Bible Commentaries
2 Reyes 6

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-33

Sin embargo, el siguiente cap�tulo ( 2 Reyes 3:1-27 ) nos lleva de inmediato a las circunstancias terrenales. "Y Joram hijo de Acab comenz� a reinar sobre Israel en Samaria el a�o dieciocho de Josafat rey de Jud�". No hab�a duda de que era un estado de cosas penoso de lo m�s ofensivo para Dios. No es que el rey de Jud� no fuera piadoso, sino que su testimonio fue arruinado por su alianza con el reino de Israel.

En consecuencia, entonces, encontramos que hay una gran debilidad aqu�, aunque Dios no trata sino con tierna misericordia y bondad. El rey de Moab provoca una rebeli�n contra el rey de Israel, y Joram va a sofocarla. Pide a Josafat que cumpla con las obligaciones de su tratado y, con el rey de Edom, se opone al refractario rey de Moab. Pero se encuentran en dificultades. Est�n en peligro de ser ellos mismos derrocados.

"�Pobre de m�!" dijo el rey de Moab, despu�s de haber estado por alg�n tiempo sin agua ni comida para el ganado. "�Ay! que Jehov� ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab". Josafat lo sab�a mejor. "�No hay aqu� alg�n profeta de Jehov�," dice �l, "para que consultemos a Jehov� por medio de �l?" Y uno de ellos le habla de Eliseo. Josafat lo reconoci� de inmediato. Sabe que la palabra de Jehov� est� con �l.

Entonces descienden a �l; y Eliseo dice al rey de Israel: �Qu� tengo yo que ver contigo? Ve a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le dijo: No, porque a �stos ha llamado Jehov�. tres reyes juntos para entregarlos en manos de Moab". La falsa confianza pronto se convierte en verdadera desesperaci�n, pero la fe puede ser tranquila y esperar en Dios. "Y Eliseo dijo: Vive Jehov� en cuya presencia estoy, que si no tuviera en cuenta la presencia de Josafat rey de Jud�, no mirar�a hacia ti, ni te ver�a".

No hay duda en esto de una reprensi�n, y severa, pero encontraremos que la acci�n del profeta est� llena de gracia. Pero ahora tr�eme un trovador. Sinti�, por as� decirlo, que estaba fuera de sinton�a con su propio ministerio. La presencia del malvado rey hab�a perturbado el tono celestial de su alma. �Traedme un trovador. Y aconteci� que cuando tocaba el trovador, vino sobre �l la mano de Jehov�.

Y �l dijo: As� ha dicho Jehov�: Llenad de zanjas este valle. Porque as� ha dicho Jehov�: No ver�is viento, ni ver�is lluvia; mas aquel valle se llenar� de agua, para que beb�is vosotros, y vuestro ganado y vuestras bestias. Y esto es cosa ligera a los ojos de Jehov�; entregar� tambi�n a los moabitas en vuestras manos.� As� viene una respuesta de misericordia en lugar de juicio.

"Y aconteci� que por la ma�ana, cuando se ofrec�a la ofrenda de cereal, he aqu�, ven�an aguas por el camino de Edom, y la tierra se llen� de aguas". Esto mismo enga�a a los moabitas, porque creen que es sangre. "Y se levantaron muy de ma�ana y el sol brillaba sobre las aguas, y los moabitas vieron las aguas del otro lado rojas como la sangre" porque agrad� a Dios que as� pareciera.

"Y dijeron: Esto es sangre: los reyes ciertamente han sido muertos, y se han herido unos a otros; ahora, pues, Moab al despojo". Fueron atrapados en su propia trampa. �Pero cuando llegaron al campamento de Israel, los israelitas cabalgaron e hirieron a los moabitas, de modo que huyeron delante de ellos; pero ellos avanzaron hiriendo a los moabitas aun en su territorio. Y derribaron las ciudades, y en todo bien cada pedazo de tierra arroj� cada uno su piedra, y la llen�; y cerraron todos los pozos de agua, y derribaron todos los �rboles buenos: solamente en Kirharaseth dejaron sus piedras; mas los honderos la rodearon y la hirieron.

