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Bible Commentaries
Romanos 3

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

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Versículos 9-25

Pecado y Salvaci�n

Romanos 3:9

PALABRAS INTRODUCTORIAS

La Palabra de Dios nunca menosprecia el pecado. El pecado, para Dios, es atroz. Es negro, sin un rayo de blanco. El pecado para Dios es sumamente pecaminoso. No hay nada en �l m�s que tristeza, verg�enza y sufrimiento.

Hay quienes tratan de excusar su pecado, ya que nacieron en pecado y, por lo tanto, heredaron una naturaleza pecaminosa. Esto est� mal. No nos atrevemos a tener piedad por aquello que nos arruinar�a y arruinar�a.

El pecado se puede pintar con los colores m�s brillantes; puede estar envuelto en la m�s maravillosa de las vestiduras, pero el pecado siempre es pecado. Cubrir su fealdad no disminuye su poder. Satan�s con un pincel art�stico puede pintar el pecado con un tono rosado hasta que parezca lleno de gloria, pero es como los colores del �spid; no disminuye el veneno de su aguij�n.

Cuando la serpiente se acerc� a Eva, era la m�s hermosa de las criaturas, pero llev� a la ruina de la raza.

Que todos, j�venes y viejos, est�n advertidos. Nunca se comprometa con el pecado. Nunca hables de un buen pecado y un mal pecado; porque todos son malos. No est�s dispuesto a tener comuni�n con esos pecados que apelan a tu naturaleza carnal. Dios ha dicho: "Abstente de toda apariencia de maldad".

Necesitamos mirar m�s all� del pecado en su infancia y contemplar el pecado en su pleno desarrollo. Aquello que, al principio, parece una nimiedad, finalmente resultar� mortal y condenable. El que juega con el pecado juega con dinamita.

El Dr. Alexander MacLaren dice: "Recuerdo lo lejos en el solitario Valle de las Tierras Altas, donde, debajo de un alto acantilado negro, desgastado por todo el tiempo, agrietado y cosido, yace al pie, descansando sobre la hierba verde que se arrastra alrededor de su base. , una enorme roca que se cae de la cara del precipicio ". Una vez, un pastor hab�a pasado por debajo de esa roca cuando yac�a en lo alto de la ladera de la monta�a; luego, de repente, se rasg� de su cama y salt�, inmovilizando al hombre debajo de ella. As� ocurre con el pecado. En un momento de furia inesperada, tambi�n se abrir� camino contra el hombre ingenuo que estaba dispuesto a confiar en su sombra.

I. TODO EL MUNDO CULPABLE DE PECADO ( Romanos 3:19 )

Es una locura que los hijos de los hombres eludan el asunto. Todos son pecadores y, por lo tanto, todos son culpables ante Dios. Negar el hecho del pecado no disminuye el hecho. Cubrir el pecado no quita el pecado. Ad�n y Eva buscaron cubrir su desnudez con hojas de higuera, sin embargo, su t�nica fue rechazada por Dios. Lo que el hombre cubre, Dios lo descubre.

No sirve de nada cavilar. Todo el mundo es culpable ante Dios. Nadie puede ser recompensado por su pecado. La sentencia del juicio debe caer. Sobre la cabeza de cada hijo de Ad�n est� escrito el veredicto, "culpable". "El que no cree, ya ha sido condenado". No necesita esperar la sentencia del Gran Trono Blanco. Esa �ltima gran y �ltima causa no est� destinada a proclamar la culpa, est� establecida para que todo pecador reciba el juicio de acuerdo con sus obras.

El hecho de la culpa ya es cierto; la sentencia del castigo, por s� sola, espera la plena realizaci�n del pecado de cada pecador. Los imp�os son como hombres encerrados en el corredor de la muerte, esperando la hora en que se d� a conocer su suerte final.

El juez en el banquillo de este mundo puede pronunciar "muerte" en la silla el�ctrica, adem�s no puede ir; el Juez en el Gran Trono Blanco pasa m�s all� de los poderes del juez terrenal, y pronuncia el castigo que yace en el grande para siempre.

El pecador es culpable ante Dios. Se para con la boca cerrada, sin una palabra que pronunciar, sin una s�plica que hacer. No se atreve a venir con una serie de abogados o con una acumulaci�n de excusas. Simplemente permanece culpable, esperando la hora en que se pronunciar� el juicio y recibir� de acuerdo con el alcance de sus hechos.

