Bible Commentaries
1 Samuel 18

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-30

Ahora que hemos escuchado el juicio del profeta sobre el rey Sa�l, sigue a continuaci�n la elecci�n de Jehov�. El cap�tulo nos da de manera muy llamativa la sentencia manifiesta de muerte sobre todos los pensamientos del hombre. Entonces, �pueden las lecciones ser m�s solemnemente instructivas que el contraste entre Sa�l, universalmente admirado y elegido por su apariencia exterior, y David, quien incluso por su propio padre fue completamente olvidado, y esto cuando el profeta plante� la pregunta? No ten�a importancia a los ojos de un solo miembro de la familia; sin embargo, este era el hombre destinado al trono.

Y, de hecho, no tenemos que dar nuestra propia interpretaci�n al incidente; porque Dios mismo nos ha dado la suya. Se dice expresamente y en relaci�n con esto: "El hombre mira la apariencia exterior, pero Jehov� mira el coraz�n".

As� fue ungido ahora el verdadero rey; pero agrad� a Dios que la manera de ascender al trono fuera tan peculiar como la elecci�n. Nunca hubo otro tal desde el principio del mundo, excepto siempre Aquel que en todas las cosas tiene la preeminencia. �Qui�n recorri� alguna vez ese camino hacia el trono? Algunos, sin duda, han pasado por pruebas bastante severas; otros han sabido lo que era sufrir en su medida de los enemigos internos hasta que reinaron, de los enemigos externos despu�s.

No hablo ahora s�lo de aquellos a quienes Dios se complaci� en seleccionar en varios tiempos con el prop�sito especial de reinar sobre Israel; pero aun entre los hombres, como es sabido, no es una circunstancia tan poco com�n. Lo mismo ha sucedido en varias �pocas y en casi todos los pa�ses; pero hab�a m�s que esto con David. No se trata simplemente de que el que hab�a prestado los mayores servicios al rey y al pueblo fuera apartado y perseguido implacablemente sin ninguna causa justa; pero la verdad es que Dios lo mand� para que el que hab�a sido escogido por el profeta por mandato suyo, y ya ten�a la unci�n de Jehov�, fuese sostenido por un tiempo considerable con el fin expreso de sacar aquellas dign�simas cualidades que fueron el fruto de su gracia, probado como �l fue seg�n una especie de fuego, y puesto a prueba delante de todo Israel,

Hab�a otra manera que tenemos que notar en que fue probado David, y creo a�n m�s dif�cil al juicio espiritual, y de mayor precio para Dios que la delicadeza de consideraci�n en que su coraz�n fue formado en presencia de su peor enemigo en una sola quien todav�a era el rey de Israel, a quien �l m�s respetaba de todos los hombres, sin excepci�n de Jonat�n; porque as� como hab�a m�s amor en el coraz�n de David que en el de Jonat�n, as�, no dudo, �l ten�a un sentido de lealtad a�n m�s agudo, y una consideraci�n m�s profunda de lo que se deb�a al rey; y, sin embargo, todo el tiempo Sa�l fue un hombre condenado y, como hemos visto, antes de que David fuera llamado, hab�a sido probado y hallado falto.

Se har� evidente, como ciertamente la Escritura proporciona amplias pruebas, que, despu�s del llamado de David y su designaci�n al trono por parte de Dios, Sa�l no sigui� siendo el mismo hombre que antes. Encontraremos que cae bajo el poder de Satan�s desde el momento en que Dios apart� a David para s� mismo. No debemos confundir como regla o principio el hecho de la naturaleza corrupta del hombre por un lado con el poder de Satan�s por el otro.

Son distintos. Al mismo tiempo, lo que est� corrompido en el hombre siempre allana el camino para que entre Satan�s. Aqu�, sin embargo, podemos ver claramente la operaci�n del principio. Encontraremos tambi�n que no es s�lo que Satan�s entra por este punto, sino que adquiere un poder creciente sobre Sa�l. As� como Dios, por un lado, saca a su siervo David, y muestra su idoneidad para la grande y honrosa tarea a la que fue llamado, haci�ndolo muy especial delante de s� mismo, y a los ojos de los que le aman, para ser el testimonio de Cristo como sufriente y como rey; as�, por otro lado, Sa�l cae cada vez m�s bajo el poder del adversario. Esto entonces lo veremos un poco en la presente conferencia.

En el primer cap�tulo donde se nos presenta el punto de cambio, leemos: "Entonces Samuel tom� el cuerno del aceite, y lo ungi� en medio de sus hermanos; y el Esp�ritu de Jehov� vino sobre David desde aquel d�a en adelante. As� Samuel se levant� y se fue a Ram�. Pero el Esp�ritu de Jehov� se apart� de Sa�l, y le turb� un esp�ritu malo de parte de Jehov�. Por lo tanto, es claro que se nos se�ala la terrible contrapartida cuando el Esp�ritu de Jehov� se va, y un esp�ritu maligno perturba al uno en presencia de la bendici�n y el favor divinos que reposan sobre el otro.

Lo mismo puede ser en principio siempre cierto; pero se verificar� en la cristiandad en escala gigantesca, y el tiempo de esa cat�strofe se apresura r�pidamente. Porque la carne, habiendo despreciado por mucho tiempo el testimonio de Dios y la gracia del Esp�ritu Santo, habr� un cambio notable cuando el poder de Satan�s se libere de la restricci�n que ahora estorba. ( 2 Tesalonicenses 2:1-17 ) Y ciertamente as� debe ser siempre. Porque es imposible que Satan�s pueda obrar con toda su energ�a hasta que primero haya venido todo el poder del bien, y luego, podemos agregar, se haya ido.

En consecuencia, la presencia de nuestro Se�or Jesucristo, como sabemos, fue la se�al de un paso inmenso en la manifestaci�n del poder del diablo. Nunca se le llama "pr�ncipe del mundo" o "dios de este mundo" hasta despu�s del advenimiento de nuestro Se�or. Y por lo tanto, no tengo ninguna duda de que la verdad del evangelio y el llamado de la iglesia de Dios han proporcionado una ocasi�n para Satan�s, no para tales demostraciones de actividad demon�aca como las que confront� Aquel que es el poder de Dios, sino para sacar a la luz esa que es por el momento su obra maestra en el enga�o espiritual y el error venenoso.

El reino de la ordenanza y la tradici�n, la antiiglesia, debe su idea a la iglesia de Dios, pero por supuesto corrompida para deshonrar a Dios y destruir al hombre; como de nuevo, cuando el Se�or est� a punto de traer al Primog�nito al mundo, Satan�s, sabiendo muy bien lo que est� por venir, tratar� de anticiparse en el Anticristo, y as� llevar al mundo a sus enga�os finales.

Hay un incidente ante nosotros al final del cap�tulo que debe sopesarse y que creo que es muy instructivo. David, aunque todav�a no hab�a exhibido una sola se�al ante el hombre de aquello para lo cual Dios lo hab�a separado de entre sus hermanos, sin embargo, se presenta para un servicio notable. Saulo, como ahora se nos dice, fue turbado por un esp�ritu maligno. �Y dijo Sa�l a sus siervos: Procuradme ahora un hombre que sepa tocar bien, y tra�dmelo.

Entonces respondi� uno de los sirvientes, y dijo: He aqu� he visto a un hijo de Isa� de Bel�n, que es h�bil en el juego, y hombre poderoso y valiente, y hombre de guerra, y prudente en los negocios, y de hermosa estampa, y Jehov� est� con �l. Por lo cual Sa�l envi� mensajeros a Isa�, y dijo: Env�ame a David tu hijo, que est� con las ovejas". Esta es la primera circunstancia que trae al ungido de Jehov� a la compa��a de Sa�l. Parece haber sido s�lo el conocimiento m�s pasajero. que se form� con el rey.

Pero el Se�or se ocupa poco despu�s, como aprendemos en el pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 17:1-58 ), de que una necesidad mucho m�s urgente, no meramente personal sino relacionada con todo el pueblo, y en oposici�n al poder que el enemigo presentado en este mismo momento, debe traer a David p�blica y permanentemente en nombre de Israel a la corte del rey.

�No era �ste un hecho muy sugestivo? Era parte del trato de Dios que las circunstancias de David cambiaran por completo; pero, observar�is, esto no lo busc� �l mismo. No es por la voluntad del principal interesado que el Se�or lleva a cabo Sus planes. Vea c�mo actu� en el caso de Jos�. Sin embargo, sabemos que Jos� a los treinta a�os se convirti� en primer ministro de Egipto. Ahora, le pregunto a cualquier hombre, �qu� pudo haber provocado un problema as� tan bien? Concediendo toda la capacidad con que Dios hab�a investido al hijo de Raquel, concediendo toda la sabidur�a y la fe y la integridad para ser apreciados como se mostraron en su conducta y caminos, si toda su vida se hubiera empe�ado en convertirse en el hombre m�s grande de Egipto (a�n suponiendo ahora por la gloria de Dios, y para buscar el bien de sus hermanos), �podr�a haberse hecho tambi�n de otra manera, o incluso tan r�pido como Dios lo hizo? Esto deber�a ser un gran consuelo, y no menos importante para aquellos que no buscan grandes cosas.

