Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!

Bible Commentaries
1 Corintios 6

Gran Comentario Bíblico de LapideComentario de Lapide

Buscar…
Enter query below:

Versículo 1

�Alguno de ustedes se atreve... a ir a la ley? Literalmente, ser juzgado , es decir , contender en juicio. Cf. 1 Samuel 12:7 ; Ezequiel 20:35 ; y Jeremias 2:35 . El Ap�stol no censura a los que fueron arrastrados ante los tribunales paganos, sino a los que arrastraron a sus hermanos ante ellos, o que comparecieron ante ellos con el consentimiento de ambas partes.

Ante los injustos. Los santos aqu� es un nombre para los fieles, y los injustos , por lo tanto, son gentiles incr�dulos. As� Cris�stomo, Teofilacto, Anselmo. Los paganos son llamados as� por carecer de la fe por la cual vive el hombre justo, y por lo tanto ser injustos, y cometer con frecuencia la injusticia estrictamente llamada. En otras palabras, siendo estos hombres injustos los jueces, no se debe buscar justicia en ellos. Como pervierten la fe, as� hacen la justicia.

Versículos 1-20

CAP�TULO 6

SINOPSIS DEL CAPITULO

i. El Ap�stol pasa al tema de los pleitos y juicios, y reprende a los corintios por iniciar procedimientos ante los jueces paganos, y declara que esos procedimientos son injustos e injustos.

ii. Luego (ver.9) declara que los injustos, de los cuales nombra varias clases, no heredar�n el reino de Dios.

iii. Pasa (v.13) a la fornicaci�n, y la condena por muchos motivos, que recoger� al final del cap�tulo.

Versículo 2

Si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, �sois indignos de juzgar las cosas m�s peque�as? Si los santos han de juzgar al mundo entero, �cu�nto m�s deber�an poder actuar como �rbitros al componer sus propias peque�as diferencias?

Versículo 3

�No sab�is que juzgaremos a los �ngeles? Algunos piensan que �ngeles aqu� significa sacerdotes, y se refieren a Malaqu�as 2:7 , "Porque �l es el �ngel del Se�or de los ej�rcitos", dicho del sacerdote. Pero esto es ajeno a la mente de S. Pablo, y por eso los Padres lo toman un�nimemente al pie de la letra.

Obs�rvese que, como dicen Cris�stomo, Teodoreto, Ambrosio y Anselmo, es del d�a del juicio general del que se habla aqu�.

De ah� se sigue (1.) que en ese d�a no s�lo los hombres sino los �ngeles, tanto buenos como malos, ser�n juzgados. Cris�stomo, Teofilacto, Teodoreto, Anselmo entienden este pasaje para referirse a los �ngeles malos; porque hay una Iglesia de �ngeles y hombres, y una Cabeza y Juez, Cristo. Tal juicio tiende a mostrar p�blicamente la justicia divina y el honor debido a los �ngeles.

Se sigue (2.) que este juicio no es tal como se habla en S. Mateo 12:41 , donde se dice que la Reina del Sur y los ninivitas se levantar�an en el juicio y condenar�an aquella generaci�n de Jud�os, sino juicio en el sentido propio de la palabra, por cuanto se contrapone a aquello por lo cual los corintios juzgaban sus asuntos mundanos.

S. Pablo dice entonces que Cristo y los Santos, por su poder y autoridad, juzgar�n a los �ngeles lo mismo que a los hombres: los buenos con juicio de aprobaci�n, de alabanza y gloria, y los malos con juicio de condenaci�n y reprobaci�n. Ser�n jueces porque, cuando eran hombres fr�giles en el cuerpo, se dedicaron al culto de Dios ya la pureza perfecta. Los dem�s ser�n juzgados porque rehusaron hacer la voluntad de Dios, siendo esp�ritus incorp�reos y puros.

As� que Teofilacto y Teodoreto. Adem�s, debido a que los Santos fueron victoriosos sobre el diablo en esta vida, por su recompensa, delante de todo el mundo, juzgar�n su malicia, orgullo e insensatez, y se regocijar�n por �l como vencido, mezquino y despreciable, arrojado. lejos por Dios, y condenado al castigo eterno. As� se dice que Cristo hizo en Colosenses 2:15 .

Y esto ser� a la soberbia exquisita de los demonios un castigo amargo, como dice bellamente Francisco Su�rez (pt. iii. qu. 69, disp. 57, secc. 8). A��dase a esto que los Ap�stoles y los hombres apost�licos, que lo dejaron todo y siguieron a Cristo m�s de cerca, estar�n m�s cerca del Juez, como los l�deres de Su reino y asesores de su Rey. Y as� su sentencia ser� la de Cristo; y as� como los Cardenales est�n asociados con el Papa, ellos con Cristo juzgar�n a todos los dem�s.

�Cu�ntas m�s cosas que pertenecen a esta vida? Somos competentes y dignos de juzgar las cosas que pertenecen a la vida ordinaria del hombre, si s�lo nos es confiado el oficio de juzgar por las partes litigantes, o si somos designados para ello por la Iglesia o por el Estado. Porque si podemos juzgar a los �ngeles, �por qu� no las cosas de este mundo? Porque los �ngeles superan tanto a las cosas mundanas como el cielo es m�s alto que la tierra. Ver.4. P�ngalos a juzgar a los menos estimados , en lugar de a los paganos.

