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Bible Commentaries
1 Corintios 12

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

Este Cap�tulo muy bendito, de principio a fin, est� dirigido a un mismo Tema; es decir, para describir la Unidad y Uni�n de Cristo y su Iglesia. El Ap�stol desde all� muestra que todos los dones y gracias espirituales que disfrutan los miembros de Cristo, fluyen de su gloriosa Cabeza, a trav�s del bendito Ministerio de Dios el Esp�ritu Santo.

Versículos 1-3

(1) Hermanos, en cuanto a los dones espirituales, no quiero que ignor�is. (2) Sab�is que fuisteis gentiles, llevados a estos �dolos mudos, como fuisteis conducidos. (3) Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Esp�ritu de Dios, llama anatema a Jes�s; y que nadie puede decir que Jes�s es el Se�or, sino por el Esp�ritu Santo.

A semejanza del cuerpo humano, el Ap�stol, en este cap�tulo, expone el hermoso orden que hay en la Iglesia, como cuerpo de Cristo. Porque, como en el marco humano cada parte, ministra la misma situaci�n designada, en la promoci�n del bienestar y la armon�a del todo; de modo que los miembros del cuerpo m�stico de Cristo tienen cada uno su posici�n distinta y separada, y bajo la influencia de su gran Cabeza, act�an mutuamente en el cumplimiento de los sagrados prop�sitos de su voluntad.

Con esto, como el objetivo principal que ten�a en vista, el Ap�stol abre el cap�tulo sobre el tema de los dones espirituales, que desea a los hermanos (como �l llama a la Iglesia hermanos de Cristo y unos de otros), que no sean ignorante, pero, tiene una aprehensi�n adecuada acerca de. Y, para que todo el cuerpo de la Iglesia pueda aprender en un momento, que todos y cada uno de los dones espirituales deben haber sido recibidos del Se�or, y ni creados ni aumentados por s� mismos, les recuerda el estado de paganismo e idolatr�a. de donde el Se�or los hab�a llamado.

�Lector! Te ruego que no pases por alto esto, ya que se relaciona con tu propia instancia. Nada puede tender m�s eficazmente a ocultar el orgullo a los ojos, que ser frecuentemente guiados por el Esp�ritu Santo de regreso para ver nuestro terrible estado de ceguera, ignorancia y corrupci�n, cuando estamos en los d�as de nuestra no regeneraci�n. Por lo tanto, el Se�or le pide a la Iglesia, mientras sigue la justicia y busca al Se�or, que mire a la roca de donde fueron tallados, y al hoyo del hoyo donde fueron excavados, Isa�as 51:1 . Ver 1 Corintios 4:6

Considero el tercer vers�culo de este cap�tulo como un pasaje muy sorprendente, y eminentemente dise�ado, despu�s de lo que el Ap�stol hab�a dicho antes, para capacitar no solo a los corintios a quienes escribi�, sino a la Iglesia de Dios en todas las edades, para determinar el estado de su fe en Cristo por este est�ndar. Si el lector mira las palabras con la debida atenci�n, descubrir�, bajo la ense�anza divina, que ofrecen un doble testimonio para que el hijo de Dios se conozca a s� mismo, en su aprehensi�n de la Persona y gloria del Se�or Jesucristo. .

Ning�n hombre que hable por el Esp�ritu de Dios llama anatema a Jes�s. Era una cosa muy com�n entre los jud�os, considerados a nivel nacional, hablar de Cristo como el Tolah, o el hombre colgado de un �rbol; y, como declaraba su ley, el que fue colgado, maldito por Dios; Deuteronomio 21:23 , as� que le agregaron; acerca de Cristo, maldito de Dios, no sab�an, porque sus ojos estaban cegados y no pod�an), c�mo entrar en la comprensi�n de lo que el Esp�ritu Santo ense�� a todo su pueblo que Cristo nos ha redimido de la maldici�n de la ley siendo hizo una maldici�n por nosotros, G�latas 3:13 .