Y cuando el rey de Moab vio que la batalla era demasiado dura para �l, tom� consigo setecientos hombres que sacaban espadas, para irrumpir hasta el rey de Edom; pero no pudieron". La derrota no s�lo fue inmediata sino desesperada, tanto que el rey fue culpable de un acto que llen� de indignaci�n al pueblo de Edom contra Israel. "Porque tom� a su hijo mayor que deb�a haber reinado en su lugar y lo ofreci� en holocausto sobre la pared. Y hubo gran indignaci�n contra Israel, y se apartaron de �l.� Esta fue entonces otra se�al de manifestaci�n de la misericordia que Dios hab�a hecho brillar a trav�s de Eliseo.

Pero encontramos m�s en el pr�ximo cap�tulo ( 2 Reyes 4:1-44 ), y de una manera muy hermosa no en estos acontecimientos exteriores que el mundo llama grandes, sino en lo que a mi juicio es una prenda a�n m�s bendita, un testimonio de la grandeza real de Dios. La grandeza de Dios se muestra mucho m�s en Su cuidado por las almas, por las personas y en Su habilidad para pensar en la menor necesidad y necesidad de Su pueblo.

"Y una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas clam� a Eliseo: Tu siervo mi marido es muerto; y t� sabes que tu siervo era temeroso de Jehov�; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos m�os como siervos. ." Eliseo le pregunt� qu� deseaba que �l hiciera y qu� ten�a en la casa. "Y ella dijo: Tu sierva no tiene nada en la casa, sino una olla de aceite". Ahora bien, es de acuerdo a lo que podemos recibir que Dios ama bendecirnos.

"Ve, pide prestados", dice �l, "vasijas de todos tus vecinos, incluso vasijas vac�as; no tomes prestadas pocas. Y cuando hayas entrado, cerrar�s la puerta sobre ti y sobre tus hijos, y derramar�s en todos esos vasos, y apartar�s lo que est� lleno. Entonces ella se apart� de �l y cerr� la puerta sobre ella y sobre sus hijos, que le tra�an los vasos, y ella derram�. Y aconteci� que cuando las vasijas estaban llenas, que dijo a su hijo: Tr�eme todav�a una vasija.

Y �l le dijo: No hay vaso m�s. Y el aceite se qued�". Es s�lo para que la bendici�n permanezca. Nunca puede haber una suspensi�n de la bendici�n mientras haya un coraz�n listo para recibirla. �Qu� ilustraci�n tan notable! "Entonces ella vino y le dijo al hombre de Dios. Y �l dijo: Ve, vende el aceite, y paga tu deuda".

Pero esto no es todo. No cabe duda de la rica oferta de lo que es tambi�n el tipo conocido, de lo esencial del Esp�ritu. Pero adem�s, "Aconteci� un d�a, que Eliseo pas� a Sunem, donde hab�a una gran mujer", es decir, una persona de importancia "y ella lo obligaba a comer pan. Y as� fue, que cada vez que pasaba , se volvi� all� para comer pan" porque Eliseo no era como El�as.

El�as fue m�s seg�n el patr�n de Juan el Bautista, quien repeli� los avances de los hombres; quien reprendiera, si se encontrare con aquellos que est�n en una posici�n exaltada pero que viven para deshonrar a Dios. Eliseo, por el contrario, fue testigo de la gracia, y por lo tanto no se aparta de las habitaciones de los hombres hacia el desierto, sino que, como vemos, podr�a pasar a comer pan con esta sunamita. �Y ella dijo a su marido: He aqu� ahora, veo que este es un santo var�n de Dios, que pasa continuamente junto a nosotros.

Hagamos una peque�a c�mara, te lo ruego, en la pared; y pongamos all� para �l una cama, una mesa, un taburete y un candelero; y ser� cuando �l venga a nosotros, que �l se volver� all�.�

As� que un d�a que estuvo all�, pens� en una devoluci�n de amor por el amor que le fue mostrado. Y llam� a la Sunamita, y estando ella parada delante de �l, le dijo: He aqu�, t� has tenido cuidado con nosotros con todo este cuidado, �qu� se ha de hacer contigo? �Quieres hablar por ti al rey o al capit�n del anfitri�n?" Dif�cilmente podemos concebir tal pregunta de El�as; estaba perfectamente de acuerdo con Eliseo; y estoy ansioso por resaltar fuertemente el contraste entre este doble ministerio.

