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Bible Commentaries
1 Timoteo 3

Comentario de Ellicott para Lectores en InglésComentario de Ellicott

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Versículo 1

III.

(1) Este es un dicho verdadero. - No hay raz�n por la cual la traducci�n de esta f�rmula adoptada en 1 Timoteo 1:15 , �fiel es este dicho�, deba ser alterada aqu�. El "dicho fiel" aqu� se refiere al deseo de un trabajo arduo y elevado en la Iglesia de Cristo, y declara que tal deseo es noble; pues el oficio en cuesti�n era hermoso y honorable, y en aquellos d�as significaba un trabajo severo e incesante, un peligro grave y constante.

Sin duda, fue uno de los dichos m�s conocidos entre los hermanos de los primeros d�as, y no es improbable, que junto con los otros "dichos fieles" de este grupo de ep�stolas, formaran parte de su liturgia, y se entrelazaran en algunos de sus oraciones especiales ofrecidas en p�blico. Quiz�s este �dicho fiel� fue una parte de una oraci�n que se ofrec�a con frecuencia en la asamblea p�blica, pidiendo que el Esp�ritu Santo impulsara a los voluntarios a presentarse para el entonces peligroso oficio de ministros ordenados de la Palabra.

�Bien podr�a un hombre desear el oficio de pastor principal; de hecho, fue un buen trabajo "; pero, en primer lugar, tal dignidad s�lo puede ser sostenida por alguien que posea muchas cualidades, enumeradas all� mismo.

Si un hombre desea el oficio de obispo. - M�s exactamente traducido, Si un hombre busca. En las ... Ep�stolas Pastorales las palabras griegas traducidas "obispo" y "presb�tero" o anciano ( episcopos, presbuteros ) , se aplican indistintamente a la misma persona, ya que hasta este per�odo (65-6 d.C.) no hab�a surgido ninguna necesidad en el constituci�n de la Iglesia para el nombramiento de una orden especial de presb�teros superintendentes.

El n�mero de miembros de la hermandad, aunque cada a�o muestra un gran aumento, sigue siendo, comparativamente hablando, peque�o. San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan, y ciertamente la mayor�a del colegio apost�lico, a�n viv�an; mientras que, hasta el a�o 70 d. C., la congregaci�n de Jerusal�n sigui� actuando como la autoridad central de la Iglesia, y se siguieron remitiendo cuestiones graves a los Padres residentes all�.

A principios del siglo II, sin embargo, no hay sombra de duda de que la oficina episcopal, tal como la entendemos, estaba ampliamente establecida. Durante los �ltimos treinta a�os, entonces, del primer siglo, este gran cambio en la organizaci�n de la Iglesia debe haberse efectuado, es decir, durante la vida de San Juan. C�mo se produjo esto lo afirma admirablemente el profesor Rothe, de Heidelberg, citado por el can�nigo Lightfoot en su disertaci�n sobre el ministerio cristiano ( Comentario a la Ep�stola a los Filipenses ) , quien, sin aceptar todos los detalles sugeridos, sigue en su mayor parte est� de acuerdo con el famoso profesor de Heidelberg en su teor�a sobre el establecimiento muy temprano del episcopado en la Iglesia Cat�lica.

Despu�s de pintar las distracciones y las crecientes disensiones de la Iglesia, ocasionadas por los celos entre los hermanos jud�os y gentiles, y la aparici�n amenazante de la herej�a gn�stica, Rothe afirma c�mo, ante esta gran emergencia, San Pedro, San Pablo , y St. James se dejaron llevar por la muerte casi al mismo tiempo; mientras que, con el derrocamiento de Jerusal�n poco despu�s, se quit� el centro visible de la Iglesia, se retir� la piedra angular del tejido y todo el edificio se vio amenazado con la ruina.

Hab�a una necesidad imperiosa de alguna organizaci�n que consolidara los diversos elementos de la sociedad cristiana y la preservara de la desintegraci�n. De esta necesidad surgi� la Iglesia cat�lica en su car�cter episcopal. De los avisos en Eusebio, Ireneo y Clemente de Roma, Rothe (citado por Lightfoot) concluye �que, inmediatamente despu�s de la ca�da de Jerusal�n, se llev� a cabo un concilio de los Ap�stoles sobrevivientes y los primeros maestros del evangelio para deliberar sobre la crisis, y para enmarcar medidas para el bienestar de la Iglesia.

El centro del sistema as� organizado era el episcopado, que aseguraba a la vez el trabajo compacto y armonioso de cada congregaci�n individual y, como enlace de comunicaci�n entre las hermandades separadas, formaba el conjunto en una Iglesia cat�lica indivisa. Recomendada por esta alta autoridad, la nueva constituci�n fue adoptada de manera inmediata y general ".

El desea una buena obra. - El oficio de presb�tero de la Iglesia en los d�as de San Pablo era un puesto dif�cil y peligroso. Implic� mucho trabajo; estaba lleno de riesgos; signific� una vida dura y severa; sin embargo, desde el punto de vista cristiano, era una obra, si se realizaba fielmente, de todas las labores, la m�s hermosa, la m�s honorable, la m�s noble. � Negotium non otium � comenta Bengel, en su habitual forma concisa e intraducible.

Versículo 2

Entonces, un obispo debe ser irreprochable. - Ahora siga las diversas caracter�sticas sociales y morales de los oficiales designados y reconocidos de la Iglesia cristiana: los presb�teros u obispos, y los ministros subalternos, los di�conos. El segundo cap�tulo hab�a tratado de los deberes de las congregaciones colectivamente en materia de oraci�n p�blica; el tercer cap�tulo habla del car�cter especial y las cualidades necesarias para los gobernantes de estas congregaciones.

Estos "ancianos" deben, en primer lugar, ser hombres cuyo car�cter sea impecable, hombres que se destaquen en la estima p�blica, conocidos por su vida pura y su integridad inmaculada. Los creyentes no solo deben reverenciar el car�cter de los ancianos supervisores y gobernantes de su comunidad, sino que incluso aquellos que est�n fuera de la hermandad de Cristo deben respetar la vida y la conversaci�n de estos miembros prominentes y conspicuos de una sociedad que, por la naturaleza de las cosas, ser�a seguro que provocar� desconfianza y celos.

