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Bible Commentaries
1 Corintios 5

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol entra aqu� en el tema de la reprensi�n. Presenta muy dulcemente el Ejemplo de Cristo y habla de �l como la Pascua. El Cap�tulo concluye con exhortaciones.

Versículos 1-5

(1) Se informa com�nmente que hay fornicaci�n entre ustedes, y tal fornicaci�n que ni siquiera se menciona entre los gentiles, que uno debe tener la esposa de su padre. (2) Y vosotros est�is envanecidos, y no os hab�is lamentado m�s, porque el que ha hecho esta obra sea quitado de entre vosotros. (3) Porque en verdad yo, como ausente en cuerpo, pero presente en esp�ritu, ya he juzgado, como si estuviera presente, acerca del que as� ha hecho.

(4) En el nombre de nuestro Se�or Jesucristo, cuando est�is reunidos, y mi esp�ritu, con el poder de nuestro Se�or Jesucristo, (5) Para entregarlo a Satan�s para destrucci�n de la carne, que el el esp�ritu puede ser salvo en el d�a del Se�or Jes�s.

Es muy digno de la observaci�n del lector, al entrar en la lectura de este cap�tulo, cu�n dispuesta est� la parte corrupta de nuestra naturaleza ca�da a oponerse e interrumpir la parte renovada, en todo su progreso en la gracia. Satan�s es muy consciente de que no tiene oportunidad tan eficaz de acosar y afligir el alma de un hijo de Dios, sino por sus seducciones del cuerpo. Por tanto, seduce a la carne con sus corrupciones y concupiscencias, para provocar frialdad en los ejercicios espirituales.

Y, si s�lo puede lograr su prop�sito diab�lico, interrumpiendo el acceso del alma al trono, su objetivo pronto se ver� afectado, alejando la mente de que las b�squedas carnales pueden ser m�s f�ciles de seguir. �Oh! �Qu� muerte han encontrado algunas almas preciosas a veces por este motivo?

Parecer�a, por lo que se dice aqu�, que alguien de rango no peque�o en la Iglesia, debido a sus dones y habilidades, hab�a ca�do en una ofensa repugnante de una conexi�n antinatural y prohibida, incluso al casarse con la esposa de su Padre. Y la Iglesia estaba tan euf�rica con los servicios de este hombre que pasaron por alto absolutamente en el predicador, la conducta vergonzosa de su vida.

El Ap�stol estaba ahora en Filipos, de donde, como sabemos al final de esta Ep�stola, la escribi� a la Iglesia de Corinto. Sin embargo, su ausencia no disminuy� su autoridad apost�lica ni su celo por el servicio del Se�or. Y, por tanto, de una manera tajante y decidida, juzga a la persona ofensiva. La frase es notable y merece nuestra atenci�n. El ofensor deb�a ser entregado a Satan�s para la destrucci�n de la carne, a fin de que el esp�ritu fuera salvo en el d�a del Se�or Jes�s.

Varias han sido las opiniones de diferentes comentaristas sobre esta notable frase. Pero confieso que, en mi opini�n, no parece significar nada m�s que esta persona incestuosa deber�a ser privada durante un tiempo del privilegio de la comuni�n eclesial. Y esto, en verdad, hablando con propiedad, fue una entrega a Satan�s, y a un hijo de Dios dolorosamente afligido. Y me inclino m�s a esta opini�n, porque fue un acto de la Iglesia.

Pablo dict� la sentencia, dirigiendo, en el nombre del Se�or Jesucristo, lo que deb�a hacerse; pero la Iglesia, cuando se reuniera, deb�a realizarla. Y, como se pretend�a en �l, que mientras la carne estaba mortificada (lo cual, para un hombre de grandes habilidades, debe haber sido verdaderamente humillante), el esp�ritu pudiera ser salvo en el d�a del Se�or Jes�s; esto demostr� claramente que, aunque este hombre hab�a ca�do en esta terrible ofensa, el Ap�stol todav�a lo consideraba un hijo de Dios.

Como el tema es verdaderamente interesante, aprovechar� la ocasi�n para ofrecer una observaci�n o dos al respecto, que, si el Se�or desea bendecir, pueden resultar provechosas.

