlo all� es la funci�n gozosa de aquel que "alguna vez vive para salvar". Una vez logrado el abismo entre el pecado y la rectitud, el amor y la santa indignaci�n, nadie puede dudar de la capacidad del Arquitecto Divino de conducir al viajero a trav�s de la seguridad. Nuestro pastor entrena y alimenta a su reba�o. El �ngel con el incensario dorado perfuma y ofrece nuestras oraciones ante el trono. El Salvador viviente es "el Camino, la Verdad y la Vida" de su pueblo. � S.R.A.

Romanos 5:19

Ruina y redenci�n.

Por s� misma, la primera cl�usula expresa un hecho de profunda tristeza. Llama la atenci�n sobre la prevalencia del pecado y la muerte. La historia del mundo se remonta a los colores m�s oscuros. Vemos la carrera de Ad�n hasta ahora marchando hacia la tumba, con la mancha de corrupci�n sobre todos. Nos enfrentamos a ese profundo misterio, la existencia del mal moral, con sus efectos profundos y generalizados. La posibilidad de que el hombre se vuelva recto y libre cediendo a la tentaci�n no agota la explicaci�n de la Ca�da real. Y cuando las Escrituras apuntan a la influencia de un agente externo, la serpiente, empleada para provocar la ca�da de la primera pareja, el manto del misterio no se elimina; Su esquina se levanta un poco para que podamos ver c�mo nuestras dificultades se relacionan con los cuestionamientos sobre el origen y la continuaci�n del mal en seres superiores al hombre. Este parece ser el modo de Dios de tratar con nosotros. Se dice lo suficiente como para permitir que la fe se establezca, no lo suficiente como para poner todo el territorio a nuestra disposici�n. En lugar de desbloquear la casa del ser anterior e invitarnos a sus salas oscuras, para explorar por nosotros mismos la tragedia con la que est� conectada nuestra propia tragedia mundial, las Escrituras apuntan a un Sol que ha brillado sobre nuestro firmamento moral, y ofrecen notamos sus tendencias felices, avivando la vida y la belleza fresca, deteniendo la decadencia, reviviendo la esperanza, atestiguando el inter�s del Todopoderoso en sus criaturas, y mostrando que el permiso del mal no debe atribuirse a ninguna falta de amor divino. El tema del pecado no puede estudiarse beneficiosamente a menos que se combine con el ant�doto que la sabidur�a y el afecto del Alt�simo han provisto. La fe puede titubear al contemplar las incursiones hechas por el pecado sobre la inteligencia y la felicidad de la familia humana, y la fe debe fortalecerse mediante la meditaci�n en la obra remedial de Cristo. �Se pregunta por la transmisi�n del contagio de generaci�n en generaci�n, por la penalizaci�n prolongada de la carrera? �Y la ley parece injusta que pone muchos de los actos de los culpables como una carga sobre los hombros de los inocentes? Luego observe la operaci�n de la misma ley en la redenci�n, donde el Hijo de Dios derrama su sangre para salvar a los pecadores, y observe c�mo de �l se perpet�a la bendici�n de la paz y la piedad. Separe los dos hemisferios, y la mente se convierte en presa de las escalofriantes dudas y los miedos opresivos; �nelos, y la esperanza afirma su ben�fico poder vivificador. Mientras declaramos con asombro: "�Cu�n inescrutables son sus juicios y sus formas de descubrirlo!" podemos agregar: "A quien sea la gloria por los siglos"; "Justo y verdadero son tus caminos, Rey de los santos".

I. EL CONTRASTE ENTRE EL PECADO DE ADAM Y LA JUSTICIA DE CRISTO. Desobedecer la prohibici�n particular era escuchar al tentador y sustituir la voluntad humana por lo Divino. All� estaba contenido el germen de los peores vicios. A Jes�s se le asign� la tarea m�s dif�cil de permanecer santo en medio de un mundo de maldad, y la m�s m�nima desviaci�n de la rectitud hab�a estropeado su ofrenda perfecta. Nuestro pecado es la desobediencia, y somos justos en proporci�n al obedecer los dictados de Dios desde el coraz�n. La desobediencia, como descubri� Ad�n, no aumenta, sino que restringe nuestra libertad. No el conocimiento, sino la obediencia, salva el alma.

