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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario Popular de la Biblia de Kretzmann Comentario de Kretzmann
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Samuel 31". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/1-samuel-31.html. 1921-23.
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Samuel 31". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
Ahora, los filisteos, cuyos ej�rcitos hab�an sido colocados en orden de batalla en la llanura de Jezreel, 1 Samuel 29:1 , pelearon contra Israel; y los hombres de Israel huyeron de delante de los filisteos, como se le hab�a dicho a Sa�l, y cayeron muertos en el monte Gilboa, donde huyeron del valle ante el ataque de las fuerzas filisteas.
Versículos 1-6
Muerte de Sa�l y sus hijos
Versículo 2
Y los filisteos siguieron duramente a Sa�l ya sus hijos, lo persiguieron con gran tenacidad, se colgaron de cerca a sus pies, se esforzaron por alcanzarlo; y los filisteos mataron a Jonat�n, Abinadab y Melquis�a, hijos de Sa�l, 1 Samuel 14:49 .
Versículo 3
Y la batalla fue encarnizada contra Sa�l, literalmente, "hacia" �l, porque todo el peso de la batalla se volvi� en su direcci�n, y los arqueros lo golpearon, hiri�ndolo por todos lados con flechas; y estaba muy herido de los arqueros, m�s bien estaba muy asustado, porque no ve�a forma de escapar de las fuerzas superiores del enemigo, ya que la batalla aparentemente se hab�a resuelto en combates individuales por parte de Israel.
Versículo 4
Entonces dijo Sa�l a su escudero: Saca tu espada y traspasa con ella, no sea que vengan estos incircuncisos, los filisteos, y me traspasen, y me maltraten , torturrenlo cruelmente antes de matarlo. Pero su escudero no quiso; porque ten�a mucho miedo, era responsable de la vida del rey y sent�a demasiado temor por su persona. Por tanto, Sa�l tom� una espada y, volviendo la punta hacia su propio cuerpo, se arroj� sobre ella y se suicid�.
Versículo 5
Y cuando su escudero vio que Sa�l hab�a muerto, tambi�n cay� sobre su espada y muri� con �l.
Versículo 6
Muri�, pues, Sa�l, y sus tres hijos, y su escudero, y todos sus hombres, los de su vecindad inmediata, su guardaespaldas, ese mismo d�a juntos. Ese fue el fin del hombre que una vez tuvo el Esp�ritu de Dios y fue lleno de poder desde arriba. Aquellos que abandonan al Se�or son verdaderamente abandonados y, por lo tanto, al final no tienen consuelo ni ayuda en la hora de la muerte, sino que van por su camino hacia la destrucci�n eterna.
Versículo 7
Y cuando los hombres de Israel que estaban al otro lado del valle, en la regi�n monta�osa hacia el norte y noreste, y los que estaban al otro lado del Jord�n, aparentemente los que no hab�an sido reclutados en el ej�rcito, vieron que los hombres de Israel huyeron, y como Sa�l y sus hijos hab�an muerto, abandonaron las ciudades, por temor a no poder detenerlas de todos modos, y huyeron; y los filisteos, finalmente, al final de la campa�a, vinieron y habitaron en ellos.
Versículos 7-13
Entierro de Sa�l en Jabes de Galaad.
Versículo 8
Y sucedi� que al d�a siguiente, cuando los filisteos vinieron a despojar a los muertos, para tomar sus vestidos, joyas y armas como bot�n, encontraron a Sa�l y sus tres hijos ca�dos en el monte Gilboa.
Versículo 9
Y le cortaron la cabeza, la de Sa�l , y le quitaron las armaduras, y enviaron a la tierra de los filisteos alrededor, evidentemente usando estos trofeos sombr�os para anunciar su victoria, para publicarla en la casa de sus �dolos y entre el pueblo. , porque atribuyeron su victoria a sus �dolos.
Versículo 10
Y pusieron su armadura en la casa de Astarot, su principal diosa femenina, cuyo templo m�s grande estaba en Askelon; y sujetaron su cuerpo al muro de Bet-s�n, una ciudad en el valle del Jord�n que hab�a sido ocupada por los filisteos como resultado de la batalla.
Versículo 11
Y cuando los habitantes de Jabes de Galaad, la ciudad en el pa�s al este del Jord�n que hab�a sido salvada de los amonitas por la intervenci�n oportuna de Sa�l, 1 Samuel 11, se enteraron de lo que los filisteos hab�an hecho con Sa�l;
Versículo 12
Todos los hombres valientes se levantaron y fueron toda la noche, y tomaron el cuerpo de Sa�l y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-shan, al amparo de la noche, y vinieron a Jabes y los quemaron all�, probablemente su mutilaci�n no aptos para el entierro.
Versículo 13
Y tomaron sus huesos, los restos carbonizados despu�s de que la carne se quem�, y los enterraron debajo de un �rbol, un tamarisco bien conocido, en Jabesh, y ayunaron siete d�as, en profundo duelo por la muerte de su benefactor, un conmovedor y raro ejemplo de gratitud. Sa�l, aunque rechazado por Dios, hab�a sido rey de Israel hasta su muerte. Tambi�n debemos honrar a los que est�n en autoridad, incluso si son sinverg�enzas imp�os, por causa del oficio que Dios les ha dado, que los convierte en sus representantes.