Donde la mirada est� puesta simplemente en hacer la voluntad de Dios, que es lo �nico de precio en este mundo, �qu� feliz es dejarlo todo en manos de Dios! As� lo encontramos en la historia de David. Si David hubiera buscado ser un cortesano, dif�cilmente podr�a haberlo ganado; pero sin un pensamiento de su parte, el Se�or de una manera sencilla y adecuada lo lleva a la presencia del rey. Este es el primer movimiento.

Pero hay otra cosa que debo comentar por un momento, antes de pasar a las grandes y se�aladas circunstancias de 1 Samuel 17:1-58 . Sa�l r�pidamente perdi� todo pensamiento, todo recuerdo de David. Sin duda se benefici� de �l, pero pronto lo olvid�. Esto es m�s notable porque al final de 1 Samuel 17:1-58 , como veremos, el rey est� desconcertado y pregunta a los que est�n alrededor qui�n es el joven.

Lo notar� all�, solo llamando la atenci�n sobre el hecho de que en esta ocasi�n, cuando David vino a Sa�l y se par� frente a �l, lo amaba mucho; pero su afecto era evanescente: veremos por qu� dentro de poco.

Pero si Dios se estaba moviendo en la escena, el enemigo tambi�n lo estaba, y esto en particular por aquellos a quienes Sa�l hab�a sido levantado para sofocar. Porque si rey de Israel, le correspond�a ser siervo de Dios; pero no lo estaba. �l fue la criatura elegida por el hombre, sin embargo, Dios podr�a moverse soberanamente por encima de todo. Moralmente hablando, Sa�l no cumpli� en nada el fin para el cual fue elegido; s�lo mostr� la futilidad y la infructuosidad del hombre.

Sentenciado ahora, aunque a�n no se ha ido, da ocasi�n para que el gran y misericordioso poder de Dios forme a Su escogido para llevar a cabo Su obra. "Y los filisteos juntaron sus ej�rcitos para la batalla, y se juntaron en Shojoh, que pertenece a Jud�, y acamparon entre Shojoh y Azekah, en Efesdamim. Y Sa�l y los hombres de Israel se juntaron y acamparon junto a la valle de Ela, y ordena la batalla contra los filisteos.

Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre un monte al otro lado, y hab�a un valle entre ellos. Y sali� un campe�n del campamento de los filisteos, llamado Goliat de Gat, cuya altura era de seis codos y un palmo. Y ten�a un yelmo de bronce sobre su cabeza, y estaba armado con una cota de malla; y el peso de la t�nica, cinco mil siclos de bronce.

Y ten�a grebas de bronce sobre sus piernas, y un blanco de bronce entre sus hombros. Y el asta de su lanza era como un rodillo de telar; y el hierro de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro; y uno que tra�a un escudo iba delante de �l. Y se par� y dio voces a los ej�rcitos de Israel, y les dijo: �Por qu� hab�is salido para poner en orden vuestra batalla? �No soy yo filisteo y vosotros siervos de Sa�l? esc�gete var�n para ti, y que descienda a m�.

Si �l puede pelear conmigo y matarme, entonces seremos vuestros siervos; pero si yo lo venzo y lo mato, vosotros ser�is nuestros siervos y nos servir�is. Y el filisteo dijo: Desaf�o hoy a los ej�rcitos de Israel; dame un hombre para que podamos pelear juntos.� Aqu� estaba su ruina �Desaf�o hoy a los ej�rcitos de Israel; dame un hombre, para que luchemos juntos.� Dej� a Dios fuera.

Porque �sta era justamente la pregunta que estaba surgiendo r�pida y solemnemente; si Dios en verdad ten�a un pueblo en la tierra en Israel, si el nombre de Jehov� unido al de Israel es una verdad o una falsedad, un poder vivo o una farsa. El filisteo se puso del lado de la naturaleza, fundado en las apariencias. Y, de hecho, hab�a poco que mostrara que Israel era el pueblo de Dios. Su condici�n deplorable, su degradaci�n casi completa, el filisteo pudo encontrar abundantes razones para creer que todo era una mera suposici�n.

�Qu� podr�a ser su pasada liberaci�n de Egipto y su paso por el desierto, por no hablar de la conquista de Cana�n, sino las leyendas mentirosas de sus sacerdotes? Pudo haber habido grandes hombres y circunstancias que los favorecieran en tiempos pasados; pero en cuanto a que esa raza sin esp�ritu de esclavos fuera el pueblo de Dios en cualquier sentido pr�ctico, era una locura pensar en ello. Es as� que la incredulidad generalmente razona a partir de las apariencias.

Por otro lado, no hab�a nada m�s melanc�lico para alguien que juzgaba por la fe que ver cu�n poco Israel tomaba su posici�n en Dios, c�mo ellos tambi�n hab�an olvidado incluso la misericordia que hab�a sido concedida no mucho antes por Jonat�n. Te concedo que hubo una gran diferencia entre las circunstancias de ese d�a y las de este. Fue una gran liberaci�n obrada en la fe; pero ning�n Goliat hab�a aparecido entonces para desafiar a todo Israel y desafiar a Jehov�.

Ahora que David est� a punto de ser llevado al frente por parte de Dios, Satan�s agita al enemigo. "Cuando Sa�l y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, se turbaron y se llenaron de miedo. Ahora bien, David era hijo de un efrateo de Bel�n de Jud�, que se llamaba Isa�; y ten�a ocho hijos: y el hombre fue entre los hombres por un anciano en los d�as de Sa�l.Y los tres hijos mayores de Isa� fueron y siguieron a Sa�l a la batalla; y los nombres de sus tres hijos que fueron a la batalla fueron Eliab el primog�nito, y despu�s de �l Abinadab , y el tercero Shammah.

Y David era el menor; y los tres mayores segu�an a Sa�l. Pero David fue y se volvi� de Sa�l para apacentar las ovejas de su padre en Bel�n". Nuevamente estaba en el camino llano del humilde deber diario. Ning�n camino es realmente tan bueno como este, y ninguno donde el honor de Dios se encontrar� m�s cuando llegue Su tiempo. Fue all� que Dios lo ungi� para el trono, fue all� que Dios lo llam� a la corte de Sa�l, y fue ahora del mismo pastoreo del reba�o de su padre que Dios obr� para traerlo al gran campo de acci�n donde la cuesti�n ten�a que ser decidida entre los filisteos y el Dios vivo.

David, entonces, enviado por su padre en una simple misi�n del deber, iba a ser en la gracia de Dios el instrumento de su victoria: "Y el filisteo se acercaba ma�ana y tarde, y se present� cuarenta d�as". �Qu� asombrosa paciencia de parte de Dios! Cada d�a, por supuesto, aumentaba la confianza en s� mismo del campe�n incircunciso. Cada d�a se sumaba a la consternaci�n de Israel. Hab�a al menos un coraz�n que no conoc�a un miedo tan indigno; �pero qu� verg�enza y qu� dolor! "Y dijo Isa� a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y corre al campamento a tus hermanos; y lleva estos diez quesos al capit�n de sus mil, y mira c�mo tus hermanos vayan, y tomen su prenda.

Y Sa�l, y ellos, y todos los hombres de Israel, estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. Y David se levant� temprano en la ma�ana, y dej� las ovejas con un pastor, y tom�, y se fue, como Isa� le hab�a mandado; y lleg� a la trinchera, cuando el ej�rcito sal�a a la pelea, y grit� para la batalla. Porque Israel y los filisteos hab�an puesto en orden de batalla, ej�rcito contra ej�rcito.

Y David dej� su carruaje en manos del guarda del carruaje, y corri� hacia el ej�rcito, y vino y salud� a sus hermanos. Y mientras hablaba con ellos, he aqu�, subi� el campe�n, el filisteo de Gat, de nombre Goliat, de los ej�rcitos de los filisteos, y habl� conforme a las mismas palabras; y David los oy�.

Y una vez m�s, "todos los hombres de Israel, cuando vieron al hombre, huyeron de �l y tuvieron mucho miedo". De hecho, es evidente por la descripci�n que el terror de Israel aumentaba visiblemente. "Y los hombres de Israel dijeron: �Hab�is visto a este hombre que ha subido? Ciertamente para desafiar a Israel ha subido; y suceder� que al hombre que lo matare, el rey lo enriquecer� con grandes riquezas, y le dar� �l su hija, y libertar� la casa de su padre en Israel.

Y habl� David a los hombres que estaban junto a �l, diciendo: �Qu� se har� al hombre que matare a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? porque �qui�n es este filisteo incircunciso, para desafiar a los ej�rcitos del Dios vivo? Y el pueblo le respondi� de esta manera, diciendo: As� se har� al hombre que lo matare.� David apenas pod�a entenderlo. Est� asombrado de que se ofrezca tal recompensa en lo que para �l era tan simple. negocio

La raz�n de la tranquila confianza de David es evidente. No es que David se midiera a s� mismo con Goliat, sino que percib�a que se trataba de una cuesti�n entre Dios y el filisteo. Por lo tanto, esto fue lo que lo llen� de asombro, al contemplar el terror abyecto de los hombres de Israel, y al hablarles y escuchar todo una y otra vez; porque necesitaba estar realmente seguro de que hablaban en serio en tales declaraciones.

