Bible Commentaries
1 Samuel 13

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-23

Ya hemos visto que el deseo y decisi�n deliberada del pueblo por un rey fue un golpe directo al gobierno de Dios en Israel; pero hab�a llegado el momento de permitir que la voluntad del pueblo se saliera con la suya. Por un lado, Dios, aunque no sin la objeci�n del profeta, les permitir�a saber ad�nde debe llegar el rey de su elecci�n. Por otro lado, ya he mostrado plenamente que, incluso antes de que se expresara el deseo del pueblo por un rey, Dios hab�a manifestado Su prop�sito de bendecir por medio de un Ungido ante quien el sacerdote deb�a caminar.

Ten�a la intenci�n de darles un rey. Su amor est� siempre antes que el odio del enemigo. El hombre muestra sin duda lo que es en su deseo de deshacerse de Dios; pero Jehov� tiene sus propios planes, y nos da el gran consuelo de saber que, aunque la ejecuci�n de ellos puede depender del fracaso y ruina pecaminosos del hombre, su prop�sito y fin de bendecir al hombre est� siempre presente en su propia mente. Estos consejos de Dios son, por supuesto, totalmente independientes del hombre.

Pueden tomar plenamente en cuenta los medios de la bendici�n de la criatura, y deben hacerlo; porque �l es el �nico Dios sabio, que no necesita pensamientos posteriores para corregir o complementar Su primer dise�o; y es en el hombre donde Dios se glorifica m�s. Pero al mismo tiempo, por esa misma raz�n, Dios bendice m�s al hombre cuando lo eleva de sus pensamientos a sus propios consejos.

Ahora, al mirar este cap�tulo, nada puede ser m�s llamativo que la manera en que Dios hace que todo contribuya a Su propio fin. El hombre hab�a expresado su voluntad culpable. Est� a punto de realizarse un juicio. Dios, despu�s de la debida advertencia, no pone dificultades en el camino, sino que ayuda de todas las maneras imaginables, para que el juicio del rey elegido por el hombre tenga todas las ventajas.

�Puede algo de este tipo ser una lecci�n m�s sana para nosotros, hermanos m�os, perm�tanme observar, que este mismo principio de parte de Dios? �Cu�ntas veces, al desaprobar una medida, no estamos dispuestos a intentar contrarrestarla de todas las formas posibles? No somos sabios al presionar nuestros deseos o juicios; y mostramos adem�s cu�n poca fe tenemos en la propia voluntad de Dios al respecto; porque, si simplemente confiamos en Su voluntad, podemos estar seguros de que �l sabe mejor c�mo reducir a otros a la sujeci�n,

No estoy suponiendo que sea una cuesti�n de nuestro propio deber, sino donde otros est�n en cuesti�n. Posiblemente tambi�n nosotros mismos nos equivoquemos por una u otra causa. Pero incluso suponiendo que tengamos la certeza de que no lo somos, podemos provocar m�s donde corresponde a otros actuar, y una oposici�n demasiado aguda podr�a precipitar lo que m�s deseamos que se evite. Pero lo mejor en cualquier caso es cultivar una tranquila confianza en Dios.

Y si otros empujan una medida equivocada, que se le permita toda oportunidad, y su verdadero car�cter solo se mostrar� m�s pronto y m�s claramente. Por lo tanto, en todos los aspectos, como aquellos que tienen fe en Dios y no desean nuestra propia voluntad, nuestra sabidur�a es que debemos encomendar las cosas a Dios mucho m�s simplemente de lo que estamos dispuestos a hacer.

Esto me parece bellamente manifestado en la gu�a del Se�or a Israel durante las circunstancias que llevaron a la llegada de Sa�l al trono de Israel. Nadie podr�a haber anticipado que la b�squeda de los asnos perdidos de su padre lo pondr�a en conexi�n, no solo con el profeta Samuel, sino con el trono de Israel. Sin embargo, as� fue. En los viajes de Sa�l y su siervo llegaron a la tierra de Zuph, en la cual era la ciudad donde habitaba Samuel.

Al consultarlo, la ansiedad de Sa�l en cuanto a su misi�n se calma, y ??�l mismo es informado de que todo el deseo de Israel est� sobre �l. Los detalles del consejo del sirviente, la direcci�n de las j�venes doncellas, el vidente, la c�mara secreta, etc., son maravillosamente gr�ficos. Baste decir que se invit� a la compa��a a cenar y que la espaldilla reservada se coloc� ante el invitado principal del d�a. Antes de su regreso a casa, Samuel se queda a solas con Sa�l y finalmente lo unge como capit�n de la herencia de Jehov�.

De antemano Dios comunica Su mente a Su siervo. Por un lado, ordena las circunstancias para que Sa�l se presente; por el otro, se�ala a la misma persona en la que los hombres de esa �poca se deleitaba m�s. Era precisamente el hombre que la naturaleza desear�a como rey. Si todo el pueblo hubiera sido, en lenguaje moderno, encuestado, �no era Sa�l el hombre que habr�a mandado de todos modos a la gran mayor�a? Por su parte, entonces, no hubo oposici�n ni impedimento desde el momento en que se rechaz� la amonestaci�n prof�tica. A Israel se le permiti� en todas las formas posibles tener su propia voluntad.

Por otro lado tambi�n, �qu� puede ser m�s conmovedor que la parte de Samuel? Hab�a protestado contra ello. Ahora bien, ah� es precisamente donde, si no estamos muy atentos, podemos arrojar obst�culos. Samuel podr�a haber arrojado obstrucciones en el camino. No as�, el Se�or le hab�a hablado al o�do. Esto fue suficiente. Y aqu� estaba la persona venida. Indiscutiblemente, fue una suplantaci�n del propio lugar de Samuel en Israel, as� como del de Jehov�; pero ahora todo se deja en paz con Dios, quien pondr� a prueba la elecci�n del pueblo.

El juicio debe continuar. Dios ha dispuesto que tengan un rey como los dem�s; y cuando lo haga, notar�is, no s�lo aqu� sino en todas partes, que todo se pone favorablemente, de modo que debe haber un experimento completo del rey del hombre delante de �l, sin la menor pretensi�n, por ejemplo, de que Israel diga que hay eran desventajas que imped�an el debido juicio de su rey. Todo lo contrario; la boca de Israel fue tapada. Por tanto, Sa�l es llevado ante el profeta y ungido sin demora.

A otra cosa puede estar bien llamar la atenci�n. Al principio Sa�l parece brillar. �D�nde hubo una mejor muestra del rey del hombre al principio? Habla con modestia; parece no tener ambici�n alguna, por lo que la gente puede discernir. Tenemos todos los sentimientos apropiados de su parte por su padre; vemos adem�s que no faltaba afecto ni deseo de parte de su padre hacia �l. As� todo parec�a favorable; porque cuando un hombre es llamado a un cargo p�blico, puede ser de inter�s e importancia que sepamos lo que es en casa; y esto en consecuencia fue justamente dado.

Vemos claramente que en ambos lados hab�a afecto e inter�s familiar: ya sea de Sa�l o de su padre Cis, la gente no tiene por qu� sufrir malos informes sobre tal punto. Todo esto era un buen augurio para las perspectivas futuras de Israel a los ojos de los hombres.

Una vez m�s, no solo hubo esta obra en la providencia, sino que Dios se complaci� en dar se�ales con el prop�sito de ayudar a Sa�l. Si hubo un o�do para o�r, si hubo alguna medida de percepci�n espiritual, hubo se�ales especiales puestas en su camino. Estos se presentan ante nosotros al comienzo de 1 Samuel 10:1-27 .

As�, ante �stos, dos hombres anuncian la recuperaci�n del objeto de su b�squeda; y esto junto al sepulcro de Raquel, un lugar de singular inter�s para Sa�l: al menos ciertamente deber�a haber sido as�. (Ver. 2.) Era el lugar, como es bien sabido, donde se hab�an echado los cimientos de su familia. Su padre se entristeci� por Sa�l, no por su propiedad, que en verdad fue encontrada. Pero Sa�l no ten�a ojos para ver, ni o�dos para o�r seg�n Dios.

Nuevamente, tres hombres, como se nos dice en los vers�culos 3, 4, iban a encontrarlo cuando iba al roble de Tabor, y se dirig�an a Dios en Betel. Es decir, fueron llevados ante el lugar, no s�lo del sepulcro de Raquel, sino de Dios en Betel. Un hombre llevaba tres cabritos, y as� sucesivamente; y �stos le saludaron, y le dieron hogazas de pan. �No recogi� de all� una prueba de que Dios estaba obrando en Israel? �Que la famosa escena donde Dios hab�a prometido el cumplimiento de Su prop�sito a su padre Jacob no fue olvidada? Un remanente estaba all�; un testimonio suficiente, s�, amplio; no s�lo dos, sino tres hombres. Todav�a hab�a un testimonio m�s que adecuado de la realidad de la fe en Israel.

