Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!
Click here to learn more!
Bible Commentaries
Comentario Pozos de agua viva Pozos de agua viva
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en John 20". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/john-20.html.
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en John 20". "Agua viva". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-31
La resurrecci�n de cristo
Juan 20:1
PALABRAS INTRODUCTORIAS
1. La ropa de lino. Antes de discutir la resurrecci�n con usted, queremos que considere con nosotros la manera en que Cristo fue envuelto en ropas de lino y especias, como era la manera de enterrar a los jud�os. La costumbre era, como se nos ha dicho, colocar cien libras de especias en la tela de lino y envolver el cuerpo de manera segura, dando vueltas y vueltas. Luego se cubri� la cabeza con una servilleta.
Recordar� que cuando naci� Cristo, estaba envuelto en pa�ales. Los envoltorios de ese d�a nos sugieren el hecho de que Cristo estaba circunscrito. Moraba en un cuerpo humano como nuestro cuerpo. Era como un barco atado a un muelle, mantenido dentro.
2. El lugar donde yac�a. Una vez m�s, estaba atado por la muerte. En la resurrecci�n, todo lo que lo hab�a atado, desapareci�. Cristo hab�a sido crucificado en el monte Calvario, com�nmente conocido como G�lgota. El vers�culo 41 nos dice que hab�a un huerto cerca del monte Calvario, en el cual hab�a un sepulcro nuevo, en el que todav�a no se hab�a puesto a nadie. Esta tumba era propiedad de Jos� de Arimatea. Fue all� donde se coloc� el cuerpo.
Ha sido un privilegio para nosotros visitar ese jard�n y entrar en el sepulcro, conocido en este momento como la tumba de Gordon, porque fue descubierto por el general Gordon. Creemos que el lugar es aut�ntico. Nos sentimos realmente solemnes al ver la tumba con el lugar a la cabecera y al pie, donde se hab�an sentado los �ngeles. Como se acercaba el d�a de la preparaci�n, la tumba, evidentemente, no estaba sellada por dentro, pero la gran piedra se rod� por fuera del sepulcro, y esto fue sellado. El sellado interior aguardaba el paso del d�a de preparaci�n.
3. Mientras a�n estaba oscuro. El cap�tulo 20 comienza con las palabras: "El primer d�a de la semana llega Mar�a Magdalena, cuando a�n estaba oscuro". El verdadero amor por el Se�or Jes�s no espera el d�a completo. Est� dispuesto a confiar donde no puede ver. Para nosotros, por tanto, la expresi�n "cuando a�n estaba oscuro" est� llena de significado. En Juan 20:1 leemos que el Se�or le dijo a Tom�s: "Bienaventurados los que no vieron y creyeron". La fe camina sin ver y conf�a donde est� oscuro.
4. La piedra fue quitada. �Cu�l fue la consternaci�n de las mujeres al contemplar la gran piedra que se alejaba de la puerta del sepulcro? Se hab�an estado preguntando qui�n remover�a la piedra, pero cuando llegaron, la piedra ya no estaba.
�Con qu� frecuencia nos preguntamos qu� podemos hacer?
Cuando surge una piedra y no podemos pasar,
Sin embargo, m�s all� de la piedra, tenemos trabajo que hacer;
�Qui�n remover� nuestra piedra?
Luego, cuando llegamos, hay algo nuevo,
Porque nuestra piedra se ha ido y nuestro cielo es azul
Y el Se�or est� ah� para guiarnos
Y la victoria corona nuestro d�a.
5. Una sensaci�n de desesperaci�n. Cuando Mar�a Magdalena encontr� que la piedra hab�a sido removida, corri� y fue a Sim�n Pedro y al otro disc�pulo a quien Jes�s amaba, y les dijo: "Se han llevado al Se�or del sepulcro, y no sabemos d�nde lo han hecho. lo puso ".
Hay ciertos hombres que se han infiltrado sin darse cuenta, que est�n alejando a muchos santos d�biles, a su Se�or y a su Salvador. Lo est�n haciendo mediante sus negaciones viles de Su nacimiento virginal, Su deidad y la eficacia salvadora de Su sangre. Muchos de estos hombres llegan a repudiar la resurrecci�n.
Mar�a pens� que su Se�or se hab�a ido. Para ella, la tumba vac�a no le trajo m�s que tristeza y angustia, mientras que deber�a haberle tra�do alegr�a, alegr�a y canto.
