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Bible Commentaries
2 Reyes 2

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

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Versículos 1-25

Ya se ha se�alado que la misi�n, o en todo caso el propio ministerio de El�as se cerr� con su propia denuncia contra los hijos de Israel. Dios le tom� la palabra. Abog� en contra, en lugar de a favor de Israel. Ahora fue llamado a un ministerio de car�cter judicial, pero deber�a haber sido en comuni�n con todos los que eran de Dios y para Su nombre, y hab�a, hasta ahora, una falta de entrada en la mente de Dios.

Estaba el remanente pleno, completo del pueblo seg�n la elecci�n de la gracia. Eran como nada para El�as, pero eran mucho para Dios. Es evidente, por lo tanto, que Dios y Su siervo estaban totalmente en disputa, y, por tanto, si tal era la condici�n del siervo, virtualmente estaba renunciando a su cargo. Entonces Dios, desde ese mismo momento, tom�ndolo en serio, nombra a Eliseo para sucederlo.

Sin embargo, sin embargo, Dios no se lo llev� con ira. Lejos de ahi. Por el contrario, aunque fue la falta de gracia de parte del pueblo de Dios lo que seguramente ofendi� al Se�or en Su siervo el profeta, no hubo falta de gracia de parte de Dios. El�as, por lo tanto, permanece, aunque de ninguna manera como antes. Hubo una cierta transici�n de posici�n, antes de que el Se�or se lo llevara. Pero cuando lo tom�, fue con el m�s alto honor que se le puede dar al hombre aqu� en la tierra, fue arrebatado al cielo sin siquiera pasar por la muerte.

Entonces, el cap�tulo inicial de este Segundo Libro de los Reyes presenta de manera muy llamativa la actuaci�n, si no el ministerio, del profeta, la prueba de que el poder de Dios todav�a estaba con �l. Porque cuando el rey malvado, ahora �l mismo enfermo, manda al poder del mal para saber de s� mismo, Dios le responde que no el enemigo Dios le da una respuesta m�s r�pida de lo que hab�a esperado.

A El�as Dios le comunica el hecho, le ordena que detenga a los mensajeros y le d� la m�s solemne informaci�n al rey de que �l yac�a en su lecho de muerte y que, por lo tanto, de ninguna manera se recuperar�a.

No es que el rey ignorara a El�as, sino que sigui� en la maldad de su padre, y como su padre era el enemigo declarado de El�as, por lo tanto lo cont� como su enemigo. Entonces el hijo en los mismos pasos camina detr�s de su padre. Sin embargo, por esta misma raz�n, as� como fue cuando Dios emple� la audacia de Fara�n para manifestar su gloria, as� fue ahora en Israel donde se lleg� a esto, que una gran parte, la mayor parte en verdad del pueblo de Dios estaba una esfera para la exhibici�n de la gloria de Jehov� solo por su total alejamiento y oposici�n a Su voluntad. En consecuencia, tiene este car�cter judicial, porque Dios todav�a estaba tratando con su siervo El�as.

Entonces, los mensajeros, arrestados por el profeta, traen la noticia de su pr�xima muerte al rey, quien pronto descubre que no es otro que El�as el tisbita. Acto seguido, env�a a un oficial con su compa��a para que se lo lleve. Esto era m�s f�cil de decir que de hacer y, de hecho, trajo un juicio inmediato sobre la cabeza de aquellos que obedec�an al rey. Podemos entender que hay algunos que se preguntan por esto.

Pero nunca hay que olvidar que ni siquiera en Jud� fue una mera monarqu�a, y menos en Israel, ahora que estaban divididos. El gobierno del reino de Israel era una teocracia. Sin duda el rey era el representante del poder de Dios, pero aun as� era un trono de Jehov�. Por lo tanto, cuando un rey se pone a desafiar a Jehov�, debe asumir las consecuencias. Ninguna persona, por ejemplo, que lleve la comisi�n de la Reina, tiene derecho a ordenar a sus hombres contra la Reina, y la Reina tiene perfecto derecho a castigarlos.

