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Bible Commentaries
1 Corintios 7

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

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Versículo 1

En cuanto a las cosas de las cuales me escribisteis: bueno es que un hombre no toque a una mujer.

Versículos 1-5

Instrucciones con respecto al matrimonio.

La propiedad y el deber del matrimonio:

Versículo 2

Sin embargo, para evitar la fornicaci�n, cada uno tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido.

Versículo 3

Que el marido rinda a la esposa la debida benevolencia, y tambi�n la esposa al marido.

Versículo 4

La esposa no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; y tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.

Versículo 5

No se defrauden los unos a los otros, a menos que sea con consentimiento por un tiempo, para que se entreguen al ayuno y a la oraci�n; y re�nanse de nuevo para que Satan�s no los tiente por su incontinencia.

Este cap�tulo contiene la gran lecci�n de San Pablo sobre el estado del matrimonio, que debe compararse con los diversos pasajes, especialmente en el Antiguo Testamento, donde se describe el estado santo del matrimonio. En el presente cap�tulo cabe se�alar que sus principios son verdaderos para todos los tiempos, pero que la aplicaci�n especial que hace San Pablo se refiere a las circunstancias tal como se encontraron en sus d�as, especialmente en la congregaci�n de Corinto.

Esta distinci�n se observa en el texto de tal manera que los principios de los que trata San Pablo se introducen como mandatos del Se�or, su aplicaci�n especial para el caso que se le presenta como su juicio o consejo. Ver vv. 1: 26-29. La ocasi�n de la discusi�n fue una pregunta o consulta que los corintios le hab�an hecho al ap�stol: Pero acerca de lo que usted escribi�, los asuntos presentados en su carta.

Aparentemente, las preguntas eran las siguientes: �Debe una persona estar casada o no? �Qu� pasa con los deberes espec�ficos del matrimonio? �Es permisible la disoluci�n del v�nculo matrimonial si una de las partes es gentil?

La respuesta de Pablo a la primera pregunta: Es correcto, moralmente apropiado, honorable, digno de alabanza (en el sentido de "no ser condenado") que uno, para una persona, no toque a una mujer. No debe inferirse, como dir�n los falsos ascetas, que incluso el mero toque f�sico de la mano o la piel de una mujer contaminar� a un hombre, aunque en circunstancias un apret�n de manos, el m�s m�nimo roce contra la piel de una mujer, puede convertirse en una caricia il�cita y una contaminaci�n.

San Pablo habla aqu� obviamente del verdadero celibato, basado en el don de la castidad en su interpretaci�n m�s estricta, y defendi�ndolo contra quienes lo consideraban inhumano. Como dice Lutero, "a San Pablo le conviene no dejar sin consuelo a los que prefieren vivir una vida c�libe". Pero se apresura a a�adir: Pero a causa de los pecados de inmoralidad, que cada uno tenga su propia esposa, y que cada mujer tener su propio marido.

La situaci�n en aquellos d�as era muy parecida a la de hoy: los pecados de libertinaje, de libertinaje, de toda forma de inmoralidad eran tan frecuentes que realmente exig�a una medida inusual del don de la castidad para permanecer puro en medio de tantas tentaciones. . Entonces, como ahora, la �nica manera de tener �xito en huir de la fornicaci�n era buscar la castidad del matrimonio. Est� hablando, por supuesto, de un matrimonio cristiano, en el que un hombre tiene solo una, la suya, esposa, y la mujer solo tiene uno, su propio esposo.

San Pablo no so�� con una santidad imposible, pero se ocup� de la situaci�n tal como realmente exist�a, y prescribi� el remedio que el Se�or le hab�a proporcionado. Porque la relaci�n conyugal entre marido y mujer, aunque no puede, a causa del pecado inherente, ser un servicio a Dios completamente puro y sin mancha, no es sin embargo una inmoralidad en s� misma, ya que la inclinaci�n natural de los sexos es en este caso santificada por Dios. instituci�n, y las personas casadas tienen el consuelo de que la gracia de Dios en Cristo cubre todo lo que todav�a est� presente de la carne vieja en sus relaciones sexuales.

Sobre el deber espec�fico del matrimonio, el ap�stol dice: A la esposa, el esposo le da lo debido, pero tambi�n la esposa al esposo. La esposa no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino el esposo; pero tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. Cuando un hombre o una mujer entra en el estado de santo matrimonio, �l o ella pone el cuerpo al servicio del otro en relaciones sexuales honorables y sin mancha.

Cada uno, por lo tanto, posee un derecho leg�timo sobre el cuerpo del otro, y ni el capricho ni la mera pasi�n deben regir tal uso, Hebreos 13:4 . Tenga en cuenta que no hay un doble est�ndar: ella es tanto la due�a de su persona como �l el due�o de la de ella. Note tambi�n que este es un pasaje muy fuerte para la monogamia, ya que evidentemente aqu� solo se habla de un hombre y una mujer.

Y en esta relaci�n marido y mujer no se defraudar�n ni privar�n mutuamente del deber espec�fico del matrimonio; San Pablo proh�be el rechazo arbitrario de las relaciones sexuales cuando la otra parte lo desea. Otra cosa es la abstenci�n del derecho conyugal por mutuo consentimiento, si ambas partes se ponen de acuerdo y as� se preservan los derechos de ambos. Tal acuerdo puede hacerse por un tiempo, para, por ejemplo, desconectarse para la oraci�n.

Pablo no hace de esto una ley, implica el derecho previo de los deberes matrimoniales, pero esta es una sugerencia que podr�an seguir. M�s tarde se prescribieron ejercicios devocionales tan extraordinarios y extensos para las temporadas festivas. Pero el ap�stol no quiere extender el tiempo indefinidamente: Y estar juntos de nuevo, reanudar la relaci�n matrimonial interrumpida, no sea que Satan�s te tiente por tu falta de dominio propio.

El Se�or conoce la debilidad del coraz�n humano y se protege contra una continencia que es solo una forma de hipocres�a. �l ha creado la inclinaci�n sexual en el hombre y la mujer, est� familiarizado con su poder desde la ca�da del hombre, y no quiere que las personas casadas se entreguen a un ascetismo innecesario que puede resultar en la contaminaci�n de la mente y el coraz�n.

