Bible Commentaries
2 Samuel 10

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-19

Hemos visto las circunstancias dolorosas de las que surgi� el primer deseo de tener un rey en Israel, y el hecho notable de que, aunque era un pecado, Dios, sin embargo, no devolvi� al pueblo a la condici�n en que estaba antes de procur� en esto ser como las naciones, pero les dio un rey conforme a su coraz�n, en la medida de lo posible, hasta que venga aquel a quien corresponde. Ahora bien, esto es sumamente instructivo para mi propia mente, y m�s bien como de hecho es un principio en los tratos de Dios.

La infidelidad del hombre est� tan lejos de estorbar a Dios, que s�lo le proporciona una nueva ocasi�n para glorificarse, probando y dando a conocer su supremac�a sobre el mal, y esto invariablemente tambi�n tomando los resultados del pecado para convertirlos en la apertura para el exhibici�n de los recursos de Su sabidur�a y bondad. Fue pecado haber pedido a un rey, pero fue gracia de parte de Dios d�rselo.

Pero Dios estaba esperando a uno mejor que David; y ahora hemos visto que, incluso despu�s de que David fue designado para el reino y ungido para �l, Dios no dej� de lado de inmediato las miserables consecuencias de la elecci�n del hombre. �l permite que todo se resuelva responsablemente ante los ojos de todos los hombres. �l permite que Israel vea, por un lado, la ruina que el rey de su propia elecci�n hab�a tra�do; pero les deja ver, en cambio, la debilidad del que escogi� de entre ellos para establecer el reino seg�n su mente, tipo, y s�lo tipo, de las cosas buenas y perdurables por venir.

Nunca hubo mayor confusi�n que hacia el final de 1 Samuel David entre los filisteos que buscaban pelear contra Israel, Sa�l y Jonat�n finalmente vencidos por completo por los filisteos que los mataron. �Qu� problema tan terrible para el rey, con sus hijos, despu�s de consultar a trav�s de una bruja al profeta muerto a quien no hab�a hecho caso mientras estaba vivo! Tal fue el destino de Sa�l y su casa: �y el pueblo? Ya sea que estuvieran del lado de David o del de Sa�l, resultaron totalmente incapaces de hacer frente a la dificultad, los hombres de Sa�l huyendo ante el enemigo, y los hombres de David listos para apedrear al verdadero ungido de Jehov�.

�Hab�a existido alguna vez semejante grupo de ruina indefensa? Y esto fue en medio del pueblo de Dios, donde en verdad, si las cosas son conforme a Dios, son las �nicas cosas dulces en la tierra; si no es as�,

No obstante, el firme prop�sito de Dios permanece; y ahora estamos a punto de leer en el segundo Libro de Samuel c�mo de este estado miserablemente bajo Dios levanta al hombre que �l hab�a escogido del establo de las ovejas para apacentar a Israel como un reba�o, hasta que sea establecido firmemente por gracia en Si�n. Quedar� claro, demasiado claro, que �l no era el verdadero Amado, sino, en el mejor de los casos, s�lo una sombra de Aquel que ven�a. Sin embargo, cuando se demostr� dolorosamente que David no era m�s que un hombre pecador, la brillante promesa de un Mes�as a�n mejor brilla a trav�s de las partes oscuras de su historia.

Perm�tanme aprovechar esta oportunidad, antes de continuar, para hablar un poco sobre la gran idea central de estos dos Libros. La intenci�n de Dios era establecer un rey seg�n Su propia mente. Era un lugar completamente nuevo; pero a pesar de que aquellos que fueron llamados por Dios para ocupar ese lugar para el tiempo estaban totalmente por debajo de lo que estaba en el prop�sito divino, un testigo notable de Cristo estuvo desde el principio unido al lugar real en Israel: el sacerdote deb�a caer a un lugar secundario, y el rey ser� en adelante el v�nculo inmediato entre Dios y el pueblo.

Ya hemos visto que en el caso de Sa�l esto fracas� por completo; porque Dios lo abandon�, cuando moralmente obligado a convertirse en enemigo de uno que, despreciando su voluntad y palabra, al final se entreg� al poder del mal para iluminarlo y sostenerlo cuando conscientemente fue abandonado por Dios. All� contemplamos el fracaso total; inmediatamente despu�s de lo cual �l y los suyos perecen.

El lugar del rey en Israel por todo eso no era de menor inter�s e importancia, sino m�s bien de los m�s profundos, y por esta sencilla raz�n: si �l hubiera ido bien, todo habr�a estado bien para y con el pueblo. No me refiero en absoluto a los israelitas vistos individualmente. Es imposible que le vaya bien a cualquier alma por la eternidad que no est� bien con Dios por s� misma. Debe haber v�nculos individuales e inmediatos con Dios.

No hay nada estable que no sea vida en el alma. Pero ahora estamos hablando, no de la vida, ni de la eternidad, sino del reino en la tierra; y digo que la idea principal, el principal pensamiento central de ese reino, fue este, y es grandioso, que si un solo hombre, el rey, se hubiera mantenido firme y justo con Dios, �l hubiera sido siempre el medio de bendici�n. infalible y plenamente para el pueblo de Dios. �Se debe suponer que Dios no sab�a qu� tipo de cosas eran los reyes? Sab�a muy bien cu�les ser�an los caminos, no solo de Sa�l, sino de David.

Sab�a perfectamente por supuesto a lo que llegar�an los hijos de David. Entonces, �c�mo es que Dios considera adecuado introducir un principio como este, que el destino del pueblo debe volverse sobre una persona, incluso el rey; que de su fidelidad en glorificar a Dios, de su posici�n fiel al nombre de Jehov�, debe depender el bienestar de Israel? Si el rey de Israel hubiera sido fiel en su oficio ante Dios, siempre habr�a habido un suministro inagotable de bendiciones para los hijos de Israel como pueblo.

Ahora no se trata simplemente de que sea un creyente, o por lo tanto de consecuencias eternas; pero, �c�mo vamos a explicar su asombroso lugar p�blico en los primeros caminos de Dios? Porque el Esp�ritu Santo est� incluso aqu� siempre pensando en Cristo. Cuando �l venga, ser� as�. Y Dios, que est� mirando hacia esto, ten�a ante Su mente a la �nica persona que es el eje sobre el cual gira nuestra bendici�n, no solo para la eternidad, sino tambi�n para Su pueblo y toda la tierra en el tiempo.

Esta es, pues, la gran verdad que proyecta el trono de Jehov� en medio de Israel; y esto lo veremos ilustrado a�n m�s en el Segundo Libro de Samuel que en el primero. En el primero negativamente hemos visto que la idea llegaba a su fin, porque era un rey que Israel escog�a seg�n su coraz�n, aunque aun all� Dios llevaba las riendas, como siempre. Hemos visto el tipo del verdadero rey en todo menos en un lugar real, el paria m�s odiado y temido por el rey que entonces estaba en todo el grupo de parias que lo rodeaban; porque David era sin duda el que, si aureolaba a todos, continuamente los pon�a a todos en peligro.

Tal es el caso donde Satan�s gobierna, aunque pueda haber la forma del reino de Dios. Fue exactamente as� bajo Sa�l. Todo el orden exterior estaba a su alrededor. Y esto es tanto m�s sorprendente, porque ese orden exterior nunca deb�a ser irrespetado.

Por malvado que Sa�l pudiera ser, y el camino de la fe ciertamente lejos de �l, pues el pueblo que m�s se separ� de Sa�l y m�s apegado a la persona de David fue el que m�s sinti� por Sa�l y Jonat�n cuando cayeron. Lo vemos en el mismo David. Tampoco era el sentir de David exclusivamente, sino compartido por quienes lo rodeaban; porque no eran m�s que el reflejo de su propia mente y coraz�n.

La ca�da del rey Sa�l en el c�rculo de David fue una pena, y para �l mismo una pena genuina, como aprendi� el amalecita a su costa; porque �l, juzgando simplemente por los sentimientos del hombre natural, supuso que no pod�a haber noticias m�s gratas para el hombre designado para el reino. Tampoco esto era desconocido. Era evidente que incluso el enemigo lo sab�a. Estaba difundido por todas partes. El infeliz rey difundi� la historia de su propio miedo y verg�enza, de su propio odio asesino y celos de David dondequiera que iba.

�Y qui�n hab�a en Israel que no lo supiera? �Y qui�n hab�a all� tambi�n de Israel, por los alrededores entre los amalecitas o los moabitas o cualquier otro, que no supiera que David era el se�alado para el trono, y que Sa�l, por esto mismo, porque sab�a que su Su propia casa fracasar�a ante la de David, no pod�a perdonar tal p�rdida y afrenta. Pero aqu� tenemos el sentimiento genuino del coraz�n, como he dicho no solo de David, sino de aquellos que compartieron sus simpat�as y sus pensamientos no una expresi�n de satisfacci�n humana sino de horror pagado al hombre que se atrevi� a levantar su mano. contra el ungido de Jehov�. Cay� por su propia cuenta, y cay� tambi�n judicialmente bajo las �rdenes de David.

