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Bible Commentaries
Colosenses 1

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol, despu�s de su saludo habitual, abre su ep�stola, dando alabanzas a Dios, por el relato que hab�a o�do de la Iglesia, en cuanto a su fe en Cristo. Ora pidiendo gracia para ellos, para que conozcan a Cristo en las glorias de su persona. Y describe al Se�or de la manera m�s bienaventurada, en su Persona, Oficios y Car�cter.

Versículos 1-8

(1) Pablo, ap�stol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Timoteo nuestro hermano, (2) A los santos y hermanos fieles en Cristo que est�n en Colosas: Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y el Se�or Jesucristo. (3) Damos gracias a Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo, orando siempre por ti, (4) Desde que o�mos de tu fe en Cristo Jes�s y del amor que tienes por todos los santos.

(5) Por la esperanza que os est� guardada en el cielo, de la cual hab�is o�do antes en la palabra de la verdad del evangelio; (6) que os ha llegado, como en todo el mundo; y da fruto, como tambi�n en vosotros, desde el d�a en que lo o�steis, y conocisteis la gracia de Dios en verdad: (7) Como tambi�n hab�is aprendido de Epafras, nuestro querido consiervo, que es para vosotros un fiel ministro. de Cristo; (8) Quien tambi�n nos declar� vuestro amor en el Esp�ritu.

No creo que sea necesario detenerme particularmente en las diversas cosas contenidas en estos vers�culos, tan bendecidos como son y llenos de instrucci�n; habiendo notado mucho con el mismo prop�sito, en las ep�stolas anteriores del Ap�stol, en su apertura. Solo una vez m�s le ruego al lector que no pase por alto que aqu�, como en todos los dem�s escritos inspirados de Pablo, est�n dirigidos a la Iglesia de Dios, y solo a esa Iglesia.

Si este gran punto hubiera sido atendido todo el tiempo, en todas las �pocas de la Iglesia, no deber�amos haber escuchado tantos argumentos de exhortaciones de esos escritos al mundo imp�o y carnal. Las ofertas de Cristo y las invitaciones a venir a Cristo, en lugar de simplemente predicar a Cristo y dejar a Dios el Esp�ritu para persuadir a los pecadores de que acepten a Cristo, no habr�an sido tan comunes como lo son.

Las ep�stolas de Pablo sobre este punto son bastante claras. Son enviados a los santos y hermanos fieles; como es esta Ep�stola a los Colosenses. Pablo sab�a cu�n alto est�n en el valor de Cristo. �l los llama los excelentes de la tierra, en quien est� todo su deleite. Salmo 16:3 . Y s�lo de tales se dice que el Se�or se complace en su pueblo, y que embellecer� a los mansos con salvaci�n, Salmo 149:4 . Y el agradecimiento que Pablo da a Dios a causa de ellos, de esta Iglesia de los Colosenses, est� en el mismo terreno; por su fe en Cristo Jes�s y el amor a todos los santos.

Versículos 9-13

(9) Por esto tambi�n nosotros, desde el d�a que lo o�mos, no cesamos de orar por vosotros, y de desear que se�is llenos del conocimiento de su voluntad con toda sabidur�a y entendimiento espiritual; (10) para que camin�is dignos del Se�or para todo agrado, siendo fruct�feros en toda buena obra y aumentando en el conocimiento de Dios; (11) Fortalecido con todas las fuerzas, seg�n su glorioso poder, para toda paciencia y paciencia con gozo; (12) dando gracias al Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en la luz; (13) que nos libr� del poder de las tinieblas y nos traslad� al reino de su amado Hijo. :

Es una bendici�n observar cu�n uniformemente el Ap�stol une la oraci�n con todos sus trabajos espirituales. Y, en lo que se refiere a la Iglesia, es una bendici�n observar tambi�n cu�les son los principales objetivos de sus oraciones por el pueblo, a saber, que puedan ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en Cristo; y fortalecido con todas las fuerzas en la aprehensi�n de ella. �Lector! es un descubrimiento muy importante, para nuestra direcci�n al subir al trono, tenerlo siempre en el recuerdo, por qu� orar; y nunca perder de vista, al mismo tiempo, que es Dios Esp�ritu, el �nico que puede mostrar lo que debemos desear; y ay�danos en nuestras debilidades, c�mo suplicar el suministro.

Romanos 7:25 . El gran mal de la actualidad es que pocos, comparativamente hablando, del pueblo de Dios, tienen el esp�ritu adecuadamente ejercitado para aprehender lo que har� m�s feliz su felicidad. La gran masa, aun de aquellos a quienes el Se�or ha regenerado, y que en cierta medida ha conocido la plaga de su propio coraz�n, siempre est� buscando una obra, que se supone que �l obr� en ellos; y no solo buscan y dependen de una obra realizada para ellos.

Y, a pesar de la desilusi�n de cada d�a, les muestra el error; sin embargo, pasa mucho tiempo antes de que est�n completamente destetados. �Lector! marque la oraci�n de Pablo por la Iglesia, fortalecida con todas las fuerzas seg�n su glorioso poder: no seg�n nuestros supuestos logros; sino el poder glorioso de Cristo, en su obra acabada y en su gloria. Es una bendici�n vivir as� en Aquel en quien se encuentra toda la salvaci�n; y en cuya Persona, toda la Iglesia se ve completa.

Admiro lo que dice el Ap�stol, de dar gracias al Padre, tanto por su elecci�n original de la Iglesia como herencia en Cristo y con Cristo; y por la traducci�n de la Iglesia como hijos de su adopci�n, del poder de las tinieblas, al reino de su amado Hijo. Puedes estar seguro de que en estas cosas se encuentran los inicios de los triunfos de la fe. Porque, aunque por la regeneraci�n se abren nuestros ojos, para ver y sentir el pecado; y el primer gozo del alma reci�n despierta, es la conciencia, cuando somos liberados, de las tinieblas a la luz por Cristo; sin embargo, cuando Dios el Esp�ritu nos ha llevado a ver m�s all�, y que fue Dios el Padre quien por su elecci�n original de la Iglesia en Cristo, nos hizo aptos para ser part�cipes de una herencia de los santos en luz; aqu� rastreamos nuestras misericordias hasta la fuente, y clamamos con el Ap�stol: 2 Corintios 2:17 .