I. PEDRO Y JUAN VISITAN AL SEPULCRO ( Juan 20:3 )
1. Pedro y ese otro disc�pulo fueron corriendo al sepulcro. Es bastante sorprendente ver a estos dos hombres corriendo esta carrera. Estaban llenos de emoci�n. Mientras corr�an, John estaba superando a Peter, por lo que no podr�an haber estado hablando entre ellos mientras corr�an, de este asunto inaudito. Sin embargo, imaginamos que en sus mentes vinieron algunas de las declaraciones del Se�or, c�mo �l hab�a dicho que al tercer d�a resucitar�a.
Nunca hab�an aceptado esas palabras literalmente. Le hab�an visto resucitar a otros que hab�an estado muertos, pero ninguno de ellos pensaba que �l, estando muerto, podr�a sacar Su propio cuerpo de la tumba. As� corrieron, llenos del temor de que alguien hubiera abierto la tumba a la fuerza; y sin embargo, pregunt�ndose si, acaso, su Se�or hab�a resucitado.
2. John se inclin� y mir� hacia adentro. Al llegar primero al sepulcro, Juan, "mirando hacia adentro, vio las s�banas de lino puestas; pero no entr�". Nos gustar�a que cada uno de ustedes se uniera a nosotros para agacharse y mirar hacia el lugar donde el Se�or una vez estuvo. Estamos seguros de que la piedra no fue quitada para dejar salir a Cristo; m�s bien se quit� para dejar entrar a los disc�pulos. Tambi�n puede mirar adentro, si lo desea.
Juan estaba todav�a afuera cuando lleg� Sim�n Pedro, sigui�ndolo. Pedro entr� inmediatamente en el sepulcro, y vio las ropas de lino tendidas, y la servilleta que estaba alrededor de Su cabeza, no acostada con las ropas de lino, sino envuelta en un lugar aparte. Luego entr� Juan tambi�n.
3. El significado m�s profundo de lo que vieron. Primero, estaba la maravilla de que Cristo hubiera dejado las ropas envueltas alrededor de �l, intactas y no en un desorden salvaje. Las ropas de lino estaban all�, creemos, tal como estaban, cuando estaban atadas alrededor del Se�or, solo que el Se�or se hab�a ido. La ropa y las especias no estaban esparcidas por todos lados alrededor de la tumba. La servilleta que estaba alrededor de Su cabeza, no estaba junto con las ropas de lino; estaba envuelto juntos, en un lugar por s� mismo.
Cuando los dos disc�pulos vieron estas cosas, creyeron. Hasta ahora no hab�an conocido la Escritura de que Cristo resucitar�a de entre los muertos. Ahora todo cay� sobre ellos, con un gozo inefable y lleno de gloria. No se apresuraron a buscar el cuerpo del Se�or; silenciosamente se dirigieron a sus propios hogares.
II. MAR�A LLORANDO ( Juan 20:10 )
1. Mar�a estaba fuera del sepulcro llorando. �Con qu� frecuencia lloramos cuando deber�amos estar gritando con gloria? �Y por qu� llor�? Llor� por lo que no sab�a. Ella pens� que se hab�an llevado a su Se�or. Cuando mir� hacia adentro y vio el sepulcro vac�o, pens� que alguien hab�a robado el cuerpo del Se�or.
2. Los dos �ngeles de blanco. Cuando Mar�a mir�, vio a estos �ngeles vestidos con sus vestiduras blancas y sentados, "uno a la cabeza y el otro a los pies, donde hab�a estado el cuerpo de Jes�s", �no es hermoso que el Se�or nos env�e a menudo? , en la hora de nuestra necesidad y angustia, �Sus resplandecientes para ayudarnos en el camino?
3. Una pregunta notable. Los �ngeles dijeron a Mar�a: Mujer, �por qu� lloras? Ella les dice: Porque se han llevado a mi Se�or, y no s� d�nde le han puesto. No nos sorprende que los �ngeles dijeran: "Mujer, �por qu� lloras?" Imaginamos que los �ngeles que acampan alrededor de los que le temen, a menudo hacen la misma pregunta: "�Por qu� lloras?" Tambi�n pensamos que nuestro Se�or, que vela por nosotros desde lo alto, a menudo se pregunta por qu� lloramos. Cu�nta energ�a desperdiciada y cu�nto da�o nos pasa por el dolor, porque miramos a trav�s de un espejo con oscuridad.