II EL CONTRASTE SE MUESTRA ADEM�S EN LOS EFECTOS TRABAJADOS POR CADA UNO. El ap�stol asume la verdad de la historia en G�nesis. �l prueba la universalidad del pecado al referirse al hecho de que todos murieron, lo que demuestra que incluso los antiguos antes de Mois�s debieron haber transgredido alguna ley, y as� incurrieron en la pena por desobediencia. El principio de herencia confirma la verdad de la doctrina de que nuestros progenitores han transmitido una naturaleza viciada a sus descendientes. Jes�s, el segundo Ad�n, es el Jefe de una nueva raza, a quien imparte un nuevo nacimiento, con su tema de santificaci�n. Por el modelo de su obediencia impecable, y por la gracia que fluye hacia nosotros desde esa fuente de obediencia, la maldici�n es quitada de los creyentes, y la justicia es imputada e impartida.

III. LA COMPARACI�N DE LOS N�MEROS INFLUENCI�. Este pasaje deber�a ampliar nuestra estimaci�n del reino de los salvos. En cada caso son "los muchos" los afectados. La obediencia de Cristo es suficiente como causa meritoria para justificar al mundo entero, aunque solo aquellos que "reciben la Palabra" se alegran y santifican conscientemente. Ning�n hombre es condenado por la transgresi�n de Ad�n; Es su propia desobediencia a la ley escrita o innata lo que determina su sentencia. Los millones que murieron en la infancia son redimidos por Cristo; multitudes en el mundo jud�o y pagano se salvaron en virtud de su expiaci�n, aunque no se les revel� expl�citamente, y el ap�stol Juan vio en el cielo un n�mero m�s all� de la aritm�tica de la tierra para calcular.-S.R.A.

HOMILIAS POR R.M. EDGAR

Romanos 5:1

El estado de lo justificado.

Vimos en el �ltimo cap�tulo c�mo Abraham fue justificado solo por la fe, y c�mo su caso realmente cubre el nuestro. La promesa de bendici�n a trav�s de una simiente, que Abraham cre�a tan impl�citamente, se ha cumplido en Cristo. Por consiguiente, nos comportamos en el fiel Prometeador que levant� a Jes�s de entre los muertos, y consideramos su muerte y resurrecci�n como una liberaci�n a muerte por nuestras ofensas, y una liberaci�n de la muerte para nuestra justificaci�n. La fe nos permite obtener la seguridad de nuestra justificaci�n de la resurrecci�n de nuestro Salvador. Pero ahora pasamos bajo la gu�a del ap�stol a la consideraci�n del estado delicioso en el que vienen los justificados. Y aqu� nos damos cuenta

I. LA SEGURIDAD DE QUE SOMOS LOS OBJETOS DEL AMOR DIVINO. ( Romanos 5:1.) Por naturaleza y por raz�n de nuestro pecado, somos el objeto de la justa ira de Dios; pero cuando se nos permite creer en un Salvador que muri� por nosotros y resucit�, nos encontramos pasando de la condici�n condenada a la seguridad del amor de Dios. Y el ap�stol aqu� nos da las etapas del bendito proceso.

1. Pasamos a un estado de paz con Dios. Preferimos el indicativo (??????) adoptado en la versi�n autorizada al subjuntivo (??????) adoptado por la versi�n revisada despu�s de Westcott y Hort. Porque el estado de paz no es una cierta incertidumbre en la que podemos entrar, pero es un estado que resulta de la justificaci�n si realmente ha tenido lugar. Cesamos de la guerra, ya no somos enemigos, hemos entrado en un estado de paz. El creyente, mientras medita tranquilamente en la obra expiatoria de Jesucristo, ve que ha sido llevado de la tormenta a la calma, fuera de la guerra a la paz. La enemistad termin� y se proclam� la paz.