Es muy evidente, a partir de la declaraci�n del Ap�stol del caso de este hombre, que consider� el esp�ritu y la carne en este caso, como en el m�todo general del Ap�stol para explicar este tema, como en oposici�n entre s�. Y esto, ruego, se pueda notar como una prueba adicional, de que cuando un hijo de Dios es renovado por la regeneraci�n, es s�lo el esp�ritu el que se aviva, el cuerpo permanece igual.

El anciano, como se le llama, el cuerpo del pecado no ha sido renovado por completo. Grace no hace ninguna alteraci�n aqu�. Ninguna parte de ella est� santificada. De modo que, durante el nuevo nacimiento o la regeneraci�n, el esp�ritu se aviva y se hace part�cipe de la naturaleza divina, y ya no puede morir; y estar unidos a Cristo, y ser parte de Cristo, e interesados ??en todo lo que pertenece a Cristo, es tan santo en la santidad de Cristo, como lo ser� por toda la eternidad; el cuerpo es la misma masa de corrupci�n que deriv� de Ad�n en la ca�da; el pecado generado en la naturaleza de Ad�n, tiene su subsistencia en la carne y permanecer� hasta que la corrupci�n se reviste de incorrupci�n y el mortal se reviste de inmortalidad.

Ahora es el estado bienaventurado de un alma renovada ser llevada a una comuni�n y compa�erismo tan dulce con el Padre, y con su Hijo Jesucristo, por las influencias de la gracia del Esp�ritu Santo; que cuando el Se�or el Esp�ritu ha vivificado e hecho de un hijo de Dios una nueva criatura en Cristo Jes�s, su parte espiritual es diaria, cada hora, con el objetivo por medio de la gracia, de crucificar la carne con sus afectos y concupiscencias.

De ah� la guerra eterna en toda mente renovada entre la carne y el esp�ritu, entre la corrupci�n y la gracia. Y ser�a bueno que cada hijo de Dios, cuando fuera sacado de un estado de naturaleza, fuera consciente de esto. Est� renovado pero en parte. Todav�a lleva consigo un cuerpo de pecado y muerte, que interrumpe, con demasiada frecuencia, los deseos y b�squedas de su alma. Y, aunque, a trav�s de la fuerza divina que le ha sido impartida, puede, y no pocas veces, reprimir, contener y mortificar al anciano; sin embargo, a diario sabe y siente, para su pesar, que el pecado y las corrupciones pecaminosas a�n conservan su lugar de morada en la carne, y que lo obligan a confesar con Pablo que cuando quiere hacer el bien, el mal est� presente en �l.

Y, aunque, se deleita en la ley de Dios seg�n el hombre interior; sin embargo, ve otra ley en sus miembros que lucha contra la ley de su mente y lo lleva cautivo a la ley del pecado que est� en sus miembros, Romanos 7:21 hasta el fin.

Siendo tal, evidentemente, el caso, y que induce continuos ejercicios del alma y profundos gemidos, a veces, en el coraz�n del pueblo del Se�or: ha sido cuestionado, y con gran humildad de investigaci�n; �Por qu� es que, dado que el pecado es tan ofensivo para el Se�or y tan repugnante para todo hijo renovado de Dios, el Se�or debe permitir que contin�en tales restos de corrupci�n que mora en nosotros? �No pudo el Se�or, renovando el esp�ritu, haber santificado tambi�n la carne? �No son nuestros cuerpos del Se�or, as� como nuestras almas? �No se ha casado Jes�s con ambos? �Y no ser� mi cuerpo (dice el hijo de Dios), as� como mi alma, de Cristo para siempre en el mundo superior, y en gloria con �l para siempre? �C�mo, pues, es que gimo cada d�a, cargado de carne de pecado, cuando mi Se�or sabe cu�nto anhelo la liberaci�n, y con qu� facilidad mi Se�or?

Estas y otras preguntas similares han surgido en la mente del pueblo de Dios, cuando la obra de regeneraci�n ha tenido lugar en sus almas desde los primeros d�as de la Iglesia, y se ha presentado en cada generaci�n de una �poca a otra. Pero, despu�s de todo lo que se ha dicho, y despu�s de todos los fervientes gritos del alma, los amados hijos de Dios sienten lo mismo y, a veces, gimen tan profundamente como siempre. �Lector! haga una pausa sobre el tema.

Conf�en en ello, el Se�or tiene un designio misericordioso en todas sus dispensaciones, y anula, y anular�, todos los eventos del estado de tiempo presente de su Iglesia para su propia gloria y el bienestar de su pueblo. El Esp�ritu Santo ha dicho, por medio de su siervo el Ap�stol, que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su prop�sito son llamados, Romanos 8:28 .

