Bible Commentaries
Apocalipsis 18

Comentario de Kelly sobre los libros de la BibliaComentario de Kelly

Versículos 1-24

Es necesario que todos tengamos presente, si no lo hemos observado antes, que Apocalipsis 17:1-18 no sigue el curso cronol�gico de la profec�a. Es una descripci�n, y no una de las visiones que nos llevan adelante. La s�ptima copa conten�a debajo la ca�da de Babilonia, que "era recordada delante de Dios, para darle la copa del vino del furor de su ira".

Este cap�tulo explica c�mo fue que Babilonia fue tan ofensiva para Dios, y por qu� �l la juzg� tan severamente. Pero, de hecho, al dar la descripci�n de Babilonia, el Esp�ritu Santo entra a�n m�s en el relato de sus relaciones con la bestia, cuyo poder imperial vimos no poco anoche. En consecuencia, estos son los dos objetos principales del juicio presentado ante nosotros en el cap�tulo.

Es verdad, el juicio de la bestia solo se refiere como una derrota bajo la mano del Cordero. Los detalles se reservan para un punto posterior de esta profec�a. Por lo tanto, debemos examinar un poco los dos objetos, Babilonia y la bestia.

El principio es muy claro. El hombre siempre ha pecado en una u otra de estas dos formas, considerando ahora el pecado en sus formas m�s amplias. La mujer, la mujer extra�a, expone la corrupci�n, la naturaleza humana complaci�ndose en sus propios malos deseos, independientemente de la voluntad de Dios. La bestia es la expresi�n de la voluntad del hombre poni�ndose en antagonismo directo con Dios. En resumen, uno puede calificarse de corrupci�n y el otro de violencia.

Hay, sin embargo, mucho m�s que esto sobre el tema, y ??se da con gran precisi�n en las Escrituras, porque esto es meramente el principio del pecado en una u otra forma desde el principio. Se observar� que en este caso es uno de los �ngeles que ten�an las siete copas el que se adelanta y le dice a Juan: "Ven ac�, te mostrar� el juicio de la gran ramera (o ramera) que se sienta sobre [ las] muchas aguas". Hab�a dos efectos particulares de su maldad: uno, el comercio il�cito con los reyes de la tierra; la otra, embriagando a los moradores de la tierra con el vino de su fornicaci�n.

"Y me llev� en el Esp�ritu al desierto", un completo desperdicio en cuanto al conocimiento o disfrute de Dios. La mujer fue vista all� sentada sobre una bestia de color escarlata, es decir, el conocido poder imperial del Imperio Romano, "lleno de [los] nombres de blasfemia" en su perversa oposici�n a Dios, y vestida con las formas que hemos Ya vimos "siete cabezas y diez cuernos". El Esp�ritu de Dios lo considera en su forma final y completa, en la medida en que le fue permitido alcanzarlo: "La mujer estaba vestida de p�rpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas.

"Todo lo que pod�a atraer al hombre natural estaba all�; y todo lo que a �l le parece bastante justo del lado de la religi�n. Pero ella tiene una copa de oro en su mano llena de abominaciones y de las impurezas de su fornicaci�n.* La idolatr�a es el terrible sello que ella lleva, y esto tambi�n tanto en lo que da a los hombres, como en lo que est� escrito en su frente delante de Dios: "En su frente estaba escrito un nombre: Misterio, Babilonia la grande, la madre de las rameras y de los abominaciones de la tierra".

*Parece que la mayor�a de las copias dicen ??? ???, "de la tierra"; el alex y otros dan ?????, "de ella". El manuscrito del Sina�. tiene ambos.

Los hombres han sido enga�ados aqu� y all�, y desde una fecha temprana, para dejar de lado el verdadero significado de este cap�tulo. A veces han luchado por su aplicaci�n a la Roma pagana. A veces, nuevamente, han tratado de desviarlo hacia Jerusal�n en su estado corrupto. Pero una grave consideraci�n pronto desecha ambos puntos de vista por la relaci�n con la bestia, y m�s particularmente por lo que se mostrar� un poco m�s adelante.

La aplicaci�n a la antigua Roma pagana es bastante dura y sin sentido; pero el intento de referirlo a Jerusal�n es de todos los esquemas el m�s absurdo; porque, lejos de ser sostenida por el poder imperial, Jerusal�n fue hollada por �l. Si hubo alg�n poder gentil desde los d�as de Juan, que no sostuvo sino que persigui� y suprimi� a Jerusal�n, fue Roma, en lugar de ser una ramera ostentosa montada en ese vasto imperio.

Al mismo tiempo, el intento de aplicar Babilonia a la antigua Roma es casi igualmente desafortunado; y por una simple raz�n. Mientras Roma fue pagana, no existi� el porte completo de las siete cabezas, ni existi� ni siquiera uno de los diez cuernos. La divisi�n decenal-regio del imperio roto en Occidente, como todos saben, fue mucho despu�s de que Roma dejara de ser pagana. Nadie puede discutir que este notable grupo de reinos en Europa fue el fruto providencial de la unidad destruida del imperio romano cuando los b�rbaros lo invadieron.

Con ese amor a la libertad que tra�an de sus bosques germanos, no permitir�an que subsistiera m�s tiempo la regla de hierro del antiguo imperio, sino que establecer�an cada uno su propio reino en los diferentes fragmentos del imperio desmembrado. Por lo tanto, el intento de aplicarlo durante el per�odo pagano es completamente in�til a primera vista. Encontraremos que la escritura proporciona mucha luz para decidir el verdadero alcance de la profec�a, y que ninguna aplicaci�n al pasado puede satisfacer las condiciones satisfactoriamente.

Si los tiempos antiguos no cumplieron plenamente con los requisitos del cap�tulo, es evidente que la edad media transcurre sin su cumplimiento en su conjunto. Cuando llegamos a la plena aplicaci�n de la profec�a, debemos mirar hacia el �ltimo d�a.

Esto coincide con lo que hemos visto del libro en general; pero no niego que ciertos elementos que figuran en el Apocalipsis existieron entonces y a�n existen. Nadie puede negar sobriamente que Babilonia de alguna manera ten�a un lugar entonces; pero que el car�cter especial y, sobre todo, pleno de Babilonia se manifestara como aqu� se describe es otro asunto. Seguramente podemos decir que su copa a�n no estaba llena. Todav�a no estaba claro ante los hombres lo que Dios previ� como lo que finalmente provocar�a su juicio.

Una vez m�s, en mi opini�n, parece demostrablemente cierto que la relaci�n con la bestia aqu� presentada ante nosotros debe permitirse, con toda justicia, mirar hacia una etapa posterior de Babilonia. Por lo tanto, no hay duda de que algunos de los actores en las escenas finales del gran drama ya estaban all�, como la ciudad reinante y el imperio romano. Los elementos morales tampoco faltaban: el misterio de la iniquidad hab�a estado obrando durante mucho tiempo, aunque el enemigo a�n no hab�a tra�do la apostas�a, y menos a�n la manifestaci�n de la iniquidad.

Pero sea lo que fuere lo que subsisti� entonces, lo que el Esp�ritu presenta aqu� como un todo no se puede encontrar realizado en ning�n punto del tiempo en el pasado. Por lo tanto, debemos buscar forzosamente un desarrollo a�n m�s completo antes de que el Cordero juzgue a la bestia despu�s de que los diez cuernos junto con ella hayan destruido a Babilonia.

Hay otra observaci�n que hacer. Es dif�cil ver c�mo la ciudad romana, o cualquier cosa civil relacionada con ella, podr�a llamarse "misterio". Es en parte debido a esto que muchos hombres excelentes se han esforzado por aplicar la visi�n al romanismo; y admito que se encuentra una medida de analog�a. Ese sistema religioso tiene una conexi�n incomparablemente m�s cercana con esta misteriosa ramera que cualquier cosa de la que hayamos hablado hasta ahora.

No hay duda de que Roma, de alguna forma, es la mujer descrita en el cap�tulo: las siete cabezas o colinas apuntan claramente a esa ciudad, la cual de todas las ciudades podr�a ser conocida como la mejor y, de hecho, la �nica que gobierna sobre los reyes de la tierra. Por lo tanto, hay mucho que decir a favor de la] aplicaci�n protestante del cap�tulo en comparaci�n con la teor�a pretorista de la Roma pagana. Sin embargo, se encontrar� imperfecto, por razones que, creo, ser�n claras para cualquier mente imparcial.

All� est� la marca solemne grabada, no en la bestia blasfema, sino en la frente de su jinete, "Misterio, Babilonia la grande". La pregunta es, �por qu� se la designa as�? Si solo es una ciudad imperial, �qu� tiene esto que ver con el misterio? El simple hecho de conquistar a lo largo y ancho, y de ejercer vasto poder pol�tico en la tierra, no constituye ning�n t�tulo a tal nombre. Un misterio apunta claramente a algo que la mente natural del hombre no puede descubrir, un secreto que requiere la luz distinta y fresca de Dios para desentra�ar, pero que cuando se revela as� es bastante claro.

Y as� es con esta misma Babilonia que viene ante nosotros aqu�. Con justicia toma su t�tulo de la antigua fuente de los �dolos y del poder combinado sin Dios: siendo aqu� la confusi�n el elemento caracter�stico, la designaci�n se toma de la renombrada ciudad de los caldeos, el primer lugar notorio en ambos aspectos.

Pero el intento, de nuevo, de aplicar lo aqu� dicho a una futura ciudad de Babilonia en Caldea me parece no menos vano. Hay un claro contraste entre la ciudad que Juan describe y la antigua Babilonia, en el sentido de que esta �ltima fue construida en la llanura de Sinar, mientras que se dice expresamente que la primera tiene siete cabezas, y se explica que significan siete monta�as. Admito que puede haber algo m�s en el s�mbolo que las colinas literales de Roma, porque se dice que tambi�n son siete reyes. Al mismo tiempo, no tenemos la libertad de eliminar tal caracter�stica de la descripci�n. Est� escrito para ser cre�do, no para ser ignorado o explicado.

En resumen, parecer�a que Dios ha protegido Su propio proyecto de Babilonia para dejar bien claro que Roma, ciudad y sistema, figura en la escena; y esto tambi�n involucra necesariamente una descripci�n medieval, aunque el resultado completo no ser� hasta el final de la era; pues cabalga sobre la bestia o el imperio caracterizado de manera que involucra naturalmente la pasada irrupci�n b�rbara y el resultante estado de diez reinos.

Nuevamente, creo que no debe dudarse de que supone Roma despu�s de haber profesado el nombre de Cristo, aunque solo sea por la expresi�n "misterio" adjunta a Babilonia. Se contrasta claramente este misterio con otro. No tenemos que aprender lo que significa el otro misterio; sabemos bien que es conforme a Dios ya la piedad. Pero aqu� hay un misterio completamente diferente: "Misterio, Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra".

Aqu� se unieron el bien y el mal en una uni�n atea, para mal, no para mejor, esta alianza, profana en principio, irremediable por tanto en la pr�ctica, entre Dios y el hombre natural, que sustituye la gracia y la palabra de Dios por los ritos, porque la sangre de Cristo, y el poder del Esp�ritu, y emplea el nombre del Se�or como una tapadera para codicia y ambici�n m�s groseras, pero m�s aspirantes que el mundo vulgar.

Todas estas cosas tienen su lugar en Babilonia la grande. Ella es, la madre de las rameras, pero tambi�n (y con culpa a�n m�s profunda) de las abominaciones de la tierra. Esto trae la idolatr�a, la idolatr�a real y desvergonzada tambi�n, no solo esa obra sutil del esp�ritu id�latra de la que todo cristiano debe protegerse. Aqu� est� la adoraci�n positiva de la criatura adem�s del Creador, s�, y notoriamente m�s que �l.

�Qui�n no conoce los horrores de la mariolatr�a? Babilonia es la madre de las "abominaciones de la tierra". No se trata, pues, de �dolos virtuales aptos para atrapar a los hijos de Dios, sino de lo adaptado a la tierra misma, la idolatr�a palpable en toda su extensi�n.