2. Nos damos cuenta de que Cristo nos conduce a una posici�n de gracia. Por su amable mediaci�n pasamos a una nueva relaci�n con Dios; nos damos cuenta de que somos justificados, como creyentes, de todas las cosas de las cuales no podr�amos ser justificados por la Ley de Mois�s. Ahora podemos estar ante Dios y darnos cuenta de nuestro perd�n y aceptaci�n en el Amado.

3. Estamos capacitados para regocijarnos en la esperanza de la gloria celestial de Dios. Porque la condici�n justificada en la que hemos venido a trav�s de Cristo tiene la intenci�n de alcanzar a trav�s de la vida presente y emitir en la gloria de la vida por venir. No es un simple estado mental temporal, sino un estado permanente, al que nuestro Salvador nos ha tra�do.

4. Estamos capacitados para aprovechar las tribulaciones de la vida. Tanto es as� que estamos en condiciones de felicitarnos por (?????????) nuestras tribulaciones; porque a trav�s de estos alcanzamos el poder de la resistencia del paciente (???????), y a trav�s del poder de la resistencia del paciente alcanzamos la experiencia (??????, que significa el resultado de la libertad condicional, as� como la "libertad condicional" en s�, y la primera da aqu�, a pesar de los revisores, el mejor sentido); A trav�s de la experiencia, alcanzamos la esperanza, la esperanza de la gloria celestial, ya que el Esp�ritu Santo derrama en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo una conciencia de que somos los objetos del amor Divino. La esperanza nunca puede ser decepcionada. Tenemos un "cielo presente" en nuestra feliz seguridad del amor de Dios. Hemos pasado de la penumbra a la alegr�a, y m�s all� de nosotros y esper�ndonos, yace la gloria. Por lo tanto, nuestras tribulaciones nos conducen a garant�as de amor divino que de otra manera no podr�amos disfrutar.

II LA HISTORIA NATURAL DEL AMOR DIVINO. ( Romanos 5:6.) El ap�stol, para confirmar a los creyentes en la seguridad del amor de Dios, procede a exhibir su historia.

1. Y muestra su car�cter soberano. Es decir, fue cuando est�bamos sin fuerzas, cuando est�bamos indefensos y sin esperanza en nuestra culpa, que Dios dio la mayor prueba de amor en Cristo muriendo por los imp�os. No fue, por lo tanto, ninguna raz�n en nosotros, sino �nicamente el ejercicio del amor soberano de Dios, lo que llev� a la muerte de Jes�s por los imp�os.

2. La muerte de Jes�s es la gran demostraci�n del amor de Dios. Los hombres ocasionalmente han sacrificado sus vidas por hombres buenos, nunca por uno solo; pero Dios en Cristo sacrific� su vida por aquellos que a�n son pecadores. No se puede imaginar una demostraci�n m�s poderosa del amor divino que esta muerte del Hijo de Dios por los pecadores. Y est� bien aqu� notar que como una "transacci�n trinitaria", como Shedd felizmente lo expres�, Dios en la muerte de Cristo exhibe "su propio amor" (Versi�n Revisada). A trav�s de la unidad de Padre e Hijo en la esencia Divina, la muerte de Jes�s es realmente el sacrificio de Dios. Es, por lo tanto, la m�s maravillosa de todas las exposiciones de amor.