Pero, como los jud�os ciegos y los gentiles con prejuicios, mientras estaban en un estado de naturaleza inconversa, ambos se unieron a este reproche de Cristo; sin embargo, la Iglesia, iluminada ahora por la ense�anza divina, da este testimonio, ning�n hombre que hable por el Esp�ritu de Dios llama anatema a Jes�s. El Maestro Todopoderoso les ense�� benditamente a contemplar a Cristo como hecho pecado y maldici�n por su pueblo, y por el cual redimi� a todo su pueblo de la totalidad, y por el cual fueron hechos justicia de Dios en �l, 2 Corintios 5:21 .

Sin embargo, aunque fue hecho pecado y maldici�n, �l mismo era santo y bendecido. Los pecados de su pueblo fueron puestos sobre �l, no sobre �l; como su justicia es puesta sobre nosotros, no en nosotros. �Lector! observe la distinci�n. Como nuestros pecados solo pueden ser cargados sobre Cristo, y no entrar en Cristo, aunque se convierta en una maldici�n para su Iglesia, como garant�a de su Iglesia; sin embargo, durante todo ese tiempo, �l mismo era santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho m�s alto que los cielos, Hebreos 7:26 .

Y, de la misma manera, la justicia de Cristo es para todos y para todos los que creen: Romanos 3:22 , no en, sino sobre, no surgiendo de ellos mismos, sino para ellos de Cristo. Este es un testimonio precioso del hablar del creyente por el Esp�ritu de Dios. Y el otro es as�.

Nadie puede decir que Jes�s es el Se�or, sino por el Esp�ritu Santo. Con lo cual el Ap�stol no quiso decir que el mero hecho de decirlo era imposible, sino por influencias divinas. Porque, muchos hombres del conocimiento hist�rico, pueden tanto decirlo como creerlo. Los demonios creen y tiemblan, Lucas 4:34 ; Santiago 2:19 .

Pero, el significado del Ap�stol es que ning�n hombre puede conocer a Jes�s como el Jehov� visible, sino por la obra del Esp�ritu en el coraz�n. El verdadero y sincero gozo de Cristo, solo se puede lograr mediante la gracia vivificadora e iluminadora de Dios el Esp�ritu Santo en el alma. Cuando un hombre ha recibido un esp�ritu de sabidur�a y revelaci�n en el conocimiento de �l, puede entonces, y no antes, decir verdaderamente que Jes�s es el Se�or; s�, su Se�or, el Se�or su justicia, Efesios 1:17 ; Jeremias 23:6 ; 1 Corintios 1:30 .

�Lector! �Ha bendecido el Se�or tu alma con este doble testimonio de Jes�s, y de la verdad como es en Jes�s? Sea muy alegre con estos preciosos regalos. Son misericordias raras en la actual generaci�n que deshonra a Dios, desprecia a Cristo y repudia al Esp�ritu Santo. El conocimiento de Cristo, la fe en Cristo, la dependencia de Cristo y el caminar una vida con Cristo, son dulces pruebas de un inter�s en el Pacto, que est� ordenado en todas las cosas y seguro, 2 Samuel 23:5 .

El Se�or Jes�s les habla a todos con esas dulces palabras, Lucas 10:23 , y de todos ellos al Padre con esas dulces palabras, Mateo 11:25 .

Versículos 4-6

(4) Ahora hay diversidad de dones, pero el mismo Esp�ritu. (5) Y hay diferencias de administraciones, pero el mismo Se�or. (6) Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que obra todo en todos.

El Ap�stol entra aqu� en el gran tema de los dones espirituales a la Iglesia de Dios. Y comienza en la fuente, llam�ndolos regalos. Todo lo cual anula la idea de todo m�rito. Porque lo que es de regalo o de gracia, no puede ser deuda. Y lo que hace que el tema sea tan verdaderamente bendecido es que remite todo al mismo Ser Todopoderoso, el Esp�ritu Santo. Por m�s diversificado, numeroso o extenso que sea, Dios el Esp�ritu es el Autor y Dador de todo.

Y lo que, si es posible, es a�n m�s entra�able, el que unge a todos los miembros de Cristo, es el mismo que unge tambi�n la cabeza. Es el mismo Esp�ritu Todopoderoso que obra en todos, y sobre todos, toda la familia, que obr� en Cristo y sobre Cristo, cuando fue ungido con �leo de alegr�a por sus compa�eros o por encima de ellos, Salmo 45:7 ; Hebreos 1:9 .