"No ahora, sino en los pr�ximos a�os,
Puede ser en la mejor tierra;
Leeremos el significado de nuestras l�grimas
Y all�, en el cielo, lo entenderemos ".
Tambi�n pensamos que cuando entendamos nos avergonzaremos de haber llorado alguna vez. Mar�a admiti� que llor� porque se hab�an llevado a su Se�or y porque no sab�a d�nde lo hab�an puesto.
La verdad es que no lo hab�an puesto en ninguna parte, y nadie se lo hab�a llevado. Hab�a roto las ligaduras de la muerte y hab�a salido con el glorioso poder de la resurrecci�n.
III. MAR�A HABLA CON CRISTO ( Juan 20:14 )
1. Mar�a vio a Cristo pero no sab�a que era �l. Esto est� pasando extra�o. Sin embargo, debemos recordar que su conversaci�n con los dos �ngeles, vestidos de blanco, a�n no hab�a aclarado su mente. Todav�a pensaba que alguien se hab�a llevado el cuerpo de Jes�s. Sus ojos estaban empa�ados por las l�grimas mientras se alejaba de la tumba y entraba en el jard�n. Mientras miraba de un lado a otro, vio a Jes�s de pie y no lo reconoci�. �Y por qu� se qued� all�? Fue porque �l era un Cristo comprensivo y quer�a alejar las nubes del coraz�n de quien confiaba en �l.
2. Cristo le dijo a Mar�a: "Mujer, �por qu� lloras? �A qui�n buscas?" Aun as�, Mary no pod�a comprender lo que hab�a sucedido. Ella pens� que era el jardinero, as� que le pregunt�: "Se�or, si lo has tra�do de aqu�, dime d�nde lo has puesto, y se lo llevar�".
Para nosotros, una de las grandes pruebas de la resurrecci�n, radica en las expresiones gr�ficas y, sin embargo, comunes de los d�as, tan fieles a la vida, relacionadas en conexi�n con Su resurrecci�n. Mar�a nunca habr�a podido recoger un cad�ver y llev�rselo. Simplemente estaba fuera de s� por el dolor, y pens� que pod�a.
3. Las nubes desaparecen. Mientras Cristo estaba all�, vio en el coraz�n de Mar�a una devoci�n indescriptible hacia �l como Salvador y Se�or. Ella no lo estaba mirando cuando, con su vieja voz, dijo una sola palabra: "�Mar�a!" No necesit� m�s para abrir su mente, porque ella se volvi�, y frente a �l, le dijo: "Rabboni, es decir, Maestro". Mar�a lo habr�a agarrado de los pies, pero Jes�s le dijo: "No me toques, porque a�n no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre". ya tu Dios y mi Dios. "
Cu�n hermoso fue de nuestro Se�or decir: "Padre m�o, y Padre vuestro, y de mi Dios y vuestro Dios". Envuelto en estas palabras hay una visi�n de nuestra uni�n con Cristo en Su muerte, sepultura, resurrecci�n y ascensi�n. Cristo parece estar diciendo: Todo lo m�o es tuyo; y todo tuyo es m�o.
IV. UNA MEZCLA DE TEMOR Y PAZ ( Juan 20:19 )
1. El miedo a los once. Juan 20:19 nos dice: "Entonces, ese mismo d�a por la tarde, siendo el primer d�a de la semana, cuando se cerraron las puertas donde los disc�pulos estaban reunidos por temor a los jud�os, vino Jes�s y se par� en medio, y dijo a ellos, la paz sea con vosotros ".
En este vers�culo leemos acerca de un temor que se hab�a apoderado de los disc�pulos. Los jud�os sab�an, por supuesto, que Cristo hab�a sido crucificado; sab�an que los soldados que hab�an estado vigilando la tumba, hab�an huido asustados por la resurrecci�n de Cristo. Sabiendo esto, y la consternaci�n que se apoderar�a de los principales sacerdotes y gobernantes, los disc�pulos supusieron que, naturalmente, los jud�os los buscar�an y los matar�an. No sab�an lo que podr�a pasar, por lo tanto lo hicieron. se reunieron y discutieron asuntos con las puertas cerradas.