Su hermano mayor escuch� y, como uno puede entender en tal caso, su ira se encendi� contra David. Es posible que haya tenido alguna sospecha probablemente antes de esto, aunque hab�a pasado suficiente tiempo desde que Samuel hab�a ungido a David con aceite para la circunstancia como para causar una impresi�n comparativamente peque�a en la mente de los dem�s; porque las palabras de Samuel fueron pocas. No se habl� mucho en aquella ocasi�n. El acto en s� fue de lo m�s importante y significativo; pero el significado de esto fue poco explicado.

Sin embargo, siempre hay en los que piensan en s� mismos una disposici�n a ofender a los dem�s; e incluso la relaci�n m�s cercana no impedir� esto, sino que brindar� oportunidades para ello. Entonces Eliab, lleno de disgusto con David, le pregunt�: "�Por qu� has descendido ac�? �Y con qui�n has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la maldad de tu coraz�n; podr�as ver la batalla.

Ciertamente �l estaba all� presente para mucho m�s; hab�a descendido para pelear la batalla; pero Eliab no sab�a esto m�s que la humilde fe del coraz�n de David. Y David dijo: �Qu� he hecho ahora? �No hay una causa? Y se apart� de �l hacia otro, y habl� de la misma manera; y el pueblo volvi� a responderle de la misma manera�.

Y as�, el hecho de que un hombre anduviera en una confianza tranquila y sencilla en el Se�or, gradualmente se impuso en la hueste de los israelitas, de modo que llegaron noticias al rey de esa alma cuyo coraz�n de fe no se acobard� ante el filisteo. �Y o�das las palabras que David hab�a dicho, las ensayaron delante de Sa�l, y envi� por �l. Y dijo David a Sa�l: No desmaye el coraz�n de ninguno a causa de �l.

David no se contenta meramente con estar personalmente por encima de los temores, sino que animar�a a todos con esa confianza en Jehov� que le daba seguridad; quiere llenarlos con la misma sencillez de mirar a Dios que no era cosa nueva para su propia alma. "Tu siervo", dijo �l, "ir� y pelear� con este filisteo".

El rey est� asombrado; �l tambi�n miraba las apariencias: David sab�a en qui�n cre�a. Ya lo hab�a probado bien. �Y Sa�l dijo a David: T� no puedes ir contra este filisteo para pelear con �l; porque t� eres muchacho, y �l hombre de guerra desde su juventud. Y David dijo a Sa�l: Tu siervo apacentaba las ovejas de su padre. , y vinieron un le�n y un oso, y tomaron un cordero del reba�o; y sal� tras �l, y lo her�, y se lo saqu� de la boca; y cuando se levant� contra m�, lo agarr� por su barba, y lo hiri�, y lo mat�.

Tu siervo mat� al le�n y al oso; y este filisteo incircunciso ser� como uno de ellos, por cuanto ha desafiado a los ej�rcitos del Dios viviente�. Esto era humildad, porque hab�a olvido de s� mismo. Era una cosa genuina, y no un mero deseo de ello, porque Dios estaba presente en el esp�ritu de David.Y a menos que estas dos cosas, amados hermanos, est�n seguros de que nos enga�amos a nosotros mismos en este asunto de peso.

No hay nada que asegure realmente tanta sencillez en el actuar por el Se�or como esa humildad mental que es fruto de la fe. Esto, no necesito repetirlo, es precisamente lo que respiran las palabras de David. Contaba con la fidelidad de Dios a Israel a pesar de todas las circunstancias.

Pero, adem�s, es muy notable que el Esp�ritu de Dios no haya dicho una palabra sobre estos hechos antes, como tambi�n parecer�a que el mismo David nunca habl� de ellos ni siquiera en su familia. El tiempo hab�a llegado ahora. Los menciona no tanto para mostrar por qu� �l mismo buscaba la victoria, sino por qu� Sa�l deber�a tener confianza. Bien podr�a eliminar las dificultades del rey Sa�l, quien se inclinaba a pensar como un gentil, sin m�s fe que un filisteo.

La respuesta fue simplemente un testimonio no estudiado y divinamente sugerido al rey cuando lleg� el momento adecuado. Fue Dios quien hab�a sido la fortaleza del coraz�n y la mano de David. �No era �l el mismo ahora que siempre? Esta fue la forma en que razon� David; y ten�a raz�n. Dios le dio sabidur�a.

Pero adem�s declara: "Jehov�, que me ha librado de las garras del le�n y de las garras del oso, �l me librar� de la mano de este filisteo". No hay un pensamiento de s� mismo en el asunto. �l es el objeto del cuidado de Dios, por lo que la fe siempre razona; �l es Su objeto de inter�s, y tanto m�s cuanto que su �nico deseo era la gloria de Jehov�. �Y dijo Sa�l a David: Ve, y Jehov� est� contigo.

La respuesta del joven lo impresion�: "Y Sa�l arm� a David con su armadura", pero esto no sirvi� de nada. David trat� de ir, pero pronto descubri� que las piezas de la armadura no eran m�s que obst�culos, y de ninguna manera un obst�culo. "Y David se las quit� de encima." No las hab�a probado, como le hab�a dicho. "Y tom� con su vara en su mano, y escogi� para s� cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en una bolsa de pastor que �l tiene], incluso en un alforja; y su honda estaba en su mano.� Eran las armas bien probadas de su guerra; eran las armas en las que a menudo hab�a admirado a Jehov� en el curso de su trabajo ordinario d�a tras d�a.

"Y se acerc� al filisteo. Y el filisteo ven�a y se acercaba a David, y el hombre que llevaba el escudo iba delante de �l. Y cuando el filisteo mir� alrededor y vio a David, lo menospreci�, porque no era m�s que un joven, y rubio, y de hermoso semblante.Y el filisteo dijo a David: �Soy yo un perro, para que vengas a m� con palos?Y el filisteo maldijo a David por sus dioses.

Y el filisteo dijo a David: Ven a m�, y dar� tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.� La respuesta de David fue muy digna de alguien que sab�a qu� y qui�n es Jehov� para su pueblo. "Entonces dijo David al filisteo: T� vienes a m� con espada y lanza y escudo; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehov� de los ej�rcitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien t� has desafiado.

Jehov� te entregar� hoy en mi mano; porque la fe no tiene dificultades, y ve claramente en la hora del peligro seg�n Dios, puedo decir, el fin desde el principio. "Y te herir�", dice �l, " y quita tu cabeza de ti�, una palabra que se cumpli� muy puntual y r�pidamente. a las aves del cielo ya las fieras de la tierra; para que toda la tierra sepa que hay un Dios", no s�lo con David, sino "en Israel".

Hab�a fe; y junto con ello tambi�n, no s�lo la fuerza, sino tambi�n el olvido de s� mismo, de la fe. Vio y retuvo el v�nculo entre Dios e Israel. Hay una fe m�s grande y m�s alta en esto que la que no ve m�s que un v�nculo entre Dios y yo, aunque se concede libremente que no sirve de nada hablar sobre la fe en los sentimientos de Dios hacia Israel hasta que sepa lo que �l es para m�. .

El error est� en detenerse aqu�. Sin embargo, debemos comenzar con �l y, de hecho, bien podemos desconfiar del lenguaje de una supuesta fe que trata de lanzarse a grandes cosas al mismo tiempo. No es as� que el Se�or gu�a; pero la verdad es que David no era un soldado de fe tan crudo. Era un hombre joven, pero m�s veterano en el camino y el conflicto de fe que cualquier hombre en los ej�rcitos de Israel.

No hab�a all� hombre que supiera tanto de Dios ni del poder que se opone a Dios y a su pueblo, ni siquiera Jonat�n, aunque ya Jonat�n hab�a sido probado, y aunque tambi�n hab�a vencido en las batallas del Se�or.

Sin embargo, incluso el propio Jonathan nunca hab�a adquirido esa simple confianza; pero David ten�a. David, digo, hab�a probado repetidamente lo que el Se�or era en la hora de dificultad y peligro; y lo prob� tambi�n m�s claramente cuando todos los dem�s corazones desfallecieron por el miedo. Confiadamente pudo agregar: "Y toda esta congregaci�n sabr� que Jehov� no salva con espada ni con lanza".

Y con esto cuenta. No solo era toda la tierra en general, sino que su confianza y su deleite era que Dios bendecir�a a Su pueblo por ello. "Y sabr� toda esta congregaci�n que Jehov� no salva con espada y lanza; porque de Jehov� es la batalla, y �l os entregar� en nuestras manos".

"Y aconteci� que cuando el filisteo se levant� y vino y se acerc� a recibir a David, David se apresur�". Hab�a mucha m�s presteza por su parte que orgullo por parte del filisteo. "Y corri� hacia el ej�rcito para encontrarse con el filisteo. Y David meti� la mano en su bolsa, y tom� de all� una piedra" (a Dios le encanta lograr grandes resultados por los medios m�s simples), "y la insult� e hiri� al filisteo en su frente, que la piedra se hundi� en su frente, y cay� sobre su rostro en tierra.

