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Bible Commentaries
Deuteronomio 10

Comentario de Calvino sobre la BibliaComentario de Calvino

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Versículo 1

1. En ese momento, el Se�or me dijo que hab�a tenido relaciones sexuales con la gente durante alg�n tiempo, antes de regresar al monte con las segundas mesas; y por lo tanto, ahora comienza a relatar m�s completamente lo que ya hab�a mencionado en el orden inverso del tiempo, es decir, que se qued� en el monte cuarenta d�as para suplicarles. Y esto tambi�n la repetici�n en el verso 10 demuestra m�s claramente, donde dice, que se qued� en el monte "seg�n (393) hasta los primeros d�as". Pero, aunque �l dice que fue escuchado cuando intercedi� en el monte, a�n incluye las oraciones que hab�a ofrecido anteriormente cuando escuch� sobre la revuelta del pueblo, y despu�s de haber roto las mesas y quitado el tabern�culo de Dios, en el cual or� aparte para obtener perd�n por su pecado. Lo que tambi�n se dice aqu� respecto al arca no est� en su lugar; porque era parte del tabern�culo, como hemos visto en otra parte. Por lo tanto, es demasiado exigente exigir que las cosas que est�n relacionadas entre s� se refieran al mismo instante de tiempo.

Versículo 6

6. Y los hijos de Israel. Dado que no es el dise�o de Mois�s especificar las estaciones aqu�, como lo hace en N�meros 33, sino solo marcar el lugar en el que muri� Aaron, por lo tanto, he pensado en conectar lo que leemos aqu� con La narrativa anterior. En la muerte de Aar�n, podr�an reconocer el castigo de su propia rebeli�n. Pero que Eleazar deb�a ser sustituido en su lugar, era un signo de la gracia paterna de Dios, que no sufri� que se les privara de esta bendici�n. Esta sucesi�n tambi�n deb�a ser una regla perpetua para el futuro, de modo que la dignidad sacerdotal, seg�n la prescripci�n de Dios, permaneciera en esa familia.

Aqu� especifica los nombres de ciertos lugares, que omite en el pasaje citado anteriormente; porque all� dice que los israelitas fueron directamente desde Cades-barnea al monte Hor; y luego los hace pasar a Zalmonah y Punon, tal vez porque los lugares ten�an nombres diferentes, o porque no acamparon en Gudgodah o Jotbath; aunque las ventajas del lugar podr�an haberlos invitado a detenerse en un valle bien regado, porque se llama "la tierra de los torrentes", a trav�s de la cual flu�a una gran cantidad de agua.

No advierto lo que cada lector observar� f�cilmente por s� mismo, que en el discurso de Mois�s se invierte el orden de la historia; porque �l dice que los levitas fueron separados del resto de la gente, despu�s de la muerte de Aar�n.

Versículo 8

8. En ese momento el Se�or separ� a la tribu de Lev� Mois�s no observa exactamente el orden del tiempo en el cap�tulo del cual se toma este pasaje, ya que �l consider� es suficiente reunir aqu� y all� lo que se requer�a para completar su exhortaci�n general. El objetivo del recital de esta historia era, en caso de que alguien intentara derrocar el decreto inviorable de Dios en su orgullo y audacia; y por lo tanto, para que la dignidad de la tribu de Lev� no engendre envidia, testifica que Dios es su autor. La cl�usula, "hasta el d�a de hoy", parece referirse a aquellos casos en que Dios hab�a manifestado su favor hacia los levitas, para que no surgiera una rivalidad similar en el futuro. El resto ha sido expuesto en otro lugar.

Versículo 12

Deuteronomio 10:12 . Y ahora, Israel, �qu� requiere el Se�or tu Dios? Despu�s de haber expuesto cada Mandamiento en su orden, ahora nos queda ver cu�l es la suma de los contenidos de la Ley, y cu�l es el objetivo y el objeto de sus instrucciones. Para Paul provoca su verdadero uso, cuando declara que su fin es

