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Bible Commentaries
1 Corintios 7

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol trata principalmente en este Cap�tulo, sobre el tema del matrimonio. �l se detiene en gran medida en las diversas Circunstancias relacionadas con �l, y hace muchas Observaciones benditas, a modo de Mejorar. fue.

Versículos 1-3

(1) En cuanto a las cosas que me escribiste, bueno es que un hombre no toque a una mujer. (2) Sin embargo, para evitar la fornicaci�n, cada uno tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido. (3) Que el marido pague a la esposa la debida benevolencia, e igualmente la esposa al marido.

A menudo he considerado que gran parte de este Cap�tulo tiene una ilustraci�n espiritual. Y seguro que lo estoy, si lo Efesios 5:32 en muchas partes con la mirada Efesios 5:32 en Cristo y su Iglesia, como el Ap�stol espiritualiz� bellamente el mismo tema en otra parte, (ver Efesios 5:32 ) en esta cantidad; deber�amos encontrar innumerables pasajes en �l, dulcemente explicados de esta manera.

Como por ejemplo: En la apertura de la misma, mientras Pablo habla de la ventaja que tendr�a un hombre en un solo estado; �No podemos decir, qu� dolores y agon�as del alma se hubiera salvado el Hijo de Dios si nunca hubiera tocado nuestra naturaleza, ni hubiera considerado nuestro estado perdido y arruinado? �Precioso Jes�s! �Qu� misericordias indecibles obtiene tu Iglesia, tu Esposa, de su uni�n contigo? Pero, �qui�n calcular�? �Qu� coraz�n concebir� los dolores que surgieron de tu Fianza, al redimir nuestra naturaleza arruinada, de la culpa y las consecuencias de la ca�da?

No se me debe decir que el Ap�stol, en la mayor parte de este Cap�tulo, est� respondiendo a ciertas preguntas que le propusieron los Corintios sobre el tema del matrimonio. Esto es evidente en el primer vers�culo, en el que se da cuenta de que la Iglesia le ha escrito en esta ocasi�n. Sin embargo, como sus preguntas se refer�an a la �poca en que vivieron, y las costumbres particulares a las que estaban sujetos, y son en conjunto en muchos casos mencionados en este Cap�tulo, ajenas a las costumbres del d�a de hoy; Me atrevo a creer que tanto el escritor como el lector de este Comentario del pobre hombre encontrar�n m�s provechoso tener nuestras mentes ejercitadas en la piedad, bajo la ense�anza del Esp�ritu Santo, mientras leemos este Cap�tulo, si consideramos la uni�n de la Iglesia con Cristo. ; y ver si algunas instrucciones muy dulces y preciosas,

Por eso, cuando le�, que para evitar la fornicaci�n, cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer su propio marido; No solo veo la ordenaci�n y designaci�n solemne del Se�or, desde el primer amanecer de la revelaci�n, cuando en la creaci�n de nuestros primeros padres, Ad�n y Eva, sali� el precepto de que un hombre debe dejar a su padre y a su madre, y se unir�n a su mujer, y ser�n una sola carne; ( G�nesis 2:24 ) pero veo la bienaventuranza de la uni�n entre Cristo y su Iglesia, que ese matrimonio de Ad�n y Eva fue dise�ado para representar.

Fue Cristo, de quien el Se�or Dios dijo: No es bueno que el hombre est� solo; Le har� una ayuda id�nea para �l, G�nesis 2:18 . Y fue la Iglesia, que el Se�or Dios form�, para ser una ayuda id�nea para �l, y una compa�era de ayuda para �l, que como su esposa, su esposa, podr�a ser part�cipe con �l, y de �l, de todo lo que es comunicable de gracia aqu�, y gloria por toda la eternidad para alabanza de Jehov� y felicidad de la Iglesia.