As� venci� David al filisteo con una honda y con una piedra, e hiri� al filisteo y lo mat�; pero no hab�a espada en la mano de David. Entonces David corri� y se puso sobre el filisteo, tom� su espada, la sac� de la vaina, lo mat� y le cort� la cabeza con ella. Y cuando los filisteos vieron que su campe�n estaba muerto, huyeron. Y los hombres de Israel y de Jud� se levantaron y dieron gritos y persiguieron a los filisteos.� Ellos ganaron la victoria de acuerdo a la fe de David.

Luego viene el triunfo adicional de David cuando toma la cabeza del filisteo y la lleva a Jerusal�n. "Y cuando Sa�l vio a David" (�l vio a David salir contra el filisteo incluso antes), "dijo a Abner, capit�n del ej�rcito: Abner, �de qui�n es hijo este joven? Y Abner dijo: Vive tu alma, Oh rey, no puedo decirlo. Y el rey dijo: Pregunta de qui�n es hijo el joven. Y cuando David volv�a de matar al filisteo, Abner lo tom� y lo llev� delante de Sa�l con la cabeza del filisteo en su mano. Y Sa�l le dijo: �De qui�n eres hijo, joven? Y David respondi�: Soy hijo de tu siervo Isa� de Bel�n.

Esto a menudo ha dejado perplejos a los eruditos mundanos, quienes encuentran gran dificultad en ajustar el pasaje con el cap�tulo anterior. Y a primera vista suena sumamente extra�o que David ya haya sido empleado para calmar al rey cuando estaba bajo la aflicci�n de un esp�ritu maligno de parte de Jehov�, y que Sa�l tuviera que hacer tal investigaci�n. De hecho, David anteriormente y no mucho antes hab�a ministrado a sus necesidades; pero su estado desordenado bien podr�a confundir su memoria; y se podr�a disculpar a un gran capit�n por no mirar ni pensar en un ni�o juglar tra�do para tal ocasi�n para tocar el arpa al rey.

Y mi opini�n es que, lejos de ser esto un simple escollo, tan lejos de ser leg�timo dislocar el hecho antes nombrado del lugar en que se encontraba, como han sugerido algunos sabios, hay a mi juicio no poca cosa. belleza en los incidentes que se registran exactamente como son. De hecho, ser�a falso quitar estos �ltimos vers�culos de 1 Samuel 17:1-58 e insertarlos al final de 1 Samuel 16:1-23 , o incluso transponer el final de 1 Samuel 16:1-23 a el final de 1 Samuel 17:1-58 como se ha propuesto.

La verdad es que uno puede ser empleado por Dios para ministrar socorro a quien se deja llevar por el poder del enemigo, sin la menor comuni�n de esp�ritu; y tal siervo puede ser pronto olvidado: como dice el hombre, "fuera de la vista, fuera de la mente". No hay un conocimiento real de la persona que camina con Dios por parte de los que est�n lejos de �l. No pod�a dejar de haber una sensaci�n de alivio ministrado y disfrutado.

Sa�l sab�a perfectamente bien en el momento en que fue calmado por el toque del arpa de David que as� era; pero David, aunque entonces era amado por Sa�l, no dej� huella alguna en su esp�ritu. Nunca hubo un v�nculo real entre ellos. Sa�l amaba a David en el sentido de valorar a quien lo relevaba, y sent�a gratitud por ello en ese momento; pero no hab�a una base real de simpat�a entre el rey y David.

Por lo tanto, cuando David, como leemos aqu�, ahora se presenta al servicio de Jehov�, es un extra�o para el rey Sa�l, cualquiera que haya sido en el servicio del rey. Puede que fuera conocido de pasada, pero ahora que se presenta al servicio de Jehov�, es un extra�o desconocido para el rey. Nos es familiar cu�n perfectamente cierto fue esto de Jes�s. Sabemos c�mo ministr� el Se�or Jes�s a los hombres de este mundo; c�mo participaron de su abundante provisi�n para sus necesidades, fueron aliviados de sus aflicciones corporales y liberados del temible poder que Satan�s ejerc�a sobre ellos por medio de los malos esp�ritus.

El Se�or Jes�s prob� la supremac�a de la gracia divina entrando y saliendo entre las multitudes que fueron as� sanadas; pero ellos eran del mundo, y El que los hizo estaba en el mundo, pero el mundo no lo conoci�. �No fue a causa del mismo principio? aunque sin duda hab�a una gran diferencia en la profundidad del caso: pero el principio era el mismo seg�n el cual el mundo no conoc�a a Jes�s, y Sa�l no conoc�a a David.

Sin embargo, hubo uno que desde ese d�a aprendi� a conocerlo, y este fue Jonat�n; y �qu� fue entonces lo que marc� la diferencia? �Por qu� Sa�l, que ten�a razones mucho m�s abundantes para recordar a David, deber�a haberlo olvidado tan r�pidamente? �C�mo es que, por otra parte, el alma de Jonat�n se uni� de inmediato a David? La raz�n fue la fe de Jonat�n, que obr� por amor en consecuencia en su coraz�n, y as� lo dej� libre para apreciar el excelente fruto de la gracia de Dios en David.

Nada se perdi� ese d�a para Jonat�n, cuya alma se uni� a la de David cuando dej� de hablar con Sa�l. �Cu�nto hubo en David que lo marc� como un hombre conforme al coraz�n de Dios, y lo convirti� en un objeto del m�s profundo inter�s y afecto para Jonat�n! Si no hubiera sido por este v�nculo divino, David debi� haber parecido, para los intereses de Jonat�n, un peligroso rival e intruso. Concedido que esta tambi�n fue precisamente la raz�n por la cual encontraremos que Saulo permiti� que surgiera un sentimiento en su coraz�n que finalmente lo domin� por completo.

Pero este mismo hecho muestra a�n m�s el esp�ritu deleitable de Jonat�n y el desinter�s que produce la gracia. Porque es claro que cuanto m�s comprend�a el alma de Jonat�n, no s�lo las cualidades de su amigo, sino los destinos que Dios le hab�a asignado, David crec�a d�a tras d�a en el amor del coraz�n de Jonat�n. El Esp�ritu de Dios mora para nuestra instrucci�n en este atractivo relato.

�Cu�n diferente le fue a uno incomparablemente m�s grande que David! Abandonado cuando m�s necesitaba simpat�a, �pero �l mismo acariciaba la m�s graciosa apreciaci�n de aquellos a quienes hab�a velado con amor inagotable! Sin embargo, �l dice: "Vosotros sois los que hab�is permanecido conmigo en mis tentaciones".

1 Samuel 18:1-30 . �Y aconteci� que cuando termin� de hablar con Sa�l, el alma de Jonat�n se uni� al alma de David, y Jonat�n lo am� como a su propia alma. Y Sa�l lo tom� aquel d�a, y lo dejar�a no vuelva m�s a casa de su padre". Esto le dio la oportunidad a Jonathan de saber m�s de �l; y muy pronto, de hecho, el Esp�ritu de Dios registra un acto que marca con precisi�n tanto lo que era tan hermoso en Jonat�n como lo que era tan adecuado para David.

"Entonces Jonat�n y David", se dice, "hicieron un pacto, porque lo amaba como a su propia alma. Y Jonat�n se despoj� del manto que llevaba puesto y se lo dio a David, y sus vestidos, incluso a su espada, a su arco y a su cinto". Este entonces fue el fruto correspondiente del Esp�ritu divino en Jonat�n. Est�n muy equivocados los que suponen que se trataba simplemente de una cuesti�n de afecto personal. Esto hab�a; pero Jonat�n era un hombre de fe, y no hay afecto por el car�cter, el poder o la permanencia como el que tiene la fe como su principio animador.

Adem�s, aprendemos que "David sal�a dondequiera que Sa�l lo enviaba, y se comportaba sabiamente". Hab�a demostrado ser un hombre a quien Jehov� hab�a ce�ido con fuerza de la manera m�s notable; pero creo que la sabidur�a amable y prudente de David, como por ejemplo con Sa�l, es a�n m�s asombrosa. La proeza con la que Jehov� hab�a revestido su brazo no era m�s que una cosa pasajera, comparativamente hablando; en cualquier caso, las llamadas para ello eran s�lo de vez en cuando.

La dependencia de Dios de la que depend�a, no se puede dudar, estaba arraigada en su car�cter habitual; de modo que fue s�lo ocasional, la expresi�n transitoria de lo que de hecho siempre fue cierto de David. Pero su entrada y salida del rey, la parte prudente, delicada, verdaderamente refinada y admirable de David en la corte de Sa�l, es una lecci�n muy instructiva para nuestras almas. "David sal�a", entonces, "adondequiera que Sa�l lo enviaba.

Hab�a sido llamado a ser siervo en un lugar completamente nuevo. No hab�a tenido la m�s m�nima experiencia en la corte, excepto su olvidado servicio con el arpa en los primeros d�as. Pero esto hace poca diferencia para el Esp�ritu de Dios.

Es bueno recordar que nuestros h�bitos y nuestra naturaleza hacen una gran diferencia para las tentaciones de Satan�s, pero muy poco para el Esp�ritu de Dios. As�, cuando nos equivocamos, cuando caemos en un mal estado, Satan�s siempre se adapta a nuestro car�cter y a nuestras costumbres ordinarias, y as� act�a sobre nuestra naturaleza, en suma, as� como sobre lo que puede haber sido formado por un largo curso de conducta. Ah� es donde Satan�s muestra lo que particularmente debe tener en cuenta, porque al fin y al cabo es una criatura.

