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Bible Commentaries
Apocalipsis 17

Comentario Bíblico Católico de HaydockComentario Católico de Haydock

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Versículo 1

Debo repetir lo que ya he notado, tanto en el prefacio del Apocalipsis, como a veces en las anotaciones, que hay tres formas de exponer todas las visiones de esta revelaci�n, desde el final del cap. iii. hasta el final de la ver. 10. cap. xx. todo lo cual parece estar basado en las opiniones de los antiguos Padres. Seg�n el primero, todas estas visiones solo se cumplir�n en el tiempo del anticristo, un poco antes del fin del mundo.

Seg�n el segundo, las visiones pueden aplicarse a eventos particulares, que ocurrieron en las primeras tres o cuatro edades [siglos], bajo los paganos perseguidores, hasta que por Constantino y los emperadores cristianos sucesivos, la idolatr�a fue extirpada gradualmente, y el la fe de Cristo triunf� sobre todos sus enemigos, jud�os o paganos. Seg�n el tercero, por la gran ciudad de Babilonia, se significa m�stica y metaf�ricamente todas las grandes ciudades malvadas del mundo, toda la multitud de malvados dispersos en todas las naciones, su breve y vana felicidad, sus persecuciones y opresiones de los buenos y fieles siervos de Dios, que viven piadosamente en este mundo, y que est�n llamados a ser ciudadanos de la Jerusal�n celestial en el reino de Dios, donde �l reina por los siglos con sus �ngeles y santos, y donde todos reinan con �l,

Me inclino cada vez m�s a esta tercera exposici�n, leyendo este cap�tulo 17, con el contenido de los cap�tulos 18, 19 y 20, hasta el vers�culo 11, y leyendo lo que dice San Jer�nimo en t�rminos generales, en su ep�stola a Marcella, tom. 4, parte 1, p�g. 166, edici�n de noviembre. " que todo este libro (del Apocalipsis) debe ser expuesto espiritualmente, o si seguimos una interpretaci�n carnal, debemos contentarnos con f�bulas jud�as.

Y especialmente leyendo lo que nos ha entregado San Agust�n sobre las principales dificultades del Apocalipsis, en su vig�simo libro de Civ. Dei [La ciudad de Dios], del cap. vi. al cap. xvi. y de la p. 578. a p. 594. tom. 7. Edici�n de noviembre. Exponer luego estos Cap�tulos juntos de acuerdo con esta tercera interpretaci�n. (Witham) &mdash- De la gran ramera. Nada se puede aplicar mejor que este ep�teto a la antigua Roma, que hab�a conquistado casi todos los reinos del mundo conocido, como se dice en el vers.

18. Ella es la gran ciudad, un reino, que tiene dominio sobre los reyes de la tierra; ver. 9. fue construido sobre siete monta�as; ver. 6. fue regado con la sangre de los santos y m�rtires de Jesucristo; y en fin, ver. 5. Fue la gran Babilonia, como le agrada llamarla a San Pedro en su primera ep�stola. (Calmet) &mdash- Ven, te mostrar� la condenaci�n de la gran ramera.

..Babilonia .... la madre de las fornicaciones. Por esta ramera, y esta Babilonia, se significa la multitud de todos los imp�os de todos los tiempos y lugares, que se han abandonado a los placeres sensuales y han buscado su felicidad en las riquezas y la grandeza mundana; por eso se dice que lleva en la frente esta inscripci�n, un misterio; es decir, para ser entendido en un sentido m�stico de todos los malvados, que componen, por as� decirlo, una ciudad, como St.

Agust�n observa, que puede llamarse Babilonia, la ciudad de la confusi�n, la ciudad de la idolatr�a y de toda clase de vicios. &mdash- La bestia, es decir, el diablo, la lleva, cuyas sugerencias siguen los malvados. Sale del abismo. �l era, es decir, ten�a un poder mucho mayor y m�s extenso sobre el mundo inicuo antes de la venida y encarnaci�n de Cristo; y no lo es, es decir, seg�n St.