Versículos 14-20

(14) en quien tenemos redenci�n por su sangre, el perd�n de pecados: (15) el cual es la imagen del Dios invisible, el primog�nito de toda criatura; (16) porque por �l fueron creadas todas las cosas, que son en el cielo, y los que est�n en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados o potestades: todas las cosas fueron creadas por �l y para �l. (17) Y �l es antes de todas las cosas y por �l. todas las cosas consisten.

(18) Y �l es la cabeza del cuerpo, la iglesia; el cual es el principio, el primog�nito de los muertos; para que en todas las cosas pudiera tener la preeminencia. (19) Porque agrad� al Padre que en �l habitase toda plenitud; (20) Y habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por �l para reconciliar todas las cosas consigo mismo; por �l, digo, sean cosas en la tierra o cosas en el cielo.

En este vers�culo entramos en uno de los temas m�s sublimes que Dios el Esp�ritu Santo ha considerado apropiado presentar ante la Iglesia, en todos sus escritos inspirados. Y pido gracia para entrar en ella con la m�s humilde y profunda reverencia. El Ap�stol dice que se refiere al misterio que ha estado escondido desde los siglos y las generaciones, pero ahora se manifiesta a sus santos. �Lector! detente en la misma entrada; y contemplar la gracia distintiva de Dios Esp�ritu Santo, en esta infinita condescendencia.

Piense en su inmensa gracia en la revelaci�n. �Y luego reflexiona sobre su amor distintivo, al dar a conocer esta revelaci�n a sus santos! Y, si usted y yo podemos agregar personalmente, �en nuestro propio caso! �Oh! �la gracia de Dios!

Cuando consideramos cu�n infinitamente glorioso es el autoexistente e incomprensible Jehov�, en su triple car�cter de Persona, morando eternamente en su propia gloria; y que esa gloria no podr�a recibir adici�n de las alabanzas de sus criaturas, porque todas sus perfecciones divinas deben haber sido las mismas; aunque el hombre, o el �ngel, nunca lo hab�a sido; pero, sin embargo, para su felicidad, en la contemplaci�n de su gloria, se complaci� en salir, en la manifestaci�n de s� mismo, en esos diversos actos, por los cuales el Se�or podr�a ser conocido, en los diversos departamentos de la naturaleza, la providencia, la gracia; y gloria:�

Digo, cuando consideramos a Jehov� en este punto de vista, y quedamos impresionados con esta convicci�n no menos en nuestras mentes, que el hacer alguna manifestaci�n de esto su gloria a su Iglesia, que �l eligi� en Cristo antes de que comenzara el mundo, es la �nica causa , para lo cual esa Iglesia es llamada a existir, y todos los actos posteriores de la creaci�n tuvieron lugar; �Qu� santo temor y profunda reverencia engendran tales pensamientos en el alma? A partir de ah�, parece claramente que este Gran y Todopoderoso Se�or, siendo infinitamente bendecido en s� mismo y en las Personalidades de su propia naturaleza y esencia, levant� la magn�fica estructura de la creaci�n, en todos sus departamentos, para hacer la Iglesia en Cristo bendecido en el conocimiento de s� mismo.

Juan 17: 3 . Para que, en la Persona del amado Hijo de Dios, se desabrochara y saliera, por as� decirlo, de la invisibilidad de su Ser: no para aumentar su gloria, porque eso no puede recibir adhesi�n; sino hacer feliz a la Iglesia en su adecuada aprehensi�n. Juan 1:18 .

�Qu� tema se abre aqu� a la contemplaci�n? Un hijo de Dios, cuando es regenerado en esp�ritu y resucitado de la ca�da de Ad�n de la muerte espiritual, puede, y puede, en cierta medida, comenzar en esta vida la contemplaci�n; pero a. �toda la eternidad no ser� suficiente para llenar el infinito sujeto ilimitado!

Las maravillas de la creaci�n, en toda su vasta extensi�n, llevaron a la vista; y la infinita santidad de la naturaleza divina, en la formaci�n de nuestros primeros Padres en un estado de inocencia y santidad, abri� el primer volumen del maravilloso decreto. Pero, cuando la Iglesia de Dios hab�a le�do algo de las p�ginas llenas de gracia aqu�, el Se�or pas� al vasto misterio, que �l, quien fue el �nico digno de abrir el libro y desatar los sellos, vino a revelar; Apocalipsis 5: 1 - Apocalipsis 10: 1 ; Salmo 2: 7 , y la Iglesia comenz� a aprender, lo que a los �ngeles nunca se les hab�a ense�ado, de la uni�n misteriosa de Dios y el hombre en una Persona, con todas las vastas preocupaciones involucradas en ella, �en las inescrutables riquezas de Cristo!

En este Cap�tulo, y al comienzo de esos vers�culos, Dios el Esp�ritu dirigi� bondadosamente la mente de su siervo el Ap�stol, para dar a la Iglesia algunos de los grandes bosquejos de este tema. No para satisfacer la curiosidad, sino para despertar la reverencia m�s humilde y piadosa; no para fisgonear en misterios que son insondables, sino para engendrar santa fe y amor. Y, bajo el Se�or el Esp�ritu Santo, el Ap�stol ha dado a la Iglesia, una por una, algunas de las diversas partes de este tema profundo y misterioso, como es suficiente, cuando Dios el Esp�ritu da su bendici�n iluminadora con ellos, para levanta en el alma de los fieles un gozo inefable y lleno de gloria.