El marido de una sola mujer. - La opini�n general de los escritores m�s antiguos - las decisiones de los concilios de la Iglesia cuando parece que se les ha planteado la cuesti�n - la costumbre de la gran Iglesia griega, que, si bien permit�a una sola nupcial, segu�a considerando la repetici�n de la relaci�n matrimonial como descalificaci�n para el grado superior del episcopado - d�ganos en t�rminos generales que la opini�n de la Iglesia desde los primeros tiempos interpreta este dicho de S.

Pablo como una declaraci�n contra los segundos matrimonios en el caso de aquellos que buscan el cargo de presb�tero o di�cono. La Iglesia griega acepta evidentemente esta interpretaci�n, aunque relaja la regla en el caso de las �rdenes inferiores.

Sin embargo, parece haber buenas razones para dudar de la exactitud de esta interpretaci�n popular, que parece, al lanzar as� un reproche a los segundos matrimonios, instar a un esp�ritu de ascetismo en toda la sociedad cristiana, muy ajeno a la ense�anza habitual de San Pablo, que era contento con inculcar gentilmente una vida m�s elevada y pura como solo, de acuerdo con la mente de su compasivo y amoroso Maestro. Solo de forma paulatina esperaba elevar el tono de la sociedad y la opini�n p�blica en este mundo.


La ense�anza cristiana inspirada tuvo cuidado de no distraer la vida cotidiana de hombres y mujeres insistiendo en cambios repentinos y violentos. Cabe destacar especialmente el comportamiento de los grandes maestros cristianos en el asunto de esa terrible y universal pr�ctica de la esclavitud.
Cuando preguntamos: �Qu� quiso decir entonces San Pablo con estas palabras? debemos imaginarnos el estado de la sociedad en el imperio en el momento en que el Ap�stol le escribi� a Timoteo.

Una inundaci�n de lujo oriental y moral oriental hab�a sumergido todos los viejos h�bitos romanos de austera sencillez. La larga guerra civil y la subsiguiente licencia del imperio hab�an degradado el car�cter del pueblo. El per�odo en el que escribi� San Pablo estuvo especialmente marcado por una extrema depravaci�n. Una gran y generalizada indisposici�n hacia el matrimonio , y las ordenadas restricciones del hogar y la vida familiar, se hab�an convertido en un rasgo tan marcado en la sociedad romana, que encontramos a Augusto promulgando leyes contra el celibato.

Otra causa que contribuy� a socavar la estabilidad de la vida hogare�a y esos lazos familiares que deber�an considerarse tan sagrados, fue la facilidad y frecuencia de los divorcios, a los que S�neca, que puede considerarse casi como el contempor�neo de San Pablo, alude como los incidentes ya no se consideran vergonzosos en Roma. Incluso, en su indignaci�n por la laxitud de la moral de su �poca, cita casos de mujeres que contaban sus a�os m�s por sus maridos que por los c�nsules.

Martial escribe sobre una mujer que hab�a llegado a su d�cimo marido. Juvenal habla de uno que, en cinco a�os, hab�a tenido ocho maridos. Entre los jud�os sabemos que la poligamia prevalec�a entonces. San Pablo, plenamente consciente de este tono moral bajo y degradado que entonces invadi� toda la sociedad del imperio, en estas pocas palabrasconden� todas las relaciones il�citas entre los sexos y orden� que, al elegir a las personas para ocupar los santos oficios en las congregaciones de cristianos, se seleccionaran aquellas que se hubieran casado y permanecieran fieles a la esposa de su elecci�n, cuya vida y pr�ctica servir�an as� como un ejemplo para el reba�o, y a cuyos hogares los hombres podr�an se�alar como el modelo que Jes�s amaba, mientras que el mundo pagano que los rodeaba ver�a que los cristianos odiados y despreciados no solo amaban y honraban, sino que viv�an esa vida hogare�a pura que sus propios grandes moralistas impon�an. con tanta seriedad sobre ellos, pero en vano.

Esta direcci�n, que requiere que aquellos que ser�n seleccionados para ocupar los oficios sagrados sean conocidos por su pureza en sus relaciones familiares, por supuesto no excluye - en caso de que alguno se ofrezca - a aquellos hombres que, aunque no contrajeron lazos matrimoniales, todav�a eran conocidos. para llevar una vida recta y moral.

Vigilante. - La palabra griega aqu� se traduce con m�s precisi�n como sobria. El presb�tero o anciano debe ser sobrio, moderado, moderado (no solo en el vino, sino en todas las cosas).

Sobrio. - Mejor renderizado, discreto.

De buen comportamiento. - M�s bien ordenado. Esta palabra se refiere a la conducta externa, al comportamiento en p�blico.

El funcionario cristiano no s�lo debe ser sabio y moderado en s� mismo, sino que su porte exterior debe corresponder en todos los aspectos a su vida interior.

Dado a la hospitalidad. - En los primeros d�as del cristianismo, cuando los cristianos que viajaban de un lugar a otro, ten�an la costumbre, cuando era posible, de acudir a las casas de sus hermanos en la fe, para evitar confraternizar con id�latras en las posadas p�blicas. No ten�a poca importancia que los ancianos que presid�an una congregaci�n fueran hombres a los que les encantaba recibir a extra�os y otras personas, de quienes no se pod�a esperar nada a cambio.

Apto para ense�ar. - El anciano debe poseer algo m�s que una buena voluntad, o buena disposici�n, para ense�ar a los menos instruidos los misterios de la fe. Tambi�n deber�a tener la calificaci�n mucho m�s rara de un poder para impartir conocimiento a otros. El celo no es de ninguna manera la �nica, ni siquiera la principal, cualificaci�n que debe buscarse en un ministro de la Palabra.