Junto a esto, sin duda, el estado de Israel, aterrorizado por los amos filisteos, era verdaderamente deplorable; pero �qu� de eso si la fe obr�? Las circunstancias nunca deben asustar al creyente. La pregunta entonces era si Dios era el Dios de Israel. y en lo que se refer�a a Su pueblo, �ten�an fe en �l? Ahora bien, podemos ver aqu� a los tres hombres subiendo a Dios a Betel antes de la se�al de la condici�n, la condici�n pr�ctica de Israel en este tiempo; porque esto era un punto fresco.

�Despu�s de eso llegar�s al monte de Dios, donde est� la guarnici�n de los filisteos; y suceder� que cuando llegues all� a la ciudad, te encontrar�s con una compa��a de profetas que descienden del lugar alto con salterio, pandero, flauta y arpa delante de ellos, y profetizar�n�. (Ver. 5.) �Qu� est�mulo para alguien que pod�a o�r seg�n Dios! El peor de los tiempos para la fe solo nos llama m�s a entonarle melod�a.

No faltaba el testimonio de gozo y alabanza en estos profetas y, sin embargo, Dios quiere que su pueblo confiese justamente las circunstancias. De nada sirve cegarnos a la condici�n real, ya sea de la iglesia ahora o de Israel entonces. Siempre es correcto, sabio y humilde reconocer la verdad.

As� es con nuestras almas, y en todas nuestras experiencias cristianas. Hay muchos hombres que tratan de no pensar en todo lo que han sido. Muchas personas cuando se convirtieron por primera vez. Dios trata de mirar solo lo que es brillante, gozoso y alentador. Su ojo descubre r�pidamente todos los pasajes consoladores de la palabra de Dios. Se desliza sobre lo que intenta y escudri�a el coraz�n. Todo es bastante inteligible, pero �es realmente sabio? No es el modo en que el Esp�ritu de Dios obra para formar al santo.

No es que no haya abundante consuelo en todos los caminos y palabra de Dios desde el primero hasta el �ltimo; pero estad seguros, hermanos m�os, que la mejor sabidur�a es cuando la gracia nos fortalece para mirar la verdad, y toda la verdad, ya sea acerca de Dios o del hombre, de la iglesia o de nuestras propias almas; y por eso es que muchas personas que, si se me permite decirlo, evitan la visi�n completa de lo que �l mismo es cuando es llevado a Dios, tiene que repetir la lecci�n otro d�a bajo circunstancias m�s dolorosas.

Es mucho mejor enfrentar desde el punto de partida lo que somos, as� como lo que Dios es en Su naturaleza, consejos, relaciones y voluntad; de lo contrario, cuando llevemos cinco o diez a�os siguiendo al Se�or, quiz�s tengamos que quebrarnos en la rueda por alguna grave infidelidad, y esto debido principalmente a la locura de negarnos a mirar la realidad plena de lo que �ramos. el principio.

Ahora bien, es evidente que el car�cter de Dios, tal como lo representamos nosotros, se ve mucho m�s afectado por el hecho de que tengamos que pasar por un proceso tal vez doloroso y humillante algunos a�os despu�s de haber iniciado nuestro camino, que por el hecho de que aprendamos lo que somos cuando el fluir pleno de la gracia divina confirma nuestras almas a medida que aprendemos del Se�or Jes�s. S�lo as� podemos permitirnos juzgar todo lo que somos naturalmente.

Esto tambi�n fue expresamente una se�al para Sa�l. La primera se�al fue personal, conectada como estaba con el sepulcro de Raquel, un lugar de muerte para la madre, pero donde naci� Benjam�n, la cabeza de la propia tribu de Sa�l, y el tipo del Mes�as en Sus poderosas victorias para Su pueblo en la tierra. . No era ese hijo de Jacob que estaba separado de sus hermanos y exaltado en otra esfera, sino el hijo de la mano derecha de su padre, que representa al Se�or Jes�s cuando se levanta para derribar a todos los adversarios en Su reino poco a poco; porque tal es la bendici�n particular que fue concedida cuando el Esp�ritu de Dios por medio de Jacob pronunci� la bendici�n de Benjam�n.

La segunda se�al deber�a haber insinuado la realidad a la fe de un testimonio m�s que suficiente de que as� como tres hombres sub�an a Betel, Dios no pod�a fallar, sea el estado de Israel lo que sea. Luego sigui� el signo de ese estado actual. Las promesas adjuntas a Betel estaban lejos de cumplirse todav�a. Si oye hablar de "la colina de Dios", all� "est� la guarnici�n de los filisteos". Indudablemente, entonces, la condici�n real de Israel y su tierra cuando el hombre deseaba un rey era tan baja como pod�a ser.

Si solo hubiera habido fe para entrar en estas se�ales, tom�ndolas de Dios, seguramente habr�a habido una oportunidad m�s bendita para la obra y el triunfo de Dios, quien nunca deja de responder a la fe viva; pero esto era exactamente lo que Sa�l no ten�a. No faltaba un espect�culo justo en la carne. Sa�l se ve�a al principio muy amable con el padre, con los sirvientes, con todos en fin, como encontramos.

En todo esto hab�a la promesa natural m�s brillante para el rey del hombre; pero esto fue todo? Tambi�n hubo otro privilegio m�s alto, uno puede notarlo de pasada: Dios incluso se complaci� en investirlo con el poder del Esp�ritu de Dios externamente, por supuesto.

"Y el Esp�ritu de Jehov� vendr� sobre ti, y profetizar�s con ellos, y ser�s mudado en otro hombre". �No nos muestra todo esto que Dios estaba dando todo el socorro posible y toda ventaja concebible al rey del hombre que entraba en esta nueva fase en la historia de Su pueblo? Esta la concibo como la lecci�n incuestionable de estos dos Cap�tulos: uno m�s sabio y m�s necesario en las circunstancias �qui�n podr�a ingeni�rselo?

Entonces tenemos el cumplimiento de estas palabras; Pero hay m�s que eso. Sa�l llega a su casa, donde buscan ansiosamente saber todo lo que hab�a pasado con el profeta. "Y el t�o de Sa�l dijo: Dime, te ruego, lo que Samuel te dijo. Y Sa�l dijo a su t�o: �l claramente nos dijo que los asnos fueron encontrados. Pero del asunto del reino, del cual Samuel habl�, �l dijo �l no

"As�, todo parece todav�a humilde y prometedor, en lo que respecta a Sa�l. La carne puede ir muy lejos en la imitaci�n de lo que es de Dios, pero muy pronto ocurren circunstancias que muestran que est� totalmente en la superficie.

"Samuel convoc� al pueblo a Jehov�, a Mizpa;" y luego les presenta el caso. Hab�an pedido un rey. Ahora pues, presentaos delante de Jehov� por vuestras tribus, y por vuestros millares. Y cuando Samuel hizo que se acercaran todas las tribus de Israel, la tribu de Benjam�n fue tomada. sus familias, la familia de Matri fue tomada, y Sa�l hijo de Cis fue tomado.

Esta fue tambi�n una circunstancia muy notable. Porque aqu� Dios pone a prueba la elecci�n de Sa�l, deteniendo de todas las formas posibles las quejas de los hombres; porque podr�a haberse dicho: "�Ah! despu�s de todo, a la gente no se le permiti� elegir; ni hubo justo dejar la cosa al Se�or. Todo fue arreglado entre Samuel y Sa�l.� No es as�. El profeta no arregl� nada: indudablemente fue Dios quien actu�; pero esto no descarta en lo m�s m�nimo el hecho de que �l simplemente estaba satisfaciendo el deseo del hombre.

As� aqu� la suerte estaba en oposici�n y apartando de Su propio gobierno de Israel el conocido plan seg�n la ley puesta en vigor, como sabemos, sobre la divisi�n de la tierra, y para ser usado nuevamente cuando la tierra sea nuevamente redistribuido. Mientras tanto, esto se emple� ahora para el rey, y con el mismo resultado. Era imposible acusar as� la conducta de Samuel; y si por un lado no pod�a haber duda de que al hombre se le permit�a la elecci�n m�s libre posible, es notable por otro lado que Dios estaba ayudando al hombre en todos los sentidos para que su elecci�n se llevara a cabo con justicia.

En consecuencia entonces, "Samuel dijo a todo el pueblo: �Veis al que Jehov� ha escogido, que no hay ninguno como �l en todo el pueblo? Y todo el pueblo gritaba, y dec�a: Dios salve al rey". "Pero los hijos de Belial", se agrega, "dijeron: �C�mo nos salvar� este hombre? Y lo despreciaron, y no le trajeron presentes. Pero �l guard� silencio". Esta es otra caracter�stica notable en el caso; porque podr�a haberse supuesto ahora, ya que la elecci�n del rey era, en lo que se refer�a al pueblo, un pecado contra Dios, que esto relevaba a los piadosos de la lealtad.