Por otro lado el Esp�ritu Santo, debemos recordar siempre, es Dios; y, independientemente de lo que diga la gente sobre la fuerza del car�cter y el h�bito, en mi opini�n es una verdad divina de importancia a�n mayor el recordar que el Esp�ritu Santo es supremo. No es el hecho de que simplemente adopte un car�cter o h�bitos para darles otra direcci�n y as� prepararlos para el servicio del Se�or. Le encanta impartir un car�cter fresco; �l puede dar cualidades completamente nuevas.

Se concede libremente que las viejas tendencias todav�a est�n all�; pero est�n ah�, no para ser cedido, sino para ser mortificados, para ser vigilados, para ser tratados como parte de esa carne de hombre sobre la cual no se puede derramar el aceite; menos a�n puede ser presentado al Se�or.

En resumen, debemos buscar muy particularmente en un santo de Dios, y debemos ser especialmente celosos en cuanto a nosotros mismos, de que los mismos rasgos que podemos haber mostrado naturalmente en esta o aquella direcci�n sean a�n m�s celosamente vigilados cuando estamos. hijos de Dios. Ser�a perfectamente in�til si no existiera el Esp�ritu de Dios; pero para nuestro consuelo, as� como amonestaci�n, recordemos que Dios ya nos ha dado una naturaleza nueva y divina, naturaleza que, como es Cristo en quien vivimos, tiene el Esp�ritu Santo para obrar en y por ella.

David por gracia fue capacitado para caminar en esta sabidur�a. No ten�a los h�bitos de una corte. �Esto hizo s�lo la mejor oportunidad para el Esp�ritu de Dios! La raz�n es simple. �Cu�l es el manantial de la humildad de un creyente, de su obediencia, de su bondad generosa, de su coraje inquebrantable? No se trata en absoluto de lo que el hombre era en la carne desde la antig�edad, sino de lo que Dios hace que Cristo mismo le sea por la fe.

Todo lo dem�s, estad seguros, hermanos m�os, por muy estimado que sea entre los hombres, no sirve para nada a los ojos de Dios; y esto nos muestra que para nosotros la necesidad absoluta de nuestro ser espiritual, si en verdad ha de haber bienestar, es la dependencia de Dios. De lo contrario, nos limitamos a manifestar lo que somos, en lugar de ser testigos de Cristo.

"David" luego "sal�a a dondequiera que Sa�l lo enviaba". Este era su deber ahora. Hab�a estado antes donde su padre lo envi�, y all� lo hab�a bendecido Jehov� y lo hab�a honrado. Ahora estaba en una nueva posici�n; pero era el lugar, no que �l escogiera, sino que Dios le hab�a dado en una esfera que nunca hab�a buscado. Por tanto, "sal�a", como est� dicho, "dondequiera que Sa�l lo enviaba, y se comportaba sabiamente; y Sa�l lo puso sobre los hombres de guerra, y fue agradable a la vista de todo el pueblo, y tambi�n a la vista de de los siervos de Sa�l.

Y aconteci� que cuando ven�an, cuando David volv�a de matar al filisteo, las mujeres salieron de todas las ciudades de Israel cantando y danzando para recibir al rey Sa�l, con tamboriles, con alegr�a y con instrumentos de m�sica Y las mujeres respondieron unas a otras mientras tocaban, y dijeron: Sa�l ha matado a sus miles, y David a sus diez miles. Y Saulo se enoj� mucho".

El sentido del gran servicio que David hab�a hecho se desvaneci� r�pidamente del esp�ritu de Sa�l. �Y por qu�? Porque su objeto, su �dolo, era �l mismo, y el nombre de David ese d�a lo interfer�a. "Sa�l hab�a matado a sus miles, pero David a sus diez miles". Las mujeres, teniendo esp�ritus m�s particularmente sensibles, seg�n su naturaleza, se apoderaron y pronunciaron la simple verdad. No es que se juntaran para honrar al rey, pero ciertamente rindieron honor a aquel a quien se le deb�a honor.

Sintieron qui�n era el instrumento de la poderosa liberaci�n en Israel. Esto despert� la celosa susceptibilidad del rey, "y le desagrad� el dicho, y dijo: A David le han atribuido diez mil, ya m� me han atribuido millares: �y qu� m�s puede tener sino el reino? Y Sa�l mir� David desde ese d�a en adelante". S�, y fue un mal de ojo, y Satan�s tampoco dej� de aprovechar lo que le brindaba la ocasi�n.

�Y aconteci� al d�a siguiente, que el mal esp�ritu de Dios vino sobre Sa�l, y profetiz� en medio de la casa; y David jugaba con su mano, como las otras veces; y hab�a una lanza en la mano de Sa�l. ." Pero f�jate, el viejo remedio que calmaba al rey, la m�sica, hab�a perdido ahora su efecto. Cuando el esp�ritu maligno vino sobre �l por primera vez, cedi� a los dulces sonidos del arpa y la mano de David. Ya no fue as�.

El progreso del mal en presencia del bien que odia tiende a ser r�pido y profundo. "Y Sa�l arroj� la lanza, porque dijo: Herir� con ella a David hasta la pared. Y David evit� salir de su presencia dos veces". Al rey no s�lo le disgustaba David, sino que le ten�a miedo, "porque Jehov� estaba con �l, y se hab�a apartado de Sa�l. Por tanto, Sa�l lo apart� de �l, y lo puso por capit�n sobre mil; y �l sal�a y entraba delante de �l". la gente."

Pero Dios se encarg� de que cada paso que Sa�l diera para humillar a David, o para mostrar sus propios malos sentimientos, o peor a�n, fuera s�lo un medio en las manos de Dios para preparar m�s a David para el reino. "David se comportaba sabiamente en todos sus caminos, y Jehov� estaba con �l". Jehov� estuvo con �l en la casa de Sa�l y lo guard�; Jehov� estaba con �l fuera de la casa del rey, y all� se aprob� delante del pueblo como su siervo, tanto mejor porque era siervo de Jehov�.

"Por tanto, cuando vio Sa�l que se comportaba muy sabiamente, tuvo miedo de �l. Pero todo Israel y Jud� amaba a David, porque �l sal�a y entraba delante de ellos. Y Sa�l dijo a David: He aqu� mi hija mayor, Merab, su voluntad Te doy por mujer: solamente s� valiente para m�, y pelea las batallas de Jehov�. Esto fue una mera simulaci�n. �Porque Sa�l dijo: No sea mi mano sobre �l, sino la mano de los filisteos sobre �l.

S�lo le dio a David la oportunidad de nuevas victorias. "Y David dijo a Sa�l: �Qui�n soy yo?" porque �l era humilde y sin afectaci�n, pero Dios obr� a su favor de maneras nuevas. "�Qui�n soy yo? y �qu� es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?" Pero no hab�a verdad ni conciencia hacia Dios en Sa�l m�s que el cuidado de David o el respeto por la promesa comprometida de un rey

�Pero aconteci� que cuando la hija de Merab Sa�l deb�a ser dada a David, fue dada por mujer a Adriel meholatita. Y la hija de Mical Sa�l am� a David; y se lo dijeron a Sa�l, y le agrad� la cosa. Sa�l dijo: Se la dar�, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos est� contra �l�.

Con el fin de atrapar a David para su destrucci�n, el rey exigi� un nuevo precio por la mano de su otra hija. �Por lo cual Sa�l dijo a David: T� ser�s hoy mi yerno de uno de los dos. Y Sa�l mand� a sus siervos, diciendo: Hablad en secreto con David, y decid: He aqu�, el rey se complace en ti, y todos sus siervos te aman; ahora, pues, s� yerno del rey.

Y los siervos de Sa�l hablaron estas palabras a o�dos de David. Y David dijo: �Te parece cosa liviana ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de poca estima? Ni una palabra sobre el mal anterior que se le hab�a hecho ni una s�laba sobre Merab dado a Adriel o de haber fallado el rey en su palabra real durante la hora del peligro, tan solemnemente prometido en el valle de Ela, o personalmente renovado a�n m�s tarde para nuevos servicios.

El hecho era que David, mirando a Dios, estaba mucho m�s celoso del honor del rey que el rey mismo; y as� siempre es y debe ser dondequiera que haya fe. Mientras Dios sostenga incluso lo que es completamente indigno de �l o de Su pueblo, la fe lo tolera y le muestra francamente todo respeto digno. Esto no es locura, hermanos m�os; ni se encoge; aunque est� lejos de esta generaci�n.

es la fe Y los siervos de Sa�l, pues, le dijeron c�mo David hab�a hablado; "y Sa�l dijo: As� dir�is a David: El rey no desea ninguna dote". Quer�a la muerte de cien filisteos. "Pero Sa�l pens� en hacer caer a David en manos de los filisteos. Y cuando sus siervos dijeron a David estas palabras, agrad� a David ser yerno del rey". Su mente simple todav�a anhela el honor del rey.

