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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento Comentario de Sutcliffe
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 31". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-samuel-31.html. 1835.
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 31". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/
Versículos 1-13
1 Samuel 31:6 . Y todos sus hombres; su guardaespaldas, hombres valientes que no sobrevivir�an a la ca�da de su amo. Pero en 1 Cr�nicas 10:6 se dice, toda su casa muri� junta. Sab�an que los filisteos no les dar�an cuartel; y por eso prefirieron inscribirse en la lista de h�roes, que proh�be al historiador ponerlos en el cat�logo de suicidios.
1 Samuel 31:10 . El muro de Bet-shan; en la v�a p�blica o plaza principal de la localidad. 2 Samuel 21:12 .
REFLEXIONES.
Llegamos ahora al doloroso final de la triste y tr�gica vida de Sa�l. Como muchas versiones leen en el primer verso, estaba herido de hipocondr�a. Por lo tanto, aunque desprovisto de la presencia divina y plenamente informado de su derrota y condenaci�n final; sin embargo, no recibi� ninguna advertencia, sino que corri� hacia su propia destrucci�n. Israel tambi�n fue derrotado cuando se atrevi� a subir contra el pueblo de Amalec y de Cana�n, despu�s de la revuelta en el desierto.
N�meros 15 . Pedro tambi�n recibi� una herida terrible, mientras se calentaba junto al fuego, en compa��a de los malvados, despu�s de haber prometido en su propio esp�ritu ir con el Se�or a la c�rcel y a la muerte. Que alguna vez seamos fortalecidos con el poder del Esp�ritu en el hombre interior, o no podremos enfrentarnos a nuestros enemigos.
Jonat�n, siempre fiel como un hijo, se enamor� de su padre. Oh, qu� l�grimas se deben al recuerdo de tanto valor, tanto amor, tanta fidelidad, tanto valor en las armas. La seguridad se promete en general a los justos, pero la promesa tiene sus excepciones y l�mites, para que todos los hombres velen y teman. Con Jonat�n cayeron dos de sus hermanos al mismo tiempo, dejando s�lo a Is-boset, un hijo desconsiderado, para perpetuar la memoria de Sa�l.
Pero mientras contemplamos esta nube oscura y misteriosa que ensombreci� y luch� contra Israel en Gilboa, se abre un aspecto sereno y sonriente del lado de David. En la muerte de Sa�l y de sus tres hijos, vemos los montes aplaudidos y los valles ensalzados, para que el hijo de Isa� ascienda al trono. Por lo tanto, esta terrible derrota de Israel fue como una poderosa marea, que repentinamente cambi� y elev� al pa�s a una soberan�a y un poder incomparables en el este.
Qu� feliz, entonces, que David no se veng� de Sa�l en la cueva. El Se�or, a su debido tiempo, emprendi� su causa e hizo por �l diez mil veces mejor de lo que podr�a haber hecho por s� mismo. Y esta muy distinguida interposici�n de la divina providencia debe llevarnos en todo momento a abstenernos de hacer el mal y ense�arnos a confiar en el Dios de David.
Sin embargo, no podemos abstenernos de lanzar una mirada dolorosa sobre el reinado y la muerte de Sa�l. Todas sus virtudes, todas sus buenas acciones, se vieron arruinadas por un predominio terrible de pasiones malas e implacables, que a menudo lo convert�an en un terror para sus siervos y lo apresuraban a desobedecer a Dios. Y cuando la justicia divina lo entregaba a la impetuosidad de esas pasiones, o lo turbaba ocasionalmente por un esp�ritu maligno, no escuchaba ning�n consejo, no soportaba ning�n controul.
Cuando el Se�or no le respondi�, su elevado esp�ritu recurri� a la pitonisa de Endor; y apenas hab�a llegado a su campamento, despu�s de recibir su sentencia, cuando los filisteos comenzaron la batalla y ejecutaron la comisi�n divina. �l huy�; el fue herido; Invit� a la muerte, pero la muerte retrocedi�. No pudo soportar los insultos que se le ofrecieron a Sans�n para que se repitieran en su persona; por tanto, cay� sobre su espada.
Pero como la herida fresca s�lo aumentaba su angustia, rez� para que un hombre que se hab�a librado de Amalek le diera el golpe final de la muerte. Sa�l ciertamente hab�a cortado a esa naci�n en las ciudades m�s grandes, pero hab�a dejado grandes remanentes de ellos en los rincones para molestar a Israel y terminar su vida por desobedecer a Dios al perdonarles la vida. Por altivez de esp�ritu, Saulo se suicid�; �Y puede salvarse un hombre culpable de tan horrible crimen? Si Sa�l padec�a hipocondr�a, podr�a salvarse; y los jud�os hablan con confianza de su salvaci�n.
Pero un hombre en su sano juicio, que deja la vida por disgusto, no puede ser salvo. Al entrar en la presencia de su Hacedor, cubierto con el m�s repugnante de los cr�menes, se encontrar� con ojos de fuego. Una voz dir�: amigo, �c�mo entraste aqu�? Tu obra no fue hecha; has abandonado cobardemente tu puesto. Has invadido los derechos del cielo, para subordinar tus calamidades al bien. Atalo de pies y manos, y arr�jalo a las tinieblas de afuera.
No podemos cerrar el cap�tulo sin notar la gratitud y el coraje de los hombres de Jabes de Galaad. Sa�l los hab�a salvado r�pidamente cuando los asedi� Nahash, quien los amenaz� con la p�rdida de su ojo derecho y con la servidumbre eterna; y ahora ellos salvaron su cuerpo, a riesgo de sus vidas, de la ignominia y los insultos, y enterraron tanto a �l como a �l. sus hijos con todos los honores debidos a la realeza. Fue un acto de gratitud digno de ser registrado por el ejemplo de otros hombres.