Versículo 3

No dado al vino. - Aqu� apenas se alude a la embriaguez. Es m�s bien una advertencia contra la elecci�n del oficio sagrado dado a frecuentar banquetes ruidosos, donde a menudo se pronuncian palabras salvajes e imprudentes.

Sin delantero. - Probablemente pueda incluirse aqu� algo m�s que meras peleas y peleas. El ministro modelo del Se�or no solo no debe herir nunca a su hermano creyente, sino que tampoco debe herir su alma con palabras hirientes y descorteses.

No codiciosos de ganancias deshonestas. - La palabra griega as� traducida no aparece en los manuscritos m�s antiguos. en este lugar.

Pero paciente. - El ministro de Dios debe ser considerado con los prejuicios de los dem�s, tolerante y gentil.

No es un luchador. - Mejor renderizado, no contencioso. No debe enfadarse f�cilmente; pero debe ejercer un control firme sobre su temperamento, evitando toda contienda verbal.

No codicioso. - Literalmente, no es un amante del dinero. El ministro desinteresado, al que no le importa el dinero por el dinero, siempre se destacar�a en todas las sociedades como una figura extra�amente atractiva.

Versículo 4

Uno que gobierne bien su propia casa. - Pablo vuelve aqu� de nuevo a la vena del pensamiento que se golpe� por primera vez en 1 Timoteo 3:2 : La vida del oficial en la Iglesia de Dios debe ser un modelo de vida para los que est�n fuera, as� como para los que est�n dentro del redil de la Iglesia, para copiar e imitar. Debe ser preeminente en nobleza de vida y objetivos; pero la vida y los objetivos deben pertenecer a la vida cotidiana ordinaria.

Su alto nivel no debe ser inimitable; el ejemplo debe ser uno que todos los hombres honestos puedan seguir y copiar, si as� lo desean. Entonces, en primer lugar ( 1 Timoteo 3:2 ), el Ap�stol coloca entre las cualidades necesarias para un anciano gobernante en la Iglesia, la pura vida hogare�a del esposo; luego, despu�s de enumerar otros puntos que deben buscarse en el car�cter de uno elegido para gobernar en la congregaci�n, Pablo vuelve a esta idea central, la vida hogare�a del funcionario de la Iglesia; que la vida hogare�a debe presentar el espect�culo de un hogar bien ordenado.

Esta ser� al menos una buena prueba de la aptitud de un hombre para gobernar a la gran familia reunida en forma de congregaci�n, si su propio hogar se gobierna con suavidad pero con firmeza; la esposa, una dama cristiana modelo; los ni�os que crecen en la disciplina y amonestaci�n del Se�or.

Tener a sus hijos en sujeci�n con toda gravedad. - La palabra griega traducida "gravedad" aparece en 1 Timoteo 2:2 , donde se traduce en la versi�n autorizada, no muy felizmente, por "honestidad". La palabra empleada en el griego original denota ese decoro, ese decoro de comportamiento, que pertenece especialmente a los puros y castos, y parece instar a que se busque una reverencia peculiar y un decoro especial en todas las relaciones con los j�venes. M�xima debetur pueris reverentia. La vida infantil en las familias de estos ministros de la religi�n de Cristo debe ser tambi�n un ejemplo para innumerables otros hogares.

Versículo 5

Porque si un hombre no sabe gobernar su propia casa, �c�mo cuidar� de la iglesia de Dios? - El hogar bien ordenado, el comportamiento decente y modesto, las relaciones afectivas y reverentes entre padres e hijos, entre el amo y los dependientes: estas cosas deben ser la prueba de la aptitud de un hombre para ocupar un cargo alto en la comunidad p�blica de creyentes, porque, como observa Teodoreto, si un hombre no puede gobernar decorosamente una peque�a comunidad (como una familia), �c�mo se le considerar� una persona apta para que se le conf�e la administraci�n en una esfera m�s amplia, con deberes que tienen que ver con los asuntos divinos? �cosas?

Versículo 6

No soy un novato. - En la Iglesia de �feso, que, cuando Pablo escribi� estos cargos a Timoteo, se hab�a establecido algunos a�os, el pastor principal tendr�a para la oficina de la iglesia una amplia selecci�n de disc�pulos de considerable posici�n y experiencia. La palabra "novicio" aqu� se refiere m�s bien a la falta de experiencia y posici�n en la hermandad cristiana que a la "juventud". El mismo Timoteo, a quien escrib�a San Pablo y a quien el Ap�stol hab�a puesto al frente de esta iglesia, era en ese momento, comparativamente hablando, todav�a un hombre joven en a�os, aunque viejo en las pruebas y en las experiencias cristianas.

No sea que se enorgullezca de caer en la condenaci�n del diablo. - La palabra griega traducida aqu� como �ser levantado�, ser�a m�s felizmente inglesa por ser nublado o enga�ado. Se�ala el orgullo o la vanidad engendrados por encontrarse a s� mismo en una posici�n de autoridad para la que ning�n entrenamiento y experiencia previos lo hab�an capacitado. Tal "novicio" estar�a en peligro inminente de caer en el juicio dictado por Dios sobre el diablo, cuya ca�da se debi� al mismo efecto cegador del orgullo.

Versículo 7

Adem�s, debe tener un buen informe de los que est�n fuera. - El hombre a ser elegido como funcionario responsable en la Iglesia, debe ser uno que posea una reputaci�n inmaculada de integridad y honor con el mundo fuera del �mbito de la Iglesia; debe ser considerado por el mundo en general como habiendo llevado una vida moderada y decorosa, una vida libre de esos des�rdenes y pr�cticas licenciosas que los hombres mundanos, incluso mientras se entregan a ellos, son los primeros en condenar en los dem�s.

No sea que caiga en el oprobio y en la trampa del diablo. Para tal persona, traer consigo a la nueva sociedad su infeliz reputaci�n, ganada en los viejos tiempos irreflexivos, si se coloca en la nueva sociedad en una posici�n prominente de autoridad, atraer� sobre s� mismo y la hermandad sobre la que presidi� muchos. un reproche, muchas burlas. Aquellos que una vez lo conocieron entre otras asociaciones que viv�an una vida muy diferente, estar�an muy dispuestos a atacar el car�cter intachable de la congregaci�n, a trav�s de la reputaci�n manchada y marcada de su ministro.