El estado del santo matrimonio

Es una se�al de nuestro tiempo que la instituci�n del matrimonio santo sea tan generalmente menospreciada. Tan grande ha llegado a ser la ruina moral que se ha perdido el conocimiento de la santidad del matrimonio y del car�cter sagrado de sus obligaciones. Las visiones m�s distorsionadas de la relaci�n de los sexos dentro y fuera del matrimonio circulan libremente por medio de art�culos h�bilmente escritos en revistas, novelas del tipo degenerado predominante y la abominaci�n del espect�culo cinematogr�fico medio.

Contraer matrimonio sin el consentimiento de los padres se ha convertido en lo habitual. M�s de un joven busca un matrimonio r�pido con la primera cara bonita que le llama la atenci�n, por la mera satisfacci�n de sus deseos sexuales y sin idea de establecer un hogar y mantener una familia. O deliberadamente se propone casarse con una chica rica, para poder relajarse en la vida de un par�sito. Y la planificaci�n a sangre fr�a que caracteriza las empresas matrimoniales de muchas chicas modernas deja la santidad del matrimonio manchada m�s all� de toda esperanza de limpieza.

Incapaces y poco dispuestas a ser verdaderas compa�eras y esposas, muchas de estas chicas se permiten casarse, es decir, se sigue observando la formalidad de una ceremonia nupcial, pero no pretenden ser ni esposas ni madres. Su motivo es la conveniencia, el ego�smo, se casan para ser apoyados en un estilo que consideran adecuado a su belleza y logros. Y la maternidad es un arte perdido y despreciado a los ojos de la mayor�a.

Los cristianos recordamos en todo momento lo que dicen las Escrituras sobre el estado del santo matrimonio. Fue instituido por Dios mismo, cuya sabidur�a consider� mejor crear una mujer y d�rsela a Ad�n como su esposa. El estado de santo matrimonio con su vida familiar resultante es la base de toda verdadera solidez en la sociedad y de la estabilidad del estado. A lo largo de la Biblia, se habla siempre del estado matrimonial en un tono del m�s alto respeto, mientras que los pecados que se cometen contra su santidad son condenados con una franqueza y, de paso, con un sentido de justa ira que no deja ninguna duda en cuanto al significado de La voluntad de Dios.

Las m�s altas alabanzas del estado matrimonial se cantan en los dos salmos de grados, Salmo 127:1 ; Salmo 128:1 . La Biblia indica claramente cu�l es el prop�sito del matrimonio y cu�l debe ser hasta el fin de los tiempos. El Se�or mismo declar�: "No es bueno que el hombre est� solo; le har� ayuda id�nea para �l", G�nesis 2:18 .

Para ser la compa�era, ayudante y compa�era fiel y verdadera del esposo, el Se�or ha destinado a cada esposa; el estado matrimonial es una asociaci�n de amor y ayuda mutuos. El Se�or tambi�n quiso que la raza humana se propagara a trav�s del matrimonio, a trav�s de la procreaci�n legal de hijos en el santo matrimonio, G�nesis 1:27 .

Por lo tanto, ha prohibido expresa y enf�ticamente toda fornicaci�n y adulterio. Desde la ca�da del hombre, el instinto procreativo original se ha pervertido, por lo que es necesario que el matrimonio tenga tambi�n una raz�n preventiva, a saber, la de evitar la inmoralidad, estando permitido y prescrito el acto espec�fico del estado matrimonial en el santo matrimonio, mientras que est� estrictamente prohibido en cualquiera de sus manifestaciones fuera del matrimonio, 1 Corintios 7:2 .

De acuerdo con tal instituci�n y bendici�n de Dios, los deberes del esposo y la esposa est�n claramente prescritos. El esposo considerar� a su esposa como un regalo del Se�or, Proverbios 18:22 ; Proverbios 19:14 ; Proverbios 31:10 .

�l le dar� el honor que le corresponde como el vaso m�s fr�gil, 1 Pedro 3:7 , recordando siempre que la esposa, que ha de participar con �l de las glorias del cielo, debe ser tratada incluso aqu� en la tierra con el respeto que el Se�or demandas, 1 Corintios 13:4 .

La amar� y vivir� con ella seg�n el conocimiento, recordando siempre que el estado del matrimonio es la instituci�n de Dios, que todos deben saber poseer su vaso en santificaci�n y honra, 1 Tesalonicenses 4:4 . El esposo estar� consciente en todo momento de su posici�n como cabeza de la esposa, Efesios 5:23 ; 1 Corintios 11:3 , no de una manera legalista, como un tirano, sino de una manera verdaderamente evang�lica.

Hay algunos buenos ejemplos en las Escrituras, 1 Samuel 1:5 ; G�nesis 25:21 . Es evidente que el esposo apreciar� y cuidar� a su esposa, Efesios 5:29 ; 1 Timoteo 5:8 .

Pero as� como el esposo amar� as� verdadera y sinceramente a su esposa, Colosenses 3:19 ; Efesios 5:25 , entonces la esposa, a su vez, amar� y respetar� a su esposo. �l es en verdad, por orden de Dios, su cabeza, 1 Timoteo 2:13 ; 1 Corintios 11:7 ; G�nesis 3:16 .

Pero no es una cuesti�n de superioridad, sino de jefatura, por orden de Dios, y por lo tanto no hay castigo, no hay degradaci�n para la mujer, Efesios 5:23 . No es una verg�enza que una mujer sea obediente a su esposo en el sentido b�blico, sino un honor, ya que es una obediencia voluntaria y alegre basada en un acuerdo mutuo de acuerdo con la regla infalible de Dios, Colosenses 3:18 ; 1 Pedro 3:1 .

La esposa ser� una verdadera ayudante de su esposo y una madre feliz de los hijos que le llegan como bendici�n del Se�or, si guarda en todo momento los mandamientos y los ejemplos del Se�or ante sus ojos. Ella le har� bien y no mal todos los d�as de su vida, Proverbios 31:12 . Ella no ser� contenciosa ni peleadora, Proverbios 19:13 ; Proverbios 21:9 ; Proverbios 25:24 ; Proverbios 27:15 ; Proverbios 30:21 .

