Bible Commentaries
1 Samuel 8

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-22

El primer Libro de Samuel (o de Reyes como algunos) trae ante nosotros ese gran cambio para el cual el Libro de Rut fue una preparaci�n, y para el cual el Esp�ritu de Dios lo cerr� con las generaciones hasta llegar a David. Es suficientemente claro para el lector m�s simple que Sa�l solo entr� por el camino; porque, en efecto, el deseo del pueblo por tal era una deshonra a Dios, aunque pudiera ser usado providencialmente, como Dios suele hacer para su propia gloria.

Pero encontramos aqu�, como en todas partes, que Dios, aunque conoce el fin desde el principio, sigue adelante con asombrosa paciencia y consideraci�n de todas las cosas y personas; porque el que es poderoso no desprecia a nadie, sino que act�a de acuerdo con su naturaleza santa, y sin embargo es lento para la ira. Sin embargo, como siendo el �nico Dios sabio que tiene Sus propios prop�sitos de gloria delante de �l, trae en cada gran ocasi�n una clara promoci�n de ella, negativa o positivamente; pero esto tambi�n por grados lentos, marcando la inmensidad del cambio para que podamos prestar atenci�n a lo que �l est� haciendo.

Esto parece ser un principio a lo largo de las Escrituras. Debemos recordar que no es s�lo lo que Dios hace, sino la manifestaci�n de S� mismo, lo que siempre contribuye, s�, asegura bendici�n al alma. All� est� el fruto no meramente de Su poder, sino de Su voluntad, y Su voluntad es siempre buena, santa y aceptable. Y si solo prestamos atenci�n a lo que �l marca para nuestra instrucci�n, a lo que llama nuestra atenci�n, no solo en el resultado, sino en el camino que conduce a ese resultado, no nos encontraremos sin la bendici�n del Se�or.

Hab�a entonces un cambio claro y grande en progreso y, como hemos visto, una preparaci�n adecuada y grande para �l, siendo el Libro de Rut en su conjunto el prefacio de los de Samuel; pero el primer Libro de Samuel solo nos abre lentamente lo que estaba en la mente de Dios introducir. Hasta ahora el pueblo, como tal, era objeto de los tratos divinos. Ni es que Su pueblo nunca dej� de ser un objeto para �l; pero en el desarrollo de sus caminos estaba ahora a punto de establecer un principio que, a su debido tiempo, demostrar�a ser el punto de inflexi�n de una bendici�n estable.

Y lo que es especialmente digno de menci�n es esto: es el punto de inflexi�n de vuestra bendici�n tanto como de lo que le espera al pueblo jud�o, a todas las naciones y al universo. Aunque sea un principio bastante nuevo en su aplicaci�n actual, en realidad es el m�s antiguo de todos. A primera vista puede parecer dif�cil reunir todas estas verdades en un peque�o comp�s o foco de luz, si se me permite decirlo; pero esto es lo que Dios hace.

�Necesito decir d�nde se encuentra ese punto concentrador de toda bendici�n? �No est� en un solo nombre el nombre de Jes�s? �Y qui�n puede contar adecuadamente las variadas bendiciones que Dios ha acumulado en esa persona, qu� infinita plenitud de sabidur�a y de bondad? Me esforzar� por mostrar c�mo se aplica esto al presente tema.

En el pasado hemos visto al pueblo de Israel, y en medio de �l a una persona m�s en particular que era el signo de la bendici�n para el pueblo, y el medio para mantener su relaci�n con Dios. Este era el sacerdote. Estamos familiarizados con la sombra del gran sumo sacerdote. Pero ahora hab�a llegado el momento de que Dios trajera otro principio a�n m�s grandioso; pero esto, como siempre es el caso en este mundo, es invariablemente provocado por el fracaso del hombre, cada paso sucesivo de este solo manifiesta a Dios m�s.

El Libro de Rut prepar� el camino para esto. La genealog�a all� no ten�a nada que ver con el sacerdote; sin embargo, ning�n hombre sab�a claramente (aunque tal vez podr�a haber sido deducido por un ojo ejercitado en las cosas de Dios y versado en la palabra prof�tica) que algo m�s grande que el sacerdote estaba cerca. Pero dudo mucho que esto haya sido realmente entendido por alguien hasta que se convirti� en un hecho.

Sin embargo, Dios lo ten�a desde el principio delante de �l, como m�s tarde lo dio a conocer en Su palabra; y es importante que tomemos nota de esto. Porque debemos recordar que lo que les sucedi� a ellos est� escrito para nosotros, no solo para ellos, sino especialmente para nosotros; y podemos ver desde el principio que Dios ten�a algo m�s que el sacerdocio en vista de Su pueblo. �Por qu�, si no, mencion� particularmente a la tribu de Jud�, de la cual nada se habl� acerca del sacerdocio? No obstante, Jud� iba a tener un lugar de honor, pero uno singular.

Entonces, si Cristo asume la funci�n de sacerdote celestial, �l por otras razones no pertenec�a a la casa de Aar�n ni a la tribu de Lev�. Agrad� a Dios que �l naciera de Jud�, y de la familia de David, como todos saben, el verdadero Hijo de David en la l�nea de Salom�n. Por lo tanto, la genealog�a fue dada al final del libro anterior; pero en el comienzo de Samuel no tenemos la preparaci�n directa para el Cristo, ni la familia notada de la cual iba a nacer a su debido tiempo, sino circunstancias indirectas y morales que la har�an necesaria para que Dios trajera en gloria y hombre para ser verdaderamente bendecido.

As�, 1 Samuel presenta una escena de transici�n. Aqu� no tenemos a un hombre de Jud�, sino ante todo a uno que claramente pertenec�a a una familia lev�tica. Sin embargo, el inter�s est� en una de sus dos esposas, sin hijos para su gran pesar. Lo que se le hizo probar fue lo que el pueblo de Dios deber�a haber conocido; si no lo sintieron, ella entra en la condici�n angustiosa en la que yac�an. La esposa que ten�a hijos sab�a poco lo que era tener tristeza.

Pero Ana, cuyo coraz�n estaba dirigido al Se�or, fue el objeto especial no s�lo de un profundo afecto, sino tambi�n de uno en el que hab�a un elemento divino; y sin esto puede estar seguro de que, en lo que concierne al pueblo de Dios, todo lo dem�s fracasar� tarde o temprano. �Quiere decir que no debe haber un afecto genuino? �Dios no lo quiera! Pero hab�a m�s aqu� que cualquier v�nculo de sentimiento natural. Es claro que Ana mir� al Se�or.

Y su fe fue puesta a prueba; y durante el juicio, su forma y esp�ritu no pudieron sino ganar el respeto, as� como la simpat�a, por parte de su marido. Pero lo mejor de todo fue que conoci� el secreto del Se�or antes de que apareciera la respuesta.

Ahora bien, Jehov� a�n traer� a Su pueblo a este mismo estado. Porque la pregunta aqu� es de Su antiguo pueblo Israel. Y debemos recordar que, aunque podemos aplicar todos los principios de la verdad, y as� como los cristianos sacan provecho de este libro como de todos los dem�s en las Escrituras, el gran tema del reino les espera como un hecho bajo el Mes�as. Esta no es raz�n por la cual no debamos comprender y disfrutar esta parte de la Biblia, usando su luz para nuestro camino.

Porque ciertamente es una verdad que no podemos reflexionar demasiado, que, sin importar qui�n sea el sujeto, la iglesia o el cristiano tiene derecho a acercarse en comuni�n con Cristo, y entrar en las profundidades de la sabidur�a de Dios, por as� decirlo m�s. profundamente que las mismas personas que est�n destinadas a ser objeto de estos consejos de Dios. La raz�n es cierta y bastante simple. Cristo nos trata como amigos y nos hace compartir sus planes y su mente.

No es el hecho de ser nosotros mismos los que recibimos una bendici�n particular lo que asegura la comprensi�n m�s profunda. El verdadero medio para entrar en los consejos revelados de Dios es, ante todo, que Cristo llene el coraz�n. Donde �l es el objeto, el ojo es �nico y todo el cuerpo est� lleno de luz. El Esp�ritu Santo toma de Sus cosas y nos las muestra. Este debe ser el lugar de los miembros de Su cuerpo. Con este fin, entre otros, fue dado el Esp�ritu.

Por lo tanto, debemos saber lo que est� reservado para el pueblo de Dios en el milenio, incluso mejor en aspectos muy importantes que el pueblo mismo. Ellos contemplar�n y disfrutar�n los frutos de esa gloria que brillar� sobre Sion; estar�n en posesi�n efectiva de sus privilegios. Pero las fuentes celestiales de la misma deben ser claras y claras para nuestras almas entre el Se�or y nosotros ahora.