Esto no fue de ninguna manera todo. En la ocasi�n el Esp�ritu de Dios nos regala uno de. los lamentos m�s conmovedores que jam�s brotaron del coraz�n del hombre. No me olvido, que Dios lo inspir�; pero recordemos tambi�n que fue la efusi�n genuina de su afecto. La fe puede darse el lujo de ser generosa de una manera y un grado que hace que los mejores sentimientos de la naturaleza se sonrojen.

Pero la muerte de Sa�l y Jonat�n de ninguna manera resolvi� la cuesti�n de la sucesi�n de David al trono. David, por su parte, tampoco se preocupa por el tema. �l camina en fe todav�a. ( 2 Samuel 2:1-32 ) En vez de tomar medidas de pol�tica o violencia con miras al trono, consulta a Jehov�, diciendo: "�Subir� a alguna de las ciudades de Jud�?" Esto es admirable.

Sab�a bien que estaba ungido, pero no dar� un paso sin Jehov�. Cualquier otro se habr�a hecho presentar de inmediato con un toque de trompetas. David pod�a esperar, y tanto m�s porque estaba ungido por Jehov�. Sab�a muy bien que el prop�sito de Jehov� no pod�a fallar. Por eso pod�a permitirse el lujo de estar callado. Si en verdad creemos, amados hermanos, entonces con paciencia lo aguardamos: la esperanza que tenemos bien vale la pena.

"Y Jehov� le dijo: Sube. Y David dijo: �Ad�nde he de subir?" No era meramente el hecho general, sino que fue guiado en el camino en cada parte particular as� como en lo principal. Y Jehov� lo dirige a Hebr�n, adonde va. Y vinieron los hombres de Jud�, y all� ungieron a David por rey sobre la casa de Jud�.

Y esto brinda oportunidad para otra verdad de cierta importancia: incluso nuestro bendito Se�or Jes�s no tomar� todo el reino de una vez. Hay muchas personas que suponen que, cuando el Se�or regrese, la nueva obra de establecer a Israel ya s� mismo como el verdadero Cristo en los derechos del trono de David se llevar� a cabo en un momento. Esto es un error. �l tiene todos los derechos as� como todo el poder; pero el Se�or Jes�s, aunque sea una persona divina, actuar� durante alg�n tiempo de manera transitoria despu�s de su regreso.

Antes de que regrese, cuando haya recibido a los santos celestiales, habr� una transici�n durante la cual se ocupar�, entre otras cosas, de preparar un remanente de los jud�os. �l se ocupar� de sus conciencias as� como de sus afectos; Producir� un ferviente deseo, no en "muchos" sino en unos pocos, de aclamarlo como viniendo en el nombre de Jehov�. Pero despu�s de esta seguir� otra transici�n, que es a�n menos vista por quienes se ocupan de las cuestiones de la palabra prof�tica, la transici�n que llena el vac�o entre la destrucci�n del anticristo, cuando el Se�or Jes�s resplandecer� desde el cielo y el juicio. Ejecutar� cuando act�e desde Sion contra el l�der de las naciones del mundo, m�s particularmente en sus barrios nororientales donde se encuentran las masas de poblaci�n,

Este es un tiempo considerable despu�s de la destrucci�n del anticristo. �Las Escrituras no nos dicen nada de lo que el Se�or Jes�s estar� haciendo entonces? Habr� un arreglo de todos moralmente, seg�n Dios, en los corazones de Israel Jud� primero, y las diez tribus despu�s. Tal como lo encontramos en el caso de David en el segundo Libro de Samuel. No se convierte en rey sobre todo Israel de una vez; e incluso cuando lo hace, todav�a hay una obra de derrotar a los adversarios entre las naciones vecinas.

Es un completo error suponer que el Se�or Jes�s resolver� cada cuesti�n con un solo golpe decisivo infligido a Sus adversarios en el campamento. Es probable que esta sea la idea que com�nmente prevalece entre la masa de aquellas personas que buscan al Se�or Jes�s; pero no es sonido, porque no es escritural. Es una inferencia humana extra�da del hecho de Su gloria divina. Se supone que, por ser Dios, por conocer toda la maldad de cada individuo, por tanto todo malvado es consumido en un instante; pero estos no son los caminos de Dios. Podr�a hacerlo si quisiera, pero como regla nunca ha actuado as�; y no lo har� en el tiempo al que ahora nos referimos.

Y de ah� que este libro sea a mi juicio un tipo muy completo y exacto en sus grandes rasgos, sin forzar parte alguna de �l, ni pretender que todo tenga respuesta en las circunstancias de aquel d�a. De todos modos, est� lejos de m� pretender tener la competencia, si es que alg�n hombre pudiera tenerla, para ejecutar la analog�a con una cercan�a que no est� garantizada por las instrucciones directas del Se�or en otros lugares.

Sin embargo, el gran principio general que se aplic� en la antig�edad se aplicar� a�n m�s poco a poco. Y para esto no dependemos de este Libro tomado t�picamente sin la ense�anza clara de las Escrituras que se refieren abiertamente a �l.

Por ejemplo, tomemos el relato que se da en la profec�a de Isa�as, donde se ve al Se�or Jes�s regresando de Bosra. �Que significa esto? No anticipo que cualquiera que me escuche estar� bajo el antiguo y general error de los eclesi�sticos u otras almas no instruidas, de que aqu� se trata de la cruz o la expiaci�n. Pero muchos conciben que apunta a que el Se�or destruye a la bestia romana y al falso profeta con los reyes asociados de esa compa��a y d�a. De nada. Es el Se�or lidiando con cosas terrenales, no meramente del cielo. Es el Se�or Jes�s, ahora asociado con el pueblo, quien se pone a la cabeza de Israel.

De nuevo tomemos el conocido cuadro del d�a de Jehov�, Zacar�as 14:1-21 , donde se dice que Jehov� saldr� como en d�a de batalla y pelear� con aquellas naciones. Se concede que esto no coincide con las nociones preconcebidas ordinarias, en cuanto a la forma en que el Se�or se asociar� en el futuro con Su pueblo terrenal aqu� abajo.

Pero el hecho es que la fe en la cristiandad en cuanto al juicio de los vivos es vaga, incierta e irreal. Retienen el juicio de los muertos, pero en general se funden en �l el de los vivos, que es perderlo. Hermanos m�os, debemos hacer espacio en nuestros pensamientos; debemos dejar lugar m�s bien a la verdad de la revelaci�n de Dios en cuanto a todo esto. Aqu� es bastante claro que el Se�or destruir� una clase de Sus enemigos cuando aparezca del cielo; igualmente claro es que �l reinar� en paz sobre la tierra; pero hay un per�odo de transici�n entre los dos. Como tipo, el segundo Libro de Samuel es muy valioso porque muestra que los grandes principios distintivos que existir�n bajo Cristo se manifestaron en David.

De ah� la aplicaci�n de lo que se nos presenta aqu�. David es obstaculizado por un tiempo por la familia de Sa�l; y m�s particularmente se nos dice: "Abner, hijo de Ner, capit�n del ej�rcito de Sa�l, tom� a Is-boset, hijo de Sa�l, y lo llev� a Mahanaim, y lo hizo rey sobre Galaad". Ahora bien, Ish-boset no ten�a ning�n t�tulo. Sin embargo, vemos una gran ternura hacia �l por parte de David, y esto m�s porque sab�a que su propio t�tulo era indiscutible.

Cuando la gente est� equivocada, no se sorprenda si por lo general tienden a ser susceptibles; cuando tienen la confianza de la verdad de Dios, pueden darse el lujo de dejar las cosas sin ansiedad ni fanfarroner�a. Aqu� ciertamente David nos muestra esto. Aunque el pretendiente pudiera ser sumamente irritante, y tambi�n un perjuicio para el pueblo, sin embargo, los m�todos violentos no habr�an sido adecuados para el rey que Dios hab�a elegido en gracia.

Por lo tanto, David deja todo con �l. Is-boset entonces rein� por un cierto tiempo. "Pero la casa de Jud� sigui� a David. Y el tiempo que David rein� en Hebr�n sobre la casa de Jud� fue siete a�os y seis meses". As� la paciencia tuvo entonces su obra perfecta en David. Y esto, se observar�, no meramente mientras sufr�a en la presencia de Sa�l, sino ahora incluso despu�s de haber estado reinando como rey ungido en Hebr�n de acuerdo con la direcci�n de Dios para que �l subiera all�.

De hecho, quiz�s en cierto sentido era m�s dif�cil ahora, porque en el caso de Sa�l hab�a un t�tulo; en la de Is-boset no hab�a ninguno. Sin embargo, en todos los sentidos, el ungido del Se�or iba a triunfar.