Ella prestar� atenci�n a las alabanzas que la Biblia otorga a la mujer diligente, sensible, virtuosa, amable y modesta, Proverbios 11:16 ; Proverbios 12:4 ; Proverbios 14:1 ; Proverbios 19:14 ; Proverbios 31:10 ; 1 Timoteo 2:9 . Ser� una verdadera madre en su hogar, sabiendo que est� sirviendo al Se�or en un estado que le agrada.

Versículo 6

Pero digo esto por permiso y no por mandamiento.

Versículos 6-11

El matrimonio es una obligaci�n bajo circunstancias:

Versículo 7

Porque quisiera que todos los hombres fueran igual que yo. Pero cada hombre tiene su propio don de Dios, uno seg�n esta forma y otro despu�s.

Versículo 8

Por tanto, digo a los solteros y a las viudas: Bueno les es si permanecen como yo

Versículo 9

Pero si no pueden contenerse, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse.

Versículo 10

Y a las casadas les mando, pero no yo, sino el Se�or: No se separe la mujer de su marido;

Versículo 11

pero y si se marcha, que permanezca soltera o se reconcilie con su marido; y que el marido no repudie a su mujer.

El ap�stol aqu� se refiere a la oraci�n principal del cap�tulo, seg�n la cual hizo del matrimonio la regla, aunque pensaba que el celibato era bueno. Esto lo habla de acuerdo con la concesi�n. El Se�or, quien inspir� a Pablo a escribir esta carta, le ha permitido tener en cuenta las circunstancias y el temperamento, y aplicar los principios generales a las condiciones que exist�an en ese momento. Pero eso no cambia el mandamiento y la instituci�n del Se�or.

Dondequiera que Pablo habla en materia de libertad cristiana, dando su opini�n y consejo, v. 25, es consciente de hablar como un hombre que tiene el Esp�ritu de Dios, v. 40. En este sentido tambi�n escribe: Pero yo quisiera todo los hombres para ser como tambi�n yo. Dios le hab�a dado el don especial de la continencia y, en vista de la proximidad del segundo advenimiento de Cristo, cuando todo matrimonio y donaci�n en matrimonio cesar�a, su deseo era que este don pudiera poseerse de manera m�s general.

"Deseaba que todo el mundo pudiera tener la gracia extraordinaria de la continencia, a fin de evitar los afanes y la ansiedad del matrimonio, y en perfecta libertad estar preocupado s�lo por Dios y su Palabra". Pero no es un fan�tico, dijo. sabe que todos han recibido de Dios su propio don de la gracia, uno de esta manera, otro de otra. El Se�or distribuye Sus dones para el servicio de Su reino como �l elige, dotando a cada uno de Sus siervos de acuerdo con la obra que �l espera de ellos.

En la mayor�a de los casos, la aptitud de un cristiano para el estado matrimonial es en s� misma un don especial de Dios, porque el cuidado y gobierno de una familia es una excelente preparaci�n para los deberes m�s importantes en la Iglesia, 1 Timoteo 3:4 .

El ap�stol procede con sumo cuidado en sus declaraciones: Pero yo digo a los solteros ya las viudas: Bueno les es si permanecen como yo; �l sabe que el estado c�libe es completamente honorable. Pero su consejo, en vista de su propio don extraordinario, es condicional: si, sin embargo, no pueden ejercer control sobre s� mismos, si no tienen el don de la continencia, que se casen; porque es mejor casarse que arder, dejarse consumir por el continuo deseo sexual, ya que el anhelo insatisfecho es una tentaci�n incesante.

No es que deban elegir el menor de dos males, sino que deben hacer lo que no es pecado para evitar lo que es pecado; porque el ardor en la excitaci�n sexual no est� permitido fuera del matrimonio, y la regla aqu� pronunciada no puede ser suspendida por ning�n voto de celibato forzado. Puede suceder, por supuesto, que debido a circunstancias sobre las que no tienen control, un hombre soltero o una viuda no encuentre posible casarse.

En tales casos, todo cristiano puede confiar en que el Se�or recibir� de �l el poder necesario para mantener su cuerpo en sujeci�n y vencer la concupiscencia de la carne, como ocurre cuando el esposo o la esposa est�n incapacitados para los deberes espec�ficos de la carne. matrimonio.

Para las personas casadas una regla es v�lida de una vez por todas: A los casados ??les mando, pero no a m�, sino al Se�or, que la esposa no se separe del marido; pero si en verdad se ha separado, que permanezca soltera o se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su esposa. Seg�n la regla de Cristo, el v�nculo matrimonial es indisoluble, no encontrando aplicaci�n la causa excepcional de divorcio mencionada por �l en el caso de los cristianos casados.

Pablo est� aqu� declarando m�s enf�ticamente la voluntad, la ley de Dios, ya que es v�lida en todas las circunstancias. El caso de la mujer probablemente se menciona primero debido a la posici�n que hab�a ocupado en el mundo pagano, o porque el n�mero de mujeres exced�a al de los hombres en la congregaci�n de Corinto. La mujer no debe dejar a su marido; ni la incompatibilidad de temperamento ni la aversi�n asc�tica pueden alegarse ante el tribunal de Dios.

Pero si hubiera un caso en el que la ley de Dios haya sido anulada por la esposa, ella deber�a permanecer soltera o reconciliarse con su esposo. Esto no equivale a dar permiso a la mujer para divorciarse, pero transmite la idea opuesta. Si se ha separado sin raz�n v�lida, se la dejar� severamente sola en su petulancia y en su mala conciencia, d�ndole s�lo una alternativa, la de volver con su marido, de reconciliarse con �l; y no puede despedirla dadas las circunstancias, as� como no tiene derecho en ning�n momento a darle una carta de divorcio seg�n la costumbre jud�a. La intimidad del v�nculo matrimonial es tal que hace pecaminosos todos los esfuerzos tendientes a su disoluci�n.

Versículo 12

Pero a los dem�s les hablo yo, no el Se�or: Si alg�n hermano tiene una mujer incr�dula, y ella se agrada de vivir con �l, no la repudie.

Versículos 12-17

Respecto a los matrimonios mixtos:

Versículo 13

Y la mujer que tiene marido incr�dulo, y si le place vivir con ella, no lo deje.

