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Bible Commentaries
1 Corintios 6

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol abre este Cap�tulo, dando Direcciones a la Iglesia, c�mo manejar sus Controversias sin la Ley. Cierra el Cap�tulo con un relato breve, pero muy bendecido, de que los Cuerpos del Pueblo de Cristo son Miembros del Cuerpo de Cristo.

Versículos 1-8

(1) �Alguno de ustedes, teniendo un asunto contra otro, se atreve a acudir ante los injustos y no ante los santos? (2) �No sab�is que los santos juzgar�n al mundo? y si el mundo es juzgado por vosotros, �sois indignos de juzgar los asuntos m�s peque�os? (3) �No sab�is que juzgaremos a los �ngeles? cuantas mas cosas que pertenecen a esta vida? (4) Entonces, si ten�is juicios de cosas pertenecientes a esta vida, ponlos para juzgar a los menos estimados en la iglesia.

(5) Hablo de tu verg�enza. �Es as� que no hay un sabio entre ustedes? no, �no uno que pueda juzgar entre sus hermanos? (6) Pero el hermano va a la ley con el hermano, y eso ante los incr�dulos. (7) Ahora pues, hay una falta total entre ustedes, porque van a la ley unos con otros. �Por qu� no os equivoc�is m�s bien? �Por qu� no os dej�is defraudar m�s? (8) No, hac�is mal y defraud�is, y eso a vuestros hermanos.

Si se tuviera debidamente en cuenta lo que el Ap�stol ha dicho en estos vers�culos, y m�s especialmente, la autoridad por la cual el Ap�stol lo entreg�, se pondr�a fin a mil contiendas vejatorias en la vida. Hay una peque�a dificultad para comprender lo que Pablo quiso decir con los santos juzgando al mundo y juzgando a los �ngeles. Y, sin embargo, por la manera de hablar que usa el Ap�stol al decir que no sabemos, deber�a parecer una cosa tan perfectamente comprendida, que no admite pregunta ni necesidad de investigaci�n.

Cierto es que el Se�or Jes�s habl� de este juicio, cuando dijo a sus disc�pulos, que a los que hab�an perseverado con �l en sus tentaciones, les hab�a asignado un reino; y que comieran y bebieran a su mesa en su reino, y se sentaran en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, Lucas 22:28 .

Ver tambi�n Apocalipsis 3:21 ; Apocalipsis 3:21 . Y, como los santos de Dios han pasado de muerte a vida en la regeneraci�n, y siendo justificados gratuitamente en Cristo, ahora no hay condenaci�n para ellos, el juicio que ha de tener lugar sobre los imp�os, lo contemplar�n en el gran d�a. , Romanos 8:1 . Pero hasta qu� punto esas escrituras pretenden implicar, que los miembros de Cristo deben ser asesores con �l, lo dejo con el lector para que lo considere.

Versículos 9-11

(9) �No sab�is que los injustos no heredar�n el reino de Dios? No os enga��is: ni los fornicarios, ni los id�latras, ni los ad�lteros, ni los afeminados, ni los que abusan de s� mismos con los hombres, (10) ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los estafadores heredar�n el reino de Dios. (11) Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Se�or Jes�s, y por el Esp�ritu de nuestro Dios.

�Qu� pasaje sorprendente hay aqu�? Le ruego al lector que le preste mucha atenci�n. Los corintios como ciudad y pueblo estaban llenos de inmundicia, hasta seg�n un proverbio; tanto, es decir, una mujer corintia; era un t�rmino similar a una mujer del pueblo. Por tanto, como los corintios abundaban en toda especie de lujo e inmundicia; y el Se�or en su providencia y gracia, reuni� una Iglesia de entre ellos; el Ap�stol les recuerda lo que fueron una vez, para poder hacerlos m�s sensibles a lo que ahora son. As� erais algunos de vosotros: pero ya est�is lavados, pero est�is santificados, pero sois justificados en el nombre del Se�or Jes�s y por el Esp�ritu de nuestro Dios.

Espero que el lector me permita ampliar un poco m�s en particular esta parte tan preciosa de la palabra de Dios. Porque, si no me equivoco mucho, aqu� se enumeran los diversos actos de oficio de todas las Personas de la Deidad, y que se manifiestan de la manera m�s bienaventurada en este lugar, al declarar el gran cambio obrado en los corazones del pueblo del Se�or, en prueba de que cada pobre pecador, cuando es salvo y llamado con un llamamiento santo, est� en deuda por esta misericordia inefable, con el amor y la gracia unidos del Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo.