"Y ella respondi�: Yo habito entre los m�os"; ten�a raz�n, estaba contenta; y gran ganancia es la piedad acompa�ada de contentamiento. Y dijo a Giezi: �Qu�, pues, se ha de hacer por ella? Y Giezi respondi�: En verdad no tiene hijo y su marido es viejo. Y �l dijo: Ll�mala. Y cuando la hubo llamado, ella se par� a la puerta. Y �l dijo: Por este tiempo, seg�n el tiempo de la vida, abrazar�s un hijo. Y ella dijo: No, se�or m�o, hombre de Dios, no mientas a tu sierva. Pero as� fue seg�n la palabra. del profeta

Sin embargo, en este mundo, incluso las misericordias y los dones de Dios no est�n exentos de profundas pruebas, y as� fue que el hijo de la Sunamita, por m�s que fue amado y valorado como el don de Dios, sobre todo por su madre, el dolor fue su parte se enferm�, vuelve a casa con su madre y muere. "Y ella subi� y lo acost� en la cama del var�n de Dios y cerr� la puerta tras �l y sali�. Y llam� a su marido y dijo: Env�ame, te ruego, uno de los j�venes, y uno de los asnos, para que pueda correr al hombre de Dios y volver.

"El marido, sin saber lo que suced�a, se maravilla, pero se rinde, y ella se pone en camino y llega de prisa al monte Carmelo. Y el hombre de Dios, vi�ndola de lejos, se lo dice a su siervo Giezi. Y cuando ella lleg� a �l, lo tom� por los pies, de modo que el criado quiso repelerla, pero el profeta sab�a muy bien que hab�a alguna causa digna para una acci�n tan peculiar.

"Su alma est� afligida dentro de ella", dijo con toda certeza, "y Jehov� me lo ha encubierto", incluso la que fue testigo de la gracia, no obstante. "Entonces ella dijo: �Deseo un hijo, oh mi se�or? �No dije yo: No me enga�es?"

�l entiende. Le dice a Giezi: "Ci�e tus lomos, y toma mi bast�n en tu mano, y vete". Deb�a ir perentoriamente, sin prestar atenci�n a nadie, sin saludar a nadie. Ten�a la misi�n de poner la vara del profeta sobre el rostro del ni�o. Esto no satisfar�a la fe de la madre. El personal no lo har�a. El profeta, y nada m�s que el profeta, debe irse. Ella dijo: "Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Y �l se levant� y la sigui�".

As� que aqu� nuevamente hab�a otra prueba de fe, y ella ten�a raz�n. Y Giezi pas� delante de ellos, y puso el bast�n sobre el rostro del ni�o; pero no hab�a ni voz ni o�do. S�, ella ten�a raz�n. no est� despierto. Y cuando Eliseo entr� en la casa, he aqu�, el ni�o estaba muerto y yac�a sobre su cama. Entr�, pues, y cerr� la puerta tras ellos dos, y or� a Jehov�.

Y subi� y se acost� sobre el ni�o, y puso su boca sobre su boca, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos, y se tendi� sobre el ni�o; y la carne del ni�o se calent�".

Todo el mundo podr�a haberlo hecho en vano. Dios se complaci� en sacar la mente y el coraz�n del profeta. No se trataba simplemente de ser una solicitud fr�a o incluso sincera. Mostr� de la manera m�s v�vida que Dios ten�a inter�s en el profeta y responde con fe. �Entonces volvi�, y andaba por la casa de un lado a otro; y subi� y se ech� sobre �l; y el ni�o estornud� siete veces, y abri� los ojos.

Y llam� a Giezi y le dijo: Llama a esta sunamita. As� que la llam�. Y cuando ella lleg� a �l, �l dijo: Toma a tu hijo. Entonces ella entr� y se postr� a sus pies, se inclin� hasta el suelo, tom� a su hijo y sali�".

Aqu� entonces no estaba simplemente la respuesta graciosa de lo que era bueno, sino el poder que era superior al mal, en su forma m�s terrible para el hombre sobre la tierra, superior a la muerte. Y esto tambi�n en perfecta gracia. No es que la sunamita le haya pedido la bendici�n, porque fue �l quien busc� dar la bendici�n. Pero al mismo tiempo Dios obr� en su coraz�n el esperar a otro, y ella no qued� defraudada.

Sin embargo, no fue simplemente de esta manera; porque ahora encontramos escasez en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban all�. "Y mientras estaban hirviendo el potaje, uno de ellos ech� algunas calabazas silvestres, que eran venenosas. As� que sirvieron para que comieran los hombres, y sucedi� que mientras com�an del potaje, gritaron y dijeron: Oh t�, hombre de Dios, hay muerte en la olla.