Su alegaci�n de la orden del oficial no tiene nada que ver con el asunto. El oficial no tiene ninguna comisi�n contra la Reina. Si los hombres eligen seguir las �rdenes de su oficial en contra de la autoridad de la Reina, no deben sorprenderse de cu�l debe ser el problema.

Y as�, de hecho, el rey de Israel estaba en rebeli�n directa contra Dios. Hago esta observaci�n de car�cter general, porque es la clave de lo que de otro modo debe parecer un poco sorprendente, y de lo cual la infidelidad constantemente dificulta, a saber, el juicio sumario ejecutado de vez en cuando en Israel. La constituci�n en Israel era estrictamente la ley, y la ley no conoce sino la muerte por rebeli�n contra la autoridad de Dios.

Esto pertenece necesariamente a la ley, y es simplemente el hombre quien niega el t�tulo de Dios para poner al hombre bajo la ley. Tal pensamiento es digno de un ateo, porque el Ser de Dios, la realidad de Dios, y la autoridad de Dios est� claramente facultada para actuar as�, si �l lo considera adecuado para Su propia gloria. Pero luego, una vez que se permite esto, se ve que el reino de Israel difiere de todos los dem�s reinos, en la medida en que si estos reinos pretenden ser teocr�ticos es meramente un enga�o y una falsedad, mientras que en Israel es el hecho.

Y todo el esfuerzo de Satan�s fue para que los israelitas y su rey olvidaran que era una teocracia y olvidaran la peculiaridad de su lugar y de su llamado. En todos los dem�s casos, la pretensi�n era una mera cosa espuria, la tapadera de la hipocres�a y la tiran�a manifiestas; en Israel era la simple verdad. Ahora bien, esto aclara montones de dificultades en las Escrituras, porque entonces el trato de Dios, incluso de una manera tan terrible como incitar a Su siervo a pedir fuego del cielo para consumir a un capit�n y a sus hombres, debido al atrevido desaf�o contra Dios, el Dios de Israel, es simplemente una consecuencia necesaria de la posici�n de Israel. En lugar de ser una dificultad, es lo que debe ser, lo que deber�a ser. De lo contrario, Dios estar�a renunciando a su propia autoridad.

As� como ning�n padre debe permitir que sus hijos nieguen su autoridad en su propia casa, y ning�n amo debe permitirla en sus sirvientes, as� ser�a el mayor absurdo si Dios permitiera el desaf�o de Su propia autoridad en aquellos que tomaron el lugar de ser Su pueblo. El rey, por lo tanto, no sirvi� de nada para enviar la palabra, porque el rey de Israel era el siervo de Jehov�. �l era simplemente el sirviente m�s alto entonces.

Sin duda, �l era la expresi�n de la autoridad visible, pero esa autoridad no pod�a usarse contra Dios. Hay un l�mite necesario para toda autoridad, "hasta que venga aquel a quien le corresponde" reinar. Y ciertamente ah� est� lo que da el verdadero significado del lugar del rey de Israel, y acaba cuando llega uno que no s�lo es hombre sino Dios, y que reinar� no s�lo como hombre sino como Dios. Habr� un solo Jehov�, y uno su nombre, y El reinar� sobre toda la tierra.

Entonces esto aclara, conf�o, cualquier dificultad para un creyente, que pueda encontrarse en la escena que tenemos ante nosotros. Y de hecho he hecho las observaciones m�s generales para abarcar muchas otras dificultades, porque despu�s de todo debemos recordar, incluso si llegamos al principio general de ello, que Dios no est� actuando de una manera r�gida y cerrada, sino que �l es actuando sobre el amplio pensamiento de Su propio plan con cada hombre, mujer y ni�o en todo el mundo.

Porque �qu� es la muerte si no es un acto de Dios juzgando el pecado? Y aquellos que discuten, por lo tanto, con el trato de Dios con cincuenta hombres a la vez, olvidan que �l est� tratando con cada persona, y con ellos mismos entre los dem�s, como objetores. Simplemente hago esta observaci�n porque la gente pasa por alto los hechos m�s claros ante sus ojos.