Tal es el relato de Dios de Babilonia la grande. F�jate en esto (que confirma la aplicaci�n por la que se acaba de hacer ahora), que cuando Juan vio a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los m�rtires de Jes�s, se maravill� con gran asombro. Si hubiera sido simplemente una persecuci�n por parte de los paganos, �qu� hab�a de maravillarse en su odio mortal hacia la verdad y hacia aquellos que la confiesan? Era de esperar que una metr�polis abiertamente pagana, dedicada a la adoraci�n de Marte, J�piter, Venus y otras monstruosidades malvadas de la mitolog�a pagana, se irritara con el evangelio que lo expone todo y, en consecuencia, tratara de da�ar a los fieles. , y un resultado necesario, directamente que se conoci� el esp�ritu intransigente de Cristo.

Si aquellos que predicaron no hubieran dicho nada acerca de las vanidades de los paganos, si simplemente hubieran presentado el evangelio como algo mejor que cualquier cosa de la que los paganos pudieran jactarse, no dudo que los mismos paganos hubieran reconocido tanto. Y est� bastante bien comprobado que hubo una discusi�n entre ellos, incluso a la sugerencia de uno de los m�s malvados de sus emperadores, sobre si Cristo no deber�a ser reconocido y adorado en el Pante�n, cientos de a�os antes de Constantino, de hecho desde el principio. �poca del evangelio.

Pero nunca hubo la idea de darle a Cristo el �nico lugar que �l pod�a tomar. Porque Cristo no s�lo tiene un lugar supremo sino exclusivo. Ahora bien, no hab�a nada m�s repulsivo y fatal para el paganismo en todas sus formas que la verdad revelada en Cristo, que expuso todo lo que no era en s� mismo la verdad, definida y exclusiva. En consecuencia, el cristianismo, siendo directamente agresivo contra la falsedad del paganismo, fue de todas las cosas la m�s ofensiva para Roma. Era de esperar que la Roma pagana, por lo tanto, se opusiera al cristianismo, y as� lo prob� el hecho.

Pero no fue tal mal lo que asombr� al profeta. Estaba asombrado de que esta forma misteriosa del mal, este contratestimonio del enemigo (no del anticristo, sino de la antiiglesia), pareciera y fuera ampliamente aceptado como la santa iglesia cat�lica de Dios, que la cristiandad, si no el cristianismo, deber�a al menos al mismo tiempo se convirti� en el m�s encarnizado de los perseguidores, m�s furiosamente enfurecido contra los testigos de Jes�s y los santos de Dios de lo que jam�s lo hab�a estado el paganismo en cualquier pa�s o en todas las �pocas. Esto, muy naturalmente, lo llen� de un intenso asombro.

"Y el �ngel le dijo: �Por qu� te maravillaste? Yo te dir� el misterio de la mujer". Si realmente hubiera penetrado bajo la superficie, y visto que bajo la hermosa apariencia de la cristiandad, la mujer era, de todas las cosas bajo el sol, la m�s corrupta y aborrecible para Dios, no ser�a tan sorprendente. Por eso dice el �ngel: "Te dir� el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos.

La bestia que has visto era y no es; y subir� del abismo, e ir� a perdici�n; y los moradores de la tierra, cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida desde la fundaci�n del mundo, se asombrar�n, viendo la bestia que era, y es no, y estar� presente.� La frase final aqu� es la descripci�n de la bestia en su �ltimo estado, en el cual entrar� en colisi�n con Babilonia.

Tengamos esto en cuenta. Nos ayudar� a mostrarnos que, cualesquiera que hayan sido las condiciones pasadas de Babilonia, hay una futura; y es en ese futuro que Babilonia perecer�. Como comentario, la bestia o imperio romano se describe aqu� como lo que una vez existi�, que luego dej� de existir y que asume una forma final cuando reaparece del abismo. Por mala que fuera la Roma pagana, ser�a falso afirmar que alguna vez sali� del pozo sin fondo.

Cuando el ap�stol Pablo escribi� a los santos en Roma, especific� particularmente en ese mismo tiempo el deber de sujeci�n absoluta por parte de los cristianos a los poderes que entonces exist�an. Por supuesto, la aplicaci�n al imperio romano estar�a inmediatamente en la mente de cualquier cristiano en Roma. No hab�a duda alguna del car�cter del emperador; nunca hubo alguien peor que �l; sin embargo, Dios aprovech� esa misma oportunidad para imponer esto a los cristianos como su deber hacia la autoridad mundana fuera y sobre ellos. Se dictamin� en general que los poderes mundanos fueron ordenados por Dios. Pero esto no es salir del pozo sin fondo.

*La descripci�n aqu� es simplemente car�cter, no fechas. Si una persona sacara de esto, por ejemplo, que la jactancia era llevar a la mujer, Babilonia, cuando ten�a como un hecho todo lo que significan las siete cabezas y los diez cuernos, ser�a un error. El �ngel no implica nada por el estilo. Se trata aqu� de una cuesti�n de car�cter distintivo, aparte de la del tiempo, por la que debemos buscar en otras escrituras.

Pero viene un tiempo cuando el poder dejar� de ser ordenado por Dios; y este es el punto al que se refiere la �ltima condici�n de la bestia. Dios en Su providencia sancion� los grandes imperios de la antig�edad; y el principio contin�a mientras la iglesia est� aqu� abajo. Por lo tanto, tenemos que reconocer la fuente divina del gobierno incluso cuando sus poseedores abandonan todos esos pensamientos y mantienen su gobierno en el mundo como algo que fluye de la gente independientemente de Dios.

Pero llegar� el d�a en que a Satan�s se le permitir� hacer las cosas a su manera. Por un corto tiempo (�qu� misericordia que debe ser solo por un corto tiempo!) Satan�s producir� un imperio adecuado a sus prop�sitos, ya que brota de principios sat�nicos que niegan a Dios; y esto es parte de lo que parece significar la bestia que asciende del abismo. "Ir� a perdici�n", se a�ade, "y los moradores de la tierra, cuyos nombres no est�n escritos en el libro de la vida desde la fundaci�n del mundo, se asombrar�n, cuando vean la bestia que era, y no es, y estar� presente.

"A�n es" es una expresi�n muy desafortunada. Es culpa, sin embargo, del mal texto griego de Erasmo, Esteban, etc. Deber�a ser, "y estar� presente".* No se piensa en hacer tal cosa. paradoja para dejar perpleja la mente. La verdadera lectura aqu� no es ni dif�cil ni dudosa excepto para la incredulidad. No hay ninguna paradoja en el mensaje. Todo es simple y llanamente "la bestia que era, y no es, y ser�".

* Incluso los editores complutenses dan aqu� el texto correcto; y parecer�a que Erasmo no us� su MS. rectamente. Pues seg�n testimonio incuestionable, la copia reuchliniana tiene ??? ??????? como media docena de cursivas, lo que probablemente fue un error por ????????.

Pero todo esto ser� una gran inversi�n de la historia del hombre y de las m�ximas pol�ticas. Nunca ha habido una experiencia similar. �Qu� imperio existi�, luego se hundi� y finalmente reapareci�, con mayores pretensiones y poder, solo para perecer horriblemente? Es totalmente ajeno a la historia. Uno de los axiomas m�s aprobados es que los reinos son como los hombres en este sentido, que comienzan, surgen y caen. Como el hombre no cree en la resurrecci�n del hombre, no es de extra�ar que no crea en la resurrecci�n de un imperio.

La principal diferencia es que en el caso del hombre es Dios quien lo resucita, mientras que en el imperio no es Dios sino el diablo quien lo resucitar�. M�s all� de la controversia, sin embargo, es una reaparici�n muy inusual y anormal, que es del todo excepcional en la historia del mundo. En consecuencia, el imperio romano resucitado arrastrar� a los hombres por una tormenta de asombro ante su renacimiento. Poco saben, porque no creen lo que aqu� est� escrito, que est� por salir del abismo o pozo sin fondo. Es decir, Satan�s ser� el manantial de su levantamiento y poder final; �l, y no Dios en modo alguno, le dar� su car�cter.

"Y aqu� est� la mente que tiene sabidur�a. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer. Y all� (o ellos) hay siete reyes". Ya he tocado la doble fuerza del s�mbolo monta�as. "Cinco han ca�do, uno es, el otro a�n no ha llegado". Es decir, la sexta cabeza (que reinaba entonces en los d�as de Juan) era la forma imperial de gobierno. Nada de eso puede ser m�s claro. Tenemos aqu� una nota de tiempo de valor de la se�al.

Deber�a seguir un s�ptimo; y lo que es m�s, el s�ptimo era en un aspecto para ser un octavo. �Y la bestia que era y no es, �l es un octavo, y es de los siete, y va a la destrucci�n�. En un sentido ser�a un octavo, y en otro sentido ser�a de los siete; el octavo quiz�s por su extraordinario car�cter de resurrecci�n, pero uno de los siete porque exteriormente es de nuevo el viejo imperialismo.

Esto explica, me parece, la cabeza herida que luego fue curada. Es de los siete en ese punto de vista, porque es imperialismo; pero es un octavo, porque tiene una fuente diab�lica cuando se levanta de nuevo. De esta manera, nunca ha habido nada parecido antes.

"Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que a�n no han recibido un reino; pero recibir�n autoridad como reyes (no a sino por) una hora con la bestia". Todos ellos han de reinar al mismo tiempo que la bestia. Este es tambi�n un elemento no menos importante para la comprensi�n del cap�tulo. Todos los que han mirado hacia atr�s en la historia saben que cuando aparecieron los diez reyes, no hab�a bestia ni poder imperial.

Fue la destrucci�n de la unidad imperial de Roma lo que dio lugar a los conocidos diez reinos que los b�rbaros establecieron despu�s. No planteo ninguna pregunta sobre los diez. Sabemos que a veces eran nueve, a veces once o m�s; pero suponiendo todo esto perfectamente cierto, afirmo que, seg�n la historia, no recibieron su poder como reyes al mismo tiempo que la bestia. Este es el significado de "una hora con la bestia".

Lo contrario es el hecho innegable. Recibieron su poder como reyes cuando la bestia dej� de existir. As� es completa la diferencia entre la historia pasada (si miramos la extinci�n del imperio y el surgimiento de los diez reinos) y el cumplimiento cierto de la profec�a en el futuro, cuando miramos lo que Dios realmente nos ha dicho. No reconozco que el lenguaje sea dif�cil o ambiguo.

Solo el hombre tiene la culpa de haberlo aplicado mal. Sin embargo, ya se permite libremente una aplicaci�n parcial. Podemos entender perfectamente que Dios consolar�a a su pueblo en la edad oscura con este libro; y un vislumbre muy imperfecto de su verdadero significado podr�a, en Su gracia, servir para animarlos en sus pruebas hasta donde llegara. Desde Roma los santos hab�an sufrido; y era f�cil ver que la perseguidora revelada se llama Babilonia, y se identifica con la ciudad gobernante de Roma.

Hasta ahora ten�an raz�n. Tampoco hay ninguna raz�n real para asombrarse de que obtengan ayuda de la luz parcial. No era m�s que una visi�n imperfecta que ten�an incluso de la justificaci�n; una percepci�n mucho m�s escasa, si es que se puede decir que la ten�an, sobre el liderazgo de Cristo en la iglesia, su sacerdocio o casi cualquier otra cosa. Y as� fue s�lo un peque�o vistazo que tuvieron de la profec�a. Pero podemos entender que el Se�or pudo y logr� que ese poco llegara lejos, y no hiciera poco bien.

Pero, �hay alguna raz�n por la que debamos contentarnos con la medida de la que gozamos anta�o? Tal es la dura servidumbre que la mera tradici�n hist�rica impone a sus devotos. Aferr�ndose a lo que otros sab�an antes que ellos, o poco m�s, se reducen a un m�nimo de verdad. Cuando Dios es tan misericordioso, Su palabra es rica, plena y profunda, parece triste ver a Sus hijos contentos con solo lo suficiente para salvar sus almas o evitar que mueran de hambre.

En presencia de la gracia, no creo que esto sea para Su gloria, m�s que para su propia bendici�n. El �nico principio correcto en todo es ir a la fuente de la verdad divina y buscar all� refrigerio, fortaleza y aptitud para cualquier cosa a la que nuestro Dios nos llame. E incuestionablemente Dios ha estado despertando la atenci�n de Su pueblo de una manera notable al valor de Su palabra, y no menos importante a la porci�n que ahora estamos examinando.

Est� claro que lo que contempla el vers�culo no es el poder romano cuando hab�a una cabeza del imperio, ni la parte oriental o bizantina del mismo despu�s de esa partici�n, ni el estado occidental de divisi�n bajo los reyes que sucedieron a la deposici�n de Augustulo; pues en el estado medieval pudo haber diez reyes (en contraste con el antiguo estado de la bestia sin ellos, pero ninguna bestia o sistema imperial con sus jefes.