Versículo 5

�Es que no hay hombre sabio entre vosotros? no, ninguno que pueda juzgar entre sus hermanos? Esto es una iron�a severa y una reprobaci�n y condena t�citas. Sedulius y Gregory ( Mor. lib. xix. c. 21) lo toman un poco diferente, como si lo dijeran en serio, como si quisiera decir: Que aquellos que son de menor m�rito en la Iglesia, y que no tienen grandes dones de poder, juzguen en asuntos de negocios mundanos, para que aquellos que no pueden hacer grandes cosas sean los medios para suministrar beneficios menores.

Este juicio de las causas seculares fue luego confiado entre los cristianos a los presb�teros y obispos, como aparece en Clemente ( Constit. lib. ic 49-51, y Ep. i. a Santiago, el hermano del Se�or). �l dice: "Si los hermanos tienen alguna disputa, que no la tomen por decisi�n ante los magistrados seculares, sino que, cualquiera que sea, que los presb�teros de la Iglesia la resuelvan, y que su decisi�n sea obedecida impl�citamente.

" "Esto tambi�n fue decretado posteriormente en la ley civil por el emperador Teodosio, y confirmado por Carlomagno (xi. qu. 1, Can. quicunque y Can. Volumus ), quien dio permiso a cualquiera, ya sea demandante o demandado, para apelar del tribunal secular al tribunal eclesi�stico. Por eso fue que Gregorio Taumaturgo, obispo de Neo-Ces�rea, desempe�� entre sus fieles el oficio de juez, como lo atestigua Gregorio de Nisa en la vida que escribi� de �l; tambi�n lo hizo s.

Ambrose, como aparece en Offic. liberaci�n ii.c. 29, donde dice que hab�a anulado los juicios injustos de los emperadores; lo mismo hizo S. Agust�n ( de Opere Monach. c. 26); Sinesio ( Epp. 57 y 58). Pero a medida que aumentaba el n�mero de cristianos y los juicios, los obispos transfirieron este deber a los jueces seculares, que eran, sin embargo, cristianos. Esto lo hicieron, siguiendo la ense�anza y el nombramiento de S.

Pedro, que esto escribe a Clemente, y en �l a todos los obispos, en la carta aqu� citada: "Cristo no quiere que seas juez o decisor de los asuntos mundanos, para que, ocupado en las cosas que se ven, no tengas tiempo libre". por la palabra de Dios, o por separar lo bueno de lo malo seg�n la regla de la verdad",

Cabe preguntarse, �por qu� entonces los enemigos de San Pablo no conf�an este oficio de juez al obispo? Ambrosio responde: Porque todav�a no hab�a tal oficial en Corinto: "Todav�a no hab�a sido designado para gobernar su Iglesia". Los corintios hab�an sido convertidos recientemente por San Pablo, y a�n eran pocos en n�mero.

Versículo 7

Ahora, por lo tanto, hay una falta absoluta entre vosotros. La culpa Teofilacto rinde condena y verg�enza. Es m�s sencillo tomarlo como un defecto de deficiencia, ya que cuando un hombre es vencido por otro, su fuerza y ??valor disminuyen. La imperfecci�n, la mezquindad y la debilidad mental est�n entre vosotros, porque sois vencidos por la ira, la avaricia y la contienda, y no soport�is nada. Es la marca de una gran mente elevarse muy por encima de todas estas cosas, menospreciarlas como si estuvieran por debajo de su atenci�n y no preocuparse por las heridas. Es la peque�ez de la mente y el amor a la ganancia lo que os hace acudir a la ley ante los tribunales paganos, para esc�ndalo de los creyentes y de los incr�dulos, que as� son llevados a blasfemar la fe de Cristo.

�Por qu� no prefer�s equivocaros? O sufrir p�rdida, como corresponde a los que son cristianos nuevos, que son pocos en n�mero, y en el primer fervor de su profesi�n de paz y perfecci�n.

Este pasaje, sin embargo, no favorece a los anabaptistas, quienes sostienen que significa que todo el poder judicial debe quitarse a los magistrados. Porque (1.) como dice Cris�stomo, el Ap�stol no est� condenando la existencia de tribunales de justicia, sino la impaciencia de los litigantes. (2.) Los censura por infligir da�o a sus hermanos cristianos (v. 8); (3.) renunciar al juicio sobre estos asuntos ante los incr�dulos y los injustos; (4.

) por oprimir injustamente a los pobres entre ellos; (5.) por perturbar tan escandalosamente la paz fraterna, que es el v�nculo de la caridad, y as� da�ar la fe misma. Cayetano a�ade que siempre debe estar en mal una u otra de las partes, porque una u otra favorece una causa injusta, a no ser que pueda excusarse por ignorancia. Por lo cual San Agust�n ( Enchirid. c. 78) dice que incluso los pleitos que son justos dif�cilmente se pueden entablar sin pecado, en todo caso pecado venial, porque generalmente proceden de un amor demasiado grande a las cosas mundanas, y dif�cilmente pueden ser libres. del peligro del odio, la mala voluntad y el trato injurioso.

A esta p�rdida de tiempo, de paz y de tranquilidad interior se suma, que no puede ser compensada sino con un bien a�n mayor, y por eso aun los pleitos que tienen de su parte la justicia no se emprenden sin pecado. De ah� que Cristo, en S. Mat. v. 40, manda: "Si alguno te demandare en la ley, y te quitare la t�nica, d�jale tambi�n la capa", Un bien mayor es la necesidad de uno mismo, del p�blico, de la familia, la piedad o las obligaciones de justicia, como cuando determinas proteger o recuperar los bienes de un monasterio, o de los pobres, por los tribunales p�blicos.