�No en el m�s m�nimo grado! Podr�an haber sido los primeros hombres de Belial los que se unieron al resto para desear un rey; pero cuando el rey fue elegido, ungido e investido solemnemente, fueron los hombres de Belial quienes se negaron a mostrarle respeto. Encontraremos, no solo que Samuel pag� lealtad a Sa�l de la manera m�s completa, sino incluso a David, el verdadero ungido de Jehov�, aunque no fue escogido para el pueblo y de entre el pueblo seg�n su elecci�n, como Dios pudo hacer e hizo con �l.

un perfecto conocimiento de todos sus pensamientos y motivos; sin embargo, �l, el rey que Dios escogi� de acuerdo con Su propio coraz�n, mientras Sa�l vivi�, gozosamente mor� en su s�bdito y siervo.

1 Samuel 11:1-15 . Nuevamente, Sa�l no solo muestra una singular moderaci�n al comienzo de su reinado, callando en presencia de estos hombres de Belial que se le opon�an, sino que, adem�s, cuando los amonitas suben y acampan contra Jabes-galaad, Sa�l no falt�. a la ocasi�n. �Y todos los hombres de Jabes dijeron a Nahas: Haz un pacto con nosotros, y te serviremos.

"Y as�, muy pronto se da un golpe a Israel. Pero entonces debes recordar que el trato con el amonita no era el objeto que estaba delante de Dios, ya sea por el rey del hombre o el rey de Dios. El filisteo no era el amonita. De hecho, bajo el ley, el amonita deb�a ser expresamente exento de destrucci�n y perdonado. Esto no significaba que si los amonitas atacaban al pueblo de Dios, deb�an quedar impunes, pero no entraba en el plan directo de Dios someter a los amonitas al yugo de Israel.

Y el amonita aqu� hiere a Israel. "Danos siete d�as de descanso", dicen los ancianos de Jabes, "para que enviemos mensajeros a todos los t�rminos de Israel; y entonces, si no hay quien nos salve, saldremos a ti. Entonces vino el mensajeros a Gabaa de Sa�l, y dio la noticia a o�dos del pueblo; y todo el pueblo alz� la voz y llor�. Sa�l se conmueve, y el Esp�ritu de Dios viene sobre �l.

"Y se encendi� su ira en gran manera. Y tom� una yunta de bueyes, y los descuartiz�, y los envi� por todo el t�rmino de Israel por mano de mensajeros, diciendo: Cualquiera que no saliere en pos de Sa�l y de Samuel, as� se har� h�gase con sus bueyes. Y cay� temor de Jehov� sobre el pueblo, y vinieron puestos de com�n acuerdo. El resultado fue una gran victoria y, de hecho, una derrota tan completa que, como se nos dice, no quedaron dos amonitas juntos; y, en consecuencia, el pueblo ahora estaba lleno de indignaci�n por la falta de respeto que se hab�a mostrado antes al rey.

"Y el pueblo dijo a Samuel: �Qui�n es el que dijo: Ha de reinar Sa�l sobre nosotros? Trae a esos hombres, para que los matemos". Sa�l vuelve a brillar notablemente. "Y dijo Sa�l: Nadie morir� hoy, porque hoy Jehov� ha hecho salvaci�n en Israel". Por lo tanto, todo estaba a favor del rey. Podr�a haber parecido ahora que los temores de Samuel eran vanos de que la elecci�n del rey fuera la m�s feliz. Aqu� estaba uno que supo c�mo usar la victoria sobre el enemigo con moderaci�n, tanto como antes hab�a mostrado paciencia con los rebeldes en Israel.

Pero 1 Samuel 12:1-25 puede prepararnos para algo muy diferente.

Primero vienen las palabras de Samuel a Israel. "Y Samuel dijo a todo Israel: He aqu�, he o�do vuestra voz en todo lo que me dijisteis, y os he puesto rey. Y ahora, he aqu�, el rey anda delante de vosotros; y yo soy viejo y canoso. cabeza; y he aqu�, mis hijos est�n con vosotros; y he andado delante de vosotros desde mi ni�ez hasta el d�a de hoy". Los desaf�a en cuanto a su propia integridad, y el pueblo lo confiesa sin dudarlo.

"Y �l les dijo: Jehov� es testigo contra vosotros, y su ungido es testigo hoy de que no hab�is hallado nada en mi mano. Y ellos respondieron: �l es testigo. Y Samuel dijo al pueblo: Jehov� es el que que adelantaron a Mois�s y a Aar�n, y que sacaron a vuestros padres de la tierra de Egipto. Ahora, pues, estad quietos para que yo os razone.

As�, habiendo quedado completa y formalmente absuelto de todo lo que pudiera turbar la conciencia de una sola alma recta en Israel, apela a ellos en el nombre de Jehov�. Les recuerda c�mo se hab�an levantado libertadores; pero a�ade: "Ahora, pues, he aqu� el rey que hab�is escogido y a quien hab�is deseado", y he aqu�, Jehov� os ha puesto rey. Si tem�is a Jehov�, y le serv�s, y obedeciereis a su voz, rebelde contra el mandamiento de Jehov�, entonces vosotros y tambi�n el rey que reina sobre vosotros seguir�is en pos de Jehov� vuestro Dios; sea ??contra vosotros, como fue contra vuestros padres: ahora, pues, poneos de pie, y ved esta gran cosa que Jehov� har� delante de vuestros ojos. �No es la cosecha de trigo hoy? Clamar� a Jehov�, y �l enviar� truenos y lluvia".

Apenas es necesario explicar que si al llamado de Samuel Jehov� envi� de inmediato lo que estaba completamente fuera de tiempo, por lo tanto se dar�a prueba de la manifiesta respuesta de Dios en medio de ellos. Sus o�dos est�n abiertos a los justos. "Entonces Samuel invoc� a Jehov�, y Jehov� envi� truenos y lluvia". Pero, �qu� era todo esto para atestiguar? �Para que conozc�is y ve�is que es grande vuestra maldad que hab�is hecho delante de los ojos de Jehov�, pidi�ndoos rey.

"El juicio del profeta (y esto formado de acuerdo con Dios) fue el mismo de siempre. No obstante, �l podr�a haber parecido ayudar en el nombramiento del rey, y en cierto sentido realmente lo hab�a ayudado, como ning�n otro hombre en Israel lo hab�a hecho. hecho. Porque �qui�n entre los que escucharon sus palabras en general podr�a haber deducido de la conducta de Samuel, y de su esp�ritu, que su coraz�n no estuvo totalmente de acuerdo con ella? Si algunos juzgaran mal al hombre de Dios en esto, mi convicci�n es que su conducta fue humilde, y guiada por Dios para que no resbalara donde era dif�cil evitarlo.

Porque uno puede tener que actuar en un estado de cosas que ha producido el pecado; y en tal complicaci�n uno puede confundir f�cilmente la mente de Dios si no se contenta con simplemente cumplir con su propio deber. El juicio puede ser claro en cuanto a lo que pertenece a Dios, lo que otros han comprometido. Supongamos por otra parte un deber que nos incumbe a nosotros mismos de otro tipo. En tal caso, deber�amos tenerlo tan arraigado en nuestras propias almas como para poder seguir adelante con calma e inmutable, cumpliendo con nuestro deber, cualquiera que sea, incluso a pesar de la m�s fuerte convicci�n de cu�l ser� el estado real de las cosas. Este fue el caso de Samuel.

Hab�a en Israel una falta total de la confianza de que goza una buena conciencia; porque en este punto encontramos que todo el pueblo ahora clama a Samuel y dice: "Ora por tus siervos". Pero aunque puedan estar en cierta medida convencidos de su insensatez, se ha hecho la elecci�n y el juicio debe continuar. "Orad por vuestros siervos a Jehov� vuestro Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos a�adido este mal, pedirnos rey.

Y Samuel dijo al pueblo: No tem�is; toda esta maldad hab�is hecho; mas no os apart�is de seguir a Jehov�, sino servid a Jehov� con todo vuestro coraz�n; y no os desvi�is; porque entonces deb�is ir tras cosas vanas, que no pueden aprovechar ni librar; porque son vanos. Porque Jehov� no desamparar� a su pueblo por causa de su gran nombre". El mismo principio es v�lido en todas las circunstancias. Cuando las personas se han puesto mal y se dan cuenta de que lo han hecho, no siempre es posible revertirlo.