Esto es lo que llev� a los hombres a la idea de hacer que el papa fuera la bestia. Pero esa idea es del todo insuficiente para cubrir o cumplir con la palabra de Dios, que da razones claras y contundentes que prueban el error de aplicarla al Papa como su pleno cumplimiento. Porque lo que se presenta claramente ante nosotros en este �nico vers�culo es el doble hecho de que los diez cuernos aqu� contemplados reciben su poder real a la misma hora o tiempo que la bestia, y no posteriormente, cuando su gobierno se extingue. �l obtiene su poder y ellos obtienen el suyo al mismo tiempo.

Esto elimina muchas redes de comentarios; porque encontramos de inmediato lo que es perfectamente simple, lo que cualquier hijo de Dios que crea que esta es la palabra de Dios debe reconocer. Traer la historia aqu� enred� el tema; y los que m�s apelan a su evidencia son los mismos hombres que parecen ignorar sus hechos. Pero basta el conocimiento m�s ordinario; porque �qui�n no sabe por la Biblia que hab�a un imperio romano cuando naci� Cristo, un emperador, y ning�n estado como ese imperio dividido en diez reinos? Encontramos un decreto saliendo que todo el mundo ser� inscrito.

Por supuesto, debe haber una consulta con los reyes, cuando los reyes existan y se conviertan en una parte acreditada de ese imperio, como gobernantes subordinados a la bestia. Pero no; fue un decreto absoluto que sali�, y esto indiscutiblemente, de una sola cabeza del imperio indiviso. Siglos despu�s lleg�, no s�lo la divisi�n en oriente y occidente, sino tambi�n el estado fragmentado del occidente, cuando dej� de existir un jefe imperial.

Pero la profec�a nos muestra la bestia resucitada y los reyes separados reinando al mismo tiempo, antes de que el juicio divino los destruya a la venida de Cristo y sus santos. Por lo tanto, esto ciertamente debe ser futuro.

C�mo encaja esto precisamente, perm�tanme decir, con el estado de �nimo en estos tiempos modernos; porque el "constitucionalismo", como lo llaman los hombres, es el fruto del sistema teut�nico que sobrevino al del imperio romano disuelto. Fueron los b�rbaros quienes introdujeron las ideas prevalecientes de libertad as� como el feudalismo y, en consecuencia, son ellos los que han defendido firmemente la libertad; de modo que todos los esfuerzos para reconstituir el imperio que se han intentado una y otra vez han resultado hasta ahora en un fracaso total.

La raz�n es manifiesta que hay un estorbo "uno que detiene". No se puede hacer hasta que llegue el momento. Cuando llegue su propia temporada, como seguramente suceder�, el obst�culo divino debe ser removido, y entonces se le permite al diablo hacer lo peor. El lado pol�tico de esto se describe aqu� con sorprendente brillo y brevedad. Los diez cuernos con la bestia son todos para recibir autoridad la bestia por supuesto ejerciendo el poder imperial, ellos como reyes, todo durante un mismo tiempo antes de que llegue el fin.

Claramente, por lo tanto, es futuro. Es imposible referirlo al pasado con alguna muestra aunque sea de razonable probabilidad, no dir� de realidad o de verdad. Las Escrituras y los hechos refutan todas esas teor�as.

"Tienen una mente, y dan su propio poder y autoridad a la bestia". Hasta ahora, lo contrario de esto ha sido cierto en la historia. Los cuernos se han enfrentado constantemente entre s�, e incluso a veces el papa. Desde entonces el mundo no ha visto el poder imperial ante el que todos se inclinan. �No hemos o�do hablar del equilibrio de poder? Esto es con lo que las naciones han estado constantemente ocupadas, para que ning�n poder se convierta en la bestia.

Si algunos pocos se han unido a un lado, algunos seguramente ayudar�n al otro, porque est�n celosos de que alguno adquiera una autoridad tan preponderante y poder como para gobernar a los dem�s. Pero en el tiempo realmente contemplado aqu� todo este barajar pol�tico habr� terminado. "Estos tienen una mente, y dan su propio poder y autoridad a la bestia", o su l�der imperial. "Estos pelear�n contra el Cordero, y el Cordero los vencer� (porque es Se�or de se�ores y Rey de reyes), ya los que est�n con �l, llamados, escogidos y fieles".

Pero a�n no tenemos el final de Babilonia todav�a. Su parte en la corrupci�n de los altos y la intoxicaci�n de los bajos, su car�cter id�latra ha llegado ante nosotros. Hemos visto su conexi�n con la bestia; pero se avecina un conflicto. A la mujer se le permiti� montar la bestia para influir y gobernar el imperio primero, pero al final para ser objeto de odio hacia los diez cuernos y la bestia, quienes la exponen, la roban y la destruyen. "Y �l me dijo: Las aguas que has visto, donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas". Tal era su influencia que se extend�a mucho m�s all� de la bestia.

Las hordas g�ticas no estaban a�n incorporadas al imperio, menos a�n eran cuernos de la bestia, ni le dieron su poder, sino que la destruyeron. Destrozaron a la bestia a�n m�s que a Babilonia. La historia pasada, por lo tanto, de ninguna manera se adapta a la profec�a. "Y los diez cuernos que viste en la bestia". Aqu� me veo obligado a decir que nuestra versi�n autorizada, y no s�lo ella, sino nuestros testamentos griegos comunes, est�n totalmente equivocados.

Esto se sabe tan bien, y sobre bases tan decididas, que ser�a impropio ocultar el hecho. No hay incertidumbre alguna en el caso. Es cierto que debemos leer (no "sobre", sino) "y* la bestia". Esto es de gran importancia. Los cuernos y la bestia se unen para odiar a la ramera. No solo se supone que son coexistentes, sino que est�n unidos en su cambio de sentimiento contra Babilonia.

Las amistades del mal no son duraderas. �Estos aborrecer�n a la ramera, y la dejar�n desolada y desnuda, y devorar�n sus carnes, y la quemar�n con fuego�. No es el evangelio, ni el Esp�ritu Santo, sino el imperio latino revivido sin ley con sus reinos vasallos del oeste, que combinan y destruyen a Babilonia. El amor imp�o terminar� en odio. Entonces la tratar�n con desprecio y exposici�n vergonzosa.

A continuaci�n, se apoderar�n de sus recursos. Finalmente la destruir�n. �Puede haber algo menos razonable (incluso tomando ese terreno, por bajo que sea) que los diversos gobernantes de las potencias occidentales, los reyes cat�licos, se unan al Papa para destruir su propia ciudad o su propia iglesia, cualquiera que sea Babilonia? Algunos eluden la dificultad al referir la desolaci�n a los poderes godos; y estos protestantes, como si fueran meros preteristas! �Qu� confusi�n! �No es esta raz�n suficiente para decir que ni siquiera la sombra de la tierra firme aparece para el sistema?

* Ahora parece que el Cod. Reuchlin. Capnionis, que fue usado por Erasmo, y recientemente descubierto despu�s de una larga oscuridad por el Dr. Delitzsch, dice ??? (no ???) ?? ?. como el Complut. Pol�glota, y todas las ediciones del valor menos cr�tico. La nota de Scholz ("rec. cum cdd. pl.") es un mito. No tengo conocimiento de ninguna EM. a su favor, aunque algunas versiones lo representan.

De ah� el esfuerzo de algunos por apuntalar una lectura manifiestamente falsa. Se debe a la exigencia de una noci�n que teme y es irreconciliable con la verdad en este lugar. "Los diez cuernos que viste Y la bestia" dar�a sin duda la forma correcta del vers�culo.

As� todo implica su presencia simult�nea por el mismo tiempo y acci�n com�n con la bestia, en saquear y luego destruir a Babilonia. Dios los usa para este objeto, - el dejar de lado a ella, la gran corruptora religiosa, cuyo centro se encuentra en Roma. F�cilmente podemos entender que el derrocamiento del poder eclesi�stico es necesario para dejar un campo completo y libre de obst�culos para que el poder imperial se desarrolle en su forma final de violencia y rebeli�n y apostas�a contra el Se�or.

Sin embargo, la religi�n, por corrupta que sea, act�a como un freno a la voluntad humana, como lo hace un gobierno, por malvado que sea. Incluso el peor de los gobiernos es mejor que ninguno. Que una religi�n corrompida es mejor que ninguna, no lo dir�: de todos modos inquieta a los hombres; es una espina en el costado de aquellos que no quieren ninguna religi�n. Por eso los cuernos y la bestia se juntan y desolan a la ramera. El hecho de que los reyes hayan coqueteado con ella, que la bestia una vez la sostuviera, solo se volver� m�s amargo para ella, quien, infiel a Dios, hab�a apostado el nombre usurpado y abusado de Cristo para ganar lo que ahora estaba perdido para siempre. .

�Porque Dios puso en sus corazones el hacer su voluntad, y hacer una sola voluntad, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.� Es un tiempo de fuerte enga�o, sea recordado.

"Y la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra". Ninguno excepto Roma corresponde. "La mujer" es el s�mbolo m�s general que la designa como la gran ciudad imperial; "la ramera" es su personaje religioso corrupto, que abarca la Roma papal, pero no termina con el Papado tal como es.

Apocalipsis 18:1-24 no necesita retrasarnos mucho. Es una descripci�n, no de la relaci�n de Babilonia con la bestia, sino de la ca�da de la ciudad, con ciertos cantos f�nebres puestos en boca de las diferentes clases que gimen por su extinci�n aqu� abajo. Pero junto con eso, Dios advierte de su ruina y llama a Su pueblo (vers�culo 4) a salir de ella.

"Salid de ella, pueblo m�o, para que no se�is part�cipes de sus pecados, ni recib�is parte de sus plagas. Por su pecado, han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades". Entonces la palabra es: "Dadle como ella os ha dado, y doblad para ella el doble seg�n sus obras; en la copa que ella prepar�, hacedlo para su doble. Cuantas cosas ella se gloriaba y viv�a en deleites, as� dadle mucho tormento y dolor; porque dice en su coraz�n: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y nunca ver� dolor".

Es decir, Babilonia es vista en este cap�tulo no tanto en su forma misteriosa y religiosa, dando lugar a toda clase de confusi�n de la verdad y el error, del bien y del mal, embriagando, corrompiendo y seduciendo, como todos pueden ver, a trav�s de ella. influencia perversamente religiosa; pero aqu� se la ve como la ayudante y c�mplice m�s conspicua del mundo en sus lujos y deleites y el orgullo de la vida, de lo que los hombres llaman "civilizaci�n".

En consecuencia, esto se describe en nuestro cap�tulo con considerable detalle, y con el dolor y la aflicci�n de todas las diferentes clases que, tras la ca�da de Babilonia, gimieron por su destrucci�n y la p�rdida de sus riquezas y disfrute.

Pero el relato gr�fico no termina hasta que el Esp�ritu de Dios nos muestra otra perspectiva de Babilonia por completo. Un �ngel poderoso toma una piedra y dice, cuando la arroja al mar: "As� con violencia ser� derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca m�s ser� encontrada". La raz�n se da al final; no s�lo "por tu hechicer�a fueron enga�adas todas las naciones", sino sobre todo "en ella se hall� [la] sangre de los profetas y de los santos, y de todos los muertos en la tierra".

�Qu� hecho tan solemne y de peso en el gobierno de Dios! �C�mo se puede decir que este sistema vil, corrupto e id�latra de los �ltimos d�as fue culpable de la sangre de todos los m�rtires? Ella sigui� y hered� el esp�ritu de todos, desde los d�as de Ca�n, que hab�a levantado sus manos contra sus hermanos justos. En lugar de tomar la advertencia de la maldad de aquellos antes de ella, que hab�an seducido por un lado, y perseguido.

por el otro, cuando pudo, hab�a ido aumentando en ambos, hasta que por fin lleg� el golpe del juicio divino. Es as� que Dios suele tratar por regla general en sus juicios, no necesariamente sobre el que primero introduce un mal, sino sobre los que heredan la culpa, y tal vez la agravan, en vez de tomar amonestaci�n por ella. Y cuando Dios juzga, no es s�lo por la maldad de los juzgados, sino por la de todos, desde el primer brote hasta ese d�a. Esto no es injusto, sino, por el contrario, la m�s alta justicia desde el punto de vista divino.

