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Bible Commentaries
1 Samuel 31

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

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Versículos 1-13

Entramos ahora en una parte de la historia de David sensiblemente diferente de la que ya hemos tenido, que finaliza con los esfuerzos de Jonat�n por restaurar las cosas y vincular a Sa�l con �l al menos abiertamente. El mismo Jonathan estaba convencido de que esto era en vano; y a medida que iba a la ciudad, David se encuentra cada vez m�s en el desierto, en el lugar del peregrino y del extranjero, s�, del marginado, objeto cada vez m�s de los celos y el odio del rey Sa�l.

Esto es lo que lo lleva por un camino en el que su historia se vuelve m�s definidamente t�pica. Aqu�, sobre todo, el Esp�ritu de Cristo tiene la obra de prefigurar la vida de nuestro Se�or Jes�s como rechazado por los hombres; y ahora se daban ocasiones tambi�n para aquellas maravillosas composiciones, los Salmos, o por lo menos para much�simos de ellos, en que ese Esp�ritu anticipa los sentimientos, caminos y gloria terrena de Cristo.

La presente ocasi�n, sin embargo, exige una observaci�n que a menudo se aplica a las circunstancias que provocaron esas efusiones del coraz�n en la prueba. �Qui�n puede justamente gloriarse en el hombre? Nadie que entienda sino que pueda ver la gran brecha entre David y Cristo; y esto podemos comentarlo m�s (aunque puede ser tan particularmente en m�s de una ocasi�n), ya que esta es la escena inicial. Lo encontraremos casi hasta el final.

Si Dios iba a desplegar Su poder y a establecer a David a la cabeza de Israel, lo har�a muy evidente tanto para David como para todos los dem�s que tuvieran o�do para escuchar que era por Su pura gracia. El hombre no lo merec�a de ninguna manera. Todav�a no hab�a llegado el momento de uno cuyos caminos eran la expresi�n de Dios mismo, cuyos caminos tra�an gloria al Padre a cada paso. David era amado, y grandes eran las cosas que le esperaban; sin embargo, no era m�s que un hombre, y un hombre pecador. Grace podr�a convertirlo en un tipo, pero �l era solo un tipo.

Entonces, en esta sorprendente ocasi�n, donde la gracia se afirma a s� misma de manera decisiva (y el mismo Se�or Jes�s se refiere a ella y establece la analog�a entre la posici�n de David y la de �l mismo cuando fue rechazado cada vez m�s en Israel), es imposible pasar por alto que David se nos presenta con una historia en la boca que distaba mucho de ser cierta. Pero el sacerdote fue golpeado por las circunstancias con una gran ansiedad; porque �l tambi�n ten�a poca comprensi�n de la mente de Dios. Estaba preocupado por David. Sospechaba que algo andaba mal. Pero Dios se mueve sobre todas las nubes; y este es el �nico motivo justo de confianza.

Por lo tanto, ya sea que miremos a David o consideremos al sacerdote, no hab�a motivo para jactarse. Sin embargo, en estas mismas circunstancias estaba lo que Cristo convierte en beneficio eterno. Es muy probable que hayamos pasado por alto esta historia sin edificarnos; podr�amos haber visto en �l nada para guiar nuestras almas en un d�a oscuro. Pero Jes�s es la luz, y s�lo en Su luz podemos ver la luz; y as� �l para nosotros saca de la preciosa palabra de Dios este hecho asombroso (porque verdaderamente es as�), que el rechazo del amado de Dios en medio del propio pueblo de Dios profana lo que era m�s santificado. �C�mo podr�a algo que David necesitara seguir siendo visto como santo a los ojos de Dios donde I)avid fue rechazado, el ungido de Jehov�?

Por lo tanto, el pan de los sacerdotes se hab�a convertido para sus necesidades en nada m�s que pan com�n. ��l quer�a? De esa tienda debe abastecerse tanto como de cualquier otra. Las restricciones ceremoniales de la ley est�n bastante bien cuando las cosas van verdaderamente de acuerdo con la ley; pero �qu� pasa con Aquel que es el objeto central al que se dirigen todas sus ordenanzas, si �l es echado fuera por causa de Dios, y �l y los Suyos est�n as� necesitados? �Sostendr�a Dios esas formas contra el hombre de su propio coraz�n? �Imposible! Y por eso el sacerdote le da el pan consagrado; porque no hab�a all� pan, sino los panes de la proposici�n tomados de delante de Jehov� para ser alimento de los sacerdotes.

Pero aqu�, como en todas partes, �cu�n inefablemente superior es el Se�or Jes�s, santo, inocente e inmaculado! Encontramos en Su historia que las restricciones de la ley y sus reglamentos pierden su fuerza cuando �l pasa rechazado a la cruz. Est� bellamente resaltado en el caso del leproso samaritano; no que estrictamente hablando pudiera suponerse que �l estaba bajo la ley como lo estaba un jud�o, sino que su caso dejaba en claro la supremac�a de la persona del Se�or, Jes�s y del poder de Dios que obr� por medio de �l.

Fue probado entonces en contra de todas esas demandas, mientras que un jud�o debe esperar hasta que la cruz lo pruebe por �l. El samaritano, ignorante como era, estaba m�s abierto a conocer la gloria del Se�or Jes�s; y lo aprendi� en primer lugar, como todos debemos hacerlo si lo aprendemos correctamente, por su abyecta necesidad suplida en la gracia divina. Deber�amos empezar por ah�. Somos meros te�ricos si no lo hacemos, y es peligroso para el alma donde la conciencia despierta a sus necesidades ante Dios no es la bisagra del primer acercamiento a Dios.

Pero entonces, �debemos permanecer siempre all�, siempre en la puerta? Ciertamente no. Hay que entrar por una puerta, y es tanto imposible como err�neo limitar al Dios de toda gracia a la provisi�n de nuestras primeras necesidades como pecadores, aunque sean esenciales para el alma. Que esas provisiones tambi�n sean tan ricas y benditas que hay Dios mismo para conocer en Cristo y para disfrutar. Esto era lo que, sustancialmente al menos, el Se�or Jes�s estaba mostrando, la fe que regresaba a �l en lugar de ir a los sacerdotes.

As�, aunque dej� en su lugar por el momento a los que estaban bajo la ley, afirm� en principio, donde pod�a estar y en respuesta a la fe, esa misma gracia que despu�s hab�a de resplandecer perfectamente cuando la cruz la hab�a convertido en un cosa justa para todos.

Despu�s de esto se abre otra escena; porque David, habiendo recibido ahora el pan una vez consagrado para �l y su compa��a, pide m�s de todo lo que quer�a. Podr�a ser audaz en esto; porque todo lo que quer�a era para la gloria de Dios. La espada de Goliat no estaba tanto en vista de ninguna consideraci�n personal. No hab�a tra�do ni armas ni municiones de guerra. La respuesta del sacerdote fue: "La espada de Goliat el filisteo, a quien mataste en el valle de Ela, he aqu� est� aqu�.

Un lugar extra�o, quiz�s pensemos, para encontrarlo; pero no as� en verdad. Como dijo David: �No hay ninguno as�: d�melo�. Era el emblema de un gran d�a para Israel, una gran derrota. para el filisteo; pero fue la espada que la muerte suministr� para la victoria. �Fue el poder o la habilidad de David lo que fue en el sentido m�s verdadero el medio de la victoria? �No fue su fe la que venci�, como es la �nica que vence al mundo? Para vencer as�, el arma arrancada de la muerte debe ser empu�ada por el Esp�ritu en el poder de la vida en Cristo, de lo contrario es in�til, como demostr� Goliat.