Y este es, en verdad, uno de los art�culos fundamentales de nuestra sant�sima fe, 1 Juan 5:7 ; 2 Corintios 13:14 ; Mateo 28:19 . Es cierto que las misericordias aqu� enumeradas no se colocan de acuerdo con el orden habitual de la elecci�n de Dios el Padre, la redenci�n de Dios el Hijo y la regeneraci�n de Dios el Esp�ritu Santo.

Pero de ah� no puede surgir ninguna objeci�n. Porque a veces se habla de uno primero, ya veces de otro. Ver 2 Corintios 13:14 ; Efesios 2:18 ; Colosenses 2:2 ; 1 Pedro 1:2 .

Pero cada Persona gloriosa de la Deidad, en su relaci�n de car�cter de oficio con la Iglesia, ciertamente se menciona en este vers�culo; y esto es muy satisfactorio como prueba de su gracia, amor y favor.

El Ap�stol comienza con la obra de Dios Esp�ritu. Pero est�is lavados. �Y qu� dulce confirmaci�n es esta de la gran obra de la regeneraci�n? El mismo gran Ap�stol, en su ep�stola a Tito, ha introducido el tema de la misma manera que en esta ep�stola a los Corintios; s�lo cuando le escribi� a Tito, se incluy� a s� mismo, como estando por naturaleza en la misma inmundicia original con todos. Porque tambi�n nosotros mismos (dijo �l) a veces fuimos necios, desobedientes, enga�ados, sirviendo a las concupiscencias y placeres divinos, viviendo en la malicia y la envidia, aborreci�ndonos y odi�ndonos unos a otros.

Pero despu�s de eso aparecieron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador para con el hombre, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia nos salv�, por el lavamiento de la regeneraci�n y la renovaci�n del Esp�ritu Santo, que �l derram�. sobre nosotros abundantemente, por Jesucristo Nuestro Salvador, Tito 3:3 . Ahora, aunque este oficio de Dios el Esp�ritu Santo es el �ltimo de que se habla, seg�n el orden en los antiguos asentamientos de la eternidad, cuando ese Pacto que est� ordenado en todas las cosas; y seguro, se menciona originalmente ( Salmo 89:3 .

) sin embargo, es el primero que le da al precioso hijo de Dios un descubrimiento del pacto de gracia. Porque hasta que no seamos lavados por el lavamiento de la regeneraci�n, la bondad y el amor de Dios para con el hombre, nunca se ha aparecido a esa alma individual, que entonces, por primera vez, se encuentra llamada con un llamamiento santo, y se le hace voluntaria en el d�a del poder de Dios. 2 Timoteo 1:9 ; Salmo 110:3 .

Por lo tanto, por lo tanto, aunque el amor electivo de Dios Padre eligi� a ese precioso hijo de Dios antes de todos los mundos ( Efesios 1:4 ) y marc� su nombre en el libro de la vida ( Apocalipsis 21:27 ; Lucas 10:20 ; Filipenses 4:3 ) sin embargo, hasta que Dios el Esp�ritu Santo puso su mano omnipotente en la obra y vivific� las almas, muertas por naturaleza, en delitos y pecados ( Efesios 2:1 ), el alma no era consciente de su elevado derecho de nacimiento, y sab�a nada del amor del Padre al elegir, o del amor del Hijo al redimir, para todos los prop�sitos de raza y misericordia.

Tampoco hay una sola bendici�n que podamos reclamar, o de la que de hecho tengamos la m�s m�nima concepci�n, hasta que este acto soberano de gracia haya pasado sobre el alma. �Lector! Haga una pausa y pregunte a su propio coraz�n si esas benditas palabras de Pablo a los corintios se pueden aplicar a usted. �Pero est�is lavados!

A continuaci�n, el Ap�stol dice: Pero vosotros sois santificados. Judas tambi�n se dirige a la Iglesia cuando dice: A los santificados por Dios Padre, preservados en Jesucristo y llamados, Judas 1:1 . No pretendo decir que Pablo ten�a los mismos puntos de vista con respecto al ser santificado, cuando les dijo a los corintios, vosotros sois santificados.