El mejor servicio que puedo proponer en este Comentario del pobre ser� seguir los pasos del Ap�stol, en los diversos rasgos que ha se�alado aqu�, en esos vers�culos, de la Persona de Cristo y de los oficios-personajes en los que lo ha atra�do; de donde, si el Se�or se complace en bendecir la rese�a, tanto el escritor como el lector pueden beneficiarse juntos.

Y primero. Describe a su Persona. Lo modela la Imagen del Dios invisible. No solo como Dios, hasta ahora no puede haber nada visible en Dios. Y su car�cter expreso es, el Rey eterno, inmortal, invisible, 1 Timoteo 1:17 . Y se dice que habite en la luz a la que ning�n hombre puede acercarse; a quien nadie ha visto ni puede ver, 1 Timoteo 6:16 .

De modo que, cuando las Sagradas Escrituras en cualquier momento hablan de Dios en su triple car�cter de Persona, invariablemente hablan de �l en esta invisibilidad de esencia. El modo de su existencia es perfectamente inconcebible. Nunca puede ser alcanzado por ninguna facultad creada. La misma naturaleza de Dios dejar�a de ser incomprensible (que es su propiedad distintiva), si se redujera de alguna manera a la comprensi�n de algo finito.

Por tanto, cuando se dice que Cristo, como en esta bendita Escritura, es la imagen del Dios invisible; no se habla de �l como s�lo Dios: porque Dios no puede ser visible. En toda su sustancia como Dios, es invisible. Tampoco se puede decir de Cristo solo como hombre. Porque la naturaleza humana por s� sola, nunca podr�a representar la Deidad. Pero, si el Hijo de Dios condesciende a tomar en uni�n consigo una porci�n santa de la naturaleza humana (lo cual ha hecho para su eterna alabanza y eterna felicidad de su Iglesia), entonces en ambos se convierte en la imagen de lo invisible. Dios, subsistiendo en esta doble naturaleza, como lo expresa la bendita Escritura: Porque en �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

Colosenses 2: 9 . El Ap�stol prosigue y lo llama el primog�nito de toda criatura. Y esto arroja una luz sobre lo que sucedi� antes. El primog�nito, es decir, en este vasto plan, de la mente de Jehov�. De hecho, tanto el primero como el �ltimo, en todos los pensamientos de Dios; y por eso se llama Alfa y Omega. As� que Jes�s se llam� a s� mismo; Apocalipsis 1:17 ; Apocalipsis 1:17 , en comparaci�n con Apocalipsis 22:13 .

No en la manifestaci�n abierta de s� mismo, cuando habit� en la sustancia de nuestra carne, en lo que se llama el cumplimiento de los tiempos; G�latas 4: 4 , pero al subsistir en compromisos del Pacto, se convirti� en el primog�nito para representar al Dios invisible; y los modelos o patrones, de todos los que se representar�n, en las circunstancias posteriores a la creaci�n del hombre.

Por eso, en la creaci�n de Ad�n, en el Concilio de Jehov�, se dijo; Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza: G�nesis 1:26 , es decir, conforme a la semejanza de Aquel que es la imagen del Dios invisible; es decir, el Hombre subsistiendo en caracteres de pacto en el Hijo de Dios. Y as�, Dios y el hombre, en un solo Mediador, pose�do por Jehov� al principio de sus caminos, establecidos desde la eternidad, Proverbios 8: 22-23

En tercer lugar. A partir de ah�, el Ap�stol procede a enumerar algunas de las acciones de Cristo, en esta representaci�n de Dios-hombre, como imagen del Dios invisible. Por �l, todas las cosas creadas que est�n en el cielo y en la tierra: visibles e invisibles; donde sean tronos, o dominios, o principados, o potestades: todas las cosas por �l fueron creadas. �Pausa! - �Qu� exhibici�n manifiesta aqu�, de todo lo que puede demostrar el poder supremo? Como Dios, Aquel en quien subsist�a esta Imagen del Dios invisible, era y es uno en la esencia de la Deidad, con el Padre y el Esp�ritu Santo; y, por tanto, en com�n con el Padre y el Esp�ritu Santo, es el Creador de todas las cosas.

Y a medida que el Hombre, tomado en compromisos del Pacto, se convirti� en la Imagen o Modelo, a quien la creaci�n en la naturaleza humana, iba a ser semejante. Este Uno secreto era as�, en representaci�n, la Imagen del Dios invisible, y subsist�a secretamente en compromisos del Pacto para este prop�sito expreso. Por eso se dice que Dios cre� todas las cosas por Jesucristo. Efesios 3: 9

En cuarto lugar, agrega el Ap�stol, que no solo todas las cosas fueron creadas por �l, sino para �l. Aqu� se abre otra particularidad sorprendente de la grandeza de la Persona de Cristo. Y esto no se habla de �l solo como Dios; porque en ese caso, la observaci�n habr�a sido innecesaria. Tampoco puede ser en alusi�n solo a su hombr�a. Porque en este sentido, no habr�a sido correcto. Pero, si lo vemos en referencia a ambas naturalezas, Dios y el hombre, Mediador; es b�blico y verdaderamente bendecido.

Porque Jehov� le ha dado todas las cosas como Dios-Hombre-Mediador; Juan 3:35 , y le dio por cabeza sobre todas las cosas de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo. Efesios 1: 22-23

En quinto lugar. Se dice que �l es antes de todas las cosas, y por �l todas las cosas subsisten. Las observaciones anteriores demuestran claramente su prioridad para todas las cosas como Creador. De modo que no necesitamos extendernos sobre esto, sino, cuando tambi�n se dice, que por �l todas las cosas subsisten; hay una belleza y una bienaventuranza en esta expresi�n, que exige ser notada con algo m�s de particularidad. Por �l todas las cosas consisten: es decir, como Dios-Hombre-Mediador.

Un tanto para mediar, para interponerse entre el Creador y lo creado. Para que la uni�n de esas naturalezas se hiciera necesaria, para que las obras de la creaci�n se sostuvieran o consistan en ellas. Muy cierto debe ser, para el sentido com�n, que nada que sea del ser de la criatura, ni m�s, puede tener uni�n con la Deidad. No puede estar en conexi�n con la Deidad. Y es muy cierto que nada de la mera criatura, ni m�s, puede estar solo, independiente de Dios.