Agust�n, su poder se ha atenuado y disminuido mucho desde entonces. Est� atado o encadenado durante mil a�os, como se dice en el cap. xx. 2. Por lo cual puede entenderse todo el tiempo desde la venida de Cristo y el establecimiento de su Iglesia cristiana, hasta la �ltima y m�s severa persecuci�n bajo el anticristo. Ver San Agust�n, lib. xx. de Civ. Dei. Cap. vii. Y cuando venga de nuevo, y sea liberado, por as� decirlo, en el tiempo del anticristo, debe continuar por un corto tiempo: porque todos los padres antiguos est�n de acuerdo, por las interpretaciones que dan a las Escrituras, que el anticristo, y en consecuencia el diablo con el anticristo, debe reinar pero por poco tiempo.

La bestia escarlata, el diablo, llamado pr�ncipe de este mundo, sobre quien se sent� la ramera dorada de oro; es decir, todos los malvados, y particularmente todos los reyes y pr�ncipes malvados, con su grandeza mundana, que estaban borrachos con el vino de su prostituci�n; es decir, que se abandonaron y entregaron sus pasiones con todos los placeres sensuales, y se contentaron con la vana y enga�osa felicidad de esta vida; para convencerse de ello, se dice que el �ngel se llev� a St.

Juan en esp�ritu a un desierto lejos de la compa��a del mundo inicuo, para ver y contemplar mejor la vanidad de su breve y falsa felicidad. Se dice que esta mujer, la ramera, esta Babilonia, esta multitud de imp�os, especialmente los paganos que persiguen a los emperadores en Roma y en todos los dem�s lugares (y los que actuaron contra los cristianos bajo su mando) est�n borrachos con la sangre del santos, y la sangre de los m�rtires, haciendo morir a los cristianos, los cat�licos y los siervos de Dios, desde la fundaci�n del mundo hasta su consumaci�n, por instigaci�n de la bestia, el diablo.

La bestia, el diablo, est� representada con siete cabezas y diez cuernos; es decir, con muchas cabezas y muchos cuernos, representados por los n�meros siete y diez. V�ase San Agust�n, cap. xxiii. pag. 606. &mdash- Las siete cabezas, como se dice, ver. 9, son siete montes y siete reyes, es decir, muchos. Y tambi�n los diez cuernos, (ver. 12.) son diez reyes. (Witham)

Versículo 4

Copa .... llena de la abominaci�n, etc. Estas son expresiones escriturales comunes para las abominaciones de la idolatr�a, con las que la antigua Roma se hab�a contaminado notoriamente. Por no contentarse con adorar a sus propios dioses paganos, adopt� los de todos los pa�ses y naciones que hab�a sometido. En la propia Roma hab�a no menos de 420 templos paganos, de modo que uno de sus poetas m�s famosos, Ovidio, (lib. I. Trist.) Dice: Sed qu� de septem totum circumspicit orbem,

mortibus Imperii, Roma, locus Deumque.

Versículo 5

Un misterio. Es decir, un secreto, porque lo que sigue del nombre y t�tulo de la gran ramera debe tomarse en un sentido m�stico. &mdash- Babilonia. O la ciudad del diablo en general; o, si este lugar debe entenderse de alguna ciudad en particular, la Roma pagana, que entonces y durante 300 a�os persigui� a la Iglesia, y fue la sede principal tanto del imperio como de la idolatr�a. (Challoner)

Versículo 6

Borracho con la sangre de los santos. As� era la Roma pagana, pues innumerables fueron los m�rtires a los que dio muerte, tanto en la extensi�n de sus vastos dominios, como incluso en su propio seno, la ciudad misma. Estas fueron las v�ctimas de las diez persecuciones planteadas por Roma contra los cristianos. As� era la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los m�rtires de Jes�s. (Pastorini)

Versículo 8

La bestia que has visto. Esta bestia, que sostiene a Babilonia, puede significar el poder del diablo; que estuvo, y no est�, muy limitado por la venida de Cristo, pero se esforzar� nuevamente bajo el anticristo. Las siete cabezas de esta bestia son siete monta�as o imperios, instrumentos de su tiran�a; de los cuales cinco fueron ca�dos, como arriba, cap. xiii. ver. 1. Se dice que la bestia misma es el octavo, y es del s�ptimo; porque todos act�an bajo el mando del diablo, y por su instigaci�n, de modo que su poder est� en todos ellos, pero para formar, por as� decirlo, un octavo imperio distinto de todos ellos. (Challoner)