Pero un d�a de honor puede ser seguido inmediatamente por uno de verg�enza, y nadie est� exento de la necesidad de depender de Dios o de Su gu�a. �Qu� humillante ver a David huir �aquel d�a� por temor de Sa�l hacia Aquis el rey de Gat! Incluso el recuerdo del uso temprano de Dios por parte de Dios, recordado aqu� por los labios de los filisteos, no despierta confianza en �l, sino m�s terror hacia Aquis. "Y �l cambi� su comportamiento delante de ellos, y se fingi� loco en sus manos, y escarb� en las puertas de la puerta, y dej� que su saliva cayera sobre su barba.

Entonces dijo Aquis a sus siervos: He aqu� que veis que el hombre est� loco; �por qu�, pues, me lo hab�is tra�do? �Tengo necesidad de locos, que hab�is tra�do a este hombre para que se haga el loco en mi presencia? �Vendr� este a mi casa?" Pero la gracia sabe c�mo sacar provecho de la bajeza del creyente, como podemos aprender en lo que sigue.

Porque en el pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 22:1-23 ) vemos a David convertirse en el centro atractivo para todos los que pod�an valorar lo que era de Dios y discernir lo que la gracia estaba haciendo en Israel. �Era simplemente esto? �No era tambi�n para aquellos que estaban endeudados y en la miseria, que no pod�an encontrar consuelo, ni siquiera ojos para la piedad en otra parte? El mismo Cristo nuestro Se�or re�ne a los dos en S�, y bendij�moslo por ello.

A menudo somos propensos a tener pensamientos del Se�or m�s estrechos de lo que le conviene, hermanos m�os; pero Cristo no es menos alto y glorioso porque puede darse el lujo de mirar a los m�s peque�os y llamar a los m�s bajos, y as� formarlos a su imagen y semejanza. Fue as� hasta en su medida aqu�; y en verdad, hay pocas cosas que resalten m�s el valor infinito del Se�or Jes�s que el hecho de que �l no est� coronando lo que es bueno aparte de �l, ni buscando descubrir sus g�rmenes.

Todo lo que es excelente, todo lo que es de Dios, seguramente girar� alrededor del Se�or Jes�s; pero entonces �l Mismo crea, �l forma, no simplemente encuentra. Es �l quien da y puede dar de Su propia plenitud. Y en su peque�a medida vemos que esto fue cierto de David; porque de este grupo, tan despreciable a los ojos de los hombres, �qu� no form� aquel hombre de Dios? y esto tambi�n m�s verdaderamente porque estaba en el camino del rechazo y el desprecio.

Aqu� entonces encontramos a David, como se nos dice, en la cueva de Adulam; "y oy�ndolo sus hermanos y toda la casa de su padre, descendieron all� a �l". Pero no solo ellos. Se podr�a suponer que estos tienen un reclamo; ciertamente ya ten�an una relaci�n; pero hab�a otros all� que se juntaron con �l porque a�n no ten�an nada, habiendo perdido todo. "Y todos los que estaban en apuros, y todos los que estaban endeudados, y todos los que estaban descontentos, se unieron a �l.

"Pobre cosa es ser un optimista contento cuando las cosas que estamos sancionando son contrarias a Dios. Y no deben ser envidiados aquellos que, estando en mal caso condenados por la palabra de Dios, se jactan porque no son dados a cambiar". "M�s felices, mucho m�s felices, aquellos que prueban todas las cosas y se aferran a lo que es bueno. Hab�a almas que gem�an en Israel. Pero, �estaban descontentos cuando rodearon a David? Te concedo totalmente que fue un conjunto de aspecto insignificante para reunidos, y en los lugares m�s oscuros; pero �qu� fue David para ellos? �Y qu� los hizo? Todo el mundo sinti� y dio testimonio en el d�a de su gloria y la de ellos, despu�s de haber sido formados en el d�a del juicio y tristeza y oprobio por la poderosa acci�n de la misma gracia que resplandeci� en David.

Pero incluso ahora, como se nos dice despu�s, no fue simplemente esto: el profeta Gad est� all�, y nuevamente, como sabemos, el sacerdote. Se marc� m�s particularmente cuando la mano de Sa�l se levant� para destruir a trav�s de un instrumento evidente de Satan�s. �Porque el rey condescendi�, es m�s, fue cegado por el poder de Satan�s, para emplear a su pastor Doeg, un edomita, contra los sacerdotes de Jehov�! Una triste historia es su declinaci�n.

Escucha las burlas del rey, su desprecio afectado por el hijo de Isa�. Si el que ten�a el poder tem�a a David en d�as anteriores, su persecuci�n mortal atestiguaba la importancia que se le atribu�a ahora. Las palabras de ira y de desprecio no revelan, salvo a los inteligentes, c�mo lo consideraba realmente en su coraz�n. �D�nde estaba el juicio propio por el pecado que hab�a hecho perder el reino? �D�nde estaba el sentido del honor que Dios hab�a puesto sobre �l, y de su propio mal uso del mismo? S�lo arde en el interior el dolor de una enemistad mortal, que ahora estalla, no contra el hombre a quien m�s deseaba destruir, sino contra los que le hab�an mostrado bondad, aunque eran sacerdotes de Jehov�.

Pero tiene como efecto que este punto sagrado de conexi�n y medio para mantener una relaci�n con Jehov� ahora se encuentra con David. "Y uno de los hijos de Ahimelec, hijo de Ahitob, llamado Abiatar, escap� y huy� tras David". Doeg, por mandato de Sa�l, hab�a herido a Nob, la ciudad de los sacerdotes, a filo de espada, hombres y mujeres, ni�os y lactantes. El hombre que perdon� a los amalecitas destruy� sin piedad a los sacerdotes del Se�or. El sacerdote y el profeta estaban ahora con el rey destinado de Dios.

El pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 23:1-29 ) nos permite ver algunas caracter�sticas nuevas de la condici�n angustiada y peligrosa de David, y qu� y c�mo Dios estaba actuando all�. "Entonces dieron aviso a David, diciendo: He aqu�, los filisteos pelean contra Keila, y roban las eras". Seguramente hubiera sido m�s natural que se lo hubieran dicho al rey Sa�l.

Era lo que uno podr�a llamar su negocio; se debi� a �l que fue levantado y responsable de ser el protector de Israel as� como su l�der en las batallas de Jehov� contra los filisteos. �Pero no! coraz�n y conciencia le dijeron a Israel que no hab�a esperanza en el rey. El hombre marginado al que persegu�a era aquel a quien todos los corazones se volv�an y todos los pensamientos tend�an. Fue a David, �l mismo buscado por su propia vida, que buscaron cualquier protecci�n que Dios pudiera darles contra el enemigo.

Y otra caracter�stica aqu� comentario. No es solo que Dios estaba preparando moralmente al pueblo para David, sino que adem�s David mismo est� siendo entrenado en una dependencia cada vez m�s profunda de Dios. "David consult� a Jehov�: �Ir� y matar� a estos filisteos? Y Jehov� dijo a David: Ve, y mata a los filisteos, y salva a Keilah". David entonces claramente no es el mero favorito, como hab�a sido el campe�n, del pueblo, sino el que Dios escucha, responde y usa para Su propia alabanza.

Sa�l es ignorado en lo que deber�a haber sido especialmente su obra. "Y los hombres de David le dijeron: He aqu�, tenemos miedo aqu� en Jud�: �cu�nto m�s si llegamos a Keilah contra los ej�rcitos de los filisteos?" David vuelve a preguntar: "Y Jehov� le respondi� y dijo: Lev�ntate, desciende a Keila, porque entregar� a los filisteos en tus manos". Obedientemente fue, luch� contra los filisteos, "se llev� sus ganados y los hiri� con una gran matanza.

"As� que", como lo resume el Esp�ritu de Dios, "David salv� a los habitantes de Keilah". A continuaci�n encontramos registrado que, cuando Abiathar, hijo de Abimelec, huy� a David a Keilah, �l descendi� con (no "un ," pero el ) efod en su mano: a la muerte de sus compa�eros sucedi� en el lugar m�s alto.