Podemos ilustrarlo con los miembros de una familia. Supongamos, por ejemplo, un padre borracho: si los hijos tuvieran una chispa de sentimiento correcto, no s�lo deber�an sentir la mayor verg�enza y dolor a causa de su padre, sino que se esforzar�an (como los hijos de No� que ten�an el debido sentido de lo que era propio de su padre) para arrojar alg�n manto de amor sobre aquello que no pod�an negar, pero que no quer�an mirar, pero que seguramente sobre todas las cosas velar�an contra ese pecado vergonzoso.

�Pero Ay! hay un hijo en la familia que, en lugar de ser amonestado por la maldad de su padre, se licencia de �l para complacerla. Sobre �l cae el golpe, no sobre el desdichado padre. El hijo es doblemente culpable, porque vio la desnudez de su padre y lo sinti� lo suficiente como para esconderse. Pero deber�a haberlo resistido. No me refiero a la venganza (pues eso pertenece al Se�or), sino como aborreciendo santamente el pecado mismo, pero al mismo tiempo en la m�s profunda compasi�n por su padre. Pero lejos de eso, por el contrario, ha perseverado en el mismo mal camino, tan mal o peor que su padre. Entonces y as� se agrava la culpa en el caso de este malvado hijo.

Es un caso precisamente similar aqu�. Babilonia hab�a escuchado una vez el variado testimonio de Dios; �Por qu� no hab�a o�do hablar de la verdad? El evangelio hab�a sido predicado all�, ya que la de Caldea no carec�a de ley y profeta. Babilonia debe o�r, no lo dudo, el testimonio final de Dios, el evangelio del reino que ha de salir en los �ltimos d�as; pero ama su placer y poder, y rechaza la verdad. Ella despreciar� todo lo realmente divino; ella s�lo usar� lo que pueda pervertir de la palabra de Dios para aumentar su propia importancia, y ganar una mayor ascendencia sobre las conciencias de los hombres, y gozar m�s lujosamente en este mundo; porque ella ir� lejos para borrar todo recuerdo del cielo, y para hacer de este mundo una especie de para�so que ella embellece, no con una religi�n pura e inmaculada,

Esto es precisamente lo que traer� el juicio indignado de Dios sobre la �ltima fase de Babilonia, para que le sea imputada la culpa de toda la sangre derramada sobre la tierra, y sea juzgada en consecuencia. No impide, por supuesto, que en el juicio de los muertos cada uno sea juzgado por su propio pecado. Esto sigue siendo cierto. El d�a del Se�or en el mundo de ninguna manera deja de lado Su trato con las almas individuales.

El juicio de los muertos es estrictamente individual, los juicios en este mundo no lo son. Sus golpes en este mundo son m�s nacionales que en Israel; incomparablemente m�s severo, en posesi�n de mayores privilegios, es el juicio de la cristiandad corrupta, o Babilonia como se la llama aqu�. Pero de acuerdo con Su principio de gobierno, no es meramente la culpa personal, sino la que, por despreciar el testimonio de Dios, se acumula as� moralmente de edad en edad en la proporci�n del testimonio de Dios y la maldad que han cometido los hombres. a pesar de ello. Esto puede ser suficiente para Apocalipsis 18:1-24 .

�Despu�s de estas cosas o� como una gran voz de una gran multitud en el cielo, que dec�a: Aleluya, la salvaci�n, y la gloria, y el poder de nuestro Dios; porque verdaderos y justos [son] sus juicios; la gran ramera, que corrompi� la tierra con su fornicaci�n, y veng� la sangre de sus siervos de su mano. Y dijeron Aleluya por segunda vez, y su humo sube por los siglos de los siglos.

El Esp�ritu de Dios contrasta con la ca�da de Babilonia el matrimonio de la novia, la esposa del Cordero. Babilonia fue la iglesia espuria mientras se trataba de la iglesia, y la corruptora final cuando no se pod�a tratar de esta m�s tiempo, y sali� el testimonio final de Dios. No dudo que hubo una forma corrupta en relaci�n con Israel en tiempos pasados. Es decir, primero estuvo la Babilonia literal, por supuesto; pero aqu� es simb�lica.

Una misteriosa anarqu�a hereda el conocido nombre de Babilonia cuando Roma se adelanta; y no abarca simplemente los tiempos cristianos, sino el fin de la era despu�s de que la iglesia haya desaparecido, cuando llegue el curso del juicio divino. Tenga esto en cuenta: omitir la �ltima parte es fatal para cualquier comprensi�n precisa de la Revelaci�n.

En consecuencia, encontramos aqu� a los veinticuatro ancianos y cuatro seres vivientes presentados ante nosotros por �ltima vez. Es decir, los santos celestiales a�n son vistos como cabezas del sacerdocio glorificado, y tambi�n como ejecutivos en la administraci�n de los juicios de Dios. Pero una voz sale del trono, diciendo: "Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos, y los que le tem�is, as� peque�os como grandes.

Y o� como la voz de una gran multitud, y como la voz de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que dec�a: Aleluya, porque el Se�or Dios Todopoderoso reina.* Goc�monos y alegr�monos, y dadle la gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado�. Ahora encontramos el s�mbolo de la novia ante nosotros, y los ancianos y los seres vivientes desaparecen. La novia est� a la vista. .

*Es el aoristo en griego, que en un caso como este es dif�cil de representar correctamente en espa�ol; porque ni "rein�" ni "ha reinado" podr�an transmitir que Dios hab�a entrado en Su reino, sino m�s bien que ya hab�a pasado.

�Debemos entonces entender que los ancianos y las criaturas vivientes son tomados juntos absolutamente como la novia ahora? que los que se significan bajo las figuras de los ancianos y de los seres vivientes toman el nombre y la figura de la novia? En mi opini�n, no es absolutamente as�. Los ancianos nos muestran las cabezas celestiales del sacerdocio (abarcando, seg�n creo, los santos del Antiguo Testamento y los del Nuevo); i.

es decir, no se limitan a la iglesia, el cuerpo de Cristo. Luego, cuando se celebra en el cielo el Cordero y Su compra por la sangre, los cuatro seres vivientes se unen a los ancianos, aunque cada uno es distinto. Los santos glorificados deben administrar poder de una manera mucho m�s all� de los �ngeles. Los seres vivientes est�n, desde Apocalipsis 5:1-14 , junto con los ancianos, como los encontramos al comienzo de Apocalipsis 19:1-21 .

Pero ahora, cuando esos s�mbolos desaparecen, por una nueva acci�n de Dios (a saber, la consumaci�n del gozo de la iglesia), los ancianos y los seres vivientes desaparecen, y no tenemos solo a la novia, sino otra clase de santos, que en una vez adelante. "Y a la novia se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino son las acciones justas de los santos". Digo "justicias", no "justicia".

"No es lo que Cristo pone en ellos, sino un reconocimiento incluso en este tiempo de lo que ha sido de Dios, no niego la obra del Esp�ritu de Cristo. Pero es lo que cada santo tiene, aunque el pensamiento bendito aqu� es que la iglesia lo tiene no s�lo en el sentido de que cada persona posea lo suyo propio, sino que la novia lo tiene todo (es decir, la iglesia en gloria). El individuo tiene tambi�n su propio fruto. Esto sigue siendo cierto tambi�n en su propio lugar, como encontraremos; y cuando se trata de recompensa, este es precisamente el gran punto; pero cuando se trata de la novia arriba, esa es la forma en que se presenta aqu�, como podemos ver claramente en el vers�culo 8.

El Esp�ritu de Dios implica que decididamente no es la justicia aqu� la que es por otro, y por lo tanto imputamos justicia, sino justicias personales y reales. Por supuesto que lo otro es cierto. Delante de Dios tenemos lo que se encuentra s�lo por y en Cristo, que es otro y un car�cter completamente superior en comparaci�n con las justicias de los santos.

Adem�s de la novia as� ataviada, "�l me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero". Aqu� puede ver la raz�n para decir que los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes no son absolutamente la iglesia, porque cuando se aplica ese s�mbolo, y el de la novia se adelanta, tenemos otros tambi�n. Lo que juzgo, entonces, es que los invitados, o los que fueron llamados a la cena de las bodas del Cordero, se refieren claramente a los santos del Antiguo Testamento.

Si es as�, est�n all� en la calidad no de la novia, sino de los invitados a las bodas del Cordero; pero no los considero los santos apocal�pticos por la sencilla raz�n de que, como se muestra en el pr�ximo cap�tulo, los santos apocal�pticos a�n no han resucitado de entre los muertos. Estos permanecen todav�a en la condici�n de esp�ritus separados. Esa no es en absoluto la forma en que se habla de los invitados. Pienso, por tanto, que los ancianos y los seres vivientes comprenden tanto a los santos del Antiguo Testamento como a la iglesia, la novia de Cristo, que en consecuencia, cuando se menciona a la novia, estaban estos otros que hab�an sido incluidos en los ancianos y los vivientes. criaturas, pero que ahora se ven como un cuerpo separado.

Sin duda todo esto puede parecer a algunos un poco dif�cil, pero de nada sirve evadir lo que es dif�cil. Debemos enfrentar las dificultades; debemos inclinarnos ante la palabra; debemos buscar aprender a trav�s de todos. No arreglamos las cosas con conclusiones apresuradas, solo complicamos la verdad. Y me parece que aqu� estamos obligados a dar cuenta de la presencia de estos otros que est�n en la cena de las bodas del Cordero, pero aparecen como invitados, y de ninguna manera en la calidad de la novia.

En general, esto se ha pasado por alto en el cap�tulo, o se ha arrojado alguna inferencia insatisfactoria, que solo puede enredar la profec�a. Por supuesto, no me quejo de personas en particular, sino de la vaguedad general en la que se ha tomado el pasaje, a menos que, de hecho, el curso m�s com�n sea no ignorarlo.

Entonces el profeta se postra para rendir homenaje al �ngel; y esto da lugar a una advertencia de peso. No se trata s�lo de que el �ngel corrija el acto afirmando que es consiervo suyo y de sus hermanos que tienen el testimonio de Jes�s. Por eso estaba completamente fuera de lugar rendirle homenaje a �l en lugar de al Dios que lo hab�a enviado a servir. Pero nos dice adem�s que el Esp�ritu de profec�a, que profetiza en este libro, es el testimonio de Jes�s.

As�, el testimonio divino no se limita al evangelio oa la iglesia, sino que el Esp�ritu prof�tico que caracteriza la Revelaci�n como un todo, despu�s de que la iglesia es traducida, es igualmente un testimonio de Jes�s. Esto es de suma importancia, porque puede ser (como ha sido) olvidado por algunos que hacen que el evangelio y la correspondiente presencia del Esp�ritu sean los mismos en todos los tiempos; como otros han pensado, porque Apocalipsis 4:1-11 y las secuelas tratan de jud�os y gentiles, y el estado del mundo bajo los juicios de Dios, que esto no puede ser un testimonio de Jes�s en absoluto.

Pero realmente lo es. "El Esp�ritu de profec�a" y tal es todo a lo largo de Apocalipsis despu�s de que las siete iglesias terminan con "es el testimonio de Jes�s". Conocemos al Esp�ritu Santo m�s bien como esp�ritu de comuni�n con Cristo. Poco a poco, despu�s de nuestra traslaci�n al cielo, �l obrar�, y tan vitalmente en aquellos que se inclinan ante Dios, cuando ser� la recepci�n del testimonio prof�tico que aqu� se admite que es, no obstante, el testimonio de Jes�s.

Entonces se abre el cielo, y para una vista m�s solemne. No es ahora el templo abierto all�, y el arca del pacto visto cuando se ve la seguridad de Israel, como el objeto de los consejos de Dios; ni es una puerta abierta arriba, como la vimos cuando el profeta estaba dando su introducci�n a la profec�a de los tratos de Dios con el mundo como un todo, aunque en ambos casos todo manifiestamente se agrupa alrededor del Se�or Jes�s.

Pero ahora el cielo est� abierto para hechos a�n m�s graves y de incalculable importancia para el hombre y el universo y el enemigo. Es Cristo mismo a punto de manifestarse en sus derechos como Rey de reyes y Se�or de se�ores; y esto de cara al mundo. "Y vi el cielo abierto, y he aqu� un caballo blanco". El poder victorioso presentado para someter es el significado del caballo blanco. "Y el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Ya no se trata de sostener a sus santos en la gracia, sino del poder soberano para juzgar la tierra. "Sus ojos eran como llama de fuego, y sobre su cabeza hab�a muchas diademas". Hubo discernimiento judicial con la posesi�n distinta. de todos los t�tulos de soberan�a.

