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Bible Commentaries
1 Samuel 30

Comentario de Ellicott para Lectores en InglésComentario de Ellicott

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Introducción

XXX.

( 1 Samuel 30:1 ) Siclag, la ciudad de David, es saqueada por los amelecitas - David, despu�s de consultar al Urim, los persigue - Los cautivos son recuperados - Las ciudades amigas son recompensadas.

EXCURSUS M: SOBRE EL URIM Y THUMMIM ( 1 Samuel 30 ).

Leemos en la descripci�n de las vestiduras oficiales del sumo sacerdote ( �xodo 28:2 ), que sobre el efod deb�a haber una "coraza del juicio", de oro, escarlata, p�rpura y lino fino, doblada a escuadra y doblada. , un palmo de largo y ancho. En �l se colocar�an cuatro hileras de piedras preciosas, cada piedra con el nombre de una tribu de Israel grabado en ella, para que Aar�n pudiera "llevarlas sobre su coraz�n". Dentro del pectoral deb�an colocarse el Urim y Tumim (la Luz y la Perfecci�n), y ellos tambi�n deb�an estar en el coraz�n de Aar�n al entrar ante el Se�or.

�Qu�, ahora, eran estas gemas misteriosas? porque eran piedras preciosas de alg�n tipo casi toda la tradici�n parece estar de acuerdo. Entre los avisos tradicionales mejor respaldados, citados por Dean Plumptre en su art�culo erudito en el Diccionario de la Biblia de Smith, los siguientes son los generalmente aceptados.

(a) El Urim y Tumim �eran id�nticos a las doce piedras en las que estaban grabados los nombres de las tribus de Israel, y el modo en que se daba un or�culo era mediante la iluminaci�n, simult�nea o sucesiva, de las letras que iban a inventa la respuesta �(Jalkut Sifre, Zohar, en �xodo, f. 105; Maim�nides, R. ben Nachman, en Buxtorf, Ie ). Josefo ( Antiq. Iii. 7, � 5) adopta otra forma de la misma historia, y, aparentemente identificando el Urim y Tumim con las sard�nices sobre los hombros del efod, dice que brillaban antes de una victoria o cuando se realizaba el sacrificio. aceptable, oscuro cuando cualquier desastre era inminente.

Epifanio ( Deuteronomio 12 gemm. ) Y el escritor citado por Suidas presentan el mismo pensamiento en otra forma. Un solo diamante colocado en el centro de la coraza pronosticaba la paz cuando era brillante, la guerra cuando era rojo, la muerte cuando estaba oscuro.

(b) En medio del efod, o entre sus pliegues, hab�a una piedra o placa de oro, en la que estaba grabado el nombre sagrado de Jehov�, el Shem-hamme-phorash de los cabalistas jud�os; y en virtud de esto, el Sumo Sacerdote, fijando su mirada en ella, o leyendo una invocaci�n que tambi�n estaba grabada con el nombre, o de pie en su efod ante el propiciatorio, o, al menos, ante el velo del Santuario. , lleg� a ser capaz de profetizar, o�r la voz divina interior o escucharla a medida que proced�a, en sonidos articulados, desde la gloria de la Shejin� (Buxtorf, 50100, 7; Lightfoot, 6: 278; Braunius, de Vestitu Hebrews, 2 ; Saalsch�tz, Arch�olog., Ii, 363).

Ese poderoso dep�sito de conocimientos y tradiciones, el Talmud de Babilonia, sugiere, sin embargo, otra explicaci�n bastante diferente de esta posesi�n misteriosa y sagrada de los israelitas en los primeros d�as de su existencia como pueblo. (Ver nota sobre 1 Samuel 30:7 del cap�tulo 30)

El Talmud comienza explicando por qu� el or�culo se llamaba Urim y Thummim. Se llama Urim porque dio luz explicativa a sus enunciados; y se llama Tumim porque perfeccion� y complet� sus declaraciones.
�C�mo indicaron o manifestaron el Urim y Tumim sus declaraciones? Rab� Yojanan dice: Boltoth (por medio de) proyecci�n. Resh Lakish dice: Mitz-taphoth (por medio de) transposici�n.