La palabra tan a menudo rota en su propio caso no provoc� ninguna burla. Tem�a a Dios y al rey; y si el rey realmente pens� as� en David, lo valor�. Tal era el sentimiento de su generoso coraz�n. "Y los d�as no hab�an expirado. Por tanto, David se levant� y fue, �l y sus hombres, y mat� de los filisteos a doscientos hombres" el doble del n�mero que el rey hab�a exigido; "y David trajo sus prepucios, y se los dieron completos al rey, para que �l pudiera ser yerno del rey. Y Sa�l le dio a Mical su hija por esposa".

�Cu�l fue el efecto sobre el esp�ritu de Sa�l? "Y Sa�l vio y supo que Jehov� estaba con David, y que la hija de Mical Sa�l lo amaba. Y Sa�l tem�a a�n m�s a David; y Sa�l se hizo enemigo de David continuamente". El rey era impermeable al bien e implacable con David. �C�mo sucedi� esto? Satan�s lo retuvo. Las mismas cosas que incluso la naturaleza habr�a respetado y valorado fueron convertidas por el enemigo solo para alimentar su odio y su malicia continuamente.

Tal es el poder, tal el camino de Satan�s. Y esta es la lecci�n solemne de la historia, de la cual encontraremos una contrapartida en el segundo Libro de Samuel, donde tendremos que verla en otra forma. En resumen, tenemos aqu� no s�lo lo que era del hombre, sino lo que era del diablo; y esto s�lo desde que vino el gran testimonio de Cristo. No se puede tener el anticristo sin Cristo. Si hay un testimonio de Cristo en David, tambi�n hay una encarnaci�n creciente de las cualidades del anticristo, a�n por ser energizado por el diablo, y luego parcialmente prefigurado en el rey Sa�l.

"Entonces salieron los pr�ncipes de los filisteos; y aconteci�, despu�s que ellos salieron, que David se port� m�s sabiamente que todos los siervos de Sa�l, de modo que su nombre fue muy conocido. Y habl� Sa�l a Jonat�n su hijo , y a todos sus siervos, para que maten a David". As� vemos c�mo el dise�o, la trampa escondida, los planes cuidadosamente trazados para derrocar a David, todo se desvanece. Primero fue la corrupci�n, luego la violencia igualmente vana.

Sa�l ahora era lo suficientemente valiente como para hablar con Jonat�n y todos "que deber�an matar a David". El mentiroso y asesino estaba en su trabajo acostumbrado. "Pero Jonat�n, hijo de Sa�l, se deleitaba mucho en David". �No es refrescante, en un cuadro tan melanc�lico como este del rey Sa�l, observar c�mo el Esp�ritu Santo, que obr� todo lo que entonces era de Dios, y luego nos esboz� la historia, nos ha mostrado tambi�n que Dios no se aparta de s� mismo? sin testimonio de su gracia? El que quita el velo de la iniquidad m�s secreta de Sa�l nos deja ver la devoci�n de Jonat�n. �l cuenta la historia de lo que Dios obra en el amor, Satan�s en el odio y el orgullo asesinos.

Jonat�n, entonces, se une m�s a David a causa de la enemistad de su padre; y estas cosas ser�n ambas verdaderas en Israel; porque Jonat�n nos presenta m�s bien el remanente piadoso de los jud�os, no los llamados de la tierra a las cosas celestiales. Lo que tenemos en todos estos Cap�tulos es Cristo, pero Cristo en conexi�n con el reino; y debemos dejar espacio tanto para el reino como para la iglesia.

Por supuesto que tenemos un inter�s muy especial en el cuerpo de Cristo, la iglesia de Dios. Es perfectamente comprensible, por lo tanto, que la plenitud de nuestras simpat�as fluya por este canal, no s�lo porque nos concierne directamente, sino porque en �l se encuentran las manifestaciones m�s ricas de la gloria de Cristo y la m�s profunda gracia y sabidur�a de Dios. Pero, hermanos m�os, nunca es una prueba del gran poder del Esp�ritu Santo donde solo encontramos nuestro gozo en nuestras propias cosas.

Es manifiestamente mejor se�al que las cosas se valoren porque conciernen a la gloria de Cristo, m�s que porque sean nuestras. Y estoy seguro de que no encontrar�n que el deleite en todo lo que da gloria a Cristo, y que manifiesta los caminos de Dios con respecto a �l, podr�a en ning�n grado afectar realmente el gusto y el deleite en los caminos de Dios con Su iglesia. , o los consejos de gloria que tiene para nosotros.

Es una retenci�n saludable y que glorifica a Dios de las Escrituras, que se centran en Cristo para el cielo y la tierra, lo cual es m�s para la gloria de Dios por nosotros y en nosotros. Lo que queremos es tener m�s delante de nosotros a Cristo mismo, y no meramente, por tanto, lo que nos pertenece en privilegio personal en cada momento.

La verdad es que somos tan bendecidos, estamos tan plena y ricamente dotados en Cristo, que debemos ser capaces, en la medida de nuestra fe, de entrar sin celos y sin distracci�n en todo lo que glorifica al Se�or Jes�s. En consecuencia, este deber�a ser nuestro est�ndar. Todo lo que le glorifica, esto nos basta; porque en verdad, aunque el reino sea un nivel m�s bajo, todav�a tenemos por un lado una conexi�n muy importante, ya que hemos de reinar con Cristo, tan ciertamente como tenemos por otro lado un lugar m�s especial de bienaventuranza como unidos a Cristo

Ambos son verdad de nosotros; y el ap�stol Pablo predic� ambos, cada uno a su debido tiempo, como tambi�n debemos hacerlo nosotros. As�, en los Hechos de los Ap�stoles es f�cil ver algo m�s de su predicaci�n del reino. En las Ep�stolas, naturalmente, donde se dirige a la iglesia, tenemos su propia porci�n especial destacada muy particularmente. Pero aun as� ambos estaban all�; y es un gran error suponer que obtenemos una mejor apreciaci�n de la iglesia de Dios al descuidar cualquier otra verdad.

M�s particularmente, esto se vuelve m�s urgente y trascendental a medida que se acerca la venida del Se�or. Por el contrario, esta distinci�n se comprender� mejor cuando estemos dispuestos a seguir la corriente del Esp�ritu de Dios a lo largo de toda su palabra; y necesitamos esto, perm�tanme decir, amados hermanos, tanto como cualquiera. Ha ayudado a la ruina de la iglesia de Dios tratar una peque�a parte de la verdad como si fuera el todo.

El gran y mejor medio de liberaci�n es, cuando hemos recibido a Cristo, y visto que �l es el secreto de la bendici�n, cultivar la ocupaci�n no meramente con la iglesia sino con Cristo. Entonces es que la iglesia, el reino y cada parte de los tratos de Dios, se destacan en la luz m�s completa ante nuestras almas.

Al leer estos Libros de Samuel, pues, debemos tener en cuenta lo ya se�alado de que la conexi�n principal es con el reino, y no propiamente hablando con la iglesia. De hecho, este es un principio mucho m�s general; porque es as� en todo el Antiguo Testamento. Pero en estos libros hist�ricos posteriores es enf�ticamente el rey. Sin duda, se presenta a Cristo mismo, pero es �l en relaci�n con el reino. Puede haber ilustraciones t�picas de vez en cuando que van m�s all�, pero apenas m�s.

1 Samuel 19:1-24 . Entonces Jonat�n, hijo de Sa�l, nos muestra, me parece, aquellos en quienes el Esp�ritu de Cristo obrar� en medio de Israel, mientras que Sa�l nos hace sombra en esa parte de Israel que se adentra cada vez m�s en las profundidades de la oscuridad del mal porque de la no apreciaci�n de Cristo, y en consecuencia cae completamente al final bajo el poder del diablo.

�Pero el hijo de Jonat�n Sa�l se deleitaba mucho en David; y Jonat�n se lo hizo saber a David, diciendo: Mi padre Sa�l busca matarte; : y yo saldr� y me parar� junto a mi padre en el campo donde t� est�s, y hablar� con mi padre acerca de ti, y lo que vea, eso te lo dir�". Hab�a un coraz�n amoroso que buscaba rendir este servicio necesario a David, aunque su propio padre estaba en cuesti�n, �ay manifiesto! en malicia asesina.

�Y Jonat�n habl� bien de David a Sa�l su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo, contra David, porque no ha pecado contra ti, y porque sus obras te han sido muy buenas. porque �l puso su vida en su mano, y mat� al filisteo, y Jehov� hizo una gran salvaci�n para todo Israel: t� lo viste, y te regocijaste: �por qu�, pues, pecar�s contra la sangre inocente, matando a David sin causa? Sa�l escuch� la voz de Jonat�n, y jur� Sa�l: Vive Jehov�, que no ser� muerto.

"No es, pues, que no encontremos en Sa�l arrepentimientos de coraz�n (pues de vez en cuando los encontramos); pero ya no era en modo alguno due�o de sus movimientos; era s�lo un esclavo de Satan�s, poco como �l. se dio cuenta �l mismo.

Y ahora tendremos que rastrear c�mo cada esfuerzo por escapar de la esclavitud del diablo prueba cu�nto �l es el m�s fuerte de los dos, y que la carne en el lugar m�s alto solo pone bajo el poder del enemigo con mayor certeza y rapidez. . Por lo tanto, a pesar de su juramento, y de que Jonat�n lo cumpli�, "Jonat�n llam� a David, y Jonat�n le mostr� todas esas cosas. Y Jonat�n llev� a David a Sa�l, y �l estaba en su presencia como en tiempos pasados.