Y bien sabemos, que los dolores y las aflicciones, las pruebas y las tentaciones, las necesidades y las debilidades, en su mano omnipotente, ministran a este fin. E incluso el pecado mismo, el mal de todos los males, aunque en su misma naturaleza y tendencia tiene la ruina eterna en su fruto mortal; sin embargo, como la medicina extra�da del veneno, se subordina a la gloria divina, cuando el Se�or convierte el mal en bien. As�, la malicia del infierno, en la ruina de Ad�n, sent� las bases para la m�s dulce de todas las misericordias en Cristo.

As�, la cruz de Jes�s, cuando el pecado trajo su muerte, se convirti� en la salvaci�n eterna y la vida de su pueblo. Y as� todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios y son llamados por Dios. Marque la expresi�n. A los que aman a Dios; no que ame el pecado, sino que aborrezca el pecado. A los que aborrecen su propio cuerpo a causa del pecado, y se aborrecen a s� mismos ante sus propios ojos. �Oh! c�mo un hijo de Dios, cuando est� completamente familiarizado con la plaga de su propio coraz�n, odiar� el pecado y se odiar� a s� mismo, y volar� a Cristo para buscar liberaci�n de �l.

�Lector! estas espinas en la carne mantienen a las almas humildes. La conciencia de qu� masa de maldad se mezcla con todo lo que decimos y todo lo que hacemos, destruye toda dependencia de ambos. Y mucho mejor es humillarse as� en el yo, para que Cristo sea todo en todos, que incluso si nuestros corazones fueran m�s puros, si es as�, que esta supuesta pureza nos enorgulleciera. �Y c�mo anhelamos a veces ser disueltos y estar con Cristo, cuando cualquier instancia renovada de debilidad humana hace que un hijo de Dios se sienta pesado y con una aflicci�n aguda del alma?

Versículos 6-8

(6) Tu gloria no es buena. �No sab�is que un poco de levadura leuda toda la masa? (7) Purificad, pues, la vieja levadura, para que se�is una masa nueva, como sois sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, es sacrificado por nosotros: (8) Celebremos, pues, la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y de maldad; sino con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad.

Me inclino m�s a pensar que la entrega de la persona, antes mencionada por el Ap�stol, a Satan�s, se refer�a a separarlo de la comuni�n y las ordenanzas de la Iglesia, por lo que aqu� se dice de guardar la fiesta en la Pascua, ya que como el Ap�stol los invita, al mismo tiempo los llama a observar la fiesta, para purgar la vieja levadura. Pero sea as� o no, es muy bendecida la autoridad que Dios el Esp�ritu Santo ha dado aqu� para llamar a Cristo nuestra Pascua, porque prueba clara y decididamente que ese servicio sagrado en la Iglesia jud�a fue totalmente t�pico de Cristo.

Y nuevamente en la Ep�stola a los Hebreos, el Esp�ritu bendito confirma lo mismo, cuando le dice a la Iglesia, que Mois�s lo guard� por fe. �Qu� fe? Seguramente un ojo puesto en Cristo. Ver �xodo 12:42 ; Hebreos 11:28 . Ahora la fiesta cristiana es una fiesta del sacrificio de Cristo.

Ese sacrificio, como Cristo nuestra Pascua, fue ofrecido una vez, Hebreos 10:14 ; Hebreos 10:14 . Pero la fiesta debe celebrarse continuamente, porque todas las veces que comemos de este pan y bebemos de esta copa, anunciamos la muerte del Se�or hasta que �l venga, 1 Corintios 11:26 .

Y es una hermosa direcci�n que el Ap�stol da sobre la celebraci�n de esta fiesta, que no debe haber levadura con ella. Porque, como los jud�os de anta�o, antes de la celebraci�n de la fiesta de la Pascua, escudri�aban a la luz de una l�mpara cada rinc�n secreto y parte de sus casas, para ver si hab�a levadura escondida, y si la encontraban, ellos inmediatamente quitaron; por lo que el verdadero creyente en Cristo no debe tener levadura para mezclarse con Cristo.