�Caridad, de coraz�n puro y de buena conciencia, y de fe no fingida� ( 1 Timoteo 1:5,)

ya que incluso entonces ten�a sus falsos int�rpretes, quienes, dice �l, "se hab�an desviado a tintinear en vano" cuando se desviaron de ese objeto. Ahora, como est� contenido en dos Tablas, tambi�n Mois�s lo reduce a dos cabezas, para que amemos a Dios con todo nuestro coraz�n y a nuestro pr�jimo como a nosotros mismos; porque, aunque no une a los dos en un solo pasaje, Cristo, por cuyo Esp�ritu habl�, deber�a ser suficiente para explicarnos su intenci�n, ( Mateo 22:37;) para, cuando se le pregunt� qu� fue el gran Mandamiento de la Ley. �l respondi� que el primero era, en verdad, que Dios deb�a ser amado, y el segundo como �l, con respecto al amor de nuestro pr�jimo; como si hubiera dicho, que toda la perfecci�n de la justicia, que se establece ante nosotros en la Ley, consta de dos partes, que debemos servir a Dios con verdadera piedad y conducirnos inocentemente hacia los hombres de acuerdo con la regla de la caridad. Lo mismo es el sentido de las palabras de Pablo, porque la fe, que all� se llama la fuente y el origen de la caridad, comprende en ella el amor de Dios. En cualquier caso, la declaraci�n de Cristo es segura, que la ley no nos exige nada, sino que debemos amar a Dios junto con nuestros vecinos. Por lo tanto, se puede establecer una definici�n breve y clara, que no se requiere nada para una buena vida, excepto la piedad y la justicia. (174)

Paul, de hecho, parece agregar una tercera cl�usula, cuando dice, que

"La gracia de Dios ha aparecido, ense��ndonos que, negando la impiedad y las lujurias mundanas, debemos vivir con sobriedad, rectitud y santidad, en este mundo presente" ( Tito 2:11, 12 ;)

pero esto ????????? (sobriedad) se agrega como condimento, por as� decirlo, de una vida justa y piadosa; y seguramente nadie probar� que su objetivo es la santidad y la integridad, a menos que viva de manera casta, honesta y templada. Por lo tanto, donde se omite el servicio de Dios, (175) y la doctrina de la Ley se limita al amor de nuestro pr�jimo solo, no es tanto que la religi�n se oculta (176) (sepelitur,) ya que la prueba de ello se basa en un autoexamen serio; ya que es la forma en que los hip�critas se cubren con ceremonias como con una m�scara de santidad, mientras est�n llenos de orgullo, arden con avaricia y rapacidad, est�n llenos de envidia y malicia, exhalan amenazas y crueldad, y son abandonados a las lujurias sucias, Cristo, para dispersar estas nubes de pretensiones, declara que los tres puntos principales de la Ley son "juicio, misericordia" y fidelidad, (177) ( Mateo 23:23;) y en otras partes, hablando de la justicia de la Ley, no menciona la Primera Mesa. ( Mateo 19:18.)

Por la misma raz�n, Pablo llama a la caridad el cumplimiento de la Ley ( Romanos 13:8) y en otros lugares, "el v�nculo de la perfecci�n". ( Colosenses 3:14.) Sin embargo, nada estaba m�s lejos de su intenci�n que alejarnos del temor de Dios, para que pudi�ramos dedicarnos a nuestros deberes hacia los hombres, como ya he demostrado en otro pasaje, donde Cristo, al resumir la Ley, comienza con el amor de Dios. Y Pablo, donde ense�a que debemos ser del todo perfectos, si la fe trabaja en nosotros por amor ( G�latas 5:6) no omite la causa y el principio de una buena vida. Y as� se reconcilian los pasajes que podr�an parecer contradictorios, a trav�s de que la santidad se perfecciona en el temor del Se�or, cuando

"Nos limpiamos de toda inmundicia de la carne y el esp�ritu" ( 2 Corintios 7:1;)

y

�Toda la ley se cumple en una palabra, incluso en esto, amar�s a tu pr�jimo como a ti mismo� ( G�latas 5:14;)

es decir, porque nuestra piedad no puede quedar clara con ciertas pruebas, a menos que nos comportemos de manera justa e inofensiva con los hombres. (178) Nuevamente, dado que "nuestra bondad no se extiende a" Dios, entonces se percibe cu�l es nuestra mente por nuestro desempe�o de los deberes de la Segunda Mesa, como se dice en el salmo,

"Mi bondad no se extiende hacia ti, sino hacia los santos que est�n en la tierra, en quienes est� todo mi deleite", (179) (Salmo 16:2;)

porque �c�mo se jactar� alguien (como dice Juan) de que ama a Dios, a quien no ve, si no ama a su hermano con quien est� familiarmente unido? ( 1 Juan 4:20.) Dado que, por lo tanto, se detecta la falsedad, Dios nos ejercita en la piedad mediante la caridad mutua; y por lo tanto, John concluye que

"Este mandamiento tenemos de �l, que el que ama a Dios tambi�n ame a su hermano". ( 1 Juan 4:21.)