Sa�l, completamente encaprichado y sin la gu�a divina, considera la posici�n de David en Keilah, encerrado entre aquellos a quienes pod�a influir, como la intervenci�n de Dios para entregar a su enemigo en sus manos. Tantas veces la malicia queda completamente cegada; y Dios permite que cuando la voluntad obra as�, las circunstancias parezcan favorecerla, s�lo para dar otra y m�s completa prueba de cu�n contraria a su voluntad es todo tal rencor vengativo.

"Y dijo Sa�l: Dios lo ha entregado en mi mano; porque est� encerrado, al entrar en una ciudad que tiene puertas y cerrojos. Y Sa�l convoc� a todo el pueblo a la guerra, para que descendieran a Keila y sitiaran a David y su hombres. Y sab�a David que Sa�l hac�a mal contra �l en secreto. De nuevo, por tanto, recurre a Jehov�. "Trae aqu� el efod", le dice al sacerdote. �Entonces dijo David: Oh Jehov� Dios de Israel, tu siervo ciertamente ha o�do que Sa�l procura venir a Keila, para destruir la ciudad por causa de m�.

�Me entregar�n en sus manos los hombres de Keilah? �Descender� Sa�l, como tu siervo ha o�do? Oh Jehov� Dios de Israel, te ruego que lo digas a tu siervo. Y dijo Jehov�: El descender�. Entonces dijo David: �Los hombres de Keilah me entregar�n a m� ya mis hombres en manos de Sa�l? Y Jehov� dijo: Ellos te entregar�n.� Dios plantea la pregunta que s�lo �l puede responder. Naturalmente, David podr�a desconfiar de los hombres de Keilah.

Fuera lo que fuera lo que lo llev� a investigar de esa manera, fue Dios quien lo preserv� de la trampa inminente que lo rodeaba en ese momento. Porque a los mansos guiar� en juicio, ya los mansos les ense�ar� su camino. Pero podemos se�alar que la relaci�n, la familiaridad (si se puede aventurar a llamarla as�) de Jehov� con David, y de David con Jehov�, es extremadamente llamativa en este incidente. Fue durante mucho tiempo un hombre de fe; pero defiende su demanda de una manera m�s all� de cualquier cosa que hayamos tenido antes.

�l es el tipo evidente de uno que camin� en perfecta dependencia de Dios. "Entonces David y sus hombres, que eran como seiscientos, se levantaron y partieron de Keilah, y fueron por donde pudieron. Y se le dijo a Sa�l que David hab�a escapado de Keilah, y se abstuvo de salir". Posteriormente se encuentra en el desierto de Zif "Y Sa�l lo buscaba todos los d�as, pero Dios no lo entreg� en su mano".

Y aqu� leemos un relato profundamente conmovedor de amor a David en la propia casa de Sa�l en esta crisis. �Pobre de m�! fue el �ltimo encuentro entre David y Jonat�n; porque sigue la dolorosa revelaci�n de que la fe de Jonat�n no se prueba a la altura de la prueba, cuyas amargas consecuencias cosechar� a su debido tiempo. Sin embargo, as� como hubo un afecto real, as� se est� lejos de insinuar que no hubo una fe real; pero las cosas hab�an llegado ahora a un punto tan cr�tico que incluso por seguridad, para no hablar del honor de Dios o del amor del hombre, debe haber una ruptura limpia y efectiva del orden externo que se levanta, el ya no secreto pero enemigo abierto y decidido de los prop�sitos de Dios.

Y as� es constantemente. Al principio, Dios trata con ternura y lastima a los hombres que est�n equivocados por ignorancia. �l da a muchos la oportunidad de ejercitar la fe antes de que el pecado se eleve a tal grado como este; pero, llegado a ese punto, debemos doblar la esquina o retroceder, si no perecemos. Si esto no se mostr� solemnemente en el futuro de Jonathan, debo dejar que lo consideren ustedes mismos.

No obstante, cualquiera que sea nuestro juicio al respecto, el tierno amor de Jonat�n por David en esta �ltima ocasi�n es muy conmovedor, y la mezcla tambi�n de lo que era verdaderamente de Dios con lo que mostraba la debilidad del vaso de barro.

"Y levant�ndose el hijo de Jonat�n Sa�l, fue a David al bosque, y fortaleci� su mano en Dios". "No temas", dijo �l, "porque la mano de Sa�l mi padre no te encontrar�". En esto ciertamente ten�a raz�n; habl� casi como un profeta de Jehov�. "T� ser�s rey sobre Israel". Correcto de nuevo. "Y yo ser� el pr�ximo a ti". �No es as�, Jonat�n! Se equivoc� ah�. Jonathan nunca vivi� para ser algo para David.

Esta iba a ser su �ltima entrevista. Pero a�ade: "Y eso tambi�n lo sabe Sa�l mi padre". Por lo tanto, creo que la mezcla de lo que era verdad y lo que estaba equivocado marca precisamente la condici�n mezclada del alma de Jonathan en este mismo punto. No era fe en su pureza con unicidad de objeto y car�cter. Fe hab�a; pero hubo una anticipaci�n equivocada, como hubo incredulidad. Y as� lo demostr� pronto. Sin embargo, "los dos hicieron un pacto delante de Jehov�: y se qued� David en el bosque, y Jonat�n se fue a su casa".

Ahora podemos referirnos brevemente a una dolorosa traici�n, agradable al rey entonces, sin importar lo que haya sentido alguna vez. Entonces subieron los zifeos a Sa�l en Gabaa, diciendo: �No se esconde David con nosotros en fortalezas en el bosque, en el collado de Haquila, que est� al sur de Jesim�n? Ahora pues, oh rey, desciende conforme a a todo el deseo de tu alma de descender, y nuestra parte ser� entregarlo en mano del rey.

Y dijo Sa�l: Benditos se�is vosotros de Jehov�; porque ten�is compasi�n de m�. Id, os ruego, preparaos todav�a, y conoced y ved el lugar donde est� su guarida, y qui�n le ha visto all�: porque me han dicho que trata con mucha astucia. Mirad, pues, y tomad conocimiento de todos los escondrijos donde se esconde, y volved a m� con la certeza, y yo ir� con vosotros; y acontecer�, si �l estuviere en la tierra, que yo buscarlo por todos los millares de Jud�.

El infeliz rey bendice a estos hombres por su prontitud para entregar a David; pero todo fue en vano. Tomaron sus medidas con destreza. Se levantaron y fueron a Zif delante de Sa�l; pero David y sus hombres estaban en el desierto de Ma�n. , en la llanura al sur de Jeshimon. Sa�l tambi�n y sus hombres fueron a buscarlo.� Parec�a como si fuera imposible escapar, especialmente cuando David baj� y se qued� en el desierto de Ma�n.

Cuando Sa�l escuch� la posici�n exacta, persigui� a David en el desierto de Ma�n. �Y Sa�l se fue por este lado del monte, y David y sus hombres por aquel lado del monte; y David se apresur� a alejarse por temor a Sa�l; porque Sa�l y sus hombres rodearon a David y a sus hombres por todos lados para tomarlos ." En la misma crisis, cuando parec�a que todo hab�a terminado con David, un mensajero llega a Sa�l y le dice: "Date prisa y ven, porque los filisteos han invadido la tierra". Dios es siempre superior a la dificultad. Sa�l se ve obligado a regresar, y David fue liberado.