Versículo 9

Siete monta�as. Ya hemos observado que la antigua Roma se ergu�a sobre siete monta�as. No se puede decir lo mismo de la Roma moderna, ya que algunas de las colinas no est�n habitadas. &mdash- Las siete cabezas ... son siete reyes, o siete emperadores romanos, que se distinguieron particularmente como los principales defensores de la idolatr�a y los perseguidores m�s virulentos de la religi�n cristiana. Sus nombres eran Ner�n, Domiciano, Severo, Decio, Valeriano, Dioclesiano y Anticristo.

&mdash- Cinco de ellos se han ca�do o se han ido, a saber. Ner�n, Domiciano, Severo, Decio, Valeriano, quienes apoyaron al imperio id�latra durante un tiempo; uno es, a saber. Dioclesiano, con quien cae el reino de la idolatr�a; y el otro a�n no ha venido, es decir, el anticristo.

Versículo 10

Cinco han ca�do, uno est� y el otro todav�a no. El significado de esto es oscuro. Y quiz�s sea mejor admitir con San Agust�n que no conocemos el significado, que adelantar sospechas y conjeturas. Pero no es improbable que por estos siete reyes pueda entenderse la colecci�n de reyes, en las llamadas siete edades del mundo, desde sus creaciones hasta su consumaci�n. La primera edad, se cuenta desde Ad�n hasta No� [No�], y el diluvio: la segunda edad, desde No� hasta Abraham; el tercero, de Abraham a Mois�s; el cuarto, de Mois�s a David; el quinto, de David a Cristo.

Estos cinco hab�an pasado y hab�an ca�do cuando escribi� San Juan. El sexto es y durar� desde Cristo hasta el anticristo. Y otro, el s�ptimo, no lo es, siendo el tiempo del anticristo, y solo por poco tiempo. Vea a Cornelius a Lapide en este vers�culo. (Witham)

Versículo 11

La bestia que era, y que no es, es el octavo, y es de siete. El diablo reina con los reyes en todas estas edades: es de los siete, porque es el pr�ncipe bajo el cual reinan los imp�os en todas las edades; tambi�n es el octavo, en cuanto es su pr�ncipe, y ellos son solo sus instrumentos. . (Witham)

Versículo 12

Los diez cuernos, o diez reyes, que has visto, todav�a no han recibido reino, sino que recibir�n poder como reyes una hora despu�s de la bestia; o, como en el griego, con la bestia. Seg�n la interpretaci�n com�n, esto debe referirse a diez, o muchos reyes, que son diferentes de todos los reyes malvados que hab�an sido, y que deber�an seguir y vivir al mismo tiempo con la bestia, por lo que aqu� parece estar significado. antecristo.

O, si por estos diez reyes entendemos a todos los reyes malvados, que vendr�an despu�s de que San Juan escribiera, hasta el fin del mundo, a�n no ten�an reinos, sino los reinos que deb�an tener, y toda su vana felicidad. , ser�an muy cortos, y al mismo tiempo estar�an bajo la bestia y sujetos a �l. (Witham) &mdash- Diez cuernos. Estos denotan diez reyes o diez poderes; a saber, godos, hunos, alanos, v�ndalos, sajones, borgo�ones, francos, heruli, suevos, etc.

el jefe de los b�rbaros que invadieron el imperio romano en el siglo V. &mdash Diez reyes. Diez reinos menores, enemigos tambi�n de la Iglesia de Cristo; los cuales, sin embargo, ser�n hechos instrumentos de la justicia de Dios para el castigo de Babilonia. Algunos entienden esto de los godos, v�ndalos, hunos y otras naciones b�rbaras que destruyeron el imperio de Roma. (Challoner)

Versículo 13

Estos tienen un prop�sito, hacerse lo m�s felices que puedan en este mundo: y su poder lo dar�n a la bestia, siendo siempre esclavos del diablo. (Witham)

Versículo 14

Estos pelear�n con el Cordero. All� las acciones y los afectos son siempre llevados por el amor de este mundo, que es enemigo de Cristo y de su doctrina; pero el Cordero, Cristo, los vencer� y castigar� cuando le plazca: porque �l, Cristo, Dios y el hombre es Se�or de se�ores y Rey de reyes; y como vuelve a decir San Juan (cap. xix. 16), ha escrito en su muslo, el Rey de reyes y Se�or de se�ores, para significarnos su divinidad o naturaleza divina.