Sin embargo, antes de decir m�s de estos dos preceptos, debemos observar el final de la Ley tal como la describe Mois�s; "Ahora, Israel, �qu� te exige el Se�or tu Dios, sino temer al Se�or tu Dios, caminar en todos sus caminos y amarlo y servir al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n y toda tu alma? ? Porque, aunque elogia a�n m�s la Ley, porque no prescribe nada que la naturaleza no dicta por s� misma que sea m�s segura y m�s justa, y que la experiencia en s� misma no nos muestra para ser m�s rentables, o m�s deseables que cualquier otra cosa, a�n, Al mismo tiempo, nos recuerda cu�l es el medio por el cual se debe mantener. (180) Por lo tanto, nos presenta al mismo tiempo el temor y el amor de Dios; porque, en la medida en que Dios es el Se�or, justamente desea ser temido por derecho de su dominio; y, dado que �l es nuestro Padre, requiere ser amado, como se dice en Malaqu�as 1:6. Aprendamos, por lo tanto, si nos empe�amos en guardar la Ley, que debemos comenzar con el temor de Dios, que por eso se llama el "comienzo de la sabidur�a". (Salmo 111:10; Proverbios 1:7, y Proverbios 9:10.) Pero, dado que Dios no tiene placer en la obediencia extorsionada y forzada, el amor se agrega de inmediato. Y esto merece una buena ponderaci�n, que si bien no hay nada m�s agradable que amar a Dios, a�n ocupa el primer lugar en todo su servicio. Seguramente debe ser m�s que un coraz�n de hierro que no se siente atra�do por tal amabilidad; ya que, por ninguna otra causa, nos invita y exhorta a amarlo, que porque nos ama; no, ya nos ha impedido con su amor, como se dice en 1 Juan 4:10. Mientras tanto, podemos al mismo tiempo deducir que nada agrada a Dios que se ofrece "a rega�adientes o necesariamente; porque Dios ama al dador alegre ". ( 2 Corintios 9:7.) Es cierto que Pablo est� hablando de dar limosna; pero esta inclinaci�n voluntaria y sincera a obedecer, como vemos en los ni�os buenos e ingenuos, que se deleitan en la sujeci�n a sus padres, debe extenderse a todas las acciones de nuestras vidas. Y seguramente la reverencia que se le rinde a Dios no proviene de otra fuente que no sea probar Su amor paterno hacia nosotros, por lo cual somos atra�dos a amarlo a cambio; como se dice en Salmo 130:4, "Hay perd�n contigo, para que puedas ser temido". Cada vez, entonces, escuchamos lo que las Escrituras inculcan constantemente; "�Oh, amad a Jehov�, (181) a todos sus mansos!" (Salmo 31:23.) recordemos que Dios se muestra amando hacia nosotros, para que podamos aceptar voluntariamente y con alegr�a, lo que �l ordena.