Pero el infeliz rey, de ninguna manera avergonzado de s� mismo, ni prestando atenci�n a la lecci�n del Se�or, tan pronto como le es posible vuelve a la b�squeda de su obediente yerno y fiel s�bdito, David. Este �nico objeto caracteriza su vida en adelante. Cuanto m�s evidente era en verdad que Dios se hab�a interpuesto para liberar, mayor era su deseo de apoderarse y matar a aquel a quien su mala mente conjuraba como enemigo; y as� �l toma tres mil hombres escogidos de todo Israel, cuando oye que David est� en el desierto de En-gadi, y va a buscarlo all�. ( 1 Samuel 24:1-22 )

Pero pronto aparece un problema muy diferente. Las tornas se invierten en la providencia de Dios, y Sa�l cae manifiestamente en el poder de David; pero, �oh, cu�n diferente fue su sentimiento y uso de la oportunidad! tan claro fue que incluso el mismo Sa�l ha tocado las fuentes de su afecto natural, y reconoce cu�nto m�s verdadero era David para el rey que el rey para s� mismo. �Y David dijo a Sa�l: �Por qu� oyes las palabras de los hombres, diciendo: He aqu�, David busca tu mal? : pero mis ojos te perdonaron, y dije: No extender� mi mano contra mi se�or, porque �l es el ungido de Jehov�.

Adem�s, padre m�o, mira, s�, mira el borde de tu manto en mi mano: porque cort� el borde de tu manto y no te mat�, conoce y ve que no hay mal ni transgresi�n en mi mano. , y no he pecado contra ti; sin embargo, persigues mi alma para tomarla. Juzgue Jehov� entre ti y yo, y v�ngueme Jehov� de ti; pero mi mano no ser� contra ti. Como dice el proverbio de los antiguos: Del imp�o procede la maldad, pero mi mano no ser� contra ti.

" La consecuencia fue que "Sa�l alz� su voz y llor�. Y dijo a David: M�s justo eres t� que yo; porque me has pagado con bien, mientras que yo te he pagado con mal. Y t� has mostrado hoy c�mo me has hecho bien; pues cuando Jehov� me hubo entregado en tus manos, no me mataste.� Y luego le pide a David que jure, porque ahora no se trataba de que David rogara. un juramento de Sa�l de perdonarlo, pero de Sa�l manifiestamente equivocado, y sin embargo temeroso de su venganza a quien buscaba matar.

"J�rame, pues, ahora por Jehov�, que no destruir�s mi descendencia despu�s de m�, y que no borrar�s mi nombre de la casa de mi padre. Y David jur� a Sa�l". �Qu� espect�culo de rey y s�bdito, y qu� victoria, hermanos m�os, para la fe y la gracia! La carne que lucha contra Dios reconoce virtualmente su derrota, y esto en la misma hora en que hab�a buscado la destrucci�n como objeto de su antipat�a.

Teme el juicio, pero ese juicio no proviene de la gracia que ignora y odia, sino del gobierno retributivo de Dios. "Y Sa�l se fue a su casa; pero David y sus hombres los subieron a la bodega".

1 Samuel 25:1-44 . Pero aqu� nuevamente tenemos en breves palabras otro cambio. No se trata ahora de Jonathan; pero Samuel muere; y esto seguramente fue un evento de no poca importancia, por poco que haya sido nombrado durante mucho tiempo. Nos acercamos al final cuando no se trata de profec�a, pero todav�a no hemos llegado a �l. El poder de Dios no interfiere; pero el fin se acerca, cuando el testimonio de �l se ha ido.

Antes de eso, sin embargo, un nuevo car�cter de fe se encuentra o se forma en un nuevo testimonio, y esto tambi�n donde menos podr�a haberse esperado no en un hombre que iba a fallecer, sino en una mujer no en Jonat�n, sino en Abigail, que permanece y es verdaderamente bendita. Una diferencia muy llamativa tambi�n en el car�cter de su fe ser� evidente para cualquiera que lea el cap�tulo con sencillez y ante el Se�or.

David acude a un hombre rico llamado Nabal, buscando all� en su angustia alg�n refrigerio para sus j�venes, y David envi� a diez j�venes con un mensaje respetuoso para estos israelitas. "Y as� dir�is al que vive en la prosperidad: Paz a ti, y paz a tu casa, y paz a todo lo que tienes. Y ahora he o�do que tienes esquiladores; ahora tus pastores que eran con nosotros, no les hicimos da�o, ni les falt� nada.

todo el tiempo que estuvieron en el Carmelo. Pregunta a tus j�venes, y ellos te mostrar�n. Hallen, pues, estos j�venes gracia en tus ojos, porque venimos en buen d�a; te ruego que des lo que tuviere a mano a tus siervos, ya tu hijo David. Y cuando llegaron los j�venes de David, hablaron a Nabal conforme a todas aquellas palabras en el nombre de David, y cesaron.� Esto sin duda fue una gran prueba para David.

Se requiere, no necesito decir, mucha gracia para pedir un favor, especialmente de un hombre como Nabal; pero, aun siendo poco conocido y David bien sab�a lo que eran algunos hombres en Israel, no era poca humillaci�n para el ungido de Jehov�. Pero Nabal no apreci� nada de Dios, y odi� todo pensamiento de gracia, como lo hace el hombre natural; y por eso responde con la mayor rudeza: "�Qui�n es David? �Y qui�n es el hijo de Isa�? Hay muchos siervos ahora que se separan cada uno de su amo.

�Tomar�, pues, mi pan, mi agua y mi carne que he sacrificado para mis esquiladores, y la dar� a hombres que no s� de d�nde son? Entonces los j�venes de David se volvieron, y fueron de nuevo, y acerc�ndose, le contaron todas aquellas palabras.� David estaba profundamente irritado, y �dijo a sus hombres: C��ense cada uno con su espada. Y ce�iron cada uno su espada; y David tambi�n se ci�� su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres; y doscientos morada por la materia ".

Pero el Se�or ten�a un mejor camino y mejores consejos para Su siervo. Porque �uno de los j�venes dio aviso a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: He aqu�, David envi� mensajeros desde el desierto para saludar a nuestro se�or, y �l los injuri�. Pero aquellos hombres fueron muy buenos con nosotros, y no sufrimos da�o alguno, ni nos falt� cosa alguna, mientras las conoc�amos, cuando est�bamos en el campo; fueron para nosotros muro de noche y de d�a, todo el tiempo que estuvimos con ellos apacentando las ovejas.

Ahora pues, sabe y considera lo que vas a hacer; porque el mal est� determinado contra nuestro se�or y contra toda su casa; porque es tal hijo de Belial, que nadie puede hablarle.� El camino de la fe a veces parece sospechoso, y lo que hizo Abigail podr�a haberle parecido Desde fuera parec�a ser un asunto bastante censurable ya sea que uno piense en David o en su esposo; pero Abigail vio la voluntad y la gloria de Dios, y donde la fe ve lo que �l est� haciendo, todas las cuestiones quedan resueltas.

Sea lo que sea lo que parezca, sea lo que sea lo que cueste, su decisi�n estaba decidida: y Dios la reivindic� y juzg� a Nabal. �Entonces Abigail se apresur� y tom� doscientas hogazas de pan, y dos odres de vino, y cinco ovejas preparadas, y cinco medidas de ma�z tostado, y cien racimos de pasas, y doscientas tortas de higos, y las puso sobre asnos . Y ella dijo a sus sirvientes: Id delante de m�; he aqu�, yo vengo detr�s de vosotros. Pero no se lo dijo a su marido Nabal".

�Y aconteci� que, mientras ella cabalgaba sobre el asno, descendi� por la cubierta del monte, y he aqu�, David y sus hombres descendieron contra ella, y ella los sali� al encuentro�. Un castigo digno pend�a de un hilo, porque todos estaban listos para abalanzarse sobre Nabal y su casa. "Ahora bien, David hab�a dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto". "As�", dice, "y mucho m�s haga Dios con los enemigos de David", si dejaba vivo a alg�n var�n de ellos a la luz de la ma�ana.