Se entender�a mejor si valor�ramos m�s nuestra relaci�n con �l como la Esposa del Cordero, el confidente de sus secretos, ya no ocultos sino revelados, si se me permite usar tal expresi�n; y ciertamente tenemos la mente de Cristo, de modo que es s�lo la incredulidad la que nos roba su alegr�a y brillo. Pero si es as�, el Se�or no nos oculta nada. Es parte de Su gran amor hacia nosotros, que �l nos dice lo que concierne a toda la tierra como la esfera de Su reino, y especialmente a Israel, Su centro terrenal, y no s�lo a nosotros.

Porque esta no es la mejor prueba de amor. Puede ser y es necesario en primera instancia; pero no es tanto la comunicaci�n de lo que queremos lo que habla de intimidad, como la apertura del coraz�n al otro sobre lo que no le concierne. Le dices a un sirviente (quiz�s a un extra�o, si eres amable) lo que se refiere a su propio deber o ventaja; pero decir cortante a otro todo lo que es m�s cercano a tu propio coraz�n supone la mayor confianza e intimidad posibles en ese otro.

Ahora bien, este es el lugar en el que la gracia ha puesto al cristiano; y por lo tanto podemos comprender f�cilmente, seg�n me parece, por qu� todo esto llega a ser de verdadero beneficio para nuestras almas, aunque no por lo que la gente llama espiritualizaci�n, que es a menudo realmente perder la definici�n de la verdad por el vano y ego�sta deseo de apropi�ndonos de todo. Tenga la seguridad de que esta no es la manera de recibir la mejor bendici�n de las Escrituras, sino al ver su conexi�n con Cristo.

Es solo para que podamos estar seguros de la verdad, y aparte de la verdad no puede haber una comprensi�n real de la gracia divina. Tampoco quita nada en realidad, sino que lo da todo s�lidamente, aunque no todo sobre nosotros. Al mismo tiempo vemos que lo que es un favor especial para la gente, la gente terrenal, seguramente tambi�n tiene la intenci�n de traer ante nuestras almas Su gracia en general, as� como la que el Se�or tiene especialmente para nosotros.

Si conozco, por ejemplo, la fidelidad del amor del Se�or por Israel, �no tengo derecho a estar muy seguro de Su amor por m� y por ti? �La revelaci�n a nosotros de Su nombre como Padre quita algo de la gracia que �l nos est� mostrando a nosotros mismos?

Entonces Ana, consciente de su desolaci�n como esposa sin un hijo (que sabemos que para una jud�a era una p�rdida inmensa, y por ella justamente sentida como tal), fue guiada por la gracia a poner su cuidado en el Se�or sin juzgarlo severamente. ella, y extiende el deseo y el dolor de su alma delante de �l. Y as� fue que esto sali� en la presencia de Dios donde la vio el sumo sacerdote. Otros fueron a adorar all� con sus ofrendas de acci�n de gracias; se acerc� con sus l�grimas, y all� tambi�n sinti�, no obstante, la provocaci�n de su adversario.

Pero la caracter�stica notable de la historia es que Dios llama nuestra atenci�n sobre el hecho de que el sumo sacerdote mismo no ten�a la comuni�n de Su mente. El que m�s deber�a haber entrado en las mayores dificultades del pueblo de Dios fue ciertamente en este caso entre los �ltimos en apreciar el caso. No tengo ninguna duda de que Peninnah, por mala que fuera, sab�a m�s del secreto del dolor de Hannah que Eli; ciertamente ni siquiera ella la consideraba una mujer borracha como el sumo sacerdote.

Qued� claro, por tanto, que lo que Dios nos deja ver en el punto de partida es el fracaso de aquel que hasta este momento era exteriormente el medio se�alado de comunicaci�n tanto de Dios al pueblo como del pueblo a Dios. Al menos as� deb�a ser el sacerdote, y as� era oficialmente. Aqu� estaba el hecho. No era esta la �nica caracter�stica deplorable del sacerdocio entonces, como veremos m�s adelante.

Pero aqu� basta llamar la atenci�n sobre el primer hecho patente: el dolor de un justo en Israel, la ausencia de lo que normalmente habr�a esperado del Se�or, cuya falta �l le hizo sentir para esparcirla delante �l mismo en el mismo momento en que ella fue juzgada mal por aquel que sobre todo en Israel debi� haber intercedido por ella, llevando su clamor como su intercesor ante Jehov�.

Finalmente, convencido por su mansa resistencia a su reproche, El� le pide que se vaya en paz, con la oraci�n de que el Dios de Israel le conceda la petici�n que le hab�a pedido. A su debido tiempo vino la respuesta de Jehov�, quien se acord� de ella. "Y aconteci� que cuando se cumpli� el tiempo despu�s que Ana concibi�, dio a luz un hijo, y llam� su nombre Samuel".

Pronto ser� evidente la gran importancia que se atribuye al nacimiento de Samuel ya la funci�n que fue llamado a cumplir en Israel como contribuci�n al gran objetivo del Esp�ritu de Dios en este libro. Y Ana sube a su debido tiempo cuando el ni�o no hab�a sido destetado hasta entonces y le dijo a su marido: "No subir� hasta que el ni�o sea destetado; entonces lo dejar� para que se presente delante de Jehov�, y se quede all� para siempre.

"Aqu� hab�a un coraz�n sincero. Para tal persona, la bendici�n de Dios era s�lo la ocasi�n, ya que era el medio, de devolverle esa bendici�n a �l. Jehov� era el objeto de su alma. �Qui�n puede suponer que hubo falta de afecto?" Para ella, Samuel estaba vestido no s�lo con todo el afecto que su coraz�n pod�a dar a un ni�o, y un ni�o as� nacido, sino con un sentido especial de lo que el Se�or se hab�a mostrado a ella con respecto a �l.

Bien pudo deducir (y ten�a raz�n, porque el secreto del Se�or est� con los que le temen) que tal ni�o no naci� en balde, que el suyo fue un hijo dado para los prop�sitos de Dios en Israel. La fe ve claro, y siempre en la medida de su sencillez; y lo �nico que asegura esto es Cristo ante nosotros mientras descansamos en Su obra. Entonces el poder del Esp�ritu de Dios nos libra por gracia, pero en juicio propio. As� vemos claramente.

"Cuando lo hubo destetado, lo tom� consigo, con tres becerros, un efa de harina y un odre de vino, y lo llev� a la casa de Jehov� en Silo; y el ni�o era peque�o. Y lo mataron un toro". Hubo apertura de coraz�n: �algo parec�a demasiado bueno para el Se�or? �Mataron un becerro, y trajeron el ni�o a El�. Y ella dijo: Oh mi se�or, vive tu alma, mi se�or, yo soy la mujer que estuvo aqu� junto a ti orando a Jehov�.

Por este ni�o or�; y Jehov� me ha concedido la petici�n que le ped�; por tanto, yo tambi�n lo he prestado a Jehov�; todo el tiempo que viva ser� prestado a Jehov�. Y ador� all� a Jehov�.� Su fiel bondad atrae alabanza.

Luego viene una nueva efusi�n de su coraz�n, pero ciertamente en esa oraci�n un maravilloso torrente de confianza y j�bilo en Jehov� ( 1 Samuel 2:1-36 ). Y creo que encontraremos que esto tiene la conexi�n m�s cercana con el gran objeto del Esp�ritu Santo en el libro. Mi coraz�n se regocija en Jehov�, mi poder�o se exalta en Jehov�; mi boca se ensancha sobre mis enemigos, porque me gozo en tu salvaci�n.

No hay santo como Jehov�, porque no hay ninguno fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios. No hables m�s con tanto orgullo; no salga altivez de vuestra boca, porque Jehov� es Dios de conocimiento, y por �l se pesan las acciones. Los arcos de los valientes se quebrantan, y los que tropezaron se ci�eron de fuerza.� Sin duda esto surgi� de su propia experiencia. Ella sab�a lo que era hacerse fuerte a partir de la debilidad.

Cu�l era la intervenci�n del poder divino ella lo sab�a en su propia alma; pero el Esp�ritu de Dios nunca se detiene en la experiencia. Es tan verdaderamente un error por un lado suponer que �l no produce experiencia, como por el otro que su propia experiencia puede ser la medida justa para el santo. Aquel que no sabe lo que es la experiencia, dif�cilmente puede concebirse que tenga un conocimiento real de Dios; pero el que se detiene antes del objeto de Dios est� en peligro de ser oscurecido o satisfecho de s� mismo.