En Cristo, en verdad, como fuente. En sus miembros, como en vasos. Porque el Esp�ritu no le fue dado por medida, Juan 3:34 . Pero a cada uno de nosotros, (dice el Ap�stol, hablando a la Iglesia), se le da la gracia seg�n la medida del don de Cristo, Efesios 4:7 . �Lector! �Aprecie el pensamiento, porque es verdaderamente bendecido!

Versículos 7-11

(7) Pero a cada uno le es dada la manifestaci�n del Esp�ritu para provecho. (8) Porque a uno le es dada por el Esp�ritu palabra de sabidur�a; a otro, la palabra de conocimiento por el mismo Esp�ritu; (9) A otro fe por el mismo Esp�ritu; a otro, los dones de sanidad por el mismo Esp�ritu; (10) Para otro, la obra de milagros; a otra profec�a; a otro discernimiento de esp�ritus; a otras diversas clases de lenguas; a otro, interpretaci�n de lenguas. (11) Pero todo esto obra uno y el mismo Esp�ritu, repartiendo a cada uno seg�n su voluntad.

Muy afortunadamente se nos dice que esas manifestaciones del Esp�ritu Santo se dan a todo hijo de Dios, para su mejoramiento espiritual en el conocimiento de Dios, y del Padre, y de Cristo; en quien est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento, Colosenses 2:2 . Esto deber�a considerarse bien. Nuestra uni�n con Cristo, que muestra el Esp�ritu; bajo sus influencias vivificadoras, lleva al alma regenerada a mejorar ese conocimiento en ocasiones de consuelo y gozo santo, a trav�s de todo nuestro caminar de fe.

Cristo, como nuestra Cabeza y Esposo, se nos manifiesta continuamente por el Esp�ritu, con el prop�sito de mostrarnos que, cualesquiera que sean nuestras necesidades o nuestros ejercicios, independientemente de las circunstancias o las pruebas, el Esp�ritu Santo nos manifiesta a Cristo para nuestro beneficio. Esta manifestaci�n predic� a Cristo, muestra a Cristo, proclama a Cristo en toda su idoneidad y suficiencia. Y este �nico oficio, el de Dios el Esp�ritu Santo, testifica m�s fuerte de su persona y albedr�o, y que en el Pacto, su ministerio deb�a y debe ser llevado a cabo a trav�s de todo el tiempo-estado de la Iglesia, hasta que la gracia sea cumplida. terminado en gloria.

Si el lector cuenta los varios dones, que aqu� se dice que son obra y gracia del Esp�ritu Santo, encontrar� no menos de nueve enumerados claramente. Tampoco lo son todos los que est�n en la creaci�n y el don del Se�or el Esp�ritu Santo. En la palabra de Dios se habla de otros innumerables. Sea esp�ritu de juicio y esp�ritu de ardor; Isa�as 4:4 , un esp�ritu de gracia y de s�plica, Zacar�as 12:10 , un embajador, Juan 16:7 .

abogado, Juan 16:8 , maestro, Romanos 8:26 , el glorificador del Se�or Jes�s, Juan 16:14 . En resumen, sus gracias y dones en la econom�a de la Alianza son tantos y variados que ser�a dif�cil, si no imposible, particularizarlos todos.

Pero estos est�n marcados en este cap�tulo; para mostrar cu�n misericordioso es el Se�or, y cu�nto depende de su ministerio eficiente en la iglesia de Cristo, para conocimiento espiritual, mejoramiento y consuelo. Un hijo de Dios no puede ejercer ni un solo acto de fe sobre la Persona u obra de Cristo, sino por su poder inmediato. El hijo de Dios no puede aprehender una promesa, mucho menos suplicar, sino que el Se�or el Esp�ritu la abre a su vista y lo impulsa a presentarla para su aceptaci�n y pago ante el trono.