La perfecci�n que aqu� se requiere muestra con suficiente claridad lo lejos que estamos de una obediencia completa a la Ley. Se nos ordena amar a Dios con todo nuestro coraz�n, alma y fuerza. Por mucho que nos esforcemos, nuestros esfuerzos son d�biles e imperfectos, a menos que el amor de Dios posea todos nuestros sentidos, y todos nuestros deseos y pensamientos est�n totalmente dedicados a �l, mientras que todos nuestros esfuerzos tambi�n se dirigen a �l solo. Pero cada uno est� abundantemente convencido por su propia experiencia, de cu�ntas maneras nuestras mentes son llevadas a la vanidad; cu�ntos afectos corruptos nos invaden; cu�n dif�cil es para nosotros contener y vencer los movimientos malvados de nuestra carne. Seguramente el mejor luchador, con todos sus esfuerzos, apenas puede avanzar en esta guerra espiritual; y si es un gran logro no desmayarse por completo, ciertamente nadie se atrever� a jactarse de que se acerca a la marca que se nos presenta en la Ley. En resumen, cuando las trampas mundanas y los apetitos tontos se insin�an sobre nosotros, a menudo debemos sentir que una parte de nuestra alma est� vac�a del amor de Dios, ya que de lo contrario nada repugnante penetrar�a all�. La palabra coraz�n aqu�, (182) como en otros lugares, no se usa para el asiento de los afectos, sino para el intelecto; y, por lo tanto, habr�a sido superfluo agregar ????????, como lo han hecho los evangelistas, a menos que con el prop�sito de eliminar toda ambig�edad; pero debido a que este significado no se usaba com�nmente entre los griegos, no han dudado en agregar una palabra propia como explicaci�n. Aquellos, sin embargo, que conocen bien las ense�anzas de Mois�s, no ignoran que la palabra coraz�n es equivalente a mente; porque en otra parte dice: "El Se�or no te ha dado un coraz�n para entender, (183) y ojos para ver, hasta el d�a de hoy" ( Deuteronomio 29:4;) pero la expresi�n habr�a sido oscura para los griegos, ya que era inusual en su idioma. (184)

Versículo 14

14. Contempla el cielo. Nuevamente impone sobre ellos la gracia, por lo que hemos visto que el pueblo estaba obligado a Dios; porque esta fue la observaci�n m�s efectiva para moverlos a someterse a su libertador, a quien se les record� que se deb�an por completo a s� mismos y todo lo que ten�an. Primero, luego, les advierte que difer�an de los dem�s, no por su dignidad personal, ni por la excelencia de su raza, sino porque a Dios le agradaba preferirlos, cuando gobernaba por igual sobre todos. Literalmente es, "Jehov� codici� amar a tus padres", por lo que la expresi�n, como se puede deducir de muchos pasajes, indudablemente marca el sentimiento de inclinaci�n a amarlos. Jer�nimo, por lo tanto, no ha utilizado adecuadamente la palabra "adherirse". (230) Ahora, este deseo, por el cual Dios fue inducido libre y liberalmente, Mois�s se opone a todas las dem�s causas, para que Israel no se arrogue nada a s� mismo ni a sus padres. Tambi�n debemos remarcar la comparaci�n entre lo menor y lo mayor; porque esto era una condescendencia inestimable, que de alguna manera pasara por el cielo y la tierra con toda su belleza y abundancia, y pusiera su coraz�n sobre unos pocos hombres oscuros. A esto se refiere la limitaci�n, que de todas las personas eligi� solo la simiente de Abraham; para la palabra ??, rak, aqu� se usa exclusivamente, por lo tanto, la he traducido "tantummodo" solamente; a menos que se considere mejor decirlo "Pero" o "Y a�n". El significado, sin embargo, es claro, que Dios, habiendo ignorado a todas las naciones de la tierra, hab�a adoptado gratuitamente a Abraham y su raza. Porque �l dice que no solo fueron amados sus padres, sino todos sus descendientes en sus personas; ya que de lo contrario la exhortaci�n que sigue no ser�a adecuada.