Entonces Pablo apel� al tribunal de C�sar ( Hechos 25:11). En fin, el Ap�stol no culpa aqu� al juzgar por parte del juez, sino s�lo por parte de los pretendientes. Y as�, aunque fuera pecado acudir a la ley, no ser�a pecado dictar sentencia; porque los juicios ponen fin a los pleitos, lo cual es del todo bueno. S. Clemente de Roma apoya en esto a S. Pablo, su maestro y contempor�neo ( Constit.

Una publicaci�n. liberaci�n ii. X. 45), en las palabras: Es la hermosa jactancia de un cristiano que no va a juicio con nadie. Pero si por obra de otros, o por alguna tentaci�n, acontece que se enreda en un pleito, hace todo lo que puede para poner fin a �l, aunque por ello tenga que sufrir p�rdida, y para evitarlo. tener que comparecer ante el tribunal de los paganos. No permit�is que los magistrados seculares decidan en vuestras causas, porque por ellos el diablo se empe�a en afrentar a los siervos de Dios, haci�ndoles parecer que no ten�is ning�n sabio para hacer justicia entre vosotros, o para poner fin a controversia.

" Ver. 9, 10. Ni los fornicarios, ni los ad�lteros , etc..... heredar�n el reino de Dios. Por lo cual parece que no s�lo el adulterio, sino tambi�n la fornicaci�n, por la cual el hombre soltero peca con la mujer soltera, es contra la ley de Cristo y de la naturaleza El rabino Mois�s �gypt, err� vergonzosamente a este respecto ( More , lib. iii. c. 50) cuando excus� la relaci�n de Jud� con Tamar, relatada en Gen, xxxvii.

, sobre la base de que antes de la ley de Mois�s la prostituci�n estaba permitida. Yerran a�n m�s vergonzosamente nuestros pol�ticos que, admitiendo que la fornicaci�n est� prohibida por la ley de Cristo, niegan que la ley de Mois�s la prohibiera. Porque Mois�s lo incluye, como siempre lo hacen los rabinos, en Exod. xx., bajo el sexto mandamiento, "No cometer�s adulterio", seg�n el cual no solo el adulterio, sino tambi�n el incesto, la sodom�a, la fornicaci�n y todo tipo de relaciones sexuales y lujuria fuera de los l�mites del matrimonio est�n prohibidos. Entonces Tob�as (Tob�as 4:13) dice: "Gu�rdate, hijo m�o, de toda fornicaci�n".

As� el Ap�stol aqu� considera la fornicaci�n con el adulterio, la idolatr�a y otros pecados que son contra la ley de la naturaleza y del Dec�logo, y naturalmente excluyen a los hombres del reino de los cielos. Porque la fornicaci�n est� en desacuerdo con la primera creaci�n del hombre y con la instituci�n del matrimonio, por la cual el Dios de la naturaleza y Se�or de todas las cosas ha ligado al matrimonio el uso de los miembros que sirven para la generaci�n; y fuera de eso les ha quitado todo permiso para usarlos.

Se opone tambi�n a la fidelidad conyugal y al bien de la descendencia, que no puede educarse debidamente en la fornicaci�n, sino s�lo en el matrimonio. De ah� Deut. XXII. 21 manda apedrear a la doncella que antes de casarse ha fornicado en casa de su padre. Y dice el Sabio en Ecl 19,3: El que se uniere a la fornicaci�n ser� vil.

Por �ltimo, para pasar por alto otros casos, 24.000 de los israelitas fueron asesinados por cometer fornicaci�n con las hijas de Moab.

Afeminado. Los culpables de la autocontaminaci�n.

Codicioso. Los que por fraude, contratos injustos y argucias legales se apoderan de los bienes ajenos. Son distintos de los ladrones y salteadores. Cf. nota a ver. 10

Borrachos. La palabra griega aqu� significa tanto el que est� borracho como el que se da a la borrachera. Aqu� denota m�s bien el acto que el h�bito, como lo hacen las otras palabras, ladrones, injuriadores, ad�lteros; porque uno de tales actos excluye del reino de los cielos. Cf. Gal�n. v. 21. Un solo acto de embriaguez, si es perfecto, es un acto mortal, porque priva al hombre del uso de su raz�n, y lo hace como una bestia, y lo expone al peligro de broncas, lujuria y muchos otros. otros pecados.

Santo Tom�s dice, sin embargo: "La embriaguez no es pecado mortal si uno ignora la fuerza del vino o la debilidad de su cabeza". Esta excusa, sin embargo, es invalidada por la experiencia frecuente; por eso el Ap�stol dice significativamente "borracho habitual", no simplemente "borracho". Pero la primera explicaci�n es la m�s s�lida.

Versículo 11

Pero vosotros sois lavados... por el Esp�ritu de nuestro Dios. Fuisteis justificados en el bautismo por el Esp�ritu Santo. As� Cris�stomo, Teofilacto, Ecumenio. S. Cipriano da un bello ejemplo de este lavado y cambio de car�cter, producido en su propio caso al ser bautizado en el cristianismo, en Efesios 2 , a Donato, en el que confiesa c�ndidamente qu� clase de hombre era antes de su bautismo, qu� cambio repentino pas� sobre �l por la gracia del bautismo, y qu� beneficios le confer�a el cristianismo, que, como �l dice, "es la muerte de los vicios, la vida de las virtudes". Nazianzen ( Orat. Funebr. in Laudem S. Cypr. ) dice lo mismo, y relata su maravillosa conversi�n, y el cambio de coraz�n y vida que el bautismo produjo en �l.

Versículo 12

Todo me es l�cito, pero no todo conviene. Todas las cosas, dicen Teodoreto y Ecumenio, me son l�citas a trav�s del libre albedr�o, est�n en mi poder, por ejemplo , cometer fornicaci�n, robar, emborracharme y todos los dem�s pecados mencionados anteriormente. Pero no son convenientes para la salvaci�n de mi alma, por cuanto son pecados.