Y no pudieron comer de ella. Pero �l dijo: Entonces trae comida. Y la ech� en la olla, y dijo: Derrama para la gente para que coman. Y no hab�a da�o en la olla". Es el mismo car�cter del poder de la gracia.

Adem�s, otra cosa fue desinteresadamente amable; porque cuando al profeta se le presentaron veinte panes de cebada y mazorcas llenas de ma�z en sus c�scaras, �l dice de nuevo: "Dad al pueblo para que coma". Recordemos la notable diferencia en el caso de El�as, que prob� la fe de la viuda pobre preguntando primero por s� mismo. No sab�a que el poder que satisfar�a su necesidad, pero aun as� la puso a prueba despu�s de una clase tan severa.

Pero en este caso, muy caracter�stico del ministerio de Eliseo, lo que le es enviado, lo da a los dem�s. Y su criado, asombrado, le pregunt�: �Qu�, si he de poner esto delante de cien hombres? Y �l respondi�: Da de comer al pueblo, porque as� ha dicho Jehov�: Comer�n, y sobrar�. Y lo puso. delante de ellos, y comieron y sobr�, conforme a la palabra de Jehov�.

"No hay escatimar con Dios. Pero no es meramente en medio de los afligidos, y el luto, y los necesitados, y los moribundos, o muertos, del pueblo de Dios. La gracia de Dios, una vez que comienza a fluir , rompe todos los l�mites.

Y esto es lo que aprendemos en el cap�tulo que sigue ahora ( 2 Reyes 5:1-27 ) y que tenemos autoridad de Dios para interpretarlo as�, se puede demostrar f�cilmente. Nuestro Se�or mismo muestra que la esencia misma de la ense�anza de este cap�tulo es la gracia que sali� soberanamente para visitar a los gentiles. Hab�a muchos leprosos en Israel, pero no fue all� donde obr� la gracia.

Si la gracia obra, probar� su propio car�cter, probar� su propia soberan�a, probar� su propia sabidur�a. Dios estaba buscando a los m�s necesitados donde menos pod�a esperarse de �l, donde evidentemente no hab�a ning�n derecho sobre �l. Naam�n el sirio, comandante en jefe del m�s poderoso ej�rcito gentil opuesto a Israel, fue a quien Dios se complaci� en visitar con su misericordia y de una manera del todo peculiar y alentadora.

Una sierva de Israel, una sierva cautiva, se convierte en el instrumento para darlo a conocer. Pero sale a la luz la propia impotencia del rey de Israel, porque sab�a muy bien que no estaba en el hombre curar la lepra; era una de las cosas que Dios guardaba en Su propio poder. Sin embargo, aqu� estaba exactamente la oportunidad del profeta.

Ya me he referido al hecho, y es a�n m�s notable en el caso de Eliseo que en el de El�as, que es m�s en hechos que en palabras que encontramos a estos dos profetas manifestando a Dios. Los hechos pueden ser tan prof�ticos como las palabras, y sus actos lo fueron. Por lo tanto, tenemos derecho a darles el significado m�s completo que puedan tener, un significado, por supuesto, guiado por las Escrituras en otros lugares; pues debemos tener en cuenta que el lenguaje simb�lico es tan preciso como el lenguaje ordinario de todos los d�as, y dir�a que bastante m�s.

No todos pueden entenderlo tan f�cilmente, pero cuando el coraz�n se acostumbra al lenguaje del libro de Dios, no se encuentra tan dif�cil. Debe haber, por supuesto, un o�do que escuche y un coraz�n atento; pero repito que los s�mbolos de las Escrituras son tan fijos en su significado como el lenguaje claro de la misma.

Ahora, en este caso, tenemos al gentil viniendo al profeta, y �l viene como lo har�n los gentiles, muy lleno de sus propios pensamientos y sus propias expectativas. Pero el coraz�n debe probar su propia ignorancia e insensatez absolutas; es s�lo para que venga la bendici�n plena. Sin embargo, a Jordan debe ir. Sus propios r�os no servir�an solo porque fueran suyos. El r�o de Dios que es el r�o para el leproso.

Y all� desciende a las aguas de la muerte, porque tal es el significado del Jord�n no solo para que el jud�o entre, sino para que el gentil reciba por gracia la bendici�n plena de Dios. Y esto, tambi�n, cuando Israel se hab�a apartado completamente del Dios viviente, y estaba bajo una nube. Este cap�tulo lo expresa con mucha fuerza, porque no tengo ninguna duda de que culpable, codicioso e incr�dulo describe tan correctamente al estado de Israel ahora como entonces.