(1) Boltoth (mediante proyecci�n ). - Las diversas letras que el or�culo pretend�a que formaran la palabra o palabras en respuesta a una pregunta se elevaron de c�ncavas a convexas (como las letras grabadas en un sello se convertir�an en letras en relieve , como en una moneda, y el sacerdote, uniendo estas letras proyectadas, determin� as� el significado correcto de la respuesta pretendida, que entreg� al investigador.

Por ejemplo: en la respuesta a David, ?leh - "ve"; el ayin en Sime�n, el lamedh en Levi y el he en Jud� se elevaron de manera prominente, y as� la respuesta fue inconfundible.

(2) Mitztaphoth (mediante transposici�n ) .- Las letras que componen los nombres de las doce tribus se trasponen a palabras, lo que indica la respuesta del or�culo. Pero se objeta: �C�mo podr�a el or�culo expresar 1 Samuel 30:8 ( es decir, " Sin falta recuperar�s todo"), ya que la letra tsadde, por ejemplo, no se encuentra en ninguno de los nombres de las tribus? tampoco all� se encuentra la letra teth . A esto se responde que Abraham, Isaac y Jacob fueron grabados en las gemas, como tambi�n las palabras hebreas que significan "las tribus de Jesur�n".

As� se completa el alfabeto hebreo en el Urim y Tumim. - Tratado de Yoma, fol. 73, Colosenses 1 y 2.

Versículo 1

Al tercer d�a - Es decir, al tercer d�a despu�s de que el rey Aquis, como consecuencia de las protestas de los jefes filisteos, hubiera despedido a David y su contingente de las filas del ej�rcito filisteo. Este despido dif�cilmente podr�a haber tenido lugar en Sunem, en el valle de Esdraelon (Jezreel), porque Sunem est� a unas noventa millas de distancia de Siclag. La divisi�n de Aquis hab�a marchado desde Gat con David; y en alg�n lugar de Filistea, despu�s de que toda la fuerza se hubo reunido en una, tuvo lugar la escena que result� en la dispensa de los servicios de David.

Los amalecitas hab�an invadido el sur. - Esto fue en parte como represalia por las �ltimas incursiones de David en el pa�s amalecita, en parte porque Amalek hab�a o�do que, debido a que los ej�rcitos filisteos e israelitas hab�an dejado los distritos del sur para la parte central de Cana�n, todo el pa�s del sur qued� sin vigilancia. . �El sur�, es decir, �el Negeb�, o la tierra seca, toda la parte sur de Judea; inclu�a tambi�n una parte del desierto de Arabia.

Y herido a Ziklag. - Este fue un acto de venganza, Siclag era la ciudad del famoso jefe israelita David, que hab�a hecho tanto da�o a Amalek, y que hab�a tratado a los cautivos con tanta crueldad. Mientras que otras partes del sur simplemente fueron saqueadas, Ziklag fue marcado para la destrucci�n total fue saqueado y quemado.

Versículo 2

No mataron a ninguno. - No hab�a nadie en la desventurada ciudad que resistiera el ataque de los feroces hijos del desierto. David, que nunca so�� con la repentina invasi�n, hab�a marchado con Aquis, acompa�ado de toda su fuerza. Los amalecitas no mataron a ninguno de sus cautivos; eran, leemos, mujeres y ni�os. Estos pose�an un valor comercial y fueron llevados para ser vendidos como esclavos, probablemente en Egipto, pa�s con el que los amalecitas, como vecinos, ten�an tratos constantes. Leemos algunos vers�culos sobre un esclavo egipcio en el ej�rcito.

