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Bible Commentaries
1 Corintios 4

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

Una cuenta m�s sobre los ministros. La humilde opini�n que Pablo da de s� mismo y de sus pocos compa�eros fieles.

Versículos 1-5

(1) Que alguien nos considere as�, como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios. (2) Adem�s, en los mayordomos se requiere que el hombre sea hallado fiel. (3) Pero para m� es una cosa muy peque�a que yo sea juzgado por ustedes, o por el juicio de los hombres; s�, yo no me juzgo a m� mismo. (4) Porque no s� nada por m� mismo; pero no por esto soy justificado, pero el que me juzga es el Se�or. (5) Por tanto, no juzgu�is nada antes de tiempo, hasta que venga el Se�or, el cual aclarar� lo oculto de las tinieblas y manifestar� los consejos de los corazones; y entonces cada uno tendr� de Dios la alabanza.

El Ap�stol abre este Cap�tulo, con un relato muy modesto de s� mismo y de sus colaboradores en el ministerio, deseando que la Iglesia los considere en su propio car�cter, literalmente como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios; aunque Pablo mismo era un ap�stol, y eminentemente llamado a ser un ap�stol, y podr�a haberse tomado el honor de esa exaltada posici�n.

Pero rechaz� el todo. Prefer�a tener en cuenta la terrible responsabilidad del fideicomiso que enorgullecerse de la dignidad del cargo. Y deseaba que todos lo consideraran a �l y a sus compa�eros en el ministerio, con quienes se puso en un nivel, en una luz no superior. Cu�n sumamente deseable era que en todas las �pocas sucesivas de la Iglesia, los hombres que profesan el ministerio hubieran tomado al Ap�stol como ejemplo.

Porque, �qu� es un ministro sino un siervo? seg�n la propia declaraci�n de nuestro Se�or sobre el car�cter, Mateo 20:26 . �Y qu� es un mayordomo, sino aquel cuyo oficio principal es el de hacer provisiones para el alimento de la familia y dar a la casa su porci�n a su debido tiempo, Lucas 12:42 ?

Y la importancia de considerar las cosas bajo esta luz, es muy evidente, cuando se recuerda, que el Se�or de la casa, cuando finalmente se d� cuenta, tendr� en cuenta a sus sirvientes, no por la dignidad de su cargo, sino por su utilidad en su empleo; no por rango, sino por trabajo, no seg�n su posici�n entre los hombres, sino por sus labores en la casa de Dios. Y qu� tremenda cuenta tendr�n que dar los que se han entregado a su servicio, sin que �l los haya llamado, no los haya autorizado; y cuando all�, �han descuidado su servicio, y se han ense�oreado de la herencia de Dios, y han tomado la supervisi�n por ganancias deshonestas? El Se�or Jes�s ya ley� la sentencia de todos ellos en esa solemne Escritura.

El Se�or de ese siervo vendr� el d�a que no lo mira, y a la hora en que no se da cuenta, y lo despedazar�, y fijar� su porci�n con los incr�dulos, Lucas 12:46 .

Versículos 6-13

(6) Y estas cosas, hermanos, en una figura las he transferido a m� ya Apolos por amor a ustedes; para que aprendas en nosotros a no pensar en los hombres m�s all� de lo que est� escrito, para que ninguno de vosotros se envanezca unos contra otros. (7) Porque, �qui�n te diferencia de los dem�s? �Y qu� tienes que no hayas recibido? Ahora bien, si lo recibiste, �por qu� te glor�as, como si no lo hubieras recibido? (8) Ahora est�is hartos, ahora sois ricos, hab�is reinado como reyes sin nosotros; y quisiera en Dios que reinarais, que tambi�n nosotros reinemos con vosotros.

(9) Porque creo que Dios nos ha presentado a los ap�stoles como postreros, como a la muerte; porque somos hechos espect�culo para el mundo, y para los �ngeles y para los hombres. (10) Somos necios por amor de Cristo, pero vosotros sois sabios en Cristo; somos d�biles, pero vosotros fuertes; Sois honorables, pero nosotros somos despreciados. (11) Hasta el d�a de hoy tenemos hambre y sed, y estamos desnudos, abofeteados y sin lugar seguro para morar; (12) Y trabajamos, trabajando con nuestras propias manos; siendo injuriados, bendecimos; siendo perseguidos, lo sufrimos: (13) Siendo difamados, suplicamos: somos hechos como la inmundicia del mundo, y el despojo de todas las cosas hasta el d�a de hoy.