Por tanto, en la Persona de DIOS-Hombre Cristo Jes�s, en esta doble naturaleza, se encuentra en �l, y s�lo en �l, un fundamento adecuado sobre el cual descansar y tener uni�n. Y por eso se dice muy bienaventuradamente que Cristo no solo es antes de todas las cosas, sino que por �l todas las cosas subsisten.

�Lector! Los detengo por un breve momento sobre esta visi�n de Cristo, en quien todas las cosas consisten, para considerar cu�n eternamente seguro y seguro, y cu�n eternamente bendecido y feliz debe ser cada miembro individual de su cuerpo m�stico, mientras todos dependen de �l. �l, y todo consiste en �l. �Precioso Jes�s! �C�mo puede perecer el cuerpo mientras vive la Cabeza? �C�mo pueden los miembros de Jes�s ser de otra manera que bendecidos, mientras viven y viven en Jes�s?

En sexto lugar. Paul no puede rendirse. Habla de nuevo de Cristo; y ahora en su jefatura. �l es la Cabeza del cuerpo de la Iglesia. Se ha casado con nuestra naturaleza, nuestras personas, ha establecido las m�s tiernas alianzas con nosotros, nos ha hecho miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Todas las comunicaciones de �l, est�n en, y desde, la naturaleza humana de nuestro Se�or: de modo que, mientras su Deidad da plenitud y bendici�n, a cada se�al mostrada; su virilidad le da una dulzura humana, para hacer todas las bendiciones tambi�n del hombre, el Dios-hombre Cristo Jes�s.

Y por �ltimo: (porque no debo transgredir para a�adir m�s), Pablo pone un �nfasis bendito en el conjunto, al declarar que �l es tambi�n el primog�nito de entre los muertos, as� como el primog�nito de toda criatura: que como, en su car�cter de Mediador, �l es el primero, en todos los designios de Jehov�; por lo que debe ser el �ltimo en todos sus nombramientos. Nadie vendr� antes. Ninguno quedar� despu�s. Como dice Jes�s mismo: Yo soy el Alfa y la Omega; el principio y el fin, dice el Se�or que es, que era y que ha de venir.

Apocalipsis 1: 8 . �Lector! �contempla las glorias de su Persona, de quien se dicen cosas tan gloriosas! �Jes�s! a ti se doblar� toda rodilla y toda lengua confesar� que t� eres el Se�or, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2: 10-11

Habiendo seguido ahora, de la manera m�s expedita posible, los pasos del Ap�stol, en su descripci�n de la Persona de Cristo; A continuaci�n, como propuse, perseguir�a lo que �l ha marcado de esos personajes de oficina en los que lo ha dibujado.

Y primero. Notemos la plenitud de Cristo. Porque agrad� al Padre que en �l habitara toda plenitud. El lector observar� que las palabras el Padre est�n en cursiva. Lo que significa que no est�n en el original. Pero nuestros traductores los han presentado muy correctamente; porque, aunque todas las Personas de la Deidad est�n comprometidas con los prop�sitos del Pacto, en todas las cosas relacionadas con Cristo y su Iglesia; sin embargo, est� entre los oficios especiales y personales del Padre, como aparece en otras partes de la Escritura, el entregar todas las cosas en las manos de Cristo.

El suyo es dar tanto la Iglesia como todas las bendiciones espirituales para la Iglesia a Cristo. Juan 17: 6 ; Juan 17: 6

Con respecto a la plenitud de la que se habla aqu�, como morada en Cristo; siempre hay que tener cuidado de considerarlo en relaci�n enteramente con su Persona, y car�cter de oficio, como Mediador. Porque, como Dios, en su naturaleza y esencia divinas; toda plenitud, s�, todas las perfecciones divinas, son suyas, en com�n con el Padre y el Esp�ritu Santo. No se le puede decir nada en este sentido, porque son suyos eternamente.

Pero la plenitud de Mediador le es dada para la Iglesia, que es su cuerpo; y en este car�cter de jefatura, suya es la plenitud, que lo llena todo en todo. Efesios 1:17 , hasta el final. �Lector! haga una pausa en la contemplaci�n, porque es la m�s bendita. Plenitud en s� mismo, como Dios-Hombre-Mediador. Una plenitud de bendiciones temporales, espirituales y eternas, para impartir a su cuerpo la Iglesia.

Una plenitud mediadora, como el Se�or eterno de toda la creaci�n, para gobernar y dirigir en todos los departamentos de la naturaleza, la providencia, la gracia y la gloria. De modo que, si bien el Se�or Jes�s es de una manera especial y personal, la Cabeza de su cuerpo la Iglesia, por gracia aqu�, y gloria por siempre; �l es la cabeza de todo principado y potestad: Efesios 1:22 , y, como lo describi� el Profeta, su dominio es dominio eterno, y su reino, el que ser� para siempre.

Daniel 4: 34-35 ; Daniel 4: 34-35 ; Apocalipsis 5:13

El Lector no esperar� que entre en una descripci�n de esta plenitud total, con la que ha complacido al Padre, investir a su amado Hijo como Mediador. Esto excede todos los poderes de la imaginaci�n para concebir. Y ninguna pluma, lengua o �ngel podr�a describir o componer la vasta aritm�tica en el c�lculo. Pero todo hijo de Dios, en las circunstancias de su propia vida, debe ser para siempre, como el Profeta en su atalaya, observando las incesantes tendencias de la manifestaci�n del Se�or a s� mismo.

