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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario del Pobre Hombre de Hawker Comentario del Pobre Hombre
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con Permiso.
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Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-5.html. 1828.
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
CONTENIDO
El Ap�stol entra aqu� en el tema de la reprensi�n. Presenta muy dulcemente el Ejemplo de Cristo y habla de �l como la Pascua. El Cap�tulo concluye con exhortaciones.
Versículos 1-5
(1) Se informa com�nmente que hay fornicaci�n entre ustedes, y tal fornicaci�n que ni siquiera se menciona entre los gentiles, que uno debe tener la esposa de su padre. (2) Y vosotros est�is envanecidos, y no os hab�is lamentado m�s, porque el que ha hecho esta obra sea quitado de entre vosotros. (3) Porque en verdad yo, como ausente en cuerpo, pero presente en esp�ritu, ya he juzgado, como si estuviera presente, acerca del que as� ha hecho.
(4) En el nombre de nuestro Se�or Jesucristo, cuando est�is reunidos, y mi esp�ritu, con el poder de nuestro Se�or Jesucristo, (5) Para entregarlo a Satan�s para destrucci�n de la carne, que el el esp�ritu puede ser salvo en el d�a del Se�or Jes�s.
Es muy digno de la observaci�n del lector, al entrar en la lectura de este cap�tulo, cu�n dispuesta est� la parte corrupta de nuestra naturaleza ca�da a oponerse e interrumpir la parte renovada, en todo su progreso en la gracia. Satan�s es muy consciente de que no tiene oportunidad tan eficaz de acosar y afligir el alma de un hijo de Dios, sino por sus seducciones del cuerpo. Por tanto, seduce a la carne con sus corrupciones y concupiscencias, para provocar frialdad en los ejercicios espirituales.
Y, si s�lo puede lograr su prop�sito diab�lico, interrumpiendo el acceso del alma al trono, su objetivo pronto se ver� afectado, alejando la mente de que las b�squedas carnales pueden ser m�s f�ciles de seguir. �Oh! �Qu� muerte han encontrado algunas almas preciosas a veces por este motivo?
Parecer�a, por lo que se dice aqu�, que alguien de rango no peque�o en la Iglesia, debido a sus dones y habilidades, hab�a ca�do en una ofensa repugnante de una conexi�n antinatural y prohibida, incluso al casarse con la esposa de su Padre. Y la Iglesia estaba tan euf�rica con los servicios de este hombre que pasaron por alto absolutamente en el predicador, la conducta vergonzosa de su vida.
El Ap�stol estaba ahora en Filipos, de donde, como sabemos al final de esta Ep�stola, la escribi� a la Iglesia de Corinto. Sin embargo, su ausencia no disminuy� su autoridad apost�lica ni su celo por el servicio del Se�or. Y, por tanto, de una manera tajante y decidida, juzga a la persona ofensiva. La frase es notable y merece nuestra atenci�n. El ofensor deb�a ser entregado a Satan�s para la destrucci�n de la carne, a fin de que el esp�ritu fuera salvo en el d�a del Se�or Jes�s.
Varias han sido las opiniones de diferentes comentaristas sobre esta notable frase. Pero confieso que, en mi opini�n, no parece significar nada m�s que esta persona incestuosa deber�a ser privada durante un tiempo del privilegio de la comuni�n eclesial. Y esto, en verdad, hablando con propiedad, fue una entrega a Satan�s, y a un hijo de Dios dolorosamente afligido. Y me inclino m�s a esta opini�n, porque fue un acto de la Iglesia.
Pablo dict� la sentencia, dirigiendo, en el nombre del Se�or Jesucristo, lo que deb�a hacerse; pero la Iglesia, cuando se reuniera, deb�a realizarla. Y, como se pretend�a en �l, que mientras la carne estaba mortificada (lo cual, para un hombre de grandes habilidades, debe haber sido verdaderamente humillante), el esp�ritu pudiera ser salvo en el d�a del Se�or Jes�s; esto demostr� claramente que, aunque este hombre hab�a ca�do en esta terrible ofensa, el Ap�stol todav�a lo consideraba un hijo de Dios.
Como el tema es verdaderamente interesante, aprovechar� la ocasi�n para ofrecer una observaci�n o dos al respecto, que, si el Se�or desea bendecir, pueden resultar provechosas.