Versículo 3

Y he aqu�, se quem� con fuego. - Una terrible recepci�n para David y sus lanceros, a su regreso de su desafortunada expedici�n con el gran ej�rcito filisteo, para encontrar solo las ruinas carbonizadas y humeantes de sus hogares; ninguno de sus seres queridos, a quienes hab�an dejado atr�s, como pensaban en seguridad, se fue para contar la historia del desastre. Fue el esclavo egipcio que hab�a ca�do enfermo y, en consecuencia, hab�a sido abandonado, y con quien se encontraron en el curso de la persecuci�n, quien les dio los detalles, les cont� la historia de la invasi�n y les describi� la ruta. tomado por la fuerza merodeadora a su regreso a su pa�s.

Versículo 4

Luego David y la gente. - 1 Samuel 30:1 forman un per�odo, que se ampl�a con la introducci�n de varias cl�usulas circunstanciales. La ap�dosis de "sucedi� cuando", etc., 1 Samuel 30:1 , no sigue hasta 1 Samuel 30:4 , "Entonces David y el pueblo", etc.

; pero esto se adjunta formalmente a 1 Samuel 30:3 . La declaraci�n, "Vinieron David y sus hombres", con la que comenzaron las pr�tasis en 1 Samuel 30:1 , se resume en una forma alterada: "Aconteci� que David y sus hombres llegaron a Siclag.

... los amalecitas hab�an invadido ... y se hab�an llevado cautivas a las mujeres ... y se hab�an ido ... y David y sus hombres entraron en la ciudad, y he aqu�, se quem� ... Entonces David y la gente que estaba con �l alz� la voz ". - Keil.

Versículo 6

Porque el pueblo hablaba de apedrearlo. - Probablemente el descontento y la ira del pueblo hab�an sido previamente despertados por la estrecha relaci�n de David con Aquis, que hab�a acarreado sobre estos valientes israelitas la amarga degradaci�n de haber tenido que marchar contra sus propios compatriotas bajo el estandarte del rey filisteo de Gat; y ahora, al descubrir que David se hab�a olvidado de proveer contra la incursi�n amalecita, su furia reprimida se manifest�. Entonces David, como veremos, se arroj�, con toda su antigua y perfecta confianza, a la misericordia de su Dios.

Pero David se anim� en el Se�or su Dios. - Se anima a s� mismo en la oraci�n, poniendo as� �l y su fortuna en el Dios que, a�os antes, lo hab�a elegido para ser �Su ungido�. Fue esta confianza, como hemos visto antes en su propio caso, tambi�n en el caso de Jonat�n, como lo hab�a sido en los viejos tiempos con todos los h�roes de Israel: esta confianza perfecta, infantil e impl�cita en el �Brazo Glorioso�. �- que hab�a sido la fuente del maravilloso �xito del pueblo elegido.

Cuando se olvidaron del Rey invisible, que los hab�a elegido para sus grandes prop�sitos, sus fortunas declinaron de inmediato; cayeron al nivel, ya menudo por debajo del nivel, de las naciones circundantes. Tenemos muchos ejemplos notables de esto; por ejemplo, en las vidas de Sans�n y Saulo, c�mo, cuando con llanto y duelo, regresaron a su lealtad y nuevamente se apoyaron en el �Brazo�, el �xito y la victoria regresaron a ellos.

Esto es lo que le sucedi� ahora a David en Siclag, mientras que aproximadamente al mismo tiempo Sa�l, solo y desconfiado, luch� y cay� en el d�a sangriento de Gilboa. David, con la ayuda de su Dios, en cuya misericordia se hab�a arrojado, obtuvo su brillante �xito sobre Amalec y restaur� su prestigio no solo entre sus propios seguidores inmediatos, sino en todas las ciudades y aldeas del sur de Cana�n.

Versículo 7

Abiathar. Sin duda, Abiatar hab�a estado con David y se hab�a reunido con �l en Keila. A trav�s de todos sus vagabundeos, sin embargo, no escuchamos nada de oraci�n y consulta del Urim. En lo que respecta a la desafortunada estancia de los filisteos, David parece haberse decidido a dar ese paso enteramente por s� mismo; desconfiado y desesperado, hab�a huido del pa�s y se hab�a refugiado con los enemigos de su pueblo. Una serie ininterrumpida de pecado y calamidad fue el resultado de su error fatal.