Y hubo guerra otra vez: y David sali� y pele� con los filisteos, y los hiri� con gran matanza; y huyeron de �l. Y el esp�ritu malo de parte de Jehov� vino sobre Sa�l, estando �l sentado en su casa con su jabalina en su mano; y David jugaba con su mano. Y Sa�l procuraba herir a David con la jabalina hasta la pared; pero �l se escap� de la presencia de Sa�l, y �l clav� la jabalina en la pared; y David huy�, y escap� aquella noche�.

As� encontramos posteriormente, no ahora en el caso de Jonat�n, sino a trav�s de Mical, que hubo a�n m�s liberaci�n para David; y cuando se le dijo a Sa�l, �l "envi� mensajeros a la casa de David, para vigilarlo y matarlo por la ma�ana; y la mujer de Mical David le dio las nuevas, diciendo: Si no salvares tu vida esta noche, ma�ana ser�s Y Mical descolg� a David por una ventana, y �l fue, y huy�, y escap�.

Y tom� Mical una imagen, y la puso en la cama, y ??puso por cabecera una almohada de pelo de cabra, y la cubri� con un pa�o. Y cuando Sa�l envi� mensajeros para prender a David, dijo ella? �l est� enfermo. Y Sa�l volvi� a enviar mensajeros a ver a David, diciendo: Tr�emelo a la cama para que lo mate. Y cuando los mensajeros entraron, he aqu�, hab�a una imagen en la cama, con una almohada de pelo de cabra por cabecera. Y Sa�l dijo a Mical: �Por qu� me has enga�ado as�, y has despedido a mi enemigo, que ha escapado? Y Mical respondi� a Sa�l: Me dijo: D�jame ir; �Por qu� deber�a matarte?"

1 Samuel 20:1-42 . "As� que David huy� y escap�, y vino a Samuel a Ram�, y le cont� todo lo que Sa�l le hab�a hecho. Y �l y Samuel fueron y habitaron en Naiot. Y fue dado aviso a Sa�l, diciendo: He aqu�, David est� en Naiot Y Sa�l envi� mensajeros para que prendieran a David: y cuando vieron la compa��a de los profetas profetizando, y a Samuel de pie como designado sobre ellos, el Esp�ritu de Dios vino sobre los mensajeros de Sa�l, y ellos tambi�n profetizaron.

Y cuando se le dijo a Sa�l, envi� otros mensajeros, y ellos tambi�n profetizaron. Y Sa�l volvi� a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos tambi�n profetizaron. Entonces fue �l tambi�n a Ram�, y lleg� a un gran pozo que est� en Sechu; y pregunt� y dijo: �D�nde est�n Samuel y David? Y uno dijo: He aqu�, est�n en Naiot en Ram�. Y fue all� a Naiot en Ram�; y el Esp�ritu de Dios estaba sobre �l tambi�n, y sigui� andando y profetizando, hasta que lleg� a Naiot en Ram�.

�l no es mejor por eso. El poder del Esp�ritu de Dios s�lo hace que el caso de un hombre sea m�s desesperado, si no es nacido de Dios. �Qui�nes son los casos m�s terribles en el Nuevo Testamento registrados por el Esp�ritu Santo? No las personas que nunca tuvieron el Esp�ritu, sino las que lo tuvieron. Hay hombres que encuentran una gran dificultad en Hebreos 6:1-20 .

Parece sorprendente que los cristianos que entienden los caminos de Dios puedan encontrar algo peculiar all�. Existe tal cosa como la posesi�n de todo privilegio cristiano en el poder, no en la vida, que termina en apostas�a. Es un principio universal. Lo encontramos aqu� en el Antiguo Testamento; no es de otro modo en el Nuevo. S�lo pueden ser completamente malvados, seg�n este g�nero (y es el peor), los que han llevado el nombre de Cristo y lo han abandonado con desprecio y blasfemia. S�lo aquellos que una vez tuvieron el poder del Esp�ritu de Dios obrando en ellos pueden caer en los abismos m�s profundos del poder del diablo sobre el alma.

Pero entonces, bien se observe, no se dice que aquellos de quienes Heb. vi. habla jam�s nacieron de Dios. Esto a menudo se olvida. La gente no distingue entre la vivificaci�n del Esp�ritu y Sus diversas operaciones de poder. �D�nde hay tal cosa en las Escrituras como alguien que es vivificado por el Esp�ritu y cae irremediablemente en el poder del enemigo? Se reconoce libremente que el poder del Esp�ritu parece mucho m�s por un tiempo que la vivificaci�n del Esp�ritu.

Ese poder, ya que su funcionamiento en s� mismo es muy precioso, permite que uno tenga una gran inteligencia en las Escrituras, e imparte no solo inteligencia sino energ�a incluso para usarla para otros; sin embargo, hay una cosa que el poder en s� mismo no da para volver la mirada del hombre interior sobre s� mismo para juzgarlo a fondo ante Dios, o, en consecuencia, para asirse de Cristo en la profundidad de la necesidad del alma. All� no es poder lo que se quiere sino arrepentimiento y fe.

Lo que realmente necesita el pecador es ser despojado, y esto es siempre el caso cuando uno es vivificado. Entonces, en un sentido real de necesidad, Cristo se convierte en el objeto y se juzga a uno mismo. Pero en este caso nunca encontrar�s personas que caigan de la misma manera bajo el poder de Satan�s. Pero puede haber s�lo lo que yo llamo el poder externo del Esp�ritu, sin ning�n trato con la conciencia ante Dios. En este caso, uno nunca ha sido llevado a Dios, nunca ha sentido realmente lo que es el pecado; y sin esto no hay vida nueva.

Una cosa es hablar de los pecados de otras personas; pero realmente sentir lo propio, llegar con el sentimiento de la propia culpabilidad y nulidad ante Dios, es otra cosa completamente distinta. Esto va con la vivificaci�n, y en tal caso, en consecuencia, la forma en que la verdad muestra que realmente ha entrado es por el arrepentimiento hacia Dios, as� como por la fe en nuestro Se�or Jesucristo. Ahora en la descripci�n de Hebreos 6:1-20 no hay ni una palabra al respecto.

Las personas all� descritas est�n iluminadas quiz�s hasta lo m�s alto. Han recibido los poderes del mundo venidero. Han gustado la buena palabra de Dios. Han tenido el don celestial de Cristo en lo alto delante de ellos. Todo esto puede ser: la dulzura de la verdad, la sabidur�a de Dios en ella, la armon�a de sus caminos, y todo eso. Es muy posible: la naturaleza es igual a todos. De hecho, la carne es m�s bien exaltada por ella; y el hombre puede pensar un poco mejor de s� mismo como consecuencia de ello, aunque todo el tiempo hable del anciano siendo sepultado, y �l mismo resucitado con Cristo.

La mente puede quedar encantada con todas estas maravillas. Seguramente la verdad de Dios es incomparablemente m�s grandiosa para el intelecto del hombre que la especulaci�n o las f�bulas humanas. �Acaso la historia de Jes�s no es algo infinitamente mejor, incluso para la mente, que el amargo ego�smo de Juno y los repugnantes cr�menes de J�piter, seres en los cuales ning�n pagano sensato podr�a siquiera pensar a la luz del evangelio sin ver tambi�n su abominable estupidez? como maldad? Por el contrario, en el Se�or Jes�s hay algo que, incluso para la mente y la conciencia naturales, tiene la m�s alta sublimidad moral.

De ah� que cualquiera que pueda pretender ser muy le�do en la historia del pensamiento humano, debe saber que ha habido los m�s ac�rrimos enemigos del Se�or Jes�s, quienes sin embargo le profesaban gran respeto y admiraci�n. Lo besar�an tan amorosamente como Judas; ellos dar�an un testimonio de �l nada menos que Pilato. �Pobre de m�! la carne es enemistad contra Dios; viola la ley, rechaza o corrompe la gracia.

No hay realidad ante Dios. No hay entrada de la palabra en la conciencia hasta que uno es vivificado; no hay encuentro con Dios acerca de nuestra propia pecaminosidad; y sin esto, y creyendo c�mo Cristo suple esa necesidad, no hay m�s fe en el amor de Dios que amor hacia Dios. Por lo tanto, as� como no se conf�a en Dios para la vida eterna, tampoco hay nada en el hombre en quien confiar. Los afectos pueden ser tocados, pero los afectos pueden desaparecer y cambiar.

La mente puede ejercitarse m�s particularmente; pero �de qu� sirve aquello en que se trata de pecado con Dios? No es vida eterna; pero la recepci�n de Cristo en una conciencia despierta es inseparable de la posesi�n de esa nueva naturaleza. Cuando la conciencia es traspasada y afligida, y el nombre de Cristo penetra el coraz�n, entonces en verdad es otra cosa. Ahora bien, en tales casos, nunca o�mos que caigan en un estado en el que no puedan "renovarse para arrepentimiento".