Pero esta interpretaci�n es condenada con raz�n por Ambrosio, quien dice: "�C�mo puede ser l�cito lo que est� prohibido? Porque ciertamente si todas las cosas son l�citas, no puede haber nada il�cito". En otras palabras, dice que se dice que es l�cito lo que ninguna ley proh�be. La palabra l�cito no se aplica a lo que est� en poder de la voluntad hacer o dejar de hacer. Por lo tanto, el significado de este pasaje es que todas las cosas indiferentes, todas las que no est�n prohibidas por ninguna ley, me son l�citas.

As� Cris�stomo, que con Teofilacto remite estas palabras al vers�culo siguiente. versi�n 13 Carnes para la panza y la panza para las carnes. 1. Aunque me es l�cito comer toda clase de alimentos, no permitir� que el deseo de ning�n alimento me domine y me haga esclavo de mi vientre.

2. Ambrosio y Santo Tom�s entienden que estas palabras se refieren a sus gastos personales, y significan Aunque me es l�cito, como predicador del Evangelio, recibir de vosotros medios de subsistencia, no los recibir�, no sea que me convierta en a cargo de cualquiera y pierdo mi libertad. El Ap�stol a su manera une varios asuntos inconexos, que sab�a ser�an inteligibles de otras maneras para aquellos a quienes les estaba escribiendo.

3. La mejor traducci�n es referir estas palabras, con Anselmo y Santo Tom�s, a lo dicho m�s arriba sobre los juicios: He dicho estas cosas contra ir a la ley, no porque sea il�cito en s� mismo que un hombre busque recuperar lo suyo en derecho, sino porque no quiero que os somet�is al poder de nadie, ya sea juez, abogado o procurador, especialmente cuando son de los incr�dulos.

San Bernardo ( de Consid. lib. iii.) dice moralizando: " El hombre espiritual, antes de emprender cualquier trabajo, se har� tres preguntas: �Es l�cito? �Es conveniente? �Es conveniente? Porque aunque, est� bien conocido en la filosof�a cristiana, nada es devenir sino lo que es l�cito, y nada es conveniente sino lo que es a la vez l�cito y conveniente, sin embargo, no se sigue que todo lo que es l�cito sea necesariamente tambi�n conveniente o conveniente " .

�Por qu�, dice S. Pablo, entr�is en pleitos por el bien mundano, que en su mayor parte s�lo sirve para el vientre y sus carnes? Porque la comida no es m�s que una cosa perecedera y mezquina, hecha s�lo para ser echada en el vientre. El vientre tambi�n es la parte m�s baja del hombre, hecho solo para cocinar, digerir, arrojar y corromper la comida, y es un recipiente que contiene todo lo que es repugnante. Tanto la comida como el vientre ser�n destruidos, porque ambos ser�n pasto de los gusanos; y aunque el vientre se levante, no tardar� en comer.

En segundo lugar, debe observarse que el Ap�stol introduce aqu� deliberadamente la gula, porque es la madre de la lujuria, que luego procede a condenar. As� Teofilacto. Por lo tanto, en el pasaje que lleva el nombre de S. Atanasio (qu. 133 ad Antioqu�a ), aqu� se entiende que el vientre significa gula y embriaguez. El vientre tiene su deseo de embriaguez, y la embriaguez de �l; pero el que as� se entrega a servir su vientre no puede servir a Dios, sino que es esclavo de su vientre, y por tanto ser� destruido por Dios.

Este pasaje claramente no es escrito por S. Atanasio, ya que antes (qu. 23) se cita al mismo Atanasio, y difiere de �l; adem�s, se citan a Epifanio y Gregorio de Nisa, que vivieron despu�s de Atanasio.

Pero Dios la destruir� a ella ya ellos. En la muerte y en la resurrecci�n, de tal manera que el vientre ya no ser� para comida, ni habr� carnes para llenar el vientre.

Ahora bien, el cuerpo no es para la fornicaci�n, sino para el Se�or, y el Se�or para el cuerpo. No fue pensada ni dada para tal fin, sino para que con cuerpo casto sirvamos al Se�or y lo sigamos, nuestra Cabeza, con vida pura y santa. Entonces Anselmo. As� tambi�n Cristo es dado a nuestro cuerpo para ser su cabeza y corona. O el Se�or es para el cuerpo en otro sentido, seg�n Ambrosio y Anselmo, a saber, que �l es la recompensa del cuerpo casto y puro, y le dar� incorrupci�n e inmortalidad. El primer significado es el m�s simple, pues San Pablo procede a hablar de la resurrecci�n.

Versículo 14

Y Dios... tambi�n nos resucitar� con su propio poder. As� como �l resucit� a Cristo cuando estaba crucificado y muerto, as� tambi�n si con Cristo morimos a la lujuria y a la gula, y las crucificamos, �l nos resucitar� a nosotros.

Versículo 15

�No sab�is que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Porque vosotros mismos, y en consecuencia vuestro cuerpo y alma, sois miembros de la Iglesia de Cristo. S. Agust�n ( Serm. 18. in h�c Verb. ) dice bellamente: " La vida del cuerpo es el alma, la vida del alma es Dios. El Esp�ritu de Dios habita en el alma, y ??por el alma en el cuerpo , para que tambi�n nuestros cuerpos sean templo del Esp�ritu Santo, el cual tenemos de Dios � .