�Y ten�a un nombre escrito que nadie conoc�a sino �l mismo�. �l est� saliendo en indiscutible gloria humana, pero se tiene el mayor cuidado para hacernos saber que �l ten�a lo que estaba por encima del hombre por encima de la criatura; porque "nadie conoce al Hijo sino el Padre". Aqu� parecer�a que tenemos exactamente lo que responde a eso: este nombre nadie lo conoc�a sino �l mismo. �l era una persona divina, cualquiera que sea la nueva posici�n que asume para el mundo.

"Y estaba vestido con una ropa te�ida en sangre". Viene a ejecutar venganza, y con se�al de muerte para los rebeldes. "Y su nombre es llamado La Palabra de Dios". �l era la palabra de Dios en la revelaci�n de la gracia; cuando se conozca, poco a poco, ser� como el ejecutor de los juicios de Dios. �l expresa igualmente lo que Dios es. El evangelio de Juan y el Apocalipsis revelan perfectamente ambos, ya sea en gracia o en juicio. "Y los ej�rcitos que estaban en el cielo le siguieron sobre caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco, puro".

Aqu� aprendemos de inmediato en qu� consiste Su s�quito. Son santos glorificados, y no �ngeles. Y esto lo confirma enteramente Apocalipsis 17:1-18 , donde se nos dice que ellos estar�n con �l cuando �l venga. Cuando la bestia se atreva a pelear con el Cordero, �l vencer� a la bestia; y los que est�n con �l, t�rminos "llamados, escogidos y fieles", en su conjunto, totalmente inaplicables a los �ngeles.

Los �ngeles nunca son "llamados", aunque pueden ser "elegidos"; y aunque llamados santos, no recuerdo que se les haya llamado nunca "fieles". "Fiel" es lo que pertenece a un hombre. Supone el efecto y el ejercicio de la fe. "Llamado" es evidentemente inaplicable, porque llamar supone que la persona es sacada de una condici�n y elevada a otra mejor. Este nunca es el caso con un �ngel.

Los �ngeles ca�dos no son llamados, y los santos �ngeles nunca necesitan serlo, son guardados. La llamada es el fruto de la gracia activa de Dios hacia el hombre, y s�lo hacia �l ca�do. Incluso el hombre mismo cuando era inocente en el Ed�n no fue llamado. Apenas hab�a pecado, vino la palabra de Dios, y fue llamado. Es muy evidente, por lo tanto, que los santos en un estado glorificado est�n aqu� representados siguiendo al Se�or desde el cielo.

No se les ve aqu� como la novia. Esto habr�a sido del todo inapropiado para tal progreso: cuando el Rey sale cabalgando hacia la victoria en el juicio de los hombres malvados del mundo, no es en la calidad de novia, sino de ej�rcitos o huestes, que los santos lo siguen; y estos incluyen sin duda a los invitados tambi�n, es decir, todos los glorificados toman su lugar en Su s�quito.

Al mismo tiempo notar�s que no se dice que estos sean ejecutores del juicio como lo es Cristo.* Es a �l a quien Dios ha dado todo el juicio, no necesariamente a nosotros. Puede que tengamos una tarea especial en ello, pero este no es el trabajo para nosotros, como me parece a m�. Por eso. no hay espada saliendo de nuestra boca; ni se dice que los santos o las huestes celestiales est�n ataviados de la misma manera que el Se�or. Simplemente se dice que los glorificados han de seguir al Se�or en poder victorioso, y nada m�s, "vestidos de lino fino, blanco, puro.

�ngeles que sabemos por otras escrituras estar�n all�, pero de esto no o�mos nada aqu�. Pero "de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y �l las regir� con vara de hierro". "Lo que lo hace m�s notable es esto, que se nos promete la barra de hierro, no la espada. Luego est� el poder reinante, pero no la ejecuci�n del juicio de esta manera terrible que se atribuye al Se�or mismo.

Pero �l "pisa el lagar del vino del furor de la ira del Dios Todopoderoso", otro car�cter de juicio nunca atribuido a los santos, que yo sepa. "Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Se�or de se�ores".

*Es la caracter�stica m�s llamativa, debido a lenguaje como Salmo 149:6-9 , que habla de todos los santos contemplados en la tierra para el d�a de Jehov�.

Luego sigue la proclamaci�n del �ngel, y la invitaci�n a la cena del gran Dios, a comer la carne de todos los grandes de la tierra. �Y vi un �ngel que estaba en pie en el sol, y clam� a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, congregaos en la gran cena de Dios, para que com�is carne de reyes, y carne de quiliarcas, y carne de [hombres] fuertes, y carne de caballos, y de los que los montan, y carne de todos, tanto libres como esclavos, tanto peque�os como grandes.

" Y luego viene la reuni�n y la batalla. "Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ej�rcitos, reunidos para hacer la guerra contra el que montaba el caballo, y contra su ej�rcito. Y la bestia fue tomada� (tomada viva), �y con ella el falso profeta que hac�a se�ales en su presencia, con las cuales enga�aba a los que recib�an la marca de la bestia, y a los que adoraban su imagen.

As�, la segunda bestia ya no es vista como un poder terrenal, sino como un profeta, por supuesto, un falso profeta. Toda la energ�a para enga�ar a los hombres en presencia de la primera bestia estuvo durante mucho tiempo en sus manos, y ahora no se habla m�s. de. El poder espiritual est� enteramente en manos del falso profeta. Se entender� cuando uno dice "espiritual" que no se refiere a ninguno excepto a los malvados.

"Vivos los dos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre". As� el juicio eterno fue ejecutado de una vez. Fueron atrapados en flagrante traici�n y rebeli�n: �qu� m�s necesidad de alg�n proceso de juicio?

"Y los restantes fueron muertos con la espada del que montaba el caballo, la cual [espada] sale de su boca: y todas las aves se saciaron de su carne". Su destino fue terrible, pero de ning�n modo del mismo tipo que el de sus dos l�deres.

Luego se describe otro acto inmensamente importante: la atadura de Satan�s. Ya no se le permitir� merodear por el mundo atrapando y destruyendo. "Y vi a un �ngel que descend�a del cielo, que ten�a la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Y prendi� al drag�n, la serpiente antigua, que es el diablo y Satan�s, y lo at� con una mil a�os." No es por lo tanto su juicio final.

el �ngel lo arroj� al abismo, y lo encerr�, y puso un sello sobre �l, para que nunca m�s enga�ara a las naciones, hasta que fueran cumplidos mil a�os; despu�s de estas cosas es necesario que sea desatado por un poco de tiempo�.

Y luego llegamos a una revelaci�n m�s alentadora: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y se les dio juicio; y [vi] las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jes�s, y por causa de la palabra de Dios: y los que no hab�an adorado a la bestia, ni a su imagen, y no hab�an recibido la marca en su frente, ni en su mano; y vivieron y reinaron con Cristo mil a�os.

"No creo que la audiencia presente requiera muchas palabras para mostrar que no debemos entender la escena como una mera figura del cristianismo. Probablemente hay pocos aqu�, si es que hay alguno, que no la entiendan como la primera parte". sombra de una resurrecci�n real, en fin, no es lenguaje tropical, como cuando se dice del hijo pr�digo: "Este mi hijo estaba muerto, y ha vuelto a la vida", o de la restauraci�n de Israel, que se compara con una resurrecci�n de entre los muertos para el resto del mundo.

Aqu� la visi�n fue de tronos con asistentes, y otros hicieron que se unieran a ellos; y la explicaci�n inspirada es que es la primera resurrecci�n, la resurrecci�n de los justos de entre los muertos. Veamos los diferentes grupos que se ve que tienen parte en la primera resurrecci�n.

Primero, "vi tronos, y se sentaron sobre ellos". Los tronos ya estaban llenos. En lugar de ejecutar el juicio sobre ellos, se les dio. Ellos mismos deb�an juzgar. �Qui�nes eran? �Qui�nes son las personas as� investidas de una autoridad judicial de tan gloriosa naturaleza y para reinar, como veremos m�s adelante, con Cristo? Claramente los mismos santos que hemos visto presentados primero por los ancianos en el cielo, luego por los ancianos y los seres vivientes, luego, por la novia y los seres vivientes en la cena de las bodas, y finalmente por los ej�rcitos que segu�an al Se�or. fuera del cielo.

Ya no se trata ni de celebrar los caminos y consejos de Dios, ni de la guerra con la bestia y el rey. En consecuencia, es otra figura. esta reinando Hay tronos llenos de ciertas personas, que reinan junto con �l. As�, el lenguaje del s�mbolo es tan definido como cualquier otro. No falta la precisi�n, sino todo lo contrario. De hecho, una energ�a peculiar se adhiere al lenguaje simb�lico.

Pero lo que tambi�n es importante observar es que Juan vio almas, las almas de los decapitados a causa del testimonio de Jes�s, ya causa de la palabra de Dios. Estos son los m�rtires de Apocalipsis 6:1-17 , los que se ven desde hace mucho tiempo bajo el altar, derramados como holocaustos a Dios. Se recordar� que se les dijo que deb�an esperar.

Hab�an clamado al gobernante soberano que vengara su sangre sobre sus enemigos, pero se les dijo que deb�an esperar un poco a que otros, sus consiervos y sus hermanos, murieran como ellos. Aqu� en consecuencia los tenemos todos. Porque sigue otra compa��a de m�rtires que sufrieron cuando la bestia plante� sus peores y �ltimas pretensiones. Cuando apareci� la segunda bestia, incluso se esforz� por matar a los que no adoraban a la bestia, ni rend�an homenaje a su imagen, ni recib�an su marca. Estos componen la tercera clase de la que aqu� se habla.

Los primeros fueron los que descendieron del cielo despu�s de Cristo, ya resucitados de entre los muertos y glorificados. En consecuencia, se sentaron en los tronos a la vez; mientras que las dos �ltimas clases, descritas en el resto del vers�culo, estaban todav�a en el estado separado "y las almas". T�mese esto de manera bastante simple y literal. No se refiere simplemente a las personas, sino a las almas de las personas decapitadas. Vio su condici�n: era parte de la visi�n.

Aqu� hab�a tronos, y la gente se sentaba en ellos, transformada 'antes de esto en la imagen de la gloria de Cristo'. Luego vienen otros en la condici�n de esp�ritus separados o almas, a quienes el profeta vio dos clases diferentes de ellos los decapitados por el testimonio de Jes�s y la palabra de Dios, y los que rechazaron la bestia en toda forma, La prueba de la tercera clase deber�a haberse dado un poco m�s claramente que en nuestra versi�n.

No deber�a ser "y los que no ten�an", sino m�s bien, "y los que no hab�an adorado a la bestia ni a su imagen, ni recibieron la marca en su frente ni en su mano; y vivieron y reinaron con Cristo un mil a�os." As�, los que estaban en el estado separado se reunieron en sus cuerpos, y vivieron y reinaron como los que ya estaban en los tronos. Ellos "vivieron y reinaron con Cristo mil a�os".

As�, nada puede ser m�s simple o m�s hermoso que la forma en que este vers�culo resume la Revelaci�n como un todo. Las visiones de este libro prof�tico se abren, no con el arrebatamiento de los santos al cielo, sino con la vista de los santos ya arrebatados, muchas veces ante el vidente en las visiones, pero vistos siempre en una condici�n completa sin adici�n a su n�mero. En consecuencia, el rapto de la iglesia con los santos del Antiguo Testamento ya debe haber tenido lugar, todos (como no tengo ninguna duda) siendo arrebatados al mismo tiempo para estar con el Se�or en lo alto.

Hemos visto que estos siguen al Se�or desde el cielo, y luego son vistos entronizados. Cuando el Se�or toma Su propio trono, ellos toman el suyo por gracia. Pero, adem�s, encontramos que los santos que hab�an sufrido por Cristo, durante el tiempo que los dem�s estaban en el cielo, ahora est�n reunidos en sus cuerpos y viven, esperando el Se�or al �ltimo m�rtir para no dejar fuera a uno de esos. que hab�a muerto por su nombre.

Todos los que sufrieron, ya sea en las primeras persecuciones de Apocalipsis 6:1-17 , o en las persecuciones posteriores (ver Apocalipsis 15:1-8 ) hasta la extinci�n de Babilonia, ahora resucitaron de entre los muertos. Ellos vivieron, y por lo tanto fueron puestos en un lugar y condici�n adecuados para reinar con Cristo, no menos que los santos del Antiguo Testamento y la iglesia misma. Tal es el significado del vers�culo: "Los dem�s muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil a�os. Esta es la primera resurrecci�n".