Pero pronto encontramos a Abner y Joab oponi�ndose y chocando. Solo ahora se escucha por primera vez el nombre de Joab durante estas dolorosas escenas en Israel. All� empieza a tomar un papel protag�nico este hombre pol�tico y audaz. Hay s�lo dos ocasiones quiz�s en las que Joab aparece alguna vez; una es cuando hab�a algo malo que hacer, otra es cuando hab�a algo grande que ganar. Joab era un hombre lo m�s alejado posible de la fe de David, y sufrir la prominencia y permitir la influencia de tal jefe era una de las debilidades fatales del reino de David, es decir, del reino de Dios en manos del hombre, no meramente el reino del hombre en presencia del ungido de Dios, pero, como se ha se�alado, el reino de Dios confiado al hombre, y all� fallando.

En consecuencia, el astuto Joab caus� gran angustia a David, aunque sin vacilar tom� parte con �l. Era un hombre de suficiente penetraci�n para saber qui�n ganar�a el d�a, por no hablar tambi�n de una conexi�n familiar con David, lo que naturalmente le dio cierto inter�s en su �xito. Es de temer que un principio de car�cter m�s noble, menos ego�sta, nunca obr� en Joab. De todos modos, lo vemos bajo una luz muy infeliz en esta ocasi�n; porque el resultado fue que, en el conflicto que sigui�, Joab gana el d�a mediante la traici�n y la violencia, logrando mediante el asesinato la ruina de aquellos a quienes �l tambi�n deseaba ver apartados de su ambicioso camino. Deseaba estar sin rival en el d�a de triunfo y gloria que �l bien sab�a que pronto vendr�a al rey David.

En el cap�tulo ( 2 Samuel 3:1-39 ) que sigue, el Esp�ritu de Dios marca el progreso de las cosas. "Hubo larga guerra entre la casa de Sa�l y la casa de David; pero David se fortalec�a m�s y m�s, y la casa de Sa�l se debilitaba m�s y m�s". Esto da ocasi�n para mostrar el final de la historia de Abner, as� como la de Is-boset, en el pr�ximo cap�tulo.

La lucha continua proporcion� por fin lo que Joab hab�a deseado durante mucho tiempo: la oportunidad de llevarse aparte a Abner y hablar con �l en voz baja, vengando as� sin ley la sangre de su hermano, mientras se deshac�a de un gran oponente dispuesto a la paz con su amo. Pero David dio testimonio en su ayuno y l�grimas cu�n profundamente sinti� la muerte de Abner, y cu�n verdaderamente juzg� la iniquidad de Joab, aunque �ay! su poder no era igual a su coraz�n.

Por lo tanto, no pod�a hacer m�s en este momento que decir "a Joab ya todo el pueblo que estaba con �l: Rasgad vuestras ropas, y ce�ios de cilicio, y llorad delante de Abner. Y el mismo rey David sigui� el f�retro".

Era una sensaci�n agradable, y esto, estoy convencido, de fuentes superiores a las humanas. Pero mientras el suyo era un coraz�n generoso, estaba el que, siendo de Dios, le dio su verdadera direcci�n y lo sostuvo en poder a pesar de todas las circunstancias. Claramente hablo ahora de donde fue guiado directamente por Dios. "Y el rey se lament� por Abner", tan apropiadamente como antes se hab�a lamentado por Jonat�n y su padre, "y dijo: �Muri� Abner como muere un necio? Tus manos no fueron atadas, ni tus pies enjaulados: como un hombre cae delante de los malvados, as� caes t�.

Juzg� con verdad aun de su propio comandante en jefe, como se puede llamar a Joab por lo menos el que iba a ser tan formalmente dentro de poco tiempo. Y todo el pueblo volvi� a llorar por �l. Y cuando vino todo el pueblo para hacer comer a David siendo a�n de d�a, David jur�, diciendo: As� me haga Dios, y me a�ada, si gustare pan, o alguna otra cosa, hasta que se ponga el sol. Y todo el pueblo lo not�, y les agrad�, como agradaba al pueblo todo lo que hac�a el rey. Porque todo el pueblo y todo Israel entendieron aquel d�a que no era del rey matar a Abner hijo de Ner.

Al mismo tiempo, el rey confiesa qu� pecado hab�a cometido y su propia debilidad. "�No sab�is que ha ca�do hoy en Israel un pr�ncipe y un gran hombre? Y yo estoy d�bil hoy". �Cuan cierto! "Yo estoy hoy d�bil, aunque ungido rey; y estos varones, los hijos de Sarvia, ser�n demasiado duros para m�: Jehov� recompensar� al que hace el mal conforme a su maldad". Un solo ojo siempre est� lleno de luz; y aunque David no pudo deshacerse de aquellos de quienes en verdad depend�a demasiado como los puntales de su trono, no obstante juzga lo que era indigno del nombre de Jehov�, y lo que era abominable para su propia alma. Siempre habr� debilidad o algo peor hasta que Jes�s tome el trono.

Pero no es s�lo que tenemos la muerte de Abner, como he dicho, sino tambi�n la de Is-boset. Esto sigue en el pr�ximo cap�tulo, y all� de nuevo cu�n verdaderamente los hombres confundieron el coraz�n del rey. Los asesinos "trajeron la cabeza de Is-boset a David en Hebr�n, y dijeron al rey: He aqu� la cabeza de Is-boset, hijo de Sa�l, tu enemigo, que buscaba tu vida; y Jehov� ha vengado hoy a mi se�or el rey. de Sa�l y de su descendencia.

�Qu� puede ser mejor que esto? Aqu� estaba un hombre que era un rival, y esto tambi�n sin causa y sin t�tulo.

Pero la fe es m�s que recta, y f�cilmente puede darse el lujo de ser generosa. Ciertamente as� fue con el rey David, quien odiaba cualquier ventaja que se tomara incluso de sus enemigos. "�Cu�nto m�s, si los imp�os matan al justo en su casa sobre su lecho?" No era que David cerrara los ojos a todo lo que estaba mal. No quiso decir que Is-boset era justo en todo, m�s particularmente en disputar el trono que Dios le hab�a dado.

Pero no se olvid� de su vida y car�cter general, por el grave error que enfrent� a David y le result� fatal. Por lo tanto, a�ade: "�No he de demandar, pues, ahora su sangre de vuestra mano, y os quitar� de la tierra? Y mand� David a sus j�venes, y los mataron".

Ha llegado el momento del lugar justo del rey. "Entonces vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebr�n, y hablaron, diciendo: He aqu�, nosotros somos tu hueso y tu carne. Tambi�n en el tiempo pasado, cuando Sa�l era rey sobre nosotros, t� eras el que sacaba y met�a en Israel : y te dijo Jehov�: T� apacentar�s a mi pueblo Israel, y t� ser�s capit�n sobre Israel. Sin embargo, es bastante solemne observar que estos hombres lo hab�an sabido todo el tiempo.

No es la falta de conocimiento lo que impide a las almas obrar seg�n Dios: hablo ahora de la regla general. Pero la falta de fe entorpece la fuerza de lo que sabemos y hace que parezca que no lo supi�ramos. Siempre que hubo quienes actuaron seg�n su naturaleza, siempre que fuera un rey de su propia elecci�n, o cualquiera perteneciente a su familia que pareciera tener la m�s m�nima sombra de un t�tulo al trono, sus sentimientos forjados; sus prejuicios resultaron fuertes; sus prejuicios estaban tan profundamente comprometidos que se olvidaron de la palabra del Se�or.

Pero ahora el Se�or hab�a hecho a un lado estos diferentes obst�culos manifiestamente por Su juicio, y lo hab�a hecho tanto m�s s�lidamente para David como no lo hab�a sido para David. Porque la mano de David nunca se alz� contra Sa�l o Jonat�n; La mano de David nunca se deshizo de Abner ni de Is-boset. Pero ahora, ya sea por hombres inicuos con David, o por hombres inicuos contra �l, o por los enemigos declarados del Se�or, de todas estas diversas maneras Dios hab�a obrado y dispuesto a los diferentes hombres que reclamaban el trono uno tras otro; y mira! sale la confesi�n, que debe haber sido tan cierta para los muertos como para los vivos, que en todo momento ellos sab�an bastante bien cu�l era la voluntad de Jehov�.

Y as� lo encontramos ahora constantemente. Cuando las almas son sacadas de trabas, cuando son sacadas de una falsa posici�n, se hacen muchas confesiones que demuestran que la verdad hab�a traspasado sus conciencias mucho antes: s�lo la voluntad, el mundo, las dificultades de la uni�n familiar, mil trampas, imped�an la fidelidad al Se�or. Pero en verdad, hermanos m�os, dependemos enteramente de Dios mismo para dar fuerza a Su propia verdad.