Algunos han pensado que alud�a a la santificaci�n del esp�ritu de este pueblo. Y es posible que sea as�. Pero soy libre de pensar de otra manera. La santificaci�n o apartar en la elecci�n de Dios el Padre de la Iglesia desde la eternidad, humildemente concibo que se entiende aqu�, de acuerdo con la analog�a de las Escrituras. Y en este sentido, es muy dulce, despu�s de que el Ap�stol les hab�a dicho que hab�an sido lavados por la regeneraci�n.

Porque, de esta manera, ahora se les permiti� rastrear sus misericordias hasta su fuente, al verse santificados o apartados por el Padre, siendo regenerados y llevados a la vida espiritual por el Esp�ritu Santo.

El Ap�stol prosigue en su relato y dice: Mas vosotros sois justificados en el nombre del Se�or Jes�s y por el Esp�ritu de nuestro Dios. Y aqu�, si no me equivoco, se pretende exponer la justificaci�n de la Iglesia por Cristo; de quien se dice expresamente que fue entregado por nuestras ofensas y resucitado para nuestra justificaci�n, Romanos 4:25 .

Y as�, bajo la presunci�n de que estoy en lo cierto, tenemos en este hermoso vers�culo, un relato de los varios oficios-caracteres de todas las Personas de la Deidad: en el acto misericordioso de Dios el Esp�ritu de lavar por regeneraci�n, del amor de Dios el Padre. en santificar o apartar por elecci�n; y de que Dios el Hijo justifica a sus redimidos con su sangre y justicia. En verdad puede decirse, y deber�a decirse, como una verdad sumamente bendita y reconfortante para el alma, que estos diversos actos de los que se habla aqu� se atribuyen en diferentes partes de las Escrituras a cada Persona gloriosa con indiferencia.

Pero esto no es m�s que una confirmaci�n m�s del conjunto; y un testimonio adicional de la unidad divina, Juan 5:17 . Y es una bendici�n rastrear los actos de cada Persona gloriosa y los actos unidos de todos. �Lector! que sea vuestra felicidad y la m�a, si es la voluntad del Se�or, tener la misma dulce seguridad que nos ha dado, como Pablo le dio aqu� a la Iglesia de Corinto; que somos lavados, santificados y justificados en el nombre del Se�or Jes�s y por el Esp�ritu de nuestro Dios.

Versículos 12-14

(12) Todo me es l�cito, pero no todo conviene; todo me es l�cito, pero no me dejar� dominar por ninguna. (13) Carnes para la panza, y panza para las carnes; pero Dios los destruir� a ambos. Ahora bien, el cuerpo no es para fornicaci�n, sino para el Se�or; y el Se�or por el cuerpo. (14) Y Dios, que levant� al Se�or, tambi�n nos levantar� a nosotros con su propio poder.

Existe cierta dificultad para comprender el plan inmediato del Ap�stol en la primera parte de estos vers�culos. Probablemente podr�a referirse a algo personal, respetando a los corintios. Pero no hay dificultad para comprender la hermosa alusi�n del Ap�stol a Cristo y su cuerpo m�stico, cuando dice que el cuerpo del creyente es para el Se�or y el Se�or para el cuerpo. El cuerpo m�stico de Cristo, que es el cuerpo entero de la Iglesia, le fue dado por el Padre antes de todos los mundos.

Jes�s se deleita en hablar de este cuerpo en cada ocasi�n; lo valor� mucho por la cuenta de su Padre, as� como por la suya propia, ya quien prometi� el Esp�ritu Santo, Juan 17:6 ; Salmo 21:2 ; Cantares de los Cantares 7:10 ; Juan 14:17 .

Y es en virtud de esta uni�n y unidad entre Cristo y su pueblo, que los cuerpos de los redimidos ser�n resucitados en el �ltimo d�a. No se levantar�n como la voluntad no redimida, producida por el poder desnudo de Dios, sino de una uni�n con Cristo. Entonces Paul habla. Si el Esp�ritu de aquel que levant� a Jes�s de entre los muertos mora en vosotros; el que resucit� a Cristo de entre los muertos, tambi�n vivificar� vuestros cuerpos mortales por su Esp�ritu que mora en vosotros, Romanos 8:11 .