�Debo, pues... hacerlos miembros de una ramera? Dios no lo quiera. Tomar aqu� no es para arrancar y separar de Cristo, porque un fornicario sigue siendo miembro de Cristo y de Su Iglesia mientras retenga la fe verdadera. Pero significa, como dice Santo Tom�s, sustraer injustamente estos miembros, que fueron dados por generaci�n, del obediente servicio de Cristo, de quien son. Porque cualquiera de los fieles que comete fornicaci�n roba como si fuera su cuerpo y sus �rganos de generaci�n, cuyo cuerpo es un miembro de Cristo, de su leg�timo due�o, y los da a una ramera.

Toma, por tanto, de Cristo, no la jurisdicci�n sobre su cuerpo, sino el uso de �l. versi�n 16. �No sab�is que el que se une a una ramera es un solo cuerpo? Un cuerpo por uni�n y mezcla de los dos cuerpos. As� como los comerciantes en sociedad tienen un solo capital, porque es com�n a ambos, as� los que se juntan para cometer fornicaci�n tienen un solo cuerpo, porque sus cuerpos son comunes a ambos, como dice Cayetano. As� que dos son una sola carne: es decir, de dos se hizo un solo ser humano, y �ste no espiritual, sino carnal, totalmente carnal.

Porque dos, dice �l, ser�n una sola carne. S. Paul est� aqu� citando Gen. ii. 24, donde las palabras se aplican a los casados. Pero con bastante verdad los refiere a los fornicarios, porque los actos externos, sea de ellos o de los casados, no difieren en especie, aunque difieren moralmente por todo el cielo, porque los actos de los primeros son lujuriosos y viciosos, pero aquellos de los segundos son actos de templanza, rectitud y virtud, como dice Santo Tom�s.

1. Obs�rvese que se dice de los casados ??que ellos tambi�n ser�n una sola carne (1.) por c�pula carnal, como la toma el Ap�stol; (2.) por sin�cdoque, ser�n un individuo, una persona: porque el hombre y la mujer civilmente son, y se cuentan como uno; (3.) porque en el matrimonio cada uno es due�o del cuerpo del otro, y as� la carne del uno es la carne del otro (cf. 1 Co 8, 3); (4.) en el efecto producido, porque producen una sola carne, es decir, una descendencia.

2. Obs�rvese nuevamente que la Escritura emplea esta frase para mostrar que de todas las relaciones humanas el v�nculo del matrimonio es el m�s cercano e inviolable. Por lo tanto, Dios hizo a Eva de la costilla de Ad�n, para mostrar que el hombre y la mujer no son tanto dos como uno, y deben ser uno en coraz�n y voluntad, y por lo tanto, si es necesario, cada uno para el por causa del otro debe dejar padre y madre, como est� dicho en G�nesis 2:24 .

El Ap�stol cita este pasaje para mostrar al fornicador cu�n gravemente se rebaja y se deshonra a s� mismo, por cuanto se une tan estrechamente a alguna ramera abandonada que se hace uno con ella, y como si se transformara en ella y �l mismo se hiciera ramera. versi�n 17. Pero el que se une al Se�or, un esp�ritu es. No uno esencialmente, como Ruisbrochius ( de Alta Contempt .

) dice que Almaric y ciertos fan�ticos "illuminati" pensaron, pero uno en el camino de los accidentes: uno en la caridad, en el consentimiento de la voluntad, en la gracia y la gloria, todo lo cual hace al hombre como Dios, de modo que es como si fuera uno y el mismo esp�ritu con Dios. As� Ambrosio, Anselmo, �cumenius. De este pasaje S. Basilio ( Virgen de Vera. ) muestra que el alma casta y santa es la esposa de Dios, y se transforma en la excelencia de la imagen divina, para llegar a ser un solo esp�ritu con Dios, y de esta uni�n con Dios bebe de toda pureza, virtud, incorrupci�n, paz y sosiego interior posibles.

" Por tanto ", dice, " el alma que se une a Cristo es, por as� decirlo, la esposa de la Sabidur�a o la Palabra de Dios; es necesariamente sabia y prudente, de modo que toda se�al del yugo de la insensatez ha sido eliminada". removida por la meditaci�n de las cosas divinas, lleva el hermoso ornamento de la Sabidur�a a la que se ha unido, hasta que se une tan completamente a s� misma con la Sabidur�a Eterna, de tal manera se vuelve una con Ella, que de corruptible se hace incorruptible, de ignorante m�s prudente y sabia, como el Verbo, a cuyo lado se ha mantenido estrechamente, y en una palabra, del hombre mortal se hace inmortal Dios; y as� se manifiesta a todos Aquel a quien ella se ha unido �.

San Bernardo ( Serm 7 in Cantic. ) describe bellamente este desposorio de Dios con el alma que se une a �l con amor puro y santo, y la comunicaci�n de todos los bienes que de �l se derivan. �l dice: " El alma que ama a Dios es llamada Su novia; porque los dos nombres, novia y novio, denotan los afectos m�s �ntimos del coraz�n; porque para ellos todas las cosas son en com�n: tienen una bolsa, una casa, una mesa , una cama, una sola carne.

Por tanto, dejar� el hombre padre y madre, etc., y los dos ser�n una sola carne... La que ama es llamada novia; pero el que ama no busca los besos por la libertad, ni por el salario, ni por una liquidaci�n de dinero, sino por los besos a la manera de una cast�sima novia, cuyo aliento susurra su amor en toda su pureza, y que es completamente incapaz de ocultar el fuego que la quema. 'Que me bese con los besos de su boca', dice ella.