Su coraz�n, ora a la luz del Esp�ritu de Dios para que busque y quite todo lo suyo que pueda estar mezclado con Cristo y su justicia, para que pueda recibir a un Cristo completo en un coraz�n quebrantado. Cristo, y solo Cristo, es la Pascua del Se�or; y Cristo, y solo Cristo, es suyo tambi�n. �Lector! es muy bendecido cuando un hijo de Dios ve a Cristo como Dios el Padre lo ve, y lo hace como Jehov� lo hace, el Alfa y la Omega, el principio y el fin de la salvaci�n.

Versículos 9-13

(9) Os escrib� en una ep�stola que no os acompa�arais con fornicarios: (10) Sin embargo, no todos los fornicarios de este mundo, ni con los avaros, ni con los estafadores, ni con los id�latras; porque entonces es necesario que salgan del mundo. (11) Pero ahora os he escrito que no os hag�is compa��a, si alguno que es llamado hermano es fornicario, o avaro, o id�latra, o insultante, o borracho, o estafador; con alguien as� no para no comer.

(12) �Qu� tengo yo que hacer para juzgar tambi�n a los de fuera? �No juzg�is vosotros a los de dentro? (13) Pero a los que est�n fuera, Dios juzga. Por consiguiente aleja de nosotros a esa malvada persona.

No creo necesario detener al lector con una observaci�n particular sobre lo que aqu� se dice en esos versos. Nos ense�a muy claramente que lo que escribi� fue para la Iglesia, no para el mundo imp�o. Dice que no tiene nada que hacer para juzgar a los que est�n afuera. Estos se los deja al Se�or. Pero su afectuoso consejo fue para la Iglesia. Y a la Iglesia recomienda de nuevo que aparten de entre ellos a esa persona malvada.

Y si, como me inclino a pensar, que este apartamiento fue por un tiempo de las ordenanzas, para humillar el alma y amonestar a la Iglesia, sirve para mostrar cu�n vigilante estaba el Ap�stol sobre las ordenanzas y el gobierno de la Iglesia, y se convierte en un modelo adecuado para que la Iglesia o Dios, en todas las edades, lo adopte en todas las ocasiones similares de pecado en los miembros

Versículo 13

REFLEXIONES

�MIRA, alma m�a! a qu� corrupciones est� expuesto el coraz�n humano, y c�mo la paz y la prosperidad de la comuni�n de la Iglesia pueden verse interrumpidas por la indulgencia indebida de los deseos carnales, que luchan contra el alma. �Oh! para que la gracia guarde el coraz�n con toda diligencia. �Se�or, mant�n a tu Iglesia, a tu pueblo, con tu cuidadoso cuidado, porque sin ti no somos nada!

Bendito sea Dios Esp�ritu Santo por esta breve pero dulce porci�n de este Cap�tulo, que nos invita a contemplar a Cristo, nuestra Pascua, sacrificado por nosotros; y conocer a nuestro Se�or en este car�cter de oficio tan precioso y bendito. �S�! �T�, Jes�s querido! Me parece que te mirar�a con incesante deleite, como el Cordero de Dios inmolado desde la fundaci�n del mundo. T� eras, en verdad, y todav�a eres, y siempre ser�s, un cordero de primer a�o sin defecto y sin mancha.

Fuiste sacado, como el cordero jud�o; de entre el reba�o, el Uno, el individuo santo, elegido por Dios de entre el pueblo; santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho m�s alto que los cielos. �Se�or! dame la gracia de celebrar la fiesta en este, tu �nico, tu sacrificio m�s suficiente, para tu alabanza y mi incesante consuelo, durante todo mi estado de tiempo aqu� abajo, hasta que me lleves a casa a la cena de bodas de la Cordero en el cielo.

Que no haya levadura en mi coraz�n ni en mi casa. �Oh! para que el Se�or me prepare para esta y toda otra santa ordenanza, a fin de que pueda hacer de Cristo mi �nica y completa Pascua. Perm�teme pasar de tal manera y celebrar la fiesta del sacrificio de mi Se�or, para que tanto en doctrina como en vida y conversaci�n, Cristo sea todo y en todos. Jes�s presidir� su propia mesa, quien hace la fiesta y es la fiesta, mi altar, sacrificio y sacrificador del Nuevo Testamento. Y me sentar� a su mesa con gran deleite aqu� abajo; y dentro de poco, en su mesa de arriba, con Abraham, Isaac y Jacob, los herederos con toda la Iglesia de la misma promesa.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-5.html. 1828.
 
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