Obs�rvese cuidadosamente aqu� que la primera resurrecci�n no significa que todos resuciten exactamente en el mismo momento. Esto es un error. Sabemos que el cambio de todos los atrapados se produce en un abrir y cerrar de ojos. pero de ello no se sigue que varios cuerpos no resuciten en diferentes momentos. Ciertamente hay dos grandes actos de resurrecci�n, uno cuando los santos del Antiguo Testamento y la iglesia son arrebatados al cielo, el otro cuando Satan�s es atado despu�s de que la bestia y el falso profeta fueron arrojados al lago de fuego, as� como Babilonia juzgada .

As� (sin hablar de la resurrecci�n de los imp�os al final) ciertamente hubo m�s hechos que uno, sin hablar de los dos testigos muertos y resucitados despu�s de tres d�as y medio, cuando entr� en ellos el esp�ritu de vida. , y no s�lo se levantaron, sino que subieron al cielo, como sabemos. No hablo de nada que pueda considerarse excepcional o peculiar, sino de dos actos de criar santos.

Por la forma en que se hace referencia a la resurrecci�n en las Escrituras, �no deja Dios espacio para esto? "Yo lo resucitar� en el �ltimo d�a". "En el �ltimo d�a" no significa simplemente un instante de tiempo. Ya fueran los santos del Antiguo Testamento y la iglesia, o los santos apocal�pticos, si se me permite distinguirlos, fue en un instante que cada uno resucit�, pero hubo cierto espacio entre ellos. �Qu� hay que lo obstaculice? No hay expresi�n en la palabra de Dios que obligue a todos a resucitar en el mismo instante.

Los que suben al mismo tiempo, sin duda, en un momento; pero que haya varios actos de resurrecci�n no s�lo no es contrario a las Escrituras, sino que es requerido por sus propias descripciones. Este vers�culo lo declara, y no hay otra interpretaci�n que pueda resistir ni siquiera un momento de discusi�n justa.

Siendo as�, a�ade una inmensa claridad en la comprensi�n del libro. �Y qu� diremos de la maravillosa sabidur�a del Se�or? Se llama "la primera resurrecci�n". Esto no da a entender que hemos visto que hay un solo acto de resurrecci�n, sino que todos los que comparten esa resurrecci�n, siempre que sean resucitados, son resucitados antes de que comience el milenio; para que cuando se lleve a cabo el reinado de Cristo, todos los tales tengan parte en la primera resurrecci�n, incluso Cristo mismo, resucitado por lo menos 1800 a�os antes que la iglesia; luego la iglesia, con los santos del Antiguo Testamento; luego estos santos apocal�pticos en todo caso algunos a�os despu�s.

Todo esto nos da una visi�n verdadera y justa de las diversas partes que participan en la resurrecci�n. "Esta es la primera resurrecci�n. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrecci�n; la segunda muerte no tiene potestad sobre los tales, sino que ser�n sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinar�n con �l mil a�os".

Ha sido se�alado por otro, y con raz�n, que la expresi�n "ser�n sacerdotes de Dios y de Cristo" sumariamente deja fuera de juego la interpretaci�n que supone una resurrecci�n figurativa. Porque es claro que, aunque los principios puedan reinar, ser sacerdotes es bastante inconsistente con una mera figura. Tambi�n es claramente una recompensa personal para aquellos que han sufrido.

Cuando expiran los mil a�os, Satan�s reaparece en escena para dolor y ruina de los gentiles que no hab�an nacido de Dios. Pero es por �ltima vez, no s�lo de la �poca sino de las diversas dispensaciones de Dios. �Y cuando se cumplan los mil a�os, Satan�s ser� soltado de su prisi�n, y saldr� a enga�ar a las naciones que est�n sobre las cuatro partes de la tierra, a Gog y a Magog, para juntarlos para la guerra.

Esto es claramente de importancia moral. La gloria del reino no se conserva cuando los hombres en su estado natural est�n expuestos al adversario. Las naciones milenarias, "cuyo n�mero es como la arena del mar", caen presa de Sat�n.

"Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada". La ciudad amada es Jerusal�n; el campo de los santos, supongo, es un c�rculo m�s grande y abarca a todo Israel ya los gentiles que, convertidos, rechazan el enga�o de Satan�s. Es un contraste evidente con el estado supuesto en el campo de trigo y ciza�a de la cristiandad que se encuentra al final de la era.

El trigo y la ciza�a crecen juntos hasta que el proceso del juicio los separa. Al final del milenio, los justos y los malvados forman dos conjuntos distintos, aunque incluso entonces parecer�a haber una l�nea trazada entre el campamento circundante y la amada ciudad de Jerusal�n en la tierra, donde estaban los jud�os. Los no renovados de las naciones ahora los est�n rodeando con sus innumerables huestes, como para com�rselos como saltamontes.

"Y descendi� fuego del cielo, de Dios, y los devor�. Y el diablo que los enga�aba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde est�n la bestia y el falso profeta, y ser�n atormentados d�a y noche por los siglos de los siglos".

Luego sigue otra escena a�n m�s solemne, la m�s sobrecogedora de todas las que podemos contemplar, al mismo tiempo llena de bendici�n para que el cristiano mire hacia adelante como la que eliminar� para siempre todo rastro de mal y reivindicar� el bien donde el hombre debe fallar por completo. Aqu�, en consecuencia, se ve s�lo un trono. Es el juicio divino del juicio eterno del hombre. Incluso cuando Dios estaba juzgando providencialmente al comienzo de las visiones apocal�pticas ( Apocalipsis 4:1-11 ), se vieron tronos asociados.

Cuando Cristo vino personalmente a juzgar y gobernar a los vivos ( Apocalipsis 20:4 ), hubo tronos; porque los santos resucitados reinan con �l. Pero ahora hay un solo trono: Cristo juzga a los muertos. "Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en �l, de delante del cual huyeron la tierra y los cielos". Esto es de gran importancia doctrinalmente, porque prueba decisivamente que es del todo infundado suponer, como se hace popularmente, que el Se�or s�lo regresa en esta coyuntura.

En la venida del Se�or todos incluyen Su venida a la tierra habitable. Ahora manifiestamente, si el Se�or no viene antes de esto, no hay mundo al que venir; porque la tierra y los cielos han huido. La noci�n com�n, por lo tanto, de que la venida del Se�or es en este punto es una falacia evidente sobre la faz de esta escritura que la describe, por no hablar de otros en otros lugares. No es un silogismo lo que se quiere o puede satisfacer aqu�: s�lo exigir, s�lo creer, la palabra de Dios.

Un solo verso disipa nubes de argumentos. "Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en �l, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y no se hall� lugar para ellos". Admito que despu�s sin duda se ven el cielo nuevo y la tierra nueva; pero �qui�n afirma que esta es la esfera a la que viene el Se�or? �l viene a esta tierra, y no meramente a la nueva tierra en el estado eterno.

Al mismo mundo en que padeci�, seg�n las escrituras, volver�. Pero para el juicio eterno huyeron el cielo y la tierra; y entonces vemos el universo nuevo y eterno. Por lo tanto, �l debe haber regresado previamente a ambos. Con esto concuerda Su salida del cielo en juicio de la tierra, descrita en Apocalipsis 19:1-21 .

El vino al mundo, y veng� a Su pueblo de la bestia y del falso profeta con los reyes y sus ej�rcitos; y despu�s reinar�n con �l sobre ella los santos resucitados mil a�os. Digo no sobre sino sobre la tierra. �l con los santos glorificados tendr� su hogar en lo alto, pero no obstante ellos reinar�n sobre este mismo mundo por el tiempo asignado.

Entonces, como hemos visto, viene la prueba final de las naciones de la tierra despu�s de que ese reino haya seguido su curso, y el diablo, suelto una vez m�s, enga�a a la carne y la sangre seg�n la analog�a de todas las dem�s dispensaciones. Esa era de gloria visible es ineficaz para cambiar el coraz�n del hombre, aunque en ausencia del enemigo y la presencia controladora del gran Rey, rinden obediencia fingida por un largo tiempo.

Puede gobernar y bendecir pero no convertir al hombre. Incluso la proclamaci�n de la gracia de Dios es impotente a menos que sea tra�da a la luz por la energ�a vivificadora de Su propio Esp�ritu. En resumen, ning�n testimonio puede valer, ninguna obra, poder o gloria sin la palabra de Dios aplicada por el Esp�ritu de Dios. Pero en esto se muestra lo que es importante para ver la verdadera naturaleza del reino o reinado milenario. "Ese d�a" no significa un tiempo en que todos ser�n convertidos, sino cuando el Se�or Jes�s gobernar� justamente cuando el mal manifiesto ser� juzgado, y el bien ser� sostenido perfectamente por mil a�os.

Cuando se haga algo malo, ser� tratado. En cuanto a la exhibici�n de gobierno, es conforme a Dios moralmente y para Su gloria, aunque no niego por un momento que hay elementos del mal que nunca se permiten, sino que se mantienen bajo control si no se expulsan. Pero que el coraz�n del hombre aun as� no se renueva se pone de manifiesto, cuando Satan�s al final enga�a a todos los que no se convierten; y estos, como se nos dice, son innumerables "como la arena del mar".

No se sorprenda de la gran cantidad de personas o de su deserci�n. Los mil a�os de paz y abundancia habr�n dado ocasi�n a una poblaci�n siempre creciente, a pesar de un mundo adelgazado por los juicios divinos que abren esa era. Es de suponer que superar� con creces todo lo visto hasta ahora sobre la faz de la tierra. Al principio habr� habido carnicer�a, como sabemos, tanto entre las potencias occidentales como entre las potencias orientales.

De hecho, podemos decir, todas las naciones ser�n desoladas por juicios de un tipo u otro; pero a pesar de todo esto, el mundo avanzando durante mil a�os con todas las bendiciones externas, y el gobierno m�s admirable administrado por el bendito Se�or mismo, dar� como resultado las razas abundantes y pr�speras de la humanidad. Ser� un estado de naturaleza sin igual para los frutos de la tierra y el disfrute de todo lo que Dios ha hecho aqu� abajo.

En consecuencia, habr� un aumento de la poblaci�n como nunca antes se hab�a producido desde que se hizo el mundo; sin embargo, despu�s parece que Satan�s no dejar� de convertir a las masas de las naciones en una gran rebeli�n contra los objetos del favor especial de Dios en el mundo. tierra los santos dondequiera que est�n, y la amada ciudad de Israel, como hemos visto.

Luego viene no s�lo la destrucci�n de estos rebeldes por juicio divino, sino la disoluci�n del cielo y la tierra. Y Jes�s se sienta en el gran trono blanco. Es el juicio de los muertos como tales, que ahora resucitan y dan cuenta de sus obras. Todos los muertos est�n all� que no tuvieron parte en la primera resurrecci�n. La naturaleza del caso exime, por supuesto, a los santos del milenio;* y esto muy simplemente, porque nunca se dice que mueran en absoluto.

No hay raz�n b�blica para inferir que alg�n santo muera durante los mil a�os, sino todo lo contrario. La Escritura es positiva en Isa�as 65:1-25 que la muerte durante el milenio s�lo viene como juicio espec�fico por rebeli�n abierta. Cuando una persona muere, ser� una maldici�n positiva de Dios; si muere aunque tenga cien a�os, ser� como un beb� muriendo ahora.

El hombre convertido entonces no s�lo alcanzar� el t�rmino natural, si puedo decirlo as�, de mil a�os, sino que pasar� ese l�mite. Si vive antes de los mil a�os, vivir� despu�s de los mil a�os; de hecho, literalmente nunca morir�, aunque no dudo, en principios generales, que los santos de la tierra milenaria ser�n cambiados en el mismo momento en que los cielos y la tierra desaparezcan. Por supuesto, ser�n preservados a trav�s de esa crisis de alguna manera adecuada a la sabidur�a divina.