El poder no est� en la verdad simplemente. Es a�n menos en una posici�n, por cierto que sea. S�lo la gracia de Dios da poder a la verdad. Es esto lo que realmente obra para librarnos de los obst�culos, y por lo tanto es de tal importancia para nuestras almas que los afectos sean fuertes y correctamente establecidos. Si los afectos se mantienen vigorosos y puros en el objeto de Dios, entonces la verdad se ve en su verdadera belleza y brillo; mientras que si los afectos son d�biles, o vagan tras objetos falsos, podemos tener ante nosotros toda la verdad de la Biblia, pero causa poca o ninguna impresi�n.

Esto lo vemos plenamente en el hombre inconverso; pero lo mismo que termina en la ruina de los inconversos opera, si se permite, y en la medida en que se permite, para estorbo y da�o de los nacidos de Dios.

Por fin, entonces, todas las tribus de Israel vienen y hacen su reconocimiento com�n al rey. ( 2 Samuel 5:1-25 ) Ahora pod�an ver que son su hueso y su carne. �No hab�an sido as� antes? Ahora pod�an recordar c�mo los gui� en la antig�edad. �Era esto otra vez algo nuevo? Ahora pod�an recordar que Jehov� dijo: "T� alimentar�s a mi pueblo.

�Hab�a esto tambi�n estallado sobre ellos por primera vez en ese momento? Entonces todos los ancianos de Israel vinieron al rey en Hebr�n; y el rey David hizo alianza con ellos en Hebr�n delante de Jehov�, y ungieron a David por rey sobre Israel. �Hubo alg�n reproche de parte de David? Me atrevo a responder que no. No; hubo un coraz�n que los amaba m�s que ellos. �l: hab�a uno que buscaba para ellos la gloria de Jehov�, y que valoraba el trono porque era don de Jehov�.

No quiero decir que no lo valor� en s� mismo, pero s� afirmo que nunca entr� en el coraz�n de David buscar el trono para s� mismo. La primera concepci�n de ella, la primera presentaci�n del pensamiento, fue producida por la propia obra y don de Dios. De ninguna manera fue el fruto de un orgullo exaltado en el esp�ritu de David. Pero el llamado de Dios hizo que fuera un deber obedecer de su parte como de Israel. En consecuencia, �l era quien pod�a usar ese trono a su medida para la gloria de Jehov�.

Pero si David y sus hombres llegaban a Jerusal�n, la fortaleza de Si�n segu�a estando en manos del enemigo, como hasta entonces. Cualesquiera que hayan sido las conquistas de Josu�, todo lo que se haya podido lograr despu�s, en el mismo medio de la tierra, en el centro mismo de Jerusal�n, all� frunc�a el ce�o esta fortaleza ocupada por los jebuseos; Hab�a llegado el momento de marcar un cambio muy importante.

Era imposible que el reino pudiera ser conforme a Dios a menos que Sion fuera arrebatada para el rey del enemigo que hab�a desafiado audazmente a su pueblo; y David sinti� esto en toda su fuerza.

Estaba vivamente consciente de la deshonra que se le hac�a a Dios por el mismo coraz�n y ciudadela del reino perteneciente a una raza maldita de Cana�n. All�, orgullosos y tranquilos, por una larga posesi�n en su fortaleza, se burlaron de todos los asaltantes con desd�n. Por eso, cuando David se presenta ante ella, le dicen: "Si no llevas al ciego y al cojo, no entrar�s aqu�". �Una burla m�s punzante para el rey guerrero! Los ciegos y los cojos fueron suficientes para mantener la fortaleza contra David y sus hombres.

Es decir, el lugar era tan excesivamente fuerte por naturaleza, quiz�s tambi�n tan fortificado por los hombres de Jeb�s, que lo hab�an concebido como inexpugnable. "Sin embargo, David", como dice el Esp�ritu de Dios con tanta calma, "Sin embargo, David tom� la fortaleza de Sion: la misma es la ciudad de David. Y David dijo en ese d�a: Cualquiera que suba a la alcantarilla y hiera a los jebuseos, y los cojos y los ciegos, que son aborrecidos del alma de David, �l ser� el jefe y el capit�n.

David no s�lo era demasiado sensible a la burla, sino que no pod�a superarla. Toda carne es hierba, y su gloria como su flor. Por generoso que fuera David, fue herido y resentido por el insulto sobre los inocentes de ella. hoy ciegos y cojos no entrar�n en la casa�. Sabemos c�mo la gracia del Se�or Jes�s revirti� esto. Los ciegos y los cojos eran solo las personas que entraron en la casa cuando �l estaba all�. no Jes�s. El rey sent�a las cosas de una manera demasiado humana. El Se�or Jes�s solo y siempre fue o vino de una manera perfectamente adecuada a Dios y su gracia.

"As� que David habit� en el fuerte, y lo llam� la ciudad de David". Esto, aunque sea nombrado brevemente por el Esp�ritu, se convierte para siempre en una �poca y un punto de inflexi�n en la historia de Israel. No conozco nada m�s sorprendente en las Escrituras, o una caracter�stica m�s notable de ellas que un hecho como este, por leve que algunos puedan considerarlo la quietud con la que el Esp�ritu Santo nota la totalidad del golpe que fue asestado en el coraz�n de la tierra en lo que hab�a sido un constante desaf�o y triunfo sobre todos los esfuerzos de Israel hasta ese d�a.

Ahora que David la hab�a arrebatado a los jebuseos, esto se convierte en el gran hecho que posteriormente estampa su car�cter en Israel. Sion, en suma, se convierte en un nuevo nombre del momento m�s profundo, el signo de la gracia divina en la realeza, la gracia que tom� al pueblo en su condici�n m�s baja, y por ese hombre a quien Dios emple� lo elev� paso a paso a tal lugar de poder, bendici�n y gloria como nunca antes hubo y nunca podr� volver a haber hasta que Jes�s venga y haga de esta misma Si�n el centro de Su gobierno terrenal con la bendici�n y la gloria debidas a Su nombre.

Por lo tanto, en Hebreos se hace referencia a �l de manera sorprendente, donde se dice: "Hemos venido al monte de Si�n". De hecho, es el lugar m�s caracter�stico de toda la tierra como signo de la gracia. �Por qu� deber�a ser as�? �Por qu� no deber�a ser as�? Hay dos montes que tienen un lugar propio el monte de la ley y el monte de la gracia. Sina�, apenas necesito decirlo, es uno, como Sion es el otro. Sina� se hizo visible cuando Israel fue juzgado bajo la ley y todo fue favorable, habiendo sido sacado el pueblo por el gran poder de Dios en la frescura de su juventud.

Era el comienzo de su historia, cuando todo parec�a justo. Hab�an entrado en �l por una victoria sobre el rey m�s orgulloso de la tierra en ese d�a; �y a qu� vinieron? La ruina, cada vez peor, a medida que cada medio ensayado sucesivamente demostr� el mal sin esperanza del hombre cuando Dios lo puso a prueba de manera justa y completa.

Pero ahora, �qu� contraste comienza a amanecer, aunque s�lo en tipo! Fueron sacados de la profundidad de la ruina, y despu�s de ese estado se gan� Si�n. Por lo tanto, es el reino establecido en el poder despu�s de que la gente se arruin� por completo despu�s de haber pasado por cada fase de cambio calculada para ayudar, sin embargo, cada experimento solo los hund�a m�s en el polvo. Despu�s de todo esto fue conquistada Sion, y no hasta entonces.

Ahora bien, no hay nada que muestre tan bellamente la gracia; porque no es s�lo una gran actividad de bondad, sino tambi�n una bondad perfecta que se manifiesta despu�s de que todo se ha perdido. Esta es la gracia, y por lo tanto, tal es precisamente la imagen de la etapa en la que Si�n se presenta ante nosotros en la historia jud�a. Por eso es que en la ep�stola a los Hebreos, donde el ap�stol est� contrastando toda aquella carne de la que se jactaba en Israel Sina� y sus ordenanzas, retoma aquel nombre de Sion que poco sent�an y poco pensaban, d�ndole su real prominencia y superioridad m�s llamativa.

En el momento en que se nombra as�, c�mo el coraz�n recuerda y revuelve todas las cosas gloriosas dichas del monte de la gracia, y recuerda que tambi�n Si�n fue escogida por Dios para su monte santo que no s�lo David fue objeto de elecci�n divina, �pero con Sion! No debemos asombrarnos, porque Dios tambi�n en esto estaba pensando en Cristo como Rey. All� hab�a ungido a Su Hijo. �l lo dese� para la habitaci�n de Jehov�.

"Esto", dijo �l, "es mi descanso para siempre; aqu� habitar�: porque lo he deseado". "All� quebr� las flechas del arco, el escudo, la espada y la batalla". "Jehov� ama las puertas de Si�n m�s que todas las moradas de Jacob". Veremos tal vez un poco m�s a medida que avancemos.