Y, por tanto, con la vista puesta en esto, cu�n bienaventurados leemos, lo que Dios el Esp�ritu Santo por medio del Ap�stol dice aqu�, en la apertura de este Cap�tulo: cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido, Cristo ha pero una esposa, su Iglesia; y su Iglesia tiene un solo marido, el Se�or Jes�s. Mi paloma, mi inmaculada, dice el Esposo en los Cantos, no es m�s que una, es la �nica de su madre; ella es la elegida de ella que la desnud�, Cantares de los Cantares 6:9 .

Y en otra parte el Se�or dice benditamente: T� permanecer�s para m� muchos d�as; no te prostituir�s, ni ser�s para otro hombre; as� ser� yo tambi�n para ti, Oseas 3:3 . �Lector! no pases por alto el amor de Jes�s, en esas dulces escrituras; que en medio de todas nuestras fornicaciones espirituales y apartamientos del Se�or, Jes�s nunca se aparta de nosotros.

El Se�or Dios de Israel dice que aborrece el repudio. Vea una hermosa escritura en este sentido, Malaqu�as 2:14 , hasta el final. V�ase tambi�n Oseas 2:1 todas partes.

Y estoy seguro de que ning�n hijo de Dios, que ha sido regenerado verdadera y salvadora, puede leer en este Cap�tulo lo que se dice del marido que rinde a la esposa la debida benevolencia, sino que debe ser guiado (si es as�, el Esp�ritu Santo se abre a sus ojos). ver el pensamiento), para contemplar, la gracia incesante, la misericordia y la bondad amorosa del Se�or Jes�s. �Con qu� sinceridad de afecto corteja Jes�s a cada individuo de las personas que el Padre le ha dado a s� mismo? �Cu�ntas y cu�n incesantes son sus llamadas de amor para atraernos a sus brazos? Aunque en nuestro estado ca�do, hemos hecho un pacto con la muerte, y con el infierno estamos de acuerdo; sin embargo, cuando Jes�s viene a reclamar lo suyo, dice: tu pacto con la muerte ser� anulado, y tu pacto con el infierno no se mantendr�, Isa�as 28:18 ; Isa�as 28:18 .

Por las influencias dulces y bondadosas del Esp�ritu Santo en la regeneraci�n, todas las ataduras de Satan�s se rompen, y el mundo y el pecado pierden su encanto; y a pesar de toda nuestra repugnancia e indignidad como somos en nosotros mismos, nuestra pobreza, debilidad, ignorancia y las innumerables provocaciones con que lo hemos provocado a ira, Jes�s nos une a s� mismo, nos hace su esposa, nos limpia en su sangre, envuelve. nos en su manto de justicia, nos hace hermosos por la hermosura que nos ha puesto, nos trae a sus ordenanzas aqu�, y nos llevar� a casa a su cena de bodas en el cielo, cuando se cumplan todos los prop�sitos de su santa voluntad; y la gracia se consuma en la gloria sin fin.

�Lector! �Es esta la debida benevolencia que Jes�s brinda a su esposa la Iglesia? �Oh! que t� y yo podr�amos dar un testimonio tan alegre acerca de nosotros mismos, cuando se dice en la �ltima parte del vers�culo; y de la misma manera tambi�n la esposa rinde la debida benevolencia al esposo. Pero �oh! �T�, querido Se�or! �Cu�ntas veces, como la mujer traidora se aparta de su marido, mi pobre coraz�n se ha apartado de ti? �Se�or! d�jame escuchar tu dulce voz del Profeta: Vu�lvete, hijos rebeldes, y yo sanar� tu rebeli�n.

Que el Se�or me ayude a responder: He aqu�, venimos a ti, porque t� eres el Se�or nuestro Dios, Jeremias 3:22 ; Jeremias 3:22 .

Versículos 4-17

(4) La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. (5) No se defrauden los unos a los otros, a menos que sea con el consentimiento por un tiempo, para que se entreguen al ayuno y la oraci�n; y re�nanse de nuevo, para que Satan�s no los tiente por su incontinencia. (6) Pero esto lo digo por permiso, no por mandamiento. (7) Porque quisiera que todos los hombres fueran como yo.