�Y cuando Abigail vio a David, se apresur�, y se ape� del asno, y se postr� sobre su rostro delante de David, y se inclin� en tierra, y se postr� a sus pies, y dijo: Sobre m�, se�or m�o, sobre m� que esto suceda. iniquidad sea: y que tu sierva, te ruego, hable en tu audiencia, y oigas las palabras de tu sierva. Te ruego, mi se�or, que no mires a este var�n de Belial, Nabal, porque como es su nombre, tal es �l; su nombre es Nabal, y la locura est� con �l: mas yo tu sierva no vi los criados de mi se�or, a los cuales t� enviaste.

Ahora pues, se�or m�o, vive Jehov�, y vive tu alma, que Jehov� te ha impedido venir a derramar sangre.� �Qu� excelente testimonio del poder del Esp�ritu de gracia, donde la ejecuci�n del juicio fue tan bien merecida! Ella ten�a la instintiva convicci�n espiritual de que era mejor en manos de Aquel que tratar�a solemnemente con su esposo culpable.

Es bueno no vengarnos. "Puesto que Jehov� te ha impedido venir a derramar sangre, y vengarte con tu propia mano, ahora tus enemigos y los que buscan el mal contra mi se�or, sean como Nabal". Aqu� no hay indecisi�n, y sin pretender para ella un esp�ritu prof�tico, podemos ver y no es ella la �nica tambi�n que Dios no s�lo escucha y oye, sino que tambi�n sugiere, cuando le parece, y verifica quiz�s mucho m�s all� de todo lo que ella misma anticip�.

Y es tan cierto ahora como lo fue siempre, hermanos m�os; porque el camino de la fe no est� todav�a del todo desierto, y el Dios viviente tiene todav�a a quienes gu�a y forma, y ??a�n m�s manifiestamente seg�n Su Hijo ya no prometido sino revelado, el Se�or Jes�s. "Y ahora, esta bendici�n que tu sierva ha tra�do a mi se�or, d�sela aun a los j�venes que siguen a mi se�or. Te ruego que perdones la ofensa de tu sierva; porque Jehov� ciertamente dar� a mi se�or una casa segura; porque mi se�or pelea las batallas de Jehov�, y no se ha hallado mal en ti en todos tus d�as. Mas un hombre se ha levantado para perseguirte, y para buscar tu alma.

Todo es juzgado por la fe; y nada puede ser m�s llamativo que esto. �Supones que a Abigail en su vida ordinaria le falt� amor por su marido? Estoy lejos de concebir un pensamiento tan injurioso de alguien cuyo juicio moral en palabra y obra se expresa con tanta delicadeza y verdad. �Supones que Abigail hasta ahora hab�a faltado al respeto por el rey Sa�l? Lejos de ahi; pero ahora, ya fuera marido o rey, si se pon�an en antagonismo directo con Dios, �qu� eran? Uno no era m�s que "un hombre", el otro "un hijo de Belial".

"Sin embargo, estoy seguro de que en su propia esfera ella todav�a hab�a sido obediente con ambos en sus justos reclamos. Pero ahora era una pregunta que hab�a llegado al punto en el que uno debe decidirse completamente a favor o en contra del Se�or. Aqu� ella no pudo vacilar ni por un momento. Ten�a raz�n: "Y acontecer�", dice ella en el poder del Esp�ritu, "el alma de mi se�or ser� atada en el haz de la vida con Jehov� tu Dios.

Ella lo ve tomado �ntimamente y para siempre por Dios: s�lo esto explica y justifica su conducta. Y acontecer� que cuando Jehov� haya hecho a mi se�or conforme a todo el bien que ha dicho acerca de ti, y te hubiere puesto por pr�ncipe sobre Israel, no te ser� esto agravio.�

Qu� dulce ver en el d�a oscuro y nublado a una matrona de Israel a quien la fe da para discernir claramente y sentir tanto celo, no s�lo por el honor inmaculado del futuro rey de Israel, sino tambi�n para que su alma se conserve sencilla y para el final de la prueba de lo que era contrario a la gracia del Se�or. �Que esto no te causar� pesar, ni una ofensa de coraz�n a mi se�or, ya sea que hayas derramado sangre sin causa, o que mi se�or se haya vengado; pero cuando Jehov� haya hecho bien a mi se�or, entonces acu�rdate de tu sierva.

"La fe aun aqu�, aunque probada, no est� sin una respuesta presente de Dios donde podamos soportarla. "Y David dijo a Abigail: Bendito sea Jehov� Dios de Israel, que te envi� hoy a mi encuentro". para David encontrar una fe que sobrepasara la suya; y sin embargo, �qui�n puede dudar que en esto por lo menos no se vio en Israel tal fe como la de Abigail ese d�a? "Y bendito sea tu consejo, y bendito seas t�, que has guardado impididme hoy venir a derramar sangre, y vengarme con mi propia mano.

Porque en verdad, vive Jehov� Dios de Israel, que me ha impedido hacerte da�o, si no te hubieras apresurado y venido a mi encuentro, ciertamente no le habr�a quedado a Nabal a la luz de la ma�ana ni una sola alma. Entonces David tom� de su mano lo que ella le hab�a tra�do, y le dijo: Sube en paz a tu casa; mira, he escuchado tu voz, y he aceptado tu persona".

El resto del cap�tulo expone el juicio que inmediatamente cay� sobre Nabal; y no hay juicio tan solemne como cuando un hombre cae en la mano del Dios vivo. Entonces David toma a Abigail por esposa.

En el pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 26:1-25 ) tenemos a Sa�l de nuevo, todav�a impenitente, todav�a empe�ado en su sangrienta misi�n. Una vez m�s parece estar a punto de atrapar a David; pero en verdad "David env�a esp�as, y entendi� que Sa�l hab�a venido de hecho" antes de que Sa�l supiera algo con certeza en cuanto a David; "Entonces David se levant� y lleg� al lugar donde Sa�l hab�a acampado.

"Cu�n impactante la tranquila confianza de la fe, el sentido de seguridad de Dios que le dio valor al perseguido para acercarse a su perseguidor. "Y mir� David el lugar donde yac�a Sa�l, y Abner, hijo de Ner, el capit�n de su ej�rcito; y Sa�l yac�a en la zanja, y el pueblo acamp� alrededor de �l. Esa misma noche, como se nos dice, David y Abisai vinieron mientras Sa�l dorm�a dentro de la zanja. Entonces su compa�ero le dice a David: �Dios ha entregado a tu enemigo en tu mano este d�a.

Nadie sab�a mejor que David siempre estuvo indispuesto a tratar con Sa�l. �Qui�n no conoci� la gracia que llen� su coraz�n recientemente? �Ahora, pues, d�jame herirlo�, dice �l, �te ruego, con la lanza hasta la tierra de una vez, y no lo herir� la segunda vez. Y David dijo a Abisai: No lo destruyas; porque �qui�n extender� su mano contra el ungido de Jehov�, y quedar� libre de culpa? Est� claro, por tanto, que David ha crecido en el sentido de la gracia de Dios. hecho �l mismo, pero no lo permitir� en otro de su compa��a.

�Pero David tom� la lanza y el c�ntaro de agua del almohad�n de Sa�l, y se los llevaron, y nadie lo vio, ni lo supo, ni despert�; porque todos estaban dormidos, porque un sue�o profundo de parte de Jehov� hab�a ca�do sobre ellos. Entonces David pas� al otro lado, y se par� sobre la cumbre de un monte lejano, habiendo entre ellos gran espacio: y clam� David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: Abner, no respondas. Entonces respondi� Abner y dijo: �Qui�n eres t� que clamas al rey? Se burla de ellos con la p�sima guardia que hab�an puesto esa noche.