Incluso en el sepulcro y el polvo de la muerte, hay una uni�n de los cuerpos de los redimidos de Cristo, con el Se�or su Cabeza, en virtud de la cual, en el gran d�a se levantar�n; y como dijo el Se�or Jes�s porque yo vivo, vosotros tambi�n vivir�is, Juan 14:19 .

Versículos 15-20

(15) �No sab�is que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? �Tomar� entonces los miembros de Cristo y los har� miembros de una ramera? Dios no lo quiera. (16) �Qu�? �No sab�is que el que se une a una ramera, es un solo cuerpo? porque dos, dice �l, ser�n una sola carne. (17) Pero el que se une al Se�or es un solo esp�ritu. (18) Huid de la fornicaci�n. Todo pecado que comete el hombre es sin el cuerpo; pero el que comete fornicaci�n, peca contra su propio cuerpo.

(19) �Qu�? �No sab�is que vuestro cuerpo es templo del Esp�ritu Santo que est� en vosotros, el cual ten�is de Dios, y no sois vuestro propio? (20) Porque hab�is sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro esp�ritu, que son de Dios.

Innumerables cosas muy benditas est�n contenidas dentro del comp�s de estos vers�culos. Ruego la atenci�n del Lector hacia ellos en orden. Primero. El Ap�stol le recuerda a la Iglesia una verdad preciosa; que se ense�a tan claramente en el Evangelio, y se supone que es tan perfectamente conocido y comprendido por cada hijo regenerado de Dios, que lo da por sentado, todos lo sab�an y viv�an diariamente en el disfrute de �l; es decir, su uni�n y unidad con Cristo.

�No sab�is que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El sagrado cuerpo santo de Cristo que el Hijo de Dios tom� en uni�n con �l es Personal. Pero el cuerpo m�stico de Cristo es toda la Iglesia. Ahora bien, es muy importante que todo miembro del cuerpo m�stico de Cristo lo comprenda a fondo y lo aprehenda. La persona completa de un hijo de Dios, aquel que el Padre ha dado a su amado Hijo, y a quien Dios el Hijo ha desposado consigo mismo, y redimido por su sangre y justicia de este estado temporal de pecado y corrupci�n; est� verdadera y virtualmente unida a Cristo, en cuerpo, alma y esp�ritu.

Porque aunque el cuerpo no se renueva en la regeneraci�n, y s�lo el esp�ritu es vivificado, el cual antes de este acto de gracia de Dios, el Esp�ritu estaba muerto, a causa de la ca�da de Ad�n, en delitos y pecados; sin embargo, todo el hombre est� unido a Cristo, y como miembro del cuerpo de Cristo, de su carne y de sus huesos, es parte de Cristo. Y en prueba de ello, cada vez que un hijo de Dios, su esp�ritu se une a la sociedad de los esp�ritus de los hombres justos perfeccionados; y aunque el cuerpo vuelve al polvo, sin embargo, como consecuencia de una uni�n con Cristo, como su gloriosa Cabeza; se levantar� del polvo de la tierra en el �ltimo d�a. Esto prueba que toda la persona de un hijo de Dios est� unida al Se�or Jesucristo.

En segundo lugar. El Ap�stol da igualmente por sentado que la Iglesia sab�a que, en virtud de esta uni�n con Cristo, en ambos viv�a y actuaba un mismo Esp�ritu. El que se une al Se�or es un solo Esp�ritu. Esta gloriosa y trascendental verdad se volvi� demasiado importante, en opini�n de Pablo, para que la Iglesia la perdiera de vista. �Por qu� podr�a ser igualmente interesante? El mismo Dios Todopoderoso el Esp�ritu que ungi�, llen� y bendijo la naturaleza humana de Cristo; ungi�, llen� y bendijo a todos sus miembros.

Ciertamente en Cristo, como en una fuente. En ellos como en un recipiente. Pero sigue siendo Uno, y el mismo. El Se�or no da el Esp�ritu por medida a Cristo. En �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Juan 3:34 ; Colosenses 2:9 . Pero a cada uno de nosotros se nos da la gracia seg�n la medida del don de Cristo, Efesios 4:7

En tercer lugar. Cuando Dios el Esp�ritu Santo aviva el alma de un hijo de Dios por medio de la regeneraci�n, se convierte en una fuente vivificante y renovadora en la parte espiritual de la persona; y hace del cuerpo su templo, seg�n su original y eterna promesa, Ezequiel 36:25 ; Lev�tico 26:11 .