Y, a pesar de que Dios el Esp�ritu ha regenerado esa alma y ha dado vida y luz en Cristo a todas sus facultades reci�n nacidas; sin embargo, las acciones de la naturaleza renovada solo pueden mantenerse vivas y en dulce gozo sobre la Persona, obra, derramamiento de sangre y justicia del Se�or Jesucristo, por las gracias vivificadoras de Dios el Esp�ritu Santo. Por eso, el Ap�stol ora para la Iglesia a esta cantidad.

El Se�or (dice) dirija sus corazones hacia el amor de Dios y hacia la paciente espera de Cristo, 2 Tesalonicenses 3:5

�Lector! Les ruego que se detengan en esta visi�n de Dios el Esp�ritu Santo, y su ministerio divino, que el Ap�stol ha dado aqu� en estas pocas palabras. Todo esto obra en un mismo Esp�ritu, repartiendo a cada uno individualmente como quiere. Por lo tanto, debe seguirse innegablemente que toda la vida y acci�n espiritual provienen de �l. Crear trabajo, renovar el trabajo, avivar al principio el alma, que antes estaba muerta en delitos y pecados, y mantener viva el alma cuando es avivada por sus comunicaciones diarias, horarias y minuciosas, debe ser Suya, Efesios 2:5 ; Salmo 22:29 .

Diga entonces, lector, �puede alg�n hecho sobre la tierra ser m�s claro y palpable que el hecho de que Dios el Esp�ritu Santo es una Persona cuya Agencia Todopoderosa crea todas las bendiciones espirituales, divide todas las bendiciones espirituales y da a cada uno individualmente como quiere? �Puede algo manifestar la voluntad y el acto de una Persona de manera m�s clara y completa que por lo que aqu� se dice? �Oh! la ceguera, la insensatez y la atrevida presunci�n de la actual generaci�n que desprecia a Cristo y que repudia al Esp�ritu Santo.

Versículos 12-26

(12) Porque as� como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, as� tambi�n Cristo. (13) Porque por un solo Esp�ritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean jud�os o griegos, sean esclavos o libres; ya todos se les dio a beber de un mismo Esp�ritu. (14) Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos. (15) Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo; por tanto, �no es del cuerpo? (16) Y si dijere el o�do: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo; por tanto, �no es del cuerpo? (17) Si todo el cuerpo fuera ojo, �d�nde estar�a el o�do? Si todo fuera o�do, �d�nde estar�a el olfato? (18) Pero ahora Dios ha puesto los miembros a cada uno de ellos en el cuerpo, como le agrad�.

(19) Y si fueran todos un miembro, �d�nde estar�a el cuerpo? (20) Pero ahora son muchos miembros, pero un solo cuerpo. (21) Y el ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni la cabeza a los pies, no te necesito. (22) Es m�s, son mucho m�s necesarios los miembros del cuerpo que parecen m�s d�biles; (23) Y aquellos miembros del cuerpo que pensamos que son menos honorables, a �stos les damos m�s honra; y nuestras partes desagradables tienen una hermosura m�s abundante.

(24) Porque nuestras partes bonitas no tienen necesidad; pero Dios ha templado el cuerpo juntamente, habiendo dado mayor honor a la parte que faltaba: (25) Para que no haya cisma en el cuerpo; pero que los miembros deben tener el mismo cuidado unos por otros. (26) Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con �l; o un miembro sea honrado, todos los miembros se regocijan con �l.

El Ap�stol se adentra aqu� en esa hermosa ilustraci�n, que ten�a en mente desde el principio, para mostrar la unidad de Cristo y su Iglesia, y que explica por la semejanza del cuerpo humano. Porque, como la estructura humana, compuesta de un n�mero infinito de partes, es, despu�s de todo, un todo completo; tambi�n lo es el cuerpo m�stico de Cristo. La Iglesia de Cristo es una sola. Aunque algunos de sus miembros est�n en el cielo, otros en la tierra, y algunos a�n no han nacido; sin embargo, todas las formas son un solo y mismo cuerpo completo.

As� lo declara el mismo Jes�s, Cantares de los Cantares 6:9 . Y es un dulce pensamiento. Dondequiera que est�n sus miembros, ya sea en el cielo o en la tierra, nacidos o no nacidos, deben ser igualmente queridos por Jes�s; siendo igualmente el don de su Padre, igualmente comprometido ante todos los mundos por el Hijo, Oseas 2:19 , e igualmente redimido durante el tiempo-estado de la Iglesia sobre la tierra, e igualmente los objetos de la gracia regeneradora de Dios el Santo Fantasma.