"Y David dijo a Abner: �No eres t� un hombre valiente? �Y qui�n como t� en Israel? �Por qu�, pues, no has guardado a tu se�or el rey? Porque uno del pueblo vino para matar al rey tu se�or. Esto No es buena la cosa que hab�is hecho. Vive Jehov�, que sois dignos de morir, por cuanto no guardasteis a vuestro se�or, el ungido de Jehov�. Y ahora mirad d�nde est� la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba en su cabecera. " Sa�l se conmovi� una vez m�s y dijo: "�Es esta tu voz, hijo m�o David?"

Pero David no solo reconoce ahora; �l protesta. "�Por qu� persigue as� mi se�or a su siervo? �Qu� he hecho yo, o qu� mal hay en mi mano? Ahora pues, te ruego que oiga mi se�or el rey las palabras de su siervo. Si Jehov� te ha despertado contra m�, acepte ofrenda; mas si son hijos de hombres, malditos sean delante de Jehov�, porque me han echado hoy de estar en la heredad de Jehov�, diciendo: Id, servid a dioses ajenos.

Ahora, pues, no caiga mi sangre en tierra delante de Jehov�; porque el rey de Israel ha salido a buscar una pulga, como quien caza una perdiz por los montes. Sa�l confes� su pecado, pero no hubo ninguna conciencia hacia Dios. Y David respondi� y dijo: "�He aqu� la lanza del rey! y que uno de los j�venes venga y la tome. Jehov� d� a cada uno su justicia y su fidelidad; porque Jehov� te ha entregado hoy en mi mano, mas yo no extender� mi mano contra el ungido de Jehov�.

Y he aqu�, como tu vida ha sido estimada mucho hoy a mis ojos, as� sea mi vida estimada mucho a los ojos de Jehov�, y l�brame �l de toda tribulaci�n.� �l no tiene confianza en Sa�l, aunque puede decir como su sentimiento actual: "Bendito seas, hijo m�o David: har�s grandes cosas, y tambi�n prevalecer�s".

Sin embargo, �de qu� se ha de tener en cuenta al hombre? que david Toda carne es hierba, y su gloria como la flor de la hierba. A este triunfo sobre s� mismo, a esta victoria de la gracia, le sigue uno de los momentos m�s dolorosos de la vida de David. Cansado al fin de su continua exposici�n a la malicia del rey, dice en su coraz�n: "Ahora morir� un d�a por mano de Sa�l", y esto exactamente cuando, como parece, el peligro hab�a pasado.

�Pobre de m�! �que somos? Cristo es para nosotros la sabidur�a y el poder de Dios. "No hay nada mejor para m� que escapar r�pidamente a la tierra de los filisteos". �Puede ser David quien as� siente y habla? El hombre de fe abandona el terreno de Dios y deliberadamente busca refugio en el pa�s del enemigo. David se levanta, pasando al enemigo que tantas veces hab�a vencido. �Y mor� David con Aquis en Gat, �l y sus hombres, cada uno con su casa, David con sus dos mujeres, Ahinoam la jezreelita, y Abigail la carmelita, mujer de Nabal.

Y se le dijo a Sa�l que David hab�a sido pasto de Gat, y ya no lo busc� m�s.� �Puede uno sorprenderse de que un paso tan malo condujera a otros? Que David lleva a cabo un curso de enga�o de la clase m�s dolorosa y lamentable, especialmente en un siervo de Jehov� una vez tan verdadero, sencillo y transparente como �l? ( 1 Samuel 27:1-12 )

Pero pronto los filisteos re�nen sus ej�rcitos para pelear con Israel, y entonces se muestra la tierna misericordia de Dios al reparar o al menos anular en esta etapa la maldad de Su siervo. "Y Aquis dijo a David: Ten por seguro que saldr�s conmigo a la batalla, t� y tus hombres. Y David dijo a Aquis: Ciertamente sabr�s lo que tu siervo puede hacer"; y as� permaneci� hasta el presente.

En cuanto a los arreglos, �David iba a pelear con los filisteos contra Israel! ( 1 Samuel 28:1-25) S�lo Dios es fiel. Y as� se nos abre otra fase; porque verdaderamente las cosas estaban moralmente en el punto m�s bajo de la marea en Israel: David arm�ndose contra el pueblo de Dios entre los filisteos; y Sa�l, no s�lo abandonado por Dios como lo hab�a abandonado a �l, sino que �l mismo ahora abandonaba el �nico punto de la integridad de un israelita que hab�a mantenido hasta entonces, cualquier otra cosa quebrantada; porque �l realmente hab�a sido hasta esto, hasta donde la historia lo hace saber, siendo inquebrantable en su odio de toda b�squeda de adivinaci�n o permiso para la brujer�a en Israel. Pero no hay nada bueno en la carne, y lo �nico que parec�a bueno en el rey falla ahora por completo, como ya hab�a fallado en todos los dem�s terrenos en los que hab�a sido probado por Dios.

"Ahora bien, Samuel hab�a muerto", como se nos recuerda aqu� (en el vers�culo 3), "y Sa�l hab�a echado de la tierra a los que ten�an esp�ritus familiares ya los magos". Ahora vio que la hueste de los filisteos se reun�a, y su coraz�n se estremeci�. �D�nde estaba el campe�n de Israel? �y por qu�? ��l mismo no ten�a nada que ver con debilitar el reino? Incapaz de aprender de Jehov�, Sa�l dice a sus siervos: "Buscadme una mujer que tenga esp�ritu familiar, para que yo pueda ir a ella y preguntarle.

" En consecuencia, los sirvientes le cuentan de uno en Endor. "Y Sa�l se disfraz� y se visti� con otras vestiduras". Toda pizca de honestidad y verdad se hab�a esfumado manifiestamente. "Y �l fue, y dos hombres con �l, y llegaron a la mujer de noche; y �l dijo: Te ruego que me adivines por el esp�ritu familiar, y me hagas subir al que te dir�. Y la mujer le dijo: He aqu�, t� sabes lo que ha hecho Sa�l, c�mo ha exterminado de la tierra a los esp�ritus familiares y a los hechiceros; morir?" �Ten�a miedo de que �l pudiera ser un informante sobre ella para el rey!

"Y Sa�l le jur� por Jehov�, diciendo: Vive Jehov�, que ning�n castigo te suceder� por esto. Entonces dijo la mujer: �A qui�n te har� subir? Y �l dijo: Hazme subir a Samuel. Y cuando la mujer vio a Samuel, y clam� a gran voz; y la mujer habl� a Sa�l, diciendo: �Por qu� me has enga�ado, t� eres Sa�l? �Cu�l es la conexi�n? �Por qu� deber�a ella augurar por la vista de Samuel que este debe ser Sa�l? No tenemos ninguna raz�n para creer que Samuel dijo que era Sa�l, pero ella sin vacilar sac� la inferencia de que deb�a ser Sa�l.

�Y por qu�? Porque no era el esp�ritu familiar que ella esperaba, sino Samuel a quien solo Dios pod�a enviar. �Por qu� si no es por el rey? Ella solo busc� el esp�ritu que estaba acostumbrado al demonio en el lenguaje del Nuevo Testamento que personificaba a quienquiera que fuera nombrado. Cuando vio que era el verdadero Samuel quien ven�a, no pudo sino sentir la realidad del caso, y dedujo, como supongo por esto, que el presente estaba completamente fuera de su propia l�nea de falsedad y de la de Satan�s para enga�ar al hombre.

Fue Dios mismo quien tom� todo. Por lo tanto, Sa�l, en su desesperaci�n, deseando consultar a una bruja y su esp�ritu familiar, fue atrapado en su propia trampa y escuch� su sentencia del profeta que hab�a partido.

Por lo tanto, tengo pocas dudas de que fue la aguda inferencia de una mujer que estaba acostumbrada, es cierto, al poder de Satan�s, pero que al fallar ese poder de inmediato se sinti� en su camino, como Balaam de manera similar una vez antes en su , la verdad de las cosas ante Dios. �Y supongan ustedes, hermanos m�os, que no existe tal realidad como el poder del mal obrando de maneras invisibles, y por medio de demonios con y en el hombre? Te equivocas.