Pero Dios es un recurso invariable, y no fallar� a quienes verdaderamente se humillen. Se convierte en una cuesti�n de hacer Su voluntad donde estamos. Las consecuencias de lo que se hizo mal pueden continuar incluso cuando la persona es llevada a juzgar la cosa mala; y Dios puede exigirle a uno sus efectos humillantes cuando uno ha confesado y renunciado al mal mismo. No s�lo es posible, sino absolutamente necesario, haber terminado con el mal, aunque puede permanecer como una nueva prueba ciertos resultados externos que se derivan de ella.

Y entonces el verdadero recurso no es buscar volver a la posici�n en la que est�bamos antes de que se hiciera el mal, sino reconocer el mal a fondo, humill�ndonos a los ojos de Dios y mir�ndolo para ver cu�l es su voluntad ahora. concerniente a nosotros. Evidentemente esto supone fe, que era precisamente la falta, y esto no s�lo de Sa�l sino tambi�n de los hijos de Israel. As� dice el profeta: "Solamente temed a Jehov�, y servidle en verdad con todo vuestro coraz�n; porque considerad cu�n grandes cosas ha hecho por vosotros. Pero si todav�a hac�is el mal, ser�is consumidos, vosotros y vuestro rey. " Todo lector de la Biblia sabe cu�n verdaderas resultaron estas palabras en el resultado.

Luego viene la primera crisis clara en la historia de Sa�l. ( 1 Samuel 13:1-23 ) "Sa�l rein� un a�o". No pas� mucho tiempo. "Y cuando hubo reinado dos a�os sobre Israel, Sa�l escogi� para s� tres mil hombres de Israel; de los cuales dos mil estaban con Sa�l en Micmas y en el monte Beth-el, y mil con Jonat�n en Gabaa de Benjam�n; y el resto de al pueblo envi� cada uno a su tienda.

Y Jonat�n derrot� la guarnici�n de los filisteos que estaba en Geba". En Jonat�n estaba la fe. No era simplemente un castigo infligido al amonita infractor que el Se�or ciertamente ejecutar�a por causa de su propio nombre; sino que los filisteos eran un enemigo m�s formidable. , aunque Dios ten�a la intenci�n de expulsarlos de la tierra a su debido tiempo. �Qu� negocio ten�an ellos all�? La guarnici�n de los filisteos entonces fue herida en Geba; "y los filisteos se enteraron.

s pueblo seg�n la incredulidad y el desprecio o la indiferencia de los paganos? �Sa�l los consideraba simplemente como su pueblo?

Esto es lo que la incredulidad siempre hizo, y lo hace ahora. "Nuestra gente" "�Nuestra iglesia!" Tal fraseolog�a traiciona el vicio fatal de conectar las cosas con nosotros mismos en lugar de con Dios; y no conozco un pensamiento m�s enga�oso, ni uno que muestre cu�n completamente el coraz�n se ha apartado del Dios viviente. La mayor�a tal vez nunca tuvo el sentido real de lo que significa nacer de Dios, y menos a�n de ser comprado por precio; de modo que uno no es de s� mismo, sino suyo.

No sentir esto cuando se le se�ala probar�a c�mo el veneno se insin�a y vicia todo juicio. No es posible tratar correctamente a un cristiano a menos que tengamos en cuenta que es un hijo de Dios; ni uno puede hablar o actuar correctamente hacia la iglesia a menos que se crea que es la iglesia de Dios. Puedo actuar libremente con lo que es m�o y, naturalmente, puedo resentir una violaci�n de sus derechos; pero debo cuidar lo que hago con lo que no es m�o ni vuestro, sino de Dios.

Esto se ha olvidado donde los hombres hablan de su iglesia. As� con el pueblo de Israel aqu�. Si se los considerara simplemente como el pueblo de Sa�l, los hebreos o algo por el estilo, es evidente que todo debe ir mal, porque el punto de partida era falso: Dios qued� fuera y la relaci�n de Israel con �l.

Esta fue entonces la primera proclamaci�n del rey Sa�l: "Que los hebreos escuchen". "Y todo Israel" porque el Esp�ritu de Dios no habla como el rey proclam�, sino seg�n su nombre distintivo de Dios "Y todo Israel oy� decir que Sa�l hab�a herido una guarnici�n de los filisteos". As� Sa�l obtuvo todo el cr�dito; sin embargo, fue enteramente a trav�s de la fe de Jonat�n; pero el Se�or no restar�a nada al rey, por indigno que fuera.

"Y que tambi�n Israel fue abominado con los filisteos". Todo estaba bien. Dios no tiene la intenci�n de que Su pueblo sea diferente de esto a los ojos de los que lo odian. Pueden respetar o temer a un pueblo, lo cual es bastante natural; pero lo que el mundo no puede soportar es la pretensi�n de Dios. Si solo esperan encontrar para ustedes una porci�n de Dios, al mundo le importar�a poco, porque no est�n libres de temores, pero en todo caso esperan que �l tenga misericordia; pero lo que ofende al mundo es cuando con calma y humildad y no puedes ser demasiado humilde al respecto, pero al mismo tiempo firmemente, te aferras a que Dios mismo te ha llamado y bendecido; no solo que esperas tenerlo, sino que Dios te tiene ahora, y ahora le perteneces a �l, y vives aqu� para Su voluntad, prop�sitos y gloria, incluso mientras vas por el mundo. Ahora Sa�l no ten�a el sentido de esto en su alma; y esta fue la incredulidad que sin duda se expres� inconscientemente al llamar alHebreos para escuchar.

"Y los filisteos se juntaron para pelear con Israel, treinta mil carros y seis mil jinetes, y gente como la arena que est� a la orilla del mar en multitud; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Beth-aven Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en una estrechez (porque el pueblo estaba angustiado), entonces el pueblo se escondi� en cuevas, en matorrales, en pe�ascos, en lugares altos y en fosas.

Y algunos de los hebreos cruzaron el Jord�n a la tierra de Gad y Galaad". Puedo concebir que alg�n erudito mundano diga de inmediato: "Ahora, ah� est� usted equivocado, ya que el �ltimo vers�culo hace bastante evidente que las dos palabras, hebreo y Israel, est�n intercambiados, y sustancialmente todos iguales, y s�lo una diferencia de fraseolog�a". Es cierto que primero, sin duda, dice "Hebreos", luego o�mos hablar de Israel; pero ahora volvemos a "Hebreos" nuevamente. .

No lamento advertirle contra todo razonamiento de este tipo. �Por qu� entonces, mientras que el Esp�ritu de Dios tiene tanto cuidado de llamarlos no hebreos sino Israel, estos hombres no son llamados Israel sino hebreos en el vers�culo 7?

La raz�n no es dif�cil de explicar, ni tampoco sin su importancia. "Y algunos de los hebreos pasaron el Jord�n a la tierra de Gad y Galaad". Hab�an dejado la tierra de Dios; hab�an perdido ese precioso nombre. Podr�an poseerlo realmente; pero hab�an abandonado el terreno de la fe; y la consecuencia es que el Esp�ritu Santo muestra Su propio sentido del mal que se le hizo a Jehov�. En un momento cr�tico, cuando el enemigo estaba penetrando con fuerza en la tierra, y entr� en un lugar que amenazaba todo all�, algunos de los israelitas abandonaron la tierra de Dios y se colocaron en una posici�n totalmente falsa.

As� se hizo una gran deshonra al Se�or por ambos lados. Hab�a filisteos que se hab�an apoderado de la tierra de Dios, m�s o menos, y hab�a israelitas que la hab�an dejado. Cu�l fue el m�s triste, podr�a ser dif�cil de decir. "En cuanto a Sa�l, a�n estaba en Gilgal, y todo el pueblo lo segu�a temblando. Y se detuvo siete d�as, conforme al tiempo se�alado por Samuel; pero Samuel no lleg� a Gilgal.

"Esta es otra lecci�n notable para nuestras almas. La paciencia siempre debe tener su obra perfecta; pero esto era lo que Sa�l no pod�a permitirse. �l hab�a esperado, sin duda, que Samuel llegar�a a su debido tiempo. Esper� y esper�, y parec�a como si estuviera casi completo; pero fue precisamente en el punto de la prueba donde se derrumb�. El tiempo a�n no se hab�a agotado, y la carne nunca puede esperar. Parec�a casi expirado, y el rey no esperar�a. m�s; porque el primer hombre nunca llega a ser perfecto.

�l puede hacer un buen espect�culo, pero la perfecci�n no es as�. No s�lo la ley no hace nada perfecto, sino que la carne tampoco lo alcanza. As� "se detuvo siete d�as, conforme al tiempo se�alado que Samuel hab�a se�alado; pero Samuel no lleg� a Gilgal, y el pueblo se dispers� de �l".