(Witham) &mdash- Todas estas personas diferentes eran paganas o herejes y, por supuesto, eran enemigos ac�rrimos de la religi�n cat�lica; pero el Cordero los venci�, volviendo sus corazones y convirti�ndolos al cristianismo.

Versículo 15

Las aguas que has visto, donde se sienta la ramera, representan las diferentes naciones, en todas las cuales hay una multitud de imp�os, especialmente entre los grandes de este mundo. (Witham) &mdash- Y los diez cuernos .... odiar�n a la ramera. Es decir, la antigua Roma; la dejar�n desolada, devastando todas sus provincias; la desnudar�n ... despoj�ndola de sus relucientes ornamentos, sus llamativos palacios, obeliscos egipcios, magn�ficos templos, teatros, arcos triunfales, etc.

&mdash Alaric, el g�tico, en 410, tom� la ciudad, la saque� y la entreg� al fuego y al saqueo de sus soldados durante tres d�as. Los �nicos lugares privilegiados que escaparon fueron las iglesias.

(Calmet) &mdash Estos odiar�n a la ramera. No hay verdadero amor ni amistad entre ellos: los malvados odian, envidian, hacen la guerra contra los malvados, aunque a veces hacen alianzas entre ellos.

&mdash- Porque Dios lo ha puesto en sus corazones, los permite y los usa como instrumentos de su justicia, unos contra otros; y dan su reino a la bestia: los imp�os reinan bajo el pr�ncipe de este mundo, el diablo, mientras Dios quiera, y hasta que se cumplan sus palabras y juicios. Todo el contenido de los siguientes Cap�tulos concuerda con esta exposici�n. Cuando los �ngeles lloran (cap.

xviii.) Babilonia la grande ha ca�do, ha ca�do, la falsa felicidad de los malvados ha llegado a su �ltimo per�odo; aunque San Juan habla a veces con anticipaci�n, especialmente cuando se representan las alegr�as de los santos, y las miserias y consternaci�n de los imp�os, para animar a los siervos de Dios a la paciencia y perseverancia bajo sus pruebas y persecuciones en esta vida terrenal. Babilonia ser� en poco tiempo morada de demonios; por eso los buenos son amonestados con estas palabras, sal de ella, pueblo m�o, evita y detesta sus malos caminos.

Dios Todopoderoso se ha acordado de sus iniquidades, de las provocaciones de los imp�os, que no pueden escapar de la mano de su justicia. Viv�an como si nunca fueran a ser llamados a cuentas. Babilonia, cegada por los placeres sensuales, el orgullo y la vanidad, dijo en su coraz�n: Me siento como una reina por encima de los dem�s, y no ver� dolor; como el imp�o del salmista, � qui�n es Se�or sobre nosotros? (Salmo xi.) Pero todas sus plagas (cap.

xviii. 8.) entra un d�a, en el d�a de la muerte o en el d�a del juicio. Luego est�n representados el llanto y el lamento de todos los c�mplices de los malvados, como el desenga�o de los mercaderes por el incendio y destrucci�n de una gran ciudad, donde encontraron tan gran provecho en disponer y vender sus mercanc�as. Despu�s de esto, en el cap�tulo 19, los bienaventurados en el cielo cantan Aleluya, etc.

el Dios Todopoderoso ha reinado o est� a punto de reinar. Al final del cap�tulo 19, ver. 17, se dice, vi un �ngel de pie al sol; diciendo a todos los p�jaros, etc. Aqu� est�n representados los juicios de Dios sobre los imp�os, por as� decirlo despu�s de una gran batalla, en la que se mata a reyes y muchos nobles, de modo que se invita a los p�jaros a beber de su sangre. &mdash- La bestia fue tomada, y con �l el falso profeta.