II. EL BARRIDO Y SWINGER DEL PECADO ( Romanos 3:10 )

Cuando el pecado entr� en el mundo, �qu� destrucci�n caus�! Dios le dijo a Eva: "�Qu� es esto que has hecho?" Eva no conoc�a las implicaciones de su pecado que Dios conoc�a. En nuestra Escritura de hoy tenemos una visi�n del alcance y dominio del pecado. A veces, el pecado puede parecer inactivo. Puede que el pecador no parezca tan malo. La historia del pecado puede parecer casi rosada en su opini�n. La terrible revelaci�n del fruto del pecado, como se establece en este texto, no siempre es manifiesta.

El pecado puede estar encadenado, protegido; incluso puede estar adornado y cubierto con vestiduras blancas, pero el pecado sigue siendo un pecado atroz.

Nuestra Escritura describe el pecado desvelado, en su verdadero car�cter y cosecha. Se puede podar la vid, cortar sus ramas, hasta que s�lo quede una peque�a cepa. Sin embargo, cuando la savia empiece a subir, la vid echar� sus hojas, dar� sus v�stagos y dar� su fruto. El pecado puede ser podado, cortado, cortado, pero mientras el coraz�n sea el secreto en el que habita, siempre buscar� brotar, florecer y crecer.

En verdad, "Enga�oso es el coraz�n m�s que todas las cosas, y perverso". De ella proviene toda inmundicia. �Qui�n puede conocerlo?

Lo mismo ocurre con el jud�o que con el gentil; con los cultos como con los ignorantes; tanto con las mujeres como con los hombres, todos se han desviado.

III. LA SALARIO DEL PECADO ( Romanos 6:23 )

El pecado paga su salario no con monedas, sino con sufrimientos duraderos. Estamos viviendo una jornada de bajada salarial, y muchas son las quejas que se escapan de los labios de los ocupados. Sin embargo, hay un lugar donde la depresi�n actual no ha golpeado; un lugar donde los salarios no se han desplomado, la paga del pecado es la misma.

El pecado paga su salario ahora. Un criminal dijo: "He estado dos veces en la prisi�n estatal, pero mi peor castigo es ser lo que soy". El pecado paga en muerte a toda esperanza; causa estragos en todos los sue�os sagrados. El pecado quita la luz de los ojos, la claridad del cerebro, la alegr�a de la vida.

Dios no siempre paga al pecador en esta vida. A veces, los malvados florecen como un laurel verde. No est�n en problemas como otros hombres. Dios, con paciencia, retiene la maldici�n. Finalmente, sin embargo, los malvados ser�n arrojados al infierno y todas las naciones que se olvidan de Dios. �C�mo ser�n abatidos como en un momento! �C�mo ser�n consumidos por los terrores!

Cuidado con el pecado. �Alguna vez viste una mosca posarse sobre el "papel de mosca", pensando en llenarse de dulces? Sin embargo, cuando trat� de volar, se encontr� atrapado en las mallas del papel pegajoso. Cuanto m�s intentaba volar, m�s y m�s se sujetaba con la pierna y el ala. Tambi�n lo es el pecado. Es ilusorio. Exteriormente, lleva un atractivo a la carne, pero pronto encierra a sus v�ctimas en los brazos implacables de su fuerza,

La paga del pecado es cierta,

Cada uno ser� pagado en su totalidad;

No te espera ning�n "recorte" en su salario,

Seguramente se har� el pago completo.

IV. LA �NICA ESPERANZA DEL PECADOR ( Romanos 3:20 )

1. La Ley no puede salvar. La Ley es santa, justa y buena, pero la Ley se vuelve impotente, como Salvador, porque el pecado del hombre la hace quebrantada y coja. La ley brinda seguridad al justo y solo al santo; ofrece paz solo a quienes la obedecen. A los que transgreden sus preceptos, no les trae nada m�s que ira.

2. La fe puede salvar. La fe no ofrece m�ritos propios; se aferra al m�rito de Cristo. La fe admite: "No puedo", pero asiente, "Dios puede". La fe satisface la demanda de la Ley, porque reviste al creyente con la justicia de Cristo. Ante la justicia de Dios, la ley no tiene quejas que ofrecer. La fe admite la culpa del hombre, pero viste al culpable con el lino de Dios, limpio y blanco.

3. La gracia proporciona la redenci�n. Somos justificados gratuitamente por la gracia de Dios. La fe no podr�a operar sin Dios y la Gracia, ya que la fe no habr�a tenido un canal por donde correr, ning�n fundamento sobre el cual construir.

Dios, siendo rico en Gracia, mostr� el camino a trav�s de la fe. La gracia proporciona la comida, la fe participa de la comida, la gracia produce el fruto, la fe lo arranca. La gracia abre la puerta, entra la fe.