Es muy evidente, a partir de la declaraci�n del Ap�stol del caso de este hombre, que consider� el esp�ritu y la carne en este caso, como en el m�todo general del Ap�stol para explicar este tema, como en oposici�n entre s�. Y esto, ruego, se pueda notar como una prueba adicional, de que cuando un hijo de Dios es renovado por la regeneraci�n, es s�lo el esp�ritu el que se aviva, el cuerpo permanece igual.
El anciano, como se le llama, el cuerpo del pecado no ha sido renovado por completo. Grace no hace ninguna alteraci�n aqu�. Ninguna parte de ella est� santificada. De modo que, durante el nuevo nacimiento o la regeneraci�n, el esp�ritu se aviva y se hace part�cipe de la naturaleza divina, y ya no puede morir; y estar unidos a Cristo, y ser parte de Cristo, e interesados ??en todo lo que pertenece a Cristo, es tan santo en la santidad de Cristo, como lo ser� por toda la eternidad; el cuerpo es la misma masa de corrupci�n que deriv� de Ad�n en la ca�da; el pecado generado en la naturaleza de Ad�n, tiene su subsistencia en la carne y permanecer� hasta que la corrupci�n se reviste de incorrupci�n y el mortal se reviste de inmortalidad.
Ahora es el estado bienaventurado de un alma renovada ser llevada a una comuni�n y compa�erismo tan dulce con el Padre, y con su Hijo Jesucristo, por las influencias de la gracia del Esp�ritu Santo; que cuando el Se�or el Esp�ritu ha vivificado e hecho de un hijo de Dios una nueva criatura en Cristo Jes�s, su parte espiritual es diaria, cada hora, con el objetivo por medio de la gracia, de crucificar la carne con sus afectos y concupiscencias.
De ah� la guerra eterna en toda mente renovada entre la carne y el esp�ritu, entre la corrupci�n y la gracia. Y ser�a bueno que cada hijo de Dios, cuando fuera sacado de un estado de naturaleza, fuera consciente de esto. Est� renovado pero en parte. Todav�a lleva consigo un cuerpo de pecado y muerte, que interrumpe, con demasiada frecuencia, los deseos y b�squedas de su alma. Y, aunque, a trav�s de la fuerza divina que le ha sido impartida, puede, y no pocas veces, reprimir, contener y mortificar al anciano; sin embargo, a diario sabe y siente, para su pesar, que el pecado y las corrupciones pecaminosas a�n conservan su lugar de morada en la carne, y que lo obligan a confesar con Pablo que cuando quiere hacer el bien, el mal est� presente en �l.
Y, aunque, se deleita en la ley de Dios seg�n el hombre interior; sin embargo, ve otra ley en sus miembros que lucha contra la ley de su mente y lo lleva cautivo a la ley del pecado que est� en sus miembros, Romanos 7:21 hasta el fin.
Siendo tal, evidentemente, el caso, y que induce continuos ejercicios del alma y profundos gemidos, a veces, en el coraz�n del pueblo del Se�or: ha sido cuestionado, y con gran humildad de investigaci�n; �Por qu� es que, dado que el pecado es tan ofensivo para el Se�or y tan repugnante para todo hijo renovado de Dios, el Se�or debe permitir que contin�en tales restos de corrupci�n que mora en nosotros? �No pudo el Se�or, renovando el esp�ritu, haber santificado tambi�n la carne? �No son nuestros cuerpos del Se�or, as� como nuestras almas? �No se ha casado Jes�s con ambos? �Y no ser� mi cuerpo (dice el hijo de Dios), as� como mi alma, de Cristo para siempre en el mundo superior, y en gloria con �l para siempre? �C�mo, pues, es que gimo cada d�a, cargado de carne de pecado, cuando mi Se�or sabe cu�nto anhelo la liberaci�n, y con qu� facilidad mi Se�or?
Estas y otras preguntas similares han surgido en la mente del pueblo de Dios, cuando la obra de regeneraci�n ha tenido lugar en sus almas desde los primeros d�as de la Iglesia, y se ha presentado en cada generaci�n de una �poca a otra. Pero, despu�s de todo lo que se ha dicho, y despu�s de todos los fervientes gritos del alma, los amados hijos de Dios sienten lo mismo y, a veces, gimen tan profundamente como siempre. �Lector! haga una pausa sobre el tema.