Pero cada hombre tiene su propio don de Dios, uno seg�n esta manera, y otro despu�s. (8) Por tanto, digo a los solteros y a las viudas: Bueno les es si permanecen como yo. (9) Pero si no pueden contener, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse. (10) Y a los casados ??yo mando, pero no yo, sino el Se�or, que no se separe la mujer de su marido; (11) pero si se va, que se quede sin casar, o se reconcilie con su marido; y no el marido repudi� a su mujer.

(12) Pero a los dem�s les hablo yo, no el Se�or: Si alg�n hermano tiene una mujer infiel, y ella se agrada de vivir con �l, no la repudie. (13) Y la mujer que tiene marido incr�dulo, y si le place vivir con ella, no lo deje. (14) Porque el esposo incr�dulo es santificado por la esposa, y la esposa incr�dula es santificada por el esposo. De lo contrario, tus hijos ser�an inmundos; pero ahora son santos.

(15) Pero si el incr�dulo se va, que se vaya. Un hermano o una hermana no est� bajo servidumbre en tales casos, pero Dios nos ha llamado a la paz. (16) �Qu� sabes t�, mujer, si salvar�s a tu marido? �O c�mo sabes, oh hombre, si salvar�s a tu mujer? (17) Pero como Dios reparti� a cada uno, como Jehov� llam� a cada uno, as� ande. Y as� lo ordeno en todas las iglesias.

Habiendo por las observaciones anteriores, destinadas a mostrar, cu�n capaces son este y otros cap�tulos y porciones similares de la palabra de Dios, de espiritualizarse; Quisiera ahora tambi�n tratar de considerar algunas de las diversas expresiones de las que ha hecho uso el Ap�stol en este Cap�tulo, que a primera vista no son tan claras para �l.

Las frases generales, de las esposas que no tienen poder sobre su propio cuerpo, y los maridos de manera similar sobre s� mismos, y la acusaci�n de no defraudarse mutuamente, sino con el consentimiento de los deberes de la religi�n: son expresiones tan delicadamente enmarcadas, como la naturaleza. del sujeto admitir�a; e insin�an la obligaci�n mutua de que cada una de las partes debe cuidarse mutuamente, en todos los departamentos en los que se puede suponer que se da el estado matrimonial: que ninguno de los enemigos de nuestra salvaci�n, ni Satan�s, ni el mundo, ni los deseos de nuestra propia naturaleza corrupta y ca�da, pueden en cualquier momento tentar al mal.

Y aprovecho la ocasi�n, por lo que el Ap�stol ha dicho aqu�, para observar, que estoy muy seguro, incluso entre el pueblo del Se�or, de muy poca atenci�n en las circunstancias m�s diminutas de la vida, en el temperamento, disposici�n, falta de acomodaci�n y lo que Pablo en otro lugar llama a llevar las cargas de los dem�s, y as� cumplir la ley de Cristo; ha tenido, y con frecuencia produce, muchas consecuencias tristes, en la vida social y religiosa, G�latas 6:2 .

Ser�a bueno que todos los que profesan piedad estuvieran atentos a esas cosas, que no se le diera al adversario ocasi�n de blasfemar. Para contemplar a los que profesan conocer al Se�or y han pasado de muerte a vida, seguidores de Dios en Cristo, como hijos amados; y por esa profesi�n, ser supuesto que camina en amor, como tambi�n Cristo nos am�; y llegar a ser ejemplos de creyentes, en palabra, en conversaci�n, en caridad, en esp�ritu, en fe, en pureza y, sin embargo, de temperamento tan cruel, que excepto cuando est�n realmente dedicados a los momentos de adoraci�n, aquellos con quienes habitan encuentran una ocasi�n continua quejarse all� es algo sumamente inadecuado, e impropio en todo esto, �d�nde est� el Esp�ritu de Cristo y la mansedumbre de Jes�s, se puede decir? Y lo he o�do decir m�s de una vez por algunos, y he encontrado motivos para sonrojarme al o�rlo,

"Salom�n observ� desde hace mucho tiempo que es mejor habitar en el desierto que con una mujer rencillosa y enojada, Proverbios 21:19 . trae gran reproche al bendito Evangelio de Cristo y produce mucha incomodidad para su pueblo.