Otra cosa que me gustar�a llamar su atenci�n es esto. Si hubiera habido remordimiento de coraz�n y actividad de conciencia en los capitanes de estos a�os cincuenta, ninguno de ellos habr�a perecido. Lo vemos m�s claramente en el �ltimo capit�n y su compa��a. Se humilla y la misericordia de Dios brota de inmediato. Por lo tanto, podemos estar perfectamente seguros de que en el caso de los dem�s hubo dureza de conciencia e indiferencia.

Porque no hubo uno de los capitanes y no lo dudo, ninguno de los cincuenta que no conociera al profeta El�as, que no tuviera el m�s completo testimonio a su coraz�n y conciencia de que ese hombre era el representante m�s fiel de la voluntad y gloria de Dios. y poder. Si, por lo tanto, los hombres eligieron correr el riesgo (y el objetivo era grande, el dise�o era el da�o, si no la muerte, de ese mismo siervo de Dios, y esto, tambi�n, cuando Dios estaba actuando sobre la base de la justicia y de la ley ), deben asumir las consecuencias.

Es claro que el gobierno de la teocracia ser�a imposible si Dios no se reservase el derecho de castigar, de inculcar en otros la necesidad de la obediencia. En esta escena, por lo tanto, tenemos claramente que Dios todav�a honra a Su siervo. Su propio ministerio estaba cerrado, pero en esto no hay se�al de alguien que haya ca�do en desgracia o alguien sobre quien Dios est� colmando deshonra ni en lo m�s m�nimo.

Y no puede haber mayor prueba que este mismo hecho en estas escenas finales de El�as, que cuando el l�der de la �ltima tropa se humilla ante el profeta, el profeta desciende por la palabra del Se�or, porque �l al menos, un siervo , permanece en obediencia a Dios. Va ante el rey y le da, en la cara del rey, lo que poco deseaba escuchar: "�En esa cama debes morir!" "As� que muri�,

Pero el siguiente cap�tulo ( 1 Reyes 2:1-46 ) nos muestra la escena final y final de El�as. "Y aconteci� que cuando Jehov� iba a llevar a El�as al cielo en un torbellino, El�as iba con Eliseo de Gilgal. Y El�as dijo a Eliseo: Te ruego que te quedes aqu�, porque Jehov� me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo , Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�.

As� que bajaron a Betel. Y los hijos de los profetas que estaban en Bet-el se adelantaron a Eliseo y le dijeron: �Sabes que Jehov� te quitar� hoy a tu se�or de sobre tu cabeza? Y �l dijo: S�, lo s�, callad. Y El�as le dijo: Eliseo, te ruego que te quedes aqu�; porque Jehov� me ha enviado a Jeric�. Y �l dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�.

Entonces llegaron a Jeric�. Y los hijos de los profetas que estaban en Jeric� vinieron a Eliseo y le dijeron: �Sabes que Jehov� te quitar� hoy a tu se�or de sobre tu cabeza? Y �l respondi�: S�, lo s�, callad. Y El�as le dijo: Qu�date aqu�, te ruego; porque Jehov� me ha enviado al Jord�n. Y �l dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Y ellos dos continuaron".

El�as entonces prueba la fe de Eliseo. Encontramos esto constantemente en las Escrituras. Se presenta un camino m�s f�cil. Puedes ahorrarte la molestia. Pero donde hay fe para ver que no es m�s que una prueba, el alma est� preparada para seguir adelante y comprende la mente de Dios al respecto. Es imposible para cualquier persona establecer reglas sobre tal asunto. No era por una regla que el samaritano limpio conoc�a la mente del Se�or.