Una vez m�s, escuchamos a continuaci�n c�mo David fue gradualmente pose�do por los gentiles. "Y Hiram rey de Tiro envi� mensajeros a David, y cedros, y carpinteros y alba�iles; y edificaron una casa a David. Y entendi� David que Jehov� lo hab�a confirmado por rey sobre Israel, y que hab�a engrandecido su reino a favor de su pueblo por el bien de Israel". Todo esto fluy� sobre el rey despu�s de que se gan� Sion.

Pero estoy lejos de decir que tenemos m�s que una promesa de cosas buenas por venir, contrariadas, �ay!, por el hecho demasiado evidente de que el primer hombre no es el Segundo. As�, "David tom� para s� m�s concubinas y esposas de Jerusal�n, despu�s de haber venido de Hebr�n; y a�n le nacieron hijos e hijas a David. Y estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusal�n: Samua y Sobab. , y Nat�n, y Salom�n, y tambi�n Ibhar, y Elis�a, y Nefeg, y Jaf�a, y Elisama, y ??Eliada, y Eliphalet.

"La ley no perfeccion� nada. Cristo, la luz verdadera, no hab�a venido; ni aun el creyente, aunque nacido de Dios, era la nueva creaci�n todav�a, como para decir: "Las cosas viejas pasaron: he aqu�, todas las cosas son ser nuevo".

Adem�s, encontramos, cuando los filisteos que se enteraron llegaron, que David todav�a depend�a de Dios cuando estaba en el trono como lo hab�a sido mientras estaba en el lugar del sufrimiento. "Consult� a Jehov�, diciendo: �Subir� a los filisteos?" No confiaba en sus propios poderes, no supon�a que las victorias pasadas eran algo tan f�cil de cometer como peligroso. �Y Jehov� dijo a David: Sube, porque ciertamente entregar� a los filisteos en tus manos.

Y as� los hiri�, y all� dejaron sus im�genes, y David y sus hombres las quemaron. Y volvieron a subir los filisteos. Ni aun entonces David act�a, porque antes los hab�a vencido; ni se satisface por la nueva necesidad con la respuesta que Dios le hab�a dado para su ataque anterior. Inquiere de nuevo; y Jehov� ejerce su obediencia con un mandato completamente nuevo: "No subir�s; pero toma una br�jula detr�s de ellos, y ac�rcate a ellos frente a las moreras.

Y cuando oigas el sonido de un andar en las copas de los �rboles de morera, entonces te agitar�s, porque entonces saldr� Jehov� delante de ti para herir el ej�rcito de los filisteos. E hizo David as�, como Jehov� le hab�a mandado; y derrotaste a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gazer".

Pero ahora ( 2 Samuel 6:1-23 ) tenemos otra escena totalmente diferente. Ya no se trata del enemigo, sino del arca; porque �c�mo podr�a descansar el esp�ritu de David si faltaba el gran s�mbolo de la presencia de Jehov� en Israel? Si David ahora es rey establecido de Israel, �podr�a desear el establecimiento de la se�al de que el verdadero Dios estaba all�? Sin embargo, a�n no era evidente y, en consecuencia, se cometieron muchos errores.

"Y se levant� David, y fue con todo el pueblo que con �l estaba de Baale de Jud�, para traer de all� el arca de Dios". Es instructivo notar que aqu� al principio no pregunt�. Evidentemente pens� que no pod�a haber ninguna duda al respecto. Cuando se trataba de oponerse al enemigo, sent�a que necesitaba la gu�a de Dios; pero cuando el punto era el establecimiento del arca de Jehov� en su debido lugar en Israel, �c�mo podr�a ser necesario preguntarle a Jehov� al respecto?

Y as� es que a menudo nos enga�amos a nosotros mismos. Porque, de hecho, no hay ocasi�n en la que necesitemos m�s el sustento de Dios que en Su misma adoraci�n. �No hemos aprendido esto por experiencia, hermanos m�os? Algunos de nosotros somos propensos a pensar que, debido a que este es un lugar santo, y debido a que es una obra santa, y debido a que somos, por la gracia de Dios, "hermanos santos, participantes del llamamiento celestial", podemos entrar en �l como una cuesti�n de rutina.

�Y qu� es lo que demostramos cuando lo hacemos? Ciertamente no el poder de Dios. No hay lugar donde haya mayor peligro de distracci�n por un lado o de forma por otro. �Es esto para nosotros otra cosa que la iniquidad de las cosas santas? En ninguna parte necesitamos m�s verdaderamente la gracia de Dios que nos gu�e y nos dirija que en Su propio servicio y adoraci�n. No supongan que esto se dice en el m�s m�nimo grado para alentar el legalismo, o de alguna manera para sancionar el estado morboso de un cristiano que se retraer�a de lo que se debe al Se�or y debe ser su gozo m�s profundo, y lo que seguramente �l busca continuamente; pero uno puede advertir que existe un gran peligro de que lo tomemos todo como algo natural, tal como descubrimos que lo hizo David en esta ocasi�n.

"Y pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la trajeron de la casa de Abinadab que estaba en Gabaa; y Uza y Ahio, hijos de Abinadab, cogieron el carro nuevo". Donde no tenemos la gu�a del Se�or, y ni siquiera la buscamos seriamente, cada paso no puede sino ser err�neo. �Qui�n les dijo que lo pusieran "sobre un carro nuevo"? �Eran filisteos? Otro Libro nos habl� de los filisteos haciendo eso, y c�mo Dios soport� lastimosamente a estos paganos que no sab�an nada mejor.

Pero, �permitir� �l tal procedimiento en Israel? Dios trata a los hombres seg�n el lugar en que est�n, o los ha puesto. Si dej� a los pobres filisteos en las tinieblas de la naturaleza, apenas iluminados por los rayos de luz que de vez en cuando pudieran salir de Israel a trav�s de las tinieblas, �podr�a ser que los elegidos de Dios se entregaran para imitar las tinieblas de los paganos? �Qu� triste descenso, amados hermanos, cuando los que son llamados a la luz de Dios se dejan llevar por la licencia que se toma el mundo, aunque sea el mundo religioso!

Pero sigamos con la historia. "Y sacaron el arca de la casa de Abinadab que estaba en Guibe�, acompa�ando el arca de Dios; y Ahio iba delante del arca. Y David y toda la casa de Israel tocaban delante de Jehov� con toda clase de instrumentos hechos de madera de cipr�s. , y con arpas, y salterios, y panderos, y cornetas, y c�mbalos. Y cuando llegaron a la era de Naj�n, Uza extendi� su mano hacia el arca de Dios, y la asi�, porque el los bueyes la sacudieron.

Y la ira de Jehov� se encendi� contra Uza; y Dios lo hiri� all� por su error; y all� muri� junto al arca de Dios�. Seguramente esto es muy solemne para m�, para cualquiera. Dios no trat� de inmediato con la primera desviaci�n de Su palabra. Condujeron el carro nuevo por un tiempo sin una se�al de Su desagrado. Luego permiti� lo que podr�a haber parecido ser un mero accidente de circunstancias, por lo cual se complaci� en probarlos, y en un solo caso mostr� claramente Su sentido de su irreverencia, aunque, por supuesto, especialmente en uno que fue m�s lejos en eso. Es cierto que fue un acto m�s, y fue un agravamiento del mal.

Sin embargo, en la superficie exterior de las cosas, parec�a lo suficientemente justificable como para proteger el arca de una ca�da. El arca de Dios parec�a estar en peligro: �por qu� un levita no habr�a de extender su mano para salvarla? �No era Uza, hijo de Abinadab de Gabaa, el m�s apto para hacer un acto tan santo? Pero el acto implic� ir en contra de la expresa palabra de Dios. �Qu� hay de esto? No solo fue un dispositivo que se tom� apresuradamente en primera instancia y se llev� a cabo independientemente de la orden de Dios para llevar los vasos del santuario; aqu� hubo un fracaso directo en el respeto debido al arca de Dios cuando parec�a necesitar el socorro del hombre.

El Se�or hab�a se�alado qui�nes en Israel deb�an llevar el arca, y c�mo deb�a hacerse. De esto los filisteos no sab�an nada, ni eran responsables de obedecer tal ordenanza; pero Israel estaba como bajo la ley. Ten�an Su palabra en sus manos y eran responsables en consecuencia.

As� que cuando Uza extendi� su mano y tom� el arca, porque los bueyes la sacudieron, Dios estaba llevando el asunto a un punto de juicio. �La ira de Jehov� se encendi� contra Uza, y Dios lo hiri� all� por su extrav�o, y all� muri� junto al arca de Dios�. Y David, en lugar de juzgarse a s� mismo, en lugar de mirar hacia atr�s y confesar cu�n completamente hab�an actuado todos sin la gu�a de Jehov�, estaba disgustado porque Jehov� hab�a abierto una brecha en Uza.

