Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
Take your personal ministry to the Next Level by helping StudyLight build churches and supporting pastors in Uganda.
Click here to join the effort!
Click here to join the effort!
Bible Commentaries
Comentario Bíblico Católico de Haydock Comentario Católico de Haydock
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre Romans 7". "Comentario Bíblico Católico de Haydock". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/hcc/romans-7.html. 1859.
Haydock, George Leo. "Comentario sobre Romans 7". "Comentario Bíblico Católico de Haydock". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
Mientras viva; o mientras viva. (Challoner) &mdash- Esta parece la construcci�n literal, m�s que mientras �l, el hombre, viva. Porque San Pablo compara aqu� la ley (que en griego es en el g�nero masculino) al marido, a quien una esposa no puede dejar, ni casarse con otra, mientras viva el marido, sin ser ad�ltera: pero si el el esposo est� muerto (como la ley de Mois�s ahora est� muerta, y ya no es obligatoria despu�s de la publicaci�n de la nueva ley de Cristo) el pueblo que era jud�o, y bajo la ley jud�a, ahora est� libre de ese exmarido, a saber , la ley escrita de Mois�s.
No, este pueblo tambi�n ha muerto a la ley, (ver.4) porque la ley misma est� muerta por el cuerpo de Cristo, o, como en el griego, por causa del cuerpo de Cristo ofrecido y sacrificado por ti, y para todos en la cruz: de modo que ahora deb�is considerarse como espiritualmente casados ??con �l: lo cual concuerda con lo que sigue, para que pod�is pertenecer a otro (en griego, a otro marido) a Cristo, que ha resucitado de los muertos, y ahora es la esposa de sus almas. (Witham)
Versículo 5
Porque cuando est�bamos en la carne; es decir, vivi� seg�n la carne, las pasiones de los pecados, que eran por la ley: no dice, como observa San Juan Cris�stomo, que fueron causados ??por la ley, sino s�lo por ella, es decir, que fueron ocasionados por el conocimiento de la ley, pero propiamente causado por nosotros mismos, y nuestras inclinaciones corruptas, que se obraron en nuestros miembros, en lugar de obrar. (Witham)
Versículo 6
Pero ahora est�n libres de la ley de la muerte, por la cual muchos entienden de la ley de Mois�s; as� llamado, porque no pod�a por s� mismo dar la vida de la gracia, y ocasion� la muerte. Otros exponen estas palabras, libres de la ley de la muerte, es decir, de los pecados de los que antes eran culpables y que los hac�an merecer la muerte eterna. (Witham)
Versículo 7
�Es pecado la ley (de Mois�s) ? Dios no lo quiera. El ap�stol declara que la ley misma estaba lejos de ser pecaminosa; al contrario, que era bueno, espiritual, santo; pero, dice �l, no reconocer�a la concupiscencia como pecado, a menos que la ley dijera: no codiciar�s: por la cual se da a conocer a todos, que los pecados de el pensamiento consentido y los malos deseos son pecados. (Witham)
Versículo 8
Pecado, aprovechando la ocasi�n. El pecado, o concupiscencia, que se llama pecado, porque es del pecado y conduce al pecado, que antes dorm�a, fue despertado por la prohibici�n; no siendo la ley su causa, ni d�ndole propia ocasi�n, sino que nuestra naturaleza corrupta aprovecha la ocasi�n para resistir el mandamiento que se nos ha impuesto. (Challoner) &mdash- Pecado. El ap�stol llama aqu� a la concupiscencia con el nombre de pecado; porque es la consecuencia y el castigo de ello, y nos arrastra al pecado.
Esto toma ocasi�n del precepto de la ley para inducirnos a transgredirla; porque estamos naturalmente inclinados a hacer lo que est� prohibido. &mdash que es el fruto de un amor desordenado por la libertad y la independencia. Sin la ley, el pecado est� muerto, porque la concupiscencia no tiene nada que la despierte y turbe. Era como un torrente que rodaba r�pidamente, sin resistencia en su cauce, pero tan pronto como lleg� la ley y puso un obst�culo, comenz� a extenderse por todas partes, y a cometer los estragos m�s extra�os.
O puede explicarse as�: sin la ley el pecado est� muerto; no ser conocido por el mundo, y no imputarnos como una transgresi�n. Habla aqu� de las transgresiones de la ley escrita, no de la ley de la naturaleza, de la que cada uno tiene suficiente conocimiento para volverlo imperdonable, siempre que la transgrede. (Calmet) &mdash- Sin la ley el pecado est� muerto; es decir, muchos pecados eran tan poco conocidos, que antes de la ley escrita no parec�an pecados; no sino que, en todo momento, la raz�n y la conciencia mostraban muchas cosas pecaminosas y mal hechas, de modo que quien actuaba en contra de estas luces no pod�a ser excusado. Vea lo que dice San Pablo de los fil�sofos paganos, cap. I. (Witham)
Versículo 9
Viv� alg�n tiempo sin la ley; es decir, sin el conocimiento de la ley. Esto algunos lo entienden San Pablo en la �poca de su ni�ez, antes de que llegara al conocimiento de lo que estaba prohibido por cualquier ley. Pero la exposici�n, que concuerda con el resto de este cap�tulo, es la siguiente; que San Pablo, aunque parece hablar de s� mismo, sin embargo representa la condici�n de cualquier persona que vivi� antes de que se diera la ley escrita; pero cuando vino el mandamiento, despu�s de que se dio la ley escrita, y sus preceptos llegaron a mi conocimiento , entonces el pecado revivi�, d�ndome un conocimiento perfecto: y al transgredir esos preceptos, me volv� m�s culpable y sin excusa.