El fruto de la fe se vuelve, por muy precioso que sea en s� mismo, donde descansa, una trampa para el creyente. Sin embargo, ofrecido a Dios, �cu�n dulce en cada peque�o servicio y sufrimiento por el nombre de Cristo, aunque uno rechace absolutamente cualquier lugar de descanso ante Dios, o cualquier objeto que no sea Cristo! �Qu� es entonces lo que mantiene el alma firme, r�pida y libre? Nada sino Cristo, que es tambi�n el objeto propio del Esp�ritu Santo, y no esa medida de reproducci�n de �l en el alma que llamamos experiencia.

Este principio lo encontrar�s a lo largo de las Escrituras. No puede sino haber una conexi�n con las circunstancias y las necesidades de nuestras almas, porque Dios se encarga de que seamos bendecidos; pero �l nunca se queda corto all�, o con algo corto de Cristo mismo.

Por lo tanto, el Esp�ritu de Dios claramente se est� lanzando aqu� a algo mucho m�s grande que Samuel, y a consecuencias mucho m�s profundas que la bendici�n del alma de Ana, aunque no es necesario decir que por esta misma raz�n lo que era inmediato estaba mucho mejor asegurado. La brillante visi�n de un Cristo y de su reino superando el fracaso del hombre ten�a as� un v�nculo vital con lo que ella hab�a atravesado entonces.

Hannah fue mucho m�s correctamente guiada que Eli. El Esp�ritu Santo se digna, en el amor maravilloso de Dios, incorporar la experiencia de una pobre mujer sencilla en Israel acerca de un ni�o que le naci� con sus propios consejos gloriosos en Cristo sobre Israel y toda la tierra. �Y no da dignidad al creyente saber que una peque�a copa de prueba que tenemos aqu� puede ser as� llena de la gracia del mismo Cristo? �Los que estaban saciados se alquilaron por pan, y los que ten�an hambre cesaron; de modo que la est�ril dio a luz siete, y la que ten�a muchos hijos se enflaqueci�.

"La est�ril ha dado a luz". Ana tiene sus propias circunstancias ante ella; pero el lenguaje incluso aqu� va m�s all� de su experiencia. Literalmente, de hecho, ella no dio a luz a siete; pero vemos hasta qu� punto el Esp�ritu de Dios puede demorarse sobre la actual. cuyo nacimiento despierta a todos los dem�s a la fe. El "siete" significa claramente la plenitud divina, que nunca podremos tener de este lado de Cristo. "Jehov� mata y vivifica; baja al sepulcro y hace subir.

Jehov� empobrece y enriquece; abate y enaltece. El levanta del polvo al pobre, y del muladar al mendigo, para ponerlos entre pr�ncipes, y hacerles heredar el trono de gloria; porque de Jehov� son las columnas de la tierra, y �l ha puesto el mundo. sobre ellos. El guardar� los pies de sus santos, y los imp�os enmudecer�n en tinieblas; porque por la fuerza nadie prevalecer�.

Los adversarios de Jehov� ser�n quebrantados; desde los cielos tronar� sobre ellos: Jehov� juzgar� los confines de la tierra; y dar� poder a su rey, y exaltar� el poder de su ungido.

Est� claro para la mente espiritual que el Esp�ritu de Dios va mucho m�s all� del hijo de Ana aqu�. Samuel iba a estar entre los sacerdotes; no estaba destinado al trono. Pero si lo hubiera sido, hay una fuerza y ??altura de prop�sito aqu� que trasciende con creces a un soberano ordinario. De hecho, nada sino Cristo puede satisfacer lo que est� aqu� en la mente del Esp�ritu de Dios. ��l guardar� los pies de sus santos, y los imp�os enmudecer�n en las tinieblas, porque por la fuerza nadie prevalecer�.

Ana hab�a aprendido su lecci�n de Dios; pero la lecci�n a�n ten�a que ser ense�ada de una manera a�n m�s impresionante y amplia, para nunca ser olvidada. �Los adversarios de Jehov� ser�n quebrantados; desde los cielos tronar� sobre ellos�. Est� claro que esto mira hacia un d�a mayor, aun el d�a de Jehov� mismo. �Jehov� juzgar� los confines de la tierra; y �l dar� fuerza a su rey, y exaltar� el cuerno de su ungido.� Solo Cristo puede cumplir con lo que se requiere en todas las palabras.

Adem�s, tenemos aqu� la clave de los libros en los que estamos entrando: son la introducci�n del rey. Ya no es el sacerdote, sino el rey seg�n los consejos de Dios. As� como hasta ahora el sumo sacerdote era el gran centro de todo el sistema lev�tico, de ahora en adelante debe ser el rey. Pero encontraremos por qu� moralmente fue que el Esp�ritu Santo trajo al rey aqu�. S�lo tenemos una peque�a preparaci�n para ello; pero hay mucho m�s que sacar a la luz todav�a.

Es relativamente tarde en el libro que encontramos al verdadero rey incluso en tipo; pero aqu� el Esp�ritu de Dios nos muestra que tal personaje estaba ante la mente de Dios, cualquiera que pudiera ser la culpa del pueblo acerca de uno seg�n sus propios ojos y en su propia voluntad.

Despu�s de esto, otra escena se abre a la vista. No es ahora Eli en su debilidad; pero sus hijos en su conducta imp�a y profanaci�n disoluta del nombre de Jehov�. El� tem�a al Se�or; pero ciertamente no conoc�a ese sentido tranquilo de la presencia de Dios que permite a uno juzgar en consecuencia. Esto ha sido claramente ante nosotros en el primer cap�tulo. �Qu� pasa con sus hijos? Eran hijos de Belial; no conocieron a Jehov�.

As� era ahora en Israel, el pueblo escogido de Dios. Y aquellos que hab�an sido designados con el prop�sito mismo de presentar a Dios al pueblo, y el pueblo a Dios, eran ahora los hijos de Belial.

No me detendr� en el cuadro melanc�lico que el Esp�ritu de Dios a�ade aqu� como prueba de ello; sobre el intenso ego�smo de estos hombres, que hicieron despreciar la ofrenda de Jehov�; en su iniquidad a�n peor delante de Jehov�, que indujo al pueblo no s�lo a despreciar sino a aborrecer Su ofrenda. Pero el Esp�ritu Santo, junto con este cuadro espantoso de la iniquidad del sacerdocio en Israel, ahora nos muestra a Samuel ministrando ante Jehov�, un ni�o ce�ido con un efod de lino, y los padres bendecidos tambi�n. As� que Ana, si no tuvo lo que dijo prof�ticamente siete hijos, al menos tiene tres hijos, y adem�s dos hijas. La plenitud, la perfecci�n, nunca faltar�n a Cristo.

Pero "El� era muy anciano, y oy� todo lo que sus hijos hicieron a todo Israel" en su iniquidad con una d�bil amonestaci�n, que fue en vano. "Pero el ni�o Samuel crec�a, y ten�a el favor de Jehov� y tambi�n de los hombres". Y ahora viene un testimonio; porque Dios nunca juzga sin una advertencia. �Y vino un var�n de Dios a El�, y le dijo: As� ha dicho Jehov�: �Aparec� claramente en la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Fara�n? �Y lo escog� de entre todas las tribus? de Israel para ser mi sacerdote, para ofrecer sobre mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de m�? �Y di yo a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los hijos de Israel? Era tan.

Eli era el representante como sumo sacerdote en Israel. "�Por qu� pate�is mi sacrificio y mi ofrenda, que he mandado en mi habitaci�n, y honrad a vuestros hijos por encima de m�?" �Puede ser Eli? Realmente fue as�. Porque Dios no juzga por las apariencias. �Por qu� fue tan d�bil su esfuerzo por mantener el honor de Dios en sus hijos? �Por qu� fracas� tan rotundamente su protesta? La ocasi�n era grave, el pecado flagrante, y Eli lo sab�a bien. Por desgracia, �l complaci� a sus hijos.

Cosa solemne decir esto de un santo, como lo fue El�: "Honras a tus hijos m�s que a m�, haci�ndote engordar con las principales de todas las ofrendas de mi pueblo Israel. Por lo cual dice el Se�or Jehov� de Israel: Yo he dicho en verdad que tu casa y la casa de tu padre andar�n delante de m� para siempre: mas ahora dice Jehov�: Al�jate de m�, porque yo honrar� a los que me honran, y los que me desprecian ser�n menospreciados.