El Ap�stol est� hablando aqu� por medio de una figura ret�rica, en alusi�n a lo que hab�a dicho de la semejanza que el Ministerio del Evangelio lleva a plantar, o regar, en el Cap�tulo anterior, Y el Ap�stol contin�a, la misma doctrina, en esos vers�culos: al referir todos los dones, ya sean espirituales o temporales, al Se�or. Y como el dise�o de Pablo en esta representaci�n era sanar las divisiones hechas en la Iglesia por las personas que se clasificaban a s� mismas bajo diferentes ministros; nunca podr�a haber adoptado un m�todo m�s eficaz que el que ha adoptado aqu�; en llevar todo a un nivel, para mostrar, que todo lo que un hombre tiene, ya sea en dones o gracias, es del Se�or.

Ruego al lector que se detenga sobre el retrato humilde pero fiel que Pablo ha dibujado de s� mismo y de sus compa�eros en el ministerio. Como era el Se�or y Maestro mismo, as� eran sus siervos: �qu�! �Un linaje contemplativo y un reproche para la maravilla del mundo? Como fue profetizado de Cristo y su pueblo, con tanta eminencia en referencia a sus siervos ministrantes fue dicho: He aqu�, yo y los Hijos que el Se�or me ha dado, somos por se�ales y prodigios en Israel del Se�or de los ej�rcitos que habita en Sion, Isa�as 8:18 .

Quiz�s no haya un testimonio m�s sorprendente de la verdad en Jes�s, que este veredicto que el mundo le da a Cristo y sus seguidores. De hecho, los fieles no la consideran tanto como merece; pero evidentemente a partir de esta sorprendente profec�a y el cumplimiento de ella, en todas las edades, hasta la hora presente, el Esp�ritu Santo la ha dado como se�al bendita a su pueblo fiel; y es su privilegio considerarlo en consecuencia.

En el d�a de hoy, que es un d�a de una generaci�n que desprecia a Cristo, llega a casa con una bendici�n peculiar a los pocos del peque�o reba�o del Se�or, a quienes el Se�or manda que no teman, porque el Padre tiene la buena voluntad de darles el reino, Lucas 12:32 . Rogar� la indulgencia del lector para que se detenga un poco en ello.

Pablo habla aqu� de s� mismo y de sus compa�eros en el ministerio, como se expone al final de todo, un espect�culo para el mundo, y para los �ngeles y para los hombres. Quiz�s el teatro, en el que Pablo se consideraba a s� mismo y a ellos expuestos, alud�a a la singularidad de su ministerio, que, para el mundo, seguramente los someter�a al insulto, la burla y la crueldad. Y los �ngeles que �l ten�a a la vista, bien podr�a significar �ngeles ministradores del bien, a quienes el Se�or comision� para su protecci�n, y que miraban y observaban su fidelidad con testimonio agradable: Hebreos 1:14 .

O, m�s probablemente, los �ngeles malignos y los esp�ritus ap�statas de las tinieblas, cuya malicia los frustraba en todos sus trabajos. Pero quienesquiera que fuesen los que miraban, �l y sus seguidores se convirtieron en sujetos de una estirpe de miradas y burlas.

�Lector! haga una pausa en la revisi�n y contemple la conformidad en este caso, como en muchos otros, en los honrados del Se�or, siendo predestinados a su imagen, Romanos 8:29 . Aunque Cristo fue declarado por una voz del cielo y a o�dos del pueblo, como el Hijo amado de su Padre; sin embargo, fue despreciado y rechazado por los hombres, y considerado blasfemo, y como uno que ten�a demonio.

Y como llamaron al Amo de la casa Beelzebub, as� los contaron de su casa. Los santos del Antiguo Testamento, as� como los creyentes del Nuevo Testamento, fueron todos marcados, en su �poca y generaci�n; con deshonra y reproche. David, bajo la opresi�n, clam�: Soy maravilla para muchos; pero t�, oh Se�or, eres mi refugio fuerte, Salmo 71:7 .

Y la Iglesia en general sinti� lo mismo, y dijo: Ten piedad de nosotros, oh Se�or; Ten piedad de nosotros, porque estamos muy llenos de desprecio, Salmo 123:3 . Y el Profeta, habl�ndole a Josu� ya la Iglesia, quien como Sumo Sacerdote era un tipo de Cristo, y su pueblo, as� se expres�: Oye ahora, oh Josu� el Sumo Sacerdote, t� y tus compa�eros que se sientan delante de ti; porque son hombres maravillados, Zacar�as 3:8 .

Y, si simplemente se maravillaran por su singularidad de car�cter, al preferir el oprobio de Cristo, a todos los tesoros del mundo, como hizo Mois�s: Hebreos 11:26 , tendr�a poca importancia. Pero, ser abucheado, es el mal m�s peque�o, sostenido por un apego al Se�or Jesucristo: la crueldad hacia sus personas se agreg� al desprecio.

Y lo que hizo que el asunto fuera m�s angustioso fue que este trato no proven�a tanto del mundo pagano, de donde podr�a haber sido esperado, como de aquellos que reconocieron al Se�or. El profesor, m�s que el profano, se opuso al pueblo del Se�or. Por eso, por medio del Profeta, el Se�or consol� a sus escogidos; bajo los asaltos y burlas de sus oponentes. Temed la palabra del Se�or (dijo Dios), los que tiemblan a su palabra.