Dios no nos ha dicho c�mo, ni es asunto nuestro. Ha reservado el asunto, aunque no sin suficiente para guiar nuestros pensamientos, como hemos visto. Es uno de esos casos que de vez en cuando aparecen en los que Dios refrena y reprende nuestra necia curiosidad, como s�lo �l sabe hacerlo perfectamente. "Carne y sangre", sabemos, "no pueden heredar el reino de Dios". De acuerdo con el alcance general de las Escrituras, entonces, podemos estar bastante seguros de que estos santos, guardados durante esta disoluci�n universal del cielo atmosf�rico y la tierra, ser�n trasladados a "los nuevos cielos y la nueva tierra en los que mora la justicia", en un condici�n nueva y id�nea para el estado eterno al que son conducidos.

Dejemos que otros especulen, si quieren: estoy persuadido de que quien intenta concebir los detalles simplemente se esfuerza por tensar un arco m�s all� del poder del hombre. Porque no tengo conocimiento de que ninguna escritura trate del tema, m�s all� de establecer principios como los que hemos tratado de aplicar al caso.

* Ninguno, sin embargo, puede estar exento de ser manifestado ante el tribunal de Cristo, o de dar cuenta de todo lo hecho en el cuerpo. Pero ning�n creyente entra en juicio. ( Juan 5:24 comparado con Romanos 14:1-23 y 2 Corintios 5:1-21 .)

"Y los muertos fueron juzgados", pero no por el libro de la vida, que no tiene nada que ver con el juicio. "Fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, seg�n sus obras". �Por qu� entonces se menciona el libro de la vida? No porque alguno de sus nombres estuviera escrito en �l, sino como prueba de que no lo estaban. El libro de la vida confirmar� lo recogido de los libros. Si los libros proclaman las malas obras de los muertos que est�n ante el trono, el libro de la vida no ofrece defensa en cuanto a la gracia de Dios.

La Escritura no registra ning�n nombre entre los juzgados escritos all�. Estaba el triste registro del pecado innegable por un lado; no hab�a escrito el nombre en el otro lado. As�, ya sea que se examinen los libros o el libro, todos conspiran para declarar la justicia, la justicia solemne pero m�s conmovedora, de la sentencia irrevocable final de Dios. Fueron juzgados cada uno seg�n sus obras.

"Y si alguno no se hall� inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego". As�, el �nico uso que parece hacerse del libro es negativo y excluyente. No es que se diga que alguno de los juzgados (y la escena descrita es �nicamente una resurrecci�n de juicio) est� escrito all�: se nos muestra m�s bien que no se encontraron en ese libro.

Nuevamente, se dice que la muerte y el hades llegan a su fin, personificados como enemigos. "Y la muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda". As� concluy� todo trato por parte del Se�or tanto con el alma como con el cuerpo, y todo lo que pertenece a ambos. La raza estaba ahora en el estado de resurrecci�n para bien o para mal; y as� debe ser para siempre. La muerte y el hades, que durante tanto tiempo hab�an sido verdugos en un mundo donde reinaba el pecado, y que a�n desempe�aban su oficio ocasional donde ha de reinar la justicia, desaparecen ellos mismos donde todo rastro de pecado queda consignado para siempre.

En los primeros ocho vers�culos de Apocalipsis 21:1-27 tenemos el cielo nuevo y la tierra nueva, pero adem�s, horrible decirlo, el lago de fuego. De hecho debe ser as�, porque, como leemos al final del �ltimo cap�tulo, all� fueron arrojados los perdidos. Pero aun as� es un hecho muy solemne de leer, y lo que estamos obligados a predicar, que incluso en el estado perfecto de la eternidad, mientras haya el resplandor del cielo y de la tierra en el que no puede entrar ning�n mal, ten�is todo el mal que siempre ha sido todos los imp�os de todos los climas y de todas las edades lanzados a la condici�n fija del juicio eterno en el lago de fuego.

Observe otro hecho muy importante. Todos los nombres dispensacionales de Dios desaparecen. Es s�lo Dios y el hombre ahora. No hay nada m�s que o�r de las naciones; nada m�s que ver con pa�ses, familias o lenguas separadas. Es el estado eterno; y tambi�n, de hecho, la descripci�n m�s completa de ese estado que se proporciona en la Biblia. Pero hay que observar un punto de inter�s muy diferente.

Aunque hay tal nivelaci�n de distinciones humanas, y los hombres tienen que ver directamente con Dios, es decir, hombres resucitados de entre los muertos o en su condici�n cambiada, todav�a vemos la santa Jerusal�n "la ciudad santa, la nueva Jerusal�n", separada del resto de los que llenan el cielo y la tierra nuevos. Esto es de gran importancia, porque si la nueva Jerusal�n es, como no tengo ninguna duda, la novia, la esposa del Cordero, entonces tenemos su condici�n separada afirmada en la eternidad.

"O� una gran voz del cielo, que dec�a: He aqu� el tabern�culo de Dios" (en alusi�n a esta misma ciudad) "[est�] con los hombres". Es decir, el tabern�culo de Dios se considera como un objeto separado, sin duda asociado con los hombres, pero no confundido con ellos. No se considera que los hombres compongan este tabern�culo; ellos coexisten. "El tabern�culo de Dios [est�] con los hombres, y �l habitar� con ellos, y ellos ser�n su pueblo, y Dios mismo estar� con ellos, su Dios. Y Dios enjugar� toda l�grima de los ojos de ellos, y la muerte no habr� m�s, ni llanto, ni llanto, ni habr� m�s dolor, porque las primeras cosas pasaron".

Todas las cosas son as� hechas nuevas; y, adem�s, "estas palabras son fieles". No hay que hacer nada m�s. "Y me dijo: Hecho est�. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, le dar� de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El que venciere heredar� estos cosas; y yo ser� a �l Dios, y �l me ser� a m� hijo. Pero a los cobardes e incr�dulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios, a los hechiceros, a los id�latras y a todos los mentirosos, su parte [es] en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda".

Aqu� ocurre un cambio notable en la secuencia de las visiones, aunque f�cilmente comprensible; porque debe ser evidente que no hay nada que siga a esto en cuanto al tiempo. Acabamos de ver que es el estado eterno. En consecuencia, aqu� incuestionablemente debemos retroceder para que se nos muestre un objeto importante en la profec�a que no podr�a, sin interrumpir su curso, haber sido descrito antes. En resumen, es como vimos en Apocalipsis 17:1-18 , despu�s de que Babilonia fuera tra�da ante nosotros en el curso de la profec�a.

Hab�amos visto a Babilonia dos veces: primero, en el c�rculo de las advertencias y testimonios de Dios; y luego como objeto del juicio de Dios bajo las siete copas. Luego tenemos una descripci�n de Babilonia dada. Habr�a sido incongruente traer esa larga descripci�n antes, porque esto debe haber interrumpido el flujo de la corriente prof�tica.

Aqu� se repite exactamente lo mismo, y lo que lo hace m�s evidente es la similitud de la introducci�n en cada ocasi�n. �Y vino a m� uno de los siete �ngeles que ten�an las siete copas llenas de las siete �ltimas plagas, y habl� conmigo, diciendo: Ven ac�, te mostrar� la novia, la esposa del Cordero�. �Qui�n no ve que esto es precisamente an�logo al vers�culo que abri� la descripci�n de Babilonia? Entiendo, por lo tanto, que Dios quiso que esta analog�a fuera notada por nosotros; que no es una continuaci�n de la profec�a, sino una descripci�n de la ciudad santa anteriormente nombrada, as� como la otra era una descripci�n de la ciudad corrupta, cuyo juicio hab�a sido anunciado.

Ten�amos a Babilonia con un car�cter espuriamente eclesi�stico pero realmente asesino, ya la vez culpable de corrupci�n con los reyes de la tierra. Aqu� se ve la ciudad santa que desciende del cielo de Dios, que se declara ser la novia, la esposa del Cordero, en el m�s claro contraste con la gran ramera. Sin embargo, a esta ciudad celestial, despu�s de la venida de Cristo, los reyes de la tierra traer�n sus ofrendas y su homenaje; pero no hay agitaci�n de las naciones, ni inmundicia de fornicaci�n, ni abominaciones, ni culpa de sangre.

En resumen, Babilonia, la repugnante contraparte de la ciudad santa, en la ambici�n terrenal busca a los reyes y las masas para sus propios objetivos presentes, mientras que la otra sufre ahora y reinar� entonces. El uno, por lo tanto, arroja mucha luz sobre el otro.

Pero a lo que particularmente les llamo la atenci�n es a la suma importancia de prestar atenci�n a la retrospectiva de la novia, o la nueva Jerusal�n aqu�, y la consiguiente eliminaci�n de la dificultad causada por tomar la �ltima visi�n de este libro como parte de la serie prof�tica que comienza en Apocalipsis 19:1-21 . No tan.

Es una digresi�n adicional con el prop�sito de describir un objeto ya nombrado de pasada en la serie anterior, que cierra en Apocalipsis 21:8 . As� como Apocalipsis 17:1-18 fue una digresi�n descriptiva, tambi�n lo es la porci�n de Apocalipsis 21:9 .

El relato de Babilonia en Apocalipsis 17:1-18 no sigue a Apocalipsis 14:1-20 o Apocalipsis 16:1-21 en cuanto al tiempo prof�tico, pero difiere de ellos en estructura.

Da un relato regresivo del car�cter de Babilonia y muestra c�mo moralmente oblig� al juicio divino. As� que aqu� se da una descripci�n de la novia, la esposa del Cordero, y aprendemos c�mo es que Dios la usar� para su bondad, bendici�n y gloria sin medida en el milenio, as� como el diablo durante esta �poca ha usado a Babilonia para llevar a cabo sus malvados planes. aqu� abajo. As� como la ciudad de la confusi�n del hombre se vio en sus relaciones viles, degradadas y degradantes con la bestia, esta ciudad se ve en sus relaciones puras y gloriosas con el Cordero.

�Y vino uno de los siete �ngeles que ten�an las siete copas llenas de las siete �ltimas plagas, y habl� conmigo, diciendo: Ven ac�, te mostrar� la novia, la esposa del Cordero. Y me llev� en [el] esp�ritu a un monte grande y alto, y me mostr� la ciudad santa de Jerusal�n, que descend�a del cielo, de Dios". El profeta no es llevado a un desierto, sino que es puesto sobre "un monte grande y alto", y no se le muestra lo grande, sino lo grande.

la ciudad santa de Jerusal�n. La gran ciudad era la culpable Jerusal�n o Babilonia. Esta ciudad es vista ahora como el vaso santo del poder divino para gobernar la tierra durante el milenio, "teniendo la gloria de Dios; y su resplandor era como el de una piedra precios�sima, como una piedra de jaspe, resplandeciente como el cristal".

Luego sigue una descripci�n del muro, las puertas, los cimientos y la posici�n general. "Teniendo un muro grande y alto, con doce puertas, y en las puertas doce �ngeles, y nombres inscritos, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel". Era importante, precisamente porque es la novia, la esposa del Cordero, mostrar que los �ngeles est�n all�, y adem�s, que Israel no est� olvidado. De hecho, el mismo nombre muestra algo similar; no por supuesto que la iglesia pueda ser alguna vez terrenal.

Aun as� Dios no olvida Sus caminos con Su pueblo; y los �ngeles aqu� son s�lo en la calidad de porteros, si podemos hablar as�; est�n en las puertas. Y en cuanto a las doce tribus de Israel, simplemente est�n escritas all�, nada m�s. No se da ning�n indicio de que constituyen la ciudad, pero est� la inscripci�n de sus nombres afuera. Esa ciudad ser� un recuerdo constante de aquellos que fueron antes del Israel restaurado aqu� abajo, ya que indudablemente ser� usada para su bendici�n durante el milenio, pero no solo para la de ellos.

Encontraremos, por el contrario, que su aspecto es hacia el universo, pero all� est� el lugar especial de Israel; y muy bien es que as� sea. "Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al oeste tres puertas. Y el muro de la ciudad ten�a doce cimientos, y en ellos los nombres de los doce ap�stoles del Cordero". Estos parecer�an ser (salvo Judas Iscariote, por supuesto) los doce ap�stoles que estaban peculiarmente asociados con Cristo en su camino de sufrimiento en la tierra.

Dios es soberano. No se quiere decir que aquel que fue m�s honrado en el servicio que cualquiera de los doce, aquel a quien el Se�or us� para sacar la iglesia de los lugares celestiales, no tendr� su singular�sima dignidad en esta gloriosa escena. Aun as�, Dios act�a con una sabidur�a muy por encima del hombre, y se aferra a Sus principios incluso all�. En consecuencia, los doce ap�stoles del Cordero tendr�n su propio lugar especial. Podemos confiar bastante en Dios que �l no le dar� un lugar peor a Pablo; sin embargo, no creo que este sea su lugar.