La tentaci�n de apartarse y negar a su Se�or en tal caso, ser�a abrumadora. El hombre puede ser serio, puede desear llevar una vida nueva y mejor, pero el riesgo de que alguien con tales conexiones, con tales recuerdos de los viejos tiempos, corra necesariamente, debe ser muy grande. Debilitado y desanimado, tal presb�tero probablemente caer�a presa f�cil en alguna trampa h�bilmente tendida por el Enemigo y, con su ca�da, causar�a un da�o terrible y da�ino a la Iglesia de Cristo.

Por estas razones de peso, San Pablo encarg� a Timoteo que estuviera muy atento cuando eligiera a sus ancianos presidentes, para elegir s�lo a aquellos que, en la sociedad disoluta de �feso, hab�an sabido c�mo, incluso en los viejos tiempos, preservar su buen nombre inmaculado, su personaje sin cicatrices.

La trampa del diablo. - La ense�anza aqu� de San Pablo sobre el Maligno merece un comentario especial. Lo que dice en 1 Timoteo 3:6 se introduce simplemente como parte del argumento principal, que se relaciona exclusivamente con el cuidado que debe ejercerse en la selecci�n de personas aptas para los oficios sagrados en las congregaciones.

Evidentemente, no se presenta como una ense�anza especial sobre este misterioso tema. No se hab�an originado hasta ahora disputas sobre este punto en este per�odo temprano de la historia cristiana. Sin embargo, establece ciertos principios generales que deben haber sido la base de la creencia de San Pablo en esta cuesti�n ahora controvertida; y recibiendo como las palabras de San Pablo en esta y en sus otras ep�stolas como una declaraci�n autorizada de la mente y la voluntad del Esp�ritu Santo, parece que estos principios generales deber�an tener todo el peso siempre que se discute la doctrina con respecto al Esp�ritu del Mal. .

Las l�neas del h�roe esbozadas son las siguientes: (1) La personalidad del Maligno se afirma claramente. (2; Este ser infeliz ha ca�do y ha sido condenado, y ahora puede tender trampas y tentar a los hombres. (3) Un orgullo arrogante parece haber sido la causa que llev� a la ca�da de este otrora poderoso. (4) Toda idea de dualismo, la antigua creencia persa adoptada en la herej�a maniquea y en tantos otros falsos credos, la de dos principios eternamente opuestos entre s�, que presiden respectivamente los reinos de la luz y las tinieblas, es claramente repudiada aqu� por Pablo. quien en el curso de su argumento presenta casualmente al Maligno, el Enemigo del hombre, como alguien que en alg�n momento remoto se rebel�, fue aplastado y condenado, pero a quien, en la suprema Providencia de Dios, se le concedi� un poder terrible sobre el hombre. izquierda.

Versículo 8

Lo mismo deben hacer los di�conos. - Poseemos avisos dispersos y al mismo tiempo casuales de esta orden inferior de di�conos que datan de los primeros d�as de la fe. El orden claramente surgi� de las necesidades de la iglesia en r�pido crecimiento. Unos dos a�os despu�s de la Ascensi�n (34-35 d. C.), los siete di�conos fueron designados para ayudar a los ap�stoles como limosneros de los hermanos; a medida que se desarroll� la vida de la Iglesia, se ampliaron las funciones de estos primitivos oficiales eclesi�sticos subordinados.

La historia de la carrera de Esteban y Felipe proporciona una amplia evidencia de esto. De su primer nombramiento apost�lico en el a�o 34-35, sin duda, se desarroll� ese gran orden inferior en la Iglesia, respetando el cual estas reglas definidas y regulaciones autorizadas fueron establecidas por el ap�stol Pablo en sus instrucciones a Timoteo en el asunto de gobierno y orden de la iglesia. Estos di�conos primitivos fueron evidentemente asistentes y probablemente en muchos casos suplieron el lugar de los presb�teros.

La gran semejanza de las orientaciones de San Pablo respecto a las calificaciones a buscar en ambos, implica esto; a�n les quedaba su empleo original como administradores de los fondos de la Iglesia y la distribuci�n de sus limosnas. Podemos rastrear la existencia de la orden a trav�s y m�s all� del tiempo del Ap�stol: -

Jerusal�n

...

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34-35.

Fundaci�n original del orden por los Ap�stoles en Jerusal�n. Hechos 4:1 .

Corinto

...

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55.

1 Corintios 12:28 .

Roma

...

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58-9.

Romanos 12:7 .

Filipos

...

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63.

Filipenses 1:1 .

�feso

...

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66.

1 Timoteo 3:8 ; 1 Timoteo 3:13 .

Asia Menor

...

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63-69

1 Pedro 4:11 .

...

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138-40

Justino M�rtir. Disculpa, i. 65, �Aquellos con nosotros que son llamados di�conos� y Disculpa, i. 67.

Corinto. - Los di�conos aparentemente aludidos bajo ?????????? - �ayuda� ( 1 Corintios 12:28 ). Ver tambi�n 1 Timoteo 3:5 del mismo cap�tulo: ?????????? ?????????.

Roma. - ???? ?????????, ??, ?? ????????. Referencia perdida en la traducci�n al ingl�s, �o ministerio, (esperemos) en nuestro ministerio� ( Romanos 12:7 ).

Asia Menor. - ?? ??? ????????. Referencia perdida en la traducci�n al ingl�s, "si alg�n hombre ministra" ( 1 Pedro 4:11 ).

As�, en la primera mitad del siglo II encontramos el orden establecido regular y aparentemente universalmente, constituyendo una parte reconocida del sistema cristiano de gobierno eclesi�stico. Los avisos dispersos del diaconado en el Nuevo Testamento, que datan casi de la Ascensi�n, durante un per�odo de m�s de treinta a�os, nos muestran c�mo, a partir de las necesidades de la Iglesia, surgi� este orden subordinado, que se desarroll� r�pidamente a medida que la Iglesia Cat�lica crec�a. .