�Disgustado con qui�n? Oh, es algo doloroso decir que estaba disgustado con el Dios de Israel. Pero tampoco creas que esto es algo tan extra�o. Cuando murmur�is y os quej�is de Su disciplina en vuestro propio caso, �qu� est�is haciendo sino expresando vuestro desagrado hacia el Se�or? �Supon�is, amados hermanos, que cualquier prueba que os suceda, cualquiera que sea su car�cter, es sin �l? que las aflicciones "brotan del polvo?" �Supon�is que cualquier cosa, no importa lo que sea, o por cualquier instrumento que venga, aunque sea lo que m�s os duele, es sin Su intenci�n o Su lecci�n para vuestra alma? Ciertamente no. Puede caer sobre ti a trav�s de tal mal en otro. Pero esto nunca es raz�n para justificarte ni la m�s m�nima excusa para estar disgustado con Dios.

El hecho es que Israel hab�a actuado sin la palabra de Dios desde el principio hasta el mismo David; y si David fue en quien menos se convirti�, no debemos sorprendernos si �l tambi�n tuvo los sentimientos m�s dolorosos hacia el Se�or. "Y David se enoj� porque Jehov� hab�a hecho brecha en Uza; y llam� el nombre de aquel lugar Farez-uz� hasta hoy. Y David tuvo miedo de Jehov� aquel d�a, y dijo: �C�mo vendr� el arca de Jehov�? As� que David no quiso llevar el arca de Jehov� para s� a la ciudad de David, sino que la llev� David a casa de Obed-edom geteo.

Y estuvo el arca de Jehov� en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehov� a Obed-edom y a toda su casa." �Qu� respuesta al disgusto de David! "Y se dio aviso al rey David, diciendo: Jehov� ha bendita la casa de Obed-edom, y todo lo que le pertenece, por causa del arca de Dios. Entonces David fue y llev� con alegr�a el arca de Dios de la casa de Obed-edom a la ciudad de David. Y aconteci� que cuando los que llevaban el arca de Jehov� hubieron andado seis pasos, sacrific� bueyes y animales cebados�.

Ahora tenemos a David recto en su alma, y ??Jehov�, en vez de ser temido, o ser fuente de desagrado, es manantial de alegr�a y acci�n de gracias. Pero es gozo santo. No hay un momento m�s brillante y feliz, por lo que puedo discernir, en la historia de David como rey que en ese d�a. �Entonces David y toda la casa de Israel llevaban el arca de Jehov� con j�bilo y sonido de trompeta.

Y cuando el arca de Jehov� entraba en la ciudad de David, la hija de Mical Sa�l mir� por una ventana, y vio al rey David saltando y danzando delante de Jehov�; y ella lo menospreci� en su coraz�n�. No es de extra�ar que el Esp�ritu de Dios la llame hija de Sa�l. Bueno, pens� que ahora era la esposa de David. S�, pero �qu� mujer se comport� menos ese d�a? Era la expresi�n genuina de su padre.

No hab�a un sentimiento correcto hacia su esposo en esta transacci�n (�y cu�n cerca estaba de su coraz�n!), y menos a�n en su valor por la relaci�n de Jehov� con Israel, como lo atestigua el traer el arca a Sion.

Pero "trajeron el arca de Jehov�, y la pusieron en su lugar, en medio del tabern�culo que David hab�a levantado para ella; y ofreci� David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehov�". Ahora no los molestaba ning�n obst�culo. Su sentido de la majestad divina era evidente, su adhesi�n a la palabra del Se�or inconfundible. Todas las ofrendas hablan de acci�n de gracias en devoci�n y compa�erismo.

"Y cuando David termin� de ofrecer holocaustos y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehov� de los ej�rcitos". Est� claro que David ahora disfrutaba en el sentido m�s pleno de la gracia de Dios hacia Israel y �l mismo. Y reparti� entre todo el pueblo, entre toda la multitud de Israel, as� a las mujeres como a los hombres, a cada uno una torta de pan, y un buen pedazo de carne, y una jarra de vino. As� todo el pueblo parti� cada uno a su casa".

Sin embargo, hab�a una persona que no simpatizaba con el gozo festivo de ese gran d�a en Israel, un alma que ahora estaba tan disgustada con David como �l mismo lo hab�a estado una vez con Jehov�. �Y Mical, hija de Sa�l [marque la repetici�n significativa de la ra�z natural], sali� al encuentro de David, y dijo: �Cu�n glorioso fue hoy el rey de Israel, que se descubri� hoy a los ojos de las siervas de sus siervos, como uno de los vanidosos se descubre descaradamente!" �Pero qu� digna y fulminante fue la reprensi�n de su marido! �Y David dijo a Mical: Fue delante de Jehov�, que me escogi� de delante de tu padre, y de toda su casa, para nombrarme pr�ncipe sobre el pueblo de Jehov�, sobre Israel; por tanto, delante de Jehov� jugar�.

�Era el servicio de la fe. Era el rey de Israel quien, cuanto m�s exaltado y establecido de Dios, usaba toda su exaltaci�n como una ofrenda al Se�or, y se sent�a tanto m�s exaltado porque Dios lo era todo. a su alma. La cercan�a a Dios era mayor a los ojos de David en ese momento que el trono que Dios le hab�a dado; y David juzg� correctamente. Y Mical, lejos de apreciar la gracia del Se�or en su alma, estaba condenada desde entonces a estar lejos de ser un esposo a quien ella no pudo honrar cuando demostr� que su coraz�n estaba dispuesto a tratar todo lo dem�s como nada para poder honrar al Se�or.

En el pr�ximo cap�tulo ( 2 Samuel 7:1-29 ) tenemos al rey ante Jehov�. �Qu� diferente todo lo que pas� all�, como pasamos de Mical y el rey al rey y Jehov�! �Y aconteci� que estando el rey sentado en su casa, y Jehov� le hubiere dado reposo alrededor de todos sus enemigos, dijo el rey al profeta Nat�n: Mira, yo habito en una casa de cedro, pero el el arca de Dios mora entre cortinas.

Y Nat�n dijo al rey: Ve, haz todo lo que est� en tu coraz�n; porque Jehov� est� contigo�. Pero Nat�n estaba equivocado en esto; hab�a respondido apresuradamente. El profeta depende tanto de Dios para la luz como cualquier otra persona, y es una cosa instructiva que debemos tener los errores de un profeta, o puede ser de uno mayor que el profeta: hablo, por supuesto, incluso de un ap�stol mismo; y, sin entrar en puntos dudosos, s� digo que es perfectamente cierto que, grande como fue el ap�stol Pedro, no solo cometi� errores , pero algunos de los m�s serios.

No hablo de lo que hizo antes de ser llevado al lugar m�s alto y tener el poder necesario para ocuparlo, pero es claro que Dios ha registrado para nuestra instrucci�n que ni siquiera el principal de los doce ap�stoles ten�a sabidur�a excepto en lo que le fue dado. Porque no conviene la experiencia en las cosas de Dios, ni ning�n poder en el que una persona haya obrado previamente, a menos que tambi�n haya dependencia del Se�or.

As� que aqu� Nat�n tiene un correctivo del Se�or mismo, como ciertamente era necesario. Ve y di a mi siervo David: As� ha dicho Jehov�: �T� me has de edificar casa para que yo habite en ella? No he habitado en casa alguna desde el tiempo que saqu� a los hijos de Israel de Egipto, hasta ahora. d�a, sino que he andado en tienda y en tabern�culo. En todos los lugares por donde anduve con todos los hijos de Israel, habl� palabra con cualquiera de las tribus de Israel, a quienes mand� que apacentaran a mi pueblo Israel, diciendo: �Por qu� no me hac�is una casa de cedro?� Muchos edificios de nuestra propuesta y realizaci�n nunca nos los hab�a pedido Dios.

No debemos correr delante de �l. La fe espera en Dios, en lugar de anticiparse en la confianza en uno mismo, o en los deseos de nuestro propio coraz�n, sean siempre tan simples. Es obvio que David estaba actuando desde su propio pensamiento y sus propias circunstancias. Parec�a excelente, humanamente hablando, y hasta podr�a parecerlo para un hombre de Dios. En cierto sentido el deseo era admirable; pero, amados hermanos, "obedecer es mejor que sacrificar.

��Podemos confiar en nuestros deseos? No hay nada tan humilde como esperar en el Se�or, y calladamente hacer Su voluntad tal como Dios la da a conocer; tampoco hay nada realmente tan firme, aunque la incredulidad cuenta y con valent�a declara que es la mayor presunci�n conocerla.

Pero hay m�s que esto. Dios se digna en gracia servir a su pueblo y adaptarse a �l. No responder�a a Sus sentimientos que ellos deber�an estar en el trabajo o en la guerra, y �l en descanso y paz. Cuando andaban errantes por el desierto, El moraba en medio de ellos en una tienda; y �l debe establecerlos en la tierra antes de aceptar un templo o una morada estable de sus manos. S�, tambi�n ten�a que hacer de David una casa asentada en el trono de Jehov� antes de que su hijo pudiera edificarle una casa.