Cuando el Ap�stol en este Cap�tulo traza una l�nea de distinci�n entre lo que habla por mandamiento y lo que dice de s� mismo, no debemos suponer que �l quiere decir que su autoridad no era la misma. El mandamiento, al que se refiere, son los preceptos, que se encuentran en la Palabra de Dios sobre el tema, G�nesis 2:24 ; �xodo 21:19 .

As� que, de nuevo, cuando dice que desear�a que todos los hombres fueran como �l mismo: no quiere decir en relaci�n con el estado casado o no casado. Porque no se sabe si Pablo tuvo o no esposa. Y si no estaba casado, no se pod�a suponer que desear�a que no hubiera matrimonios. Pero Pablo deseaba modestamente que todos los hombres fueran bendecidos con la gracia, en el estado en que se encontraban, como �l mismo.

As� que una vez m�s, cuando Pablo dice, que el esposo incr�dulo es santificado por la esposa, y la esposa incr�dula es santificada por el esposo, no debemos suponer que el Ap�stol quiso decir que el que es part�cipe de la gracia santifica, o santifica al otro que no participa de la gracia. Nadie sino Dios el Esp�ritu Santo puede regenerar y santificar; y por tanto esto es imposible. Pero el sentido es que, en virtud de que una de las partes del matrimonio se encuentra en un estado de regeneraci�n; convierte el estado de matrimonio, que se encuentra entre esas dos personas, en un estado santificado o santo, a pesar del estado imp�o no santificado de la otra parte.

Y por lo tanto, los hijos, que de otro modo ser�an inmundos, que nacieron de ambos padres, si ambos no hubieran sido regenerados, ahora son, en virtud de uno de ellos, santos; es decir, nacen en el santo matrimonio. Y, adem�s, deber�a considerarse; que en este Cap�tulo, donde se hacen uso de esos t�rminos, el Ap�stol est� escribiendo a una Iglesia reunida del paganismo y la idolatr�a. Por lo tanto, si una de las partes en el matrimonio todav�a est� en el paganismo, esto no hace que los ni�os sean paganos, porque el otro es un creyente.

Por tanto, los hijos son santificados, es decir, nacen en el santo matrimonio. Y esto es todo lo que significa, o puede significar, en relaci�n con las circunstancias de la vida humana. La regeneraci�n de un esposo no puede producir la regeneraci�n de la esposa, ni la esposa es el esposo. Tampoco los hijos, por ning�n nacimiento de la naturaleza, incluso si ambos padres son regenerados, se convierten as� en hijos de la gracia. Pero, todo lo que se dice aqu�, se refiere al estado del santo matrimonio, en lo que respecta a las transacciones en la vida social; y una dulce escritura es, para consolar al pueblo de Dios, cuando, en cualquier caso, el hombre en gracia se une a una mujer que no est� en gracia: y as�, por otro lado, una mujer bondadosa con un hombre descort�s.

Pero si bien esta Escritura brinda consuelo en tales circunstancias, es verdaderamente una bendici�n, cuando ambas partes son verdaderos compa�eros de yugo, primero se han entregado al Se�or y luego el uno al otro; y somos uno en Cristo, 2 Corintios 6:14 . Pero, aunque se puede decir mucho, y de hecho deber�a decirse de esta escritura, en referencia al estado matrimonial en la vida humana, le ruego al lector que no pase por alto, la muy dulce y preciosa instrucci�n que surge de este tema, en un sentido espiritual, en lo que se refiere al matrimonio de la Iglesia con Cristo.