Vuestros hermanos que os aborrecen, que os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Sea el Se�or glorificado. Pero �l aparecer� para vuestro gozo, y ser�n avergonzados, Isa�as 66:5 . Y en las edades posteriores de la Iglesia, el Se�or Jes�s se�al� esta persecuci�n, como surgida particularmente de hermanos y parientes, por amor a su nombre.

S�, dice Cristo, os echar�n de las sinagogas; y vendr� el tiempo en que cualquiera que os mate, pensar� que rinde servicio a Dios, Lucas 21:16 ; Juan 16:2

�Pausa, lector! y cuando haya repasado tranquilamente el tema, marcando el tratamiento mostrado a los santos del Antiguo Testamento y a los creyentes del Nuevo Testamento, por su singularidad de sentimiento, al sostener las benditas y especiales verdades de la piedad en su pureza, de los m�s profesi�n ordinaria y general de ellos: les ruego que examinen el tema, en lo que se refiere a la hora actual.

Quien mira profundamente, y m�s all� de la mera superficie de las cosas, no puede dejar de observar que un Evangelio completo, libre y completo es tan despreciado ahora, por meros profesantes nominales, como siempre lo fue en los d�as del ap�stol Pablo. La predicaci�n que presenta a Cristo, como todos, y en todos, es una secta en la que se habla tanto ahora como siempre en todas partes. El que escapar�a a la censura del libertinaje, no le basta, que manifieste la pureza de sus principios por la santidad de vida y la conversaci�n; pero debe complementar la naturaleza humana, a expensas de la verdad divina.

Las grandes y principales doctrinas de nuestra santa fe deben mantenerse en un segundo plano de la predicaci�n; y el hombre debe insistir m�s en la ley moral, como regla de vida, que en la gracia de Dios, que trae la salvaci�n: m�s en una supuesta obra realizada en nosotros, que en la obra de Cristo realizada por nosotros. Pablo no pudo predicar as�, y por lo tanto cay� bajo condenaci�n. Toda su doctrina condujo a la contemplaci�n y al disfrute del amor electivo de Dios Padre; la gracia de la uni�n con Cristo, y el inter�s en todo lo que pertenec�a a Cristo, como el don gratuito e inmerecido de Dios por Cristo; y la absoluta necesidad de ser regenerados de la muerte del pecado, en la naturaleza ad�n en la que toda la Iglesia de Dios nace, por obra de Dios el Esp�ritu.

Estos fueron los �nicos temas de la predicaci�n de Pablo. Y el �nico objeto de su deseo era ganar a Cristo y ser hallado en �l. �Lector! aseg�rate, en lo que respecta a ti mismo, que el deseo de Pablo sea tuyo; porque conf�a en ello, que donde se predique la verdad, como es en Jes�s, se encontrar�, que la ofensa de la cruz no cesar�. Un esp�ritu complaciente con los tiempos, en la predicaci�n de cualquier cosa, y de todo, menos Cristo, es uno de los signos espantosos y portentosos de la actualidad.

Una Iglesia escogida por Dios, redimida y justificada enteramente por la gracia soberana, santificada en Cristo y regenerada por el Esp�ritu; estos son la fuente y la fuente de toda la vida espiritual. Pero cuando los hombres hacen esto como causas de procuraci�n y se mezclan con Cristo y su obra consumada y perfecta, la fe de las criaturas, el arrepentimiento y la obediencia, son los medios del favor; la fuente de toda vida espiritual se ha ido; y a todos esos predicadores se les podr�a decir, como los de anta�o, cuando se mezclaban calabazas silvestres con su comida: �Oh, hombre de Dios, hay muerte en la olla! 2 Reyes 4:40 .

Versículos 14-21

(14) No escribo estas cosas para avergonzarlos, pero como mis amados hijos, les advierto. (15) Porque aunque teng�is diez mil maestros en Cristo, no tendr�is muchos padres; porque en Cristo Jes�s yo os engendr� por medio del evangelio. (16) Por tanto, os ruego que se�is imitadores de m�. (17) Por eso os envi� a Timoteo, mi hijo amado y fiel en el Se�or, el cual os recordar� mis caminos que son en Cristo, como ense�o en todas partes en cada iglesia.

(18) Ahora algunos se envanecen, como si yo no quisiera ir a ustedes. (19) Pero ir� a ustedes en breve, si el Se�or quiere y conocer�, no el habla de los engre�dos, sino el poder. (20) Porque el reino de Dios no est� en palabras, sino en poder. (21) �Qu� quer�is? �Vendr� a vosotros con vara, o con amor y con esp�ritu de mansedumbre?