Las diferencias entre el di�cono de las Ep�stolas Pastorales y el di�cono de los escritos de Justino M�rtir son exactamente lo que deber�amos esperar que resulten de los setenta a�os de organizaci�n gradual pero progresiva bajo hombres como San Juan y sus disc�pulos y los sucesores inmediatos. de los Ap�stoles.

Sea serio. - San Pablo repite una vez m�s la necesidad de que este rasgo de car�cter se encuentre en el orden inferior de los oficiales eclesi�sticos. El decoro reverente, la tranquila seriedad, que nunca interfiere con la felicidad inocente e infantil (ver Nota sobre 1 Timoteo 3:4 ), es especialmente buscada en un di�cono, que debe dar ejemplo de la vida cristiana cotidiana. .

Sin doble lengua. - Bien lo parafrasea Bengel, ad alios alia loquentes. El di�cono tendr�a en sus deberes relacionados con la administraci�n de la limosna de la Iglesia, y tambi�n en su trabajo m�s directamente espiritual, muchas oportunidades de reunirse y hablar con las diversas familias del reba�o de su Maestro. Debe estar atento, en estas visitas, a sus palabras, no adecuarlas a la ocasi�n, y luego no decir en una casa lo que hab�a afirmado en otra. Una falta tan grave, no infrecuente, da�ar�a profundamente a la larga su influencia en el exterior e infligir�a una herida mortal en su propia vida espiritual.

No es dado a mucho vino. - El ministro profeso - el defensor de la causa de los pobres y necesitados - debe mostrar un ejemplo de la m�s estricta sobriedad, debe ser se�alado como alguien que se preocupa poco por los placeres de la mesa. Cu�n bien y noblemente el joven lugarteniente de San Pablo se propuso mostrar en s� mismo un ejemplo de abnegaci�n al reba�o, lo vemos en 1 Timoteo 5:23 , cuando el viejo maestro consider� necesario advertir a su ferviente y valiente disc�pulo de un ascetismo que estaba debilitando positivamente su poder de trabajo y resistencia.

No codiciosos de ganancias deshonestas. - Aquellos a quienes se ha confiado el cuidado de las limosnas de la Iglesia seguramente deben tener especial cuidado con su reputaci�n en materia de codicia - entre los �escogidos� de Timoteo no debe haber Judas.

Versículo 9

Manteniendo el misterio de la fe en conciencia pura. - El pensamiento vuelve a aflorar - la mera ortodoxia sin la vida de Cristo era un rasgo caracter�stico vac�o e in�til en cualquiera; pero aqu� el hombre de Dios, escribiendo a su amado hijo estas solemnes advertencias respecto a las personas id�neas y adecuadas para ser elegidas para la obra de su Maestro, tiene adem�s en estas palabras otro fin a la vista.

Hab�a estado insistiendo con gran seriedad en las caracter�sticas externas que debe poseer un di�cono de la Iglesia - el nombre elevado y sin mancha - el respeto generoso que su antigua forma de vida le hab�a ganado tanto entre los incr�dulos como entre los creyentes; pero, adem�s de estas cosas, era absolutamente necesario que alguien que ocupaba ese cargo conociera algo de la vida espiritual m�s profunda: deb�a tener el misterio de la fe.

Ahora bien, �qu� quiere decir San Pablo con el misterio? Habla de �l como "un tesoro" que debe guardarse en el cofre de una conciencia pura. Este misterio era lo que a veces estaba oculto, pero que ahora fue revelado por el advenimiento del Maestro de San Pablo, y comprendi� las verdades de la redenci�n, la expiaci�n y los poderosos poderes purificadores de la preciosa sangre de Cristo. Estas, las verdades maestras del cristianismo, debe comprenderlas firmemente el maestro designado; y el verdadero di�cono, cuyo oficio era m�s bien administrar que predicar a la gente, tambi�n debe tener especial cuidado en mostrar que vivi� la vida que profesaba ense�ar; o, en el propio s�mil de San Pablo, debe preservar el cofre en el que el precioso misterio fue santificado, santo e inmaculado ante los hombres -debe tener el misterio de la fe en una conciencia pura.

Versículo 10

Y �stos tambi�n se prueben primero. - No se hace referencia aqu� a ninguna investigaci�n formal, ya sea en p�blico ante la congregaci�n, o en privado ante Timoteo y sus compa�eros presb�teros. Lo m�s probable es que el significado de la palabra sea: el di�cono debe realizar durante un tiempo muchos de los diversos deberes en el per�odo de prueba, para probar su aptitud antes de ser formalmente apartado para el santo oficio. Gran parte del trabajo perteneciente a estos funcionarios de la Iglesia primitiva ten�a necesariamente un car�cter parcialmente secular, que bien podr�a hacerse tal prueba de su idoneidad.

Entonces d�jelos usar el oficio de di�cono. - Mejor dicho, que sirvan como di�conos si, despu�s del juicio, la investigaci�n y el per�odo de prueba, se les declara inocentes.

Versículo 11

Aun as� deben sus esposas ... - La posici�n de este cargo solitario, respetando a las esposas de los di�conos, en medio de las regulaciones relativas a los �di�conos�, es, en s� misma, casi decisiva contra la traducci�n de la versi�n inglesa, adoptada tambi�n por Lutero. y muchos otros. La pregunta surge naturalmente: �por qu� se menciona especialmente a las esposas de los di�conos , mientras que no se ha dicho nada con respecto a las esposas de los presb�teros? Entonces, nuevamente, �por qu� la elecci�n de Timoteo en el asunto de su selecci�n de di�cono debe verse obstaculizada con requisitos especiales en la esposa del candidato al santo oficio? La traducci�n literal de las palabras griegas ser�a, Las mujeres de igual manera deben, etc. Estas mujeresSan Cris�stomo y la mayor�a de los expositores antiguos afirman, eran diaconisas.