He aqu� vienen d�as en que cortar� tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, y no habr� anciano en tu casa. Y ver�s enemigo en mi morada, en todas las riquezas que Dios dar� a Israel; y no habr� viejo en tu casa para siempre. Y el var�n tuyo, que yo no cortar� de mi altar, ser� para consumir tus ojos y afligir tu coraz�n; y todos los frutos de tu casa morir�n en la flor de su edad. Y te ser� por se�al esto que acontecer� a tus dos hijos, Ofni y Finees; en un d�a morir�n los dos".

Ahora marca las palabras que nos permiten entrar en el plan de Dios. "Y me suscitar� un sacerdote fiel, que har� conforme a lo que est� en mi coraz�n y en mi mente;" porque Eli no pertenec�a a la rama del sacerdocio con la cual el Se�or hab�a hecho un pacto eterno. Cabe recordar que, de los dos hijos sobrevivientes de Aar�n, uno de ellos fue se�alado para un sacerdocio eterno; pero, como es costumbre en los caminos de Dios, la carne parec�a prevalecer sobre el esp�ritu, y el que no ten�a la promesa del pacto sempiterno se aprovecha del otro que la ten�a.

La l�nea de Phinehas qued� en suspenso por una temporada. Su hermano se present� con varios sucesores. Ahora que El� y sus hijos hicieron ofendida la ofrenda de Jehov�, entra en vigor la sentencia de Jehov�: el renuevo de Finees vuelve al lugar que Dios le hab�a determinado y dado cientos de a�os antes.

Hay pocas cosas m�s instructivas en las Escrituras, y peculiares a ellas, que la forma en que, por un lado, se permite que el mal moral se abra camino, y por el otro, se da una promesa, como aqu�, a causa del celo. por Su nombre, antes de que viniera la iniquidad moral que trae el juicio de Dios sobre los culpables. Entonces �l cumple Su promesa al mismo tiempo que juzga la iniquidad de aquellos que hab�an tomado el lugar de una bendici�n que no les pertenec�a.

Se encontrar� que este es el caso a menudo en los tratos revelados de Dios. Si su propia palabra no puede sino ser verificada por su gracia, al mismo tiempo Satan�s no est� inactivo hasta que Cristo reine y juzgue sus esfuerzos y los de todo instrumento que pueda surgir para oponerse a su voluntad. As�, las dos cosas son realizadas por el Se�or en Su propia sabidur�a y bondad perfectas.

Pero hay mucho m�s que esto que har�amos bien en se�alar aqu�. "Me suscitar� un sacerdote fiel, que har� conforme a lo que est� en mi coraz�n y en mi mente". Sabemos que Dios lo hab�a aconsejado enteramente aparte de toda esta triste y humillante historia mucho antes: "Yo le edificar� casa segura, y andar� delante de mi ungido para siempre". Ahora bien, esto es sumamente sorprendente.

Hemos visto (vers�culo 10) al ungido tra�do por primera vez, quien claramente era el rey. Ahora tenemos la indicaci�n adicional de que el sacerdote fiel debe caminar ante el ungido de Dios. En los primeros libros de la ley, un lenguaje como este habr�a sido perfectamente ininteligible. La raz�n es clara. En la ley, " el ungido" siempre significa el sumo sacerdote. Ahora, por primera vez en el trato de Dios con Israel, "su ungido", o " el ungido", no es el sumo sacerdote, sino un personaje mayor ante el cual el sumo sacerdote debe caminar.

En resumen, el sumo sacerdote ya no es el v�nculo inmediato de conexi�n con Dios, sino que cae en un lugar secundario al existir otro "ungido" mayor que �l. �Qui�n puede ser? Es el Rey, en pleno prop�sito el Mes�as el Se�or Jes�s en relaci�n a Israel. Este Ungido, por lo tanto, adquiere cada vez m�s prominencia a medida que no solo el pueblo sino tambi�n el sacerdocio se hunden en el lugar triste pero justo de la censura moral y del juicio divino, a�n no ejecutado pero pronunciado.

Y as�, amados amigos, siempre lo es, y nunca debemos estar satisfechos con encontrar simplemente juicios en las Escrituras. Creo que esta es la raz�n por la cual el estudio de la profec�a es frecuentemente tan poco rentable. Seguramente ning�n creyente dir�a que la profec�a en s� misma, si es asumida y proseguida en el Esp�ritu Santo, deber�a ser o podr�a ser otra cosa que edificante. �Por qu�, entonces, el estudio de la profec�a es tan a menudo algo que m�s bien seca las fuentes del afecto cristiano, mientras que da lugar a la mente, el intelecto, la fantas�a y la imaginaci�n? La raz�n es simple.

En primer lugar, se separa de sus ra�ces morales y, por el contrario, las Escrituras nunca dan profec�a excepto cuando Dios trata moralmente con los caminos del hombre. Pero la mayor de todas las razones por las que deja de ser provechoso es que se separa no s�lo de lo que es moral sino del gran objeto divino, Cristo mismo.

Por otro lado, cuando se toma como Dios la da, la profec�a tiene un lugar bendito, aunque no el m�s alto en las Escrituras. Tome el mismo caso ante nosotros. El Nuevo Testamento, como sabemos, habla particularmente de la profec�a comenzando con Samuel. No se quiere decir que no se haya dado ninguna profec�a antes de Samuel, porque claramente la hubo; ni tampoco que el estallido m�s completo del Esp�ritu de profec�a fue en los d�as de Samuel, porque fue considerablemente m�s tarde.

A�n as�, las Escrituras se�alan particularmente a Samuel a este respecto. Hechos 3:1-26 es prueba de ello, donde el ap�stol Pedro introduce su nombre en este mismo sentido. Dice all� que todos los profetas desde Samuel, y los que le siguen, cuantos han hablado, tambi�n han anunciado de estos d�as. �Por qu� "de Samuel"? �Cu�l fue la gran propiedad, y en qu� radica, como ya se ha insinuado, la raz�n moral por la cual el Esp�ritu de Dios lo relaciona con este lugar de Samuel? El pueblo hab�a fracasado completamente mucho antes.

Los sacerdotes eran ahora un fracaso igualmente manifiesto. �Qu� se deb�a hacer entonces, si el pueblo de Israel y los sacerdotes hubieran fracasado por igual? �Y qu� fracaso podr�a ser m�s completo que el que acaba de mostrar y pronunciar este cap�tulo? �Qu� quedaba por hacer? No hay santo como Jehov�; �l es Uno que nunca falla. Pero, �c�mo act�a? Samuel y los profetas que le siguen son justamente la �poca en que el anuncio de Su Ungido como rey se hace alborear por primera vez sobre Israel.

Es aqu� que se habla del rey, no ahora indistintamente, no s�lo bajo el nombre de Shiloh, ni bajo la figura de un le�n, etc. Ahora se presenta el prop�sito del Rey ungido, con un sacerdote fiel caminando delante de �l para siempre.

A medida que avancemos en el libro, se mostrar� la inmensa importancia de esta misma verdad; pero baste se�alar en primera instancia su relaci�n con Samuel, y la raz�n por la cual el Esp�ritu lo convierte en un comienzo de �poca prof�tica. �l era realmente un levita, y como tal ten�a que ver con el servicio de Dios en el templo; sin embargo, que fue llamado a una tarea superior es claro por "Samuel y los profetas que le siguieron.

"Aqu� estaba la gran crisis, cuando el sacerdocio era manifiestamente el medio para aumentar la iniquidad del pueblo, en lugar de ser un freno en el progreso descendente de Israel. Entonces Dios trae algo diferente y mejor, se�alando al Rey ungido el Ungido en otro sentido m�s elevado, ante el cual el sacerdote debe tomar un lugar subordinado.Esta es la notable introducci�n al libro.

En el cap�tulo siguiente ( 1 Samuel 3:1-21 ), sobre el cual no debemos pensar en decir muchas palabras ahora, se presenta a Samuel y se muestra se�alado para un lugar muy serio como el heraldo del cambio en progreso. �l iba a ser el eslab�n intermedio en la preparaci�n del camino. Si el rey ven�a, hay un precursor.

Antes del advenimiento del Mes�as, Juan el Bautista prepar� el camino. Entonces, en este libro, Samuel se encuentra en una relaci�n similar con el rey. En estos d�as "la palabra de Jehov� era preciosa". No hab�a visi�n abierta. "Los ojos de El� se oscurecieron, y no pod�a ver" en m�s de un sentido, �cu�n cierto! �Antes que la l�mpara de Dios se apagara en el templo de Jehov� donde estaba el arca de Dios, Samuel estaba acostado a dormir.