Exteriormente, los nueve estaban siguiendo m�s literalmente lo que dijo el Salvador, pero el samaritano limpio sab�a mejor. La letra, incluso de la Escritura, es insuficiente para guiar al hijo de Dios. Necesitamos el Esp�ritu Santo para dar poder a la palabra de Dios. "La letra mata, mas el esp�ritu vivifica". Te concedo que la mente natural del hombre, al adoptar tal principio, har�a estragos terribles en la palabra de Dios, pero ah� est� la diferencia.

El Esp�ritu de Dios que empu�a la palabra la convierte en espada de Dios; la mente del hombre que coquetea con la palabra de Dios s�lo se refleja a s� misma. Ahora bien, en el presente caso fue claramente la prueba de la fe de Eliseo. Si no estaba preparado para continuar con el profeta, no tendr�a que preocuparse tanto. Su coraz�n estaba completamente dispuesto; estaba a punto de ganar un buen grado, como se dice, en la fe en lo poco, porque el que es fiel en lo poco es fiel en lo mucho, y el que no s�lo fue llamado y sab�a que el manto del profeta lo envolv�a , y entendido por esa se�al significativa de que iba a suceder a El�as aqu� abajo, ese mismo profeta busca m�s y recibe m�s.

"Conforme a tu fe te sea hecho". El espera. Bien entendi� que no hab�a llegado el momento de cumplir con su oficio. �l busca m�s. Los hijos de los profetas no dieron inteligencia; de hecho, no eran m�s que intrusos. Les hubiera gustado que ocupara su mente con su informaci�n. Eliseo les dijo que callaran. Su coraz�n estaba en otra parte, estaba con El�as, y estas grandes cosas que le esperaban ese d�a.

Nada sufrir�a del profeta. Entonces El�as le dijo: "Te ruego que te quedes aqu�". Le orden� que se quedara en Betel, y Betel era un lugar de gran notoriedad en Israel. Y Jeric� era un lugar, no dir� de importancia, pero marcado con una maldici�n, y Dios no permitir�a que Su maldici�n durmiera m�s que Su bendici�n. Pero Eliseo seguir�a con El�as.

Ahora vienen a Jordania. "Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Y ellos dos iban adelante. Y cincuenta hombres, hijos de los profetas, iban y se paraban lejos". Ellos no continuaron; fueron detenidos por las dificultades; pero "ellos dos", los dos que eran como uno, por as� decirlo, se pararon junto al Jord�n. "Y El�as tom� su manto y lo envolvi� y golpe� las aguas, y se dividieron ac� y all� de modo que ambos cruzaron en seco.

Y aconteci� que cuando hubieron pasado, El�as dijo a Eliseo: Pregunta qu� debo hacer por ti antes de que me quiten de ti. por la muerte para entrar en la tierra, pero pasando por la muerte por lo menos uno de ellos.Y esta se convierte en una �poca que le da su car�cter propio al profeta.�l ten�a raz�n.

No solo su propia mente, sino un instinto espiritual del Esp�ritu Santo le dio a buscar un grado a�n m�s alto. Contin�a, y ahora est� en v�speras de ello. El�as hace la pregunta: "Pregunta qu� debo hacer por ti antes de que me quiten de ti. Y Eliseo dijo: Te ruego que una doble porci�n de tu esp�ritu est� sobre m�". No una doble porci�n comparada con la de El�as, sino una doble porci�n comparada con cualquier otro sucesor de El�as.

Una doble porci�n era la porci�n del primog�nito. �l pidi� esto, la porci�n del primog�nito. �Y �l dijo: Algo dif�cil has pedido; sin embargo, si me ves cuando sea quitado de ti, as� te ser� hecho; y si no, no ser� as�.

Ahora lleg� el momento de decidir si la fe en este caso iba a tener su bendici�n proporcional. �Y aconteci� que mientras ellos a�n iban y hablaban, he aqu� apareci� un carro de fuego y caballos de fuego y los separ� a ambos en dos; y El�as subi� al cielo en un torbellino�. El�as era de hecho un hombre con un coraz�n y una lengua de fuego, si puedo decirlo as�, y todo su ministerio fue de este car�cter consumidor y judicial, el m�s implacable de todos los hombres.