Porque tal fue Su santo placer, que no David, sino el hijo de David edificara la casa de Jehov�. El porte es evidente: el verdadero Salom�n, el Pr�ncipe de la Paz, est� ante la mirada de Dios.

�Ahora, pues, as� dir�s a mi siervo David: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Yo te tom� del redil, de tras las ovejas, para que seas se�or de mi pueblo sobre Israel; Exterminar� de delante de tus ojos a todos tus enemigos, y te dar� un gran nombre, como el nombre de los grandes hombres que hay en la tierra. Adem�s, se�alar� un lugar para mi pueblo Israel, y los plantar� para que habiten en un lugar propio, y no se muevan m�s, ni los hijos de iniquidad los afligir�n m�s, como antes y como desde el tiempo en que mand� jueces sobre mi pueblo Israel, y te hice descansar de todos tus enemigos. Y Jehov� te dice que �l te har� casa.

Por lo tanto, Dios siempre debe tener el primer lugar y ser siempre el primer motor. No concordar�a con Su gloria dejar que David le construyera una casa hasta que �l le haya edificado una casa a David. De esto procede a asegurar al rey. "Y cuando tus d�as sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantar� tu descendencia despu�s de ti, la cual saldr� de tus entra�as, y afirmar� su reino. El edificar� casa a mi nombre, y Establecer� el trono de su reino para siempre.

Yo ser� su padre, y �l ser� mi hijo". Es verdad que la simiente de David debe quedar bajo el justo gobierno de Dios. "Si comete iniquidad, lo castigar� con vara de hombres y con azotes. de los hijos de los hombres". Todav�a no era Cristo. "Pero mi misericordia no se apartar� de �l, como la apart� de Sa�l, a quien repud� de delante de ti. Y tu casa y tu reino ser�n firmes para siempre delante de ti; tu trono ser� firme para siempre... As� habl� Nat�n a David".

David entra y se sienta delante de Jehov�, y derrama esa maravillosa respuesta a la expresi�n de la gracia de Jehov�, incluso al corregir el apresurado deseo de David de glorificarlo. �Qui�n soy yo, oh Se�or Jehov�? �Qu� es mi casa para que me hayas tra�do hasta aqu�? Y aun esto fue poco a tus ojos, oh Se�or Jehov�; �Es esta la manera del hombre, oh Se�or Jehov�? �Y qu� m�s te dir� David? Porque t�, Se�or Jehov�, conoces a tu siervo.

Por amor de tu palabra, y conforme a tu coraz�n, has hecho todas estas maravillas, para hac�rselas saber a tu siervo. Por tanto, grande eres t�, oh Se�or Jehov�; porque no hay como t�, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos o�do con nuestros o�dos. �Y qu� naci�n en la tierra hay como tu pueblo, aun como Israel?" �Podr�an algunas palabras presentar tan bien este admirable rasgo de la fe de David que �l apreciaba tanto m�s al pueblo como el pueblo de Jehov� porque hab�a apreciado a Jehov�? Por Su gracia a s� mismo y a su casa ahora tiene que bendecirlo.

Se admite que, cuando nos ocupamos primero de la gente, nunca tenemos raz�n. �Qui�n podr�a confiar en el amor de un hombre por la iglesia hasta que est� satisfecho con el amor de Cristo solamente? Pero cuando tienes el sentido de lo que Cristo es, cuando est�s lleno de Su gloria y de Su amor, entonces no entrar en Sus sentimientos hacia la iglesia ser�a lo m�s antinatural de todas las cosas. Es m�s que dudoso que sea realmente posible, pero puede haber algo as� de vez en cuando.

Hay una ultraespiritualidad que profesa en voz alta que no le importa nada m�s que Cristo, mientras que desprecia el testimonio de Cristo y la comuni�n de los santos. Creo que esto es lo m�s ofensivo a la vista de Dios; y lo demuestra la persona que se a�sla en coraz�n y maneras de todo lo que prueba y ejercita el coraz�n y la conciencia. Se encontrar�, por el contrario, hermanos m�os, que cuanto m�s verdaderamente est�n aislados en el poder de la fe en Cristo, m�s preciosos se vuelven los hijos de Dios para el coraz�n; pero por eso mismo no pod�is soportar que anden apartados de la voluntad del Se�or. Profundiza su juicio sobre la condici�n en la que pueden estar pr�cticamente; pero luego fortalece tu deseo de verlos realmente liberados de ella.

Algo de este tipo se puede rastrear en todas las escrituras. No importa d�nde busquemos; cuanto m�s oscuro es el tiempo, m�s claro parece. Tomemos por ejemplo a Daniel. �Alguien alguna vez am� a Israel m�s que a los de Babilonia? Sin embargo, ciertamente sinti� la condici�n de la gente m�s grave que cualquier otra; y fue porque el poder de la fe lo aisl� tan verdaderamente al Se�or que los am�, y esto para la gloria de Dios en ellos.

No dudo que anduvo pr�cticamente en el imperio como un hombre solitario: pocos all� m�s all� de los tres compa�eros de su juventud pudieron apreciar sus sentimientos; pero estoy seguro de que amaba tanto m�s a Israel porque Jehov� era todo para �l.

De manera similar, aunque en un tiempo comparativamente bueno y en otras circunstancias, encontramos a David ahora comunic�ndose con los consejos de Dios. Fue en el tiempo de nuevo poder y bendici�n para Israel donde el nombre de Si�n, por as� decirlo, le da car�cter al per�odo, y el despliegue del poder y la bondad divinos por parte de David lo convierte en una �poca en Israel. Pero ya sea que uno mire a Mois�s, a David o a Daniel, al principio, a la mitad o al final, despu�s de todo, el Se�or es el mismo ayer y hoy y por los siglos; y el efecto es el mismo en el coraz�n de los que le aman.

Puede ser modificado por nuestras circunstancias, y por supuesto el estado del pueblo de Dios; pero es el mismo principio siempre. Era la porci�n de David entonces disfrutar del amor de Jehov�, y no meramente para s� mismo sino para Su pueblo, y sin embargo ser testigos de Su gloria como si ellos mismos la disfrutaran.

Por lo tanto, David se lanza a la alabanza. ��Qu� naci�n en la tierra como tu pueblo, como Israel, a quien Dios fue a redimir por pueblo suyo, y a darle un nombre, y a hacer por vosotros cosas grandes y terribles en vuestra tierra, delante de vuestros pueblo que has redimido para ti de Egipto, de las naciones y de sus dioses, porque t� te has confirmado a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre, y t�, oh Jehov�, eres el Dios de ellos.

Y ahora, oh Jehov� Dios, la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de su casa, cons�rvala para siempre, y haz como has dicho." Tal gracia fue en verdad una gran cosa para decir y hacer, pero no demasiado �Qu� podr�a ser demasiado para Dios?, hizo a David nada, pero precisamente por eso el coraz�n de David se olvida de s� mismo, y no hay verdadera dignidad que no se base en el olvido de s� mismo.

Pero lo �nico que asegura su realidad es el sentido de la gracia y la presencia del Se�or. David lo disfrut� m�s profundamente en este mismo momento. �Y ahora, oh Jehov� Dios, t� eres ese Dios, y tus palabras son verdaderas, y has prometido este bien a tu siervo; por tanto, ahora te plazca bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca para siempre ti, porque t�, oh Jehov� Dios, lo has dicho; y con tu bendici�n sea bendita la casa de tu siervo para siempre".

En el pr�ximo cap�tulo ( 2 Samuel 8:1-18 ) escuchamos de guerras, y los filisteos y los moabitas sometidos. Leemos de Hadadezer, rey de Zobah, herido, y los sirios que lo socorrer�an tambi�n derribados. Al mismo tiempo, algunos de los gentiles vienen a bendecir al rey con regalos y todas aquellas rarezas que convienen al car�cter del reino; en resumen, el poder, la gloria y la bendici�n llenan la escena.

Adem�s, los edomitas quedan sujetos al trono. Por �ltimo, el orden administrativo y el gobierno de David se presentan ante nosotros a su debido tiempo, as� como su propio lugar como supremo. "Y David rein� sobre todo Israel; y David ejecut� juicio y justicia a todo su pueblo. Y Joab hijo de Sarvia estaba sobre el ej�rcito, y Josafat hijo de Ahilud era cronista". Los sacerdotes, los escribas y los dem�s oficiales son tra�dos ante nosotros, cada uno en su lugar.

Luego, en 2 Samuel 9:1-13 se abre ante nosotros un cuadro diferente. El coraz�n de David anhela ahora, no por someter a otros, sino por el ejercicio de esa gracia que Dios hab�a mostrado a su propia alma. Y as� piensa en la casa de Sa�l. �Hab�a alguno de ellos a quien pudiera mostrar "la bondad de Dios"? En esta escena tan agradecida no necesitamos detenernos mucho.

Afortunadamente, no es una historia extra�a para casi todos nosotros, ya que es el relato de la maravillosa gracia de David hacia Mefiboset. "Y habitaba Mefi-boset en Jerusal�n, porque com�a continuamente a la mesa del rey, y estaba cojo de ambos pies".