Y Abiatar llev� all� el efod. - Los comentaristas modernos, por regla general, prefieren no creer en cualquier respuesta que venga por medio del Urim en el efod. O pasan por alto toda la transacci�n en silencio, o asumen que alguna inspiraci�n divina lleg� al sumo sacerdote cuando fue investido con el vestido sagrado. Sin embargo, el significado claro de las referencias frecuentes nos dice que de una forma u otra la voluntad divina se dio a conocer a trav�s de la agencia del misterioso Urim y Thummim.

V�ase, por ejemplo, en el caso de Sa�l, donde definitivamente se afirma que el Se�or no le respondi� "por Urim" ( 1 Samuel 28:6 ), donde esta peculiar respuesta divina se distingue cuidadosamente de la manifestaci�n de la voluntad de Dios. en un sue�o o una visi�n, oa trav�s de la divina instrumentalidad del profeta o vidente.

Los antiguos hebreos no dudaron en atribuir a las piedras preciosas sagradas un poder especial ocasional de declarar los or�culos de Dios. Las tradiciones talm�dicas son claras y decisivas aqu�. Ahora, sin atribuir nada parecido a una credibilidad impl�cita a estas tradiciones hebreas m�s antiguas, muchas de ellas fantasiosas y salvajes, muchas de ellas escritas en un criptograma, o cifrado secreto, para el que los cristianos en la mayor�a de los casos no poseen la clave, parece en el m�s alto grado arbitrario para rechazar la antigua creencia tradicional de la raza hebrea contenida en el Talmud con respecto a este efod m�s misterioso y sus gemas sagradas, y para adoptar otra interpretaci�n, que encaja muy mal con el texto llano.

Toda la cuesti�n relativa a las tradiciones del Urim y Tumim se discute con cierta extensi�n en el breve Excursus M sobre el Urini, al final de este Comentario sobre el primer libro de Samuel.

Versículo 9

Entonces David fue. - Inmediatamente despu�s de recibir la respuesta del Urim, David inici� una r�pida persecuci�n. Los "seiscientos" de ninguna manera representaban su fuerza actual; pero probablemente se trataba de la vieja banda de soldados veteranos, de cuya velocidad y resistencia pod�a confiar; hombres probados, sin duda, por muchas marchas nocturnas fatigosas, por muchos trabajos rudos y salvajes. Un gran contingente, incluso de estos veteranos, no pudo soportar la marcha forzada de su l�der en esta ocasi�n.

En las palabras �por doscientos se quedaron atr�s�, el narrador anticip� lo que se dice en 1 Samuel 30:10 . Es una expresi�n prol�ptica, que surge de la vivaz descripci�n de la r�pida marcha de David con cuatrocientos hombres ( Lange ). El Vulg. parafrasea, o m�s bien busca enmendar el texto aqu�: �y algunos cansados ??se quedaron.

"El sir�aco cambia el texto por" David dej� doscientos hombres "; estos hombres que hab�an ca�do fuera de la marcha r�pida se reunieron y guardaron el equipaje y todo lo que pudiera dejarse en el campamento del arroyo Besor. Es de suponer que debido a la apresurada partida, pero se hicieron escasas provisiones para la marcha forzada, de ah� la ca�da por cansancio en el curso del r�pido avance. El arroyo Besor no se puede identificar con certeza; y Raumer ( Palestina ) supone que es el Wady Shariah, que cae al mar debajo de Askelon.

Versículo 11

Un egipcio. - Los amalecitas, como se dijo anteriormente, eran una raza n�mada; sus vagabundeos los habr�an llevado a las fronteras de Egipto, de ah� la probabilidad de que tuvieran esclavos egipcios en su tribu. La naturaleza salvaje de estos hijos ind�mitos del desierto ya fue comentada cuando se habl� de la guerra de exterminio con Amalek. Parecen haber sido una raza despiadada y cruel, el azote del desierto y de la gente que habitaba cerca de sus fronteras.