Versículo 14

Porque el esposo incr�dulo es santificado por la esposa, y la esposa incr�dula es santificada por el esposo; si no, tus hijos ser�an inmundos; pero ahora son santos.

v. 15. Pero si el incr�dulo se va, que se vaya. Un hermano o una hermana no est� sometido a servidumbre en tales casos; pero Dios nos ha llamado a la paz.

Versículo 16

Porque �qu� sabes t�, mujer, si salvar�s a tu marido? �O c�mo sabes, oh hombre, si salvar�s a tu mujer?

Versículo 17

Pero como Dios reparti� a cada uno, como Jehov� llam� a cada uno, as� ande. Y as� lo ordeno en todas las iglesias.

En la secci�n anterior, el ap�stol se hab�a dirigido a los esposos de la congregaci�n, donde tanto el esposo como la esposa eran cristianos. Ahora habla a hombres y mujeres cristianos en los que la esposa o el esposo no eran miembros de la comunidad cristiana. Y aqu� nuevamente hace la aplicaci�n del principio de las Escrituras a una circunstancia especial. Jes�s no hab�a tenido ocasi�n de dar su opini�n con respecto a tales casos y, por lo tanto, Pablo presenta su sentencia.

El asunto fundamental estaba claro, su juicio inspirado lo aplic� al punto en cuesti�n. El marido y la mujer est�n en pie de igualdad. El hermano cristiano que tiene una esposa incr�dula, que se complace en vivir con �l en matrimonio, no debe despedirla. Y una mujer cristiana que tiene un marido incr�dulo en las mismas condiciones, no debe pensar en abandonarlo. En lo que respecta a la parte cristiana de cualquier pareja casada, la regla del Se�or, hecha en la instituci�n del santo matrimonio, es v�lida.

Los cristianos nunca deber�an tomar. dar los primeros pasos, ni ser culpable en modo alguno de incitar a la separaci�n en el matrimonio. Es de deplorar profundamente la existencia de matrimonios mixtos, que en muchos casos dan lugar a pruebas y tentaciones que hacen que el t�rmino "yugo matrimonial" sea totalmente apropiado; pero mientras la parte incr�dula reconozca la validez del v�nculo matrimonial y viva en armon�a con esta creencia, la parte creyente no puede repudiar al c�nyuge. '

El ap�stol ahora se encuentra con una objeci�n que los cristianos podr�an hacer en cuanto a los peligros de tal uni�n continua con un incr�dulo: porque santificada es el esposo incr�dulo en la esposa, y santificada es la esposa incr�dula en el hermano, en el cristiano. Aunque no consagrado por el poder santificador de la fe, el incr�dulo, en virtud de la uni�n �ntima y vital que es la esencia del matrimonio, participa en la consagraci�n del creyente de esta manera, que est� vinculado a la Iglesia. de Dios a trav�s del c�nyuge creyente; la santidad del v�nculo matrimonial incluye tanto al marido como a la mujer.

"La esposa creyente es un santuario para su esposo, aunque sea incr�dulo, porque es su esposo; y el esposo creyente es un santuario para su esposa, aunque sea incr�dula, porque es su esposa". se hace m�s evidente en el caso de sus hijos: De lo contrario, tus hijos son inmundos, pero ahora son santos. Si el estado de matrimonio, aun cuando el matrimonio se haya contra�do con un incr�dulo, no fuera un estado santo, entonces los hijos ser�an inmundos.

Pero ahora los hijos se consideran santos, por lo tanto tambi�n el estado del matrimonio, incluso si es un matrimonio mixto; los ni�os deben ser considerados miembros de la comunidad cristiana a causa del padre cristiano. "No son santos en su propia persona, porque San Pablo no habla aqu� de esa santidad; pero son santos para ti, para que tu santidad pueda ocuparse de su cuidado y pueda educarlos, para que no seas profanado en ellos como si fueran algo imp�o ".

Estas reglas est�n vigentes mientras el c�nyuge incr�dulo mantenga la validez del v�nculo matrimonial. Pero si el incr�dulo se separa (�l mismo de su c�nyuge), que se separe; si el no cristiano insiste en romper la relaci�n matrimonial, esto no debe ser rechazado; la separaci�n puede seguir su curso. En ese caso, el c�nyuge creyente sufre la ruptura del v�nculo matrimonial, y el hermano o la hermana de la congregaci�n no se mantiene en cautiverio en tales circunstancias; no se les debe decir que todav�a est�n atados, pero pueden considerarse libres, como si la otra parte hubiera muerto.

De las formalidades que deben observarse ante el tribunal civil, el ap�stol no dice nada, ya que es evidente que un cristiano les presta la debida atenci�n. Seg�n la voluntad de Dios, est� prohibido despedir al c�nyuge, pero no proh�be que el c�nyuge repudiado acepte el despido. Esto se confirma a�n m�s con la adici�n de las palabras: Sin embargo, Dios nos ha llamado en paz.

Si el c�nyuge cristiano insistiera en continuar la relaci�n matrimonial a pesar del repudio, esto conducir�a al odio y la lucha. Si la parte incr�dula ha roto la paz del matrimonio al considerar el matrimonio como un contrato que puede ser disuelto por el capricho de una o ambas partes contratantes, entonces el cristiano est� libre del v�nculo del matrimonio, sufriendo lo que no ha buscado y no se puede evitar.

El ap�stol se refiere ahora a los probables escr�pulos que el c�nyuge cristiano podr�a sentir en caso de tal separaci�n: Porque �c�mo sabes, esposa, si salvar�s a tu esposo; �O c�mo sabes, esposo, si salvar�s a tu esposa? Por supuesto, existe la posibilidad de que un esposo o una esposa cristianos tengan �xito en ganar la otra parte para Cristo. Pero, �por qu� aferrarse a �l oa ella con una esperanza tan infundada, especialmente si el c�nyuge incr�dulo ha rechazado al cristiano? "Por lo tanto, no solo es presunci�n que un cristiano se case con la idea de que puede llevar a cabo un matrimonio en el Se�or despu�s, sino que tambi�n es inoportuno y entrometido, si un hermano o una hermana quisieran considerarse ligado a un matrimonio. c�nyuge incr�dulo con la esperanza de mover su coraz�n con tal fidelidad y as� convertirlo.