Y esta preciosa verdad nos es le�da con mucha bendici�n, por lo que el Ap�stol ha dicho aqu�, en relaci�n con la igualdad del bautismo, por el cual todos son bautizados por un Esp�ritu en un solo cuerpo. No el bautismo en agua, sino por un solo Esp�ritu. Muchos pueden ser bautizados en agua (y es de temer que los haya), que nunca fueron bautizados por el Esp�ritu: testigo Sim�n el Mago, Hechos 8:9 .

Y muchos pueden ser bautizados por el Esp�ritu Santo, que nunca fueron bautizados en agua, testigo del Ladr�n en la Cruz. En Cristo Jes�s, ni la circuncisi�n vale nada, ni la incircuncisi�n, sino una nueva criatura, G�latas 6:15 . �Oh! porque esa dulce promesa de Jes�s que les dio a sus disc�pulos, de ser mi misericordia diaria, de ser bautizados con el Esp�ritu Santo, Hechos 1:5

�Cu�n hermoso ha expuesto el Ap�stol las diferentes partes del cuerpo humano, a modo de representaci�n de los diferentes miembros del cuerpo m�stico de Cristo? Es realmente una bendici�n ver qu� analog�a hay entre el cuerpo corporal y el cuerpo espiritual; y que, por cierto, se convierte en una prueba de que ambos son producidos por el mismo Arquitecto y Constructor Todopoderoso.

Primero: el cuerpo no es, como dice el Ap�stol, un miembro, sino muchos. Se compone de muchas y diversas partes, todas hermosas en sus diversos oficios y personajes, todas igualmente �tiles en sus diversos prop�sitos y dise�os; y todos ministrando por igual en sus respectivas situaciones y circunstancias, para el bienestar general de todos. Ahora bien, tal es el cuerpo m�stico de Cristo. El cuerpo de Cristo, su Iglesia, no es un miembro, sino muchos.

Hay algunas grandes, algunas peque�as, algunas de habilidades m�s grandes, algunas m�s peque�as, algunas d�biles, algunas fuertes; algunos m�s sabios, otros menos. Pero el m�s humilde, as� como el m�s grande, es igualmente necesario para formar el cuerpo completo: tampoco el cuerpo ser�a completo, si faltara el miembro m�s peque�o, y aparentemente el m�s insignificante.

Y en segundo lugar: el m�s alto no puede reprochar al m�s bajo, como si fuera in�til. El pie no puede decir, porque no soy la mano, no soy del cuerpo. Ninguno de los dos puede decirle a otro que no lo necesita. As�, de la misma manera, los miembros de Cristo m�s humildes son tan importantes en sus oficios aparentemente menores, como los m�s altos y mejores. El Se�or, el Hacedor, ha templado a todos, para hacer que todos sean ministros en el departamento para el cual el Se�or los ha designado, y para que todos act�en en la posici�n que el Se�or ha se�alado, para su mutua felicidad y para su gloria.

Y en tercer lugar: lo que hace que el conjunto sea querido y lo hace verdaderamente bienaventurado es que, como el Se�or es el Hacedor de todo, por su sabidur�a infinita ha designado a todo y por su poder lo gobierna todo; de modo que todos son igualmente queridos para Aquel de quien todos son, y de quien todos reciben lo que todos son, y act�an s�lo cuando son conducidos con gracia, para promover los fines para los que fueron creados y hechos; su gloria y su felicidad.

Y este es el verdadero prop�sito de la Iglesia de Cristo. Este pueblo (dice el Se�or) lo Isa�as 43:21 para m�, y cualquier alabanza Isa�as 43:21 , Isa�as 43:21 . �Lector! No te alejes de esta hermosa ilustraci�n del Ap�stol, que �l hace, del orden sabio y bondadoso que el Se�or ha formado, al componer la estructura humana como un cuerpo; sin extraer de ella lo que el Esp�ritu Santo del Ap�stol evidentemente pretend�a de la semejanza, al explicar el orden a�n mucho m�s elevado en su ordenaci�n del marco espiritual de los miembros m�sticos de Cristo.