S�lo que no hay raz�n para que un creyente que anda con Dios, y lejos de toda manipulaci�n o intromisi�n o curiosidad, se alarme en lo m�s m�nimo ante tal transacci�n como la que aqu� encontramos. El hecho de que no fuera un mero esp�ritu maligno el que apareci�, sino el verdadero esp�ritu de Samuel, lo reconoce por esta misma circunstancia como algo del todo inusual. Esto fue lo que ocasion� la mayor sorpresa posible a su alma.

No est� en el poder del diablo traer los esp�ritus ni de los perdidos ni de los bienaventurados. S�lo Dios puede hacerlo; y �l, apenas necesito decirlo, nunca lo hace excepto en circunstancias que se sabe que son adecuadas ante �l para salir completamente de Sus caminos ordinarios. Tal ocasi�n era el presente; pero no debemos imaginar a la ligera coyunturas de este tipo.

�Y c�mo entonces? �No puede haber tal cosa como la aparici�n de esta o aquella persona despu�s de la muerte? No tan infrecuentemente como piensan los hombres en estas sabias tierras. S�lo que puede ser bueno agregar lo que son a mi juicio. �Los verdaderos esp�ritus de los difuntos justos o injustos? Ni lo uno ni lo otro, sino demonios o esp�ritus malignos que se hacen pasar por uno u otro, si Dios lo permite, y conviene al prop�sito del enemigo de enga�ar. Esto me parece una cuesti�n de; simple fe en lo que Dios ha escrito para que aprendamos.

Sostengo que se revela lo m�s claramente posible que los esp�ritus malignos pueden obrar as� si Dios lo permite, y pueden enga�ar a muchos. No puedo dudar de que esto nunca ha estado ausente de la tierra, que todos los supuestos or�culos de la antig�edad estaban relacionados con el poder de los esp�ritus malignos y flu�an del mismo, que lo mismo disfrazado bajo otros nombres ha obrado m�s particularmente en tierras oscuras, y que incluso ahora puede estar actuando de vez en cuando, por supuesto disfrazado para enga�ar mejor incluso en el mismo centro de la luz.

Pero hay toda la diferencia posible entre esto y lo que se vio aqu�. Aqu�, repito, no era un esp�ritu maligno, era el esp�ritu de Samuel; y solo Dios tiene el control de los muertos. Los que se pierden se guardan, como sabemos, en un lugar seguro. No se les permite salir. Son los que se llaman "los esp�ritus de la c�rcel", como sabemos por 1 Pedro 3:1-22 .

Esto nos muestra la condici�n en que est�n los perdidos. All� se les mantiene esperando el d�a del juicio. Ning�n poder de Satan�s puede sacarlos ahora de esa prisi�n. Est�n bajo el poder de Dios.

Menos a�n puede Satan�s gobernar los movimientos de los bienaventurados. Nunca se dice que estos est�n en prisi�n, ni nada por el estilo. No hay fundamento en absoluto para suponer que los justos est�n o pueden estar en prisi�n en ning�n sentido desde su justificaci�n por la gracia de Dios. Una parte de su bienaventuranza, incluso en este mundo donde reina Satan�s, consiste en que son liberados de la esclavitud de un tipo u otro; y ciertamente los que est�n con Cristo est�n en el Para�so, que en ning�n sentido es prisi�n o lugar de custodia.

Si Satan�s no puede gobernar a los imp�os muertos, si no tiene poder m�s all� de esta vida, si la muerte cierra todo, menos a�n puede tocar a los santos, o hacer que aparezcan a su voluntad, o transmitir tal poder al hombre.

Me permito hacer estas observaciones generales porque pueden tender a sugerir, como conf�o, la simple verdad en cuanto a este tema, y ??pueden obstaculizar a los j�venes en particular, y de hecho a otros que pueden no haber considerado completamente el asunto, de ser un presa de los pensamientos de los hombres. Nuestra sabidur�a aqu�, como en todas partes, es ser sabios para el bien y sencillos para el mal; creer, no imaginar.

En este caso entonces Dios estaba interviniendo en contra de los pensamientos de la bruja. Ella solo tuvo que ver con un personaje malvado llamado "esp�ritu familiar" el que se adhiri� a su inicua vida de bruja. Ella esperaba que este esp�ritu maligno se hiciera pasar por Samuel; pero cuando descubri� que no era su familiar sino la persona real el esp�ritu de �l que se hab�a ido, juzg� de inmediato, y con raz�n, que deb�a ser Dios quien estaba interfiriendo por el rey.

De ah� su gran alarma y su convicci�n de que quien la consultaba no pod�a ser otro que Sa�l. Ella bien sab�a que para bien o para mal el rey era la gran persona de Israel. En adelante, como dec�amos, no era el sacerdote, sino el rey el nuevo y principal v�nculo con Dios. De hecho, una vez hab�a estado en gracia, t�picamente al menos mientras subsist�a la ley; ahora estaba en el gobierno.

Y el que tom� al "profeta loco" por sorpresa, y lo oblig� a predecir cosas buenas y gloriosas de Israel, ahora sorprendi� tanto al rey como a la bruja al enviar a Samuel a anunciar el fin r�pido y vergonzoso del rey de la elecci�n del hombre.

Tampoco debemos maravillarnos de uno m�s que del otro; y mucho menos que Dios env�e a Samuel ahora a Sa�l en su posici�n y relaci�n excepcionales, y en circunstancias tan cr�ticas tanto para el pueblo como para el rey de Israel.

"Y el rey le dijo: No temas, porque �qu� viste? Y la mujer dijo a Sa�l: Vi dioses que sub�an de la tierra. Y �l le dijo: �De qu� forma es �l? Y ella dijo: Un sube el anciano, y se cubre con un manto. Y Sa�l vio que era Samuel, y se inclin� rostro en tierra y se inclin�". Samuel, ahora reconocido, habla con Sa�l. �Por qu� me has inquietado para hacerme subir? Y Sa�l respondi�: Estoy muy angustiado, porque los filisteos hacen guerra contra m�, y Dios se ha apartado de m�, y no me responde m�s, ni por profetas, ni por sue�os.

�Terrible pero verdadera confesi�n! "Por eso te he llamado, para que me ense�es lo que debo hacer". Estaba al borde de su juicio, impotente ante los hombres y abandonado por Jehov�. �Oh, qu� final del primero! y favorecido rey de Israel! "Entonces dijo Samuel �Por qu�, pues, me preguntas a m�, ya que Jehov� se ha apartado de ti, y se ha hecho tu enemigo? Y Jehov� har� con �l, como dijo por m�; porque Jehov� ha rasgado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu pr�jimo, a David; por cuanto no obedeciste a la voz de Jehov�, ni ejecutaste el furor de su ira sobre Amalec, por eso Jehov� te ha hecho esto hoy.

Y Jehov� tambi�n entregar� a Israel contigo en mano de los filisteos; y ma�ana estar�s t� y tus hijos conmigo." Es decir, deber�an haber partido de esta vida. "Y Jehov� tambi�n entregar� el ej�rcito de Israel en mano de los filisteos. Entonces Sa�l cay� al instante sobre la tierra, y tuvo mucho miedo a causa de las palabras de Samuel, y no ten�a fuerzas.� La misma bruja tiene que consolarlo lo mejor que puede.

El siguiente cap�tulo ( 1 Samuel 29:1-11 ) sigue el curso m�s p�blico de las cosas que hab�a sido interrumpido por el melanc�lico episodio del desamparado, y se podr�a decir ap�stata, rey Sa�l. Aqu� se ve a los filisteos reunidos por miles, mientras los israelitas acampan junto a una fuente en Jezreel. Ahora se convierte en una cuesti�n de David.