Pero si a Eliseo se le permiti� verlo arrebatado en un carro de fuego, con caballos de fuego y con un torbellino que sub�a hasta el cielo, este nuevo punto de partida de Eliseo cobra importancia. Porque el cielo no es el lugar del fuego. Excepcionalmente puede haber el estallido de los juicios consumidores de Dios, pero el cielo, repito, normalmente no es el lugar del fuego, sino del amor, de la paz, de la gloria divina, del descanso y la paz, no rotos por el pecado. Y Eliseo, en consecuencia, iba a tener su ministerio caracterizado por estas mismas cualidades.

Lo encontraremos, por lo tanto, en lugar de ser una mera repetici�n de su ardiente predecesor, un sucesor muy adecuado y uno, en sabidur�a divina, dado para satisfacer las exigencias de la gloria de Dios en Israel. Pero Eliseo tiene otro car�cter, porque aunque la justicia sea de Dios, la justicia no es todo lo que hay en Dios. Y ciertamente si miramos los atributos de Dios, la justicia no es la m�s alta, aunque es aquello que Dios nunca puede sacrificar.

Pero, no obstante, si hemos de hablar de atributos, la gracia ciertamente es de un car�cter m�s alto, y como los cielos son m�s altos que la tierra, ciertamente la tierra es el lugar donde la justicia debe gobernar, y el cielo es el lugar donde la gracia debe gobernar. regir. Y Eliseo, por lo tanto, se convierte no s�lo en lo que comenz�, sino tambi�n en el testigo de la gracia; y no es, por lo tanto, meramente como El�as, porque �l comienza como los mismos ap�stoles, quienes recibieron una vez su comisi�n en la tierra de Israel, y luego salieron llevando el mensaje solemne y limpiando el polvo de sus pies contra aquellos que los rechazaron.

como testigos. Pero aquellos ap�stoles recibieron otro nombramiento de un ministerio superior que el mismo Se�or Jes�s que los envi� por la tierra los envi� desde los cielos El mismo ascendiendo all� arriba.

As� fue con este hermoso testimonio de la verdad de Dios, y casi, debo a�adir, de la gracia de Dios. "El�as lo vio y exclam�: Padre m�o, padre m�o, el carro de Israel y su caballer�a". La doble porci�n seguramente ser�a suya. �Y no lo volvi� a ver m�s; y tomando sus propios vestidos, los rasg� en dos partes�. Pero se agrega, y de manera m�s sorprendente, "Tom� tambi�n el manto de El�as" y no simplemente se lo ech� sobre los hombros.

Ahora era suyo, ahora era perfectamente suyo, ahora hab�a la confirmaci�n m�s completa de su lugar; y repito de nuevo, no meramente como un profeta juzgador en la tierra, sino como un profeta raptado que hab�a subido al cielo. "Tom� tambi�n el manto de El�as que se le hab�a ca�do y volvi� y se par� a la orilla del Jord�n". y ahora vino la prueba, si en verdad la doble porci�n recay� sobre Eliseo.

"Y tom� el manto de El�as que se le hab�a ca�do, y golpe� las aguas, y dijo: �D�nde est� Jehov�, Dios de El�as? Y cuando hubo herido tambi�n las aguas, se partieron ac� y all�; y pas� Eliseo".

Eliseo fue el sucesor verdadero y dado por Dios de El�as, pero no del mismo tipo; porque Dios no se repite. El Dios con quien tenemos que ver es un Dios vivo, y el Dios que envi� a El�as ahora estaba enviando a Eliseo para otra obra y de un car�cter diferente, y esto ser� mi objeto de abrir un poco esta noche para mostrar c�mo el Esp�ritu de Dios saca a relucir este nuevo ministerio. Porque ahora Eliseo ha estado esperando, tal como El�as mismo hab�a esperado.