Conf�en en ello, el Se�or tiene un designio misericordioso en todas sus dispensaciones, y anula, y anular�, todos los eventos del estado de tiempo presente de su Iglesia para su propia gloria y el bienestar de su pueblo. El Esp�ritu Santo ha dicho, por medio de su siervo el Ap�stol, que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su prop�sito son llamados, Romanos 8:28 .
Y bien sabemos, que los dolores y las aflicciones, las pruebas y las tentaciones, las necesidades y las debilidades, en su mano omnipotente, ministran a este fin. E incluso el pecado mismo, el mal de todos los males, aunque en su misma naturaleza y tendencia tiene la ruina eterna en su fruto mortal; sin embargo, como la medicina extra�da del veneno, se subordina a la gloria divina, cuando el Se�or convierte el mal en bien. As�, la malicia del infierno, en la ruina de Ad�n, sent� las bases para la m�s dulce de todas las misericordias en Cristo.
As�, la cruz de Jes�s, cuando el pecado trajo su muerte, se convirti� en la salvaci�n eterna y la vida de su pueblo. Y as� todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios y son llamados por Dios. Marque la expresi�n. A los que aman a Dios; no que ame el pecado, sino que aborrezca el pecado. A los que aborrecen su propio cuerpo a causa del pecado, y se aborrecen a s� mismos ante sus propios ojos. �Oh! c�mo un hijo de Dios, cuando est� completamente familiarizado con la plaga de su propio coraz�n, odiar� el pecado y se odiar� a s� mismo, y volar� a Cristo para buscar liberaci�n de �l.
�Lector! estas espinas en la carne mantienen a las almas humildes. La conciencia de qu� masa de maldad se mezcla con todo lo que decimos y todo lo que hacemos, destruye toda dependencia de ambos. Y mucho mejor es humillarse as� en el yo, para que Cristo sea todo en todos, que incluso si nuestros corazones fueran m�s puros, si es as�, que esta supuesta pureza nos enorgulleciera. �Y c�mo anhelamos a veces ser disueltos y estar con Cristo, cuando cualquier instancia renovada de debilidad humana hace que un hijo de Dios se sienta pesado y con una aflicci�n aguda del alma?
Versículos 6-8
(6) Tu gloria no es buena. �No sab�is que un poco de levadura leuda toda la masa? (7) Purificad, pues, la vieja levadura, para que se�is una masa nueva, como sois sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, es sacrificado por nosotros: (8) Celebremos, pues, la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y de maldad; sino con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad.
Me inclino m�s a pensar que la entrega de la persona, antes mencionada por el Ap�stol, a Satan�s, se refer�a a separarlo de la comuni�n y las ordenanzas de la Iglesia, por lo que aqu� se dice de guardar la fiesta en la Pascua, ya que como el Ap�stol los invita, al mismo tiempo los llama a observar la fiesta, para purgar la vieja levadura. Pero sea as� o no, es muy bendecida la autoridad que Dios el Esp�ritu Santo ha dado aqu� para llamar a Cristo nuestra Pascua, porque prueba clara y decididamente que ese servicio sagrado en la Iglesia jud�a fue totalmente t�pico de Cristo.
Y nuevamente en la Ep�stola a los Hebreos, el Esp�ritu bendito confirma lo mismo, cuando le dice a la Iglesia, que Mois�s lo guard� por fe. �Qu� fe? Seguramente un ojo puesto en Cristo. Ver �xodo 12:42 ; Hebreos 11:28 . Ahora la fiesta cristiana es una fiesta del sacrificio de Cristo.
Ese sacrificio, como Cristo nuestra Pascua, fue ofrecido una vez, Hebreos 10:14 ; Hebreos 10:14 . Pero la fiesta debe celebrarse continuamente, porque todas las veces que comemos de este pan y bebemos de esta copa, anunciamos la muerte del Se�or hasta que �l venga, 1 Corintios 11:26 .
Y es una hermosa direcci�n que el Ap�stol da sobre la celebraci�n de esta fiesta, que no debe haber levadura con ella. Porque, como los jud�os de anta�o, antes de la celebraci�n de la fiesta de la Pascua, escudri�aban a la luz de una l�mpara cada rinc�n secreto y parte de sus casas, para ver si hab�a levadura escondida, y si la encontraban, ellos inmediatamente quitaron; por lo que el verdadero creyente en Cristo no debe tener levadura para mezclarse con Cristo.