Tanto se ha dicho de esas palabras del Ap�stol, que se refieren a los Padres espirituales y de las almas engendradas a Cristo por conversi�n, que no puedo pasar por alto el tema. De hecho, en otra parte, en mi Concordancia del pobre, he dado mi humilde opini�n de que el t�rmino es inapropiado; y que yo concibo que el ap�stol mismo no ten�a el significado que generalmente se supone, al llamarse a s� mismo el Padre espiritual de aquellos corintios.

Y ciertamente tiene mucho sabor a vanidad, tiene una gran tendencia a alimentar el orgullo espiritual y es completamente ajeno al relato que Pablo hace de s� mismo a Timoteo, como el mayor de los pecadores, 1 Timoteo 1:15 . Pero, adem�s de las observaciones que ofrec� all�, quisiera decir que como la regeneraci�n es la �nica obra de Dios el Esp�ritu Santo, no es posible reconciliarlo con el sentido com�n, c�mo puede ser cualquier acto de un ministro. considerado como un compa�ero de trabajo, o un trabajador subordinado, en tal acto, como una recreaci�n.

De hecho, es cierto que se dice que la fe viene por el o�r; y escuchar por la palabra de Dios: Romanos 10:17 . Pero o�r implica vida para o�r, y cuando un alma, que estaba, antes de la regeneraci�n, muerta en delitos y pecados, vuelve a la vida; la fe viene por el o�do, como un medio de gracia. Pero hay una gran diferencia entre escuchar y crear.

Y, como el hombre no tiene mano en la vieja creaci�n; as� que tampoco en el nuevo. La obra en s� es �nicamente del Se�or. Es el oficio peculiar y especial de Dios el Esp�ritu Santo. Y abundan las maravillas del cielo. Y ciertamente, nada menos que �l, que resucit� de los muertos a nuestro Se�or Jesucristo, puede ser competente para traer de la muerte a aquellos que por naturaleza est�n muertos en delitos y pecados, Efesios 2:1

Dejar� la consideraci�n del tema al propio juicio del lector, bajo el mando del Se�or. Pero confieso que no puedo dejar de concluir, que debe ser sumamente inadecuado, irreverente y reprobable, asumir el nombre de Padre espiritual, de cualesquiera supuestos servicios, en el ministerio de Cristo. Es el oficio especial de Dios el Esp�ritu engendrar almas de la muerte del pecado. Es su obra y es su �nica gloria.

Y cuando o�mos al Se�or hablar de sus celos, como lo hacemos en muchas partes de la Escritura, debe considerarse bien c�mo se expresa el Se�or: Yo soy el Se�or, ese es mi Nombre; y mi gloria no dar�. a otro: ni mi alabanza a im�genes talladas, Isa�as 42:8 .

Versículo 21

REFLEXIONES

�Lector! Observe con qu� humildad de coraz�n Pablo deseaba que la Iglesia lo considerara a �l ya sus compa�eros en el ministerio: meros siervos y mayordomos, no como se�ores de la herencia de Dios. El gran objetivo de Pablo era ser hallado fiel. Consider� que todo lo que �l era y todo lo que ten�a, sus dones, gracias, conocimiento, tiempo, talentos, eran enteramente para el beneficio de la Iglesia de Cristo. Y, como les dijo a los seguidores del Se�or en otra ocasi�n, al escribirles, as� en todos los departamentos de su ministerio, sinti� la voluntad de haberles impartido, no solo el Evangelio de Dios, sino tambi�n su propia alma, porque le eran queridos. �Oh! la bienaventuranza de la secta un estado de �nimo, cuando se encuentra entre los siervos del santuario del Se�or.

�Pero lector! no pase por alto la segura consecuencia de la fidelidad en el ministerio. Pablo lo experiment� entonces: y lo mismo, m�s o menos, es lo mismo ahora. El simple hecho de predicar a Cristo, en toda su gloria, plenitud y suficiencia total, nunca logr�, ni fallar� nunca, provocar la ira de todos los fariseos justos y excitar la indignaci�n del mero profesor nominal, incluso m�s que el profano.

As� fue en los d�as del Ap�stol, as� es ahora, y continuar� durante todo el tiempo de la Iglesia. Pero, �oh! cu�n dulce es mirar a Cristo en medio de todos los ejercicios, y remitir todos los eventos a su mano soberana, como lo hizo Pablo; el que me juzga, dijo �l, es el Se�or.

Maestro Todopoderoso! da gracia a todos tus siervos fieles, para que cuando sean injuriados, bendigan; cuando es perseguido, puede sufrirlo; cuando son difamados, pueden suplicar. Que se contenten con sufrir verg�enza, para que Jes�s sea honrado; y del�itate en salir a su Se�or, fuera del campamento, llevando su oprobio.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 4". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-4.html. 1828.
 
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