Es como si dijera: '�Qu� tengo en el cielo y qu� deseo en la tierra aparte de ti?' Seguramente este, su amor, es casto, pues busca tener al que ama, y ??nada m�s fuera de �l. Es un amor santo, porque no est� en la lujuria de la carne, sino en la pureza del esp�ritu. Es un amor ardiente, porque est� tan ebria de su propio amor que no piensa en su majestad.

Sin embargo, es Uno que mira la tierra y tiembla, toca las monta�as y humean, y ella busca ser besada por �l. �Est� borracha? Seguro que s�, porque acaso hab�a salido de la bodega. �Qu� grande es el poder del amor! �Cu�n grande es la confianza del esp�ritu de libertad! El amor perfecto echa fuera el temor. Ella no dice, 'Que este o aquel novio, o amigo, o rey, me bese', sino definitivamente, 'Que me bese.

As� tambi�n cuando Mar�a Magdalena, al no encontrar a su Se�or en el sepulcro, y creyendo que se lo hab�an llevado, dijo de �l: Si t� lo llevaste de aqu�, dime d�nde lo pusiste, y yo lo llevar�. �l lejos.' �Qui�n es el '�l'? Ella no lo revela, porque supone que lo que nunca est� ni un momento ausente de su coraz�n debe ser evidente para todos. As� tambi�n la novia dice: 'Que me bese', i.

e., aquel que nunca est� ausente de mi coraz�n; porque, ardiendo de amor, piensa que el nombre del que ama es bien conocido de todos .� M�s sobre este desposorio y uni�n con Dios del alma que se aferra a �l se encontrar� en las notas de 2 Corintios 11:2 .

Nuevamente encontramos a San Bernardo, o al autor del tratado "Sobre la vida solitaria", diciendo hacia el final: " La perfecci�n de la voluntad que se dirige hacia Dios se encuentra en la unidad con Dios del esp�ritu de el hombre cuyos afectos est�n puestos en las cosas de arriba, cuando ya no quiere simplemente lo que Dios quiere, sino que ha avanzado tanto en el amor que no puede querer salvo lo que Dios quiere, la uni�n es completa.

Porque querer lo que Dios quiere es ser como Dios; no poder querer salvar lo que Dios quiere es ser lo que es Dios, con quien Voluntad y Ser son lo mismo. Por eso est� bien dicho que entonces le veremos tal como es, cuando seamos tan semejantes a �l que seamos lo que �l es. Porque a aquellos a quienes se les ha dado el poder de llegar a ser hijos de Dios, tambi�n se les ha dado el poder de llegar a ser, no ciertamente Dios, sino lo que Dios es �.

S. Bernardo contin�a se�alando una triple semejanza que los hombres tienen con Dios, y luego a�ade: " Esta semejanza del hombre con Dios se llama unidad de esp�ritu, no s�lo porque es el Esp�ritu Santo quien la realiza, o porque �l afecta el esp�ritu del hombre hacia �l, pero porque es �l mismo el Esp�ritu Santo Dios que es amor. Siendo �l el lazo de amor entre el Padre y el Hijo, �l es unidad y dulzura y bien y besa y abraza, y todo lo que puede ser com�n a Ambos en esa unidad suprema de la Verdad y la verdad de la Unidad, y de manera similar �l hace que el hombre llegue a ser para Dios seg�n la capacidad del hombre todo lo que por la unidad sustancial el Padre es a trav�s de �l al Hijo y el Hijo al Padre.

La bendita conciencia del hombre ha encontrado de alguna manera un medio por el cual abraza al Padre y al Hijo: de manera inefable e inconcebible el hombre merece ser de Dios, aunque no Dios. Dios, sin embargo, es lo que es por Su propia Naturaleza; el hombre llega a ser lo que hace por la gracia �.

Versículo 18

Huye de la fornicaci�n . Porque, como ense�an generalmente Anselmo, Casiano y los Padres, otros vicios se vencen con la resistencia, la lujuria s�lo con la huida, a saber, huyendo de las mujeres, de los objetos y ocasiones de la lujuria, apartando los ojos y la mente para ver y pensar en otras cosas. Porque si opon�is una tentaci�n a alguna lascivia, o luch�is contra alg�n pensamiento impuro, s�lo excit�is la imaginaci�n pensando en tales cosas, y luego inflamad a�n m�s la concupiscencia innata de la carne, que est� naturalmente dispuesta a actos tales como la fornicaci�n.

Todo pecado que el hombre comete es sin el cuerpo. No mancha ni contamina el cuerpo.

Puede decirse que si un hombre mata o se mutila o se castra, peca contra su cuerpo, y por lo tanto no es un hecho que todo pecado distinto de la fornicaci�n sea sin el cuerpo.

Respondo que todo pecado , es decir , toda clase de pecados que los hombres cometen com�n y ordinariamente, es sin el cuerpo. Pues hay siete pecados capitales, que los te�logos, siguiendo a San Pablo, dividen en espirituales y corporales o carnales. Las que son carnales son dos, la gula y la lujuria; las espirituales son cinco soberbia, avaricia, ira, envidia, pereza. De estos, la ira y la envidia tienden directamente por s� mismos al asesinato del pr�jimo, pero no sino por accidente al asesinato de uno mismo, y eso en pocos y extraordinarios casos.

El hombre airado, por tanto, no peca ordinaria y necesariamente contra su cuerpo, sino contra el de otro, agredi�ndolo o mat�ndolo. Entonces, el significado del Ap�stol es que todos los pecados en general que los hombres ordinaria y com�nmente cometen est�n fuera del cuerpo. " Todo pecado ", por lo tanto, no incluye la mutilaci�n o el suicidio, que ocurren raramente, y como accidentalmente; ni incluye la glotoner�a como mostrar� directamente.