Mientras hablaban entre ellos y se llenaron de miedo, tambi�n se llenaron de gozo. Pedro nos cuenta en su ep�stola c�mo fueron engendrados de nuevo para una esperanza viva. Puedes imaginar algo de la alegr�a exultante que llen� sus pechos. Sin embargo, ese hecho no disminuy� sus temores en lo m�s m�nimo.
2. La entrada de Cristo. Mientras hablaban, tanto regocijados como atemorizados, el Se�or Jes�s mismo estaba en medio de ellos. Sus primeras palabras fueron: "Paz a vosotros". Luego les mostr� sus manos y su costado. Entonces, los disc�pulos se alegraron doblemente. No solo sab�an, ahora, de la tumba vac�a, sino que hab�an visto al Se�or. El Se�or no se demor� mucho con ellos. Sin embargo, les dijo una vez m�s: "La paz sea con ustedes.
"Entonces dijo:" Como me envi� mi padre, as� tambi�n yo os env�o ". As�, con una nueva comisi�n impuesta sobre ellos, una comisi�n para predicar su palabra, sopl� sobre ellos y les dijo:" Recibid el Esp�ritu Santo."
Cu�n r�pido estaban sucediendo las cosas. Agrupados en un d�a glorioso estaba el enunciado de la resurrecci�n, la visita personal del Se�or, Su seguridad de paz, Su comisi�n a Sus disc�pulos y Su soplo del Esp�ritu Santo sobre ellos.
De la oscuridad a la luz, del dolor al canto, de la desesperaci�n al regocijo, paso a paso, hab�an sido conducidos.
V. TOM�S NO ESTABA CON ELLOS ( Juan 20:23 )
1. La ausencia de Thomas. No sabemos por qu� Tom�s no estaba con los disc�pulos en el aposento alto, cuando Cristo se les apareci� por primera vez. Si hab�a estado ausente y no hab�a o�do hablar de la resurrecci�n; o, si le hab�an informado, pero no se hab�a reunido con los otros que no conocemos. Sabemos que �l no estaba all� cuando vino Jes�s.
La ausencia de Tom�s nos sugiere, en primer lugar, que todav�a hay muchos que se ausentan de la asamblea de los santos. Esto no deber�an hacer. Dios nos ha dado una advertencia especial, una advertencia que es particularmente aplicable al d�a en que vivimos. Aqu� est�n las palabras: "No dejando de reunirnos como algunos lo hacen, sino exhort�ndonos unos a otros: y tanto m�s, mientras veis que se acerca el d�a". Escuchar sermones por radio es muy bueno para los que est�n encerrados, pero nunca debe usarse como una excusa para no asistir al ministerio de la Palabra y la oraci�n.
Lo segundo que nos viene a la mente es lo que extra�� Thomas por su ausencia. Echaba de menos ver al Se�or. Tampoco sabemos lo que puede suceder en el camino de la bendici�n espiritual, que perderemos, si no estamos en la casa de Dios y en nuestros asientos acostumbrados.
2. La falta de compa�erismo sugiere una falta de cooperaci�n. Thomas no estaba con ellos y, por lo tanto, Thomas se mantuvo apartado de ellos. Los otros disc�pulos le dijeron: "Hemos visto al Se�or". Inmediatamente respondi�: "Si no veo en sus manos la huella de los clavos, y pongo mi dedo en la huella de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creer�". No es dif�cil descubrir que se estaba produciendo una divisi�n entre Thomas y los dem�s. Ten�an un punto de vista y una fe; mientras que �l ten�a otro punto de vista y no ten�a fe.
3. El dominio de la incredulidad. Thomas no solo exigi� pruebas de la resurrecci�n, sino que dijo sin rodeos: A menos que tenga estas pruebas, no creer�. Siempre que hay falta de fe, est� el ce�o fruncido de Dios. Los hombres est�n perdidos porque no creen. Los santos pierden muchas bendiciones porque, en muchas cosas, no creen. Hasta el d�a de hoy, a Tom�s se le conoce como el disc�pulo que duda.
VI. TOM�S ESTABA CON ELLOS ( Juan 20:26 )
1. Despu�s de ocho d�as. No se dan los eventos de los ocho d�as que transcurrieron entre la primera y la segunda aparici�n de Cristo a los disc�pulos. Sabemos que antes de la noche del primer encuentro con los disc�pulos, Cristo ya se hab�a aparecido a Mar�a Magdalena, a las mujeres y a dos disc�pulos, en el camino a Ema�s, tambi�n se hab�a aparecido a Pedro. Durante el �nterin de los dos Primeros D�as de la semana, los disc�pulos observaron atentamente los eventos a su alrededor.