Y Jehov� llam� a Samuel�. Lo llam� una y otra vez, de modo que El� instruye al joven cuya voz era, percibiendo que era Jehov�. Y luego viene la terrible sentencia que se le hizo o�r a ese ni�o, y que seguramente fue ejecutada en fecha no lejana.

El cap�tulo siguiente ( 1 Samuel 4:1-22 ) nos permite ver c�mo Dios present� a Su siervo como el vaso de Su mente. "Y la palabra de Samuel lleg� a todo Israel. Ahora Israel sali� contra los filisteos para pelear, y acamparon junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec". As� se dispuso la batalla cuando el pueblo, al descubrir que hab�a sido derrotado ante los filisteos, pens� en el arca del pacto y el trono de Jehov�, no como el emblema de su presencia, sino como un amuleto para rescatarlos frente a sus enemigos.

Hab�a, pues, una esperanza supersticiosa en el arca de Jehov�, pero ninguna fe en Israel. No era mejor que un amuleto; y no eran mejores que los paganos en su empleo. �D�nde estaba la reverencia por Dios que se convirti� en Su pueblo? �D�nde estaba el sentido de la bienaventuranza de Su presencia? Pensaron en s� mismos; tem�an a los filisteos. El arca seguramente ser�a una defensa para Israel. Esto es lo que ahora hab�an hundido tan bajo como para hacer su �nico pensamiento.

Y, hermanos m�os, �no tenemos que cuidarnos de lo mismo? Cuanto menos sospechemos de nosotros mismos, mayor ser� nuestro peligro. Hay pocas cosas m�s naturales para el coraz�n cuando est� en peligro que hacer uso del Se�or, no con fe, sino con ego�smo. Esto en la peor forma los hijos de Israel estaban ahora cegados por el enemigo para hacer.

Por otro lado, la fe, donde es real, siempre piensa moralmente en la gloria de Dios, cualquiera que sea su propia apropiaci�n de bendici�n en la hora de necesidad. Pero no so�ar�a con sacrificar el honor de Dios. Aqu� Israel, con la esperanza de protegerse, expuso al enemigo el signo m�s �ntimo, santo y glorioso de la presencia de Dios en el santuario. Ellos nunca contemplaron que el Dios de Israel podr�a entregar Su arca a los filisteos, juzgando su incredulidad ego�sta, y all� emprender�a �l solo para Su propio nombre y alabanza.

Lo que hace el alma piadosa, s�lo porque tiene fe, es exponer la dificultad ante Dios, y, en la certeza de que �l escuchar� y aparecer� en su favor, espera que pueda aprender la lecci�n necesaria del fin de Dios en la prueba, as� como que se le muestre Su camino, c�mo enfrentar cada peligro y dificultad, y c�mo vencer a cada enemigo. Esto no pas� por la mente de los ancianos de Israel. Pensaron en el arca simplemente seg�n sus propios deseos y un juicio completamente carnal. Su �nica preocupaci�n era librarse del filisteo, el peligro entonces inminente.

No parece haber entrado en su pensamiento consultar su voluntad; menos a�n hab�a el menor rastro de humillaci�n. Ni siquiera le preguntaron a Dios por qu� hab�a permitido que los filisteos los amenazaran o atacaran. Su primer pensamiento fue uno mismo; su �ltimo recurso, cuando se apremiaba en este momento, era el arca del pacto de Jehov�, pero esto solo se valoraba como un medio de seguridad contra los filisteos. �Qu� prueba m�s clara de su absoluta degeneraci�n de Dios!

�Entonces el pueblo envi� a Silo, para que trajeran de all� el arca del pacto de Jehov� de los ej�rcitos, que mora entre los querubines; y los dos hijos de El�, Ofni y Finees, estaban all� con el arca del pacto de Dios." Lo recibieron con insensatos gritos de triunfo. �Y cuando los filisteos oyeron el ruido del grito, dijeron: �Qu� significa el ruido de este gran grito en el campamento de los hebreos? Y entendieron que el arca de Jehov� hab�a entrado en el campamento.

Y los filisteos ten�an miedo�. Fue precisamente el mismo temor supersticioso, lo opuesto a la fe, lo que produjo el p�nico en los filisteos, y una confianza ef�mera en los israelitas. En ambos fue total ignorancia e incredulidad. (Comparar Romanos 1:18 )

En consecuencia, Dios act�a de una manera totalmente inesperada para cualquiera de los dos. El razonamiento de los israelitas supon�a que Dios nunca permitir�a que le sucediera ning�n da�o al arca ante la cual hab�a huido Jord�n, y mucho menos que manos incircuncisas la capturaran. �Por qu� no ponerse detr�s del arca y as� estar a salvo? Dios seguramente intervendr� por aquellos que tienen Su arca. �Cu�n poco conoc�an Su mente! porque lo que consideraban una imposibilidad era precisamente lo que �l pretend�a.

El trono de Su presencia en Israel iba a ir al cautiverio. �Por qu� mantener la se�al de Su gloria en medio de aquellos que podr�an apostarla contra los filisteos? �Qu� eran Ofni y Finees, que lo acompa�aban, sino los m�s graves tergiversadores del Dios verdadero en Israel? �Y cu�l es el estado de la gente? Como sacerdote, como la gente. Se acercaba r�pidamente el tiempo en que Dios deb�a humillar a Israel.

�C�mo podr�a �l castigarlos m�s eficazmente que priv�ndolos de esa se�al de Su presencia, en la que hab�an confiado, sin pensar en Su voluntad o en Su gloria? En vez de andar en la fe, que purifica el coraz�n y obra por el amor; en vez de la conciencia que justificaba a Dios, era una superstici�n puramente ego�sta; tanto m�s culpables cuanto que hallaron en el pueblo expresamente apartado al verdadero Dios de tales vanidades. Por lo tanto, era inevitable que su pecado manifiesto trajera una reprensi�n abierta de parte de Jehov�.

"Y pelearon los filisteos, e Israel fue herido, y huyeron cada uno a su tienda; y hubo una matanza muy grande; porque cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y fue tomada el arca de Dios, y los dos hijos de Eli, Ofni y Phinehas, fueron asesinados". As� se cumpli� la palabra de Jehov�; y el pobre El� est� sentado a la vera del camino, y su coraz�n tembl� por el arca de Dios. No se puede estimar mucho la aprensi�n espiritual del sumo sacerdote; sin embargo, le bastaba saber que Dios no ser�a parte de su propia deshonra, y mucho menos a manos de su propio pueblo.

Los filisteos podr�an estar equivocados al temer que el mero hecho de bajar el arca al campo resolver�a la pelea; pero los israelitas eran cien veces m�s culpables cuando se jactaban de que el arca as� tra�da probar�a su liberaci�n. "Y cuando El� oy� el ruido del llanto", y se le inform� apresuradamente, no s�lo de la huida del pueblo y de la muerte de sus hijos, sino tambi�n del arca, "aconteci� que cuando hizo menci�n del arca de Dios, que cay� del asiento hacia atr�s al lado de la puerta, y se quebr� el cuello, y muri�, porque era viejo y pesado, y hab�a juzgado a Israel cuarenta a�os.

El coraz�n de Eli, despu�s de todo, lat�a correctamente hacia Dios. Hab�a verdad en las partes internas, aunque durante su vida hab�a sido tristemente superpuesta por no poco de la naturaleza. Pero su muerte pone al descubierto el verdadero sentimiento de su alma hacia Dios. Y as� tambi�n su nuera, cuando oy� que el arca de Dios hab�a sido tomada, y que su padre y su esposo hab�an muerto, dio a luz prematuramente. �Y cerca de la hora de su muerte, las mujeres que estaban junto a ella le dijeron: No temas, porque has dado a luz un hijo.

Pero ella no respondi�, ni lo consider�. Y llam� al ni�o Icabod, diciendo: La gloria se ha apartado de Israel, porque el arca de Dios fue tomada, y por causa de su suegro y de su marido. Y ella dijo: La gloria ha sido apartada de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomada.� Cu�n precioso es encontrar, incluso en ese d�a oscuro y d�bil, que la gracia no ces� de producir un testimonio de Dios, aunque el dolor podr�a acompa�arlo apropiadamente. �eso!

Todo esto prepara el camino para el Rey. Es ahora, uno puede observar, no solo la sentencia ejecutada sobre el sacerdocio despu�s de la prueba de su culpabilidad, sino el compromiso de ese asiento central de Jehov� que rodeaba el sacerdocio; porque �qu� podr�a hacer el sacerdocio sin el arca? �Qu� deb�a ministrar el sumo sacerdote ante la se�al de la presencia de Dios, si de alguna manera se hubiera desvanecido de Israel?