"M�s bien es una descripci�n de aquellos que han recibido la verdad exteriormente, y en consecuencia se convierten en objetos para que el poder del Esp�ritu de Dios obre en ellos o a trav�s de ellos; porque todo esto es bastante posible sin renovaci�n. Tales personas pueden, como creo caen completamente bajo el poder del diablo.Era tan antiguo como en Balaam, y en Hebreos 6:1-20 . Lo vemos en los tiempos y la forma del Nuevo Testamento.

Aqu� lo tenemos en Sa�l. �l es presentado ante nosotros como profetizando entre los profetas. Por lo tanto, era un poder completamente superior a su propio trabajo por �l. �Era mejor por eso? Mucho peor. Podemos notar que despu�s de esto su progreso en el mal es espantoso. "Y David huy� de Naiot en Ram�, y vino y dijo delante de Jonat�n: �Qu� he hecho? �Cu�l es mi iniquidad?" porque David no confiaba en esto.

David no se consider� m�s seguro porque Sa�l hab�a estado profetizando. "�Qu� he hecho? �Cu�l es mi iniquidad? �Y cu�l es mi pecado delante de tu padre, que busca mi vida? Y �l le dijo: No permita que mueras; he aqu�, mi padre no har� nada grande o peque�o, pero �l me lo mostrar�; �y por qu� mi padre me lo ocultar�a? No es as�. Tan cari�osamente pens� Jonathan; porque no sab�a cu�l ser�a el resultado del poder que hab�a estado sobre Sa�l donde no hab�a la m�s m�nima conciencia hacia Dios.

"Y David jur� adem�s, y dijo: Tu padre ciertamente sabe que he hallado gracia en tus ojos; y dice: No sepa esto Jonat�n, para que no se entristezca; antes bien, vive Jehov�, y vive tu alma, que all� No hay m�s que un paso entre m� y la muerte. Entonces dijo Jonat�n a David: Todo lo que tu alma desea, yo tambi�n lo har� por ti; y en consecuencia se propuso y llev� a cabo una nueva prueba.

El resultado es que "Jonat�n hizo un pacto con la casa de David, diciendo: Que Jehov� lo demande aun de la mano de los enemigos de David. Y Jonat�n hizo jurar a David otra vez, porque lo amaba; porque lo amaba como lo amaba". su propia alma. Entonces dijo Jonat�n a David: Ma�ana es luna nueva, y ser�s echado de menos, porque tu asiento estar� vac�o. Y cuando hubieres permanecido tres d�as, entonces descender�s pronto, y llegar�s al lugar donde te escondiste cuando el negocio estaba en mano, y permanecer�s junto a la piedra Ezel.

Y tirar� tres flechas en su costado, como si disparara a un blanco. Y he aqu�, yo env�o un muchacho, diciendo: Ve, averigua las flechas. Si digo expresamente al muchacho: He aqu�, las flechas est�n de este lado tuyo, t�malas; entonces ven t�, porque hay paz para ti, y ning�n mal; como vive Jehov�. Pero si digo as� al joven: He aqu�, las flechas est�n m�s all� de ti; vete, porque Jehov� te ha despedido. Y en cuanto al asunto que t� y yo hemos hablado, he aqu�, Jehov� est� entre t� y yo para siempre�.

si he hallado gracia en tus ojos, d�jame ir, te ruego, y ver a mis hermanos. Por eso no viene a la mesa del rey�.

Vemos la maravillosa dignidad de las Escrituras, queridos amigos, y tambi�n la sabidur�a de ellas. Es decir, las Escrituras no comentan sobre estos cuentos que a menudo se mezclan mucho de lo que no era verdad con lo que era verdad. Te concedo que la incredulidad puede usar esto en contra de la palabra de Dios. Pero la incredulidad es siempre superficial, y su prisa maliciosa por condenar es miope. No son los adversarios abiertos los que m�s se deben temer, sino los amigos profesos que se disculpan por las Escrituras.

Donde no hay confianza en la verdad, naturalmente tratan de excusar lo que no entienden, y se averg�enzan un poco de su ignorancia. Pero la serenidad de la verdad puede decir las cosas exactamente como son sin la m�s m�nima disculpa por nada. Es un signo infeliz, y siempre una debilidad en quien, pase lo que pase, est� dispuesto a paliarse. En cambio, donde hay una mirada habitual al Se�or, hay una facilidad para dejar las cosas m�s simplemente en Sus manos.

�Por qu� deber�amos preocuparnos por ellos? Cuando se le desaf�a, sin duda puede estar bien explicarlo, pero es una prueba de fe mucho m�s feliz cuando el coraz�n puede dejar que Dios lo reivindique.

En este caso entonces "la ira de Sa�l se encendi� contra Jonat�n"; porque ahora el coraz�n malo de incredulidad que tan r�pidamente se apartaba del Dios vivo estall� en ira contra su propio hijo, y contra �l por su amor a David. As� Jonat�n comparte la venganza que Sa�l sinti� hacia uno que por disposici�n soberana de Dios lo hab�a suplantado en el reino. Ciertamente fue un buen fruto de la fe que se manifiesta en el hijo donde la falta de fe del padre se hac�a cada vez m�s evidente.

�Y �l le dijo: T�, hijo de la perversa mujer rebelde�. �Ah, hubiera sido bueno que se hubiera sentido hijo de un perverso rebelde ! pero esto era lo �ltimo que ahora pod�a entrar en su coraz�n. "T�, hijo de la perversa rebelde, �no s� que escogiste al hijo de Isa� para tu propia confusi�n, y para la confusi�n de la desnudez de tu madre? Porque todos los d�as que el hijo de Isa� viva sobre la tierra, ser�s no se establezca, ni tu reino".

Exist�a, pues, el instinto que tem�a lo que se avecinaba; porque la incredulidad tiene sus instintos tan verdaderamente como la fe; y as� como la fe conoce el bien que viene antes de que llegue, as� la incredulidad tiene el sentimiento de que estos bienes se le escapan para siempre. Ahora se revela lo invisible, el futuro como presente. "T� en tu vida tuviste tus cosas buenas". Cu�n desdichada era la perspectiva que ten�a Sa�l en su miserable contienda con Dios.

"Env�a, pues, ahora, y tr�emelo, porque ciertamente morir�. Y Jonat�n respondi� a Sa�l su padre, y le dijo: �Por qu� ha de ser muerto? �Qu� ha hecho? Y Sa�l le arroj� una jabalina para herirlo; por lo cual supo Jonat�n que su padre estaba determinado a matar a David. Entonces Jonat�n se levant� de la mesa con gran ira. No fue por �l mismo, sino por David. Vio claramente el odio asesino de su padre que nada pod�a apartar.

Y �l "no comi� carne el segundo d�a del mes: porque estaba apenado por David". �Qu� admirable! "Se entristeci� por David, porque su padre lo hab�a avergonzado. Y aconteci� que por la ma�ana, Jonat�n sali� al campo a la hora se�alada con David, y un muchacho peque�o con �l. Y dijo a su Muchacho, corre, descubre ahora las flechas que tiro.Y mientras el muchacho corr�a, dispar� una flecha m�s all� de �l.

Y cuando el muchacho lleg� al lugar de la flecha que Jonat�n hab�a tirado, Jonat�n grit� tras el muchacho, y dijo: �No est� la flecha m�s all� de ti? Y Jonat�n grit� al muchacho: Date prisa, apres�rate, no te detengas. Y el muchacho de Jonat�n recogi� las flechas y vino a su amo. Pero el muchacho no sab�a nada: s�lo Jonat�n y David sab�an el asunto. Y Jonat�n dio su artiller�a a su muchacho, y le dijo: Ve, ll�valos a la ciudad.

Y luego que el muchacho se hubo ido, David se levant� de un lugar hacia el sur, y se postr� sobre su rostro en tierra, y se inclin� tres veces; y se besaron, y lloraron el uno con el otro, hasta que David se excedi�. Y Jonat�n dijo a David: Vete en paz, pues ambos hemos jurado en el nombre de Jehov�, diciendo: Jehov� est� entre t� y yo, y entre mi descendencia y la tuya para siempre.

Y �l se levant� y se fue; y Jonat�n se fue a la ciudad.� No fue f�cil, pero la fe que obra por el amor encuentra c�mo conciliar lo que se debe a un padre culpable o a cualquier otro con lo que se debe al testimonio de Dios en cualquier crisis. Y esto Jonat�n muestra aqu�. Cu�n desinteresada es tambi�n la fe, porque bien sab�a Jonat�n que el levantamiento de David era fatal para la casa de Sa�l. Pero sab�a que esto era de Dios, y que es en vano, si no fuera malo, pelear contra �l. .

Espero en otra conferencia terminar esta parte de la historia profundamente interesante y conf�o en provechosa. Ciertamente es nuestra propia culpa, nuestra propia incredulidad, si no recogemos de Dios para nuestras almas. �Que nuestro Dios mismo d� a sus hijos para hacerlo suyo! Esto es lo que uno m�s desea, que cada uno tenga su coraz�n abierto por la escritura a Aquel de quien nos habla. Todo lo que se puede pretender en un bosquejo tan superficial es actuar como una especie de indicador de dedo e indicar de acuerdo con la medida de uno los puntos de bendici�n especial en la preciosa palabra de Dios a medida que se elevan ante el ojo.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 1 Samuel 18". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/1-samuel-18.html. 1860-1890.