Hubo esta pausa, y podemos ver el gran prop�sito. Porque indudablemente, si Eliseo hubiera avanzado antes, no tenemos raz�n para creer que hubiera tenido tal car�cter en su ministerio. Esper�, y esper� para demostrar que no siempre son los que son m�s r�pidos en avanzar en la obra del Se�or los que tienen, dan y producen los mejores frutos. De ninguna manera. Pero aquellos que saben lo que es esperar un poco de tiempo para que el Se�or pueda tratar con ellos antes de que sean competentes para tratar con otros, y tambi�n en la temporada particular.

Y aqu� encontramos cu�n verdaderamente su espera en el Se�or tuvo este resultado. "Y cuando los hijos de los profetas, que estaban de visita en Jeric�, lo vieron, dijeron: El esp�ritu de El�as reposa sobre Eliseo. Y vinieron a recibirlo y se postraron en tierra delante de �l. Y le dijeron: He aqu� ahora, hay con tus siervos cincuenta hombres fuertes; d�jalos ir, te rogamos, y busca a tu se�or".

�Eran estos los hombres que podr�an darle informaci�n a Eliseo? Estos mismos hombres proponen ahora, y esto prueba cu�n pobre puede ser incluso el hijo de un profeta cuando ya no habla la palabra del Se�or, que deben buscar a El�as, "no sea que el Esp�ritu de Jehov� lo haya tomado y lo haya arrojado". sobre alguna monta�a, o en alg�n valle.

Y �l dijo: No enviar�is. Y cuando le insistieron hasta que se avergonz�, �l dijo: Env�a". , cincuenta hombres, y lo buscaron durante tres d�as y no lo encontraron. Y cuando volvieron a �l (porque se detuvo en Jeric�), les dijo: �No os dije que no vay�is?

Pero ahora empezamos a ver en el siguiente caso registrado la peculiar acci�n del profeta Eliseo. "Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aqu�, te ruego que la situaci�n de esta ciudad sea agradable, como mi se�or ve; pero el agua es poca, y la tierra es est�ril. Y �l dijo: Tr�eme una nueva crucero y ponle sal". Cuando Dios sac� a relucir el lugar de nuestro Se�or en lo alto, sac� m�s adelante todo lo que era adecuado para una nueva creaci�n.

Cuando las almas conocen lo que es la verdad de Dios y de nuestro Se�or Jes�s, y lo miran conscientemente, sabemos que le pertenecen. Cuando Dios estaba tratando por la ley, siempre era la vieja creaci�n. Cuando el Se�or Jes�s ocup� Su lugar en lo alto despu�s de la realizaci�n de la redenci�n, la nueva creaci�n ciertamente entr�. Y esto lo vemos m�s completamente en la doctrina del ap�stol Pablo. Aqu� tenemos, hasta donde puede ser una se�al o una se�al, el nuevo crucero, como solo la se�al de esta nueva creaci�n en la mente de Dios.

Y la aplicaci�n de esto es el lugar de una maldici�n. Ahora bien, si hab�a un lugar en la Tierra Santa que estaba bajo una maldici�n, era Jeric�. Todo el mundo sabe que lee su Biblia. Jeric�, en consecuencia, es el lugar al que el profeta dirige este nuevo crucero con sal puesta para ser tra�da.

"Y sali� al manantial de las aguas" y as� estaba tratando con el manantial "y ech� all� la sal y dijo: As� ha dicho Jehov�: Yo san� estas aguas; no habr� de all� m�s escasez ni esterilidad". y las aguas fueron sanadas hasta el d�a de hoy, conforme a la palabra de Eliseo que �l habl�.

Ya no existe el juicio de Jehov� en el lecho de muerte, administrado seg�n la palabra del profeta. Aqu� tenemos el poder del pecado y el poder del mal, y de acuerdo con el prop�sito de Dios, la nueva creaci�n, porque indudablemente este nuevo crucero con la sal en �l es el tipo de ello. Jeric� es una muestra de lo que ser� hecho universalmente por el Se�or Jesucristo en el d�a de Su aparici�n.

�l quiere reconciliar todas las cosas consigo mismo. Puede que quede poco aqu�, pero es la muestra de un resultado muy grande. "Y las aguas fueron sanadas conforme a la palabra de Eliseo que �l habl�".