Pero a continuaci�n tenemos otra gran verdad que amanece entre las nubes. Mostrar� cu�n poco motivo hay para temer por el honor de Dios: �l no dejar� de cuidarlo, y tanto m�s donde s�lo �l permanece. Suponiendo que sea el hecho de que las faltas de su pueblo han hecho perder su honor de alguna manera, ya no se trata de su fidelidad. �Entonces que? �Debemos dudar de los recursos de Dios? Podemos contar con la seguridad de Su fidelidad, seguros de que �l aparecer� cuando no haya nadie m�s que aparezca por �l. Esto lo hizo ahora con el enemigo. �l hab�a permitido que los filisteos entonces vencieran a los israelitas, cuyo estado y caminos eran totalmente malos.

Y ahora comienza a abrirse otro lado de la cuesti�n. Los filisteos, habiendo tomado el arca, ya no estaban preocupados por los temores, sino seguros de s� mismos y jactanciosos. ( 1 Samuel 5:1-12 )

"Y los filisteos tomaron el arca de Dios, y la trajeron de Eben-ezer a Asdod. Cuando los filisteos tomaron el arca de Dios, la trajeron a la casa de Dag�n, y la pusieron junto a Dag�n. Y cuando los de Asdod se levantaron de ma�ana, he aqu�, Dag�n hab�a ca�do sobre su rostro en tierra delante del arca de Jehov�.� Pero lo intentar�an en otro momento. Podr�a haber sido un accidente. "Y tomaron a Dag�n, y lo pusieron de nuevo en su lugar.

Y cuando se levantaron temprano en la ma�ana del d�a siguiente, he aqu�, Dag�n hab�a ca�do sobre su rostro en tierra delante del arca de Jehov�." Ahora el golpe fue mucho m�s completo. "Y la cabeza de Dag�n y ambas palmas de sus manos estaban cortado en el umbral; s�lo le qued� el tronco de Dag�n". Dios siempre es suficiente para Su propio honor. "Por tanto, ni los sacerdotes de Dag�n", como se nos dice, "ni cualquiera que entra en la casa de Dag�n, pisa el umbral de Dag�n en Asdod hasta el d�a de hoy.� As� se convirti� en una marca permanente de la victoria del Dios de Israel sobre Dag�n.

Tampoco fue esto todo lo que se forj�. "Pero la mano de Jehov� se agrav� sobre los de Asdod, y los destruy�, y los hiri� con esmerods, hasta Asdod y sus t�rminos. Y viendo los hombres de Asdod que esto era as�, dijeron: El arca del El Dios de Israel no se quedar� con nosotros, porque su mano es dolorosa sobre nosotros, y sobre Dag�n nuestro dios�. Y as� llevan el arca de un lugar a otro.

Y entonces la mano de Jehov� est� extendida en todo lugar entre los enemigos de Jehov�, y se nos dice: "�l hiri� a los hombres de la ciudad, as� peque�os como a grandes, y ten�an esmerods en sus partes secretas. Por lo tanto, enviaron los arca de Dios a Ecr�n Y aconteci� que cuando el arca de Dios vino a Ecr�n, los Ecronitas dieron voces, diciendo: Han tra�do el arca del Dios de Israel hacia nosotros, para matarnos a nosotros ya nuestro pueblo.

"�Qu� podr�a ser un testimonio m�s ilustre del poder viviente as� como de la verdad del Dios de Israel que este mismo hecho? Concedido que Israel deber�a estar en el polvo; concedido que eran incapaces de asestar un golpe; concedido que fueron heridos m�s duramente cuando m�s deshonraron el arca de Jehov�. Pero Dios cuid� de su propia arca, que el pecado de Israel hab�a traicionado y perdido con tanta insensatez; y el hecho fue que se produjo una destrucci�n tan notable que todos los se�ores de los filisteos no pod�a dejar de sentir su absoluta debilidad en la presencia del Dios de Israel."Y el clamor de la ciudad", se nos dice, "sub�a al cielo".

As�, el arca capturada de Jehov� estuvo all� el tiempo suficiente para traer juicio sobre las diversas tierras y ciudades del enemigo. ( 1 Samuel 6:1-21 ) "Y los filisteos llamaron a los sacerdotes y a los adivinos, diciendo: �Qu� haremos con el arca de Jehov�? Dinos con qu� la enviaremos a su lugar;" y as� lo tramaron seg�n sus propios pensamientos.

Es un hecho muy notable e instructivo que Dios se encuentra con los hombres en su estado, aunque reh�sa encontrarse con su propio pueblo, salvo seg�n su palabra. �Cu�n bueno, pero cu�n santo es �l! Esto lo considero una verdad importante que tiene que ver con los hombres del mundo. Si los israelitas hubieran ideado para el arca de Jehov� un plan seg�n sus propios pensamientos que menospreciara la palabra de Dios, �l seguramente lo habr�a juzgado en lugar de sanar; pero cuando estos pobres paganos, que no ten�an los or�culos v�vidos, simplemente hicieron de acuerdo con lo que ten�an, �l mostr� su misericordia lastimosa.

Jehov� no es indiferente a los necesitados y afligidos entre los hombres; No desprecia a ninguno. Sin duda, aquellos que tienen la palabra de Dios entre ellos, como los hombres que nos rodean aqu�, se encuentran en una posici�n diferente. Sin embargo, el principio es cierto, como principio general, de que donde las almas est�n fuera del conocimiento positivo de la verdad de Dios, la tierna misericordia de Dios las encuentra en la conciencia con asombrosa compasi�n. Pero la conciencia no servir� donde est� el conocimiento de la palabra de Dios, por importante que sea en su propio �mbito donde no hay nada m�s.

Estos filisteos luego proponen un nuevo carro y "vacunas, sobre las cuales no ha llegado ning�n yugo", como una prueba del Se�or. �Tomad el arca de Jehov�,� dicen sus consejeros, �y ponedla sobre el carro; y poned las joyas de oro, que le devolviereis en expiaci�n por la culpa, en un cofre junto a ella, y despachadla, y he aqu�, si sube por el camino de su t�rmino a Bet-semes, �l nos ha hecho este gran mal; y si no, entonces sabremos que no fue su mano la que nos hiri�. ; fue una casualidad que nos pas�.

"Y el Se�or se dign� enfrentarlos en su propia prueba. Seguramente esto fue muy misericordioso; y muestra con qu� Dios tenemos que ver, no solo para nosotros, sino incluso para aquellos que lo conocen menos. "Y los hombres as� lo hicieron. : y tom� dos vacas lecheras, y las at� a la carreta, y encerr� sus terneros en casa:" esto es, que el grito de los terneros y los instintos naturales de la madre la indujeran a ir hacia sus cr�as.

En lugar de eso, las vacas dejan a sus cr�as, van en una direcci�n totalmente opuesta y toman un rumbo que nunca antes hab�an tomado, contrario a todos los instintos de su naturaleza en la creaci�n bruta. "Y pusieron el arca de Jehov� sobre el carro, y el arca con los ratones de oro y las im�genes de sus emerods. Y las vacas tomaron el camino derecho al camino de Bet-semes, y se fueron por el camino mugiendo como fueron, y no se desviaron a la derecha ni a la izquierda, y los pr�ncipes de los filisteos los siguieron hasta el t�rmino de Bet-semes.

As� Dios enfrent� el pensamiento del coraz�n donde s�lo hab�a obra de la conciencia, sin la luz de la verdad revelada, no el conocimiento de Dios, sino el sentir instintivo de Su mano, para que pudiera haber una voz en su conciencia. Si se endurec�an contra �l, o lo olvidaban, tanto peor ser�a para ellos. �Y los de Bet-semes estaban segando su cosecha de trigo en el valle; y alzando sus ojos, vieron el arca, y se regocijaron al verla.

Y lleg� el carro al campo de Josu�, beth-semita, y se detuvo all� donde hab�a una gran piedra; y cogieron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehov�. Y los levitas bajaron el arca de Jehov�, y el arca que estaba con ella, en que estaban las joyas de oro, y las pusieron sobre la gran piedra; y los hombres de Bet-semes ofrecieron holocaustos y sacrificaron sacrificios aquel mismo d�a a Jehov� Y cuando lo hubieron visto los cinco pr�ncipes de los filisteos, se volvieron a Ecr�n en el mismo d�a.