Aqu�, en verdad, y en verdad, nuestro glorioso y santo Esposo, santifica todo su cuerpo la Iglesia; porque con la �nica ofrenda de s� mismo ofrecida una vez, hizo perfectos para siempre a los santificados, Hebreos 10:14 . Y al unir su Iglesia a �l, ella es santificada en su santidad: siendo santa la ra�z, tambi�n lo son las ramas, tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de uno.

�Oh! precioso Santificador de tu pueblo! �S�! T� santo Se�or, te o�mos decir Por ellos me santifico, Oseas 2:18 ; Jeremias 23:6 y Jeremias 33:16 ; Isa�as 54:5 ; Hebreos 2:11 ; Juan 17:19

Lo que el Ap�stol ha agregado en la pregunta que se les hizo a la esposa y al esposo, acerca de salvarse mutuamente, apenas necesita una observaci�n. Al salvar, simplemente significa nada m�s que ser un instrumento para llevar a los incr�dulos a los medios de la gracia. Nadie puede en modo alguno redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por �l. Porque la redenci�n del alma es preciosa. Y este es �nicamente el oficio de Cristo.

El Se�or lo hizo, y una vez hecho, cesa para siempre, Salmo 49:7 ; Hebreos 10:14 . Y cuando las almas se someten a la palabra, y se ora sobre esa palabra; esto es lo m�ximo que se puede hacer. Y es muy esperanzador cuando los hijos de Dios est�n capacitados para hacerlo; y encuentran sus mentes guiadas en el servicio, por Dios el Esp�ritu Santo.

El Se�or que vivi� a un pobre pecador puede dar vida a otro. Y el que misericordiosamente me llam�, (un hijo de Dios puede decir), puede, si es as�, por favor llamarte. Pero aqu� el asunto debe descansar. �Qu� sabes t�, esposa, si salvar�s a tu marido? �Y c�mo sabes, oh hombre, si salvar�s a tu mujer?

Versículos 18-40

(18) �Alguno es llamado circuncidado? que no se vuelva incircunciso. �Es llamado alguno en incircuncisi�n? que no se circuncide. (19) La circuncisi�n no es nada, y la incircuncisi�n no es nada, sino la observancia de los mandamientos de Dios. (20) Que cada uno permanezca en el mismo llamamiento al que fue llamado. (21) �Eres llamado siervo? no te preocupes por ella; pero si puedes ser liberado, �sala mejor.

(22) Porque el que en el Se�or es llamado siendo siervo, libre es del Se�or; as� tambi�n el que es llamado siendo libre, siervo de Cristo es. (23) Sois comprados por precio; no se�is siervos de los hombres. (24) Hermanos, cada uno en lo que es llamado, permanezca en �l para con Dios. (25) En cuanto a las v�rgenes, no tengo mandamiento del Se�or; sin embargo, doy mi juicio, como quien ha alcanzado misericordia del Se�or para ser fiel.

(26) Supongo, por tanto, que esto es bueno para la angustia actual, digo, que es bueno para un hombre ser as�. (27) �Est�s ligado a esposa? no busques ser desatado. �Est�s libre de esposa? no busques esposa. (28) Pero si te casas, no has pecado; y si una virgen se casa, no peca. Sin embargo, los tales tendr�n problemas en la carne, pero yo te perdono. (29) Pero esto digo, hermanos: el tiempo es corto: queda, que los dos que tienen mujeres, sean como si no tuvieran; (30) Y los que lloran, como si no lloraran; y los que se alegran, como si no se alegraran; y los que compran, como si no tuvieran; (31) Y los que usan este mundo, como no abusar de �l: porque la moda de este mundo pasa.

(32) Pero te tendr�a sin cuidado. El soltero se preocupa por las cosas que son del Se�or, c�mo agradar al Se�or; (33) pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, c�mo agradar a su esposa. (34) Tambi�n hay diferencia entre una esposa y una virgen. La soltera se preocupa por las cosas del Se�or, para ser santa tanto en cuerpo como en esp�ritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de c�mo agradar a su marido.