Es cierto que hubo mujeres que ocupaban una especie de posici�n oficial como diaconisas en la Iglesia primitiva; tampoco es probable que estas diaconisas estuvieran, como clase, limitadas a la restricci�n de edad a la que se hace referencia en la direcci�n con respecto a un grupo de viudas dedicadas a obras de misericordia ( 1 Timoteo 5:9 ). Estas viudas parec�an haber sido en primera instancia una clase u orden aparte de las diaconisas ordinarias.

Febe de Cencrea ( Romanos 16:1 ), Euodias y Syntyche ( Filipenses 4:2 ), probablemente la organizaci�n a la que se alude ( Hechos 9:36 ) como existente en Jope, de la cual Dorcas era el jefe, puede citarse como ejemplos del Nuevo Testamento del empleo de estas siervas de la Iglesia.

En el siglo siguiente, el proc�nsul Plinio, en su famosa carta al emperador Trajano, alude claramente a estas diaconisas cristianas, con las palabras � ancill� qu� ministr� dicebantur�. �En la Iglesia occidental�, dice el profesor Reynolds, �la orden no dej� de existir hasta el siglo V, y continu� en la Iglesia griega hasta el siglo XII. La diaconisa desapareci� en el claustro hasta que revivi� parcialmente en tiempos comparativamente modernos ".

Sea serio. - Se usa la misma palabra que en el caso de los di�conos. Tambi�n estas diaconisas deben, con su comportamiento modesto, con su gravedad dulce y decorosa, como bien se ha dicho, �inspirar reverencia teniendo el halo de pureza y santidad a su alrededor�.

No calumniadores. - El arma m�s eficaz de una mujer es su lengua. Ella es, con todas sus cualidades nobles y generosas, a menudo de mal genio, apasionada, impulsiva, celosa, y esta arma, siempre lista para el ataque o la defensa, con demasiada frecuencia est� desenvainada. La profesa sierva del Se�or debe mostrar un gran ejemplo de autocontrol a sus hermanas.

Sobrio. - Debe ser abstemio, incluso abnegado en los placeres de la mesa.

Fiel en todo. - Estas diaconisas, desde su cargo, se convertir�an en depositarias de muchos secretos dom�sticos; para quienes conf�an en ellos en momentos de angustia, deben ser verdaderos; escrupulosamente honestos tambi�n en la distribuci�n de limosnas; fieles tambi�n a la santa instrucci�n que a menudo ser�an llamados a dar en el curso de sus ministraciones.

Versículo 12

Que los di�conos sean maridos de una sola mujer. - Aqu� se debe buscar exactamente la misma calificaci�n que en el grado superior de presb�tero. El mismo hogar ordenado y decoroso se requiere ahora en el caso del di�cono, como se esperaba como calificaci�n para el anciano presidente. San Pablo sab�a bien que en el padre sabio pero tierno, Timoteo encontrar�a el distribuidor firme pero generoso de la limosna de la Iglesia, el amigo amoroso y devoto de los pobres enfermos.

Versículo 13

Para los que han usado bien el oficio de di�cono. - Mejor traducido, para los que han servido bien como di�conos. Fue por una buena raz�n que el Ap�stol hizo gran hincapi� en las muchas y variadas calificaciones necesarias para emprender los deberes de un di�cono de la Iglesia, porque en verdad muy grande fue la recompensa reservada para el di�cono verdadero y leal cuando su trabajo hubiera terminado y hecho (y si para el hombre que hab�a realizado bien su trabajo en el oficio inferior, a fortiori para el que deb�a cumplir fielmente los deberes a�n m�s elevados de un anciano o superintendente en la Iglesia).

Compren para s� mismos un buen grado. - Algunos eruditos han sugerido como una mejor interpretaci�n, �est�n adquiriendo (o ganando ) para s� mismos una buena reputaci�n. Quiz�s la traducci�n antigua sea la mejor. Alford escribe sorprendentemente sobre el cambio de tiempo: "Los que han usado est�n adquiriendo o comprando". Habiendo comenzado el Ap�stol coloc�ndose en el gran d�a de la retribuci�n, ahora cambia el escenario y se ocupa de su conducta actual. "Aquellos que entonces se hallar�n que han servido bien, etc. ... lo son ahora, etc."

El "buen grado" que ahora est�n adquiriendo con un trabajo ferviente y paciente puede referirse al avance a los ministerios superiores de la Iglesia, pero, m�s probablemente, se refiere a su posici�n futura en la vida bendita por venir. Este es uno de los pasajes frecuentes en las Ep�stolas de San Pablo, donde se habla claramente de los grados de gloria entre los redimidos. Las sencillas palabras de San Pablo y su Maestro ense�an al pueblo de Dios que aunque el gran acto de redenci�n solo pertenece a Cristo, que por sus m�ritos solo los hombres obtienen la salvaci�n, a�n la suya propia, determinar� en gran medida, por sus obras. y d�as en la tierra, la posici�n que ocupar�n en Su reino.

Y gran audacia. - Los di�conos verdaderos y fieles no solo ganar�n la gran recompensa en la vida venidera, sino que aqu� el resultado de su servicio ferviente y leal ser�a que, ante los hombres , har�an su trabajo con una confianza serena e intr�pida, y al mismo tiempo lo har�an. Al mismo tiempo, an�mate a acercarte a ese Padre celestial en todo momento con la amorosa confianza de los hijos.

En la fe que es en Cristo Jes�s. - La fe fue el fundamento del �gran denuedo�, y la fe descans� en Jesucristo.

Versículo 14

Estas cosas te escribo. - �Estas cosas� probablemente se refer�an solo a las instrucciones relativas a la calificaci�n especial que se debe buscar en los candidatos para el cargo de superintendentes (presb�teros) y di�conos.

Esperando volver a ti pronto. - El participio aqu� tiene una forma concesiva, "aunque espero", etc. Le escribo estas instrucciones especiales y urgentes, aunque espero estar con usted antes de lo que presuponen esas instrucciones detalladas.