Pero esto no es todo. Parece adem�s que "hiri� a los hombres de Bet-semes, porque hab�an mirado dentro del arca de Jehov�". �Por qu� esto? No hubo herir a los filisteos porque hab�an mirado hacia adentro. Se hab�an entrometido con el arca, y hab�an dado sus ofrendas seg�n su propia mente, y no seg�n Su palabra; pero porque los hombres de Bet-semes lo miraron, "e hiri� del pueblo a cincuenta mil sesenta y diez hombres; y el pueblo se entristeci�, porque Jehov� hab�a herido a muchos del pueblo con gran matanza.

"Estos son los caminos de Dios con su propio pueblo. �Oh, no lo olvidemos nunca, amados hermanos! No hubo tal matanza ni siquiera para los filisteos. "Jehov� juzgar� a su pueblo", y el hecho de que �l juzgue es una prueba , no que no sean su pueblo, ni que no los ame, sino que le molesta la irreverencia. No lo leamos sin mejorar. La gracia de Dios siempre produce uno de dos efectos: un esp�ritu de adoraci�n donde el coraz�n se inclina, o un h�bito de irreverencia donde se juega con la gracia.

La familiaridad de Su amor, o nos hace nada ante �l, y �l mismo lo es todo, o anima el coraz�n natural a una especie de ligereza y confianza en s� mismo, que considero que todas las cosas se encuentran entre los mayores obst�culos para la verdad de Dios. y esto a veces hasta donde puede obrar en aquellos que le conocen. Tenemos que estar celosos de nosotros mismos en cuanto a esto. Incluso los verdaderos cristianos pueden no ser inconscientes de ello; pero puede estar seguro de que, en lugar de ser nosotros los que menos necesitamos velar contra ella, es el conocimiento mismo de Su gracia, la familiaridad misma con Su verdad, a menos que haya un disfrute real y sostenido de Su presencia. , que siempre nos expondr� a esto; porque no puede haber un sentido real de Su presencia a menos que haya junto con ello juicio propio y vigilancia.

El fracaso en esto no es prueba alguna de que un alma desee el conocimiento de Su gracia y verdad, pero traiciona nuestro bajo estado. M�s bien es el efecto de la gracia conocido cuando nuestra naturaleza ha sido d�bilmente juzgada. Por otro lado, nunca podemos mantenernos en constante juicio de nosotros mismos, sino en comuni�n con �l y Su gracia.

Los hombres de Bet-semes constituyen sin duda un caso muy extremo. Hubo una especie de gozo en el coraz�n cuando vieron el regreso del arca de Dios. �No era esto correcto? Seguramente no estuvo mal; pero entonces deber�a haber habido otro sentimiento de humildad cuando vieron que ven�a de los filisteos. Si la parte de Dios estaba llena de misericordia, �cu�l hab�a sido la de ellos hacia �l e incluso eso? �Y no deber�a haber habido una humilde postraci�n ante el Dios de Israel? Esto habr�a cortado todo pensamiento de entrometerse en �l.

�Fue profanada el arca porque Israel hab�a sido infiel? Con justicia le cost� a Israel m�s que todas las espadas de los filisteos aquella mirada en el arca de Dios. "Y los hombres de Bet-semes dijeron: �Qui�n podr� estar en pie delante de este santo Jehov� Dios? �Y a qui�n subir� de entre nosotros?" Pero si este p�nico fue natural, no fue el grito de fe. Debieron haberse juzgado a s� mismos en lugar de ceder as� a un sentimiento de alarma ante el juicio solemne de Dios.

Tampoco es as� como se corrige realmente el mal. Donde ha habido ligereza y falta de respeto a Dios, no la distancia reaccionaria puede ser el verdadero remedio (peor si cabe que la enfermedad), sino un mejor conocimiento de la gracia y de la verdad de Dios. Esto, si se recibe por fe, lo corregir�, no cortejando un esp�ritu de esclavitud, sino empleando la certeza de la gracia para aplicar la verdad a nosotros mismos.

La distancia y la incertidumbre son el camino del hombre; pero Dios trae a casa Su palabra en el Esp�ritu para juzgar la naturaleza tanto m�s debido a la plenitud de Su gracia y la claridad de la verdad. Por lo tanto, juzgarse a s� mismo va junto con la gracia.

El pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 7:1-17 ) nos habla de los hombres de Quiriat-jearim que suben el arca. Luego vuelve a aparecer Samuel. "Y Samuel habl� a toda la casa de Israel, diciendo: Si os volv�is a Jehov� de todo vuestro coraz�n, quitad de en medio de vosotros los dioses extra�os ya Astarot". Ah� est� el secreto. Estaban en una condici�n que los hac�a ligeros, porque junto a un cierto gozo natural por el regreso del Se�or, estaba el que siempre interfiere con su propio honor.

As� dice �l: "Preparad vuestros corazones a Jehov�, y servidle s�lo a �l". Y Samuel los re�ne y dice: "Y orar� por vosotros a Jehov�. Y se juntaron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehov�". Esto es muy instructivo. Supongo que no se puede encontrar una prescripci�n de Dios para este acto solemne en los cinco libros de Mois�s si a alguno de nosotros se nos preguntara por qu� el pueblo de Dios se reuni� y derram� agua delante de Jehov�, uno podr�a dudar en decir.

�Debemos, por lo tanto, juzgar que el acto fue incorrecto? No tan. En un estado de cosas quebradas, mientras nos aferramos a las grandes verdades y deberes centrales que se adjuntan a nuestras relaciones, el mero retorno a lo que se form� originalmente no es de ninguna manera la forma m�s verdadera de enfrentar las dificultades que trae el pecado.

Por otro lado, nunca somos libres (�hace falta decirlo?) para aceptar las invenciones humanas; y ciertamente el acto en cuesti�n no fue tal invenci�n. Pero repito que el remedio para un estado de cosas arruinado en la iglesia de Dios, as� como aqu� en Israel, no consiste en volver a cada forma que exist�a al principio. Se busca ante todo el quebrantamiento de esp�ritu, el sentido de ad�nde hemos llegado todos en el deshonor hecho a Dios; entonces comenzamos a ver m�s claramente nuestro lugar de obediencia en todo lo que queda.

Pero sin el juicio de uno mismo y del estado de la iglesia en la presencia de Dios, nada puede estar bien; mientras que, si esto se obra en nosotros, su gracia ciertamente nos mostrar� por su palabra lo que conviene a tal estado de confusi�n y debilidad. Sin embargo, abre una puerta a las almas oscuras y obstinadas, que se adhieren a las palabras y las apariencias, halag�ndose a s� mismas como si s�lo ellas tuvieran raz�n, y censurando a la mayor�a de los que son verdaderamente obedientes.

Suponiendo, por ejemplo, que en la actualidad, la iglesia de Dios se despertara para sentir su continuo alejamiento de Dios, �cu�l ser�a el primer recurso natural? �Por qu� establecer doce ap�stoles, y anhelar lenguas y milagros, si no imitar las circunstancias de la Iglesia Pentecostal en la comunidad despu�s? Pero, �cu�l ser�a el juicio espiritual adecuado al estado actual de la iglesia? �Estableciendo ap�stoles? Ning�n sue�o tan presuntuoso, sino el de sentarnos en polvo y ceniza delante de Dios, tomando sobre nosotros la verg�enza y el dolor de la iglesia reducida a la ruina por el pecado de aquellos a quienes Dios hab�a favorecido tan profundamente.

Esta sensaci�n de ruina sobre su alma parece haber sido expresada en lo que hizo Samuel. El derramamiento de agua delante de Jehov� fue un acto, a mi juicio, de lo m�s adecuado y apropiado. No fue un esfuerzo por remendar las apariencias, sino m�s bien la confesi�n de una debilidad total ante Dios. En todo caso, todos sabemos que tal es la fuerza de la figura aplicada en el siguiente Libro de Samuel: "Como agua derramada sobre la tierra.

"Era apropiarse de la verdad de su propia condici�n ante Dios. Pero �hab�a alguna falta de confianza en Su gracia? Todo lo contrario. "Y se juntaron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehov�, y ayunaron sobre aquel d�a, y dijo all�: Contra Jehov� hemos pecado. Y Samuel juzg� a los hijos de Israel en Mizpa." En seguida Satan�s se agita y despierta a los filisteos; �l, si no, no soportar�an o�r de ninguna alma, y ??menos de todo el pueblo, reuni�ndose as� delante de Jehov� en confesi�n de sus pecados. .

Es posible que los filisteos pudieran pensar que el objetivo de Israel al reunirse era pol�tico, una mera reuni�n para la batalla y un esfuerzo por la independencia. Pero Satan�s conoc�a mejor su significado y no pod�a descansar; y de esto estoy seguro, que si ellos, sus instrumentos filisteos, hubieran sabido el significado de un acto como el que quebrant� a Israel ante Dios, esto habr�a sido algo mucho m�s terrible para el enemigo de Israel que cualquier reuni�n con fines marciales. .