Y de all� sube, no al lugar que estaba bajo la maldici�n, y donde trae un poder divino de bendici�n y curaci�n, sino a Betel. Bethel no estaba bajo la maldici�n, pero estaba bajo el peso de la corrupci�n. Es el lugar donde Dios hab�a hecho que la prenda y la promesa de su cuidado fiel se dieran a quien lo necesitaba, a quien estaba en circunstancias de la mayor angustia posible, desamparado, obligado a huir de la casa de su padre y de su madre, con un odio mortal ardiente de su hermano contra �l.

All� fue donde Jacob tiene una visi�n de Dios, y all� fue donde Dios puso Su palabra para siempre. All� estaba la casa de Dios, all� estaba la puerta del cielo abierta al adormecido Jacob, y all� tambi�n Dios cumpli�, en d�as posteriores, el prop�sito que iba a ser quebrantado �ay! por la infidelidad del hombre. Pero all� Satan�s se hab�a ganado tanto el coraz�n de Israel que hab�an levantado a su dios-becerro y all� hab�an insultado al Dios de Israel en Su rostro.

Fue aqu� que vino el profeta, no para desafiar, no para hacer de ella otra Gomorra, no para derribar a los adoradores del becerro y matarlos, pero aqu� vino Eliseo, porque es Eliseo con una visi�n celestial. Y sin embargo, por todo eso, es notable que sea una de las grandes excepciones del profeta, que aunque tuvo esta visi�n celestial, �ay del hombre que lo desprecia! porque el Se�or Jesucristo que regresa es el juez moral sobre la tierra. Sus juicios m�s severos vendr�n del cielo.

Lo que se refiere a los �ltimos escarnecedores se da aqu� de manera breve, si se me permite hablar as�. Aqu� estaban los que insultaban al profeta. Pueden ser solo ni�os peque�os, pero los ni�os peque�os a menudo dejan salir lo que sus padres quieren decir. Cu�n a menudo puedes saber lo que va mal en casa por lo que dicen los ni�os peque�os. Y as� fue con estos peque�os que se burlaron de Eliseo, y dijeron: "�Sube, calvo! �Sube, calvo!" Ahora era la burla lo que llenaba la tierra; no hay duda de ello.

Elijah hab�a subido, y era como decirle que era mejor que lo siguiera; que Eliseo har�a mejor en tomar la misma ruta que El�as. Sin duda habr�a sido un alivio para los carnales y mundanos y los id�latras y los malvados en general en la tierra de Israel si no hubiera habido El�as ni Eliseo. Era, por tanto, la burla de la incredulidad, porque si los hombres se hubieran dado cuenta seriamente de que El�as hab�a subido al cielo, y que Eliseo era uno que estaba aqu� en la tierra haciendo la voluntad de Dios, ni los ni�os peque�os ni sus padres habr�an expresado as� su malos pensamientos y sentimientos contra el Se�or. Y as� fue. Y aqu� nuevamente tenemos la misma cosa solemne, solo que de manera excepcional, con Eliseo tenemos el juicio acompa�ando al testimonio celestial.

Lo mismo que encontramos en St. Paul. No es solo que Pedro habla del d�a del Se�or, sino que hay juicio, y necesariamente juicio ejecutado por el Se�or Jesucristo sobre la tierra. A estos peque�os, pues, que as� hablaban, "los maldijo en el nombre de Jehov�. Y salieron dos osas del bosque y cizallaron a cuarenta y dos hijos de ellas. Y de all� se fue al monte Carmelo, y de all� volvi� a Samaria.

El cielo no es de ninguna manera el lugar ordinario de donde proviene el juicio. A lo largo del reinado milenial, el cielo ser� la fuente de innumerables comodidades y bendiciones en una medida m�s rica que la que el mundo jam�s haya probado. As� que encontramos en Eliseo una ilustraci�n m�s.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 2 Kings 2". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/2-kings-2.html. 1860-1890.
 
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