Para que, en virtud de esto, el Esp�ritu Santo se convierta en un Esp�ritu vivificante, para dar una uni�n vital entre Cristo y sus miembros, y para mantener vivos los principios de la gracia que ha plantado, y mantener esa vida en el alma, como una rama. en la vid. Y, mientras influye en el esp�ritu del creyente, en la apertura de comunicaciones continuas de Cristo, como la Cabeza a sus miembros; los redimidos est�n capacitados para mortificar las obras del cuerpo, por Su presencia que habita en ellos, Romanos 8:13

Y, por �ltimo, por no mencionar m�s: lo que hace querer al conjunto de todo hijo de Dios es, que esta uni�n personal, por la cual el creyente se une a Cristo, como Dios-Hombre, en cuerpo, alma y esp�ritu; es una uni�n eterna, indisoluble, que nada puede separar ni destruir. Porque yo vivo, dice Jes�s, vosotros tambi�n vivir�is, Juan 14:19 .

Por lo tanto, el Esp�ritu Santo ense�� al Ap�stol a consolar a la Iglesia, tanto con el secreto como con la seguridad de todo el pueblo de Dios. Tu vida, dijo, est� escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, entonces tambi�n vosotros aparecer�is con �l en gloria, Colosenses 3:3

De todas estas consideraciones, y m�s que �stas, que se incluyen en las observaciones del Ap�stol; argumenta, tanto la verg�enza como el pecado, de unir los miembros del cuerpo de Cristo con los miembros de una ramera. Y muestra, tan claramente como pueden hacerlo las palabras, que como toda la Iglesia, y cada individuo de la Iglesia, es elegido por Dios, comprado por el precio de la sangre de Cristo y renovado por el Esp�ritu Santo; ya no son propiedad de ellos, sino de Cristo, por todos los v�nculos que pueden hacerlos as�, tanto por la creaci�n como por la redenci�n; y, por tanto, son llamados a glorificar a aquel cuyo derecho son en cuerpo y en esp�ritu, los cuales son de Dios.

Ruego al Redder que observe que es Cristo, de quien aqu� se habla de Dios, cuyo derecho es la Iglesia, por haberla comprado con un precio. Y esto, dicho sea de paso, se convierte en un testimonio muy claro, pleno y decisivo de la Deidad de Cristo. Y muy bienaventurado es cuando un hijo de Dios da la gloria a Cristo como tal, tanto en cuerpo como en esp�ritu, que son suyos.

Versículo 20

REFLEXIONES

�LECTOR! Dejemos que usted y yo aprendamos, de este interesante Cap�tulo, cu�n absolutamente inadecuado e impropio es, en un hijo de Dios, llamado a salir de la ca�da de Ad�n de la naturaleza, y redimido de la ley de las obras, estar enredado en los tribunales de Dios. Judicatura terrenal, cuando profesamos buscar una ciudad que tenga fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. �Oh! �Qu� reproche es, como dice el Ap�stol, ver a un hermano acudiendo a la ley con otro hermano, y eso ante los incr�dulos!

Deteng�monos una y otra vez sobre esa preciosa Escritura de los pecadores lavados, santificados y justificados, cuando fueron sacados de las tinieblas de la naturaleza y de la sombra de la muerte. Y, �oh! qu� vista deliciosa estamos llamados a contemplar, cuando se nos dice, y con tal seguridad de testimonio indudable, que nuestros cuerpos son los templos del Esp�ritu Santo. Salom�n qued� asombrado al contemplar la infinita condescendencia de Jehov� para considerar la casa; que hab�a hecho.

�He aqu�, (dijo �l), el cielo y el cielo de los cielos no te pueden contener! Pero aqu� estamos llamados a contemplar a Dios, el Esp�ritu Santo haciendo de los cuerpos de su pueblo su templo. �Se�or! dame la gracia de honrar a los miembros del cuerpo m�stico de Cristo, que son la residencia del Esp�ritu Santo; y nunca por ning�n acto de pecado y enfermedad; profana lo que el Se�or llama su templo. �Precioso Se�or Jes�s! que nunca pierda de vista esta bendita verdad: que soy tuyo y comprado por precio. �Oh! �que cada pensamiento, palabra y acci�n pueda dar gloria a tu Santo Nombre!

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 6". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-6.html. 1828.
 
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