Naam�n era de la raza gentil; �pero Ay! el jud�o es maldito con la lepra de la cual es librado el gentil. Y tal era el estado, no simplemente sin una bendici�n, sino bajo una maldici�n judicial de Dios. Entonces el gentil es liberado, y vemos la hermosa imagen de un hombre no solo puesto en libertad, sino con la conciencia activa porque fue puesto en libertad. No digo que estuviera bien; es en vano esperar eso de una vez, pero estaba en el camino correcto.

Y hermoso es, amados amigos, aprender la lecci�n que creo que todos necesitamos a veces para no apresurar las almas, y no estar ansiosos de formarlas seg�n nuestro propio molde o nuestra propia medida.

As� vemos, aunque el profeta podr�a haber respondido de inmediato en cuanto a la dificultad que presentaba Naam�n, lo deja en manos de Dios. Hab�a hecho lo que deb�a despertar y ejercitar la conciencia de los gentiles. Preferir�a dejarlo que darle un conocimiento prematuro. No hay nada que a menudo sofoque m�s la vida divina. Cuando la gente quiere usar bien su poco, debe ser disciplinada en el uso correcto de lo poco que ya sabe. Este fue el caso entonces con Naam�n. Giezi, �ay! Desaparece: ha salido de la presencia de Dios como ahora Israel, por as� decirlo, ha salido de la presencia de Dios.

En la siguiente escena ( 2 Reyes 6:1-33 ) tenemos a Eliseo todav�a en la misma carrera de gracia. Los hijos de los profetas encuentran que el lugar donde habitan es demasiado estrecho para ellos, y dicen: "Vamos al Jord�n", y all� toman vigas, etc., para la construcci�n de sus grandes viviendas. "Pero cuando uno estaba talando una viga, la cabeza del hacha cay� al agua. Y �l grit� y dijo: �Ay, maestro! porque era prestada".

Ahora aqu� de nuevo vemos lo mismo. No es una reprimenda. Sin duda hubo descuido, pero es la gracia la que puede satisfacer todas las necesidades, tanto las peque�as como las grandes. Y no dudo en decir que la verdadera grandeza se manifiesta en su capacidad de asimilar lo peque�o. "Y el var�n de Dios dijo: �D�nde cay�? Y le mostr� el lugar. Y cort� un palo y lo arroj� all�, y el hierro nad�. Por tanto, dijo: Ll�vatelo; y �l alarg� la mano y lo tom�".

En lo que sigue tenemos lo que est� en una escala totalmente diferente, es decir, la liberaci�n que aparece del enemigo. El siervo de Eliseo se alarm�, pero el profeta or� por �l. Se le quita la pel�cula de los ojos, y ve cu�n cierta es la palabra de que m�s estaban de su lado que del de sus adversarios. La oraci�n de Eliseo entonces es respondida por el Se�or y se vio que la monta�a estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.

"Y cuando descendieron a �l, Eliseo or� a Jehov� y dijo: Golpea a este pueblo, te ruego, con ceguera. Y �l los hiri� con ceguera". Pero luego est� toda la diferencia incluso entre este acto y el de El�as. Donde El�as env�a algo por el estilo, los deja a ellos. Cuando Eliseo parece apartarse por un tiempo de la gracia, es s�lo para mostrar al final la gracia m�s plena como nuestro Se�or, quien, al parecer sordo a la petici�n de la sirofenicia, s�lo pretend�a despedirla con una mayor bendici�n y un sentido m�s profundo de la bondad del Se�or.

As� que ahora, Eliseo conduce a estos mismos hombres cegados a Samaria, a la ciudad en la que menos habr�an deseado entrar. Eran prisioneros tan indefensos que el rey de Israel quiere herirlos; pero el profeta detiene su mano. "Padre m�o, �los golpear�?" No los herir�s. �Matar�as con tu espada y con tu arco a los que has tomado cautivos? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vayan a su se�or.

�Y cu�l fue el efecto? �Las bandas de Siria no volvieron m�s a la tierra de Israel. Haberlos golpeado solo habr�a provocado otra campa�a. Haberlos cegado y haberles devuelto la vista, y luego haberlos alimentado con pan y agua en el mismo coraz�n de la tierra del enemigo, trajo el entorno inmediato del poder de Dios tan impresionantemente ante sus ojos que las bandas de Siria no volvi� m�s a la tierra de Israel. Sin duda fue un golpe muy eficaz, pero fue un golpe de misericordia y no de juicio.