No hay nada m�s alarmante para Satan�s que el pueblo de Dios humill�ndose en verdadera oraci�n y confesi�n, donde tambi�n hay un uso creyente de Su palabra. Cualquiera que sea la dificultad o la angustia, nunca puede haber una raz�n para desconfiar de Dios. Es el punto de honor que le debemos al Se�or que, sea lo que sea que tengamos que reconocer acerca de nosotros mismos, nunca debemos dudar de �l; cualquiera que sea el fracaso que podamos confesar, en todo caso que nuestra primera confesi�n y nuestra confianza constante sea Jes�s nuestro Se�or, "Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos".

"Y cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se hab�an reunido en Mizpa, los pr�ncipes de los filisteos subieron contra Israel. Y cuando los hijos de Israel lo oyeron, tuvieron miedo de los filisteos. Y los hijos de Israel dijeron: Samuel, no ceses de clamar a Jehov� nuestro Dios por nosotros". Esto, en mi opini�n, es hermoso. No hab�an comenzado ni con la ofrenda por el pecado ni con el holocausto.

Ya hab�an tomado el lugar de penitencia ante Dios en cuanto a su pecado; hab�an reconocido solemnemente su ruina en el agua derramada; y Samuel or� mientras ellos se confesaban. Ten�an derecho a mirar al Se�or con la seguridad de que �l aparecer�a en su nombre. Ah� est� la se�al de aceptaci�n ahora, cuando leemos que "Samuel tom� un cordero de leche, y lo ofreci� en holocausto todo a Jehov�; y Samuel clam� a Jehov� por Israel, y Jehov� lo oy�.

Y mientras Samuel ofrec�a el holocausto, los filisteos se acercaron a la batalla contra Israel. �Ah, qu� poco sab�a el enemigo lo que les estaba preparando! �Se atrevieron a interrumpir a Israel cuando ese olor grato se elevaba hacia Dios para Ya no era una cuesti�n entre Israel y los filisteos, sino entre Jehov� y los filisteos. "Y Jehov� tron� con gran trueno aquel d�a sobre los filisteos, y los desbarat�; y fueron heridos delante de Israel.

Y los hombres de Israel tuvieron la tarea f�cil de perseguir. Salieron los hijos de Israel de Mizpa, y persiguieron a los filisteos, y los derrotaron, hasta que llegaron debajo de Bet-car. Entonces Samuel tom� una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y llam� su nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aqu� nos ayud� Jehov�. As� fueron sometidos los filisteos, y no volvieron m�s a los t�rminos de Israel; y la mano de Jehov� estuvo contra los filisteos todo el tiempo de Samuel. Y las ciudades que los filisteos hab�an tomado de Israel, fueron devueltas a Israel, desde Ecr�n hasta Gat.� Y se repite: �Samuel juzg� a Israel todos los d�as de su vida�.

Pero el pr�ximo cap�tulo ( 1 Samuel 8:1-22 ) saca a relucir el fracaso, no de los hijos de El�, sino de Samuel. La persona intermedia, por bendecida que sea, no logra satisfacer la profundidad de la necesidad. El vidente no es Cristo; el heraldo no es su amo. Entonces los hijos de Samuel pervirtieron el juicio y aceptaron sobornos; y los hijos de Israel dicen: He aqu� t� eres viejo, y tus hijos no andan en tus caminos; ahora haznos un rey que nos juzgue como a todas las naciones.

As�, como ven, fluyen dos corrientes. Pero notemos que Dios divulga Su plan ante el hombre cuando el enemigo parece traerlo. As� que en el Libro de Job, no es Satan�s quien comienza la acci�n, sino Dios. Es �l quien tiene un prop�sito de bien para Job, Satan�s sin duda trata de fastidiarlo, ya que tiene un plan tras otro de maldad, pero Dios est� delante de Satan�s en un pensamiento muy consolador para nuestras almas.

As� como Dios est� antes que Satan�s, ciertamente estar� despu�s de �l. El bien que Dios tiene entonces es el primer pensamiento, y el bien que �l al principio tiene en el coraz�n se cumplir�, aunque sea tarde, si no �ltimo. As�, el bien es anterior al mal y permanece cuando el mal se ha ido. Podemos ver algo similar aqu�. �Qui�n fue el que levant� la esperanza de un rey? �Qui�n fue el que consider� oportuno, si no pronunciar la muerte sobre los sacerdotes, como sobre el pueblo anterior, al menos apartarlos del lugar que una vez tuvieron para dejar lugar a algo mejor, el verdadero secreto de la bendici�n de Israel, como se mostrara otro dia? fue Dios Pero aqu� se puede encontrar la corriente subterr�nea; no un golpe de los filisteos, sino un esfuerzo por socavar a Israel por medio de la astucia de Satan�s.

As�, el pensamiento de un rey no era del hombre, sino de Dios; sin embargo, el deseo de uno como las naciones fue rebeli�n contra Dios por parte del hombre. El rey propuesto ser�a una rica bendici�n de Dios, y era Su prop�sito darles un rey antes de que su malvado coraz�n deseara deshacerse de �l. Era un mal en el hombre ser juzgado; fue gracia en Dios el prop�sito ya que �l seguramente tambi�n lo cumplir�.

Ambos son verdaderos; pero la mente del hombre a menudo pone uno contra el otro, en lugar de creer en ambos. Aqu� tenemos el coraz�n del hombre. Desean un rey. Samuel lo siente profundamente, no porque fuera tanto contra s� mismo como contra Dios, y por eso les dice que la cosa le disgust�. "Y Samuel or�". �Ojal� pudi�ramos tomar el ejemplo de un siervo tan fiel del Se�or! que cuando las cosas nos desagradan, podemos orar, y no inquietarnos o enfurecernos o rega�arnos! No es que Samuel no sintiera el estado de Israel; pero or� a Jehov�.

"Y Jehov� dijo a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti " (�qu� Dios tan paciente para hablar y actuar as�!), "sino que me han desechado a m�. " Sin embargo, �l deb�a escuchar. �C�mo Dios se mueve en amor por encima de todo mal del hombre, y realiza Sus propios planes benditos! Me han desechado para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el d�a que los saqu� de Egipto hasta el d�a de hoy, con que me han abandonado y servido a dioses ajenos, as� tambi�n hagan contigo. Ahora, pues, escucha su voz; pero protesta solemnemente".

No hab�a duda sobre la maldad involucrada. A�n as�, si su mentira solo sacara a relucir la fidelidad de Dios, �qu� puede hacer sino amar? �Y Samuel cont� todas las palabras de Jehov� al pueblo que le ped�a rey. Y dijo: Esta ser� la conducta del rey� (se les advierte): ��l tomar� a vuestros hijos, y se los nombrar� , para sus carros, y para ser su caballer�a; y algunos correr�n delante de sus carros.

Y le nombrar� capitanes de mil, y capitanes de cincuenta; y los pondr� a labrar su tierra, y a segar su mies, y a hacer sus instrumentos de guerra, y los instrumentos de sus carros. Y tomar� vuestras hijas para pasteleras, y para ser cocineras, y para ser panaderas. Y �l tomar� vuestros campos, y vuestras vi�as, y vuestros olivares.� Este es el rey del hombre, y tal uno dif�cilmente puede serlo m�s.

Es imposible en la naturaleza de las cosas que pueda ser materialmente diferente. Encontraremos en otra ocasi�n el contraste perfecto del rey de Dios en cada detalle. Pero ahora es simplemente una cuesti�n de sus responsabilidades, aunque Samuel les advierte completamente.

fue en vano "Sin embargo, el pueblo rehus� obedecer la voz de Samuel, y dijeron: No, sino que tendremos un rey sobre nosotros, para que tambi�n nosotros seamos como todas las naciones". Su coraz�n se estaba alejando m�s y m�s de Dios. Cada palabra que pronunciaban, aunque poco lo sospechaban, los condenaba m�s a s� mismos. Era una voluntad propia activa contra Dios, y m�s, en la renuncia deliberada de su propio privilegio m�s alto.

"Y Samuel oy� todas las palabras del pueblo, y las repiti� en o�dos de Jehov�. Y Jehov� dijo a Samuel: Oye su voz, y hazles rey. Y Samuel dijo a los hombres de Israel: Id todos hombre a su ciudad".

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 1 Samuel 8". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/1-samuel-8.html. 1860-1890.