&mdash- Yo mor�: es decir, me volv� culpable por transgresi�n de la ley conocida, y culpable de muerte eterna: y los mandamientos o preceptos, que eran para vida, que eran buenos en s� mismos, y estaban destinados a dirigirme en lo que ten�a que hacer, y lo que deb�a evitar a fin de obtener la vida eterna, result� ser de muerte para m�, pero por mi propia culpa; y s�lo ocasionalmente, por los mandamientos de la ley y el conocimiento de ellos, cuando con pleno conocimiento los transgred�.
As� fui seducido por el pecado, que con �l trajo la muerte, aunque la ley y el mandamiento (vers�culo 12) eran en s� mismos santos, justos y buenos. No pod�an sino ser buenos, como dice San Juan Cris�stomo, siendo su autor el verdadero Dios, y no cualquier principio o causa maligna, que fue el autor de males, como pretend�an los imp�os maniqueos. Tambi�n podr�amos, dice San Juan Cris�stomo, criticar el �rbol de la vida [�el �rbol del conocimiento del bien y del mal?] Y el fruto prohibido en el Para�so, que no fue la causa, sino s�lo la ocasi�n de nuestra miseria. cuando Ad�n comi� de �l.
Entonces no se puede decir que lo que era bueno (es decir, la ley) me fue hecho muerte, o la causa de mi muerte; pero el pecado, y mis inclinaciones pecaminosas irresistibles, para que parezca pecado, o para que evidentemente parezca cu�n grande es el pecado, por lo que es bueno (es decir, por la transgresi�n de los preceptos dados y conocidos, el pecado podr�a volverse pecaminoso). �l habla del pecado como si fuera de cierta persona; y el sentido es que el pecado, que estaba en mi naturaleza corrupta, podr�a volverse pecaminoso por encima de toda medida, cuando me condujo a toda clase de des�rdenes y excesos, que yo cedido a. (Witham)
Versículo 13
Que pueda parecer pecado, o que el pecado pueda aparecer; verbigracia. ser el monstruo que es, capaz incluso de aprovechar lo bueno para producir la muerte. (Challoner)
Versículo 14
Soy carnal, vendido al pecado, un esclavo sujeto a inclinaciones pecaminosas, que solo son pecados propiamente dichos cuando son consentidos por nuestro libre albedr�o. Ha habido una gran disputa entre los int�rpretes antiguos y posteriores, si San Pablo desde este vers�culo hasta el final del cap�tulo habla de una persona que permanece en pecado, ya sea bajo la ley de la naturaleza o de la ley escrita (que fue una vez que la opini�n de St.
Agust�n) o si habla de una persona regenerada por el bautismo, y en estado de gracia en la nueva ley, e incluso de s� mismo cuando era un fiel servidor de Dios. Esta es la opini�n de San Agust�n en muchos de sus escritos posteriores contra los Pelagianos, por lo que tambi�n cita a San Hilario, San Gregorio de Nacianceno y San Ambrosio. Tambi�n es la opini�n de San Jer�nimo, (Ep. Ad Eustochium de custod.
Virg.) De San Gregorio Magno, de Ven. Beda, y la opini�n m�s aprobada, seg�n la cual el ap�stol aqu� por pecado no entiende lo que propiamente hablando es pecado, o pecaminoso, sino que s�lo habla de pecado impropiamente tal, que es de inclinaci�n corrupta, o de naturaleza rebelde corrompida. por el pecado original, de una contienda entre el esp�ritu y la carne, que queda por prueba en las personas m�s virtuosas: de las cuales ver nuevamente S.
Pablo, G�latas v. 17. Podemos notar que el ap�stol antes habl� de lo que era y de lo que hab�a sido, pero ahora habla en el tiempo presente de lo que es y lo que hace . (Witham) &mdash- La ley se llama espiritual: 1 �, porque prescribe lo que pertenece al esp�ritu y al hombre espiritual: es decir, seguir la virtud y evitar el vicio: 2 �, porque dirige al hombre a la adoraci�n de Dios, que es esp�ritu y verdad: tercero, porque no puede ser cumplido por hombres espirituales, sino por esp�ritu y gracia; cuarto, porque dirige el esp�ritu del hombre y lo dispone propiamente hacia Dios, hacia el pr�jimo y hacia s� mismo; y finalmente, porque la ley, que es la ley de la gracia y el esp�ritu. (Menochius)
Versículo 15
Por lo que trabajo, no lo entiendo. A saber, o entender es a menudo, al estilo de las Escrituras, lo mismo que para aprobar o amor: por lo que el significado aqu� es: Yo apruebo no lo que hago, es decir, lo que me pasa en mi parte sensible, en mi imaginaci�n, o en los miembros de mi cuerpo, que de hecho el justo m�s sufre que sufre; y este es el sentido, por lo que sigue inmediatamente, el mal que odio, que hago, i.