Sin duda, por lo tanto, al rey le pareci� necesario que no hubiera m�s dispersi�n para el pueblo. �Necesario? No hay nada necesario excepto la voluntad de Dios. Es posible que la gente se haya dispersado muy r�pido, pero Dios pudo reunirlos nuevamente. La palabra de Dios era clara. Sa�l lo sab�a perfectamente bien, pero no ten�a fe en �l. Entonces, por fin, bastante cansado y asustado por la gente que lo deja, dice Sa�l: "Traedme un holocausto y ofrendas de paz.

Y ofreci� el holocausto. Y aconteci� que tan pronto como termin� de ofrecer el holocausto, he aqu� vino Samuel; y Sa�l sali� a su encuentro para saludarlo. Y Samuel dijo: �Qu� has hecho? Y Sa�l dijo: Porque vi que el pueblo se me hab�a dispersado, y que t� no viniste dentro de los d�as se�alados, y que los filisteos se juntaron en Micmas; por tanto dije: Los filisteos descender�n ahora sobre m� a Gilgal, y yo no he orado a Jehov�: me esforc�, pues, y ofrec� holocausto.

"No es raro escuchar buenas razones para algo malo. El curso que tom� sonaba justo. La gran falla fue que Dios no estaba en el asunto. Era la pol�tica de Sa�l y esto debido a los temores de Sa�l. La fe siempre mira a Dios, y hace Su voluntad. Poco sab�a Sa�l la fatal consecuencia de su incredulidad. El profeta le deja o�r "Samuel le dijo a Sa�l" y esta fue una palabra severa para que el profeta le dijera al rey de Israel "T� has hecho neciamente: no guardaste el mandamiento de Jehov� tu Dios, que �l te hab�a mandado; porque ahora Jehov� hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.

Mas ahora tu reino no ser� duradero: Jehov� ha buscado para �l un var�n conforme a su coraz�n, y Jehov� le ha mandado que sea pr�ncipe sobre su pueblo, por cuanto no guardaste lo que Jehov� te mand�. Pero nota esto. El mismo Jehov� eso mostr� Su propia soberan�a, como si fuera independiente de las circunstancias al elegir a Sa�l antes de que se echara la suerte, y al ungirlo, incluso ese mismo Jehov� no expresar�a Su elecci�n de otro hombre hasta que Sa�l hubiera expuesto con justicia su ineptitud para el reino sobre Su pueblo.

Y se levant� Samuel, y subi� de Gilgal a Gabaa de Benjam�n. Y Sa�l cont� el pueblo que estaba presente con �l, como seiscientos hombres. Y Sa�l, y Jonat�n su hijo, y el pueblo que estaba presente con ellos, se quedaron en Guibe� de Benjam�n".

Luego, el final del cap�tulo muestra la condici�n interior del pueblo. Era miserable ahora que el rey hab�a estado reinando por alg�n tiempo, pero bastante suficiente para que la fe hubiera probado su eficacia. Se dice que no ten�an ni siquiera un instrumento para la autodefensa. Si quer�an afilar un azad�n, ten�an que ir a los filisteos para tal fin. Sa�l no hab�a obrado ninguna liberaci�n.

Y aconteci� que en el d�a de la batalla, no se hall� espada ni lanza en la mano de ninguno de los del pueblo que estaban con Sa�l y Jonat�n; pero s� se hall� all� a Sa�l y a su hijo Jonat�n. Y la guarnici�n de los filisteos sali� al paso de Micmas".

Y esto trae otra escena. Tenemos el fracaso de la carne, quiz�s a�n no completo, pero sentenciado, y el final mostrado. El Se�or har� a�n m�s manifiesta la ineptitud del rey, que en boca de dos o de tres testigos se establecer� toda palabra. El primer testigo ha hablado con suficiente claridad, pero a�n tendremos m�s testigos. Mientras tanto, es una cosa muy consoladora que el Se�or no amontone sus testimonios sobre el mal sin darnos un poco de gozo y consuelo para que la fe se refresque. As�, entre el doble testimonio del fracaso del rey Sa�l, tenemos la hermosa actividad de la fe en su hijo Jonat�n. El hombre podr�a no haber buscado tal exhibici�n entonces o all�; pero Dios ni ve las cosas ni act�a seg�n nuestros pensamientos.

"Aconteci� un d�a que Jonat�n, hijo de Sa�l, dijo al joven que tra�a las armas: Ven, y pasemos a la guarnici�n de los filisteos, que est� al otro lado". ( 1 Samuel 14:1 ) Esto ciertamente fue atrevido; pero no se lo dijo a su padre. No, si Sa�l ten�a su propia naturaleza que lo llev� a guardar silencio, Jonat�n tuvo fe.

Hubo Uno a quien le dijo; pero no fue a su padre. Toda la historia muestra su deber hasta el final de su vida; pero esto s�lo realza m�s su silencio en una ocasi�n como �sta. Jonathan estaba tan alejado en esp�ritu de su padre como lo ansiaba en naturaleza. Probablemente sin detenerse a dar cuenta de su silencio, no fue llevado a decirle una palabra de lo que ten�a en el coraz�n por Israel.

"Y se detuvo Sa�l en los confines de Guibe� debajo de un granado que est� en Migr�n; y el pueblo que estaba con �l era como seiscientos hombres". El secreto de Dios no est� con el rey ni con el sacerdote. La gente no sab�a que Jonathan se hab�a ido m�s que cualquiera de los dos.

"Y entre los pasadizos por donde Jonat�n procuraba pasar a la guarnici�n de los filisteos, hab�a un pe�asco agudo a un lado, y otro pe�asco agudo al otro lado". El Esp�ritu de Dios advierte para nuestra instrucci�n las inmensas dificultades del camino. �Y Jonat�n dijo al joven que tra�a su armadura: Ven, y pasemos a la guarnici�n de estos incircuncisos�. Fue s�lo para que los mirara.

Ni siquiera los llam� filisteos, sino "estos incircuncisos". Esto era correcto. Sus ojos los vieron como Dios los vio; para �l no se trataba de su fuerza o debilidad, pero no ten�an el signo de la inutilidad de la carne. No hab�a circuncisi�n, ni forma ni siquiera exterior de relaci�n con Dios. Por eso dice: "Pas�monos a la guarnici�n de estos incircuncisos; quiz�s Jehov� haga por nosotros; porque no hay freno para que Jehov� salve con muchos o con pocos.

"La fe genuina habla con sencillez, y Dios la usa para actuar sobre las almas de los dem�s como aqu� sobre el escudero. "Y su escudero le dijo: Haz todo lo que est� en tu coraz�n; vu�lvete; he aqu�, yo estoy contigo conforme a tu coraz�n. Entonces dijo Jonat�n: He aqu�, pasaremos a estos hombres, y nos descubriremos ante ellos.� ??No s�lo existe, pues, el valor de la fe, sino tambi�n el contar con Dios.

"Si nos dicen as�: Esperad hasta que lleguemos a vosotros, entonces nos detendremos en nuestro lugar y no subiremos a ellos. Pero si nos dicen as�: Subid a nosotros, entonces subiremos; porque Jehov� los ha entregado en nuestras manos; y esto nos ser� por se�al. Y ambos se descubrieron a s� mismos" lo �ltimo que la naturaleza los hubiera inducido a hacer.

"Y ambos se descubrieron a la guarnici�n de los filisteos; y los filisteos dijeron: He aqu�, los hebreos salen de las cuevas donde se hab�an escondido". El idioma en que los filisteos hablaban de Israel era el mismo que Sa�l hab�a usado antes, y que Dios usaba para aquellos que abandonaban su verdadero terreno por miedo. �Y los hombres de la guarnici�n respondieron a Jonat�n y a su escudero, y dijeron: Subid a nosotros, y os mostraremos algo.

. Y Jonat�n dijo a su escudero: Sube en pos de m�, porque Jehov� los ha entregado en manos de Israel. no de Jonat�n, sino "en manos de Israel". Aqu� vemos no s�lo la fe, sino la grandeza y el desinter�s de la fe. Es un hombre cuyo coraz�n estaba puesto en la bendici�n de Dios para Su pueblo; y esto era lo correcto. �Y Jonat�n subi� sobre sus manos y sobre sus pies, y su escudero tras �l; y cayeron delante de Jonat�n, y su escudero lo mat� tras �l.

Y aquella primera matanza, que hicieron Jonat�n y su escudero, fue de unos veinte hombres, dentro como de media hect�rea de tierra, que pod�a arar una yunta de bueyes. Y hubo temblor en el ej�rcito, en el campo y en todo el pueblo".

Por lo tanto, no fue simplemente que Dios le dio fuerza a estos dos hombres fieles, sino que hubo una obra poderosa de Dios independientemente de ellos o de cualquiera que la acompa�ara, y esto es algo con lo que podemos contar. �Piensan ustedes que tal fe en los hombres o el poder de Dios en respuesta a ella est� hecho, amados hermanos? De ninguna manera. El Dios que entonces emple� a Jonat�n y su escudero para derribar a los filisteos en su guarnici�n tiene una tarea igualmente grave que cumplir ahora.