De la narraci�n, evidentemente ten�an muchos camellos en su fuerza ( 1 Samuel 30:17 ), por lo que el abandono del esclavo enfermo, dejado, sin comida ni agua, para morir de hambre, fue un acto innecesario de barbarie por su parte.

Versículo 12

Tres d�as y tres noches. - Esta fue una nota de tiempo en cuanto a la cantidad de inicio que tuvo el l�der amalecita con el saqueo. Bien podr�a concebirse que no hab�a tiempo que perder. La crueldad de los amalecitas con sus esclavos fue la causa de su �ltimo desconcierto, porque con el considerable comienzo que ya hab�an tenido, si David no hubiera estado muy seguro, a trav�s de la informaci�n del egipcio, de su ruta, la persecuci�n habr�a sido completamente desesperado.

Versículo 14

Hicimos una invasi�n ... - El egipcio, que aparentemente era un hombre de educaci�n, describe con precisi�n a David la naturaleza y el alcance de la incursi�n amalecita, que hab�a cerrado con tanta se�al un desastre para los habitantes de su ciudad de Siclag. Aprovechando la guerra entre Israel y Filistea, y la marcha hacia el norte de las tropas de ambos pa�ses, Amalek hizo un r�pido y repentino descenso sobre el pa�s del sur.

Los cereteos eran un pueblo filisteo que habitaba en el sur y a lo largo de la costa del mar. � Algunos han supuesto que el nombre "Cr�thites", que representa el hebreo con mayor precisi�n, vino originalmente, como el nombre parece indicar, de la isla de Creta. . Capthor, el hogar de los filisteos ( Am�s 9:7 ), no es improbable que sea id�ntico a Creta.

Toda la cuesti�n de la historia de este singular pueblo filisteo, que ciertamente no eran ind�genas de Cana�n, pero que fueron colonos en ella en una fecha relativamente reciente y que dieron su nombre �Palestina a toda la tierra, es muy oscura.

Antes de la llegada de Israel a Cana�n, los filisteos ten�an una posici�n muy fuerte en la costa sur, y no mucho antes de la �poca de Sans�n se hab�an fortalecido con la llegada de nuevos habitantes de Creta y otras regiones occidentales, y a partir de esta fecha r�pidamente ganaron poder e influencia, y en m�s de un per�odo disputaron la supremac�a con la raza hebrea, a quien amenazaron con suplantar por completo.
Posteriormente o�mos hablar de los cereteos mencionados en el pasaje bajo el mando de Bena�a, como parte del guardaespaldas del rey David.

Esta tropa o regimiento de filisteos fue, sin duda, el primero en inscribirse durante su residencia en Siclag. Conserv� este cuerpo de extranjeros, por supuesto continuamente reclutados, sobre su persona durante todo su reinado. Ese guardaespaldas, compuesto por extranjeros, siempre ha sido una pr�ctica favorita entre los soberanos. Los arqueros escoceses y el cuerpo de guardias suizos, en diferentes per�odos de la monarqu�a francesa, y, en mayor escala, la guardia varega de los emperadores griegos de Constantinopla en el siglo X, son buenos ejemplos de esta preferencia por los extranjeros en el caso de los guardaespaldas del soberano.

Y sobre la costa de Jud�. - La parte oriental del Negeb o pa�s del sur, que se extiende desde el Mediterr�neo hasta el Mar Muerto.

Y al sur de Caleb. - Un distrito del Negeb o pa�s del sur fue entregado a Caleb, el compa�ero de Josu�, como recompensa por su fe y su valent�a. Su porci�n, que se llam� Caleb en honor al famoso jefe, inclu�a todo el pa�s y las aldeas alrededor de Hebr�n, que luego se convirti� en una ciudad de los sacerdotes.

Y quemamos a Siclag con fuego. - Este acto, que clausur� el reinado de Amalek, ten�a la intenci�n de ser una severa venganza por la tard�a incursi�n de David en su pa�s y por las crueldades practicadas contra los cautivos.