Todos unidos a la �nica y gloriosa Cabeza, y cada miembro que recibe vida, acci�n e influencia de �l, mientras est� dulcemente ordenado y gobernado por su infalible sabidur�a y amor, se supone que se ministran mutuamente para su alabanza y su consuelo. En el gozo de un miembro, todos participan. En la aflicci�n de uno, todos se compadecen. Porque como en el cuerpo humano, si se aplasta la mano o el brazo, todo el cuerpo siente: as� en el marco espiritual, los sufrimientos de cualquiera de los miembros de Cristo despiertan el sentimiento de compa�erismo de toda la Iglesia.

�Lector! �es as� contigo? �Participas en los ejercicios de los peque�os de Cristo? �Te regocijas en el bienestar de Sion, o te lamentas con los que lloran? Isa�as 62:1 ; Salmo 139:1 todas partes.

Versículos 27-31

(27) Ahora sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular. (28) Y a unos puso Dios en la iglesia, primero ap�stoles, luego profetas, lo tercero maestros, despu�s milagros, luego dones de sanidades, ayudas, gobiernos, diversidad de lenguas. (29) �Son todos ap�stoles? son todos profetas? son todos profesores? �Son todos obradores de milagros? (30) �Tienen todos los dones de sanidad? �Todos hablan con las lenguas? todos interpretan? (31) Antes bien, codiciad los mejores dones y, sin embargo, os mostrar� un camino m�s excelente.

Aqu� el Ap�stol forma su conclusi�n a partir de todo lo que ven�a avanzando, en referencia a la Iglesia de Cristo. Considera todo el cuerpo m�stico de nuestro Se�or, bajo el mismo hermoso orden en que lo hab�a hecho antes, al contemplar el cuerpo humano, y muestra, tan claro como las palabras pueden aclarar el tema, que as� como Cristo y su pueblo son uno, as� el diferentes miembros, colocados de acuerdo con su infinita sabidur�a, aunque diversificados como necesariamente lo deb�an ser, en departamentos superiores e inferiores, aunque algunos eran Ap�stoles, Profetas y Maestros, y otros llamados a los oficios m�s humildes de ser ministrados; sin embargo, todos eran igualmente �tiles en su posici�n, igualmente importantes en el estado donde el Se�or los hab�a colocado, e igualmente interesados ??en el afecto y la consideraci�n del Se�or.

�Lector! No puede haber una prueba m�s alta sobre la tierra, que la que se da aqu�, de la igual atenci�n que el Se�or Jes�s presta a su cuerpo m�stico, en todos los varios miembros que lo componen. Y debe ser muy dulce, tanto para los m�s exaltados como para los m�s humildes del pueblo del Se�or. El mayor no tiene nada de qu� jactarse con respecto a su movimiento en los departamentos superiores de la Iglesia; ni el m�s humilde para ser abatido, cuando en alg�n momento se siente consciente de una posici�n baja, o m�s ejercitada.

Porque como en una m�quina grande y complicada, la parte m�s peque�a en el funcionamiento de ella tiene su funci�n especial, y sin cuyas operaciones no se podr�a llevar a cabo la totalidad: as� en el gobierno misterioso de la Iglesia de Dios, el m�s peque�o de los de Cristo los peque�os, son colocados por �l para el bienestar general de todo el cuerpo, y brindan ocasi�n para las demostraciones incesantes de su amor; e invocando las gracias de su Esp�ritu, tanto en ellos como en todos sus miembros.

Y cuando el todo llegue a ser desplegado a la vista, se ver� que todos han sido meros receptores solamente; el m�s alto nada de qu� jactarse y el m�s bajo nada de qu� llorar por no haber recibido m�s. La gloria de Cristo, como Cabeza de su cuerpo, la Iglesia, es el �nico gran y �nico designio del conjunto. La profundidad de las riquezas en la administraci�n divina, aunque nunca se explorar� completamente, en cierta medida estar� m�s abierta a la vista.