Lo que sigue a continuaci�n puedo ser breve. Todos estamos m�s o menos familiarizados, sin duda, con la gran hambruna en Samaria, y c�mo el Se�or cambi� todo, y cambi� tan sorprendentemente, y por medios tan simples. La angustia era excesiva. El rey de Israel estaba muy desvalido, y todo estaba en confusi�n. �Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le grit�, diciendo: Socorro, rey se�or m�o.

Y �l dijo: Si Jehov� no te ayuda, �de d�nde te ayudar� yo?� �Y ella respondi�: Esta mujer me dijo: Da a tu hijo para que lo comamos hoy, y a mi hijo comeremos ma�ana. As� que hervimos a mi hijo y lo comimos; y le dije al d�a siguiente: Da a tu hijo para que lo comamos, y ella ha escondido a su hijo." Con raz�n el rey rasg� sus vestidos y se visti� de cilicio; pero no hab�a temor de Dios por el contrario. , hubo un intento de asesinato contra el profeta de Dios.

La culpa fue echada sobre �l. "Pero Eliseo se sent� en su casa y los ancianos se sentaron con �l; y el rey envi� un hombre de delante de �l; pero antes de que los mensajeros vinieran a �l, dijo a los ancianos: Mirad c�mo es este hijo de un asesino" (porque en verdad �l era) "ha enviado a quitarme la cabeza". Pero no hay fuego que baje del cielo para consumirlo, sino todo lo contrario. �l dijo: "He aqu�, este mal es de Jehov�; qu� esperar� m�s de Jehov�". No hab�a temor de Dios ante los ojos del rey. No hab�a confianza en Dios; y el temor y la confianza en Dios van juntos.

Ahora, �qu� dice Eliseo? "O�d palabra de Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Ma�ana a estas horas valdr� el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria." Iba a haber entonces la mayor abundancia, y eso, tambi�n, al d�a siguiente, donde hubo esta hambre tan excesiva que lleg� hasta el punto de comer a los ni�os peque�os pobres. Podemos entender c�mo ese se�or incr�dulo desafi� la palabra del profeta y dijo: "He aqu�, si Jehov� hiciese ventanas en los cielos, �ser�a esto?" No esperaba que Dios estuviera escuchando y que Dios estuviera respondiendo, porque su profeta responde instant�neamente: "Lo ver�s con tus ojos, pero no comer�s de �l". Y as� fue.

Luego tenemos detalles de los cuatro leprosos que nos trajeron, y la huida de los sirios, y la abundancia que qued� atr�s, y la forma en que ellos mismos hab�an encontrado la misericordia de Dios encontr�ndolos en su angustia. Se convirtieron en sus heraldos para otros que estaban menos angustiados que ellos. As� se cumpli� la palabra, y hubo abundancia de alimento para el pueblo. La palabra se cumpli� al pie de la letra, pero a�n no se agot� el ministerio de Eliseo.

Porque en el cap�tulo siguiente ( 2 Reyes 8:1-29 ) va y dice a la mujer a cuyo hijo hab�a devuelto la vida: "Lev�ntate y vete t� y tu casa, y peregrina dondequiera que puedas peregrinar". �Qu� iba a hacer? �Para infligir una hambruna sobre la tierra? No. No o�mos que fue �l quien or� por ella, pero s� o�mos que fue �l quien advirti� a esta Sunamita, para que fuera preservada de las amargas consecuencias del hambre.

Fue una intervenci�n de gracia y no una ejecuci�n de juicio. A la sunamita se le dice que vaya donde pueda. "Vendr� sobre la tierra", dice �l, "durante siete a�os. Y la mujer se levant� e hizo conforme a la palabra del hombre de Dios. Y se fue con su casa y residi� en la tierra de los filisteos siete a�os". Y cuando pas� el tiempo completo de la carest�a, esta mujer volvi�.

�Puede alguien dudar que como Giezi representa a Israel en su incredulidad, y el juicio solemne de Dios sobre ellos, por eso, y que tambi�n cuando el gentil recibe la bendici�n (porque nada irrit� m�s a Israel, como vemos en el Nuevo Testamento, que el gentil recibiendo tal bendici�n de Dios), as� que aqu� encontramos que esta mujer es la se�al del regreso de Israel despu�s del largo per�odo. El t�rmino completo del hambre ha pasado sobre la tierra que una vez fue favorecida por Dios, pero ahora entregada a la miserable maldici�n.