4. La Sangre de Cristo provey� la remisi�n de los pecados. La Sangre se convirti� en la propiciaci�n, el propiciatorio, donde la gracia y la fe pueden encontrarse. Ni la gracia de Dios, ni la fe del pecador, podr�an haber valido sin la Cruz de Cristo. Antes de que la gracia nos permitiera por medio de la fe vestir el manto de la justicia de Dios, el pecado del hombre ten�a que ser satisfecho de tal manera que la justicia de Dios fuera sostenida.

Dios no pudo salvar al pecador con el sacrificio de honor, la verdad y los requisitos legales. Dios no podr�a perdonar sin que exista una base para el perd�n. Dios no pod�a considerar a los imp�os como santos, ni a los injustos como justos, hasta que hubiera hecho la expiaci�n completa y colmada por nuestros pecados.

En la Cruz del Calvario fue suficiente la gracia

Todos nuestros pecados y culpas para satisfacer:

Sin embargo, la Cruz de Cristo se vuelve eficaz para nosotros

Cuando por fe confiamos en Cristo,

All� estaba, en el Calvario, Cristo muri� por los pecadores,

All� puso en libertad a los cautivos atados por el pecado;

All� fue hecho pecado, para que nosotros fu�semos hechos justos;

Sin embargo, debemos creer si queremos ser justos,

V. NO REINE EL PECADO ( Romanos 6:12 )

Este estudio trata sobre el pecado reinante. No es el pecado en, sino el reinado del pecado lo que se debe considerar. Ser�a un estado bendito si pudi�ramos terminar para siempre con la naturaleza carnal. Un enemigo, dentro de las murallas de la ciudad, es siempre peligroso. Por nuestra parte, nos regocijaremos cuando entremos a la Nueva Jerusal�n, donde no se puede encontrar nada de pecado. El mundo actual est� dominado por Satan�s y por el pecado, es un mundo lamentable por ese motivo.

Ser� gloria, cuando el �ltimo vestigio de pecado haya desaparecido del coraz�n y la vida del santo. En este cuerpo gemimos. El anciano parece andar por ah�. No podemos dudar del hecho de la presencia del pecado. "Si decimos que no tenemos pecado, nos enga�amos a nosotros mismos, y la verdad no est� en nosotros".

De una cosa, sin embargo, se nos asegura que se nos ordena no dejar que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal. El pecado no puede tener poder sobre nosotros. Si andamos en el Esp�ritu, no cumpliremos los deseos de la carne.

El pecado reinante, en un creyente, contradice todas las bendiciones espirituales que Dios ha provisto. En el incr�dulo, el pecado siempre reina hasta la muerte. Esto no puede ser cierto en el creyente.

Si el pecado es un "hu�sped" bienvenido en el coraz�n, incendiar� la casa; arruinar� su morada; resolver� la muerte. El pecado en el coraz�n debe ser, para el creyente, una persona "non grata" no deseada, no reconocida, no obedecida.

El creyente debe vivir como si el pecado no existiera. Deber�a considerarse vivo para su nuevo hombre y muerto para cada latido del viejo. No debe prestar atenci�n, ni cuartel, a los impulsos de la carne.

La Cruz de Cristo nos ha liberado del castigo del pecado; el Cristo resucitado nos ha liberado del poder del pecado. �Seguiremos pecando los que, potencialmente, morimos al pecado en Su muerte y somos liberados del pecado en Su resurrecci�n? �Dios no lo quiera! "�C�mo viviremos m�s en �l los que estamos muertos al pecado?"

Muerto al pecado, al orgullo ego�sta

Muerto con Cristo, estoy crucificado;

Hecho vivo en Cristo para ser

Santificado, del pecado puesto en libertad.

VI. EL LUGAR DE NO CONDENACI�N ( Romanos 8:1 )

El s�ptimo cap�tulo de Romanos se cierra con un lamentable lamento. Ese lamento revela la desesperaci�n de una vida que ha sido derrotada. Escuche su grito: "�Miserable de m�! �Qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte?" Tal es el clamor de toda alma que, sin poder, busca satisfacer las demandas de la justa Ley de Dios. La �tica de Cristo es demasiado elevada, demasiado santa para la carne. Los requisitos de la Ley est�n mucho m�s all� del alcance del hombre natural.

Entonces, �lloraremos eternamente nuestra derrota? �Dios no lo quiera! Hay una salida; es una forma provista por Dios. De los gemidos de la derrota, pasamos, en Romanos siete, en un suspiro, a los gritos de la victoria. Aqu� est� el grito: "Doy gracias a Dios por Jesucristo nuestro Se�or".