Pero el que comete fornicaci�n peca contra su propio cuerpo. S. Jer�nimo ( Ep. ad Amand. tom. iii.) da dos explicaciones de este pasaje, de las cuales la primera es que el fornicario peca contra su mujer, que es su propio cuerpo; la segunda es que planta en su cuerpo las semillas de la pasi�n sexual, que, incluso despu�s de su pecado, permanecen, cuando quiere arrepentirse, para brotar en la vida activa.

S. Jer�nimo dice que " otros pecados est�n fuera, y despu�s de haber sido cometidos se arrepienten, y aunque el beneficio los inste, la conciencia los reprende. Solo la lujuria, incluso en la hora del arrepentimiento, sufre bajo los l�tigos y aguijones del pasado, y bajo irritaci�n org�nica y bajo incentivos para pecar, de modo que el material para el pecado es suministrado nuevamente por pensamientos de las mismas cosas que anhelamos ver corregidas.

Confiesa S. Jer�nimo ( Ep. 22 ad Eustoch, ) que �l sab�a esto por propia experiencia. S. Mar�a de Egipto encontr� lo mismo en su propio caso, que soport� bajo penitencia estos azotes y aguijones durante tantos a�os como ten�a. anteriormente dada a la pasi�n sexual, a saber, diecisiete, como Sofronio, patriarca de Jerusal�n, relat� en su vida.

�cumenius tiene otras diez explicaciones de este pasaje, al igual que Isidorus Pelusiota ( lib . iv. Ep. 129). Pero el sentido verdadero y genuino es: Quien comete fornicaci�n da�a su propio cuerpo, 1. porque contamina y deshonra su cuerpo, como dice Gregorio de Nyssa en su oraci�n sobre estas palabras.

2. Porque por la fornicaci�n debilita y agota su cuerpo, y muchas veces lo destruye, contrayendo enfermedades ven�reas. As� S. Athanasius, citado por �cumenius. De ambas maneras el glot�n y el borracho pecan contra su cuerpo, porque el primero lo deshonra al someterlo a humores malsanos, v�mitos y otras cosas repugnantes, mientras que el segundo debilita, da�a y finalmente arruina su calor y fuerza natural.

Por lo tanto, bajo el nombre de fornicaci�n, aqu� se puede entender la glotoner�a y la embriaguez, como afines a ella, o m�s bien su madre. Por eso el Ap�stol, en el ver. 13, habl� de la gula. Porque estos dos pecados, la glotoner�a y la lujuria, son vicios propios del cuerpo, y por eso se llaman pecados de la carne; los dem�s pecados pertenecen s�lo al esp�ritu, como acabo de decir.

3. El fornicario muere agraviando su propio cuerpo, por cuanto �l solo trae su cuerpo, que fue creado libre, puro y noble, bajo la jurisdicci�n, servicio y poder de la niebla, la ramera degradada, de modo que llega a ser como una sola cosa. con ella. De la misma manera que si alguno uniera su propio cuerpo, que fuere noble, sano y hermoso, al cuerpo de alg�n leproso repugnante, se dir�a que le hace un gran mal a su cuerpo, as� lo hace el que une a una ramera com�n, vil e infame su cuerpo, que fue creado por Dios puro, noble y libre, y redimido y lavado por la sangre de Cristo, hazle un da�o grave. En todos estos vers�culos el Ap�stol enfatiza este mal.

4. El fornicario hace da�o a su cuerpo, porque excita en �l una lujuria inmunda y vergonzosa, que absorbe tanto la mente que al ponerla en acci�n el hombre no puede pensar en otra cosa. Hace su cuerpo, por tanto, esclavo de su lujuria, de tal modo que est� totalmente dominado por ella. Ni la gula ni ning�n otro pecado en el cuerpo excita una lujuria tan vergonzosa y vehemente como �sta. S�lo la impureza domina entonces el cuerpo, y por su lujuria y acci�n exterior lo ti�e, subyuga y destruye.

Versículo 19

�No sab�is que vuestro cuerpo es templo del Esp�ritu Santo? Por tanto, los que contaminan sus cuerpos con la impureza son culpables de sacrilegio, porque pecan contra el Esp�ritu Santo. Le hacen mal rob�ndole el cuerpo que le ha sido dedicado y 120 transfiri�ndoselo al demonio de la lujuria. Adem�s, los cuerpos de los fieles son templo del Esp�ritu de Cristo, porque ellos mismos son miembros de Cristo, y porque los fieles son un esp�ritu con Dios.

(V�anse las notas de los vers�culos 16, 17 y 2 Corintios 6:16 .) Tertuliano dice inteligente y bellamente ( de Cultu Femin. ci) que la guardiana y suma sacerdotisa de este templo es la castidad. Dice: " Puesto que todos somos templo de Dios, porque dotados y consagrados con el Esp�ritu Santo, la guardiana y suma sacerdotisa de su templo es la castidad, que no permite que nada inmundo, nada profano sea llevado adentro, para que Dios, que habita en �l, ofenderse y abandonar Su santuario contaminado .

"El fiel y justo es, pues, templo en el que por la gracia mora y es adorado el Esp�ritu Santo, que Dios nos ha dado, para obrar en nosotros todos los pensamientos, afectos, palabras y obras santos. Por tanto, es totalmente indecoroso que su alma y el cuerpo por la fornicaci�n debe convertirse en el templo de Venus y Pr�apo: esto es un grave agravio hecho a Dios y al Esp�ritu Santo. Por eso fue que S. Seraphia, virgen y m�rtir, cuando el juez le pregunt�: "�D�nde est� el templo de el Cristo a quien ador�is, en el que os sacrific�is?" respondi�: "Yo, cultivando la castidad, soy templo de Cristo, y a �l me ofrezco en sacrificio.