Y la asombrada Iglesia de Cristo, descubriendo su �ntima vinculaci�n con su Se�or, su eterna uni�n con ella y su amor por ella, le explicar� mil cosas, que ahora ejercen fe y paciencia. �Y qui�n calcular� el gozo y la gloria reflejados por Cristo en su Iglesia, que luego llenar� el alma arrebatada, cuando de inmediato lo contemple como la Cabeza y la plenitud de todo? Porque de �l, y por �l, y para �l, son todas las cosas; a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Am�n, Romanos 11:33 hasta el final.

No debo cerrar el Cap�tulo, antes de haber pedido al lector que me comente el significado de la expresi�n del Ap�stol, cuando dice: vosotros sois el cuerpo de Cristo. No el cuerpo natural de Cristo, que tom� en uni�n con su Deidad. No es de Cristo personal de quien habla Pablo, sino de Cristo m�stico. En esa porci�n pura y santa de nuestra naturaleza, que asumi� el Hijo de Dios, y que, por la uni�n con la naturaleza divina, form� una Persona, de all� llamada Cristo; contemplamos al Mediador glorioso, y Dios-Hombre, como es en s� mismo: en quien habit� corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Colosenses 2:9 .

Pero cuando Pablo, o cualquiera de los Escritores sagrados, habla del cuerpo de Cristo, la Iglesia no se refiere a Cristo personal, sino a Cristo m�stico; es decir, Cristo en sus miembros. Es ese cuerpo, que Dios el Padre, en su oficio de Pacto, le dio; y que Dios el Esp�ritu Santo ungi� con �l y en �l; y entreteji� con �l en cada miembro que le fue dado; y en el estado de tiempo de la Iglesia, regenera y aviva en �l.

Este es el cuerpo m�stico de Cristo: su templo, su cuerpo, la Iglesia. Y es bienaventurado, s�, muy bienaventurado, cuando contemplamos c�mo el relato del Ap�stol que se da aqu� queda plenamente probado, cuando dice: Ahora sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular.

Todo hijo de Dios, dado por el Padre, Efesios 1:4 , desposado por el Hijo, Oseas 2:1 , y regenerado por el Esp�ritu Santo, 2 Pedro 1:3 , es a todos los efectos, una parte de Cuerpo m�stico de Cristo; porque todo ese hijo de Dios, siendo de la simiente de Cristo, est� unido a Cristo, tanto en cuerpo como en esp�ritu; e interesado en todo lo que pertenece a Cristo, como Cristo, tanto ante todos los mundos, durante todo el tiempo-estado de la Iglesia, como en y durante toda la eternidad que ha de seguir.

De ah� esa multitud de promesas, de las que abunda la palabra de Dios, G�nesis 12:3 con G�latas 3:16 ; Isa�as 59:21 ; Isa�as 59:21 ; Salmo 89:29 ; Salmo 89:29 .

Y es en virtud de esta uni�n, que los esp�ritus de los justos hechos perfectos est�n ante el trono de Dios y del Cordero; cuando sus cuerpos vuelvan a su polvo original: Hebreos 12:23 , y sus cuerpos duerman en Jes�s, siendo uno con Jes�s, y ser� vivificado en la ma�ana de la resurrecci�n, no por el poder desnudo de Dios, sino por el Esp�ritu. de Cristo morando en ellos, 1 Tesalonicenses 4:16 ; 1 Tesalonicenses 4:16 ; Apocalipsis 14:13 ; Juan 11:25 ; Romanos 8:10 .

�Lector! Le suplico que reflexione sobre el tema. De hecho, es muy dulce y precioso. Una uni�n con Cristo trae consigo todo lo que es bendecido en Cristo. Porque as� como es una uni�n espiritual, que se une al Se�or siendo un solo Esp�ritu: 1 Corintios 6:17 , as� abre una fuente continua de gozo y felicidad incesantes.

Viviendo en Cristo, recibiendo todas las comunicaciones de Cristo, y todas las fuentes de la gracia espiritual y los refrigerios que est�n en Cristo, el coraz�n de los redimidos se alegra, cualesquiera que sean las circunstancias externas; porque Jes�s ha dicho: porque yo vivo, vosotros tambi�n vivir�is, Juan 14:19 . He aqu�, pues, que muchas cosas benditas y preciosas est�n contenidas en las palabras del Ap�stol, cuando dice: Ahora vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular.