Por consiguiente, �l est� obrando en los corazones de la gente; Se prepara de una forma u otra. O da la convicci�n que infunde terror en el coraz�n del adversario, incluso cuando parece muy audaz, o obra de manera salvadora de acuerdo con las circunstancias del caso. As� que aqu� hubo temblor en el ej�rcito sobre el campo. No era simplemente una cuesti�n de miedo del hombre. Esto ciertamente no habr�a hecho temblar el campo mismo. "Y la tierra tembl�", como se nos dice; "As� que fue un temblor muy grande".

"Y miraron los centinelas de Sa�l en Gabaa de Benjam�n; y he aqu�, la multitud se desvanec�a, y segu�an destroz�ndose unos a otros. Entonces dijo Sa�l al pueblo que con �l estaba: Contad ahora, y ved qui�n se ha ido de Y cuando hubieron contado, he aqu� que Jonat�n y su escudero no estaban all�, y Sa�l dijo a Ah�as: Trae el arca de Dios, porque el arca de Dios estaba en aquel tiempo con los hijos de Israel.

Y aconteci� que mientras Sa�l hablaba con el sacerdote, el alboroto que hab�a en el campamento de los filisteos iba y crec�a; y Sa�l dijo al sacerdote: Retira tu mano. Y Sa�l y todo el pueblo que con �l estaba se juntaron, y vinieron a la batalla.� Despu�s de todo, el sacerdote y el arca no dieron suficiente luz al rey. No pudo obtener satisfacci�n en cuanto a la causa del misterioso temblor. Era muy evidente que all� no brillaba la luz de Dios, por lo que se dedic� a otro recurso, como veremos despu�s, se echaron suertes.

Pero antes que nada, observen que est� dicho: "Adem�s, los hebreos que estaban con los filisteos antes de ese tiempo". Aqu� nuevamente, �cu�n maravillosamente precisa es la escritura? El secreto de esto es bastante claro. Estos hombres estaban con los filisteos. �Qu� negocio ten�an los israelitas all�? Podr�amos entender que los filisteos entraran entre ellos, pero fue un acto de traici�n o debilidad culpable cuando los israelitas fueron con los filisteos.

Sus enemigos podr�an ser enviados como una inflicci�n, y se les permitir�a entrar en medio de ellos para su grave problema; pero �qu� podr�a justificar que los israelitas entraran entre los filisteos? Y si lo hicieron as�, �no merec�an un nombre mejor que el de hebreos? As� los llama el Esp�ritu de Dios. Y lo que lo hace m�s llamativo es que en el vers�culo 28 se dice: "Tambi�n ellos se volvieron para estar con los israelitas.

Evidentemente, el Esp�ritu de Dios los trata como a los m�s indignos, pero "a�n ellos tambi�n se volvieron para estar con los israelitas". No es ahora con "los hebreos", sino con "los israelitas que estaban con Sa�l y Jonat�n". todos los hombres de Israel�, lo cual es igualmente sorprendente. �Asimismo, todos los hombres de Israel que se hab�an escondido en el monte de Efra�n, cuando oyeron que los filisteos hu�an, tambi�n ellos los persiguieron en la batalla.

F�jate en la diferencia. Dios es tan justamente medido en todos Sus caminos que los hombres que se hab�an equivocado por completo eran llamados los "hebreos". Israel. Pero si �stos ya no ten�an el reconocimiento de ese bendito nombre, el pueblo que simplemente hab�a cedido al terror lo recobr� cuando reanud� los caminos que correspond�an a los hijos de Israel. Sin duda hab�an sido indignos en el pasado, sin embargo ahora son llamados con el nombre de honor divino.

De nuevo leemos (v. 24) que "los hombres de Israel estaban angustiados aquel d�a, porque Sa�l hab�a conjurado al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre". �Cu�n triste en un d�a de bendici�n y victoria como este ver al rey arruinarlo as�! Aqu� vemos lo que hizo el rey. La �nica parte que aport� fue para afligir y vejar y estorbar al pueblo de Israel, y sobre todo a aquel que merec�a lo mejor de todo. Tal es el efecto donde la incredulidad se entromete en el d�a que la fe cosecha cosas buenas de Dios.

"Sa�l hab�a conjurado al pueblo, diciendo: Maldito el hombre que comiere pan hasta la tarde, para que me vengue de mis enemigos". No hay una palabra sobre la gracia del Se�or. Su sentimiento es: "Para vengarme de mis enemigos". En esto estaba puesto el coraz�n de Sa�l. �D�nde estaba ahora su antigua modestia? As� actu� el hombre que en la antig�edad parec�a la persona m�s humilde de todo Israel. Ahora que hab�a estado en el poder por poco tiempo, un pensamiento de Dios se hab�a ido.

El pueblo ya no estaba ni siquiera en el nombre exterior conectado por �l con Dios; y cuando la gracia hab�a obrado fuera de �l para obrar esta gran liberaci�n, era simplemente Sa�l veng�ndose de los enemigos de Sa�l. �D�nde estaba Dios entonces en sus pensamientos? �l no estaba en ninguno de ellos, podemos decir con valent�a.

Y esto mismo dio ocasi�n a un incidente muy instructivo registrado en el resto del cap�tulo. Jonat�n estaba en el secreto del Se�or, pero no estaba al tanto del juramento con el que Sa�l hab�a atado al pueblo. Como Sa�l no sab�a lo que hab�a entre Dios y su propio hijo, as� Jonat�n era un extra�o fuera del juramento de su padre, y por lo tanto transgredi� de mala gana. "Jonat�n no oy�", como est� dicho, "cuando su padre hizo jurar al pueblo; por lo cual, alarg� la punta de una vara que tra�a en su mano, y la moj� en un panal de miel, y llev� su mano a su boca, y sus ojos fueron alumbrados.

Entonces respondi� uno del pueblo, y dijo: Tu padre jurament� rigurosamente al pueblo, diciendo: Maldito el hombre que comiere pan hoy. Y el pueblo estaba desfallecido". Con todo su amor y respeto por su padre, Jonat�n no pod�a dejar de sentir el profundo da�o que se le hab�a hecho. "Entonces dijo Jonat�n: Mi padre ha turbado la tierra: mira, te ruego, c�mo mis ojos he sido iluminado, porque prob� un poco de esta miel. �Cu�nto m�s, si acaso el pueblo hubiera comido libremente hoy de los despojos de sus enemigos que encontraron?

La verdadera raz�n para la introducci�n de este notable incidente parece haber sido mostrar c�mo se encontr� a Jonat�n completamente en desacuerdo con su padre. Ahora Jonathan es el objeto del Esp�ritu de Dios en el pasaje. �l fue en verdad un hombre lleno del Esp�ritu de Cristo, actuando en el poder de la fe, entregando a Israel como el gran instrumento de Dios, el vaso de la fe en ese momento en Israel.

Sin embargo, aqu� tenemos un hecho solemne. En el cap�tulo anterior, Sa�l se qued� convicto y avergonzado ante el profeta. Aqu� recibe una santa reprensi�n de su propio hijo, el �nico que estaba en el secreto del Se�or reprendido por tanto como �l mismo el malhechor que puso a un salvador de Israel bajo sentencia de muerte el mismo d�a en que los hab�a salvado. No hablo, por supuesto, de ninguna protesta real en ese momento dirigida a su padre: esto no habr�a sido apropiado; pero las circunstancias del caso lo arrancaron del coraz�n reacio del hijo. Claramente, por lo tanto, la elecci�n de un rey por parte del pueblo fue solo una angustia para el m�s escogido entre el pueblo, para el fiel hijo de Sa�l mismo.

En lo que sigue encontramos el coraz�n de Sa�l, y lo que fue incluso para su propio hijo. Sabemos lo que le cost� a la gente. El pueblo vol� sobre el bot�n, y como consecuencia de la restricci�n que �l hab�a hecho, eran culpables de un pecado real; a saber, comer la sangre en contra de la ley de Jehov�. "Y dieron aviso a Sa�l, diciendo: He aqu�, el pueblo peca contra Jehov�". Era la consecuencia natural de su propio juramento equivocado.

Comenz� con una maldici�n sobre Jonat�n y termin� arrastrando al pueblo a pecar contra Jehov�. �Y �l dijo: Vosotros hab�is pecado; rodadme hoy una gran piedra. Y Sa�l dijo: Dispersaos entre el pueblo, y decidles: Traedme ac� cada uno su buey, y cada uno su oveja, y degolladlos. aqu�, y comed; y no pequ�is contra Jehov� comiendo con la sangre". Una vez hecho esto, "edific� un altar a Jehov�.

