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Bible Commentaries
1 Samuel 23

Comentario de Ellicott para Lectores en InglésComentario de Ellicott

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Introducción

XXIII.

( 1 Samuel 23:1 ) David salva a Keila. - Consulta a Dios por medio del Urim y Tumim, y deja a la traidora Keilah. - Ve a Jonathan una vez m�s. - Los Zifitas lo entregan a Sa�l. - Es salvado por una invasi�n de los filisteos.

Versículo 1

Entonces le dijeron a David ... - Para este y otros deberes, el profeta Gad ( 1 Samuel 22:5 ) hab�a llamado a David para que regresara con su banda armada a Jud�. Hab�a un gran trabajo a su disposici�n en su propio pa�s en ese momento. Saulo se estaba volviendo cada vez m�s negligente con su deber superior: el de proteger a su pueblo; a medida que pasaba el tiempo y su enfermedad aumentaba, todos sus pensamientos se concentraban en los cr�menes imaginarios de David, y la historia de la �ltima parte de su reinado es poco m�s que un relato de sus tristes y desconcertantes esfuerzos por acompa�ar la destrucci�n del joven h�roe.

La tarea de proteger al pueblo de las constantes expediciones de saqueadores de los filisteos, y probablemente de las naciones vecinas, fue entonces confiada a David. Indicarle esto al hijo de Isa� fue evidentemente la primera gran misi�n de Gad el vidente. La mente de Samuel estaba, sin duda, ocupada en este asunto. Es m�s que probable que Gad fuera enviado por primera vez a unirse a David por instigaci�n del profeta anciano, pero a�n mentalmente vigoroso.

Keilah. - �Esta ciudad estaba en las tierras bajas de Jud�, no lejos de la frontera filistea, a algunas millas al sur de Adullam, encaramada en una colina empinada que domina el valle de Ela, no lejos de la espesura de Hareth� (Conder; Tent Life in Palestina ) .

Versículo 2

David consult� al Se�or. - No se pregunt� si el sacerdote llevaba el efod, por medio del Urim y Tumim, porque, seg�n 1 Samuel 23:6 , Abiatar, el sumo sacerdote que sucedi� al asesinado Ahimelec, solo se uni� a David en Keila, los ciudadanos. de cuyo lugar estaban entonces pidiendo su ayuda contra sus enemigos.

Pero el profeta Gad estaba con David y, sin duda, la investigaci�n se hizo a trav�s de �l. Sabemos que tales indagaciones fueron hechas por medio de profetas, porque poseemos un relato detallado de tal indagaci�n que hizo Josafat al profeta Mica�as ( 1 Reyes 22:5 ; 1 Reyes 22:7 ), en cuyo pasaje la misma f�rmula se utiliza como en este caso.

El Talmud tambi�n, al discutir las preguntas hechas a trav�s del Urim y Tumim, mientras se concentra en el mayor peso de la decisi�n pronunciada por las piedras sagradas, asume que las preguntas tambi�n fueron hechas a trav�s de los profetas. "El decreto pronunciado por un profeta es revocable, pero la decisi�n del Urim y Tumim es irrevocable". - Tratado de Yoma, fol. 73 Colosenses 1 .

Versículo 3

Aqu� en Jud�. - Esto no implica que Keilah estaba fuera del territorio de Jud�, sino simplemente que el distrito en el vecindario alrededor de Keilah estaba en ese momento bajo el dominio filisteo. El campo abierto en tiempos de la supremac�a filistea cay� primero bajo su control; sus lugares fuertes, como Keilah, resistir�an por un per�odo mucho m�s largo.

Versículo 4

David pregunt� ... una vez m�s. - Esta segunda pregunta, hecha con el fin de inspirar confianza a su peque�o ej�rcito antes de embarcarse en el intento aparentemente desesperado, fue, como en el caso anterior mencionado en 1 Samuel 23:2 , sin duda a trav�s del profeta Gad. Abiatar a�n no hab�a llegado con el efod.

Versículo 6

Con un efod en la mano. - La dificultad aqu� con la versi�n y los comentaristas es que no entendieron que la indagaci�n del Se�or se pod�a hacer de cualquier otra forma que no fuera a trav�s del Urim. (V�ase la nota anterior sobre 1 Samuel 23:2 ) Sa�l en d�as m�s felices, sabemos, pregunt� y recibi� respuestas "por medio de profetas", porque antes de que recurriera a las artes prohibidas leemos c�mo, en contraste evidentemente con otras �pocas anteriores, el Se�or no le respondi�, ni por sue�os, ni por Urim, ni por profetas ( 1 Samuel 28:6 ).

La LXX. aqu� debi� haber alterado deliberadamente el texto hebreo, con el fin de escapar de lo que a estos traductores les parec�a una grave dificultad. Ellos rinden. �Y sucedi� que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huy� a David, descendi� con David a Keila, con un efod en la mano�, lo que implica que Abiatar hab�a bajado con David a Keila, habi�ndose reunido con �l anteriormente. .

Sin embargo, el texto hebreo es definido y claro, y nos dice que Abiatar se uni� a David por primera vez cuando estaba en Keila. Pero la dificultad que desconcert� a la LXX. y tantos otros se desvanecen cuando recordamos que la indagaci�n del Se�or se hac�a con frecuencia a trav�s del profeta; y esto evidentemente lo hizo David a trav�s de Gad, un famoso representante de esa orden, en el caso de la investigaci�n a que se refiere 1 Samuel 23:2 ; 1 Samuel 23:4 de este cap�tulo.

Versículo 7

Dios lo entreg� en mi mano. Sa�l sab�a que hab�a pocas posibilidades de que pudiera capturar o matar a su enemigo cuando deambulaba libremente por el desierto y los bosques que se extend�an al sur de Palestina, y que se extend�an hacia el sur m�s all� del alcance de cualquier fuerza armada. que pudiera cobrar; pero hab�a la esperanza de poder acompa�ar la destrucci�n de su enemigo, ya sea mediante la traici�n o un encuentro cuerpo a cuerpo, en un espacio confinado como una ciudad con rejas y puertas, como Keilah.

Saulo y sus consejeros sab�an demasiado bien con qui�n ten�an que tratar en el caso de los ciudadanos de esa ciudad infiel e ingrata. Es extra�o, despu�s de todo lo que hab�a pasado, que Sa�l pudiera enga�arse a s� mismo de que su causa era la causa de Dios, y que David era el reprobado y rechazado. La palabra hebrea aqu� es notable: Dios lo ha "repudiado o rechazado". La LXX. rinde "lo vend�" (en mis manos).

Versículo 8

Y Sa�l reuni� a todo el pueblo. - Tal convocatoria a la guerra por parte del soberano ha sido siempre un derecho real. El alegato, por supuesto, alegado para esta �convocatoria� fue la necesidad de un esfuerzo nacional inmediato contra los enemigos hereditarios del pueblo.

Versículo 9

Travesuras practicadas en secreto. - La idea de secreto sugerida en la traducci�n al ingl�s no aparece en el hebreo; la traducci�n exacta ser�a "estaba forjando o ideando". Es bastante probable que Jonathan se las ingeniara para mantener informado a su amigo de estos complots de la Corte en su contra.

Traed el efod. - Est� bastante claro que David utiliz� en esta ocasi�n un m�todo de investigaci�n diferente. En 1 Samuel 23:3 se dice simplemente que consult� al Se�or; aqu� en Keila su pregunta fue precedida, en 1 Samuel 23:6 , por una declaraci�n definitiva de que Abiatar el sacerdote, con el efod, hab�a llegado aqu� antes de que �l hiciera la pregunta a Dios.

La historia nos dice que �l orden� al sacerdote Abiatar que �trajera aqu� el efod�, conectando as� deliberadamente la investigaci�n de alguna manera con el efod. En este efod se colocaron doce piedras preciosas, una para cada una de las doce tribus. Los nombres de las tribus estaban grabados en estas gemas, nos dicen los rabinos, junto con algunas otras palabras sagradas. En importantes ocasiones solemnes - parece perfectamente cierto durante un tiempo considerable - que estas piedras fueron permitidas por la providencia de Dios, que obr� tantas maravillas para su pueblo, para ser utilizadas como or�culos.

Ya se ha dicho que, seg�n una tradici�n muy antigua, el uso de las gemas sagradas estaba restringido al sumo sacerdote, que solo pod�a invocar el poder sobrenatural a instancias del rey o del jefe del Estado por el momento ( uno como Joshua, por ejemplo). La respuesta Divina dada por las gemas sagradas parece haber sido la respuesta visible a la oraci�n ferviente y fiel.

La creencia com�n es que las piedras del efod dieron su respuesta a las preguntas reales y de los sumos sacerdotes con un brillo peculiar. Pero un pasaje (citado extensamente en el Excursus M sobre el Urim y Thummim al final de este libro) del Talmud de Babilonia (Tratado Yoma ) - aparentemente poco conocido - nos dice que los rabinos ten�an otras dos explicaciones tradicionalmente transmitidas desde el d�as en los que el sumo sacerdote cuestionaba en ocasiones solemnes el efod y su santo pectoral con gemas.

Versículo 11

�Me entregar�n los de Keila en sus manos? �Bajar� Sa�l, como ha o�do tu siervo? - Aqu� hay una curiosa inversi�n de las preguntas de David. En su secuencia l�gica, por supuesto, el segundo, con respecto a la baja de Sa�l, deber�a haber sido puesto primero, porque los hombres de Keilah no podr�an haberlo entregado en las manos de Sa�l si Sa�l no hubiera bajado. Dean Payne Smith sugiere que en la ferviente oraci�n de David "sus dos preguntas se plantean en sentido inverso al orden l�gico, pero de acuerdo con la importancia relativa en su mente". El Decano piensa �que cuando se present� el efod, las preguntas, por supuesto, se formularon y se respondieron en su secuencia l�gica.

�Y el Se�or dijo: �l descender�.
�Y el Se�or dijo: Te entregar�n�.

As� se dio la respuesta del Urim y Thummin a las preguntas en su orden l�gico. El Talmud tiene un comentario interesante aqu�. Al consultar el Urim y Tumim, el indagador no debe preguntar sobre dos cosas a la vez, porque si lo hace, se le responder� solo sobre una, y solo sobre la que pronunci� por primera vez, como se dice ( 1 Samuel 23:11 ).

David pregunt� primero: "�Me entregar�n los de Keila en sus manos?" y luego pregunt� tambi�n "�Bajar� Sa�l?" La respuesta fue a la segunda pregunta. �Y el Se�or dijo que descender�a�. Pero se acaba de afirmar que al investigador se le responder� s�lo sobre lo que dijo por primera vez. A esto se responde, David no enmarc� su pregunta en el orden correcto , pero la respuesta del Urim y Tumim fue como si la pregunta hubiera estado en el orden correcto.

Por lo tanto, cuando David se dio cuenta de que su pregunta no hab�a sido formulada correctamente, la repiti� de nuevo en mejor orden, como se ha dicho: �Entonces dijo David: �Me entregar�n los hombres de Keila a m� ya mis hombres en manos de Sa�l? Y el Se�or dijo: Te entregar�n �. - Tratado de Yoma, fol. 73, Colosenses 1 .

Versículo 13

Que eran unos seiscientos. - Esta es la �nica nota que tenemos en esta parte de la narrativa del r�pido aumento del n�mero de "hombres de armas" que se unieron a David.

Dondequiera que pudieran. - Es decir, el campamento armado de David fue levantado sin ning�n plan ni objetivo fijo. Probablemente la fuerza march� en la direcci�n de cualquier incursi�n filistea, y as� llev� a cabo en nombre de Israel una guerra fronteriza perpetua.

Versículo 14

El desierto de Zif. - Este desierto probablemente se encuentra entre Hebr�n y En-gedi. Algunas de estas "estaciones" en los vagabundeos del futuro rey s�lo se identifican de manera dudosa. Las l�neas musicales de Cowper, aunque tal vez, seg�n nuestros c�nones de gusto recientes, anticuadas, describen bien los cansados ??vagabundeos del rey salmista durante esta parte de su accidentada carrera:

�Ver al rey prometido de Jud� despojado de todo,
Expulsado al destierro de la faz de Sa�l.
A cuevas lejanas vuela el vagabundo solitario,
Para buscar esa paz que niega el ce�o fruncido de un tirano.
Su alma se regocija; la esperanza anima sus laicos;
El sentido de la misericordia se convierte en alabanza;
Y la naturaleza familiar con el rugido del le�n
Ring con sonidos de �xtasis nunca antes escuchados ".

COWPER.

Sa�l lo buscaba todos los d�as, pero Dios lo libr�. - Esta es simplemente una observaci�n general, y tiene la intenci�n de cubrir un largo per�odo de tiempo, incluida la parte restante del reinado de Sa�l, durante la cual David estuvo expuesto perpetuamente a los intentos de Sa�l de destruirlo. Tambi�n menciona en voz baja que, aunque Sa�l estaba armado con todo el poder del rey de Israel, no ten�a poder, porque el Rey invisible de Israel se neg� a entregar a este odiado David en sus manos.

Versículo 15

En un bosque. - Algunos han entendido esto como un nombre propio, Horesh. Ahora no hay rastro de la madera. La tierra perdi� su adorno de �rboles hace siglos, por la mano desoladora del hombre. - Van der Velde.

Versículo 16

Y se levant� Jonat�n el hijo de Sa�l y fue a donde estaba David. - Algunos han querido mostrar que el relato de la �ltima entrevista entre los amigos realmente pertenece al encuentro secreto entre David y Jonat�n relatado en 1 Samuel 20 , y que se ha transpuesto; pero tal punto de vista es bastante insostenible, porque la narraci�n aqu� es circunstancial, e incluso menciona la escena de la entrevista: "el bosque" o, menos probable, el pueblo llamado "Horesh".

�La expresi�n� fortaleci� su mano en Dios �es agregada por el narrador para mostrar cu�n penosamente probado estaba el rey del futuro en esta coyuntura, a pesar de que tantos esp�ritus valientes se unieron a su alrededor. La decidida e implacable hostilidad del rey de la tierra, su soberano y una vez su amigo - la aparente desesperanza de su lucha - la cruel ingratitud de todos los cuerpos de sus compatriotas, como los hombres de Zif - su condici�n de desamparado y proscrito Todas estas cosas pesaron naturalmente sobre el temperamento nervioso y entusiasta de David, que pronto se deprimi�.

Sus tristes presentimientos en su desolaci�n y soledad en este momento se respiran en no pocos de los Salmos que la tradici�n le atribuye. En tal coyuntura, la c�lida simpat�a, la mirada firme hacia un futuro m�s soleado de alguien como Jonat�n fue una verdadera ayuda para David. Jonat�n ten�a la visi�n de futuro cuando la fortuna de David estaba en su punto m�s bajo como para mirar con confianza hacia el futuro en el momento en que todas estas densas y oscuras nubes de problemas deber�an haber desaparecido.

Jonat�n, sabemos ( 1 Samuel 20:14 ) pose�a suficiente confianza en la futura fortuna de David incluso para pedirle al exiliado perseguido que lo recordara a �l, el pr�ncipe, con bondad cuando deber�a haber entrado en su reino. Tal afectuosa simpat�a, tan resplandecientes palabras de confianza, bien podemos imaginar, levantaron el �nimo del forajido y le dieron nuevo valor para afrontar las graves dificultades de su peligrosa posici�n.

Versículo 17

Y estar� junto a ti. - Para nosotros, que le�mos algunas p�ginas en el registro de estos tiempos, c�mo este mismo amigo generoso y amoroso encontr� una tumba en el monte Gilboa en lugar de un hogar con David, a quien admiraba con una admiraci�n tan sincera, estas palabras de Jonathan poseen un pat�tico inter�s propio. Esa carrera valiente y rom�ntica estaba a punto de terminar cuando conoci� a David por �ltima vez en los bosques de Ziph.

Por lo que podemos juzgar, si Jonat�n hubiera vivido, ciertamente habr�a cedido todos los derechos que ten�a al trono de su padre Sa�l a favor de David, a diferencia de ese otro hijo relativamente desconocido de Sa�l, Is-boset, que se estableci� como un pretendiente rival. al hijo de Isa�. Pero su generosidad no deb�a ser expuesta a una prueba tan severa, y David se libr� de la presencia de un rival como el valiente y talentoso Jonat�n que seguramente habr�a sido para �l.

Y eso tambi�n lo sabe Sa�l mi padre. - Es muy probable que para este tiempo Sa�l conociera la circunstancia de la misteriosa unci�n del hijo de Isa� por parte de Samuel a�os antes en Bel�n. Ahora que David hab�a sido proclamado abiertamente enemigo p�blico, y que el rey hab�a buscado repetida y abiertamente su vida, no hab�a raz�n para ocultarse. Sin duda, en ese momento muchos en Israel lo ve�an como el sucesor ungido de Sa�l.

El pacto al que se alude en el siguiente vers�culo era, por supuesto, el antiguo pacto de amistad eterna que hab�an hecho cuando se separaron fuera de Guibe� en la fiesta de la Luna Nueva, como encontramos relatado extensamente en 1 Samuel 20 .

Despu�s de este encuentro, David nunca volvi� a mirar el rostro de Jonat�n en la vida.

��Oh, coraz�n de fuego! mal juzgado por un hombre voluntarioso,

�T�, flor de la raza de Jesse!

�Qu� aflicci�n tuviste cuando t� y Jonat�n

��ltimo saludo cara a cara!

�l conden� a morir, t� en nosotros para imprimir
El presagio de una santidad manchada de sangre ".

Lyra Apostolica.

Versículo 19

( 19 ) Los Zifitas. - Las palabras de estos Zifitas y la agradecida respuesta del rey, muestran que eran partidarios muy afectuosos de Sa�l, totalmente dedicados a su fortuna y muy conscientes de su apasionado deseo de deshacerse de David.

Al sur de Jeshimon. - Jeshimon no es el nombre de un lugar, pero significa un "desierto" o "soledad" (ver Isa�as 43:19 ). Se utiliza aqu� para el "l�gubre desierto que se extiende entre el Mar Muerto y las monta�as de Hebr�n ... Es una meseta de tiza blanca, terminada en el este por acantilados, que se elevan verticalmente desde la costa del Mar Muerto hasta una altura de por encima de 3.000 pies.

El paisaje es �rido y salvaje m�s all� de toda descripci�n ". - Conder: Tent Life en Palestina. Este es el desierto de Judea del que se habla en Mateo 3:1 . David acababa de acampar con algunos de sus seguidores en unos matorrales que bordean este desierto sin caminos. Evidentemente, los de Zif conoc�an bien el pa�s, no solo las colinas, sino los p�ramos solitarios que se extend�an en su base.

Estaban dispuestos y listos, si los soldados entrenados de Sa�l marchaban a su vecindario, para actuar como sus gu�as en la persecuci�n del famoso forajido y sus hombres. Mantuvieron fielmente su promesa, y en la persecuci�n que sigui� a la llegada de Sa�l y sus fuerzas, David estaba en peligro extremo de ser capturado. La noticia de que los filisteos hab�an invadido los territorios de Sa�l con gran fuerza convoc� apresuradamente al rey del distrito, y as� David se salv� de una destrucci�n que parec�a inminente.

Versículo 23

Por todos los miles de Jud�. - Los �millares� (heb., Alaphim ) , como aprendemos de N�meros 1:16 ; N�meros 10:4 , eran las mayores divisiones tribales. Sa�l mencion� especialmente a Jud� como "la tribu de David", y donde probablemente encontr� el mayor n�mero de sus seguidores. Tambi�n era, por su importancia, la tribu t�pica, ciertamente en la parte sur de Cana�n.

Versículo 24

En el desierto de Maon. - A�n m�s al sur. El nombre de este distrito a�n se conserva en el pueblo o peque�a ciudad de Main, que est� construida sobre una prominente colina c�nica.

En la llanura. - Esta precisa descripci�n fue, sin duda, insertada por el compilador de estos libros, debido al intenso inter�s que las andanzas de este h�roe y rey ??favorito suscitaron entre sus compatriotas. Podemos imaginarnos con qu� alegr�a los habitantes de Judea, especialmente en los �ltimos d�as, despu�s de que el glorioso reinado de David hab�a cambiado las tribus que luchaban con las peque�as naciones circundantes por la existencia misma en una naci�n grande y renombrada, trazar�an el itinerario de la gran naci�n. rey mientras hu�a por su vida ante Sa�l.

�Es demasiado suponer que cada uno de estos lugares, que para nosotros es poco m�s que un nombre duro y seco, durante un largo per�odo fue el lugar de acogida de peregrinos reverentes y curiosos, ansiosos por contemplar lugares sagrados por los cansados ??vagabundeos y �Los escapes a la altura de un cabello del glorioso rey de Israel?

El avion. - Literalmente, el Arab� , el camino del desierto que se extiende a lo largo del Valle del Jord�n desde el Mar Muerto hasta el Lago de Genesareth; ahora se llama El-Ghor. El t�rmino tambi�n se aplica al valle desolado que se encuentra entre el Mar Muerto y el Golfo de Akaba. Stanley, en su libro Sinai and Palestine, ha dado una descripci�n pintoresca de estos extra�os distritos.

Versículo 26

La monta�a. - Conder, en su Tent Life in Palestine, identifica este lugar con alta probabilidad. De hecho, todo su libro es sumamente instructivo y digno de confianza, y para el lector interesado en estas escenas de la vida de David, as� como en los otros muchos eventos que han tenido lugar en la Tierra de los Cuentos, su libro ser� una gu�a admirable.

Versículo 27

Los filisteos han invadido la tierra. - Esto, como bien observa Lange , era "el plan de Dios para salvar a David". Los filisteos probablemente se hab�an valido de la oportunidad que les hab�a dado la retirada de Sa�l de sus fuerzas hacia el sur para rodear al grupo armado de David, y estaban invadiendo con fuerza las provincias m�s al norte.

Versículo 28

Sela-hammahlekoth. - Literalmente, como en el margen de nuestras Biblias, la roca (o, mejor a�n, el acantilado ) de las divisiones. Otros eruditos, con mayor raz�n, prefieren la derivaci�n de una palabra hebrea que significa ser suave: el acantilado de la suavidad: es decir, deslizarse o escapar. Ewald interpreta de manera bastante fantasiosa el t�rmino como el "acantilado del destino o del destino".

Información bibliográfica
Ellicott, Charles John. "Comentario sobre 1 Samuel 23". "Comentario de Ellicott para Lectores en Inglés". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/ebc/1-samuel-23.html. 1905.
 
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