Me quedo sin observar lo que agrega Pablo sobre la diversidad de oficios en la Iglesia. La conclusi�n del Ap�stol, nos llama a apartarnos de los hombres y de los diversos dones que les han sido otorgados para la Iglesia, para que miremos al Se�or. Codicia fervientemente los mejores dones, es decir, lo que Cristo ha prometido, las riquezas duraderas y la justicia que �l da, Proverbios 8:17 .

Y sin embargo (dice Pablo) os muestro un camino m�s excelente; es decir, Cristo mismo, que es el camino, s�, el �nico camino, la verdad y la vida, Juan 14:6 . �Lector! �Qu� son todos los dones y gracias comparados con Cristo? Dones, s�, los dones de Cristo no son Cristo. Cuando Jes�s viene a visitar un alma, en verdad trae consigo sus dones; como un gran pr�ncipe, cuando viaja, es atendido por sus sirvientes.

Pero, �qui�n perder�a de vista al Pr�ncipe para mirar a sus sirvientes? �Qui�n conceder�a su tiempo en la corte, contemplando el carruaje del rey, en lugar de contemplar al propio rey en su belleza? Isa�as 33:17 . �Precioso Jes�s! s� t� el camino m�s excelente a mi alma. Y mientras aprendo a valorar y valorar altamente todas tus muestras de amor, como muestras de amor de mi Se�or; �Que yo sepa premiarte sobre todo, mi Se�or, mi vida, mi camino, mi porci�n para siempre!

Versículo 31

REFLEXIONES

�Bendito Dios el Esp�ritu! �Deja que mi pobre alma nunca ignore los dones espirituales! S�, en verdad, oh Se�or, a trav�s de tus avivamientos divinos y ense�anzas de gracia, que como aquellos corintios, una vez fui un gentil ignorante, ciego y sin sentido; llevado a los �dolos, y tropiezos del pecado y de la iniquidad que una naturaleza ca�da, bajo el dominio de Satan�s, puso en mi coraz�n, Bendito sea el Se�or el Esp�ritu, que me sac� de las tinieblas y me ha capacitado que yo diga que Jes�s es Jehov�, y mi Se�or! Y deseo bendecir a Dios el Esp�ritu Santo, por todos sus dones espirituales para m�, para cada hijo de Dios, s�, para toda la Iglesia, Bendito sea el Se�or, por los innumerables dones sin nombre con los que bendice al pueblo. ! Todos son suyos.

Desde el primer momento, en el que el Se�or da vida al pobre pecador, a trav�s de todas las vastas diversidades de dones que otorga a cada santo, ya sea profeta, ap�stol o maestro; hasta que lleve a casa a toda la Iglesia, rica, para gloria en Cristo; Bien s�, y confieso con santa alegr�a, que es el mismo DIOS, que obra todo en todos. �S�! �T�, Ministro Todopoderoso de la Iglesia! Estoy seguro de que todo esto obra el Uno y el Esp�ritu de s� mismo, dividiendo a cada hombre individualmente como lo desee.

�Y bendito sea tu Nombre, dulce y precioso Jes�s! t� y tu Iglesia son una. Muchos son los miembros de tu cuerpo m�stico; sin embargo, ya sea en el cielo o en la tierra, todav�a es uno. Nuestro Se�or Jes�s, nuestra gloriosa Cabeza, tiene un solo cuerpo. Nuestro fiel Esposo, pero nuestra Esposa. �Oh! entonces, �posee, bendice, santifica, guarda, ama y del�itate en tu Esposa, la Iglesia! �Hazla, Se�or! lo que quieres que sea.

Y finalmente tr�ela a casa, como a alguien desposado por ti mismo, y presentado por ti mismo y a ti mismo, una Iglesia gloriosa: el cuerpo de Cristo, y los miembros en particular, para que sean santos y sin mancha, ante ti para siempre.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 12". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-12.html. 1828.
 
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