Versículo 15

Por Dios. - El juramento deb�a ser por �Elohim�, no por Jehov�, de quien el egipcio no sab�a nada.

Y te derribar�. - Su conocimiento exacto de la ruta tomada por los amalecitas, y su claro relato de la �ltima incursi�n, demuestran que era una persona sin habilidades ordinarias; probablemente era un comerciante egipcio o un rico comerciante capturado en alguna refriega fronteriza.

Versículo 16

Repartidos por toda la tierra, comiendo, bebiendo y bailando. - Tenemos aqu� una v�vida imagen de la salvaje licencia que se permitieron estos b�rbaros, ahora que estaban a salvo, como pensaban, de toda persecuci�n. Cuando los guerreros escogidos de las tropas de David vieron la escena de la juerga y el libertinaje, y pensaron qui�nes estaban entre los cautivos en ese campamento desordenado, y recordaron qu� hogares hab�an sido desolados para proporcionar gran parte de ese gran bot�n por el que Amalec se regocijaba, nosotros Bien puede concebir con qu� fuerza y ??furia la peque�a fuerza veterana de los israelitas cay� sobre estos ladrones del desierto, quienes evidentemente los superaron en n�mero.

Versículo 17

Desde el crep�sculo hasta la tarde del d�a siguiente. - Keil cree que la lucha se prolong� desde el crep�sculo vespertino hasta la tarde del d�a siguiente. El obispo Hervey, en el Speaker's Commentary, con mayor probabilidad, supone que "el crep�sculo es el crep�sculo de la ma�ana, como sugiere el contraste entre el crep�sculo y la tarde". David lleg� as� de noche, y al encontrar a sus enemigos comiendo y bebiendo, pospuso su ataque hasta el amanecer o el crep�sculo de la ma�ana, cuando todav�a estar�an durmiendo despu�s de su libertinaje.

Aunque as� sorprendidos, su gran n�mero y su natural valent�a les permiti� prolongar la feroz lucha durante todo el d�a, y cuando las sombras del atardecer ca�an cuatrocientos (leemos) de los j�venes, un cuerpo de fugitivos igual a La propia fuerza de David logr� librarse de la derrota y escapar. El n�mero de muertos en esta ocasi�n debe haber sido muy grande.

Versículo 20

Los reba�os y los reba�os que arrastran. - En la traducci�n al ingl�s, la palabra "which", insertada en cursiva, oscurece el sentido; la lectura literal es: �Y David tom� todos los reba�os y las vacas; los llevaron delante de su ganado y dijeron: Este es el bot�n de David �. David tom�, sin duda, por aclamaci�n popular como su parte del bot�n, todos los reba�os y manadas pertenecientes a los amalecitas, la mayor�a adquiridos, sin duda, en la incursi�n tard�a; estos fueron conducidos delante de "esos animales", particularizando as� el ganado de Siclag perteneciente al propio pueblo de David.

Por supuesto, este saqueo se remonta a los propietarios israelitas originales. Los pastores, mientras marchaban detr�s de las vastas manadas de ganado amalecita, cantaron sobre la destreza de su l�der en palabras recordadas desde hace mucho tiempo: �Mira todo esto. Este es el bot�n de David ". Fueron �estos reba�os� - num�ricamente, probablemente muy grandes - los que David distribuy� entre las ciudades amigas del sur. (V�ase 1 Samuel 30:26 ; 1 Samuel 30:31 .

) Todo el resto del bot�n del campamento: armas, pertrechos, adornos, joyas, ropas de camello, etc. - estaba dividido, como bien sugiere el obispo Hervey, entre el peque�o ej�rcito. El motivo de David al elegir las ovejas y los bueyes (para sus guerreros sin duda la parte menos deseable de la posesi�n amalecita) es evidente en 1 Samuel 30:26 . Eran los regalos m�s aceptables que pod�a hacer a sus amigos de Jud�.