"En todo el asunto del matrimonio, y especialmente de los matrimonios mixtos, la regla es v�lida: s�lo que, como el Se�or le ha repartido a cada uno, como Dios ha llamado a cada uno, as� se conduzca. Si el Se�or le ha dado a un Cristiano, un c�nyuge que muestra una bondad inusual al observar todas las exigencias de la relaci�n matrimonial de acuerdo con la instituci�n de Dios, que viva en el matrimonio como un verdadero compa�ero de sus mutuas alegr�as y dolores.

Pero si, por la dispensaci�n de Dios, la parte incr�dula rompe el v�nculo del matrimonio basado en la instituci�n de Dios, entonces el cristiano puede aceptar la libertad as� impuesta sobre �l con buena conciencia. As� orden� el ap�stol en todas las iglesias. Todas las congregaciones observaron las mismas reglas en este asunto tan importante, para que la diversidad en las costumbres cristianas no da�ara la causa del Se�or. "El cristianismo no perturba las relaciones existentes, en la medida en que no sean pecaminosas, sino que s�lo pretende infundir en ellas el esp�ritu recto, seg�n la voluntad de Dios".

Versículo 18

�A alguno se le llama circuncidado? Que no se vuelva incircunciso. �Es llamado alguno en incircuncisi�n? Que no se circuncide.

Versículos 18-24

Una aplicaci�n general de estas verdades:

Versículo 19

La circuncisi�n no es nada, y la incircuncisi�n no es nada, sino la observancia de los mandamientos de Dios.

Versículo 20

Que cada uno permanezca en el mismo llamamiento al que fue llamado.

Versículo 21

�Eres llamado siervo? No te preocupes por eso; pero si puedes ser liberado, �salo mejor.

Versículo 22

Porque el que en el Se�or es llamado siendo siervo, libre es del Se�or; Asimismo tambi�n el que es llamado, siendo libre, es siervo de Cristo.

Versículo 23

Sois comprados por precio; no se�is siervos de los hombres.

Versículo 24

Hermanos, cada uno en lo que es llamado, permanezca en �l para con Dios.

As� como el asunto del matrimonio fue regulado por Pablo de tal manera que nadie deb�a actuar con presunci�n, sino que siempre deb�a tener la debida consideraci�n por el don y el llamado de Dios, as� �l quer�a que se aplicaran los mismos principios en otros asuntos de la vida diaria: �Se llam� a alguien como circunciso? No intente quitar su signo. Pablo se refiere aqu� a esos jud�os renegados, algunos de los cuales pueden haber sido encontrados en la iglesia de Corinto, que recurrieron a una operaci�n para borrar el signo de su nacionalidad, probablemente para significar su total repudio de la Ley.

Su fallo est� estrictamente en contra de esta pr�ctica. Y, por otro lado: �En la incircuncisi�n, como gentil, se llama alguno? Que no se circuncide. Era igualmente poco digno de elogio que los cristianos gentiles intentaran alcanzar el estado m�s alto de perfecci�n someti�ndose al sacramento jud�o. Y la raz�n de esta actitud intransigente de Pablo fue: la circuncisi�n no es nada, y la incircuncisi�n no es nada; de ninguno de estos depende el valor de un cristiano a los ojos de Dios, de ninguna manera representan calificaciones religiosas.

La observancia de los mandamientos de Dios, la fe que obra por el amor, una nueva criatura, lo es todo. La circuncisi�n ya no es un sacramento, sino una mera costumbre sin el menor valor religioso o moral; Dios mira el coraz�n, la actividad que desarrolla la fe al observar las exigencias de su santa voluntad. Ver G�latas 6:15 .

Donde se encuentra la fe verdadera y viva, los miembros de una naci�n son como los de otra, no hay jud�os ni griegos, ni alemanes ni estadounidenses, todos son uno en Cristo Jes�s. Ver G�latas 3:28 . Y, por tanto, que todos permanezcan en el mismo estado en que fue llamado. No es necesario cambiar la nacionalidad o la posici�n en la vida para ser aceptable al Se�or: �l entiende todos los idiomas igualmente bien, y las manchas insensibles en las manos de un hombre no lo excluyen de ninguno de los privilegios del reino de Dios.

Pablo ilustra esto con un segundo ejemplo, destacando especialmente la distinci�n social de la �poca: �Como esclavo fuiste llamado? No dejes que te preocupe; pero si puedes liberarte, mejor haz uso de eso. Los miembros de la congregaci�n de Corinto que eran esclavos estaban naturalmente ansiosos por tener su libertad, y entendieron que la ense�anza del Evangelio favorec�a este anhelo. Pero un esclavo cristiano no deb�a temer que no pudiera servir al Se�or y ser igualmente querido por �l en este estado.

El Se�or, habi�ndolo llamado a trav�s del Evangelio mientras estaba en esa posici�n social, continuar�a mostr�ndole Su misericordia incluso si continuaba siendo un esclavo por el resto de su vida. Al mismo tiempo, sin embargo, el ap�stol admiti� que un esclavo bien puede aprovechar la oportunidad de ser libre para aceptar tal don de la gracia de las manos de Dios. En cualquier caso, el estado social no hace ninguna diferencia, en lo que concierne al Se�or: porque el hombre llamado en el Se�or como esclavo, mientras ocupa la posici�n, la posici�n de un esclavo, es sin embargo el hombre libre del Se�or; Asimismo, el hombre que es llamado mientras est� libre es siervo de Cristo.

Esta es una paradoja, pero una manera muy hermosa de describir la relaci�n tanto del v�nculo como de la libertad con el Se�or. "Cristo nos compra a nuestro viejo maestro, el pecado, y luego nos libera; pero el liberto todav�a debe un servicio al patr�n". La libertad de la que se habla aqu� es, por supuesto, la libertad espiritual, seg�n la cual nuestra liberaci�n de el poder del pecado, por esa raz�n, nos da la fuerza para servir al Se�or con todo nuestro coraz�n, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente.

Y aqu� el ap�stol hace una enf�tica advertencia: Con un precio fuiste comprado, 1 Pedro 1:18 . El precio de la redenci�n que tuvo que establecerse para liberarnos de la esclavitud del pecado y de Satan�s fue tan inmensamente grande que debe servir para siempre para disuadirnos de un paso muy tonto, el de convertirnos en siervos de los hombres, de vender. en la m�s vil de la esclavitud, abandonando la verdad de las Escrituras y dej�ndonos llevar y gobernar por la imaginaci�n y la sabidur�a de los hombres.