(35) Y esto lo hablo para vuestro propio provecho; no para que yo les eche una trampa, sino por lo que es hermoso, y para que puedan asistir al Se�or sin distracci�n. (36) Pero si alguno piensa que se porta mal con su virgen, si ella pasa de la flor de su edad y lo necesita, haga lo que quiera, no pecar�: que se casen. (37) Sin embargo, el que est� firme en su coraz�n, sin necesidad, sino que tiene poder sobre su propia voluntad, y ha decretado en su coraz�n que guardar� a su virgen, hace bien.

(38) Por tanto, el que la da en matrimonio hace bien; pero el que no la da en matrimonio, mejor hace. (39) La mujer est� sujeta a la ley mientras viva su marido; pero si su marido muere, ella est� en libertad de casarse con quien quiera; solo en el Se�or. (40) Pero ella se alegrar� m�s si permanece as�, seg�n mi juicio; y tambi�n creo que tengo el Esp�ritu de Dios.

Como escribi� el Ap�stol sobre este tema de la circuncisi�n, as� como sobre todos los dem�s puntos sobre las ordenanzas, bajo la inspiraci�n inmediata del Esp�ritu Santo; Es para la paz y la felicidad de la Iglesia tener una instrucci�n clara sobre estas cosas. Y lo que aqu� se dice es muy satisfactorio, ya que el mismo Se�or lo afirma en su gobierno de su Iglesia y de su pueblo. Aqu� se nos ense�a expresamente que si un jud�o es llamado por el Esp�ritu, su circuncisi�n anterior no tiene nada de objeci�n.

No debe ocultar, ni siquiera querer ocultar, su circuncisi�n. Que no se vuelva incircunciso. De hecho, no puede ser as�. De hecho, la cosa en s� es imposible. Pero el Ap�stol probablemente alude al caso de algunos, que en tiempos de problemas, cuando los paganos consideraban un crimen ser jud�o, y los que, al ser examinados, fueron tratados cruelmente o condenados a muerte; intent� los medios para hacer parecer que no hab�an sido circuncidados.

A todos ellos les habla el Ap�stol cuando dice: No se incircunciso. En Cristo Jes�s, ni la circuncisi�n vale nada, ni la incircuncisi�n, sino una nueva criatura, G�latas 6:15 . Y por otra parte, si un gentil de entre las naciones del mundo, sea llamado por gracia soberana al conocimiento del Se�or Jesucristo; que no sea circuncidado por el hecho de que, como �l piense, tenga derecho al Pacto hecho con Abraham; por eso est� sin �l, G�latas 3:28 .

La circuncisi�n era en verdad una ordenanza santa de Dios; y designado para ser observado por toda la casa de Israel, bajo las m�s severas penas, G�nesis 17:10 . Pero como fue pensado solo como una se�al y sello de un Pacto mejor, establecido sobre mejores promesas; nunca tuvo la intenci�n de ministrar m�s all� de la venida de Cristo.

Le sirvi� de sombra. Porque insinuaba la ca�da y la corrupci�n de la naturaleza; y que sin derramamiento de sangre no hay remisi�n. Pero cuando vino, el cual por la �nica ofrenda de s� mismo ofrecido una vez, hizo perfectos para siempre a los santificados; esta ordenanza fue derogada. Habiendo llegado la sustancia, la sombra ces� para siempre, no, de hecho, no s�lo dej� de ser necesaria, sino que se volvi� inadecuada.