El resultado es que se encuentra el lugar de "no condenaci�n". La "no condenaci�n" de nuestro tema no es una "no condenaci�n" de Dios. La expresi�n se refiere al creyente mismo. Ha pasado de una sensaci�n de derrota a un lugar de victoria consciente. En Romanos siete, el clamor es de desesperaci�n; en Romanos ocho, el grito es uno de auto-liberaci�n de la desesperaci�n.

�C�mo se produjo el cambio? Un vers�culo dice: "Por Jesucristo nuestro Se�or". La siguiente frase dice: "Los que est�n en Cristo Jes�s, los que no andan seg�n la carne, sino seg�n el Esp�ritu".

La carne no pudo obtener la victoria sobre la cautividad del pecado; el Se�or le da al creyente la victoria a trav�s del Esp�ritu.

La victoria se realiza solo cuando caminamos en el Esp�ritu. Si caminamos seg�n la carne, seremos derrotados; si caminamos en pos del Esp�ritu, seremos victoriosos. Si caminamos seg�n la carne, no podremos cumplir con los justos requisitos de la Ley; si andamos en el Esp�ritu, esos requisitos se cumplen plenamente. La carne se preocupa por las cosas de la carne, el Esp�ritu se preocupa por las cosas del Esp�ritu. La carne no puede estar sujeta a la ley; el Esp�ritu siempre est� sujeto. La carne no puede agradar a Dios, el Esp�ritu siempre le agrada. La carne solo produce muerte, el Esp�ritu produce vida y paz.

No puede haber vida de victoria sin una vida llena del Esp�ritu y guiada por el Esp�ritu.

Hay un lugar de victoria

Hecho seguro y completo

Hay un lugar que no conoce el pecado

Y no sufre derrota;

Ese lugar se encuentra en Cristo, para aquellos

�A qui�n pertenece el Esp�ritu?

Es realizado por todos los santos

Que caminan en �l, solo.

VII. LA S�plica culminante ( Romanos 12:1 )

Despu�s de dejar el lugar de la victoria y la paz gloriosa en Romanos ocho, el Esp�ritu Santo nos da palabras relativas a Israel. Luego, en el cap�tulo doce, presenta Su gran s�plica a todos los santos. Aqu� est� la s�plica: "Por tanto, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que present�is vuestros cuerpos en sacrificio vivo * * a Dios".

El "por tanto" de este vers�culo nos vincula con todo lo que precede. Es como si Dios hubiera dicho: "Vosotros sois pecadores "; "Vosotros sois comprados y lavados con sangre"; "Vosotros sois salvados por la gracia"; "Se os ha dado la victoria por medio del Se�or Jesucristo POR LO TANTO PRESENTAN VUESTROS CUERPOS". �C�mo podemos hacer menos?

La gratitud debe hacer que cada uno de nosotros nos entreguemos a Dios, y a nuestros miembros como instrumentos de justicia a Dios. Si �l nos ha dado vida en Cristo Jes�s, con gusto deber�amos darle esa vida en servicio a �l. Si se nos ha ministrado, debemos ministrar.

Jesucristo, en la Cruz, se dio a s� mismo en sacrificio, en la muerte, por nosotros. Entregu�monos, en vida, en sacrificio a �l. Esto es santo y agradable a Dios.

La consagraci�n exige la concentraci�n de todo lo que somos y tenemos. Debe ser completo y no parcial.

No podemos decirle a Dios: "Ir� contigo a cualquier parte, excepto a China". Nuestro rendimiento debe ser completo, debe estar "en cualquier lugar". Debemos clamar al Se�or, quien es el Capit�n en nuestro crucero de la vida "A toda m�quina hacia la completa voluntad de Dios".

"Haz tu propio camino, Se�or, sigue tu propio camino,

T� eres el Alfarero, yo soy la arcilla.

Moldeame y hazme conforme a Tu voluntad.

Mientras espero, cedido y quieto ".

UNA ILUSTRACI�N

LA HISTORIA DE AGUST�N

"Ten cuidado de ceder al pecado, El coraz�n que antes se turbaba f�cilmente, cuando una vez que se acostumbra al pecado, pierde toda su sensibilidad y ternura, y lo que parec�a intolerable al principio se convierte en un deleite. Alipius, amigo de San Austin, Primero aborreci� los espect�culos sangrientos de los gladiadores, pero se dio permiso, por la importunidad de los amigos, para estar presente por una vez. No quiso ni siquiera abrir los ojos al principio; pero al final, cuando la gente grit�, se entreg� libertad de ver, y luego no s�lo contempl� los anteojos con deleite, sino que atrajo a otros a contemplar lo que �l mismo detestaba.

La historia ha tenido su contraparte en miles de casos. Los hombres que se estremec�an al ver un p�jaro muerto, por familiaridad con la crueldad, han llegado a cometer asesinatos sin escr�pulos. Los que bebieron medio vaso de vino han venido a beber por gal�n. * * No hay seguridad si nos aventuramos una pulgada sobre la l�nea del l�mite; en efecto, las peque�as tolerancias son m�s peligrosas que las mayores cumplidas, ya que la conciencia no recibe una herida y, sin embargo, el hombre se deshace y cae poco a poco.

"Ven, alma m�a, deja el pecado por completo. No le des a Sodoma ni siquiera una mirada, ni quites de ella ni siquiera un hilo. No pongas un pie dentro de sus puertas, porque Dios aborrece la morada del pecado, y hubiera querido Su pueblo refrena su pie de ella.

Versículos 19-31

Ley y Gracia

Romanos 3:19

PALABRAS INTRODUCTORIAS

1. El sentido y alcance de la Ley. La ley es una palabra llena de gloria, pero totalmente ajena a la gracia. La ley es la medida de los santos requisitos de un Dios recto y justo. Estamos hablando de las Leyes escritas en dos tablas de piedra por el dedo de Dios; y tambi�n de las Leyes que Dios ha dado en Su Palabra.

Cuando Dios dio la Ley, la dio como expresi�n de los requisitos de su santidad inherente; y no como mandamientos rebajados en su estandarte, para hacerlos aceptables al hombre pecador.

Dios conoc�a la total incapacidad de la raza para guardar la Ley, cuando la Ley fue dada; por tanto, Dios sab�a que la Ley no producir�a ni podr�a producir nada menos que la ira.

Veremos que la Ley no tiene poder salvador ni lugar en la obra de redenci�n. Su �mbito de actuaci�n est� fuera del alcance de Grace. La Ley no puede salvar, pero puede mostrarle al pecador la extrema pecaminosidad de sus pecados y, por lo tanto, puede actuar como un maestro de escuela para llevar al pecador a un Salvador.

Hemos dicho que la Ley pose�a gloria; sin embargo, su gloria es la de la justicia mezclada con el juicio. Su gloria hace pensar en la brillantez y, sin embargo, la destructividad del rel�mpago. La Ley no conoce misericordia ni muestra ninguna. Tiene una espada en la mano, pero no un refugio. Habla muerte, juicio e infierno a los infractores de la ley, pero nunca habla de paz, perd�n y salvaci�n.

La Ley no tiene esperanzas para el criminal; ning�n rayo de luz para el paria. La Ley habla en t�rminos de "T� har�s" y "No har�s"; pero nunca en los t�rminos de "Venid a m� * * y os har� descansar".

2. El significado y alcance de la Gracia. (1) La gracia es la bondad de Dios, expresada al hombre en Cristo Jes�s. La Ley es justa, pero no amable. La gracia nunca es injusta, porque act�a seg�n las l�neas que sostienen la gloria y la dignidad de la Ley; sustentando sus justas demandas; y, sin embargo, Grace es m�s que solo. La gracia descubre lo que la Ley nunca pudo encontrar, c�mo Dios pudo permanecer justo y, sin embargo, justificar al culpable.

La gracia, mientras defend�a el honor de la Ley, elimin� todo obst�culo legal para la redenci�n y la salvaci�n plena del hombre, y trajo la posibilidad de vida y paz al pecador.

La gracia hace todo esto en Cristo Jes�s, Cristo mismo era el �nico posible a trav�s del cual la gracia pod�a operar y el hombre pod�a ser salvo. Solo Cristo podr�a convertirse en el medio a trav�s del cual podr�a obrar la gracia de Dios, porque solo Cristo pudo defender la dignidad de la Ley y asumir todo el peso del castigo del pecado.

(2) La gracia es la bondad inmerecida de Dios para con el hombre, en Cristo Jes�s. Lo que queremos decir es esto: no hab�a nada en el hombre que obligara a Dios a ser misericordioso. No hab�a nada en el hombre que hiciera que Grace fuera obligatoria. El hombre no ten�a obras que ofrecer, ni dinero que prometer, ni bondad que exhibir, para que por tales cosas pudiera reclamar la Gracia.

La gracia es soberana en sus movimientos. Funciona dentro del dominio de la propia elecci�n y elecci�n de Dios. Expresa el amor y la misericordia de Dios, independientemente del valor y la dignidad del hombre.

(3) La gracia emplea MEDIOS pero no exige m�rito. No hay nada que el pecador pueda hacer para merecer la gracia; hay mucho que puede hacer como un medio para Grace. El hecho de que la salvaci�n es un don gratuito de la Gracia de Dios y, por tanto, sin dinero y sin precio, no obliga al pecador a aceptar la Gracia de Dios.

I. EL QUE SE ENCUENTRA EN LA LEY ( Romanos 2:17 )

1. Una jactancia que es com�n entre los hombres. �Con qu� frecuencia escuchamos a este o aquel decir: "Estoy haciendo lo mejor que puedo y Dios deber�a estar satisfecho con eso". La dificultad radica en dos cosas: primero, nadie hace lo mejor que puede; y, en segundo lugar, lo mejor del hombre est� muy por debajo de los requisitos de la ley.

Se nos pidi� que nos dirigi�ramos a un club de hombres de negocios sobre "La regla de oro en los negocios". Comenzamos nuestro discurso declarando que tal regla nunca domin� o podr�a dominar los negocios mundiales, mientras los hombres vivan en pecado y bajo el poder de Satan�s. El pecado es egoc�ntrico y no est� centrado en Cristo . Tampoco el pecado busca servir al bien de los dem�s. Y los hombres son pecadores.

2. Una jactancia que es condenada por Dios. El hombre que se jacta ante Dios de guardar la ley, �guarda la ley? �sa es la pregunta que hace Dios.

Los jud�os se deleitaban en jactarse en sus oraciones. Ensancharon sus filacterias y ensancharon los bordes de sus vestiduras. Incluso agregaron a las Leyes de Dios muchas de sus propias concepciones, haciendo pesadas las cargas y coloc�ndolas sobre los hombros de los hombres. Estos fanfarrones de la ley fueron violadores de la ley. De ellos, Dios dijo: "El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles a trav�s de ti".

Tengamos cuidado, no sea que tambi�n seamos jactanciosos de la ley, dependiendo de las obras de la ley para nuestra salvaci�n; porque el que se somete a la ley, debe guardar la ley. Si, en un punto, viola la ley, es culpable ante Dios.

II. LA LEY PROCLAMA TODO EL MUNDO CULPABLE ANTE DIOS ( Romanos 3:19 )

1. Todos los hombres son pecadores. El jud�o se jacta de la ley. Preguntamos, por tanto, �es mejor el jud�o que el gentil? La respuesta es sencilla. "No, de ninguna manera; porque antes hemos probado tanto a jud�os como a gentiles, que todos est�n bajo pecado".

2. Todos los hombres son culpables ante Dios. �Qu� puede hacer la ley cuando se quebrantan sus preceptos y se anulan sus mandamientos? La ley est� indefensa. Es una cama demasiado corta en la que un hombre puede estirarse; y sus cubiertas son demasiado estrechas, con las que un hombre puede cubrirse.

El que se ha jactado de la Ley no puede decir nada para justificarse, ya que la Ley pronuncia su maldici�n sobre �l.

3. La conclusi�n divina. El vers�culo veinte no tiene alternativa. Es definitivo en su declaraci�n. "Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne ser� justificada delante de �l; porque por la ley es el conocimiento del pecado".

Si Dios hubiera buscado alcanzar al hombre por la ley y llevarlo a la salvaci�n, se habr�a visto obligado a retirarse. Un pecador que quebranta la ley no puede ser justificado por la ley. La ley podr�a desear traer justicia; podr�a jactarse de su propia fuerza y ??majestad; podr�a jactarse de su brazo poderoso, pero se ver�a completamente empobrecido a causa de la debilidad de la carne del hombre.

III. C�MO OBTUVO LA GRACIA LA REDENCI�N ( Romanos 3:24 )

1. La gracia opera sin la ley. La Ley revel� al hombre su pecado, pero se mantuvo impotente para remediarlo. �Qu� pod�a hacer la Ley? Solo pudo atestiguar el hecho de la ca�da del hombre; pero nunca participe en la justificaci�n del hombre.

La gracia intervino y Dios se apoder� de la situaci�n y ofreci� la salvaci�n como un regalo gratuito para todo hombre. As�, la justicia de Dios pasa a todos los que creen en Jesucristo, sean jud�os o gentiles: porque no hay diferencia. La justificaci�n mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s es ofrecida gratuitamente por la gracia de Dios.

Jesucristo se convierte en el canal de Dios a trav�s del cual opera esa gracia. Dios present� a Cristo Jes�s como propiciaci�n por nuestros pecados mediante la fe en la Sangre de Cristo.

La gracia nos lleva a la cruz y nos declara c�mo Dios es justo; y c�mo podemos recibir la remisi�n de los pecados pasados ??mediante la paciencia de Dios. La gracia nos dice no solo que Dios es justo, sino que tambi�n es justo, cuando justifica a los imp�os que creen en Jes�s.

2. La gracia excluye la jactancia. Cuando Grace interviene, la jactancia se desmaya. Los dos no pueden vivir juntos. Uno se dedica a glorificarse a s� mismo, el otro a glorificar a Dios. �C�mo pueden dos caminar juntos si no est�n de acuerdo?

La Ley de las obras, que opera a trav�s de los actos propios, abrir�a la puerta y har�a un llamado a la "jactancia" para entrar; la Ley de la fe, que opera a trav�s de la Gracia de Dios, abre la puerta e invita a la "jactancia" a salir. As� lo expresa Dios: "�D�nde, pues, la jactancia? Est� excluida. �Por qu� Ley? �De las obras? No, sino por la Ley de la fe".

3. Otra conclusi�n divina. "Por tanto, concluimos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley". Esta conclusi�n es muy parecida a la que se menciona en el vers�culo veintiuno. Aqu�, sin embargo, se saca a relucir una verdad adicional. Es esto: la fe opera seg�n la Gracia y no seg�n la Ley. �Qu� significa esto? significa que no hay m�rito en la fe, no hay lugar para jactarse.

La fe es la mano que toma, el ojo que mira, el pie que pisa, el coraz�n que conf�a. La fe es activa, pero no se clasifica como "obras de la ley". Funciona, pero funciona en un �mbito diferente al de la legalidad. La fe no dice, har� esto o aquello para ser salvo; m�s bien dice, har� esto y aquello por la confianza en mi Salvador.

Las obras de ley se encuentran en el dominio del esfuerzo por obtener la redenci�n; La fe obra �l en el �mbito de haber obtenido la redenci�n. Las obras de la ley hacen cosas para salvarse; la fe acepta la gracia como base de la salvaci�n, pero ser salvo se convierte en una realidad viva y bendita en el servicio valiente.

IV. LA VISI�N M�S GRANDE DE LA GRACIA ( Romanos 4:16 )

1. Temas vitales en juego. Las contiendas que giran en torno a la Ley y la Gracia no son peque�as. (1) Est� en juego la cuesti�n de "gloriarse". El cap�tulo cuatro lo expresa de esta manera: "Si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qu� gloriarse". (2) Est� en juego la cuesti�n de la salvaci�n como una "deuda". El cap�tulo cuatro contin�a: "Ahora bien, al que obra, el salario no se le cuenta como gracia, sino como deuda". Aqu� hay dos condiciones que merecen una profunda reflexi�n.

Abraham ten�a una fe vitalizada, una fe viva, una fe activa. Crey� a Dios y ofreci� a Isaac; crey� a Dios y sali� sin saber a d�nde iba. Fue un heredero de Dios, que muri� sin obtener su heredero; Dios le dio a Abraham una tierra que nunca hered�; una semilla que nunca vio. Sin embargo, la fe de Abraham nunca vacil�, porque vio el fruto de cada promesa de Dios, pero lo vio de lejos.

El resultado es que Abraham fue justificado ante Dios; pero no por sus obras, no porque ofreciera a Isaac, sino porque al ofrecerlo, supo que Dios era fiel, y por la fe lo recibi� de entre los muertos: no porque se fue al pa�s lejano, sino porque cont� �l mismo no es m�s que un extra�o y un peregrino a otro pa�s, cuyo Constructor y Hacedor es Dios.

Si Abraham hubiera sido justificado por las obras, podr�a haberse gloriado; sin embargo, fue justificado por la fe, y nos gloriamos en �l y en la gracia de Dios que estaba sobre �l.

Si Abraham hubiera sido justificado por las obras, habr�a tenido una recompensa, como una deuda; podr�a haber "ejecutado" a Dios, y haber exigido a Dios su salario. Sin embargo, dado que fue justificado por la fe, no ten�a ning�n derecho sobre Dios, ninguna exigencia forzada. Sin embargo, Dios respondi� a su fe con abundante recompensa.

2. Caminando en los pasos de Abraham. El vers�culo doce habla de andar "en los pasos de la fe de nuestro padre Abraham". Parece extra�o que los santos de un d�a posterior deban darse, como un. ejemplo, un hombre que vivi� y camin� con Dios siglos antes. Sin embargo, as� fue.