Versículo 22

Entonces respondieron todos los malvados y los hombres de Belial. - La escena aqu� relatada narra un acto de codicia y de codicia despiadada, un acto que se ha repetido muchas veces en la historia del mundo. El sabio compilador del libro lo eligi� como parte de las memorias de David, que deb�an conservarse en el volumen sagrado, porque era otra declaraci�n autorizada por parte del amado rey respecto a una cuesti�n que surgir�a una y otra vez en la conclusi�n de una campa�a.

El cronista estaba justificado en su elecci�n, pues esta famosa decisi�n de David continu� vigente hasta la �poca de los Macabeos. (V�ase 2Ma. 8: 28-30.) Mois�s promulg� una ley algo similar. (Ver N�meros 31:27 .) La disputa surgi� as�: La tropa victoriosa con su enorme bot�n r�pidamente regres� al arroyo Besor, donde los 200 que se hab�an derrumbado en la marcha r�pida hab�an sido dejados para custodiar el equipaje.

David saluda a estos con toda amable cortes�a; pero la armon�a que prevalec�a en el peque�o campamento se rompe r�pidamente debido a las pretenciosas pretensiones de los 400 que hab�an tomado parte en el rescate. Estos se negaron a compartir el bot�n con sus camaradas que hab�an quedado atr�s, proponiendo �nicamente devolverles a sus esposas y las cosas propias que hab�an sido recuperadas de los amalecitas.

David, sin embargo, se neg� a escuchar estas afirmaciones inicuas y decidi� que toda la parte combatiente de la fuerza y ??los hombres que se hab�an quedado atr�s y custodiaban el equipaje en el arroyo Besor deb�an compartirlo por igual.

Versículo 23

Hermanos m�os, no har�is as�. - Traducir "Hermanos m�os, no hag�is as� con lo que el Se�or nos ha dado", es decir, "con respecto a lo que el Se�or", etc. Ewald prefiere traducir la frase como un juramento eyaculatorio, "Por lo que el Se�or", etc. Algunos comentaristas aqu� citan un pasaje de Polibio, donde se describe una escena similar que tuvo lugar despu�s de la captura de Nova Carthago, donde Publio Escipi�n decidi� que el bot�n que se tomaba entonces deber�a dividirse en partes iguales entre las tropas que hab�an estado realmente comprometidas, y el reservas y enfermos entre los soldados, y aquellos en el ej�rcito que hab�an sido separados del cuerpo principal en servicio especial.

Versículo 25

Un estatuto y una ordenanza para Israel. - El decreto de que quienes por buenas razones se demoren con el material, compartir�n igualmente con los que bajen a la batalla, que se convirti� en una ordenanza recibida en Israel, no carece de significado. En la Iglesia de Dios celestial

"Su estado

Es real; miles a su velocidad de puja,
Y posan sobre la tierra y el oc�ano sin descanso:
Tambi�n sirven a los que s�lo est�n parados y esperando ".

MILTON: Soneto 19

Mois�s orando en la colina contribuy� a la victoria sobre Amalec incluso m�s que Josu� peleando en la llanura ( �xodo 17:11 ). �No todos los cristianos tienen la misma fuerza, y algunos siguen a Cristo hasta el conflicto, otros se demoran en el asunto. Algunos pelean las batallas del Se�or en el fragor de la vida activa; otros, ancianos y ancianas, los Simeones y An�s de la Iglesia.

.. d�bil de cuerpo pero fuerte en la fe, lucha con los brazos pac�ficos de las oraciones y las l�grimas; Cristo es omnipotente y misericordioso. �l recompensa a los que se demoran en paciencia con el material, as� como a los que salen en la marcha para luchar valientemente en la batalla ". - Obispo Hall, en Wordsworth.

Versículo 26

Envi� del bot�n. - Para haber valido la pena enviar presentes a todos los lugares enumerados a continuaci�n, el bot�n de los amalecitas capturados en esta ocasi�n debi� ser enorme. Adem�s, una circunstancia especial relacionada con la historia nos lleva a esta conclusi�n. Aunque estos �rabes del desierto fueron sorprendidos y atacados en una terrible desventaja despu�s de un libertinaje, parece que (evidentemente era tan grande su n�mero) se mantuvieron firmes desde temprano en la ma�ana hasta la noche, y luego 400 lograron escapar en sus camellos m�s veloces.