Lo mismo, el Esp�ritu Santo agrega significativamente: "Este fue el primer altar que �l edific� a Jehov�". �No pas� mucho tiempo antes de que �l se dispusiera a hacerlo? �No fue una cosa muy dolorosa tambi�n, que el rey hubiera construido un altar en el d�a en que fue la ocasi�n no s�lo de traer a su propio hijo, el m�s bendito de Jehov�, bajo la sentencia de muerte, sino de que el pueblo pecara contra uno de los principios m�s fundamentales de la ley de Dios? No hab�a nada m�s sagrado en todo su sistema que el hombre no deb�a comer sangre.

Ven�a otro d�a en que, como consecuencia de que el Se�or Jes�s cambi� todo lo que descend�a a la muerte por su gracia, a esto mismo deb�an ser llamados los hombres, como vida para sus almas. "A menos que com�is la carne y beb�is la sangre del Hijo del hombre, no ten�is vida en vosotros"; pero esto fue cuando �l vino a salvar. Cuando se trata de la ley y del primer hombre, no se debe tocar la sangre con peligro de muerte. Cuando la gracia da al Hijo, y la justicia de Dios se establece por Su muerte, es ruina y la prueba de que no hay vida si no bebemos de Su sangre.

Entonces Saulo, despu�s de haber hecho este mal, se ocupa de averiguar c�mo se ha cometido el pecado. "Entonces dijo el sacerdote: Acerqu�monos ac� a Dios. Y Sa�l pidi� consejo a Dios: �Descender� tras los filisteos? �Los entregar�s en manos de Israel?" Pero no hubo respuesta de Dios. Sa�l, por lo tanto, sabiendo que un obst�culo positivo se interpon�a en el camino, solo piensa en s� mismo y busca determinar qui�n era el alma culpable.

Y Dios, siendo justo, aunque era una cosa mala haber tra�do un juramento que obstruy� los efectos de la victoria, no se neg� a manifestar a la persona que hab�a pecado contra el juramento "Y dijo Sa�l: Acercaos vengan todos los jefes del pueblo, y entiendan y vean cu�l ha sido este pecado hoy. Porque vive Jehov�, que salva a Israel, que aunque fuere en mi hijo Jonat�n, �l ciertamente morir�. Poco sab�a �l lo que su voto precipitado le hab�a causado a su hijo.

La consecuencia fue que la suerte recay� sobre Jonathan. "Entonces Sa�l dijo a Jonat�n: Dime lo que has hecho. Y Jonat�n se lo cont�, y dijo: Prob� un poco de miel con la punta de la vara que ten�a en mi mano, y he aqu� que debo morir. Y Respondi� Sa�l: "As� haga Dios y aun a�ada, porque de cierto morir�s, Jonat�n. Y el pueblo dijo a Sa�l: �Ha de morir Jonat�n, que ha hecho esta gran salvaci�n en Israel? Dios no quiera, vive Jehov�, que no quede ni un cabello de su cabeza caer� a tierra, porque ha obrado hoy con Dios.

"Este testimonio era verdadero. Pero claramente la autoridad del rey hab�a sido quebrantada, y el nombre de Dios no deb�a ser profanado, ni aun sin saberlo. Aunque �l no lo sab�a, sin embargo, Jonat�n era culpable. Sa�l hab�a prometido su palabra de la manera m�s solemne para la muerte, incluso si hubiera sido de Jonat�n su hijo por un lado, y era perfectamente cierto por el otro que la suerte recay� sobre Jonat�n su hijo.

Pero fue a�n m�s manifiesto en ese d�a que el rey de su elecci�n no s�lo era un �ncubo in�til, sino una angustia para Israel y una deshonra para Jehov�.Hab�a deshonrado abiertamente la ley y al campe�n de Jehov�, su propio hijo, para no hablar del pueblo.

Por �ltimo, su ruina aparece de la manera m�s clara en el pr�ximo cap�tulo. ( 1 Samuel 15:1-35 ) "Dijo tambi�n Samuel a Sa�l: Jehov� me envi� a que te ungiese por rey sobre su pueblo, sobre Israel; ahora pues, oye la voz de las palabras de Jehov�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos , me acuerdo de lo que hizo Amalec a Israel.

Tendr�a un nuevo juicio. Hab�a una nueva oportunidad. Si por ventura pudiera quitar la mancha y la sentencia, el Se�or le dar�a otro juicio. As� dice Samuel: "Ve ahora y hiere a Amalec, y destruye por completo todo lo que tienen". , y no los perdones; pero matad tanto al hombre como a la mujer, al ni�o y al ni�o de pecho, al buey y al cordero, al camello y al asno. Y Sa�l reuni� al pueblo, y los cont� en Telaim, doscientos mil hombres de a pie, y diez mil hombres de Jud�.

Y Sa�l lleg� a una ciudad de Amalek, y puso emboscada en el valle. Y descendieron los amalecitas; el pueblo fue derrotado; el rey Agag fue apresado; la mayor�a de ellos fue completamente destruida a filo de espada. �Pero Sa�l y el pueblo!" cu�n sorprendentemente el Esp�ritu Santo los asocia aqu� "Sa�l y el pueblo perdonaron a Agag y a lo mejor de las ovejas, y de los bueyes, y de los engordados, y de los corderos, y todo lo que era bueno, y no los destruir�a por completo, sino que todo lo que era vil y basura, eso lo destruyeron por completo�. La carne de nada aprovecha. Sin embargo, probada por Dios, fracasa. desobediente.

"Entonces vino palabra de Jehov� a Samuel, diciendo: Me arrepiento de haber puesto por rey a Sa�l, porque se ha vuelto de en pos de m�, y no ha cumplido mis mandamientos". �C�mo podr�a guiar a la gente? �C�mo pudo el que fue as� de rebelde en cada nueva prueba? �C�mo pudo el que hab�a comprometido la victoria de Israel cuando otro no hab�a fallado en ganarla? �C�mo podr�a un hombre as� ser un pastor del pueblo de Dios? "Y se entristeci� Samuel, y clam� a Jehov� toda la noche", una caracter�stica hermosa en el profeta.

Lo sent�a todo, lo sab�a todo, pero aun as� le dol�a el coraz�n. "Y cuando Samuel se levant� temprano para encontrarse con Sa�l en la ma�ana, se le dio aviso a Samuel, diciendo: Sa�l vino a Carmelo, y he aqu�, �l le prepar� un lugar, y dio la vuelta, y pas�, y descendi� a Gilgal Y vino Samuel a Sa�l, y Sa�l le dijo: Bendito seas t� de Jehov�, he cumplido el mandamiento de Jehov�.

� �Y qu� respondi� el coraz�n afligido de Samuel? "Y Samuel dijo: �Qu� significa, pues, este balido de las ovejas en mis o�dos, y el mugido de los bueyes que oigo? Y Sa�l dijo: De los amalecitas los han tra�do; porque el pueblo perdon� lo mejor de las ovejas y de los los bueyes para sacrificarlos a Jehov� tu Dios, y los dem�s los hemos destruido por completo.

Entonces Samuel dijo a Sa�l: Qu�date, y yo te dir� lo que Jehov� me ha dicho esta noche. Y �l le dijo: Di adelante. Y Samuel dijo: Cuando eras peque�o a tus propios ojos, �no fuiste puesto por cabeza de las tribus de Israel, y Jehov� te ungi� por rey sobre Israel? Y Jehov� te envi� de viaje, y dijo: Ve y destruye por completo a los pecadores amalecitas, y pelea contra ellos hasta que sean exterminados. �Por qu�, pues, no obedeciste a la voz de Jehov�, sino que volaste sobre los despojos e hiciste lo malo ante los ojos de Jehov�?�

Todas las excusas de Sa�l fueron vanas, o peores. Como hizo Ad�n con Eva, as� el rey puso delante al pueblo para que se cobijara. �Para qu� fue levantado sino para guiar al pueblo? �No le correspond�a al rey reprimir la iniquidad, y no le correspond�a a ellos enredarlo en la desobediencia? Seg�n su propia demostraci�n, �para qu� era �l si no era para mandarlos en el nombre de Jehov�? �Era llegado a esto, que el pueblo le mand�? S�lo pod�a haber un efecto de tal confesi�n. Su reinado se hab�a ido. Sin embargo, la verdad era: "Como la gente, como el rey".

"Y Sa�l dijo a Samuel: S�, he obedecido". Porque Sa�l mantiene su pretensi�n hip�crita. "Y Sa�l dijo a Samuel: S�, yo he obedecido la voz de Jehov�, y he ido por el camino que Jehov� me envi�, y he tra�do a Agag rey de Amalec, y he destruido completamente a los amalecitas. Pero el pueblo tom� del bot�n , ovejas y bueyes, lo principal de las cosas que deb�an ser totalmente destruidas, para sacrificar a Jehov� tu Dios en Gilgal.