Aprendieron mucho sobre c�mo los fariseos y los escribas hab�an pagado a los soldados que vigilaban el sepulcro para que informaran que los disc�pulos hab�an robado el cuerpo de Cristo. C�mo hab�an puesto corriente el hecho de que la resurrecci�n no era real, etc.
Sin embargo, los principales sacerdotes hab�an tenido miedo de imponer las manos sobre los disc�pulos. La gente, en todas partes, cre�a en la resurrecci�n, y los l�deres de los jud�os solo esperaban para ver hasta qu� punto iban las cosas.
2. La segunda aparici�n a los once. Una vez m�s los disc�pulos estaban en su lugar de reuni�n, y Tom�s estaba con ellos. Una vez m�s se cerraron las puertas. Esta vez no dice: "Por miedo a los jud�os".
Una vez m�s, el Se�or Jes�s se par� repentinamente en medio de ellos y dijo: "La paz sea con vosotros".
Luego, volvi�ndose a Tom�s, dijo: "Acerca aqu� tu dedo, y mira mis manos; y extiende aqu� tu mano, y m�tela en mi costado; y no seas incr�dulo, sino creyente".
Tenga en cuenta que la incredulidad se llama infidelidad. Creer plenamente es ser fiel y no creer es infidelidad.
3. Tom�s tiene plena seguridad. Juan 20:28 dice: "Y Tom�s respondi� y le dijo: Se�or m�o y Dios m�o". Gracias a Dios que incluso un hombre, por un momento en el castillo de la duda, puede volver a ponerse de pie en tierra firme.
Si bien siempre lamentamos que Thomas dudara, por su propio bien; sin embargo, en su duda y en su posterior expresi�n de fe, hay todav�a otra prueba de la resurrecci�n. Tom�s dud� de estar seguro, pero tambi�n lo hicieron todos los dem�s disc�pulos y las mujeres. Mar�a, la hermana de L�zaro, hab�a cre�do en la muerte de Cristo. Mar�a hab�a ungido al Se�or con ung�ento, el d�a de su entierro. Sin embargo, incluso ella no cre�a en la resurrecci�n.
As�, Mar�a, las mujeres y los disc�pulos, incluido Tom�s, por su falta de fe en la resurrecci�n y por su posterior aceptaci�n de ella; proclama para siempre al mundo, que creyeron porque vieron al Se�or resucitado. Vieron sus manos perforadas por los clavos, y sus pies, y su costado, empujado por la espada. Sab�an que Aquel que estaba muerto, estaba vivo de nuevo.
VII. FE Y SE�ALES ( Juan 20:29 )
1. Es bueno creer, con la fe, causado por la vista. Cristo dijo: "Porque me has visto, has cre�do". Esto es mucho mejor que no tener fe en absoluto. Hay muchos, ay, que ven y no creen. Hasta esta hora, hay multitudes que rechazan la resurrecci�n del Se�or Jesucristo y, sin embargo, sus ojos han contemplado m�s que suficiente para convencer a cualquier buscador honesto de la verdad.
2. Es mejor creer sin ver. Cristo tambi�n dijo: "Bienaventurados los que no vieron y creyeron". Si lo conocemos, eso deber�a ser suficiente para que cada una de sus palabras sea "s� y am�n" para nosotros. No nos encontremos nunca entre aquellos que, como Tom�s, piden pruebas humanas. Ni siquiera pidamos un sue�o, ni una voz, ni una demostraci�n de ning�n tipo.
3. El gran cl�max de la fe. Nuestro cap�tulo concluye con la maravillosa declaraci�n: "Muchas otras se�ales verdaderamente hizo Jes�s en presencia de sus disc�pulos, que no est�n escritas en este libro, sino que est�n escritas para que cre�is que Jes�s es el Cristo, el hijo de Dios; y para que, creyendo, teng�is vida en su nombre ". Gracias a Dios que estuvo dispuesto a condescender a escribir las se�ales de la resurrecci�n de Cristo, para que se estableciera de manera infalible; d�ndonos as� un refugio fuerte, que volamos a Cristo como nuestro Salvador.
Gracias a Dios que los que creen en �l, el Cristo del Calvario, el Cristo de la tumba vac�a y el Cristo de la nube de gloria, tienen vida en Su nombre.