Versículo 15

Pero si me quedo mucho tiempo. - San Pablo sinti� que los peligros se acercaban cada vez m�s - que la visita esperada a su amada iglesia en �feso podr�a no, probablemente nunca se cumplir�a; de modo que estas instrucciones solemnes anteriores respecto a la elecci�n de los colegas en el ministerio le hab�an sido escritas a Timoteo, de que, en el caso de que San Pablo nunca volviera a �l, los hombres (especialmente los ministros de Dios) deb�an saber c�mo comportarse en el congregaci�n.

Para que sepas c�mo debes comportarte. - Las palabras se refieren aqu� no solo a Timoteo, sino m�s bien a Timoteo y sus colegas en la obra de la iglesia, acerca de quienes se acababan de dar esas instrucciones particulares, y deber�an darse a conocer, c�mo deber�an comportarse los hombres.

En la casa de Dios. - La imagen es del Antiguo Testamento, donde �la casa de Dios� denota, en primer lugar, el Templo de Jerusal�n y, en segundo lugar, el pueblo del pacto. Aqu� se usa para la congregaci�n de creyentes entre quienes Dios habita: la Iglesia verdadera y duradera de las almas vivientes. De este gran templo espiritual, cuya piedra angular es Cristo, la casa de Jerusal�n en el monte Si�n, con su obra maravillosa y su simbolismo magn�fico y elaborado, era el modelo pobre, perecedero y elaborado a mano.

Que es la iglesia del Dios viviente. - La casa de Dios se define aqu� claramente como la "Iglesia" (o congregaci�n ) "del Dios viviente ", que trabajaba en medio de ella de forma activa y personal, en fuerte contraste con la conocida imagen esculpida de Diana. de �feso, en trono en ese hermoso templo que brillaba con su belleza blanca y sin vida sobre los tejados de la ciudad donde estaba el cargo de Timoteo.

Columna y baluarte de la verdad. - Aqu� se cambia la imagen, y la "casa de Dios" que el Ap�stol acababa de definir como la Iglesia, o congregaci�n, perteneciente al Dios vivo, y en medio de la cual �l tuvo el agrado de morar, ahora se define como ser "columna y baluarte" (o base ) "de la verdad". En el primer cuadro, la Iglesia es pintada por San Pablo como una vasta congregaci�n, con el Dios vivo morando en medio de ella: en el segundo, la misma Iglesia est� pintada como un pilar macizo, sosteniendo y mostrando ante hombres y �ngeles el verdad - la verdad salvadora del evangelio.

En la primera imagen, el pensamiento de una gran compa��a reunida para que Dios habite entre ellos es prominente: en la segunda, el pensamiento de la gran verdad de la redenci�n solo pasa al frente, y la Iglesia de Dios ya no es vista como un compa��a de individuos separados, pero como un pilar fundamental masivo, apoyando y mostrando las glorias de la redenci�n.

Este aspecto peculiar de la Iglesia, "el apoyo y pilar de la verdad", fue considerado probablemente por el Ap�stol como "definiendo - con alusi�n indirecta a herej�as nacientes y en desarrollo - la verdadera nota, oficio y vocaci�n de la Iglesia ... .. Si no hubiera Iglesia, no habr�a testigo, ni guardi�n de archivos, ni base, nada sobre lo que pudiera descansar la verdad reconocida �(Ellicott).

Versículo 16

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad. - � Y no es simplemente copulativo, sino que aumenta la fuerza de la predicaci�n, S�, el misterio es grande y confuso� (Ellicott) - porque la verdad gloriosa que la Iglesia de Dios sostiene como un pilar, no es otra que ese estupendo misterio, en otras �pocas no se dio a conocer, pero luego se revel�: el misterio de Cristo, en todas sus manifestaciones amorosas y glorioso triunfo. S�, confesamente grande, tan grande que la enorme grandeza del pilar es solo en proporci�n a la verdad que sostiene.

Dios fue manifestado en carne. - Aqu�, en las autoridades m�s antiguas, no aparece la palabra �Dios�. Debemos, entonces, traducir literalmente el griego de los manuscritos m�s famosos y confiables. como sigue: El que fue manifestado en carne. En los manuscritos posteriores, y en la gran mayor�a de los padres que citan el pasaje, ciertamente encontramos a Theos (�Dios�), como en el texto Recibido.

La sustituci�n no se puede atribuir a ning�n prejuicio doctrinal especial, pero probablemente se deba a una correcci�n bien intencionada de los primeros escribas. A primera vista, Theos (�Dios�) ser�a una lectura m�s f�cil de entender y gramaticalmente m�s exacta; y en las copias originales, la gran semejanza entre ?C ("Dios") - la forma contra�da en la que se escribi� ?EOC - y el relativo ?C ("El que"), probablemente sugerir�a a un escriba oficioso la alteraci�n muy insignificante necesario para la palabra m�s f�cil y aparentemente m�s precisa.

Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado, m�s all� de toda controversia, que los manuscritos m�s antiguos, con apenas una excepci�n, contienen la lectura m�s dif�cil, ?C ("El que"). El pronombre griego as� traducido es simplemente un relativo a un antecedente omitido pero f�cil de inferir, a saber, Cristo.Posiblemente la dificultad en la construcci�n se deba al hecho de que todo el vers�culo es un fragmento de un antiguo himno cristiano, que incorpora una confesi�n de fe, bien conocida por los fieles de las congregaciones de ciudades como �feso, y quiz�s a menudo la cantan. , Corinto y Roma: una confesi�n que encarna los grandes hechos de la Encarnaci�n y la Resurrecci�n, la predicaci�n de la cruz y su recepci�n por el mundo gentil, y el presente per�odo de sesiones de Cristo en gloria. En el griego original, el car�cter r�tmico, as� como el antit�tico, de las cl�usulas es muy llamativo. En la traducci�n al ingl�s dif�cilmente se pueden reproducir:

�Quien fue manifestado en carne,
justificado en el Esp�ritu,

visto de �ngeles,

fue predicado entre los gentiles,
cre�do en el mundo,

llevado a la gloria ".

Fragmentos de himnos similares a Cristo se encuentran en 2 Timoteo 2:11 , y quiz�s tambi�n en Efesios 5:14 .