Y Samuel dijo: �Se complace Jehov� tanto en los holocaustos y sacrificios, como en obedecer la voz de Jehov�? He aqu�, el obedecer es mejor que el sacrificio, y el prestar atenci�n que la grasa de los carneros. Porque como pecado de adivinaci�n es la rebeli�n. Pes�moslo bien, hermanos m�os: Como pecado de adivinaci�n es la rebeli�n, y sabemos lo que era hasta a los ojos de Sa�l. Y como iniquidad e idolatr�a es la obstinaci�n.

Porque t�...." No se encuentra indefinici�n ahora, no se mezcla con el pueblo. El rey culpable es declarado culpable y se�alado para la nueva sentencia del Se�or. "Por cuanto has desechado la palabra de Jehov�, �l ha tambi�n "te expuls� de ser rey".

Note lo que sigue: "Y Sa�l dijo a Samuel: He pecado". No siempre es una buena se�al que un hombre se apresure a confesar su pecado. �No lo has visto en tus hijos? Es cuesti�n de observaci�n com�n que el ni�o que siempre est� listo para confesar su error, nunca siente mucho al respecto. No es que lo contrario de esto no sea una falta, o que sea una cosa feliz encontrar a un ni�o terco; pero a uno le gusta ver un poco de ejercicio de conciencia; saber que un hijo sopesa el hecho y considera su conducta y motivos, inclin�ndose ante lo que dice su padre: entonces puede ser despu�s de un pesar que no nos sale muy articulado.

El coraz�n gana confianza, y la conciencia tambi�n se despoja de su carga y denuncia su error. Pero el reconocimiento r�pido y apresurado de "he pecado" siempre es sospechoso; y es lo que se puede encontrar en incluso peor que Sa�l. Judas dijo exactamente lo mismo. La disposici�n a reconocer el mal, al menos en t�rminos generales, puede darse incluso cuando hay una conciencia cauterizada, siendo el estado absolutamente malo. Incluso en la antig�edad se ense�aba un principio que hac�a manifiesta su inutilidad.

Me parece que esto ha sido un gran punto en esa notable instituci�n de la ley, la ordenanza para tratar con la corrupci�n. El agua de separaci�n nunca fue rociada sobre un israelita al comienzo del t�rmino. El hombre debe permanecer bajo el sentido de su contaminaci�n hasta el tercer d�a. Cuando hubo examinado justa y completamente su caso ante Dios, cuando hubo un amplio testimonio. al tercer d�a, entonces, y no antes, fue rociado.

Se repiti� en el s�ptimo d�a, y todo el proceso se complet� de acuerdo con la ley. La aspersi�n del s�ptimo d�a no hubiera servido de nada sin la del tercero. Pero no hubo tal cosa como rociar el primer d�a.

Lo contrario de lo que ense�a esto lo encontramos en Sa�l. Pens� hacerlo todo, si se puede decir as�, el primer d�a. Procur� desembarazarse de todo el peso de su fracaso mediante la m�s r�pida confesi�n. Pero no: tal confesi�n no sirve para nada. "He pecado, porque he transgredido el mandamiento de Jehov�". �Qu� es un hombre que se hab�a estado jactando de haber hecho algo grandioso? y que las bestias se guardaban para sacrificar a Jehov�? Claramente no hab�a buena conciencia all�.

"He pecado", dijo cuando fue condenado, y no antes. "Porque quebrant� el mandamiento de Jehov�, y tus palabras; porque tem� al pueblo, y obedec� a su voz". �Qu� rey! "Porque le tem�a a la gente". No tem�a a Jehov�. Sin esto no hay nada correcto. "Porque tem� al pueblo, y obedec� su voz. Ahora pues, te ruego que perdones mi pecado, y vuelvas conmigo, para que pueda adorar a Jehov�.

Y Samuel dijo a Sa�l: No volver� contigo, porque has desechado la palabra de Jehov�, y Jehov� te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. Y cuando Samuel se volvi� para irse, ech� mano a la falda de su manto, y se rasg�. �Ay! El dolor de Sa�l no fue m�s piadoso que el de Esa�. Ambos se compadecieron, ya que ambos odiaron despu�s al hombre elegido por Dios. �Qu� podr�a traer la importunidad de cualquiera sino la sentencia de su p�rdida? Entonces vemos que aqu� el acto del rey solo proporciona otra oportunidad para que Samuel advierta al rey culpable: "Y Samuel le dijo: Jehov� ha rasgado el reino de Israel de ti hoy, y la haya dado a un pr�jimo tuyo mejor que t�.

Y tambi�n la Fortaleza de Israel no mentir� ni se arrepentir�: porque no es hombre, para que se arrepienta. Entonces �l dijo: He pecado; pero ahora h�nrame, te ruego, delante de los ancianos de mi pueblo, y delante de Israel, y vu�lvete conmigo, para que pueda adorar a Jehov� tu Dios.� Era demasiado tarde. �un pensamiento en tal momento!: �H�nrame ahora, te ruego, delante de la gente.� Haber sentido y confesado su deshonra del Se�or y el enga�o de la gente habr�a sido una actitud muy diferente.

En esto no pens�. Samuel se volvi� de nuevo tras Sa�l; Sa�l ador� al Se�or; pero fue en vano. De todos modos, Agag fue llevado adelante, por la demora pensando, por lo que podemos deducir del relato, que la misericordia estaba reservada para �l. �Seguramente el profeta no tendr�a menos compasi�n que el rey por un cautivo desamparado! "Y Agag vino a �l delicadamente. Y Agag dijo: Ciertamente la amargura de la muerte ha pasado.

Y Samuel dijo: Como tu espada ha dejado sin hijos a las mujeres, as� tu madre quedar� sin hijos entre las mujeres. Y Samuel cort� en pedazos a Agag delante de Jehov� en Gilgal. Entonces Samuel fue a Ram�; y Sa�l subi� a su casa en Gabaa de Sa�l. Y Samuel no volvi� m�s a ver a Sa�l hasta el d�a de su muerte; sin embargo, Samuel hizo duelo por Sa�l, y se arrepinti� Jehov� de haber puesto a Sa�l por rey sobre Israel.�

Pero este es el final moral de la historia de Sa�l; y hemos tenido suficiente por el presente en cuanto al rey del hombre. A continuaci�n tendremos el comienzo de la historia de un hombre mejor, su "pr�jimo". Puede ser �til comparar los dos en sus relaciones mutuas, cuando se nos muestra al rey de Dios reinando sobre Israel despu�s de que el rey de ese hombre hab�a fallecido. Pero hay otra verdad sumamente solemne que corre paralela: la terrible verdad de que la exhibici�n de la justicia y de la gracia en quien sirve a Dios en la fe, siempre provoca y exaspera hasta el �ltimo grado de maldad y odio a quien, profesando servir al verdadero Dios, es realmente servir a su propio vientre.

Ninguna amabilidad, ninguna cercan�a de relaci�n natural, ninguna lucha de conciencia podr� jam�s librar de esta carrera descendente hacia la ruina a la que Satan�s precipita a quien, no siendo nacido de Dios, se encuentra en tales circunstancias en colisi�n con un hombre de fe que camina con el poder manifiesto y el favor de Dios descansando sobre �l. S�lo hay una v�a de escape: el arrepentimiento para vida, que es la porci�n del alma que descansa s�lo en Cristo ante Dios, y que puede darse el lujo de renunciar a s� mismo, juzg�ndolo como �nico y siempre malo, para que la vida que uno vive de ahora en adelante pueda vivir. sea ??Cristo y no el yo, aunque est� all� para ser siempre tratado como vil.

"Porque yo por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo; sin embargo, vivo; pero no yo, sino que Cristo vive en m�; y la vida que ahora vivo en la carne, yo Vivid por la fe del Hijo de Dios, el cual me am� y se entreg� a s� mismo por m�". Sa�l no sab�a nada del principio de esto, como lo hizo David. Cualquiera que fuera la justicia a la que apuntaba era exclusivamente por la ley, la cual, al frustrar la gracia de Dios, termina en desilusi�n y muerte. Todos los que tienen esto de la mano del Se�or se acuestan en dolor, como pronto veremos que fue el final real del rey Sa�l.

Samuel aqu� nos muestra la mente de Dios tanto en la muerte de Agag como en el duelo por Sa�l. Estaba de acuerdo con Su ley no perdonar a los enemigos mortales de Israel. �No hab�a jurado guerra contra Amalek de generaci�n en generaci�n? Samuel no hab�a olvidado esto, si Sa�l lo hab�a hecho. Por otra parte, la ternura que se lament� por el rey, culpable como era, es un rasgo fino de ese afecto que s�lo se fortalece con la fe en el juicio solemne de Dios.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 1 Samuel 13". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/1-samuel-13.html. 1860-1890.