No era improbable que fuera la divisi�n principal de la gran tribu, y ten�an consigo la mayor parte de sus reba�os y manadas, adem�s de lo que acababan de capturar en su incursi�n en el sur de Cana�n. Sin duda, las ciudades a las que se enviaban ricos obsequios de ganado eran aquellos lugares donde, durante sus largas andanzas, �l y sus seguidores hab�an sido amablemente recibidos y ayudados.

Versículo 27

Betel ... South Ramoth ... Yattir. - A continuaci�n se enumeran las ciudades de Jud� a las que envi� David, la mayor�a de las cuales han sido identificadas. Betel: evidentemente no es el lugar bien conocido de ese nombre, sino Betuel o Bethul en la tribu de Sime�n. La LXX. lea aqu� Baithsour. Ramot del Sur, es decir, Ram� del Sur. Shimei, que estaba sobre los vi�edos de David, probablemente era un nativo de esta ciudad ( 1 Cr�nicas 27:27 ). El lugar no ha sido identificado. Yattir: el actual Attir en la parte sur de Jud�. Sus ruinas a�n son visibles.

Versículo 28

Aroer ... Siphmoth y ... Eshtemoa. - Aroer, una ciudad con ruinas colosales de muros de cimentaci�n, al sur de Hebr�n. De Siphmoth no se sabe nada. Zabdi, el Shiphmite ( 1 Cr�nicas 27:27 ), que estaba sobre los s�tanos del rey David, claramente proviene de Siphmoth. El obispo Hervey llama bien la atenci�n sobre una notable prueba de la naturaleza agradecida de David y su fidelidad a sus primeras amistades, �que encontramos entre los empleados de David en oficinas de confianza en la cumbre de su poder a tantos habitantes de estos lugares oscuros, donde encontr� amigos en los d�as de sus primeras dificultades.

Ezri, hijo de Semei el ramatita, Zabdi el sifmita y muchos otros, estaban entre los amigos de su juventud �. Eshtemoa, una ciudad sacerdotal, a�n sobrevive, con ruinas a�n visibles, en el pueblo de Semna.

Versículo 29

Rachal. - El nombre Rachal nunca vuelve a aparecer y es bastante desconocido. Aqu� la LXX., En lugar de Rachal, tiene cinco nombres diferentes: Ged, Kimath, Saphek, Themath, Karmel. No se ha sugerido una explicaci�n satisfactoria para esta extra�a adici�n; tres de ellos son desconocidos, y los otros dos, Gad (Gath) y Carmel, lugares que ciertamente no deber�amos esperar encontrarnos en este cat�logo.

Las ciudades de Jerahmeel y Ke nites. - Estos lugares estaban situados al sur de Jud�; no se pueden rastrear.

Versículo 30

Hormah ... Chor-ashan ... Athach. - Horma, llamado por los cananeos Zephath, todav�a existe en el pueblo moderno de Zep-ata. Chor-ashan es probablemente lo mismo que Ashan ( Josu� 15:30 ): no se ha descubierto en los tiempos modernos. Atac es bastante desconocido.

Versículo 31

Hebr�n. - Hebr�n es una de las ciudades conocidas m�s antiguas del mundo. Ahora se llama El-Khalil ("amigo de Dios"), debido a la residencia de Abraham all�. Durante los primeros a�os del gobierno de David, que sigui� a la muerte de Sa�l, Hebr�n fue la residencia y ciudad real de David. Debajo del edificio de la actual Mezquita de Hebr�n se encuentra la famosa Cueva de Macpela, donde est�n enterrados Abraham y Sara y los patriarcas Isaac y Jacob, y su esposa Lea.

Información bibliográfica
Ellicott, Charles John. "Comentario sobre 1 Samuel 30". "Comentario de Ellicott para Lectores en Inglés". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/ebc/1-samuel-30.html. 1905.
 
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