3. La vida de resurrecci�n de Jes�s es la gran garant�a de nuestra salvaci�n de la ira divina. Jes�s muri� para asegurar nuestra justificaci�n. Estamos justificados por su sangre. En esto Dios nos ha reconciliado con �l mismo. La resurrecci�n de Jes�s es, en consecuencia, la prueba de que Dios est� satisfecho con su propio sacrificio en Jesucristo, por lo que su ira se aleja de nosotros a trav�s del espect�culo de un Salvador resucitado. "La forma m�s elevada de amor", dice Shedd, "que, a saber, el sacrificio propio, incita al Dios trino a satisfacer su propia justicia, en la habitaci�n y el lugar del pecador que ha incurrido en el castigo de la justicia. En la obra de expiaci�n vicaria, Dios mismo es a la vez ofendido y propiciador. Esto se ense�a en 2 Corintios 5:18, "Dios nos ha reconciliado consigo mismo"; Colosenses 1:20, 'Conciliar todas las cosas consigo mismo'. Dios, en la Persona de Jesucristo, es Juez, Sacerdote y Sacrificio, todo en un Ser. Las objeciones comunes a la doctrina de la propiciaci�n de la ira Divina descansan sobre la idea unitaria de la Deidad. Seg�n este punto de vista, que niega las distinciones personales en la esencia, Dios, si es propiciado, debe ser propiciado por otro ser que Dios. Cristo es simplemente una criatura. La influencia de la expiaci�n sobre Dios es, por lo tanto, una influencia extranjera de la esfera de lo finito. Pero, De acuerdo con la idea trinitaria del Ser Supremo, es Dios quien propicia a Dios. Tanto el origen como la influencia de la expiaci�n son personales y no ajenos a la Deidad. La transacci�n est� totalmente en la Esencia Divina. La satisfacci�n de la justicia , o la propiciaci�n de la ira (cualesquiera t�rminos que se empleen, y ambos se emplean en la Escritura) es requerida por Dios y hecha por Dios ". Es un Salvador resucitado, vivo y reinante, que nos salva del miedo a la ira divina y nos asegura su aceptaci�n.

III. ALEGR�A A TRAV�S DE RECIBIR LA RECONCILIACI�N. ( Colosenses 1:11.) Ahora, cuando apreciamos el maravilloso amor de Dios al proporcionar una reconciliaci�n, entonces la recibimos por fe y nos vemos obligados a regocijarnos en Dios, que podr�a proveernos. Adem�s, del t�rmino "recibido" (????????) queda claro que la "reconciliaci�n" (?????????) no es algo pagado por el pecador, sino algo divinamente provisto que debe ser aceptado. Es una obligaci�n adicional impuesta, no un precio pagado. Dios es tan regio como para "reconciliarse a s� mismo" y luego nos pide que recibamos el beneficio de ello. Deber�amos regocijarnos en tal Dios. Verdaderamente sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos. Los justificados tienen todas las razones para estar alegres en su Rey.R.M.E.

Romanos 5:12

Responsabilidad representativa.

En la �ltima secci�n vimos el estado bendecido en el que entra el creyente justificado: un estado de paz, de aceptaci�n graciosa, de esperanza gloriosa, de gozo en Dios. El ap�stol en la presente secci�n expone la relaci�n en la que la humanidad se encuentra con los dos grandes representantes, Ad�n y Cristo. No podemos hacer nada mejor que considerar a estos dos representantes en el orden mencionado y c�mo se relacionan con la raza.