mi. que sufro, estando en contra de mi voluntad; y hago lo que no har�a. (Witham) &mdash- No hago el bien que quiero, etc. El ap�stol describe aqu� los movimientos desordenados de la pasi�n y la concupiscencia; que muchas veces en nosotros nace de la raz�n, y por medio de la cual incluso los buenos hombres sufren en el apetito inferior lo que su voluntad aborrece: y se ven muy obstaculizados en la realizaci�n de los deseos de su esp�ritu y de su mente.
Pero estos malos movimientos (aunque se les llama la ley del pecado, porque provienen del pecado original, y violentamente tientan e inclinan al pecado) mientras la voluntad no los consienta, no son pecados, porque no son voluntarios. . (Challoner)
Versículos 17-18
Ahora bien, ya no soy yo el que lo hace: querer el bien est� presente en m�. Todas estas expresiones muestran que �l habla de tentaciones que afectan s�lo a los sentidos, la imaginaci�n o los miembros del cuerpo, pero a las que la mente y la voluntad no dan su consentimiento, sino que les retienen una aversi�n; y mientras tanto nunca podr�n ser verdaderos y propiamente pecados, lo cual debe ser con total deliberaci�n y consentimiento. (Witham) &mdash- El ap�stol aqu� quiere decir que �l sab�a por experiencia que el mal y no el bien habitaban dentro de �l, seg�n la carne.
�l no contradice este pasaje cuando dice en otra parte, que nuestros miembros son los templos del Esp�ritu Santo: (1 Corintios iii. 6. & c.) Porque el bien no se puede encontrar en nuestra carne, ya que est� corrompido por el pecado; de donde nuestro Salvador dice: "Lo que es nacido de carne, carne es." (Juan iii.) Pero el bien est� en nuestro cuerpo, cuando nuestros miembros bajo la influencia del alma, renovados por el Esp�ritu Santo que reside en �l, se emplean en buenas obras.
El significado de este pasaje es que, aunque ahora sanado y renovado por la gracia, pod�a tener un perfecto deseo de hacer el bien; sin embargo, a�n a causa del mal de la concupiscencia que habitaba en su carne, no se encontr� capaz de realizar todo el bien que deseaba, porque la concupiscencia siempre lo impulsaba al mal contra su voluntad. (Estius)
Versículo 22
Me deleito con la ley de Dios seg�n el hombre interior. Mientras el hombre interior, o el interior del hombre, est� bien, todo est� bien. &mdash- (Percibo otra ley en mis miembros, luchando, y diferente a la ley de mi mente: esto es cierto en cualquier hombre que simplemente lucha y resiste las tentaciones, pero no del pecador, cuya mente tambi�n y las consentir�. Un hombre nunca puede perder el favor y la gracia de Dios, a menos que su mente y su consentimiento interior.
&mdash- Estos me retienen como cautivo en la ley del pecado, o inclinaciones pecaminosas, pero que est�n en los miembros solamente. Grito, � qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte, de este cuerpo mortal con sus concupiscencias pecaminosas, que si se consintiera, traer�a la muerte al alma? Nada m�s que la gracia de Jesucristo puede librarme de tales tentaciones y, liber�ndome de este cuerpo, puede hacerme perfectamente feliz; que no se puede esperar en esta vida.
Pero todav�a tengo el mayor de los consuelos, que yo mismo, con mi mente y voluntad, todav�a sirvo a Dios y permanezco firme en la obediencia a sus leyes; pero con la carne, o en la carne, estoy sujeto a la ley del pecado, es decir, a las inclinaciones pecaminosas. &mdash- Debemos evitar aqu� dos errores her�ticos; la de esos supuestos reformadores tard�os, que al negar el libre albedr�o del hombre, hacen imposibles los mandamientos de Dios, incluso para un hombre justo.
V�ase tambi�n la primera proposici�n her�tica de Jansenius. A continuaci�n debemos detestar el �ltimo error abominable de los llamados quietistas, que se sonrojaban por no decir que un hombre pod�a ceder y abandonarse a los des�rdenes m�s vergonzosos de la carne, pretendiendo que no eran ellos mismos, sino el pecado y el diablo los que causaban. las abominaciones en su carne. San Agust�n previ� esta fr�vola excusa: (lib.
I. Delaware. nup. y Concup. Cap. xxviii.) "Ese hombre (dice �l) est� en un grave error, que, consintiendo a la concupiscencia de la carne, y a hacer lo que la carne le impulsa a hacer, cree que todav�a puede decir: no soy yo quien hace eso, " &C. (Witham)