Versículo 16

16. Circuncisi�n, por lo tanto. De esta inferencia se desprende que se hizo menci�n de esta adopci�n. a saber, que los jud�os deber�an servir m�s ferviente y solemnemente a Dios, a quien sab�an por experiencia que era tan amable. Requiere, entonces, un amor rec�proco; porque nada podr�a ser m�s b�sico que no dar testimonio de su gratitud por una vida piadosa y justa. Pero, dado que los hombres de ninguna manera est�n inclinados o dispuestos a obedecer a Dios, Mois�s los exhorta a la renuncia a s� mismos, y a someter y corregir sus afectos carnales; porque circuncidar el coraz�n es equivalente a limpiarlo de lujurias perversas. Mientras tanto, reprende su anterior perversidad, cuando desea que ya no tengan el cuello r�gido; tanto como para decir que ahora por fin deber�an posponer esa depravaci�n mental, en la que se hab�an endurecido demasiado tiempo. Ahora percibimos el dise�o de Mois�s. �l tendr�a a sus compa�eros israelitas sumisos y obedientes a Dios, quienes, por su gran bondad, les hab�an proporcionado el motivo. Pero, como hasta ahora hab�an pagado sus bondades con ingratitud, al mismo tiempo, les ordena que modifiquen su conducta. En la primera cl�usula, alude al rito designado por la Ley; porque la circuncisi�n es, por as� decirlo, la solemne consagraci�n, mediante la cual los hijos de Abraham fueron iniciados para adorar a Dios y la verdadera piedad, y al mismo tiempo fueron separados de las naciones paganas, para ser su pueblo santo y peculiar; y deb�an ser admitidos en este rito elemental en su infancia, para que por su signo visible pudieran aprender que las impurezas de la carne y el mundo deb�an ser renunciadas. Tambi�n hubo otros objetos en la circuncisi�n, pero aqu� solo se hace referencia a la novedad de la vida o al arrepentimiento (resipiscentia). Por lo tanto, la conclusi�n es que, dado que Dios los hab�a elegido como Su pueblo, y por una se�al externa los hab�a dedicado al cultivo de la santidad, deb�an demostrar sinceramente y realmente que difer�an de las naciones paganas y que estaban circuncidados. esp�ritu, no menos que en la carne. Para Pablo declara, que solo ellos son verdaderamente jud�os que est�n circuncidados "internamente", como �l dice, y no aquellos que solo tienen que jactarse de "la letra" de la circuncisi�n. ( Romanos 2:28.) Por lo tanto, los Profetas con frecuencia se burlan de los transgresores de la Ley al llamarlos incircuncisos, aunque llevaban el signo visible en su carne. En resumen, cuando desea exhortarlos a santificarse ante Dios, razona por la naturaleza y el uso de la se�al, por lo que profesaban ser su pueblo elegido. En la segunda cl�usula, hay una elegante met�fora, de ocurrencia frecuente, tomada de bueyes; porque, dado que los bueyes que ofrecen silenciosamente sus cuellos al yugo se someten f�cilmente a la obediencia, se dice que son de "cuello r�gido" (durae cervicis), que son feroces y obstinados en su naturaleza.

Versículo 17

Confirma el decreto anterior haciendo referencia a la naturaleza de Dios mismo; porque la condici�n vil y abyecta de aquellos con quienes tenemos que hacernos, nos hace lesionarlos con mayor desenfreno, porque parecen estar completamente desiertos. Pero Dios declara que su suerte infeliz no es obst�culo (102) para que les administre ayuda; en la medida en que no tiene en cuenta a las personas. Por la palabra persona se entiende esplendor u oscuridad, y apariencia externa, como se le llama com�nmente, como lo recogemos de muchos pasajes. En resumen, Dios se distingue de los hombres, que se dejan llevar por la apariencia externa, para mantener a los ricos en honor y a los pobres en desprecio; favorecer lo bello o lo elocuente, y despreciar lo indecoroso. ???????????? es, por lo tanto, un juicio injusto, que nos desv�a de la causa misma, cuando nuestras mentes se ven perjudicadas por lo que no debe tenerse en cuenta. Por lo tanto, Cristo nos ense�a que un juicio es justo, que no se basa en la apariencia, ( Juan 7:23), ya que la verdad y la justicia nunca prevalecen, excepto cuando atendemos el caso en s�. De ello se deduce que los despreciables no est�n afectados por la impunidad, porque aunque pueden ser destituidos de la ayuda humana, Dios, que se sienta en lo alto, "respeta a los humildes". (Salmo 138:6.) Con respecto a los extra�os, Dios prueba que se preocupa por ellos, porque es amable al preservarlos y vestirlos; y luego se aduce nuevamente una raz�n especial, que los israelitas, cuando antes eran extranjeros en Egipto, necesitaban la compasi�n de los dem�s.