Abraham fue colocado en la llanura de la gracia y, por tanto, de la fe; porque, si su herencia hubiera sido de la Ley, la fe se habr�a invalidado y la promesa de Dios no habr�a tenido efecto. Entonces era cierto, y sigue siendo cierto que la Ley produce ira, porque el hombre est� indefenso ante sus justas demandas.

La salvaci�n, por tanto, es por fe, para que sea por gracia; "hasta el final, la promesa puede ser segura para toda la simiente".

V. MUERTOS A LA LEY PERO VIVOS PARA DIOS Y GRACIA ( Romanos 7:1 )

1. Una analog�a sorprendente. El s�ptimo cap�tulo de Romanos presenta a una mujer obligada por la Ley a su esposo mientras �l viva, pero libre de la Ley a su esposo cuando este muere.

El mensaje de esta analog�a es que morimos a la Ley en el Cuerpo de Cristo, que debemos casarnos con Otro, incluso con Aquel que ha resucitado de entre los muertos.

El resultado de esta analog�a produce esta declaraci�n: "Ahora somos librados de la ley, que estando muertos en que fuimos retenidos, para que sirvamos con novedad de esp�ritu, y no con la vejez de la letra".

El pecado, por el mandamiento, produjo en nosotros toda clase de maldad. Cuando vino el mandamiento, el pecado revivi� y morimos. Esto se debi� a que el pecado, aprovech�ndose del mandamiento, nos enga�� y nos mat�.

El pecado, por el mandamiento, fue hecho sumamente pecaminoso. Todo esto significa que cuando Dios dio la Ley, la comprensi�n del pecado y el sentido del pecado se hicieron super-evidentes. El hombre se ve�a a s� mismo como carnal, vendido al pecado. Cuanto m�s intentaba el pecador guardar la Ley, m�s se daba cuenta de su incapacidad para guardarla y de la pecaminosidad de su propio coraz�n.

Cuando vino la Ley, que era espiritual, el hombre despert� a su carnalidad. Cuando vino la Ley, que era santa, justa y buena, el hombre se dio cuenta de su inherente impiedad, corrupci�n y pecado.

El resultado de esta comprensi�n fue que el hombre grit�: "�Miserable de m�! �Qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte?"

2. Una consumaci�n bendita.

Se encontr� una salida del dominio del pecado a trav�s del Se�or Jesucristo. El resultado fue que, pasar de la muerte a la vida; pasando del dominio de la Ley al dominio de la Gracia, entramos en contacto con el Esp�ritu de vida, que nos liber� de la Ley del pecado y de la muerte. La consumaci�n, en todos sus beneficios, se establece en Romanos ocho. Lo que la Ley no pudo hacer; Dios, a trav�s de Cristo, lo hizo.

�Maravilla de maravillas! El hombre que hab�a fallado por completo en su carne para cumplir la justicia de la Ley, entrando en el reino del Esp�ritu, cumpli� la Ley.

Al cerrar este estudio, es con un gran eureka en nuestra alma; con una gran alabanza a Dios brotando de nuestro coraz�n. Lo imposible se hace posible. Donde el anciano, la carne, el ego, estaba condenado bajo los justos requisitos de la santa Ley de Dios; el nuevo hombre es un vencedor, por Grace. Que resuenen en tu mente las palabras: Si andamos en el Esp�ritu, no satisfaceremos los deseos de la carne,

UNA ILUSTRACI�N

EL TESORO ABIERTO Y LAS BOLSAS

"Si un rey poderoso abriera su tesoro, y pidiera a los hombres ma�z y trajeran sus bolsas, y tomaran todo lo que quisieran, �crees que descuidar�an esta ocasi�n de ganancia? Seguramente no; correr�an y buscar�an bolsa tras bolsa, y nunca cesar�n. As� act�a el Se�or para con nosotros en el pacto de la Gracia ". �l entrega toda su plenitud a su pueblo y dice: "Todo es tuyo". No estamos angustiados en �l.

Las bolsas llegar�n a su fin mucho antes de que se agote el tesoro. Vayamos, entonces, al trono de la gracia con mayores deseos y expectativas ampliadas: el Se�or no nos limita, �por qu� deber�amos ponernos en los peque�os comunes? "�l gaith, come y bebe, y bebe en abundancia, oh amado". Entonces, �por qu� nos sentamos a la mesa y nos morimos de hambre, o nos levantamos hambrientos? Por la fe, bebamos de la abundancia del mar de la Gracia, y participemos en gran medida del tesoro escondido que el Se�or ha reservado para nosotros.

CH Spurgeon.

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Romans 3". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/romans-3.html.
 
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