�Y el que hablaba conmigo ten�a una ca�a de oro como medida, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. Y la ciudad estaba puesta en �ngulo recto, y su longitud era tanto como su anchura�. Por lo tanto, hay una plenitud y una perfecci�n adecuadas a su car�cter actual.

Luego llegamos a la descripci�n de s� mismo, de su muralla, de su edificio, de sus cimientos y de sus puertas. Aqu� est� la ciudad descrita en s� misma, sobre la cual no necesitamos extendernos ahora.

Adem�s, el vidente presenta un punto negativo de gran importancia: "Y no vi en ella templo; porque el Se�or Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Esto no falt�. Al contrario, demostr� la inmediatez de la comuni�n. El templo supondr�a un medio. La ausencia de un templo no es, pues, una p�rdida sino una ganancia para esta ciudad. Proporciona material para un contraste entre la Jerusal�n terrena y la ciudad celestial, porque si hay una cosa m�s notable que otro en la descripci�n de Ezequiel, es el templo.

Pero aqu� no hay ninguno; un templo es para la tierra. La ciudad celestial, que es la expresi�n plena de la bienaventuranza en lo alto, no tiene templo porque todo es templo. "El Se�or Dios es el templo de ella, y el Cordero hasta donde podemos hablar de alguno. Y la ciudad no tiene necesidad de sol, ni de luna, que brillen para ella". Esto tampoco debe ser visto como si fuera una p�rdida. En cuanto a la tierra y la ciudad terrenales, la luz de la luna aumentar� a la del sol, y el sol ser� siete veces mayor. Pero aqu� no hay ninguno; y esto nuevamente es una evidencia de ganancia, no de p�rdida.�Porque la gloria de Dios la ilumin�, y el Cordero es su lumbrera.� Las luces de las criaturas se han ido.

Despu�s de "las naciones" en el vers�culo 24, omita las palabras "de los que se salvan". Con las mejores autoridades, debes omitir esta adici�n, si quieres tener la verdadera fuerza del verso. Es una interpolaci�n totalmente injustificada. "Las naciones andar�n a la luz de ella". Cualquiera con juicio espiritual puede ver que no debe ser "naciones de los que se salvan". �Cu�l ser�a el significado, si as� se lee? Podemos entender un remanente salvado de una o m�s naciones; pero �qui�n ha o�do hablar de "naciones de los que se salvan"? Es del todo inviable, y muestra cu�n descuidadamente leemos la Biblia que la gente no se detiene ante tal expresi�n.

El hecho es que en las mejores autoridades no existe en absoluto. Los "salvados" es un t�rmino que, lejos de pertenecer a las naciones, se aplica expresamente al remanente jud�o cuando se trata de un t�rmino t�cnico. Pero "naciones de los que se salvan", es una expresi�n muy an�mala, y traiciona al hombre como autor de ella.

"Y las naciones caminar�n a la luz de ella". Es claro que no est�n en esta ciudad. "Los reyes de la tierra traen su gloria y honor a ella" no en sino hacia. Es decir, es simplemente una expresi�n del homenaje que le rinden. �Y las naciones andar�n a la luz de ella, y los reyes de la tierra traer�n su gloria y honra a ella. Y sus puertas no se cerrar�n en ning�n momento de d�a, porque all� no habr� noche.

Y le traer�n la gloria y el honor de las naciones. Y de ning�n modo entrar� en ella cosa inmunda, o que haga abominaci�n y mentira, sino solamente las que est�n escritas en el libro de la vida del Cordero.� La ineptitud moral tiene su justa censura; pero la gracia soberana tambi�n debe ser afirmada.

Luego tenemos otra gloriosa descripci�n. "Y me mostr� un r�o puro de agua de vida, resplandeciente como cristal, que sal�a del trono de Dios y del Cordero". Ya no son rel�mpagos, truenos y voces. Estos fueron simplemente los caracteres del juicio provisional que llenaron el intervalo despu�s de que la iglesia se hubo ido, y antes del reinado con Cristo. Pero cuando Cristo y la iglesia reinan en paz, tal es la imagen que conviene "un r�o de agua de vida, resplandeciente como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero".

En medio de su plaza y del r�o, a un lado y otro, [el] �rbol de la vida", teniendo no s�lo como el original, sino ahora seg�n la plenitud de la provisi�n de la gracia de Dios para el hombre, para el hombre en gloria primero, pero tambi�n para el hombre en la tierra, pero para el hombre en gloria "que produce doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del �rbol para la sanidad de las naciones.

" El hombre en la tierra tiene su porci�n en la bondad de un Dios que est� manifestando Su reino. "Y no habr� m�s maldici�n: y el trono de Dios y del Cordero estar� en ella; y sus siervos le servir�n.� Toda esta descripci�n se cierra en el vers�culo 5.

Despu�s de eso tenemos las advertencias hasta el final de este libro. Sobre esto puedo decir s�lo unas pocas palabras.

El vers�culo 6 recomienda estos dichos de nuevo. Y la venida del Se�or se insta en relaci�n con ella. "He aqu� que vengo pronto; bienaventurado el que guarda las palabras de la profec�a de este libro". Entonces nuevamente se afirma el car�cter de esto, como derivado del cristianismo que ya hab�a tomado su lugar. "No selles los dichos de la profec�a de este libro". En la �poca de Daniel, e incluso para el propio Daniel, el libro estaba sellado.

Los viejos or�culos fueron sellados entonces: no as� el de Juan. "Y �l me dijo: No selles las palabras de la profec�a de este libro, porque el tiempo est� cerca". En el tiempo de Daniel no estaba a la mano. Para la iglesia el final siempre est� cerca. En su propio curso, y en los asuntos de su porci�n, la iglesia no conoce el tiempo en absoluto. Todo lo que pertenece al cuerpo de Cristo es sobrenatural y sobrenatural. La iglesia es celestial; y en el cielo no hay tiempos ni estaciones.

Puede haber luces del cielo para marcar los tiempos y las estaciones de la tierra, y de nuevo en la tierra. Pero la iglesia se compone de almas llamadas de la tierra, y no es del mundo: en consecuencia, para la iglesia el tiempo siempre est� cerca. Cuando Cristo a la diestra de Dios fue anunciado, incluso desde el principio, �l estaba listo para juzgar a los vivos ya los muertos. Permanece en esa condici�n de preparaci�n desde el momento en que se sent� a la diestra de Dios hasta el presente.

La iglesia prosigue seg�n la voluntad del Se�or, quien seg�n Su propio prop�sito podr�a alargar o acortar el espacio. Est� enteramente en Su mano, y en la de nadie m�s. Mientras que para el jud�o, hay fechas necesarias y cambios trascendentales que deben tener lugar; y por lo tanto, como Daniel representa al jud�o, mantenemos la diferencia. Para el cristiano este libro no est� sellado. Todo est� abierto, y esto porque tenemos al Esp�ritu Santo morando en nosotros; �porque el Esp�ritu todo lo escudri�a, s�, las cosas profundas de Dios.

Por lo tanto, encontramos en relaci�n con el libro una advertencia muy solemne. "El que es injusto, sea injusto todav�a; y el inmundo, sea inmundo todav�a; y el que es justo, practique la justicia todav�a; y el que es santo, santif�quese todav�a�. Cuando llegue la hora de la que se habla aqu�, no ser� para nosotros, sino para aquellos que ser�n encontrados despu�s de que nos hayamos ido. Todo est� arreglado. No habr� tiempo para buscar misericordia, como por as� decirlo: cualquiera que sea el estado en que el Se�or nos encuentre a Su venida, todo est� cerrado y arreglado.

En consecuencia, "He aqu�, vengo pronto, y mi galard�n conmigo". Nosotros. ved que est� en conexi�n con lo anterior no s�lo Su venida por nosotros que guardaremos sus dichos, sino por aquellos a quienes encontrar� aqu� abajo "para dar a cada uno seg�n sea su obra".

Adem�s, despu�s de esto, Jes�s se presenta y env�a a su �ngel. "Yo Jes�s envi� mi �ngel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la ra�z y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la ma�ana. Y el Esp�ritu y la Esposa dicen: Ven; y el que oye, diga: Ven : y el que tuviere sed, venga; el que quiera tomar del agua de la vida gratuitamente. As�, el nombre de Cristo, no meramente como la ra�z y el linaje de David, sino como la brillante estrella de la ma�ana, llama en respuesta al coraz�n de la iglesia, y esto tambi�n bajo la actividad gu�a del Esp�ritu Santo.

La iglesia no puede o�r hablar de �l como la brillante estrella de la ma�ana sin desear inmediatamente que �l venga. Ella no dice, es verdad, "Ven pronto". Esto no ser�a apropiado para la iglesia ni para el cristiano. La paciencia o la perseverancia de la esperanza es lo que nos conviene. Pero es bienaventurado que �l diga: "Vengo pronto"; y es solo Cristo quien en las Escrituras lo dice alguna vez. Pero nosotros tambi�n decimos correctamente: "Ven". Deseamos que �l venga pronto, pero le dejamos esto a �l, porque conocemos Su amor y podemos confiar en �l.

Sabemos que si se demora, no es que sea "retraso en cuanto a su promesa", sino que "su longanimidad trae salvaci�n a muchos". �Y qui�n defraudar�a al alma de la salvaci�n, o al Se�or de mostrarla? "Y el Esp�ritu y la Esposa dicen: Ven". es a Jes�s. �A qui�n m�s podr�an dec�rselo? La novia exhala esta palabra al novio; y el Esp�ritu Santo es quien da fuerza a su deseo de que �l venga.

Pero tambi�n hay un mensaje para los dem�s. Ah�. es palabra para el que oye. �El que oye, diga: Ven�. Se le insta a asumir el mismo grito. Si eres creyente, no temas, aunque sepas poco; porque el Se�or no olvida ni menosprecia a aquellos que pueden ser comparativamente poco inteligentes. �l tiene, creo, exactamente esa clase a la vista cuando sanciona llamar a quien oye decir: "Ven.

La novia representa a aquellos de quienes se habla en la normal posesi�n y goce de sus privilegios. Hay muchos que no lo son, pero el Se�or no se olvida de ellos. El que oye, diga entonces: Ven. Si s�lo han o�do Su voz, despu�s de todo esto es la bendici�n incalculable; s�, es el punto de inflexi�n de toda bendici�n. No es el disfrute de todos, pero es la bisagra de la que todo depende.

Es el camino hacia todos, si no es la entrada real y el disfrute de �l. �Que el que oye�, entonces, an�mese a �decir, Ven�. No hay nada en Jes�s que le haga da�o; hay todo para bendecir hay �l mismo para ser disfrutado, aunque hayan fallado en el pleno conocimiento de ello aqu� abajo.

Pero entonces, mientras haya tal llamado a Cristo, mientras el creyente no tenga miedo, sino que llame al Se�or para que venga, la iglesia no se olvida de aquellos que son pobres pecadores, que sean profundamente conscientes de ello, o que sean aquellos que s�lo se hacen dispuestos por la gracia de Dios (que es la expresi�n m�s d�bil de la necesidad del pecador, as� como ten�is la expresi�n m�s d�bil del santo en la llamada anterior).

As� encontramos que el Se�or tiene espacio para todo lo que es el fruto de Su propia gracia �nicamente, para el llamamiento de la gracia, incluso cuando no hay una respuesta para ello. Sin embargo, la gracia despreciada necesariamente termina en juicio. �Y el que tenga sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente�.

Luego, el libro concluye despu�s de una solemne advertencia contra agregar o quitar de su contenido. "El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo pronto. Am�n. S�, ven, Se�or Jes�s". "Ciertamente vengo pronto". �Despu�s de tanto tiempo de espera, qu� bendici�n! Despu�s de tantos dolores, pruebas, dificultades, peligros, �qu� dulzura tener una palabra as� y saber que Aquel que habla es el santo y el verdadero, y seguro que est� por venir en la fidelidad de su amor! �l no dejar� de tomar la medida que ha dado a nuestros corazones. �l viene, y viene pronto por nosotros.

Que nuestros corazones respondan libremente a Su palabra de amor y verdad con nuestro "Am�n". �Su gracia sea con todos!

Información bibliográfica
Kelly, William. "Comentario sobre Revelation 18". Comentario de Kelly sobre los libros de la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/wkc/revelation-18.html. 1860-1890.