Versículo 20

Lev�tico 19:12 . Y no jurar�n falsamente por mi nombre. Aunque Mois�s est� tratando los deberes de la Segunda Mesa, y previamente hab�a prohibido a los hombres tratar fraudulentamente con sus vecinos, todav�a agrega esta oraci�n a modo de confirmaci�n. Sin embargo, se puede inferir de la segunda cl�usula del vers�culo que �l directamente tuvo en cuenta la gloria de Dios cuando dice: "No profanar�s el nombre de tu Dios". Porque la avaricia despu�s de la ganancia hace que el hombre avaro y rapaz no solo defraude a los hombres, sino que se vuelva insolente con Dios mismo. Mois�s, por lo tanto, aunque �l est� condenando profesoramente la falsedad y el enga�o por los cuales nuestros vecinos resultan heridos, al mismo tiempo aprovecha la ocasi�n para presentar la declaraci�n de que debemos tener cuidado, a menos que la codicia nos obligue a hacer algo malo, no solo se debe hacer da�o a hombres pero a Dios mismo tambi�n. Sin embargo, la palabra que se usa aqu� no es ???, shau, como antes, sino ???, sheker, que significa apropiadamente enga�o; y, por lo tanto, he dicho que nos ordena tener cuidado de que nadie, por su perjurio, haga da�o a su vecino; sin embargo, que esta prohibici�n tiene referencia directa al Tercer Mandamiento, ya que Mois�s insiste especialmente en este punto, que el nombre de Dios es profanado por perjurio, y por lo tanto no solo inculca integridad, sino que tambi�n tiene en cuenta la religi�n, que la majestad de Dios puede no ser violado La expresi�n es digna de menci�n: "No contaminar�s el nombre de Dios", porque Dios, que es la verdad eterna e inmutable, no puede ser m�s gravemente insultado que ser convocado como testigo de la mentira, lo que sin duda es vergonzoso y malvado. contaminaci�n. Esto no fue considerado por los paganos, quienes, aunque fingieron reverenciar el nombre de Dios en sus juramentos, no hicieron ning�n escr�pulo de enga�o, si el que hab�an prometido se lo merec�a. Thyestes en el poeta dice: "Nunca he prometido mi fe, ni se lo prometo a ninguna persona infiel". (310) dado que su hermano era un villano, consider� que no ten�a ninguna obligaci�n v�lida con �l. Esto es como si la majestad de Dios dependiera de los m�ritos de los hombres, por lo que era permisible llamarlo para testificar mientras tratamos con enga�o. Que esta, entonces, sea nuestra firme conclusi�n, que en nuestros juramentos Dios es el primero en ser considerado, cuyo santo nombre es m�s precioso que cien mundos.

Versículo 21

21. �l es tu alabanza. Para persuadir m�s f�cilmente a sus compatriotas de que nada es mejor o m�s deseable para ellos que dedicarse al servicio de Dios, Mois�s les recuerda que no tienen nada de qu� jactarse; como si hubiera dicho que estaban contentos en este aspecto, que Dios los hab�a tomado bajo su cargo; pero que si esta gloria fuera quitada, ser�an miserables y arruinados. Para Dios se llama "la alabanza" de su pueblo, como su honor y su ornamento. En consecuencia, si desean disfrutar de la verdadera y s�lida bendici�n, deben cuidar de mantenerse bajo su custodia; porque, si se les privara de esto, no les quedar�a nada m�s que ignominia y verg�enza. En el mismo sentido, agrega, que �l es su Dios; porque nada puede ser m�s perverso y absurdo que no recibir al Creador del mundo, cuando se ofrece libremente como nuestro Dios. Como prueba de esto, se une, que ha ejercido su poder en muchos milagros para la seguridad de su pueblo; y, para que sean m�s inexcusables, cita sus propios ojos como testigos de tantos actos poderosos que se han forjado a su favor. Desde all�, �l da un paso m�s, (record�ndoles, (252) ) que su raza hab�a aumentado maravillosamente en poco tiempo; de donde era claro, que hab�an sido as� incre�blemente multiplicados por influencia sobrenatural y divina. Porque ciertamente la se�al de bendici�n de Dios se manifest� claramente, en la procreaci�n de setecientos mil hombres en menos de doscientos cincuenta a�os. (253) Aquellos que entonces vivieron no los hab�an visto con sus propios ojos; pero Mois�s regresa la gracia de Dios a la fuente, para que puedan reconocer m�s plenamente, que todo lo bueno que hab�an experimentado depend�a de esa adopci�n, que los hab�a convertido en el pueblo de Dios.

Información bibliográfica
Calvino, Juan. "Comentario sobre Deuteronomy 10". "Comentario de Calvino sobre la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/cal/deuteronomy-10.html. 1840-57.
 
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