Porque, como la circuncisi�n ten�a todo el ojo puesto en Cristo, cualquiera que se sometiera al rito despu�s de la venida de Cristo, virtualmente por el acto puso en duda que Cristo hab�a venido o que su venida era el cumplimiento de toda la ley. Por eso, el Ap�stol dice en otra Escritura que si un hombre se circuncidara, de nada le aprovechar� Cristo, es decir, si se circuncidara por no estar satisfecho con la obediencia y muerte de Cristo, como cumpliendo la redenci�n y llegando a ser el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Ver G�latas 5:2 ; Romanos 10:4

El Ap�stol utiliza el mismo tipo de razonamiento, respetando los diversos aspectos de la vida social: el sirviente con el amo y la esposa con su esposo, y en resumen, todas las rejas del mundo. Se pueden seguir todas las situaciones en la sociedad civil, siempre que la estaci�n sea legal y honesta; porque no tienen nada que ver con las grandes preocupaciones de la salvaci�n. Aquel que es llamado en el Se�or con un llamamiento santo por la gracia soberana, y por lo tanto se prueba que es de la familia de Cristo, comprado con el precio precioso de la sangre de Cristo y, por lo tanto, redimido de la ca�da de la naturaleza de Ad�n, tiene un grado infinitamente superior. preocupaci�n, que la mera consideraci�n de cualquier vocaci�n mundana.

El tiempo aqu� es corto. Apenas vale la pena pensar en qu� etapa de la vida se encuentra un hombre, alto o bajo, rico o pobre; a menos que buscara aquello que mejor pudiera promover los intereses eternos del mundo superior y m�s brillante. Incluso las tiernas alianzas en las organizaciones ben�ficas de la vida: nuestra permanencia en ellas es tan transitoria, que deber�amos sentarnos lo m�s relajados y desprendidos de ellas como sea posible: y conscientes de que aqu� no tenemos una ciudad continua, por lo tanto, deber�amos estar siempre en el camino. acecha en la b�squeda, uno por venir, Hebreos 13:14 . No creo que sea necesario extenderme sobre algunos detalles expuestos por el Ap�stol, hacia el final del Cap�tulo; siendo en s� mismos suficientemente claros y obvios.

Versículo 40

REFLEXIONES

�LECTOR! Usted y yo leeremos este Cap�tulo del Ap�stol con no poca mejora, si de lo que aqu� se dice en relaci�n con las sociedades civiles en la vida com�n, hacemos una reflexi�n espiritual sobre esa cercana y querida uni�n que subsiste entre Cristo y sus hermanos. Iglesia. No puede haber una conexi�n tan cercana, tan querida, tan importante, interesante y duradera; porque es para siempre. Todas las dem�s uniones mueren con el cuerpo. Pero Cristo y su Iglesia son uno, por toda la eternidad.

Puede ser una gran bendici�n tener un ojo en esto, en nuestra formaci�n de conexiones en el estado matrimonial; e invitar al Se�or Jes�s ya sus disc�pulos a la boda. Y, con respecto al estado humilde o exaltado en el que se colocan los miembros del cuerpo de Cristo, la experiencia confirma en voz alta la verdad todos los d�as; la pobreza, o las riquezas, van un poco m�s lejos para frustrar o promover las comodidades reales de la vida. Donde est� Jes�s, y donde �l forma la uni�n, debe seguir la bienaventuranza, en el uso santificado de todas las dispensaciones.

�Lector! no pase por alto ni olvide la decisi�n del Se�or por parte del Ap�stol en este Cap�tulo, con respecto a las ordenanzas. La circuncisi�n o la incircuncisi�n, con cualquier otra ordenanza, no son en s� mismas nada. Muchos de los redimidos de Cristo ahora en gloria, como el hombre que Jes�s llev� consigo al Para�so desde la cruz; nunca disfrut� de una sola ordenanza en la tierra. Y muchos, es de temer, que han tenido todos los privilegios de las ordenanzas, no conocen nada del Dios de las ordenanzas para el gozo de su alma.

�Lector! que sea su felicidad, y la m�a, formar nuestras conclusiones sobre la norma del Ap�stol, regulada por el Esp�ritu de Dios. En Cristo Jes�s, ni la circuncisi�n vale nada, ni la incircuncisi�n, sino una nueva criatura. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios, am�n.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 7". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-7.html. 1828.
 
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