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Bible Commentaries
1 Samuel 30

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

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Versículos 1-31

1 Samuel 30:7 . Abiatar trajo el efod. Nadie m�s que el sacerdote pod�a usar esto, y como el sumo sacerdote no pod�a consultar el or�culo sin el conocimiento de su soberano, Abiatar us� el efod y pregunt� por orden de David, en el lugar de la devoci�n.

1 Samuel 30:14 . Los cereteos; Cretenses e isle�os que se hab�an asentado entre estas tierras menos ocupadas.

REFLEXIONES.

�Cu�n inquieto y perverso es el coraz�n del hombre! �Nunca descansar� la tierra? �Y nunca se quedar�n quietos los imp�os? Tan pronto como el resto de Amalec, que hab�a escapado de la espada de Sa�l y de David, se enter� de la guerra entre Filistea e Israel, juzgaron que era una oportunidad favorable para saquear ambos pa�ses. Y aquellos hombres y naciones que no son reformados por los juicios de Dios, no est�n lejos de la destrucci�n.

David, que parec�a condenado a la adversidad desde el d�a en que dej� los apacibles reba�os de su padre, apenas hab�a escapado de los celos de los pr�ncipes, cuando encontr� una calamidad mayor en la quema de Siclag y en la captura de sus esposas y de todos. la gente. Este fue un golpe fuerte. Todo hombre se vio privado de su esposa, de sus hijos, de sus bienes; pero las grandes pruebas ponen de manifiesto el coraz�n del hombre.

Todos lloraron hasta que no pudieron llorar m�s; el invasor hab�a huido y no ten�an esperanzas. La venganza del enemigo no parec�a estar en su poder; por lo tanto, los imp�os resolvieron apedrear a David como criminal por dejar la ciudad indefensa.

Observe ahora la diferencia en el car�cter de los hombres. Mientras que los imp�os no ten�an m�s consuelo que venganza, David recurri� a Dios; y ad�nde m�s podemos ir en el d�a de la angustia. Llam� a Abiatar y al efod para consultar a Dios. Esta fue la manera de recuperar la calamidad y levantarse por el consejo y la bendici�n del cielo. El Se�or, siempre consciente de la promesa en el momento de su unci�n, le pidi� que siguiera adelante y le prometi� el �xito.

Observe tambi�n c�mo la providencia se correspond�a con el or�culo. Encontraron a un sirviente en el campo, cruelmente abandonado por su amo, pero amablemente dejado como gu�a para David. Alcanzaron al enemigo en los confines de su pa�s, cuando supuso que todos los peligros hab�an pasado; cuando estaba haciendo un banquete, regocij�ndose de su �xito, y diciendo: �Este es el bot�n de David! Ah, poco pens� que esta noche Dios ejecutar�a el resto de la sentencia y borrar�a el nombre de Amalec de debajo del cielo.

Y poco piensan los malvados, durante sus copas y sus fiestas, que quiz�s los largos golpes suspendidos del cielo insultado est�n a punto de ser infligidos de la manera m�s severa, y que Dios los golpear� como Amalec y Belsasar, en medio de su tumulto. .

David, pobre y arruinado hace tres d�as, sin m�s esperanza que en su Dios, ahora era rico y victorioso. Recuper� todas las mujeres y los ni�os, todo el ganado y el bot�n que Amalec hab�a tomado de los filisteos o de los cereteos, de Jud� y de Siclag; adquiri� laureles en la estimaci�n de todas las naciones circundantes que no se desvanecieron, y pudo hacer regalos a los pr�ncipes de Jud� ya otros que le hab�an mostrado bondad en su exilio.

Oh, cu�nto estaba en deuda con la envidia y los celos de los pr�ncipes filisteos; o m�s bien, con Dios, que constantemente dominaba las calamidades de este exilio para siempre. Ahora los hijos de Belial que le serv�an por necesidad, ten�an la boca cerrada. Ahora estaban confundidos por haber propuesto en la violencia de la pasi�n apedrear al ungido del Se�or. Y seguramente el cristiano no puede dejar de leer el car�cter de su Dios, en todas las calamidades de David.

Desde el d�a en que dej� los apacibles reba�os de su padre, hasta el d�a de hoy, hab�a visto poco m�s que una sucesi�n de aflicciones y aflicciones que habr�an abrumado a cualquier hombre que no tuviese la mayor confianza en Dios; pero estas calamidades fueron para �l siempre productivas de salvaci�n, honor y piedad. Entonces, �qu� debemos temer de la malicia y la envidia de los hombres? Caer�n en sus propios pozos y sus pies se enredar�n en su propia red.

Por �ltimo, nos enteramos de que David, como pr�ncipe, se distingu�a por la equidad. Comparti� justamente el inmenso bot�n con los doscientos hombres que hab�an custodiado su equipaje, y fueron detenidos por una extrema debilidad. Un pr�ncipe de reconocida probidad y honor tiene la confianza de todo su pa�s; y el brillo de su car�cter moral excede con mucho el brillo de su fortuna y su nacimiento. Entonces, �cu�l es la confianza que debemos reposar en Cristo, el Pr�ncipe de los reyes de la tierra?

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 30". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-samuel-30.html. 1835.
 
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