Y si as� fuera, �qu� enorme volumen podr�a registrar una corta vida, de las continuas muestras de amor, que Jes�s env�a a sus redimidos, al recibir de su plenitud, y gracia por gracia! Habacuc 2: 1 ; Juan 1:16

En segundo lugar. Pablo habla de otro oficio de Cristo, a saber, redenci�n; el gran prop�sito que lo trajo del cielo. El Ap�stol, de hecho, comenz� su relato de la Persona de Cristo con esto, al comienzo de este p�rrafo, cuando dijo: En quien tenemos redenci�n por su sangre, el perd�n de pecados. Y aqu� de nuevo, al final de la oraci�n, �l se detiene en el mismo tema que revive el alma con la mayor bendici�n, cuando dice: Y habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por �l reconciliar todas las cosas consigo mismo: por �l, yo digamos, sean cosas en la tierra o cosas en el cielo.

Debo rogar al lector que observe conmigo, con el �nfasis que el Esp�ritu Santo le da a la Iglesia, esta vasta obra del Se�or Jes�s. La redenci�n son las labores y los sufrimientos personales de Cristo. Es para su propia gloria y honor personal. El trabajo es todo suyo. La gloria suya. Y Dios el Esp�ritu Santo est� imprimiendo incesantemente ese sentido en la Iglesia. Se le ense�� al Profeta en una visi�n, siglos antes de que Cristo se encarnara, cuando lo vio venir como un poderoso conquistador de la guerra; y sin embargo, como sirviente, pisando el lagar.

Fue solo Cristo, quien pis� el lagar de la ira de Dios. Y del pueblo no hab�a ninguno con �l, Isa�as 63: 1-6 ; Apocalipsis 19: 15-16

Y, le ruego al lector que observe a�n m�s, cu�n fuerte �nfasis se pone en la palabra �l, por �l digo, dice el Ap�stol. Tenemos una expresi�n similar, Efesios 1:10 . Y el dise�o es mostrar la idoneidad especial, peculiar y personal de Cristo, como Dios-Hombre-Mediador, para esta obra de redenci�n. Porque, si pudiera suponerse posible, que cualquier otro, excepto el Hijo de Dios en nuestra naturaleza, podr�a haber logrado la redenci�n; tanto habr�a disminuido la grandeza de su amor y la capacidad de hacer eso que otro podr�a hacer.

De modo que forma un rasgo especial en la Persona de nuestro adorable Emanuel, que solo en �l, encontramos a Uno poderoso para salvar, Hechos 4:12 . Si el lector se vuelve a Hebreos 1: 3 , encontrar� un testimonio precioso similar, de esta verdad bendita, que Cristo, por s� mismo, limpi� nuestros pecados.

Y, como en la redenci�n de su pueblo; as� que en la destrucci�n de �l y de sus enemigos, es su triunfo sobre ellos en �l, o como deber�a haberse traducido (y de hecho, en el margen de la Biblia), en �l mismo; es decir, sus propios triunfos personales sobre ellos, Colosenses 2:13 . �Oh! �Qu� maravillas se encuentran en la Persona del Se�or Jesucristo! �Oh! los triunfos de sus oficios, �y gracia!

Versículos 21-23

(21) Y a vosotros, que alguna vez fuisteis alienados y enemigos en vuestra mente por las malas obras, ahora �l se ha reconciliado (22) en el cuerpo de su carne por la muerte, para presentaros santos, irreprochables e irreprochables ante sus ojos: (23) ) Si permanec�is fundados y firmes en la fe, y no os apart�is de la esperanza del evangelio que hab�is o�do y que fue predicado a toda criatura que est� debajo del cielo; de lo cual yo, Pablo, fui hecho ministro;

El Ap�stol, bajo DIOS el Esp�ritu, habiendo presentado tan benditamente a Cristo, en su Persona y oficios; ahora procede a mostrar, los graciosos efectos del conjunto, sobre las personas de sus miembros. La Iglesia de DIOS, naciendo en la naturaleza com�n de la ca�da de Ad�n, y envuelta en la misma ruina por el pecado, como el mundo en general; Las primeras consecuencias benditas del amor electivo del Padre, y la gracia redentora del Hijo, de la que la Iglesia, en cada miembro individual, se hace sensible, es, cuando por la obra regeneradora de Dios el Esp�ritu, los que alguna vez estuvieron alienados y enemigos. en su mente, por obras inicuas, ahora est�n reconciliados en el cuerpo de la carne de Cristo; y llevado de las tinieblas a la luz, y del poder del pecado, y Satan�s, al Dios viviente.

Ruego al lector que observe la hermosa armon�a observada en esas transacciones del Pacto, entre las Personas de la Deidad. Cada Persona gloriosa est� de acuerdo y coopera en el gran dise�o. Dios Padre escogi� a la Iglesia en Cristo, para que fuera santa y sin mancha delante de �l en amor; antes de la fundaci�n del mundo, Efesios 1:4 .

Dios el HIJO, habiendo desposado a su Iglesia consigo para siempre, se comprometi� y ha cumplido su misericordioso prop�sito en el mismo: redimirla de las ruinas de la ca�da y preservarla en s� mismo para siempre, G�latas 1:4 . Y Dios el Esp�ritu Santo, por medio de la regeneraci�n, vivifica a la Iglesia, cuando est� muerta en delitos y pecados, a una vida nueva y espiritual en Cristo Jes�s; por lo cual ella es presentada, santa, intachable e irreprensible a sus ojos.

Y as� se cumplen los prop�sitos de Jehov�, Padre, Hijo y Esp�ritu, para la gloria del Redentor y la felicidad de la Iglesia; y todo termina como el primer y original designio de Dios, siempre tenido en vista, que todo ser�, para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos ha hecho aceptos en el Amado. Ver Efesios 1:3 y Comentario.

Habiendo establecido plenamente esta bendita verdad, pasamos a observar lo que el Ap�stol ha dicho acerca del hijo de Dios, continuando en la fe, estando cimentado y asentado, y sin alejarse de la Esperanza del Evangelio. El Ap�stol comienza el vers�culo con un If. Si (dice �l) permanec�is en la fe. Ruego al lector que observe conmigo, que esto si, no est� en una forma de condici�n; como si la gracia de Dios dependiera de la voluntad del hombre.

Esto ser�a, de ser cierto, una triste preocupaci�n; y haz de las promesas de Dios, que ahora est�n en Cristo Jes�s, todo s�, y am�n, algo dudoso; y reduce toda la esperanza del creyente a un mero evangelio de s� y no. �Bendito sea Dios! Este no es el caso. Si no creemos, �l permanece fiel: no puede negarse a s� mismo, 2 Timoteo 2:13 .

Si el lector presta atenci�n a una o dos consideraciones sobre este tema, no s�lo servir� para poner en un punto de vista claro lo que el Ap�stol ha dicho aqu�; pero explique pasajes similares, que encontramos en la palabra de Dios, de naturaleza similar.

Y primero. El si aqu� presentado, no puede ser considerado como una condici�n, para obtener esas ricas bendiciones de las que se habl� antes; porque el todo, y cada parte de ellos, son el resultado de los prop�sitos originales de Dios, que �l se propuso en s� mismo, antes de que el mundo comenzara. No fueron propuestos, como si dependieran en algo del m�rito humano o del mejoramiento humano; pero enteramente la consecuencia de la voluntad y el placer divinos.

El amor del Pacto de Dios en Cristo, y no la firmeza de la fe en Cristo de la Iglesia, siendo el fondo y fundamento de la seguridad, Deuteronomio 7:9 ; Jeremias 32:40

En segundo lugar. Las bendiciones a las que se dice que recibe la Iglesia, al ser presentada santa, irreprochable e irreprochable a los ojos del Se�or; han sido producidos por el placer conjunto y las operaciones de todas las Personas de la Deidad. La elecci�n de Dios el Padre, la obra redentora de Dios el Hijo, la gracia regeneradora de Dios el Esp�ritu, han tenido lugar. Y el conjunto no ha estado acompa�ado de ning�n acto de fe, amor, obras u obediencia por parte de los objetos altamente favorecidos de la generosidad del Se�or. Por lo tanto, el si del Ap�stol, en este vers�culo, no podr�a hacer referencia a las cosas benditas de las que se habla; pero debe tener otro, y un significado muy diferente.

En tercer lugar. Observe a�n m�s el lector, que lo que el Ap�stol hab�a ense�ado antes a la Iglesia, de que se les presentara santos, irreprensibles e irreprochables, habla de algo hecho y cumplido, y no ahora por hacer. En virtud del amor de Dios Padre, al haber elegido a la Iglesia, y haberla redimido Cristo, y haberla vivificado el Esp�ritu Santo, se concedi� ahora la inmensa misericordia.

Por lo tanto, a medida que la Iglesia es llevada a una participaci�n bendita de esas cosas, de su inter�s en Cristo y su uni�n con Cristo, en su justicia justificadora y todas las gloriosas consecuencias que surgen de su redenci�n; su perseverancia en la fe no puede convertirse en una causa de partido, sino simplemente en un efecto. Por lo tanto, debe seguirse inmediatamente que lo que aqu� se dice de continuar en la fe, no tiene la menor referencia a algo parecido a una condici�n, ya sea para el primer nombramiento de los prop�sitos originales y eternos de Dios, o para el cumplimiento de esos prop�sitos. en el tiempo por las altas potencias contratantes; ni en que la Iglesia sea llevada a la posesi�n real de esta misericordia inefable, en que se presente santa, irreprensible e irreprensible a los ojos de Dios.

Ha llegado el momento de investigar qu� puede suponerse, seg�n la analog�a general de la Escritura, que ha sido el significado del Ap�stol, por la expresi�n, si contin�an en la fe, arraigados y asentados. Las Escrituras se explican mejor con las Escrituras. En el tercer cap�tulo de la Ep�stola a los Hebreos, Hebreos 3:14 ; Hebreos 3:14 , el mismo ap�stol usa palabras similares.

Hab�a estado hablando sobre el mismo tema, de nuestra unidad con Cristo. Y dice: �De qui�n somos nuestra casa, si mantenemos firme la confianza y el gozo de la esperanza hasta el fin? As� que de nuevo. Somos hechos part�cipes de Cristo, si mantenemos firme el principio de la confianza hasta el fin. Ahora bien, aqu�, en ambos casos, como en el primero, las cosas propuestas no son para posesi�n futura, porque en realidad se obtienen.

Por lo tanto, no hay nada de condici�n aqu�, no m�s que en el primero. Muy claramente, por lo tanto, la perseverancia en un caso, y el aferrarse en el otro, son s�lo evidencias y efectos, de que aquellos cuya fe es tan bendecida, realmente viven en el disfrute de las misericordias. Y el hijo de Dios que es part�cipe de Cristo, y presentado santo e intachable como tal a los ojos de Dios, sentir� toda la bienaventuranza de este car�cter de adopci�n, si, por la gracia, permanece firme en la fe y persuasi�n de su inter�s. en �l, y no se aparta de la esperanza del Evangelio.

Versículo 24

(24) El cual ahora se regocija en mis sufrimientos por ustedes, y llena lo que queda detr�s de las aflicciones de Cristo en mi carne por causa de su cuerpo, que es la iglesia;

Ruego al lector que considere este vers�culo por s� solo. En mi opini�n, es muy dulce. Y la pregunta que surge de ella inmediatamente golpea la mente, �qu� aflicciones de Cristo estaban detr�s, en las que Jes�s se preocup� por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia? Es imposible que Pablo pudiera querer decir que quedaba alguna aflicci�n para que el Hijo de Dios las sostuviera, en una forma de terminar la redenci�n. Todo se hab�a cumplido plenamente, cuando con gran voz en la cruz, Jes�s dijo: Consumado es, Juan 19:30 .

El Esp�ritu Santo se expresa a lo mismo, en su bendito testimonio de Cristo, que habiendo limpiado por s� mismo nuestros pecados, se sent� a la diestra de la Majestad en las alturas, Hebreos 1:3 . Nunca la tumba habr�a entregado a un prisionero como lo fue Cristo por su muerte, si el pecado no hubiera sido eliminado. �Ni el cielo habr�a admitido a Cristo a la diestra de la Majestad en las alturas, si la obra de redenci�n no hubiera sido terminada! Ver Romanos 6:9 ; Hebreos 10:11

Pablo tampoco pod�a tener ning�n significado en relaci�n con sus sufrimientos. Una de las grandes caracter�sticas de la obra de redenci�n de Cristo es que, en su cumplimiento, su propio brazo trajo la salvaci�n, y del pueblo no hubo nadie con �l. Isa�as 63:3 . El mismo Paul est� fuera de discusi�n. De modo que en ninguno de esos relatos podemos aceptar las palabras de este vers�culo.

Sin embargo, hay un sentido, y muy dulce, seg�n mi opini�n, en el que las palabras del Ap�stol pueden ser aceptadas en relaci�n con las aflicciones de Cristo, que Pablo llama detr�s. Me refiero a lo que respeta enteramente a su cuerpo, la Iglesia. Y que, incluso ahora en el cielo, Jes�s, en su naturaleza humana, puede decirse que entra en cierta preocupaci�n por. Y en cierto modo, aunque sin la menor disminuci�n de su gloria, sino m�s bien para su alabanza, se puede decir que participa en las aflicciones de su pueblo. Si el lector tiene paciencia conmigo, me esforzar� por explicarme.

Y primero. El Hijo de Dios, en nuestra naturaleza, habiendo terminado la obra de redenci�n y regresado al cielo, lleva esa naturaleza en una uni�n eterna con su Deidad. De modo que, como Dios y hombre en una Persona, tiene un perfecto sentido y comprensi�n de lo que constituye la naturaleza de ambos. �l conoce como Dios. Se siente hombre. De ah� se deduce que su conciencia de lo que es nuestra naturaleza por la suya, no puede sino hacerle entrar en una preocupaci�n �ntima y en un sentimiento de compa�erismo, en todo lo que pertenece a su Iglesia.

�l lo sabe todo, entra en las preocupaciones de todos y siente por todos. De modo que el pie de cualquiera de sus redimidos en la tierra no puede ser aplastado, pero la cabeza lo sabe y lo siente en el cielo. En prueba de esto, Jes�s se lo predic� a Pablo cuando persegu�a a sus peque�os. Lo llam� desde el cielo, Hechos 9:5

En segundo lugar. La misma raz�n por la que Cristo asumi� nuestra naturaleza fue, con el prop�sito expreso, de que pudiera ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel; el Esp�ritu Santo da esto como motivo. En todo le correspond�a ser semejante a sus hermanos. Y la raz�n se agrega, porque en cuanto �l mismo padeci� siendo tentado, puede socorrer a los que son tentados, Hebreos 2:17 .

Qu� dulce alivio es para todo hijo de Dios tentado, en sus tiempos de prueba, recordar esto. Y como este oficio de sumo sacerdote del Se�or Jes�s, es el empleo peculiar y especial de Cristo ahora en el cielo; �No debe formar parte de la calidad misma de su cargo, ser una parte para sentir por aquellos a quienes aboga? y simpatizar en esos ejercicios de ellos, como si fueran los suyos? �Y no es en este sentido que Pablo se refer�a a las aflicciones de Cristo, que est�n detr�s, por causa de su cuerpo, que es la Iglesia?

Si es necesario, �c�mo operan estos sentimientos en su naturaleza santa, y c�mo se conmueve el coraz�n de Jes�s al participar con los miembros que sufren en la tierra? Presumo no responder. Estos temas no son competencia del hombre. Es el hecho mismo, y no el modo de funcionamiento, lo que la Iglesia se preocupa por conocer. Todo intento de investigar estos misterios es presuntuoso. De todas las averiguaciones inadecuadas e impropias, quisiera retirarme con la m�s profunda humildad.

Pero saber que Jes�s es, por sus propios sentimientos, �ntimamente familiarizado con los nuestros, no s�lo los conoce, como Dios, sino que los siente como hombre; y participa con todo lo que concierne a sus redimidos: �seguramente estos se encuentran entre los m�s altos consuelos de la fe! �Lector! Oro a Dios para que la revisi�n sea rentable. Y que Dios el Esp�ritu Santo, como recordatorio de Cristo Jes�s, lleve el pensamiento continuamente a los afectos del pueblo del Se�or: que en todas sus aflicciones �l es afligido y participa por causa de su cuerpo, que es la Iglesia.

Versículos 25-29

(25) De lo cual soy hecho ministro, seg�n la dispensaci�n de Dios que me ha sido dada para ustedes, para que se cumpla la palabra de Dios; (26) El misterio que estuvo escondido desde los siglos y las generaciones, pero ahora se manifiesta a sus santos: (27) A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria: (28) a quien predicamos, advirtiendo a todo hombre y ense�ando a todo hombre con toda sabidur�a; para que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo Jes�s; (29) para lo cual tambi�n trabajo, esforz�ndome seg�n su obra, la cual obra poderosamente en m�.

No creo que sea necesario engrosar las p�ginas del Comentario del hombre pobre sobre aquellas cosas que son demasiado claras para que sea necesario observarlas. Tampoco en una obra de este tipo para llevar al lector a la investigaci�n de lo que aqu� se dice, sobre el tiempo en que el misterio del Evangelio estuvo oculto desde los siglos y las generaciones. Detengo al lector s�lo para observar, que cuando Pablo habla, como lo hace aqu�, de Cristo en su pueblo, la esperanza de gloria, la expresi�n significa, tal revelaci�n del Se�or, en las glorias de su Persona, y la plenitud. de su salvaci�n, como lo hacen en verdad, a todo creyente regenerado, conocido y disfrutado, la esperanza de Israel, y su Salvador.