Despu�s de esto se abre otra escena, en la que David deseaba mostrar bondad, no a la l�nea de Jonat�n de la casa de Sa�l, sino a Han�n, hijo de Nahas, como su padre hab�a mostrado bondad a David. ( 2 Samuel 10:1-19 ) Esto fue completamente malinterpretado. Los amonitas no pod�an apreciar la gracia del coraz�n de David, sino que solo sospechaban maldad, como lo hacen naturalmente los imp�os.

"Y los pr�ncipes de los hijos de Am�n dijeron a Han�n su se�or: �Crees que David honra a tu padre, que te ha enviado consoladores? �No ha enviado David antes a ti sus siervos para que reconozcan la ciudad y la esp�en? Entonces Han�n tom� a los siervos de David, les rap� la mitad de la barba, les cort� los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despidi�.

"La injuria se dijo a David, quien calladamente hizo frente al asunto; pero al mismo tiempo se confi� a Joab; y ciertamente la venganza tomada le fue agradecida. Joab las tom�, y, como sabemos, a pesar de los sirios que trataron de protegerlos. La resistencia fue vana. Fueron castigados severamente. El poder del trono de David se estableci� firmemente en todas partes.

El siguiente cap�tulo ( 2 Samuel 11:1-27 ) presenta la primera sombra oscura desde que David subi� al trono. �Y aconteci�, pasado el a�o, en el tiempo en que los reyes salen a la guerra, que David envi� a Joab, y con �l a sus siervos, y a todo Israel; y destruyeron a los hijos de Am�n, y sitiaron a Rab�.

"Hubo una amarga venganza. "Pero David se qued� todav�a en Jerusal�n". Dudo que el alma de David estuviera completamente con el Se�or, ya sea para descansar o para descargar la venganza que se hab�a derramado sobre los amonitas. En todo caso La historia que sigue es demasiado dolorosa para que nos detengamos mucho en este momento. Solo necesita mencionarse brevemente. Su coraz�n fue entrampado, y el pecado pronto sigui� al pecado m�s grave, m�s particularmente en alguien como David.

Fue seguido, como suele ocurrir con el pecado, por los peores esfuerzos para cubrirlo todo, y el que hizo el mal con Betsab� trat� in�tilmente de ocultar su pecado teniendo en casa a su fiel siervo Ur�as; y cuando esto no logr� encubrir su propia maldad, ide� los medios por los cuales Ur�as deber�a ser llevado a su tumba. As� prosigui� el rey ca�do a�n m�s, y ahora sin control, el curso de maldad en el que hab�a entrado. �Oh, qu� pecado y qu� verg�enza para David!

El pr�ximo cap�tulo ( 2 Samuel 12:1-31 ) presenta a Nat�n nuevamente, quien viene y presenta ante el rey el caso de los dos hombres en la ciudad, uno rico y el otro pobre. �El rico ten�a muchas ovejas y vacas; pero el pobre no ten�a nada, sino una corderita, que hab�a comprado y criado; y creci� juntamente con �l y con sus hijos; com�a de sus su propia comida, y bebi� de su propia copa, y se acost� en su seno y fue para �l como una hija.

Y vino un viajero al hombre rico, y �l perdon� para tomar de su propio muelle y de su propia manada, para vestirse para el hombre viajero que hab�a venido a �l; sino que tom� el cordero del pobre, y lo prepar� para el hombre que hab�a venido a �l".

"Y la ira de David se encendi� en gran manera contra el hombre". No siempre conf�es en las personas cuando muestran indignaci�n con vehemencia. David, incluso entonces, pod�a sentir lo suficientemente acalorado por el mal. �Pobre de m�! no hubo juicio propio, ni hay un solo rasgo m�s terrible en el pecado de David que el largo tiempo que se entreg� a �l, aparentemente sin un sentimiento recto como hombre, o ejercicio de conciencia como Dios; de modo que, incluso cuando se le presentaba claramente parab�licamente, su ira se encend�a solo contra el mal de otro hombre.

Cuando lleg� Nat�n, David bien podr�a haber tenido los o�dos abiertos para saber si hab�a alguna palabra de Dios sobre el pecado del que hab�a sido culpable; pero no as� No nos enga�emos, hermanos m�os, ni seamos enga�ados por otros. Lo �nico que nos permite juzgar correctamente cualquier cosa en los dem�s es el juicio propio. Si hemos de ver claramente la paja en un hermano, no olvidemos sacar la viga de nuestros propios ojos.

David se presenta aqu� como un ejemplo solemne de que el que es tan r�pido para ver el pecado en otro puede estar completamente ciego a su propia iniquidad grave e injustificada. Por eso tambi�n dice r�pidamente: "Vive Jehov�, que el hombre que hace esto ciertamente morir�; y devolver� el cordero cuadruplicado, porque hizo esto, y porque no tuvo piedad. Y Nat�n dijo a David: T� eres el hombre As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: Yo te ung� por rey sobre Israel, y te libr� de la mano de Sa�l, y te di la casa de tu se�or, y las mujeres de tu se�or en tu seno, y te di la casa de Israel y de Jud�; y si esto fuera poco, yo tambi�n te habr�a dado tal y tal cosa.

�Por qu� menospreciaste el mandamiento de Jehov�, para hacer lo malo delante de sus ojos? mataste a espada a Ur�as el heteo, y tomaste su mujer para que fuera tu mujer, y lo mataste a espada de los hijos de Am�n. Ahora, pues, la espada nunca se apartar� de tu casa; porque me despreciaste, y tomaste por mujer a la mujer de Ur�as heteo. As� ha dicho Jehov�: He aqu� yo levantar� contra ti el mal de tu casa, y tomar� tus mujeres delante de tus ojos, y las dar� a tu pr�jimo".

Se�ale el solemne principio de la retribuci�n en este caso, tan habitual en los hechos como en las Escrituras. Nuestro pecado siempre da la forma de nuestro castigo. "Levantar� el mal contra ti desde tu propia casa, y tomar� tus mujeres delante de tus ojos, y las dar� a tu pr�jimo". Y adem�s, "T� lo hiciste en secreto". Aqu� viene el contraste, como antes hab�a analog�a, el uno o el otro caracterizando los caminos de Dios, ya que cada uno marcar�a de manera m�s impresionante el enga�o del pecado para el hombre, y el eterno aborrecimiento de Dios hacia �l.

"T� lo hiciste en secreto; mas yo har� esto delante de todo Israel, y delante del sol. Y David dijo a Nat�n: He pecado contra Jehov�. Y Nat�n dijo a David: Jehov� tambi�n ha perdonado tu pecado; no morir." Se hab�a sentenciado a s� mismo, pero Dios en todo sentido es m�s grande. �Sin embargo, por cuanto con este hecho diste gran ocasi�n a los enemigos de Jehov� para que blasfemaran, el ni�o que te ha nacido ciertamente morir�.

�Sin embargo, de aquella misma madre de la que hab�a sido mujer de Ur�as el heteo, la gracia de Dios levant� al heredero del trono de Israel, al cual hizo su primog�nito, m�s alto que los reyes de la tierra y tipo de Cristo en gloria pac�fica, como David hab�a estado en el sufrimiento y el poder b�lico, este �ltimo a�n por cumplirse. Verdaderamente los caminos de Dios son maravillosos.

Aqu� nuevamente vemos, cualquiera que haya sido el pecado de ganarla como lo hizo el rey, la gracia soberana de Dios no anul� el lazo que se form�, sino que se dign� a partir de esa conexi�n, cuando el pecado fue completamente descubierto y juzgado, para levantar al hijo escogido de David, que descarta a los dem�s que podr�an haber alegado un derecho anterior despu�s la carne.

Es un cap�tulo provechoso para que el alma considere bien y con frecuencia el amargo dolor de David, el ejercicio de su coraz�n cuando el ni�o fue herido, y su conducta admirable despu�s de que Dios se lo llev�. Entonces fue cuando oy� la s�plica de sus siervos y se consol�. Justo cuando los hombres afectuosos naturalmente se entregaban a un dolor desenfrenado y sin esperanza, en la sabidur�a que la gracia inspir� sus l�grimas fueron detenidas, su coraz�n se volvi� con confianza al Se�or, y particip� del refrigerio provisto para �l.

�Qu� advertencia, pero qu� consuelo para �l! David, por muy bajo que haya ca�do, era un verdadero hombre de Dios; no s�lo el objeto de la gracia, sino por regla general uno profundamente ejercitado y habitualmente formado por ella. Vuelve, pues, a la fuente de su fuerza y ??bendici�n. En consecuencia, encontraremos a continuaci�n que Dios ten�a cosas buenas reservadas, en medio del dolor y el castigo, para el penitente rey de Israel.

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre 2 Samuel 10". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/2-samuel-10.html. 1860-1890.