Y los corintios pod�an f�cilmente aplicar la palabra en su propio caso, es decir, no depender tanto de ning�n hombre como para imaginar que no eran realmente libres, aunque tuvieran un maestro sobre ellos. Y as� Pablo resume una vez m�s el pensamiento de toda la secci�n: Todo aquel en que fue llamado, hermanos, en esto permanezca delante de Dios. Esa relaci�n, esa posici�n en la vida que ocupaba una persona cuando lleg� a la fe, puede conservarla sin ning�n reparo por el resto de sus d�as. Sea delante de Dios, ante los ojos de Dios, que toda la vida sea de fe y de obras santas, agradables al Se�or.

Versículo 25

En cuanto a las v�rgenes, no tengo ning�n mandamiento del Se�or; sin embargo, doy mi juicio, como quien ha obtenido misericordia del Se�or para ser fiel.

Versículos 25-28

La cuesti�n del celibato en general:

Versículo 26

Supongo, por tanto, que esto es bueno para la angustia actual; Digo que es bueno para un hombre ser as�.

Versículo 27

�Est�s ligado a una esposa? No busques ser desatado. �Est�s libre de esposa? No busques esposa.

Versículo 28

Pero y si te casas, no has pecado; y si una virgen se casa, no peca. Sin embargo, �stos tendr�n problemas en la carne; pero te perdono.

En esta secci�n, Pablo nuevamente presupone la regla general, basada en la instituci�n del matrimonio y su bendici�n por Dios, de que el adulto normal se encontrar� en este estado. Por lo tanto, sus palabras se refieren nuevamente a una excepci�n peculiar, y aplica su juicio al caso tal como existe, manteni�ndose as� la diferencia entre el principio y el caso individual. Con respecto a los solteros, especialmente a las v�rgenes, no ten�a ning�n mandamiento del Se�or que fuera aplicable en todo momento y en todas las circunstancias, por lo que ofreci� su sugerencia inspirada para cubrir esta excepci�n, ya que hab�a recibido la gracia del Se�or para ser fiel. .

Debido a que la misericordia del Se�or se hab�a mostrado eficazmente en su caso, convirti�ndolo en un siervo fiel del Se�or, su consejo tambi�n es digno de confianza. Y entonces da su opini�n, como al principio del cap�tulo, en el sentido de que es bueno, ventajoso, loable, que una persona sea as�, es decir, que permanezca soltera. Pero tenga en cuenta que incluye una cl�usula restrictiva que arroja un torrente de luz sobre todo el cap�tulo: debido a la angustia que ahora existe.

La palabra angustia, literalmente "estrechez, pellizco", significa estrechos y dificultades que se encuentran en el momento de las opresiones y persecuciones. Entonces los cristianos vivieron ese tiempo, no s�lo a causa de la enemistad de los jud�os, sino tambi�n a causa de la creciente hostilidad de los gentiles. El tirano Ner�n hab�a tomado posesi�n del trono recientemente, y �l instituy� la primera persecuci�n severa de los cristianos.

Con tales angustias presentes y peligros inminentes, es cierto que la ventaja era de parte de los solteros. Ver Mateo 24:10 .

Pablo aplica ahora su consejo en detalle: �Est�s atado a una esposa? No busques la separaci�n. �Est�s (como soltero o viudo) sin esposa? No busques esposa. En el primer caso, la persona legalmente casada peca al intentar romper el v�nculo matrimonial; en el �ltimo caso, el que no acepta el consejo de Pablo est� expuesto a muchas formas de malestar. Pero Pablo no quiere ser malinterpretado como si estuviera en conflicto con la regla general de Dios, por lo que se apresura a agregar: Pero si en verdad te has casado, no has pecado, y si una virgen se casa, no ha pecado.

Los cristianos de Corinto no deb�an establecer un ideal asc�tico falso al prohibir el matrimonio. No hab�a pecado relacionado con entrar en ese estado o con estar en ese estado. Lo �nico fue, como dice Pablo: Pero aflicci�n de la carne los tales tendr�n; Yo, sin embargo, estoy tratando de perdonarte. No se refiere principalmente a la cruz especial de la mujer casada, G�nesis 3:16 , sino a todas las formas de tribulaci�n que pueden golpear el cuerpo, la vida f�sica, en los tiempos en que se encuentran los cristianos.

La persecuci�n era m�s amarga para los casados, porque a los peligros que amenazaban el cuerpo y la vida se sumaban los cuidados y preocupaciones por el bienestar de los miembros de la familia. Muy a menudo, de hecho, la alternativa estaba entre el deber hacia Dios y el afecto hacia la esposa y los hijos. Es en ese sentido que Pablo desea salvarlos, salvarles una buena parte de la adversidad temporal d�ndoles su consejo.

Versículo 29

Pero esto digo, hermanos: el tiempo es corto; permanece que los dos que tienen mujer, sean como si no tuvieran ninguna;

Versículos 29-31

Ning�n lazo terrenal debe obstaculizar el servicio de Dios:

Versículo 30

y los que lloran como si no lloraran; y los que se regocijan como si no se regocijaran; y los que compran como si no tuvieran;

Versículo 31

y los que usan este mundo para no abusar de �l; porque la moda de este mundo pasa.

Independientemente de las condiciones en las que una persona viva y trabaje, su primer deber es para con el Se�or, a quien debe consagrarse toda la vida del cristiano. Hay una fuerte raz�n para recordarles esto a los corintios: esto, sin embargo, afirmo, hermanos, el tiempo ha sido corto. El gran d�a del Se�or, cuya venida esperaban ansiosamente los creyentes, 1 Tesalonicenses 5:2 , estaba muy cerca, y por lo tanto debe ser nuestro objetivo y esfuerzo constante estar listos para su venida, Lucas 12:35 ; Marco 13:35 .