Manifiesto en la carne. - Cuando el Hijo de Dios sali� del Padre "fue manifestado en carne"; o, en otras palabras divinas, "el Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros, y vimos su gloria, la gloria como del unig�nito del Padre" ( Juan 1:14 . Comp. tambi�n 2 Timoteo 1:10 ). Los hombres y mujeres de los primeros d�as del cristianismo que repitieron o cantaron palabras como estas, deben haber aceptado y cre�do firmemente el dogma de la gloria preexistente de Cristo.

Justificado en el Esp�ritu. - La verdad de la afirmaci�n del propio Jesucristo con respecto a s� mismo, que parec�a contradecirse por su tendencia mortal a la debilidad corporal, el dolor y el sufrimiento, y por �ltimo a la muerte, al final fue vindicada o justificada triunfalmente. O, en otras palabras, se demostr� que las afirmaciones de Jesucristo sobre la Divinidad, presentadas durante Su vida de humillaci�n, eran ciertas.

Fue por Su resurrecci�n de entre los muertos que se justificaron las elevadas afirmaciones de Cristo sobre la Deidad. El Esp�ritu, al que se hace referencia aqu�, era el principio superior de la vida espiritual dentro de �l, no en s� mismo la Divinidad, sino �ntimamente unido y asociado con ella. En el poder de este Esp�ritu, que ten�a dentro de s� mismo, quit� la vida que hab�a entregado, volvi� a unir su alma a su cuerpo del que lo separ� cuando entreg� el esp�ritu, y as� vivi� y vivi�. se revivi�, y as� proclam� p�blicamente Su naturaleza divina, Su terrible dignidad. (Comp. Pearson, Sobre el Credo, Art. V.)

Visto de �ngeles ... - Se ha sugerido que "�ngeles" significa aqu� nada m�s que Sus Ap�stoles y Sus propios mensajeros escogidos, por quienes Jesucristo fue visto despu�s de que Sus reclamos de poder Supremo hubieran sido justificados en el Esp�ritu que lo hab�a resucitado. de entre los muertos. Estos lo vieron primero, y despu�s llevaron el alegre mensaje a las lejanas islas de los gentiles. Pero a pesar del ingenio de tal exposici�n, el significado claro y obvio de la palabra "�ngeles" debe mantenerse, por el significado invariable de angelos en el Nuevo Testamento (quiz�s con la excepci�n de los primeros cap�tulos del Apocalipsis). nunca es "ap�stol", sino "�ngel".

�l fue �visto por los �ngeles�, es decir, Jesucristo, despu�s de Su resurrecci�n y regreso al trono a la diestra del Padre, fue, en Su humanidad glorificada, visible a los �ngeles, que nunca antes hab�an mirado a Dios. (Comp. Efesios 3:10 ; Hebreos 1:6 ; 1 Pedro 1:12 - cada uno de los cuales pasa de alguna manera a este misterioso tema.) Teodoreto y San Cris�stomo han comentado de manera similar esta declaraci�n con respecto a la participaci�n de los �ngeles en la visi�n beat�fica.

Predic� a los gentiles. - Los �ngeles vieron por primera vez, contemplaron y se regocijaron en la visi�n de la Deidad manifestada en la humanidad glorificada del Hijo; y lo que los �ngeles ganaron en la visi�n beat�fica, las naciones del mundo lo obtuvieron mediante la predicaci�n del evangelio, es decir, el conocimiento del amor sin fin y la gloria incomparable de Cristo. Esta l�nea del antiguo himno cristiano nos dice que esta primera confesi�n de fe fue peculiarmente el resultado de las iglesias paulinas; porque al enumerar las seis glorias del Dios Redentor, nos dice que una de estas glorias consisti� en la predicaci�n de su evangelio a aquellos pueblos que hasta entonces se hab�an sentado en tinieblas y en la sombra de la muerte.

Fue el espl�ndido cumplimiento de la profec�a de Isa�as con respecto a la venida del Mes�as. �Es cosa ligera que seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y restaurar lo preservado de Israel; tambi�n te dar� por luz a los gentiles� ( Isa�as 49:6 ).

Cre�do en el mundo. - A diferencia del budismo o incluso del mahometanismo, el cristianismo ha encontrado aceptaci�n entre nacionalidades muy diferentes. La religi�n del Crucificado es la �nica entre las religiones que tiene un derecho leg�timo al t�tulo de religi�n mundial. Su cuna estaba en Oriente, pero r�pidamente encontr� una pronta aceptaci�n en Occidente, y en la actualidad puede decirse que no s�lo existe, sino que ejerce una vasta y siempre creciente influencia en los cuatro rincones del globo.

Recibido en gloria. - M�s exactamente, recibido en gloria. Estas palabras se refieren evidentemente al ascenso hist�rico de Cristo al cielo; declaran la creencia de estas primeras iglesias en el hecho de la Ascensi�n como se relata en el Evangelio de San Lucas.

Este fragmento del canto de triunfo de las primeras iglesias abarca los hechos principales de la historia mesi�nica: -
(1) La Encarnaci�n del Hijo de Dios.
(2) La justificaci�n en Su Resurrecci�n de las elevadas afirmaciones presentadas por �l durante los d�as de Su humillaci�n.
(3) La Epifan�a de la Humanidad glorificada de Cristo.

( a ) A los �ngeles en la visi�n beat�fica.

( b ) A los hombres en la predicaci�n de la cruz.

(4) Los gloriosos resultados del gran sacrificio ya visibles en aquellos primeros d�as de sufrimiento y lucha de la Iglesia.
(5) El regreso al cielo y la sesi�n en el poder a la diestra de Dios, cerrando la primera parte del misterio de la bendita resurrecci�n y comenzando el glorioso reinado de Cristo sobre los hombres desde Su trono en el cielo.

Información bibliográfica
Ellicott, Charles John. "Comentario sobre 1 Timothy 3". "Comentario de Ellicott para Lectores en Inglés". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/ebc/1-timothy-3.html. 1905.
 
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