" El juez replic�: "Si tu castidad, entonces, te fuera quitada, �supongo que dejar�as de ser un templo de Cristo?" La virgen replic�: "Si alguien contamina el templo de Dios, Dios destruir� a ese". ." Entonces el juez envi� a dos j�venes para violarla, pero en su oraci�n se produjo un terremoto, y los j�venes cayeron muertos: sin embargo, en sus oraciones fueron restaurados a la vida. Esto se encuentra en su vida. por Surius, bajo el 3 de septiembre.

versi�n 20. Porque hab�is sido comprados por precio: glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo. Valorad mucho vuestros cuerpos, aunque el demonio puje por ellos con un vergonzoso y breve deleite corporal. No despreci�is vuestros cuerpos, no los vend�is por nada, m�s bien consid�renlos del mayor valor posible; porque es para la gloria de Dios si estos cuerpos, que Dios compr� a gran precio, incluso con su propia sangre, se vuelven de gran importancia a nuestros ojos.

Por lo tanto, el conocido y orgulloso nombre de un cristiano es "Comprado y Redimido", es decir, del pecado y del paganismo, por la sangre preciosa de Cristo. As�, en la antig�edad, los hijos de los cristianos eran comprados por los turcos y se convert�an, en lugar de cristianos, en mahometanos, y se les llamaba mamelucos, o "los comprados"; pues cuando los t�rtaros hubieron subyugado a Armenia, vendieron los hijos de los cristianos. Melech-Sala, sult�n de Egipto, los compr� en gran n�mero, los hizo entrenar como soldados y los llam� mamelucos.

Despu�s de la muerte de Melech-Sala, los mamelucos comenzaron a designar un rey para s� mismos, en 1252 dC, de su propia sociedad de cristianos ap�statas. As� como se levantaron bajo el emperador Federico II, fueron exterminados bajo Solim�n, quien ocup� el trono egipcio, en 1516 d.C. Entonces su reinado y existencia cesaron juntos. Glorifica a Dios en tu cuerpo , manteni�ndolo puro en obediencia al Esp�ritu ya Dios.

El lat�n tiene, " Glorificar y llevar a Dios ", pero el llevar no est� en el griego. "Como un caballo", dice Santo Tom�s, "lleva a su se�or y jinete, y se mueve como �l quiere, as� el cuerpo sirve a la voluntad de Dios". El griego tambi�n a�ade, y en vuestro esp�ritu, que son de Dios .

Obs�rvese que los corintios eran muy dados a la impureza y, por consiguiente, a la glotoner�a. Esto es evidente de Suidas, quien, bajo la palabra "Cothys", dice: "Cothys es un diablo adorado por los corintios como el gobernante de las personas afeminadas e inmundas". Her�doto dice lo mismo (Clio), y Estrab�n ( lib. viii.). Este �ltimo dice: "El templo de Venus en Corinto era tan rico que ten�a m�s de mil rameras como sacerdotisas, a quienes hombres y mujeres dedicaban a la diosa.

As� , ???????????? se convirti� en una palabra com�n para la lascivia, la autoindulgencia y la impureza en general. Por lo tanto, el Ap�stol se esfuerza tanto en advertir a los corintios contra su pecado com�n de fornicaci�n; y lo hace por varias razones extra�das de diferentes fuentes: (1.) de la creaci�n, (2.) de la resurrecci�n del cuerpo, (3.) de la verg�enza de la impureza y del da�o que causa al cuerpo, (4.) de la dignidad del cuerpo.

De estos podemos recoger seis argumentos por los cuales �l busca salvarlos de la fornicaci�n: (1.) Porque nuestro cuerpo no es nuestro sino del Se�or (v.13); (2.) Porque, si es puro, resucitar� con gloria (v. 14); (3.) Porque nuestro cuerpo es miembro de Cristo. (v. 15); (4.) Porque el cuerpo es un templo puro del Esp�ritu Santo, para que, aferr�ndose a Dios en castidad, llegue a ser un solo esp�ritu con �l (v.

17); (5.) Porque nuestro cuerpo ha sido comprado con la sangre de Cristo, y por tanto es cosa indigna, y afrenta a Dios, a Cristo y al Esp�ritu Santo, d�rselo a una ramera (v. 20). V�ase Cris�stomo ( en Morali .).

San Bernardo ( Serm. 7 in Ps. xci.) moraliza as�: " Glorificad, amados, y llevad mientras tanto a Cristo en vuestro cuerpo, como una carga deliciosa, un peso agradable, una carga saludable, aunque a veces parezca que pesa pesadamente, aunque a veces usa la espuela y el l�tigo sobre el rezagado, aunque a veces sujeta las quijadas con freno y freno, y nos refrena enteramente para nuestro bien.

S� como una bestia de carga en la paciencia con que llevas la carga, pero no como una bestia, sin importar el honor que da su jinete. Piensa con sabidur�a y dulzura tanto en la naturaleza de la carga que llevas, como en tu propio beneficio futuro ". As� san Ignacio, el m�rtir, fue llamado "portador de Dios" y "portador de Cristo", y saluda a la Sant�sima Virgen del mismo nombre, "portadora de Cristo", en sus cartas a ella, como dice S. Bernardo.

Información bibliográfica
Lapide, Cornelius. "Comentario sobre 1 Corinthians 6". El Gran Comentario Bíblico de Cornelius a Lapide. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/clc/1-corinthians-6.html. 1890.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile