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Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 2

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

En este cap�tulo, el Ap�stol se detiene principalmente en sus labores entre ellos como ministro de Cristo. Expresa con fuerza su Afecto por la Gente.

Versículos 1-12

(1) ?� Por vosotros mismos, hermanos, sabed nuestra entrada en vosotros, que no fue en vano: (2) Pero incluso despu�s de que hab�amos sufrido antes, y fuimos suplicados vergonzosamente, como sab�is, en Filipos, fuimos confiado en nuestro Dios para hablaros el evangelio de Dios con mucha contienda. (3) Porque nuestra exhortaci�n no fue por enga�o, ni por inmundicia, ni por enga�o: (4) Sino que as� como Dios nos permiti� ser confiados del evangelio, as� hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

(5) Porque en ning�n momento usamos palabras lisonjeras, como sab�is, ni disfrazamos de codicia; Dios es testigo: (6) Ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros, ni de otros, cuando pod�amos ser gravosos, como ap�stoles de Cristo. (7) � Pero fuimos amables entre ustedes, como una nodriza acaricia a sus hijos: (8) Por eso, dese�ndonos con afecto, hemos querido impartirles, no solo el evangelio de Dios, sino tambi�n el nuestro. almas, porque fuisteis queridos por nosotros.

(9) Porque os acord�is, hermanos, de nuestro trabajo y dolores de parto; por trabajar de d�a y de noche, por cuanto no ser�amos cobrables a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. (10) Vosotros sois testigos, y Dios tambi�n, de cu�n santa, justa e intachable nos comportamos entre vosotros los creyentes: (11) Como sab�is, c�mo exhortamos, consolamos y exhortamos a cada uno de vosotros, como un padre a sus hijos, ( 12. Para que andes como es digno de Dios, quien te ha llamado a su reino y gloria.

Siempre he considerado este Cap�tulo, desde que sab�a algo del Se�or, con especial placer, como una apertura del coraz�n mismo de un fiel ministro de Cristo. Y si el Lector es ense�ado por Dios Esp�ritu, c�mo apreciar correctamente las cosas divinas, me atrevo a creer que �l pensar� conmigo, que todo el Cap�tulo, de principio a fin, proporcion� a Jesucristo, uno de los retratos m�s acabados de un ministro verdaderamente ordenado del Se�or Jes�s.

�Oh! �Que agrad� al Se�or Todopoderoso de la mies enviar a tales obreros a su mies! �Oh! que pudi�ramos mirar a nuestro alrededor, y contemplar a muchos de ellos saliendo en este terrible d�a, �para que pudi�ramos tener la esperanza de que el Se�or no sacar�a entonces nuestro Candelero de su lugar! Apocalipsis 2:5

No puedo proponer, en el Comentario de un pobre, seguir al Ap�stol en todas las partes de las labores ministeriales que ha enumerado en este Cap�tulo. Pero seleccionar� algunos de los m�s llamativos, y que no se limitaron a los d�as de los Ap�stoles, sino que m�s o menos corresponden al estado general de la Iglesia en todas las �pocas.

Y comenzar� con el que Pablo mismo ha comenzado, a saber, el testimonio decidido de que el Se�or el Esp�ritu Santo lo envi� a �l y a sus pocos fieles compa�eros para trabajar en la palabra y la doctrina, a partir de las evidentes bendiciones que acompa�aron a su ministerio. Vosotros mismos sab�is, hermanos, que nuestra entrada en vosotros no fue en vano. �Lector! Habr�a de buscarse m�s fervientemente del Se�or, que las Iglesias del Dios viviente, tanto el pueblo como el ministro, tengan el testimonio del Se�or de que su presencia est� entre ellos, por sus bendiciones que van antes y siguen la palabra.

Hay algo tremendamente terrible, cuando los hombres corren sin ser enviados al ministerio, a quien se podr�a decir, �qui�n ha requerido esto de vuestra mano cuando pis�is mis atrios? Isa�as 1:12 . �Y contemplar multitudes que expresan aparente ansiedad por la conversi�n de otros, que nunca se convirtieron ellos mismos, es uno de los signos espantosos de los tiempos actuales!

La siguiente caracter�stica hermosa del car�cter en el ministerio de Pablo es lo que �l ha marcado de oposici�n. Nunca hubo un siervo fiel de Cristo sin oposici�n. Y es muy cierto que nunca lo habr�, porque entonces cesar�a el esc�ndalo de la cruz. El Ap�stol parece haber se�alado, como una se�al que nunca falla, en cada ocasi�n, que dondequiera que el Se�or abriera una puerta grande y eficaz para predicar su Evangelio, seguramente se encontrar�an muchos adversarios.

1 Corintios 16:9 . De ah� el trato vergonzoso que Paid recibi� en Filipos; se explica afortunadamente por el �xito que Pablo encontr� all� en la bendici�n del Se�or sobre �l. Lidia y el carcelero est�n en un registro eterno, por lo que el diablo rugi� e incit� a sus agentes a oponerse y azotar a los Ap�stoles; y cu�ntos m�s pudo haber llamado el Se�or all�, nos quedamos para formar esperanzas.

Ver Hechos 16:1. Y tal es el caso en todas las edades. Dondequiera que el Se�or env�e a sus siervos fieles a recoger a sus redimidos de entre el mundo, el Evangelio de Dios debe ser entregado con mucha contenci�n. Predicar a Cristo, y solo a Cristo, insistir en el amor eterno de Dios el Padre, como lo hizo Pablo, al elegir a la Iglesia en Cristo antes de la fundaci�n del mundo, predestinando a esa Iglesia para la adopci�n de hijos por Jesucristo para �l, seg�n el benepl�cito de su voluntad, predicar total y exclusivamente, como lo hizo Pablo, la redenci�n por la sangre de Cristo, e insistir, adem�s, que sin la regeneraci�n del coraz�n por Dios el Esp�ritu, como lo hizo Cristo mismo, No puede haber entrada a su reino para predicar estas gloriosas verdades, ya que toda la salvaci�n ser�, en verdad, con mucha contenci�n.

Todos los fariseos modernos del mundo se sentir�n ofendidos por tal predicaci�n, y tales predicadores, como lo hicieron los antiguos con Cristo mismo, y no se opondr�n apenas, sino que levantar�n un tono y clamor contra ambos. Y es un bendito testimonio de la verdad cuando tales hombres se oponen a ella. Porque, como no conocen la plaga de su propio coraz�n, y nunca entraron por la puerta de la regeneraci�n al redil de las ovejas, �c�mo conocer�n las gloriosas y distintivas verdades del Evangelio? Efesios 1:4 ; Juan 3:3 . y Juan 10:1

El Ap�stol ha dado otro car�cter muy llamativo de su fidelidad en el ministerio, cuando dijo: Porque nuestra exhortaci�n no fue por enga�o, ni por inmundicia, ni por enga�o. Pero, como se nos permiti� confiar en el Evangelio, as� hablamos; no como agradando a los hombres, sino como Dios que prueba nuestros corazones. �Qu� hermoso relato hay aqu� de un fiel ministro de Jesucristo! Pero es una pregunta solemne preguntarse si los que se llaman a s� mismos ministros de Cristo y, sin embargo, agradan a los hombres, no son de enga�o, inmundicia y enga�o.

Para reafirmar a los fariseos en cumplidos de su bondad, para suprimir las grandes y distintivas doctrinas de la elecci�n, la expiaci�n de Cristo y la perseverancia final de los santos en sumisi�n a las opiniones falsas de tales hombres, para permitir que el pueblo del Se�or se incline, en reprimirse los preciosos consuelos del Evangelio, para que los soberbios se sientan complacidos de que se les prediquen cosas agradables; �Estos son terribles signos de infidelidad en el ministerio, dondequiera que se encuentren! Y qu� llamamiento tan llamativo hace el Ap�stol, en confirmaci�n de su fidelidad, cuando lo hace ante Dios y ante los hombres.

Porque ninguno (dice �l) en ning�n momento usamos palabras lisonjeras, �sabes? Ni una coca de codicia, Dios es testigo. �Qu� bendici�n debe ser actuar as� en el ministerio! La verdadera Iglesia de Cristo no conoce distinci�n de personas. Todos son igualmente queridos en Jes�s. E igualmente queridos deben ser para sus fieles ministros. Ese siervo del Se�or, que �l mismo est� consciente de la plaga de su propio coraz�n, ejercer� mayor celo sobre su pueblo.

Y, como m�s peligro debe temerse de la levadura del fariseo, que de todas las dem�s causas de maldad; el que conoce su propio coraz�n, no perdonar� a los dem�s. �l nunca adular� ni adular�, sino que, como Pablo orden� a Timoteo, reprender�, reprender�, exhortar� con toda paciencia y doctrina. Y, si alguna vez hubo un d�a en el que esta fidelidad fue m�s imperiosamente necesaria que otro, el presente lo es.

Pablo dijo que llegar�a el momento en que no soportar�an la sana doctrina; pero seg�n sus propias concupiscencias se amontonaban maestros que ten�an comez�n en los o�dos; apartando sus o�dos de la verdad y volvi�ndose a las f�bulas. 2 Timoteo 4:2 . Y si el Ap�stol hubiera se�alado esta misma edad, como el d�a al que aludi�, no podr�a haber sido m�s correcta en su descripci�n.

En lugar de hacer de Cristo el todo en todos, como hizo Pablo, se clama la perfecci�n humana, y se felicita a los hombres con su celo y generosidad y limosnas, para promover, como se llama, la difusi�n del Evangelio. �D�nde se puede descubrir el modelo de la predicaci�n de Cristo en tales Ensayos? �Qui�n que lee el primer serm�n de Cristo en la sinagoga jud�a, puede encontrar alg�n rastro de �l en los discursos de los tiempos modernos? El suyo era predicar el Evangelio a los pobres, sanar a los quebrantados de coraz�n, predicar la liberaci�n a los cautivos y el recobro de la vista a los ciegos. Lucas 4:18 . �Feliz la gente que se sienta bajo la predicaci�n formada en este plan?

Una palabra m�s. Nunca podremos admirar demasiado el cari�o con el que Pablo describe sus labores y las de sus compa�eros en el ministerio, como lo ha representado aqu�. Fuimos amables entre ustedes, (dice �l), como una nodriza acaricia a sus hijos. La imagen es muy tierna, y est� dise�ada para representar cu�n vigilantes son los siervos fieles del Se�or de su redil, y cu�n afectuosamente soportan todas las debilidades y necesidades e incluso los descarr�os de los beb�s y los j�venes de la familia de Cristo.

Pero, aunque admiro la figura de la enfermera de Paul, no puedo dejar de se�alar su modestia tambi�n, al tomar la de la enfermera y no la de la madre. La enfermera, s�, la enfermera m�s tierna no es la verdadera, sino s�lo la madre adoptiva. Jes�s ha tomado para s� esta imagen de la madre, y s�lo a �l le pertenece; y, por tanto, Pablo no presume de usarlo. Como aquel a quien consuela su madre, as� yo os consolar� a vosotros.

Isa�as 66:13 . Pero ruego al lector que observe la plenitud de amor que el Ap�stol ha resumido en sus expresiones, cuando dice que, como deseaban tan afectuosamente al pueblo del Se�or, estaban dispuestos a impartirles, no solo el Evangelio de Dios. , sino tambi�n a sus propias almas, porque les eran queridos.

Dif�cilmente es posible, en los tiempos fr�os y ego�stas en los que vivimos, entrar en una aprehensi�n del calor del coraz�n de Pablo. Todo lo que ten�a y todo lo que sab�a; sus dones, gracias y goces eran todos para el pueblo, entre los cuales trabajaba en palabra y doctrina. S�, su alma misma era de ellos, porque Cristo y sus miembros son todos uno. �Oh! �Qu� hermosa vista del afectuoso ministro de Cristo! Si el lector quisiera ver las diversas caracter�sticas dibujadas en mayor medida, lo remito a Hechos 20:17 , etc.

No debemos pasar por alto la conducta desinteresada de Pablo y sus compa�eros en sus servicios ministeriales, que todo fue gratis y sin costo ni cargos. Trabaj� d�a y noche en su oficio de hacer tiendas de campa�a, para que el Evangelio no produjera ning�n gasto en sus oyentes. Ver Hechos 18:3 . No, como dijo en otra parte, porque no ten�a derecho a comer de su pan, mientras los alimentaba con el pan de vida; ver 1 Corintios 9:14 .

y, comentario; sino porque a su mente generosa le agradaba no ser una carga para el pueblo. �l conoc�a la bienaventuranza y la verdad, en su propia experiencia de las palabras de su Se�or, y actu� de acuerdo con ellas. Hechos 20:33 . �Lector! �No pase por alto tambi�n esta parte del car�cter de Pablo!

Perm�tanme agregar una palabra m�s sobre este hermoso pasaje, en el que los contornos de un fiel ministro de Cristo est�n tan correctamente dibujados. Ruego al lector que observe c�mo el Ap�stol le dice a la Iglesia que ellos fueron testigos, y tambi�n Dios, cu�n santa y justamente y sin censura se hab�an portado entre ellos, y tambi�n los hab�a exhortado y acusado como un padre a sus hijos, que ellos tambi�n andar�an dignos de Dios, quien los hab�a llamado a su reino y gloria.

Ruego al lector que est� m�s atento a este rasgo del car�cter ministerial, tal como lo dibuj� Dios Esp�ritu Santo con la pluma de Pablo, porque muchos, ya sea por ignorancia o perversidad, est�n perpetuamente confundiendo el tema, como si predicaran. las grandes verdades del Evangelio en el amor que elige de Dios, la sangre redentora y la justicia de Cristo, y la gracia regeneradora de Dios los Esp�ritus, no inculcan obediencia, ni exhortan a la piedad ya una vida santa.

Mientras que el hecho es todo lo contrario. Los predicadores enviados por Dios el Esp�ritu Santo (y ninguno no enviado por �l es enviado en absoluto), siendo ellos mismos regenerados (y un hombre no regenerado nunca fue ordenado por el Esp�ritu Santo), comienzan el tema donde Cristo lo comienza. Haz bueno el �rbol, (dice Jes�s), y su fruto bueno. Mateo 12:33 .

Hasta que el pecador no nazca de nuevo, est� muerto en delitos y pecados. Efesios 2:1 . Por lo tanto, cuando un alma es renovada y ordenada por el Esp�ritu Santo, y enviada a predicar a Cristo, simplemente predica a Cristo, y nada m�s. Como hizo Mois�s en el desierto, levanta al Hijo del Hombre, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:14 . Y cuando Dios el Esp�ritu, que env�a la palabra, da poder a la palabra, y por su gracia regeneradora da vida al pecador a una vida nueva y espiritual, entonces todos los efectos benditos son la consecuencia, que el Ap�stol describe aqu�. La santidad de vida y la conversaci�n siempre seguir�n a la vida renovada.

Pero hacer lo que prescriben algunos maestros modernos, es decir, dirigirse a los imp�os y llamarlos a la fe y al arrepentimiento, es como pedirle al et�ope que cambie su piel y al leopardo sus manchas. �Lector! det�ngase sobre el hermoso retrato que el mismo Esp�ritu Santo ha dibujado por Pablo, de un fiel ministro de Cristo, y admire la hermosura de su car�cter.

Versículos 13-20

(13) Por esto tambi�n damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando hab�is recibido la palabra de Dios que hab�is o�do de nosotros, no la recibisteis como palabra de hombres, sino como en verdad, palabra de Dios. Dios, que obra eficazmente tambi�n en vosotros los que cre�is. (14) Porque vosotros, hermanos, os hab�is hecho imitadores de las iglesias de Dios que en Judea est�n en Cristo Jes�s; porque tambi�n vosotros hab�is padecido lo mismo de vuestros propios compatriotas, como ellos de los jud�os: (15) los cuales ambos mataron a los Se�or Jes�s, y sus propios profetas, y nos han perseguido; y no agradan a Dios, y son contrarios a todos los hombres: (16) Prohibi�ndonos hablar a los gentiles para que sean salvos, para colmar sus pecados en todo momento; porque la ira ha venido sobre ellos hasta el extremo.

(17) ?� Pero nosotros, hermanos, habiendo sido separados de ustedes por un corto tiempo en presencia, no en el coraz�n, nos esforzamos m�s abundantemente por ver su rostro con gran deseo. (18) Por tanto, habr�amos venido a vosotros, yo Pablo, una y otra vez; pero Satan�s nos estorb�. (19) Porque, �cu�l es nuestra esperanza, o gozo, o corona de regocijo? �No est�is vosotros en presencia de nuestro Se�or Jesucristo en su venida? (20) Porque vosotros sois nuestra gloria y nuestra alegr�a.

�Qu� hermoso es observar al Ap�stol dando seguimiento al relato que dio a la Iglesia, de entrar y salir ante ellos con acciones de gracias al Se�or por el �xito de su ministerio! Y ruego al lector que observe, no menos, cu�n felizmente atribuye todo el �xito de sus labores a esta �nica fuente, en el hecho de que el Se�or los dispone para recibir la palabra de Dios, no como palabra de hombres, sino como es en verdad. , la palabra de Dios.

Siempre es una bendici�n contemplar a los Siervos de Cristo refiriendo toda la gloria donde solo se debe. Tenemos un ejemplo hermoso, Hechos 3:12

F�cilmente podemos concebir a qu� alude el Ap�stol, cuando dice, que les fue quitado, es decir, como nos informa su historia, cuando fue apresurado en el momento en que se hizo el alboroto contra Pablo y sus compa�eros; Hechos 17:5 . Y el obst�culo de Satan�s, es decir, sus agentes, fue lo que Pablo not� m�s de una vez. Ver Romanos 1:13

Admiro la expresi�n del Ap�stol, cuando llama a la Iglesia su esperanza y su alegr�a. No es que �l quiso decir que �l era su esperanza, o ellos la suya, porque ambos descansaron completamente en Cristo, y Cristo es todo el gozo de la Iglesia, tanto en el cielo como en la tierra. Pero Pablo contempl� la Iglesia de los Tesalonicenses como un hermoso edificio, fundado con �l totalmente en Cristo; y en la labor de la obra, el sabio Maestro de obras se hab�a dignado emplear a Pablo ya sus compa�eros.

Como tal, su avance en el conocimiento y el amor de Cristo, se convirti� en un tema de gran gozo para el Ap�stol. Y estaba esperando el d�a de la venida de Cristo, con sagrado rapto y deleite, como el per�odo bendito, cuando �l los ver�a y toda la Iglesia llegar�a a esa perfecci�n en Cristo, y de y de Cristo, como �l lo ha descrito. a la Iglesia de los Efesios. ( Efesios 4:13 ).

�Lector! haga una pausa y contemple la vista sagrada, porque es tanto santa como bendita. Esta perfecci�n en Cristo, es Cristo mismo perfeccionado en su Iglesia. Se dice que venimos en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un hombre perfecto; es decir, Cristo en su plenitud, teniendo todo su cuerpo m�stico, sus santos, entonces completa y perfectamente preparados en cuerpo, alma y esp�ritu, para el disfrute eterno de su Se�or por toda la eternidad.

Cada miembro trajo a casa. Cada facultad m�s completamente bendecida. Todos derivan su belleza de Cristo, y todos santificados en Cristo. Esta ser� la maravilla del cielo, cuando la gloria y la belleza de Cristo se comuniquen y reflejen tanto la gloria como la belleza a todos sus miembros, y todos los vastos fines del Hijo de Dios, al casarse con la naturaleza humana, ser�n consumados y vistos por los mundos. de espectadores admiradores, y Cristo ser� contemplado eternamente bendecido y glorioso en s� mismo y en ellos, y ellos en �l, y brillar�n como las estrellas alrededor de su persona para siempre.

�Lector! �Bien podr�a Pablo expresarse como lo hizo, en la contemplaci�n de esta gloria, que ser� revelada! Y bien, usted y yo esperamos este gran d�a de Dios, si ahora lo conocen aqu� en gracia, porque entonces seguramente lo conoceremos en gloria. Vendr� (dice el Ap�stol) para ser glorificado en sus santos y para ser admirado en todos los que creen. 2 Tesalonicenses 1:10 .

Versículo 20

REFLEXIONES

PERMITA que tantos ministros del Se�or Jesucristo como lean este precioso cap�tulo, pidan gracia, sean capacitados para seguir el ejemplo del Ap�stol en su ministerio, y oren humildemente por el mismo �xito. �Oh! Qu� ardua empresa, qu� solemne confianza, qu� distinguido honor y qu� vasta responsabilidad. �Qui�n lo consider� como deber�a, pero preferir�a rehuir el alto llamamiento que huir sin ser enviado! Pero no se desanime todo siervo fiel de Jes�s.

Jes�s es la suficiencia total tanto de sus ministros como de su pueblo. Y sea que mire completamente a Jes�s y extraiga todos sus recursos de Jes�s, ya sea ministro o pueblo, nunca dejar� de encontrar una suficiencia total para su propia alma y para su trabajo entre los dem�s. Donde Dios el Esp�ritu ordene, dar� el suministro adecuado. Y esas palabras del Se�or son suficientes para llevar al siervo a trav�s de todo su trabajo. �Lo! �Estoy contigo siempre, hasta el fin del mundo!

�Y nada menos, pueblo de Dios! �Levantas las manos del siervo del Se�or, que entra y sale delante de ti por el mandato del Se�or, con oraci�n y s�plica, para bendici�n de sus trabajos? Es un dulce est�mulo para el obrero fiel en la vi�a del Se�or, cuando sabe que su pueblo va delante con sus oraciones al Se�or pidiendo su bendici�n, y lo sigue pidiendo perd�n por todas sus imperfecciones.

Y donde el Se�or ha bendecido a una Iglesia con un siervo fiel, que asume la supervisi�n de la Iglesia de Cristo, no por obligaci�n, sino voluntariamente; no por ganancias deshonestas, sino por voluntad propia: �qu� no se puede esperar de la bendici�n divina sobre tal congregaci�n, tanto del ministro como del pueblo! �Se�or, el Esp�ritu! env�a pastores en pos de mi coraz�n, que alimentar�n a tu pueblo con conocimiento y entendimiento.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Thessalonians 2". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-thessalonians-2.html. 1828.
 
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