Podemos tomar esto como hablado por anticipaci�n del anticristo y su gran impostor o falso profeta. Porque a�n despu�s de esto, (cap. XX. 7) se predice, seg�n San Agust�n, la �ltima persecuci�n del diablo, y del anticristo, con Gog y Magog; porque fue entonces que descendi� fuego del cielo y los devorar�a; y all� se expresa que el diablo, que los sedujo a ellos ya todos los imp�os, fue arrojado al lago de fuego, al infierno, donde tambi�n la bestia, el anticristo y el falso profeta ser�n atormentados por los siglos de los siglos.

Ahora para dar una breve descripci�n de las otras dos exposiciones. El primero de ellos, seguido por muchos (como se puede ver en Alcazar y Cornelius a Lapide) sostiene que todas estas visiones se realizar�n en el breve reinado del anticristo, un poco antes del fin del mundo. Estos int�rpretes est�n divididos sobre el significado de Babilonia: algunos entienden que Babilonia es la metr�poli de Caldea, donde piensan que el anticristo comenzar� a reinar; otros entienden Constantinopla, la sede del imperio turco, que tambi�n est� construida sobre siete colinas; pero muchos entienden Roma, no la Roma cristiana, sino Roma, que fue una ciudad pagana en las primeras edades [siglos], y que creen que ser� pagana Roma de nuevo en tiempos del anticristo.

Ver un gran n�mero de Padres e int�rpretes para conocer esta opini�n citada por Cornelius a Lapide. Por la bestia que la lleva con su idolatr�a y sus vicios, entienden al diablo; y por las siete cabezas y diez cuernos, reyes, que estar�n en el tiempo del anticristo, y se someter�n a �l. Todos estos reyes y perseguidores recibir�n su poder una hora despu�s, o con la bestia, por lo que m�s bien entienden al anticristo, cuyo reinado ser� breve, como el del diablo, que ser� liberado y tendr� mayor poder para un rato.

Por el octavo, que es de los siete, entienden al diablo, porque los siete ser�n como sus instrumentos. Tambi�n se dice que los mismos reyes que cometieron fornicaci�n con la ramera la odian y la queman, dice Gagneio, al ser la causa de su condenaci�n y destrucci�n: porque ninguno es mayor enemigo que los c�mplices de los pecadores. En cuanto a la otra exposici�n, (para la cual ver Alcazar, el obispo de Meaux, etc.

) ellos miran todas estas visiones hasta la �ltima persecuci�n bajo el anticristo, (cap. xx. 7. 10.) para ser ya cumplidas por la destrucci�n del imperio romano pagano, como tambi�n son expuestas por el Dr. Hammond. Babilonia es la antigua Roma pagana, madre de la fornicaci�n, es decir, de la idolatr�a y de todo tipo de vicios, sentada sobre una bestia escarlata, sostenida por los emperadores paganos en toda su grandeza, pompa y vanidad.

Cuando se dice de ella que era y no es, esto no debe tomarse con respecto a las visiones que una tras otra le represent� a San Juan, ni con respecto a la �poca en que �l escribi� bajo Domiciano. Se dice que volvi� a salir del abismo, cuando Juliano el ap�stata renov� de nuevo el mismo culto pagano, que ten�a un plan y se esforzaba por destruir la religi�n cristiana.

Las siete cabezas se aplican ingeniosamente a Dioclesiano, Maximiano H�rcules, Constancio Cloro, M�ximo y Majencio, que en una visi�n de San Juan se dice que son los cinco ca�dos. Uno, a saber, Maximino, es el sexto, representado como entonces en el ser; y otro, el s�ptimo, se dice que a�n no ha llegado; a con Licinio, cuya persecuci�n fue por poco tiempo. El octavo, que tambi�n es llamado uno de los siete, lo toman por Maximiano Heruleus, quien hab�a establecido el imperio con Dioclesiano, pero lo retom�, y tambi�n lo fue el octavo, pero de los siete mencionados anteriormente.