I. EL PRIMER ADAM COMO REPRESENTANTE DE LA CARRERA. Ahora, el ap�stol declara claramente en este pasaje que la muerte entr� en nuestro mundo a trav�s del pecado de un hombre. El �nico hombre en su pecado debe, por lo tanto, haber estado actuando para la raza; y nos corresponde a nosotros tener una visi�n clara de su posici�n representativa. Ahora, el error habitual cometido en este tema es suponer que los representantes deben ser seleccionados voluntariamente por aquellos a quienes representan. Este no es siempre el caso. Un representante puede ocupar su posici�n de necesidad. Este fue el caso de nuestro primer padre. La raza humana no est� compuesta por varias unidades independientes, sino por una serie de generaciones dependientes. En consecuencia, como primer padre, Adam estaba en la naturaleza misma del caso representante de la raza. "La frivolidad irracional", dice un escritor h�bil, "con el que algunos objetan su responsabilidad por el acto de Ad�n, porque no tuvieron parte en elegirlo como su representante, muestra una singular falta de pensamiento y de observaci�n discriminatoria del orden establecido. de la providencia de Dios. Es evidente que cuando Dios mismo instituye directamente una organizaci�n social, siempre designa, ya sea por un acto especial o por un orden natural invariable, el jefe gobernante y representativo ... La unidad de la raza humana es su propia instituci�n inmediata, y nombr� a Ad�n su antepasado para que fuera su representante y jefe federal. Y en este caso tambi�n hizo imposible un nombramiento electivo por parte del hombre, por la constituci�n que cre� al hombre en generaciones sucesivas. No teniendo desde el principio existencia contempor�nea, acci�n consensuada era imposible. Su unidad, por lo tanto, depend�a de una cabeza com�n y de su acci�n representativa. La constituci�n de la naturaleza y el curso de la providencia hace que sea una cuesti�n de justicia social que una generaci�n obligar� al �xito, aunque sea remoto, para bien o para mal. Toda la legislaci�n y todo el gobierno procede de acuerdo con este principio, y no puede evitarlo. El mal que conlleva la raza nos ha sobrevenido por el mismo principio, y su repudio es imposible sin la violaci�n del orden moral del que depende la estabilidad de la sociedad. Nuestra relaci�n responsable con el primer pecado de Ad�n no depende en modo alguno de nuestro consentimiento para su nombramiento como nuestro jefe del pacto, as� como nuestra relaci�n responsable con la deuda nacional de Gran Breta�a no se ve afectada por el hecho de que fue contra�da sin nuestro consentimiento personal. , y antes de que naci�ramos. "� Se descubrir� tambi�n que la autoridad parental de Ad�n conlleva la idea de la realeza; estaba en una posici�n regia y representativa; ten�a dominio no solo sobre las criaturas, sino tambi�n sobre su propia posteridad. Sus actos fueron consecuentemente de un car�cter regio y representativo. Llevando estos principios necesarios con nosotros, podemos ver c�mo su pecado al comer el fruto prohibido fue un acto representativo. En esto, la raza estaba representada, por eso la raza estaba atada estaba actuando en su capacidad representativa, y no se gana nada repudi�ndolo. Pero, adem�s, podemos entender en cierta medida c�mo un pecado como el de Ad�n afect� su constituci�n, de modo que se convirti� con su esposa contaminada, y as� transmiti� el pecado a las generaciones venideras. La muerte de los beb�s es la prueba positiva de que la raza ha sido tratada como una unidad org�nica, y que la mancha del pecado ha sido transmitida por la generaci�n ordinaria. Todo el tema de la "herencia", como ahora se trata cient�ficamente, se relaciona con esta relaci�n de Ad�n con su posteridad. Es evidente que las generaciones se han vinculado entre s�. La responsabilidad representativa ha estado en funcionamiento desde el principio. En lugar de discutir con el acuerdo, nuestro deber es reconocerlo y ver c�mo, de acuerdo con el mismo principio, podemos recibir bendici�n como una compensaci�n gloriosa a la maldici�n que nos ha sido transmitida.

II EL SEGUNDO ADAM COMO REPRESENTANTE DE LOS JUSTIFICADOS. Hemos visto c�mo el primer Ad�n se constituy� como el representante de la raza, y por su pecado involucr� a toda la raza en traspaso y condena. La muerte pas� a todos los hombres, porque todos en �l han pecado. Pero ahora el ap�stol nos muestra el glorioso inicio de esta herencia de culpa y muerte. Dios ha dado un nuevo Representante a la raza, incluso Jesucristo, su Hijo. Por su obediencia, el principio representativo se transmuta en un �rgano de gracia en lugar de un �rgano de condena. Pero observemos cuidadosamente la naturaleza de la relaci�n establecida entre nosotros y Cristo. Y aqu� observemos:

1. Mientras estamos unidos al primer Ad�n por generaci�n ordinaria, nos unimos al segundo Ad�n por regeneraci�n. La primera uni�n es involuntaria; No podemos determinar qui�nes ser�n nuestros padres. Pero la uni�n con Cristo tiene un car�cter voluntario. Cuando el Esp�ritu es recibido y nos regenera, nos hace dispuestos en el d�a de su poder. La libertad de la voluntad tiene su lugar en la relaci�n en la que entramos hacia el segundo Ad�n. Podemos rechazar la uni�n o cerrarla. Por lo tanto, toda la raza no se incluye necesariamente en la obra vicaria de Cristo, simplemente porque la raza entera no lo ser�. No todos vendr�n a Jes�s para que tengan vida ( Juan 5:40).

2. Jes�s propone apagar el fuego, no solo del pecado original, sino tambi�n del pecado real, en aquellos que reciben su gracia. Esta es la idea apost�lica en este pasaje. El arreglo podr�a haber sido jaque mate simplemente el pecado original; es decir, poner la carrera en una plataforma tan buena como la que ocup� nuestro primer padre antes de la ca�da. La obediencia de Cristo podr�a haber sido el mero equivalente de la desobediencia de Ad�n. Pero el don gratuito de la justificaci�n por medio de Cristo abarca nuestros pecados reales, as� como nuestro pecado original. Se ve as� que la gracia abunda. Todo pecado en el que hemos estado involucrados se cancela y se elimina mediante la obediencia de nuestro Representante. Y:

3. Jes�s propone no solo contrarrestar el pecado, sino tambi�n asegurar un reino de gracia para la vida eterna. La abundante gracia del segundo Ad�n eleva a sus destinatarios a una vida eterna en el favor y la sociedad de Dios. Por lo tanto, el principio representativo proporciona la compensaci�n m�s magn�fica por todo lo que conlleva la ca�da de nuestro primer padre. Si por fe estamos unidos al segundo Ad�n, obtenemos el beneficio de su obediencia; su resistencia a la pena que merec�amos es aceptada como nuestra; se nos imputa su perfecta obediencia a los requisitos de la Ley Divina; y su esp�ritu de gracia viene a morar dentro de nosotros. El resultado es que la gracia abunda tanto como para dominar el pecado y elevarnos a esa comuni�n con Dios, que es la vida eterna. El segundo Ad�n, por lo tanto, nos redime de nuestra relaci�n con el primer Ad�n.

III. LA ADMINISTRACI�N DE GRACIA A TRAV�S DE JESUCRISTO HACE UNA COMPENSACI�N AMPLIA PARA TODAS LAS ANOMAL�AS APARENTES EN EL PACTO ANTERIOR. Ahora, uno de los hechos a los que se refiere el ap�stol en este pasaje es, sobre la admisi�n de casi todos los comentaristas, la muerte de los infantes como consecuencia de su relaci�n con Ad�n. Por supuesto, se puede decir que estos infantes estaban en los lomos de Ad�n cuando �l pec�, como Levi estaba en los lomos de Abraham cuando pag� los diezmos a Melquisedec. A�n as�, el destino de los infantes parecer�a una anomal�a en el gobierno de Dios si no van a recibir compensaci�n a trav�s del segundo Ad�n. Pero si es b�blico creer que todos los infantes que mueren debido a su relaci�n con el primer Ad�n heredan la vida eterna debido a su relaci�n con el segundo Ad�n, entonces toda dureza desaparece y la anomal�a se transmite. Ahora, esta es, como creemos, la doctrina apropiada. Todos los que mueren en la infancia son, a trav�s de la abundante gracia del segundo Ad�n, salvados. No debemos tenerles miedo, donde sea que hayan fallecido. Su sufrimiento hasta la muerte es un precio barato a pagar por la exenci�n de las tentaciones del mundo actual; y cada uno de ellos en la gloria aceptar� el paso doloroso hacia �l como, despu�s de todo, un arreglo misericordioso, al ver que la gloria yace m�s all� de �l.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Romans 5". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/romans-5.html. 1897.