�De qu� se trataba? "Y los pr�ncipes de los filisteos pasaron por centenares y por millares; pero David y sus hombres pasaron en la recompensa con Aquis. Entonces dijeron los pr�ncipes de los filisteos: �Qu� hacen aqu� estos hebreos? Y Aquis dijo a los pr�ncipes de los filisteos: �No es este David, siervo de Sa�l rey de Israel, el que ha estado conmigo estos d�as o estos a�os, y no he hallado en �l falta alguna desde que se me pas� hasta el d�a de hoy? Pero Dios descart� el asunto y resolvi� la dificultad en la que la incredulidad de David lo hab�a sumido.

No era s�lo un dilema, sino un pecado horrible. �Cu�l habr�a sido el resultado para su propio esp�ritu, si no hubiera sido completamente interrumpido por esa gracia que lo retuvo con el freno y la brida y, casi se podr�a decir, lo expuls� con las lanzas de los filisteos? Con profunda desconfianza y celos le dicen a Aquis: "Haz que este hombre regrese, para que vuelva a su lugar que le has designado, y que no descienda con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla.

sea ??nuestro adversario; porque �con qu� se reconciliar� con su amo? �No deber�a ser con las cabezas de estos hombres? �No es este David, de quien cantaban unos a otros en danzas, diciendo: Sa�l mat� a sus miles, y David a sus diez miles?" Impotente ante sus pr�ncipes, Aquis s�lo pod�a rogar a David que se fuera en paz, para que no pudiera volver a su propio peligro desagradar a los se�ores filisteos m�s all� de todo poder de curaci�n.

David se hunde en la degradaci�n de la s�plica, de hecho con algo de reproche en su tono dirigido a Aquis, porque no le permitieron salir contra Israel y el rey que tantas veces hab�a perdonado. Pero Aquis se mantiene firme. "As� que David y sus hombres se levantaron temprano para partir de ma�ana, para volver a la tierra de los filisteos. Y los filisteos subieron a Jezreel".

Por muy interesante que sea 1 Samuel 30:1-31 , por el momento debo contentarme con unas pocas palabras de comentario. Es una escena felizmente familiar para la mayor�a de los lectores cristianos, un punto de inflexi�n en el trato de Dios con el alma de David, que se hab�a alejado de �l. �C�mo podr�a ser suficiente Su coraz�n para anular y retener a David? Lo amaba demasiado como para dejarlo como estaba.

Los amalecitas se convierten en instrumentos de disciplina al hacer una incursi�n en Ziklag, llev�ndose las mujeres de David y sus hombres, sus hijos y sus hijas, y todo lo que les pertenece. Lleg�, pues, David y sus hombres a la ciudad, y he aqu� que estaba quemada a fuego; y sus mujeres, sus hijos y sus hijas fueron llevados cautivos. Entonces David y el pueblo que con �l estaba alzaron la voz. y lloraron, hasta que ya no tuvieron fuerzas para llorar.

Y fueron llevadas cautivas las dos mujeres de David, Ahinoam la jezreelita, y Abigail mujer de Nabal el carmelita. Y David se angusti� mucho; porque el pueblo hablaba de apedrearlo, porque el alma de todo el pueblo estaba afligida, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se anim� en Jehov� su Dios.

El hombre de fe se vuelve hacia Aquel a quien hab�a deshonrado tan profundamente. Era el punto de recuperaci�n, cuando estaba desierto y al borde de la destrucci�n por sus propios hombres, despu�s de que todo lo dem�s estaba perdido y en manos de Amalek. La �ltima lecci�n del necesario castigo hab�a ca�do sobre su coraz�n. El golpe de los amalecitas no lo efectu�; pero que los hombres de David que lo amaban ya quienes �l tanto amaba estuvieran a punto de apedrearlo, rompieron el gran abismo, y las poderosas aguas reprimidas fluyeron, no en juicio, sino en gracia.

Su alma fue restaurada. Se anim� en Jehov� su Dios. Lo que habr�a sido desesperaci�n para un hombre del mundo produjo arrepentimiento en David, y lo convirti� simple y completamente al Se�or. Era el leproso blanco por todas partes ahora declarado limpio.

"Y dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimelec: Te ruego que me traigas el efod". �No puede ahora consultar a Jehov�? Hac�a mucho tiempo que no lo hab�a hecho. Hab�a estado lejos de Dios. "Y David consult� a Jehov�, diciendo: �Perseguir� yo a esta tropa? �Los alcanzar�?" Y si David se anima en Jehov�, ciertamente Jehov� anima a David. "Persigue", dice �l; "Porque ciertamente los alcanzar�s, y sin falta los recuperar�s a todos.

"Esto lo hace con la ayuda de un siervo egipcio que hab�a quedado enfermo. Los amalecitas fueron descubiertos; David y sus hombres se abalanzaron sobre ellos; y todos los que amaban, as� como todo lo que pose�an, fueron recuperados a salvo. y sonido, con mucho m�s.

Pero adem�s, la sobreabundante gracia de Dios dio lugar a dos cosas que es bueno notar aqu�: el estallido del odioso ego�smo de parte de aquellos que no ten�an aprecio por el Se�or (porque la presencia y la actividad de la gracia siempre sacan a relucir la mal del coraz�n donde no hay fe); en cambio, la devoci�n de un solo ojo de quien ya no buscaba sus propias cosas brill� una vez m�s con un brillo no disminuido. David fue verdadera y completamente restaurado. La gracia hab�a logrado as� no solo una gran victoria para David, sino una victoria mayor en �l.

Con esp�ritu de amor, el cap�tulo se cierra con los recuerdos amorosos de David a los ancianos de Jud� y sus amigos.

Pero el �ltimo cap�tulo ( 1 Samuel 31:1-13 ) revela un panorama muy diferente: las lamentables se�ales de la victoria de los filisteos sobre Sa�l y sus hijos, que cayeron heridos en el monte Gilboa. �Y los filisteos persiguieron duramente a Sa�l y a sus hijos; y los filisteos mataron a Jonat�n, a Abinadab y a Melquis�a, hijos de Sa�l.

Y se agrav� la batalla contra Sa�l, y los flecheros lo alcanzaron; y fue gravemente herido por los arqueros. Entonces dijo Sa�l a su escudero: Saca tu espada, y trasp�same con ella; no sea que vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Pero su escudero no quiso; porque ten�a mucho miedo. Entonces Sa�l tom� una espada y se ech� sobre ella. Y cuando su escudero vio que Sa�l estaba muerto, cay� tambi�n sobre su espada, y muri� con �l.

Y muri� Sa�l, y sus tres hijos, y su escudero, y todos sus hombres, aquel mismo d�a juntos." �Cu�n verdaderamente hab�a advertido el profeta, cu�n puntualmente fue verificada cada palabra! As� cayeron Sa�l y su casa. Las circunstancias de la guerra del enemigo No es necesario que se detenga en el triunfo, ni en el hermoso acto de los hombres de Jabes que recuperaron los cuerpos de Sa�l y sus hijos expuestos en los muros de Beth-shan, los quemaron, enterraron sus huesos y se entregaron a un ayuno de siete d�as. Todo esto es sin duda familiar para la mayor�a.

Veremos en el pr�ximo libro el comienzo de una l�nea completamente nueva de cosas para David, quien reina gradualmente elev�ndose hasta dominar por completo e indiscutiblemente a todo Israel, y pasando all� de acuerdo con los caminos de Dios a trav�s de otro tipo de prueba. En todo esto, la sabidur�a del Se�or es evidente, el fracaso del hombre es incuestionable, pero la gracia de Dios triunfa en todas partes.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 1 Samuel 31". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/1-samuel-31.html. 1860-1890.
 
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