Los diez cuernos representados como que a�n no tienen un reino, pero que recibir�n poder como reyes, una hora despu�s de la bestia, o en la ca�da del imperio, son aquellos reyes y pr�ncipes por quienes el imperio romano fue destruido; como los godos, v�ndalos, lombardos, borgo�ones, francos, hunos, alanos, suevos, tambi�n persas y sarracenos, que invadieron y desmembraron diferentes partes del imperio: pero no es necesario poner gran �nfasis en el n�mero exacto diez; que, como dice St.

Agust�n dice, puede tomarse por muchos. Todos vienen con el mismo prop�sito (ver. 13.) de enriquecerse y establecerse en los dominios del imperio; sin embargo, despu�s le dieron su poder a la bestia, estableciendo alianzas con los emperadores, como hicieron Alarico, el g�tico y otros. Primero pelearon con el Cordero, luego eran paganos, y luego muchos de ellos arrianos, hasta que el Cordero los venci� y los llev� a la verdadera fe cristiana.

Se dice que odiaron a la ramera y la dejaron en la miseria saqueando Roma y otras ciudades diversas; devoraron su carne, sus tesoros, poni�ndolos Dios en sus corazones, utiliz�ndolos como instrumentos para castigar a estos id�latras malvados perseguidores; sin embargo, luego accedieron a veces a darle su fuerza mediante acuerdos y alianzas, hasta el momento en que Dios decret� que el imperio deb�a ser destruido de alguna manera.

Estos int�rpretes concluyen que por Babilonia debe entenderse necesariamente Roma, porque se dice que siete cabezas, sobre las cuales se sienta la mujer, son siete monta�as; y es bien sabido que Roma est� construida sobre siete colinas; y en segundo lugar, porque se dice que la mujer es la ciudad que tiene dominio sobre los reyes de la tierra. Pero primero, esas siete monta�as tambi�n se llaman siete reyes; en segundo lugar, Constantinopla tambi�n est� construida sobre siete colinas; en tercer lugar, siete pueden tomarse por muchos.

Y no puedo dejar de notar que algunas expresiones en este y en el pr�ximo cap�tulo parecen concordar mejor con esa exposici�n, que toma a Babilonia como la multitud de todos los malvados: como cuando leemos, (cap. Xviii. 3.) que todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicaci�n; (ver. 23) que todas las naciones fueron enga�adas por sus hechicer�as; (ver. 24) que en ella fue formada la sangre de los profetas, y de los santos, y de todos los que fueron muertos sobre la tierra.

Porque aunque el imperio romano era de una extensi�n tan grande, sin embargo, una mayor parte del mundo nunca estuvo sujeto a los romanos: muchos ap�stoles y m�rtires no fueron muertos en Roma, ni por los romanos, sino por los persas, y en India, etc. as� que estas expresiones generales se exponen m�s f�cilmente, si por la gran ciudad de Babilonia entendemos la multitud de los imp�os en todas partes del mundo: no sino que estas visiones tambi�n pueden considerar a la Roma pagana como el lugar principal donde se llevaron a cabo tales persecuciones, y donde se practicaban todo tipo de vicios.

&mdash- NB Algunos se han dado cuenta de que los protestantes ingleses imprimen el quinto vers�culo de este cap�tulo en letras may�sculas: Misterio Babilonia la grande, madre de rameras y abominaciones de la tierra. Supongo que estas palabras s�lo est�n impresas de esta manera, porque contienen una inscripci�n; como cuando se dice que el que fue llamado la palabra de Dios, hab�a escrito sobre �l Rey de reyes y Se�or de se�ores, palabras que tambi�n est�n impresas en grandes letras; pero si nuestros adversarios hacen esto, para hacer el Para ser vista como la Iglesia de Roma como la ramera de Babilonia, y el Papa como el anticristo, nada puede ser m�s injusto, nada m�s rid�culo, como puedo mostrar en los siguientes Cap�tulos. (Witham)

Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre Revelation 17". "Comentario Bíblico Católico de Haydock". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/hcc/revelation-17.html. 1859.
 
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