Pablo muy propiamente aqu�, y en otros lugares, lo llama Cristo revelado en m�, G�latas 1:16 . Porque se convierte en una manifestaci�n interior de un trabajo exterior. No es un trabajo en m�, sino para m�. No la santidad inherente al pecador; sino santidad derivada del Salvador. No una supuesta mejora en nosotros mismos por todo el beneficio obtenido de Cristo: �s�, Cristo en conjunto, el Se�or justicia nuestra! La bienaventuranza de una vida de fe radica en esto.

S�, la bienaventuranza de una vida de gloria solo puede estar en la misma. Y mientras los hombres, que no est�n familiarizados con la plaga de su propio coraz�n, buscan la santidad interior y se consuelan con su supuesta santificaci�n progresiva; mirando a Cristo para compensar, si es que alguna, su deficiencia: Pablo aparta a la Iglesia de todo lo relacionado con el yo y los logros personales, para fijar el alma por completo en Cristo.

El mismo Pablo no confiaba m�s en la santificaci�n interior, como la llaman algunos, pero nadie jam�s supo, de lo que lo har�a en una ley de justicia en s� mismo, para recomendarlo a Dios. A Cristo mir� completamente, deseando ganar a Cristo y ser encontrado en �l. Y el primer y �ltimo consuelo de este gran Ap�stol fue que Cristo fue hecho de Dios para toda su Iglesia, sabidur�a y justicia, santificaci�n y redenci�n, para que el que se glor�a se glor�e en el Se�or, 1 Corintios 1:30

Admiro la manera muy dulce y la manera en que Pablo cierra este cap�tulo al dirigirse a la Iglesia. Es a la Iglesia a la que predica Pablo: ya esa Iglesia predica a Cristo. Advirtiendo a todo hombre y ense�ando a todo hombre con toda sabidur�a (dice el Ap�stol) para que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo Jes�s. �Qu� advirti� y ense�� Pablo a cada uno de los hombres? Seguramente la Iglesia. Porque, �qui�n sino la Iglesia podr�a presentarse perfecta en Cristo Jes�s? Nadie m�s que los miembros de Cristo pueden ser perfectos en Cristo.

�Y qu� sabidur�a, s�, toda sabidur�a fue la que advirti� a todos los hombres? Seguramente el mismo Cristo, quien, en su nombre comprensivo, incluye todo lo que contiene esa sabidur�a que hace sabio para la salvaci�n. �Qui�n, por tanto, no ve que todo esto se refiere a la Iglesia, no al mundo? a los miembros de Cristo, y no a los que no tienen ning�n inter�s en �l. Pero, �c�mo supo Pablo c�mo advertir a todo hombre y ense�ar a todo hombre del pueblo del Se�or, y no a los que est�n fuera? Simplemente predicando a Cristo, y solo a Cristo.

Porque Cristo es poder de Dios, y sabidur�a de Dios, para salvaci�n a todo aquel que cree. Por tanto, como la fe viene por el o�r y el o�r por la palabra de Dios, siempre que el Se�or abr�a los ojos de alguien, Pablo advirti� a todos y les ense�� a todos solamente acerca de Cristo. Y encontr� que todos los que estaban ordenados para vida eterna cre�an, Hechos 13:48 . �Y aqu� la exhortaci�n se vuelve sumamente bendita, porque se les advierte y se les ense�a, y Dios el Esp�ritu es su maestro para que puedan ser presentados perfectos solo en Cristo Jes�s!

Versículo 29

REFLEXIONES

Alabanza eterna a Dios Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, por los bondadosos descubrimientos hechos a la Iglesia en este cap�tulo bendito del amor divino, y por todas las manifestaciones de la gracia y la misericordia del Pacto, en la Persona, obra y oficios del Se�or Jesucristo, como Cabeza y Esposo de su Iglesia de una eternidad a otra. �Oh! �Qu� vista gloriosa se da aqu� de Cristo en este Cap�tulo! �Se�or! sea ??mi estudio, d�a y noche, bajo la ense�anza divina, para aprender y conocer al �nico Dios verdadero, ya Jesucristo, a quien ha enviado.

Y, �oh! �Bendito Emmanuel, Dios y hombre en una sola persona! �Oh! que medite incesantemente en las glorias de tu naturaleza y esencia, Uno con el Padre y el Esp�ritu Santo, Dios sobre todo, bendito por los siglos. Am�n. �Que te contemple en tu gloria de Mediador, la imagen del Dios invisible, el primog�nito de toda criatura! Y, �oh! �Qu� glorias contemplo y contemplo aqu� en tu persona, antes de que mi SE�OR realizara un solo acto de obra de redenci�n para su Iglesia, en el estado temporal de su naturaleza ca�da? cuando como leo aqu�, por ti son creadas todas las cosas que est�n en el cielo y en la tierra; todas las cosas fueron creadas no solo por ti, sino para ti, y t� eres antes de todas las cosas, y por ti todas las cosas subsisten. �Oh! las glorias de mi Se�or, en la creaci�n, la providencia, la gracia y la gloria.

�Y cuando recuerdo tus maravillas de amor a la Iglesia en el tiempo, tu encarnaci�n, bautismos, tentaciones, dolores, milagros, vida, muerte, resurrecci�n, ascensi�n, regreso a la gloria y las maravillas de tu sacerdocio inmutable! Cuando te veo ahora todav�a llevando el mismo dise�o, vistiendo nuestra naturaleza, apareciendo en nuestro lugar, tomando las Personas y causas de todo tu pueblo, sintiendo con ellos y sintiendo por ellos, y nunca cesar�s, hasta que hayas tra�do �Tus hijos e hijas comprados por sangre, con toda tu familia real alrededor de tu trono, para estar contigo para siempre? �Oh! por gracia, hasta que venga este gran d�a de mi Dios, para amarte, y vivir para ti, y para aclamar tu nombre maravilloso. �Se�or! S� t� mi porci�n de d�a a d�a, para que por la fe en esta esperanza bienaventurada, pueda ahora vivir, y por fin, en la plena certeza de la gloria, morir.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre Colossians 1". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/colossians-1.html. 1828.
 
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