En consecuencia, todas las cosas de esta vida deben ocupar un lugar secundario con respecto a los asuntos del reino de Dios: de modo que de ahora en adelante los que tienen esposas sean como si no las tuvieran, los que lloran como si no lloraran, los que se alegran como si no estuvieran ocupados en regocijarse, los compradores como si no tuvieran nada, los que hacen uso del mundo para no abusar de �l, para no estar absortos en su negocio con exclusi�n de sus intereses espirituales.

"El hogar con sus alegr�as y sus penas, los negocios, el uso del mundo, deben ser llevados a cabo como bajo aviso para renunciar, por hombres preparados para soltarse de las costas del tiempo". Todos estos asuntos que atraen la atenci�n de una persona en este mundo, y el Se�or los pone en manos del hombre, no debe convertirse en el fin y el fin de la existencia. El esposo y la esposa pueden compartir las alegr�as y las tristezas de la vida familiar, pero tanto en los d�as buenos como en los malos, el deseo de su coraz�n debe dirigirse a la gloria que les espera arriba.

Las personas dedicadas a los negocios, ocupadas en una estaci�n que se ocupa exclusivamente de los asuntos de este mundo, no deben dejar que sus corazones se envuelvan en la ganancia y el disfrute del mundo, sino que siempre deben mantener los ojos dirigidos al mayor regalo y bendici�n. el de la consumaci�n final de la salvaci�n en el cielo. Como dice un comentarista, tenemos aqu� "la imagen del desapego espiritual en las diversas situaciones de la vida".

"Y as� debe ser: porque la desaparici�n es la forma, la apariencia presente de este mundo. Las cosas que atraen la atenci�n de la gente en este mundo no son duraderas, sino transitorias; casamientos y mercadillos, fiestas y funerales, pasar ante nuestros ojos en procesi�n interminable y siempre cambiante, no hay nada permanente, nada de valor duradero en todo lo que este mundo puede ofrecer. Ver Filipenses 3:20 ; Colosenses 3:1 ; Hebreos 13:14 .

Versículo 32

Pero te tendr�a sin cuidado. El soltero se preocupa por las cosas que son del Se�or, de c�mo agradar al Se�or;

Versículos 32-35

Una comparaci�n del estado casado y soltero:

Versículo 33

pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, c�mo agradar a su mujer.

Versículo 34

Tambi�n hay una diferencia entre una esposa y una virgen. La mujer soltera se preocupa por las cosas del Se�or, para ser santa tanto en cuerpo como en esp�ritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, c�mo agradar a su marido.

Versículo 35

Y esto lo hablo para su propio beneficio; no para que yo les eche una trampa, sino por lo que es hermoso, y para que puedan asistir al Se�or sin distracci�n.

El ap�stol presenta aqu� sus razones para aconsejar como lo hace, y su objetivo es que sus lectores no tengan preocupaciones ni preocupaciones que tendieran a distraer su atenci�n de la �nica cosa necesaria, preocupaciones de todo tipo, pero especialmente preocupaciones matrimoniales. Porque el soltero se preocupa por las cosas del Se�or, por c�mo agradar al Se�or. Ese es el estado ideal que Pablo desear�a ver, que el hombre soltero dedique sus habilidades y energ�as al servicio del Se�or, con el objeto de hacer lo que solo le agrada a �l.

Aqu� hay una advertencia para los hombres solteros de nuestro tiempo, muchos de los cuales se abstienen de casarse porque temen los inconvenientes y tribulaciones del estado matrimonial y, sin embargo, tambi�n son demasiado ego�stas para dedicarse al Se�or y a la obra de la Iglesia. . Pero el que est� casado, dice el ap�stol, est� ansioso por las cosas de este mundo, por c�mo agradar a su esposa. Este es, por supuesto, un peligro relacionado con el estado matrimonial, que el esposo est� tan absorto en su amor por su esposa y en el cuidado de la casa como para olvidar el deber que le debe al Se�or.

Pablo expone aqu� lo que generalmente se encuentra en la experiencia real, y con demasiada frecuencia en nuestros d�as, cuando la idea de una asociaci�n en el sentido b�blico y de un hogar y una familia ha sido abandonada por la de una vida de voluptuosa facilidad y de socializaci�n. ambici�n. En cualquier caso, el servicio del Se�or sufre, pero eso no es un concomitante necesario del matrimonio.

Pablo tambi�n considera el lado de la mujer: Y tambi�n hay una diferencia entre la esposa y la virgen; hay diversidad entre ellos en lo que respecta al cuidado; est�n separados, divididos, en sus intereses. Si la mujer soltera se da cuenta de sus oportunidades y las aprovecha adecuadamente, se preocupar� por las cosas del Se�or. Esto lo hace siendo santa tanto en su cuerpo como en su esp�ritu, es decir, se entrega enteramente al Se�or, sirvi�ndole con toda su persona y todas sus facultades.

Este es un ideal que debe mantenerse ante los ojos de todas las j�venes cristianas; porque en la actualidad se presta demasiada atenci�n al placer y al servicio de la carne, a medida que el mundo avanza en la Iglesia, y muy poca al servicio del Se�or y Su Iglesia, aunque hay muchas maneras en el que un cristiano sincero puede ayudar a difundir el Reino. Por otro lado, la mujer casada est� ansiosa por las cosas de este mundo, el cuidado de tantas cosas de la familia y del hogar recae naturalmente sobre ella; y le preocupa complacer a su marido.

Esto, nuevamente, no implica que �sta sea la �nica esfera que conocer� la esposa cristiana, y que es imposible que ella no participe activamente en la obra de la Iglesia. Al contrario, muchas mujeres casadas han avergonzado a las j�venes con su celo por el progreso de la congregaci�n. Pero Pablo est� hablando del caso promedio, exponiendo los hechos tal como se encuentran usualmente.

Al mismo tiempo, el ap�stol se dio cuenta plenamente de que su recomendaci�n personal del estado de soltero, incluso en las condiciones que entonces se presentaban, estaba relacionada con ciertos peligros. Por lo tanto, agrega: Pero esto lo digo para tu propio beneficio, no para que te arroje una trampa, pon una soga alrededor de tu cuello. No quiere atrapar a sus lectores y encerrarlos en un estado de solter�a involuntaria; tampoco quiere gobernar sus conciencias y obligarlas a pensar como �l mismo.

