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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario completo de Henry sobre la Biblia Completo de Henry
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Colossians 3". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/colossians-3.html. 1706.
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Colossians 3". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/
Introducción
Se exhorta a los colosenses a tener mentalidad celestial; (1-4) a mortificar todos los afectos corruptos; (5-11) a vivir en el amor mutuo, la paciencia y el perd�n; (12-17) y a practicar los deberes de las esposas y los esposos, los hijos, los padres y los sirvientes. (18-25)
Versículos 1-4
1-4 Como los cristianos son liberados de la ley ceremonial, deben caminar m�s estrechamente con Dios en la obediencia evang�lica. Como el cielo y la tierra son contrarios el uno al otro, ambos no pueden seguirse juntos; y el afecto a uno debilitar� y disminuir� el afecto al otro. Los que nacen de nuevo est�n muertos al pecado, porque su dominio es quebrantado, su poder gradualmente sometido por la operaci�n de la gracia, y finalmente ser� extinguido por la perfecci�n de la gloria. Estar muerto, entonces, significa esto, que aquellos que tienen el Esp�ritu Santo, mortificando dentro de ellos las lujurias de la carne, son capaces de despreciar las cosas terrenales, y desear las celestiales. Cristo es, por el momento, alguien a quien no hemos visto; pero nuestro consuelo es que nuestra vida est� segura con �l. Las corrientes de esta agua viva fluyen en el alma por las influencias del Esp�ritu Santo, a trav�s de la fe. Cristo vive en el creyente por su Esp�ritu, y el creyente vive para �l en todo lo que hace. En la segunda venida de Cristo, habr� una reuni�n general de todos los redimidos; y aquellos cuya vida est� ahora escondida con Cristo, aparecer�n entonces con �l en su gloria. �Esperamos esa felicidad, y no deber�amos poner nuestros afectos en ese mundo, y vivir por encima de �ste?
Versículos 5-11
5-11 Es nuestro deber mortificar nuestros miembros que se inclinan a las cosas del mundo. Mortificarlos, matarlos, suprimirlos, como la mala hierba o las alima�as que se extienden y destruyen todo a su alrededor. Hay que oponerse continuamente a todas las obras corruptas, y no hay que dar cabida a las indulgencias carnales. Hay que evitar las ocasiones de pecado: los deseos de la carne y el amor al mundo; y la codicia, que es idolatr�a; el amor al bien presente y a los goces exteriores. Es necesario mortificar los pecados, porque si no los matamos, ellos nos matar�n a nosotros. El Evangelio cambia tanto las facultades superiores como las inferiores del alma, y apoya el gobierno de la recta raz�n y la conciencia, sobre el apetito y la pasi�n. Ahora no hay diferencia con el pa�s, ni con las condiciones y circunstancias de la vida. Es el deber de cada uno ser santo, porque Cristo es el Todo del cristiano, su �nico Se�or y Salvador, y toda su esperanza y felicidad.
Versículos 12-17
12-17 No s�lo no debemos hacer da�o a nadie, sino hacer el bien que podamos a todos. Aquellos que son los elegidos de Dios, santos y amados, deben ser humildes y compasivos con todos. Mientras estemos en este mundo, donde hay tanta corrupci�n en nuestros corazones, a veces surgir�n peleas. Pero es nuestro deber perdonarnos los unos a los otros, imitando el perd�n por el que hemos sido salvados. Que la paz de Dios reine en vuestros corazones; es obra suya en todos los que son suyos. La acci�n de gracias a Dios, ayuda a hacernos agradables a todos los hombres. El evangelio es la palabra de Cristo. Muchos tienen la palabra, pero mora en ellos pobremente; no tiene poder sobre ellos. El alma prospera, cuando estamos llenos de las Escrituras y de la gracia de Cristo. Pero cuando cantamos salmos, debemos estar afectados con lo que cantamos. Sea lo que sea que empleemos, hagamos todo en el nombre del Se�or Jes�s, y en dependencia creyente de �l. Los que hacen todo en el nombre de Cristo, nunca les faltar� materia de acci�n de gracias a Dios, incluso al Padre.
Versículos 18-25
18-25 Las ep�stolas que m�s se ocupan de mostrar la gloria de la gracia divina y de magnificar al Se�or Jes�s, son las que m�s insisten en los deberes de la vida cristiana. Nunca debemos separar los privilegios y los deberes del Evangelio. La sumisi�n es el deber de las esposas. Pero es la sumisi�n, no a un se�or severo o a un tirano severo, sino a su propio marido, que est� comprometido con el deber afectivo. Y los maridos deben amar a sus esposas con afecto tierno y fiel. Los hijos obedientes son los que m�s prosperan. Y los padres deben ser tiernos, as� como los hijos obedientes. Los siervos deben cumplir con su deber y obedecer las �rdenes de sus amos, en todo lo que sea compatible con el deber hacia Dios, su amo celestial. Deben ser justos y diligentes; sin designios ego�stas, ni hipocres�a ni disimulo. Los que temen a Dios, ser�n justos y fieles cuando est�n bajo la mirada de su amo, porque saben que est�n bajo la mirada de Dios. Y hagan todo con diligencia, no con desidia y pereza; con alegr�a, no descontentos con la providencia de Dios que los puso en esa relaci�n. Y para est�mulo de los siervos, que sepan que al servir a sus amos seg�n el mandato de Cristo, sirven a Cristo, y �l les dar� al fin una gloriosa recompensa. Pero, por otra parte, el que hace el mal, recibir� por el mal que ha hecho. Dios castigar� al injusto, as� como recompensar� al siervo fiel; y lo mismo si los amos hacen mal a sus siervos. Porque el justo Juez de la tierra har� justicia entre el amo y el siervo. Ambos estar�n en el mismo nivel en su tribunal. Cu�n feliz ser�a el mundo si la verdadera religi�n prevaleciera en todas partes, influyendo en todos los estados de cosas y en todas las relaciones de la vida. Pero la profesi�n de aquellas personas que no tienen en cuenta sus deberes, y que dan un motivo justo de queja a aquellos con los que se relacionan, se enga�a a s� misma, adem�s de traer reproche al evangelio.