Su coraz�n, ora a la luz del Esp�ritu de Dios para que busque y quite todo lo suyo que pueda estar mezclado con Cristo y su justicia, para que pueda recibir a un Cristo completo en un coraz�n quebrantado. Cristo, y solo Cristo, es la Pascua del Se�or; y Cristo, y solo Cristo, es suyo tambi�n. �Lector! es muy bendecido cuando un hijo de Dios ve a Cristo como Dios el Padre lo ve, y lo hace como Jehov� lo hace, el Alfa y la Omega, el principio y el fin de la salvaci�n.
Versículos 9-13
(9) Os escrib� en una ep�stola que no os acompa�arais con fornicarios: (10) Sin embargo, no todos los fornicarios de este mundo, ni con los avaros, ni con los estafadores, ni con los id�latras; porque entonces es necesario que salgan del mundo. (11) Pero ahora os he escrito que no os hag�is compa��a, si alguno que es llamado hermano es fornicario, o avaro, o id�latra, o insultante, o borracho, o estafador; con alguien as� no para no comer.
(12) �Qu� tengo yo que hacer para juzgar tambi�n a los de fuera? �No juzg�is vosotros a los de dentro? (13) Pero a los que est�n fuera, Dios juzga. Por consiguiente aleja de nosotros a esa malvada persona.
No creo necesario detener al lector con una observaci�n particular sobre lo que aqu� se dice en esos versos. Nos ense�a muy claramente que lo que escribi� fue para la Iglesia, no para el mundo imp�o. Dice que no tiene nada que hacer para juzgar a los que est�n afuera. Estos se los deja al Se�or. Pero su afectuoso consejo fue para la Iglesia. Y a la Iglesia recomienda de nuevo que aparten de entre ellos a esa persona malvada.
Y si, como me inclino a pensar, que este apartamiento fue por un tiempo de las ordenanzas, para humillar el alma y amonestar a la Iglesia, sirve para mostrar cu�n vigilante estaba el Ap�stol sobre las ordenanzas y el gobierno de la Iglesia, y se convierte en un modelo adecuado para que la Iglesia o Dios, en todas las edades, lo adopte en todas las ocasiones similares de pecado en los miembros
Versículo 13
REFLEXIONES
�MIRA, alma m�a! a qu� corrupciones est� expuesto el coraz�n humano, y c�mo la paz y la prosperidad de la comuni�n de la Iglesia pueden verse interrumpidas por la indulgencia indebida de los deseos carnales, que luchan contra el alma. �Oh! para que la gracia guarde el coraz�n con toda diligencia. �Se�or, mant�n a tu Iglesia, a tu pueblo, con tu cuidadoso cuidado, porque sin ti no somos nada!
Bendito sea Dios Esp�ritu Santo por esta breve pero dulce porci�n de este Cap�tulo, que nos invita a contemplar a Cristo, nuestra Pascua, sacrificado por nosotros; y conocer a nuestro Se�or en este car�cter de oficio tan precioso y bendito. �S�! �T�, Jes�s querido! Me parece que te mirar�a con incesante deleite, como el Cordero de Dios inmolado desde la fundaci�n del mundo. T� eras, en verdad, y todav�a eres, y siempre ser�s, un cordero de primer a�o sin defecto y sin mancha.
Fuiste sacado, como el cordero jud�o; de entre el reba�o, el Uno, el individuo santo, elegido por Dios de entre el pueblo; santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho m�s alto que los cielos. �Se�or! dame la gracia de celebrar la fiesta en este, tu �nico, tu sacrificio m�s suficiente, para tu alabanza y mi incesante consuelo, durante todo mi estado de tiempo aqu� abajo, hasta que me lleves a casa a la cena de bodas de la Cordero en el cielo.
Que no haya levadura en mi coraz�n ni en mi casa. �Oh! para que el Se�or me prepare para esta y toda otra santa ordenanza, a fin de que pueda hacer de Cristo mi �nica y completa Pascua. Perm�teme pasar de tal manera y celebrar la fiesta del sacrificio de mi Se�or, para que tanto en doctrina como en vida y conversaci�n, Cristo sea todo y en todos. Jes�s presidir� su propia mesa, quien hace la fiesta y es la fiesta, mi altar, sacrificio y sacrificador del Nuevo Testamento. Y me sentar� a su mesa con gran deleite aqu� abajo; y dentro de poco, en su mesa de arriba, con Abraham, Isaac y Jacob, los herederos con toda la Iglesia de la misma promesa.