Su argumento es solo que �l habla por lo que es apropiado, aparente, apropiado, lo que en el momento actual corresponde al comportamiento de los cristianos, y lo que equivale a una espera asidua y tranquila por el Se�or y Su venida. Pablo quer�a que se eliminaran todas las distracciones y desviaciones de las influencias terrenales, a fin de ofrecer al Se�or el servicio m�s desinteresado y sin obst�culos. Si una persona puede y puede permanecer soltera, estas palabras del ap�stol siempre deben tenerse en cuenta.

Habr�a poca o ninguna dificultad para llevar a cabo los asuntos externos de la Iglesia si todos los que est�n sueltos dedicaran su tiempo libre al Se�or, con una energ�a correspondiente a la importancia de la obra.

Versículo 36

Pero si alguno piensa que se porta mal con su virgen, si ella pasa de la flor de su edad y as� lo requiere, haga lo que quiera, no peca; que se casen.

Versículos 36-40

El derecho del padre a dar a su hija en matrimonio:

Versículo 37

Sin embargo, el que est� firme en su coraz�n, sin necesidad, sino que tiene poder sobre su propia voluntad, y ha decretado en su coraz�n que guardar� a su virgen, hace bien.

Versículo 38

As� que, entonces, el que la da en matrimonio hace bien; pero el que no la da en matrimonio, mejor hace.

Versículo 39

La esposa est� sujeta a la ley mientras viva su esposo; pero si su marido muere, ella est� en libertad de casarse con quien quiera; solo en el Se�or.

Versículo 40

Pero ella es m�s feliz si as� lo acepta, seg�n mi juicio; y pienso tambi�n que tengo el Esp�ritu de Dios.

Aunque Pablo estaba firmemente a favor del celibato, tuvo mucho cuidado de no aceptar un falso ascetismo. Por lo tanto, escribe: Si alguien es de la opini�n de que est� actuando de manera inapropiada con su hija virgen, ya que se pensaba socialmente desacreditado mantener a una hija en casa en un estado de soltera. La facultad procreadora es creaci�n y bendici�n de Dios y, por lo tanto, en circunstancias ordinarias, el adulto normal, y tambi�n la virgen adulta, especialmente si ha pasado la flor de la juventud y no tiene el don de la continencia, act�a de acuerdo con la instituci�n. de Dios al desear el matrimonio.

En tal caso, el deber puede requerirlo, y as� las cosas deben continuar, deben llevarse a una conclusi�n, y el padre o tutor debe actuar como lo desee y seg�n las circunstancias se�alen el camino: no peca, deje que el matrimonio sigue su curso. Por otro lado, un padre puede mantener a su virgen soltera y actuar as� bajo ciertas condiciones. Debe estar firmemente establecido en su propia mente, debe estar seguro de que su curso es el correcto.

Si �l mismo tiene dudas y, sin embargo, quisiera que su hija se inclinara ante su voluntad, estar�a pecando, Romanos 14:23 . La segunda condici�n es la ausencia de coacci�n, que la castidad y la paz mental de la virgen no est�n en peligro. El tercero es que el padre o tutor tiene poder y autoridad con respecto a su propia voluntad, que puede seguir su voluntad sin entrar en conflicto con el mandato superior del amor.

Y el cuarto es que llega a una conclusi�n en su propio coraz�n, que act�a con la plena comprensi�n de su propia responsabilidad. Ser�a bueno que los padres modernos presten atenci�n a estas palabras del ap�stol y no permitan que sus hijos contraigan matrimonios tontos y fr�volos, particularmente cuando a�n no son capaces de realizar las obligaciones y responsabilidades que el estado matrimonial impone tanto al esposo como a la esposa. .

Y as�, la aplicaci�n que hace Pablo, la conclusi�n a la que llega, es: De modo que el que da a su virgen en matrimonio hace bien, act�a en plena conformidad con la instituci�n de Dios; y el que no la da en matrimonio lo hace mejor, considera m�s atentamente las ventajas, considerando los tiempos y los deberes a realizar. As�, el ap�stol recomienda lo que le parece el camino generalmente adecuado a las circunstancias sin, incluso aqu�, atar las conciencias y dejar de lado los principios fundamentales de la instituci�n de Dios.

Los mismos pensamientos se aplican al caso de las viudas: una esposa est� obligada por ley mientras viva su esposo. Ver Romanos 7:2 . Pero ella se libera de todas las obligaciones para con su esposo por su muerte, cuando se duerme, como escribe Paul. Entonces ella tambi�n es libre de casarse, si as� lo desea. Un nuevo matrimonio despu�s de la muerte del primer marido no se le niega de ninguna manera a la viuda, 1 Timoteo 5:11 .

Ni la reverencia por el ex marido, ni la sumisi�n a la voluntad de otro, ni las objeciones hechas por lenguas difamatorias deben hacer que una mujer renuncie a sus derechos a este respecto. S�lo una consideraci�n que debe observar, como todos los cristianos en todo momento: el paso debe darse en el Se�or. Si el hombre con quien ella intenta casarse est� dentro de los grados prohibidos por Dios, o si expresa la intenci�n declarada de interferir con su religi�n y sus ejercicios, entonces ella ciertamente no entrar�a en su segundo matrimonio en el Se�or.

Y en general, Pablo dice: Pero m�s feliz ser�, tanto en su libertad de los cuidados espec�ficos del estado matrimonial como en su oportunidad de dedicarse m�s exclusivamente al servicio del Se�or, si permanece soltera. Pero nuevamente agrega: Seg�n mi consejo. Se refiere a las condiciones tal como las vio ante �l, a los peligros que eran inminentes. Pero pens� que tambi�n ten�a el Esp�ritu de Dios, sus consejos y opiniones, as� como sus mandamientos basados ??en principios, estaban bajo la gu�a divina. "El ap�stol elogia su consejo en todos estos asuntos, consciente de que procede de la fuente m�s alta y no es el resultado de la mera prudencia humana o inclinaci�n personal".

Resumen. El ap�stol da instrucciones sobre la conveniencia del matrimonio, los deberes del estado matrimonial, la cuesti�n de los matrimonios mixtos, el divorcio y el celibato, y el alcance y las limitaciones de la autoridad de un padre para dar a su hija en matrimonio.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Corinthians 7". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/1-corinthians-7.html. 1921-23.
 
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