Vuelve, pues, otra vez de la tierra de los filisteos, y viene y clama al rey por su casa y su tierra. Y el rey estaba hablando en ese mismo momento con Giezi (o lo que quedaba de este hombre miserable) de las maravillas que hab�a visto una vez, pero en las que ya no ten�a un inter�s personal activo. Y esto es todo lo que el pobre Israel puede hacer. Esto es todo lo que hace Giezi en los tribunales del rey.

As� que el jud�o puede hablar de su gloria tradicional, pero ahora no tiene ninguna. Todo lo que puede tener ahora es para su verg�enza. Es un errante y un vagabundo sobre la faz de la tierra. No importa lo que sea, as� es un israelita ahora. Est� bajo la misma insignia de la verg�enza. Lleva en la frente su sentencia de vagabundo y leproso ante Dios. Pero hay grandes esperanzas para Israel, ya Israel seguramente vendr�n.

No a esta generaci�n, la generaci�n que ech� fuera al Se�or y ha continuado en su incredulidad, seguir� estando bajo los juicios desesperados de Dios. Pero hay una generaci�n por venir. Creo, por tanto, que as� como Giezi es el tipo de esta generaci�n, la mujer que ahora regresa despu�s de los siete a�os es el tipo de la generaci�n venidera. Y ella le ha devuelto todo, y los frutos del campo.

Ella no s�lo entra en su tierra intacta, sino que todo lo que deber�a haber tenido durante los largos siete a�os se le devuelve; porque el Se�or pagar� con intereses todo lo que se debe a Israel. �Y qu� no considerar� debido cuando se complazca en tomar la causa de su pueblo antiguo? As� pues, tenemos a Eliseo todav�a en la actividad de la gracia.

Y llega a Damasco, y all� act�a m�s estrictamente como profeta de lo que habitualmente le hemos visto, aunque no dudo que todo fue prof�tico. Todas sus acciones fueron prof�ticas, como me he estado esforzando un poco en mostrarles aqu�. Y Eliseo le dice a Hazael, en respuesta a la petici�n del rey de Siria, que su amo iba a morir, pero que no hab�a necesidad de que muriera. �Pobre de m�! iba a morir por la mano traicionera del hombre; y el hombre estaba all�.

No era otro que este Hazael. Eliseo le dijo: "Ve y dile: De cierto puedes sanar; aunque Jehov� me ha mostrado que de cierto morir�". Esto era un acertijo. �Y acomod� su rostro con firmeza, hasta avergonzarse�. Porque pensamientos profundos pasaron por la mente del profeta mientras miraba el rostro del asesino, el asesino en perspectiva. "Y el hombre de Dios llor�". Bien podr�a pensar en tales caminos sobre la tierra.

"Y Hazael dijo: �Por qu� llora mi se�or? Y �l respondi�: Porque s� el mal que har�s a los hijos de Israel. Y Hazael dijo: �Pero qu�! �Tu siervo es un perro para que haga esta gran cosa? Y Eliseo respondi�: Jehov� me ha mostrado que t� ser�s rey sobre Siria". Y as� sucedi�. Y el cap�tulo sigue los eventos p�blicos del reino, en los cuales no necesito detenerme m�s que para terminar la historia de Eliseo.

Pero en 2 Reyes 9:1-37 se encuentra de nuevo a Eliseo. "Llam� a uno de los hijos de los profetas y le dijo: Ci�e tus lomos y toma este cofre de aceite en tu mano y vete a Ramot de Galaad. Y cuando llegues all�, mira hacia all�, Jeh�, hijo de Josafat, hijo de Nimshi y entra y haz que se levante de entre sus hermanos.

Y as� fue hecho. El joven fue y lo ungi� para su obra. Le da su terrible comisi�n, y Jeh� no deja de cumplirla, la comisi�n de destruir, cortando de Acab todo var�n. la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como la casa de Baasa hijo de Ah�as. Y los perros se comer�n a Jezabel en la porci�n de Jezreel�, la porci�n del pecado, de la avaricia y de la sangre. Pero aqu� debo terminar por el momento.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 2 Kings 6". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/2-kings-6.html. 1860-1890.